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Para Ian, porque escribí este libro en su apartamento ~GuY BAss

Para Cath y Leni ~pEtE WIllIAMsON

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Ilustraciones de Pete Williamson

Traducción de V. M. García de Isusi

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LA BALADA DE MOQUETE CHASCAHUESOS Pisotea la colina como el trueno, clava clavos a puñados. Te mira y te rilan las piernas, el tío da un miedo que te cagas. ¡Eh, que llega! ¡Cuidado! ¡Huye! Que Moquete Chascahuesos te tulle.

Taja troncos con la frente, le huele la boca a coles de Bruselas. Decora pasteles con tus ojos, después de matarte con chuletas. ¡Eh, que llega! ¡Cuidado! ¡Huye! Que Moquete Chascahuesos te tulle. Lleva un oso por abrigo y al cuello una traqueteante gargantilla de tabas. Llegó tirándose cuescos y mosqueado, y con todo lo que veía se quedaba. ¡Eh, que llega! ¡Cuidado! ¡Huye! Que Moquete Chascahuesos te tulle. Triste el día en que la diñó Moquete, qué maldición para Tarados de Arriba, pero no porque fuera un tipo joven sino por la que al pueblo se le venía encima. ¡Eh, que llega! ¡Cuidado! ¡Huye! Que Moquete Chascahuesos te tulle.

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BIENVENIDO A

TARADOS DE ARRIBA (Población: 612)

En los viejos tiempos (algo antes de «antaño»)

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prólOGO

EL TRATO (el oportuno final de Moquete Chascahuesos)

H

abía luna llena sobre Tarados de Arriba la noche en que Moquete Chascahuesos encontró su oportuno final. Los vecinos se reunieron alrededor del cadáver sin saber muy bien qué había pasado. —¿De verdad... ha muerto? —Vete tú a saber. —No se mueve. Dale un golpecito con el bastón para asegurarnos. —Dale tú. —¡Ni loco! Mi bastón no... no sirve para eso. —Pues te dejo el mío. 9

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—Si el tuyo sirve, ¿por qué no lo haces tú? —Pues... porque llevo todo el día dando golpecitos y tengo el brazo hecho polvo. —No hace falta que le deis ningún golpecito —siseó una voz. Los vecinos se apartaron. Un hombre alto y enjuto con un abrigo blanco y largo se internó entre ellos como una serpiente y miró el cadáver de Moquete Chascahuesos—. Teníamos un trato. El señor Chascahuesos ya no causará problemas a la gente del pueblo... gracias a mi potente veneno. He venido a recoger lo que me prometisteis. Los vecinos, nerviosos, retrocedieron aún más. Entonces, el alcalde se puso bien la corbata y dio un paso adelante. —P-pues claro... señor. ¡Todo suyo! Ahora bien, ¿qué tiene pensado hacer con él? —Eso es asunto mío. —Los ojos de lagartija del hombre destellaron a la luz de la luna—. Un trato es un trato y no responderé a preguntas. 10

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—Claro, claro —contestó el alcalde mientras se refugiaba entre la gente—. Y g-gracias por su ayuda... profesor. —No me lo agradezca todavía —respondió el hombre manco mientras arrastraba el cadáver colina arriba trabajosamente—. Este no es el final de Moquete Chascahuesos. ¡Jua, jua, jua, jua!

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CASTILLO GROTESCOTE Antaño

(algo después de «los viejos tiempos»)

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CApítulO uNO

CARAPUNTADA INTERPRETA A UN MUERTO (Es hora de salir de las sombras)

«¡Todo el castillo es un escenario y todas las creaciones deberían presentarse a las audiciones!». Firmado: Sociedad Dramática del Colectivo de Creaciones Creativas Aficionadas del Castillo Grotescote.

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—¡J

ua, jua, jua, jua! Carapuntada abrió los ojos cuando la risotada del profesor Erasmus resonó por los húmedos, fríos y sombríos pasillos del castillo Grotescote. El castillo llevaba proyectando su siniestra sombra sobre Tarados de Arriba algo más de lo que la gente recordaba. En el castillo vivía el profesor chiflado Erasmus, considerado el profesor chiflado más chiflado de todos. El hombre había pasado toda la vida creando cosas disparatadas y cada nueva creación era más chiflada que la anterior. Aunque ninguna de las creaciones había escapado jamás del castillo, la carcajada del profesor a menudo resonaba más allá de los muros y recorría las calles del pueblo, metiendo el miedo en el cuerpo a sus habitantes. —El profesor... está acabando. Carapuntada se incorporó. No tenía miedo, claro está. Al menos, no todavía. Cono16

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cía la risa del profesor mejor que nadie. Era lo primero que había oído cuando lo trajo a la casi-vida, allá por los tiempos en los que era su única creación. Carapuntada nunca había sido tan feliz como entonces... pero aquello había sucedido hacía cientos de creaciones. «No queda mucho para que acabe su nueva creación», pensó. —¡Carapuntada,sesuponequeestásMUERTO! Carapuntada miró hacia la criatura, que avanzaba hacia él dando zancadas. Se trataba de una creación enorme, una combinación colosal de músculos desparejados con aquel aterrador tentáculo. La criatura era uno de los experimentos más recientes del profesor. Igual que la inmensa mayoría de las creaciones de este, había sido de lo más amenazadora hasta que Carapuntada lo había curado con una de sus pociones calmantes. 17

