Diseño Urbano: la escala de la ciudad y la urbanización del territorio

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Diseño Urbano: la escala de la ciudad y la urbanización del territorio Serie III

Editores Jorge Inzulza Alejandro Orellana Antonio Zumelzu Mabel Alarcón


Cuarto Encuentro de Investigación y Diseño Urbano 2014 La escala de la ciudad y la urbanización del territorio, 28 al 30 de octubre de 2014 Organizadores Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU), Universidad de Chile Escuela de Arquitectura (EA), Universidad de La Serena Instituto de Arquitectura y Urbanismo (IAU), Universidad Austral de Chile Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía (FAUG), Universidad de Concepción Comité Científico Nacional: Universidad de Chile: Alberto Gurovich Jorge Inzulza Emanuel Giannotti Universidad Austral de Chile: Antonio Zumelzu Andrés Horn Laura Rodríguez Universidad de Concepción: Leonel Pérez Mabel Alarcón Universidad de La Serena: Alejandro Orellana Nelson Sepúlveda Alberto Dentice Universidad del Bio-Bío: Sergio Baeriswyl Universidad Politécnica de Cataluña, España: Joaquín Sabaté Universidad Autonónoma del Estado de México: Juan José Gutierrez Camila Cociña University College London Editores Jorge Inzulza Alejandro Orellana Antonio Zumelzu Mabel Alarcón Diagramación Verónica Molina Los capítulos 1.3, 1.4, 2.2, 3.5 y 4.4 fueron sometidos a revisión por pares de evaluadores del comité científico de esta publicación. Los capítulos 1.1, 2.1, 2.4, 2.6, 3.1, 4.3 y 5.1 fueron sometidos a revisión por pares del comité científico de la Revista AUS Nº17 Nº18 y Nº19, y publicados en 2015 y 2016. Los capítulos 1.2, 2.3, 2.5, 3.2, 3.3, 3.4, 4.5 y 5.2 fueron sometidos a revisión por pares del comité científico de la Revista De Urbanismo Nº32 y N°33, publicados en junio y diciembre de 2015. El capítulo 4.1 fue sometido a revisión por pares del comité científico de la Revista de Geografía Norte Grande Nº 64 y publicado en septiembre de 2016 El capítulo 4.2 fue sometido a revisión por pares del comité científico de la Revista Urbano Nº33 y publicado en mayo de 2016.


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Bernardo Suazo Peña Extensión y Publicaciones Claudia Hempel Maack INSTITUTO DE ARQUITECTURA Y URBANISMO UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE
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Roberto Martinez Kraushaar Coordinadora Vinculación con el Medio Elisa Cordero Jahr Primera edición: junio 2018 500 ejemplares
 Impreso en XXXXXXXXXXXX ISBN N°: XXXXXXX
 Registro de propiedad intelectual N°: XXXXXX Diseño y Diagramación:
Verónica Molina R. Diseño de Portada:
Francisco Curihuinca S.


ÍNDICE La escala de la ciudad y la urbanización del territorio.

Jorge Inzulza, Alejandro Orellana, Antonio Zumelzu, y Mabel Alarcón

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A modo de introducción: Los espejismos de la utopía: sobre las fronteras internas y el quehacer proyectual de Guillermo Ulricksen en La Serena. Alberto Gurovich 17

Parte 1. La ciudad a escala humana y hábitat barrial 1.1

Escala humana y corrientes urbanísticas alternativas: un cambio de paradigma en el marco de la crítica a la ciudad dispersa y difusa. Constantino Mawromatis 26

1.2

Convivencialidad y seguridad en espacios comunitarios del movimiento moderno. Estudio de la Remodelación Paicaví, Concepción. Montserrat Delpino y Lorena Urbano

1.3

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Ergociudad: una aproximación desde la ergonomía y el diseño urbano. Rebeca Silva 54

1.4

Efectos de la intervención muralista como reactivador barrial. M. Constanza Miranda y Paola Velásquez

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Parte 2. Institucionalidad urbana y construcción de ciudad: política y gestión 2.1

Análisis del Documento Introductorio. Introducción y marco general para la formulación de una nueva Política Nacional de Desarrollo Urbano 30.03.2012 del Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Alberto Dentice 86

2.2

Integración social y política pública de revitalización de barrios: Hacia el desarrollo de modelos de intervención. Camilo Arriagada 96

2.3

Primer ensayo urbanístico regional, modernidad en La Serena, 1946 – 1952. M. Teresa Fierro 111


2.4

La Plaza de Armas de Osorno: Una relectura al proyecto de Oscar Prager. Tirza Barría 135

2.5

El proyecto urbano “La Chimba” Antofagasta, aciertos y retos pendientes. Gino Pérez 145

2.6

El pericentro de Coquimbo como escenario de renovación estratégica. Larry Cortés 160

Parte 3. El sistema urbano eficiente y sostenible en contextos de metropolización 3.1

Metropolización en la región de mayor crecimiento de Chile, Coquimbo. Antonio Daher 178

3.2

Panorama teórico y tendencias contemporáneas de Barrios Sustentables. Especulaciones en torno a un modelo de desarrollo para Chile. Juan Pablo Blanco 190

3.3

Impactos de lo global en lo local: gentrificación en ciudades Latinoamericanas. Gabriel Gómez y Alberto Villar 207

3.4

Nuevas urbanizaciones costeras, ¿Gentrificación turística en la bahía de Coquimbo? Suzanne Segeur 223

3.5

Exploración de los procesos de centralidad en ciudades fluviales del sur de Chile: el caso de Valdivia. Antonio Zumelzu, Daniel Ostrowski, Sebastián Navarro, Matías Murua y Antonella Bernucci 238

Parte 4. Reconstrucción urbana del territorio 4.1

Siguiendo trayectorias, dibujando trayector. Construcción de diagramas desde la experiencia de los habitantes. Luis Iturra y Paola Jirón 260

4.2

Desastres naturales, destrucción creativa y gentrificación. Jorge Inzulza e Ibán Díaz 271

4.3

Impactos de los mega-eventos deportivos: Los mega-proyectos urbanos y sus implicancias en la gentrificación, el caso de puerto maravilla en Río de Janeiro, Brasil. Ximena Bravo 297


4.4

De Ciudad Mediterránea a Metrópolis Costera, el caso de Gran La Serena. Alejandro Orellana, María Macarena Díaz y María Teresa Fierro

4.5

312

Interacciones de agua y ciudad / Una investigación de Urbanismo del Paisaje aplicado al caso del río Andalién, Concepción. Paulina Espinosa Rojas, Bruno De Meulder, Mabel Alarcón Rodríguez y Leonel Pérez Bustamante

328

Parte 5. Enseñanza y aprendizaje del diseño urbano 5.1

El Taller Neolocal y la otra educación. El proceso de enseñanza-aprendizaje de la arquitectura y las ciudades del futuro.) Andrés Horn, Alex Becker, Emil Osorio y Juan Carlos Olivares

5.2

348

Diseño de espacios desde el imaginario y la participación del ciudadano. Mary Johana Hernández 363

Perfil de los co-autores.

380

Lista de Tablas y Figuras. 385


La escala de la ciudad y la urbanización del territorio. Jorge Inzulza, Alejandro Orellana, Antonio Zumelzu, y Mabel Alarcón

Luego de haber realizado con gran éxito cuatros Encuentros de Diseño Urbano: el año 2011 en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile; posteriormente el 2012 en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía de la Universidad de Concepción; el 2013 en el Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Austral de Chile y, recientemente, su cuarta versión en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Serena, nuestro compromiso por consolidar el espacio de discusión del diseño urbano es creciente y necesario. En particular, surge cada vez la inquietud de cómo el conocimiento generado en las investigaciones y las posturas teórico-prácticas sobre el diseño urbano logran entrar en dos espacios fundamentales para el mejoramiento de nuestras ciudades -el aula académica y la oficina profesional institucional - de manera de tener influencia en las decisiones actuales y futuras para así recuperar la posición de esta disciplina en el debate nacional. Como fruto de estos debates, ya hemos editado dos libros. El primero de ellos titulado “Teoría y Práctica del Diseño Urbano para la Reflexión de la Ciudad Contemporánea”, el año 2014 como trabajo conjunto entre la Universidad de Chile y la Universidad de Concepción, relevando el hecho que la disciplina del diseño urbano requería de un debate nacional y regional, sobre la problemáticas de la ciudad contemporánea con todo lo que ello implicaba; lo teórico y lo empírico junto con las expresiones socio espaciales que evidencian el contexto urbano de siglo (Inzulza y Pérez, 2014). Posteriormente, el segundo libro en el año 2015, titulado “Diseño urbano y sus aproximaciones desde la forma, el espacio y el lugar, Serie II”, como fruto del Tercer Encuentro de Diseño urbano y Taller [Sur] realizado en noviembre de 2013, buscando ampliar la discusión del diseño urbano, respecto al estudio, reflexión y comprensión de la ciudad y el territorio desde lo diverso, lo local y lo contextual (Inzulza et al., 2015). Y entonces, nos trazamos un tercer desafío de escrito, que fue resultado del “Cuarto Encuentro de Diseño Urbano. La escala de la ciudad y la urbanización del territorio”, como trabajo conjunto entre las Universidades de Chile, de Concepción y La Serena. Este Cuarto Encuentro nos invitó a la reflexión sobre la calidad del espacio que se está construyendo en las nuevas áreas urbanas, pero no exclusivamente sobre la ciudad como el escenario clásico y centro de los grandes trabajos seminales en urbanismo, sino sobre el territorio ampliado, como espacio construido y natural. Revisamos y debatimos el desarrollo urbano que está siendo impulsado principalmente por iniciativa privada, con desarrollos de viviendas en extensión y gran demanda de vialidad, alta segmentación socioeconómica y una gran diferencia en el nivel de diseño del espacio público de acuerdo con los diferentes estratos sociales (Hidalgo et al. 2008). Asimismo, discutimos sobre la concepción de la calle y la plaza como espacios constituyentes fundamentales de la ciudad, que se ponen en está en entredicho cuando la autopista y el estacionamiento

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concentran gran parte de la experiencia urbana. Se necesita por tanto interpretar la forma y el espacio público con criterios físico-estético-funcionales, de manera de satisfacer las necesidades implícitas de quienes lo usan y habitan, incorporando y propiciando los cambios culturales que apunten al desarrollo de nuestras ciudades. La ciudad de La Serena fue nuestro escenario de acción, en donde pudimos combinar razón y creación, al tener la oportunidad de recorrer el emblemático centro histórico como parte de una travesía de tres días y vinculada a la investigación aplicada (Figura 1). A través de sus circuitos urbanos, logramos generar un debate interdisciplinario sobre el estado del arte del diseño urbano y cómo toma expresión formal en el territorio y paisaje del Norte Chico de Chile. Reunimos a un grupo considerable de académicos, estudiantes y profesionales de la escena urbana nacional y regional; varios de ellas y ellos mancomunados en los Encuentros de Diseño Urbano anteriores y afianzados en los primeros manuscritos y capítulos del libro que pueden ser encontrados tanto en los libros Serie I y Serie II, como en los publicados en revistas indexadas en la materia. Figura 1. Recorrido y lugares de exposición del Cuarto Encuentro de Investigación y Diseño Urbano

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Fuente: Elaboración A. Orellana (2014)

Así nació este tercer libro: “Diseño Urbano: La escala de la ciudad y la urbanización del


territorio, Serie III” que se suma a la saga del diseño urbano que vamos entrelazando y sitúa, por tanto, nuestro andar y entendimiento de dicha disciplina. Específicamente, este tercer volumen se estructura de cinco partes, que, en conjunto, visitan desde los conceptos de ciudad con su escala humana, su hábitat barrial, su institucionalidad y gestión urbana, así como su escala mayor en contextos de metropolización, incluyendo la cada vez más necesaria reconstrucción del territorio habitado. Además, una parte final muestra la necesidad de reforzar la enseñanza y aprendizaje del diseño urbano. Cada uno de los veintidós artículos de este libro, constituye un nicho de investigación significativo por parte de su autor o autores respectivos, vertido, ya sea desde sus líneas editoriales y de publicación, docencia de pre y postgrado, o como práctica profesional en los ámbitos del urbanismo y sus diversas disciplinas. Además, algunos de estos artículos presentados han sido base de publicaciones indexadas por los autores en Revista AUS -capítulos 1.1, 2.1, 2.4, 2.6, 3.1, 4.3 y 5.1-, Revista de Urbanismo -capítulos 1.2, 2.3, 2.5, 3.2, 3.3, 3.4, 4.5 y 5.2-, Revista Urbano -capítulo 4.2- y en Revista de Geografía Norte Grande -4.1-. Estas revistas, como plataformas de difusión de material inédito, académico y/o profesional, publicaron los trabajos mencionados entre julio de 2015 y septiembre de 2017 y, por lo tanto, fueron sometidos a una estricta revisión por pares. Sin perjuicio de lo anterior, estos artículos fueron examinados además por el comité científico de READU, con referato externo y editores de la presente publicación, para lograr de esta forma, una adecuada articulación con el resto de los trabajos que emanaron del Cuarto Encuentro de Investigación y Diseño Urbano y, además, presentados en esta oportunidad con un refrescado orden que estructura el libro. Además, hemos querido abrir esta nueva publicación de manera singular, a modo de un homenaje para el proceso de urbanización de La Serena, que nos acogió los días de evento, y su emblemático “Plan Serena” que se transforma en un ícono dentro de la historiografía chilena, entregándonos un enorme material ensayístico, arquitectónico y de publicación indexada (González Videla, 1975; Torrent, 2004; Fierro Page, 2016). Bajo el nombre de “Los espejismos de la utopía: sobre las fronteras internas y el quehacer proyectual de Guillermo Ulricksen en La Serena”, el profesor Alberto Gurovich, quien además es co-fundador de READU, nos relata el proceso de formación y vocación urbana de La Serena, que, en sus palabras, “no resulta ser el desenlace ni mucho menos de una iniciativa que, no obstante, sus limitaciones y desaciertos, continúa siendo señalada como un parangón en la historia del Urbanismo chileno”. Como estructura capitular, en su primera parte, “La ciudad a escala humana y el hábitat barrial”, el libro viene a retratar las importantes modificaciones del paisaje urbano y cultural en las últimas décadas, junto con los nuevos desafíos que nos presenta la ciudad, como lograr mayor integración social y acceso a los atributos urbanos por parte de todos los grupos sociales, implementar sistemas de movilidad urbana eficientes y sustentables, superar el déficit de infraestructura en áreas residenciales y recuperar barrios, entre otros (MINVU, 2014). Estas problemáticas nos entregan una serie de interrogantes

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respecto al espacio público como elemento unificador y lugar donde se habita la ciudad, relevando al barrio como un espacio de convergencia. Constantino Mawromatis es el encargado de abrir este debate mediante su trabajo sobre la escala humana como punto de encuentro con la clásica dicotomía entre los modelos de dispersión -expansión descontrolada- y la anhelada compacidad urbana que cobra fuerza y sentido en la actualidad, apoyada por los trabajos de Jane Jacobs (1961) y William White (1980). Lo anterior, también se puede apreciar bajo el prisma de “convivencialidad y seguridad en espacios comunitarios del movimiento moderno” que proponen Montserrat Delpino y Lorena Urbano en su trabajo. Situadas en la emblemática y penquista Remodelación Paicaví, las autoras desmenuzan las características espaciales y morfológicas de esta intervención urbana, a través del uso de sus espacios públicos y su relación con las edificaciones, clamando por la necesidad de diseño urbana a escala y convivencia comunitaria.

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Por su parte, Rebeca Silva invita a otra dimensión humana con la ‘ergociudad’ como concepción modélica de calidad de vida urbana que se funda en base a las premisas “teóricas de la ergonomía, situando su actuar en el ámbito disciplinar del Diseño Urbano”. Bajo esta aproximación, la aplicación de criterios ergonómicos en la ciudad “implicaría un alto impacto
en eficiencia y confort en los espacios construidos, que podrían consolidarse como una estrategia permanente de incorporación en los lugares habitables”. Cierra la primera parte la contribución de María Constanza Miranda y Paola Velásquez, quienes analizan los efectos de la intervención muralista como reactivador barrial, reforzando el actuar y acción del arte urbano con un efecto positivo en la sociedad y valoración incluso a nivel gubernamental. En una segunda ronda de trabajos, la institucionalidad urbana y la construcción de ciudad es retratada mediante un contrapunto que establece que el crecimiento de la ciudad va más rápido que la institucionalidad, y ésta no se ha adaptado a los cambios urbanos de las últimas décadas (Inzulza, 2012). En Chile, las ciudades y metrópolis no tienen un correlato con la estructura del Estado, no corresponden a un nivel de administración (Arenas, 2005). La unidad administrativa de comuna no responde necesariamente a la de ciudad, sin embargo, los instrumentos de planificación y gestión siguen radicados en la estructura administrativa del Estado. Este punto es prologado por Alberto Dentice, quien nos entrega un análisis crítico sobre el documento introductorio y del marco general para la formulación de una nueva Política Nacional de Desarrollo Urbano del año 2012, emitida por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo. El autor declara que el interés del documento en centrarse en las personas y su calidad de vida estaría más implícito que explícito, confiando -una vez más- estos preceptos a estándares tradicionales de desarrollo urbano, más que en una premisa refrescada de formas de participación del tipo bottom-up. Por lo anterior, parece ser que la regeneración del territorio habitado requiere


mayor interdisciplinar y asertividad, lo cual es compartido por Camilo Arriagada, a través de su trabajo sobre revitalización de barrios patrimoniales como modelos de intervención de integración social y política pública.
 El autor aboga por la necesidad de priorizar la integración de diversos grupos sociales insertados en las intervenciones de regeneración con estrategias y planes maestros vinculantes y estratégicos que incluyan la gestión urbana por barrios. De esta forma, se podría reconectar la visión general de la urbe, abstracta y muchas veces fragmentada de la planificación y la gestión urbana, con el diseño y construcción integral de la ciudad, relevada en los barrios como unidad básica de integración. La necesidad de correlacionar las normas urbanas con el territorio habitado cobra preponderancia, como ilustra el “primer ensayo urbanístico regional” de María Teresa Fierro sobre el reconocido Plan La Serena 1946 – 1952. Por medio de un análisis sobre la “capa” de la “estructura morfológica de la edificación y la posición que toma la construcción en el paisaje de la ciudad”, se evidencia cómo el actuar del movimiento moderno queda atrás, dejando como mayor legado el “espacio intermedio” que media “entre la edificación y el espacio público”, más que su lenguaje arquitectónico más conocido. Por ello, más o menos consciente, este tipo de proyectos urbanos de gran escala han ido entretejiendo el espacio urbano contemporáneo que podemos reconocer en distintas latitudes de nuestro territorio nacional. Otro caso que lo retrata es el trabajo de Tirza Barría sobre la Plaza de Armas de Osorno, ofreciéndonos una relectura al proyecto de Oscar Prager materializado con el Plan de Transformación de Osorno de 1930. La autora enfatiza que esta acción que emerge desde “la Plaza al Plan” permite aportar al ejercicio del diseño urbano, en cuanto se enmarca en los cánones de antaño del “arte cívico cuyo objeto era la ciudad”. En una mirada contemporánea, el aporte de Gino Pérez 0bserva la construcción de ciudad a escala regional con el análisis del proyecto urbano con intervención estatal “La Chimba” en Antofagasta, iniciado en el año 2002. El proyecto plantea tres aciertos importantes que dicen relación con la gestión para iniciar las obras de urbanización, la licitación condicionada incluyendo la imagen objetivo del proyecto y la ley de financiamiento urbano compartido, siendo esta última, una experiencia pionera en Chile. Contar con mayores proyectos públicos aparece como una oportunidad para “la articulación del territorio, disminuyendo los desplazamientos tanto de exclusión como de uso, de manera de promover un desarrollo sustentable”, como es planteado por Larry Cortés en su trabajo sobre el pericentro de Coquimbo. Pensar la ciudad como “red” y la reconfiguración de sistemas peatonales, es crucial para insertar un escenario de renovación estratégica, que rescate la identidad del territorio habitado. De alguna forma, se vuelve a la idea del barrio como regenerador del tejido socio espacial. En su tercera parte, el libro se adentra en el sistema urbano eficiente y sostenible en contextos de metropolización, reuniendo aspectos positivos y negativos que la disciplina del diseño urbano toma en la ciudad chilena y, mayor aún, en el contexto

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latinoamericano. Se plantea que en las últimas dos décadas se observan importantes cambios urbanos que van más allá de las grandes metrópolis. El modo en que se han configurado sistemas urbanos intermedios como el conformado por las ciudades del valle del Aconcagua, las ciudades intermedias del Valle Central y conurbaciones como La Serena y Coquimbo, que, si bien aún no alcanzan el estatus metropolitano, ya muestran evidencias de metropolización (Hidalgo, Arenas y Monsalve, 2009). Por otro lado, la valorización del sistema urbano coherente surge con gran fuerza como el medio para concretar iniciativas sostenibles, que permitan la permanencia de nuestras ciudades en el tiempo y el espacio, así como un desarrollo coherente con el carácter de la sociedad que las habita. En ese sentido, el Diseño Urbano cobra especial interés como la disciplina que debería entregar el marco conceptual y proyectual de cómo hacer ciudades integrales frente al crecimiento inorgánico de los desarrollos inmobiliarios. Esto es, ciudades sostenibles y eficientes como sistema territorial en una escala mayor y, a escala del peatón, habitables, inclusivas y por qué no decir bellas, a través de la armonía estética y la materialización de la justicia democrática participativa.

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De esta forma, el sistema La Serena-Coquimbo visto en el trabajo de Antonio Daher, como una “nueva metrópolis” y como una región ganadora minero-exportadora, si se considera que ha sido la de mayor crecimiento del norte -transformándose con ello, en la cuarta área metropolitana del país-, al mismo tiempo, se muestra como un “caso paradigmático no exento de contradicciones sociales, por su pobreza multidimensional y desarrollo urbano fragmentado”. Este contexto requiere de acciones de planificación que garanticen la sustentabilidad urbano y medioambiental del sistema. Siguiendo esta orientación, Juan Pablo Blanco hace una revisión de programas y políticas habitacionales específicas que se han puesto en marcha para alcanzar un modelo de desarrollo para Chile. Dentro de la revisión de casos de barrios sustentables, se refuerza la idea de “enfatizar el desarrollo del sentido de comunidad, buscando fortalecer las capacidades de los vecinos en la corresponsabilidad ambiental con su entorno, a través de la educación, la construcción de redes y el desarrollo de iniciativas locales”. Es precisamente en la búsqueda de sustentabilidad social que se enmarca el trabajo de Gabriel Gómez y Alberto Villar, quienes realizan un examen crítico a las transformaciones de los centros históricos de México D.F. y Santiago de Chile, como ciudades capitales que traen en nombre de la rehabilitación, la utilización y ‘turistificación’ de su patrimonio cultural como el legado preciado que debería mantenerse. Los autores plantean que aciertos de urbanidad se pueden transformar en desaciertos de globalidad, por medio de los cambios socio espaciales contemporáneos como la gentrificación que experimentan nuestras ciudades Latinoamericanas. Reclaman, por tanto, la necesidad de un “urbanismo ciudadano” valorando la “realidad plural y diversa de los barrios y comunidades” que conforman estas ciudades. En la misma línea, Suzanne Segeur analiza la gentrificación turística que se estaría produciendo en La Serena, por medio de su estudio de las transformaciones física y socio ambientales en la zona Avenida del Mar, y la sobrecarga de uso en casi un cincuenta por ciento de su borde costero


en los últimos quince años con turismo y segunda residencia. La autora manifiesta la necesidad de políticas territoriales integrales que permitan la articulación del territorio y la prevención de fenómenos de exclusión. Finalizando esta sección, Antonio Zumelzu, Roberto Burgos, Sebastián Navarro, Matías Murua y Antonella Bernucci, realizan una exploración de los procesos de centralidad en ciudades fluviales, con acento en el caso de Valdivia de los últimos cien años. La ciudad ha experimentado una transformación con desplazamiento de su centro topológico y expansión suroriente que es posible encontrar, de alguna forma, en otras ciudades intermedias chilenas afectas a presiones de crecimiento desmesurado y gentrificación de sus centros históricos. Los autores enfatizan en la importancia de generar nuevas ordenanzas que favorezcan el desarrollo de subcentros en las periferias de crecimiento, regulando la especulación del suelo urbano La reconstrucción urbana del territorio como la cuarta parte del libro, reúne trabajos sobre los desafíos profesionales para la práctica en el diseño urbano y arquitectónico. Aquí, el libro nos invita a revisar los cambios urbanos contemporáneos fuertemente vinculados al desarrollo de la infraestructura vial, el aumento del parque automotor y la masificación de nuevos espacios comerciales, reorganizan el territorio, cambiando la escala de lo urbano, que no coincide necesariamente con el concepto tradicional de ciudad (Cacciari, 2010). Además, este cambio de escala afecta todas las dimensiones de lo urbano y, a su vez, del territorio. Los sistemas de transporte, los procesos sociales, la forma y uso del espacio público y la gobernanza de la ciudad se ven desafiados por la velocidad de los cambios, impulsados por la masividad del acceso a la información y los impactos de la globalización. Es fundamental preguntarnos entonces como (re) construir este territorio, considerando el momento histórico de reformas estructurales en el ámbito político y económico, una nueva política de desarrollo urbano y una gran cantidad de instrumentos de planificación en creación y actualización. En una mirada etnográfica, Luis Iturra y Paola Jirón nos presentan el territorio urbano desde la perspectiva de la movilidad de sus habitantes. Por medio del registro de trayectos y construcción de diagramas, los autores plasman la experiencia de los habitantes y, en particular, la vivencia de “del viaje de Gloria” desde el norte al centro de Santiago. Para ello, se establecieron técnicas de recolección de datos como es la recolección de los diagramas y dibujos dinámicos en el recorrido de la participante, que junto con el sombreo como técnica clásica, permitió entender su experiencia del desplazarse a través de la ciudad. De esta forma, esta técnica de narrativa escrita y visual permite la comprensión de la movilidad cotidiana del habitante y le da protagonismo en la ciudad. Sin embargo, este rol estelar del citadino se ve cada vez más afectado cuando la ciudad se enfrenta a procesos de reconstrucción post desastres naturales. Jorge Inzulza e Iban Díaz revelan procesos de
destrucción creativa y gentrificación en tres casos comparados de España, México y Chile. Dentro de su análisis los autores afirman que los eventos catastróficos naturales se han convertido en una oportunidad para agudizar brechas sociales y expulsión de

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comunidades originales de los centros y ciudades, más que una recuperación cívica y de modos de vida que es imperioso preservar. Esta realidad de cambios socio espaciales y gentrificación es extrapolada a otras ciudades dentro del continente, como es el trabajo de Ximena Bravo sobre los impactos de los mega-eventos deportivos en Río de Janeiro, Brasil, con el caso del mega proyecto de regeneración urbana Puerto Maravilla. La autora relata como el hecho deportivos globales de 2014 -Mundial de Fútbol- y 2016 -Olimpiadas- si bien son expectantes para la comunidad que disfrutan del deporte, al mismo tiempo, han generado consecuencias en el aumento de precios de suelo urbano, ‘elitización’ de clases y expulsión de residentes, en los lugares donde que reúnen estas actividades.

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La relación entre desarrollo urbano y territorio es continuada por el trabajo de Alejandro Orellana, M. Macarena Díaz y M. Teresa Fierro, desde una mirada hacia el litoral para entender las profundas transformaciones sufridas por la ciudad de La Serena, una pequeña ciudad de vocación agrícola, para convertirse en el Gran La Serena -en conurbación con Coquimbo- un sistema en metropolización, volcado al borde costero, y que presenta una serie de conflictos -sobredemanda de uso de borde costero, problemas de accesibilidad y evacuación a posibles desastres naturales-, que poden en jaque la oportunidad para la integración socio espacial. En ese sentido, se aboga por retomar una visión metropolitana que permita una mejor articulación territorial en un contexto de políticas y normativas fragmentadas y orientadas exclusivamente a la rentabilidad económica del suelo. Desde este caso y otros relativos a cambios socio espaciales, se puede advertir la acción de una ideología neoliberal que se apodera de los instrumentos de planificación del territorio, con efectos devastadores, especialmente para aquellas comunidades más vulnerables. El último trabajo de esta sección, sobre el “urbanismo del paisaje” como lo nombran los autores Paulina Espinosa, Bruno De Meulder, Mabel Alarcón y Leonel Pérez, hace un detallado análisis del caso del río Andalién en Concepción, relevando la importancia de las interacciones entre agua y la ciudad, y los conflictos y contradicciones derivadas de no considerar la dimensión territorial y paisajística en el desarrollo urbano, incidiendo tanto en el deterioro del medioambiente natural ambiental, como en las condiciones de vida de la comunidad afectada. Es, por lo tanto, sustancial avanzar en políticas integrales y planes especializados que aminoren las vulnerabilidades que se generan para la ciudadanía, tanto por procesos de recuperación de bordes fluviales como por la reconstrucción de centros históricos. En la quinta parte y final, se hace un análisis sobre la enseñanza y aprendizaje del diseño urbano. Dos son los trabajos que nutren esta discusión académica-formativa. Por una parte, con la experiencia de “El Taller Neolocal & La Otra Educación”, como el proceso de enseñanza-aprendizaje de la arquitectura y las ciudades del futuro, por los autores Andrés Horn, Alex Becker, Emil Osorio y Juan Carlos Olivares. Agregan que esta


experiencia “es una manera de aproximación y captura de la realidad que nos permite abordar temáticas contemporáneas para la sociedad y la disciplina con el propósito de que cada estudiante pueda elaborar una ética de trabajo empática con las personas y los grupos humanos a los que servirá como futuro profesional”. Por otra parte, Mary Johana Hernández nos retrata el diseño de espacios desde el reconocimiento de los imaginarios urbanos de los ciudadanos como una “herramienta para los urbanistas que no sólo planean sino además diseñan la ciudad”. Por tanto, “el ciudadano debe ser su mayor aliado y su mejor inspiración para la realización de diseños urbanos”. De esta forma, el recorrido a través de los distintos trabajos de los coautores que conforman el presente libro, nos invita a una reflexión común y transversal, y con una mirada renovada, respecto de la toma de decisiones que se deben adoptar en la forma de las ciudades que habitamos y, en especial, en aquellas que alguna vez fueron riqueza y fascinación de nuestros territorios, vuelvan a asomarse en una armónica relación entre lo medioambiental y sociocultural en busca de contribuir a mejorar la calidad de vida. Si le adicionamos los fuertes cambios climáticos y tectónicos aportados en recientes décadas por los desastres naturales, la tarea por mejorar el desarrollo urbano, con el diseño urbano de sus espacios y hábitats a la cabeza, es crucial. Por esto, una mirada amplia, diversa y compleja del territorio demanda, al mismo tiempo, nuevos desafíos en busca de estrategias que contribuyan a otorgar sentido al habitar, ya sea en el ámbito local o global, poniendo en valor los contenidos culturales propios. Si convenimos que la exigua investigación en materias urbanas es un hecho evidente, en la cual la relación entre la deficitaria investigación y las prácticas contemporáneas de diseño urbano llevadas a cabo en la ciudad es aún más débil, la necesidad de mayor debate y elucubración en estas temáticas nos está esperando al frente de la casa. El algún sentido, creemos que este compilado de trabajos como tercer volumen, nos permite, primeramente, recuperar y reconfigurar lo más preciado del ser humano, que es la lectura de sus espacios y cómo ello incide en la simple pero sublime experiencia diaria de moverse, distraerse, comunicarse, trabajar y vivir en la ciudad. El presente libro se traza como una tercera oportunidad de revisión de esta disciplina. Hoy en día, hemos sumado más fuerzas a este desafío, tanto desde los colegas suscritos en los cuatros Encuentros ya realizados, como también de nuevos adherentes, entre los cuales se encuentran prestigiosas universidades nacionales e internacionales, entusiastas profesionales, colegas, tesistas, alumnos, y una red invaluable de participantes del sector público y privado, que, cada vez más, demandan discusión de calidad sobre el diseño urbano. Referencias bibliográficas Arenas, F. (2005). Siete claves para discutir acerca de la planificación urbana en Chile. Revista Bibliográfica De Geografía Y Ciencias Sociales, 10(592).

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A modo de introducción: Los espejismos de la utopía: sobre las fronteras internas y el quehacer proyectual de Guillermo Ulricksen en La Serena. Alberto Gurovich

En tributo a lo que deben haber sido las conversaciones de fin de jornada entre Gastón Bardet, Oscar Praguer y Guillermo Ulricksen, reunidos alrededor de un tablero de dibujo en La Serena durante algunas tardes de 1948. Con excepción de algunos Intercomunales, y aun así, no encontramos otra actuación urbanística chilena sobre la que se haya escrito tanto, como en lo tocante al denominado Plan Regional Serena (1947 - 1952). Creemos que tal profusión de comentarios se debe, entre otras razones, a los alcances singulares de su factura, al modelo de significación que pretende, el experimento de articulación entre las escalas del planeamiento que justifica, el intento de entrelazar matrices de lo urbano y lo arquitectónico, y hasta por una iniciativa de identificación estética que contradictoriamente escolta un objetivo de rearmado espacial que buscó ser congruente con el progresismo de la modernidad espacial y el respeto por el paisaje natural, aunque resultara envuelto en una escenografía ilusoria que, entre osada y gratuitamente, se trató de fraguar. Incluso superando aquello, lo cual implica cierta lógica todavía necesaria de explorar - en lo específico en cuanto a ciertas frustraciones referidas al equilibrio social, las particiones funcionales y la creatividad del diseño, muy caras para sus proyectistas -, los aspectos que se enumeraron, junto con otros atributos nos permiten seguir aprendiendo de aquella experiencia en relación con el contexto y las circunstancias del caso. El proyecto articula dos ciudades, Coquimbo y La Serena, diferentes entonces y hoy definitivamente soldadas y mutuamente comprometidas como resultado de una tendencia de ampliación urbana que viene siendo presionada por la arrogancia del comercio inmobiliario que, manteniendo y hasta solidificando desigualdades manifiestas en algunos espacios (San Joaquín, y en el otro extremo de la escala social, Las Compañías, la Caracoles, y Guayacán), lo conduce a ocupar la huella de maremotos históricos en el litoral (Avenida del Mar de La Serena, la Herradura de Coquimbo, y últimamente La Serena Golf) e inundaciones (Las Compañías Alta), junto con desconocer procesos de socavamiento lateral de terrazas en el espacio intermedio (Pampa Alta y Antena), y atropellar frágiles humedales de notable riqueza natural . En sus comienzos, aspiraba urbanizar la bahía de Coquimbo, desde La Herradura hasta la Punta de Teatinos (a diez kilómetros al norte de La Serena), incluyendo la desecación de pantanos ubicados desde el Estero del Culebrón hasta el río Coquimbo. Adicionados al proyecto se fueron implementando una variedad de edificaciones,

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parques y avenidas (que se enumeran en las memorias oficiales editadas en la época), a más de un significativo mejoramiento de la Carretera Panamericana que le confiere nuevas condiciones de accesibilidad desde el resto del territorio y facilita el intercambio intrarregional. La idea de intervenir la realidad para transformarla mediante un plan o proyecto que facilitará el logro de mejorías o la gestación de estímulos de progresividad en un territorio cuenta con apreciables antecedentes en las campañas fundacionales de Domingo Ortiz de Rozas, José Antonio Manso de Velasco y Ambrosio O´Higgins, muy cercanos al modo de acción que realizará Gabriel González Videla, que más adelante veremos.

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Excluyendo los casos de San Francisco de Limache, 1857, y Viña del Mar, 1874, cabe citar algunas demostraciones paradigmáticas previas. A modo de ejemplo se destaca la actuación de José Manuel Balmaceda como diputado en representación de Carelmapu durante cuatro períodos, lo cual le permitirá plantear, ya como Presidente de la República, junto con la creación del Ministerio de Industrias y Obras Públicas en 1887 - el cual entre otras tareas debe impulsar y ordenar la construcción de ramales ferroviarios destinados a facilitar la incorporación territorial -, cuando cristaliza los proyectos urbano - portuarios de Pichilemu en 1889, Llico en 1890, y tras la inauguración del viaducto sobre el Malleco, la inspirada creación de Puerto Saavedra en el Bajo Imperial, cuyo plano quedará demorado hasta 1897 . Otros ejemplos, si bien más acotados, se manifiestan en los mejoramientos de Chimbarongo y Valparaíso durante la primera presidencia de Carlos Ibáñez, y de Linares en la segunda. Finalmente, y aunque posterior al Plan Serena, conviene agregar un intento académico de reestructuración a gran escala proporcionado por el Plan Regional de Desarrollo de Concepción y Chillán que formulara entre 1963 y 1964 el laboratorio de planeamiento de la Universidad de Concepción, bajo la dirección de Antolín López Medina (arquitecto y economista con experiencia en el planeamiento espacial estratégico de Holanda) Ahora bien, la elección de La Serena como “laboratorio” de un impulso y modernización selectiva – que modifica la línea “desarrollista básica y escalonada” de las administraciones de Aguirre Cerda y Ríos Morales -, no es casual. Desde ya podría ser interpretada como la respuesta a una suerte de reivindicación regional frente a la hegemonía histórica de Santiago, en tanto factor de una demanda largamente pendiente desde la revolución igualitaria de 1851, cuando durante meses la ciudad debe defenderse, sitiada por el ejército Central que apoya el gobierno de Manuel Montt, convertida en teatro de batallas que incluyeron bombardeos e incendios muy destructivos . En el levantamiento de 1859, La Serena apoya a Copiapó contra Montt y el dominio de la capital de la nación que les vienen despojando de gran parte de las ganancias provenientes de la minería de la plata. Los serenenses protagonizan dos violentas batallas, obteniendo una primera victoria en Los Loros, en las proximidades de Las Compañías, y siendo posteriormente derrotados en Cerro Grande, al levante de la ciudad.


Más tarde, la epopeya del salitre implica una serie de tareas productivas en La Serena y Coquimbo, que van aportando herramientas, alimentos, vestuario y calzado, lo cual les permite operar como vínculo de sostén a la subsistencia y servicio de la mano de obra y sus familias. El 20 de mayo de 1918 se produce un demoledor sismo de 7,9 grados, cuyo epicentro se sitúa al este de Coquimbo, en el valle del Elqui, provocando 380 víctimas fatales y daños irreparables en varios edificios en La Serena y Coquimbo. Cuando entre aquel momento y 1920 sobreviene la primera crisis extrema de la industria salitrera, dañada por el salitre sintético, emerge la minería del hierro como una nueva alternativa que beneficia la economía y el empleo en el ámbito serenense. Su explotación, primero en El Tofo y después El Romeral impulsa una fase de prosperidad que capta nuevos contingentes de trabajadores y capitales que incrementan el desarrollo urbano y la actividad portuaria. Más adelante, aquella dinámica se multiplica y es capaz de justificar nuevos modos de aportación estatal o mixta al desarrollo urbano. Por de pronto conviene recordar la temprana existencia de respuestas creativas en tal sentido que se remontan a las destrucciones de Concepción en 1751, muy especialmente Chillán en 1835, seguido de Chanco en 1849 y Limache en 1853. El terremoto de Vallenar, de 10 de noviembre de 1922, que provoca 800 muertos, da lugar a la aprobación de la llamada Ley Lyon, Núm. 3926 de 1923, que por primera vez define la creación de una Caja de Auxilio como herramienta financiera de apoyo fiscal a los damnificados. A su turno, el terremoto de Talca y Constitución de 1° de diciembre de 1928, con 300 víctimas, justifica la Ley 4.563 de 20 de enero siguiente, que se convierte en la primera norma general de construcciones y urbanización. El sismo de 24 de enero de 1939, que destruye Chillán y Concepción, entre otras muchas entidades pobladas, provocando 5.648 fallecidos registrados, conduce a sancionar la Ley 6.334 de 24 de abril siguiente, por medio de la cual se genera la Corporación de Reconstrucción y Auxilio y la Corporación de Fomento de la Producción, CORFO, que además se relaciona a las exigencias que propone la sustitución de importaciones decidida por los efectos de ruptura de aprovisionamientos que está provocando la Segunda Guerra Mundial. Conviene puntualizar que el ministro Gustavo Ross, durante el Gobierno de Alessandri Palma, había estado propulsando una política de desarrollo industrial por la vía de moderar las importaciones, de modo concurrente con el aumento de la producción agrícola y el mejoramiento alimenticio. Pero será la formación de la Corporación de Fomento de la Producción, CORFO, en el Gobierno progresista de Pedro Aguirre Cerda la que tendrá por misión elaborar un plan para incrementar la producción nacional y reducir las importaciones. Y asimismo, por mediación de créditos, aportes de capital e intervenciones directas, logrará generar un fuerte impulso a la minería, la electrificación, la agricultura, el comercio y el transporte, creando más adelante, durante las administraciones de Ríos Morales y González Videla e Ibáñez, una serie de entidades estatales básicas para la industrialización, como la Empresa Nacional de Electricidad en 1943, la Compañía de Acero del Pacífico en 1946, la Empresa Nacional del Petróleo en 1950, y la Industria Azucarera Nacional, en 1953.

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En resumen, y mucho más en el ambiente industrializador, la existencia de la CORFO consolida la opinión de la necesidad de un proyecto facilitador y guía, indefectiblemente entonces de origen o apoyo franco del poder del Estado. El Plan Serena Dado aquel panorama, y en un momento política y económicamente complicado, surge el Plan Serena. Ocurre que entre 1946 y 1952, Gabriel González Videla, abogado ‘nacido y criado’ en La Serena, ocupa el cargo de Presidente de la República, al cual llega a los 47 años debido al prematuro fallecimiento de Aguirre Cerda y Ríos Morales, sus antecesores. Por circunstancias relacionadas a su pertenencia política – el Partido Radical, alineado entonces en la estrategia de una coalición progresista de raigambre internacional, la Alianza Democrática, descendiente del Frente Popular -, el nuevo gobierno, que busca ampliarse a la inclusión de otras posiciones ideológicas, y además postula facilitar la sindicalización, viene equipado con un programa que se orienta a enfrentar los retrasos e insuficiencias económicas y sociales del país mediante la tecnificación, el aumento de la eficiencia y la racionalización, a más de acentos decididos por la educación y la industrialización basados en las ventajas geográficas y las condiciones locales disponibles.

