Revista febrero 2016 final

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IMAGINE Editorial Mercedes Mayol

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.21.días. El tiempo es precioso e irrecuperable como para olvidarnos de vivirlo, como para olvidarnos de cómo amar. En este pequeño lapso de vida que nos fue concedido luchamos en todo momento para conseguir cosas que luego no sabemos para qué queríamos; perdemos valiosos momentos junto a nuestros seres amados por amargarnos por la política, por la economía, por lo que hace o deja de hacer el otro, por llegar o no a fin de mes y olvidamos lo más importante: vivir. Ahora, cerremos los ojos e imaginemos que el mundo se terminará en 21 días y nosotros junto con él; sólo resta ese

tiempo, limitado y preciso. ¿Qué harás con lo que te resta de tiempo? ¿Con quién o con qué lo compartirás? ¿De qué te arrepentirás o qué festejarás? ¿Usarás ese tiempo para ser mejor persona o para liberar todas tus sombras? No importa cuántos libros se hayan escrito hasta el momento sobre el fin del mundo, no importa si has leído de cabo a rabo La guerra de los mundos, el Apocalipsis, La tierra permanece o Ensayo sobre la ceguera… ésta es tu historia, ésta es tu decisión. El cronómetro comienza a correr… 21 días…, 504 horas…, 30,240 minutos…, 1,814,400 segundos. t

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JUS Febrero 2016 JUS es una publicación mensual de JUS, Libreros y Editores, S.A. de C.V., especializada en asuntos de conocimiento literario. Conforma una tribuna para el pensamiento en general. Nuestro objetivo principal es generar conversaciones, por lo que el material que publicamos es representativo de múltiples sectores de opinión. La proyección de nuestra revista es hacia los lectores hispanohablantes y hacia una nueva experiencia mas allá del libro y de nuestros libros. JUS es una revista basada en una temática especialmente escogida por nuestro equipo de redacción, donde desarrollamos una visión crítica, apoyándonos en las opiniones y letras de escritores y cronistas contemporáneos. En ella encontrarás cada mes un motivo más para sumergirte no sólo en la literatura, sino en todas las artes. JUS es una revista con entrevistas, reportajes, artículos de información, opinión, análisis y testimonios sobre realidades y personalidades de actualidad.

DIRECTORIO DIRECTOR EDITORIAL Bernardo Domínguez JEFE DE REDACCIÓN Mercedes Mayol REDACCIÓN Diabolgrot Aarón Cervantes (Asistente de redacción) Nuria Bartrina (Community manager) DISEÑO Victoria Aguiar (Diseño y visuales) Mario Patronelli (Webmaster)

INFORMACIÓN LEGAL. JUS

REVISTA

DIGITAL,

Año

VII,

Nueva

Época

–No.

28–

Febrero

2016.

JUS REVISTA DIGITAL, es una publicación mensual editada por JUS, LIBREROS Y EDITORES, S.A. DE C.V., calle Donceles # 66, Colonia Centro, Delegación Cuauhtémoc, C.P. 06010, Tel. (55) 1203-3770, http://jus.com.mx/revista

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Editor

responsable:

Mercedes

Mayol.

Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2014-04116555300-203, otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. ISSN: 2007-9087. Responsable de la última actualización de este Número, Webmaster Mario Patronelli, calle Donceles número 66 Colonia Centro, Delegación Cuauhtémoc, Distrito Federal, C.P. 06010, fecha de última modificación, 10 de enero de 2016. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de JUS, LIBREROS Y EDITORES, S.A. de C.V.

México - Barcelona - Buenos Aires 5


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SUMARIO OPINIÓN 10 GIRAUD, PAUL-HENRI, OCTAVIO PAZ. HACIA LA TRANSPARENCIA Por RAFAEL JIMÉNEZ CATAÑO

TERCER ESTANTE 18 DIETA LITERARIA Por REDACCIÓN JUS

INTERVALO NARRATIVO 20 LA TEA Por ROLANDO MARTIÑÁ

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22 SI EN 21 DÍAS Por JAVIER VALDEZ CÁRDENAS

24 LA CONQUISTA Por MARCOS RODRÍGUEZ LEIJA

29 FANTASMA DEL PASADO Por GIOVANNI SANDOVAL

34 EL DÍA QUE SE EXTINGAN NUESTRAS CONCIENCIAS Por CARLOS PRIEGO

38 LOS DÍAS CONTADOS Por AGUSTÍN AGUILAR TAGLE

42 DECONSTRUCCIÓN Por GABRIELA FONSECA

46 LA CASA DE ELIF Por GABRIEL JUAN

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AUTOR: JOHN LYDON TÍTULO: LA IRA ES ENERGÍA NÚM. DE PÁGINAS: 623 FORMATO: 14X21CM

Sin censura, sin pelos en la lengua y a calzón quitado: así habla John Lydon y ésta es la característica que mejor define a La ira es energía. A diferencia de lo que ocurrió con su autobiografía, aquí Lydon reflexiona sobre lo que hizo, sobre las consecuencias que tuvo y, lo que es mejor, sobre la época que le tocó vivir. Este punto de vista, más maduro y articulado, no ha perdido ni un ápice de frescura y descaro. Lydon no tiene reparos en decir lo que piensa sobre personajes como Vivienne Westwood o Malcolm McLaren, sobre Sid Vicious –un gran amigo perdido− o sobre temas como el punk, la música, la enseñanza, la creatividad o la moda. Lydon es energía en estado puro y reivindica la ira como motor para construir y seguir adelante. «Johnny Rotten quizá sea el único cantante verdaderamente terrorífico en la historia del rock and roll.» (John Harris, The Guardian)

«Brutal, llano y deliciosamente incorregible. La ira es energía es de lectura obligada para entender la génesis del punk. Lydon es siempre atractivo, entretenido y desafiante.» (Financial Times)

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Los textos de la presente edición pueden verse junto al resto de las colaboraciones en nuestra página web:

www.jus.com.mx/revista o en nuestro blog:

www.jus.com.mx/colabora Los colaboradores seleccionados para la edición digital de la revista del mes de Febrero 2016 son:

Rafael Jiménez Cataño Rolando Martiñá Javier Valdez Cárdenas Marcos Rodríguez Leija Giovanni Sandoval Carlos Priego Agustín Aguilar Tagle Gabriela Fonseca Gabriel Juan

¡¡¡Gracias siempre!!!

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OPINIÓN

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Giraud, Paul-Henri, Octavio Paz.

Hacia la transparencia, El Colegio de México, México 2014, 592p. Por Rafael Jiménez Cataño 11


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Una edición que ennobleció las celebraciones del

La poesía como religión, el amor como revelación,

centenario de Octavio Paz es la versión española

el nexo entre prosa y poesía, el mito, son temas desa-

del libro de Paul-Henri Giraud Octavio Paz: Vers la

rrollados en la introducción y continuados en los prime-

transparence1. En 2005, un congreso en Portugal

ros capítulos con la noción de otredad, la soledad y

me había dado la ocasión de coincidir con el autor

la comunión como polos dialécticos del ser, la vuelta

–los dos hablábamos de Paz– y de apreciar su profe-

al eterno presente del mito en la fiesta, la experiencia

sionalidad y su sencilla disposición a escuchar a

de “la otra orilla”. La poética de Paz, ya madura en

los demás. En este volumen veo ambas cualidades

El arco y la lira (1956), está estructurada por estos ele-

aplicadas al análisis de la obra poética de Paz,

mentos, que permiten describir la experiencia poética

desplegado en un recorrido conceptual e histórico a

como revelación de la condición humana.

través de once capítulos. Las tres dimensiones de otredad: lo otro (poética), el Más que una reseña, me dispongo a compartir una

Otro (sacra), la otra (amorosa), se iluminan y alimen-

reflexión a la que me invita esta obra. Algunos dicen

tan entre sí. A lo largo de los años, la atención de

que escriben los libros que querrían leer. No me reco-

Paz pasó de un aspecto a otro, los equilibró de una

nozco en esta experiencia. Puede también suceder que,

manera o de otra. En esto Giraud es muy atento, con

ante una obra sobre un mundo que resulta familiar,

un discernimiento preciso de las ediciones. Cada vez

uno tenga la impresión de que es el libro que habría

que una palabra o un verso varían de una edición a

querido escribir. Así me siento ante la obra de Giraud.

otra, lo notifica con rigor. Procede del mismo modo

No se me malentienda: no quiero decir que se me

con las obras no poéticas, como El arco y la lira, en la

adelantó, porque nunca lo habría podido escribir yo.

que encuentra matices relevantes que distinguen a

Es algo semejante a lo que sucede cuando uno conoce

la primera edición de todas las demás.

un poco de un idioma y, al escuchar a alguien que lo habla y sentir que conoce todo ese léxico y esa sintaxis,

Los capítulos 4 a 6 van pasando por títulos que

piensa: “¡yo podría decir eso!” Y no es verdad, porque

desde 1960 están incluidos en Libertad bajo palabra

el léxico y la sintaxis sólo podrían bastar si el discurso

(1ª ed.: 1949): Bajo tu clara sombra, Puerta conde-

fuera mecánico. Faltan la intuición, los hábitos, la expe-

nada, Calamidades y milagros, ¿Águila o sol?, Semillas

riencia privada, la iniciativa, el ingenio, la persona en

para un himno, La estación violenta y otros, cerrando

definitiva.

con “Piedra de sol”, poema firmado en 1957. Giraud habla de una muerte y resurrección de la figura del

Los tres primeros capítulos continúan la labor de la

poeta, que entre otros aspectos muestra ahora el de

introducción profundizando en las nociones clave del

la fatiga sin gloria, no porque no la hubiera antes,

pensamiento de Paz. Serán llamados en causa los

sino porque se velaba como en un gesto de recato.

quince volúmenes de su obra, pero allí son pertinentes

A eso alude el título de una sección de ¿Águila o sol?,

sobre todo El arco y la lira y El laberinto de la soledad.

“Trabajos del poeta”, que originalmente se iba a titular

A partir del cuarto capítulo se estudian sistemática-

“Trabajos forzados” (cfr. p. 166). Precisamente en esos

mente los libros de poesía, por orden cronológico

textos se manifiesta una cualidad proteica del poeta

hasta donde lo permite una razonable distribución

y del lenguaje, que se compone y descompone como

por criterios temáticos. Así, es tan importante la

un lego, y el lector se sorprende de entender a pesar

transfiguración del tiempo, tema del capítulo 6, que éste

de la “inexistencia” de esos vocablos.

comienza con “Himno entre ruinas” (1948), anterior a obras contempladas en los capítulos 4 y 5.

