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Eso Suena Divertido

EL PODER DE SER UN PRINCIPIANTE, DE ENAMORARTE DE LO QUE HACES, Y POR QUÉ NECESITAS UN HOBBY

Annie F. Downs

ESO SUENA DIVERTIDO

El poder de ser un principiante, de enamorarte de lo que haces, y por qué necesitas un hobby

Copyright 2021 by Annie Downs

Originally published in English under the title That Sounds Fun, by Revell, a division of Baker Publishing Group, Grand Rapids, Michigan, 49516, U.S.A. All rights reserved.

Traducción al español por: Belmonte Traductores www.belmontetraductores.com

Edición: Henry Tejada Portales

ISBN: 979-8-88769-293-7

eBook ISBN: 979-8-88769-294-4

Impreso en los Estados Unidos de América © 2024 by Annie F. Downs Whitaker House 1030 Hunt Valley Circle New Kensington, PA 15068 www.espanolwh.com

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Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida o transmitida de ninguna forma o por algún medio electrónico o mecánico; incluyendo fotocopia, grabación o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación sin el per miso previo por escrito de la editorial. En caso de tener alguna pregunta, por favor escríbanos a permissionseditor@whitakerhouse.com. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 31 30 29 28 27 26 25 24

A todos los oyentes del podcast That Sounds Fun (Eso suena divertido). Siempre presentes, reciben muy bien a nuestros amigos invitados, y todo el tiempo me recuerdan que lo que estamos haciendo importa. Ustedes me enseñaron, y me siguen enseñando, cómo perseguir la diversión, sabiendo que no estaré sola cuando la encuentre. ¡Gracias!

Contenido

Hola 9

¿QUÉ SUENA DIVERTIDO PARA TI?

Cafetería East Pole 13

La calle Ebenezer 23

El cine 31

EL PODER DE SER UN PRINCIPIANTE

El Hotel High Line 41

That Sounds Fun podcast studio 53

Disneyland 63

Dollywood 71

El muelle 83

EL PODER DE ENAMORARTE DE LO QUE HACES

Haggart´s 1801 95

Onsite 101

Casa Cosecha 111

La pequeña cocina blanca 121

Rancho El Valle Perdido 133

New York Tattoo Company 145

El Auditorio Ryman 155

La tienda de mascotas 165

El Parque Sevier 177

POR QUÉ NECESITAS UN HOBBY

El restaurante Neighbors 189

El club de lectura 197

La casa de Tim 207

TPAC 217

Alliance Soccer Complex 225

PERSIGUE LA DIVERSIÓN

El porche de Casa Cosecha 237

Adiós 245

Los sonidos de That Sounds Fun 247

Gracias 249

Notas 253

Acerca de la autora 255

Hola

Hola, amigos.

Bienvenidos a un episodio muy especial de That Sounds Fun (Eso suena divertido). Soy la presentadora, Annie F. Downs, y me alegra mucho estar aquí con ustedes hoy.

Este es un poco diferente a los episodios normales que compartimos, ya que esta conversación es un libro entero en lugar de ser un encuentro de una hora entre dos amigos que ustedes pueden escuchar mientras caminan, manejan, trabajan o juegan.

Sin embargo, mi esperanza es la misma. Tengo la esperanza de que tengas la sensación de estar sentado a la mesa conmigo, o que damos un paseo juntos, o que soy tu compañera de viaje en tu trayecto al trabajo, o que estoy en la cinta caminadora a tu lado mientras profundizamos en la palabra D-I-V-E-R-S-I-Ó-N. Diversión. Cómo encontrarla, cómo se ve y por qué la deseamos. Y tal vez, solamente tal vez, al final de este tiempo que pasaremos juntos seremos un poco diferentes, menos serios, y un poco más comprensivos con nosotros mismos y con los demás.

¿Qué suena divertido para ti?

Cafetería East Pole

Es otoño, y estoy inmovilizada sin vuelos ni viajes por trabajo por algunos meses. Por elección. Por invitación de Dios. Aunque no estoy segura de qué pensar acerca de eso.

A lo largo de los siete últimos años de esta carrera he recorrido millas en el aire como alguien profesional, lo cual, según mi estatus con la aerolínea Delta, indica que lo soy. Me encanta viajar. Me encanta ver lugares y estar en lugares. Me encanta volar.

