La Liberación en la Palma de tu Mano

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Pabongka Rimpoché, Jampa Tensing Guiatso (1878-1941) fue uno de los grandes lamas del siglo XX. Consiguió su título de gueshe en la Universidad Monástica de Sera en Lhasa, y muy pronto se convirtió en un lama de gran relevancia en todo el Tíbet. Fue el maestro principal de los dos tutores del Dalai Lama, y de otros grandes lamas de la escuela guelugpa. Se considera que La Liberación en la Palma de tu Mano contiene la esencia de los quince volúmenes de sus obras sobre todos los aspectos del budismo.

La Liberación en la Palma de tu Mano es la primera traducción completa de un curso excepcional que Pabongka Rimpoché impartió en 1921 a una audiencia de setecientos tibetanos, entre los que se encontraban muchos de los grandes lamas que han tenido un papel relevante en la transmisión del darma en Occidente. Estas enseñanzas, que pertenecen al Lam Rim –estadios del camino–, representan una de las más ricas tradiciones del Budismo Tibetano. De amplios objetivos y profundos significados, integran todas las instrucciones del Buda de una forma clara, sistemática y gradual, a la vez que ofrecen una descripción pormenorizada del camino a la Iluminación para todos los niveles de la práctica meditativa. El Lam Rim es el fruto de más de novecientos años de estudio, meditación, realización y transmisión de muchos lamas, y se fundamentan en textos y comentarios de Atisha (982-1054) y Lama Tsongkapa (1357-1419), dos de los más reconocidos maestros.

Triyang Rimpoché (19011981) fue el discípulo principal de Pabongka Rimpoché y tutor menor del Dalai Lama así como el maestro principal de muchos de los lamas guelugpas que enseñan el darma en occidente durante los últimos treinta años.

Transcrito y editado por el tutor del Dalai Lama, Triyang Rimpoché, La Liberación, fue considerado de inmediato como un clásico y una guía indispensable para el estudio, la práctica y la consumación de las enseñanzas del Buda. Ésta es la primera versión castellana completa de dicha obra. ISBN: 978-84-86615-76-5

9 788486 615765

*Edit001569*Pub0135102*


Kiabye Pabongka RimpochĂŠ


Primer Día

Kiabye Pabongka Rimpoché, rey del darma sin igual, pronunció unas palabras con el fin de establecer correctamente nuestra motivación para la siguiente enseñanza. Dijo así: El gran Tsongkapa, rey del darma en los tres reinos, ha dicho: La oportunidad de tener esta forma física Es más valiosa que una gema que satisface todos los deseos. Se logra solamente una vez. Tan difícil de obtener, tan fácil de destruir, Es como un relámpago en el cielo. Contempla esto y comprenderás Que todas las acciones mundanas no son más que la Cáscara del grano aventada, Y que día y noche debes Extraer alguna esencia de tu vida. Yo, el yogui, practiqué de este modo; Tú, que deseas la liberación, ¡haz lo mismo! Hemos tenido un sinfín de cuerpos desde el tiempo sin principio hasta el presente, pero no hemos extraído la esencia de ninguno de ellos. No ha existido una forma de sufrimiento que no hayamos padecido, ni una forma de felicidad que no hayamos experimentado. Pero no importa cuántos cuerpos hayamos tomado, de ninguno de ellos hemos extraído la esencia. Ahora que disponemos de esta forma humana óptima, debemos hacer algo para derivar de ella alguna esencia. Mientras permanezcamos impasibles, no daremos importancia a esta valiosa forma humana, ni nos lamentaremos si desperdiciamos este renacimiento humano perfecto. Probablemente sentiríamos mucho más la pérdida de algún dinero. Sin embargo, la forma física de la que ahora disponemos es cien mil veces más valiosa que cualquier joya que satisface todos los deseos. Si limpias una joya que colma los deseos lavándola tres veces y puliéndola otras tres, y la colocas después en lo alto de una bandera de la victoria, obtendrás sin esfuerzo las cosas buenas de esta vida: comida, ropa, etc. Pero aunque consigas cien, mil, diez mil, cien mil gemas como esa,


