El feminismo se incrustó en las culturas políticas del Franquismo y de la democracia y en Asturias «resignificó» la Transición con sus acciones, reflexiones y vindicaciones. Para ello impregnó con sus valores la política intentando cambiar los efectos de una «larga dictadura» para las mujeres. Investigaciones, diagnósticos y pautas para la acción aparecieron en la escena española y asturiana bajo el signo del feminismo como una revolución necesaria. La defensa de los derechos de las mujeres no podía estar al margen de la oposición política al Franquismo, antes bien, debía asumir el protagonismo en la lucha general. Es más, solo sería posible una sociedad democrática si esa democracia se definiera como feminista.