Lección de Escuela Sabática 2do Semestre 2011

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A TR AVÉS DEL DOLOR

DICIEMBRE

VISIÓN DEL DOLOR 2 Crónicas 20:9

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l dolor nos obliga a ver más allá de nuestras circunstancias inmediatas. El sufrimiento nos lleva a hacer grandes preguntas como: “¿Por qué estoy aquí?” y “¿Cuál es el propósito de mi vida?”. Al hacer esas preguntas y hallar las respuestas en el Dios de la Biblia, encontraremos la estabilidad que necesitamos para sobrellevar hasta lo peor que la vida pueda darnos, porque sabemos que esta vida presente no es todo. Si sabemos que un Dios soberano supervisa toda la historia humana y la teje para formar un hermoso tapiz que a la larga lo glorificará, entonces podemos ver las cosas desde una perspectiva mejor. ¿Por qué un Dios bueno permite el sufrimiento?

TRANSFORMACIÓN MILAGROSA Romanos 8:28

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as buenas nuevas no son que Dios hará que nuestras circunstancias terminen siendo lo que deseamos que sean, sino que Dios puede incluir hasta nuestras desilusiones y desastres en su plan eterno. El mal que nos sucede se puede transformar en el bien de Dios. Romanos 8:28 es la garantía de Dios de que si lo amamos, nuestras vidas pueden ser usadas para lograr sus propósitos y avanzar Su reino. Pero, ¿cómo se puede afirmar que Dios tiene el control cuando la vida parece tan descontrolada? ¿Cómo puede estar obrando para su gloria y, a la larga, nuestro bien? En el libro titulado (¿Por qué nosotros?), se afirma que Dios “demuestra su soberanía, no interviniendo constantemente e impidiendo esos acontecimientos, sino gobernándolos e invalidándolos de manera que hasta las tragedias terminen logrando sus propósitos 170

fundamentales.” ¿Por qué un Dios bueno permite el sufrimiento?

ENFERMA EN AUSTRALIA 2 Corintios 12:9

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urante toda mi enfermedad de los últimos ocho meses, he experimentado en mis horas de desvelo la más maravillosa contemplación del amor de Dios al hombre, manifestado en el admirable sacrificio hecho para salvarlo de la ruina. Me complacía repetir el nombre de Jesús, cuán lleno de dulzura, luz y amor… Cuando el dolor me parecía casi insoportable, miraba a Jesús y oraba fervientemente, y él ha estado junto a mi, y la oscuridad ha desaparecido para dar paso a la luz. El aire mismo parecía tener una agradable fragancia. Cuán gloriosa parecía la verdad! Podía descansar en el amor de Jesús. El dolor seguía siendo mi porción, pero la promesa: “Bástate mi gracia”, era suficiente para sostenerme. Los dolores más agudos parecían convertirse en paz y reposo. En la noche, durante horas he tenido una dulce comunión con Dios. Mi mente parecía estar iluminada. No tenía disposición para murmurar ni quejarme. Jesús era el motivo de mi esperanza, gozo y ánimo. El cielo parecía estar muy cerca, y Cristo, el gran Médico era mi restaurador, el remedio de toda enfermedad. pág. 286

DIOS NO ESTÁ ENOJADO Salmos 119:71

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uando somos afligidos, no debemos pensar que el Señor está enojado con nosotros. Dios nos somete a prueba para que nos acerquemos a él. El salmista dice: “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” (Sal. 34: 19). Él no quiere


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