

¡Fuera Trump de América Latina!
Basta de bombardeos navales y asesinatos. No a las amenazas intervencionistas de Trump y el imperialismo sobre Venezuela y Colombia.

El “plan de Paz” de Trump es un intento de nueva colonización de Gaza
en las pág. 8 Y 9

El Nobel a María Corina Machado: la paz al servicio de la burguesía y el imperialismo Ver en las pág. 5 y 6

Ver
Ver en las pág. 7 y 8
Entre la agresión imperialista y el ajuste capitalista de Maduro
La coyuntura venezolana está cruzada por las amenazas del imperialista Donald Trump en el Caribe, muy cerca de nuestras cosas; la acelerada devaluación del bolívar y el subsecuente repunte de la inflación, y la continuación de la represión por parte del gobierno. Todo esto con el trasfondo internacional del gran movimiento de solidaridad mundial con el pueblo palestino y en repudio al genocidio sionista en Gaza, una de cuyas expresiones fue la Flotilla Sumud, de la cual participó la UIT-CI, corriente internacional a la que pertenece el PSL. Piratas ultraderechistas en el Caribe
Como conoce la opinión pública mundial, Estados Unidos ha desplegado una descomunal fuerza militar en el Caribe y el Pacífico, con el pretexto de enfrentar al narcotráfico. Miles de efectivos militares, buques de guerra, submarinos, helicópteros y bombarderos estratégicos, a los que en pocos días se sumaría el portaaviones USS Gerald Ford, el más grande y avanzado del mundo, se encuentran a pocas millas de nuestras costas, las cuales en las últimas semanas han sido escenario de ataques a lanchas supuestamente de narcotraficantes, en las que han sido asesinadas más de 60 personas.
Esta acción bélica en el Caribe y el Pacífico es parte de una política global del imperialismo estadounidense que busca revertir su crisis de dominación, manifestación de la crisis global del capitalismo imperialista.
Varios medios de comunicación estadounidenses advirtieron que sería inminente un ataque de Estados Unidos a objetivos terrestres en Venezuela. Si bien Trump lo desmintió, se trata de un ultraderechista e imperialista impredecible, y no podemos descartar una eventual acción militar contra el país, que repudiamos categóricamente.
Esto lo aprovecha el gobierno para lavarse la cara y presentarse como antiimperialista, aunque más allá de su discurso grandilocuente no toma ninguna medida concreta para afectar los intereses imperialistas en el país. Mientras que por otra parte, María Corina
Machado asume una posición vergonzosa y aberrante promoviendo una intervención militar contra el país.
Devaluación e inflación: más hambre para el pueblo trabajador
Desde septiembre del pasado año la devaluación del bolívar ha sido incontenible, y con ella la inflación ha pegado un salto, afectando terriblemente los bolsillos de la mayoría del pueblo trabajador. El fantasma de la hiperinflación vuelve a rondar la economía venezolana. Algo inédito sería que volvamos a transitar un nuevo período hiperinflacionario en tan corto tiempo de superado el anterior.
Entre octubre del año pasado y octubre del 2025, el valor oficial del dólar tuvo un incremento de 432 %, pasando
de 41,40 bolívares el 28 de octubre de 2024 a 218,17, el mismo día y mes de este año.
El mes de octubre finaliza con un incremento de 25,9%, el mayor en lo que va del año. Por su parte el Fondo Monetario Internacional proyecta una inflación para este año de 269,9%, mientras que el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Ucab la estima en 220%. Todo esto son malas noticias para el pueblo trabajador, que además de los salarios de hambre y la inflación, debe lidiar con el desastre en los servicios públicos, el deterioro creciente de la educación y la privatización de hecho de la salud pública.
Ante la crisis económica el gobierno aplica en acuerdo con el empresariado agrupado en Fedecámaras y Conindustria. un duro ajuste capitalista desde 2014, al cual el año 2018 denominó Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica, complementándolo con el memorando 2792 y el instructivo de la Onapre, con los cuales liquidó las contrataciones colectivas y avanzó en la bonificación salarial.
Para aplicar el ajuste y garantizar el necesario control del movimiento obrero, el gobierno anuncia una “constituyente obrera”, que busca liquidar lo poco que queda de independencia del movimiento sindical. Una descarada intromisión en asuntos que solo le conciernen a las trabajadoras y trabajadores.
Restricciones a las libertades democráticas y Plan Obrero y Popular
Para ejecutar su ajuste capitalista y mantenerse en el poder, el gobierno insiste en restringir las libertades democráticas, a sabiendas que es repudiado por la mayoría del pueblo. Siguen las detenciones selectivas con desaparición forzada de corto tiempo, y la violación sistemática a los derechos más elementales de los presos políticos. Ante toda esta situación, desde el PSL seguimos llamando a la lucha contra el ajuste, en defensa de las libertades democráticas y la libertad de los presos político. Solo con la movilización revolucionaria del pueblo trabajador podremos derrotar a Maduro y su paquete capitalista y hambreador.
