DE UN TIEMPO EFÍMERO A mi padre, in memoriam
La vida te ayudaba poco —conforme—, vivías simplemente entre los hombres. Necesitabas tener este delirio, confiar que la vida se serena y te adjudica alguna certidumbre que en ti guardaste fecundamente sólo en el silencio más negro. Recrear o aceptar aquel ingénuo que fuiste siempre no es nada ridículo. Ahora entiendo el tibio adiós en amigos supuestos y admitidos hasta el límite. Lo entiendo, fue como un orgullo secreto, industrioso y fértil, sin trabas, en soledad e hígado.