Los viajes han sido una de las mejores partes de mi trabajo; sin embargo, hace aproximadamente un año sentí que Dios me susurraba: “El próximo otoño vas a querer quedarte en la casa”. Lo sentí como una invitación de su parte, y con tiempo en oración por mí y por mi equipo de empleados, gerentes y agentes, decidimos que pasaría el otoño en Nashville. ¿Qué? El otoño es la estación de mayor ocupación en el año: conferencias y eventos normalmente

mantienen llena mi agenda de viajes en el otoño. ¿Y Dios quería que no viajara? Sin embargo, escuché lo que escuché y estuve de acuerdo en obedecer. Por lo tanto, mientras escribo estas palabras, estoy aquí: en tierra.

Para cambiar de aires, manejé hasta el sur desde Nashville para visitar a mi familia, y estoy en mi cafetería favorita de Atlanta: East Pole Coffee Company. Es un lugar luminoso y hermoso, y parece que tiene asientos para unas treinta personas. En los rincones hay plantas verdes que cuelgan del techo, y las ramas llegan hasta el piso casi camuflando los enchufes eléctricos. La cafetería está hecha con troncos largos y oscuros de arce, con azulejos blancos cortados de manera muy hermosa que van desde los pisos blancos hasta la barra de bar.

Estoy sentada de espaldas a las ventanas. Me gusta el ajetreo de una cafetería con mucha gente, y esta tiene un tráfico constante. Además, al otro lado de la sala, en una mesa pequeña para dos, están mi primo y su esposa, que han regresado del extranjero durante unas cuantas semanas. Me gusta poder verlos en el mismo espacio.

Tengo conmigo un té chai con leche de avena (la cual, vamos... leche hecha de avena es ridículo, chistoso y muy sofisticado... pero también deliciosa). La lista de reproducción que encontré en Spotify es una colección de clásicos instrumentales llamada “piezas refrescantes”, y voy cambiando entre esa lista y la música instrumental de Jon McLaughlin. Aun así, lo único que quiero hacer es cerrar mi computadora y escapar. Mientras manejaba hasta aquí, mi mente comenzó a soñar con todos los lugares a los que

podría correr, manejar y volar para estar allí ahora. Todos los demás lugares excepto AQUÍ. Sin embargo, si hay una cosa que he aprendido es que, incluso si huyera, no hay modo alguno de huir de lo que hay en mi interior. Es como si la tristeza hubiera tomado residencia, y no se quedará atrás simplemente porque yo me vaya.

De todos modos, irme no es una opción ahora. He dejado de viajar por trabajo debido a un par de motivos, y uno de ellos es mi salud física. Hace unos meses atrás comencé a tener migrañas casi cada día, y tenía casi garantizado sufrir una cada vez que volaba en avión. Después de meses con esta situación, mi médico me recetó descanso en cama. Dos semanas completas.

La decisión de pasar sin viajar la segunda mitad del año quedó sellada antes de comenzar a tener migrañas diarias, pero Dios lo sabía. Él sabía antes que yo que el invierno sería el invierno de las migrañas y que un calendario lleno en el otoño probablemente habría continuado siendo invasivo. Aunque mi cuerpo y mi corazón habrían estado a favor, me preocupa que no habría sido el caso con mi cerebro. Sin embargo, hay mucho más en esta temporada sin viajes. Sé que lo hay.

Al inicio de esta temporada, mi amigo Matt me preguntó cómo me sentía con respecto a no viajar. Matt y yo tenemos personalidades distintas, y él me dijo: “No te sorprendas si tienes una sensación de depresión ligera en esta temporada”. ¿QUÉ? ESO NO ES LO QUE YO QUERÍA OÍR. Pero incluso su breve mensaje me susurró algo que no he sido capaz de ignorar. Amplió el sonido del coro

que yo había estado entonando en mi mente durante los últimos meses, que condujo hasta la temporada sin viajes, de modo tan suave que apenas si era audible. Sin embargo, cuando otra persona entonó la letra, lo escuché con claridad: hay algo aterrador para mí al pensar en meses en la casa sin ningún lugar a donde ir. No he hecho eso en casi una década: estar en mi propia casa cada noche de la semana durante muchas semanas.