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nunca podrás obtener de ellas ni una ínfima parte de lo que puedes conseguir con este renacimiento humano, ya que ellas no pueden impedir que renazcas en los reinos inferiores la próxima vida. Sin embargo, con esta forma física actual puedes evitar el renacimiento en los reinos inferiores para siempre. Es más, si deseas obtener el cuerpo físico de Brahma, o Indra, etc., puedes lograrlo con este cuerpo humano; si quieres renacer en los reinos puros como Abirati, Sukavati o Tushita, lo puedes conseguir mediante este renacimiento físico. Y esto no es todo: con él puedes alcanzar incluso los estados de liberación o de omnisciencia. Todo cuanto debes hacer es aprovechar esta oportunidad. Aun así, lo más importante es que, a través de este renacimiento físico, puedes alcanzar el estado de Vajradara, la unificación del cuerpo ilusorio y el gran gozo, en el plazo de una corta vida y durante esta era degenerada; de otro modo, conseguirlo nos llevaría tres inconmensurables grandes eones. Por lo tanto, este renacimiento es mucho más valioso que mil billones de joyas preciosas. Malgastar este renacimiento que has logrado es aún más lamentable que desperdiciar mil billones de joyas preciosas. No existe una pérdida más grave; nada podría ser más insensato; no hay un autoengaño mayor. El protector Shantideva dijo: ¡Ningún error podría ser peor, Después de obtener tal oportunidad, Que el de no utilizarla para fines virtuosos! ¡Nada podría ser más insensato! Por lo tanto, es ahora cuando debes tratar de extraer de esta oportunidad alguna esencia. Vas a morir de todos modos y no puedes saber cuándo llegará tu hora. Ahora estamos asistiendo a esta enseñanza de darma, pero dentro de cien años no quedará ninguno de los presentes. En el pasado, el Buda, nuestro Maestro, efectuó las dos acumulaciones de mérito y sabiduría primordial durante muchos eones, obteniendo así el cuerpo vajra. A pesar de ello, desde el punto de vista de la apariencia ordinaria partió al nirvana más allá del sufrimiento. Después de él, numerosos eruditos, iniciados, traductores y panditas llegaron a India y a Tíbet pero, aparentemente, todos ellos abandonaron esta vida. ¿Cómo podrías ser tú el único que viviera para siempre? No tienes ninguna posibilidad de librarte de la muerte. Así pues, no sólo sabes que ciertamente vas a morir, sino que, además, no puedes tener la certeza del momento en que sucederá. Ni siquiera te es posible afirmar que el próximo año seguirás viviendo en este cuerpo humano y vistiendo los tres tipos de hábitos de un monje(1). El año que viene por estas fechas, puedes haber renacido como un peludo animal con cuernos sobre la cabeza; o como un espíritu hambriento, por ejemplo, teniendo que vivir sin ser capaz de encontrar algo para comer, ni incluso una gota de agua. Quizá habrás renacido en los infiernos, y tendrás que experimentar los sufrimientos del calor, del frío, de ser hervido o de arder en llamas. La mente continúa después de la muerte, debe reencarnarse. Respecto al renacimiento, tan sólo existen dos transmigraciones: los reinos superiores y los inferiores. Si renaces en los Infiernos Sin Tregua, tendrás que permanecer allí con un cuerpo indiferenciable de las llamas del infierno. En los infiernos más moderados, como el Infierno de la Resurrección Continua, te matan y revives cientos de veces al día teniendo que sufrir constantes tormentos. ¿Cómo es posible soportar todo esto si ni siquiera toleramos una quemadura en la mano? Y en esos infiernos sufriremos del mismo modo que si padeciéramos esa temperatura en nuestros cuerpos actuales. Porque podemos


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preguntarnos: “¿No será más fácil soportar el calor cuando estemos allí? Quizá el sufrimiento no sea tanto como lo imaginamos”, pero no es así. Si te reencarnas como un espíritu ávido, no podrás encontrar una sola gota de agua durante años. Y si te resulta duro cumplir un retiro de ayuno, ¿cómo podrás soportar esa clase de existencia? Tomemos el caso de renacer como un perro. Examina detalladamente el tipo de lugares donde vive, lo que debe hacer para obtener comida y la clase de comida que finalmente encuentra. ¿Crees que podrías soportar esa vida? Pensarás: “Los reinos inferiores quedan lejos”. Pero entre nosotros y los reinos inferiores sólo está el hecho de que todavía podemos respirar. Mientras permanezcamos impasibles, nunca sospecharemos que podemos renacer en los reinos inferiores. Probablemente creemos que guardamos más o menos nuestros votos, que efectuamos la mayor parte de nuestras recitaciones diarias y que no hemos cometido ninguna falta grave como, por ejemplo, matar a una persona y darnos después a la fuga con su caballo. El problema radica en que no hemos analizado las cosas correctamente. Debemos reflexionar con detenimiento; entonces comprenderemos que no somos libres de elegir si vamos a los reinos inferiores o no. Eso lo determina nuestro karma. En el continuo mental tenemos una mezcla de karma virtuoso y no virtuoso y, en el momento de la muerte, el más fuerte de estos dos será potenciado por el ansia y el aferramiento. Si observamos cuál de los dos es más fuerte en nuestro continuo mental, veremos que la no virtud es más fuerte, y el grado de su fuerza está determinado por la intensidad de la motivación, de la acción y de la etapa final. Por lo tanto, aunque pensemos que nuestras acciones no virtuosas son pequeñas, de hecho, tienen un enorme poder. Imagina que engañas a tus alumnos. La motivación es una fuerte hostilidad, al realizar la acción utilizas las palabras que más pueden herirles y, finalmente, te sientes orgulloso y adoptas una actitud vanidosa. Estas tres etapas –motivación, acción y etapa final– ¡no se podrían haber hecho mejor! Imagina que matas un piojo: tu motivación es una fuerte hostilidad. Haces rodar el piojo entre tus dedos torturándolo un buen rato y finalmente lo matas. En la etapa final, generas mucha arrogancia y crees que te has beneficiado enormemente de ese acto. La no virtud se ha tornado muy poderosa. Podemos pensar que nuestra virtud es muy fuerte, pero en realidad es extremadamente débil. La acción y la motivación, que son la mayor parte del acto virtuoso, así como la etapa final (la dedicación del mérito) han de ser realizadas de una forma muy pura para que la virtud sea fuerte. Ahora, comparemos esto con la virtud que nosotros creamos. En primer lugar está nuestra motivación. Creo que es poco corriente en nosotros estar movidos siquiera por la más inferior de las motivaciones expuestas –el deseo de un renacimiento mejor– sin mencionar la mejor de las motivaciones –la bodichita, la mente que aspira a la Iluminación–, o la que ocupa el segundo lugar, la renuncia. Al principio, generalmente aspiramos al logro de los deseos relacionados con las trivialidades de esta vida; toda acción que efectuamos con ese propósito es, de hecho, pecaminosa. Después, durante la mayor parte de la acción, todo cuanto hacemos es una tarea rutinaria. Aún cuando recitamos un rosario de om mani peme hum, por ejemplo, nuestras mentes son incapaces de mantener la concentración. ¡Todo es sueño o distracción! Es difícil hacer las cosas bien incluso durante el tiempo que lleva recitar una vez Los Centenares de Dioses de Tushita. Y cuando llega la hora de hacer las oraciones y dedicaciones finales, volvemos a dirigirlas sigilosamente hacia esta vida. Por lo tanto, aunque podamos creer que hagamos grandes méritos, lo cierto es que nuestras virtudes son débiles. Unas veces no efectuamos la acción correctamente; otras veces, chapuceamos con la motiva-