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Tras instalarse en La Moneda con aquel apoyo multipartidario de sesgo progresista, se enfrenta a una difícil situación económica provocada por los comienzos un ciclo inflacionario que desencadena una serie de demandas relativas a sus efectos sobre el alza del costo de la vida, lo cual desata reacciones que no logran ser neutralizadas mediante sucesivos ajustes de sueldos y salarios que, a corto andar, van resultando insuficientes. De modo que el Gobierno, del cual se esperaban grandes posibilidades de desarrollo se ve mezclado en una situación internacional teñida de duros enfrentamientos entre bloques que aquí determina un estado de beligerancia compuesta de impugnaciones, quiebres y hasta acosamientos que en primera instancia dañan y sellan el enmarque democrático de posibilidades, entre abril de 1947 y 1948, y subsiguientemente lo obligan a buscar nuevas alianzas políticas, que modifican los designios de continuidad del vitalismo trasformador de la víspera, y limitan sus aspiraciones. La presión de los miembros del Partido Comunista, que eran aquellos de sus partidarios más comprometidos políticamente con los trabajadores, se agudiza en un ambiente además tensionado por influencias externas propulsadas, en el nivel de las relaciones internacionales, por la presión estadounidense durante la denominada Guerra Fría. La situación resulta en conflictos que, en tales condiciones, no pueden ser superados, provocando una quiebra de la combinación política de respaldo, y motivando en suma un endurecimiento de las medidas autoritarias orientadas desde el Ejecutivo. Para justificar su intervención, el Gobierno acusa la existencia de deslealtades por parte de


quienes lo fustigan, reclamando culpas en tono creciente, en una actitud que culmina en la persecución abierta de quienes ha convertido en opositores. A continuación, y con el objeto de legitimar aquellos pasos, solicita y consigue la aprobación de facultades extraordinarias en el Congreso, y después envía un proyecto que contará con el apoyo de parlamentarios de otros partidos políticos a fin de argumentar la necesidad del dictado de la Ley 8.987 de “Defensa Permanente de la Democracia”, sancionada el 3 de septiembre de 1948 -y solo derogada un decenio más tarde-. Contando con aquellas facultades combinadas en una herramienta avasalladora, el Gobierno se permite inhabilitar y despojar de su cargo a numerosos parlamentarios, regidores, jueces y miembros contratados por la administración pública, municipal y educacional primaria, secundaria y universitaria que militaban, se habrían manifestado a favor o se les suponía cercanos a tales tendencias de opinión, y además inhibe la contratación de empleados adscritos a cualquiera de los movimientos sociales en resistencia - muchos de ellos potenciados en su origen por el impacto local de la Guerra Civil española o la Segunda Guerra Mundial -, con lo cual se reduce a su mínima expresión el funcionamiento de entidades sindicales, logrando que se acentúe la prohibición de realizar huelgas, actos de reivindicación laboral y un sinnúmero de iniciativas culturales de signo libertario. En tales circunstancias enrarecidas y desesperanzadoras, el gobierno forja dos proyectos efectistas que se aprovechan de los avances de la prensa escrita y la creciente penetración de la publicidad radial. Junto con lo que más tarde será la ocupación del territorio antártico chileno, aparece el Plan Serena, mostrándose como referente de un procedimiento de planeamiento con metas justificadas provistas por realizaciones casi dictatoriales – de transformación imperiosa y “eficaz”, como el mismo Gabriel González Videla lo tratará de justificar en sus Memorias más tarde -, que recordarán la lucha contra los pantanos de las lagunas Pontinas de los ingenieros de Mussolini, y los proyectos federales del New Deal de Roosevelt desarrollados por la Tennessee Valley Authority en Kentucky. A pesar de su postura ideológica, González Videla contrata, como jefe del proyecto, al Profesor de la Universidad de Chile, arquitecto (aún no titulado entonces) Guillermo Ulricksen Becker, un intelectual y artista gráfico marxista, riguroso y lúcido, quien se complementa con Oscar Praguer, un paisajista igualmente meticuloso, sabio y ocurrente, formado en Japón y California. Se complementan en su quehacer, y proponen una base de formulación organizada a partir de un estudio sistemático de la geografía, la botánica y la sociología operativa de los lugares. No hay duda de que Ulricksen admira el proyecto de Ildefonso Cerdá para Barcelona, visible en el manejo del diseño de las manzanas centrales, pero también conoce en detalle las obras de Le Corbusier. Si bien no alcanza a plasmarse en el nuevo trazado para La Serena que se ha difundido, cuida de proponer un tratamiento para Las Compañías, que conceda continuidad, y borre las fronteras que señalan desigualdades. Asimismo, supone la instauración de una oficina del Plan,

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antecedente de las Asesorías Urbanas actuales, que garantice la práctica municipal de una gestión tenaz y perseverante. En 1948, mientras Ulricksen y Praguer se encuentran trabajando, el gobierno aprovecha la cercanía de Gastón Bardet, contratado en Argentina, para incorporarlo temporalmente al trabajo del Plan. La adquisición de Bardet es muy importante para el equipo. Él se hace el tiempo para contribuir con la delicadeza que corresponde a su maestría, cuando está efectuando otras muchas tareas de planeamiento en la Isla de la Reunión y Orán, y escribe textos sobre el desarrollo teórico y metodológico que formaliza entonces en textos sobre el Nuevo Urbanismo. Bardet se incorpora al equipo, y claramente lo fortalece con su experiencia, criterio científico y capacidad compositiva. Es un crítico de Le Corbusier, admirador de la biología y a poco de la convivencia en Chile se irá sumiendo en una profunda línea espiritual de base cristiana que lo hará culminar en la magia y la radiestesia. Aquí podemos afirmar que, conociendo la obra y los lineamientos estéticos que profesan los tres diseñadores, es posible manifestar una clara duda acerca de la fuente de la proposición de un estilo ‘neocolonial’ en el Plan de La Serena.

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Aún es posible que por respeto a la autoridad del Presidente Gabriel González Videla no manifestaran una formal oposición frente a tal orientación, todavía más cuando quede confirmada con la llegada del arquitecto José Manuel González Valcárcel, enviado por el gobierno español, como especialista en aquella estilización, en un gesto que, por lo demás, aparece coherente con la importación, muy costosa, de un gran número de reproducciones en mármol de estatuas clásicas para el “embellecimiento” de la avenida Francisco de Aguirre. Más adelante, aún en el período presidencial de González Videla, el avance del proyecto irá siendo alterado por la situación económica del país, la cual continuó deteriorándose, vinculada con la baja rentabilidad impositiva de las exportaciones de cobre a Norteamérica, a precio condicionado hasta el término de la Guerra de Corea. También influye la falta de divisas en la medida que afectan la importación de materias primas y bienes de capital que hace insostenible el modelo de industrialización sustitutiva, provocando un déficit fiscal crónico que se solventa con inflación y contracción económica que produce desempleo. Para buscar una salida el Gobierno eleva el gasto público y permite una creciente inflación resuelta por mediación de créditos bancarios, la paralización efectiva de la producción y la precarización de los empleos. La cadena de conflictos alcanza tal gravedad que el Gobierno debe acudir a lograr una pacificación política, y termina en 1952 con tasas de inflación en subida, que llegarán al 86 % en 1955, un estancamiento de la actividad económica – entre aquello las inversiones de diseño, construcción y sustentación del Plan Serena-, junto con una fuerte pérdida del poder adquisitivo y una virtual paralización de las obras de inversión estatal, todo lo cual, en suma, aparecerá beneficiando las actividades de tipo especulativo. Pero esta


conclusión tan triste como discutible, no resulta ser el desenlace ni mucho menos de una iniciativa que, no obstante, sus limitaciones y desaciertos, continúa siendo señalada como un parangón en la historia del Urbanismo chileno. Referencias bibliográficas Collier, S. y Sater, W. F. (1999). Historia de Chile, 1808 – 1994. Madrid: Cambridge University Press. French-Davis, R. (1972). Políticas económicas en Chile, 1952 -1970. Santiago: Ed Centro de Estudios de Planificación Nacional, Ediciones Nueva Universidad, Vicerrectoría de Comunicaciones Universidad Católica de Chile. González Videla, G. (1975). Memorias, Tomo 2. Santiago de Chile: Editorial Gabriela Mistral. Hurtado Ruiz-Tagle, C. (1966). Concentración de población y desarrollo económico: el caso chileno. Santiago de Chile: Ed. Instituto de Economía, Universidad de Chile. Sagredo Baeza, R. (2014). Historia mínima de Chile. Madrid: Turner Publicaciones, S. L. Sagues, O. (1956). Urbanismo y Plan Serena: un ensayo sobre la transformación urbanística planificada de una región. La Serena: Ed. Municipalidad de La Serena. Tapia Moore, A. (1961). Legislación urbanística de Chile, 1818 - 1959. Santiago: Ed. Instituto de Vivienda, Urbanismo y Planeación, IVUPLAN, Facultad de Arquitectura, Universidad de Chile. Torres Valencia, J. (s/f) Entrevista a Guillermo Ulricksen Becker sobre el Plan Constructivo La Serena Coquimbo, en 1952. Fotocopia sin referencias.

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PARTE 1

La ciudad a escala humana y hรกbitat barrial.


Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

1.1 Escala humana y corrientes urbanísticas alternativas: un cambio de paradigma en el marco de la crítica a la ciudad dispersa y difusa.1 Constantino Mawromatis Pazderka

Introducción El activismo de movimientos sociales relacionados a la demanda de mejoras en las condiciones de habitabilidad de la ciudad, es expresión del conflicto entre las dinámicas de crecimiento que congregan a los distintos actores del desarrollo urbano y a la ciudadanía que reclama su espacio vital. A comienzos de la década de 1960, Jane Jacobs caracterizó esta demanda, liderando la disputa entre la comunidad local y el influyente desarrollador urbano Robert Moses2. El objetivo de la comunidad era impedir la construcción de una autopista urbana3 que involucraría la demolición de un área en el ‘Bajo Manhattan’. Ello marca un hito significativo que simboliza, desde entonces, la reivindicación ciudadana por recuperar la escala humana frente a la preponderancia de las infraestructuras orientadas al automóvil. 26

Esta confrontación, no obstante, es aún materia vigente y no resuelta en muchas ciudades a nivel global. Tanto el sesgo dogmático del Movimiento Moderno, en primera instancia, como también el utilitarismo de la producción fordista en el ámbito del suburbio -reflejado de manera elocuente en las Levittown4 de los años 1950 en los Estados Unidos-, persisten en algún grado en los modelos actuales, como resabios de un desarrollo cuantitativo. Sin embargo, es el modelo de la suburbanización residencial el que ha generado la problemática asociada a la expansión urbana y la consecuente reducción y dispersión de las actividades exteriores (Gehl, 2006), ocupando buena parte de la crítica especializada de las últimas décadas. Esta voluntad crítica ha derivado en nuevos planteamientos contestatarios al modelo de crecimiento asociado al automóvil, que comienzan a articularse, con particular fuerza, a partir de las décadas de 1980 y 90, con modelos urbanos más orientados a la escala humana y un compromiso declarado hacia la sostenibilidad. Dicho objetivo congrega a 1 El presente capítulo se relaciona a la investigación de la tesis doctoral del autor, titulada “Emergencia y Convergencia de las Corrientes Urbanísticas Alternativas al Desarrollo Disperso. Europa y los EE.UU. 1980/2010”. 2 Moses tuvo gran relevancia en proyectos de infraestructura vial a gran escala, favoreciendo el uso del automóvil y, con ello, la expansión de la ciudad de Nueva York hacia los suburbios. 3 Referida al Lower Manhattan Expressway o Canal Street Expressway. 4 Las Levittown simbolizan a los sistemas de producción industrial llevados al mercado de las viviendas en el ámbito suburbano durante el período de la posguerra en los Estados Unidos. Se asocian al imaginario del “sueño americano”, en donde el acceso a la vivienda unifamiliar aislada, al automóvil y a los nuevos bienes de consumo se facilita para las clases medias emergentes.


Parte 1: La Ciudad a Escala Humana y Hábitat Barrial

corrientes de distintas procedencias que, no obstante, coinciden crecientemente en la valoración de la escala humana como aspecto fundamental en sus propuestas. La demanda por la recuperación de la dimensión humana en la ciudad Los aportes de Jane Jacobs (1961) y William H. Whyte (1980)5 cobran cada vez mayor sentido en lo referido al concepto de placemaking, una condición cualitativa del espacio público que logra convocar a la gente por el solo hecho de ofrecer un ambiente grato. Lo que parece evidente hoy, no lo fue durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX. La proliferación de proyectos estandarizados y sus infraestructuras, que caracterizan la expansión urbana hacia las periferias, han significado la virtual desaparición del espacio público y de la calle-corredor como componente esencial que otorga el carácter urbano a una ciudad. Desde un enfoque reactivo a dicho derrotero surgen diversos planteamientos posestructuralistas que rehúyen el sesgo dogmático del funcionalismo modernista. Lo que comienza como un temprano cuestionamiento al desarrollo urbano de la posguerra, con el surgimiento de visiones revisionistas y nostálgicas -de mano de autores como Gordon Cullen y su influyente libro ‘Townscape’ de 1961- y las exploraciones alternativas de un modernismo de segunda generación, se traduce posteriormente en un discurso posmoderno que impacta en la futura articulación de corrientes que buscan constituirse como alternativa al desarrollo disperso y difuso. Estas posturas posmodernas en el ámbito del diseño urbano, resultan en expresiones de mayor confluencia entre la arquitectura y el espacio público, como se sugiere tempranamente en los escritos de Aldo Rossi (1971) y como se reconoce, a continuación, en la literatura de Rob Krier (1975), Christopher Alexander (1977) y Leon Krier (1984), entre otros. Dichas posturas influyen, por sobre todo, en las corrientes posteriormente denominadas neotradicionales, siendo algunos de sus principales referentes los propios hermanos Krier. En tanto, los modelos orientados al automóvil acusan su insostenibilidad de manera cada vez más manifiesta (Crawford, 2000; Gehl, 2006; Pozueta, Lamíquiz y Porto, 2009). Son muchas las evidencias que apuntan hacia la necesidad de un cambio de paradigma, en especial en lo concerniente al modelo de ciudad dispersa y difusa, denominada sprawl en los Estados Unidos, dada la progresiva ocupación de un territorio escaso y frágil y a la dependencia cada vez mayor del tráfico rodado. Los impactos en ámbitos del medio ambiente, de los recursos naturales y energéticos, como en lo referido a la habitabilidad de las ciudades, alteran los equilibrios entre el desarrollo y la calidad de vida. En dicho escenario, las demandas ciudadanas por recobrar la escala humana son fundamento insoslayable de las tendencias urbanísticas emergentes que basan sus discursos en la sostenibilidad y en la ética que supone el logro de mejores ciudades (Max-Neef, 1994; Leccese, 2000; Gaffron, Huismans y Skala, 2005; Gehl, 2006; Duany, Plater-Zyberk y Speck,

5 Whyte destacaba la calidad de los pequeños espacios públicos y la calle urbana como el espacio vital que congrega a las personas.

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Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

2010). Hoy, esta dimensión cualitativa del espacio urbano trasciende las ortodoxias disciplinares y obliga a la participación, bajo una postura inclusiva e integral, de los diversos actores del desarrollo urbano. Nuevas corrientes alternativas al sprawl: La escala humana como punto de encuentro Si bien el discurso generalizado pareciera concordar con la necesidad de mejorar las condiciones de habitabilidad, expresado en la voluntad de recobrar la vida de barrio y el desarrollo a escala humana (Max-Neef, 1994), ello no se condice ni con la realidad predominante en las operaciones inmobiliarias en áreas urbanas centrales, ni con la formación de un periurbano difuso. Como observa Nikos Salingaros (2007), “la dispersión suburbana se ha convertido en una ‘máquina’ autogeneradora que hace realidad sus propias ambiciones, que produce una cantidad ingente de movimiento mecánico, pero que no es propicia para las acciones y las necesidades humanas naturales”. (pág.1) Figura 2. La ciudad de Miami refleja la expansión urbana de las ciudades del ‘cinturón del sol’ en los Estados Unidos.

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Fuente: El autor, 1998.

La expansión urbana se reproduce, ciertamente, a un ritmo alarmante, agudizando el deterioro de las ciudades, a pesar de la creciente conciencia pública respecto a la problemática y a las demandas reivindicativas en relación a los valores de una vida más pausada y en consonancia con el entorno. Solo en los Estados Unidos, cuna del llamado sprawl, se observó en los años 1990 un incremento en la expansión urbana en


Parte 1: La Ciudad a Escala Humana y Hábitat Barrial

una proporción aproximada que duplica las tasas de los años 1950 (U.S. Department of Housing and Urban Development, 2000), siendo las ciudades del llamado ‘cinturón del sol’ (figura 2) ilustrativas de dicho crecimiento (García, 2011). Esta tendencia, no obstante, no es exclusiva de la realidad norteamericana; es, en efecto, un fenómeno crecientemente global, reconocible especialmente en regiones emergentes que sustentan su crecimiento en la especulación del suelo, pero también en el continente europeo. Como se advierte en un informe evacuado por la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) el año 2006, “en los últimos 20 años, la superficie construida en muchos países de Europa occidental y oriental ha aumentado el 20 %, mientras que la población solo ha crecido el 6 %” (pág. 3). Figura 3. Escaleras mecánicas en Medellín.

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Fuente: Emanuel Giannotti, 2013.

Es en este contexto en el que germinan los referidos modelos alternativos, conquistando espacios progresivamente, tanto en ámbitos académicos y políticos, como en la acción proyectual, en un claro afán por recuperar el espacio público. La estructuración y trascendencia de estas visiones alternativas son especialmente significativas en el continente europeo y en los Estados Unidos, debido a su influencia en la disciplina del urbanismo a nivel global y a su creciente magnitud. De la misma forma, cabe relevar las acciones a nivel local, que proliferan en realidades vulnerables e informales a partir de políticas públicas o de la participación ciudadana efectiva, logrando un cambio de actitud hacia un desarrollo urbano inclusivo y sensible con el espacio público y la escala humana. Algunas de ellas son las experiencias del ‘urbanismo social’ de Medellín (figura


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3), concebido a finales del siglo pasado, con su Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y su sistema integrado de transporte. Otro caso es el de la planificación integrada de la ciudad de Curitiba, Brasil, implementada inicialmente a comienzos de la década de 1970. Los anteriores son dos referentes que surgen de una clara voluntad política y una visión a largo plazo que, a partir de la planificación integrada, apuestan por fortalecer los aspectos cualitativos del desarrollo urbano. Asimismo, en la microescala, emerge el urbanismo táctico y las actuaciones rápidas de mejora en puntos concretos, conocidas también como ‘acupuntura urbana’ (Lerner, 2003). Estas corresponden a operaciones que permiten actuar localmente de manera eficaz y participativa, especialmente en asentamientos informales, como la experiencia desarrollada en las favelas en Río de Janeiro.

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En ámbitos de mayor organización y formalidad, sobresalen diversas asociaciones ciudadanas que abogan por mejores condiciones de habitabilidad a nivel local y global. Agrupaciones como la International Federation of Pedestrians (IFP), originada en 1963 y que deriva en la serie de conferencias internacionales de Walk-216, a partir del año 2000; los Congresos del Nuevo Urbanismo CNU (Leccese, 2000), iniciados en el cambio de siglo; el LEED-ND, formalizado en 2009, que extiende la certificación a la escala urbana; y el smart growth o crecimiento inteligente en urbanismo (Duany y Speck, 2010; Gavinha y Sui, 2003); son algunos de los indicios que orientan el debate hacia los grandes temas que congregan el interés general, en una actitud proactiva y pragmática que busca el mejoramiento del entorno construido, lejos de los dogmatismos o del supuesto laissez faire de la segunda mitad del siglo pasado. Ciertamente, esta evidencia de voluntades por enfrentar la dependencia del automóvil en la ciudad tiene relación con la valorización de la escala humana. Como observa Max-Neef (1994), la base de una sana convivencia radica en un desarrollo a escala humana; un desarrollo entendido como aquel que se refiere a las personas y no a los objetos, como postulado básico, ya sea por opciones éticas, racionales o intuitivas. Por otro lado, desde un enfoque de origen morfológico y fundamentalmente en contextos desarrollados, sobresalen tempranamente las tendencias caracterizadas como neotradicionales (Katz, 1994), que abogan por la recuperación de las condiciones cualitativas del diseño urbano en contraposición al zoning. A pesar de su polémica adscripción a lenguajes arquitectónicos historicistas, su atención hacia las configuraciones urbanas más compactas y diversas señalan su preocupación por la escala humana como principio esencial. Tanto Rob, como Leon Krier (Krier y Porphyrios , 1984) han sido de gran importancia en la articulación de estas corrientes, recurriendo a un discurso claro y seductor que ampara la recuperación de la forma urbana, siendo 6 A través de los ciclos de conferencias llamadas “Walk21 series” y de la Carta Internacional Walk21, se expone la visión de un mundo en donde la gente pueda y elija caminar hacia sus labores cotidianas y, con ello, pueda llevar una vida más sana y relajada (http://walk21.com/).


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Leon el catalizador del influyente Movimiento del Nuevo Urbanismo Norteamericano (Duany, Plater-Zyberk y Speck, 2010). Las características de los espacios públicos de algunos de los referentes más notables de las corrientes neotradicionales logran, efectivamente, recuperar la calidad espacial propia de las ciudades preindustriales, al menos en la esfera morfológica. Ejemplos ampliamente divulgados como Poundbury (figura 4) y Brandevoort (figura 5) en Europa, ambos iniciados en la década de los 90, junto a múltiples proyectos del Nuevo Urbanismo ejecutados en los Estados Unidos, como Seaside, a comienzo de los años 1980, y las experiencias posteriores de Kentlands y Mashpee, entre otras, ratifican la voluntad de recuperar la dimensión estética del urbanismo. Esta preocupación se evidencia con claridad en los principios del Nuevo Urbanismo (Katz, 1994) y en las declaratorias de sus congresos (Leccese, 2000), como también en sus instrumentos basados en la forma urbana, para favorecer la construcción de espacios públicos vitales (Krieger, 1991). Figuras 4 y 5. Poundbury de Leon Krier y Brandevoort de Rob Krier y Christoph Kohl, son dos referentes que dan cuenta de la atención dispuesta por las corrientes neotradicionales a la dimensión morfológica del urbanismo.

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Fuente: El autor, 2010.

En tanto, desde otro enfoque, cabe relevar la importancia que está adquiriendo la movilidad en su condición sistémica, cualitativa e integradora (figura 6). La concepción de la movilidad sostenible e instrumentos como el Transit Oriented Development (Calthorpe, 1993) pueden considerarse parte esencial de innovadoras políticas de desarrollo urbano, favoreciendo e impulsando el transporte público, el uso masivo de la bicicleta (figura 7) y la caminata en configuraciones preferentemente compactas y de usos mixtos. Se extienden transversalmente conceptos como carfree (Crawford, 2000) y shared space o espacio compartido (Porto y Pozueta, 2008), entre otros, que se refieren al espacio viario como un ámbito integrador, restringiendo, por un lado, el libre acceso del automóvil en determinadas áreas, o congregando, por otro lado, a los distintos actores en un mismo soporte urbano. La anterior es una condición del espacio viario relativamente novedosa en los ámbitos disciplinares formales del diseño urbano, pero que ciertamente recuerda la vitalidad de las calles tradicionales de ciudades de la India u otros contextos similares en Asia, África y Latinoamérica.


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Figura 6. El tranvía, como parte del sistema integrado de movilidad sostenible en Bilbao, España, es un ejemplo de la relevancia del transporte público para el logro de ciudades a escala humana.

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Fuente: El autor, 2010

En los ámbitos disciplinares surge, también, el concepto de ciudad paseable, el cual se refiere a la oportunidad de realizar los itinerarios cotidianos a pie, de manera saludable y segura (Pozueta, Lamíquiz y Porto, 2009). Se consigue, por tanto, revitalizar la movilidad pausada y se fomenta el encuentro espontáneo entre la gente, tal como lo pretende Jan Gehl (2006), al postular que el caminar “es ante todo un tipo de transporte, una manera de desplazarse, pero también proporciona una posibilidad informal y sin complicaciones de estar presente en el entorno público” (pág. 147). A partir de una aproximación paralela, surgen los planteamientos del ecourbanismo, un enfoque inspirado en los principios del informe Nuestro Futuro Común, incorporando progresivamente la dimensión humana como parte de sus principios declarados. Ello se ve refrendado en algunas destacadas intervenciones urbanas, con mayor coherencia en países del norte y centro de Europa. El ecobarrio de Vauban en Friburgo (figura 8), concebido a comienzos de la década de 1990 en Alemania y, por sobre todo, el llamado enfoque SymbioCity de Suecia, son referentes recurrentemente mencionados en la literatura especializada, a propósito de los atributos cualitativos de sus espacios públicos.


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Figura 7. Rheinauhalbinsel en Colonia, Alemania. El uso de la bicicleta y la ‘paseabilidad’ cobra creciente presencia en las nuevas actuaciones urbanas.

Fuente: El autor 2010 Figura 8. El ecobarrio modelo de Vauban se configura a partir de la preocupación por la escala humana, observada en las proporciones de los espacios públicos, en la diversidad de su arquitectura y en la movilidad.

Fuente: El autor 2010

Se releva su visión integral que supera consideraciones estrictamente ecologistas, procurando crear ambientes socialmente sanos y estimulantes. En el caso de SymbioCity, la implementación de dicho enfoque en algunas de las experiencias más reconocidas, como el distrito de Hammarby Sjöstad (figura 9) en Estocolmo y Västra Hamnen (figura 10) en Malmö, dan cuenta de una voluntad que promueve el desarrollo a escala humana, con especial atención sobre sus espacios públicos y su arquitectura. Ello puede apreciarse en las proporciones de edificios, calles y plazas; en los patrones compositivos; en las

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texturas y colores que singularizan las particularidades de cada barrio; y en la movilidad pausada propiciada por el diseño del espacio viario. Además, puede apreciarse en la diversidad de la arquitectura promovida por la micro-gestión y la variedad de estudios arquitectónicos que intervienen en el desarrollo urbano, apuntando con ello a, una mayor democratización en la construcción de nuevas comunidades. Figuras 9 y 10. Hammarby Sjöstad y Västra Hamnen representan una actitud innovadora que, además de incorporar las más avanzadas tecnologías, se orienta a los aspectos cualitativos del espacio público.

Fuente: El autor 2010.

Conclusiones 34

Desde una perspectiva historiográfica, existen variadas voluntades por plantear taxonomías respecto al surgimiento de nuevas corrientes en el diseño urbano contemporáneo (Carmona, 2003; Ordeig, 2004; Busquets, 2006; Moor y Rowland, 2006). Sin embargo, no se ha relevado expresamente el fenómeno de la progresiva convergencia de algunas de las principales corrientes alternativas al modelo predominante -algunas manifiestamente antagónicas en sus idearios de origen- que valoran, en su conjunto, la escala humana como principio fundamental. La preocupación por otorgar espacios públicos de calidad, como lugares de encuentro, con el equipamiento y las condiciones de escala y proporción adecuadas, junto con favorecer e incentivar los desplazamientos peatonales y en bicicleta, son ámbitos transversales en donde confluyen las distintas aproximaciones como contrapropuesta a la prevalencia del automóvil, representando un virtual cambio de paradigma respecto al derrotero que supone la expansión urbana descontrolada. Carentes de la espectacularidad dogmática de los planteamientos del Movimiento Moderno, como también de la visión romántica de las utopías, las corrientes de diseño urbano que asoman en las últimas décadas como alternativa al sprawl, logran hoy instalarse progresivamente en el ámbito de la toma de decisiones y son capaces de convocar a los diversos actores del desarrollo urbano de manera manifiestamente pragmática. Son, entonces, un punto de encuentro tanto en modestas intervenciones del espacio público de la llamada acupuntura urbana o del urbanismo táctico, como


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también en las grandes actuaciones urbanas. El revertir la prevalencia de las lógicas circulatorias modernistas, la zonificación segregadora y las grandes estructuras, toma cada vez más razón. El sentido común sugerido por los escritos de Jane Jacobs parece cobrar hoy mayor relevancia y universalidad respecto a otros grandes hitos de la teoría del urbanismo, considerando que los grandes desafíos del siglo XXI, en relación a la crisis socioeconómica y medioambiental, relegan a un segundo plano las consideraciones conceptuales y estéticas, como lo manifiesta el propio Duany (2012), en una actitud que pone en valor lo cotidiano, lo modesto y a la gente, como usuarios reales de las ciudades, para descubrir sus necesidades y aspiraciones. Referencias bibliográficas Agencia Europea de Medio Ambiente (2006). La expansión urbana descontrolada en Europa (EEA Briefing 4/2006). Recuperado de http://www.eea.europa.eu/es/publications/ briefing_2006_4. Alexander, C. (1977). A pattern language: Towns, buildings, construction. Nueva York: Oxford University Press. Busquets, J. (2006). Cities, Xlines: A new lens for the urbanistic project = Ciudades, X formas: Una nueva mirad, hacia proyecto urbanistico. Cambridge, MA: Harvard University, Graduate School of Design. Calthorpe, P. (1993). The next American metropolis: Ecology, community, and the American dream. Nueva York Princeton Architectural Press. Carmona, M. (2003). Public places, urban spaces: The dimensions of urban design. Oxford: Architectural Press. Crawford, J. (2000). Carfree cities. Utrecht: International Books. Duany, A. (2012). Andres Duany on Jane Jacobs. Submitted by Ben Schulman. En Ben Schulman’s blog. http://www.cnu.org/cnu-salons/2012/03/andres-duany-jane-jacobs . Duany, A. y Speck, J. (2010). The smart growth manual. Nueva York: McGraw-Hill. Duany, A., Plater-Zyberk, E. y Speck, J. 2010. Suburban nation: The rise of sprawl and the decline of the American Dream. 10th Anniversary Edition. Nueva York: North Point Press. Gaffron, P., Huismans, G. y Skala, F. (2005). Ecocity - A Better Place to Live. Viena: Facultas Verlag.

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1.2 Convivencialidad y seguridad en espacios comunitarios del movimiento moderno. Estudio de la Remodelación Paicaví, Concepción. Montserrat Delpino-Chamy y Lorena Urbano Paz

Introducción Chile presenta crecientes tasas de desigualdad y deterioro de espacios comunitarios, así como un aumento de la delincuencia y desconfianza entre vecinos de una misma localidad. En particular se considera que en el 33,6 % de los hogares chilenos algún miembro ha sido víctima de un delito y que el robo a la vivienda tiene una tasa de 7,8 %, muy por encima de países desarrollados como España con un 0,8 %, o Alemania con un 0,9 % (Ministerio del Interior y Seguridad Pública, 2010). En este escenario la percepción de inseguridad es un tema relevante para el desarrollo de las nuevas políticas públicas de la sociedad chilena.

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Al considerar la inseguridad y la segregación, como elementos que condicionan de manera negativa el desarrollo de la sociedad, se entiende el impacto que genera dentro de la estructura comunitaria el contar con espacio públicos, que, ya sea por diseño o descuido, no favorezcan la interacción de los ciudadanos, dificultando la generación de una convivencia armónica de los habitantes de un barrio y una ciudad. En este contexto resulta importante estudiar la relación entre entorno urbano edificado y la convivencialidad de sus espacios públicos (Verdaguer, 2005), verificando las oportunidades que tienen la arquitectura y el urbanismo para contribuir al escenario de degradación urbana que enfrenta el país. Históricamente se registra un periodo en la historia de Chile, donde la convivencialidad entre los ciudadanos fue considerada enfáticamente en el desarrollo de políticas públicas promovidas por el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) (MINVU, 2004), postura anexada al Movimiento Moderno, el cual establece la democratización del suelo y el cambio en la forma de construir, proyectando un lineamiento arquitectónico que se implementa en distintas ciudades del país. Esta estrategia surge al amparo de la evidente necesidad por solucionar el déficit habitacional de la época, provocado por una serie de catástrofes sismológicas y reforzado por el proceso migratorio campo ciudad producto de las dinámicas productivas del desarrollo industrial. El Movimiento Moderno, desde el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna CIAM 1928, promueve la creación de un nuevo marco de vida sano, soleado y confortable, donde el interés social de la arquitectura es un lineamiento constante. Esto en beneficio de las condiciones del habitar de los seres humanos, quienes son considerados una presencia clave dentro del diseño arquitectónico del entorno urbano (Mangin y Panera,


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2002). Siguiendo estos lineamiento, y bajo el alero de la Corporación de la Vivienda (CORVI) en Chile, surgen diversos conjuntos habitacionales, caracterizados por la conformación de súper manzanas con bloques de viviendas colectivas o conjuntos de viviendas unifamiliares, abarcando gran extensión dentro de la trama urbana. Considerando que estos conjuntos modernos se diseñaron pensando en promover dinámicas de encuentro e intercambio comunitario, la investigación apunta a estudiar la relación entre las variables de diseño urbano y su impacto sobre las dinámicas comunitarias a través del tiempo, reconociendo la ciudad de Concepción como un gran exponente de este tipo de proyectos (Peréz y Fuentes, 2012) y centrándose particularmente en la Remodelación Paicaví, donde actualmente se aprecia una evidente degradación del entorno urbano y comunitario. Así, la investigación busca estudiar las características espaciales y morfológicas de los espacios públicos en proyectos habitacionales donde, desde su concepción, destaque el rol de estos espacios en la construcción de comunidad. Es por eso que se considera un proyecto del Movimiento Moderno como base de estudio, con el fin de identificar variables que han impactado en el grado de convivencialidad y desarrollo de la vida de barrio, rescatando lineamientos que favorezcan las buenas prácticas dentro de la conformación de futuros espacios públicos y descartando decisiones de diseño que han evidenciado malas prácticas con el paso del tiempo. Los principios de convivencialidad en el movimiento moderno y su manifestación en el contexto chileno La Arquitectura Moderna impulsada a principios del siglo XX; más allá de ser una tendencia estética, ha procurado responder mediante diversas estrategias de diseño urbano a las necesidades sociales y económicas de su época. Durante la primera mitad del S. XX, emerge en el contexto social un persistente cuestionamiento acerca de la higiene, iluminación y confort urbano en general, lo que se ve reflejado en la precariedad de la morfología habitacional y el tejido urbano que se observa en las ciudades. Estas problemáticas son tratadas en los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM), que se realizan esporádicamente entre los años 1928 y 1959, donde destacan documentos como la Carta de Atenas de 1931 generada tras el IV CIAM ‘La ciudad funcional’; donde el funcionalismo y racionalismo emergen como puntos fuertes del movimiento, sustentados en visiones economicistas del espacio urbano. No obstante, este enfoque no apuntaba a una rentabilidad del producto a nivel inmobiliario, sino más bien a optimizar la utilización de los recursos en beneficio la calidad de las edificaciones; planteamientos que se ven fortalecidos por los procesos de industrialización y la masificación del hormigón armado como material de construcción (Mangin y Panera, 2002). A partir de estos factores es que la estética responde claramente a simplificar el diseño, procurando eliminar la ornamentación, y en algunos casos homogenizando criterios de diseño arquitectónico, como una estrategia para la democratización del suelo urbano,

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entregando viviendas de similares características a todos los residentes de los conjuntos habitacionales (Mangin y Panera, 2002). Estos principios se ven representados en diversas estrategias de diseño urbano asociadas al Movimiento Moderno. En relación a la parcelación y gestión del suelo, el concepto de ‘superbloque’ o ‘supermanzana’; previamente utilizado en la planificación urbana; se ve fuertemente promovido por el Movimiento Moderno como una estrategia para garantizar el dominio de grandes paños urbanos; regulando con ello el desarrollo de zonas de riesgo social mediante la generación de soluciones habitacionales homogéneas, de mediana y alta densidad; en respuesta a los requerimientos generados por la guerra y las migraciones campociudad que caracterizaron aquella época (Colquhoun, 1978). Esta configuración permite liberar los interiores de manzana, promoviendo los espacios públicos de encuentro comunitario. De aquí radica que muchos de los planteamientos en cuanto a diseño urbano provenientes del Movimiento Moderno estén fuertemente vinculados a enfoques de carácter sociológico, que buscan promover lugares de encuentro comunitario, que potencien la ‘convivencialidad’ y el encuentro entre distintos miembros de la sociedad. Esta visión es apoyada por las investigaciones del arquitecto Carlos Verdaguer (2005) quien declara que un buen espacio público brinda alternativas de distracción y sociabilización; reforzando en su uso el grado de convivencialidad entre los residentes. 40

En Chile los primeros indicios del Movimiento Moderno se manifiestan tras una serie de catástrofes sísmicas que afectaron al país en la primera mitad del siglo XX. Estos acontecimientos evidenciaron las deficiencias en las técnicas constructivas de la época, por lo que, para las labores de reconstrucción, se consideran nuevos materiales y procedimientos más industrializados, con el fin de mejorar la calidad y hacer un uso más eficiente de los recursos. Después del terremoto de Chillán en 1939, se da paso a la instauración de los lineamientos del diseño arquitectónico y cuestionamiento social propuesto por este movimiento; con especial énfasis en el surgimiento de grandes espacios urbanos de encuentro, diseño racionalista, convivencialidad y democratización en el acceso a la ciudad. Estos enfoques son desarrollados en Chile por exponentes internacionales que llegaron impulsados por la idea de reconstrucción; además de los arquitectos formados en la Universidad de Chile, bajo la influencia de la reforma de la enseñanza de la arquitectura de 1933. Tras este proceso de instauración, se da paso a un nuevo periodo conocido como 2° Modernidad Arquitectónica, comprendida entre 1950 y 1970; durante la cual los terremotos que afectan a las ciudades de Concepción y Valdivia actúan como detonantes, que direccionan las intervenciones del Movimiento Moderno principalmente a la zona sur del país. Nuevamente la reconstrucción actúa como un catalizador de la Modernidad Arquitectónica en Chile, ofreciéndose como una eficaz estrategia para dar solución a las familias afectadas (Atria et al., 2012).


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A partir de 1964, con la llegada de Eduardo Frei Montalva a la presidencia, se adopta la Política de Cooperación entre países Latinoamericanos y Estados Unidos para la formulación y puesta en marcha de políticas de desarrollo nacional y la Carta de Punta del Este de 1961 ‘Alianza para el Progreso’. Además, el gobierno chileno promueve una política que busca enfrentar el déficit habitacional que se arrastra en el país debido a la migración campo ciudad. Por ello considera construir 360.000 viviendas, de las cuales 213.000 el 59 % iría al sector más pobre del país. Para lograr los objetivos se fomenta la participación ciudadana en la implementación de políticas públicas de desarrollo comunitario, es por esto que durante el periodo entre 1964 y 1970, se crean 3.487 juntas de vecinos y funcionan 9.000 centros de madres con 450.000 socias. A este fenómeno social se le suman políticas públicas como la creación en 1965 del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU), además de entidades de cooperación como lo son la Corporación de Servicios Habitacionales (CORABITH), La Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU) y la reestructuración de la Corporación de la Vivienda (CORVI). Bajo este escenario surgen una serie de proyectos de conjuntos residenciales de edificios, a lo largo del país, como lo son Villa Portales, Villa Olímpica, Remodelación San Borja, Remodelación Paicaví, Remodelación Eleuterio Ramírez entre otras (MINVU, 2004). Estos proyectos se vieron caracterizados por desarrollar edificaciones de densidad media, en torno a espacios comunes, grandes explanadas con plazas duras y diversidad de mobiliario urbano racionalista que promueva la permanencia y el encuentro. Simultáneamente su gestión e implementación se vió acompañada por la participación de las diversas agrupaciones ciudadanas promovidas por las políticas públicas de la década de 1960, cumpliendo las juntas de vecinos un rol fundamental en la gestión y mantención de los conjuntos residenciales del modernismo. Ciudad contemporánea y los saldos del modernismo: Abandono de espacios públicos e incremento de la inseguridad urbana Las ideologías basadas en promover la calidad edificatoria y el diseño de espacios públicos centrados en lo colectivo, que motivaron la construcción de la ciudad moderna, han ido perdiendo fuerza a medida que las consignas económicas y sociales que promueven la independencia y la privatización del hábitat urbano, y en este caso de los espacios públicos, han generado una indiferencia de los desarrolladores inmobiliarios frente a los temas comunitarios. En Europa este proceso se desencadenó específicamente en los años 1970 con el abandono de algunos proyectos emblemáticos por parte de los residentes, llegando a manifestarse física y simbólicamente en Francia, a fines de las década de 1980, con la demolición de los Grand Ensembles (Mangin y Panera, 2002). Esta obsolescencia no se replica del mismo modo en Chile, no obstante si es posible evidenciar un creciente deterioro urbano dentro de los conjuntos habitacionales de la época moderna, producto de las dinámicas de crecimiento urbano en expansión hacia periferias con mejores cualidades ambientales, así como de las políticas de vivienda

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social que han favorecido la adquisición de suelo barato, generalmente alejado de los centros de servicio. Así los nuevos residentes y equipamientos se han emplazado en los anillos exteriores de la ciudad, restando dinamismo a los antiguos centros urbanos y a sus entornos residenciales promovidos por el modernismo. No obstante, cabe mencionar que el reconocimiento del valor patrimonial de estos proyectos se ha visto fortalecido tras el último terremoto que afectó a Chile el año 2010 (Caceres, 2012). Este evento dió pie a la destinación de recursos provenientes del proceso de reconstrucción con el fin de recuperar las edificaciones dañadas, así como los espacios comunes de sus conjuntos. Sin embargo, esta política se aplicó en los proyectos habitacionales que presentaron más daños estructurales, y no como una estrategia para la revitalización de conjuntos del modernismo a lo largo de todo el país. A pesar de la contingencia, la inmediatez de estas políticas evidencia una persistente tendencia al abandono; tanto por parte de los vecinos como de la administración pública; de prácticas de rehabilitación y revitalización, fundamentales para revertir procesos de deterioro urbano que comienzan a consagrarse en el espacio público, y particularmente en torno a las zonas comunes de conjuntos habitacionales del modernismo, caracterizados por su alto valor patrimonial e incidencia social.

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Así, frente a las dinámicas de deterioro urbano, el espacio público comienza a ser percibido como un lugar expuesto, que aumenta la sensación de inseguridad de los usuarios o transeúntes. Frente a esto, son diversos los investigadores que han dado cuenta de una relación entre las cualidades de diseño del espacio público y sus condiciones de habitabilidad y confort, destacando el trabajo de Salvador Rueda (2012) y de Jan Gelh (2006). Sin embargo, en el marco de las dinámicas de deterioro urbano contemporáneas, son las metodologías de análisis capaces de vincular el diseño con la seguridad urbana, aquellas que toman mayor relevancia en la escena nacional. Al respecto algunos simples factores que se pueden considerar son: iluminación, orden, limpieza y señalización; todo lo que apuntaría a activar los espacios público, identificando al vigilante anónimo como la clave en las prácticas de prevención del delito en la ciudad (Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Ministerio del Interior y Fundación Paz Ciudadana, s.f.). Metodologías para la evaluación de la convivencialidad y seguridad urbana mediante el análisis morfológico de los espacios públicos Así, desde las problemáticas asociadas al diseño del entorno urbano vinculadas a la promoción de espacios públicos vibrantes emergen, cada vez con más fuerza, agrupaciones de investigadores interesados en evaluar la calidad de los espacios existentes, a objeto de identificar aspectos clave a modificar, para promover su revitalización como lugares clave para el desarrollo de la vida cívica y comunitaria. Desde estas inquietudes han surgido diversas metodologías para la evaluación de los espacios públicos. Entre ellas destacan enfoques de carácter más bien analíticos y cuantitativos, como los que surgen de investigadores como Enrique Mínguez et al.