Llamamos a luchar por un plan obrero y popular de emergencia que le de respuesta a todos los graves problemas del pueblo. Que parta de salarios y pensiones iguales a la canasta básica, por la recuperación de los servicios públicos, por impuestos progresivos a los empresarios y banqueros, porque el petróleo sea 100% venezolano sin empresas mixtas ni transnacionales, y cuyos recursos se utilicen para recuperar el nivel de vida del pueblo trabajador, en la perspectiva de luchar por un gobierno de los trabajadores y trabajadoras y el verdadero socialismo con democracia obrera y popular.
Equipo dE RE dacción
Director: Orlando Chirino Jefe De reDacción: Miguel Ángel Hernández ilustraciónes y logotipo: Iván Darío Hernández Diseño y monta Je: José Rafael Ruiz y Oswaldo Pacheco c omité De reDacción: Orlando Chirino, José Bodas, Oswaldo Pacheco, Claudia Rodríguez, Antonio Espinoza de los @PSLVenezuela www.facebook.com/SocialismoyLibertad partidosocialismoylibertadpsl@gmail.com
www.facebook.com/laclaseinforma

Plan de ajuste, crecimiento del PIB y miseria para el pueblo trabajador
Por Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (agrupación sindical del PSL e independientes)
Durante los últimos tres años, el gobierno de Nicolás Maduro ha publicitado con bombos y platillos un supuesto crecimiento económico sostenido. Según cifras oficiales, Venezuela experimenta una expansión del Producto Interno Bruto después de años de contracción. Sin embargo, esta recuperación macroeconómica tiene un rasgo revelador: no se traduce en mejoras salariales ni pensionales para la clase trabajadora, ni en recuperación de los servicios públicos esenciales. Mientras supuestamente el PIB crece, los salarios y pensiones permanecen congelados por más de tres años y representan menos de un dólar al mes, en medio de una inflación que devora el poder adquisitivo de las familias venezolanas.
Esta contradicción brutal no es accidental. Revela la naturaleza antiobrera y antipopular del plan de ajuste que el gobierno implementa desde hace una década, y que en el 2018 denominó “Plan de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica”: el crecimiento se logra mediante la súper-explotación
laboral, donde salarios miserables y precarización extrema de las relaciones de trabajo son la fórmula para garantizar márgenes de ganancia extraordinarios al sector empresarial nacional y transnacional. La alianza entre el gobierno y los gremios patronales —Fedecámaras, Conindustria y demás representantes del capital— se ha consolidado como pacto explícito para que la «recuperación» descanse sobre los hombros del pueblo trabajador.
En este esquema la complicidad de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores (CBST) es inocultable. Lejos de defender los intereses obreros, esta estructura burocrática actúa como correa de transmisión del gobierno, legitimando el ajuste, haciéndose cómplice de la persecución a los que se atreven a protestar, y desmovilizando cualquier expresión autónoma de lucha.
Los mecanismos de flexibilización laboral se multiplican: contratos precarios, eliminación de convenciones colectivas, horarios extenuantes, empleos multitareas y bonificación salarial. En ese marco, el memorando 2792 y el instructivo de la Onapre, que vienen acompañando el ajuste, son parte de los instrumentos jurídicos de este des -
pojo sistemático, que convierten a Venezuela en oferente de una de las manos de obra más baratas del planeta.
Las demandas urgentes del movimiento obrero
Ante esta ofensiva, las y los trabajadores venezolanos luchan por demandas elementales e innegociables. Primero, salarios y pensiones iguales a la canasta básica, indexados mensualmente a la inflación. No se trata de una petición descabellada, sino del reconocimiento mínimo de la dignidad humana: nadie puede vivir con salarios que no alcanzan ni siquiera para cubrir una fracción de las necesidades alimentarias, mucho menos para vivienda, transporte, salud o educación.
La derogación del memorando 2792 y del instructivo de la Onapre es igualmente central. Estos instrumentos legalizan la destrucción del concepto de salario y de derechos laborales, permitiendo que el Estado y la empresa privada bonifiquen los salarios y las pensiones, impongan tabuladores salariales irrisorios y bloqueen la negociación colectiva como conquista de la clase trabajadora. Su eliminación es condición
Sigue en la proxima pág. /...
para recuperar el nivel de la clase trabajadora y sus familias.
Asimismo, exigimos el respeto y la actualización de las contrataciones colectivas. Durante décadas, estas fueron herramientas fundamentales para que los trabajadores arrancaran mejoras salariales y condiciones laborales. Hoy están congeladas, ignoradas o violadas sistemáticamente. Reactivarlas significa reconocer que los trabajadores tienen derecho a negociar colectivamente sus condiciones de vida y trabajo, no a recibirlas como dádiva gubernamental.
A estas exigencias se suma el rechazo categórico a la supuesta «Constituyente Obrera» que impulsa el gobierno. Esta iniciativa busca subordinar, controlar y desarticular aún más a la organización sindical independiente, imponiendo una burocracia sindical afín al Estado que actúa como correa de transmisión de la política antiobrera, en lugar de defender los intereses de los trabajadores. No hay democracia sindical sin independencia de clase. No podemos aceptar que los sindicatos sean instrumentos del gobierno o de la patronal privada. Luchamos por sindicatos combativos, clasistas, democráticos e independientes de la patronal privada, del gobierno y de los partidos de la oposición burguesa.