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ción o con la etapa final; y hay ocasiones en las que no hacemos bien ninguna de las tres cosas. Así pues, el karma no virtuoso es el único que es fuerte en nuestro continuo mental. Es lo único que puede ser activado en el momento de la muerte. Y, si esto es ciertamente lo que ocurre, los reinos inferiores serán nuestro único destino. Por esta razón, es definitivo que renaceremos en los reinos inferiores. Ahora bien, decimos que nuestros lamas son clarividentes y les pedimos que realicen adivinaciones con los dados o profecías respecto al lugar donde renaceremos. Si dicen que obtendremos un buen renacimiento nos sentimos aliviados, y si la respuesta es negativa nos asustamos. Pero, ¿cómo podemos confiar en tales predicciones? No necesitamos adivinaciones con dados, profecías ni horóscopos que nos digan dónde vamos a renacer en las próximas vidas. Nuestro compasivo maestro ya nos ha dado las predicciones correspondientes en la cesta del sutra (Sutra Pitaka), y también las hemos recibido de numerosos panditas e iniciados de India y Tíbet. Aria Nagaryuna, por ejemplo, nos dice en su Guirnalda Preciosa: De la no virtud surge todo el sufrimiento, Así como todos los reinos inferiores. De la virtud surgen todos los reinos superiores, Y todos los renacimientos felices. No podemos estar seguros –ni siquiera a través de una cognición válida directa– de los lugares donde renaceremos en el futuro. No obstante, nuestro maestro percibió correctamente este tema extremadamente oculto de la cognición válida y lo enseñó sin error. Por lo tanto, únicamente podemos llegar a una conclusión mediante la inferencia, y debemos creer en las declaraciones originales del Buda referentes a esta materia. Entonces, si nuestro renacimiento en los reinos inferiores es tan evidente, debemos buscar a partir de este momento algún medio para evitar que ocurra. Si realmente queremos estar libres de los reinos inferiores tenemos que buscar un refugio que nos proteja. Por ejemplo, un criminal sentenciado a muerte buscará la protección de un oficial influyente con el fin de escapar del castigo. Si nos hemos manchado con el intolerable karma negativo –debido a nuestros errores–, corremos el riesgo de ser castigados por la ley kármica y renacer en los reinos inferiores. Tenemos que buscar refugio en las Tres Joyas –Buda, Darma y Sanga–, porque son únicamente ellas las que pueden protegernos de ese destino. Pero no sólo debemos buscar dicho refugio sino que es igualmente necesario modificar nuestro comportamiento de acuerdo con las instrucciones correspondientes. Si los budas pudieran liberarnos de nuestras faltas y oscurecimientos lavándonos con agua, por ejemplo, o llevándonos de la mano, ya lo habrían hecho y ahora no estaríamos sufriendo. Pero no pueden. El Noble enseñó el darma pero somos nosotros los que debemos modificar nuestro comportamiento según las leyes de causa y efecto y hacerlo sin error. Dice un sutra: Los nobles no lavan el pecado con agua; No redimen a los seres del sufrimiento Con el toque de sus manos; No transfieren a los demás sus logros Sobre la naturaleza de los fenómenos; Ellos liberan mostrando La verdad de la talidad. Como conclusión, piensa: “Buscaré refugio en las Tres Joyas con el fin de quedar libre de los