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Presses Universitaires de France (PUF), Paris 2002. Es una excelente traducción de David Medina Portillo.


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A ese poeta, que aquí actúa como Orfeo, como

la búsqueda del presente, y el primer volumen de Obras

Proteo, como Quetzalcóatl (cfr. pp. 163ss), más ade-

Completas, que concentra la teoría literaria, recibe el

lante se le encontrarán otras cualidades. En tiempos

título de “La casa de la presencia”.

de Ladera este (1962-1968, y esto ya es cap. 8) se va a caracterizar ante todo por su capacidad de escu-

El poema “Cuarto de hotel” contenía un verso en las

char. La otredad, “¿cómo percibirla, oírla y alcanzarla

primeras ediciones de Libertad bajo palabra que des-

si no es guardando silencio y disponiéndonos a escu-

pués desapareció con la entera estrofa: “¿soy un llegar

char el mundo?” (p. 358). Más tarde, después de haber

a ser que nunca llega?”3 Esas experiencias de presen-

escrito Blanco (1966), en el clima de la prosa poética

te tienen un valor de redención, son “un instante de

de El mono gramático (1970), se negará aquello de

vida plena”4, dirá en ese tiempo en El laberinto de la

que la poesía es el arte de nombrar. No pierde su

soledad refiriéndose al amor, pero el flujo continúa y

validez lo que se había dicho en El arco y la lira

así no es plena redención, aunque nos pueda hacer

para definir la experiencia poética como una inme-

vislumbrar su posibilidad. De ahí “las paradojas del

diatez del decir: “la existencia se da como un nombrar

instante” y “el tiempo transfigurado”, títulos de los

aquello que, hasta no ser nombrado, carece propia-

capítulos 5 y 6, que cubren las obras de los años

mente de existencia”2. Es un nombrar muy poderoso,

cincuenta, posteriores a la primera edición de Libertad

y ahora parece más eficaz hacer notar que, en

bajo palabra.

efecto, es tan poderoso que propiamente es abolir el lenguaje, disolver los nombres de las cosas por encon-

El presente, el instante, no son un mero punto en un

trarlos falaces. “El poeta no es –al menos no en primer

continuo temporal. En ese punto hay vida y conciencia,

término– el que nombra las cosas sino quien revela

ahí tiene lugar lo que Paz suele llamar revelación. Ahí

que ellas no tienen nombre, aquel que les arranca

está la transparencia que da título al libro. La bús-

la máscara falaz de las palabras con las que se las

queda de la presencia es un movimiento hacia la

nombra” (p. 449).

transparencia, travesía de muchos puertos entre los cuales el Extremo Oriente. “Uno de los modelos más

La disolución de los nombres no es exclusiva de la

puros de la ‘consagración del instante’ es el haikú,

otredad poética. La otredad de lo sagrado ha obligado

tal como lo practicó Basho” (p. 217). De este y otros

siempre al hombre a negar después de haber afirmado,

metros orientales hay buenos ejemplos en Piedras

porque ninguna palabra es adecuada. La otredad amo-

sueltas (1955). Sobre una métrica minimalista (5-7-5),

rosa conoce bien la incredulidad con que los enamora-

el haikú se construye en una sucesión de momentos

dos redescubren las palabras, por lo que significan o

cualitativamente diversos. “Al elemento pasivo del pri-

por su incapacidad de significar.

mer verso sucede, invariablemente, el elemento activo del segundo, para desembocar, en el tercero, en una

Volviendo a los tiempos de Libertad bajo palabra, hay

síntesis brusca –una iluminación súbita” (p. 219): pasi-

que precisar que la poesía como crítica del lenguaje

vidad, actividad, sorpresa. Uno de los poemas más

ya está presente en la concepción misma de experien-

traducidos de la historia es un haikú de Basho, que en

cia poética, pues la condición humana que ésta revela

la traducción de Paz suena así:

es un dinamismo incesante, un continuo llegar a ser. Dentro de este fluir vertiginoso existe sin embargo el

UN VIEJO ESTANQUE:

presente: en la fiesta, en el encuentro amoroso, en la

SALTA UNA RANA ¡ZAS!

teofanía, en el poema. De ordinario requiere un esfuerzo, y por eso se hablará de la búsqueda del instante,

CHAPALATEO5.

El arco y la lira, Fondo de Cultura Económica, 6ª reimpr. de la 3ª ed. (1ª: 1956), México 1986, p. 157 = Obras completas (OC), vol. 1, La casa de la presencia, Círculo de Lectores / FCE, Barcelona / México 1991/1994, p. 165. 3 Libertad bajo palabra, FCE, México 1960, p. 148. 4 “La dialéctica de la soledad”, en: El laberinto de la soledad, FCE, 23ª reimpr. de la 2ª ed. (1959; 1ª: 1950), México 1984, p. 177 = OC, vol. 8, El peregrino en su patria: historia y política de México, 1993/1994, p. 179. 5 “Tres momentos de la literatura japonesa”, en: Las peras del olmo, Seix Barral, 2ª reimpr. de la 1ª ed. (UNAM, 1957), México 1985, p. 129 = OC, vol. 2, Excursiones/incursiones: dominio extranjero, 1991/1994, p. 343. 2

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OPINIÓN

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La misma dialéctica, aunque sin la métrica original, se

La doble línea de la producción de Paz, poesía y ensa-

aprecia en el poema de Paz “Diosa azteca”:

yo, varias veces me ha recordado el cuaderno en el que Wittgenstein, durante la Primera Guerra Mundial,

LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES REGRESAN A TU OMBLIGO. EN TU VIENTRE GOLPEA EL DÍA, ARMADO . 6

escribía el Tractatus Logico-Philosophicus en las páginas de la derecha, y su diario personal en las de la izquierda. No escasean las correspondencias, de la misma manera que en el ensayo y en las entrevistas de Paz se reconocen pasajes de su poesía, y viceversa. La nueva época de su poesía dejará sentir mucho la

Giraud hace notar que el haikú no suele mostrar

presencia de temas como el misterio del significado,

semejante tensión y hasta terror como en este poema,

la realidad de esa vida plena que se añora, la dimen-

donde un mínimo de familiaridad con el panteón azteca

sión carnal de la comunión que vislumbramos como fin

permite reconocer a los personajes, probablemente

de la soledad. Homenaje y profanaciones retoma un

con escalofrío. “En el endecasílabo con que termina el

soneto de Quevedo, “Amor constante más allá de la

poema, el acento principal realza al verbo golpea y

muerte”, muy citado sobre todo en sus versos finales,

lo hace repercutir en el conjunto del verso. El Sol remon-

donde, tras hablar del límite que la muerte pone a un

ta el cielo hasta el axis mundi del ‘día’, para lanzar sus

amor, se declara una divinización de ese amor caiga

rayos sobre el ombligo de la más terrible de las madres,

quien caiga –en primer lugar la Divinidad– y que sus

Coatlicue. Golpes del Sol ‘armado’ sobre la matriz

restos “polvo serán mas polvo enamorado”.

original, al unísono del latido de los corazones pronto sacrificados al Sol en el altar de la Tierra” (p. 224).

Observa Giraud que “esta transgresión filosóficoteológica se inscribe en una tradición literaria bien esta-

Quise detenerme en el análisis que Giraud ofrece de

blecida y esencialmente transgresora: la tradición de la

este breve poema, como muestra de lo que hace a lo

‘locura de amor’ que, desde Petrarca, encuentra en el

largo de las casi seiscientas páginas del libro. Si tres

marco estrecho y rigurosamente codificado del soneto

versos ofrecen tanto, no extrañará que a “Piedra de sol”

su forma más intensa, más hiperbólica y paradójica”

se dediquen 32 páginas. Es un poema que cierra una

(p. 311). Esta aspiración a la supervivencia del amor

época de la escritura de Paz, según declaración suya.

es tanto más desmedida y contradictoria (insensata, la

“La ‘situación’ que ‘nosotros los hombres modernos’

califica Paz) cuanto menos se espere en una real pervi-

tenemos que ‘vivir con constancia’ es la misma que pre-

vencia más allá de la muerte y en Alguien que la haga

sentan los principales ensayos de Octavio Paz de las

posible.

décadas de 1940 y 1950: la soledad y el encierro del hombre en su laberinto; la sed de una presencia,

La sintonía con Heidegger que se percibe desde El arco

la nostalgia de cierta manifestación de lo divino, la

y la lira, así como el clima del pensamiento francés

forma de lo divino original y anterior a las religiones,

que respiró Paz en los años cuarenta y luego a fines de

tal y como aparece en El arco y la lira; el deseo, tam-

los cincuenta, podrían sugerir que este tono estaba

bién, de ‘crear un nuevo sagrado’, un nuevo tipo de

robustecido por el existencialismo. No hay que olvidar

vínculo (religio) entre el hombre y el más allá del

que entre existencialismo y fenomenología hay una

hombre. Este vínculo, esta creación es, para Octavio

continuidad, y que Paz adquirió profunda familiaridad

Paz, la poesía” (pp. 296s ).

con el pensamiento de Max Scheler durante sus años

7

universitarios8, que se percibe en su comprensión de la

Libertad bajo palabra, FCE, 6ª reimpr. de la 2ª ed. (1968), México 1985, p. 141. = OC, vol. 11, Obra poética I (19351970), 1996/1997, p. 140. La edición de 1985 dice “Diosa olmeca”. 7 Los entrecomillados remiten a una respuesta de Paz, interrogado sobre la nostalgia de un Absoluto y la pérdida de certezas: “Creo que esto es algo compartido por todos nosotros, los hombres modernos. ¿Nostalgia? Sin duda, pero también la decisión de vivir con entereza nuestra situación” (“Genealogía de un libro: Libertad bajo palabra”, Vuelta, 145[1988], p. 21 = OC, vol. 14, Miscelánea II. Últimos escritos, 2000, pp. 120-121). 8 Cfr. Reflejos: réplicas, Vuelta - El Colegio Nacional, México 1996, p. 14 = OC, vol. 14, p. 73. 6

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dimensión corporal del amor, el discrimen entre amor y