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(2009), o desde la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, de la mano Salvador Rueda. Simultáneamente se desprenden visiones más cualitativas y participativas, como lo es el caso de Project for Public Spaces (PPS) en la línea conceptual del placemaking, quienes recurren a factores como confort, accesibilidad, actividades y sociabilización como elementos para permitir que cualquier ciudadano pueda juzgar si un lugar está apropiadamente diseñado y es dinámicamente utilizado (Mella, 2009). Todo esto con el fin de hacer partícipe a la comunidad local aprovechando las ideas que nacen de sus mismas problemáticas con el fin de promover la salud de las personas, la felicidad y el bienestar (Barría, 2012). Metodología “Evaluación del espacio público: Indicadores experimentales para la fase de proyecto”, de Carlos Verdaguer Dentro de la gran variedad de posibles sistemas de evaluación existe un prototipo propuesto por el arquitecto Carlos Verdaguer, en el proceso de su investigación doctoral para la Universidad de Madrid en el año 2005. Este sistema de evaluación establece una premisa básica para generar un criterio de evaluación de los espacios públicos, trabajando con dos índices de medición; el primero es un llamado ‘índice de convivencialidad’ (cuantitativo) y otro llamado ‘índice de calidad del espacio público’ (cualitativo). En ambas herramientas de evaluación, se establece un indicador que fluctúa entre excelente, muy bueno, avanzado, medio y malo (Verdaguer, 2005). Metodología “Espacios urbanos seguros. Recomendaciones de diseño y gestión comunitaria para la obtención de espacios urbanos seguros”, del Ministerio de Vivienda y Urbanismo; Ministerio del Interior y Fundación Paz Ciudadana Una segunda metodología, asociada a la percepción de seguridad de los espacios públicos, corresponde a un documento elaborado por la Fundación Paz Ciudadana, llamado ‘Espacios Urbanos Seguros’. Este documento entrega recomendaciones de diseño y gestión comunitaria para la obtención de espacios urbanos seguros, de esa perspectiva se considera la evaluación de situaciones y elementos que condicionan la seguridad de los espacios colectivos, como aspectos relacionados con la tipología y agrupación de viviendas, estacionamientos, características del espacio público y la presencia de mobiliario urbano. Esto, bajo la categorización de buenas y malas prácticas (Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Ministerio del Interior y Fundación Paz Ciudadana, s.f.) Análisis de la convivencialidad y seguridad asociada al diseño urbano de los espacios comunitarios en la ‘Remodelación Paicaví’ de 1964 en Concepción, Chile Al aplicar ambos criterios de evaluación, el de Carlos Verdaguer y el de la Fundación Paz Ciudadana, es posible realizar una reflexión conjunta entre los elementos de diseño urbano y las dinámicas de uso en el espacio público existente, asociado a su potencial de promover prácticas de convivencialidad ofreciendo un lugar seguro para la interacción social. Se establecen conclusiones de resultados obtenidos y del comportamiento de ambas metodologías, para posteriormente concluir los aspectos urbanos arquitectónicos

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que destacan beneficiando o perjudicando la utilización de los espacios de convivencia. Para abordar el análisis de las implicancias del diseño urbano sobre el funcionamiento de los espacios comunes en la Remodelación Paicaví. La investigación utiliza en primera instancia la metodología planteada por Carlos Verdaguer para evaluar la convivencialidad generada por esta propuesta urbanística, entendiendo este concepto como una cualidad espacial para sociabilizar donde no solo basta la cantidad de espacio disponible sino que también la calidad para realizar actividades de convivencia. Seguidamente se recurre a la metodología de análisis propuesta por la Fundación Paz Ciudadana para revisar como los principios de diseño impactan sobre la percepción de seguridad en el área de estudio. Figura 11. Remodelación Paicaví

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Fuente: Revista AUCA n°13

Contextualización del caso de estudio La Remodelación Paicaví es un proyecto ícono del Movimiento Moderno en la ciudad de Concepción, gestionado por la CORVI, a través de un concurso nacional el cual fue ganado en 1964 por el grupo TAU, compuesto por los arquitectos Julio Mardones, Gonzalo Mardones, Jorge Poblete, Sergio González y Pedro Iribarne. Este grupo ya tenía experiencia en el desarrollo de este tipo de proyectos por el desarrollo de la Villa Olímpica en la comuna de Ñuñoa en Santiago. A partir del Plan Regulador post terremoto de 1960 desarrollado por Emilio Duhart y Roberto Goycoolea, donde la Avenida Los Carreras se convierte en una de las principales arterias vehiculares de la ciudad. Por lo cual la intervención sobre esta área toma un rol fundamental para el desarrollo del Plan, es así como dadas las condiciones políticas,


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sociales y de crecimiento que estaba experimentando la ciudad, nace la idea de abarcar una gran extensión de terreno para viviendas populares (figuras 11 y 12). Dentro de la trama de la remodelación, se identifican 3 espacios públicos de mayor jerarquía, con respecto a las áreas de circulación con jardines y pequeñas áreas verdes, siendo el espacio central, el cual en su afán integrador de actos comunitarios, albergaba en el diseño original un área comercial en el centro, que organiza 4 plantas, las cuales se abren en todas las direcciones en las periferias del volumen, conectadas a través de un pasillo perimetral cubierto por la proyección de los aleros del volumen (figura 13). Figura 12 Remodelación Paicaví

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Fuente: Revista AUCA n°13

Además esta área se proyectaba como el vínculo con el otro lado de avenida Paicavi, lo cual dejo una pasarela inclinada con un volumen que la contiene, dados las reales resultados del proyecto esto no finalizo como conexión (Peréz y Fuentes, 2012). El análisis del proyecto se llevara a cabo desde el punto de vista cuantitativo en toda su extensión y cualitativo en el área central. Metodología de Carlos Verdaguer: Análisis de la convivencialidad y calidad del espacio público Índice de Convivencialidad Bruto En el primer índice se considera el ‘área de convivencialidad’ como aquella correspondiente al espacio público disponible, que cumple con condiciones para realizar actividades distintas que solo transitar. Este valor es dividido por la cantidad de habitantes residentes en el sector al cual sirve el espacio público, obteniendo


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Figura 13. Planta Estado Actual Remodelación Paicaví

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Fuente: Elaboración propia


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el Primer Índice de Convivencialidad Bruta. El segundo índice relaciona el área de convivencialidad con la cantidad de metros cuadrados construidos. Como resultado en ambos casos se obtiene una calificación ‘avanzada’, por lo que se desprende que la cantidad de superficie disponible para realizar actividades de convivencia es apropiada tanto para la cantidad de personas como para el total de m2 edificados. El Tercer índice de Convivencialidad Bruta presenta un nivel considerado óptimo, revisando la relación entre el porcentaje de área de convivencialidad y el porcentaje de área destinada a actividades motorizadas. Estos antecedentes, desplegados en la tabla 1, reflejan el interés del movimiento moderno en establecer grandes áreas de interacción para la vida de comunidad. Tabla 1 Índices de Convivencialidad Bruta para la Remodelación Paicaví ICB 1

Área Convivencial (m2)/habitante

35,7

ICB 2

Área Convivencial (m2)/100 m2 construidos

92,48

ICB 3

%Área Convivencial %Área Motorizada

92,44 7,56

Fuente: Elaboración propia Figura. 14 Levantamiento Fachada Norte del Área Central 47

Fuente: Elaboración propia

Índice de Calidad del Espacio Público El índice de calidad del espacio público entrega antecedentes complementarios al análisis cuantitativo, ya que evalúa distintos aspectos relacionados con la percepción del espacio, para identificar su efectividad dentro de la generación de áreas de convivencia. - Vitalidad: La vitalidad del espacio público busca evidenciar el vínculo del interior de los volúmenes construidos con el espacio convivencial exterior. Su análisis en la Remodelación Paicaví presenta un resultado ‘medio’, con un 18 % del frente lineal ocupado por usos en planta baja diferentes de los residenciales, evidenciado que los usos residenciales no ofrecen portales a la calle (figuras 14 y 15). Así mismo la existencia de diferencia de niveles amplía las posibilidades de realizar distintas actividades de permanencia, pero a la vez desvincula un lugar de otro lo que genera un quiebre en la continuidad de actividades. En el caso de estudio, las actividades de uso son pocas y generalmente se concentran en torno a la única oferta de comercio del sector.


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Figura 15. Levantamiento Fachada Sur del Área Central

Fuente: Elaboración propia

- Accesibilidad: Establece las condiciones de llegada al espacio público. En este ámbito el resultado es ‘excelente’, pues el espacio público está rodeado por una zona de uso residencial y mixto y se encuentra a menos de 125 m de un nodo de transporte público fácilmente accesible. Su vínculo principal es con la Avenida Paicaví, además de las circulaciones perimetrales por vías importantes generadas por su condición de supermanzana y senderos peatonales interiores que conectan a esta área con el resto de los espacios públicos proyectados.

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- Legibilidad: La legibilidad (Lynch, 1998) permite identificar la lectura del espacio y su percepción dentro del conjunto. La medición en el caso de estudio entrega como resultado ‘excelente’. Lo que se observa es un espacio bien definido, fácil de etiquetar y constituye una referencia inequívoca dentro de la red de espacios públicos Una característica de los dos frentes del área de estudio es el vacío que se provoca rompiendo con la fachada del conjunto, también se pueden identificar hitos como la escalera que es un remate volumétrico del espacio y el volumen céntrico enaltecido. - Conectividad: La conectividad identifica la red a la que pertenece dentro de la trama de la ciudad y el resto de los espacios de similares características. Con un resultado ‘medio’ , tiene dos conexiones con la red de espacios públicos, aunque está ubicación en un punto neurálgico de Concepción, no es reconocido como un espacio público absoluto, como algunas plazas que se ubican dentro del radio céntrico, principalmente por la vialidad circundante que limita la conexión a todas sus escalas. - Confort: El confort, es un indicador complejo que mide varias formas el bien estar ambiental del espacio. El resultado es ‘malo’ pues no existe protección para enfrentar las variables bioclimáticas, tiene escasa arborización, no existe protección de los vientos y el impacto acústico que provocan las arterias vehiculares no favorecen el bienestar en el lugar. - Seguridad: La seguridad evalúa elementos de configuración del espacio como la relación de las alturas y las aberturas de las fachadas con el respecto al espacio público. El resultado es ‘muy bueno’, el espacio tiene una forma regular, y las fachadas que lo contienen tienen entre 3 y 6 alturas, existe un dominio visual desde los edificios y de mayor parte del espacio.


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Metodología de Fundación Paz Ciudadana: análisis de la relación entre diseño y seguridad urbana del espacio público Situaciones Urbanas En esta variable se consideran las características generadas por la interacción que existe entre los elementos arquitectónicos construidos que generan situaciones urbanas en sus bordes. - La Vivienda: Existen dos tipologías de viviendas en este caso colectivas, las cuales son percibidas por la metodología de manera totalmente diferente. El primer tipo de fachada se caracteriza por tener la fachada oculta detrás de un pasillo-corredor, que recorre al edificio por el exterior, por lo que en la ‘Fachada A’ se evidencia una ‘mala práctica’, por la poca relación visual desde el interior de la vivienda hacia el exterior por la posición del edificio. En el segundo tipo de fachada caracterizada por aberturas en sus cuatro lados, ‘Fachada B’ se aprecia una ‘buena práctica’, ya que existen aberturas que colaboran en la vigilancia natural desde el interior de la vivienda hacia la calle. Además, ventanas protegidas y amplias, un antejardín bien cuidado, con vegetación controlada permiten un buen control visual. - El Antejardín: Se evidencia una ‘buena práctica’ pues los antejardines, o en este caso jardines exteriores, no se encuentran bloqueados por ningún tipo de cierre que limite visualmente. La reja transparente y los árboles podados posibilitan un control visual desde el interior de la vivienda al exterior. Agrupación de Vivienda y estacionamiento - La Agrupación de Viviendas: El caso de estudio presenta un conjunto de viviendas organizadas en una unidad arquitectónica homogénea, es decir, en bloques de casas o edificios de departamentos. Dentro del área de estudio existen dos tipologías que se clasifican en el mismo tipo ‘isla’ que se caracteriza por ser recorrible por su perímetro completo. La primera tipología Tipo A cuenta con acceso hacia el área de estudio, con circulación vertical y recorridos exteriores en los balcones. La tipología Tipo B presenta sus 4 fachadas con ventanas, pero con acceso solo por uno de los lados que colindan con el área de estudio, pero permite la observación de varios ángulos, ambos con ‘buena práctica’, aunque no es un óptimo, los volúmenes si permiten el control visual del espacio público. - Los estacionamientos de las viviendas: Existen muchas formas de generar áreas de estacionamiento, en este punto lo que se busca es generar zonas con control visual de los residentes evitando focos de riesgo. Existen tres tipo de estacionamiento dentro del área: Estacionamientos Tipo A, proyectados desde el comienzo, cuando el uso del automóvil no era tan masivo como lo es ahora. Estos estacionamientos servían directamente al área de equipamientos comercial, actualmente su uso más frecuente es durante el día. Estacionamientos Tipo B: Establecidos, principalmente por los usuarios ya que sirven directamente a los edificios y tienen la vigilancia de los residentes. Estacionamientos

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Tipo C: Estos estacionamientos funcionan principalmente de día, ya que son utilizados por los trabajadores del colegio que se encuentra en frente y por gente que va de paso, de noche no presentan usuarios. En todos se registra una ‘buena práctica’, aunque cada área de estacionamiento presenta distintas características, las propuestas por los residentes y usuarios esporádicos cumplen con el requisito de generar vigilancia natural y la oficialmente proyectada también cumple con esa condición básica, sin embargo no existe señalización, ni luminaria adecuada. Espacios Públicos y Mobiliario Urbano Principalmente se trata de cómo el mobiliario urbano va generando una percepción del espacio en el mecanismo de vigilancia natural y la incidencia en cómo el peatón ve y percibe el espacio. Además, genera una sensación de orden y cuidado; su existencia es una invitación a la permanencia en el espacio, lo cual facilita la presencia natural de personas. En este caso se aprecia una ‘mala práctica’, con iluminación inadecuada, que genera bolsones de oscuridad, lo cual provoca inseguridad. Esto no permite que la gente utilice libremente el espacio, solo se ven grupos que utilizan estos espacios oscuros para realizar actividades ilícitas como beber alcohol en la vía pública, lo cual genera un mayor grado de temor para el resto de los posibles usuarios. El mobiliario existente está disperso y en mal estado, no existe una relación entre las actividades y el mobiliario, los asientos están lejos de los árboles y los paraderos no cuentan con las condiciones básicas para funcionar. 50

Discusión de resultados El levantamiento de Índices de Convivencialidad en la Remodelación Paicaví, siguiendo la metodología de Carlos Verdaguer, evidencia una generosa presencia de espacios públicos dispuestos para la permanencia; no obstante la calidad del diseño de estos espacios es cuestionada desde ámbitos como la vitalidad, la conectividad y el confort, donde se evidencian espacios con poca diversidad programática, débilmente conectados a la red de espacios públicos de la ciudad y con deficitaria presencia de mobiliario que facilite su uso bajo distintas condiciones climáticas o temporales. A pesar de esto, los espacios públicos del Movimiento Moderno, representados a través de la Remodelación Paicaví, sobresalen en ámbitos asociados a la accesibilidad y legibilidad. La condición de diseño en base a los principios de supermanzana, y su emplazamiento en relación a las principales arterias de circulación urbana, resulta clave para favorecer los flujos de acceso hacia en conjunto residencial. Así mismo la legibilidad de los espacios y la presencia de hitos son referentes de diseño clave para facilitar el recorrido al interior del conjunto. En lo particular surgen dudas respecto a los ámbitos de seguridad. Si bien la metodología propuesta por Carlos Verdaguer entrega resultados muy buenos respecto a este aspecto del espacio público, los datos obtenidos a través de la metodología propuesta por la


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Fundación Paz Ciudadana evidencian algunas deficiencias de diseño urbano asociadas a fachadas poco activas en las espaldas de los bloques habitacionales, así como carencias respecto a la escasa iluminación. A pesar de estas diferencias, las dos metodologías se complementan al reconocer una relación entre los problemas de confort urbano identificados a través de Verdaguer, con los impactos sobre la seguridad del espacio público asociados a un mobiliario disperso, en mal estado, y desvinculado de los puntos favorables a la estancia, como la zona de árboles y paraderos. En la relación entre ambas metodologías se evidencia como las edificaciones abiertas hacia el espacio colectivo, con antejardines continuos y la presencia de diversas zonas de estacionamiento en el conjunto, favorecen aspectos relacionados a la accesibilidad y legibilidad, mientras mejoran la percepción de seguridad de la Remodelación. Conclusiones Es necesario considerar la generosidad con que se llevan a cabo los conjuntos del Movimiento Moderno, donde no se escatima en espacios libres para la comunidad y para la ciudad en general, con el fin de generar un colectivo. Esto hoy en día se ha visto menoscabado por ideas individualistas que han ido hermetizando la relación de los volúmenes arquitectónicos con el resto de la ciudad, sin promover dinámicas, muchas veces ni siquiera dentro de los mismos habitantes de los conjuntos (condominios), y menos con el resto de la comunidad que colinda. En este sentido, la supermanzana, más que un mecanismo de gestión del suelo (Colquhoun, 1978), es, dentro de las estrategias de diseño del Movimiento Moderno, un recurso clave para regular una favorable accesibilidad en el interior del conjunto residencial. No obstante ese recurso es también una condición que desfavorece la conexión con el resto del tejido urbano y la red de espacios públicos de la ciudad, siendo reconocible como un conjunto (habitacional) autónomo, de espacios públicos poco relevantes dentro de las dinámicas urbanas. Simultáneamente, los criterios de simpleza del Movimiento Moderno en el diseño, respaldados en los procesos industriales y la idea de democratizar el acceso a la vivienda, bajo construcciones homogéneas y accesibles a todos (Mangin y Panera, 2002), ha demostrado tener impactos positivos en cuanto a la calidad y seguridad de estas piezas urbanas, ya que el diseño limpio y racional favorece la accesibilidad y legibilidad del lugar. Las mayores deficiencias observadas luego del análisis de los principios de diseño modernista en la Remodelación Paicaví apuntan a la homogeneidad de actividades de vocación residencial con escasa presencia de comercio y equipamientos. Esta

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homogeneidad potencia dinámicas de abandono y deterioro de los entornos urbanos proyectados. Se reconocen algunos criterios de diseño que dificultan la interacción de los habitantes en las grandes explanadas de espacio público propuestas por el Movimiento Moderno, creadas con el fin de potenciar las dinámicas de barrio. Una de las primeras apreciaciones es que los desniveles en los volúmenes destinados a vitalizar el espacio creando hitos dentro de los espacios públicos, que si bien generan reconocimiento, paradójicamente, establecen una dificultad para las actividades, provocando una desvinculación de los espacios.

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Así mismo, en la configuración de los espacios públicos por los volúmenes contenedores se aprecia la pureza del diseño reflejado a todas las escalas. Si bien en las fachadas de los edificios esta pureza genera condiciones favorables, como los vanos que se abren al exterior de manera limpia, permitiendo el dominio visual de los espacios públicos; este mismo principio a escala peatonal evidencia una debilidad en el diseño para el potencial usuario. Donde a escala macro se ve la armonía de las áreas verdes y la intensión de diseño, a escala perceptual se pierde por las dimensiones y por las escasas consideraciones que se tienen de los actos de las personas, como lo es el sentarse y disfrutar del espacio público. En este sentido, el precario mobiliario y la falta de elementos que resguarden situaciones de confort urbano, terminan provocando el desuso y abandono de los espacios públicos tan fervientemente levantados por el Movimiento Moderno. En conclusión, y no obstante los indicadores favorables asociados a la legibilidad y accesibilidad, la investigación deja entrever que las deficiencias vinculadas a la sensación de inseguridad actual están asociadas a una incapacidad del Movimiento Moderno por resolver principios de diseño urbano a escala humana, dándole prioridad a la configuración de la supermanzana a través de grandes volúmenes dispuestos en espacios de vocación colectiva, que, por la falta de diseño urbano a escala humana, han terminado siendo abandonados por sus propios habitantes. Frente a esta observación inicial sería interesante incorporar dentro del análisis de los conjuntos Modernos metodologías más participativas, como aquellas propuestas por Project for Public Spaces , o placemaking, para incorporar la percepción de los usuarios respecto al diseño, que, a simple vista, parece no haber considerado la diversidad de sus necesidades. En relación a las metodologías utilizadas, estas establecen cierto lineamiento de cómo están compuestos los espacios públicos, pero no son 100 % efectivas individualmente. Si bien Carlos Verdaguer establece que es una buena medida ayudarse con entrevistas y con participación ciudadana, también se reconoce que la Metodología de Paz Ciudadana genera algunos puntos que potenciarían a los criterios de Verdaguer, como lo es considerar en los aspectos de la seguridad dos antecedentes esenciales como el mobiliario urbano en su conjunto, creando áreas de permanencia y la iluminación que apoya en todas las actividades nocturnas.


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1.3 Ergociudad: Una aproximación desde la ergonomía y el diseño urbano. Rebeca Silva

Introducción

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Los habitantes de las ciudades actuales sufren un conjunto de problemas relacionados directamente con el modo que se vive la ciudad. El ritmo acelerado, la rutina, las imposiciones del sistema, la alienación y la innegable crisis con el medio social, presentan un entorno amenazante que influye negativamente en la dinámica urbana (Moyano-Díaz et al, 1996), al que debemos adaptarnos constantemente. La ciudad se va articulando con una sumatoria de propuestas constructivas, derivando en el actual caos de las metrópolis, caos entendido no sólo como el desorden espacial, sino también como la pérdida de identidad y falta de encuentro, que estas sucesivas transformaciones significan en la Calidad de Vida Urbana (CVU) percibida por los habitantes. Según datos de la ONU (2012), a comienzos del siglo pasado sólo una de cada diez personas vivía en la ciudad, se estima que para el año 2050 más de dos tercios de la población del mundo vivirá en zonas urbanas. El resultado ya se ve reflejado en la insuficiencia de espacio a nivel habitacional y en el consiguiente desorden en los espacios de desplazamiento público, como se manifiesta –por ejemplo– en el centro de Santiago de Chile. Si bien existen variadas aproximaciones al problema de la CVU, el tipo de enfoque con el que se analiza, sigue siendo de carácter unidimensional (indirecto). La CVU entendida como una construcción social, constituida por los conceptos de calidad ambiental, bienestar e identidad, requiere para su aseguramiento la correcta administración y gestión del medio ambiente, incluyendo la dimensión humana en su construcción. Según esta premisa los nuevos criterios delineadores de la ciudad deben estar orientados a salvaguardar y fortalecer la CVU como parte fundamental del proyecto futuro de ciudad. La Unión Europea señala como objetivo que “El restablecimiento de la ciudad diversa y multifuncional de la Europa de los ciudadanos es por tanto un proyecto económico y social para el cual la Calidad de Vida no representa un lujo sino un rasgo esencial” (Hernández Aja, 2009, pág. 85) El presente capítulo deriva de la investigación doctoral1 denominada “Ergociudad, concepción modélica2 de la calidad urbana y de la vida urbana desde la perspectiva 1 “Ergociudad. Concepción modélica de la calidad urbana y de la vida urbana desde la perspectiva de la ergonomía y el diseño urbano”. Tesis doctoral del programa de doctorado en arquitectura y urbanismo de la Universidad Politécnica de Madrid. 2 Concepción modélica: referido a la comprensión compleja, multiescalar de la experiencia del sujeto (planificación urbana o territorial, edilicia y objetual). Debiendo reconocer la diversidad para construir adecuadamente la ciudad. Es decir que cualquier sujeto que se enfrente a este modelo se sienta acogido y reconozca su dimensión sicológica, biológica y social.


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de la ergonomía y el diseño urbano”. Surge de la pregunta sobre sí ¿los factores de exigencia que mide la ergonomía tienen un correlato en el espacio urbano? Ello, en el entendido que la ergonomía contribuye a la evaluación de tareas, trabajos, productos, organizaciones, entornos y sistemas para hacerlos compatibles con las necesidades, capacidades y limitaciones de las personas a fin de optimizar el bienestar de las personas y el rendimiento global del sistema, como señala la International Ergonomics Association (s.f.). La Ergociudad propone una estructura modélica de CVU en base a los fundamentos teóricos de la Ergonomía, situando su actuar en el ámbito disciplinar del Diseño Urbano. Formula su evaluación mediante la determinación del Índice Ergourbano (IE), como representación de factores ergonómicos medibles, modificados o concebidos desde el diseño de la ciudad y de sus elementos, presentes en ella. El concepto de Ergociudad postula una mirada sobre los problemas que enfrenta el ser humano en la ciudad desde los diferentes aspectos que engloban la situación actual del ‘habitante de lo público’. Así, considera la dimensión de lo humano desde perspectivas psicológicas y sociológicas para establecer y configurar la percepción de estrés y bienestar; la dimensión de lo urbano, representada por los objetos que componen el entorno (en sus distintas escalas); y la dimensión de lo perceptual, que definiría el concepto de confort en la forma de comprender el mundo sensorial. Marco Conceptual Una aproximación teórica a la Ergonomía El término ergonomía (ergon: trabajo y nomos: ley o norma) se utiliza disciplinarmente para “adaptar el trabajo al hombre” (Llaneza, 2007, pág. 27). El desarrollo de ésta ha implicado la incorporación de otras disciplinas al campo de su estudio, como es el caso de la sociología, la psicología, el diseño y la arquitectura, entre otras. A la ergonomía se le conoce principalmente por su ámbito de aplicación físico, es decir, asociada a las relaciones antropométricas y biomecánicas respecto del ser humano y su entorno objetual, sin embargo sus ámbitos de intervención trascienden este alcance ya que involucran, además del ámbito físico, los mentales (cognitivos y emocionales), ambientales, organizacionales y psicosociales. La ergonomía se ocupa de establecer los criterios para diseñar el entorno objetual, sistemas y ambientes de las personas, mediante la adecuación o adaptación del ambiente construido, controlando las exigencias a las que está sometida la persona y que generan el desequilibrio en el sistema en que se inserta la actividad. Aspectos extrapolables a las distintas escalas del trabajo humano3, puesto de trabajo-vivienda-barrio-barrio ciudadciudad. Uno de los referentes actuales respecto a su definición a nivel internacional es el que propone la International Ergonomics Association (s.f.), que señala que la ergonomía 3

El término trabajo entendido como cualquier actividad que realiza un ser humano.

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es el estudio científico de la relación entre el hombre y sus medios, los métodos y el ambiente de trabajo. Su objetivo es elaborar, con la ayuda de las diversas disciplinas científicas que la componen, un cuerpo de conocimientos que, con la perspect iva de ser aplicados, debe llevar a una mejor adaptación de los medios tecnológicos de producción y los entornos de trabajo y de vida al hombre. A su vez, la Sociedad de Ergonomía de Lengua Francesa (SELF) señala que: [...] la ergonomía puede ser entendida como la adaptación del trabajo al hombre o, de forma más precisa, como la aplicación de conocimientos científicos relativos al hombre y necesarios para diseñar herramientas, máquinas y dispositivos que pueden ser utilizados con el máximo confort, seguridad y eficacia. (Falzon, 2009, pág.17).

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Por tanto, se comprende que el desarrollo de conocimiento científico relativo al ser humano y su adaptación al entorno, permite generar las bases para optimizar esta relación modificando las características del entorno, en el cual se desarrolla la actividad, modificar el espacio de trabajo o la situación adaptándola a las personas (Falzon, 2009). Se establece su finalidad práctica en la elaboración de métodos, técnicas y procedimientos, tanto para evaluar como para aplicar los criterios de diseño, su objetivo último es generar propuestas e intervenciones para transformar, mejorar y optimizar los procesos, las condiciones de la situación estudiada, desde la mutidimensionalidad humana en las distintas escalas de aproximación al objeto de estudio (Mondelo, 2001). El enfoque sistémico de la ergonomía: El enfoque sistémico de la ergonomía trabaja desde la aproximación al diseño con el concepto de Sistema Hombre-Máquina (H-M); Hombre-Entorno (H-E), que para estos fines se denominará Sistema Persona-Objeto-Entorno (P–O–E). Se entiende a la persona, como el hombre o mujer; el objeto, como la máquina; y el entorno, como el espacio en que se articulan las interacciones entre las personas, los objetos y el lugar donde se realiza la actividad. Además, deben incorporarse las características de las personas (edad, sexo, raza, etc.), de la organización y del espacio en el que se desarrolla la actividad, incluido el resto de las personas y las características propias del entorno, objetos, infraestructura y ubicación geográfica de éste. Naturaleza Multifactorial de la Ergonomía Las exigencias ergonómicas son todas aquellas adaptaciones que deben ser realizadas por quien efectúa una actividad, a las condiciones que ésta le demanda, sean físicas o mentales. Respecto al ambiente físico, se tratan estos factores desde tres causales: factores medibles del ambiente susceptibles de ser modificados, efectos fisiológicos producidos por estos y por último, como perciben las personas estos ambientes (Farrer et al., 1995). La Guía para la Evaluación del Trabajo Pesado (Gobierno de Chile, 2010),


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referente actual de la ergonomía en el contexto chileno –en cualquier actividad humana, individualizando en ellas las actividades laborales–, las personas son parte de sistemas complejos, en los cuales interactúan múltiples factores, que, para efectos del análisis global de la actividad, son agrupados de acuerdo a sus propiedades comunes. Estos factores surgen de las exigencias a las que está expuesta una persona al realizar cualquier actividad, y la consecuentes respuestas físicas, cognitivas y/o psíquicas frente a éstas; es lo que constituye el enfoque multifactorial de análisis que propone la Ergonomía. La identificación de estas exigencias o demandas desde la perspectiva ergonómica están identificadas en cuatros grupos: factores físicos, mentales, ambientales y organizacionales, y dentro de estos últimos aquello psicosociales, de carácter más bien transversal. La Dimensión de lo Urbano Es posible entender el Medio Ambiente Urbano (MAU) como el conjunto de factores y componentes naturales, sociales y sus interacciones que tienen lugar en el espacio urbano (Zoido, 2000). A su vez el Diseño Urbano (DU) es definido como: .. un proceso consciente por el que la forma física de la ciudad y sus componentes se modelan con el fin de satisfacer ciertas necesidades humanas. Conjugando coherencia funcional y belleza formal. Se parte de la base que el delineador es el creador oficial y modificador de las formas físicas que ejercen una influencia en los habitantes, a los que en teoría se les configura su lugar de residencia. (Zoido, 2000: 131). El diseño urbano se ha preocupado de dar respuesta a los requerimientos funcionales más allá de los cambios ambientales originados por la superposición de ‘lo artificial’ sobre ‘lo natural’, generando profundas mutaciones psicosociales en los habitantes actuales de las ciudades. Las soluciones a esos requerimientos se han materializado sin la prevención de su significado futuro. En las aproximaciones tradicionales al uso social de los espacios públicos, Kevin Lynch (1985), postula que la gente percibe el sentido del espacio y del lugar y, ello debe abordarse por dos caminos: a) la apreciación del ambiente urbano (la búsqueda del placer en el espacio urbano) y b) el objeto de estudio, donde se realzan las características físico-materiales del ambiente urbano, la percepción y la configuración de las imágenes en la mente de las personas. El DU está interesado en construir lugares (making places) y mejorar la calidad ambiental urbana (Carmona y Tiesdell, 2007). Si bien –el DU– se hace cargo de valoraciones inmateriales, el acento está puesto en la conciencia de los modelos locales de desarrollo y los consiguientes procesos de cambio. En este ámbito, los equipamientos que van dando lugar a las actividades dentro y fuera de las edificaciones hablan del lenguaje formal y configurativo. La escala de percepción de este espacio incluye desde la macroforma de la ciudad en el territorio, hasta los micro-elementos distribuidos por las calles, los cuales configuran el hacer de la ciudad (Carmona, 2003).

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La Dimensión de lo Humano Los habitantes de las ciudades deben estudiar, trabajar, cumplir con horarios preestablecidos y, para ello, son arrojados del ‘nido’ como en el mito del Paraíso, iniciando cada día el viaje desde lo íntimo (domicilio) a lo público (la calle) (Giannini, 2004). Lo íntimo siempre se conforma como el punto de partida y de llegada; lo público es, entonces, más que una interfase entre el domicilio y el trabajo, es parte activa de los procesos del sistema de habitar; lo público definido como “todo lo que puedes ver fuera de la ventana” (Tibbalds, 1988, pág. 11-15). El desplazamiento así conceptualizado, podría no sólo ser una función de traslado, sino que también encontrarse inserto en la percepción de la calidad ambiental urbana, para habitar más naturalmente los espacios públicos. Heidegger, Soler y Acevedo (2003) declaran que el ‘construir’ y el ‘habitar’ no son términos separados en cuanto entregan las bases del mundo que construimos para habitar. Se preguntan “¿A que se llama construir?” y concluyen que el construir como habitar se nos ha perdido.

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Si se lleva la reflexión a lo que ocurre en la realidad cotidiana parece coherente plantear que la actividad humana podría ser el motor del construir del hombre para habitar. Si este ‘construir’ no entrega los parámetros suficientes para brindar la percepción de bienestar y confort, de modo de generar habitabilidad, para favorecer el mejoramiento del habitar, la intervención del enfoque ergonómico al diseño de la ciudad es necesaria. De lo contrario, las consecuencias serán que deberemos seguir adaptándonos al mundo como lo construimos, en vez de adaptar lo que construimos a nosotros. La Dimensión Perceptual El conocimiento y la apreciación respecto a la percepción del medio ambiente, es una dimensión esencial no solo para el diseño urbano. En el espacio urbano la estética visual también es un problema, planteado como una dimensión humana simbólica y relevante, en tanto que la percepción de lo bello es una de las características cualitativa del estado de confort o bienestar (Liu, 2003). Los factores ambientales, la carga mental, social y la construcción física del entorno, la manera en que éste está expuesto a sus sentidos influirá en los estados biosicosociales de los individuos, transformándose, según Lynch (1966), en un “vínculo estratégico de la representación mental del mundo exterior” (pág. 48-49), potenciando o disminuyendo el grado de confort o de bienestar en relación a las personas. Carmona et al. (2003), plantean cuatro aspectos claves en la dimensión perceptual: lo cognitivo, que implica pensar, organizar y mantener actualizada la información, en esencia, permite tener sentido del medio ambiente; lo afectivo, que involucra los sentimientos, los que influyen en la percepción del medio ambiente e igualmente la percepción del medio ambiente influye en nuestros sentimientos; lo interpretativo, que abarca el significado o las asociaciones derivadas de la información del medio ambiente, en la interpretación de esta información, nos apoyamos en la memoria comparativa de los estímulos experimentados; y lo evaluativo, que incorpora los valores, preferencias y la determinación de lo que finalmente


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es bueno o malo. Investigaciones sobre estética urbana señalan que las respuestas están influenciadas, no sólo por la forma o los atributos de la superficie aparente, sino también por el contenido o el significado simbólico de los estímulos; “las fronteras del hombre empiezan y acaban en su epidermis” (Hall, 1972, pág. 141). La Calidad de Vida (CV) Existe coincidencia en que la definición del concepto calidad de vida es compleja, debido a su relevancia en la concepción del mundo y a las diversas formas de medición según contextos. Hay definiciones que ponen el centro en la percepción y sensación, donde “calidad de vida es un sentimiento general y permanente de felicidad o bienestar” (Fadda y Jirón, 1999, pág. 3). En otras, el énfasis está en la inteligencia emocional (Goycolea, 2004), que indica que la CV es ante todo una percepción, evaluación y medición que se vincula con grados o estados valorativos personales de satisfacción interior y exterior. La Organización Mundial de la Salud (1998) la define como: La percepción del individuo sobre su posición en la vida dentro del contexto cultural y el sistema de valores en el que vive y con respecto a sus metas, expectativas, normas y preocupaciones. Es un concepto extenso y complejo que engloba la salud física, el estado psicológico, el nivel de independencia, las relaciones sociales, las creencias personales y la relación con las características sobresalientes del entorno. 59

Calidad de Vida Urbana (CVU) A partir de Zoido (2000), la CVU se entiende como “una valoración a los distintos componentes del medio y a su reunión en el interior de los núcleos de población” (:53), donde los parámetros con los que se evalúa determinan “el grado de calidad medioambiental existente en las ciudades” (pág. 53). Para medir la calidad del entorno urbano, el espacio público debe ser medido “no solo por su valor estético, sino también por su logro como pieza funcional de la ciudad” (López Candeira, 1999, pág. 20). Para alcanzar la CVU como construcción social constituida por los conceptos de calidad ambiental, bienestar e identidad es fundamental administrar y gestionar correctamente el medio ambiente urbano, incluyendo la dimensión humana en su construcción. Por tanto, se precisa extender el alcance del concepto de Bienestar, en el sentido que Hernández Aja (1994) indica: La sostenibilidad no es en sí misma un valor si no incluye la mejora de las condiciones del espacio para la potenciación de las cualidades humanas del individuo; supone crear una estructura social que dote al individuo de lo necesario para el desarrollo de las capacidades humanas. (: 86) La calidad ambiental debe ser articulada en las distintas escalas, desde la vivienda y el ámbito doméstico; el barrio y lo local; la ciudad y su accesibilidad; y, la huella ecológica,


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que resume las relaciones de lo urbano con el medio del que depende, para satisfacer la demanda de los habitantes. Figura 16. Diagrama de la calidad de vida urbana en la Ergociudad.

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Fuente: Elaboración propia. .La Calidad de Vida Urbana en la Ergociudad

Considerando el concepto de calidad de vida asociado a la salud de la población, que propone la OMS y, los componentes elementales de la construcción de la calidad de vida de Hernández Aja, desde la Ergociudad la calidad de vida urbana es entendida, como el resultado del equilibrio del sistema de factores presentes en el medio ambiente urbano que rodea a las personas que permitirán cumplir con mantener estándares acorde a las necesidades, características, habilidades y limitaciones de las personas. Es decir, al nivel físico (relaciones dimensionales con el entorno) ‘calidad ambiental’; síquico (relaciones emotivas, cognitivas y de confort con el medio) ‘bienestar’; y social (relación de encuentro, comunicación, temporalidad y espacialidad de lo público) ‘identidad’ (figura 16). La propuesta de la Ergociudad Concepto Ergociudad Ergociudad es un territorio compuesto de diversas escalas, diseñado y pensado desde la persona como centro, que posibilita mejoras en la calidad de vida por medio de la incorporación integrada y en equilibrio de factores físicos, mentales, ambientales,


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psicosociales y organizacionales. Nace de la unión entre las palabras ‘ergonomía’ y ‘ciudad’, la primera entendida como la disciplina que estudia las normas del trabajo (trabajo entendido como cualquier actividad humana, y la norma, como todo lo que regula las condiciones en que se desarrolla la actividad, en pos de la búsqueda de confort y productividad), lo cual da lugar al estudio de la actividad humana en la ciudad. Figura 17. Concepto formal de la Ergociudad. Propuesta de evaluación ergonómica de los factores presentes en el entorno urbano desde la mirada de las personas que habitan estos espacios.

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Fuente: Elaboración propia.

La Ergociudad propone una mirada multiescalar del individuo con su entorno, para modificar positivamente su percepción al implementar los principios de la ergonomía y el diseño urbano en forma integrada a la actividad humana en los distintos niveles del vivir humano (figura 17), donde cualquier sujeto inserto en este modelo se sienta acogido desde su dimensión sicológica, biológica y social. Componentes de la propuesta La propuesta del enfoque ergonómico radica en estudiar las interacciones entre los subsistemas persona, objetos y entorno, a fin de determinar si el entorno construido es adecuado o está adaptado a las personas. Las fases de aplicación están determinadas por la actividad que realizan las personas en el espacio urbano, sus relaciones con otros, con los objetos y con el espacio físico en el que están insertas las actividades. El análisis permite observar la interfaz que existe entre los distintos niveles de elementos y determinar los posibles factores de riesgo presentes, producto de las cargas físicas, mentales, organizacionales, psicosociales y ambientales a las que están sometidas las personas. Diagnosticar y levantar recomendaciones que faciliten la toma de decisiones,


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posibilitando humanizar propuestas de intervención en planes y proyectos urbanos. Así, la adecuación del espacio habitado del hombre, tanto público como privado, a sus necesidades fisiológicas, cognitivas, ambientales y organizacionales, complementan el trabajo del diseño, la arquitectura, el urbanismo, la arquitectura del paisaje, etc., permitiendo, con una mirada multidisciplinar e integradora, intervenciones transformadoras en la calidad de vida de las personas. Figura 18. Conceptualización modélica propuesta.

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Fuente: Elaboración propia.

Síntesis metodológica de la propuesta El modelo propuesto plantea el análisis de los espacios urbanos desde el enfoque de la ergonomía, medido mediante el índice ergourbano que evalúa las condiciones desde el punto de vista físico espacial -fichas de análisis espacial ‘ergografía’- y perceptual de las personas situadas en el lugar -encuestas de percepción-. Además, se incorpora un enfoque cualitativo respaldado con consultas a expertos y actores clave. Este índice integrado considera cinco categorías de factores: generales, físicos, ambientales, mentales y organizacionales, además de una categoría de carácter transversal correspondiente a los factores psicosociales. Así, para evaluar ergonómicamente el espacio urbano se realiza un estudio mixto que busca relacionar y/o triangular distintas variables de orden cuantitativo, cualitativo y espacial para detectar los factores críticos en un lugar. Se cruza la información levantada en las ‘ergografías’ junto con las encuestas


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de percepción para crear un índice perceptual y otro espacial que integrados, permiten generar información relevante para diagnosticar y levantar recomendaciones que faciliten la toma de decisiones y que otorguen claridad para el desarrollo de propuestas de intervención en el espacio urbano. La Figura 18 expone un cuadro resumen de las fases que considera la aplicación del modelo de evaluación propuesto, así como los enfoques instrumentales para levantar la actividad de las personas en la ciudad. El análisis permite observar la interfaz que existe entre los distintos niveles de elementos y determinar los posibles factores dis-ergonomicos presentes, resultado de las cargas físicas, mentales, organizacionales, psicosociales y ambientales a las que están sometidas las personas. Figura 19. Ficha descriptiva del análisis de la actividad situada en el espacio urbano.

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Fuente: Elaboración propia.

El análisis de la actividad El levantamiento del Modo Operatorio urbano será evaluado desde las actividades humanas desarrolladas en el espacio a evaluar (figura 19). Para esto se han clasificado de manera genérica las distintas tipologías de actividades, agrupándose en dos ítems: actividad de recorrido y actividad de permanencia (figura 20). Descripción de las herramientas para el análisis Ergourbano: Ergografía Para sistematizar la información recopilada sobre los distintos casos de estudio se hace uso de una ficha que sintetiza de manera gráfica conceptual las etapas a considerar y los elementos contemplados en la evaluación. La herramienta de evaluación ‘Ergourbana’ se estructura con los siguientes elementos


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que por ítem generan una guía de análisis multicapa (figura 21) como sigue: - Etapa contextual: Se describe aquí las situaciones a escala geográfica, incluyendo características paisajísticas, climáticas y vegetacionales, destacando las geográficas y territoriales. Describe tanto el contexto general: a relación del territorio con el modo de mirar el lugar de análisis. Ubicación de los elementos del entorno. Figura 20. Ficha descriptiva del análisis del Modo Operatorio de la actividad.

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Fuente: Elaboración propia.

- Etapa analítica – Dimensión Urbana: Descripción de la conformación del espacio urbano a través de la caracterización genérica de calles, plazas, cerramientos junto al análisis del carácter y uso del espacio (públicos, privados e intermedios); Áreas libres y vegetación: Descripción y ubicación de jardines públicos, vegetación, elementos naturales y determinación del uso de éstos; Edificación: Descripción y ubicación de edificios, volumen, fachadas y techumbres, presentando la relación lleno-vacío - Etapa analítica – Dimensión Humana: Taxonomía de actores que intervienen en el espacio. (Características socio culturales, incluye las componentes de transporte asociadas a la tracción mecánica o humana). Roles que juegan las personas en el espacio y que el espacio juega. Distintos tipos de actores, el objetivo de las actividades y la función que cumplen en el espacio. Ejemplo de algunos genéricos: a. P– Persona b. PC- Ciclista c. PT- Persona (la persona en situación de transporte ) i. Transporte privado (Moto, auto, camioneta, etc.)


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Figura 21. Ficha sintética conceptual del análisis Ergourbano por etapas.

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Fuente: Elaboración propia.

-Etapa Integracional: Análisis de las relaciones que tienen lugar entre las personas, con otros y con el entorno. Integra todo aquello considerado relevante para definir las distintas actividades en situación. Aquí se implementa el enfoque sistémico del modelo Persona-Objeto-Entorno que estudia la ergonomía. - Etapa evaluativa: Presentación y aplicación criterios de análisis ergonómico a través del método de análisis de factores dis-ergonomicos en el entorno. División de tablas esquemáticas con el análisis de factores físicos, ambientales, mentales, organizacionales (FAMO). Descripción, indicadores y presentación en ficha evaluativa.