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reinos inferiores, adoptaré los medios para liberarme de dichos reinos y modificaré mi comportamiento según las leyes de causa y efecto”. De este modo estableces tu motivación en el nivel del Lam Rim que es compartida con el nivel de intención inferior. Pero, ¿es suficiente con únicamente estar libre de los reinos inferiores? No, no es suficiente. Tan sólo obtendrás uno o dos renacimientos físicos en los reinos superiores antes de volver a caer en los reinos inferiores cuando tu karma negativo madure. Ésta no es la solución última, no es algo en lo que puedas confiar. De hecho, hemos obtenido numerosos renacimientos en los reinos superiores para después retornar a los inferiores, y no cabe duda de que volveremos a hacer lo mismo otra vez. En nuestros renacimientos anteriores hemos tomado la forma de los poderosos dioses Indra y Brahma, y hemos habitado en palacios celestiales. Esto ha ocurrido muchas veces y, aun así, tuvimos que abandonar estos renacimientos para retorcernos después en los infiernos, sobre un suelo de hierro al rojo vivo. Esto nos ha sucedido una y otra vez. En los reinos celestiales disfrutábamos con el néctar de los dioses; después, cuando abandonamos esos renacimientos, nos vimos forzados a beber cobre fundido en los infiernos. Nos divertíamos en compañía de numerosos dioses y diosas pero luego, tuvimos que vivir rodeados de aterradores guardianes del infierno. Hemos renacido como emperadores universales y hemos gobernado sobre cientos de miles de súbditos, pero más tarde fuimos los más insignificantes de los criados y esclavos, aquéllos que tiran de los asnos o cuidan del ganado. Algunas veces renacimos como dioses del sol y la luna, y nuestros cuerpos desprendían tanta luz que iluminábamos los cuatro continentes(2). Después nacimos en las profundidades del océano entre los continentes, donde la oscuridad era tan grande que no podíamos siquiera ver los movimientos de nuestras propias extremidades. Y así sucesivamente. No importa lo que se pueda obtener de esta clase de felicidad mundana, no es digna de confianza y carece de significado. Hemos experimentado ya mucho sufrimiento y, sin embargo, mientras no estemos libres del samsara o existencia cíclica, tendremos que experimentar mucho más. Si amontonáramos en un lugar toda la basura y los desperdicios que hemos comido en nuestros anteriores renacimientos en el reino animal como perros y cerdos, la montaña de desechos sería mayor que el monte Meru, la reina de las montañas. Sin embargo, en tanto que no estemos libres del samsara tendremos que seguir comiendo basura. Si todas las cabezas que nos cortaron nuestros antiguos enemigos pudieran apilarse, la cima del montón sería aún más alta que el Reino de Brahma. Y aun así, si no ponemos fin a nuestra existencia cíclica, tendremos que perder más cabezas todavía. En nuestros renacimientos infernales fuimos forzados a ingerir agua hirviendo –más agua incluso que la que contienen los grandes océanos– pero, mientras no nos liberemos del samsara, tendremos que beber todavía más. Así pues, deberíamos sentirnos hartos al pensar en como vagamos en la existencia cíclica, por no haber puesto los medios para salir de ella. Ni siquiera los renacimientos de dioses y humanos han trascendido la naturaleza del sufrimiento. En el renacimiento humano se experimentan los sufrimientos del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. También el sufrimiento de verse apartado de lo que uno quiere, de encontrarse con lo que no quiere, y de no hallar lo que se desea a pesar de buscarlo. Los semidioses también padecen grandes sufrimientos pues son mutilados o heridos cuando hacen la guerra, y los celos les consumen continuamente. Al renacer como un dios del Reino del Deseo, el sufrimiento aparece cuando se manifiestan los presagios de la muerte. Los dioses de los dos reinos superiores aparentemente no padecen sufrimientos. Sin embargo, todavía están bajo el influjo del sufrimiento inherente a los fenómenos condicionados ya que no han obtenido la libertad de


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poder mantenerse en su estado. Al final caerán en otro reino, por lo tanto no han trascendido el sufrimiento. En resumen, mientras no estés definitivamente libre del samsara, no habrás trascendido la naturaleza del sufrimiento. Así pues, debes liberarte para siempre y tienes que hacerlo en este renacimiento. Normalmente decimos: “No puedo liberarme en esta vida”, y rezamos por nuestro próximo renacimiento. Pero sí podemos hacerlo. Hemos obtenido el renacimiento humano perfecto y ésta es la forma física más ventajosa para la práctica del darma. Hemos hallado las condiciones adecuadas, especialmente encontrarnos con las enseñanzas del Buda y tener la capacidad de atender a ellas. Poseemos todas las condiciones propicias. Así que, si no podemos alcanzar la liberación ahora, ¿cuándo podremos hacerlo? Ahora piensa: “Debo liberarme definitivamente del samsara, pase lo que pase, y la liberación se logra únicamente mediante los tres preciosos adiestramientos superiores. Por tanto, me adiestraré en ellos y me liberaré del gran océano del sufrimiento”. Así estableces tu motivación en el nivel del Lam Rim compartido con la intención intermedia. Pero, ¿acaso es eso suficiente? Una vez más, no lo es. Si logras el estado del shravaka –oyente– o del arhat pratiekabuda –realizador solitario– en beneficio propio, no habrás satisfecho siquiera tus propias necesidades, ni habrás hecho prácticamente nada por el bien de los demás. Esto se debe a que todavía no has abandonado algunas de las cosas que deberías abandonar, como son los oscurecimientos a la omnisciencia y las cuatro causas de la ignorancia. Es como tener que vadear dos veces el mismo río; aunque hayas logrado todos los estadios del camino hinayana o vehículo menor, hasta llegar al nivel del arhat, después tendrás que desarrollar la bodichita y adiestrarte en las tareas de los hijos de los victoriosos desde sus bases, comenzando por el camino mahayana de la acumulación. Es como entrar en un monasterio como ayudante de cocina y llegar a ser abad, y después, al entrar en otro monasterio, tener que volver a ser ayudante de cocina. Chandragomin dijo en su Carta a un Discípulo: Ellos son como si tu familia estuviera atrapada en el océano del samsara, Como si hubieran caído en las turbulentas aguas de un océano, Pero no los reconocieras como quien son y los ignorases. Nacer, morir y abandonar los renacimientos, No hará que te sientas satisfecho, Si la liberación es sólo para tí. En otras palabras, aunque no reconozcas a los demás como tu madre, no hay ni un sólo ser que no lo haya sido. Y del mismo modo que has tomado incontables renacimientos, has tenido innumerables madres. Y cada vez que un ser ha sido tu madre, te ha mostrado una bondad similar a la que tu madre actual ha manifestado por ti. No existe ni la más mínima diferencia entre la bondad de tu madre actual y la que te mostraron cada uno de los seres. No obstante, alguien podría pensar: “Todos los seres no son mi madre. Si lo fueran, los reconocería, ¡y no los reconozco!”. Pero es probable que muchas personas no reconozcan a su madre de esta vida. El simple hecho de no reconocerlo no es razón suficiente para que alguien no sea tu madre. Otros pensarán: “Las madres de las vidas anteriores pertenecen al pasado. Es absurdo decir que todavía son nuestras bondadosas madres”. Pero la bondad que te manifestaron tus madres del pasado y la bondad que te muestra tu madre actual no se diferencian en absoluto. La bondad es la misma si alguien te regaló una joya el año pasado como si te la regala este año. El momento de la acción no altera el grado de amabilidad que conlleva. Todos los seres han sido siempre bondadosos contigo.


