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12/3/10
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Página VIII
El maestro Chaves Nogales que estaba allí
Es muy probable que en el coche grande del periódico que lo llevaba a Valencia mediada la mañana del 6 de noviembre de 1936 ya le fuera dando vueltas al asunto. Las tropas de Franco estaban a las puertas de Madrid, el Gobierno de la República había decidido abandonar la ciudad y él, junto a otros cuatro periodistas —entre los que se hallaban Manuel Benavides y Paulino Masip, directores de Estampa y La Voz, respectivamente—, acababa de hacer lo propio. O quizá la idea surgiera en aquellos días que pasó luego en Valencia, a la espera de encontrar pasaje para el exilio. Tanto da. Lo importante es que él había estado allí y que eso había que contarlo. Se trata de un imperativo moral, al que no puede ni debería sustraerse ningún periodista que se precie. Una vez en Montrouge, en los arrabales de París, este periodista convirtió lo vivido en la capital durante los primeros meses de guerra civil en los nueve relatos de A sangre y fuego. Y a otra cosa, porque a aquellas alturas —mayo de 1937—, y como él mismo reconocía en el prólogo de la obra, poco le importaba ya saber «el resultado final de esta lucha» o, lo que es lo mismo,