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- Resultados y conclusiones: Descripción y esquema de las derivaciones, deducciones y levantamiento de información de la evaluación FAMO y del análisis urbano con criterios ergonómicos de la actividad situada. - Recomendaciones: Etapa final que facilite y conduzca la toma de decisiones. Conclusiones

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La ciudad y el medio ambiente urbano han experimentado transformaciones, tanto con los cambios tecnológicos como con la evolución los seres humanos. Los avances en la medicina demuestran como las condiciones físicas de la ciudad contribuyen de manera positiva o negativa en la salud y confort de las personas. A modo de ejemplo, el concepto de ‘edificio enfermo’ (Berenguer, 1994) es un área relevante para la ergonomía, pues estudia como las condiciones físicas de ciertos edificios al dejar fuera características básicas de diseño, asociados a confort y habitabilidad, provocan problemas en salud de los trabajadores o en los habitantes que se relacionan con él. Las patologías que busca corregir o evitar la ergonomía pueden ser de carácter físico, mental, ambiental, social u organizativo. Su objeto de atención es la salud de los trabajadores y del ‘modo de hacer’ las tareas encomendadas, para optimizar el sistema productivo. Así, se comprende que un trabajador enfermo es una contradicción que afecta a la organización en su fin último, pues desde los parámetros productivos de una organización, el nivel de atención, el compromiso, la concentración y, por tanto, el bienestar del trabajador contribuirán a aumentar o, por lo menos, mantener los estándares de productividad deseados. Extrapolando esta afirmación a la ciudad, se puede señalar que un ciudadano enfermo afecta a la ciudad en sus fines últimos, es decir, en su función teleológica que representa y materializada en la concreción del bien común. La definición de criterios ergonómicos aplicables a la ciudad, implicaría un alto impacto en eficiencia y confort en los espacios construidos, que podrían consolidarse como una estrategia permanente de incorporación en los lugares habitables. Construir la experiencia del usuario, es un tema contemporáneo de estudio que está en plena vigencia. Se ha descubierto en orden a las capacidades cognitivas del cerebro humano que, más allá de la función o las prestaciones que un objeto proporciona (objeto entendido como cualquier construcción desarrollada por el hombre), la satisfacción viene dada por el grado de identificación y apropiación logrado a través de la experiencia personal con él. Es decir, la experiencia de habitar adquiere un grado de identificación y apropiación, al igual que la relación de un usuario con el objeto. Por lo tanto, los materiales adquieren una nueva dimensión, pues como condición simbólica posibilita que el diseño genere experiencias de confort, optimización de lo construido o de aplicación preconcebida a las nuevas ciudades (De Gracia, 1992). La aplicación de criterios ergonómicos en los planes de reconstrucción, renovación y creación de las ciudades posibilitaría diseños orientados a la calidad del espacio urbano como lugar de encuentro, identificado como tal por los propios habitantes. Frente a los factores disergonómicos presentes sistemáticamente en el entorno construido, se actúa con instrumentos


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que facilitarían el diseño adecuado y el confort ambiental requerido por las personas, tanto en la arquitectura del espacio como en sus componentes, en virtud de la escalas de actividad humana. Desde la propuesta de Ergociudad se constituirá una manera de planificar e intervenir conscientemente en las ciudades, para mejorar o articular de forma sistémica los componentes estresores presentes en el medio ambiente urbano, para mantener la homeostasis entre los niveles objetivos y subjetivos de la ciudad. Se propone un cambio de escala en la aplicación del enfoque ergonómico, al situar el análisis en el espacio urbano, lo que llevaría a abrir un nuevo marco transdisciplinar, que conjuga diversos saberes existentes (Diseño Urbano y Ergonomía) pero no integrados hasta hoy. Referencias bibliográficas International Ergonomics Association (s.f.). What is Ergonomics. Recuperado el 3 de marzo de 2013, de http://www.iea.cc/ Berenguer Subils, M. J. (1994). El Síndrome del edificio enfermo: guía práctica para su evaluación. Madrid: Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo. Carmona, M. (2003). Public places-urban spaces: the dimensions of urban design. Oxford: Architectural Press. Carmona, M., & Tiesdell, S. (2007). Urban design reader. Oxford: Architectural Press. De Gracia, F. (1992). Construir en lo construido: la arquitectura como modificación. Madrid: Nerea. Fadda, G. y Jiron P. (1999). Calidad de Vida: una Metodología para la Investigación Urbana. Revista de la Escuela de Economía y Negocios, UNSAM, (1), 175-87. Falzon, P. (2009). Manual de Ergonomía. Madrid: Modus laborandi. Farrer Velázquez, F. (1995). Manual de ergonomía. Madrid: MAPFRE. Giannini, H. (2004). La “Reflexión” cotidiana: hacia una arqueología de la experiencia. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Goycolea, Roberto. (2004). Ciudad “versus” calidad de vida. Revista Urbano, (9) Gobierno de Chile. (2010). Superintendencia de Pensiones, Ministerio del Trabajo y Previsión Social. Guía Técnica para la Evaluación del Trabajo Pesado. Recuperada el 30 de diciembre de 2012, de http://www.spensiones.cl/portal/institucional/578/articles-8418_guia_tecnica.pdf

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1.4 Efectos de la intervención muralista como reactivador barrial. María Constanza Miranda O. y Paola Velásquez B.

Introducción Resulta evidente, al recorrer las calles, el auge de iniciativas artísticas que se presentan actualmente en la ciudad, se ha poblado de estas manifestaciones que entregan color y animan el paisaje urbano gracias a murales, grafitis y festivales de intervenciones urbanas como el Festival Hecho en Casa que el 2014 tuvo su tercera versión en Santiago y que cada año amplía su extensión a otras comunas. Es interesante también que estos últimos 10 años las expresiones de arte urbano hayan ido creciendo en cantidad y en aceptación por parte de la población, lo que ha generado un mayor desarrollo y diversificación de técnicas, formatos, realizadores y modos de producción. Dentro del arte urbano las intervenciones muralistas se entienden como la pintura que se lleva a cabo sobre un muro o pared. Este tipo de pieza artística suelen ser compleja en colorido, procurando contar en su variedad cromática con colores que atraigan la vista del espectador. Asimismo, los murales poseen, en la mayoría de los casos, grandes dimensiones. Y es que solo podemos hablar de obras de arte mural cuando la extensión pictórica abarca la totalidad de la pared, o al menos gran parte de ella. Los murales pictóricos, de esta manera, se integran a las demás características estético-arquitectónicas de su soporte y dependen, en parte, de las dimensiones, ubicación y durabilidad del mismo. (Jordan, 2013). La temática de los murales en el espacio público suelen ser temas de fácil comprensión para el espectador común (Jordán, 2013). De este punto de vista, un mural público cuyo contenido es de difícil lectura no está cumpliendo con su carácter de mural a cabalidad, porque solo está siendo público en su soporte y ubicación, no en su contenido y en su relación con el espectador ante el cual se expone. La maestría de los muralistas consiste en saber articular en la obra diversos factores como la materialidad y el soporte de la obra, los materiales con que se pintará el mural, el contexto físico y social donde quedará emplazada la obra y finalmente el contenido o mensaje que se entregará mediante la pintura del mural. Es necesario destacar que muchos de los murales urbanos son anónimos y pasajeros. Son obras que muchas veces no perduran y el mensaje que entregan cambia acorde a

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los acontecimientos sociales, como reflejo de la sociedad.Dentro de las intervenciones muralistas se encuentran los museos a cielo abierto, que consisten en una serie de murales pintados en el espacio público, conformando una galería al aire libre. Tienen la gracia de estar abiertos las 24 horas del día y todos los días del año por la misma condición de estar en muros y vías de libre acceso. Estos museos a cielo abierto (MACA) han tenido un auge este último tiempo como respuesta al deterioro de los barrios, muchas veces como una iniciativa desde los propios vecinos para mejorar su entorno, encontrando en la acción muralista una solución para revitalizar sus barrios, luego que en gran parte de los casos no hayan recibido respuesta por parte de las instituciones estatales. Sin embargo, no se han realizado evaluaciones sistemáticas e integrales de este tipo de intervenciones, ni un seguimiento posterior quedando abiertas preguntas tales como ¿Qué cambios provocan? ¿Cómo es el proceso de éstas intervenciones? ¿Funcionan sólo si hay una alta participación de la comunidad? ¿Cómo son recibidas por los habitantes?

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Es así como surgió el seminario de investigación de arquitectura: “Intervención muralista como reactivador urbano barrial, Museo a Cielo Abierto en San Miguel”, el cual tenía como objetivo principal identificar y medir el cambio que tuvo la población San Miguel luego de crear el Museo a Cielo Abierto, para esto se ideó una metodología que permitió medir la repercusión del proyecto en el ámbito físico y social. Es necesario mencionar que, en el caso específico del Museo a Cielo Abierto en San Miguel, si existía una medición previa efectuada por estudiantes de sociología de la Universidad Central el año 2012, quienes realizaron una encuesta que medía la actitud y participación de la población San Miguel frente al proyecto muralista, pero no el efecto físico y social posterior a la intervención. Actualmente el seguimiento a las intervenciones barriales para poder medir su impacto físico y social no existe desde la institucionalidad. Según lo comentado por Antonio Fritis, Arquitecto de la Universidad de Chile, encargado del área urbana del Programa de Recuperación de Barrios “Quiero mi Barrio” del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) en una entrevista realizada en septiembre de 2014, si bien no existe aun, el programa está interesado en desarrollar una etapa posterior a modo de seguimiento que les permita evaluar el resultado de los proyectos implementados. Esto se presenta como una problemática dado que al no tener una evaluación sobre los proyectos no se tiene conocimiento sobre sus efectos y puede generar que se sigan haciendo intervenciones poco sostenibles en el tiempo. El capítulo expondrá la investigación sobre el proyecto del Museo a Cielo Abierto en San Miguel como ejemplo de revitalización barrial por parte de los vecinos para luego ahondar en la metodología creada que permitió evaluar el impacto del museo a cielo


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abierto. Metodología que, como se ha expuesto anteriormente, no existe por parte del estado y donde radica el aporte de la investigación como exploración metodológica en el seguimiento de intervenciones barriales. Intervenciones muralistas como revitalizador barrial, el caso del Museo a Cielo Abierto en San Miguel. El Museo a Cielo Abierto en San Miguel fue elegido como caso de estudio, a modo de ejemplo positivo de este tipo de intervenciones, por la repercusión mediática y el éxito que ha tenido el proyecto. El museo se encuentra inmerzo en la Población San Miguel, ubicada en la comuna del mismo nombre, en la Región Metropolitana (Figura 22). Está compuesta por siete manzanas (figura 23). Figura 22. Comuna de San Miguel en la Región Metropolitana.

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Fuente: Elaboración propia

La población está compuesta por 41 edificios (blocks) de Hormigón Armado de 4 pisos y 3 tipos de casas de dos pisos y un piso (figura 23).


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Figura 23. Población San Miguel

Fuente: Elaboración propia 72

Según una entrevista realizada en abril de 2014 a Roberto Hernández, uno de los gestores del proyecto, el museo nace el año 2009, luego de conversaciones entre dos vecinos, Hernández y Villarroel. Motivados por cambiar el aspecto de la población en la que vivían desde niños, deciden hacer algo al respecto, recurriendo a los murales en los muros ciegos de los blocks como respuesta al deterioro estético de éstos, debido a la gran cantidad de afiches publicitarios pegados, los rayados y la falta de mantención. De esta manera postulan el 2010 al Fondo Nacional de Desarrollo de la Cultura y las Artes (FONDART) con un proyecto bicentenario que consistía en 10 murales con temáticas representativas de Chile y el barrio específico. Ellos se adjudican 73 millones de pesos del FONDART, crean el Centro Cultural Mixart y desarrollan el proyecto con Alejandro ‘mono’ González, destacado artista, muralista y miembro de la Brigada Ramona Parra como Director de Arte del Museo (Centro Cultural Mixart, 2014). El Museo a la fecha tiene más de 40 murales y diversos reconocimientos como ser el único proyecto de Arte Público en la 4º Bienal de Urbanismo y Arquitectura de Shenzhen, China 2012, el reconocimiento de la Ilustre Municipalidad de San Miguel como el mayor proyecto artístico de la comuna y por ser gestionado por los propios vecinos, entre otros. Actualmente el Museo sigue creciendo, no solo con la intervención de los muros ciegos, sino que también de los paraderos del Transporte Público y el proyecto de modificar la estación Departamental de la línea 2 del Metro de Santiago con intervenciones artísticas que sean reflejo de lo que sucede en el Museo a Cielo Abierto cercano. Una de las constataciones de la investigación fue que la colaboración de personas profesionales, como el caso del muralista ‘mono’ González fue fundamental para


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conseguir a otros artistas de gran calidad en sus obras, para que fueran parte del museo, esto generaba una valoración positiva y el consiguiente respeto hacia los murales. Si no hay colaboración de expertos es difícil que los proyectos comunitarios funcionen con personas sin experiencia, esto fue reconocido por parte de los gestores del proyecto, pues se ha visto en otros casos en los que la iniciativa es solo comunitaria, como el Museo a Cielo Abierto Villa Teniente en Rancagua, donde los murales no fueron pintados por artistas reconocidos, la iniciativa tuvo un alcance menor. Una segunda constatación es que como proyecto social el Museo a Cielo Abierto, que comenzó en 2010, ha ido cumpliendo etapas y sigue creciendo hasta ahora porque no tiene una fecha límite. En una primera fase hasta el 2012, que corresponde al FONDART, el cambio en la población era solo estético, con mejoras en el barrio solo físicas. Luego de cuatro años se puede hablar de un cambio integral en el barrio, es decir, no es solo un cambio físico sino que también social. Para esto una clave fundamental para la buena intervención barrial fue considerar desde un comienzo la participación de la comunidad. Esto está vinculado al sentido de crear pertenencia e identidad con el proyecto y detectar las debilidades de los barrios desde adentro, con el apoyo de especialistas como guiadores y mediadores de las ideas de la comunidad y con la utilización del arte como recurso. El arte funciona porque permite diferenciar a los barrios, ser un agente identitario, tener algo que los represente, además es una forma más cercana y amigable de intervenir que las mejoras barriales clásicas asociadas a áreas verdes, pavimentación e iluminación. Propuesta metodológica para la medición de las intervenciones barriales. Para el análisis del caso de estudio se desarrolló una metodología combinando aspectos cualitativos y cuantitativos, organizada en cuatro etapas: - Etapa teórica: Consistente en la recopilación de información y revisión bibliográfica para el posterior entendimiento de conceptos claves como las intervenciones muralistas, el arte urbano, la idea de barrio, identidad, entre otros, lo que permitió llegar a ejercer una observación crítica en la segunda etapa en terreno. - Etapa trabajo de campo: En base a los conceptos comprendidos en la etapa anterior se iniciaron las visitas a terreno, toma de fotografías, notas, conversaciones y entrevistas a personajes claves como uno de los gestores del proyecto, Roberto Hernández y el Director de Arte del Museo, Alejandro ‘mono’ González. - Etapa Evaluativa: Esta etapa tenía como objetivo confirmar lo observado y poder medir las impresiones formadas en las etapas anteriores, además de conocer la percepción de los vecinos s que tan de acuerdo o desacuerdo estaban con las afirmaciones que se le presentaban. Y preguntas abiertas donde daban su apreciación libremente. Se pensó

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como una encuesta rápida de 10 minutos como máximo (figura 24). La encuesta se aplicó a una muestra de 225 domicilios de la Población San Miguel y Poblaciones aledañas, 165 domicilios, representados por un miembro de cada núcleo familiar, los cuales se dividieron en tres áreas a encuestar -cada área cubierta por una dupla de encuestadores respectivamente-. Esto representa al 12 % de los domicilios totales de la población y 75 domicilios de las poblaciones aledañas. Figura 24. Encuesta a Población San Miguel 2014:

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Fuente: Elaboración propia.

Se realizó de esta manera para poder comparar resultados según grado de afectación, suponiendo que los habitantes de los blocks pintados al interior de la población tendrían un mayor impacto que los de las poblaciones aledañas. Para el análisis de ésta se realizó una matriz de vaciado en la cual se aplicaron diferentes filtros como la separación de los


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resultados entre encuestados al interior de la población y de las poblaciones aledañas, la visión de las personas que habían participado en contraste con los que no, etc. La aplicación de la encuesta permitió hacer un análisis social sobre el cambio que produjo la intervención en la percepción de los habitantes y los resultados arrojaron cifras positivas hacia el proyecto, también se consideraron los resultados de la encuesta que efectuaron en el año 2012 estudiantes de sociología de la Universidad Central quienes buscaban medir la actitud y participación de la población San Miguel con el proyecto muralista, de esta manera se pudo comparar con los resultados del 2014 y hacer un seguimiento al proyecto. - Etapa concluyente: Consistió en hacer un análisis crítico integral. Es decir, se utilizó toda la información creada y recopilada para poder hacer un cruce y finalmente definir cuál fue el cambio físico y social en la población luego de la intervención, entre otras conclusiones. Principales Resultados Dentro de la etapa de trabajo de campo, una parte importante dentro del proceso de registro fue la creación de un plano a partir de una exploración personal (figura 25): Figura 25. Plano del proceso de investigación:

Fuente: Elaboración propia.

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En el plano se registraban los cambios físicos de la población, su aspecto, el estado de las áreas verdes y el orden de los murales por fecha de creación y su ubicación exacta, luego el mapeo de información con el plano de proceso se tradujo en el plano de figura 26. El plano en conjunto con unas fichas que representaban los 40 murales realizados hasta la fecha, enumerados por orden de creación, permitían identificar donde estaba cada mural; este material fue solicitado por parte del Museo a Cielo Abierto para utilizarlo en un tríptico de recorrido turístico. El plano de la situación actual, en contraste con el plano que mostraba la situación del 2010 según los datos recopilados permitió identificar los cambios físicos de la población. Figura 26. Plano final de situación 2014

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Fuente: Elaboración propia.

En primera instancia los murales solo se encontraban en las fachadas de Avenida Departamental, pero luego se fueron sumando murales al interior de la población y están presente en gran parte de ella incorporando no solo los muros ciegos sino que otros soportes como kioscos (figura 27), además de mobiliario urbano orientado hacia los murales. La confección de los planos más la revisión de otros documentos como fotografías y las entrevistas a los gestores del proyecto permitieron conocer el proceso del proyecto y evaluar el cambio físico-estético de la población. En cuanto a la encuesta aplicada a 225 domicilios, algunos de los resultados más significativos según factores de medición, fue el caso de la actitud hacia el proyecto que en la pregunta que buscaba medir la aprobación de los vecinos frente al Museo a Cielo Abierto arrojó que al 52 % de los encuestados le parecía Muy Bueno, junto con un 34 %


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que lo consideran Bueno, esto da un total de un 86 % de aprobación al proyecto, con un rechazo del 6 % entre los encuestados que lo encuentran Malo y Muy Malo. El porcentaje de aprobación es muy alto y presenta un cambio considerable en dos años, puesto que en la encuesta aplicada el año 2012 por los estudiantes de sociología de la Universidad Central la actitud positiva correspondía al 43 %. Figura 27. Kiosco del Barrio.

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Fuente: Elaboración propia.

En el caso de la participación de la comunidad en el proyecto, ya sea como parte de la organización, en la aprobación del boceto de mural o en otra instancia, el porcentaje no era tan alto como se esperaba -22 %-. Sin embargo de las personas que si participaron en el proyecto, un 67 % de ellos conocieron a más vecinos y 45 % de ellos se integró a organizaciones sociales, convirtiéndose de esta manera en vecinos activos, hecho que antes de la intervención no sucedía. El cambio que produjo en las personas haber participado y transformarse en vecinos propositivos denota la importancia de la participación como elemento a la hora de intervenir barrios. Figura 28. Población San Miguel antes y después de la intervención.

Fuente: Elaboración propia.


Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

Al momento de evaluar la variable identidad del proyecto, un 83 % consideró que el MACA de San Miguel representaba a la población, lo cual demostró que el impacto de la intervención no solo repercute en quienes participan, sino en quienes lo ven a diario y empiezan a sentirlo propio. Además ese 83 % se condice con el 87 % de aprobación del proyecto, lo que dio a entender que sentían que el proyecto era una representación positiva de lo que significa su población. En el factor estético, se les pidió a los encuestados que catalogaran el nivel de importancia de tres elementos, color, mensaje y calidad pictórica. El más importante, con un 93 %, fue la calidad de la obra, confirmando la importancia de la participación de artistas especialistas, que produjeron obras de cierto estándar, asegurando el respeto de la población hacia ellas y el cuidado de éstas, de modo que después de 4 años el museo no tenga ninguno de sus murales rayados (figura 28).

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En el ámbito de revitalización del barrio se destaca que el uso del espacio público aumentó en un 63 % y ante la pregunta de si hubiese preferido otra intervención urbana en vez de los murales del museo a cielo abierto, solo a un 27 % le gustaría tener otra intervención urbana en vez del Museo, mientras que la mayoría, un 68 %, no optarían por otra intervención, comprobando el vínculo y el marraigo que ha generado el museo en la población, pese a que en sus comienzos el proyecto era aceptado por la minoría. Esta pregunta estaba orientada a una comparación con el otro tipo de intervenciones en barrios como el mejoramiento de pavimentación, áreas verdes, etc. Dando una clara preferencia a la intervención Muralista por parte de la población encuestada. Y finalmente en el factor de imagen urbana se les pidió caracterizar su barrio con tres palabras para antes de la intervención y tres conceptos que la reflejen hoy día (figura 29). Figura 29. Caracterización del barrio antes y después de la intervención.

Fuente: Elaboración propia.

En el caso de la imagen que se tenía sobre la población San Miguel antes de la intervención las palabras más nombradas por los Encuestados, la más dicha fue ‘fea’ por un 33 % de los encuestados, luego ‘sucia’ por el 25 % y ‘descuidada’, ‘apagada’ e ‘insegura’, cada


Parte 1: La Ciudad a Escala Humana y Hábitat Barrial

una nombrada por el 10 % de los encuestados. Claramente la describieron como una población degradada en todos los aspectos posibles, estéticamente es lo más notorio para los encuestados, asociado a la suciedad y ‘fealdad’ de la población, luego degradada socialmente al considerarla poco activa e insegura. Para caracterizar la población actualmente, la palabra más dicha, por el 37 % de los encuestados, fue ‘bonita’; luego ‘colorida’, por el 16 %; seguida de ‘segura’, ‘viva’ e ‘iluminada’ con 14 %, 13 % y 10 % respectivamente. En conclusión, luego de la intervención la imagen de la población cambió drásticamente, al punto de utilizar antónimos de las palabras usadas para describir la población antes. Si bien la intervención consiste en murales, el cambio trasciende al inconsciente de la población creando una imagen que sobrepasa lo estético y dando una percepción positiva del barrio en general. Conclusiones El barrio es una escala intermedia entre la vivienda y la ciudad, entre lo individual y lo colectivo, tiene la particularidad de ser un espacio común que se siente propio (Tapia, 2013). Es esa conexión lo que lo vuelve tan interesante y fundamental a la hora de intervenirlo, se tiene la posibilidad real de cambiar el habitar y mejorar la calidad de vida de las personas que forman parte de éste (Prat, 2007). Esto último, poco a poco, ha sido entendido por el MINVU, abarcando las diferentes escalas de la ciudad con programas de mejoramiento al interior de la vivienda, en el espacio común de las copropiedades y finalmente en el espacio público de los barrios. Las comunidades que han iniciado proyectos independientes también lo han practicado así, interviniendo el espacio público de sus barrios. Finalmente el barrio como escala intermedia tiene la capacidad de generar identidad y representar a un grupo determinado, lo que crea una apropiación y cuidado mayor de la intervención. La idea de la representación está asociada también a otro aspecto que se entiende como clave en la preservación de las intervenciones: la participación de la comunidad. Cuando la población se involucra en los proyectos desde el inicio, se genera un sentido de pertenencia que repercute en el cuidado y respeto hacia la intervención y la posibilidad de seguir mejorando otros aspectos, creando nuevos proyectos o actividades, ya que la comunidad adquiere experiencia en organización y se vuelve más activa y propositiva. Como sucede en el caso de la población San Miguel quienes buscan seguir con las mejoras. La experiencia del Museo les enseñó el valor que tiene tomar la iniciativa en la revitalización de los barrios, es así como este año celebran el Cuarto Festival de las Artes dentro de su barrio y el 2015 serán parte del Programa de Recuperación de Barrios del Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Esto es interesante porque a diferencia de lo que suele suceder en los barrios que son intervenidos por el programa, aquí ya hay un trabajo avanzado, hay una identidad en base a los murales y un modo de hacer las cosas, de trabajar, la comunidad ya está organizada y el sentido de pertenencia hacia su barrio es cada vez más fuerte, por ende, el programa no llegará a un barrio en estado

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Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

crítico como en la mayor parte de los casos, pero sí se podrá hacer cargo de lo que el Museo a Cielo Abierto no cubrió como intervención barrial, como el mejoramiento de pavimentación, iluminación y la posible construcción de una sede para el Centro Cultural Mixart, que personalmente veo como una oportunidad para el entusiasmo de la entidad que ahora funciona desde la vivienda de uno de los miembros. Con lo anterior podría decirse que en el caso del Museo a Cielo Abierto la revitalización barrial partió desde adentro, mejorando lo social en primera instancia para luego intervenir otros aspectos físicos con el “Quiero mi Barrio”. De esta manera se apoyarán los cambios que ya ha tenido el barrio a nivel de organizaciones y de iniciativas sociales por parte de los vecinos, para así tener finalmente una revitalización total del barrio. Solo queda esperar que la intervención que se haga por parte del Programa de Recuperación de Barrios considere el hecho que la población a la que llegan tiene un trabajo avanzado y una dinámica existente, por ende, la incorporación real de éstos en la intervención será fundamental para el éxito de esta nueva iniciativa.

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El arte como expresión y comunicación puede ser un recurso viable hacia una ciudad más sana y activa, la necesidad de belleza y representatividad que se genera en ciudades grises, hostiles y segregadoras puede ser combatida por el arte público que no solo aporta estéticamente, sino que entrega un mensaje común en un espacio común, un lugar de encuentro y construcción de la sociedad, un espacio de todos y para todos. Es una acción democratizadora. En perspectiva, la acción del museo funcionó como un detonante dentro de la población, un primer paso para una seguidilla de cambios e iniciativas. También es necesario entender que, si bien el arte urbano no va lograr solucionar todos los problemas de la ciudad contemporánea, ayudará en la calidad de vida de las personas, en hacer la experiencia más grata, en fomentar la apropiación del espacio público. El arte puede tener un mayor efecto como revitalizador barrial según el contexto en el que se aplique la intervención. En un barrio bien consolidado, la intervención muralista corre el riesgo de mantenerse en la fase estética, porque un barrio de esas características va a tener una imagen legible y una identidad marcada (Lynch, 1960), entonces la mayor parte del trabajo ya está hecha. Puede que el arte venga a intensificar esa imagen creada, pero no va a cambiarla necesariamente, un caso ejemplificador de esto es lo sucedido en la fachada del Centro Cultural Gabriela Mistral, donde se organizó un concurso de murales con jurados como Alejandro ‘mono’ González y se eligieron tres murales ganadores para embellecer la fachada del GAM por Alameda, han pasado alrededor de seis meses desde que se concretó el concurso y se pintaron los murales, actualmente solo queda uno de ellos y está rayado y cubierto de afiches, no hubo respeto por parte de la población. Si bien los murales llegaron a intensificar el carácter cultural del edificio, no hubo apropiación por parte de la población, y tampoco de la administración del edificio, quienes retiraron dos de los murales para dar paso a la instalación de un Circo.


Parte 1: La Ciudad a Escala Humana y Hábitat Barrial

De todas formas el efecto de las intervenciones artísticas muralistas en los barrios es positivo, se generan instancias de participación y la población comienza a educarse y aceptar este tipo de manifestaciones que en algún momento podían ser víctimas de prejuicios. Eso ha ido cambiando y actualmente se promueven desde el gobierno como se ha expuesto. El arte es al fin y al cabo una respuesta a la sociedad. Una intervención artística colabora en la construcción de pertenencia e identidad en el barrio bajo ciertas condiciones, es necesario entender que no habría tenido el mismo efecto la intervención si se hubiese realizado como se pensó en un comienzo, con murales dibujados y pintados por parte de los vecinos. Tampoco habría sido el mismo efecto tener 4 o 5 murales en la población, como sucede en otros museos a cielo abierto de menor envergadura que tienen un efecto menor también en sus barrios. Esto tiene que ver con la escala de la intervención, en este caso específico son 40 obras que abarcan gran parte de la extensión del conjunto, sin considerar los murales de menor tamaño que se presentan en el barrio también, lo cual se convierte en un elemento distintivo dentro del sector, creando identidad y afectando en la imagen colectiva que se tiene del barrio. Luego de esta investigación se logra comprender el valor que tiene escuchar a las comunidades donde se interviene, dado que ellos más que nadie logran reconocer sus falencias y necesidades. Como arquitectos muchas veces creemos que la solución está asociada a proyectos grandes y costosos y olvidamos que la principal tarea que se tiene es crear habitabilidad, olvidamos la escala humana y cómo viven las personas. Una intervención urbana termina afectando a cada persona del barrio de manera diferente, pero con elementos comunes que permiten la creación de una nueva imagen del barrio. La ciudad funciona como un sistema donde una pequeña alteración repercute en muchos aspectos, si se piensa la arquitectura como un objeto descontextualizado, pues, no tiene mucho sentido. Cada acción en la ciudad repercute de una u otra manera y una intervención simple, como la utilización del arte como un material o una herramienta, convierte el color en un elemento de identidad en una ciudad gris. Una intervención relativamente menor detonó un cambio mayor del mismo modo en el que lo hacen los buenos proyectos arquitectónicos que son bien utilizados, abiertos, y un aporte a la ciudad en general, respondiendo al rol social que debe tener la arquitectura pública. Esto permite comenzar a considerar el arte público como propuesta urbanaarquitectónica y a entender que la escala de los proyectos no tiene mucho que ver con el costo de éstos ni las dimensiones, sino con la repercusión de la intervención y el cambio que traen. Es así como un conjunto de murales tienen escala barrial, incluso metropolitana, transformándose en un punto de atracción, no solo para los habitantes de Santiago, sino que para los turistas por la calidad de las obras y la historia que hay tras el proyecto y para los mismos artistas quienes tienen la posibilidad de interactuar con las personas que verán a diario su obra y generar un vínculo mayor, sin olvidar el

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Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

hecho de que cada mural tendrá al menos 6.000 espectadores diarios, siendo realmente una galería al aire libre. En cuanto a la metodología que se aplicó, ésta permitió evaluar los cinco aspectos que se plantearon en un comienzo, se pudo definir el cambio físico mediante la etapa de trabajo en terreno, con observación crítica, fotografías de antes del museo a cielo abierto mostrando el estado general de la población, para luego contrastar con la situación actual. En cuanto a la evaluación social, ésta permitió conocer la posición de la población frente al proyecto, la cual resultó sumamente positiva, definir el cambio que ellos detectan en el barrio a nivel de imagen, con las descripciones altamente contrastante que dieron sobre el antes y después. También permitió conocer otras necesidades que atender al interior, con problemas sociales y aspectos físicos, es decir, permitió saber las falencias al interior de la población detectadas por ellos mismos. Finalmente se concluye con la evaluación de un fuerte apego frente a la intervención.

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La metodología de análisis utilizada, puede ser aplicada no solo en otros museos a cielo abierto, sino que con pequeñas modificaciones se puede aplicar a intervenciones urbanas de otra índole, de este modo se podría lograr comparar distintos tipos de intervenciones y llegar a definir las fortalezas y debilidades de cada una para posteriormente determinar qué tipo de solución es más coherente para determinados barrios. Es necesario mencionar que hay aspectos que quedaron fuera de la encuesta y que habría sido interesante medir, como por ejemplo el grado de confianza que había respecto a la intervención en un comienzo o dilucidar si la población creía que lo más importante en el proceso de la intervención muralista era la participación de la población o la creación de los artistas. Referencias bibliográficas Centro Cultural Mixart. (2014). www.museoacieloabiertoensanmiguel.cl. Recuperado el 27 de marzo de 2014 Jordan, X. (2013). El Mural: Una Alianza con la Arquitectura. www.revista.escaner.cl . Gobierno de Chile. (s.f.). www.participaciónciudadana.gob.cl. Lynch, K. (1960). La imagen de la Ciudad. Boston, Mass, EE.UU: MIT Press. Prat, B. (2007). Identidad Barrial: como factor de la calidad residencial. Santiago: Fau. Universidad de Chile. Tapia, V. (2013). El concepto de Barrio y el problema de su delimitación. Bifurcaciones.


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

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PARTE 2

Institucionalidad urbana y construcción de ciudad: política y gestión.


Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

2.1 Análisis del documento introductorio. Introducción y marco general para la formulación de una nueva Política Nacional de Desarrollo Urbano 30.03.2012 del Ministerio de Vivienda y Urbanismo.1 Alberto Dentice Bacigalupe

Usanzas del territorio La Política Nacional de Desarrollo Urbano (PNDU) (Giménez y Ugarte, 2014) especifica un desarrollo urbano positivista, conllevando externalidades negativas expuestas en su estructura discursiva. El documento, originado por carencia de políticas explícitas que guíen el desarrollo, declara centrarse en las personas y su calidad de vida. Sin embargo, la terminología de lineamientos y planes de acción sobre diagnósticos, propósitos y plazos, define políticas de gestión urbana de manejos infraestructurales y, aunque referidos a grupos humanos, no consideran individualmente a sus integrantes, confiando su calidad de vida a estándares tradicionales de desarrollo.

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Además, acusa ausencia de políticas nacionales en crecimientos urbanos de patrón espontáneo, con aplicaciones de seguridad, abastecimiento e higiene2. El ordenamiento de fuerza mayor resuelve usos de la propiedad privada, calles y caminos, plazas, etc. Los paseos por los tajamares del s. XVIII y las alamedas decimonónicas, tornan a parques privados que transfieren su botánica a las plazas; surgen arborizaciones y bulevares a la europea. Por su parte, grandes parques del s. XX enfrentan el bicentenario con cobro y cerramientos. Otros espacios públicos son: ferias, romerías y festividades. También se establece espacio público en bordes costeros, marítimos, lacustres y fluviales, aunque tradicionalmente desmanejados en sus diferentes escalas urbanas (figura 30). Florecen balnearios litorales que adquieren valor económico en el s. XX. El espacio público escasea en comparación al privado, y es poco probable su crecimiento. Un estudio cualitativo del espacio público, requiere parámetros sociales de calidad. Los instrumentos de regulación urbana, generados por emergencia, objetivan sesgadamente los factores territoriales, impidiendo manejar sus recursos en favor de los ciudadanos. Derechos y ordenanzas Con el Tratado de Tordesillas (1494), el Papa Julio VI concede a España y Portugal la 1 Análisis elaborado para una mesa redonda del Seminario, “Hacia una nueva política urbana para Chile”, en su versión Regional de La Serena, el 24 de Mayo de 2012. El análisis se refiere a aspectos planteados por el documento desde una perspectiva general, a propósito de los usos y manejos espaciales aludidos. También se revisa la versión final del PNDU, 03.05.2013 y su resumen, agosto de 2014. 2 En la Introducción del documento: A. Contexto Histórico.


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catequización de tierras no católicas, estableciendo con ello un mapa de poder (Massey, 2005), que predetermina cartográficamente su imperio territorial. Tal paradigma ordena territorialmente en América un poblamiento castrense-cristiano. La Corona Española es propietaria de un continente regulado por las Leyes de Indias, génesis normativa de nuestro espacio, desde ‘Lo Repúblico’3, al centro de las plazas de armas, originando la trama pública en contrapunto con lo privado (figura 31). La ruralidad deviene en hacienda, estancia, fundo, hijuela, parcela, comunidad agrícola etc., conformando nuestra tenencia territorial. El resto son Bienes Nacionales y, por tanto el Estado, un propietario más, está habilitado discrecionalmente a enajenar sus bienes inmuebles. Figura 30. Manejos y desmanejos en diferentes escalas del paisaje urbano

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Fuente: J. E. Benítez S.

Se menciona, “el primer intento exitoso sobre dictar un código o normativa común, de carácter nacional”; que ordena las ciudades de Ibáñez, reaccionando al terremoto de Talca. El autoritario instrumento es paliativo sumario y ejecutor ante la dificultad. La ‘Ley Original’ y su ordenanza rigen con principios constructivos básicos y planos urbanos. La operativa racionalista carece de cuestionamiento epistemológico y, sus ‘principios rectores implícitos’4 aúnan consensos tácitos adecuados a la crisis, no obstante el cotidiano exige una episteme del orden social y urbano. La Ley General de Urbanismo y Construcciones resguarda el interés nacional desde el derecho público, pero asimismo traba libertades subjetivo-fenomenológicas. Los estudios constituyen ‘documentos base’ o ‘propuestas de políticas’ del continuismo rector del país, no 3 La expresión “lo Repúblico”, es relativa a todo lo concerniente a la República instaurada en el territorio y proviene de clases presenciales del curso ‘Asentamiento Español en América’, dictado por el arquitecto Juan Verschueren, en la Universidad Católica de Valparaíso (1973). 4 Ley de 1929, con 12 artículos sobre los “principios básicos” de las construcciones (PNDU definitivo). Su documento preparatorio de 2012 mencionaba “principios básicos implícitos”.


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esclareciéndose los problemas, sino imponiéndo soluciones sobre los acontecimientos desastrosos que proveen la fuerza constructora de Chile5. Figura 31. Plaza de Armas de Santiago

Fuente: J. E. Benítez S. 88

Carencia de fundamento epistemológico normativo La normativa urbana -paliativo a problemas de interés parcial- instaura modelos de vida preformados, desatendiendo un desarrollo ciudadano integral e inclusivo, sobre una realidad territorial única e irrepetible. ¿Por qué Chile no se cuestiona verazmente? ¿Por qué no ha querido conocer ni asumir su condición? Una chilenidad auténtica se esconde entre copihues, huasos y huemules (figura 32). El urbanismo y manejo territorial comprometen bienes del patrimonio nacional, precedente fundamental de una declaración de principios. La Nación valora y maneja vanamente en la letra, un patrimonio colectivo nacional que no posee de hecho, y gobiernos circunstanciales reiteran manipulaciones cupulares. Debería concebirse una ‘producción del espacio’ en el sentido de Massey (2005), desde su integración en la producción social. Del diagnóstico territorial y urbano se deducen directamente principios orientadores y lineamientos, guías del desarrollo y sus modificaciones. El discurso -recurrentemente ejecutorial- apunta a cumplir mandatos no explicitados, aunque “consensuados”, en torno a un “centro radical” (Mouffe, 2005, pág. 78), usurpables por el poder de turno6. Según Massey (2005), la producción espacial es de dinámica implícita en una producción social cogeneradora. En otras palabras, no hay territorio nacional si no se condice con la Nación. De otra forma, se abrazarían 5 Las notas N° 7, 8, 9, 10 y 11 del PNDU (2014) revelan su origen centralista, al haber sido elaborado por expertos capitalinos y extranjeros, con el montaje de seminarios regionales posteriores.


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paradigmas ajenos, impuestos cupularmente sobre escenarios mapeados y asignados, de un modelo social externo al grupo cultural y su medio. Figura 32. Chilenidad cotidiana de contexto urbano

Fuente: J. E. Benítez S.

Dinámica de procesos urbanos, rururbanos y habitación de un medio Se valora la planificación abierta y flexible, debido a los vertiginosos cambios actuales que hacen inmanejables los procesos urbanos de regulación fija. No obstante, sin directriz de genuino sentir social, la flexibilidad es ambigüedad rectora, adaptable a conveniencias particulares. El Presidente de la República podría aprobar políticas regionales, pero su discrecionalidad podría someter al criterio del gobierno de turno y su parcialidad, los asuntos del ordenamiento territorial; y no parece sano entregar a un periodo administrativo algo tan trascendente, que en rigor, atañe a la ciudadanía a través del tiempo, por su categoría consubstancial de universalidad. Los Organismos y sus Competencias El Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) ordena territorialmente la urbanización y administra subsidios de vivienda. Pero fuera de sus atribuciones, ciudad y territorio comprometen tópicos complejos que el Ministerio debe conjugar; aspectos donde territorialidad y ruralidad generan suburbios resueltos en un conflicto que pretende ordenar su carácter espontáneo (figura 33). Históricamente, la ‘buena intención’ 6. Un ejemplo es el término ‘calidad de vida’. Cómo negarse a implementar medidas para lograrla, pero su carácter subjetivo se hace objetivo, definiéndola desde percepciones temáticas cuantificadoras Nota N° 13 del PNDU.

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gubernamental resuena en la palestra política y económica, más que en otros ámbitos ciudadanos. ‘Buena intención’ de ‘calidad’, ‘planificación moderna’, ‘descentralización’, ‘flexibilidad’, ‘adaptación a cambios’ y ‘participación ciudadana’ suenan bien para una mayoría que, lamentablemente, carece de pensamiento imparcial e informado. El oscurantismo ciudadano invalida o distorsiona una consulta unificadora de criterios en genuina diversidad. La ‘calidad’, irrelevante sin un marco teórico explícito y ponderado, y la consulta sesgada a una masa cautiva de la ignorancia, sería maniobra demagógica para flexibilizar ‘cambios para la sociedad’, no necesariamente experimentados por ella. Por último, la ‘planificación más moderna’ es semánticamente anacrónica, desde sus dos vocablos7. Figura 33. ¿Ruralidad?, ¿Suburbios?, ¿Planificación? ¿Orden o desorden escalar?

Fuente: J. E. Benítez S. 90

Las Oportunidades Nuestra legislación, más reactiva que proactiva, aprovecha los desastres físicos de la ciudad como oportunidad de reformularse. Los urbanistas, vanamente tratan de mostrar a las autoridades que la ciudad es un ente social más complejo que sus relaciones infraestructurales. Terremotos y calamidades develan una pobreza y postergación social más profundas que la catástrofe, como sugiere la imposibilidad de auto regeneración de los pobladores, victimizados a priori en espera de asistencia oficial. La tragedia desnuda la realidad social nacional y la autoridad reacciona, mea culpa, reconstruyendo precariamente desde su figura legal y política. Temas Centrales El Estado orienta el desarrollo urbano regulando externalidades negativas que, por abuso pecuniario, son circunstanciales, conllevando el modelo económico el germen de su fin, pues con todo en una mano alguien se atreve a voltear el tablero8. La regulación coyuntural del Estado no debería ser un rol permanente, sino transitorio, porque es tentadora la intención de ‘solucionar sumariamente’ lo sintomático de problemas no enunciados. Urge revocar malas prácticas urbanas y sus desastrosas consecuencias, pero lo importante suele no coincidir con la urgencia. Los mecanismos de planificación 7

La PNDU definitiva prescinde del término “moderna”, refiriéndose a la planificación.


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deben responder a necesidades sociales, de desarrollo económico y competitividad de las ciudades, en función del bien común9. Los anteriores son conceptos amplios, cuyas respuestas dependen de su interpretación y ejecución. Sociedades armónicas, inclusivas y de cultura compartida permiten principios abiertos, posibilitando enfrentar las circunstancias con una postura intrínsecamente común y colectiva, en vez de concesiones negociadas o consensos minoritarios. Las negociaciones implican presiones sobre los débiles, quienes aceptan males menores ante la imposibilidad de logros satisfactorios. Originandose desequilibrios sociales impiden establecer ideales universales. La marginalidad, su asistencialidad y la aceptada tendencia a nivelar con subsidios, compensan la miseria con estándares mínimos, gravando a la sociedad con un ‘urbanismo de la pobreza’; ‘solucionando’ celularmente el déficit de viviendas y servicios. Confundido, un urbanismo supeditado a la urbanización, higieniza poblados con categoría de ‘ordenados campamentos permanentes’, que no establecen urbes desarrolladas y reformuladas en el debate cotidiano de su esencia. La dilucidación permanente del desarrollo urbano debiera ser labor de urbanistas, y la planificación solo una de sus herramientas. La propiedad privada, condición indiscutida de la planificación, procede de los mapas de poder de la Corona Española arraigados en la propiedad agrícola, dominante de medios productivos y personas que lo sirven, y su apropiación hipotecable que permite estabilizar economías inciertas. Homologada en las ciudades, la propiedad no acusa la diferencia escalar de independencia urbana hasta el s.XX, cuya magnitud vierte una vorágine de problemas sobre habitantes y dirigentes. La propiedad, al arbitrio de la especulación sobre grandes paños, traba un desarrollo armónico (Rodríguez, 2013). En contrapartida, las extensiones de vivienda social son guetos de propiedad fragmentada en permanente decadencia. Cabe también preguntarse, ¿Por qué el Estado se arroga el derecho de otorgar viviendas en propiedad? ¿No habrá medios más justos para la ciudadanía que lo solventa? Se propone una planificación zonificada por condiciones o mixta. La zonificación ha sido más negativa que ventajosa por fragmentación de clases, su creciente distancia y roce intergrupal (figura 34). La zonificación, obsoleta y regresiva para el equilibrio urbano, requiere categorizaciones y aplicaciones casuísticas para ajustar las diferentes escalas territoriales, políticas, naturales y particulares (Rodríguez, 2013). El suelo urbano necesitaría reestructurar su legalidad de tenencia; la ciudad, un ente vinculado al territorio y la globalidad, implica procesos regionales, nacionales y mundiales. El crecimiento de una extensión edificable disponible depende del proceso y desempeño de sus habitantes y su conjunto. Un límite urbano economicista, privado o estatal, no 8 Alusión al juego del Monopolio, cuya estructura instala a un jugador entretenido en su progreso exclusivo, quien no comprende el proceso de aburrimiento y abandono de los ahogados perdedores. 9 El PNDU agrega la dimensión individual del bien común, pero se advierte discriminación, pretendidamente positiva, sobre sectores que habrían de asistirse externamente para su integración.

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Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

advierte que la riqueza urbana trasciende de lo mercantil. El prurito de ‘lo económico’ -amo y señor del destino- paradojalmente empobrece su resultante urbana. La ‘integración social’ debería ser mancomunada, pareciendo contradictorio el reclamo de suelo bien localizado ‘para viviendas sociales’, discriminadas desde el discurso. Figura 34. La zonificación desintegra progresivamente la diversidad urbana de antaño.

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Fuente: J. E. Benítez S.