Salto Blanco, poema que sinceramente me supera, para

erotismo, una visión que hacia el final de su vida dará

llegar a Pasado en claro, cuyo carácter de anamne-

lugar a La llama doble (1993), obra memorable. Pues

sis e introspección hace notar Giraud. “El hablante de

bien, en esa misma obra de 1960, transgresora, “insen-

sesenta y un años se detiene en ciertos temas clási-

sata” y desdeñosa de la esperanza, Paz traza los

camente autobiográficos: el jardín de la infancia, los

perfiles de un amor encarnado del que sólo La llama

miembros de la familia, el descubrimiento de la sexua-

doble podrá ofrecer una base discursiva:

lidad, la aventura interior y, finalmente, la relación con las palabras. De los rodeos de la memoria emergen

FUERA DE MI CUERPO EN TU CUERPO FUERA DE TU CUERPO EN OTRO CUERPO CUERPO A CUERPO CREADO POR TU CUERPO Y MI CUERPO9.

momentos de revelación seguidos de su interpretación, según el movimiento propio de ese ‘río reflexivo’ que es la poesía de Octavio Paz” (p. 499). Revelación de sí mismo, que por lo tanto es más que anamnesis o recuerdo: es anagnórisis, reconocimiento. Es autoreconocimiento porque el recuerdo versa sobre el autor mismo, sí, pero lo propio de la anagnórisis, fenómeno característico de la narrativa, es el reconoci-

Las dos caras del cuaderno de Wittgenstein se vuelven a

miento de una persona cuya identidad se ignoraba.

recordar en las obras de los años sesenta (Ladera este,

Un alto porcentaje de narraciones tienen como paso

El mono gramático) confrontadas con Conjunciones y

que desencadena la acción hacia el desenlace el

disyunciones, por ejemplo. La India, que ya había

descubrimiento de alguien, que sin embargo ya estaba

jugado un papel significativo en El arco y la lira, ahora

presente durante la historia.

toma cuerpo en la poesía de manera temática, y la reflexión de Conjunciones y disyunciones pertenece más

En el s. IV Kalidasa reelaboró una historia del

a la antropología cultural que a la teoría literaria. La

Mahabharata que se conoce como “El reconocimiento

prosa poética de El mono gramático, en cambio, sí es

de Shakúntala”. Un rey se tropieza con una joven en el

teoría literaria. Ese mono divino, Hanuman, será proto-

bosque durante una cacería y se casa con ella, sólo

tipo del artista. Imitador por mono, “puede servir

que antes ha de completar una misión. No vuelve como

de modelo al poeta moderno, al poeta que, a pesar

había prometido y Shakúntala, tras una larga espera,

suyo, debe reconocer que no es ‘señor’ del lenguaje

decide buscarlo en su palacio. Por efecto de una maldi-

sino simplemente su ‘servidor’, o incluso su sembrador”

ción el rey no la reconoce, pero una nueva interven-

(p. 439).

ción, esta vez benigna, le abre los ojos y la acepta. Esta historia da para nueve horas de representación

Giraud cita una entrevista de 1973 donde Paz afirma:

como acto de culto hinduista, en la forma del teatro-

“creo que el lenguaje es el que manda y que el poeta

danza Kuttiyatam. Reconocimientos como éste se dan

es el servidor del lenguaje”10. No creamos la palabra:

en la vida de cada uno de nosotros con respecto a

la palabra nos crea. Solemos vivir como quien tiene

nosotros mismos en el ámbito de las tres otredades. En

un lenguaje y usa de él; es el poeta quien se percata

El arco y la lira, Paz trataba este tema en el campo de

de la consistencia propia y previa de la palabra.

la inspiración, entre otros: “La voz poética, ‘la otra

Más adelante Paz formulará esto como conciencia de

voz’, es mi voz”12, y no es una banalidad descubrirlo.

ser deletreado por alguien, porque “también yo soy

Cuarenta años más tarde volvía a tratar el tema en

escritura”11. También yo, como las estrellas.

términos de llamado y respuesta: “Al descubrir nuestra vocación nos descubrimos a nosotros mismos”13.

“Lauda”, en: Salamandra, Joaquín Mortiz, 1ª reimpr. de la 5ª ed. (1ª: 1962), México 1985, p. 51 = OC, vol. 11, p. 294. La poesía es parte de Homenaje y profanaciones. 10 Solo a dos voces, OC, vol. 15, Miscelánea III: Entrevistas, 2002, p. 695. 11 “Hermandad”, en: Árbol adentro, Seix Barral, 2ª reimpr. (1ª ed.: Barcelona 1987), México 1988, p. 37 = OC, vol. 12, 2004, p. 112. 12 El arco y la lira, p. 180 = OC, vol. 1, p. 184. 13 “La espuma de las horas: Marie José Paz”, en: Al paso, Seix Barral, Barcelona 1992, p. 126 = OC, vol. 7, Los privilegios de la vista II: arte de México, 1993/1994, p. 398. 9

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Árbol adentro (1987) conjuga muchos de los focos

En el epílogo regresa un concepto que ya había teni-

temáticos anteriores. El tiempo y el instante, la búsque-

do relevancia en la introducción y había vuelto varias

da de sí mismo, la encarnación del amor, la crítica del

veces. Es la noción de “vivacidad”, que Nietzsche con-

lenguaje. Este último punto se toca en unos versos que

traponía a “vida” cuando se trataba de “vida eterna”.

sintetizan posiciones anteriores:

Era, por ejemplo, la “eterna vivacidad” de los autores antiguos, preferible en su opinión a la exigua vida de

LAS PALABRAS SON INCIERTAS Y DICEN COSAS INCIERTAS. PERO DIGAN ESTO O AQUELLO,

NOS DICEN14.

los vivos. “A final de cuentas, el singular destino de la palabra vivacidad en la obra de Octavio Paz constituye una afortunada, fecunda y vivaz infidelidad a Friedrich Nietzsche: un bello ejemplo también de esta ‘lectura deformante’ (misreading), de esta ‘interpretación fallida’ (misinterpretation), de esta ‘corrección

Después de Árbol adentro, último libro de poesía, hay

creativa’ (creative correction) que el crítico Harold

aún otros poemas, como “Respuesta y reconciliación”,

Bloom considera absolutamente necesarias para la

que es propiamente el último, fechado 20 de abril de

recepción y la asimilación de una ‘influencia poética’

1996 (Paz morirá el 19 de abril de 1998). Paz lo dejó

—ese tipo de influencia que resulta decisiva en la

como testamento filosófico, dice Giraud (cfr. p. 544). Es

formación de un poeta y en la creación de su mito

el final del último capítulo y el paso se acelera, o quizá

personal” (pp. 26-27).

sea sólo la impresión que crea el sentir que muchas cosas confluyen. “Basta conocer o, más bien, ‘ver’

La vida de la otredad, en sus diversas dimensiones, es

esta verdad escondida. Como en ‘Carta de creencia’,

como un ritual de la vivacidad. El ritual de la lectura,

la ‘reconciliación’ mencionada en el título del último

por ejemplo, donde la recíproca iluminación de los

poema de Octavio Paz se realiza ‘con el Gran todo’.

ámbitos de la otredad rompe el cerco que podría con-

Lo que Paz había llamado ‘la analogía: transparencia

finarnos a la inmanencia de un texto. Lo que así se

universal’ deviene aquí ‘música’ y hasta ‘concierto’ en

vive es real, tan real que, por mucho que se mendiguen

el que el hombre, el poeta y el lector, llegan a encontrar

“instantes de vida plena”,

finalmente su lugar —más allá del vértigo, de la caída, del retorno a la Nada o al Comienzo:

RIMA CONSIGO MISMO EL UNIVERSO, SE DESDOBLA Y ES DOS Y ES MUCHOS SIN DEJAR DE SER UNO. […]

NOS QUEMARÍA LA VIVACIDAD DE UNO DE ESOS INSTANTES SI DURASE OTRO INSTANTE16. Por eso el tiempo, la presencia, el instante, parecen quedar encomendados a una dimensión misteriosa:

Y MIENTRAS DIGO LO QUE DIGO CAEN VERTIGINOSOS, SIN DESCANSO,

MÁS ALLÁ DE NOSOTROS,

EL TIEMPO Y EL ESPACIO. CAEN EN ELLOS MISMOS.

EN LAS FRONTERAS DEL SER Y EL ESTAR,

EL HOMBRE Y LA GALAXIA REGRESAN AL SILENCIO.

UNA VIDA MÁS VIDA NOS RECLAMA17.

¿IMPORTA? SÍ —PERO NO IMPORTA: SABEMOS YA QUE ES MÚSICA EL SILENCIO Y SOMOS UN ACORDE DEL CONCIERTO” (P. 54515).

“Carta de creencia”, en: Árbol adentro, p. 166 = OC, vol. 12, p. 175. “Respuesta y reconciliación”, en: Reflejos: réplicas, pp. 43-44 = OC, vol. 12, p. 228. El “Gran todo” viene de Árbol adentro, p. 172 = OC, vol. 12, p. 180; la referencia a la analogía viene de El mono gramático, Seix Barral, 2ª ed. (1ª: 1974), Barcelona 1988, p. 137 = OC, vol. 11, p. 518. 16 “Cuento de dos jardines”, en: Ladera este, Joaquín Mortiz, 1ª reimpr. de la 4ª ed. (1ª: 1969), México 1986, p. 130 = OC, vol. 11, p. 412. 17 “Más allá del amor”, en: Libertad bajo palabra, 1985, p. 119 = OC, vol. 11, p. 121. 14 15

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DIETA LITERARIA

Por qué mata el hombre es una reflexión amplia y documentada que se vale de fuentes relacionadas con la literatura, con la ciencia, con la historia para tratar de entender los motivos por los que los humanos asesinan. ¿Es una condición genética heredada de hace siglos? ¿Es el entorno el que propicia los escenarios donde se cometen los asesinatos? ¿Todos somos capaces de matar en determinadas circunstancias? Una de las ideas principales que recorre la obra, hace foco en la interacción entre las funciones cerebrales del comportamiento y el ambiente que propicia la explosión de la violencia. Si

TERCER ESTANTE

logramos hacer consciencia de esas funciones, de esos comportamientos y de los ambientes en los que se desarrolla, es decir, si logramos comprender la génesis del porqué los individuos cometen asesinato, podríamos, tal vez, contener ese impulso y vivir dentro de otras posibilidades humanas positivas. Con esta monumental obra, la doctora Teresa Waisman culmina un trabajo de muchos años de investigación en torno de la violencia y del asesinato para buscar la raíz de estas problemáticas. No es su intención poner punto final a la discusión sobre el tema, al contrario, libros como estos son los que siguen abriendo brecha en el arduo y difícil camino hacia la comprensión de nosotros mismos y los vínculos que nos unen y los que nos separan.

