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Millones de ambientalistas imperfectos Por Sagrario Saraid

DEL CONSUMIDORMASA, AL HOMO CONSCIENTIOUS

POR CRISTINA BELMONTE

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Pronosticar tendencias siempre ha requerido de un cierto “acto de fe”, tanto de parte de quienes las investigamos, como de quienes las reciben, sobre todo. No siempre es fácil acertar cuáles estarán en boga y cuáles penetrarán en la cultura popular para quedarse por más tiempo.

Las tendencias siempre son populares por la sencilla razón de que nos proporcionan cierta seguridad y contribuyen a calmar la poco tolerada ansiedad que nos produce lo desconocido, pero, ¿acaso no es precisamente esta la frase que define a la perfección los tiempos en que vivimos? Con cierto hastío seguimos leyendo diariamente sobre “el futuro de las oficinas”, “el futuro de las casas”, “los materiales del futuro” y no dejamos de preguntarnos ¿será verdad?, ¿es eso lo que viene?, ¿cómo lo saben? A fin de cuentas, ¿quién iba a decirnos a todos en 2019 la que se nos vendría encima?

Se avecina el auge de piezas de iluminación “reliquia familiar” de alta calidad que pasarán de una generación a otra.

Creo que nunca había leído tantas entrevistas en medios no especializados a la analista de tendencias Li Edelkoort, como en los últimos meses. A modo de una moderna oráculo de Delfos, la investigadora holandesa no solo predice tendencias de moda y diseño, también comportamientos del consumidor y colores… Hasta se atreve a comentar sobre los movimientos sociales que muchos sociólogos especializados en este campo no se arriesgan a pronunciar. Claro, nadie quiere equivocarse. Es un tema espinoso, pero a la Edelkoort parece importarle poco y se aventura a definir cómo viviremos y en qué gastaremos el dinero en las próximas décadas.

Eclipse Concrete - ASTRO

Con la pandemia, Li Edelkoort ha decidido dar un paso más y junto con su colaborador, el diseñador Philip Fimmano, pasaron a la acción. En 2020 crearon el Foro Mundial de la Esperanza, un evento de ideas innovadoras que representan y predican, sin disculpas ni excusas, el cambio radical que ambos promueven y aventuran. Y es, quizá, aquí donde está la clave de hacia dónde se dirigirá la industria del diseño en las próximas décadas.

Conceptos y eslóganes provocativos que hasta ahora se consideraban intocables, como: “cuando consumes diseño barato sabes que estás matando gente”, “buscamos que el público se sienta culpable” o “necesitamos reinventar lo local”, se dibujan como los nuevos manifiestos de las escuelas de diseño europeas y, como todos sabemos bien, de allí se filtrarán y expandirán al resto de los mortales.

En esta nueva macrotendencia que yo me aventuraría a denominar como movimiento, queda claro que por primera vez la responsabilidad ya no recae en el consumidor, es demasiado grande y profunda como para dejarla en sus manos. El cambio estructural es bestial y requiere mutaciones en el sistema que son imposibles de

alcanzar con un solo agente a cargo. Ya no se espera que enseñando a los consumidores estos vayan a elegir bien, ya que debido a su actual modo de vida el consumidor siempre optará por la mejor oferta y por poder hacer todo lo que desea. Sin entrar en filosofía barata, la verdad es que esta definición del consumidor me recuerda mucho al “hombre masa” que definió el filósofo Ortega y Gassett allá por principios del siglo XX, para describir al protagonista de la época que le tocó vivir. Un hombre inmerso en una realidad vacía, lleno de apariencias y con una existencia sin profundidad ni objetivos claros. Un ser egoísta y mimado cuya máxima preocupación es él mismo. ¿Te recuerda a alguien?

Con la lección bien aprendida de que “a grandes males, grandes remedios”, la industria se encamina de manera imparable, pero casi imperceptible (por ahora), a lo que quizá se convierta en el movimiento más grande del siglo XXI: la posBauhaus y el nacimiento del Homo conscientious.

Es hora de que las marcas nos guíen y, quizá de forma algo paternalista y necesaria, asuman la responsabilidad de instruir a sus consumidores sobre por qué las cosas cuestan más, cómo manejar los residuos de forma sostenible y cómo comprar menos vorazmente y de forma más local. Serán las marcas las que nos ayuden a consumir objetos heirloom pensados para un consumo en modo slow motion y con conciencia social y ambiental. Productos duraderos que nos ayuden a vivir con más significado y con menos ansia de desechar.

Spacey - LASVIT

Ya no se espera que enseñando a los consumidores

estos vayan a elegir bien.

Bola Lantern - PABLO En el diseño de iluminación esto va a significar el auge de piezas “reliquia familiar” de alta calidad, que pasarán de generación en generación. La moda de desecho y el diseño fácil que cambia de tendencia cada año se ralentizarán y las piezas icónicas vivirán y envejecerán en nuestras casas con nosotros. Lámparas artesanales de muy alta calidad que no solo incorporan la tecnología más puntera, sino que garantizan su procedencia de factorías éticas y completamente sostenibles.

Por otro lado, el auge en el uso de materiales locales, reciclados y reusados llegará a un nivel mucho mas común y generalizado. Ya no bastará con decir que se utilizan materiales reciclados como simple método de publicidad green wash. La procedencia, los porcentajes de reciclado, la duración estimada de uso y el “sello ético” serán los mayores reclamos de marketing que las marcas ofrecerán a modo de diferencial entre competidores.

Como bien dice el dicho: “quien no conoce la historia está condenado a repetir sus errores”. Si analizamos el pasado veremos claramente que ningún evento de escala mundial pasó sin dar un giro radical al mundo. La sociedad nunca volvió a hacer las cosas tal y como se hacían antes. El impacto fue el desencadenante de cambios radicales y evolutivos que se filtraron a todos los niveles. Pues como bien lo ha pronosticado la Edelkoort, lo que viene es macro y estructural, y yo diría que totalmente necesario. Es hora de parar el ritmo y, ahora sí, todos entendemos el verdadero sentido de esa palabra.

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