Domingo XVIII del Tiempo Ordinario

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DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

P. Miguel Carmen Hernández, SSP

(San Lucas 12,13-21) En aquel tiempo, dijo uno de la gente a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia». Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes». Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”. Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».

«Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad… Dadme

vuestro amor y gracia, que esta me basta»

Sobre el dinero

Las tres lecturas de este domingo parecen tener un mismo trasfondo y mensaje: mostrar que los bienes de este mundo son vanidad, es decir, que son efímeros y perecederos, no perduran, y por ello es necesario buscar y trabajar por los bienes de allá arriba «donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios».

con los pies bien puestos en la tierra, pero con la mirada en el cielo. Frente a la vacuidad y pasajeras que son las cosas, está la presencia de Dios, que permanece siempre y que puede llenar el vacío que no pueden llenar las cosas de la tierra. San Agustín ha resumido esto en una frase breve, bellísima y llena de significado: «Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro La primera lectura Qohélet corazón está inquieto, hasta convierte la palabra «vani- que descanse en ti». dad» casi en un estribillo. Sus reflexiones sobre el ser Como hemos dicho más humano y las cosas que este arriba, san Pablo nos invita necesita para vivir concluyen a buscar las cosas de «allá en que «todo es vanidad», arriba», es decir, a poner ¿qué quiere esto decir? El nuestra vida, nuestras esautor del Eclesiastés es un peranzas solo en aquel que observador que conoce pro- realmente puede colmarlas: fundamente al ser humano y el Señor. Y para ello es nesabe que en él hay un ham- cesario aspirar de corazón a bre y una sed de felicidad y los bienes del cielo, dando sentido que no pueden ser muerte a todo lo «terreno» saciadas solamente con los que hay en nosotros, revisbienes proporcionados en tiéndonos así del «hombre este mundo. El poder, las ri- nuevo», esto es despojarnos quezas y el placer que pro- de nosotros mismos y revesmeten la felicidad no la dan, tirnos de Cristo. porque los bienes de este mundo no podrán llenar nun- El Apóstol nos invita a luchar ca el anhelo de infinito –feli- por los bienes que trasciencidad– que tiene la persona. den nuestra muerte, por los Solo Dios puede hacerlo. Y bienes que sí podemos llevar por eso el autor, aunque lo con nosotros una vez que el parezca, no es un escépti- Padre nos llame a su lado. co o pesimista, sino alguien Por eso lo realmente impor-


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