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Teresa Waisman


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Herbert George Wells publicó en 1898 La guerra de los mundos, novela que por primera ocasión pone a la humanidad a merced de una invasión extraterrestre y con ello se percibe el fin de nuestro mundo. La historia es narrada en primera persona por un sobreviviente de la invasión; esta técnica narrativa ayuda a que la historia cobre fuerza ya que lo narrado, se entiende, es de primera mano. Si bien treinta años antes Julio Verne ya planteaba la posibilidad de viajes fuera de nuestro planeta (De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna), H. G. Wells nos propone con su novela la posibilidad de que sean otros seres los que hagan el viaje a la Tierra, además de plantar cuestionamientos que tienen que ver más con la visión antropológica del ser humano y su comportamiento en el planeta Tierra. Tras la invasión, llega el momento de asombro ante la civilización más avanzada y surge la duda: si no fueron ellos, ¿seremos nosotros mismos quienes

Herbert George Wells

terminaremos con nuestra propia especie y con el planeta?

Cosa poco común en México es que una editorial tan grande como lo es Océano apueste por los relatos de ciencia ficción, específicamente ciencia ficción escrita en México. Para regocijo de los seguidores de este género de literatura, la editorial mencionada publicó Escenarios para el fin del mundo de Bernardo Fernández BEF. En esta antología de relatos cortos observamos la trayectoria y algunas de las temáticas que el escritor e ilustrador ha desarrollado en su carrera. Si el fin del mundo llegará algún día, qué mejor que enfrentar el tema desde la ciencia ficción para plantear esos distintos escenarios posibles. Por supuesto, no es sólo plantear lo posible, BEF también levanta la mano para arrinconar temas actuales, que están sucediendo, y hacer crítica sobre aquello que considera que debe ser mostrado y recordado.t

Bernardo Fernández

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INTERVALO

NARRATIVO

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La tea

Rolando Martiñá Fotografía: flickr.com/10636173@N02

En el oscuro y maloliente pasadizo, el hombre se agolpa con otros, siguiendo el fuego que se alza como guía. Cada vez más, se oye el rugido de las fieras, humanas y no humanas, sedientas de sangre, de diversión, de escalofrío, de catarsis… El trayecto no es muy largo, pero es como una eternidad, acompasada por el entrechocar de las cadenas y las dentaduras… Cuarenta generaciones más adelante, la misma tea, los mismos rugidos, casi el mismo lugar: la pira en Campo dei Fiori; los mismos rostros desfigurados por la crueldad y la urgencia del espectáculo. El hombre la empuña, pero ella es la protagonista que atraviesa el tiempo como si nada. Es la herramienta de los dioses, la Tea de Teo; de la supervivencia, de la pasión, de la venganza, del castigo, de la purificación por tanto pecado y tanta maldad. En ese largo viaje lleno de vicisitudes, en el que culpables e inocentes yacen juntos, entre esa masa enardecida y anónima, quiere distinguirse, quiere sobresalir, quiere ser agente y signo del destino. El pasadizo está a punto de desembocar en un horno de sol y arena. Un teatro como nunca se vio antes, se prepara para el espectáculo atroz, que nunca es suficiente… Ya puede atisbar a los leones… Y viaja cuatro mil generaciones hacia atrás, cuando la tea ya existía aunque no se supiera el nombre. Y las fieras amenazaban, como ahora, y él estaba sólo para defender a la primera familia de la historia, para lograr que sobreviviera, para lograr que todo lo demás fuera posible… La tea sigue su viaje olímpico. Y todo sobrevivió. Siempre está a punto de encender la hoguera en que arderá Giordano Bruno; siempre está a punto de apagarse, innecesaria ante el sol ardiente del Coliseo, siempre trata de convencerse de que las fieras retrocederán ante ella… Y sobreviven, sobreviven todos. El ignoto sobreviviente, el trémulo condenado y el verdugo cruel. Sobreviven. Y la tea sigue, de mano en mano. Y sobreviven. Del mejor modo en que pudieron lograrlo: conviviendo. En una Humanísima Trinidad. Dentro de cada uno. t

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INTERVALO

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Si en


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n 21 días… Javier Valdez Cárdenas Si en 21 días se acaba el mundo, volvería a la escuela primaria Sócrates para medir sus patios, patear un balón y atrapar las flores color crema, blanquizcas, amarillas apenas, mientras giran sobre su propio eje, al caer: me plantaría ahí, debajo de esos viejos brazos, de esas hojas fosilizadas, que nunca mueren, a esperar a que llegue el inmortal noviembre, y cazar las pequeñas flores, hasta hacer racimos de aromas y alfombras de pétalos. Regresaría a los escalones de la casa de mi madre, a ver cómo pasa la vida sin mí y la lluvia mojándome. Tan ufana, con mis vecinos, con quienes me juntaba en la tienda de la esquina, a tomar refresco y comer torcidos, luego del beis, del fut, de la rabia o el bote. Le reclamaría a mi madre por no haber vuelto a coger, después de que mi padre la abandonó. También que la amo. Y le cantaría esa canción de Napoleón: querría volver de nuevo/ a los brazos de mi madre/ bajo el pecho dolido/ de tanto amamantarme. También buscaría a aquella joven alta, frondosa y bella, que compartía conmigo el sánduich calientito, en los recesos de ese curso preparatorio, para el examen de la secundaria. Le diría gracias y me quedaría mirando su sonrisa de abril en enero y sus ojos de luna de octubre. Y que nunca la olvidé. Les diría a mis hijos y a mi esposa que estoy orgulloso. Que eso, todo lo vivido, incluido el alcohol y las navidades de ausencia y los gritos y llantos, es amor. Que han sido mi puerto seguro, mis asideros, el faro, la guarida, antorchas y nido frente a este terco abismo. Y me despediría de los muertos, los que duelen: les lanzaría un barquito de papel con algunos versos. Y soltaría los cadáveres instalados en mi pecho y espalda, en mis piernas y brazos, a la vera del camino, para que me dejen andar los últimos tramos y volver a cansar mis nalgas en los escalones de catedral, frente a un café, y la gente y la ciudad. Me despediría, como el caballero que no soy, de mis cafés, mis güisquis, mis rincones oscuros y solitarios, que nunca pude mantener oscuros ni a solas, en contra de mi voluntad. Les diría hasta luego a mis canciones, mis autores, mi libreta y mis fotos: un hasta luego con sabor sempiterno. Vencería mis insomnios a punta de chingazos con las teclas de esta máquina y reuniría a mis amigos, escasos, a los personajes de mis historias, que ha sido un gusto, un placer, un honor, haber compartido la mar, el naufragio, los días sin sol y los atardeceres policromos, y que ellos, a través de esas hojas paridas de tinta y sueños, sobrevivirán. t

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INTERVALO

NARRATIVO

La conquista Marcos Rodríguez Leija Fotografía: flickr.com/Dave Mathis

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INTERVALO

NARRATIVO

Ya no quedan ruinas de lo que un día construyeron los humanos. No hay vestigios que demuestren la existencia de aquella civilización. Soy el último habitante natural del planeta, pero este lugar ya no me pertenece. Ahora les corresponde a ellos. Lo tomaron por la fuerza con la intención de imponer su ley sobre nosotros. Vinieron del espacio y conquistaron la humanidad. A las mujeres se las llevaron lejos para hacer experimentos, para crear con ellas una raza

Ellos, los nuevos dueños del planeta, tienen nombres

inferior, seres deformes entre los que ahora tengo

raros, numerados, como si fueran una serie de arcai-

que convivir. Nuestros padres no pudieron evitar el

cas máquinas de cómputo. No tardan en venir por

rapto. Los que no murieron en la guerra contra los

mí para llevarme a la crujía de ensamble. Hoy es el

invasores sucumbieron en las fábricas, agotados por

último día del ciclo trimestral que rige el año. Me toca

tanto trabajar sin descanso, construyendo el cuerpo de

descansar 20 minutos. Después, a trabajar de nueva

nuestros verdugos y armando máquinas que vuelan

cuenta, a seguir armando piezas para artefactos que

más allá del cielo y regresan con mutantes que asegu-

vuelan y surcan el cielo, un cielo pardo donde la luz

ran ser los descendientes de mi especie.

solar un día ya no se vio.

Aquí ya nada queda. No hay casas, ni ríos, ni

El tiempo de descanso se me acaba. Lo peor de todo

árboles, ni animales. Antes de que nuestro feroz pro-

es que no podré morirme como algunos que tuvieron

greso avasallara la naturaleza, ellos la exterminaron

esa fortuna, antes de que nuestros conquistadores

por completo. Ahora no hay más que un vasto terri-

lograran reanimar los muertos, instalándoles alambres

torio desolado, de tierra agrietada y rojiza, sin calles,

y pedazos de metal cuando la piel se les caía al enve-

sin asfalto, sin perros muertos de hambre en las

jecer sus células. El día que me corté las venas y de

esquinas. Desde la celda en la que me encuentro

uno de mis brazos me arranqué la carne en un intento

recluido, observo a la distancia una llanura vacía de

de suicidio, me la reconstruyeron casi de inmediato

aquella gente lidiando contra el tráfico. Ahora soy

con una prótesis de material extraño. Cada vez que

el último de los esclavos de mi raza. Desde niño viví

veo mi extremidad, me siento menos yo. Entre más

aislado en esta misma celda en la que me encuentro.

me acerco a la vejez, más expuesto estoy a la recons-

Cuando llegué a la mayoría de edad, me forzaron a

trucción.

trabajar como a mi padre y como a los demás niños cuando crecieron.

