El Milagro: Historia y contexto histórico Los negocios de la piratería y del alumbre Hasta el siglo XVIII las costas mediterráneas fueron víctimas de la piratería que, desde tiempos inmemoriales, estaba considerada como una actividad económica, a modo de negocio casi normal. Los protagonistas de esas empresas eran gentes de todos los países, razas y credos. No tenía intención de conquista sino de robo de alimentos, objetos, armas, sal, etc. y, sobre todo, el secuestro de pobladores para venderlos como esclavos. La incursión frustrada que dio origen a la leyenda del milagro se produjo 13 años después de que Almazarrón recibiese de Felipe II el privilegio que la convertía en Villa segregada del municipio de Lorca. Fue una época en la que la decadencia del alumbre, motor de la economía local, anunciaba el fin de las explotaciones. pero aún permitía una gran actividad comercial en El Puerto y mantenía a Almazarrón con una población de casi 400 vecinos (unos 1800 habitantes). Llegada de los piratas La noche del 16 de noviembre de 1585, siete galeras, procedentes del norte de África, protegidas por la oscuridad, eludieron la vigilancia de las torres costeras y arribaron a la costa de Calnegre (1). al mando de Arráez Morato (2).
De ellas desembarcaron casi quinientos hombres armados y se dirigieron a Almazarrón con intención de saquear la villa y capturar prisioneros para venderlos como esclavos o pedir rescate. No debe extrañarnos que las torres costeras no advirtieran la llegada ya que, al tener sus gastos a cargo del municipio, no siempre se disponía del dinero para mantenerlas en condiciones y dotarlas de personal y armas.
Mamí Uno de aquellos corsarios era Mamí, un moro que, años antes, había sido capturado por los mazarroneros y convertido en esclavo. Tras demostrar su fidelidad y honor, fue liberado bajo la promesa de conseguir, en la costa africana, la libertad para un familiar de su amo, compromiso que cumplió. Mamí había dejado buenos amigos en Almazarrón y, sabiendo que la villa no podría resistir el ataque, intentó que sus compatriotas se retirasen. Para ello argumentó ante Morato que la empresa presentaba muchas dificultades, ponderando que su gente era insuficiente para una tierra desconocida y que, en aquel lugar, había muchos hombres armados y valerosos, acostumbrados a defenderse de ese tipo de incursiones.
En su empeño por evitar la tragedia exageró al decir que había más de mil vecinos y cien caballos de guerra con jinetes expertos. Morato no se amilanó y, confiando en el factor sorpresa de la madrugada, mandó a sus huestes cruzar sigilosamente la sierra de Piedra Mala hasta llegar a la actual rambla de Las Moreras (3) y, ya con la villa a la vista, envió a dos espías para recabar información del estado de la población.
Señales de alarma Mientras esperaban, se escuchó a la campana tocar la vela del cuarto del alba (cuatro de la madrugada) con golpes tan presurosos como cuando lo hacen a rebato. Esta irregularidad se debió a que, precisamente aquella noche, la estaba tocando una persona sin experiencia en el oficio. Al mismo tiempo, a un vecino se le escaparon dos mulas en dirección al lugar donde los piratas estaban concentrados. El sonido de los cascabeles con el trote provocó el terror entre los moros (4). A su regreso, los espías dieron cuenta de que, en una casa, había varios hombres reunidos -no sabían que estaban jugando con cartas a los cientos (5)- y que uno de ellos decía poseer. él solo, catorce caballos. Supusieron, pues, que los habitantes del lugar estaban prevenidos.
La huida de los piratas Al no saber interpretar la realidad de esta cadena de acontecimientos casuales, muchos piratas empezaron a sentir que estaban poniendo en riesgo sus vidas.
La costa del desembarco pirata vista desde el Santuario de Bolnuevo
132 | Mazarrón 2017 Fiestas Patronales
Morato Arráez poner orden en sus gentes, pero el imaginario peligro ya había hecho mella en casi todos sus hombres, así que comenzaron una huida desordenada provocando ruidos que alarmaron a los mazarroneros, quienes, ahora sí, se pertrecharon con armas, se dispusieron, en principio, para la defensa del pueblo y, al escuchar los ruidos enemigos cada vez más lejanos, iniciaron su persecución.