artistas Y ARTESANOS
Enseñando con arte o A TRAVÉS DEL PULSO Guillermo Hernández Santana*
sólo con miembros de la misma especie sino también con el ambiente. A pesar de la importancia de dicho tema, éste es de los pocos sobre los que uno no se detiene a hablar profundamente durante las horas de clase. El pulso se puede abordar desde diferentes puntos de vista o materias, tales como la física, las matemáticas, la biología o incluso las bellas artes, como puede ser la poesía y la música.
a actividad que se describe a continuación, surgió a partir de una invitación en la que se me solicitó dar una conferencia a chicos de dieciséis y diecisiete años en un CCH (Colegio de Ciencias y Humanidades) de la UNAM. Propuse una plática que duraría 50 minutos, durante los cuales me sorprendió el interés que mostraron los alumnos, así como su atención y colaboración ante las actividades propuestas. El título de esta plática fue “El ritmo de la vida”, pero antes de hablar de ritmo propuse algo más básico, el pulso, pues éste es determinante para mantener el ritmo, la armonía y la melodía. Considero que dicha actividad no sólo puede reforzar la relación entre los alumnos y el maestro, sino abrir un espacio de reflexión acerca de
* Estudiante de posgrado en Estudios Mesoamericanos en la UNAM.
CORREO del MAESTRO
núm. 213 febrero 2014
Shutterstock.
El pulso es una de las características que la humanidad comparte no
dicho tema y otros que de igual forma se relacionan o desprenden de éste. Lo que se presenta en este artículo es una experiencia de clase. El método y el material utilizado puede ser adaptado por otros profesionales en la educación no sólo por tratarse de un tema poco privilegiado en la agenda educativa, sino porque resulta relevante para poder desatar nuevas formas de enseñanza, sobre todo con alumnos de nivel medio. Es bien sabido que durante esta edad, a los alumnos les es difícil mantener la atención, y aún más cuando se trata de grupos numerosos con alumnos cuyos gustos son muy variados. Para esto, preparé una lectura de un poco menos de diez minutos. Podría pensarse que es mucho tiempo, pero no resultó así; los chicos prestaron una atención de recinto comparable a la que prestarían en un concierto de música clásica o ante la lectura de un poema. El escrito que les preparé fue el siguiente:
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