La voluntad de conservar el patrimonio con precaución en zonas riesgosas y el desarrollo medioambientalmente equilibrado, son difíciles de implementar desde principios sociales sólidos, porque desarrollo y conservación natural se contraponen. No obstante, dependemos de su equilibrio: no comemos sin desarrollo y agotamos el medio si lo descuidamos. La participación ciudadana estaría sujeta a manipulaciones de un poder poco influenciable desde las urnas. Indagar sobre la opinión ciudadana requiere expertos mandatados por el espíritu de sus disciplinas, por sobre una política partidista, administradora de la miseria social desde la economía neoliberal. Ciertas minorías alcanzan capacidad negociadora con el oficialismo, quedando fuera una miríada de ciudadanos que desean organizar su hábitat de modo particular. Bases Actuales La propiedad pública enajenable, a cargo de Bienes Nacionales, ¿se somete a derecho público o privado? Teóricamente todo el territorio podría ser privado. Además, ¿qué discrecionalidad de uso permite el derecho? No es clara la atribución ante conflictos sociales, principalmente por usos masivos de productividad: minería, industria, pesca, generación de energía, transmisión de comunicaciones, etc.


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

Figura 35. La urbe, saturada demográficamente, desprecia posibles alternativas de menor escala.

Fuente: J. E. Benítez S.

La función social de la propiedad, según el documento, regulada por leyes y principios constitucionales, somete al ciudadano corriente a externalidades negativas, con iniciativas de ‘interés superior’. Así, se viola su debilitado derecho, reclamado con protestas aparentemente ilegítimas, pero provenientes de un diálogo de sordos convocado por expresiones populares carentes de interlocutores. El urbanismo no refleja al documento en cuanto a ‘leyes conforme a principios constitucionales específicos’. Alterno a lo urbano se define una ruralidad no urbanizable10; el abandono rural presiona demográficamente la urbe, despoblando pueblos y ciudades pequeñas (figura 35). Se acepta una ruralidad productiva de gran escala, desconociendo modos de vida diferentes del urbano. Pueblos con cargas territoriales admisibles y vecinos autosuficientes, son opción de desarrollo sustentable y no debería ahogarse su fomento rururbano con la asistencia de su precariedad. Planos, planes, ordenanzas y reglamentos, no son directrices de desarrollo urbano, sino intentos de solución a problemas de tratamientos precedentes. La proyección fija de establecimientos, desde el ejercicio del poder, soslaya la dinámica contemporánea de la geografía humana, del que la urbe es solo parte11 y, la ciudad sería un recinto resultante, con características de confinamiento y control, liberando el área de explotación natural al albedrío de negocios globales.

10 El PNDU corrige el borrador de 2012, integrando una ruralidad habitable. Alcance Territorial. p. 8. 11 El punto 4 del PNDU, Identidad y Patrimonio, externamente pretende preservar y valorar aspectos culturales, con la inercia de su inalterabilidad, incluyendo asimismo a los individuos involucrados.

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La inflexible norma urbanística margina a la masa de su desarrollo vital. Planes y planos, vialidad, intercomunalidad, parques, infraestructura, límite urbano, etc., serían ‘más de lo mismo’, sin atender la dinámica urbana. Es entonces cuando apremia un replanteo teórico estructural, de marco regulatorio contemporáneo, ágil y flexible, desde un espacio social subjetivo y gregario. Por otro lado, el medioambiente debería estar referido al planeta y sus habitantes, no solo a cuidar recursos monetarizables12. La infraestructura vial, uniendo puntos ‘importantes’, suele desunir poblaciones o formar diques desastrosos en eventos pluviales. De la misma forma, conectando centros de producción y manejo de bienes, es generatriz de desarrollo urbano, ‘legal e ilegal’, aspecto desatendido en sus proyectos (Rodríguez, 2013). Un litoral no enajenable difiere del resto del territorio. Se usa la costa con permisos discrecionales, es decir, no cualquier ciudadano tiene derecho a obtener una concesión.

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Existen irregularidades en la práctica constructiva. Así, una norma positivamente permisiva acogería las buenas prácticas espontáneas, estableciendo sinergia entre lo ideal y lo real. La excepción que ‘autoriza’ construir viviendas económicas en zonas rurales es discriminatoria y factor concluyente de la guetificación rural. Por otra parte, la dotación estatal de viviendas otorgadas en propiedad a quienes no pueden proveérsela -razonable si alcanza cobertura universal- pareciera una atribución abusiva del Estado. En cuanto a las contribuciones, es objetable la no especificidad de recursos destinados a espacios públicos. Un fondo nacional tiende a diluirse y, mientras los municipios atienden grandes poblaciones con escasos recursos, los ministerios operan con presupuestos y lineamientos centralizados. En definitiva, es difícil gobernar y hacer ciudad con escasez e intervenciones externas que no advierten la realidad donde se insertan. La generación de espacio público condicionada al negocio inmobiliario es poco eficaz, pues de no haberlo, las calles quedan inconclusas y los porcentajes de cesión a merced de imponderables. Para la justicia social y el bienestar colectivo, el espacio público podría cargarse al erario nacional, en lugar del mecanismo redistributivo por transferencia de bienes raíces ‘sociales’ a privados. Al igual que las reliquias, los entornos tradicionales, las actuales manifestaciones y su proyección merecerían declaratoria patrimonial. Conclusiones El presente ensayo crítico reconoce su centro en el tópico social, basándose en un borrador previo al PNDU, cuya versión final enfatiza su interés en este aspecto. No obstante su estructura, construye un discurso fragmentado por definiciones racionalistas objetivas, externas al fenómeno, por tanto contradictorias con su declaración de 12 Aparentemente no bastaría la consulta popular con metodologías que indagan cómo satisfacer al usuario. Una integración, requeriría el progreso social de individuos partícipes de las decisiones, responsabilidades y obtención de beneficios.


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

considerar aspectos subjetivos. Ello hace suponer, por su formulación intrínseca, una práctica consecuente, de dirección modelada externamente al fenómeno. Los sujetos son susceptibles de integrar datos, mas no son un dato; un único miserable no sería relevante desde su minoría inatendible, pero tal condición es ultrajante, en lo personal y lo social. El Punto 5 del PNDU, Institucionalidad y Gobernanza, considera una descentralización y decisiones tomadas ‘de abajo hacia arriba’, refiriéndose aparentemente a la atención que merecen los ciudadanos ‘de abajo’ para decidir asuntos urbanos resueltos ‘arriba’. Considera escalas urbanas según la geografía política nacional, omitiendo las escalas de población de diversidad cultural y sus asentamientos, reconocidos en el punto 4. Los niveles de participación, atendiendo a Viviana Fernández (2014), estarían cualificados por la concentración o repartimiento del poder ejercido con su práctica. Y destaca la importancia de los académicos que estudian e imparten las disciplinas implicadas en el proceso. En tal aspecto, el presente ensayo reclama para los documentos constitucionales de urbanismo, un discurso con lenguaje ajustado a los asuntos que trata, descartando así la percepción de una ‘adaptación metodológica’ de raíz epistemológica objetiva, donde los sujetos enrolados equivalen a un número aportativo de porcentajes, y donde no siendo convocados, no valdrían por sí mismos. Referencias bibliográficas Fernández, V. (2014). Promoviendo un diseño urbano participativo: experiencias desde la práctica y la docencia. Revista AUS, (15), 22-27. Giménez, P., y Ugarte, J. (Ed) (2014). Hacia una política urbana para Chile. Política nacional de desarrollo urbano. Santiago: PNUD y MINVU. http://cndu.gob.cl/wp-content/ uploads/2014/10/L4-Politica-Nacional-Urbana.pdf Massey, D. (2005). La filosofía y la política de la espacialidad: algunas consideraciones. En L. Arfuch (Coord), Pensar este tiempo espacios, afectos, pertenencias (pp. 101-128). Buenos Aires: Paidós. Mouffe, Ch. (2005). Política y pasiones: las apuestas de la democracia. En L. Arfuch (Coord), Pensar este tiempo espacios, afectos, pertenencias (pp. 101-128). Buenos Aires: Paidós Rodríguez, L. (2012). Juan Mastrantonio: Algunas reflexiones sobre los principios del orden del territorio, su estado actual y las responsabilidades de las técnicas que se ocupan en ese saber (entrevista). Revista AUS, (14), 35-38.

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Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

2.2 Integración Social y política pública de revitalización de barrios: hacia el desarrollo de modelos de intervención. Camilo Arriagada Luco

Introducción Y Aspectos Metodológicos

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Los objetivos de este capítulo son a) plantear líneas de integración del diseño urbano con la revitalización de barrios en áreas metropolitanas de Chile considerando grandes tendencias estratégicas y procesos de reconfiguración de las grandes urbes recientes que muestra el análisis de la población y edificación por anillos de las ciudades según tamaño considerando tanto Censos cono Estadísticas de Edificación y Encuestas de Hogares; b) relevar y revisar la figura de los planes maestros al tenor de las lecciones de política pública sectorial de los últimos años y que muestran a emergencia de la escala barrial como nodo donde integrar la revitalización de barrios en la gestión de la política pública chilena bajo ciertas coordinaciones; y c) Precisar las grandes líneas de Revitalización de Barrios según los tipos de barrios que se busca intervenir en grandes ciudades y la presencia de procesos de procesos y dinámicas propias de la gentrificación y segregación residencial. En lo sustantivo el capítulo es un ensayo basado en observaciones y resultados de las siguientes investigaciones y respectivas metodologías: - Arriagada (2012), Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales de FLACSO Argentina que analiza procesos de Reconfiguración Urbana en grandes urbes integradas a la Globalización y sus efectos sobre las dinámicas de escala barrial en Ciudades de Estados Unidos, Canadá, Chile, y Argentina con base en Revisión Bibliográfica, Entrevistas a Expertos de los 4 países, y Análisis de Datos Censales y Encuestas de Hogares de 6 áreas metropolitanas en los países mencionados. - Proyecto Déficit Habitacional y Urbano de las Regiones y Grandes Ciudades de Chile donde el Autor fue Director de los estudios mencionados con base en procesamiento y georeferenciación de los datos del Censo 2002, Pre Censo 2011, y Encuestas CASEN de MIDEPLAN de varios años , lo que esta públicado en el Libro Grupo de Política Pública CCHC y Neu Urbanismo 2013. - MINVU/PULSO (2011), Evaluación Piloto del programa Quiero Mi Barrio (QMB), donde el autor fue Investigador Jefe y Coordinador de una Evaluación que considero Encuestas a Residentes de los Barrios Intervenidos por el PQMB a dos años de iniciadas obras en 9 Regiones del País, complementadas por Grupos Focales y Marchas Exploratorias con Dirigentes Vecinales y Entrevistas a Profesionales Municipales y de MINVU Regional. Un resumen esta publicado en Arriagada (2013b), Lincoln Institute of Land Policy, documentos de trabajo Concurso Buenas Prácticas.- SURPLAN/SECPLAN IMS (Ilustre


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

Municipalidad de Santiago) Evaluación del Repoblamiento de la Comuna de Santiago 1987-2013 donde el autor de este Capítulo fue jefe de una investigación que controló 600 Encuestas a Nuevos Residentes de la Comuna de Santiago en torres de Renovación y Mercados Secundarios de Viviendas Patrimoniales y Obreras, sumado a grupos focales con dirigentes de barrios y Entrevistas a Vecinos, complementado por análisis de la dinámica y segmentación del desarrollo del centro en el marco del desarrollo metropolitano. El resumen de este Estudio está publicado en el libro “Santiago Lugar de Encuentro” de la IMS. - Arriagada, Camilo y Jorge Inzulza (2016) Guía del Curso de Sociología Urbana para el Diseño Urbano, donde se incluyen Estudios de Casos de Grupos de Alumnos de la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Chile 2013-2015 focalizados en barrios bajo dinámicas de segregación versus gentrificación residencial. Cabe destacar que, el capítulo aborda uno de los principales cuellos de botella de la fase actual de la gestión urbanística donde los sectores inversores aún evolucionan desde prioridades de atención del déficit de vivienda de estratos vulnerables organizados en sistemas de postulación por estratos sociales a subsidios a la demanda, a la operación de proyectos de recuperación de espacios públicos de barrios con problemas de integración urbana y social primero a través de obras de equipamiento comunitario y circulaciones a programas cada vez más complejos de espacios públicos coordinados con mejoras de inmuebles en zonas y barrios de muy diferente tipo. Los temas de escala, tipos diversos de barrios y el desarrollo de planes maestros se plantean son los elementos esenciales para ordenar la discusión metodológica y propuestas de política. Primera Parte: Escenarios Emergentes en las Grandes Ciudades En Chile la posibilidad de innovar estándares urbanos es parte central de una coyuntura que combina el cambio de gobierno con un momento donde la OCDE y la Política Nacional de Desarrollo Urbano (PNDU) han puesto de manifiesto la insuficiencia, descoordinación y fragmentación de nuestra política urbana sectorial, regional y local. La PNDU plantea garantizar gradualmente el acceso equitativo a los bienes públicos urbanos por medio de estándares mínimos de calidad y cobertura del espacio público (MINVU, 2014) lo que supone definir niveles mínimos por barrios de acuerdo a agrupaciones de vivienda y/o población. El informe subrayó que nuestra economía es la más desigual y concentradora y que nuestras ciudades reportan grave segregación y baja movilidad habitacional, junto con la aparición de tendencias expulsoras y excluyentes de los grandes proyectos de desarrollo inmobiliario. Destacan, en particular, algunas tendencias de reconfiguración del escenario político y propiamente señales de cambio de la estructura o forma urbana, que definen hoy fundamentalmente la demanda por nuevas políticas de diseño urbano a escala meso y micro vecinal de un modo diferente que en los veinte años anteriores, cuando se diseñaron las políticas, instrumentos e instituciones llamadas a actuar en la gestión de vivienda y urbanismo nacional y regional.

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Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

Primero, la coyuntura política está definida por expectativas crecientes de diferentes actores de mercado, estado y ciudadanía por bienes urbanos y acceso a la ciudad con centralidad y con respecto al alza de expectativas por bienes urbanos y conectividad se trata de un proceso transversal a actores estatales, empresas y ciudadanía que tiene varias fuentes. Una de largo plazo es el crecimiento económico y salto del PIB del país y de los ingresos de las empresas grandes junto al poder de consumo de los grupos de ingreso alto y nuevas clases medias emergentes, que como país cruza el umbral de ingreso de países de desarrollo medio alto de manera definitiva junto a un potencial de consumo urbano, que es enorme y llega más allá del problema reciente de que las bases del crecimiento económico sea afectadas por la falta de inversión privada de los últimos años.

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Dentro de los organismos de Estado Central, Regional y Local, la Política Nacional de Desarrollo Urbano impulsada por el MINVU (2014) ha sembrado una serie de declaraciones y promesas de políticas que han sido muy claras y extensamente difundidas, en orden a que viene una nueva forma de organización de las ciudades que deberá posibilitar un acceso mucho más equitativo a los bienes públicos urbanos, diferentes y más diversos a la vivienda, donde la creación de Gobiernos Metropolitanos y la desconcentración de la política sectorial MINVU/MOP/SECTRA al Gobierno Regional, junto con la instalación de una nueva planificación urbana integrada, deben permitir revertir la segregación social urbana de barrios postergados y crear una nueva política de suelo que integre agendas de vivienda con la de ciudad y barrio. Las definiciones y estructuras necesarias para dar respuestas a estas expectativas incrementales por ciudad, están muy lejos de estar materializadas o avanzadas de modo sustantivo y se plantea muchas tienen que ver con la escala barrial y con los métodos de organización y coordinación de proyectos. El sector inmobiliario privado también atraviesa por un salto de expectativas. De una parte se ha hecho muy evidente un cambio post 2010 de la estructura de proyectos, casi desapareciendo la oferta de vivienda social para grupos vulnerables, y en general ha declinado desde el 2011 y 2012 el peso de la vivienda respecto a otros usos en la estructura de permisos de edificación que registran las grandes urbes (Observatorio Habitacional MINVU, s.f.). El sector inmobiliario dominante se constituye alrededor del negocio de la renovación urbana en altura y la densificación de zonas de conectividad y accesibilidad estratégicas según destacaron los Seminarios Internacionales organizados por esta Corporación. Bajo esta lógica su discurso también apela al modelo de densificación de sub centros como la necesaria respuesta a una gran demanda potencial de compradores efectivos que se demostró existen en los procesos de Renovación Urbana del centro de Santiago, y exige al estado poder destrabar este nuevo nicho bajo formula de Planes Maestros público-privados para zonas que se definan sean de consenso prioritarias para concentrar lanueva oferta inmobiliaria masiva. Las referencias a planes maestros constituidos por la suma de grades proyectos urbanos público-privados ha sido muy explícita en los últimos seminarios convocados por la Cámara Chilena de la Construcción, por ejemplo la Revolución Urbana. Por su lado, la ciudadanía hace más evidente su demanda por ciudad por efecto del cambio de la


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estructura demográfica con dominio de las edades intermedias en las urbes, donde la inspección de las pirámides de edades de Chile Urbano 2002- 2012 demuestra estamos en un momento poblacional marcado, porque la mayoría son sujetos de edades activas -no niños, ni ancianos- esto es, grupos de personas en edades que por motivos de actividad laboral y de estudio generan voluminosos y largos flujos de viajes por la ciudad y demandan espacios públicos y servicios urbanos de tiempo libre. Se trata además de una demanda demográfica por ciudad que, podrá crecer más lento en términos de tasas que décadas pasadas, pero que definitivamente crece más que nunca en términos absolutos, números que son los que realmente mueven e impactan en la ciudad según se controlan los aumentos netos de población intercensal de los períodos 1992-2002-2012 (INE,1992; 2002 y 2012). Esta nueva mayoría de personas en edad de trabajar, estudiar y divertirse se nutre de clases medias y populares con pautas de consumo globalizadas, donde sus entornos urbanos distan de parecerse a las imágenes de la publicidad digital y son en cambio barrios fracturados por carreteras urbanas, grandes edificios adosados de sub centros comerciales que emergen alrededor de los nodos de integración que cruzan desde peri centros a suburbios, pasando por periferias mal equipadas. La cotidianeidad vecinal de esta nueva mayoría de habitantes se ve afectada por graves impactos urbanos del desarrollo de una ciudad gestionada sin planes integrales y donde la localización de grandes empresas de servicios y proyectos de altura promueve crecientemente una ciudad re organizada por corredores multimodales y ejes de conectividad, generando problemas de deterioro y fragmentación de barrios populares que se implantaron bajo una etapa de crecimiento por anillos (Arriagada, 2012; SECPLAN/IMS, 2015). Esta ciudadanía más que demandar vivienda a cualquier costo como fue antes, ha hecho sentir su rechazo a grandes proyectos viales y plantea demanda por espacios públicos y una mejor y más diversa movilidad a la escala del barrio (Consejo de Políticas de Vivienda CPV, CChC, 2013, Arriagada, 2012). En zonas centrales, la concentración de grandes torres de renovación urbana en medio de zonas patrimoniales, ya parece una fase clausurada en la comuna de Santiago que opta por estimular una forma diferente de repoblamiento y desarrollo armónico de barrios y vivienda patrimoniales, desplazando las torres hacia comunas aledañas donde las regulaciones son menores y existen expectativas de edificación de un modo que no estuvo presente en la demanda de políticas 1990-2010 (SECPLAN IMS, 2015). Segundo, existen tendencias de cambio estructural de las ciudades mayores de Chile que marcan el cierre de un ciclo largo de crecimiento hacia las periferias combinado con despoblamiento central, y la apertura de una nueva lógica o forma urbana donde las presiones del crecimiento y demanda por usos de suelo giran hacia centros de una partey comunas satélites de otra, generándose un proceso de aletargamiento y deterioro de los anillos periféricos que concentran al grueso de residentes de menores recursos. (SECPLAN/IMS, 2015; Arriagada, 2012). El fenómeno metropolitano se evidencia en las cifras absolutas y relativas de población involucrada en las tres grandes áreas metropolitanas del país: 8,2 millones de personas al 2012 según datos censales. (tabla 2)

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Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

Tabla 2. Población 1992-2012 Tres áreas metropolitanas mayores. REGIÓN

Población Ciudad 1992

2002

2012(*)

AMGS

4.954.147

5.716.232

6.293.414

GRAN CONCE

828.843

902.853

958.722

AMGV

757.903

816.179

930.217

SUBTOTAL

6.540.893

7.435.264

8.182.353

% AMGS

76

77

77

Fuente: Elaboración propia con base en datos INE. CPV.

Como destaca la PNFU (MINVU, 2014) existen áreas metropolitanas en formación importantes en la conurbación Serena- Coquimbo, Puerto Montt-Alerce, y signos de una región urbana que vertebra la Región Metropolitana con Rancagua, donde se reproducen las problemáticas y tendencias que destaca este capítulo. Por ejemplo, los mapas siguientes ilustran para Gran Serena la clara exclusión de las zonas mejor dotadas de infraestructura urbana según índices del Pre Censo 2011 comparados con la localización del estrato socio económico bajo -D y E- reproduciendo la pauta de segregación de las grandes ciudades, según datos del estudio (figura 36) (Consejo de Políticas de Vivienda CPV, CChC, 2013). 100

Figura 36. Gran Serena: índice de calidad de la Infraestructura urbana con base en Pre Censo 2011 y Presencia Estrato Social D y E por Distritos Censales.

Fuente: CCHC (2013) Neu Urbanismo 2013.


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

Segunda Parte: Dilemas Tecnicos Que Plantean Los Barrio Las tendencias antes descritas que marcan nuestra coyuntura urbana determinan cambios a escala de barrios que desafiarán al diseño urbano y al urbanismo de los próximos años en Chile. Tabla 3. Tendencias estrategicas de re-desarrollo de las ciudades según zonas

TENDENCIAS

CONSECUENCIAS

Movimiento 1: REGRESO AL CENTRO RECIENTE 2002-2012

Reemplaza a contar del 2002 al crecimiento de mancha de aceite 1970-2002, y cambia el desafío que antes era crecer más densamente por poder retener población y preservar vivienda y espacios patrimoniales en zonas centrales que combinan tensiones de la renovación urbana inmobiliaria y gentrificación comercial de barrios con alta conectividad

Movimiento 2: SATELIZACION

Expansión del proceso de asentamiento de condominios urbanos en espacios rurales y pequeñas ciudades satélites de las grandes ciudades, estimulado por la saturación de las periferias, encarecimiento precios ciudad interior y expansión del área de negocio por la penetración de carreteras interurbanas integrando áreas metropolitanas en regiones IV, RM; V, VII.

Movimiento 3: PERSISTENTE SEGREGACION Y DETERIORO PERICENTRO Y PERIFERIA ANTIGUA

El pericentro crece demasiado lentamente por especulación inmobiliaria y los barrios populares se deterioran y densifican con allegados demandando una política de integración y regeneración de barrios que integre vivienda, espacio público y transporte no como respuesta asistencialista sino que como política formal de densificación urbana e integración.

Fuente: Arriagada, Camilo (2012) y MINVU (2014).

Este marco de tendencias y desafíos de la reconfiguración del crecimiento urbano post 2000 agudiza una serie de vacíos institucionales de herramientas y capacidades locales y metropolitanas de gestión y ordenamiento urbano que impactan sobre los diferentes tipos de barrios que destaca el esquema siguiente Esquema de Barrios de Arriagada y Cortínez (2010). Si bien la PNDU promete definir una política de estándares mínimos universales de equipamiento urbano y crear sistemas de planificación integrados, en un corto plazo deben atenderse los cambios que experimenta la ciudad interior al tenor de la nueva configuración urbana que promueven la globalización y liberalización en Chile -descritos en lo anterior- y generar mecanismos de política y herramientas nuevas de planes maestros con capacidad de llevar a cabo un urbanismo adaptativo de las tres

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situaciones descritas que son de escala meso y micro urbanas y se relacionan con el mapa de barrios y zonas que organizan la ciudad Tabla 4. Esquema de Barrios populares urbanos de Metrópolis de Chile en Globalización Urbana.

Barrios Patrimoniales y Centrales.

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Barrios Populares peri centrales Años 60 y 70

Barrios de Viviendas Sociales masivas Décadas 80-90-00

Tipo de Barrio

Hogares Pobres o modestos

Barrios Obrero en gentrificación

Concentración de Pobres

Dinámica Habitacional

Deterioro stock antiguo y déficit cualitativo

Déficit Cualitativo y allegamiento

Hacinamiento Problemas de Calidad

Dinámica Social y Laboral

Sector Informal dinámico y gentrificación comercial

Subempleo combinado con Zonas de Delito

Subempleo Adultos cruzado con Delito y Micro Tráfico jóvenes

Nivel y calidad del Espació Público

Bueno pero presionado por Renovación urbana

Deteriorado y congestionado

Deficitario, Deteriorado , Abandono o Bajo Uso

Capital Social y organización

Cohabita Baja Organización de barrios pobres con alta capacidad de movilización

Organización histórica que tiende al Deterioro.

Clubes Deportivos y Mujeres.

Fuente: Arriagada y Cortinez Capitulo vivienda y Habititabilidad en Moreno y Rosenblut (2010)

En el caso de los Barrios Populares Patrimoniales se trata de anillos interiores fundacionales hoy cruzados por procesos de renovación urbana y comercial y recambio habitacional. Ello habiendo sido los centros enclaves de movilidad social ascendente en la primera parte del siglo XX (Jacobs, 1961; Kaztman, 1999 y 2001) y que hoy son foco de riesgos de pérdidas del patrimonio urbano y habitacional junto a la existencia de barrios mixtos de comercio y vivienda, amenazadas por pautas de renovación urbana en altura y gentrificación comercial, cambiando comercio tradicional por suntuario y vivienda por servicios o comercios. En este tipo de situaciones la revitalización es clavepero los programas que se aplican en Chile aún carecen de capacidades y métodos de intervención para ser efectivos. Los Barrios pericentrales corresponden a la fase de expansión paralela del desarrollo industrial y migración rural urbana que abarcan desde los años 30 al 70 cuando la ciudad experimenta la mayor cabida de población en diversos tipos de barrios. La pérdida de su base laboral y el surgimiento de fenómenos de marginalidad juvenil. Microtráfico de drogas junto a su cercanía a polos de modernidad y centros comerciales ha generado procesos muy complejos de decadencia. Los Barrios periféricos de Vivienda Social, son el hábitat generado en las zonas de expansión y comunas satélites con el impulso


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

del subsidio habitacional a la demanda. La gestión de este tipo de barrios exige poder manejar dos procesos que se desarrollan de forma desregulada: la segregación de zonas sobre pobladas y sub equipadas. En varios países sud americános se ha visto un giro de gran parte de los proyectos BID de los nuevos planes de regeneración de barrios en América Latina surgidos en los últimos años reemplazando una generación anterior de mejoramiento de barrios de slums o asentamientos precarios informales y donde el foco es espacio público (Brakarz, Greene y Rojas, 2002; Kaztman, 2001; Arriagada, 2013b) El caso de Chile destaca a nivel internacional por ser un país con importante gasto social en vivienda, culminando en el lapso 1992- 2009 cuando Chile logra reducir el déficit habitacional en un proceso exitoso en lo cuantitativo pero que se ve superado por la emergencia de una ciudad segregada, y que por ello debe hoy volver a intervenir en proyectos que buscan regenerar el tejido social y espacial de barrios antiguos. Existen dilemas concretos que plantean estas zonas hoy a los planes maestros, frente a los cuales se quiere destacar la diferente coyuntura de barrios según localización: - Uno, cómo potenciar el regreso al centro pero con retención de población, mejoramiento y puesta en valor de inmuebles y viviendas, y regulación de la Renovación Urbana en altura. - Dos, cómo activar zonas peri centrales sub utilizadas, estancadas y marginalizadas por la des- industrialización aprovechando su conectividad privilegiada y dando posibilidades de desarrollo integral al crecimiento de sus poblaciones tradicionales. - Tres. Como integrar a la ciudad al anillo de viviendas sociales periféricas donde la densidad, distancia y mal transporte no ha permitido generar barrios orgánicos con cabida para los espacios públicos. En todas estas zonas los Planes de Desarrollo Comunal han carecido de fuerza para territorializar agendas de desarrollo vecinal efectivas y los Planes Reguladores Comunales han carecido de capacidad de planificación e integración a la ciudad, por lo que la escala Barrio permanece siendo un vacío a llenar por algo mucho más integral que la noción de proyecto urbano imperante. En barrios centrales el recambio socio habitacional y encarecimiento del centro y peri centro de grandes ciudades ha sido evidente quebrando un largo estancamiento demográfico y económico muy evidente en la renovación de Santiago. La declaratoria del plan de Valparaíso como patrimonio de la humanidad sumado a la concentración de universidades en Valparaíso, y Viña ha favorecido la renovación con expulsión de los cerros. Para Santiago, datos del precenso 2011 muestran que Santiago duplicó su parque habitacional desde 64 mil a 144 mil unidades -pasando del 4,2 % al 7,1 % del AMGS entre 2002 y 2011-. En la quinta región las crisis económicas que frenaron la construcción en el resto de Chile de viviendas, no frenaron la inversión en proyectos de segundas viviendas y turismo según permisos de edificación INE. Este fenómeno de regreso al centro a la chilena presiona a los barrios patrimoniales y mejor localizados con

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Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

proyectos de renovación urbana de clase media que densifican y saturan barrios junto a proyectos de oficinas y centros comerciales con alzas de población flotante donde los planes de revitalización deben ser mucho más complejos para ecualizar inmuebles, entorno, movilidad, mixtura. Los Barrios peri centrales y parte de las zonas periféricas de vivienda social coinciden en su exposición al fenómeno de la segregación y exclusión económica en contextos de creciente vecindad a carreteras que mejoran su accesibilidad, y cercanía a sub centros comerciales. En efecto, las ciudades de Chile son bastante segregadas si se comparan con metrópolis de países Latino americanos (Arriagada y Rodriguez, 2003) lo que denota fuertes nexos del desarrollo urbano periférico con la desigualdad y la exclusión, mucho más que con el nivel de pobreza (French Davies, López y Arriagada, 2013; Kaztman, 1999 y 2001; Toro et al., 2005)

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La Segregación de los pobres se ha visto disfrazada por la expansión del consumo y modernización de la infraestructura. Los índices de Duncan que miden el porcentaje de pobres que habría que relocalizar para que no existiese segregación o disimilitud de localización de clases reportan aumento en todas las ciudades mayores entre los censos 1992-2002, salvo Puerto Montt y Valdivia. Respecto a los índices de concentración espacial de la pobreza, que es una faceta de la segregación, el área metropolitana de Santiago entre 1992 y 2002 reduce el número de distritos gueto pero consolida un subgrupo de más de 50 distritos censales donde habitan 500 mil personas de menores recursos en hábitat muy homogéneos y separados (Arriagada, 2009 y 2013a). El Programa Quiero mi Barrio del MINVU en Chile surgió como la gran herramienta de intervención en barrios segregados y aborda un problema cada vez más recurrente de deterioro urbano de los grandes conjuntos de vivienda social producidos por el estado y que se explica esencialmente por la fuerte segregación de los pobres de la sociedad y economía imperantes. El Programa evaluado es concretamente la aplicación de programas de equipamiento colectivos bajo un enfoque o modelo focalizado, concentrado por zonas y con un menú de proyectos integrales mostrando una línea de reforma que dista de ser perfecta pero representa una innovación del modelo de política pública sectorial. Se logra en los barrios intervenidos un cambio cualitativo importante de los espacios públicos y organización social pero que por la envergadura del problema de deterioro requiere su incorporación de planes mayores de gestión urbana de zonas pericéntricas donde exista coordinación territorial de varios proyectos de barrios y dentro de cada una una intervención más integral entre acciones de mejoramiento de vivienda, redes de espacio público y revitalización de equipamientos, y una acción más prolongada que permita etapas de inversión por barrios (Arriagada, 2013b)


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

Según resultados de la evaluación piloto que coordinó el autor de este capítulo, QMB permitió corregir graves carencias de infraestructura básica en conjuntos de vivienda social de ciudades pequeñas que tenían pendiente ser dotados de elementos básicos del equipamiento colectivo. Se logra avanzar en un insumo instrumental fundamental de la solución del problema del deterioro urbano que es la promoción de organizaciones vecinales (CVD) que viene a remecer las relaciones clientelares o asistenciales de los municipios con juntas de vecinos eternizadas en su presidencia, pero desafortunadamente no existen indicios que exista una solución definitiva a la segregación urbana y al deterioro vecinal que provoca la inseguridad y falta de integración económica. ¿Cómo intervenir los espacios segregados? La evaluación de QMB muestra que, las principales variables sensibles a la intervención fueron mejoras de iluminación pública, calles, plazas, áreas verdes junto a la limpieza del barrio. La Iluminación destaca especialmente en barrios metropolitanos de ciudades segregadas como Santa Adriana y en barrios de ciudades medias donde los delitos eran elevados. Este tipo de datos exige revisar modelos de trabajo y enfatizar, planes donde exista el diseño de circuitos de movilidad y circulación y apropiación de redes de espacio público, combinando luminarias, platabandas, áreas verdes y luminarias de calle y peatonales junto con ciclo vías combinados con recuperación de equipamientos comunitarios y viviendas hacinadas. El MINVU inició un proceso de cambio hacia acciones integrales mediante la instalación de llamados especiales que coordinan territorialmente subsidios del Programa de protección del patrimonio familiar con proyectos del Programa de QMB. Este tipo de esquenas es más posible pensar tenga capacidad de evitar que prosiga el deterioro urbano y segregación después de aplicados proyectos hasta ajora valiosos pero de poca escala de recursos y sinergia de las inversiones. En efecto un 51 % de los beneficiarios encuestados en áreas de actuación del PQMB piloto percibe que el delito siguió al alza después de terminadas las obras, y ello pese a que están agradecidos de la intervención. ¿Es posible que los Proyectos de Regeneración de Barrios mejoren los espacios públicos indiferente de la inseguridad? La inseguridad puede reducirse por medio de un diseñode proyectos de barrios que debe ser racionalizado en lo referente a pautas mínimas de diseño y buscar sinergias con obras intercomunales de centros culturales y deportivos. La inseguridad pone de manifiesto la necesidad de coordinar y concentrar obras cuyos índices de impacto estén inter correlacionados entre sí de modo de buscar efectos cruzados en externalidades y usos, por ejemplo equipamientos deportivos combinados con mejoras de calles e iluminación y moderar la sumatoria de obras disociadas o su azar. Asimismo la inversión debe ser resuelta incorporando mejor a los jóvenes a través del deporte y cultura. Las balaceras y el tráfico de pasta base desmoralizan mucho a las comunidades y los nuevos programas deben aprender a trabajar este tipo de factores no como exógenos a los procesos de uso de espacios que buscan los proyectos.

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Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

Propuestas de política y conclusiones Chile atraviesa una coyuntura urbana marcada por el incremento de expectativas de los diferentes actores en orden de acceso a bienes públicos urbanos o negocios muy rentables con los mismos. En paralelo los instrumentos de gobernanza sectorial que operaron durante el lapso 1990-2010 se han agotado a la par que está operando una evidente reconfiguración urbana, que hace criticas la gestión urbanística de zonas centrales en renovación, de peri centros estancados y de localidades satélites tensionada por la conurbación mediante condominios de elite. Se debe superar las limitaciones de un enfoque solo reactivo o curativo del problema de los barrios. Para que estas acciones sean parte de una política integral deberían ser complementarias de nuevos instrumentos de planificación urbana, específicamente Planes Metropolitanos que son necesarias de vincular a segregación para tener un enfoques preventivo (planes de crecimiento urbano integrador) y no solo proyectos reactivos a la Segregación (estilo QMB). Al respecto, una clave de éxito fundamental será insertar las intervenciones de regeneración en estrategias y planes maestros de escala urbana y ojala ser parte de proyectos estratégicos de gestión urbana por barrios con una concertación de objetivos y niveles diferente. A modo de ejemplo a continuación se ilustran dos posibles nuevos focos de planes por zonas. 106

Modelos de Regeneración para Barrios Patrimoniales La experiencia europea (Musco, 2009 y Bruquetas, Moreno y Walliser, 2005) muestra la actuación de actores de diferente nivel de gobierno (Estatal-Regional-Local) en una sociedad donde el tema urbano históricamente ha estado en los gobiernos locales. En general la pauta es que la complejidad de los problemas de los barrios se percibe a nivel superior y genera una ola de respuestas desde el nivel superior, nacional y regional, estimulado por las iniciativas europeas. Por ejemplo en Francia la puesta en marcha del programa Desarrollo Social Urbano (DSU) suma numerosos ministerios y departamentos bajo los Contratos de Ciudad, fórmula principal de financiación y gestión urbana post globalización. En este sentido la literatura destaca que se tiende a que los proyectos siempre nacen del sector público lo que no debiera ser así y que faltan programasgenerados por canales diferentes de inicios posibles y después enganchar con acciones de mejoramiento. A escala micro la instalación de zonas de sub arriendo por inmigrantes y comercios de pobres es propia de una economía que se dinamiza por centralidad pero que solo chorrea por el modo informal, generando conflictos de uso del espacio público y espacios paralelos de marginalidad habitacional. El siguiente esquema ilustra que en Chile se requiere revisar los roles y potencialidades que pueden aportar ministerios versus gobiernos locales en el desarrollo de planes de barrios patrimoniales mas integrales en resolver la mezcla adecuada de costos de proyectos de entorno y prioridades de integralidad con capacidad de articular impactos integrales sobre patrimonio, poblamiento, dedarrollo económico local y promoción social (Tabla 5).


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Tabla 5. Esquema de Potenciales y Limitaciones a la Regeneración de barrios Patrimoniales según Niveles de Gobierno Central o Local. Objetivos

Ministerio

Gobierno Local

Con objetivos de activación de comercio y cultura (énfasis uso del centro)

Generalmente son Obras de Equipamiento que No considera Desarrollo Económico Local

Dispone de Planes de Desarrollo Económico pero no están integrados a la Inversión de Espacios Públicos

Objetivos de Gestión del Patrimonio Urbano y habitacional

Se desarrollan proyectos en Zonas Patrimoniales pero sin ajustar Costos y Estándares de acción

Dispone de normas y prioridades para zonas patrimoniales pero no maneja subsidios de vivienda en arriendo ni presupuestos ad hoc de Espacio Público o mejoramiento.

Objetivos de vivienda y superación de pobreza

Alta prioridad pero con mirada Sectorial y Asistencial

Alta Dependencia del Gobierno Central para implementar esta componente

Fuente: Elaboración propia.

En Chile se deben atender simultáneamente los tres objetivos con programas liderados por Gobiernos Locales de Ciudades Centrales con apoyo de Subsidios y Programas del Nivel Central y articular equipos y metodologías. Un buen aporte del MINVU es su capacidad de generar Planes de Barrios Estratégicos pero estos deben pasar a formar parte de los Planes de Desarrollo Local y ser vinculantes de presupuestos y Planes Reguladores en estas zonas tan importantes de las ciudades. Modelos de Regeneración para Barrios Pericentrales y Periféricos con Ventajas de Conectividad y Alto Deterioro Urbano Social En estos barros, los Ministerios están más avanzados en acumular know how de intervención y los municipios son más débiles, además los procesos de exclusión son muy fuertes. En estas zonas se hace fundamental priorizar la integración urbana de grupos jóvenes mediante equipamientos y centros comunitarios junto con integrar acciones de espacio público con mejoramiento de vivienda aprovechando su coordinación con la gestión de zonas de renovación urbana en nodos multi modales de la ciudad exterior y ex industrial. La capacidad de revitalizar barrios de este tipo pasa por desarrollar mejor capacidad de vinculación de obras de equipamiento con necesidades de grupos jóvenes por barrios. Por ejemplo, la siguiente grafica ilustra la diferencia de la pirámide de edad de barrios del PQMB 2007 vis a vis el promedio urbano de Chile 2002, mostrando el rostro juvenil de pericentros y periferias (figura 37). Los barrios segregados de peri centros y periferias llaman a medir mejor la estructura demográfica de zonas que se distinguen por elevadas densidades de población por hectárea, muy poco equipamiento y espacio para proyectos nuevos, y fuertes concentraciones de poblaciones jóvenes e infantiles. Estos no son solo distancia al centro sino que exclusión a pequeña escala que alberga poblaciones con estructura de edades diferentes al resto de las urbes que hace que sus demandas de equipamientos

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sean muy complejas, obligando a perfeccionar como entender las preferencias, prácticas y necesidades efectivas de derecho al espacio público que ofrece proyectos alternativos excluyentes por recursos y terrenos disponibles (con fines de deporte, cultura, cuidado, uso del tiempo libre). Esta situación se agrava por el proceso de des-obrerización y desindustrialización sumado a la cercanía a núcleos de consumo en malls. Los efectos Urbanos complejos que generó la Nueva Economía y neo liberalismo requieren respuestas más elaboradas, y los planes maestros son un método importante porque nos conectan a lo barrial tanto como amenaza como oportunidad.

Figura 37. Chile Urbano (2002) versus Barrios Críticos PQMB: Comparación de Pirámides de edad.

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Fuente: Arriagada (2013) con base en CPV (2002) y Datos de Quiero Mi Barrio MINVU.

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2.3 Primer ensayo urbanístico regional, modernidad en La Serena, 1946 – 1952. María Teresa Fierro

Introducción El presente capítulo es parte de la Tesis Doctoral ‘Plan Serena, vigencia y obsolescencia’ cuyo objetivo general es conocer como se hace presente hoy esta actuación en la ciudad. Para ello se entiende por ‘vigencia’ el aspecto más legal del término: aquello que tiene validez en un determinado momento, que se haya en pleno vigor. Y como contrapunto el concepto de ‘obsolescencia’ (proveniente del área mercantil y de la producción), es entendido como la caída en desuso a consecuencia de factores de insuficiencia. La primera pregunta es cómo se construyen estos conceptos en la ciudad, en la planificación y en el urbanismo, específicamente en La Serena, teniendo en cuenta que ambas acepciones se construyen a partir de la cierta temporalidad de un objeto, de una cosa y de un proceso. Para dar respuesta desde lo particular es necesario saber cómo y de qué forma tiene vigor un plan 70 años después, si es que lo tiene; se requiere conocer que fue el ‘Plan de Fomento y Urbanización para las Provincias de Chile’ (Presidencia de la República, 1951) o ‘Primer Ensayo Urbanístico Regional’. Un modo, utilizar la metodología planteada por Fernández Güell (1997) en Planificación Estratégica de Ciudades para remirar en forma sistemática el Plan Serena, teniendo en cuenta que éste se puede entender como un modo específico de planificar y gestionar una ciudad con una orientación multidisciplinaria. Solo de este modo se afirma que sería posible una evaluación del Plan, cotejando el futuro supuesto al momento de la implantación y sus consecuencias siete décadas más tarde. Surge una pregunta de otro orden, evaluar a setenta años ¿es un horizonte adecuado en el ámbito de la planificación? La segunda pregunta de investigación –derivada de la anterior– es cómo y de qué manera están presentes hoy las obras ejecutadas en ese entonces. Cuál es la vigencia y obsolescencia de lo edificado en el marco del Plan, distinguiendo en ello las obras de carácter urbano y las de infraestructura, de las de la edificación de los inmuebles requeridos para cabida a las actividades que sostendrán (viva) a la ciudad, lo contario, una ciudad vaciada, sin vida, pertenecería al mundo de la arqueología. Toma relevancia la obra en el ámbito de su ocupación; de la permanencia física y la institucionalidad a cargo, cómo evolucionaron ambos parámetros. La obra es concebida como un soporte de actividades, sin que importe su rol social, ya que tiene el sentido de pesquisar las implicancias actuales de las directrices del Plan, cuál es el alcance de la materialización de los ejes de desarrollo. En este sentido, ‘alcance’ está definido en su sentido más amplio, hasta donde llega su acción o influencia, esto desde el punto de vista del planeamiento.La tercera pregunta de investigación aborda los aspectos formales, cómo se hace presente el Plan hoy en la ciudad, cómo sus obras, que se corresponden con la materialización de

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éste, son parte integral del devenir cotidiano. Es imprescindible conocer qué aportaron y que trajeron a la ciudad de hoy, en la cual nos desenvolvemos diariamente. Con ello nos remitimos a la espacialidad de la ciudad, a su arquitectura, a los lugares que dieron cabida y a lo que construyó el paisaje urbano actual. Se afirma que la implantación del Plan Serena cambió la estructura profunda de la ciudad. Entendiendo por tal, reconocer el espacio construido desde su estructuración sintáctica, a partir de la descomposición del mismo en múltiples estructura o capas (Barros, 2010). Importa destacar que El Plan Serena quedó al margen de los estudios y análisis ‘doctos’ de la academia por más de 50 años, la razón, los elementos de ornamento incorporados a la edificación, como requerimiento presidencial para materializar las obras, dieron lugar al apodo de arquitectura de pastiche. Ello, al modo de un velo, cubrió el conjunto de la implantación. La distancia temporal y física del centro hegemónico del país ocultó un modo de hacer ciudad, que hoy parece plausible -al menos- rescatar y revalorar. Descomponiendo sus capas, en lo topológico emerge otra lectura de ciudad, donde la modernidad se hace presente, no sólo en la organización interna sino que en la construcción de un espacio-lugar, en un contexto, lleno de acontecimientos humanos, posible de verificar en el presente.

