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Benedicto XV
HUMANI GENERIS REDEMPTIONEM
(15 de junio 1917)
I.
EL ANUNCIO DE LA PALABRA
La predicación prosigue la obra de la Redención
Jesucristo, una vez cumplida con su muerte en el altar de la Cruz la redención del género humano, para conducir a los hombres hasta la posesión de la vida :eterna a través de la obediencia a sus mandatos, que anuncian a los hombres del mundo entero lo que es necesario creer y hacer para salvarse, no recurrió a ningún otro medio más que a la voz de sus predicadores. Dios tuvo a bien salvar a los creyentes por medio de la estulticia de la predicación (1). Así, eligió a los Apóstoles y, después de haberlos provistos por medio del Espíritu Santo de los medios adecuados para una misión de tanta importancia, les dijo: Id y predicad el Evangelio por todo el mundo (2). Y esta predicación cambió la faz de la tierra. Si las mentes humanas abandonaron el error y se convirtieron a la verdad, si los espíritus embrutecidos por el vicio apreciaron la excelencia de la virtud, esta conversión, consecuencia de la fe cristiana, se debió ciertamente a la obra misma de la