Jamás pensé que llegaría un momento en el que anhelaría la muerte. Qué equivocados estaban aquellos que se criogenizaron y buscaban la vida eterna en nuestra sociedad. Vivir sin muerte es algo terrible. Yo, pronto seré reconstruido como muchos de los que no sobrevivieron a la esclavitud de un trabajo a marchas forzadas. Pronto seré mitad máquina y mitad humano, incapaz de morir. Seré un eterno esclavo. Tendré una sempiterna vida desquiciante, aterradora. Llegará un día en que no sabré ni lo que soy. t

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AUTOR: E. L. DOCTOROW TÍTULO: CUENTOS COMPLETOS NÚM. DE PÁGINAS: 457 FORMATO: 14X21CM

Este volumen reúne todos los relatos que Doctorow publicó en distintas antologías, obras imprescindibles para descubrir a uno de los autores que mejor supo reflejar la historia de los Estados Unidos. En su faceta como cuentista, Doctorow desarrolló un registro más íntimo, más próximo a la pequeña existencia de los personajes que a la gran historia global que imponen las culturas y los países. Nuestra edición será la primera (no existe otra en ningún país) en recoger todos los relatos de Doctorow en un solo volumen y este hecho ya la convierte en singular. La idea surgió del propio autor, que se implicó directamente en la edición. Lamentablemente, Doctorow murió mientras se corregían las pruebas de este volumen y ya no podrá recibirlo. Es un libro que valorarán especialmente los amantes de la buena literatura, pero que merecería ampliar al máximo su círculo de lectores, sobre todo porque su propuesta literaria no es en absoluto elitista. Al contrario, Doctorow se ocupa de temas y situaciones donde se reconoce el común de los mortales. «Fascinan, inquietan, seducen desde la ironía. Estos cuentos exhiben la milagrosa pericia narrativa de Doctorow.» (Los Angeles Times) «Hay pocos mundos en la ficción de lengua inglesa tan amplios, tan ricos y diversos como el de Doctorow.» (Juan Gabriel Vásquez, El País)

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Fantasma

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del pasado Giovanni Sandoval Arte: Manuel Le贸n Moreno

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INTERVALO

NARRATIVO Aquí estas de nuevo…

Emmm… ¿quieres tomar algo?… recuerdo que nos gustaba tomarnos unos vinitos

Silente y nostálgico… de vez en cuando… ¿recuerdas?… Moderado y cadavérico… Sí…, sí sé que recuerdas… Enjuto y frío… Bueno… no te oí… yo… me tomare un vinito… sé que Sé que me miras, aunque no me mires…

tengo una cajita por acá…

Sé que me oyes, aunque no me contestes…

¿Ves mi cuarto?… no es un hotel cinco estrellas como los que frecuentábamos…

¿Qué quieres? pero es tranquilo. ¿Qué buscas? Disculpa el olor… no abro mucho las ventanas… y salgo ¿En qué andas?

sólo a comprar vino,

¡¿Acaso no me puedes dejar tranquilo?!…

cigarros y pan… ¡ja! Ésa es mi dieta… vino, cigarros y pan…

Vienes aquí… al lugar que escogí para desaparecer… y no hablas…

Pero estoy tranquilo…

¡¿Quieres una disculpa?!

Tengo mi cama, una mesa, dos sillas y una radio… ¿qué más necesito?…

¡¿Quieres que me arrodille?! ¡¿Estás loco?! ¿Crees que necesito tu compañía?… Nooo, viejo amigo… ya no, te asesiné, ¿recuerdas?… Me duelen los huesos… ¡Claro que lo recuerdas maldito embustero!… Las articulaciones… Aún tienes el tajo que te hice en la garganta…, Las manos no me paran de temblar…

¿recuerdas?

A veces ni siquiera alcanzo a llegar al baño…

¡¡Claro que recuerdas!!

Tengo diabetes… ¿sabías?…

Si te desangraste hasta morir…

¡Je!… ¿cómo lo sabrías?… ni hablas, ni preguntas…

Una hora te desangraste…

Sí… diabetes… mi sangre se vuelve agua o algo así…

Sufriste como cerdo en matadero hasta que dejaste de patalear y te rendiste por fin…

Ya no se me para y ando gruñón todo el día…

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A eso vienes siempre, a recordármelo… ¡¡mira!!… soy de la vieja escuela ¿sabes? Aún recuerdo cómo usar un cortaplumas o un revolver…, lo sabes, ¿cierto?… Puedo hacerlo de nuevo, sabes que no me temblará la mano… Deja sentarme y mojarme el buche con un poco de este vinagre agrio… Yaaa… mejor ahora… este vino me ayuda a… disolver mis recuerdos… ¡Tú entiendes!… ¿Recuerdas nuestra juventud? ¡Ja! Éramos malos ¿ah?… Éramos como el «natre», teníamos dinero, mujeres y prestigio… ¡ja ja!... ¿Recuerdas?… ¿Recuerdas nuestro último trabajo?… ¡Claro que lo recuerdas!… Después de eso… te asesiné… aún lo recuerdo… ayer y anteayer y hoy… siempre lo recuerdo… como una maldición… ¡como un embrujo!… te sepulté lejos… me cercioré que murieras y que sufrieras… y luego te sepulté… sin lápida, sin cruz, sin nada… ¡¡como a un perro!!… ¡¡a ti, mi mejor amigo!!… ¡Te tenía envidia, weón!… eras bueno, eras inteligente, eras…

¿cómo

se

dice?…

moderado…

¡eso!…

«moderado»…., busqué mucho esa palabra hasta que di con ella… moderado. Nunca te emborrachaste… nunca hablaste de más… no empezabas peleas… pero no te quedabas… eras como un perro pa’ los combos… eras simpático… amable… la gente te quería… y la Charo te prefería… Sí,

la

Charito

te

adoraba,

estaba…

encantada

contigo… y a mí… nada… sólo era «el amigo» del buenmozo… Voy a mojarme el buche… hasta el fondo… Así que lo planeé todo…

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INTERVALO

NARRATIVO Después del asalto al camión de valores… nos fuimos a

Pero me di a notar… ¡¿tu cachay?!… ¡¡me asaltaron!!…

esconder a tu cabaña en el yeco…

me patearon en el piso, me sacaron la chucha, eran cuatro weones y yo borracho como romano no pude

Celebramos, bebimos… puse unas pastillas molidas en

hacer nada… me dejaron casi muerto, ¡pa’ la caga!…

tu trago… y bueno… esperé que te durmieras… Me dio sed… de nuevo… ¡je je! Y te dormiste… como un tronco… roncabas como locomotora…

Me arrastré como pude y con la ayuda de un weón en camioneta que pasaba… me llevó a la posta, donde me

¡¡Sabes que te respetaba!!…

dieron los primeros auxilios… perdón… sabes que fui militar y esas manías weonas de combate y del hablar…

En el fondo te quería… como hermano… como el

no se olvidan…

hermano que no tuve… Tenía tres costillas rotas, me rompieron el cráneo y el Por eso tuve que armarme de valor…

antebrazo derecho me lo hicieron mierda… me dejaron heridas en el estómago y el páncreas… quedé mal…

Una botella de whisky completa me tomé antes de

luego me fui a la pensión… y me acosté… y… no podía

degollarte…

levantarme…

Luego… no recuerdo mucho… pero, sí… que lloré

Días después golpearon a la puerta…, era Charito…

mucho mientras te desangrabas…

preguntaba por ti… dije que no sabía, que habías cruzado la cordillera… huyendo o arrancando de ella…

Luego te enterré… por allá… en el bosque, cerca del árbol del ahorcado… era julio, hacía frío y era de

Lloró por días, pero me ayudó a reponerme, cada día

noche… no como ahora… no, con esos fríos de hace

que pasaba mejoraba más… gracias a sus atenciones…

treinta años atrás… una mierda, no… sin estos fríos

y me fui encariñando… un poco más. Pero ella te quería

de los cambios climáticos… no, un frío de mierda

a ti… sólo estaba conmigo por estar contigo… no me

que me espabiló la borrachera… y yo como maceta

servía… yo la quería mucho y la quería conmigo…

de funeraria, casi intoxicado de borracho… y con miedo… no pude quedarme tranquilo hasta que no

No era feliz…

quedaras sepultado, bajo tres metros de tierra… muerto… y bien muerto…

Te extrañaba mucho y… sí, estaba arrepentido… y fue cuando empezaste a venir…

Luego volví como pude, tiritando de frío…, limpié el piso, eché cloro, enceré… quemé todo lo que nos

Te apareciste en la esquina borrosa del reflejo de los

relacionara… y enterré eso en el pozo negro… y ya de

espejos… en el sector más oscuro y lúgubre de la casa…

madrugada me dormí…

cuando estaba solo, en el baño o dormitorio… en mis recurrentes pesadillas… tenía la sensación que el olor de

No sé cuánto dormí, pero dormí harto…

tu perfume estaba en el ambiente…

¡¡Dos días dormí!!…

Me

empecé

a

sentir

perseguido…

observado…

acechado… Luego me fui… cerré todo, apagué todo… y me fui con la plata lejos… Y la disfruté…«bacilé» harto… Parrandeé, jaraneé y forniqué mucho… Todo lo mejor…

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Charito no aceptó mi amor y volvió a la capital…


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Quedé solo de nuevo… sin dinero… y físicamente

Eso quieres… sí, yo te asesiné… ya lo dije… y te

resentido…

enterré, dejé que te desangraras, sí… ahí está tu bendita confesión, ¿qué harás ahora?… ¿castigarme?,

Dejé el sur y volví a mi cabaña…

¿matarme?… ¡ya estoy muerto, amigo!… ¡ya estoy muerto!… morí el día que te degollé. Nunca debí

A mi bosque, a mi mar, a mi tranquilidad, a mi

matarte, pero me di cuenta tarde… lo sé…

soledad… A mi Yeco querido… ¿Qué?… ¿que si estoy llorando?… sí, a veces lo hago… Deja mojarme la garganta…..

estoy viejo… solo y triste…

Estoy… ebrio… de nuevo… parece… Y esta caja se

¿Y esa soga?…, ¿para qué?…, ¿quieres que pague por

acabó; abriré otra… ¡¡Je je!!

mis pecados?..., ¡¡ja ja ja!!... ya he pagado por años…

Y bueno….

Bien, te seguiré el juego… me tomo este vaso y…

¿Qué quieres?…

Ya… mejor… ¿en qué estábamos?…, ¡ah!… ¡Mis pecados!… sí, tengo varios, muchos, ¡je je!… Pero me

¿Tu

vida?…

mmm…

lamentablemente

no

puedo

arrepiento de uno solamente… ¡¡asesinarte!!…

devolvértela, lo hecho, hecho está… Así que tomaré la cuerda que traes… la pasaré por la Sé que fui cobarde, desleal y avaro… te asesiné a

viga, amarraré… así… Y todo terminará…

mansalva… pero es la ley de la calle ¿no?… quien a hierro mata, a hierro muere…

Tú observarás…

¡¡Pero tengo tu dinero!! Tu parte del botín, ¿eh?… ¿no

Espérame a donde estés, llegaré…

es eso lo que quieres?… a eso no vienes todas las noches… y te quedas mirándome con cara de weón y

Me subo a la silla… pero antes, pal valor… un

no dices nada…

traguito….