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Este capítulo se posiciona en esta capa, en el de la estructura morfológica de la edificación y la posición que toma en la construcción del paisaje de la ciudad. Busca develar el aporte individual y del conjunto de obras al espacio urbano de la ciudad contemporánea. Historia, el sitio de asentamiento y evolución La villa de La Serena, refundada en 1549 por Francisco de Aguirre (Mendoza, 2004), en su origen fue un asentamiento colonial intermedio en el camino al Cuzco, de no más de cuarenta cuadras. Emplazada en la segunda terraza sobre el mar, estratégicamente entre el río Elqui o Coquimbo y la quebrada de San Francisco en el sentido norte-sur y la barranca del mar y el pie de los cerros en el sentido oriente-poniente, emergió desde las condicionantes geomorfológicas, características primeras con las que se procuró consolidar la defensa, soslayando así las debilidades del primer sitio de fundación quemado por los indios meses antes (figura 38). En su origen su destino fue un lugar puerta: partida y llegada en la ruta al Cuzco. Pedro de Valdivia le escribió en 1544 al Rey Carlos V: “…es al medio camino de Copayapo (Copiapó) aquí […] Es un muy buen puerto […] que es la puerta de entrada para que pueda venir la gente del Perú a servir a Vuestra Majestad…” (Cobo, 1994). Asentamiento intermedio desde donde se preparaban para o se reponían fuerzas, en la gran travesía del atravieso del desierto. La evolución urbana de la ciudad cerrada y centrada sobre sí misma, con un único espacio público de relevancia, su Plaza de Armas, se verificó mediante la consolidación


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del trazado ortogonal, la densificación de las manzanas y la prolongación de sus calles a medida que esta crecía lentamente. Evolucionó en base a una economía primaria centrada en la minería y la agricultura, donde se sostuvo un proceso de crecimiento dispar. La continuidad y asentamiento de población estaba asociado principalmente a los vaivenes económicos locales. Era una ciudad precaria, con cierto abandono, alejada de los focos de producción del centro del país. Cuatrocientos años después, el desarrollo de la economía moderna; los incipientes procesos de industrialización; la paulatina y sostenida migración del campo a la ciudad; y la crisis económica mundial de la década del 30, tuvieron –entre muchas otras consecuencias– un grave deterioro urbano, que afectó tanto a La Serena, como al resto de las ciudades del país. Figura 38. Lugar de asentamiento de La Serena. 1

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Fuente: Cartografía Hispano Colonial de Chile. 2° Atlas. Homenaje del Ejercito de Chile a José T. Merino Medina - 1952.

1 Representación del espacio/región fundacional donde posteriormente se asentará el Plan Serena. El centro del universo es la ciudad inserta en un muy específico entorno natural. La referencia a otros espacios construidos son el N° 4 que se refiere a “Bodega que hubo antiguamente en el puerto” y la letra T a “Chacra que fue de Jesuitas.” Anónimo, 1767


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En este escenario, el Estado asumió el liderazgo de sostener los cambios sustanciales de desarrollo, acorde a las necesidades de los nuevos tiempos. En esta coyuntura emergió el Plan Serena como una experiencia económica, arquitectónica y urbana, experimental, liderada voluntariosamente por Gabriel González Videla (oriundo de La Serena) cuando asumió la Presidencia de la República en 1946. Marco político institucional en la gestión de cambios Chile había avanzado entre vaivenes políticos y crisis de todo orden. La Constitución del 25 promovía un Estado fuerte que se hacía cargo de la política monetaria y crediticia; regulaba el comercio externo y promovía la industrialización interna, concentrando todo el poder en Santiago. En 19391 se promulgó la Ley N° 6.434 de Reconstrucción, Auxilio y Fomento a la Producción, creándose dos organismos: la CORFO y la Corporación de Reconstrucción y Auxilio, el primero como un organismo orientador en la creación de empresas estatales en distintos ámbitos de la producción y el segundo para coordinar las acciones de reconstrucción, primeramente centrado en el terremoto de Chillan ocurrido ese mismo año.

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La situación urbana de Santiago estaba alcanzado niveles miserables en los sectores más pobres, se habían generado grandes desajustes en la ciudad: falta de servicios básicos, personas en situación de calle, carencia de viviendas dignas y altos niveles de hacinamiento e insalubridad, como resultado de la migración provincial, buscando mejores condiciones laborales. La “cuestión social”3 ya perfilada a principios de siglo, se convirtió en una cuestión política, insertándose como un problema nacional en los planes de gobierno. Conviene recordar, que hacia 1945 en este ambiente social de la capital el Padre Hurtado realizó su labor apostólica, que luego lo elevó a la categoría de Santo. Murió en 1953, vale decir su obra se corresponde casi al mismo período en que se implanta el Plan Serena. El rol que jugó Gabriel González Videla en la actuación es preponderante, al asumir la presidencia en 1946 propuso un Plan de Fomento Económico para las Provincias, cuyo primer caso sería La Serena, como ensayo experimental para ser replicado en las otras provincias de Chile. Surge como complemento a mejorar la situación urbana de la capital. Lo que también podría ser entendido como quitar de Santiago parte del ‘problema’, generando condiciones económicas para la radicación de sus habitantes en sus lugares de origen, lejanos a lo que se entendía era el centro de poder y oportunidades del país. Previamente González Videla como embajador en Francia durante la II Guerra 2 29 de abril de 1939, se promulga la Ley N° 6.434 de Reconstrucción, Auxilio y Fomento de la Producción. Crea la Corporación de Fomento de la Producción y la Corporación de Reconstrucción y Auxilio. 3 Conjunto de problemas sociales ocasionados por la falta de trabajo, de vivienda, higiene y salud causadas por la explotación laboral y la carencia de leyes sociales.


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Mundial, había tomado contacto con parte de la elite intelectual, en sus Memorias se refirió a Manuel Marchant4 y Gastón Bardet5, será éste último quien lo asesorará en la implantación del Plan. Allí también conoció los trabajos realizados por el Barón Haussmann, en el mismo texto señala: “Paris… a comprender la belleza y el encanto de sus perspectivas, la sobria elegancia y líneas simétricas de sus clásicos y señoriales edificios, sus maravillosos parques y jardines que enjoyan los monumentos evocadores (…) concepción visionaria de sus bulevares, ideados y construidos gracias a la picota de la demolición del viejo París…” (González Videla, 1975:1133). Esta intervención urbana neoclásica europea surgió cómo un ejemplo práctico, un modo posible de cómo abordar las transformaciones urbanas de una ciudad. Se desprende que es en el hacer, en el edificar, que se cambian las condicionantes del entorno urbano. Las motivaciones personales y decisionales las manifestó al término de su mandato, en la apertura del Congreso Nacional, el 21 de mayo de 1951: El amor a este terruño templó mi voluntad para tomar la osada decisión de elegir mi ciudad natal como centro del Ensayo de Urbanización Regional […] soy serenense […] el gigantesco desarrollo urbanístico de Santiago; su exagerado crecimiento demográfico; la acelerada construcción de rascacielos en gran escala, a causa de la concentración de los recursos del Estado y de las cajas de Previsión; la atracción y deslumbramiento que producen una capital donde prácticamente todo está centralizado y donde se deciden los grandes y pequeños problemas de la política, de la administración, de los negocios y del crédito, monopolizando hasta el disfrute espiritual del arte, la música y el teatro, se comprenderá mejor el porqué del fenómeno migratorio hacia la capital […] éste […] ha llegado a un límite que está poniendo en peligro la existencia misma de sus servicios vitales de higiene, agua potable, gas, alumbrado, pavimentación, hermoseamiento, etc. […] No puede ocultarse que el centralismo –mal aún no superado por ningún Estado de América–, contra el cual han luchado tan infructuosamente las provincias […] que fuera de causar un serio problema al desarrollo industrial y agrícola […] ha creado uno de tal gravedad, que no tiene otra solución que poner término al éxodo desde las provincias, anulando los factores que provocan los deseos de cambiar el terruño por la capital y así retener a las poblaciones en las diversas regiones en que económica y políticamente se divide el país. (González Videla, 1975: 1151-3) Con la justificación a su vez tecnifica la implantación, también señala: “No se concibe el urbanismo en todas sus insospechadas proyecciones sin un Plan Regulador que 4 5

Manuel Marchant Lyon, arquitecto y urbanista chileno. Gastón Bardet, arquitecto, urbanista y escritor francés (Cáceres, 2006)..

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comprenda todo el aspecto social, industrial y técnico de la vida moderna. El urbanismo no consiste en abrir nuevas calles o pavimentar una ciudad, sino que su función es el grupo humano (la urbe), es decir, la ciudad en todas sus manifestaciones, abarcando el campo que la circunda. (…) Esta aglomeración de fuerzas vivas suscita problemas de todo orden, relacionados con sanidad, educación, comercio, asistencia social, industrialización, agricultura y abastecimiento, transporte, vialidad habitación, etc. (González Videla, 1975: 1141-1144) El ámbito desicional está teñido por una visión elítica del poder. El estado, a la zasón la mayor empresa del país, representada en sus organizaciones y ministerios se transformo en los técnicos a quienes se encomendó para llevar a cabo la actuación. La voluntad política es y ha sido un motor de cambios. El engranaje entre el presidente como mandante, los organismos del estado como profesionales capaces tanto de formular como de ejecutar, la viavilidad del financimiento pertinente y un tiempo acotado de implantación, representan la posiblidad de leerlo hoy como un plan estratégico. Guardando si, las distancias sociales y políticas pertinentes. A sea época no era dable pensar en participación de los estamentos más bajos de la pirámide. Marco teórico operacional, algunos referentes en la delimitación del objeto de estudio 116

El levantamiento de la visión política del programa sostenido de actuación, permitió validar sus decisiones. Pero, más allá de los descargos, es dable también preguntarse cuál sería el espacio – ciudad sin la implantación. Esta pregunta permitió situarnos en un ejercicio de memoria entre lo que había y lo que existe actualmente, esta distancia temporal – espacial es la que da lugar a investigar el cambio radical que se ha devenido en modernidad apropiada. Documentos base, originales para hilvanar un Plan Estratégico El punto de partida corresponde a los ejemplares que dan cuenta directa de lo que fue el Plan. Son cuatro publicaciones de la época las que posibilitan construir la extensión de la totalidad. Forman la base operativa de la investigación doctoral, el sustrato de lo que se ejecutó y que permite relacionarlo con el espacio – lugar de la ciudad actual. Plan de Fomento y Urbanización para las Provincias de Chile (1951) Redactado en base a lo expuesto en el Congreso al término del mandato presidencial, corresponde a una compilación de los estudios realizados en las distintas reparticiones del estado, con las que se construyó el conocimiento necesario en cada una de las áreas para tomar las decisiones propositivas y proyectuales. Se entregan los indicadores productivos y sociales de la época, tanto a nivel nacional como local, como fundamento de los proyectos ejecutados. A su vez presenta el modo operativo, las responsabilidades, el financiamiento y los objetivos a cumplir.


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Bases para la Planeación Regional del Norte Chico. Provincias de Atacama & Coquimbo. Guillermo Ulriksen (1952) Más allá de los planes y planos, la memoria de título despliega los aspectos sociales; demográficos; territoriales, agrícolas y mineralógicos; marítimos y sobre la flora del norte chico. Se supone lo que hoy podría conformar la memoria de un plan regulador. Ésta complementa antecedentes volcados en el Plan de Fomento y Urbanización. Sin embargo, no es posible rescatar conceptos de diseño urbano, funcionalidad y orden al interior de la ciudad, solo se pueden extrapolar algunos conceptos en la entrevista que le realizara J. Torres Valencia (1952) en El Mercurio y que se transcribió en el N° 18 de la Revista Urbanismo de la Universidad de Chile (Pávez Reyes, 2008). Urbanismo y Plan Serena, o Ensayo sobre la Transformación Urbanística Planificada de una Región. I. Municipalidad de La Serena (1956) Es de orden arquitectónico, donde se ordenan temáticamente la amplitud de obras ejecutadas en la ciudad. Es el primer recuento o una evaluación primaria de la actuación, en el que se da cuenta de lo que ha quedado en la ciudad, casi como un testigo mudo (apacible y calmo), de la vorágine que supuso una importante cantidad de edificación en un corto período de tiempo. Dan cuenta de ello imágenes quietas, poemas alusivos a la ciudad y breves textos explicatorios. Memorias / Tomo 2, Capítulo Plan Serena. Gabriel González Videla (1975) Si bien contiene muchos de los antecedentes ya presentados en las publicaciones anteriores, introduce otros: la experiencia personal y el anecdotario del proceso de ejecución; sitúa el contexto político nacional e internacional y el marco conceptual desde donde arranca la actuación; establece las relaciones entre los ministerios y la ejecución; los modos definanciamiento y entrega una cifra del coste total. Con la reunión de estas cuatro publicaciones es posible reconstruir, con cierto grado de verificabilidad, la implantación. Éstos contienen toda la materia necearía para hilvanar el PLAN SERENA como PLAN ESTRATÉGICO. A través de ellos es posible reconstruirlo como: una actuación sistemática para gestionar el cambio, en los términos que establece Fernandez Güell en Planificación Estratégica de Ciudades (1997). En este último libro el autor establece un marco conceptual operatizante, la vinculación de la ciudad con el territorio económico, la ciudadanía y el concepto de ciudad – empresa. Desde allí plantea una metodología posible, los pasos o etapas requeridos para la formulación de un Plan Estratégico. Cabe destacar que el libro está construido a partir de sus propios nexos entre conocimiento y práctica. Este planteamiento, con las adecuaciones apropiadas a las circunstancias de La Serena de la segunda mitad de la decada del 40, hace posible el leer el Plan Serena en esta envergadura de intervención: en la de planificación estratégica. Planes Reguladores y Urbanismo En la formulación urbano - arquitectónica del Plan Serena se verifican tres directrices:

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las establecidas en los CIAM y la Carta de Atenas, por un lado la modernidad dominante representada en los planos reguladores; por otra parte y en contraposición, una línea más humanista y biológica representada tanto por el interés del bienestar humano como en el trabajo de paisajismo y valoración de la fauna existente; y una tercera, el estilo neocolonial –en este caso– una imposición que buscaba alejarse de la corriente imperante, la racionalidad. Urbanismo de los CIAM La arquitectura y el urbanismo surgieron también como las herramientas políticas posibles de utilizar en beneficio de mejorar el ambiente urbano y la condición social de sus ciudadanos. Los Planos Reguladores, hoy son:

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...un instrumento constituido por un conjunto de normas sobre adecuadas condiciones de higiene y seguridad en los edificios y espacios urbanos, y de comodidad en la relación funcional entre las zonas habitacionales, de trabajo, equipamiento y esparcimiento. Sus disposiciones se refieren al uso del suelo o zonificación, localización del equipamiento comunitario, estacionamiento, jerarquización de la estructura vial, fijación de límites urbanos, densidades y determinación de prioridades en la urbanización de terrenos para la expansión de la ciudad, en función de la factibilidad de ampliar o dotar de redes sanitarias y energéticas, y demás aspectos urbanísticos.” (DFL 458, 1976). En el Plano Regional se pueden leer los principios rectores del Movimiento Moderno difundidos por los CIAM: la separación de funciones entre trabajo, vivienda, circulación y esparcimiento, principios rectores del orden funcional que debía asumir la ciudad moderna. Respecto de la legislación chilena, en el presente, nada ha cambiado, sigue siendo un instrumento deordenación territorial, con las mismas relaciones funcionales. La diferencia radica en que en la práctica no es un instrumento de planeamiento, como lo fue el Plan Serena, en el sentido de gestionar un cambio. Hoy adquiere solo la dimensión ordenadora del territorio para edificaciones futuras, sin que se incluyan variables de financiamiento directo para obras; plazos determinados en los cuales cumplir y evaluar resultados; ni menos relaciones entre obras y la oportunidad en las cuales ejecutarlas. Con todo lo anterior, la planificación y ordenamiento se verifican en dos niveles: uno regional y uno local. El Regional abarca las bahías de Coquimbo y la Herradura. Y el local el área de la ciudad de La Serena. En el plano regulador regional (área distinta a la de la división político administrativa del país) abarca todas las actividades productivas y de esparcimiento – que se suponen – permitidas en la bahía (figura 39). Al respecto González Videla (1975) señala:


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Se trata, pues, de una función total en toda una zona o región, comprendiendo la ciudad, los puertos, los campos, las playas, los ríos y mares […] contiene espléndidas perspectivas… magníficamente dotada de espaciosas playas, bahías abrigadas, campos y colinas que reforestar y núcleos de poblaciones más o menos cercanas, como lo son La Serena, Juan Soldado, La Compañía, La Pampa, Peñuelas, Coquimbo, Guayacán y La Herradura. (pág. 1144). Figura 39. Plano Regulador Regional. 6

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Fuente: Propia del autor.

El territorio estaba concebido como una unidad formal, funcional y ambiental que abarcó toda la extensión geomorfológica de la bahía. El diseño surgió desde el conocimiento profundo de las características ambientales y topológicas del territorio que sostiene la ciudad. En este entorno las obras se constituyen en las pequeñas/grandes unidades habitables, vinculadas con su soporte mayor. El plan regulador urbano (figura 40), se ordenó en torno a la continuidad y vecindad de actividades. Dio lugar a lo nuevo y a lo existente en un todo armónico, en una continuidad de espacios recorribles, incluido lo rural, y que surgen desde el casco fundacional con la valoración de los patiosinteriores de la manzana (como espacios libres de disfrute privado), con pequeñas aperturas hacia la trama urbana. En el plano se 6 La región se entiende como el área homogénea de las Bahías de Coquimbo y La Herradura; que contienen las llanuras cuyos límites ambientales son el mar y los cerros. El espacio propio, la bahía, es un gran anfiteatro largo orientado al mar; formado por terrazas sucesivas, fragmentado por las quebradas, el espacio geomorfológico tiene un ritmo propio al que se supedita la ciudad


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rescata el valor del espacio libre de la casa patrimonial. Desde la formalidad del diseño, lo antiguo preexistente y lo nuevo que emerge, se vinculan mediante los espacios vacíos de los patios. Los jardines que se entrevén por puertas y soportales se constituyen en una atadura formal vinculante, que solo es posible recomponer en el recorrer la ciudad. Figura 40. Plano Regulador Urbano. 7

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Fuente: Propia del autor.

7 La ciudad de La Serena se emplaza en la segunda terraza; en la esquina formada por las barrancas del mar y del río. Las vegas a los pies forman un gran parque agrícola como marco al horizonte del mar.


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Visión humanista del urbanismo Gastón Bardet, (1989-1970) arquitecto y urbanista francés estuvo en Chile en 1949 para asesorar el Plan Serena, oportunidad en la que también visitó la Escuela de Arquitectura de la U. Chile. En 1948 había publicado Los Problemas del Urbanismo, donde estableció vinculaciones espaciales con factores sociales. En sus propuestas de planificación señala que en primer término la planificación juega un rol importante en la búsqueda de orden de la sociedad (y en la regeneración espiritual de ésta); en segundo término, la ordenación del territorio debe promover la comunidad de núcleos pequeños; y en tercer término, asume un firme compromiso con las cualidades espaciales del diseño urbano. Se oponía al urbanismo funcionalista de Le Corbusier, el planificador debía poner atención desde el plan general hasta los detalles, como mobiliario urbano, señales y otros. El estilo Neo Colonial Como una imposición estilística de González Videla, tiene la voluntad de imprimir una cierta identidad local a la ciudad, se construye un sentimiento utópico y romántico que se alejaba de las particularidades arquitectónicas de La Serena de ese entonces y que sin embargo son hoy una realidad presente. Por otra parte, cuatro edificios construidos la década del 30 claramente neocoloniales forman el pivote entre las edificaciones más tradicionales y las del Plan Serena. Ambas se conforman con una primera capa morfológica: la invención de un pasado. Es el homenaje a lo falso, donde la arquitectura vernácula es sustituida por el neocolonial, (Amaral, 1994). En los edificios del Plan Serena, en una capa más profunda emergen los principios rectores del MM. Contrasentido presente en gran parte de la edificación. La conjunción de ambos podría afirmase construyó una mixtura tal, que hoy se identifican como un modo propio de presentarse como ciudad. Dos de estos edificios son hoy Monumento Nacional y representan un momento histórico arquitectural propio. En lo formal la estructura de la ciudad es una espacialidad esponjada, construida por espacios libre, vistas múltiples y aperturas al paisaje más lejano, donde nuevos espacios a escala del plano urbano generaron la condición de ciudad más abierta, diversa y compleja. Plan de Fomento Económico Encabezado por la CORFO, cuyo mandato era (y es) procurar el fomento económico y productivo nacional en conjunto a las distintas reparticiones del estado, se impulsa el denominado: Plan de Fomento para dar vida económica y propia a la provincia de Coquimbo y a la ciudad de La Serena. Un Proyecto Experimental de Urbanización […] adecuado a las riquezas naturales de la región […] contemplaba el trazado de la Carretera Panamericana y el camino a San Juan, obras de regadío, desecación de las vegas, centrales eléctricas, habilitación de nuevos puertos en Coquimbo, Los Vilos y Guayacán, y puesta en marcha de los balnearios de Peñuelas, La Herradura, Tongoy, Los Vilos, Pichidangui, Los Molles etcétera. (González Videla, 1975, pág. 1141)

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Se corresponde con la ejecución de las obras necesarias para el desarrollo de la economía local el que a su vez a esta supeditado a la planificación urbana. El Plan Serena debe ser entendido también como la implantación de un conjunto de actividades económicas – tanto públicas como privadas – que requerían de su correspondiente espacio físico, para sostener la promoción del cambio. El resultado, una visión de ciudad a su vez económica, sostenida fuertemente en las condicionantes sociales y económicas de la Provincia (figura 41). El proceso de transformación se realizó en 6 años de actuación, como consecuencia surgió por un lado un conjunto de nuevas actividades económicas que están ‘engastadas’ tanto en el manto que la contiene como en la ciudad tradicional. El reordenamiento interno y la ampliación urbana surgieron por un lado desde la geomorfología del terreno propio, y por otro, desde la concepción de una ciudad moderna: un orden funcional y económico como la forma posible de organizar el devenir de la sociedad urbana. Una ciudad plurifuncional. El conjunto reporta hoy identidad, pertenencia y pertinencia. La implantación, el Plan Serena desde la perspectiva de un Plan Estratégico de Desarrollo Local

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El arranque del Plan se inicia con la asunción del presidente de la República y formalmente el terminó fue la inauguración a fines de su mandato. En la práctica, algunas obras no habían terminado su construcción y en otras, recién se ponía la primera piedra. Sin embargo el cambio político fue la primera guillotina que estableció el corte y fin de la implantación. En este capítulo importa ser fiel a lo señalado en los documentos para poder establecer los paralelismos. Estructura administrativa Como Plan Estratégico, el Plan Serena contó con una dirección única; un equipo a cargo de los estudios y proyectos; distintas instituciones encargadas de su ejecución (y por tanto a quienes pasarle la cuenta por el no cumplimiento); el presupuesto necesario para ello; la oportunidad de abordar las obras; y, plazos definidos, con una fecha límite: el término del mandato presidencial (figura 42). Dirección Centrada en el Presidente de la República. Se supedita a éste todo el engranaje estatal. Comité Ejecutivo Compuesto por los distintos ministerios, la CORFO y las Cajas de previsión Social –el Estado, a la sazón era la mayor empresa económica del país– cuyos directores estaban radicados en la capital. Asumen la tarea organizativa y ejecutiva con las más amplias facultades que las leyes y reglamentos vigentes lo permiten, para realizar, acelerar y fiscalizar en terreno la ejecución en conjunto del Plan. (Presidencia de la República, 1951)


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Figura 41. Croquis geo-económico de la Provincia de Coquimbo. Representación gráfica de las principales actividades económicas hacia 1947, desde donde arranca el desarrollo regional.

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Fuente: Propia del autor.


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Figura 42. Estructura organizacional planteada por Fernández Güell y el paralelo con el Plan Serena

Fuente: Propia del autor.

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Oficina Técnica en Santiago En La Moneda para los arquitectos urbanistas, dibujantes y ayudantes, dependientes de la Corporación de Reconstrucción, Sres. Ulriksen y Prager a cargo del Plan Regulador; de los proyectos de avenidas, calles, plazas y parques; y, de fiscalizar la adecuada interpretación del estilo colonial. (Presidencia de la República, 1951) Servicio de Coordinación y Fiscalización Se creó una oficina en La Moneda en coordinación con otra en La Serena, para resolver las dificultades provocadas por un sin número de problemas que fueron surgiendo a medida que el Plan avanzaba. (Presidencia de la República, 1951) Estrategia Se estableció que era una obra que debía liderar el Estado. Para ello: 1) Fundamentar el progreso y la planificación de cada una de las provincias en tres hechos básicos: a) Vida económica propia, proporcionada por los recursos y fuentes de producción de cada zona (provincia o departamento), b) Urbanización y planificación. “Plan Regulador”, y c) Determinación, en cada ciudad, del estilo arquitectónico, de acuerdo con su ubicación geográfica, clima, antecedentes históricos, bellezas naturales y costumbres de sus habitantes. 2) Medios de Realización: a) Coordinación de los recursos financieros ordinarios del estado y de las Cajas e Instituciones semi-fiscales, y b) Planificación técnica por los Organismos Fiscales, centralizados en un solo comando.


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3) Forma de realización: a) En la imposibilidad técnica y financiera de realizar este Plan de una vez en todas las provincias de Chile, cada administración puede, por lo menos, realizarlo en una provincia. (Presidencia de la República, 1951, pág. 15) Ejes económicos Se definieron 7 áreas a desarrollar, todas decantan en un conjunto de proyectos, largos de enumerar: Agricultura 1 Regadío. 2 Forestación. 3 Colonización extranjera. 4 Cambio de régimen de explotación de la tierra. Minería 5 Pertenencias mineras. 6 Distritos mineros principales. 7 Principales faenas mineras. 8 Plantas de beneficio de la Caja de Crédito Minero en las provincias de Coquimbo y Atacama. 9 Fundición Nacional de Paipote. 10 Refinería de Cobre. 11 Nuevas plantas en la Provincia de Coquimbo. 12 Uranio. Organización de la industria Pesquera 13 Puerto de Coquimbo. 14 Puerto mecanizado de La Herradura. 15 Zona pesquera de Tongoy a Caldera. Carreteras 16 La carretera Panamericana y su importancia para la agricultura de la Provincia de Coquimbo. 17 Ruta Internacional a San Juan, Argentina. 18 Solución al problema de transporte. 19 Conveniencia de establecer un servicio de pasajeros y carga por carretera, entre Santiago y La Serena. 20 La producción y el tráfico ferroviario de carga. 21 Estudio de un sistema de transporte por carretera, entre Santiago y La Serena.

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Figura 43. Universidad de La Serena, antigua Universidad Técnica del Estado, Sede La Serena. Casino de Juegos en Peñuelas, hoy demolido. Costado de la Intendencia Regional, sin cambios. Y, Secretaría Ministerial de Desarrollo Social

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Fuente: Propia del autor

Electrificación 22 Planta Hidroeléctrica Los Molles 23 Planta Termoeléctrica de Guayacán. Turismo Educación Comercio e industria urbana No incorporado como estrategia, pero que está presente en la ejecución. Ejes urbanos Se establecieron 6 ejes sobre los se establecen las directrices de los planos reguladores: -Aspecto social de la Vivienda. La dotación de vivienda estaba radicado en las cajas de habitación y previsión, a la época no existía un ministerio ad hoc que abordara esta


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problemática. -Zona Agrícola. -Zona Industrial. -Mataderos. -El estilo arquitectónico (figura 43). -Planificación y urbanización de la planta de la Ciudad. Estos ejes se asumen como los Temas Relevantes para el Plan Estratégico de La Serena, de aquí se desprenden los planes de acción y los proyectos específicos con los que se edificarán los espacios de las actividades en la ciudad y las relaciones urbanas, el modelo físico del modelo económico de la ciudad propuesta (Fernández Güel, 1997). Todos organizados desde un orden previo, el que da lugar en la ciudad: son los principios rectores de la funcionalidad moderna, prevista en los planos reguladores, tanto regional como urbano. Figura 44. Bahía de Coquimbo. 8

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Fuente: Propia del autor

Resultado de ciudad, mirada construida en el recorrido, fenomenología de vivencias temporales Se ha construido en la reunión de lo obrado en tiempos preteriros y por tanto inserta en el conjunto de la ciudad: con el preexistente y lo nuevo apartado en este lapso de tiempo. El resultado se ha levantado a partir de un set de observaciones arquitectónicas 8 El espacio propio reconstruido a partir de las condicionantes naturales del manto que contiene a la ciudad. Las vegas, barrancas, quebradas y laderas pasar a ser parte de espacio urbano que se incorpora a la ciudad, tanto como paisaje que como lugar urbano. En éste orden, la nueva trama urbana es el nexo articulador entre las partes, donde se construye la experiencia individual de ciudad. Este es el nuevo arado fundante, es el espacio – lugar que da.


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sobre lo en lo que existe hoy en la ciudad, donde se ha buscado establecer las relaciones espaciales, urbanas y relacionales de la implantación en función del todo en la ciudad. Es una mirada holística a las características geomorfológicas y topológicas de lo que se edificó. Un método arquitectónico de recogimiento de datos de la realidad. Guillermo Ulriksen, arquitecto (e) y Oscar Prager arquitecto paisajista, proyectaron la ciudad sobre el espacio de la bahía de Coquimbo, un orden que se sustentó por un lado en los principios del racionalismo y por otro en las particularidades del paisaje local. La territorialización de las actividades se estableció en acuerdo a su funcionalidad. Sin embargo fue en la edificación de las obras urbanas y de adelanto, donde se generaron cambios en la magnitud y en la formalidad del espacio de la ciudad. El Plano Urbano desde el manto que contiene El concepto de diseño estaba basado en la topografía del pie y en las potencialidades naturales de orden que contiene la bahía de Coquimbo (figura 44). La disposición de la ciudad surgió desde el manto que la contiene, de allí emergió una ciudad armónica con el territorio que la alberga.

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Unidades homogéneas La singularidad de los emplazamientos de las obras crea en la ciudad lugares con una imagen propia y algunas se cargan de significado.-A los pies de la ciudad el Parque Pedro de Valdivia -parque en la barranca y en la vega- se construye como el nexo entre la estación de ferrocarriles y la ciudad, es el lugar ceremonial de entrada y salida en tren. -Toda la avenida Pedro Pablo Muñoz, con el parque a los pies, es un gran frente donde la ciudad se mira a sí misma. -La carretera a San Juan se introduce en la ciudad como una avenida museo al aire libre y continúa como un paseo que se prolonga al mar, la Avenida Francisco de Aguirre, en cuyo término se encuentra el Faro. La ciudad por primera vez llega urbanamente al mar. -El cruce entre la Panamericana -hoy Ruta 5 Norte- con la avenida de Aguirre, se singulariza con un obelisco. Sitúa a la ciudad en el continente y es la entrada vehicular a la ciudad. -Las poblaciones de viviendas en sí, ya constituyen una unidad y aportan al conjunto antejardines, plazoletas y espacios más lúdicos. Lectura urbana del conjunto La ciudad se teje entre espacios libres, donde se establece una lectura de continuidad: -Se entra a la ciudad a través de una nueva carretera, por un parque agrícola: las Vegas Norte y Vegas Sur, que por otra parte, acerca la región a los centros de producción y demanda: Santiago y alrededores. -las barrancas, laderas y quebradas, que se destinaron a espacios libres de disfrute público, con ello se abre la visión de la ciudad a su propio territorio: - Los Parque Coll y CENDYR – en sendas quebradas – interrumpen con un parque la continuidad intermedia de la ciudad.


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- En la Barranca del Mar –Avenida Pedro Pablo Muñoz– se demuelen las edificaciones, se construye un parque a los pies, con lo que se abre la ciudad a su propia lejanía. - La Barranca del Río no se alcanzó a ejecutar como parque, pero quedó gravado como ‘espacio libre de disfrute público’ con lo que no fue posible realizar nuevas obras en el sector. - En los cambios de terraza, barrancas de 3 a 5 metros de altura, se construyeron avenidas en la cornisa y las laderas se destinaron a espacios de disfrute público. - La quebrada San Francisco (Parque Coll) continúa con la Av. Francisco de Aguirre, una de las entradas a la ciudad tradicional, la que se extiende hasta el mar a más de dos kilómetros. - Las vegas, las barrancas y las quebradas se engarzaron a las avenidas arboladas, plazas, plazoletas y antejardines existentes;-El rompimiento de la continuidad de la línea de edificación en la manzana cerrada, permitió el surgimiento de la vista a los jardines interiores; - Con la aparición de antejardines en la edificación, el espacio urbano se amplió; - En la ciudad tradicional se recogió como valor el jardín en el centro de la manzana, definiéndose como área libre de disfrute privado. - Las cimas de los cerros que encierran la bahía se coronaron con obras emblemáticas: el regimiento y la universidad presiden la ciudad. Esta sucesión de vacíos entrelazan un espacio mucho más lúdico y esponjado, cuyo primer resultado es, nuevos lugares urbanos. La ciudad tradicional es intersectada con un espacio absolutamente moderno. Espacio urbano que – a su vez – es nuestra heredad. Y, es en esta propuesta de orden que se dieron lugar y asiento a cada una de las actividades necesarias para fomentar una nueva economía regional. Características formales de la edificación (figura 45) - Los edificios tienen gran magnitud. Son de 3 y 4 pisos de altura, y abarcan el frente de la manzana o parte importante de ella. - Están localizados en lugares con cierta singularidad, que permiten mirarlas, toman presencia en la ciudad. - Los edificios en su mayoría son aislados, con un marcado juego de volúmenes y muros llenos, donde se resaltan los accesos y las terrazas. Algunos tienen una torre. - El surgimiento de antejardines y las vistas al interior de la manzana diversifican el espacio donde se emplazan las edificaciones. - En estos nuevos lugares (y en las edificaciones antiguas, al menos en los planos) se establecen conexiones urbanas de recorrido por el interior de las manzanas, sin que importen para ello las divisiones prediales. El conjunto y la ampliación de la ciudad En la periferia se proponen viviendas aisladas, donde el jardín y el antejardín pasan a formar parte del espacio urbano. Una población completa de vivienda de promoción social, salta a los cerros que circundan para construirse en la cuarta terraza, que a su vez es el primer espacio urbano donde el mar no tiene presencia orientadora.

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Figura 45. Ex Internado Femenino 9

Fuente: Propia del autor.

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Se propone además, la ampliación en continuidad con la ciudad consolida: hacia Alfalfares, hacia la Pampa y hacia Av. de Aguirre hacia el mar. No se prevé el salto al otro lado del río, hacia Las Compañías. Es más, el primer puente –urbano– que atraviesa el río Elqui no se terminó de construir hasta 1954, y se correspondió con la apertura de la Carretera Panamericana, una nueva relación interurbana. Fue el primer elemento urbano habilitador de lo que después será la otra mitad de la ciudad, la que surgirá sobre dos asentamientos: la Compañía Baja, donde estuvo la Hacienda de los Jesuitas primero y la Planta minera de Carlos Lambert después y la Compañía Alta donde se emplazó la planta procesadora de la Mina Brillador. De esta conjunción el nombre actual: Las Compañías. Las obras urbanas, agrícolas, portuarias, industriales, de servicios y de vivienda (necesarias para dar vida contemporánea y contenido propio a la nueva ciudad) constituyeron una conjunción de elementos urbanos, edificatorios y funcionales a la ciudad, que han dado cabida a una tipología edificatoria propia. Es lo que ha permitido establecer una lectura unitaria de la ciudad, con características complejas, que reportan identidad y pertenencia a sus habitantes. Conclusiones Toda la intervención hoy forma parte la estructura profunda de la ciudad que ayer alteró. Podríamos afirmar que ‘la ciudad nunca se equivoca’, entendiendo así que como ciudadanos y como arquitectos, estamos inmersos en un mundo concreto. En las vivencias, en la observación y en la comprensión del espacio existente. Siempre partimos desde lo edificado, sea cual fuere éste. El espacio humano que nos toca vivir e intervenir, es siempre presente, es el que es, con todo lo que contiene y en el cual nos toca intervenir hoy. 9 Hoy asiento de la Secretaría Ministerial de Educación, declarado Monumento Nacional en 2002. Con su propio erigirse en el largo de una manzana, el tamaño largo construye una nueva magnitud urbana, que se acerca a la monumentalidad.


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Para la comprensión de la ciudad y en una mirada lejana al devenir del Plan Serena, importa entender lo que sucedió, conocer lo que se hizo, lo que está materializado en la ciudad y como nos afecta hoy. Así a su vez otros, seguirán escribiendo el espacio colectivo de su propia sociedad. Interesa tanto lo que se materializó, como cuáles fueron los lineamientos y conceptos en los que se enmarcó. Conocer el ‘contenido´ que hoy es parte de nuestra propia cultura urbana.2. Hoy el Plan y a pesar de la crítica estética sostenida en el tiempo (Torrent, 2004) es parte constitutiva del legado del mismo Movimiento Moderno que quiso hacer a un lado. Quizás, la distancia (comunicacional y física) entre La Serena y Santiago era inabordable. Los problemas de la capital impedían tener una comprensión de la situación urbana de las provincias. Ésta solo podía provenir de quienes conocieran profundamente la realidad local, el caso del Presidente. Afrontar temas urbanos en lugares distantes y desconocidos no era materia para la gran mayoría de los profesionales santiaguinos, donde los grandes problemas a resolver se concentraban en su mismo territorio. La distancia temporal construida en sesenta años, permite comenzar a distinguir entre una modernidad propia y otra importada. Nuestra propia modernidad, (genial unas y trasnochada las otras), se han arraigado de distinta manera en el devenir diario. En algunos casos, cuando –quizás– importaron más los nuevos modos de vivir que su propio contenido y donde se dio cabida al paradigma puro, faltó comprender como se engarzaban estos lineamientos en nuestra propia cultura. Los casos de la Villa Portales y la Remodelación San Borja en Santiago, construidos a inicios y a fines de los años sesenta respectivamente, fueron modelos ideales de vida urbana y densificación de la ciudad (provenientes de la arquitectura le corbusiana e internacional) hoy cargan con el estigma de un cierto abandono y deterioro, los ‘paradigmas puros’ no se consolidaron del todo en la vida cotidiana. Desde estos resultados, deberíamos preguntarnos, qué es lo propio y apropiado. A más de 60 años, esta modernidad radical, podemos entenderla como la utopía necesaria para abrir un camino que fue posible recorrer, en la búsqueda de la concreción de nuestra propia modernidad. Es en este mismo ámbito que se hace imperioso, también, conocer, valorar/criticar estas otras experiencias más alejadas de los centros de producción intelectual tradicionales y que con otras variables también dieron respuesta a las contingencias de la época. El maquillaje estético de la edificación al que se han referido sistemáticamente los ‘doctos’, radicados en Santiago, a 500 kilómetros de distancia, surgió como lo único viable de percibir. No fue posible desde la lejanía, intuir que los ‘embelecos’ de una arquitectura de pastiche, era una capa superficial, con ello se corrió un velo –intelectual – que evitó mirar, observar y comprender la intervención en su real magnitud. El estilo neocolonial o neocolonial serenense (como debería llamarse, si es que es dable darle un nombre) corresponde a un cuarto orden de intervención. Le anteceden: el plan

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de fomento económico, sustrato relacional que entrega cierto contenido a las actividades; el plan regulador con sentido de orden y cabida a las nuevas actividades, enlazadas con la ciudad tradicional; el nuevo trazado urbano, orientador de la ciudad en su territorio y que da cabida a la nueva edificación; y, la construcción de las obras necesarias para materializar la propuesta, sin las cuales no hubiera tomado lugar en el espacio. El estilo arquitectónico emergió como un eje más del desarrollo urbano. Se podría subentender entonces, que el aspecto formal de la edificación importa para el desarrollo de una región. Esta línea de pensamiento, ¿Podría asimilarse a lo que hoy, a algunos municipios les ha dado por impulsar: la arquitectura de autor en la ciudad? Vale decir, el diseño de las obras de arquitectura serían un atractor económico para la zona. Desde esta perspectiva también se podría entender la imposición de un estilo, en contra de la corriente dominante racionalista de la capital.

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Por otra parte y desde su implementación, en el transcurso de estos 60 años los antecedentes del plan se han perdido, no es fácil encontrar planos originales y la gran mayoría de los actores ya han muerto. Los expedientes de obra están desperdigados en distintas instituciones, tanto en Santiago como en La Serena, algunos en bodegas generales donde no es posible rastrearlos; otros en oficinas que no tienen que ver con el origen de los documentos. Para muchos no tienen valor alguno, son viejos, hasta han sido regalados, solo algunos están a buen resguardo en los dos museos regionales. Es una pérdida para la memoria local, que es imperioso recuperar y reconstruir, es una tarea para la institucionalidad académica regional, producción de su propio conocimiento arquitectónico y urbano. En el presente, ya no se conoce la envergadura urbana de esta actuación, ha quedado inserta en la trama actual. Junto con ello, el estado de la edificación es dispar: algunas han sido demolidas, otras transformadas y otras son monumento nacional. Importa recuperar el conocimiento de nuestro pasado reciente. Los valores arquitectónicos y urbanos a los que dio cabida deberían estar presentes en el discurso local, tanto como está posicionado el casco fundacional. Se hace imperioso re direccionar la mirada al conjunto de la obra, observar y reflexionar lo ejecutado en la ciudad en su tiempo y su significancia en la ciudad contemporánea. Esta investigación es una reflexión sobre el ordenamiento de la ciudad, sobre cada obra y sobre las implicancias en el medio. El pensamiento que regía la obra, corresponde tanto al contenido de los pocos documentos que existen como a la deducción surgida de la observación en terreno. Es una primera construcción de memoria. No se conocen estudios en el ámbito nacional, que den cuenta de la relación de una política de fomento económico y la transformación urbana y edificatoria que da cabida a los cambios, vale decir un verdadero Plan Estratégico. Se busca establecer una posible valoración, lo que se puede entender como un proceso de evaluación posterior a su puesta en marcha, allí los conceptos de vigencia y obsolescencia adquieren magnitud.


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Éste es el próximo paso, la valoración sistemática de lo obrado, en función de sus mismos objetivos y de la evolución en el tiempo. Una pregunta, ¿Cómo se incorporan nuevas variables, no pensadas (porque no existían) y que jalonan los planes hacia otros derroteros? El gran aporte urbano del Plan Serena es el espacio intermedio, el espacio- lugar que media entre la edificación y el espacio público, construido por la multiplicidad de edificios a los que dio cabida y los nuevos espacios urbanos que incorporan en la inmediatez de éstos. Esta es la verdadera modernidad, el cambio estructural profundo del espacio de la ciudad (figura 46) Figura 46. (Arriba) : Construcción del espacio urbano que se incorpora a la ciudad: el caso del nuevo plano urbano en Francisco de Aguirre con Pedro Pablo Muñoz construido con lo que fue el Internado del Liceo Técnico Femenino, hoy la Secretaría Ministerial de Educación. (Abajo) Construcción del espacio urbano den la Intendencia Regional. 1, situación previa al Plan Serena, el Liceo de Niñas. 2, primer levantamiento topográfico de La Serena, plano de 1885. 3: Plano Regulador Regional 1948 aprox., donde se representa el concepto de edificio aislado. 4, el resultado de ciudad mediante la incorporación de espacio urbano intermedio frente a la Plaza de Armas

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Fuente: Propia del autor

Más allá de los elementos de ornamento, requeridos a la edificación como condición sine qua non para una ciudad de ‘corte colonial’, en la que se incorporaron elementos provenientes del neocolonial, la ‘modernidad’ ya estaba presente en el repertorio de la arquitectura nacional. Los arquitectos que concibieron estos inmuebles emplazados en sitios relevantes, dieron cabida a edificios de magnitud, más aislados, con antejardines, espacios y áreas libres entre la edificación, recorridos en el interior de la manzana, que a su vez se conectan urbanamente y en el recorrer los barrios con plazoletas, plazas y parques. Con el todo se tejió un nuevo espacio urbano engarzado a la ciudad tradicional. Esta es nuestra heredad, la de todos.


