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Antología esencial de la poesía mexicana Cien poetas de los siglos

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Selección, prólogo y notas de J uan D omingo A rgüelles •

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de cubierta :

Estudio Sagahón / Leonel Sagahón Adriana Cataño

y formación de interiores :

Se ha puesto todo el empeño en la localización de los propietarios de derechos de autor. En reimpresiones futuras se rectificará cualquier error u omisión que sea notificado.

ANTOLOGÍA ESENCIAL DE LA POESÍA MEXICANA Cien poetas de los siglos xv al xxi © 2017, Juan Domingo Argüelles (selección, prólogo y notas) Las páginas 829 y 830 son una continuación de esta página de créditos. D. R. © 2017, Editorial Océano de México, S.A. de C.V. Eugenio Sue 55, Col. Polanco Chapultepec C.P. 11560, Miguel Hidalgo, Ciudad de México Tel. (55) 9178 5100 • info@oceano.com.mx Primera edición: 2017 ISBN: 978-607-527-312-9 978-607-527-416-4 (edición especial) Todos los derechos reservados. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita del editor, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. ¿Necesitas reproducir una parte de esta obra? Solicita el permiso en info@cempro.org.mx Impreso en México / Printed in Mexico

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ÍNDICE •

Prólogo, Juan Domingo Argüelles, 23 Nezahualcóyotl (1402-1472) Con flores escribes..., 29 No acabarán mis flores..., 30 Aunque sea de jade..., 30 Somos mortales, 30 Alegraos..., 31 Soy rico..., 32 Contemplo una flor, 32 Canto de la huida, 32 Poneos de pie, 34 Estoy triste..., 34 ¿A dónde iremos?..., 35 Nos ataviamos..., 35 Francisco de Terrazas (1525-1600) A unas piernas, 36 El rechazado, 36 Imitación de Camoens, 37 Royendo..., 37 A una dama que despabiló una vela con los dedos, 38 Fray Miguel de Guevara (1585-1646) No me mueve, mi Dios, para quererte..., 39 Levántame, Señor..., 40 Poner al Hijo en cruz..., 40 Luis de Sandoval Zapata (1620-1671) Día de Corpus en México, 41 A una hermosa difunta, 42

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Una dama se vio en una calavera de cristal, 42 A una cómica difunta, 43 A un pajarillo, 43 A una garza remontada, 44 Daba Lísida de beber a un pájaro, 44 Desengaños a la vida en la brevedad de una rosa, 45 Blanca azucena..., 45 Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) En que describe racionalmente los efectos irracionales del amor, 46 Arguye de inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres que en las mujeres acusan lo que causan, 49 Celebrando el cumplimiento de unos años, 50 En un anillo retrató a la Sra. Condesa de Paredes. Dice por qué, 51 Presente en que el cariño hace regalo la llaneza, 51 Procura desmentir los elogios que a un retrato de la poetisa inscribió la verdad, que llama pasión, 51 Quéjase de la suerte: insinúa su aversión a los vicios, y justifica su divertimiento a las Musas, 52 Escoge antes el morir que exponerse a los ultrajes de la vejez, 52 Verde embeleso..., 53 En que satisface un recelo con la retórica del llanto, 53 Que contiene una fantasía contenta con amor decente, 54

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Prosigue el mismo asunto, y determina que prevalezca la razón contra el gusto, 54 No quiere pasar por olvido lo descuidado, 54 Que consuela a un celoso, epilogando la serie de los amores, 55 Que expresan sentimientos de ausente, 55 Ignacio Rodríguez Galván (1816-1842) ¡Bailad! ¡Bailad!, 58 Adiós, oh patria mía, 60 La gota de hiel, 62 Vicente Riva Palacio (1832-1896) Al viento, 64 El chinaco, 65 Adiós, mamá Carlota, 66 Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893) Al Atoyac, 68 Los naranjos, 71 Manuel M. Flores (1840-1885) Bajo las palmas, 73 En el baño, 74 Besos, 75 I. Primer beso, 75 II. Un beso nada más, 75 III. En el jardín, 76 IV. Tu cabellera, 76 V. El beso del adiós, 77 VI. El último beso, 77 He conocido una mujer..., 78 Manuel Acuña (1849-1873) Ante un cadáver, 79 Hojas secas, 82 Salvador Díaz Mirón (1853-1928) Asonancias, 89 ¿Qué es poesía?, 90 Al chorro del estanque..., 90

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Cleopatra, 91 Excélsior, 92 La giganta, 93 Ejemplo, 94 El fantasma, 94 La canción del paje, 95 Laura Méndez de Cuenca (1853-1928) Nieblas, 96 Manuel José Othón (1858-1906) Noche rústica de Walpurgis, 99 I. Invitación al poeta, 99 II. Intempesta nox, 100 III. El arpa, 100 IV. El bosque, 100 V. El ruiseñor, 101 VI. El río, 101 VII. Las estrellas, 102 VIII. El grillo, 102 IX. Los fuegos fatuos, 103 X. Los muertos, 103 XI. Las aves nocturnas, 104 XII. Intermezzo, 104 XIII. Las brujas, 104 XIV. Los nahuales, 105 XV. El gallo, 105 XVI. La campana, 106 XVII. La montaña, 106 XVIII. Un tiro, 107 XIX. El perro, 107 XX. La sementera, 108 XXI. ¡Lumen!, 108 XXII. Adiós al poeta, 108 Idilio salvaje, 109 Remember, 112 Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895) La Duquesa Job, 113 Para entonces, 116 Para un menú, 116 Mis enlutadas, 117 Madre naturaleza, 119

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Índice

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To be, 120 En alta noche, 121

Sandía, 147 Nocturno alterno, 147

Francisco González León (1862-1945) Íntegro, 122 Diálogo, 123 Agua dormida, 123

Enrique González Martínez (1871-1952) Irás sobre la vida de las cosas..., 148 Cuando sepas hallar una sonrisa..., 149 Me abrazaré a la vida, 150 Tuércele el cuello al cisne..., 151 Mañana los poetas..., 151

Luis G. Urbina (1864-1934) La balada de la vuelta del juglar, 125 Así fue, 126 Metamorfosis, 126 La elegía del retorno, 127 Amado Nervo (1870-1919) Oremus, 130 A Felipe II, 131 A Kempis, 132 La hermana agua, 133 A quien va a leer, 133 El agua que corre bajo la tierra, 133 El agua que corre sobre la tierra, 134 La nieve, 135 El hielo, 135 El granizo, 136 El vapor, 136 La bruma, 137 Las voces del agua, 138 El agua multiforme, 138 En paz, 140 José Juan Tablada (1871-1945) Misa negra, 141 Ónix, 142 Quinta Avenida, 143 La bailadora, 144 Los pijijes, 144 El saúz, 145 Los sapos, 146 El ruiseñor, 146 La araña, 146 La luna, 146 Un mono, 146 Peces voladores, 146

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María Enriqueta (1872-1968) Vana invitación, 152 Abre el libro..., 153 Alfredo R. Placencia (1873-1930) Ciego Dios, 155 El Cristo de Temaca, 156 Bienvenido sea, 158 Con un poco de olvido, 160 Rafael López (1873-1943) Nocturno, 161 Venus suspensa, 162 La Alameda, 163 Efrén Rebolledo (1877-1929) Los besos, 164 Caro victrix, 165 Posesión, 165 El beso de Safo, 165 Ante el ara, 166 Tristán e Isolda, 166 Salomé, 167 El vampiro, 167 La tentación de San Antonio, 168 Leteo, 168 En las tinieblas, 169 Claro de luna, 169 El Duque de Aumale, 170 Insomnio, 170 Ramón López Velarde (1888-1921) Ser una casta pequeñez..., 171 Hermana, hazme llorar..., 172

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A Sara, 173 Y pensar que pudimos..., 173 Tierra mojada..., 174 El retorno maléfico, 175 Hormigas, 177 Todo..., 177 Treinta y tres, 179 El perro de San Roque, 180 El sueño de los guantes negros, 181 La suave Patria, 182 Alfonso Reyes (1889-1959) Sol de Monterrey, 187 Yerbas del tarahumara, 189 Visitación, 191 Carlos Pellicer (1897-1977) Estudio, 192 Recuerdos de Iza, un pueblecito de los Andes, 193 Deseos, 194 Nocturno, 194 Grupos de palomas, 195 Horas de junio, 196 Vuelo de voces, 198 Discurso por las flores, 198 He olvidado mi nombre, 201 Renato Leduc (1897-1986) El aula, 203 Temas, 204 Inútil divagación sobre el retorno, 205 Pequeña canción del optimista, 205 Estrofas en torno de un amor menguante, 206 Aquí se habla de los planetas y del sino felice o adverso de los hombres, 207 Aquí se presume que todo linaje de hembras son, aunque deseadas, malas, 208 Aquí se habla del tiempo perdido que, como dice el dicho, los santos lo lloran, 208 Euclidiana, 209

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El almirante, 209 Yo soy el libro..., 210 José Gorostiza (1901-1973) Muerte sin fin, 211 Xavier Villaurrutia (1903-1950) Poesía, 231 Nocturno de la estatua, 232 Nocturno en que nada se oye, 232 Nocturno amor, 233 Nocturno muerto, 234 Nocturno en que habla la muerte, 234 Nocturno rosa, 236 Nocturno mar, 237 Estancias nocturnas, 239 Décima muerte, 239 Salvador Novo (1904-1974) Retrato de niño, 243 Breve romance de ausencia, 243 Elegía, 244 Romance de Angelillo y Adela, 245 Esta flor, 246 Poema, 247 Biblioteca, 248 Soneto [Escribir porque sí...], 248 Soneto [Este fácil soneto cotidiano...], 249 A Antonio Castro Leal, 249 Redondillas a Ermilo Abreu Gómez, 250 Gilberto Owen (1905-1952) Allá en mis años..., 253 El infierno perdido, 253 Sindbad el varado (Bitácora de febrero) [fragmentos], 254 Día primero. El naufragio, 254 Día dos. El mar viejo, 255 Día seis. El hipócrita, 256 Día ocho. Llagado de su mano, 256 Día diecinueve. Rescoldos de sentir, 257 Día veintidós. Tu nombre, poesía, 257 Día veinticinco. Yo no vi nada, 258 Día veintiocho. Final, 259

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Índice

Concha Urquiza (1910-1945) Sonetos bíblicos, 260 I. Job, 260 II. Sulamita, 261 III. Ruth, 261 IV. David, 262 V. Jezabel, 262 Como la cierva..., 263 La llamada nocturna, 263 Las piedras del camino..., 264 A una mujer aureolada por sus cabellos, 264 A Pátzcuaro, 265 Manuel Ponce (1913-1993) Las vírgenes caídas, 266 Misterios gloriosos, 267 La resurrección, 267 La ascensión, 267 La venida del Espíritu Santo, 267 La asunción de la Virgen, 268 La coronación de María, 268 ¡Ay, muerte más florida!, 268 La resultante de un paisaje, 269 Al paraíso del oeste [fragmentos], 271 Proemio, 271 El mar, 271 Nocturno, 272 El salto de Leucade, 273 Efraín Huerta (1914-1982) Breve elegía a Blanca Estela Pavón, 275 Buenos días a Diana Cazadora, 276 Avenida Juárez, 276 Santa Juana de Asbaje, 279 El Tajín, 281 Responso por un poeta descuartizado, 283 Juárez-Loreto, 285 Barbas para desatar la lujuria, 286 Octavio Paz (1914-1998) Las palabras, 293 Mientras escribo, 294 Elegía interrumpida, 294 Himno entre ruinas, 296

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El cántaro roto, 298 Intermitencias del oeste (3), 301 Nocturno de San Ildefonso, 302 Rotación, 310 Escritura, 310 En defensa de Pirrón, 310 En Mallorca, 311 Hermandad, 311 Epitafio sobre ninguna piedra, 311 Árbol adentro, 311 Como quien oye llover, 312 Margarita Michelena (1917-1998) Cuando yo digo amor, 314 Laurel del ángel, 316 La tristeza terrestre, 317 Enigma de la rosa, 319 Guadalupe Amor (1918-2000) Casa redonda..., 321 En una casa habitaba..., 322 Si vosotros sabéis..., 322 Me ahogo en mi total egocentrismo..., 322 Una oscura sombra alada..., 322 Escribo con el jugo de mis venas..., 323 ¿Por qué tratas de ocultarte?..., 323 Polvo constructor del mundo..., 324 Dos escaleras existen..., 324 Hoy Dios vino a visitarme..., 325 Amor que te multiplicas..., 325 A mí me ha dado en escribir sonetos..., 325 Ver el reloj y no mirar la hora..., 326 En estas líneas que con tinta escribo..., 326 Alí Chumacero (1918-2010) Poema de amorosa raíz, 327 A solas, 328 Pureza en el tiempo, 328 Elegía del marino, 329 Responso del peregrino, 329 Monólogo del viudo, 332 Alabanza secreta, 333

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Al monumento de un poeta, 334 Salón de baile, 335 Losa del desconocido, 337 Rubén Bonifaz Nuño (1923-2013) Canciones para velar su sueño, 338 Centímetro a centímetro..., 341 Amiga a la que amo..., 342 Lentamente has llegado..., 343 Algo se me ha quebrado esta mañana..., 344 Bueyes, puercos años..., 346 Tigre la sed..., 346 Mi viuda..., 348 Dolores Castro (1923) Bajo certero golpe..., 349 Infancia, 349 A la sombra de las palabras, 350 Rutina, 350 Árbol, 351 Pozo, 351 Elegía a Javier Peñalosa, 351 Invocación, 353 Rosario Castellanos (1925-1974) Lamentación de Dido, 354 La velada del sapo, 357 Canción, 358 Encargo, 358 Bella dama sin piedad, 358 Memorial de Tlatelolco, 359 Entrevista de prensa, 360 Poesía no eres tú, 361 Consejo de Celestina, 362 Pasaporte, 362 Jaime Sabines (1925-1999) Lento, amargo animal..., 363 Yo no lo sé de cierto..., 364 Uno es el hombre..., 364 Los amorosos, 365 Tu cuerpo está a mi lado..., 367 No es que muera de amor..., 368

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Algo sobre la muerte del mayor Sabines, 369 Tu nombre, 381 La cama, 381 Me encanta Dios, 382 Enriqueta Ochoa (1928-2008) Retorno de Electra, 383 Bajo el oro pequeño de los trigos, 386 Asaltos a la memoria, 386 Eduardo Lizalde (1929) Retrato hablado de la fiera, 390 Grande es el odio, 397 Lamentación por una perra, 400 Ojo, sectarios, 403 A la manera de cierto Pound, 403 Revolución, tiendo la mano, 404 Mañana, revolucionarios, 404 La mano en libertad, 405 Zona central, 405 Charlie Brown en la loma (tango de otro viudo), 406 Marco Antonio Montes de Oca (1932-2009) Fundación del entusiasmo, 407 Tiempo con dos caras, 408 Noche inmóvil, 408 Travesía, 408 Canción para celebrar lo que no muere, 409 Elegía del retorno, 411 Ala, 412 Soy todo lo que miro, 412 La cura del celoso, 413 A medias resucitado, 413 En memoria de lo que vendrá, 414 Juan Bañuelos (1932-2017) Oda y profecía, 415 Relato, 416 Visión memorable, 418 Contra la soledad, 418 El corazón de todos, 419

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Índice

El resentido, 419 Anacreóntica, 420 Digo, 420 Contra el tiempo, 421 Pavana de los amantes, 421 Casida de la entrega, 422 Gerardo Deniz (1934-2014) Tarde, 423 Bruyères, 424 Posible, 424 Enigma, 426 Cultura, 426 Arca, 427 Bruja, 427 Congéneres, 428 De descuartizamientos, 428 Hugo Gutiérrez Vega (1934-2015) Nota roja, 430 Al lector, 431 “Las ineptitudes de la inepta cultura”, 431 Suite doméstica, 433 Panal en la noche, 435 Para llegar a la ciudad, 435 Para la abuela, que hablaba con pájaros creyéndolos ángeles, 436 Las reglas de la noche, 437 Por favor, su currículum, 438 Gabriel Zaid (1934) Alba de proa, 441 La ofrenda, 441 Canción de seguimiento, 442 Tumulto, 442 Pastoral, 442 Penumbra, 443 Pour Marx, 443 Laboratorio, 443 Teofanías, 443 Reloj de sol, 444 Práctica mortal, 444 Alabando su manera de hacerlo, 445 Elogio de lo mismo, 445 Despedida, 445

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José Carlos Becerra (1936-1970) El otoño recorre las islas, 447 Oscura palabra, 448 Betania, 453 La noche del bárbaro, 455 Óscar Oliva (1937) El artista (1), 456 El sufrimiento armado (1), 457 Para romper acosos, 458 Génesis, 459 Iniciación del júbilo, 460 Hesitación, 460 Diálogo del movimiento, 461 Movimiento nocturno, 461 A ras de piel, 462 Ruinas, 462 Decreto, 464 Así amanece, 464 Francisco Cervantes (1938-2005) Generación de mis asuntos, 465 Saudade, 465 Advertencia, 466 Más que presente soy pasado, 466 Adsun revisited, 467 Derradeira pena, 467 Memoria del ausente, 468 Cantado para nadie, 468 Materia de distintos lais, 469 Historia de la literatura, 469 Ustedes están en estas páginas, 470 Espejo con dos caras, 470 José Emilio Pacheco (1939-2014) Égloga octava, 471 La materia deshecha, 473 Presencia, 473 Alta traición, 474 Conversación romana (1967), 474 Preguntas sobre los cerdos e imprecaciones de los mismos, 475 Contraelegía, 476 Vidas de los poetas, 476 Escrito con tinta roja, 476

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Horas altas, 476 El equilibrista, 477 Ecuación de primer grado con una incógnita, 478 Ley de extranjería, 478 La arena errante, 479 Los días que no se nombran, 479 Homero Aridjis (1940) Tercer poema de ausencia, 481 Cuando la sombra duerme..., 482 Epitafio para un poeta, 482 Mirándola dormir [fragmento], 485 Aquí entre barcas..., 487 Pájaros, 487 El arca, 488 La palabra, 488 Amantes, 489 Putas en el templo, 489 Asombro del tiempo, 490 Alejandro Aura (1944-2008) Mi hermano mayor, 493 Un muchacho que puede amar, 494 Ninón Sevilla, 497 Ruidos en el cielo, 498 Como todas las vidas que sabemos, 498 Soneto en el límite, 499 Despedida, 500 Elsa Cross (1946) Amanecer, 501 Asalto, 502 Poema bajo un sauce, 503 Cigarras, 503 Voz, 504 Cantáridas [fragmentos], 504 Las piedras [fragmento], 505 Ditirambos [fragmento], 506 Los furores heroicos [fragmento], 507 Visible y no [fragmentos], 507 Francisco Hernández (1946) El cazador, 509 Doce versos a la sombra de mi padre, 509

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Hecho de memoria, 510 Hasta que el verso quede, 510 Bajo cero, 510 Como a un estanque, 511 Sol de invierno, 511 Pino seco, 511 Bajo la lluvia, 511 Peces de plata, 511 No hay un pájaro, 511 Guerra florida, 512 La Antigua, Veracruz, 512 Calle habanera, 512 San Andrés Tuxtla, 513 Fruto sanguíneo, 513 Los estertores del verano, 513 Mar de fondo [fragmentos], 514 Antonio Deltoro (1947) Papalotes, 518 Balón, 518 Cartas, 519 La casa vendida, 519 Los cielos territoriales, 520 Umbral, 520 Lector, 521 Amanecer, 521 Sueños de pies pastores, 522 Pájaros, 523 Un árbol, 524 Ricardo Yáñez (1948) Nada digo..., 525 Ventana, 525 Poema del lunes, 526 Elvira..., 526 Epitafio, 526 Tú aún no usabas chanel..., 527 Su corazón es una música..., 527 He vuelto al mar..., 527 Un buen silencio..., 528 No lo que digo..., 528 Esto de la poesía..., 528 ¿Un soneto?..., 528 Dichoso el que puede oír..., 529 A veces es el mar..., 529

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Índice

Si las palabras dicen una cosa..., 529 Miro..., 530 Soy sólo el tiempo..., 530 Marco Antonio Campos (1949) Declaración de inicio, 531 Inscripción en un ataúd, 532 Arles 1996-Mixcoac 1966, 532 Cefalonia, 533 Verano en Arles, 534 Viernes en Jerusalén, 535 Los Yoses, 539 David Huerta (1949) Hay un fresco nivel..., 540 Extraño la minuciosa plenitud..., 541 Sátira de qué, 543 Preceptos materiales, 543 Plegaria, 544 Travesía de la mano, 544 Escribir, 545 Literatura, 545 Escritor en vilo, 546 Pesadilla, 546 Libro del mundo, 547 Construcción del mundo, 547 El poema, 548 José Luis Rivas (1950) Tierra nativa [fragmento], 549 Entre dos piedras..., 554 Nocturno, 555 Para soñar la vida abre los ojos, 555 Río [fragmento], 556 Efraín Bartolomé (1950) Casa de los monos, 560 Una carta, 561 Jaguar, 563 Cartas desde Bonampak, 563 Bienandanza de la lluvia, 564 Cuadernos contra el ángel [fragmentos], 565 Invocación, 567 Los dones, 568

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Alberto Blanco (1951) La mesa puesta, 570 Un escéptico Noé, 571 Mi tribu, 572 El salmo de la piedra, 573 Teoría de fractales, 575 Nostalgia, 576 Mi laberinto, 576 Mala memoria, 578 Coral Bracho (1951) De sus ojos ornados de arenas vítreas, 581 En la humedad cifrada, 582 Sus brillos graves y apacibles, 583 Tus lindes: grietas que me develan, 583 Tierra viva, 585 Hebras de sal, 585 La delicada flor del agua, 586 Desde esta luz, 586 Sobre él discurren con suavidad, 587 Que ahorita vuelve, 588 Ese espacio, ese jardín, 588 Todo lo desdice en silencio, 589 Hay lugares, 589 Su aflorada señal, 589 Reloj de arena, 590 Plaza con palomas, 590 Lluvia de oro sobre el estero, 590 Pura López Colomé (1952) Dramatis personae, 591 Epímone, 592 Esclerótica, 592 Sacrificio, 593 Remanso, 594 Entre volcanes, 594 Y el anturio, impávido, 595 Atormentada, 596 Eduardo Langagne (1952) Dispersiones, 597 El que bebió esa noche, 598 Testimonio, 599 Atención, 599 Navegantes, 599

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Me pondré la manzana, 600 Igual que las semillas, 601 Misterios, 601 Canto para el hombre que bebía música, 601 El oficio, 602 Héctor Carreto (1953) El poeta regañado por la musa, 603 Palabra de corrector, 604 Los dos mecenas, 604 Mal de amor, 605 La cierva, 605 Tentaciones de San Héctor, 606 La comezón del séptimo año..., 606 Chocolate amargo, 607 Viernes Santo en Madrid, 608 Rafael Torres Sánchez (1953) Yo tuve un águila..., 609 Mejor los ojos..., 610 La Judea, 610 Licántropos, 612 La playa de los ermitaños, 613 Ricardo Castillo (1954) Amo a la persona del plural..., 614 El poeta del jardín, 615 Bajas del camión..., 615 Las nalgas, 617 Oda a las ganas, 617 Los perros mis hermanos..., 618 Recorrió mentalmente el cadáver..., 618 El alacrán se movía en el charco..., 619 Víctor Manuel Mendiola (1954) Mar, 620 La piedra, 621 El huevo duro, 621 Poética, 622 Me quiero ir al mar de Francisco Icaza, 622 Eclipse, 623

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La enredadera, 623 Dos poemas en el mar, 624 Fabio Morábito (1955) Cuarteto de Pompeya, 626 Oigo los coches, 628 Mudanza, 629 Para que se fuera la mosca..., 629 Siempre me piden poemas inéditos..., 631 Orejas, 631 Myriam Moscona (1955) Carta de naturalización, 632 Instructivo para descifrar un mal, 632 Matusalenismo, 634 Tánger, 634 Tetuán, 635 Son para el vacío, 636 Las preguntas de Natalia, 636 Verónica Volkow (1955) Petición, 638 Despedida, 639 La catedral de sal, 639 Iniciación, 640 Invierno, 640 Trópico, 641 El regreso, 641 Arcano 13. La muerte, 642 Silvia Tomasa Rivera (1956) Yo nací en marzo..., 643 El hombre y el tiempo, 644 La ciudad, 644 La canción de la tierra..., 645 Ciega..., 646 Bocasierra..., 646 Las cabras pacen..., 646 Mi antiguo padre..., 647 Javier Sicilia (1956) Permanencia en los puertos [fragmentos], 650 Oro [fragmento], 652 Francisco de Asís, 653

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Índice

Pascua [fragmento], 653 Juan 21, 7 o los clavadistas, 654 Ya no hay más que decir…, 656 Luis Miguel Aguilar (1956) La cama angosta, 657 Las gemelas, prostitutas, 658 Cesare Pavese, 658 El pelotero, 658 El futbol de antaño, 659 La venganza, 660 Tres veces quise abrazar..., 662 Jorge Esquinca (1957) Oración a la Virgen de los Rieles, 664 Casa de salud, 665 El perro, 665 La tromba, 665 Un gorrión, 666 Prosa de Inés camino al cielo, 666 El lazo y la trampa, 667 La última moneda, 668 José Javier Villarreal (1959) Otoño, 670 Canción de primavera, 670 Elegía frente al mar, 671 Canción de noviembre, 672 Tijuana, 672 In memoriam, 673 Campo Alaska, 673 Tedi López Mills (1959) Secuela (Segunda), 675 Nieve, 677 Contracorriente [fragmento], 679 Muerte en la Rúa Augusta [fragmentos], 680 Aurelio Asiain (1960) De qué modo se escriben los poemas, 683 De qué modo me escuchas, 684 Como estas palabras, 685 Yo no te busco..., 685 Sílaba secreta, 686

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Hotel, 686 Borde, 686 Voz del pozo, 686 Algarabía, 687 Lengua, 687 Envío, 687 Félix Suárez (1961) La mañana es azul..., 688 Sísifo, 689 Zanjados ya..., 689 Miro cómo el azolve..., 690 Tizne y carbones..., 690 Poscoital I, 690 Claroscuro, 691 Argonautas, 691 Encausto, 692 Abrasados, 692 Sergio Cordero (1961) La bicicleta, 693 Cuarto de asistencia, 694 Currículum vitae, 695 Respuesta del poeta marginal, 695 Repudia la razón, 696 El otro poeta, 696 Nosotros (Carta a mi hija), 697 Fobos, 697 Malva Flores (1961) Todo es perfecto..., 698 El sol en su cenit..., 698 Casa nómada [fragmentos], 699 Los largos pasajes..., 701 Siempre es tarde..., 702 María Baranda (1962) Atlántica y el Rústico [fragmentos], 703 Dylan y las ballenas [fragmento], 706 Ávido mundo [fragmentos], 708 Claudia Hernández de Valle-Arizpe (1963) Hemicránea [fragmentos], 711 Deshielo, 712

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Ayer recorrí Tebas..., 714 Lo mejor del río fue la libélula..., 714 Mato por rabia..., 715 Vestido de escarabajos de Jan Fabre, 716 Juan Carlos Bautista (1964) No soy Sarah..., 717 Caín y Abel, 717 Tras cortinas de nervios..., 718 En el miadero..., 720 Hugo, 720 Si fuera sólo..., 721 Puto decía en las frentes..., 722 Fernando Fernández (1964) Boda en Jaén, 723 Milagro en el supermercado, 724 Palinodia del rojo, 726 Mientras me como una chirimoya, 727 Mariana Bernárdez (1964) Los caminos al mar..., 729 Duerme..., 729 A veces..., 730 Bórrame..., 731 Tanto beso..., 732 Este antes del antes..., 732 Samuel Noyola (1965) Yo abandoné las aulas..., 734 Vértigo cantado, 735 Rolling Stones y San Juan de la Cruz, 735 Paradise Lost, 735 Los todólogos, 736 La vanguardia es fresa o en el Día del Trabajo, 737 La espera, 737 Tábata, 738 Asisea, 738 Jorge Fernández Granados (1965) Non serviam, 739 Los ojos, 740 Las cosas, 740

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Tao, 741 MP3, 742 Los dispersos, 742 Los venturosos, 744 Los fantasmas, 744 La higuera, 745 Ernesto Lumbreras (1966) El guardador de rebaños, 747 Un muchacho en la hierba, 747 Una mañana en el jardín, 748 Un fósforo en el agua, 748 La mañana entre el barro, 748 El cielo [Cuarta parte. Fragmentos], 749 Un adolescente conversa con sus demonios tutelares, 750 El jefe de la estación de trenes, en su vejez, pasa revista a sus novias difuntas, 751 Mario Bojórquez (1968) Casida de la angustia, 752 Casida del odio, 753 El deseo postergado [fragmentos], 756 León Placencia Ñol (1968) Enjambres [fragmentos], 758 Imitación de José Watanabe, quien a su vez imita a Basho, 760 Encontrado en una libreta de MP, 760 Paisaje y gestos, 761 Pentimento, 762 Julio Trujillo (1969) Celebración de las cosas, 764 Este limón, 765 Tango del miope, 766 Visita del tutú, 767 On the Road, 768 Dragoncitos de Komodo, 769 Ella y él, 769 María Rivera (1971) ...Si la lluvia pudiese..., 770 Estábamos en eso de salvarnos, 770

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Índice

Dermografía, 772 Respuesta, 773 Kenia Cano (1972) Las aves de este día [fragmentos], 775 Tantas veces muerta, 778 Diego José (1973) La herencia del jardín, 780 Milonga del ángel, 781 Atardecer en la enramada de limas, 782 Al pairo, 782 Francisco Alcaraz (1979) Crónica parcial de los noventa, 785 He vuelto tras mis pasos y los tuyos..., 786 De la infancia ni hablar..., 787 ¿Y a dónde regresar si no te has ido?..., 788

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Se llega al punto en que el polvo..., 788 He vuelto a recoger las flores secas..., 789 Hernán Bravo Varela (1979) Plegaria de Zenón, 790 Esclarecimiento, 790 Veinticuatro, 791 Desposorio, 792 Y nuestra gran madrastra, mírala hoy deshecha, 793 Índice de autores, 797 Índice de títulos de poemas, 801 Índice de primeros versos, 813

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PRÓLOGO •

Necesidad de poesía

E

ntre todos los géneros literarios el de la poesía es el más íntimo. No es que no pueda serlo la prosa narrativa, pero en ésta resulta más fácil distinguir el yo literario del yo personal. En cambio, en la poesía, incluso si no es autobiográfica, el yo poético y el yo personal tienden a fundirse. Pensemos en Octavio Paz y en Jaime Sabines. Podemos abstraernos en lo poético, pero no hay duda de que en sus poemas están presentes siempre las experiencias personales de Paz y de Sabines. “Art happens” dijo, por primera vez, un pintor en el siglo xix. Desde entonces sabemos que, al igual que el arte, “la poesía sucede”. Más allá de la disciplina, el talento y el genio del autor, la poesía es un milagro, una epifanía. Es también una imperiosa necesidad emocional e intelectual, y no un simple pasatiempo. El ser humano necesita poesía del mismo modo que necesita otros bienes terrenales. La poesía es también música. Ritmo. Ineludiblemente. Lo dice Carlos Pellicer (en su “Discurso por las flores”): “Las palabras con ritmo —camino del poema—”. Porque no hay nada, ningún arte, ninguna manifestación estética, más integral que la música. La poesía intenta ser música o al menos integrarse a la música desde los tiempos en que era acompañada por la lira. Pero la máxima virtud de la música es que no necesita de palabras para ser poesía. La poesía es, además, inspiración, aunque ésta sea indefinible, inefable en el me-

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jor sentido. Octavio Paz, en El arco y la lira, quizá el libro moderno más importante que se haya escrito en la lengua española sobre poesía, escribe: “La voz del poeta es y no es suya. ¿Cómo se llama, quién es ese que interrumpe mi discurso y me hace decir cosas que yo no pretendía decir? Algunos lo llaman demonio, musa, espíritu, genio; otros lo nombran trabajo, azar, inconsciente, razón. Unos afirman que la poesía viene del exterior; otros, que el poeta se basta a sí mismo. Mas unos y otros se ven obligados a admitir excepciones. Y estas excepciones son de tal modo frecuentes que sólo por pereza puede llamárselas así”. Nadie sabe qué es la inspiración, pero existe. El endecasílabo perfecto de San Juan de la Cruz “un no sé qué que quedan balbuciendo” es un milagro del espíritu, una epifanía. Millones de individuos que saben mucho sobre poesía y didáctica de la creación poética, académicos y lingüistas muy capaces, nunca podrán igualar algo así, aun si dedicasen cada minuto de su existencia a conseguirlo. No solamente no es probable, sino que, definitivamente, no es posible. Por arte de inspiración, de pronto, unas palabras se transforman en algo inolvidable ya para siempre: “Abril es el mes más cruel”, escribió T. S. Eliot. Y hasta los peores poetas tienen sus buenos versos. Dijo Borges: “No hay poeta, por mediocre que sea, que no haya escrito el mejor verso de la literatura, pero también los más desdichados. La belleza no es privilegio de

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unos cuantos nombres ilustres”. Incluso al cerebral Paul Valéry se atribuye la siguiente certeza: “Los dioses facilitan el primer verso; los demás, los hace el poeta”. Recordemos de qué modo Octavio Paz define, indefinidamente, la poesía, con todos los sustantivos posibles e imposibles: Oración, letanía, epifanía, presencia. Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación, compensación, condensación del inconsciente. [...] Experiencia, sentimiento, emoción, intuición, pensamiento no-dirigido. Hija del azar; fruto del cálculo. Arte de hablar en una forma superior; lenguaje primitivo. Obediencia a las reglas; creación de otras. Imitación de los antiguos, copia de lo real, copia de una copia de la Idea. Locura, éxtasis, logos. [...] Visión, música, símbolo.

Todo esto, y más, es la poesía. Una necesidad del ser humano. La necesidad de un bien intangible sin el cual somos incompletos.

En busca de lectores de poesía La Antología general de la poesía mexicana (Océano, 2012-2014) se propuso llenar un vacío evidente en este género. Las antologías canónicas (las de Alí Chumacero, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Octavio Paz, Gabriel Zaid, entre las más importantes) se detuvieron en una determinada época, y las más recientes compilan por segmentos, por épocas o por corrientes literarias, la poesía mexicana actual. Por ello, al planear y emprender dicha obra, el editor y el antólogo coincidimos en la necesidad de ofrecer a los lectores una muestra de gran calidad literaria lo más abarcadora posible de la lírica mexicana, concretándose en dos volúmenes

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con un total de más de 1,800 páginas que acogen y divulgan, entre el más amplio público, y no sólo entre los poetas y los lectores asiduos de poesía, las obras de 278 autores, desde la época prehispánica hasta las generaciones más recientes. En poco más de dos millares de poemas que abarcan los dos tomos están representados los autores clásicos en la historia de la poesía mexicana, en convivencia con los más notables poetas modernos y contemporáneos, incluidos los autores jóvenes que ya destacan por sus altas contribuciones en el género. Esta antología se pensó para acercar la poesía mexicana a lectores que no necesariamente conocían la amplitud, riqueza y calidad de nuestra lírica de seis siglos: desde Nezahualcóyotl (siglo xv) hasta algunos poetas nacidos entre 1981 y 1987, cuya producción poética pertenece íntegramente al siglo xxi, pasando por Sor Juana Inés de la Cruz, Manuel M. Flores, Salvador Díaz Mirón, Manuel José Othón, Manuel Gutiérrez Nájera, Amado Nervo, José Juan Tablada, Ramón López Velarde, Carlos Pellicer, Renato Leduc, José Gorostiza, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Efraín Huerta, Octavio Paz, Margarita Michelena, Guadalupe Amor, Alí Chumacero, Rubén Bonifaz Nuño, Rosario Castellanos, Jaime Sabines, Enriqueta Ochoa, Eduardo Lizalde, Hugo Gutiérrez Vega, José Carlos Becerra, José Emilio Pacheco, Homero Aridjis, Elsa Cross, Francisco Hernández, Marco Antonio Campos, David Huerta, José Luis Rivas, Efraín Bartolomé, Alberto Blanco, Coral Bracho, Ricardo Castillo, Silvia Tomasa Rivera, Javier Sicilia, Luis Miguel Aguilar, Jorge Esquinca, Tedi López Mills, Juan Carlos Bautista y Jorge Fernández Granados, entre otros, hasta sumar 278 poetas como ya hemos dicho. La Antología general de la poesía mexicana es obra de lectura pero también de

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referencia. Desde el primer momento, Rogelio Villarreal Cueva, director general de Editorial Océano de México, entendió la importancia de dotar a la bibliografía nacional de una obra que, además, despertase el interés de un sector de la población potencialmente lector pero poco atendido: aquel que se inicia a través de compendios y antologías, de libros que llevan a otros libros; de textos que promueven la lectura de los libros de los autores incluidos e incluso de los no incluidos al darle al género poético la importancia que se merece en el circuito comercial del que, con frecuencia, suele estar ausente. Como proyecto, la Antología general de la poesía mexicana se planteó también, desde un principio, con dos desprendimientos necesarios de la gran suma de los dos magnos volúmenes y de los más de dos millares de poemas. Estas derivaciones son la Antología esencial de la poesía mexicana, que el lector tiene ahora en sus manos, y la Antología mínima de la poesía mexicana, que se publicará más adelante. La Antología esencial de la poesía mexicana es el volumen intermedio entre la versión general y la mínima. La propuesta es recoger justamente, en un solo volumen, más manejable que la versión general, una muestra con la obra de los autores clásicos indispensables y, por tanto, esenciales de nuestra lírica (Nezahualcóyotl, Sor Juana, Díaz Mirón, Othón), pasando por los poetas fundadores de nuestra modernidad (Gutiérrez Nájera, Nervo, Tablada, González Martínez, Rebolledo, López Velarte, Tablada), los más altos exponentes de la poesía mexicana contemporánea (Pellicer, Leduc, Gorostiza, Novo, Villaurrutia, Huerta, Paz, Castellanos, Sabines, Pacheco, Lizalde, Deniz), hasta llegar a los autores más recientes cuya obra ya posee una

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recepción entusiasta por parte de los lectores y una valoración significativa de la crítica especializada. Esta centena de la Antología general reco­ ge poco más de 800 poemas de una tercera parte de los autores incluidos en la versión general, y, como ya dijimos, y es necesario insistir, junto con la obra cerrada de los grandes poetas ya fallecidos que ha dado nuestro país (los clásicos y modernos de la lírica mexicana), está la obra abierta, la poesía en movimiento, la producción lírica más viva y actual, en una suerte de diálogo de las generaciones no sólo entre los autores sino también, y especialmente, entre los lectores. Este volumen intermedio se impone co­ mo una necesidad y está pensada, al igual que la versión general, para el público lector más amplio, no haciendo concesiones de ningún tipo, sino atendiendo exclusivamente a la calidad de las obras y buscando que los lectores queden satisfechos con una obra donde podrán hallar, compendiada, la más alta calidad de la poesía mexicana. Si el objetivo es el lector, lo que se propone la Antología esencial de la poesía mexicana es, justamente, invitar a leer la mejor poesía mexicana en las voces de sus representantes más significativos. Es una obra para la lectura, pero también para la relectura, de los poetas mexicanos indiscutibles del antiguo y el nuevo canon, representados también con sus poemas más plenos. Versión “portátil” de la Antología general de la poesía mexicana, la Antología esencial de la poesía mexicana va en busca de nuevos lectores pero tampoco excluye a los lectores de la versión general, sino que, por el contrario, los convoca nuevamente a hacer una relectura más ceñida de algo de lo mejor que han dado nuestras letras en el género poético.

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¿Quiénes necesitan antologías de poesía? La Antología general de la poesía mexicana comenzó como un proyecto de investigación y selección en 2008, y no evadió la pregunta indispensable: ¿Quiénes necesitan antologías de poesía? La pregunta puede parecer simplista, pero lo cierto es que la respuesta dista mucho de ser única. La lógica nos dice que todo libro que se publica va dirigido a todos los lectores posibles y probables. Pero en el caso de las antologías no son pocas las que buscan complacer más a los autores que a los lectores. Como ya he señalado, desde el primer acuerdo con Océano, el planteamiento fue una antología de la poesía mexicana realmente incluyente: un panorama general en cuyas páginas los lectores comunes y los interesados en la poesía pudieran saber y apreciar el pasado y el presente de la lírica mexicana: desde las obras y los nombres más preclaros hasta las obras y los nombres de los más jóvenes. El propósito principal al llevar a cabo esta empresa que absorbió gratamente mi tiempo y mis afanes fue que la poesía mexicana regresara a los lectores comunes, ya que incluso en las aulas, es decir en la escuela, se le ha expulsado groseramente y no por mal comportamiento, sino porque hoy muchas personas (incluidos los profesores) no leen poesía, y menos aún poesía mexicana, y mucho menos nueva poesía me­ xicana. La dictadura de mercado que ha privilegiado la narrativa tiene mucha culpa en esto. Es poca la poesía mexicana que se publica en el circuito comercial del libro, lo cual quiere decir que es muy escasa aquella que puede llegar a los lectores con una aceptable distribución. Volvemos a la pregunta: ¿Quiénes necesitan antologías de poesía? Quizá no los poetas o no tanto los poetas, que tienen los libros de poesía al alcance en sus

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bibliotecas personales, incluso dedicados por sus autores, es decir por sus colegas a los cuales leen y releen o bien al menos conocen (sea que les gusten, les disgusten o les apasionen), pero, sin duda, sí los lectores comunes, el lector en general que no tiene fácil acceso a los libros de poesía que no se consiguen en el circuito comercial de librerías. Desde hace décadas, los lectores comunes no tienen un buen acceso a la poesía mexicana. Por ello el propósito de la Antología general... fue reencontrar a los lectores perdidos. Recuerdo que en la casa paterna había antologías de poesía española e hispanoamericana. Ahí leí mis primeros poemas. Tener en el hogar antologías literarias era una buena costumbre que se ha perdido. Hoy las antologías de poesía prácticamente no existen en los hogares mexicanos. Y ha sido muy satisfactorio que los dos amplios volúmenes de la Antología general... hayan cumplido su objetivo. Por medio de estos tomos unos cientos o miles de lectores leyeron, quizá, por primera vez, poesía mexicana contemporánea. Es el mismo propósito que alienta hoy la publicación de la Antología esencial... Lo importante es darle visibilidad a nuestra poesía. Si publicamos es porque queremos público, y el público que hasta ahora hemos tenido es, especialmente, el de los propios colegas. Pero el lector en general, el lector común, no debe quedar marginado del gozo de este género que ha producido obras tan extraordinarias en la literatura mexicana. Leernos entre nosotros, los que escribimos poesía, ha hecho que la poesía perviva independientemente de que los tiempos no sean buenos para las ediciones de poesía. Pero esto no es suficiente. Debemos conseguir que la poesía regrese a la gente común y retorne a las aulas, donde fue expulsada por la burocracia

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educativa. Un dato duro basta para probarlo: en 2016, de los 270 títulos del programa de adquisición para las Bibliotecas Escolares y de Aula, únicamente se seleccionaron dieciocho de poesía, la mayoría de ellos didácticos y no para todos los grados escolares de primaria y secundaria. Es como si se ignorara, y de hecho se ignora, que la poesía es el género por excelencia de la concentración del idioma y del arte de la mnemotecnia. Ante este panorama, que existan dos amplios tomos de poesía mexicana para el lector común, y ahora un volumen intermedio, permitirá que alguien quede atrapado, para siempre, entre sus páginas. ¿Quiénes necesitan antologías de poesía? Tal vez no los poetas, pero sin du­ da, sí, los lectores comunes. La Antología esencial de la poesía mexicana es esencial porque aspira a la concentración de la sustancia, sin que esto quiera decir que únicamente los poetas aquí incluidos sean “esenciales”. Es esencial porque entrega a los lectores un “extracto”: etimológicamente, un resumen o, para decirlo coloquialmente, una antología de la antología. No hay, por cierto, contradicción alguna entre los términos “antología” y “general”: existen antologías generales de las poesías inglesa, española, catalana, peruana, nicaragüense, puertorriqueña, etcétera, y antologías generales de otras diversas literaturas nacionales. Necesitábamos la mexicana. Con esta misma lógica, no hay redundancia o pleonasmo entre los términos “antología” y “esencial”, pues ésta es, como ya dijimos, una versión abreviada de la general.

Últimas palabras para decir que una antología no es la última palabra Un antólogo es un lector crítico que lee, relee y luego comparte con los demás una

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propuesta de lectura. Pero ninguna antología, al igual que ningún crítico, tiene la última palabra, pues una antología, como bien lo ha dicho Gabriel Zaid, es la invitación a leer de cierta manera, a ciertos autores, en una cierta época, pero no equivale al juicio final de nada. Aunque seguramente esto también ocurre en todos los países, en México especialmente casi todos los espectadores de futbol tienen vocación de directores técnicos, del mismo modo que casi todos los lectores tienen vocación de antólogos. No son pocos los lectores que aseguran que ellos habrían hecho una antología mejor que la que están leyendo, del mismo mo­ do que no son pocos los espectadores de futbol que están seguros de que ellos hubiesen parado mejor en el campo a la selección mexicana, con una más efectiva estrategia que la que propuso y aplicó el entrenador en turno, con quien por supuesto no están de acuerdo. Ante esto no se puede decir nada, salvo desear que un día podamos leer esas antologías imaginarias así como ver el triunfo del equipo nacional bajo la dirección de los espectadores convertidos en entrenadores. Lo que sí puedo decir es que antologar para mí es apasionante, sobre todo por lo que significa el ejercicio de la relectura. Es también extenuante, pero esto pasa a segundo término cuando se ha conseguido un corpus que se puede leer y releer, es decir un libro que se puede abrir en cualquier página y encontrar algo que sea digno de detener la mirada ahí. He conjugado el verbo antologar en una decena de ocasiones (ensayo, crónica, crítica literaria y, por supuesto, poesía), y ello me lleva a reflexionar brevemente sobre ciertos temas. Por ejemplo, aunque parezca un sitio cómodo, el lugar donde está parado el antólogo está lleno de inconvenientes más allá del placer de

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leer, releer y luego compartir con otros la relectura. Por principio de cuentas, el antólogo primero tiene que sumar para luego restar: “podar”, “elegir”, “optar”, “cerner”, “separar”, “cortar” y “discriminar”, verbos todos ellos que designan asuntos a todas luces incomodísimos. Dado que “discrimina”, por una curiosa homofonía de la palabra, el antólogo suele aparecer, ante los ojos de quienes no están en la antología, como un criminal. Pero lo cierto es que, etimológicamente, esto es. Quien discrimina es el discriminador. Pero, además, de acuerdo con la etimología, el sustantivo “crimen” (del indoeuropeo kreimen) denota, como lo informa Guido Gómez de Silva, la “acción o efecto de cribar o separar”, pues es variante de skeri: “tamizar”. De ahí derivan también “criterio” y “crítica”: de krínein, “separar”. Y, como es obvio, no hay antología posible sin cortar, sin cerner, sin cribar, sin separar, sin elegir. Y por muy grande que sea, o por muy abarcadora que pretenda ser, toda antología es una muestra. La Antología esencial de la poesía mexicana es, además, una muestra más reducida en relación con la muestra general. Un resumen, un extracto de la Antología general de la poesía mexicana. Sea como fuere, y contra todo riesgo, es lo que es: una colección de poemas seleccionados de un centenar de autores, para invitar a leer, releer, y seguir leyendo y escuchando, las múlti-

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ples voces que en seis siglos ha producido la lírica en México.

Agradecimientos Expreso mi más amplio agradecimiento a Rogelio Villarreal Cueva, director general de la Editorial Océano de México, por la confianza y el entusiasmo con que acogió, impulsó e hizo suyo este proyecto desde el momento en que se lo presenté, así como por la decisión de seguirlo alentando en sus distintas etapas. Igualmente a Guadalupe Ordaz, coordinadora editorial de Océano, por el apoyo, la atención y toda la vasta experiencia que ha entregado a esta obra desde hace ya cinco años. Asimismo, a Guadalupe Reyes, también de Océano, quien, con diligencia, llevó a cabo el seguimiento de algunos autores y, al final, pero no al último, a Adriana Cataño, por el cuidadoso trabajo de diseño, formación y corrección y la meticulosa elaboración de los índices, y a Pablo Martínez Lozada y Miliett Alcántar por su invaluable apoyo en la delicada revisión y corrección final de estos índices sin los cuales una obra de esta naturaleza siempre estaría incompleta. Esta Antología está dedicada a Rosy, Claudina y Juan, deseando que la poesía los acompañe siempre. J uan D omingo A rgüelles Ciudad de México, 10 de octubre de 2017

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NEZAHUALCÓYOTL

con flores escribes ...*

Con flores escribes las cosas, ¡oh Dador de la Vida!

Con cantos das color, con cantos sombreas a los que han de vivir en la tierra. Después destruirás a águilas y tigres: solamente en tu pintura vivimos, aquí, sobre la tierra. Con tinta negra borrarás lo que fue la hermandad, la comunidad, la nobleza. Tú sombreas a los que han de vivir en la tierra. Después destruirás a águilas y tigres: solamente en tu pintura vivimos, aquí, sobre la tierra.

• (1402-1472.) Tlamatinime o sabio del mundo náhuatl. El de más grande fama entre los poetas y filósofos del México antiguo. Poeta, arquitecto y sabio en las cosas divinas. Gobernante supremo de Tezcoco y consejero de Tenochtitlan. A decir de León-Portilla, Nezahualcóyotl tuvo plena conciencia de un legado intelectual milenario que le permitió desarrollar formas extraordinarias de pensamiento y poesía. A lo largo de toda la historia de la poesía mexicana prehispánica, nadie lo iguala en calidad. Su obra (un puñado de poemas) es a la vez emotiva y filosófica y posee la perfección del estilo que otros autores seguirían sin alcanzar su maestría. Por excelencia recibe el sobrenombre del “Rey Poeta”. [*Versiones directas, del náhuatl al español, de Miguel León-Portilla. ** Versión directa, del náhuatl al español, de Ángel María Garibay K.]

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Nezahualcóyotl no acabarán mis flores ...*

No acabarán mis flores, no cesarán mis cantos. Yo cantor los elevo, se reparten, se esparcen. Aun cuando las flores se marchitan y amarillecen, serán llevadas allá, al interior de la casa del ave de plumas de oro. aunque sea de jade ...*

Yo Nezahualcóyotl lo pregunto: ¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra? No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí. Aunque sea de jade se parte, aunque sea de oro se rompe, aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.

somos mortales

Percibo lo secreto, lo oculto: ¡Oh vosotros señores! Así somos, somos mortales, de cuatro en cuatro nosotros los hombres, todos habremos de irnos, todos habremos de morir en la tierra. Como una pintura nos iremos borrando. Como una flor nos iremos secando aquí sobre la tierra. Como vestidura de plumaje de ave zacuán, de la preciosa ave de cuello de hule, nos iremos acabando.

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Nezahualcóyotl

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Meditadlo, señores, águilas y tigres, aunque fuerais de jade, aunque fuerais de oro también allá iréis, al lugar de los descarnados. Tendremos que desaparecer, nadie habrá de quedar. ¿A dónde iremos donde la muerte no exista? Mas ¿por eso viviré llorando? Percibo lo secreto, lo oculto: ¡Oh vosotros señores! Así somos, somos mortales, de cuatro en cuatro nosotros los hombres, todos habremos de irnos, todos habremos de morir en la tierra. alegraos ...*

Alegraos con las flores que embriagan, las que están en nuestras manos. Que sean puestos ya los collares de flores. Nuestras flores del tiempo de lluvia, fragantes flores, abren ya sus corolas. Por allí anda el ave, parlotea y canta, viene a conocer la casa del dios. Sólo con nuestras flores nos alegramos. Sólo con nuestros cantos perece vuestra tristeza. Oh señores, con esto vuestro disgusto se disipa. Las inventa el Dador de la Vida, las ha hecho descender el inventor de sí mismo, flores placenteras, con esto vuestro disgusto se disipa.

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Nezahualcóyotl soy rico ...*

Soy rico, yo, el señor Nezahualcóyotl. Reúno el collar, los anchos plumajes de quetzal, por experiencia conozco los jades, ¡son los príncipes amigos! Me fijo en sus rostros, por todas partes águilas y tigres, por experiencia conozco los jades, las ajorcas preciosas. contemplo una flor *

Por fin lo comprende mi corazón: Escucho un canto, contemplo una flor. ¡Ojalá no se marchiten! canto de la huida *

De Nezahualcóyotl cuando andaba huyendo del señor de Azcapotzalco

En vano he nacido, en vano he venido a salir de la casa del dios a la tierra, ¡yo soy menesteroso! Ojalá en verdad no hubiera salido, que de verdad no hubiera venido a la tierra. No lo digo, pero... ¿qué es lo que haré?, ¡oh príncipes que aquí habéis venido!, ¿vivo frente al rostro de la gente?, ¿qué podrá ser?, ¡reflexiona! ¿Habré de erguirme sobre la tierra? ¿Cuál es mi destino?, yo soy menesteroso, mi corazón padece, tú eres apenas mi amigo en la tierra, aquí.

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Nezahualcóyotl

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¿Cómo hay que vivir al lado de la gente? ¿Obra desconsideradamente, vive, el que sostiene y eleva a los hombres? ¡Vive en paz, pasa la vida en calma! Me he doblegado, sólo vivo con la cabeza inclinada al lado de la gente. Por esto me aflijo, ¡soy desdichado!, he quedado abandonado al lado de la gente en la tierra. ¿Cómo lo determina tu corazón, Dador de la Vida? ¡Salga ya tu disgusto! Extiende tu compasión, estoy a tu lado, tú eres dios. ¿Acaso quieres darme la muerte? ¿Es verdad que nos alegramos, que vivimos sobre la tierra? No es cierto que vivimos y hemos venido a alegrarnos en la tierra. Todos así somos menesterosos. La amargura predice el destino aquí, al lado de la gente. Que no se angustie mi corazón. No reflexiones ya más. Verdaderamente apenas de mí mismo tengo compasión en la tierra. Ha venido a crecer la amargura, junto a ti y a tu lado, Dador de la Vida. Solamente yo busco, recuerdo a nuestros amigos. ¿Acaso vendrán una vez más, acaso volverán a vivir? Sólo una vez perecemos, sólo una vez aquí en la tierra. ¡Que no sufran sus corazones!, junto y al lado del Dador de la Vida.

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Nezahualcóyotl poneos de pie *

¡Amigos míos, poneos de pie! Desamparados están los príncipes, yo soy Nezahualcóyotl, soy el cantor, soy papagayo de gran cabeza. Toma ya tus flores y tu abanico. ¡Con ellos parte a bailar! Tú eres mi hijo, tú eres Yoyontzin. Toma ya tu cacao, la flor del cacao, ¡que sea ya bebida! ¡Hágase el baile, comience el dialogar de los cantos! No es aquí nuestra casa, no viviremos aquí, tú de igual modo tendrás que marcharte. estoy triste ...*

Estoy triste, me aflijo, yo, el señor Nezahualcóyotl. Con flores y con cantos recuerdo a los príncipes, a los que se fueron, a Tezozomoctzin, a Quahquauhtzin. En verdad viven, allá en donde de algún modo se existe. ¡Ojalá pudiera yo seguir a los príncipes, llevarles nuestras flores! ¡Si pudiera yo hacer míos los hermosos cantos de Tezozomoctzin! Jamás perecerá tu renombre, ¡oh mi señor, tú Tezozomoctzin!, así, echando de menos tus cantos, me he venido a afligir sólo he venido a quedar triste, yo a mí mismo me desgarro. He venido a estar triste, me aflijo. Ya no estás aquí, ya no,

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