La formación de educadores recobra cada vez más importancia a nivel mundial en su permanente intención de fortalecer las políticas orientadas a elevar la calidad educativa. Esto requiere resignificar la relación entre los términos cultura-educación y la manera como las facultades de educación y demás unidades formadoras de educadores de diferentes regiones la incorporan con alternativas innovadoras de alta pertinencia social. Dichas instancias afectan y son afectadas por su contexto cultural al aplicar la legislación nacional referida a las condiciones de calidad de los programas académicos y mediante la cual visibilizan su papel protagónico. Al desarrollar los aspectos curriculares, pedagógicos, investigativos y organizacionales en relación con las características y condiciones particulares de su región, fortalecen su visión y misión institucional.