¿Una confesión?…

ya… amarrado firme a la viga, arriba de la silla…. a la una, a las dos y a las… t

PERIÓDICO SEMANAL

WWW.RIODOCE.MX 33


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El dĂ­a que se extingan nuestras conciencias Carlos Priego

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INTERVALO

NARRATIVO

¿Cómo podría escribirte estas letras, mi gran amor, si no poseyera conciencia? No podría simplemente imaginarte en un acto amatorio, como aquella noche en que ambos fuimos uno, escapando de la realidad en la cual fuimos consientes; escapando de tu vida y yo de la mía; huyendo de los motivos por los cuales no podemos estar juntos, aunque juntos estuvimos deslizándonos en besos y caricias permanentes hasta el amanecer. Durmiendo adyacentes una noche que fue eterna, noche de risas y voces al oído, noche de besos cautivos y versos confesores, los cuales no puedo borrar aún en el presente. La conciencia me advirtió percibirte; temblorosa y

No podía concebirte como una mujer trivial, rodeada

angustiosa por volvernos a hacer el amor; tímidos

de los repetitivos acontecimientos de la rutinaria gente.

por la desnudes de las almas flagrantes, pero

Sería vulgar llenarte de utensilios y rodearte de banali-

efusivos ante la visión de quienes contemplaban

dades glamorosas, si en nuestras charlas aparece

el romance que proyectábamos en el candelabro

desbordada la loca conciencia de parrafadas inspira-

pasional multicolor. ¿Cómo no iba a caer presa de

das en la explosión abstracta de los ideales que

tu dulzura incandescente que repetía con gemidos

proyectamos. O la inconciencia de desear poseerte

estruendosos la posibilidad de desnudarte a besos?

hasta el cansancio; hasta el infarto de mi diminuto

¿Cómo poder construir de nuevo la concupiscencia

corazón humano que se coloca entre vida y muerte

del concepto amor, si en cada palabra, suspiro

tras el éxtasis de tenerte sobre de mí. Sometido ante

o

e

tu fragancia, obediente entre tus muslos y tu cabello

irreverente, capaz de arriesgar todo y dejar nada a

castaño te posiciono como la meretriz de mi sin

la imaginación?

razón, como el rosario de mis devociones carnales

mirada

proyectabas

aquella

locura

mutua

y espirituales, aunque yo juegue a filosofar y tú deambules por el naturalismo del alma. Creo que la locura de tu personalidad me ha llevado a perderme de todo, no recordar mis amores pasados, esos que diluye la conciencia, estrangulándolos de la realidad que posiblemente no existió, como todo lo que deja de existir al no pensarse nunca más. La magnificencia de tu locura desorientó mi sentido; a través del cristalino de tus ojos de botón pude ver la necesidad de no perderte. Aunque el designio circunstancial nos llevara a distancia, el imaginario de mi conciencia te mantendrá intacta, como la nota musical que jamás se olvida, o como el incandescente rojizo de tus mejillas después de una argüida batalla entre cuerpos humeantes, al compás del atardecer en una colonial habitación oculta.

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Para que mi conciencia no te olvide cuidaré de ti noche y día, te haré el amor cada que lo pidas, porque entre tus caricias me ratificas la idea de que estamos vivos; llenaré de colores tus mejillas para combinarlo con el enrojecido tono de tu sentir al escapar de la realidad junto a tus labios, ardor y

demencia

que

ambos

poseemos,

esa

divina

enajenación que nos mantiene juntos. A pesar de las circunstancias y de las posibilidades, te ofrezco mis letras y mi sentir, el desfiguro de mis reflexiones y la pasión que provocas con el solo hecho de verte sonreír. Por favor, no dejes de llevarme en tu conciencia,

Que la conciencia que posees te lleve a no olvi-

como aquellas charlas de tus labios, llenas de fulgor

darme, porque ante el olvido de tus recuerdos estaré

y el parafraseo elocuente de tus pensamientos. Te

sin vida, a pesar de que sea continuo el latir de mi

pido no abandones de mis ojos tu bella sonrisa,

corazón… t

aquella pieza de simpatía que revela su esbozo permanente. No dejes de llevarme en tu sentir, en tus imágenes, en aquellas canciones que me dedicas y me conciben recordarte cada que las pongo sobre mi oído. No olvides celarme ante la posibilidad de mi abandono; por pensar que te olvido, has olvidado que no formas parte de mi olvido. Absuelta, mi conciencia te lleva como la radiante ira de tu enojo cuando discutimos, cuando mostramos rabia por poseernos y acabar entrelazados entre gotas de sudor. Tal vez no estemos nunca juntos como aquellas parejas triviales que legitiman su pasión con hojas de papel tapiz, ante la tinta que se diluye y ante las miradas que se extinguirán, pero prometo llevarte en las ideas, en el inicial pensamiento matutino y sobre la última exhalación de mi ser. Mantendré intacto el sabor de tus labios en el ánfora de mi pasión, cuidaré lo cristalino de tu mirar ante el recuerdo de tenerte a mi costado, pidiendo que la noche fuera eterna, como eterna es la posibilidad de que desaparezcamos en la ciudad de los acueductos, cómplice de nuestras pasiones y el romance profuso de dos almas encantadas.

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Los días contados

Agustín Aguilar Tagle Fotografía: flickr.com/pimthida

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NARRATIVO ¿Qué es, pues, el tiempo? ¿Quién podrá explicar esto

veces, sin embargo, la muerte es necesaria para vivir

fácil y brevemente? ¿Quién podrá comprenderlo

un poco, para tocar el mundo: no sus signos sino el

con el pensamiento, para hablar luego de él? Y, sin

mundo, no su piel sino el mundo, no sus sombras, no

embargo, ¿qué cosa más familiar y conocida men-

sus reflejos: el mundo. Tocarlo sólo y mirarlo desde la

tamos en nuestras conversaciones que el tiempo? Y

más placentera, indolente y vegetal de las oligofrenias.

cuando hablamos de él, sabemos sin duda qué es,

Tocar el mundo sin descifrarlo, como un niño que

como sabemos o entendemos lo que es cuando lo

bebe la leche de un monumental y estupefaciente

oímos pronunciar a otro. ¿Qué es, pues, el tiempo?

seno cósmico. ¿En dónde? En la idiocia del amor,

Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero expli-

en el estupor místico de la fe y en la contemplación

cárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Lo que sí

catatónica de la belleza. Busco la realidad a través

digo sin vacilación es que sé que si nada pasase

del desapego: develar el instante, atrapar el presente,

no habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no

dejarlo ser, limpiarlo de señales e impedir que

habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría

pasado y futuro lo devoren, con la tanta hambre que

tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos, preté-

tienen de significados. Más acá de la muerte, en el

rito y futuro, ¿cómo pueden ser, si el pretérito ya no

río de la vida, no es posible el desapego. Al igual

es él y el futuro todavía no es? Y en cuanto al pre-

que no podemos en absoluto representarnos objetos

sente, si fuese siempre presente y no pasase a ser

espaciales fuera del espacio, ni temporales fuera del

pretérito, ya no sería tiempo, sino eternidad. Si,

tiempo,

pues, el presente, para ser tiempo es necesario

alguno fuera de la posibilidad de su conexión con

que pase a ser pretérito, ¿cómo decimos que existe

otros. Puedo representarme el objeto en la trama del

éste, cuya causa o razón de ser está en dejar de

estado de cosas, pero no puedo representármelo fuera

ser, de tal modo que no podemos decir con verdad

de la posibilidad de esa trama. Lo peculiar carece

que existe el tiempo sino en cuanto tiende a no ser?

de lenguaje, afirma Harry Monchensey al llegar a

tampoco

podemos

representarnos

objeto

Wishwood. Oigo el pasado como un murmullo de

San Agustín, Confesiones / Libro XI / Capítulo 12

pueblos hechos de palabras. Oigo el pasado como una voz en el desierto: algo, como un delgado velo que deambula por ahí, en espera del recuerdo. El

Vuelvo sobre mis pasos, pero no sé qué busco

recuerdo, como el deseo, es un tranvía sin horario. De

al hacerlo. Las palabras me asaltan en parejas,

pronto, el tranvía aparece, caprichoso y destartalado,

como deseosas de explicar el viaje: confesión y

en el yermo escenario de lo que ya se fue, donde

exhibicionismo, nostalgias y curiosidades, vergüen-

sólo queda desolación, mudez, ausencia. Entonces,

za y orgullo, pasiones y repulsiones. Las palabras,

un pedazo de ayer, una ilusión, logra subir y viajar a

únicas criaturas capaces de regresar el tiempo,

este preciso instante, que ahora mismo ya no es (en su

de hundirse en él, de visitar sus orillas y sus acanti-

lugar sólo queda otro jardín de metáforas). La historia

lados, de devolverlo íntegro y en esencia, de tocar

es un espejo y también una fuente, cuyo surtidor (si

su médula. Pero son tan difíciles de atrapar, las

sopla el viento) moja un poco la vida y nos alivia de

palabras. Bien miradas, ellas —las palabras— son

esta seca angustia que es no conocer el sentido de

la causa del viaje y el viaje mismo. Y al final de la

las cosas. Escribo para observar los últimos días del

travesía, las palabras. Porque donde no hay pala-

mundo y mirarme en ellos, a sabiendas de que, luego,

bras no hay pensamiento, donde no hay palabras no

segundo a segundo, se integrarán al paisaje que brota

hay memoria, no hay más que ese delgado hilo que

constante a mis espaldas.

nunca hemos visto, que no conocemos, ese instante milimétrico que llamamos presente. Donde no hay

Soy el que me recuerda, y sé que mañana, si aún

palabras, no hay atrás ni adelante. En resumen,

estoy vivo, contemplaré con ternura y con extrañeza al

donde no hay palabras no hay dolor, porque no hay

que ahora escribe. t

mito. Donde no hay palabras no estoy yo, sólo el silencio. El silencio me niega, muero en el silencio. A

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AUTOR: PABLO RAMOS TÍTULO: LA LEY DE LA FEROCIDAD NÚM. DE PÁGINAS: 320 FORMATO: 14X21CM

El tema de la muerte del padre recorre la historia de la literatura desde Hamlet hasta La invención de la soledad de Paul Auster o Patrimonio de Philip Roth para hacernos reflexionar sobre cómo la densa y perturbadora sombra del finado decide el destino de su hijo. En La ley de la ferocidad Gabriel regresa al barrio de su pasado tras recibir la noticia de la muerte de su padre. Le espera un velorio de dos días con sus noches, el reencuentro con su familia y con sus exmujeres; y también una recaída en todo aquello que había provocado su marcha: el alcohol, la cocaína y el sexo ciego. La redención llegará a través de la escritura, que acabará por purificarlo a golpes, sin tregua y con ferocidad. «Una gran novela que revela cómo Pablo Ramos se ha hecho un escritor. Para beberla de un trago.» Patricia Somoza «Brutal, escueto y honesto como el que más, Ramos es una de las voces fundamentales de la narrativa argentina contemporánea.» Juan David Correa Ulloa

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INTERVALO

NARRATIVO

Deconstrucci贸n

Gabriela Fonseca Fotograf铆a: Travis Stevens

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NO CAIGAS EN ESA FORMA DE MELANCOLÍA Y HUYE DE LOS MUNDOS FALSOS Y PEQUEÑOS. INTENTA, SI PUEDES, LLEGAR AL MUNDO REAL.