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Referencias bibliográficas Amaral, Aracy (Coord) (1994): Arquitectura Colonial. América Latina, Caribe, Estados Unidos. San Pablo: Fundación Memorial de América Latina. Barros Lafuente, L. P. (2010): Ideas en torno al Taller de Arquitectura. Editorial USM, Universidad Técnica Federico Santa María. Valparaíso, Chile. Cáceres González, O. (2006) Sobre el mítico Gastón Bardet. recuperado de http://www. arqchile.cl/gastonbardet.htm Cobo Contreras, G. (1994). La Serena, imágenes de su historia. La Serena: VÏA Gráfica S.A. Fernández Güel, J. M. (1997). Planificación Estratégica de Ciudades. Barcelona: Ediciones Gustavo Gili. González Videla, Gabriel (1975): Memorias. Tomo 2. . Santiago de Chile: Editorial Gabriela Mistral. I. Municipalidad de La Serena (1956): Urbanismo y Plan Serena, o Ensayo sobre la Transformación Urbanística Planificada de una Región. Santiago de Chile: Editorial Instituto Geográfico Militar. 134

Mendoza , Marcelo (2004) La Serena, cinco siglos. La Serena: I. Municipalidad de La Serena. DFL 458 del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Aprueba Nueva Ley de Urbanimo y Construcciones, Diario Oficial de la República de Chile, Santiago, Chile, 13 de abril de 1976 Pávez Reyes, M. (2008). La tesis de título de Guillermo Ulriksen Becker (1952): Bases para la Planeación Regional del Norte Chico: Provincias de Atacama y Coquimbo. Revista de Urbanismo, (18) . doi:10.5354/0717-5051.2008.246 Presidencia de La República. (1951). Plan de Fomento y Urbanización para las Provincias de Chile. Santiago: Editorial Instituto Geográfico Militar. Torres Valencia, J. (2008). Entrevista a Guillermo Ulriksen Becker sobre el Plan Constructivo La Serena – Coquimbo, en 1952. Revista de Urbanismo, (18) . doi:10.5354/0717-5051.2008.243 Torrent Schneider, H. (2004). Patrimonio territorial y arquitectónico: El Plan Serena. Revista Urbano, 7(10), 93-99. Ulriksen Becker, G. (1952). Bases para la Planeación Regional del Norte Chico. Provincias de Atacama & Coquimbo. Tesis en Planeamiento para optar al título de Arquitecto.


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2.4 La Plaza de Armas de Osorno: Una relectura al proyecto de Oscar Prager. Tirza Barría Catalán

Preámbulo El espacio urbano que tiene lugar en la ciudad puede ser entendido “como el producto de una colisión, fugaz e inestable, entre forma y política [...] es espacio público en tanto es atravesado por una experiencia social al mismo tiempo que organiza esa experiencia y le da formas” (Gorelik, 1998). La visión urbanista que Prager materializó en el Plan Transformación de 19301, consideraba la integración de las preexistencias a una nueva espacialidad moderna que, unida a las aspiraciones progresistas de la sociedad política de la época, proponía organizar la ciudad en zonas programáticas. De esta forma, se incorporaban las operaciones urbanas que intervenían el territorio integrándolo a un sistema vial expedito que previera el aumento del parque automotriz en la ciudad. La propuesta apuntaba a que los espacios públicos serían el articulador de la trama por medio de plazas, parques y avenidas, a las cuales se les otorgó un tratamiento adecuado de luz y perspectiva, una manera de hacer paisajismo que dio origen a atmósferas y ambientes urbanos gratos en la ciudad. Werner Hegemann, uno de los principales urbanistas alemanes de la época, consideraba que el sistema de parques era la estructura básica del plan urbano (Crassemann, 1995). Efectivamente, en la concepción de la ciudad moderna, la cuestión de las zonas verdes, junto con los problemas de producción y la circulación, constituyó uno de los tres pilares de la estructura urbana (Fariello, 2004). Bajo esta premisa, la Plaza de Armas era el espacio verde de la ciudad, el “Foro de Osorno”, motivo por el cual Prager observó que “junto por su situación, como por los edificios que la rodean no perderá su importancia, como centro de vida pública” (Municipalidad de Osorno, 1930). Así también determinó que “su configuración central no corresponde a los requisitos necesarios como centro de la ciudad y como punto de recreo de los turistas que visiten Osorno” (Sánchez, 1948), razón por la cual consideró esencial diseñarla como proyecto emblemático, el cual debía estar incorporado dentro del Plan de Transformación de la ciudad. 1 El plan constituyó un instrumento de planificación utilizado por los urbanistas de la época y que en Chile tuvo su precedente en la ciudad de Santiago a través de Karl Brunner. En este instrumento se definían las zonas programáticas, los barrios residenciales y una estructura de calles y avenidas que ordenaban el sistema vial. Así también se definían lineamientos generales de alturas y programas para las nuevas construcciones en el centro de la ciudad.

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Pre-Existencias En cuanto a su historia, hasta finales del siglo XIX la plaza era un sitio baldío, utilizado generalmente para el pastoreo de los animales (Villalobos y Román, 1958). Alrededor de ella se ubicaban los principales edificios de la ciudad como la iglesia, la gobernación, la cárcel y la escuela (figura 47). La figura de su planta era irregular en el sentido de que no poseía ángulos rectos, sino más bien adoptaba la figura de un rombo de ángulos agudos y obtusos. Al parecer, este error en el trazado tuvo su origen durante la refundación de la ciudad a finales del siglo XVIII, el cual se fue reproduciendo a todas las manzanas del casco histórico de la ciudad (Lagos, 2002). Figura 47. Dibujo de R. A. Philippi de la Plaza de Armas de Osorno, 1852

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Fuente: Archivo Museo histórico Municipal de Osorno, N°3033.

A comienzos del s. XX, fueron proyectadas las primeras intervenciones para transformarla en una serie de paseos sinuosos que incluían distintas especies arbóreas y arbustivas recreadas a modo de jardín francés. Se incluyeron eclécticas y neoclásicas residencias y modestos edificios públicos, imagen que sería radicalmente modificada en la década del 30 y 40, tras las intervenciones del paisajista Oscar Prager (figura 48). Operaciones desde las preexistencias En un artículo publicado en julio de 1931 para el “Wasmuths Monatshefte Für Baukunst Und Städtebau”, Oscar Prager describe la plaza de Osorno como una: ...manzana cuadrada, construida de 100 a 125 metros de largo, que queda entre calles de 12 y 25 metros de ancho. Ninguna calle llega directamente a la plaza (...) aquí se encuentran los edificios principales, el Edificio de Gobierno, la Municipalidad, la Iglesia, el Banco, el Cine y el Café. La plaza nunca es utilizada con fines de mercado, ella sirve para la población de la ciudad, sobre todo


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para los jóvenes, al ser un lugar de paseo. Se encuentra en esta plaza un odeón, que es la mayoría de las veces una construcción barata de fierro y madera3, pero que nunca está en la mitad, sino que siempre está a un lado. Aparte del pabellón de música, hay una estatua (...), jardines en forma cuadrada o redonda con una palmera en su interior. Los árboles y arbustos son podados frecuentemente con cariño, sin ninguna relación con la arquitectura que esta alrededor y uno se encuentra frecuentemente también con sillones, canastos, animales. En su descripción se identifican los elementos que la componen, el odeón que está señalizado por un círculo, la estatua del héroe que corresponde a un pequeño cuadrado y el cruce de diagonales formando triángulos bordeados por macrocarpas (figura 49). Figura 48. Plaza de Armas cerca de 1915

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Fuente: Archivo Museo histórico Municipal de Osorno, N°08.

A su juicio, “la disposición de los caminos y de las plantaciones está mal trazada. Gran parte de los árboles, sobre todo las coníferas, se están secando y no tienen salvación. Los cuadros están completamente descuidados” (Municipalidad de Osorno, 1930). Tras el diagnóstico, Prager reconoció el emplazamiento y la singularidad programática de los edificios, motivo por el cual “el nuevo plano de la plaza indica una combinación bien proporcionada entre el eje de la gobernación y la parroquia, siendo ésta la mejor solución, pues ambos edificios son los más importantes. Pero al trazar aquí un camino, como eje, habría resultado este demasiado angosto, así que se eligió el tapis vert, que se 3 El kiosko antiguo que data de 1906, fue reemplazado por uno nuevo en 1938, construido de concreto, el cual estuvo bajo la dirección del arquitecto alemán Eugenio Freitag.


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extiende como eje en dirección este-oeste por toda la plaza” (Municipalidad de Osorno, 1930) (figura 50). Este tapiz este-oeste se configuró a partir de dos ejes entre los edificios de la Iglesia y la Gobernación, como una franja de pasto de 10 metros de ancho con 5 metros de camino en cada lado. La apertura entre edificio y edificio tendría 30 metros (figura 51). Figura 49. Plano de la Plaza de Armas.

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Fuente: Prager, 1931. Figura 50. Plano de la Plaza de Armas.

Fuente: Prager 1931.


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Figura 51. Croquis de propuesta que posiciona la Iglesia, la Gobernación y el tapiz verde que las une.

Fuente: Prager, 1931. Figura 52. Croquis de propuesta definitiva 139

Fuente: Prager 1931.

”El eje principal de la plaza que la cruza en dirección norte-sur cruza el eje este- oeste formando un ángulo recto que tiene en su comienzo el kiosko de música y como fin el monumento de Eleuterio Ramírez.Esta nueva colocación del monumento, representa una gran ventaja arquitectónica para el mismo, sirviendo como punto central para una instalación de asientos” (Municipalidad de Osorno, 1930) (figura 52).


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La figura 53 muestra la propuesta definitiva. Los dos ejes entre los edificios del gobierno y la iglesia, y entre el odeón y la escultura patrimonial, se cortan en un ángulo recto; el espacio interior es tratado con balaustradas y espacios para bancas. Las cuatro esquinas externas son cortadas con ángulos rectos para bancas y pequeñas fuentes de aguas. En definitiva, su propuesta asumió la ubicación de los edificios pre-existentes como la Iglesia, la Gobernación y el Municipio. El emplazamiento de estos determinó la ubicación de la pileta y el odeón para dar realce a estas construcciones. En ese sentido, Prager propuso construir un sistema integrado donde los edificios actúan como borde que contiene el vacío de la plaza, aspecto que se vio potenciado al establecer líneas de edificación, alturas de edificios, dimensiones de marquesinas y el ancho de veredas (figura 54). Figura 53. Propuesta para la Plaza de Armas, 1930

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Fuente: Prager 1931.

Del Paisajismo de la Plaza Prager integró la naturaleza al espacio organizado de la plaza. Su visión como paisajista le permitió diseñar una secuencia gradual de distintas atmósferas a partir de la disposición árboles y arbustos seleccionados de baja y gran altura, del mobiliario urbano y del manejo del color, la luz y el agua.


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Figura 54 Vista aérea Plaza de Armas de Osorno.

Fuente: Guía del Veraneante, 1945.

Desde la calle, Prager propuso un corredor perimetral compuesto por dos hileras de árboles direccionados hacia el norte y el sur de la plaza, donde indicó que “en aquellas partes donde hay que plantar nuevos árboles o completar la existencia de los antiguos, recomendó tomar únicamente fraxinus excelsior” (Municipalidad de Osorno, 1930). En los lados oriente y poniente solo mantuvo una línea de árboles cuyas especies eran laurus nobilis hacia calle O’Higgnis y fraxinus excelsior hacia calle Matta. Hacia el interior de la plaza propuso incorporar especies como “laurustinus grandiflora”, arbustos de hoja persistentes con flores de color blanco que se desarrollaban bien en la sombra; “rhododendron” en sus diversas variedades y “pittosporum tobira” siempre verde, con perfumadas flores de color blanco. Hacia la calle, “crataegus pyracantha”, siempre verde, de flores blancas y “cydonia japónica” con flores rojas y rosadas que crecían bien en la sombra. Para los setos que estaban detrás de las balaustradas “laurustinus communis”, y para los cercos, “buxus arborescens” (Municipalidad de Osorno, 1930). Sin duda, el nivel de detalles en cuanto a la composición de los espacios verdes se debe a una de las filosofías que más lo influyó en su manera de proyectar y que fue la del “Gesamtkunstwerk”, impulsada en Viena, Austria, en 1848. Este concepto correspondía a un método de composición, acuñado por el músico Richard Wagner, que buscaba la integración total de las artes. Años después, Prager explicó su visión sobre el tema cuando escribió “El Arte del

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Paisaje”, indicando la importancia de crear para el hombre un marco perfecto con la naturaleza que le hiciera la vida agradable. Decía que logrando ritmo, movimiento, armonía y vitalidad en un jardín, se podía emocionar el alma humana y llegar a la espiritualidad, al igual que con las demás artes (Viveros et al, 1997). De la Plaza al Plan La Plaza corresponde al ejercicio práctico que Prager proyectó como ciudad, el cual estaba circunscrito al Plan de Transformación de Osorno. Su diseño recogió parte de las pre-existencias del solar y sus bordes inmediatos, elementos simbólicos -odeón y estatua- y edificios -iglesia y gobernación-, los cuales estructuró en una trama ortogonal que le otorgó sentido de lugar y jerarquía en relación a los demás elementos del entorno.

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Su propuesta para el espacio público estableció nuevos criterios de civilidad y uso, los cuales se dieron en lugares abiertos, regulares y visibles que integraban en su espacialidad calles, marquesinas y edificios que hasta el día de hoy conforman un perímetro unificado donde se relacionan edificios de distintas épocas. Como pieza urbana constituyó un espacio de integración en donde se desplegaron nuevos edificios de hormigón armado de la mano de arquitectos como Carlos Buschmann, Héctor Mardones, Eugenio y Oscar Freitag, Edwin Weil y Mario Recordón, en su mayoría Premios Nacionales de Arquitectura (figura 55). El plan de transformación por su parte, constituye un paradigma urbano, en la manera de cómo se pensó y construyó la ciudad en la década del 30 y en las que le siguieron. Con él se dio inicio a la instalación de las condiciones mínimas de habitabilidad que la modernidad prometía: urbanización, zonas de recreación y espacio para la vivienda. Como instrumento empírico, estableció regulaciones urbanas claras para el ordenamiento y crecimiento futuro de la ciudad, mediante su readecuación en base a una sistematización de los espacios abiertos. Esto, a través de la introducción de un nuevo concepto de interacción con el contexto urbano pre-existente y propuesto, de manera que sus habitantes accededieran a sus beneficios y en donde sus espacios realzaran la cultura y civilidad, de manera de “cumplir en esa forma con los altos principios de un buen gobierno” (Municipalidad de Osorno, 1930). Una ciudad dinámica, sometida a las leyes de la economía y al espíritu progresista de sus habitantes, atrajo múltiples problemas que según Prager “pueden ser solucionados por un plano de trasformación solamente en parte y, a la vez, por un tiempo limitado. Jamás se puede probar en todo el desarrollo que puede tomar una ciudad y generalmente hay que efectuar con el tiempo nuevos cambios, para satisfacer las necesidades, que traen consigo las evoluciones humanas” (Municipalidad de Osorno, 1930).


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Figura 55. Plaza actual y edificios dispuestos en torno a ella.

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Fuente: Elaboración propia.

Bajo tal premisa, Prager visibilizó las fortalezas y debilidades que podía tomar el desarrollo de la ciudad, mostrando los obstáculos que se producirían y la manera de cómo podían ser eliminados. En cierta medida se observa en el proyecto de Prager un urbanismo íntegro de arte cívico cuyo objeto era la ciudad. En sus elementos simbólicos y concretos, se incluyen la belleza y el espíritu cívico, cuyo entorno construido es la significación de los valores ciudadanos, permanencias del pasado y formas, cuyo significado aún lo estamos experimentado. Citando a Aldo Rossi (1971), “la forma de la ciudad siempre es la forma de un tiempo de la ciudad y hay muchos tiempos en la forma de la ciudad”. Por esta razón es que en la relectura del plan Prager y el proyecto de la Plaza de Armas aún se conservan ecos de los mismos problemas que, con distinto enfoque y escala, son temas actuales de discusión entre arquitectos y urbanistas. Referencias bibliográficas Crassemann, C. (1995). Intercambios urbanos en el cono sur: Le Corbusier (1929) y


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Werner Hegemann (1931) en Argentina. ARQ (31), 6-19. Fariello, F. (2004). La arquitectura de los jardines. Barcelona: Editorial Reverté. Gorelik, A. (1998). La grilla y el parque. Espacio público y cultura urbana en Buenos Aires, 18871936. Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes. Lagos, R. (2002). El plano de la refundación de Osorno. Boletín de Geografía, (16), 89-96. Municipalidad de Osorno. (1930) Acta de Sesión Municipal de Osorno. Libro 12. Prager, O. (1931). Platzumgestaltung in Osorno, Chile. Wasmuths Monatshefte für Baukunst und Städtebau. Consultado en http://opus.kobv.de/zlb/volltexte/2006/840/pdf/ WMB_1931_11-12_Par.pdf. Traducido por Elisa Cordero Jahr, académica Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile. Rossi, A. (1971). La arquitectura de ciudad. Barcelona: Editorial Gustavo Gili. Sánchez, V. (1948). El pasado de Osorno, la gran ciudad del porvenir. Santiago: Ilustre Municipalidad de Osorno. 144

Villalobos, J., y Román, J. (1958). Libro del cuarto centenario de Osorno. Osorno, Chile. Viveros, M., Lanata, L., Fuentes, I., y Vilches, E. (1997). Oscar Prager, el arte del paisaje. Santiago de Chile: Ediciones ARQ.


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2.5 El proyecto urbano “La Chimba” Antofagasta, aciertos y retos pendientes.1 Gino Pérez Lancellotti

Introducción La necesidad de planificar los crecimientos por expansión que se estaban dando hacia el sector norte de la ciudad, tiene su origen en varios hechos urbanos muy relevantes. Por un lado, a finales de los años 90, se estaba trabajando en la actualización del plan regulador de la ciudad que proponía áreas de extensión urbana hacia el sector norte de la ciudad de Antofagasta incorporando un total de 2.500 ha. para uso urbano. Por otro lado, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU), a través de su servicio regional de vivienda y urbanización el Servicio Nacional de Vivienda y Urbanismo (SERVIU), venían implementando desde el año 1976, una serie de proyectos habitacionales en el sector norte alto de la Ciudad, mediante una sumatoria de loteos, en terrenos principalmente fiscales (figura 56). En ese entonces, no existía una oferta de terrenos para viviendas con subsidios orientados a los estratos medios, elevando el precio de las viviendas en la ciudad y por supuesto el valor de los terrenos que tenían buena accesibilidad a la zona central. En ese contexto, es que surge la idea de desarrollar el Proyecto Urbano La Chimba, una planificación integral del sector norte costero de la ciudad, que tenía como característica el ser un terreno fiscal con una leve pendiente de cerro a mar, con una península en su borde costero y una playa. Este Plan Proyecto (Meyer, 2005)2, contempló desde la planificación del sector mediante la figura de un Plan Seccional como instrumento de planificación, hasta el desarrollo acotado de una parte mediante el uso de “planos de loteos” para lograr los estudios de ingeniería para su urbanización junto con los diseños de los parques urbanos según la ley general de urbanismo y construcciones, y el diseño de tipologías edificatorias y prefiguraciones urbanas a la escala de las manzana definiendo desde ya su tipología y morfología. 1 Agradecimientos al equipo DPU MINVU 2001- 2007: Claudio Pavez Urquhart Arquitecto, Javier Jiménez Bolados Dibujante, Héctor Vásquez Gaete. Arquitecto, Pablo Morán Saavedra, Arquitecto, Andrea Ossandón Solar, Arquitecto 2 Han Meyer, profesor de diseño urbano de la universidad de Delf Holanda, hace referencia a este término, práctica que alcanzó su mayor expresión en las transformaciones urbanas realizadas en Barcelona en la década de los 80 de la mano del arquitecto catalán Oriol Bohigas. Este nuevo enfoque rechazó la planificación integral de una ciudad o de una gran zona urbana proclamando en su lugar el Proyecto Urbano como enfoque unificador del diseño de la ciudad. Se refiere al diseño de un proyecto limitado en el espacio y el tiempo que ocupaba el primer plano en la relación del tejido construido y el espacio abierto.

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En este sentido, el Proyecto Urbano la Chimba se pensó bajo ciertos criterios que tenían como objetivo detonar la implementación y ejecución del proyecto a través del desarrollo de una parte de éste, no se tenía la pretensión de desarrollar todo el Plan, sino más bien operar a través del concepto de “escala de intervención” más que de “tamaño de la operación”, según el pensamiento de Manuel de Sola–Morales (1995);”una cosa es el tamaño de un proyecto, el tamaño de una operación urbanística, tamaño físico, ha, metros cuadrados, población, y otra es la escala de la intervención”. Intervenciones SERVIU periodo 1976-2002.

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Los programas habitacionales del Estado se han concentrado, principalmente, en el sector norte alto de la ciudad de Antofagasta. En el año 1976 desde la creación del SERVIU a través del decreto de Ley N°1.305, donde se establece entre otros la fusión de la Corporación de la Vivienda (CORVI), la Corporación de Servicios Habitacionales (CORHABIT), la Corporación de Obras Urbanas (COU) y la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU) (Aguirre y Rabí, 2009)3, los programas habitacionales del Ministerio se han focalizado en generar básicamente viviendas unifamiliares de uno y dos pisos, salvo algunos ejemplos de viviendas en altura que se implementaron en los años ochenta sin mucho éxito, como es el caso del conjunto habitacional Jorge Alessandri, conocida con el nombre de “Los Nichos” en Antofagasta, con espacios habitables muy reducidos y con gran hacinamiento. Tanto en los casos de crecimientos por extensión y densificación, se postergaron los objetivos urbanísticos de estas intervenciones, y se proyectaron conjuntos de viviendas en base a loteos que se agregaban en función de la demanda habitacional. Precisamente en el sector de la Bonilla y Juan Pablo II de Antofagasta, se observa en los últimos 39 años una gran cantidad de estos programas habitacionales de forma aditiva sin una planificación integral. Los efectos visibles son una ciudad fragmentada, sin continuidad espacial urbana y segregada al reunir en un solo sector de la ciudad una población creciente de estratos medios bajos y bajos, con los consecuentes impactos en problemas de orden social, baja calidad de los equipamientos vecinales y áreas verdes en su mayoría sin consolidarse. Complementariamente, se agudizan las dificultades de continuidad vial, falta de pavimentación y de estacionamientos y una densificación que alcanza a 90 viviendas unifamiliares por ha, es decir, 450 hab/ha. de uno y dos pisos que ahogan las pequeñas manzanas propias del loteo generando a la fecha una imagen de ciudad desarticulada y caótica. Las estrategias gubernamentales pasadas priorizaban la reducción del déficit habitacional postergando los equipamientos, la macro urbanización y la generación de espacios públicos, áreas verdes y parques urbanos. 3 En su artículo, Aguirre y Rabí (2009) explican la creación de las 12 Secretarias Regionales Ministeriales, y la fusión de las corporaciones con la creación del SERVIU, tendiente a descentralizar territorialmente al Ministerio de Vivienda y Urbanismo.


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Este proceso tendría un punto de inflexión con la Planificación e implementación del Plan Seccional la Chimba el año 2002, donde se lograron incorporar 245 viviendas entre las 600 y 950 UF y 1.500 viviendas cuyos valores eran de 1.000 a 2.500 UF. Figura 56. Periodo de desarrollo programas habitacionales SERVIU en Antofagasta año 1976-2002.

Fuente.: DPU MINVU 2002 2.

El plan seccional La Chimba 1999-2001 La Dirección de Proyectos Urbanos del MINVU (DPU)4, conjuntamente con el Municipio de Antofagasta y el Ministerio de Bienes Nacionales, comenzaron el año 1999 la elaboración del Plan Seccional La Chimba, tendiente a generar un esfuerzo conjunto de planificación de forma ordenada, coherente y sustentable para 417 ha de terrenos fiscales en el sector norte costero de la ciudad de Antofagasta. Este Instrumento de Planificación Territorial actualmente se encuentra incorporado al Plan Regulador Comunal vigente desde el año 2001 (Ilustre Municipalidad de Antofagasta, 2002). La propuesta innovadora de dicho Plan Seccional fue una nueva forma de proyectar la ciudad, mediante una estructuración física y funcional que proponía conectar trasversalmente la ciudad alta con la baja y llevar ambas a la orilla del mar. Finalmente, el plan propuso tres zonas frente a la costa con características de preservación y de fomento del uso turístico. El proyecto, contempló avenidas principales y vías secundarias articuladas por grandes parques urbanos. La propuesta viaria consideró perfiles con estacionamientos y vías bidireccionales, con rotondas a nivel y algunos pasos viales subterráneos mejorando la fluidez en los recorridos vehiculares (figura 57). En la propuesta para la zonificación, se propuso usos mixtos y de mayor densidad asociados al gran parque central, tomando en cuenta lo propuesto por el Plan Regulador de la ciudad en cuento a generar verdaderos corredores urbanos en el sentido este 4 La Dirección de Proyectos Urbanos del MINVU se crea en el año 1997 en el Gobierno de Eduardo Frei, con la intención que el “Estado pasara a liderar la materialización de grandes proyectos urbanos que habían estado largo tiempo en la agenda pública. Estos proyectos requerían contar con una unidad de asesoría y gestión, que se responsabilizara de coordinar y dirigir las múltiples acciones que debía realizar el Estado a través de diversos organismos. Para ello se creó la Dirección de Proyectos Urbanos (DPU, 1999)”.

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oeste o de cerro a mar conocidos como ‘Transeptos Urbanos’5. También se diseñó un sistema de iluminación del espacio público sin cables aéreos, parques menores y áreas de equipamiento a la escala de barrio que serían desarrollados posteriormente por el Municipio. Figura 57. Propuesta de zonificación trazado vial del Plan Seccional La Chimba 1999-2001.

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Fuente.: DPU MINVU 2002 2.

También se generaron zonas para equipamientos a escala tanto comunal como local deforma equidistante y equilibrada integrados dentro de la imagen objetivo del conjunto diseñado. Adicionalmente, se propuso en la Ordenanza del Plan Seccional, trabajar con todas las redes de corrientes débiles y de electricidad en forma subterránea, aspecto que no fue fácil de implementar debido que aumentaba los costos de la ejecución pero que logró una mejora sustancial en la imagen del espacio público del sector. Una de las operaciones urbanas más importantes y complejas, una vez aprobado este Instrumento de planificación territorial, fue lograr la implementación posterior del mismo. El mayor desafío que enfrentó este proyecto, fue pasar de un listado de acciones financieras que incorporaba en ese entonces la memoria del Plan Seccional, a la ejecución de un Proyecto Urbano más concreto en el mediano plazo. Es sabido que los Planes Seccionales, son instrumentos que pueden operar a diferentes escalas, normando grandes extensiones de territorio, como a escalas más pequeñas, 5 La idea de los transeptos urbanos, tiene su origen en un estudio sobre el crecimiento norte de la ciudad de Antofagasta (Mancilla y Hun, 1997), basado en conceptos de la antropología, fue utilizado como idea fuerza en la modificación del plan regulador del año 2001.


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detallando las tipologías y las vialidades, por ejemplo, a la escala de un barrio ya consolidado, incorporando generalmente una imagen o idea tridimensional de la ciudad que se desea para ese sector. Esto se expresa generalmente con una maqueta física de la propuesta. Para comenzar con la implementación de este proyecto, se seleccionó una primera etapa de 95 ha de terrenos fiscales, con la intención de urbanizar una parte del Plan con los estudios de ingenierías para las nuevas calles proyectadas como también la infraestructura sanitaria y la iluminación del espacio público. Para concretar lo anterior, se utilizó la figura del Plano de Loteo (figura 58). El financiamiento para toda esta operación, fue con fondos del Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Estos proyectos incluyeron también el diseño de dos parques urbanos propuestos por el plan seccional, que debían posteriormente ejecutarse con fondos del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR), utilizando la glosa ‘ejecución de parques urbanos’. Lamentablemente esa posibilidad fue desechada al cambiar las políticas urbanas, con lo cual la segunda alternativa que se tenía pensada era a través del presupuesto Municipal, cuestión que no se pudo concretar, debido al fallecimiento del Alcalde Pedro Araya y al cambio en las políticas urbanas de la nueva administración municipal. Estrategia de financiamiento para la macro urbanización. La estrategia usada para ejecutar tanto las obras como la urbanización de una primera etapa del Seccional la Chimba, fue un Convenio de Programación entre el MINVU, Bienes Nacionales, Gobierno Regional y MOP. Mientras el Ministerio de Hacienda financiaba las obras, por un total de 2100 millones de pesos, las otras instituciones se comprometían a restituir los fondos una vez ocurrida la venta de terrenos macro urbanizados por parte del SERVIU, apostando a que los terrenos aumentarían su plusvalía. En específico, el acuerdo entre el Ministerio de Vivienda y Urbanismo con el Ministerio de Bienes Nacionales, consistió en primer lugar, el traspaso de las 95,79 ha por parte de BBNN al SERVIU, entidad que llamaría a las licitaciones para la ejecuciones de las obras. En segundo lugar, el MINVU a través del SERVIU, llamaría a la venta de terrenos macro urbanizados para generar los flujos de efectivos para el reembolso del crédito al Ministerio de Hacienda. Por último, una vez devueltos los terrenos macro urbanizados restantes al Ministerio de Bienes Nacionales, este debía traspasar al SERVIU 24,14 ha de terrenos macro urbanizados en la misma zona para asegurar por parte del MINVU, la integración social en el proyecto. De esta forma el ministerio de Bienes Nacionales se quedaría con el resto de los lotes macro urbanizados para cumplir con sus propias metas sectoriales.

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Según el MINVU, este proyecto debía generar ‘beneficios sociales’ como consecuencia de la reducción del déficit habitacional que se esperaba lograr. Además, la generación de nuevos espacios públicos y urbanización para la comunidad, fueron motivos suficientes para que el Estado estuviera dispuesto a respaldaron la gestión financiera de este proyecto. Figura 58. Primera etapa de desarrollo Macro urbanización del proyecto urbano la chimba 20012002

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Fuente: DPU MINVU 2002.

Una vez ejecutadas las obras de macro urbanización, y contando ya con terrenos con una mayor plusvalía, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo a través del SERVIU, encargaron a la DPU MINVU, un estudio de tendencia inmobiliaria para la ciudad de Antofagasta, con la intención de promocionar la oferta de terrenos macro urbanizados a licitar. En este mismo sentido, se llevaron a cabo dos lanzamientos oficiales de ofertas de terrenos del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, uno en Antofagasta y otro en Santiago, con la participación activa de la Cámara Chilena de la Construcción. Hay que recordar que durante el año 2001, nuestro país atravesaba por una crisis económica que tenía paralizadas a las empresas constructoras, por lo cual las estrategias de estudios y de marketing eran muy necesarias para ofrecer una mayor seguridad a los inversionistas y alentarlos a comprar los terrenos en la Chimba (figura 59). Finalmente, se lograron concretar un total de tres licitaciones de terrenos destinados a usos habitacionales que cubrirían los tramos de 1.100 UF hacia arriba. en los lotes traspasados por Bienes Nacionales, dos de estas se realizaron durante el año 2001 y la tercera en marzo del 2002. El valor mínimo de los lotes ofertados, fluctuaban entre las 0,45 a 0,5 Uf/m2. Los lotes tenían una superficie entre 1 y 2 ha.


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Figura 59. Prospecto de marketing para motivar la venta de terrenos.

Fuente: Prospecto proyecto La Chimba, 2001.

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Tabla 6. Valor de venta final de lotes licitados. Manzanas

Lotes

Valor de venta final UF m2

1

1

0,67

2

0,67

1

0,67

2

0,67

3

0,67

1

0,6

2

0,6

2

5

3

0,6

6

2

0,6

7 Fuente: Elaboración propia.

1

0,6

La venta de 19,93 ha de terrenos macro urbanizados, lograron su propósito final que fue regresar el préstamo al Ministerio de Hacienda. En efecto, los ingresos por ventas de terrenos superaron el monto adeudado se recaudaron 2300 millones de pesos. Los 200 millones de pesos restantes, se reinvirtieron en la ejecución de obras de urbanización en el mismo proyecto (figura 60). En este sentido, podemos decir que la operación fue


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exitosa, y es una muestra de que un proyecto urbano puede autofinanciar a un costo cero mediante la generación de plusvalías de terrenos fiscales de los cuales se obtiene provecho para el beneficio del mismo proyecto, en este caso, la macro urbanización de una primera etapa del Plan. Figura 60. Obras de urbanización existentes, canalización subterránea eléctrica, aceras y calzadas.

Fuente: Elaboración propia 2013.

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Junto con esta modalidad de financiamiento de las obras dentro del desarrollo y gestión del proyecto urbano la Chimba, se utilizaron además otras herramientas innovadoras de gestión que no tenían precedente en la región, como por ejemplo, las licitaciones condicionadas en base a prefiguraciones urbanas, tendientes a desarrollar proyectos habitacionales integrales y coherentes mediante loteos públicos con sus respectivas áreas verdes y de equipamientos, las cuales se darán a conocer con mayor detalle en el siguiente capítulo. Implementación Proyectos Habitacionales Seccional la Chimba. Proyecto condicionado y prefiguración urbana La siguiente etapa de implementación del Proyecto La Chimba, contempló la gestión de iniciativas de inversión privada para lograr la aplicabilidad en el sector de subsidios nuevos básicos y unificados en parte de los terrenos traspasados al SERVIU, motivando de esta manera la consolidación habitacional del sector y la integración social en el proyecto. Los proyectos habitacionales privados que se desarrollaron a partir del 2002 en los terrenos adquiridos por diversas empresas constructoras en las tres licitaciones anteriores, cubrían tramos de viviendas entre las 1.150 UF a las 2.500 UF quedando sin atención los tramos subsidiados por el Estado, de tramos 600 UF a 1.000 UF. Para enfrentar esta licitación, fue necesario elaborar un estudio de tendencias del mercado inmobiliario de la ciudad y realizar además una evaluación económica de los proyectos habitacionales que señalara el punto de equilibrio de costos – beneficios para un privado, para determinar cuál era el valor económicamente rentable o atractivo para


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un privado, con el inconveniente además de la restricción que debía asegurarse el mix social de viviendas. Figura 61. Prefiguración urbana y tipológica primera etapa de intervención social.

Fuente: DPU MINVU 2003. Figura 62. Resultado de la primera licitación condicionada con prefiguración urbana.

Fuente: DPU MINVU 2004.

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Es así como en el año 2003, una vez concluida la primera etapa de macro urbanización del Seccional, se elabora la licitación pública en los terrenos traspasados al SERVIU, específicamente en 2,9 has según el citado Convenio de Programación, denominado “Proyecto Condicionado” en el sentido que los licitantes debían ofertar un porcentaje de viviendas correspondientes a subsidios entre los tramos de las 600UF a las 950 UF. Además se entregó una prefiguración urbana o imagen urbana para el sector que incluía una planta de conjunto en base a loteo descartando la tipología de “condominio”, donde se especificaba el tipo de agrupamiento, la continuidad de las calles, emplazamiento de las áreas verdes y equipamientos, para evitar la segmentación de las áreas verdes que suelen terminar en retazos sin uso o inconclusos (figura 61). Sin embargo, las empresas participantes en la licitación, podían mejorar su oferta con diseños urbanos que aportaran mayor valor a la idea de barrio prefigurada (figura 62). Para poder evaluar las ofertas, se adoptaron tres criterios de discriminación entre oferentes: oferta económica, tipología de vivienda ofertada -metros cuadrados, terminaciones, potencialidades, techumbre entre otros- y finalmente propuesta urbana -pavimento, iluminación, % de áreas verdes, diseño de las mismas, el tipo de agrupamiento, la conectividad, y concordancia con la prefiguración urbana-. Tabla 7. Total de viviendas y mixtura de precios de viviendas. 154

Licitación condicionada de 2,9 ha a 0,45 UF/m2 Cantidad de viviendas ejecutadas

Precio de vivienda

69

600 U.F.

85

750 U.F.

91

900 U.F.

TOTAL: 245

Fuente: Elaboración propia.

Puesta en marcha de la ley de Financiamiento Urbano compartido Dentro de las nuevas herramientas de gestión urbana que se utilizaron en el proyecto la Chimba, la más innovadora fue la puesta en marcha de la nueva ley de Financiamiento Urbano Compartido6, la cual buscó generar un acuerdo público y privado para desarrollar obras urbanas mediante prestaciones y contraprestaciones y que logró concretar mediante una licitación pública realizada por el SERVIU en el Seccional la Chimba. Por tanto, uno de los objetivos del SERVIU en la implementación del Seccional contiguas hacia el sector norte, con la finalidad de seguir implementando a futuro el proyecto la chimba 6 La Ley N°19.865, FUC Ley de Financiamiento Urbano Compartido, fue promulgada el año 2005 y la primera aplicación se realizó en el proyecto la Chimba de Antofagasta. Esta ley se basa en las experiencias de concesiones del MOP, y se aprueba precisamente para que los Municipios y el SERVIU puedan permutar obras urbanas por terrenos fiscales.


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

La Chimba fue adicionalmente a la ejecución de viviendas, la construcción de un Parque Urbano equipado con lugares de juegos, variados mobiliarios urbanos y zonas de áreas verdes, obras de urbanización anexas y estudios de urbanización para las áreas (figura 63) . Para la factibilidad económica de dicho proyecto, se comenzó a utilizar desde el año 2004 la Ley de Financiamiento Urbano Compartido, que permitió operar en un plano de optimización de recursos, eficiencia y equivalencia, enajenando un inmueble fiscal recibiendo a cambio una prestación en obras urbanas. Figura 63. Diseño del Parque Rica Aventura, mobiliario urbano, pavimentos de colores, y áreas verdes.

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Fuente: DPU MINVU 2004.

En la práctica, las dos licitaciones públicas se difundieron, una de estas licitaciones mediante el sistema de Financiamiento Urbano Compartido motivando así la participación de las empresas privadas en la ejecución de obras urbanas, mientras que la otra licitación de terrenos, tenía como objetivo incorporar viviendas de 500 UF, mediante la construcción de viviendas de mediana densidad, bloques de cinco pisos de departamentos. La primera de estas licitaciones fue un desafío tanto para el Ministerio de Vivienda y Urbanismo como para la Cámara Chilena de la Construcción, al convertirse en el primer intento por aplicar esta nueva herramienta de gestión para el financiamiento de obras urbanas en Chile. La prestación o las acciones que debían ofertar las empresas participantes en la licitación, era la ejecución de una primera etapa del Parque Rica Aventura (figuras 64 , 65 y 66) y la entrega de un estudio de macro urbanización del sector norte del Seccional la Chimba. Por su parte el SERVIU ponía en licitación pública en contraprestación un terreno de 3,1 ha, terreno urbanizado y normado por el Seccional La Chimba, para desarrollos preferentemente inmobiliarios.


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Figura 64. Etapas y especificaciones técnicas de la materialidad del parque para la licitación pública mediante sistema de financiamiento urbano compartido.

Fuente: DPU MINVU 2004. Figura 65. Etapa de construcción del Parque Urbano Rica Aventura, a cambio de terrenos macro urbanizados para ejecución de proyectos habitacionales.

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Fuente.: DPU MINVU 2005.

Lo anterior implicó un cambio en la manera de proceder tradicional del Ministerio de vivienda y Urbanismo, evidenció la necesidad de reforzar el contacto y relaciones con las empresas constructoras y contar con equipos especializados en la gestión urbana para poder llevar adelante todo el proceso. Estos equipos debieron evaluar los proyectos


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de iniciativa tanto pública como privada, y también realizar la difusión necesaria y el marketing apropiado, como también mejorar los procesos internos tendientes a lograr un servicio en tiempo real, con mayor proactividad. Todo lo anterior, contempló un cambio en la relación público privado de mayor contacto, manteniendo por supuesto las alianzas estratégicas inter-ministeriales. Figura 66. Situación actual del Parque Rica Aventura.

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Fuente: Elaboración propia 2013.

Transcurridos ya más de 12 años de su puesta en marcha, y con un avance de aproximadamente un 60 % de concreción, este proyecto urbano emblemático para la ciudad, sigue desarrollándose con inversiones privadas sobre todo equipamientos educacionales y proyectos inmobiliarios de alta densidad en el frente del litoral sur del plan. Sin embargo, Bienes Nacionales detuvo su esfuerzo por continuar con el proceso de venta de los terrenos del frente de primera línea del plan, zona urbana de alta densidad y con valores de terrenos más elevados. También faltan por concretar las áreas verdes, como el gran parque central, el cual hoy desgraciadamente ha sido desafectado en parte como área verde por la Municipalidad (figuras 67 y 68). Este cambio obedece a un nuevo enfoque de políticas públicas urbanas que privilegian en la actualidad más bien la recuperación de barrios deteriorados a través de programas como Quiero Mi Barrio en detrimento de los proyectos urbanísticos a pesar que la


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inversión de la infraestructura es una realidad. Complementariamente, los equipos de trabajo multisectoriales también fueron disueltos y el conocimiento emigró hacia otros sectores7. A pesar de todo lo anterior, este proyecto urbano sigue siendo un buen referente de cómo se debieran de planificar y gestionar las áreas de extensión urbana de la ciudad de Antofagasta, y es perfectamente replicable a otras ciudades del país. Si bien, la Dirección de Proyectos Urbanos estaba desarrollando proyectos urbanos en varias ciudades importantes de nuestro país, cada una de ellas generó sus propias dinámicas y gestiones urbanísticas, de las cuales también podemos aprender. Figura 67. Situación actual de los terrenos destinados para equipamientos menores que debían ser gestionados posteriormente por la Municipalidad.

Fuente: Elaboración propia 2015. 158

Figura 68. Situación actual de terrenos pertenecientes a Bienes Nacionales, que debieran haberse convertido en el parque transversal urbano más importante del sector norte de la ciudad.

Fuente: Elaboración propia 2015.

Conclusiones Uno de los aspectos más relevantes de la experiencia expuesta fue la gestión que se realizó el año 2002 con el Ministerio de Hacienda para obtener el financiamiento de la ejecución de las obras de urbanización de una primera etapa de desarrollo del Proyecto La Chimba. A penas un año después que el Ministerio de Hacienda transfiriera los recursos para la macro urbanización, la venta de terrenos del SERVIU con una mayor plusvalía, lograron La obtención de recursos para devolver el préstamo, con excedentes 7 El año 2003, se disolvió el equipo de planificación urbana de la Ilustre Municipalidad dependiente del Secoplan. El año 2007, finalizan los programas de la Dirección de Gestión Urbana, ente sucesor de la DPU MINVU. Parte de los profesionales son re asignados a otras áreas del Ministerio de vivienda y urbanismo, otros emigran a diversos programas y hacia instituciones de educación superior.


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

que fueron re invertidos en el mismo proyecto. Otro de los éxitos e innovación local fue la utilización de la “licitación condicionada” como una herramienta de gestión que involucra directamente la imagen objetivo del proyecto urbano. Con esta operación fue posible dirigir formalmente o prefigurar la imagen de barrio que se deseaba para el sector y lograr incorporar a la vez una mixtura de viviendas de distintos valores .En efecto, el objetivo fue incorporar en esa licitación, porcentaje de viviendas con valores entre 600 UF, 750 UF y 900 UF. La ultima herramienta también exitosa de gestión urbana fue la Ley de Financiamiento Urbano compartido, primera experiencia en Chile, para la ejecución de la primera etapa del Parque Rica Aventura, donde se realizó una permuta público – privado de terrenos a un valor determinado contra la ejecución del mismo parque urbano 3,1 ha macro urbanizado. El año 2005, se alcanzó a ejecutar el 40 % del proyecto original, permaneciendo pendientes las áreas de equipamientos menores, el gran parque urbano, la venta de otros lotes de terrenos de Bienes Nacionales para fines habitacionales en la costanera. Se mantiene inconcluso el desarrollo del borde costero y del sector norte del Plan Seccional, a pesar que se dispone de los estudios de ingeniería para una futura urbanización. Referencias bibliográficas Aguirre, Beatriz, RABÍ, Salim,”La trayectoria espacial de la corporación de la Vivienda (CORVI)”, Universidad Central de Chile.Santiago, 2009 De Sola-Morales i Rubió, M. (1995). Charla inaugural Master Proyectación Urbanística Universidad Politécnica de Cataluña. Barcelona: Edicions de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). Dirección de Proyectos Urbanos del MINVU. (1999). Memoria Plan Seccional La Chimba Antofagasta, Segunda Región de Antofagasta. Ilustre Municipalidad de Antofagasta. (2002). Memoria Plan Regulador Comunal de Antofagasta. Meyer, H. (2005). Del plan al proyecto y hacia la perspectiva. Los territorios del urbanista. 10 años (pp. 41-49). Barcelona: Edicions de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).