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¿Cómo podrías ignorar a tus bondadosas madres, perdidas en el océano del samsara, y buscar exclusivamente tu propia liberación? Sería como si a unos niños que cantaran y bailaran en la playa mientras que uno de sus familiares más próximos –su madre por ejemplo– hubiera caído en las revueltas aguas del océano. La corriente la empuja enérgicamente mar adentro. Ella los llama aterrorizada pero los niños están completamente distraídos. ¿Podría haber algo más insensato o despreciable? Las corrientes de los océanos –como dice la cita anterior– son remolinos de agua; y no hay cosa más aterradora que caer en un peligroso remolino con un barco o una barcaza de pescadores, pues es seguro que el remolino se tragará todo y los que, van a bordo perecerán. Tú crees que no tienes ninguna relación con los seres que en la analogía anterior, han caído en las corrientes del océano del samsara, pero no es así. Todos ellos son tus bondadosas madres y tú debes corresponder a su bondad. Dar comida al hambriento, bebida al sediento, riqueza al pobre, etc., y satisfacer sus necesidades compensaría la bondad de algunos de ellos, pero no sería suficiente. El mejor modo de corresponder a su bondad es hacer que posean toda la felicidad y se encuentren libres de todo tipo de sufrimiento. No existe un modo mejor. Con estos pensamientos llegarás a desear: “¡Qué todos los seres tengan toda clase de felicidad!”, lo cual es el desarrollo del amor. También: “¡Qué se vean libres de todo sufrimiento!”, que es el desarrollo de la compasión. Y cuando pienses: “La responsabilidad de llevar a cabo estos dos propósitos ha caído sobre mí. Yo, y sólo yo, trabajaré para conseguir ambas metas”. Pero, ¿eres capaz de hacer esto ahora? Tú no puedes beneficiar ni siquiera a un solo ser, y mucho menos a todos los seres. Entonces, ¿quién puede hacerlo? Los bodisatvas que moran en los niveles puros(3) y los shravakas y pratiekabudas benefician de algún modo a los seres, pero únicamente pueden hacer una pequeña parte de lo que los budas son capaces de hacer. Cada rayo de luz del cuerpo de un buda puede llevar a inconmensurables seres a un estado de maduración, o incluso a la liberación. Los budas emanan cuerpos que aparecen ante cada uno de los seres, y estas formas se adaptan a las disposiciones, facultades mentales, deseos y tendencias de todos ellos. Además enseñan el darma en las lenguas de sus oyentes. Éstas son algunas de sus capacidades. Los budas son incomparables en cuanto al poder con el que actúan por el bienestar de los seres. Por otra parte, ¿somos capaces de alcanzar el estado de buda? Sí, lo somos. Y el mejor renacimiento que se puede conseguir para su logro es el renacimiento humano perfecto. Hemos obtenido un tipo muy especial de renacimiento físico. Nacimos del vientre de un ser humano del Continente Sur y tenemos los seis tipos de componentes físicos. Todo cuanto tenemos que hacer es aprovechar esta oportunidad en la que hemos obtenido este renacimiento físico para alcanzar el estado de Vajradara en una sola vida. El medio para lograr el estado de buda es el darma del vehículo supremo; y las enseñanzas sobre este vehículo del Segundo Victorioso Ye Tsongkapa son completamente inequívocas. Sus enseñanzas sin tacha combinan los sutras y los tantras. Y nosotros hemos recibido estas enseñanzas. En resumen, hemos encontrado todas las condiciones apropiadas y estamos libres de las desfavorables. Tan sólo podríamos errar el camino si no hiciéramos ningún esfuerzo para alcanzar el estado de buda. No siempre vamos a obtener un renacimiento tan completo como éste, ni un darma similar. Algunos de nosotros podríamos exclamar: “Éstos son tiempos degenerados, no hemos tenido una buena oportunidad”. Pero desde el sin principio de la existencia cíclica jamás hemos vivido una época con mayor beneficio potencial para nosotros que la actual. No podríamos haber tenido una mejor oportunidad. Tal situación sólo la encontraremos una vez; por lo tanto debemos trabajar para el logro del estado de buda, pase lo que pase.