Estas demandas responden a la pregunta fundamental: ¿quién pagará la crisis? El gobierno y los empresarios han decidido que sean los trabajadores. Recuperar salarios y pensiones iguales a la canasta básica implica levantar la lucha y la movilización para arrancarles al gobierno y a los patronos privados los derechos fundamentales de quienes con su trabajo producen la riqueza que se apropian los empresarios nacionales y transnacionales.
Para imponer este paquete de ajuste capitalista, el gobierno de Maduro recurre sistemáticamente a
la represión. Trabajadores que se organizan o denuncian la corrupción, sindicatos que protestan, activistas que alzan la voz por sus derechos, enfrentan persecución, detenciones arbitrarias y montajes judiciales. La exigencia de libertad plena para todos los presos políticos no es una cuestión menor: es parte integral de la lucha por los derechos laborales y libertades democráticas.
El gobierno de Nicolás Maduro es una dictadura autoritaria y represiva, dispuesta a hundir en la miseria y el hambre al pueblo trabajador venezolano con tal de mantenerse en el poder y favorecer a los empresarios.
Organizar la resistencia, construir la alternativa
La situación exige respuestas organizadas y estratégicas. Desde el Partido Socialismo y Libertad, planteamos la necesidad de un Plan Obrero y Popular de Emergencia, financiado mediante un Fondo Social y Económico cuyos recursos provengan de quienes concentran la riqueza: grandes empresarios nacionales, banqueros, transnacionales. Esto implica impuesto progresivo a grandes capitales, no pago de la deuda externa usurera, suspensión de gastos policiales y militares represivos, repatriación de recursos fugados al exterior y confiscación de bienes a corruptos de todos los colores políticos.
Con esos recursos se garantizarían salarios y pensiones iguales a la canasta básica, indexados mensualmente. Se eliminaría el grotesco sistema de bonificaciones que mantiene salarios base, miserables. Se invertiría en infraestructura social: recuperar hospitales, escuelas, universidades; construir casas de protección para mujeres víctimas de violencia machista; desarrollar la industria petrolera y empresas básicas para garantizar gasolina, gas, electricidad. Petróleo 100% estatal, sin transnacionales ni empresas mixtas, gestionado democráticamente por quienes conocen el sector.
Pero ningún plan se implementará por decreto. Requiere una movilización masiva e independiente del pueblo trabajador. Independiente del gobierno que aplica el ajuste. Independiente de la oposición patronal que solo aspira a gestionar ella misma la explotación. Independiente de cualquier injerencia imperialista extranjera que pretenda aprovechar la crisis para sus propios intereses geopolíticos.
Solo los trabajadores y el pueblo venezolano están llamados a organizar su propia liberación. Esto implica construir condiciones organizativas: sindicatos democráticos, asambleas en los centros de trabajo, coordinaciones por rama y por región, articulación con movimientos sociales. Implica disputar cada espacio, cada derecho, cada conquista. Y hacerlo con perspectiva estratégica: cada movilización por salarios dignos, cada protesta contra la represión, cada victoria parcial puede acumular fuerzas hacia un objetivo mayor: derrotar la dictadura capitalista y conquistar un gobierno obrero y popular.
La contradicción entre PIB creciente y salarios hundidos sintetiza el carácter del régimen: crecimiento para el capital, miseria para el trabajo. Revertir esa ecuación es tarea histórica. No será rápida ni sencilla. Pero es la única salida digna: organización, movilización, lucha consecuente por nuestras principales reivindicaciones en la perspectiva de pelear por un gobierno de la clase trabajadora y el socialismo con democracia obrera y popular.

El Nobel a María Corina Machado: la paz al servicio de la burguesía y el imperialismo
Promover la intervención militar no es un acto de valentía democrática, es una invitación a la guerra. Y premiar con el Nobel de la Paz a quien promueve la guerra es una contradicción tan obscena como insostenible.
El anuncio del otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado ha desatado no solo controversia, sino profundas interrogantes sobre la naturaleza y los propósitos de un galardón que, en teoría, debería honrar a quienes dedican su vida a la construcción de paz, justicia y vigencia de los derechos humanos.
En el actual contexto nacional, caracterizado por la aplicación de un brutal ajuste capitalista para que la crisis descanse sobre los hombros del pueblo trabajador, el gobierno dictatorial de Nicolás Maduro impone una política de terror contra el pueblo pobre. Ante esta ofensiva, es importante recalcar que solo los trabajadores y el pueblo venezolano están llamados a organizar la movilización popular para derrotar al gobierno y restablecer sus derechos y conquistas, sin que haya injerencia de ninguna potencia imperialista.
Sin embargo, al examinar la trayectoria política de Machado —su respaldo incondicional a las sanciones imperialistas, su promoción de la intervención militar extranjera y su apoyo al gobierno criminal y genocida de Israel— resulta evidente que estamos ante una de las decisiones más contradictorias en la historia reciente del comité noruego.
