Escritura de cuentos de hadas para mujeres
Sluagh se dio cuenta de que también él había perdido la batalla por el alma de Brunilda y se alejó enfurecido. Brunilda tomó su caballo y su espada, en la tormenta había extraviado sus demás pertenencias, no le importó, prosiguió su viaje feliz y ligera. Fue una tarde de agosto que llegó a la cima de las barrancas, donde estableció su nuevo hogar. Su espada se convirtió en una bella pluma y con ella escribió muchas historias que les narraba a los niños que se acercaban, a su lado, a jugar.
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