
5 minute read
JOSÉ SARAMAGO, A 17
JOSÉ SARAMAGO, A DIECISIETE AÑOS DEL ENSAYO SOBRE LA LUCIDEZ.
TEXTO ALVISE CALDERÓN BERRA
Advertisement
José Saramago publicó, en 2004, el libro Ensayo sobre la lucidez, una novela que como dijo el propio autor unos meses antes de salir publicada: “Este libro va a causar una polémica del demonio. Si no, es que las personas están tan adormecidas que cuestionar la democracia no es algo que las afecte”. Un año antes de la publicación de este libro, el periódico argentino, Clarín, cuestionó al autor lusitano, sobre qué es la democracia y cómo cambiarla. El autor dijo: “Yo sé qué es, pero no sé cómo cambiarla. Mi respuesta es: reinventar la democracia. Su respuesta llegó un año después, en la publicación de Ensayo sobre la lucidez.
La premisa de ese libro podría ser la peor pesadilla de cualquier sistema democrático del mundo: una votación en blanco que rebasa el 75% de los electores. Por si fuera poco, ante el asombro del gobierno, deciden volver a repetirla, pensando que esta deliberación popular haya sido producto de algun tipo de delirio. Durante la segunda votación, el número de votantes aumenta, llegando al 80% de los votos. Esto genera una crisis institucional que pone al Primer Ministro con los pelos de punta. Empieza así una investigación para saber quién es el “rostro de la conspiración”. En donde el propio Ministro de Justicia quien sospecha que “el voto en blanco
puede ser apreciado como una manifestación de lucidez por parte de quien lo ha usado” hasta la del Primer Ministro, que no se tienta el corazón y manda a la policía a buscar un chivo expiatorio.
Bajo ese mismo tema, Saramago ofreció una entrevista al periódico argentino, La Nación, en la cual sostuvo: “El poder real del mundo no es democrático. No está en la gente, sino, por ejemplo, en organismos que los ciudadanos no elegimos”.
Esta novela es un acicate a las democracias modernas, las cuales han creado un andamaje jurídico tan sofisticado que han hecho del voto un acto carente de peso y significado. Si el voto en blanco no es contabilizado, ¿entonces de qué manera la ciudadanía puede expresar su descontento? ¿Si al final de cuentas, el único voto que se contabiliza es aquel que está dirigido a los partidos políticos? Siendo este postulado verdadero, ¿es la democracia un ritual moderno que tiene como finalidad mantener el status quo?
Este texto cumple diecisiete años de haber sido publicado. Hasta hoy en día, sigue manteniendo un indudable vigencia en un momento donde los partidos tradicionales viven un claro descrédito. La prensa juega un papel protagónico en esta novela donde los medios de comunicación “no se alimentan de audiencias, sino de conciencias. Ese proceso de manipulación nos hace perder espesura. En el fondo, todos los días nos están rompiendo la capacidad de decir no. Y no tenemos ningún instrumento de control para evitar los abusos del poder económico.”Sorprende que sus principales detractores de esta novela, no hayan sido los críticos literarios, sino la misma clase política, que llegaron a tachar a esta novela de `aberrante´, o una novela ´que recuperaba mitos caducos´”.
Todo este complejo debate, lo hace por medio de circunstancias que rayan en la frontera de lo posible. Pone en un escenario palpable, donde la profunda separación existente entre el poder (el Estado) y los ciudadanos se expresa de igual forma que la fricción del padre al ser desobedecido por el hijo.
El poder no es capaz de tolerar el descontento de los ciudadanos. Por tanto le resulta inaceptable que lo pongan en jaque con sus propias reglas. La rebeldía concebida por Saramago es una rebeldía sin líderes, gestada por la iniciativa de la sociedad y su capacidad de organizarse en forma espontánea. Esto nos pone a debatir, el tema abordado por el padre de la filosofía política moderna, el británico Thomas Hobbes sobre el binomio autoridad-obediencia y la relación existente entre el amo y el esclavo, donde el Estado es un mal necesario para evitar que el sistema caiga en la anarquía. Saramago cuestiona este paradigma contractualista, al poner en cuestión la teoria del contrato social, trazada entre la sociedad y el poder.
El Ensayo sobre la lucidez es una obra que goza de ineludibles tintes libertarios, muy ad hoc con las discusiones actuales, pero también con las reflexiones de los pensadores socialistas, aunque él siempre se haya autonombrado como un “comunista hormonal”. Henry Thoreau decía que: “El Estado nunca se enfrenta voluntariamente con la conciencia intelectual o moral de un hombre sino con su cuerpo, con sus sentidos”. La maquinaria del Estado en esta novela es un artefacto que necesita construir sentidos propios. Por lo tanto, construye y deconstruye enemigos, valores y miedos. Esto le va a permitir al gobierno hermanar a los diversos sectores sociales y oponerlos con otros. En ese sentido: “Es mejor cortar cabezas antes de que comiencen a pensar”.
El ex secretario de cultura francés Andrè Malraux, decía “que no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen”. Tesis a la que Saramago se opone, ya que observa en el Estado moderno una máquina productora de enemigos. No es disparato pensar, que no habría cosa que pudiese poner más nervioso a un partido político que el voto en blanco y no el abstencionismo. Para ello, Saramago hace del Estado un arquetipo. Un arquetipo de ánimos infantiles, paternal, irascible y por ende vengativo al grado de no entender cómo es que la gente no esté dispuesta a votar por las opciones que le ofrece el mismo sistema político. La gran moraleja es la reacción de los subordinados al emprender, para sorpresa del Estado, una rebeldía sin líderes, donde el movimiento en sí lo constituyen las masas y el gran temor del poder es que la propia ciudadanía establezca sus propias directrices. Saramago nos deja reflexiones y preguntas: ¿Somos realmente ciudadanos libres o somos rehenes del Estado? Saramago elaboró una novela de gran actualidad, al considerar como tema central la honda crisis que vive la democracia representativa y nos presenta al Estado como una maquinaria que no es parte del pueblo, sino que va en contra de éste. Tal vez se pueda pensar que en algunos lectores del Ensayo sobre la lucidez la idea del voto en blanco haya tenido alguna injerencia en las decisiones con respecto al voto. En ese sentido, podemos imaginar, que la lectura de este libro ha trascendido su propio plan. DIMX