Avancemos hasta la primavera del año 2020. Ojalá hubiera sabido que tan solo unos meses después, todos experimentaríamos lo que es pasar incontables meses de tiempo en nuestros propios hogares a medida que atravesamos colectivamente las etapas iniciales de la pandemia del COVID-19, la primera pandemia global de nuestro tiempo. Todo el mundo en casa. Nadie en la escuela ni en la iglesia. La mayoría de los profesionales ya no iban a la oficina sino que trabajaban desde cuartos de invitados, sofás y mesas de la sala. Algunos amigos míos se desarrollaron y prosperaron muy bien, y otros no. Comenzamos a plantear grandes preguntas de nuestro mundo; pero también grandes preguntas sobre nosotros mismos.

¿Qué me sucede cuando no puedo salir, cuando no puedo alejarme de aquí?

¿La verdad? Me gustaría poder alejarme volando ahora mismo. Este ha sido un año complicado. Incluyó migrañas, sufrimiento, cuarentena, y decisiones realmente difíciles. Y cuando pienso en todas esas cosas, hay algo que me hace sentir que estar en una ciudad diferente me haría sentir mejor (no sucedería, ya probé antes —y las

veces suficientes— intentar arreglar mis problemas subiéndome a un avión; pero el susurro sigue ahí. Aléjate de esto y te sentirás mejor. Sin embargo, no me sentiré mejor. Eso nunca sucede).

¿Cuántas veces denominamos “diversión” al escapismo? Esa es la verdadera pregunta para mí. Cuando busco definir la diversión en mi propia vida, averiguar cómo manejar eso que no sé manejar o cómo procesar el dolor con el que no sé qué hacer, me pregunto si en realidad estoy planeando diversión o simplemente usando la diversión para describir el escapismo.

Hoy mismo, quiero escapar. Prepararé una maleta con mis cosas y otra maleta con mis sentimientos, y entonces dejaré atrás la maleta de los sentimientos, agarraré la otra, y me subiré a un avión que me llevará a alguna parte.

A cualquier parte.

Siento que soy una buena persona al hablarte sobre diversión y decirte por qué es indudable que necesitas diversión en tu vida. Para quienes no lo saben, soy la presentadora de un podcast titulado That Sounds Fun (Eso suena divertido). Los episodios se publican dos veces por semana: lunes y jueves. En cada episodio entrevisto a un amigo o a alguien que me gustaría que fuera mi amigo. En ocasiones son autores o músicos, y otras veces son chefs, deportistas, actrices, médicos, o cualquiera que tenga un mensaje que creo que les encantará a mis oyentes.

Porque sí que necesitamos diversión. Todos tenemos que encontrarla. Mi amiga Emily P. Freeman y yo nos

decimos la una a la otra con frecuencia: “Busca la diversión”. Ya sea que tu vida se vea exactamente como tú pensabas que sería (en lo financiero, lo espiritual, en lo emocional o lo relacional), o que una o más de esas categorías parezca fuera de sintonía con lo que pensabas que sería, la diversión es una parte integral de lo que Dios tiene preparado para ti.

Y la búsqueda de diversión en realidad hará llegar a tu camino algunas de las respuestas que esperas que existan, respuestas a las preguntas más profundas que están arraigadas en tu interior.

Me ha sucedido algo extraño desde que la gente comenzó a escuchar el podcast. Cuando personas se acercan a mí en público, ya sea en un aeropuerto o en un restaurante, en una cafetería o en la iglesia, a menudo me dicen lo que hacen por diversión.

Porque siempre conversamos sobre diversión en el programa. Al final de cada episodio hago la misma pregunta a cada invitado: “¿Qué suena divertido para ti?”. Y, como los oyentes me escuchan hacer esa pregunta dos veces por semana, también ellos quieren responderla.

Es muy chistoso realmente cuánto queremos hablar de diversión. Normalmente tengo que interrumpir a las personas y preguntar su nombre, porque enseguida me cuentan su historia y olvidan decirme lo que sus padres pusieron en su certificado de nacimiento el día en que llegaron a este mundo. Por lo tanto, interrumpo, le pregunto su nombre, y después le digo que continúe. Y, cuando hemos terminado la conversación, su siguiente pregunta es: “¿Puedo decirte lo que hago por diversión?”.

Y mi respuesta es siempre positiva. Porque me encanta la diversión.