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—Te lo he DICHO millones de veces —prosiguió la criatura—, debes parecer MÁS MUERTO que los BAILES REGIONALES. —Disculpa... —Si de verdad quieres pertenecer a la SOCIEDAD DRAMÁTICA DEL COLECTIVO DE CREACIONES CREATIVAS AFICIONADAS DEL CASTILLO GROTESCOTE has de ENTENDER las reglas del TEATRO —dijo la criatura mientras movía de forma extravagante su pañuelo nuevo de director.

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Carapuntada suspiró. Él no quería pertenecer a la Sociedad Dramática del Colectivo de Creaciones Creativas Aficionadas del Castillo Grotescote. El simple hecho de pertenecer a una sociedad, y en especial a una dramática, le ponía de los nervios. Era cierto que se había cansado de vivir escondido, allí en las entrañas de su mazmorra, y que estaba ansioso por ver qué le ofrecía la casi-vida, pero representar una obra frente a las demás creaciones implicaba llamar la atención mucho más de lo que quería. Era la criatura quien le había convencido. Le decía que ya era hora de salir de las sombras, de relacionarse. Así era como había llegado a una de las salas más grandes y luminosas del castillo, llena de mesas y sillas destartaladas, y se encontraba rodeado de un grupo de creaciones del profesor de lo más diverso —incluida la criatura, claro está. —RECUERDA, en esta escena, tú... bueno, tu PERSONAJE... está MUERTO. Así que 19

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no te muevas NI UN POQUITO, ¿vale? —continuó diciendo la criatura—. ¡Vale, todos... desde el PRINCIPIO! —P-pero si estoy muerto en todas las escenas... —dijo Carapuntada entre suspiros mientras las demás creaciones se afanaban con los decorados o se situaban en posición—. Me tiro toda la obra aquí tumbado. Me siento... desprotegido. —¡Pero si tienes el MEJORCÍSIMO papel! Al fin y al cabo, ¿qué sentido tiene una obra de MISTERIO sin CADÁVER? —¡Y tanto! —convino un cerebro-araña con tres ojos—. Seguro que obtienes las mejores críticas por parte de la Gaceta de Grotescote... siempre y cuando consigas estar totalmente quieto durante tres horas y media, claro. —¡Las críticas! ¡Ay, Magnilda, no me lo recuerdes! ¡Tengo un nudo muy grande en el estómago! —exclamó una enorme bola de pelo con garras curvas. 20

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Carapuntada volvió a estirarse. Cerró los ojos y pensó en el profesor, que estaba a punto de dar casi-vida a otra de sus creaciones.

—Carapuntada...

—¿Sí? Volvió a incorporarse. La voz se oía clara y cercana (de hecho, demasiado, como si estuviera hablándole al oído). —CARAPUNTADA... —dijo la criatura entre suspiros—. ¡Otra vez te has MOVIDO! ¡Pareces MENOS muerto que NUNCA! —Pero si has... Bueno, alguien ha dicho mi nombre, ¿no? —preguntó mientras miraba en derredor. Las creaciones lo miraron perplejas y los que tenían cabeza —o cabezas— negaron con ella y se encogieron de hombros. La criatura chasqueó la lengua. —Seguimos desde el punto en que Carapuntada está MUERTO —dijo la criatura moviendo su pañuelo de director con dramatismo. 21

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Carapuntada se tumbó de nuevo. Juraría que había oído a alguien decir...

—Carapuntada...

—¿¡Quién ha sido!? —preguntó mientras se levantaba de un salto. La voz era incluso más fuerte que antes. —¿Quién ha sido EL QUÉ? —preguntó la criatura. —¡El que ha dicho mi nombre! Es que juraría que he oído... —NADIE ha dicho NADA. Oye, ¿estás BIEN? —le preguntó la criatura con amabilidad—. Puede que necesites un DESCANSO. Puede que estés empezando a sufrir la PRESIÓN del actor. —¿D-de verdad que no has oído nada? La criatura negó con la cabeza y le dio una palmadita en el hombro. —Tranquilo, no voy a SACAR de la obra a mi MEJORCÍSIMO amigo. De momento, usaremos una SILLA para sustituirte un rato. 22

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—Sí... vale. V-voy a dar un paseo —musitó Carapuntada. Arrastrando los pies, dejó atrás a las demás creaciones y se fue del teatro. Una vez en el pasillo, oyó el retumbar de un trueno. A lo lejos se estaba formando una tormenta. Por una ventana cercana vio unas nubes oscuras que se acercaban y oscurecían la luminosa mañana.

—Carapuntada...

¡La voz! Ahora se oía más fuerte... tanto que hacía que le pitaran los oídos.

—Cara-

puntada…

devuélvemelo.

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