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En consecuencia, debes pensar: “Tengo que hacer todo lo posible para lograr mi propósito –la completa e inmaculada Iluminación– en beneficio de todos los seres conscientes”. Este pensamiento evoca la bodichita, y es así como estableces tu motivación de acuerdo con la intención superior del Lam Rim. Cuando pienses esto de un modo sincero y sin esfuerzo habrás desarrollado la bodichita. Es necesario practicar con el fin de alcanzar el estado de buda y, para tener éxito en la práctica, debes saber qué practicar. Aquellas personas que desean practicar el darma pero que no saben cómo hacerlo, se retirarán a un lugar solitario, recitarán unos cuantos mantras, rezarán unas pocas plegarias o conseguirán incluso desarrollar algunos de los nueve estados mentales que conducen a la quietud mental; pero no sabrán cómo continuar. Para ello, hay que estudiar las instrucciones que carecen de error y que no omiten nada referente a la práctica del darma. El rey de dichas instrucciones es el Lam Rim, los estadios del camino a la Iluminación. Así pues, desarrolla la siguiente motivación: “Escucharé con atención el Lam Rim y seguidamente lo pondré en práctica”. En general, es esencial generar uno de estos tres motivos al inicio de cualquier práctica, pero cuando se trata de escuchar un discurso de Lam Rim no basta con generar cualquiera de ellos. Como mínimo hay que escuchar con una actitud intelectual de bodichita. Para las personas que ya han experimentado el desarrollo de la bodichita, quizá sea suficiente reflexionar sobre una fórmula breve como: “Por el bienestar de todos los seres conscientes...”. Sin embargo, esto no basta para transformar la mente de un principiante. Si reflexionas sobre el Lam Rim comenzando por la inmensa dificultad de obtener un renacimiento humano perfecto, tu mente se encaminará hacia la bodichita. Esto no sólo se aplica al Lam Rim: cuando nosotros, los guelugpas, asistimos a cualquier tipo de enseñanzas, ya sea una iniciación, una transmisión oral o un discurso, debemos repasar todo el Lam Rim como una práctica preliminar con el fin de establecer nuestra motivación; y las oraciones cortas también deben incluir los tres niveles del Lam Rim. Ésta es la suprema característica distintiva de las enseñanzas de los antiguos kadampas y de las nuestras, los neokadampas(4). Mi precioso gurú lo ha dicho una y otra vez. Los que carguéis con la responsabilidad de preservar estas enseñanzas debéis seguir vuestros estudios de esta manera. A pesar de que, en una iniciación de larga vida no se habla de la transitoriedad de la vida, ni de la muerte, pues es un gesto poco propicio y se habla únicamente sobre la dificultad de obtener este beneficioso renacimiento humano perfecto. Algunos de los que asisten a una enseñanza de darma podrían pensar: “Soy verdaderamente afortunado al estar estudiando este tema, pero no puedo ponerlo en práctica”. Otros van porque imitan a los demás: “Si tú vas, yo también voy”. Nadie acudirá a estas enseñanzas con la intención de ganarse la vida efectuando rituales en casas particulares, aunque esto ocurra con otro tipo de enseñanzas. Cuando acudes a otras enseñanzas –a las iniciaciones, por ejemplo– puedes creer que vas a recibir el poder de dominar a los espíritus malignos mediante la recitación del mantra, etc. O quizás piensas que podrás eliminar las enfermedades o los espíritus, que obtendrás riquezas y adquirirás poder. Y aún hay otros que, no importa cuántas enseñanzas hayan recibido, tratan el darma como si fuera, por ejemplo, el capital para montar un negocio; se parecen a la gente que está a punto de partir a lugares como Mongolia en viaje de negocios. Estas personas acumulan pesadas faltas por medio del darma. El Buda, habló de los medios para alcanzar la liberación y la omnisciencia. Usar estas enseñanzas para fines mundanos es como forzar a un rey a renunciar a su trono y obligarle a barrer el suelo.


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Así que si crees tener alguno de estos nocivos motivos que he mencionado, libérate de ellos; evoca la bodichita fabricada y, después, escucha. Esto bastará para establecer la motivación. A continuación se expone la parte principal de la enseñanza. En primer lugar, el darma que practiques debe haber sido expresado por el Buda y examinado por los panditas indios. Tu práctica ha de ser aquélla mediante la cual los grandes iniciados obtuvieron su visión profunda y sus logros ya que, de otro modo, una instrucción podría ser llamada “profunda” aun cuando no hubiera sido expresada por el Buda y fuera desconocida por los otros iniciados eruditos. Si meditas sobre esa instrucción correrás el riesgo de obtener un resultado que nadie ha conseguido jamás. Por consiguiente, necesitas examinar el darma que vas a practicar. Como dice Sakia Pandita: Cuando comerciáis Con caballos, joyas y otras cosas Cuestionáis cada objeto Y lo examináis todo. ¡He visto lo diligentes que sois Con las insignificantes acciones de esta vida! Lo bueno o lo malo de todas vuestras vidas futuras Viene del sagrado darma. Y a pesar de ello, tratáis ese darma Igual que un perro engullendo su comida: Aceptáis cualquier cosa que se os presenta Sin analizar antes si es beneficiosa o dañina. Antes de comprar un caballo, por ejemplo, examinamos muchísimas cosas, consultamos con un adivino y preguntamos a numerosas personas. Tomemos el caso de un monje común. Incluso cuando compra un paquete de té analiza su color, peso y forma repetidas veces; se asegura bien de que no esté estropeado por la humedad, y pide la opinión de los demás. No obstante, si se equivocara, únicamente afectaría a unas pocas tazas de té. Indagas sobre esas cosas con gran detenimiento a pesar de que tienen para ti un valor meramente temporal; pero no parece que analices demasiado el darma que vas a practicar, aun siendo la base de tus eternas esperanzas para el resto de tus renacimientos. Es así como el perro engulle su comida. ¡Qué desatino! Si te equivocas en eso habrás arruinado tus eternos anhelos. Así pues, es imprescindible examinar el darma que piensas practicar, antes de comenzar. Si examinas este darma, el Lam Rim, verás que es el mejor de todos. La extraordinaria profundidad de los tantras secretos deriva del Lam Rim. Si no desarrollas los tres fundamentos del camino –renuncia, bodichita y la visión correcta de la vacuidad– en tu continuo mental, no podrás alcanzar la Iluminación en una sola vida. He oído hablar de muchas enseñanzas consideradas como profundas que procedían de visiones o de textos ocultos; todas ellas supuestamente capaces de otorgar poderes tan milagrosos que, en comparación, los tres fundamentos del camino pueden no parecer una instrucción particularmente excitante. Ahora bien, el Lam Rim no fue inventado por Ye Rimpoché, Atisha, etc. Su linaje viene del propio Buda completamente perfecto y sólo de él. No obstante, cuando comprendas que a ciertas enseñanzas se les da el nombre de Lam Rim mientras que a otras no, verás que todas las escritu-