Irene Gracia El coleccionista de almas perdidas

Qué final anticlimático con 21 días de anticipación. Qué apocalipsis de aburrimiento. Humanidad impre-

Lo único que escucho es el incesante canto desde una

sentable. No sé qué esté ocurriendo afuera. Sim-

iglesia vecina. Quizás ahí estén todos.

plemente, como cualquier fin de semana, en que nunca salgo, me aseguré de tener provisiones para encerrar-

Y eso me refrenda, por alguna razón, que siempre supe

me en este departamento que todavía no acababa de

que mi fin sería solitario. El amor es falso, la familia

pagar y que ahora ya no importa.

es un secuestro, mi pasión nunca estuvo vinculada al cariño ajeno.

Aprovecho para enviar mis mejores deseos a la hipotecaria y al banco e informarles que mi deuda y la

Eso merece una explicación de múltiples incisos. Un

del resto de la humanidad se ha cancelado. No lloren

análisis de cada elemento de mi retórica.

porque ahora el dinero vale un pepino. Así fue siempre la vida, inocentes usureros.

1)

Aunque sospecho que hubieran preferido un

varón, sé que fui una niña deseada. Prueba de ello es Debe haber gente que decidió cumplir sus sueños, o

que me precedieron numerosos abortos espontáneos, y

terminar todo antes de tiempo, pero seguramente la

el que mis padres ya habían comenzado trámites para

mayoría decidió, reunirse con sus seres amados y no

adoptar. Con esto desapareció el temor de no tener hijos

volver a separarse de ellos, perdonar todo. También

y me logré yo. Significa que mi nacimiento fue el final

debe haber un número importante de orgías, o al

de una cadena fúnebre de no nacidos y un huérfano

menos, un continuo fornicar con el ser amado o lo que

que probablemente se quedó así, huérfano.

se le parezca. Siempre fue el mejor de los pecados, el más sanador de los vicios. Y seguro que, a nivel

2)

especie ni siquiera fuimos buenos en la cama.

haber matado o dejado lisiada y sin habla. Recuerdo

A los tres años tuve un accidente que me pudo

que me miré en el espejo y lloré al verme unas hilachas Como dije, lo mío fue encerrarme en el único hogar

horrendas brotarme de la barbilla y que eran puntos de

que tuve, en el único que me sentí a salvo. Quiero

sutura. Papá siempre se sintió culpable del accidente,

evitar el tránsito.

que se debió a su impaciencia y frustración. Siempre que me veía, ya de adulta, una o dos veces al año, me

Tengo seres queridos, pero todos ellos tienen –tenían–

sobaba el principio de la papada para sentir la cicatriz.

otras prioridades. No quiero despedidas. Desconecté el teléfono y dejé descargar el celular en el momento

3)

Nadie sabe qué pasó un año después, pero

en que decidí trancar mis puertas y ventanas por si

dejé de hablar. Mutismo selectivo. Hablaba con las

las dudas. No sé para qué el aviso ¿no se trataba de

mascotas y con mis juguetes, pero ignoraba a los seres

que sufriéramos el fin, que nos arrepintiéramos, que

humanos.

prometiéramos cambiar si se nos daba más tiempo? ¿No bastaba para eso un día de anticipación, un par

4)

de horas... diez minutos?

en la escuela, donde permanecí con la boca cerrada

Mi silencio para con mis semejantes terminó

incluso cuando mis compañeros cantaban acompañados Siempre que leí, subrayé los libros con lápiz. Me gus-

del piano de una mujer gruñona. Un niño y yo peleamos

taba pensar que al ser anciana me hubiera gustado

por el crayón color carne. Él me rompió el dibujo, yo le

releerlos todos con una goma y borrar de ellos mis

mordí la mano hasta hacerlo sangrar. En el rincón del

huellas y dejarlos vírgenes para alguien más.

castigo se me oyó hablar de nuevo, pidiendo perdón.

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INTERVALO

NARRATIVO 9)

Sobre el punto anterior, estarás de acuerdo

Me regresó el habla, pero no necesariamente

conmigo: no te vas a poner a bailar encima de un

escarmenté. En segundo de primaria tuve mi primera

hormiguero, por más que el mundo se vaya a acabar

pelea a golpes con una niña que aterraba a todo el

mañana, ¿cierto?

5)

grupo. Nos peleamos por un libro. Me lo aventó a Dos años después se pagó el precio de esa

la cara y me lastimó, por lo que me le fui encima.

10)

Rodábamos por el suelo tratando de matarnos. La

traición. Un maestro hacía rondas por los salones

maestra intentó separarnos pero no pudo. Corrió al

del colegio buscando a adolescentes lujuriosos; me

salón de junto y pidió ayuda a su colega y entre las

encontró en el laboratorio de química robándome

dos finalmente lograron separarnos. Nos fuimos a la

cosas peligrosas: ácido, cloro, bisturíes. No recuerdo

dirección cubiertas de rasguños. No pedí perdón.

haber tenido un plan claro. La policía intervino. Un hospital de niños locos también.

6)

Hablo de “mi primera pelea a golpes” porque Gran verdad que ahora no le sirve a nadie:

estoy segura de que he tenido más de éstas que el

11)

varón promedio de clase acomodada y que no se

muy pocas no se resuelven subiéndose a un avión. A

dedique a las artes marciales. A los dieciocho años

los dieciocho años gané un intercambio para estudiar

le rompí la costilla de una patada en el pecho a un

un año de preparatoria en Gran Bretaña, con ayuda

amante que insistía en hacerme cosquillas y decirme

del maestro que me encontró en el laboratorio de

que me iba a ir al infierno por “seducirlo”. A los

química. A veces la persona que no es nada tuyo, que

diecinueve años trabajaba como voluntaria en un

no siente nada por ti, a la que ni siquiera le agradas,

albergue tras el terremoto de 1985 y descubrí que

es la mejor habilitada para salvarte.

otro “voluntario” se robaba los donativos de ropa y Mi primer amor me mintió. El segundo quería

zapatos que nos hacían las fábricas. A los veinte años,

12)

nos emborrachamos en una casa de campo prestada.

que viviéramos juntos cuando yo apenas comenzaba

Una amiga mía estaba inconsciente en una cama y un

a estudiar la carrera. Con el tercero me comprometí

fulano de la fiesta le agarró una teta sin pedir permiso.

desde los veintiún años porque pensé que nadie más me iba a volver a querer. Además, se trataba de un

Mi última golpiza no cuenta porque fue knock-

hombre que no quería tener hijos. Yo decidí que nun-

out para mí. Me asaltó un drogadicto cuando recién

ca sería madre a los catorce. ¿Se acuerdan de que me

me había mudado a este departamento. Enfureció por-

traicionó el mundo y que nadie sabrá nunca cómo?

7)

que no tenía dinero. Se me acabó la rabia que me Ese matrimonio duró mucho pero acabó mal.

había mantenido a salvo de vergüenzas en el pasado.

13)

Se acaba el mundo pero igual yo me estaba haciendo

Veintiún años sin contar los dos de noviazgo. Veintiuno.

vieja.

Ya parece número cabalístico.

8)

Mi niñez, un aburrimiento tan largo como el

14)

Y fue a los veintiún años cuando vi morir a

temor a la vejez, terminó de golpe a los catorce años.

alguien. Mi novio estaba en su casa recuperándose de

El mundo me traicionó y me entregó a las manos de

una operación del brazo. Decidí darme el día libre de

un hombre sucio. No, no es lo que están pensando.

la universidad e ir a pasarlo con él. Caminaba por la

Acepté y volvería a hacerlo. Era imposible vivir con

calle, enamorada, seguramente con algún caminadito

la alternativa. Cuatro personas saben lo ocurrido.

ridículo cuando antes de dar la vuelta en una esquina

Dos están muertas. Siempre dije que hablaría de esto

escuché algo pesado azotar contra el pavimento. Sólo

cuando muriera el testigo número de tres lo cual, todo

tuve que dar dos pasos más para verlo, para que

indica, ocurrirá pronto, pero ni así puedo decirlo.

estuviera a mis pies. Un hombre se había caído de un

Quizá el asunto ni siquiera es tan fuerte como siempre

poste de electricidad. No sé si recibió una descarga

creí. No me morí por eso.

o si simplemente se había caído pero agonizaba de espaldas tirado en la calle. La vida se le escurría por los ojos entrecerrados. Jamás en mi vida sentí algo tan

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agobiante y bello. Algo que me obligó a arrodillarme junto a ese hombre que no era nada mío y tomarle la mano antes de que los curiosos se juntaran a su alrededor. Por él sé que el alma existe aunque no

19)

También él tiene –tenía– otras prioridades.

o transmigra, o reencarna o nada de esa mierda. Sólo

20)

A los treinta y tres años mi aparato reproductor

sé que existe.

empezó a pensar por sí mismo y a querer llenarse de

haya creído en nada más. No sé si el alma es divina

piel hermosa y huesecitos; de algo que años adelante Ver a alguien morir. Muchas cosas me desfi-

estaría ahí. Algo que hoy estaría aquí, quizá a punto de

guraron antes y después de eso. Pero esa sí me la hizo

mirar el final conmigo. Empecé a analizar mis opciones.