Los principios universales que sustentan el citado premio son: el derecho

a la autodeterminación de los pueblos, el rechazo a la intervención militar y la solidaridad con las víctimas de la violencia sistémica. Estos principios ponen al descubierto que el Nobel a Machado no solo los contradice, sino que perpetúa una lógica en la que la paz se convierte en instrumento de legitimación del poder hegemónico imperialista.
Uno de los pilares de la estrategia política de María Corina Machado ha sido su respaldo abierto y entusiasta a las sanciones imperialistas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea contra Venezuela. Estas medidas, presentadas como mecanismos para presionar al gobierno de Nicolás Maduro, han tenido consecuencias devastadoras para la población civil, afectando de manera directa el acceso de la población a alimentos, medicinas y servicios básicos, sin lograr ningún cambio político en el país.
El informe de la relatora especial de la ONU, Alena Douhan, publicado en 2024 tras su misión en Venezuela, es contundente: las sanciones unilaterales han tenido «efectos catastróficos» sobre los derechos humanos fundamentales. Douhan documentó cómo estas medidas coercitivas han colapsado sectores vitales como la salud, la alimentación, el acceso a medicamentos y la infraestructura básica. Según el informe, las sanciones han impedido a Venezuela adquirir insumos médicos, repuestos para hospitales y alimentos, afectando desproporcionadamente a los más vulnerables: niños, ancianos y personas con enfermedades crónicas.
Las cifras hablan por sí mismas: entre 2017 y 2020, más de 40.000 personas habrían fallecido como con -
secuencia indirecta del bloqueo económico, según estimaciones del economista Jeffrey Sachs y del Centro de Investigación Económica y Política (CEPR) de Washington. Estas no son simples estadísticas, sino vidas humanas concretas, sacrificadas en nombre de una estrategia política que Machado ha defendido con vehemencia en foros internacionales.
¿Cómo puede el Nobel de la Paz premiar a una figura que ha promovido medidas que castigan colectivamente a toda una población? ¿Dónde está la paz en el sufrimiento de familias que no pueden acceder a diálisis, insulina o tratamientos oncológicos porque las empresas farmacéuticas no pueden comerciar con Venezuela por miedo a represalias estadounidenses?
Más allá de las sanciones, María Corina Machado ha ido un paso más lejos al solicitar repetidamente la intervención militar extranjera en Venezuela. Sus declaraciones públicas no dejan lugar a ambigüedades. Su manifiesto apoyo a las políticas de Trump —con el cual se disputaba el galardón— llegó al punto de que Donald Trump declaró que era él quien merecía el premio Nobel de la Paz por su esfuerzo para la resolución de conflictos armados como los de Palestina y Ucrania, una muestra de hasta dónde puede llegar el ego y el delirio de grandeza del líder del imperialismo más criminal de la historia.
En la Cumbre Concordia de 2014, Machado afirmó: «Necesitamos una coalición internacional que apoye el cambio en Venezuela». En 2019, en medio de la crisis política que siguió al Sigue en la proxima pág. /...
reconocimiento internacional de Juan Guaidó como «presidente encargado», Machado declaró en entrevistas que «todas las opciones deben estar sobre la mesa», una fórmula que en el lenguaje diplomático estadounidense es sinónimo de intervención militar.
Esta postura no solo es profundamente antidemocrática, sino que se contrapone a los principios de soberanía del pueblo venezolano: la no intervención en los asuntos internos de los Estados y el respeto a la autodeterminación de los pueblos. Al apelar a potencias extranjeras imperialistas para resolver conflictos políticos internos, Machado reproduce las lógicas intervencionistas que devastaron América Latina durante el siglo XX: desde la invasión estadounidense a República Dominicana en 1965 pasando por el golpe contra Salvador Allende en Chile en 1973, y la invasión a Panamá en 1989.
La historia de nuestra región nos ha enseñado, con sangre y dolor, que ninguna intervención militar extranjera trae democracia ni paz. Lo que trae son bombardeos, desplazamientos masivos, violación de los derechos humanos, destrucción de la infraestructura y profundización de las heridas sociales. Basta con mirar los resultados de las intervenciones en Irak, Libia o Afganistán para comprender la magnitud del desastre.
Promover la intervención militar no es un acto de valentía democrática, es una invitación a la guerra. Y premiar con el Nobel de la Paz a quien promueve la guerra es una contradicción tan obscena como insostenible.
Genocidio en Palestina: el silencio cómplice
Otro aspecto inquietante de la trayectoria de María Corina Machado es su apoyo público y explícito al criminal primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y al genocidio llevado a cabo en Gaza y Cisjordania. En un contexto en el que organismos internacionales de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han acusado a Israel de crímenes de guerra y apartheid, y en el que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) analiza el caso presentado por Sudáfrica en 2024 por presunto genocidio contra el pueblo palestino, el respaldo de
Machado a Netanyahu es éticamente inaceptable.
