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Guarda anterior: Anna Atkins, Sargassum plumosum (detalle), 1850, cianotipia sobre papel, Nueva York, The New York Public Library
Guarda posterior: Anna Atkins, Cystoseira granulata (detalle), 1843, cianotipia sobre papel, Nueva York, The New York Public Library
Las mujeres fotógrafas son peligrosas
LAURE ADLER Y CLARA BOUVERESSE
ABRIR LA INFINITUD DEL MUNDO por Laure Adler 7
MUJERES FOTÓGRAFAS
Anna Atkins 24
Julia Margaret Cameron 26
Virginia de Castiglione 28
Christina Broom 30
Frances Benjamin Johnston 32
Alice Austen 34
Olive Edis 36
Laure Albin Guillot 38
Imogen Cunningham 40
Claude Cahun 42
Dorothea Lange 44
Tina Modotti 46
Berenice Abbott 48
Anita Conti 50
Lisette Model 52
Margaret Bourke-White 54
Grete Stern 56
Dora Maar 58
Julia Pirotte 60
Lee Miller 62
Edith Tudor-Hart 64
Gerda Taro 66
Eve Arnold 68
Helen Levitt 70
Janine Niépce 72
Diane Arbus 74
Lisetta Carmi 76
Vivian Maier 78
Agnès Varda 80
Claudia Andújar 82
Claude Batho 84
Letizia Battaglia 86
Marianne Wex 88
Martine Franck 90
Sarah Moon 92
Sandra Eleta 94
Abigail Heyman 96
Graciela Iturbide 98
Paz Errázuriz 100
Catherine Leroy 102
Christine Spengler 104
Paola Agosti 106
Ishiuchi Miyako 108
Susan Meiselas 110
Sophie Ristelhueber 112
Erica Lennard 114
Donna Gottschalk 116
Alix Cléo Roubaud 118
Sophie Calle 120
Nan Goldin 122
Anne Noble 124
Cindy Sherman 126
Pushpamala N. 128
Ouka Leele 130
Shirin Neshat 132
Francesca Woodman 134
Lorna Simpson 136
Angèle Etoundi Essamba 138
Désirée Dolron 140
Géraldine Lay 142
Zanele Muholi 144
Sara Bennett 146
Shadi Ghadirian 148
Tarrah Krajnak 150
Gohar Dashti 152
Laia Abril 154
Bieke Depoorter 156
Maya Inès Touam 158
VIRGINIA DE CASTIGLIONE
1837, Italia-1899, Francia
La condesa de Castiglione, una figura de la alta sociedad parisina, convierte la fotografía en un instrumento de poder al servicio de su publicidad. En el estudio de Pierre-Louis Pierson realiza más de cuatrocientos autorretratos mostrando su suntuosa vestimenta y su legendaria belleza. En ocasiones, retocadas o coloreadas por su propia mano, impresas en forma de tarjetas de visita o ampliadas, sus imágenes son testimonio de sus logros sociales y políticos.
Al llegar de Turín en 1856, el rey Víctor Manuel II le encarga interceder por la causa de la unidad italiana frente al emperador Napoleón III, y se convierte en su amante. Cada una de sus apariciones públicas es un acontecimiento del que informan los diarios. Con un traje etrusco, disfrazada de reina de corazones o de campesina, saca partido del gusto por las máscaras y el artificio de los bailes imperiales. Bajo uno de sus retratos, una nota manuscrita formula este veredicto sin igual sobre sus posibles rivales: «Yo las igualo por mi nacimiento. Yo las supero por mi belleza. Yo las juzgo por mi espíritu». 1
Provocadora, ella no duda en mostrar sus piernas desnudas y más tarde los signos del envejecimiento de su cuerpo, captando, por ejemplo, sus pies como si los viera desde su propio ataúd. Después de veintiséis años de interrupción, retoma su crónica fotográfica al final de su vida y posa con los vestidos de sus años de reina, entre la fascinación por su declive físico y la negación de las transformaciones causadas por el paso del tiempo.
Cuando se muestra uno de sus retratos en la Exposición Universal en 1867, ella solicita ser considerada expositora y reivindica su papel de creadora, aunque técnicamente no hubiese pulsado el obturador. Modelo y directora de su propia imagen, la condesa de Castiglione amplía los límites del estatus de fotógrafa y crea su propio mito. Su obra contiene las premisas de la performance y de la autoficción fotográfica, y presagia nuestra relación compulsiva y narcisista con la imagen de uno mismo y los cánones de belleza.