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ras son el Lam Rim. La preciosa serie de Los Sutras de la Perfección de la Sabiduría es suprema entre todas las escrituras de nuestro Maestro. En estos sutras enseñó, de forma ostensiva, el aspecto profundo de los estadios del camino –la sabiduría de la vacuidad–, médula de los ochenta y cuatro mil haces del darma. También enseñó en ellos, de modo secreto, la parte extensa del Lam Rim, los métodos de los budas. Así pues, éste es el origen del linaje. La parte extensa fue transmitida a Maitreya, el discípulo principal del Buda, quien a su vez la pasó a Asanga. La sección profunda del Lam Rim fue transmitida por Manyusri a Nagaryuna. De este modo el linaje del Lam Rim se dividió en dos: el linaje profundo y el linaje extenso. Con el fin de clarificar el Lam Rim, Maitreya compuso sus Cinco Tratados, Asanga escribió Los Cinco Textos acerca de los Niveles y Nagaryuna, sus Seis Tratados sobre la Lógica. De este modo, los linajes profundo y extenso llegaron separadamente hasta el sublime e incomparable Atisha. Atisha recibió el linaje extenso de Suvarnadvipi y el linaje profundo de Vidiakokila, y los combinó en una sola corriente. También heredó el linaje de las acciones más poderosas que Shantideva había recibido de Manyusri, al igual que los correspondientes a los tantras secretos y demás. Así pues, los linajes que Atisha recibió contenían los sutras y los tantras en su totalidad. Atisha compuso en Tíbet Una Luz en el Camino. La obra combina los puntos claves de la doctrina completa. Estas enseñanzas adquirieron más tarde el nombre de Lam Rim y, desde el tiempo de Atisha, los linajes que conciernen a la visión profunda y a las tareas extensas permanecieron unidos en una sola corriente. Pero, una vez más, ésta se dividió en tres linajes durante el periodo kadampa: los linajes clásicos, los estadios del camino y los de la instrucción. Cada uno de ellos se centra en aspectos distintos. Más tarde, Ye Tsongkapa recibiría estos tres de Namka Guialtseng de Lodrag, un gran iniciado, y de Chökiab Sangpo, abad de Dragor, y desde entonces han permanecido como un único linaje. El gran Ye Rimpoché hizo súplicas en sus oraciones a los poseedores del linaje de esta tradición en la Roca del León, en Retreng, al norte de Lhasa, y allí comenzó a escribir un libro sobre el camino. Tenía consigo una estatua de Atisha representado con la cabeza inclinada hacia un lado, y cada vez que Ye Rimpoché hacía peticiones a esa estatua, recibía visiones de todos los gurús del linaje del Lam Rim que discutían con él sobre el darma. También mantuvo la visión de Atisha, Dromtönpa, Potowa y Sharawa durante un mes. Estas tres últimas figuras se disolvieron finalmente en Atisha quien, extendiendo sus manos sobre la cabeza de Ye Rimpoché, dijo: “Imparte estas enseñanzas y yo te ayudaré”. Como podemos ver, fue Atisha quien pidió a Tsongkapa que escribiera La Versión Extensa de los Estadios del Camino. Ye Rimpoché escribió el texto hasta llegar al final de la sección que trata sobre la quietud mental. Después, el venerable Manyusri le pidió que lo completara, y seguidamente Ye Rimpoché escribió el apartado correspondiente a la visión superior. Por lo tanto, debemos tener presente que este libro es el hallazgo de un verdadero tesoro de bendiciones aunque ignoremos quienes fueron las otras personas que le pidieron que lo compusiera. Esto se enseña secretamente en el pasaje del colofón que comienza: “Por las buenas y asombrosas tareas de los vencedores y de sus hijos...”. Más tarde compuso La Versión Media de los Estadios del Camino para resumir la esencia de la materia que no había sido explicada en La Versión Extensa de los Estadios del Camino. La obra de extensión media trata principalmente de los linajes orales directos y de los linajes de los discursos más antiguos; se dice que estos dos textos de Lam Rim se complementan con distintos puntos claves de las instrucciones orales. Quizá no sepas cómo integrar estos textos en tu práctica. Ye Rimpoché dijo más tarde:


