2 minute read

Características de las imágenes

2 fragmentos

Cuello quirúrgico Cuello anatómico

3 fragmentos

Trocánter mayor Trocánter menor

4 fragmentos

Trocánter mayor Trocánter menor

FIG. 3.14 Clasificación de Neer de las fracturas del húmero proximal. Clásica Impactados en valgo

Las fracturas se clasifican en función del número de partes separadas. Se considera que una parte está separada en el caso de [35-36]: • Desplazamiento de al menos 1 cm. • Una angulación de al menos 45°.

Una fractura sin desplazamiento se denomina fractura «de una parte».

La mayoría de las fracturas están mínimamente desplazadas y se clasifican como fracturas de una parte (50-65 %), seguidas de las fracturas de dos partes (cuello quirúrgico: 20-30 %, tuberosidad mayor: 10-15 %). Las fracturas de tres y cuatro partes representan aproximadamente el 20 % de las fracturas del húmero proximal [8,18,37-39].

Características de las imágenes

Fracturas de una parte En una fractura de una parte, ninguna parte cumple los criterios de separación, sea cual sea el número de líneas de fractura (fig. 3.15). La fractura no desplazada de la tuberosidad mayor puede pasarse por alto fácilmente si no se inspecciona el margen cortical con precaución.

Fracturas de dos partes Se encuentran cuatro tipos posibles de fracturas de dos partes [40-45]: • Fractura del cuello quirúrgico: la más frecuente (figs. 3.16 y 3.17). • Fractura del cuello anatómico: rara (figs. 3.18 y 3.19).

FIG. 3.15 Fractura no desplazada del cuello quirúrgico en una mujer de 66 años, secundaria a una FOOSH con leve escalón cortical (flechas) en la proyección de Grashey (A) clasificada como fractura de una parte. La línea de fractura está oculta por superposiciones en la proyección transtorácica (B) sin desplazamiento significativo.

FIG. 3.16 Fractura desplazada del cuello quirúrgico en una mujer de 81 años clasificada como fractura en dos partes secundaria a una FOOSH. Proyección de Grashey (A) y proyección transtorácica (B). La importancia del desplazamiento se aprecia mejor en la proyección transtorácica.

FIG. 3.17 Fractura desplazada del cuello quirúrgico en una mujer de 83 años clasificada como fractura de dos partes. Proyección AP (A) y reconstrucciones volumétricas de TC (B).

FIG. 3.18 Fractura del cuello anatómico del húmero. Proyección de Grashey (A) y proyección de Velpeau (B). La línea de fractura es apenas visible (flecha), pero la cabeza está evidentemente desplazada (punta de flecha).

FIG. 3.19 Fractura del cuello anatómico. Proyección de Grashey (A) y proyección axilar (B). La línea de fractura es difícil de detectar (punta de flecha negra), pero hay derrame articular (flecha). La proyección axilar confirma la inclinación de la cabeza.

FIG. 3.20 Fractura de la tuberosidad mayor en un paciente de 51 años. Proyecciones de Grashey previa a la reducción (A) y posterior a la reducción (B) y reconstrucciones volumétricas de TC (C). La tuberosidad está separada (flecha) de la cabeza del húmero después del impacto contra la glenoides durante una luxación anterior, con el brazo en abducción.

• Fractura de la tuberosidad mayor: relativamente frecuente, puede pasar desapercibida si no está desplazada (figs. 3.20-3.24). • Fractura de la tuberosidad menor: rara, a menudo pasada por alto en la proyección AP debido a la superposición del fragmento avulsionado con la cabeza del húmero (figs. 3.25 y 3.26).

This article is from: