DESDE LA CABINA DE PRENSA
Viernes
ay pocas sensaciones más placenteras para cualquier aficionado al rugby que la de ir una tarde cualquiera de viernes a los campos de Pepe Rojo. Bien es cierto que puede haber quien piense que esto que afirmo para comenzar mi artículo está equivocado, si se basa en una premisa: los viernes no hay partidos en las instalaciones de la carretera de Renedo. Entonces, ¿de dónde viene esa sensación placentera?
H
No de encontrar aparcamiento -eso es, con seguridad, lo que menos gusta a cualquiera que encamine sus pasos a Pepe Rojo la última tarde laborable de cualquier semana-, pero sí que es algo que te atrapa incluso antes de llegar a la puerta de las taquillas. Porque, dependiendo de la hora, puedes encontrarte con ellos llegando, alborozados por lo que va a ocurrir. O marchándose, con prácticamente el mismo alborozo. Y, ¿quiénes son ellos? Pues no son, ni más ni menos, que los integrantes de las categorías base de SilverStorm El Salvador y VRAC Quesos Entrepinares. Hablamos de que entre ambos suman más de un millar de fichas que van desde los 4 años en el caso de los linces hasta los 18 para los jugadores que se preparan para dar el salto a cotas mayores.
44 | CLUB DE RUGBY EL SALVADOR
Todos ellos se dan cita en Pepe Rojo los viernes por la tarde, puesto que es el día en el que las instalaciones se comparten entre ambos clubes. Ese gusto del que hablaba llega en el momento en el que pones el pie en la zona de la entrada a los campos, y compruebas cómo, amén de decenas de padres esperando por allí a que sus hijos acaben el entrenamiento del día, el campo 1 se ha convertido en un conjunto de campos más pequeños donde los aprendices de jugadores de rugby, algunos de ellos con un tamaño similar al del propio oval, dan sus primeros pasos, tanto vestidos de blanco y negro como de azul. En todos los casos, con paciencia casi infinita por parte de sus entrenadores y educadores. Pero eso no se acaba en el campo 1, ¡qué va! Porque si avanzas un poco hacia la izquierda desde la entrada, puedes encontrarte con los jugadores de SilverStorm El Salvador si aún es la hora de su entrenamiento, o con los integrantes de alguno de los equipos de las categorías base con más edad, empleando el campo completo. Otra imagen de esas que se quedan en la retina, acompañada además por la presencia, meritoria especialmente en esta época en la que el inclemente invierno vallisoletano se
Carlos Patino
pone a hacer de las suyas, es la presencia de algunos padres y jugadores en las gradas, sin perderse nada de lo que ocurre en el entrenamiento. Y más de lo mismo si encaminas tus pasos hacia el campo 4, donde es habitual encontrarse a esas horas a las jugadoras de Autoconsa El Salvador poniendo a punto la maquinaria del equipo para su siguiente compromiso, aprovechando esta instalación que algunos pueden pensar que no es de calidad, pensamiento que queda totalmente errado al observar el enorme alivio que supone para las instalaciones de Pepe Rojo. No es distinto tampoco si te adentras en el campo 3, o en los conocidos como ‘campo de las vacas’ y ‘la jaula’, pese a la ausencia de postes en ellos, porque en las categorías que los emplean no son necesarios. Y no lo será tampoco en el nuevo campo de césped artificial recién inaugurado. La clave está no ya en que Pepe Rojo sea grande y tenga cada vez más campos. La clave está en que esos campos están completamente llenos. De rugby, de vida, y de pasión. Tres de los nutrientes esenciales para cualquiera. Al menos, lo son para el que firma estas líneas.