Las cifras de la violencia en Gaza desde el 7 de octubre de 2023 son escalofriantes: los bombardeos que Israel ha lanzado han provocado la muerte de al menos 67.967 personas, en su gran mayoría civiles, entre ellos unos 20.179 niños y más de 10.000 mujeres (en torno al 72%), a los que se suman más de 170.179 heridos (incluidos al menos 40.500 niños y 19.000 mujeres) y más de 14.400 desaparecidos, lo que elevaría la cifra de fallecidos aún más, entre ellos 4.400 mujeres y niños. Se trata de la mayor pérdida de vidas humanas desde que se tiene registro de conflictos entre Palestina e Israel, siendo las mujeres y los niños las principales víctimas de los ataques israelíes, según datos del Ministerio de Salud de Gaza.
El bloqueo total de alimentos, agua, electricidad y combustible impuesto sobre los dos millones de habitantes de Gaza ha sido calificado por expertos de la ONU como «castigo colectivo», una grave violación de los derechos humanos que constituyen delitos de lesa humanidad.
Amnistía Internacional, en su informe de 2022, concluyó que Israel mantiene un «sistema de apartheid» contra los palestinos, caracterizado por la dominación, la fragmentación territorial, la segregación y la opresión sistemática. Human Rights Watch llegó a conclusiones similares. Frente a este panorama, el respaldo de Machado a Netanyahu no solo es un gesto político cuestionable, sino una complicidad moral con políticas de exterminio.
¿Puede alguien que apoya públicamente a un gobierno acusado de genocidio ser reconocido como promotor de la paz? La respuesta es evidente. El Nobel a Machado no solo traiciona a las víctimas palestinas, sino que normaliza la violencia estatal y la ocupación militar como herramientas legítimas de las potencias imperialistas. El Nobel como instrumento político al servicio del imperialismo
La historia del Premio Nobel de la Paz está plagada de decisiones polémicas que revelan su instrumentalización política. En 1973, el comité noruego otorgó el premio a Henry Kissinger, arquitecto del bombardeo de Camboya y cómplice del golpe de Estado en Chile, decisiones que causaron la muerte de cientos de miles de personas. En
2009, Barack Obama recibió el galardón apenas nueve meses después de asumir la presidencia de Estados Unidos, mientras continuaba las guerras en Irak y Afganistán y expandía el programa de asesinatos con drones. El historiador noruego Fredrik Heffermehl, en su obra, La voluntad de Alfred Nobel: ¿Qué pretendía realmente el Premio Nobel de la Paz?, denunció que los comités del Nobel «han traicionado la voluntad pacifista de Alfred Nobel» al premiar figuras vinculadas al poder militar o económico global, en lugar de reconocer a quienes luchan contra el militarismo y por el desarme.
El caso de Machado se inscribe en esta tradición: premiar a una figura funcional a los intereses del imperialismo gringo, presentándola como «defensora de la democracia» mientras sus posiciones contradicen los principios elementales de la paz, la justicia social y la soberanía popular, es evidente que uno de los objetivos de entregar el premio a María Corina Machado es reactivar un liderazgo que se ha venido debilitando últimamente, cómo consecuencia de su negativa e incapacidad para movilizar a sus bases, tanto el gobierno como la oposición patronal le temen a la movilización, porque saben que los pueden desbordar.
El Nobel de la Paz a María Corina Machado representa la pérdida de legitimidad de un premio que, en su origen, debía honrar a quienes dedicaban su vida a la construcción de paz y justicia. La verdadera paz no se construye con sanciones que matan de hambre a los pueblos, ni con llamamientos a la intervención militar, ni con el respaldo a gobiernos que cometen genocidios. La paz se construye desde abajo, desde la resistencia cotidiana de quienes luchan contra el bloqueo, la ocupación, la desigualdad y por mejores condiciones de vida para las grandes mayorías sin recursos ni reconocimiento internacional.
Reivindicar la paz es reivindicar la memoria de los caídos en Palestina, de los venezolanos muertos por la falta de medicinas y en manos de la represión del gobierno dictatorial de Nicolás Maduro, de los pueblos que resisten al imperialismo sin aplausos ni estatuillas doradas. Esa es la paz que merece ser honrada. No la que premia a quienes la niegan. La paz verdadera sólo será posible terminando con el capitalismo imperialista.
¡No a las tropas yankis en el Caribe y el Pacifico! ¡Fuera Trump de América Latina!

Desde la UIT-CI repudiamos los recientes ataques con misiles ejecutados por el ultraderechista Donald Trump en el Caribe y el Pacifico. Desde el pasado 2 de septiembre, Estados Unidos ha llevado a cabo 10 bombardeos con un saldo de 43 personas muertas, varios de ellos venezolanos, colombianos, ecuatorianos y de Trinidad y Tobago. Estos bombardeos han sido ejecutados sin procedimientos judiciales y justificados con acusaciones de narcotráfico que carecen de pruebas. Se trata de verdaderos asesinatos en aguas internacionales. Varias de las personas asesinadas de Colombia, Venezuela y Trinidad, han sido reconocidas por familiares como pescadores que llevaban a cabo faenas con sus pequeñas embarcaciones en aguas del Caribe sur.
