El Quijotito

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Leontina Ocampo

de Rocinante y otras cosas de risa que notó y descubrió en don Quijote, le respondió diciendo: -Señor hermano, si nos quiere decir algo, dígalo ya, porque estos hermanos se están azotando, y no podemos detenernos a oír nada, a no ser que sea tan breve que se diga en dos palabras. -En una lo diré -replicó don Quijote-, y es ésta: que inmediatamente dejéis libre a esa hermosa señora, cuyas lágrimas y triste semblante dan claras muestras de que la lleváis contra su voluntad y que algo malo le habéis hecho; y yo, que nací para deshacer agravios, no consentiré que deis un solo paso adelante sin darle la deseada libertad que merece. Con estas palabras, todos se dieron cuenta de que don Quijote debía de ser algún hombre loco, y rompieron a reír. Esta risa fue poner pólvora a la cólera de don Quijote, porque, sin decir más palabras, sacando la espada, fue contra ellos.

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