Sentimos que falta algo en nuestras vidas. Sentimos que ese lugar en nosotros que solía estar lleno ya no lo está, incluso en nuestros mejores días. Algunas veces puede que sea un chirrido, pero otros días es un rugido en nuestros oídos que indica que se ha perdido algo y que no sabemos cómo encontrarlo y no podremos encontrarlo. Sin embargo, no le hacemos caso; porque sabemos que solía estar lleno.

¿Qué es eso? ¿Qué nos falta que nos hace sentir su pérdida? Crees que ahora voy a decir que es la diversión, y aunque no te falta razón, me he dado cuenta de que en realidad esa es una respuesta demasiado sencilla. Pero tú ya sabes eso, ¿verdad?

Sabes eso como yo lo sé porque no importa cuánto empeño pongamos en intentarlo o dónde miremos, parece que no podemos encontrar eso que todos hemos perdido.

Ese entusiasmo que obtienes de una copa de vino no regresará. Su mano rodeando tu cintura, aunque produce una sensación extraordinaria, no te devuelve lo que has perdido. Incluso el mejor día de principio a fin te sigue dejando con la pregunta de si todo se desmoronará a tu alrededor mañana. Porque esa cosa, sea lo que sea, sigue faltando.

Vi un video en Instagram la otra noche (cuando debería haber estado dormida) de un evento al aire libre en el que había apilados en mesas juegos inmensos de Jenga el uno al lado del otro. ¿Sabes a lo que me refiero? Uno en el

que cada pieza de la Jenga, en lugar de tener el tamaño de un dedo, tiene el tamaño de un antebrazo. Estaban todos preparados a ambos lados de una vereda en medio de una loma de pasto. Estaban apilados, y varios grupos de personas jugaban atentamente. Todos parecían estar pasando un rato estupendo al jugar esas versiones gigantescas de un juego de grupo divertido. De repente, una muchacha de edad universitaria corrió al lado de la cámara y dio un empujón a los cinco montones, enviando las piezas a volar. Un golpe en movimiento que destruyó el buen tiempo que todos estaban pasando. En el video, una mujer gritó y la gente levantaba los brazos al aire, y todos estaban muy frustrados porque estaban jugando hasta que llegó esa muchacha y lo destruyó todo.

Después de ver el video no podía dormir porque no dejaba de preguntarme si una versión cósmica de aquella situación sucedería en mi vida al día siguiente.

No estoy aquí para decirte que disfrutes de tus momentos. Esa no es la solución. Para mí, es simplemente la otra cara de la misma moneda, preguntar dónde encontrar eso que hemos perdido y cuál es el modo más rápido de escapar de aquí o llenar la brecha de lo que falta con cualquier cosa que podamos encontrar.

Creo que la declaración más veraz es que lo que hemos perdido es real. Eso que sabemos que falta no es ninguna broma. Es legítimo. Aunque el mundo pueda mirar tu vida y decirte que lo tienes todo, tú conoces ese susurro tranquilo e inquietante de la verdad. Hemos perdido el Edén, hemos perdido la paz, hemos perdido el fundamento sobre

el cual puede edificarse la diversión genuina. Y tenemos que salir a buscarlo.

Entonces, por eso estamos aquí. Ese es el viaje en el que he estado en mi propia vida. Un viaje de sobriedad (en más aspectos del que pensarías), un viaje de descenso en rápel hasta las profundidades de mi propio dolor, una búsqueda de entendimiento. Yo pensaba que estaba escribiendo un libro sobre la diversión, pero comprendí que necesitamos algo más de lo que eso podría ofrecer. Necesitamos un modo de encontrar esperanza, de creer que podemos encontrar lo que perdimos.

Creo que podemos hacerlo, pero solamente si estamos dispuestos a ir donde esta historia nos pide que vayamos. No podemos tener miedo ahora; o como mínimo no podemos permitir que el miedo gane. Seamos valientes, ¿te parece? Si tenemos que atravesar nuestro dolor de camino al Edén, entonces que así sea. Reconstruyamos un fundamento que solía existir bajo nuestros pies, para así poder añadir una capa sobre otra de cosas buenas, los latidos del corazón, las risas fuertes, las lágrimas de alegría. Porque —y esto no te sorprenderá— eso me suena divertido a mí.

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