LOS PRELIMINARES & PRIMER DÍA 31

“La gente a la que le resulta casi imposible comprender cómo poner en práctica todas estas enseñanzas, debe remitirse a textos mucho más breves que explican cómo adoptarlas”. Por lo tanto conviene remitirse a los textos siguientes: el Tercer Dalai Lama, Sönam Guiatso, escribió Esencia de Oro Puro. El Quinto Dalai Lama, llamado “el grande” escribió Las Palabras del Propio Manyusri como comentario a éste. El Panchen Lama, Losang Chöky Guialtsen, escribió El Camino Fácil, y Losang Yeshe, otra encarnación del Panchen Lama, compuso su comentario, El Camino Veloz. El propio Ye Rimpoché escribió tres Lam Rim: el Grande, el Medio y el Breve, este último también conocido como Cantos desde la Experiencia. Y además de las cuatro enseñanzas concisas de los Dalai Lamas y de los Panchen Lamas arriba mencionadas, Ngawang Dragpa de Dagpo escribió El Camino de la Escritura Excelente. Éstas son las ocho enseñanzas de Lam Rim más famosas. Es preciso recibir separadamente los discursos de los linajes de estos textos raíces y sus comentarios. No basta con recibir tan sólo uno de ellos. Por otra parte, existen dos linajes de los discursos referentes a Las Palabras del Propio Manyusri, uno más detallado que otro. Uno de ellos perseveró en Tíbet central, mientras que el otro se desarrolló en el sur; de ahí que se consideren como dos linajes distintos. Es necesario recibir también los discursos de ambos linajes de modo separado. Más tarde, el canciller Tagpugpa y sus seguidores evaluaron los linajes de este texto. Tagpugpa declaró que si él hubiera leído este texto con anterioridad, no habría tenido tantos problemas con los temas de meditación del Lam Rim. Y como él dice: la enseñanza concisa de El Camino Veloz y los dos linajes de Las Palabras del Propio Manyusri, se armonizan dando un resultado particularmente profundo. Cuando el Buda, nuestro maestro, impartió sus enseñanzas, no existía la tradición de disponer de dos linajes: uno para la transmisión oral y otro para el discurso oral. Fue sólo más tarde, cuando sus enseñanzas habían dejado de ser completamente comprensibles, cuando se dieron los discursos separadamente. Se llaman “discursos formales” a aquéllos que examinan de un modo minucioso las palabras del texto. El “discurso conciso” se refiere a las enseñanzas orales que no elaboran excesivamente las palabras del texto pero, sin embargo, exponen el corazón de la instrucción tal como los médicos expertos diseccionan un cadáver delante de sus estudiantes. El modo en que se hace observar los cinco órganos sólidos, los seis órganos huecos, etc., proporciona una gráfica introducción. En el “discurso informal”, el lama habla a través de su propia experiencia, y la enseñanza está concebida para obtener un máximo efecto en los continuos mentales de sus discípulos. En “la enseñanza práctica”, los discípulos permanecen reunidos en una casa de retiro. Se les instruye en un tema sobre el cual empiezan a meditar y no se les enseña el siguiente hasta que no han desarrollado cierto logro espiritual. Este tipo de discurso llega hasta nosotros en linajes bendecidos por la visión profunda. Y son los más beneficiosos para adiestrar el continuo mental. La enseñanza que voy a dar ahora es una exposición informal. Algunos de los presentes, desafortunadamente, no tienen tiempo de asistir a este tipo de enseñanzas más que una o dos veces. Están interesados en ellas a pesar de que después deban tomar caminos distintos. En beneficio de estas personas, combinaré El Camino Veloz y los dos linajes de Las Palabras del Propio Manyusri. Más adelante, cuando lleguemos a esa parte, explicaré los siete puntos del adiestramiento de la mente sobre el intercambio de uno mismo con los demás.


32 LA LIBERACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO

No tengo impedimentos para dar esta enseñanza. Ella creará méritos raíces para los dos aristócratas fallecidos en cuya memoria se imparte esta enseñanza. Y cuando enseño el Lam Rim no tengo que sopesar los beneficios o peligros que pueda ocasionar al gurú o al discípulo, cosa que debo hacer cuando doy otras enseñanzas como las iniciaciones. Una enseñanza de Lam Rim, sólo puede ser de beneficio máximo. Todos vosotros, practicad lo que podáis; y rogad por estos dos nobles desaparecidos. Kiabye Pabongka Rimpoché dio una breve transmisión oral sobre las primeras líneas de estos textos de Lam Rim. Después, pudimos partir.


Pabongka Rimpoché, Jampa Tensing Guiatso (1878-1941) fue uno de los grandes lamas del siglo XX. Consiguió su título de gueshe en la Universidad Monástica de Sera en Lhasa, y muy pronto se convirtió en un lama de gran relevancia en todo el Tíbet. Fue el maestro principal de los dos tutores del Dalai Lama, y de otros grandes lamas de la escuela guelugpa. Se considera que La Liberación en la Palma de tu Mano contiene la esencia de los quince volúmenes de sus obras sobre todos los aspectos del budismo.

La Liberación en la Palma de tu Mano es la primera traducción completa de un curso excepcional que Pabongka Rimpoché impartió en 1921 a una audiencia de setecientos tibetanos, entre los que se encontraban muchos de los grandes lamas que han tenido un papel relevante en la transmisión del darma en Occidente. Estas enseñanzas, que pertenecen al Lam Rim –estadios del camino–, representan una de las más ricas tradiciones del Budismo Tibetano. De amplios objetivos y profundos significados, integran todas las instrucciones del Buda de una forma clara, sistemática y gradual, a la vez que ofrecen una descripción pormenorizada del camino a la Iluminación para todos los niveles de la práctica meditativa. El Lam Rim es el fruto de más de novecientos años de estudio, meditación, realización y transmisión de muchos lamas, y se fundamentan en textos y comentarios de Atisha (982-1054) y Lama Tsongkapa (1357-1419), dos de los más reconocidos maestros.

Triyang Rimpoché (19011981) fue el discípulo principal de Pabongka Rimpoché y tutor menor del Dalai Lama así como el maestro principal de muchos de los lamas guelugpas que enseñan el darma en occidente durante los últimos treinta años.

Transcrito y editado por el tutor del Dalai Lama, Triyang Rimpoché, La Liberación, fue considerado de inmediato como un clásico y una guía indispensable para el estudio, la práctica y la consumación de las enseñanzas del Buda. Ésta es la primera versión castellana completa de dicha obra. ISBN: 978-84-86615-76-5

9 788486 615765

*Edit001569*Pub0135102*


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