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El color como agente de cambio Por Montserrat Castañón

EDUCACIÓN SOSTENIBLE: MÁS ALLÁ DEL AHORRO ENERGÉTICO

POR BIANCA GORTÁREZY ADRIÁN MONCADA COORDINADORESDELA ESPECIALIDADEN ILUMINACIÓNDEINTERIORES, CENTRO POSGRADOS

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L E L LE E E L E

y pensar lo contrario sería no tener conciencia plena sobre las enormes brechas que presenta nuestro país en materia de inclusión energética.

Es de suponerse que esta presunta revolución tampoco existe para las nuevas generaciones creativas que no ven la tecnología led como el esplendor de la iluminación eléctrica. Es natural que las personas más jóvenes no reparen en las tecnologías que existieron antes del estado sólido y es completamente comprensible que no exista ningún apego hacia una luz que no iluminó gran parte de su vida.

Por su parte, los diseñadores veteranos y las generaciones intermedias solemos tener apegos tan peculiares a cosas como la atenuación incandescente, la cromaticidad halógena, la eficiencia fluorescente o el hipnótico zumbido del neón. Como docentes, nuestra intención primordial en este texto es plantear una serie de cuestionamientos que nos ayuden a reconocer las necesidades de la educación sobre iluminación en México y que, al mismo tiempo, nos permitan comprender la forma en que los más jóvenes entienden nuestra disciplina.

Los debates globales sobre la iluminación son cada vez más diversos y han incorporado un balance necesario entre los efectos visuales y no visuales de la luz. Sin embargo, estas discusiones no han permeado todavía en los segmentos de productos de consumo y distribución especializada, tan esenciales para la labor de iluminar.

La industria local subyace bajo la tríada consumo-flujo-eficacia, fórmula que apunta a una tasa de desempeño de la que se espera que la reducción del consumo en watts se acompañe de un incremento significativo en el flujo luminoso medido en lúmenes.

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Foto: cortesía CENTRO

Es necesario reconocer que esta lógica de eficiencia tiene un trasfondo mercadológico, que busca crear un parámetro para comparar fuentes luminosas. Empero, la academia nos ha ayudado a confirmar que nuestros mercados necesitan evolucionar para que las personas entiendan que en la iluminación de sus espacios hay algo más allá del ahorro energético.

Como educadores, el discurso mercadológico nos tiene sin cuidado, lo que verdaderamente nos preocupa es todo lo que eclipsa detrás de él. La transformación de la iluminación en la última década ha confirmado que la resiliencia tecnológica es fundamental para cualquier persona que pretenda vivir de la iluminación. ¿Qué haremos cuando la generación del estado sólido llegue a las aulas universitarias? La mayoría de las escuelas de diseño de iluminación hemos resuelto cómo explicar la historia de la disciplina, pero ¿cómo vamos a desarrollar en nuestros futuros iluminadores una visión crítica y prospectiva sobre su propio oficio?

Habría que tener muy claro que la presunción del ahorro no significa nada para una generación que ha crecido con productos de bajo consumo energético, cargas inalámbricas cada vez más rápidas y una tendencia irreversible a la hiperconectividad.

¿Cómo le explicamos a la nueva generación del diseño de iluminación que esta nostalgia no es gratuita? Que la incandescencia, la primera tecnología en iluminar el mundo, no llegó a su fin por su poca eficiencia, sino por la obligación de los fabricantes de encontrar otros productos y segmentos más rentables que el filamento de tungsteno.

También habría que decirles que la revolución led no nos tomó por sorpresa y que el desarrollo del mercado fue un proceso de varias décadas que comenzó con los materiales luminiscentes en el corazón de la industria química.

Habrá que preparar iluminadoras e iluminadores conscientes de que una industria que depende del vertiginoso avance tecnológico no puede permitirse el lujo de la obsolescencia. Hacerles saber que su oficio exige mirar más allá de los lugares comunes: el confort visual y el ahorro energético.

La educación sostenible requiere de un pensamiento crítico alejado del conteo minucioso de watts. La nueva generación de iluminadores confía en la educación especializada y deberá entender la forma en que la luz impacta el desarrollo de la vida misma en todas y cada una de sus escalas.

Estamos convencidos de que la misión más importante de la educación en iluminación es erigirse como un campo de conocimiento independiente, holístico, multidisciplinario y socialmente responsable. La nueva generación de iluminación debe ser capaz de dar dos pasos atrás para depender menos de la arquitectura y más de la medicina, la óptica, el arte y la tecnología.

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