Desde hace más de un mes el ultraderechista Donald Trump ha desplegado aproximadamente 10.000 efectivos militares, destructores con misiles Tomahawk, aviones F-35 y bombarderos estratégicos B-52 en el Caribe, muy cerca de las costas de Venezuela y Colombia. Más recientemente el Pentágono ha anunciado el envío de su portaviones más grande al Caribe, el USS Gerald Ford, que es acompañado por un grupo de ataque compuesto por varios buques de guerra.
Las amenazas y tensiones entre Estados Unidos, Colombia y Venezuela se incrementaron aún más luego de que Trump anunciara que su administración planea ampliar la campaña militar antidrogas con operaciones terrestres, aunque sin detallar su localización. “La tierra será lo siguiente”, afirmó Trump en una conferencia de prensa junto al secretario de Guerra, Pete Hegseth. Igualmente el jefe del imperialismo estadounidense ordenó a la CIA realizar posibles operaciones encubiertas en territorio venezolano, que hasta ahora no han ocurrido.
Este operativo es una nueva amenaza imperialista contra los pueblos del Caribe y América Latina. El mismo gobierno norteamericano a través de sus portavoces ha dicho que se trata de mostrar el poder militar imperialista como disuasión. Es decir, mostrar los dientes, desplegando buques, submari-
nos y marines en un supuesto enfrentamiento al narcotráfico, con recursos que son propios de un conflicto bélico o de una invasión militar.
Por otra parte, recientemente tachó de “matón” al presidente de Colombia, Gustavo Petro, acusándolo falsamente de fabricar “muchas drogas”. Cuando en realidad Petro, al que no le damos apoyo político, debemos reconocer que correctamente denunció en la ONU el genocidio de Israel en Gaza apoyado por Trump, y reclamó que se formara una fuerza militar internacional de apoyo al pueblo palestino. Al mismo tiempo que rechazó los bombardeos imperialistas en el Caribe.
El imperialista Trump apela a la zanahoria y el garrote, particularmente contra Venezuela. Por un lado, negocia con Nicolás Maduro el intercambio de presos norteamericanos con migrantes venezolanos retenidos en la cárcel de Bukele en El Salvador y le otorga una nueva licencia a Chevron para operar en el país. Y, por otro lado, lo acusa de “narcotraficante” y lo amenaza con posibles acciones “terrestres”. La UIT-CI y el Partido Socialismo y Libertad (PSL), su sección venezolana, no apoyamos al gobierno de Maduro al que consideramos una dictadura capitalista, que bajo un falso discurso socialista reprime y explota al pueblo trabajador; pero repudiamos la agresión imperialista en las costas de Venezuela, así como algún ataque o intento de invasión militar al país.
Todos estos ataques son parte de una contraofensiva global desplegada por Trump que intenta revertir la crisis de dominación de los Estados Unidos, que es parte de la crisis global del capitalismo imperialista. Trump persigue hacer nuevamente a “América grande”, como dice su lema, hasta ahora sin éxito. En realidad, todo este despliegue militar en el Caribe y el Pacífico no es una muestra de fortaleza, por el contrario, se ponen en evidencia las debilidades y crisis del imperialismo que lleva años de retrocesos y fracasos económicos, políticos
Sigue en la proxima pág. /...
Por Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional
y militares. Tal es la crisis que ya varios legisladores republicanos han cuestionado los bombardeos en el Caribe: “Hay que presentar pruebas. Todas estas personas han sido asesinadas sin que sepamos sus nombres, sin ninguna prueba de delito”, señaló el senador republicano Rand Paul (Kentucky), que junto a los senadores demócratas Tim Kaine (Virginia) y Adam Schiff (California) presentaron “una resolución bipartidista, preocupados por la orden del gobierno de una acción encubierta de la CIA en Venezuela”. (La Nación, Argentina, 25/10/2025).
Desde la derrota militar de Vietnam en 1975 no se han podido recuperar. Luego de 20 años de ocupación de Afganistán, en el 2021 se tuvieron que retirar derrotados, junto a la OTAN, dejando un país devastado, en la miseria creciente y con un régimen ultrarreaccionario como el de los talibanes que profundiza la pobreza y el sojuzgamiento de las mujeres y el pueblo.
Esta contraofensiva tiene un carácter global, por una parte, con su política agresiva, intenta avanzar en el saqueo y la superxplotación de las semicolonias, redefine los acuerdos con Europa y demás países imperialistas, intentando imponer su dominación unilateral. En ese marco se inscriben la “guerra de aranceles”; su política migratoria racista; revertir las conquistas de las mujeres y disidencias; las amenazas a Panamá de apoderarse del Canal, lo que se saldó con establecimiento de tropas en el país; el reclamo de anexarse a Groenlandia, para aprovechar sus riquezas mineras, en una clara ofensiva sobre la Unión Europea, ya que es territorio de Dinamarca, bravuconada que no ha podido concretar.