1. Citado por Benedetta Craveri, La Contessa , París, Flammarion, 2021.
Con la colaboración de Pierre-Louis Pierson, Scherzo di Follia [Juego de locura], hacia 1863-1866, copia en papel a la albúmina a partir de un negativo de vidrio al colodión, Nueva York, The Metropolitan Museum of Art
GRETE STERN
1904, Alemania-1999, Argentina
Entre 1948 y 1951, Grete Stern compuso más de 150 fotomontajes ingeniosos y subversivos para ilustrar los relatos de los sueños que las lectoras de la revista femenina argentina Idilio enviaban para su interpretación en la sección «El psicoanálisis le ayudará», que dirigía el sociólogo Gino Germani. En una línea surrealista, Grete Stern escenifica las confrontaciones que aparecen en sus sueños, cuestiona las normas impuestas a las mujeres, los miedos y las relaciones de poder que traspasan el inconsciente colectivo.
Con formación en Diseño gráfico, Grete Stern se instala en Berlín en 1927 y abre, con su amiga Ellen Auerbach, el estudio «ringl+pit» inspirado en sus apodos de la infancia. Desde entonces, empiezan a crear retratos y anuncios publicitarios con un toque de humor. Los productos como las lociones capilares, los guantes o los cigarrillos ocupan un lugar destacado en sus bodegones de fantasía sutil, en las que incluyen maniquíes y objetos recortados.
Judía y comprometida con la izquierda, Grete Stern abandona Alemania después de la llegada de Hitler al poder y se instala en Londres, donde retrata a los intelectuales en el exilio. Contrae matrimonio con el fotógrafo argentino Horacio Coppola y en 1936 se instalan en Argentina, donde ella prosigue su actividad en la publicidad y el diseño gráfico. Fotografía el proyecto de urbanismo de Buenos Aires y dirige el taller de fotografía del Museo de Bellas Artes de la ciudad. Durante la década de 1960 produce cerca de 800 imágenes sobre la cultura de las poblaciones autóctonas del norte y el este del país. Rinde homenaje a su artesanía sin eludir sus precarias condiciones de vida. Figura destacada de la escena artística argentina, actúa como canalizadora de las experiencias vanguardistas europeas del período de entreguerras mediante la invención de una fotografía provocadora e irónica.
Sueño n.º 1, Artículos eléctricos para el hogar, hacia 1950, copia en gelatina de plata, colección privada
AGNÈS VARDA
1928, Bélgica-2019, Francia
Agnès Varda debuta como fotógrafa de plató en la década de 1950 para las obras de teatro del Festival de Avignon y del Teatro nacional popular de Jean Vilar. Se dedica a la fotografía documental, a la escenificación y al retrato, y realiza reportajes en la calle Mouffetard en París, pero también en China y en Cuba. A partir de 1954, expone su trabajo en el patio de su casa de la calle Daguerre, un nombre de lo más adecuado, ya que es el de uno de los pioneros de la fotografía del siglo xix .
Su obra fotográfica queda eclipsada por su renombre como realizadora. Única figura femenina de la Nouvelle Vague , consigue imponerse en un medio como el del cine, impregnado de machismo. Desde el cortometraje hasta el documental, pasando por la instalación, su trabajo versátil explora lugares, como la ciudad de Los Ángeles; personajes, como la actriz y cantante Jane Birkin; e incluso temas políticos, como la sociedad de consumo y los sintecho. Firmante
del «Manifiesto de las 343», que exigía la legalización del aborto en 1971, se compromete con el feminismo y en 1976 produce una comedia sobre el movimiento de la mujer, L’une chante, l’autre pas [Una canta, la otra no]. Su mirada también se dirige a su propia vida en Les Plages d’Agnès [Las playas de Agnès] o la de su marido, el realizador Jacques Demy, a través de dos documentales. El redescubrimiento de sus fotografías comienza a mediados de la década de 2010, con una exposición de las imágenes empleadas en la creación de una película con una mesa de animación ( banc-titre ) sobre su viaje a Cuba en 1962. Producida en el año de su fallecimiento, la serie «À deux mains» [A dos manos] muestra los gestos tiernos y cómplices de parejas de amigos. Con un fondo de mantel de plástico de su mesa de cocina, sus manos aparecen rodeadas de guirnaldas de patatas diminutas en forma de corazón. Estos retratos sin rostro expresan un amor alejado del fervor romántico, arraigado en la cotidianeidad del hogar.
Les Mains complices: Koo et Hans Ulrich [Las manos cómplices: Koo y Hans Ulrich], 2019, fotografías y montaje digital, Sucesores de Agnès Varda
«Mujeres que realizan cualquier tarea, mujeres con manos pequeñas, mujeres reducidas al silencio durante décadas incluso cuando ellas creaban: desde hace un tiempo se conocen los engranajes del proceso implacable de invisibilización de las mujeres en el mundo del arte y en el mundo en general. Pero lo que resulta singular en esta expresión artística de la fotografía es que, precisamente, y desde sus orígenes, ha sido considerada, incluso por su inventor, como una actividad tan simple que estaba al alcance de las mujeres y de los niños».