ÍBER. Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia

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Acercamiento a la historia reciente a través del teatro español posterior a 1975

tica y reivindicación de la memoria de libertad. Del segundo, Bajarse al moro (1985), un retrato social que habla de una sociedad española transformada, en la que se muestran formas de vida alternativa. Y del tercero, ¡Vade retro! (1982), un juego dialéctico que juzga la formación moral de ciertos sectores de la sociedad y la mezquindad que se puede ocultar tras los grandes ideales. Para conocer el ambiente teatral, en particular, y cultural, en general, del momento se recomienda la lectura, al menos en parte, de Tan lejos, tan cerca, libro de memorias de Adolfo Marsillach (1928-2002). Autor de teatro, además de actor y director, tuvo responsabilidades de gestión pública, y a él le son atribuibles la creación de la CNTC, el Festival de Almagro y la consolidación del CDN. Estuvo en el centro del panorama cultural de la época y sus testimonios no sólo se exponen con una muy divertida ironía, sino que son acerados y muy ilustrativos.

Las propuestas dramáticas desde finales de siglo hasta hoy (19962011) Si algo caracteriza al teatro de mediados de los años noventa y del arranque de siglo es que le tocó vivir su «penúltima» crisis. Hay que destacar que las gentes de teatro aseguran estar en crisis permanentemente desde los tiempos de Plauto, y que las suyas no coinciden necesariamente con las crisis económicas o los ciclos. Hoy, cuando se nos asegura que padecemos la crisis económica más severa desde 1929, cabe ver con cierta sorpresa cómo los teatros tienen en general una afluencia de público más que razonable, y en algunos casos se llenan día tras día, sobre todo en los espectáculos más caros, como son los musicales a la americana, que están viviendo una edad de oro en los teatros de Íber Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia | núm. 71 | abril 2012

las grandes vías urbanas de Madrid, Barcelona y otras capitales. A mediados de los noventa se detectó una crisis por disminución notoria del público en las salas. En 1996, el entrante gobierno de la derecha, caído en la cuenta de tal situación, propugnó una política de estímulo que cambiaba sensiblemente el modelo de tratamiento público del hecho teatral. Consistía en reducir (no eliminar) las subvenciones a las producciones seleccionando cuidadosamente cuáles habrían de ser las beneficiarias. Y sobre todo, la promoción del mecenazgo a base de ventajas fiscales. Como la ejecución de las políticas culturales corresponde a comunidades autónomas y ayuntamientos, unos siguieron las recomendaciones y otros no, en función de presupuestos y signos ideológicos. Allí donde se siguieron, la retracción de recursos públicos en pro de los privados, no impulsó la movilización de estos, y el resultado quedó en un adormecimiento finalmente removido por la eclosión desde abajo de las salas alternativas. El fenómeno se manifestó como una versión moderna y mejorada de los teatros independientes, a los que aventajan sobre todo en contar con un recinto base donde producir, ensayar, y, en muchos casos, instaurar escuelas de enseñanzas teatrales. En Madrid, la Sala Cuarta Pared o la Sala Triángulo, o en Barcelona la Sala Beckett son ejemplos del éxito de la fórmula, que hoy permanece con renovado brío. Entre 1995 y 2005, estos teatros, de pequeño A mediados de los noventa se detectó una crisis por disminución notoria del público en las salas. En 1996, el Gobierno entrante propugnó una política de estímulo que cambiaba sensiblemente el modelo de tratamiento público del hecho teatral

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