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Cincuenta años después ¿y ahora qué? (Luis Maldonado

San Bartolomé AlmagroCincuenta años después 2022 ¿Y ahora qué?

Al celebrarse el Cincuenta Aniversario de la Declaración de Almagro como Conjunto Histórico Artístico es necesario mirar atrás para ver de donde partimos y en donde estamos. Porque si bien la Declaración fue en 1972 las cosas empezaron mucho antes.

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En la Guía de Feria de 1970 escribía mi padre un artículo titulado “Este Almagro nuestro” (cuya lectura les recomiendo, lo pueden encontrar en el Archivo Municipal) en el que hace un repaso de cómo se fue recuperando patrimonialmente la ciudad desde 1950. Es decir: en 1972 ya se había recorrido un largo camino cuyo fruto fue el reconocimiento público y oficial tanto del patrimonio como de su conservación. En el citado artículo se enumeran distintas acciones llevadas a cabo tanto por las autoridades como por los vecinos. Y ahí es donde quiero llegar: habla mi padre de la implicación de los almagreños, de su colaboración, del amor por sus casas, sus calles, sus monumentos. En definitiva: que sin los vecinos no hubiera sido posible llegar a los años 70 con un nivel de conservación tan alto. Y yo me pregunto ¿Podemos decir lo mismo hoy?

No cabe duda de que Almagro no es un pueblo cualquiera, afortunadamente si miramos a nuestro alrededor comprobamos que el nivel de conservación es aceptable a pesar de algunas barbaridades (esa manía del “ladrillo visto” que ha destrozado fachadas tan emblemáticas como el Palacio de Medrano) Al pasear por sus calles todavía se percibe una cierta armonía pero...sinceramente creo que los almagreños ya no están tan implicados cono lo estuvieron nuestros padres y nuestros abuelos. Las casas que fueron su orgullo hoy son una carga, una maldición de la que queremos deshacernos como sea. Basta con dar una vuelta y ver el estado en que se encuentran muchas, incluso como se “provoca” su ruina para quitárselas de en medio (algo que acabo de comprobar que también pasa en una ciudad como Jerez de la Frontera, se ve que es un mal generalizado) Sabemos que vivir en un Conjunto Histórico no es sencillo, más aún cuando al vecino se le imponen una serie de cargas sin ninguna compensación a cambio y sin ninguna ayuda. Y más todavía cuando vemos como las Administraciones Públicas solo sancionan y no colaboran. Con una Comisión Provincial de Patrimonio sin criterios claros, al capricho del técnico de turno (ahora se encalan fachadas, ahora se dejan en ladrillo, ahora balcones, ahora ventanas, ahora blanco, ahora negro…) el vecino se vuelve loco y tira la toalla o busca la manera de burlar las normas. Aquella armonía entre ciudadanos y Autoridades está rota y así no se va a ningún sitio. De acuerdo que las Leyes están hechas para ser cumplidas, pero también deben estar hechas para vivir. Nos rasgamos las vestiduras porque los Centros Históricos se quedan vacíos (Toledo, Cuenca, Infantes, Sigüenza…) pero no somos capaces de buscar soluciones positivas. Las administraciones solo están para sancionar (o esa es la sensación que tengo) en lugar de ayudar a los vecinos a adaptar sus viviendas para el siglo XXI sin romper con el pasado. El programa “Almagro a Plena Luz”, que se puso en marcha en los años 90, funcionó medianamente bien y supuso un respiro para muchos vecinos. Desgraciadamente se acabó y desconozco los motivos, pero pienso que un dinero público invertido en mejorar las condiciones de vida de quien decide vivir en un casco antiguo, y que además ayuda a mantener el patrimonio, es un dinero mejor empleado que el que vemos a diario dedicado a actividades que no me atrevo a clasificar, o dedicado a fines que ni le importan a los ciudadanos o que directamente son un despilfarro, y que cada cual piense lo que quiera.

Cincuenta años después Almagro ha demostrado (con todas sus carencias y errores que los hay) que el Patrimonio es fuente de riqueza, que aquella Declaración no era la ruina del pueblo como dijeron algunos especuladores, que conservar es mantener nuestra identidad y que debemos estar orgullosos de lo conseguido y agradecidos de los cuatro locos visionarios que lo hicieron posible. Pero no debemos bajar la guardia, tenemos que ser exigentes con las Administraciones competentes y con los “profesionales” (licenciados, arqueólogos, historiadores, arquitectos…) a los que les mueve más el lucimiento personal que el cariño por Almagro. Porque aquellos almagreños que desde los lejanos años 50 del siglo pasado trabajaron por dejarnos esta herencia lo hicieron por AMOR A SU PUEBLO, así de sencillo, así de grande.

Ahora el testigo está en nuestras manos. Estamos a tiempo de corregir errores y buscar soluciones imaginativas. No debemos dejarnos llevar por unos y por otros y plantar cara a los retos que debemos asumir. Las cosas no se solucionan con cuatro jornadas de estudio y cinco ponencias eruditas, las cosas se solucionan con gestión e ideas claras. No hace mucho me enfrenté a uno de esos “sabios” que intentó públicamente dejarme en ridículo y no me callé, sé que me costó la “amistad” de alguno pero no me importa. Para mi Almagro ha sido, y será hasta que me muera, mi razón de ser ¿Que en mi etapa pública pude cometer errores? quien no friega platos no los rompe. Con esto quiero decir que TODOS tenemos el deber de implicarnos en la conservación de nuestro pueblo en la medida de nuestras posibilidades y no esperar a que vengan de fuera a solucionarnos la vida.

Quiero terminar con esperanza. Estoy seguro de que la celebración de este Aniversario va a servir para que todos reflexionemos y nos demos cuenta de lo grande que es lo que tenemos en las manos. Siempre he dicho que Almagro merece la pena y el hecho de ser críticos con nosotros mismos es una virtud. Solo falta que los demás, los que tienen competencias, arrimen el hombro y todos rememos en una misma dirección.

Luis Maldonado Fernández de Tejeda

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