Más recientemente todo esto se ha expresado en su apoyo incondicional al genocida de Netanyahu y la limpieza étnica en Gaza y toda Palestina, donde no han podido cantar victoria. Así como su política de apoyo financiero hacia Argentina y su presidente, el genuflexo ultraderechista Javier Milei, que está muy debilitado en medio de una aguda crisis política y económica. “Auxilio” por el cual los bancos estadounidenses JP Morgan Chase, Bank of America, Goldman Sachs y Citi Group, que otorgarían el préstamo de 20.000 millones de dólares, exigen garantías que significarían un mayor sometimiento de la Argentina a los intereses norteamericanos.
La UIT-CI ratifica su repudio a esta política agresiva del imperialismo norteamericano que busca redoblar el saqueo de los recursos naturales de los países, la sobreexplotación de los pueblos del mundo, y frenar la movilización de masas que jaquea al conjunto del sistema capitalista/imperialista, sumido en su crisis más profunda. Llamamos a los pueblos del mundo a seguir movilizándose para derrotar las políticas de ajuste y los planes imperialistas de superexplotación. Como han hecho los jóvenes, los trabajadores y sectores populares en Nepal, Indonesia, Marruecos, Ecuador, Perú, las huelgas en Francia o la histórica huelga general de Italia del 3 de octubre de apoyo al pueblo palestino y a la Flotilla Global Sumud, Desde la UIT-CI llamamos a repudiar y a movilizarse para rechazar la presencia de las naves de guerra y tropas de EE.UU. en el mar Caribe y el Pacifico. Basta de bombardeos navales y asesinatos. No a las amenazas intervencionistas de Trump y el imperialismo sobre Venezuela y Colombia. ¡Fuera Trump de América Latina!
El “plan de Paz” de Trump es un intento de nueva colonización de Gaza
Por Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores –Cuarta Internacional
Desde Egipto, luego de pasar por Israel, Donald Trump anunció al mundo el inicio de “la era dorada de Medio Oriente”, y que “por fin tenemos paz”. Trump no se cansó de mostrarse como el supuesto gran pacificador mundial y de alardear de que “este es el amanecer histórico de un nuevo Medio Oriente”. Lo hizo rodeado de los representantes de varios de los gobiernos burgueses árabes y musulmanes y de gobernantes imperialistas europeos como Macron de Francia, Meloni de Italia, Starmer del Reino Unido y Pedro Sánchez del Estado español. El documento, titulado “La Declaración Trump por la paz y prosperidad duraderas”, lleva las firmas de Trump; del presidente egipcio, Abdel Fattah Al-Sisi; del jefe de Estado turco, Recep Tayyip Erdoğan; y del emir de Qatar, Tamim bin Hamad al-Thani. Llamativamente ni estuvieron presentes ni firmaron la declaración, el gobierno de Israel y la dirección de Hamas, los principales protagonistas. Esto muestra que el “plan de paz” no tiene bases sólidas ni es aceptado en realidad por el propio estado sionista.
Desde la UIT-CI, nos adelantamos a decir que este supuesto acuerdo de paz no tiene nada de paz sino que es el intento de imponer una nueva colonización de Gaza. Son 20 puntos que pretenden instalar un protectorado del imperialismo en su conjunto y del estado genocida de Israel. También es un intento de Trump de salvar a Netanyahu en medio del enorme y creciente aislamiento mundial del sionismo israelí.
Millones salen a las calles a repudiar el genocidio y a apoyar la causa palestina. Hubo dos huelgas generales inéditas en Italia (22/9 y 3/10), con marchas multitudinarias, en apoyo al pueblo palestino y en defensa de la histórica Flotilla Global Sumud. Histórica flotilla porque por primera vez se llegó a más de 50 barcos con cerca de 500 tripulantes de 44 países. De la cual hizo parte una delegación de la UIT-CI. Medio millón de personas se movilizaron en Londres el 12/9. Se realiza una huelga en el Estado español el 15/10. Todo esto es lo que obliga a Trump a que haga la maniobra del “plan de paz” pretendiendo mostrar a los Estados Unidos y a su persona como los “garantes de la paz” en Medio Oriente. Cuando en realidad son los históricos sostenedores del estado genocida de Israel y promotores de todas las agresiones militares imperialistas en la región y el mundo.
Tal es la crisis de Israel y su gobierno criminal, que luego de dos años de bombardeos, destrucción masiva y miles de muertes

palestinas no pudo cantar victoria. Y Trump tuvo que inventar un supuesto plan de paz. Aparece como un salvavidas a Netanyahu después de que se escenificara en la sesión casi vacía de la ONU el mayor aislamiento internacional de toda la historia de Israel. Es un resultado directo de la creciente presión sobre los gobiernos del movimiento de masas mundial en solidaridad con el pueblo palestino, que les exige aislar a los genocidas y sus cómplices. El plan se presenta cuando vence el plazo que dio el gobierno israelí a sus tropas para conquistar Ciudad de Gaza y está lejos de conseguirlo, sin tampoco poder liberar rehenes, y cuando hay signos de agotamiento y dificultades de reemplazo de las tropas sionistas.
