TEMAS INSTITUCIONALES
Agosto 2013
10 Por otra parte, la mala calidad del gasto obliga al sector privado a contratar privadamente los servicios públicos que son prestados de forma deficiente por el Estado. El ejemplo más contundente es el gasto en seguridad privada, situación
generalizada en la sociedad y que abarca desde los niveles de ingresos más altos, atraviesa los niveles medios e incluso en algunos casos llega a los más bajos. También son ejemplos de este doble costo de los privados la educación y la salud.
Merece mencionarse como dato relevante que el costo de la delincuencia en Uruguay asciende al 3,1% del Producto Bruto Interno (PBI), más de mil quinientos millones de dólares, mientras Uruguay invierte en la educación pública el 4,5% del PBI, más de 2 mil millones de dólares anuales. En materia educativa nuestra sociedad realizó en los últimos años un esfuerzo muy importante, sin embargo los pobres resultados en materia educativa ponen a Uruguay en una situación extremadamente comprometida. El mundo moderno requiere de recursos humanos cada vez más preparados. En última instancia la calidad de la mano de obra hace a su productividad, y ella determina el nivel real de los salarios y la mejora en la distribución del ingreso.
Mercado laboral Otro factor clave que atenta contra la competitividad es la rigidez existente en el mercado laboral, lo que desnuda a su vez los problemas derivados de la baja calificación de la mano de obra. La modalidad de negociación vigente, provoca efectos económicos muy importantes, no solo a escala sectorial sino para cada unidad productiva. Las enormes rigideces que se introdujeron, principalmente a nivel salarial, tendrán consecuencias en el empleo cuando la economía muestre signos de debilitamiento. En ese momento el impacto más fuerte lo sufrirán los segmentos menos calificados de la población. En una economía competitiva resulta imprescindible que el sistema tenga las flexibilidades adecuadas para hacer más gradual la adaptación a una nueva realidad, y salvaguardar así las unidades productivas y el empleo, estableciendo un modelo de relaciones laborales moderno, basado en la confianza y la cooperación, y no en la confrontación. Tal como lo pregona la Organización internacional del Trabajo (OIT), el objetivo principal del diálogo social es promover el consenso y la participación democrática de los interlocutores del mundo del trabajo.
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