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La energía vital y las experiencias

ÍNDICE

Agradecimientos ....................................................... 11 Introducción ............................................................. 13

1. Las distintas variedades de la experiencia del despertar ................................................... 29 2. Más allá del mundo de las formas: experiencias de despertar de alta intensidad ....................... 55 3. La validez de las experiencias de despertar ..... 77 4. Alterar el equilibrio ........................................ 117 5. La energía vital y las experiencias de despertar .................................................... 167 6. Experiencias de despertar espontáneas ........... 197 7. Otros tipos de despertar energético ................ 227 8. La energía y el despertar ................................. 263 9. El despertar permanente ................................ 283 10. Avanzar hacia el estado despierto ................... 325

Notas ....................................................................... 351 Bibliografía .............................................................. 367

AGRADECIMIENTOS

ESte libro ha tenido una larga vida; de hecho, comencé a desarrollar sus ideas básicas y a escribir una primera versión en 1996, momento en el que también comencé a recopilar experiencias de despertar. Me gustaría agradecer a todos los amigos, conocidos, alumnos y personas anónimas que me han facilitado los casos de estudio que he utilizado en este libro. Entre ellos se incluyen Janice Hartley, Valerie Massey, Sandy Geddes, Paul Heaton, Liesbeth Coomans, Duncan Heath, Colin Stanley, Mark Sullivan, Mary Gant, Tony Wright, Richard Arkwright, Carrie Mitchell, Pamela Smith (mi esposa), Dave Brock, Melford Bramble, Kevin Hinchcliffe y Tony Lomax y Ken Garrod de la Sociedad Budista de Manchester. Asimismo, me gustaría dar las gracias al maestro espiritual Russel Williams (miembro también de dicha institución), pues él ha sido la fuente de muchas de las experiencias de satsang que he tenido a lo largo de los años. Un buen número de las experiencias que cito provienen de mis alumnos del CCE de la Universidad de Manchester, cuyos nombres, desafortunadamente, no anoté en su momento. Por ese motivo, en lugar de agradecimientos personales, me gustaría expresar de forma colectiva mi más profunda gratitud a todos los estu-

diantes que asistieron a mis cursos sobre la psicología de la felicidad entre el 2005 y el 2009.

También les estoy muy agradecido a Paul Marshall (autor del libro Mystical Encounters with Natural World), quien leyó con suma atención el manuscrito y me aportó muchas sugerencias útiles, y a Bill Gladstone, mi agente literario, por su ayuda y su entusiasmo. Gracias también a Mike Daniels, a Les Lancaster y a todas las demás personas involucradas en los cursos de Psicología Transpersonal en la Universidad John Moores de Liverpool. Pero sobre todo quiero expresar mi agradecimiento a mi esposa, Pam, a quien, por cierto, conocí la misma semana en que comencé a escribir este libro, hace ya trece años.

Steve taylor Septiembre de 2009

INTRODUCCIÓN

tengo veintidóS añoS. Hace unos meses dejé la universidad y ahora tengo un trabajo temporal en la oficina de la Seguridad Social local, donde me dedico a tramitar peticiones de subsidio de personas que están demasiado enfermas para trabajar. Hoy estoy leyendo el expediente de una chica de mi misma edad que ha fallecido a causa de un cáncer cerebral. He leído las cartas que escribieron sus padres: en la primera explican que se vio obligada a dejar de trabajar y quería solicitar la prestación por enfermedad que le correspondía; en la segunda, enviada unas semanas más tarde, comunican que está empeorando rápidamente y que lo más probable es que no se reincorpore al trabajo; finalmente, hay una última carta de esta misma mañana en la que informan de que ha muerto. La verdad es que este caso me ha conmocionado y me ha dejado trastocado, en parte porque la chica tenía la misma edad que yo y porque no vivía lejos de mi casa. Siento como si la conociese, pero no reconozco su nombre. La última carta de sus padres es desgarradora, y al terminar de leerla casi no he podido contener las lágrimas. Sin embargo, al mismo tiempo me ha hecho tomar conciencia de la increíble suerte que tengo de estar vivo. Fácilmente podría haber sido yo quien ocupase

su lugar (de hecho, no ocuparlo ha sido una mera cuestión de suerte, de puro azar). Me hace darme cuenta de que uno nunca puede dar por sentada su propia vida, de que una enfermedad o un accidente pueden barrernos de la faz de la tierra en cualquier momento, y de que, precisamente por eso, cada momento es total y absolutamente precioso.

Ese sentimiento de libertad y gratitud me sigue acompañando cuando salgo del trabajo. Por lo general cojo el autobús, pero hoy es un día cálido y soleado, así que decido volver a casa dando un paseo. Mientras camino por la concurrida avenida principal, levanto la vista hacia el cielo y observo las gigantescas nubes blancas y esponjosas y los espacios tersos y azules que quedan entre ellas. La luz del sol baña la escena por completo. Todo es tan hermoso que no puedo dejar de prestarle atención, y la escena se vuelve aún más hermosa a medida que sigo contemplándola. Da la impresión de haber adquirido una dimensión de realidad aún mayor: ahora puedo distinguir más detalles, captar otras perspectivas; los espacios entre las nubes aparentan estar más llenos y ser más profundos, y las nubes mismas parecen haber adquirido una intensa presencia de la que antes carecían. El cielo en su totalidad es un paisaje fantástico cuajado de formas extrañas y hermosas tonalidades. El blanco de las nubes y el azul del cielo son los colores más puros y perfectos que haya contemplado nunca.

Ahora he dejado de caminar y me siento tan apabullado y cautivado por la belleza que me da igual que los conductores que pasan me miren con extrañeza y piensen que estoy loco. Un sentimiento de éxtasis crece en mi interior, como si la energía se desplazase dentro de mí con gran parsimonia y suavidad y, en su fluir, se volviese cada vez más intensa. Mientras contemplo la escena, sucede algo nuevo: ahora me percato de una realidad que subyace a las nubes, al cielo y a la luz del sol; la aparente separación que existe entre ellos se disuel-

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