buena. Si ya era rara antes eso me acabó de joder el

Mi marido no me gustaba para padre de mi hijo, porque

interior. Empecé a escribir; a escribir de muertos, de

precisamente lo escogí por su falta de ganas y potencial

fantasmas, de niños sin alma, de almas sin cuerpo,

para la paternidad. Podía inseminarme de un donador

de almas en pena, de seres perdidos, de la humani-

o embarazarme a la manera tradicional de alguien a

dad condenada, de la ira que es un caudal que me

quien no volviera a ver, podía ser la madre de alguno

ha llevado más lejos que cualquier ambición. También

de mis amigos homosexuales que querían ser padres.

escribo del final de las cosas. De una u otra forma,

Cuando una persona quiere tener un hijo su nivel de

creo que todos lo hacemos.

esperanza y confianza llega a extremos de éxtasis, y

15)

de ese estado de gracia dependió la humanidad duY lo sé porque mientras lo veía morir, sentí

rante el último par de siglos. Por alguna razón tener

cómo su alma lo dejaba desamparado, y entonces es-

una familia nuclear y feliz nunca se me ocurrió. Al

cuché a la mía gritar.

cabo de unos meses las endorfinas se me acabaron, la

16)

esperanza se me cansó y volví a ser yo. El recuerdo de 17)

Hubo acercamientos con la maternidad. Por

la traición me hizo ver la realidad otra vez.

un lado, esos pequeños terrores hormonales en que todo indica que por descuido o pese a las precaucio-

21)

Mi resentimiento me impidió ser religiosa. Me

nes existe un embarazo y eso te obliga a aquilatar

negué a cualquier divinidad por rencor y enojo desde

la decisión que tomaste cuando decidiste no tener

que me topé con todo lo que estuvo mal. Sin embargo,

hijos. Nunca le dije nada al primer “papá” porque

me negué y me niego a ser el centro de mi propio

era compañero de la preparatoria y lo acababan de

universo. Navegué por la vida arropada por una serie

expulsar del colegio. El segundo “padre” fue el hombre

de supersticiones varias, rezándole a nadie, pidiendo

con quien me casé que me iba a acusar de abusiva si

deseos y eligiendo siempre lo que me dejaría más sola.

me embarazaba. El tercero fue un amante con edad

Pero tuve demasiadas ventajas, demasiada pasión y

para ser mi hijo (aún en esta cultura, no hablo de esas

demasiada belleza como para ahora considerarme una

en que las niñas se embarazan a los trece). Me lo me

víctima infeliz. Ustedes, todos los que se irán de aquí

agencié después de divorciarme.

jurando que no tienen arrepentimiento y que vivirían su vida exactamente como la vivieron, los felicito, pero

Después de un matrimonio tan largo que

a lo mejor algunos de ustedes son algo imbéciles. Yo

aunque el mundo siguiera no me iba a dar tiempo

cambiaría mil cosas de mi vida. Enmendaría cada una

de tener otra relación de tantos años tenía que sentir

de mis decisiones estúpidas, dulcificaría cada uno de mis

algo. Sentí alivio porque el puto matrimonio ya era

exabruptos, le daría la espalda a la ira, huiría a tiempo

una pesadilla. Sentí felicidad porque aunque era ine-

de todo lo que me hizo daño. Aún así agradezco cada

vitable sentir que desperdicié mi vida, estaba claro

segundo que he tenido, cada traición, cada muerte y

que también la podía haber desperdiciado toda hasta

cada alma descubierta. t

18)

los ochenta años. Así que hubo varios nadies, hubo un par de álguienes y al final hubo otro alguien. Alguien que sé que dondequiera que esté no le teme al fin.

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INTERVALO

NARRATIVO

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La casa


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a de Elif

Gabriel Juan

FotografĂ­a: Jim Hickcox

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INTERVALO

NARRATIVO

Antes de que todo sea nada, encontraré la casa de Elif En una escena de Las metamorfosis, Ovidio narró

Llegamos y estacionó el auto junto a la acequia. Le

cómo Apolo se había burlado de Eros al verlo con un

pedí que me esperara ahí.

arco. “Dime, joven afeminado: ¿qué pretendes hacer con esa arma más propia de mis manos que de las

–No olvide la llave –me dijo el vendedor de la

tuyas?” En venganza, Eros disparó dos flechas. La que

inmobiliaria, mirándome a los ojos.

tenía punta de oro alcanzó a Apolo. La de plomo, a Dafne. Así fue que el dios que venía de dar muerte

Yo le mostré la que él me había entregado, a la vez

a Pitón en el Parnaso, quizá el más temido por los

que introduje la mano libre en el bolsillo del saco

otros dioses después de Zeus, comenzó una carrera

de pana. Sentí el hierro frío. Y pelusas de óxido

apasionada para poseer a la ninfa. Y la alcanzó, pero

acumuladas en el forro interior. En Blanco Encalada

Dafne ya se había convertido en un árbol de laurel.

el invierno cubría el pasto duro y amarillo, casi lo único que dejaba crecer el suelo de piedra, con una

¿El mito daba cuenta tan solo de la historia de un dios

cobertura gruesa de hielo. Patiné en el rellano de

arrogante y de la venganza del otro, herido en su

ingreso a la casa. Un árbol de laurel con una vid

amor propio? No lo creí entonces, frente a la escultura

joven enredada en su tronco evitó mi caída. Debí

en la Galería Borghese.

regresar. No lo hice. Entré y cerré con llave. Espié por el ventanal, el vendedor seguía en el auto de

¿Qué pensaba ahora que había encontrado la casa de

cuyo caño de escape salía humo blanco. Caminé

Elif?

hasta la biblioteca. Busqué, como en las películas de espías, algún botón o palanca que moviese el

Ayer la visité por primera vez. Le dije al vendedor de

bloque de madera y mampostería. Lo encontré debajo

la inmobiliaria que quería volver, y que la próxima vez

del último estante. Tiré con fuerza. Escuché el ruido

entraría solo. “Eso no es posible. Debo acompañarlo

instantáneo y las cadenas del engranaje. Mi corazón

y cuidar…”. “Lo único que usted debe cuidar –lo

bombeó sangre extra, un alud en mi cabeza. La puerta

interrumpí– es que yo me decida a comprar la casa.

escondida era de estilo medieval. Introduje el hierro

Por el tres por ciento de su valor tengo ese derecho”.

largo y oxidado en la cerradura. Mis manos estaban

La construcción era moderna y contrastaba con la

manchadas. La puerta conectaba a un hueco en el

antigüedad de la montaña: tres cubos yuxtapuestos, el

piso. ¿Qué esperaba encontrar en el sótano de la

living comedor, una cocina y un escritorio, y un cuarto

casa de Elif? ¿O era la de Beatriz Viterbo? La bomba

cubo superpuesto a los otros tres, el dormitorio. Todos

se sobreexigió porque recordé los dedos de uñas

tenían ventanales de piso a techo con vistas al predio

largas como garras. Otra vez pensé en volver sobre

de dos hectáreas y a la precordillera. Al fondo, el

mis pasos, en desandar el camino, pedirle disculpas al

cerro Tupungato y sus nieves de siempre.

vendedor de la inmobiliaria… cuando la escuché.

En el interior se me cayó la bufanda. Al agacharme para recogerla creí ver la mano de una mujer con dedos de uñas largas la cual, tras mi parpadeo, desapareció. En su lugar había una llave, justo debajo del último estante de la biblioteca empotrada. ¿Qué había detrás? ¿Qué mujer podía vivir detrás de esos muros? El vendedor de la inmobiliaria no lo advirtió. ¿Simuló? Recogí la bufanda y la llave. Era un hierro largo y oxidado. “Me gustaría volver mañana, con mejor luz”, le dije con voz clara para que ella me escuchara.

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–Puedes bajar, si lo deseas.


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–¿Puedo? En cuestión de horas será “mi casa” –no

Seguí. Caminé hasta que mis tobillos se doblaron

respondió–. Además, no hay escalera.

como láminas terciadas. Hubiese querido ser como un halcón en busca de su presa, tal como estaba

–Salta.

representado en el Claustro de Silos. Pero fue ella quien volvió hasta mí. Me arrodillé. Ella también, sin

Salté. El submundo estaba iluminado por un sistema

tocar el piso. ¿Me creyó indefenso? Su cabello olía a

que desconocía. No había cables ni lámparas; la

uvas. Lo tomé con fuerza.

claridad brotaba de las piedras como si estuviesen recubiertas por un manto mineral todavía ignorado

–¿Por qué escapás de mí?

por el mercantilismo. Estaba desnuda. Su piel era traslúcida. Sus ojos brillaban como los de un animal en

–Ya lo sabes.

la noche. El pelo morado era larguísimo, deduje que no se lo había cortado en siglos.

Pero yo no era halcón ni ella liebre. Me miró con tristeza. Movió la cabeza en señal negativa. Me faltó

–¿Cuánto tiempo hace que estás encerrada?

¿Qué edad tenés?

el aire. Sin quererlo la solté. Sentí el estrépito de la puerta medieval que se cerraba y alguien que daba dos vueltas de llave y el engranaje. Me senté sobre el

–No estoy encerrada. No sé lo que es la

edad.

hierro que se internaba hacia el interior de la tierra. Me vi desnudo sin laureles. Esperaría a que regresara. Deseé que lo hiciera por las entrañas de oro de la

Moví mis brazos hacia ella. Retrocedió. Trastabilló

tierra y no por la puerta medieval vestida como la

con un caño de hierro grueso que continuaba hacia

nueva compradora de la casa. Ya terminaría el tiempo

el interior del túnel, pero no cayó, flotó, parecía un

de las puntas de flechas. t

niño en agua salada. Me preguntó qué hacía. Le dije que quería rescatarla. “¿De quién?” Volví a estirar mis brazos. Ella giró y huyó como una liebre. Estaba en su territorio. Corrí tras ella. Me tropecé con algo. No, alguien me había tomado de los tobillos. Caí al piso. Alcé las manos en adoración y vi los cortes, las llagas abiertas provocadas por las cuchillas de los bordes. Giré y me pareció ver al vendedor disfrazado de linyera que se reía debajo de una barba sucia. Me incorporé. Ella corría descalza sin tocar las rocas filosas. Saltaba los caños de hierro con apertura de bailarina hasta que se internó en un recodo, en el interior de la montaña subterránea. Arriba, en el mundo que moría, debían estar las dos hectáreas del terreno y los cubos modernos de las dependencias de la casa. Y el laurel con su vid enrollada al cuello. Más allá, en la ruta de acceso, el vendedor de la inmobiliaria adentro del auto protegiéndose del frío.

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