El mismo Trump lo dijo abiertamente en su discurso en el parlamento israelí: “Una Gaza en escombros y niños muriendo de hambre habían dejado tan por los suelos el nombre del primer ministro israelí que no quedaba más opción que ponerle fin. Le dije: ‘Bibi (Netanyahu) serás recordado por esto (el plan de paz) mucho más que si hubieras seguido con esto así, matando, matando” (Clarín, Argentina, 14/10/2025).
La primera fase del “plan de paz” es una tregua con un alto al fuego, liberación de los rehenes, de casi 2000 prisioneros/as palestinas, retirada del ejército sionista del 47% del territorio de Gaza, y entrada de ayuda humanitaria. Miles de palestinos y palestinas han salido a las calles a festejar el alto el fuego, e inmediatamente, centenares de miles han emprendido el regreso hacia el norte de Gaza.
Los y las palestinas toman un respiro, mientras crecen las cifras de destrucción y muerte provocados por la maquinaria asesina que ha recurrido a todos los crímenes imaginables. Estos hechos son una pequeña pero importante victoria del pueblo palestino que sufre un genocidio, hambruna y un plan de limpieza étnica.
Sabe el pueblo palestino que solo es una tregua parcial y que el sionismo puede retomar en cualquier momento sus crímenes. Ya Israel firmó o aceptó otros “acuerdos de paz”, como el de marzo del 2025, que rompió unilateralmente, cuando se tenían que retirar de Gaza.
Una demostración de lo mentiroso y endeble de la “paz de Trump” es que a 24 horas del anuncio ya Israel denuncia “incumplimiento del acuerdo” porque no devuelven ya los cuerpos de los rehenes fallecidos. Cuando saben que están bajo los escombros, junto a miles de cuerpos de palestinas y palestinos, fruto de los bombardeos criminales de Israel.
El plan de los 20 puntos es un intento de una nueva forma de colonización del pueblo palestino, porque no lo pueden aniquilar. Donde se propone que Gaza la gobierne un comité internacional con “técnicos palestinos” presidido por el ex primer ministro inglés Tony Blair y el mismo Trump como consultor a distancia. Existen grandes contradicciones. Ahora, a cambio de la devolución de los rehenes de Hamas, se propone no expulsar a los palestinos de Gaza, cuando antes decían que tenían que irse a otros países y hasta ofrecían 5 mil dólares por persona para que se vayan. El plan de expulsión masiva anunciado por Trump en febrero y ratificado por Netanyahu tiene que retroceder ante la resistencia palestina, el agotamiento militar sionista y el aislamiento internacional creciente producto de enormes movilizaciones.
Dice que Israel debe retirar paulatinamente sus tropas de Gaza, parar nuevas invasiones de colonos en Cisjordania y hasta propone que en el futuro tiene que existir un estado palestino. O sea, reflota la utopía reaccionaria de los “dos estados”. Cuestiones que Netanyahu y sus ministros nazis dijeron que eran inaceptables.
Los proyectos de Trump para la Franja de Gaza incluyen un fideicomiso liderado por Estados Unidos durante diez años y prebendas para inversores inmobiliarios para la “reconstrucción de Gaza”. O sea, la “paz” de Trump está asociada a hacerse de un negocio millonario, pagado supuestamente por las monarquías petroleras árabes, en beneficio de sus “socios”, su yerno, Jarden Kushner y con el enviado de EEUU para Oriente Medio, Steve Witkoff, ambos inversores en la construcción.
Este nuevo plan colonizador tiene el apoyo de la Unión Europea (UE), de los gobiernos burgueses árabes (de Arabia Saudita, Egipto, Qatar o Jordania) y de Turquía, entre otros. Aislado Hamas no lo rechazó de plano, pero dijo que quiere discutir varios puntos. Y que no se desarmaría hasta no tener garantías de que Israel se vaya de Gaza y de Cisjordania y que solo lo haría ante un genuino gobierno palestino. Una forma elegante de decir que “No”. ¿Se para el genocidio? No lo creemos. Ya hubo otros intentos de pactos y siempre Israel los rompió.
¿Por qué no creemos que, aunque haya una tregua parcial, no habrá solución de fondo? Porque el genocidio empezó hace 78 años. Israel no es un país, es un enclave imperialista, un engendro artificial racista. El imperialismo creó este enclave como punta de lanza para explotar a los pueblos árabes y sus riquezas petroleras.
No habrá paz hasta que se acabe el estado racista y colonial de Israel y se levante una Palestina única, libre, laica, democrática y no racista, a la que pueda regresar la diáspora palestina, en la que los y las palestinas, sean musulmanes, judíos o cristianos, tengan los mismos derechos y libertades.
Por eso el único camino es continuar impulsando la movilización de los pueblos del mundo. Desde la UIT-CI seguimos llamando a seguir movilizando por la ruptura de relaciones de todos los gobiernos. Por el boicot artístico, comercial, deportivo, militar y diplomático a Israel. Palestina es hoy el símbolo de la lucha de todos los pueblos contra la barbarie imperialista.