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2.6 El pericentro de Coquimbo como escenario de renovación estratégica.1 Larry Cortés Peña

Introducción Una de las patologías urbanas más recurrentes en la ciudad contemporánea es el deterioro físico y social de barrios pericentrales. Estas áreas, surgidas inicialmente como asentamientos periféricos, con el tiempo fueron ganando centralidad, producto de la expansión urbana. Además, dieron origen a barrios potencialmente útiles por su ubicación, pero vulnerables a procesos de deterioro frente al sesgado urbanismo en extensión de las últimas décadas.

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Para el concepto de pericentro, la literatura anglosajona utiliza la noción de Inner Área, zone in transition (Chaline, 1981), haciendo referencia a espacios intermedios que se presentan como anillos de crecimiento, propios del ciclo urbano de las grandes ciudades2. Sin embargo, es posible advertir que estas áreas no representan sólo una etapa más dentro de un proceso de expansión, sino que, además, se constituyen como potenciales fronteras interiores ó áreas de sutura entre los tejidos urbanos del centro y la periferia. Aún así, y por diversas razones (urbanas, sociales, económicas, etc.), estos lugares han ido quedando rezagados y vulnerables a diferentes tipos de obsolescencia, manifestando generalmente edificaciones degradadas, sitios eriazos producto de demoliciones, usos deteriorantes y casi nulo mercado inmobiliario. Sin ir más lejos, ya desde principios del siglo XX se avistaba la “formación de una suerte de picarones urbanos, donde se reservaban las áreas mejor ubicadas para las más deleznables actividades, ó, en el mejor de los casos, para las bodegas de los almacenes del centro” (Astica, 2004, pág. 7). En este sentido, las áreas pericentrales parecieran subsistir como territorios silenciosamente estratégicos dentro de la ciudad consolidada y potencialmente adaptables a los cambios que se pudiesen generar en su entorno, más aún si se les considera como el área natural de difusión de las actividades centrales (Chaline, 1981). Si bien, es posible percibir este fenómeno urbano en las grandes ciudades latinoamericanas, también se hace presente en ciudades emergentes de menor escala y 1 Tesis proyectual presentada a la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile para optar al grado académico de Magíster en Proyecto Urbano. Noviembre, 2012. 2 Este ciclo comienza con una población en el núcleo central o core [urbanización], prosigue con el crecimiento de las coronas o ring [suburbanización], para pasar luego al declive demográfico [desurbanización], en espera de una hipotética recuperación del núcleo central [reurbanización] (Dematteis 1998).


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en pleno proceso de conformación. Tal es el caso de la conurbación Coquimbo-La Serena -IV Región de Chile-, específicamente en la península de Coquimbo, que se ha tomado como caso de estudio y operación proyectual. Figura 69. Entorno territorial de Coquimbo.

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Fuente: Elaboración propia.

Península de Coquimbo. Pericentro en deterioro. Desde hace más de cuatro décadas las ciudades de Coquimbo y La Serena han sido protagonistas de un proceso de conurbación, que, a la actualidad, se posiciona como la cuarta más poblada después del Gran Santiago, Gran Valparaíso, y Gran Concepción.


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Dentro de la conurbación Coquimbo-La Serena, la península de Coquimbo es uno de los escenarios territoriales con más carácter e identidad cultural, tanto por su historia de ciudad portuaria, como por su geografía de cerros y quebradas que construyen un anfiteatro hacia el mar (figura 69). Aquí destacan dos órdenes urbanos importantes: el Plan, que coincide con el casco histórico, centro cívico y borde costero; y la Parte Alta de la península de carácter residencial, cuya geografía se caracteriza por considerables pendientes, estructuras rocosas y un tejido urbano sinuoso. Es justamente entre estas dos zonas, ya en la medianía del cerro, donde se extiende un borde geográfico que se abalcona hacia el mar, anunciando el término del centro cívico y el inicio de la Parte Alta de la península (figura 70). Figura 70. Península de Coquimbo.

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Fuente: Elaboración propia.

Labrada por la naturaleza para ser recorrida a pie, esta franja de territorio alberga gran parte del ADN morfológico de Coquimbo, ya que la influencia de la topografía en las formas arquitectónicas y urbanas toma aquí su mayor expresividad: viviendas asomadas al horizonte, grandes zócalos y muros de piedra para contener el cerro, miradores naturales, techos habitables y patios abalconados (figuras 71 y 72). De hecho, los llamados zig-zag de Coquimbo -que forman parte de la identidad de la ciudad puerto-, fueron una respuesta morfológica para conectar peatonalmente las


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zonas bajas y altas de la península, evitando, además, deslizamientos en períodos de lluvia (figura 73). Figura 71.Vista de la bahía desde el sector norte del pericentro.

Fuente: Elaboración propia. Figura 72. Vista de la bahía desde el sector sur del pericentro. 163

Fuente: Elaboración propia.

Finalmente, el sector es atravesado por una red de esbeltos senderos peatonales y pasadizos construidos a lo largo del tiempo, los cuales, como arterias, van irrigando el lugar entre los pliegues del cerro, poniendo en frente todo un desafío laberíntico para el visitante que regularmente asciende para captar las vistas de la bahía. Lo anterior constituye un valor estructural en la experiencia urbana de Coquimbo, pero que lamentablemente se deshace producto del deterioro y la obsolescencia.


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Figura 73. Conexiones peatonales que vinculan la parte baja y alta de la península.

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Fuente: Elaboración propia.


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

Figura 74. Edificio deshabitado.

Fuente: El autor. Figura 75. Espacio urbano en proceso de deterioro.

Fuente: El autor.

Este fenómeno de degradación obedece, en primer término, a la ocupación irregular y no planificada del cerro desde principios del siglo XX, cuyos asentamientos informales han albergado históricamente a una población de estrato socioeconómico bajo. Este contexto de pobreza, sumado a las dificultades de urbanización y accesibilidad que impone la topografía, ha generado una disociación entre estos sectores y las actividades

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económicas del centro, por lo que es frecuente observar lotes eriazos producidos por incendios, viviendas antiguas deshabitadas y espacios públicos carentes de equipamiento y vida de barrio (figuras 74,75 y 76). Figura 76. Pericentro de Coquimbo.

Fuente: El autor

Finalmente, si bien Coquimbo en los últimos años ha experimentado un fuerte desarrollo inmobiliario, casi la totalidad de los proyectos de vivienda y espacio público se localizan en la zona costera, dejando al cerro sin oferta alguna, producto de su entorno poco atractivo para las inversiones. 166

Bajo estos parámetros generales, es posible visualizar que en dicha ciudad persiste una incertidumbre sobre cómo renovar y potenciar urbanamente el cerro, respecto a la utilización de áreas disponibles, tipo de espacio urbano deseable a largo plazo y visión estratégica para capitalizar las cualidades turísticas, paisajísticas y residenciales del lugar. La ciudad como red El planteamiento de estos desafíos supone un especial énfasis en intervenir conscientemente el proceso dinámico de la ciudad, “garantizando la mínima estabilidad necesaria para que la forma urbana, en sus partes y el todo, prolongue una identidad que ha sido conseguida lenta y trabajosamente” (De Gracia, 1992, pág. 179). Se sostiene, por tanto, que la recuperación de este sector no debiera fundarse en el reemplazo de grandes paños urbanos, sino a partir de dos acciones fundamentales de menor escala: la inserción estratégica de pequeñas piezas o nodos de actividades que generen nuevas dinámicas socio-espaciales al interior del sector y una cuidadosa reconfiguración de aquellos circuitos peatonales inconexos, a fin de integrar y reactivar las zonas ocultas, deterioradas y con bajos niveles de uso. Junto con ello, es fundamental un adecuado plan de gestión económica y social, que permita fomentar la organización comunitaria y el emprendimiento local, a fin de retener, integrar y beneficiar a la población residente. En el entendido de que este último punto es imprescindible en cualquier modelo de gestión, así como también una adecuada institucionalidad, el interés y el alcance de


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

este capítulo se limita, más bien, al componente urbano del proceso recuperación. A partir de las dos primeras acciones señaladas, sería posible construir nuevas relaciones y jerarquías en la trama urbana del cerro, potenciando la vida de barrio y la comprensión mental del territorio de Coquimbo, simultáneamente. Para ello, resulta fundamental entender la ciudad como una de red flexible y continua, cuyos flujos se mueven entre nodos altamente conectados en variadas escalas. En esta línea, autores como Christopher Alexander, Gabriel Dupuy y Nikos Salingaros, atribuyen a la composición del tejido urbano un rol fundamental en el desarrollo de las actividades humanas y la comprensión de la ciudad. Figura 77. Esquema de ciudades fractales planteado por Salingaros.

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Fuente: Elaboración propia usando las imágenes de Salingaros (2005), disponibles en: http://zeta.math.utsa. edu/~yxk833/fractalcity-spanish.pdf).

El primero de ellos, propone una especie de superación de la idea de trama o sistema clásico de calles a partir de una vía central (como un árbol), sugiriendo más bien la construcción de semitramas o conjuntos, cuyo orden conformaría un entretejido de flujos de diferentes jerarquías, escalas y usos (Alexander, 1988). Esto, además de estimular los cruces y encuentros interpersonales, otorgaría la “paradójica sensación de estar habitando realidades locales y globales simultáneamente” (Greene y Mora, 2011, pág. 33). Asimismo, Dupuy (1992) reconoce la importancia de un entretejido multimodal, señalando que la red no debiera ser sólo un canalizador de flujos, sino que, además, debe estar enlazada por agrupaciones de nodos que permitan un vínculo mental con la totalidad, ya que el sentido o identidad de los lugares sólo se encuentra al establecer relaciones con otros puntos de la red. En esta búsqueda, Nikos Salingaros (2005) plantea un afinamiento en la relación entre nodos y conexiones, aludiendo que “las fuerzas que permiten que la ciudad funcione son generadas por la diversidad y la necesidad de intercambio de información entre nodos diferentes o complementarios”


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(pág. 11). Por lo tanto, no tendría sentido -desde el punto de vista de la conectividad-, agrupar físicamente nodos del mismo tipo en un área geográfica. Este principio es propio de las llamadas ciudades fractales, cuyas estructuras urbanas propician los encuentros (figura 77) y poseen un cierto grado de complejidad necesaria para la construcción de mapas mentales basados en el reconocimiento de puntos y espacios distintivos. Estos preceptos, esbozados de manera muy general, fueron la base teórica para afrontar el desafío morfológico de Coquimbo, ya que integran las distintas escalas que simultáneamente participan en la compresión de un lugar: el hombre, el barrio, la ciudad y el territorio. Ejemplo de esto es caminar por el cerro y descubrir las arquitecturas vernáculas de sus calles y, al mismo tiempo, la silueta de la ciudad de La Serena en el otro extremo de la bahía. Estrategias Proyectuales Considerando la problemática de deterioro y aplicando el enfoque teórico adoptado, se expone a continuación un resumen de estrategias proyectuales orientadas a revertir el proceso de obsolescencia del lugar y potenciar sus fortalezas urbanas. Como se mencionó previamente, estas estrategias enfatizan el componente urbano por sobre las necesarias gestiones sociales y económicas, que bien pueden formar parte de una línea futura de investigación. 168

a. Estructura Base de Intervención Desde una escala de ciudad, esta primera propuesta tiene por objetivo integrar las zonas altas de la península dentro del circuito turístico costero que abarca gran parte de la conurbación, considerando su tradición portuaria y sus valores paisajísticos. Asimismo, se busca proyectar la zona pericentral como un posible polo de desarrollo residencial, que dé cabida a futuras alternativas de densificación en escala media, en contraste al desmesurado incremento de torres de departamentos que ocupan el borde costero. Para ello, ya en una escala local de intervención, en primer lugar se deben identificar las principales vías vehiculares y peatonales que pudieran asumir un nuevo rol para el desarrollo de la ciudad, integrándolos como una superposición de flujos conectados que permitan diversos tipos de movilidad en el cerro (figura 78). Las vías seleccionadas son aquellas que se encuentran ya integradas a la conectividad general de la península y que poseen un trayecto que vincula las dos bahías que rodean la ciudad: bahía de Coquimbo y bahía La Herradura. Para potenciar estas vías se les asigna un ‘concepto urbano’ que oriente a la formación de nuevas actividades, tales como ‘Boulevard residencial’ -para redefinir a calle O’Higgins-, o ‘Centralidad programática y paseo mirador’ para el eje Almirante Latorre [80 m.s.n.m].


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

Figura 78. Estructura base de intervención.

Fuente: Elaboración del autor. 169

A partir de esto, y en base a la teoría de nodos y conexiones, se establece una primera estructura de ruta turística que pone en tensión las principales plazas del Plan con nuevos puntos de interés en lo alto del cerro, donde se propone generar nodos de actividades, traducidos en proyectos arquitectónicos de tipo cultural, deportivo y turístico. En segundo lugar, se plantea un primer acercamiento hacia la reconfiguración de los senderos peatonales del pericentro, proponiendo un circuito de vacíos que tienen por objetivo articular las conexiones existentes y abrir espacios que hasta hoy permanecen ocultos entre las viviendas. A continuación se propone un mayor acercamiento en cada uno de estos aspectos. b. Ejes renovados y nuevas tensiones urbanas Basándose en la estructura general de intervención, se plantea que no es necesario modificar el trazado existente de las vías estructurantes, sino dotarlas de atributos que permitan detonar una dinámica de recuperación progresiva. El primer caso es la vía Almirante Latorre, proyectada como una nueva centralidad en altura y soporte para una ruta turística. Esta proyección posee dos orígenes: primero, porque es la vía principal de transporte público en la Parte Alta de Coquimbo; y segundo, porque marca el traspaso desde el pericentro a los barrios ubicados en las zonas altas


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de la península, por lo que aumentar su diversidad de usos ayudaría a disminuir la gran demanda de equipamientos y servicios que aquejan a estos sectores (figuras 79 y 80). Figura 79. Nueva Centralidad en calle Almirante Latorre.

Fuente: Elaboración del autor. Figura 80. Imagen objetivo calle Almirante Latorre.

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Fuente: Elaboración del autor.

Como principal acción, se propone la inserción de nuevos equipamientos en puntos estratégicos del cerro [Nodos], cuyos programas tengan una relación espacial y visual directa con espacios significativos del Plan, como plazas y sectores de gran concurrencia, a fin de establecer un circuito coherente y complementario. Es por ello que se sugieren programas culturales, turísticos y deportivos, que puedan no sólo generar nuevas dinámicas sociales, sino también ofrecer lugares de trabajo permanente. De esta forma, se proyecta a largo plazo que esta franja constituya un eje de actividad económica importante en el cerro, generando un entorno propicio a inversiones privadas como restaurantes, comercio y residencias en densidad media. El segundo eje de importancia es calle O’Higgins, por ser la única vía vehicular que atraviesa interiormente toda la franja pericentral y ser el primer nivel geográfico donde comienza a ser perceptible visualmente la bahía (figuras 81 y 82).


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

Con un nivel variable entre los 20 y 45 m.s.n.m, esta vía franquea numerosos espacios eriazos y edificaciones en mal estado, transformándose en uno de los ejes con mayores posibilidades de inserción de viviendas y generación de espacios públicos. En este sentido, y considerando el rol estructurante del Almirante Latorre, se propone dejar la calle O’Higgins en un ámbito semipeatonal, disminuyendo una vía vehicular, pero ganando una ciclovía y un paseo de borde. Figura 81. Boulevard residencial en calle O’Higgins.

Fuente: Elaboración del autor. Figura 82. Imagen objetivo calle O’Higgins.

Fuente: Elaboración del autor.

Con estas intervenciones en ambos ejes, se asegura una carga de flujos y usuarios permanentes en la medianía del cerro y se fortalece la tensión entre este sector y las zonas bajas de la península. c. Reconfiguración de sistemas peatonales Como se señaló anteriormente, si bien el cerro de Coquimbo se caracteriza por contar con recorridos exclusivamente peatonales, la discontinuidad y la generación de rincones subutilizados en muchos de ellos, los han transformado en espacios de degradación y peligro para los visitantes. En este contexto, la estrategia de intervención se basa en dar continuidad a los principales senderos y conectarlos

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con las redes viales existentes, a fin de construir un sistema fluido que integre la movilidad peatonal y vehicular. Esta red queda articulada por un conjunto de vacíos ubicados en los interiores de manzana que, a su vez, se unen por un nuevo eje de carácter semipeatonal que atraviesa buena parte del sector, ampliando la accesibilidad hacia las zonas que permanecían subutilizadas y casi invisibles para el resto de la ciudad. Figura 83. Sistema de senderos peatonales existentes.

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Fuente: Elaboración del autor. Figura 84. Sistema propuesto.

Fuente: Elaboración del autor.

Para ello se han ubicado siete puntos estratégicos entre las calles Almirante Latorre y O’Higgins y entre las vías ascendentes del cerro, asegurando que cada vacío esté en una manzana diferente, pero conectados por un circuito común (figura 83 y 84).


Parte 2: Institucionalidad Urbana y Construcción de Ciudad: Política y Gestión

Estos lugares buscan ser espacios de integración para la comunidad (nodos de encuentro), por lo que la selección de su programa debiese ser altamente participativa, procurando que todos los residentes formen parte del proceso de diseño y se haga un claro reconocimiento de sus intereses, incluyendo -dentro de los posible- oportunidades para la generación de ingresos (Rojas, 2004). Entre los programas tentativos, se encuentran huertos urbanos, plazas temáticas, áreas deportivas o sociales, etc. Figura 85. Nueva red de nodos y conexiones en la península de Coquimbo, considerando las intervenciones propuestas.

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Fuente: Elaboración del autor.

Por su parte, la construcción de estos vacíos articuladores no sería posible sin extraer aquellos inmuebles que presentan malas condiciones estructurales, por lo que se plantea una estrategia de radicación basada en la construcción de nuevas viviendas en torno al vacío que se propone, conservando el lugar de emplazamiento y las redes sociales. Consideraciones Todo escenario urbano, por acotado que sea, reviste una gran complejidad, en la medida que identificamos las distintas variables que originan su forma y su dinámica. Pero la tarea es mayor, ya que lo relevante no es conocer las partes que componen su estructura urbana, sino cómo ellas se relacionan entre sí y logran construir identidad.


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En este trabajo se ha tratado de exponer muy brevemente una visión urbana multiescalar, como enfoque para intervenir estratégicamente el territorio, dejando en un segundo plano aspiraciones -no menos válidas- de forma y estética. En este sentido, se ha propuesto, más que un proyecto, una forma de actuar. Los lineamientos proyectuales permitieron comprender que pequeñas intervenciones en el tejido urbano pueden configurar una red de programas revitalizadores (figura 85), sin la necesidad de reemplazar grandes áreas que, muchas veces, son el sustento de su propia identidad. Referencias bibliográficas Alexander, C. (1988) A city is not a Tree: Design After Modernism: Beyond the Object. Londres: Editorial Thames and Hudson. Astica, J. (2004). La Renovación Urbana, una tarea para todos. Revista de Urbanismo, (10), 4-8. doi:10.5354/0717-5051.2004.5089 Chaline, C. (1981). La Dinámica Urbana. Madrid: Instituto de Estudios de Administración Local. 174

De Gracia, F. (1992). Construir en lo construido. La arquitectura como modificación. Madrid: Editorial NEREA. Dupuy, G. (1992). El urbanismo de las redes. Barcelona: Editorial Oikos-Tau. Grenne, M., y Mora, R. (2011). El proyecto urbano desde una visión sistémica. En M. Grenne, L. Valenzuela y J. Rosas (Ed.), Santiago Proyecto Urbano (pp. 25-46). Santiago: Ediciones ARQ. Rojas, E. (2004). Volver al Centro. La Recuperación de Áreas Urbanas Centrales. Washington: Banco Interamericano de Desarrollo. Salingaros, N. (2005). Principios de una estructura urbana. Conectando la ciudad fractal. Amsterdam: Design Science Planning.




PARTE 3

El sistema urbano eficiente y sostenible en contextos de metropolizaciรณn.


Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

3.1 Metropolización en la región de mayor crecimiento de Chile, Coquimbo.1 Antonio Daher Hechem

Introducción Este capítulo, analizando la reconversión urbano-territorial inducida por el modelo chileno de economía de mercado-neoliberal, demuestra que, las regiones del norte, acentuadamente minero-exportadoras, han tenido un mayor crecimiento, en tanto las del sur han decrecido en términos relativos. Asimismo, esta investigación confirma que la región más “ganadora” es, sorprendentemente, la de Coquimbo, seguida por Antofagasta y la Metropolitana. Por otra parte, señala que la más “perdedora” es, lamentablemente, Magallanes (Daher, 2015).

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En este contexto, y en un análisis comparado de las regiones y ciudades más dinámicas -Coquimbo-Serena y Antofagasta-, se plantea que la primera constituye un caso paradigmático no exento de contradicciones sociales, por su pobreza multidimensional. Asimismo, se sostiene aquí que -atendido el dinamismo de la Región de Coquimbo y de su capital intercomunal- se incuba no sólo una conurbación de la misma, sino su emergente metropolización (figura 86). Un desafío prioritario será un crecimiento con equidad, superando la contradicción de que la economía regional más exitosa presente una persistente pobreza, superior a la media nacional, extremando así una paradojal geografía de la desigualdad. Transformaciones territoriales y urbanas del modelo económico El análisis que se expone considera, metodológicamente, variables geoeconómicas -Producto Interno Bruto (PIB) regionalizado, exportaciones sectoriales, inversión externa directa (IED)- y variables demográficas y socio-laborales. Las variaciones en el PIB de las regiones chilenas durante cuatro décadas (1970-2010) son elocuentes, porque es un período representativo de tendencias, pero sobre todo porque coincide con el desarrollo del modelo económico iniciado en los 70s y vigente hasta hoy, con sus consiguientes reconversiones territoriales (Jonas, 1999) y “contrageografías” (Sassen, 2003). Las cifras del Banco Central de Chile (BC, 2012; Observatorio Regional Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo, SUBDERE, 2013) son categóricas: en 40 años, el aporte al PIB nacional de las regiones al norte de Valparaíso creció 41 % -de 9,8 % en 1970 a 13.9 % en 2010-, mientras que el de las regiones al sur de Santiago decreció -15 % -de 27,6 a 23,5 %-. Así, excepto Aysén, sólo las regiones acentuadamente mineras incrementan su participación en el producto nacional. 1 Este capítulo es producto de los proyectos CONICYT /FONDAP 1511 0020 y Proyectos FONDECYT 1150286 y 1150636.


Parte 3: El Sistema Urbano Eficiente y Sostenible en Contextos de Metropolización

Figura 86. Conurbación La Serena-Coquimbo.

Fuente: Ministerio de Bienes Nacionales, visor de Infraestructura de Datos Geoespaciales. http://www. geoportal.cl/Visor/ 06.06.2015

Este sesgo pro-norte se relaciona con el rol estratégico del sector exportador en el modelo de economía abierta, el cual, si bien ha favorecido a sectores no-mineros basados en las regiones del centro, sur y australes, no ha logrado compensar el dinamismo de la minería, sustentado tanto por el Estado -Corporación del Cobre de Chile, CODELCO-, como por la mayor inversión externa directa (IED) y, en la década pasada, por el alto precio internacional del cobre. De hecho, en este último período se ha verificado una suerte de ‘síndrome holandés’ (Corden y Neary, 1982; Álvarez y Fuentes, 2006), ya que el mayor ingreso de divisas de origen minero apreció la moneda nacional, restándole competitividad a los demás sectores exportadores (Pereira et al, 2009). Dicha situación sólo se revirtió en 2014, con el menor precio del cobre y la consiguiente devaluación del peso chileno. Este ‘síndrome chileno’ no es sólo intersectorial sino, dada la variación latitudinal del país con su desigual y especializada distribución geográfica de recursos naturales, es también un ‘síndrome territorial’. En este contexto sorprende que, analizando las estadísticas (BC, 2012), la Región de Coquimbo sea la que más creció en PIB en los cuarenta años indicados: su participación en el producto nacional pasó de 1,53 % en 1970 a 2,36 % en 2010 (+54.2 %), superando a la Región de Antofagasta -la con mayor especialización minera (figura 87)- que creció 50 %, constituyéndose en la segunda región más dinámica. Ambas superan la tasa de

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crecimiento de la Región Metropolitana (R.M.), tradicionalmente concentradora, que disminuye su participación en el producto nacional de 46,51 % a 43,66 % entre 1970 y 2010. Vemos entonces que lo que no lograron las políticas de descentralización, lo consiguieron la política económica liberal y el mercado global; lo que no produjeron las políticas de desarrollo urbano-regional, lo hizo posible -sin proponérselo- el conjunto de políticas macroeconómicas. El modelo económico ha conducido a una desigualdad en la especialización territorial y a una relativa contradicción: creciente terciarización y creciente reprimarización. En efecto, procesando los datos (BC, 2012), a nivel nacional el sector terciario creció desde 57,9 % en 1970 a 70,2 % del PIB en 2010. El secundario redujo su participación en más de 9 puntos, de 26,1 a 16,9 % -en parte por la desindustrialización sustitutiva-; el primario lo hizo en menor proporción, de 15,9 a 12,9 %. A nivel regional, la realidad es bien distinta: mientras la R.M. redujo su participación en el sector primario nacional de 10,2 % a 7,1 %, y la del Biobío -también metropolitana- de 11,4 % a 6,9 % entre 1970 y 2010, el resto del país incrementó su primarización del 78,5 % al 86 % durante el mismo período. Figura 87. Concesión minera de explotación en la Región de Antofagasta.

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Fuente: Ministerio de Bienes Nacionales, visor de Infraestructura de Datos Geoespaciales. http://www.geoportal. 6.2015


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Así pues, y aunque Acemoglu y Robinson (2014) desestiman la ‘hipótesis geográfica’ en su investigación sobre las instituciones políticas y económicas “extractivas”, en la escala subnacional y en países con variada geografía de recursos naturales, dicha hipótesis se valida. La terciarización y reprimarización en Chile tienen una nítida connotación territorial (véase figura 88 para el caso de Coquimbo). Figura 88. Concesión minera de explotación en la Región de Coquimbo.

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Fuente: Ministerio de Bienes Nacionales, visor de Infraestructura de Datos Geoespaciales http://www.geoportal.cl/Visor/ 06.06.2015

El proceso de reprimarización es consecuente con un sector exportador concentrado en recursos naturales, sobre todo en los mineros. Tal como se observó en el comportamiento del PIB entre 1990 -primer año con estadísticas de exportación regionalizadas (ProChile, 2012) y 2009, las regiones al norte de Santiago incrementaron su participación en las exportaciones nacionales del 51,9 % al 60,4 %. Al contrario, las regiones al sur de la R.M. redujeron su contribución, desde el 31,3 % a sólo 25,6 %. El sesgo norte-minero se hace más evidente al considerar el peso exportador de la Región de Antofagasta: su aporte sube del 29,7 % en 1990 a 33,4 % en 2009. Las exportaciones de Antofagasta superan en valor a las de todas las regiones del centro, sur y australes.


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Coquimbo: paradigma regional para Chile ¿Por qué Coquimbo es la región de mayor crecimiento? En relación a su PIB (BC, 2012; Observatorio Regional SUBDERE, 2013), la Región ha tenido un crecimiento diversificado: el sector primario creció un 68 % entre 1970 y 2010 -de 2,8 % a 4,7 % del total nacional-; el secundario en 77 % -de 0,48 % a 0.85 %-; y el terciario, más urbano, subió 42 % -de 1,8 % a 2,55 %-. Figura 89. Antofagasta: del sector primario-minero al desarrollo inmobiliario.

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Fuente: Google Chile, Google Maps Street View de Julio 2012. https://www.google.cl/maps/@23.694959,70.419523,3a,90y,188.55h,115.36t/data=!3m4!1e1!3m2!1sIvua5l_ZbjyK_E-L6XpVOw!2e0 06.06.2015).

Con un crecimiento menos equilibrado, Antofagasta incrementó su sector primario, durante el mismo período, en 111 %, representando 13,5 % del sector primario nacional en 1970 y 28,6 % en 2010, con un gran impacto urbano inmobiliario (figuras 89 y 90). Asimismo, en cuanto a inversión externa directa (IED) (Comité de Inversiones Extranjeras, 2011, 2014; Borensztein, de Gregorio y Lee, 1998; Kohan, 2011), Coquimbo -con minería relevante- ha tenido una dependencia menor del capital extranjero, captando US$ 1.943.6 millones entre 1974 -promulgación del Decreto Ley N° 600- y 2010, equivalentes a sólo 2 % del total nacional de IED en 36 años. Antofagasta, en cambio, materializó US$ 10.953 millones, un 14 % de ese total. Así, el dinamismo de Coquimbo es casi completamente de origen nacional y con menor IED y sin CODELCO -sin el aporte de la gran minería estatal- ¡ha crecido más que Antofagasta! Menos dependiente del capital extranjero y de la inversión de empresas del Estado -es decir, con menor producción estatal del espacio (Brenner, 2004) y menor injerencia estatal geoeconómica (Sheppard, 2011; Sokol, 2013)- Coquimbo ha logrado ser más competitiva con una base más endógena (figura 91). Su competitividad interregional es consistente con su competitividad internacional: según ProChile (2012), es la quinta región más exportadora de Chile. Acorde con su crecimiento diversificado, sus exportaciones también son significativas en múltiples sectores: es la tercera en exportaciones mineras; la cuarta en exportaciones de servicios;


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la quinta en alimentos del mar -sin salmonicultura-; también la quinta en vinos; y la sexta en exportaciones agropecuarias -¡en condiciones semiáridas!- Coquimbo, sin ser una ‘región-commodity’ (Daher, 2003), como lo es claramente Antofagasta, está integrada al modelo exportador, pero con una canasta diversificada menos vulnerable a los ciclos económicos y a los precios internacionales de los commodities. Estas características disminuyen el ‘riesgo-región’ en el contexto del riesgo-país, otorgándole a la economía local más sustentabilidad frente a las crisis globales. Figura 90. El desarrollo inmobiliario se diversifica con oficinas y servicios, en contraste con el patrimonio de otras épocas de apogeo minero.

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Fuente: Google Chile, Google Maps Street View de Octubre de 2012. https://www.google.cl/maps/@23.64617,70.400443,3a,90y,290.32h,108.91t/data=!3m4!1e1!3m2!1svpy2rVO2-4IWodV5JhDCEg!2e0 06.06.2015. Figura 91. La tradicional Feria de Abastos de La Serena, una muestra del dinamismo endógeno.

Fuente: Google Chile, Google Maps Street View de Enero de 2013. https:/www.google.cl/maps/@-29.907353,71.242182,3a,50.5y,231.35h,88.42t /data=!3m4!1e1!3m2!1sC-YRChSqmd4qaypi7G2sFw!2e0 06.05.2015).


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Ciertamente las economías regionales -en períodos de auge y crisis (Aalbers, 2012; Harvey, 2012; Sassen, 2012)- están asociadas a los mercados locales de trabajo: el dinamismo de Coquimbo es consistente con su mayor participación en el número de ocupados a nivel nacional. Entre 1976 y 2009 -33 años- las estadísticas económicosociales (BC, 2012) confirman que es la región que más acrecienta -en 19,9 %- esa participación en el total nacional, de 3,37 % en 1976 a 4,04 % en 2009. Supera así, como en el incremento del PIB, a Antofagasta, que sube 13,24 % -de 2,87 a 3,25 %-, y a la R.M. que crece 10.06 %, con una ponderación nacional de 39,13 y 43,07 % en esos años. Esta mayor capacidad relativa de generación de empleos de Coquimbo es, análogamente a la composición de su producto y exportaciones, bastante diversificada: en el período analizado (1976-2009), su participación en el número de ocupados en el sector primario nacional creció un 43,9 % -versus 43,1 % de Antofagasta-; en el secundario un 50,6 % -38,2 % en Antofagasta-; y en el terciario un 15,6 % -4,0 % en Antofagasta y sólo 6,9 % en la R.M.-. La mayor oferta de empleos en la Región -excepto en el registro de enero de 2015- y su sostenido crecimiento -junto a características propias de su calidad de vidafundamentan también su mayor crecimiento demográfico-urbano. En tanto, en 1991 (INE, 2014; INE-CELADE, 2008) Coquimbo-Serena registraban una tasa de crecimiento demográfico de 3,82 %, superando al 3,61 % de la comuna de Antofagasta y a la del país, que sólo alcanzaba al 1,85 %. En 2012 -21 años después-, aunque todas las tasas se reducían, la de Coquimbo-Serena era 2,20 %, superior a la de la comuna de Antofagasta (1,60 %) y mayor a la nacional (0,89 %) (INE, 2014). 184

Así, la intercomuna Coquimbo-Serena, que registraba 240.685 habitantes en 1990, casi los doblaba en 2012, con 439.230. Sin duda, el nuevo Censo registrará una población superior al medio millón en esa conurbación, la que se perfila así como la próxima primera área metropolitana del norte de Chile -seguida por Antofagasta, con 378.923 habitantes en 2012, creciendo a una tasa menor- (INE 2014). Pobreza urbana multidimensional: la deuda social del éxito económico regional El notable crecimiento económico de la Región de Coquimbo, acompañado de un consecuente dinamismo laboral y demográfico, se ha traducido sólo parcialmente en superación de la pobreza local. Según datos del Ministerio de Desarrollo Social (2014), la conurbación Coquimbo-Serena, por el crecimiento endógeno regional pero también por las políticas sociales nacionales (Arellano, 2012; Larrañaga, 2013), redujo su indigencia de 15,7 % en 1990 -sobre la media nacional de 13 %- a sólo 2 % en 2006 -bajo la media de 3,2 % del país-: un éxito en 16 años, proporcionalmente mayor al nacional. Sin embargo, las estadísticas relativas a los pobres no indigentes revelan una persistente deuda social, un crecimiento sin equidad (Ffrench-Davis, 2003) que no se corresponde con el éxito económico de la Región (figura 92). En efecto, según las mismas Encuestas de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen), la intercomuna registra indicadores de pobreza no indigente superiores a la media nacional entre 1990 (26,3 % versus 25,6 % en Chile) y 2006 (11,8 % versus 10,5 % del país)


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Figura 92. ¿Dónde se plasma el éxito económico en La Serena-Coquimbo?

Fuente: Google Chile, Google Maps Street View de Noviembre de 2012. https://www.google.cl/maps/@29.963724,-71.335937,3a,75y,41.68h,110.12t/data=!3m4!1e1!3m2!1shZSe6R7o0xIZsXht0rUiRQ!2e0 06.05.2015).

Si bien en 2011 Coquimbo-Serena logra transitoriamente indicadores inferiores a la media nacional -13,7 % versus 14,4 %-, esta sigue siendo alta comparativamente a ciudades del norte: Antofagasta -8 %- o Copiapó-Tierra Amarilla -13 %-. Pero sobre todo, sigue muy alta en relación a los indicadores económicos y laborales de la propia Región de Coquimbo. Según la Encuesta Casen 2013 (Ministerio de Desarrollo Social, 2015), que innovó en las mediciones tradicionales -por ingresos-, considerando ahora indicadores multidimensionales -salud, educación, vivienda, trabajo-, en 2013, en Coquimbo, la pobreza pluridimensional alcanzaba al 21,6 % -20,4 % en el país-, mientras que el indicador por ingreso era solo 16,2 % -14,4 % en el país-, nuevamente superior al promedio nacional con ambas metodologías. Antofagasta es la región con mayor divergencia entre ambas mediciones: 20,7 % multidimensional y 4 % por ingresos, acusando un divorcio entre sus realidades económica y social (figura 93). Regiones tradicionalmente con más pobreza relativa, como Maule, Biobío y Araucanía, registran porcentajes más paritarios entre ambas metodologías. La misma Encuesta, a propósito de las variables multidimensionales, revela que ese año Coquimbo es la región con más población con problemas para acceder a prestaciones de salud -25 %-, superando a La Araucanía -22,6 %- y Antofagasta -17,5 %-. Sin embargo, según la Asociación de Administradoras de Fondos de Pensiones, AFP (2015), la Región de Coquimbo registra el mayor incremento en el ingreso de los cotizantes -20,3 % entre 2010-2014, versus 17,4 % en el país en igual período-. De esa

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forma, superó al incremento de la R.M. -19,6 %- y al de Antofagasta -12,8 %-, aunque esta última tiene una mejor cobertura previsional -76 %- que Coquimbo -55,4 %-, la que es inferior a la media nacional -68,2 %-. La Encuesta Casen 2013 indica que Coquimbo estaba entre las cuatro regiones con mayor afiliación al Fondo Nacional de Salud (FONASA), junto a regiones tradicionalmente con más pobreza, todas con sobre 86 % de su población en ese Fondo estatal. En cambio Antofagasta, con la menor pobreza según ingresos, presenta la menor tasa en FONASA -65,3 %-, confirmando que una mayor proporción de su población puede acceder a Instituciones de Salud Previsional privadas (ISAPRES). Estos datos, sumados a los precedentes, confirman la deuda social de la Región de Coquimbo, la económicamente más exitosa de Chile, deuda reflejada en su persistente y alta pobreza por ingresos y también multidimensional, así como en sus consecuencias humanas y urbanas. Figura 93. Contrastes socio-espaciales en Antofagasta.

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Fuente: Google Chile, Google Maps Street View de Agosto de 2012. https://www.google.cl/maps/@-23.652388,70.385591,3a,90y,281.64h,103.27t/data=!3m4!1e1!3m2!1sZHkyIjAhNJBT2s2Il547YQ!2e0 06.06.2015).

Conclusiones y desafíos: Metrópoli Emergente, no sólo conurbación La segunda ciudad más antigua del país será, conurbada con Coquimbo, la primera área metropolitana del norte de Chile. Refundada sobre un damero imperfectamente ortogonal; creciendo escalando terrazas topográficas; segregándose tras el río Elqui con Las Compañías; compartiendo un significativo patrimonio arquitectónico con Coquimbo; seccionada por la antigua Panamericana y una ferrovía de carga; y con un pujante desarrollo inmobiliario y turístico. Así, casi medio milenio después de su fundación y de más de medio siglo del Plan Serena -1946-1952-, se le presenta una oportunidad estratégica de planificación y gestión colaborativa urbana (Martin, 2011). Transfigurada en cuasimetrópoli, capital de la región de mayor crecimiento económico, laboral y demográfico de Chile en cuatro décadas, esta conurbación neoliberalizada (Peck y Tickell, 2002; Brenner y Theodore, 2002) está en el punto de inflexión de dejar de ser un par de ciudades medias


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vecinas y convertirse, con todos los potenciales desafíos, en la cuarta área metropolitana del país. Coquimbo-La Serena enfrenta muchos de los problemas metropolitanos, como por ejemplo la creciente segregación, déficit de infraestructuras y congestión vial, conflictos medioambientales, difícil acceso a servicios de salud y, sobre todo, una pobreza persistentemente mayor a la media nacional, tanto más inaceptable en una región más competitiva y exitosa económicamente que sus pares. Menos “región-commodity” y menos vulnerable que Antofagasta, la Región de Coquimbo ha ido engendrando una emergente metrópoli que clama por un nuevo Plan SerenaCoquimbo, necesariamente inclusivo en términos sociales -superando la “espacialidad de la exclusión” (Dymsky, 2009)- y ambiental y urbanamente más sustentable. Referencias bibliográficas Aalbers, M. (Ed.), (2012). Subprime Cities. The political economy of mortgage markets. Malden: Wiley-Blackwell. Acemoglu, D. y Robinson, J., (2014). Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder la prosperidad y la pobreza. Santiago: Editorial Planeta Chile. 187

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3.2 Panorama teórico y tendencias contemporáneas de Barrios Sustentables. Especulaciones en torno a un modelo de desarrollo para Chile. Juan Pablo Blanco Moya

Introducción

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El contexto del desarrollo urbano en Chile está fuertemente tensionado por dinámicas sociales, económicas y medioambientales que han emergido en los últimos años. Quizás uno de los aspectos más relevantes es el alto nivel de desigualdad en el ingreso per cápita en el país, uno de los mayores dentro de los países participantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 2011), hecho que tiene una fuerte incidencia en los altos grados de segregación socio espacial de sus áreas metropolitanas. En este contexto, la cobertura, acceso y calidad de los bienes de uso público y en específico de parques y plazas, es un ejemplo ilustrativo del escenario de segregación. Sólo para el Área Metropolitana de Santiago AMS1, Atisba (2011) señala que existían 2.756 hectáreas de áreas verdes2, lo que corresponde a 4,5 m2/hab, cálculo basado en la población estimada a partir del Pre-censo (INE, 2011). Así también, la Universidad Adolfo Ibáñez señala que en el AMS existe una diferencia de 5,02 m2/hab entre la superficie promedio de las áreas verdes accesibles a no más de 15 minutos de caminata, para las comunas con mayor y menor promedio, respectivamente, siendo el promedio general de 5 m2/hab. (Valencia, 2014). Estas tendencias plantean enormes desafíos para el desarrollo urbano del país. Particularmente las áreas metropolitanas de Santiago, Concepción-Talcahuano y Valparaíso-Viña del Mar evidencian preocupantes signos de deterioro medioambiental y social, expresados en la formación de áreas de escasa infraestructura urbana, inequidad en el acceso a servicios, contaminación acústica y del aire, así como un marcado deterioro en el estado de su edificación, particularmente aquélla localizada en las antiguas áreas centrales que no han sido renovadas. De hecho, la Encuesta de Calidad de Vida Urbana desarrollada durante el 2010 por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile (MINVU), ha arrojado que el 71 % de los encuestados evalúa la carencia de áreas verdes y otros espacios públicos como un problema importante y grave. Más aún, la actividad relacionada con la construcción de edificios y comunidades es otro factor crítico en la degradación en el entorno debido al alto consumo de energía que presenta. De hecho, El 26 % de la energía del país es destinado sólo en la operación 1 El Área Metropolitana de Santiago corresponde a 34 comunas de las 52 comunas que forman la Región Metropolitana. 2 Incluye parques intercomunales y metropolitanos, plazas, bandejones, enlaces o calles con antejardines públicos


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edificios (Comisión Nacional de Energía CNE, 2010). Asimismo, el stock edificado contribuye al 33 % en la emisión de gases ‘efecto Invernadero’ y material particulado, tanto en su construcción como en su operación (Ministerio de Medio Ambiente MMA, 2012). Por sobre los aspectos antes mencionados, el problema de la vivienda ha visto una situación contradictoria en los últimos años. Bajo los principios de eficiencia y masividad, desde fines de los ‘80 y hasta principios del 2000 se construyeron en Chile “más de 120.000 departamentos en condominios sociales […] años donde la gran batalla social era el déficit habitacional que afectaba a casi un tercio de la población” (MINVU, 2013a, pág. 12) Si bien esta estrategia ha logrado reducir el déficit cuantitativo de vivienda, también ha tenido efectos negativos en el conjunto del sistema urbano, particularmente al fomentar la generación de grupos de pobreza urbanizada y segregada, localizada en grandes paños de la periferia urbana sin equipamientos y sistemas de transporte. En definitiva, si bien se ha avanzado enormemente en la “solución de los déficits de servicios básicos y en aquellos indicadores vinculados a la pobreza dura […] hoy aparecen con fuerza otros temas como la exclusión/inclusión, integración y cohesión social, que apelan a resolver problemas vinculados a la fragmentación de las relaciones vecinales” (MINVU, 2006, pág. 2), entre otros. En este contexto, entender del barrio como instrumento clave para orientar políticas y programas para superar estos problemas parece del todo necesario. Sobre todo ante el desafío de guiar el diseño de ciudades que integren criterios de sustentabilidad social, económica y medioambiental. Este capítulo propone como metodología la revisión de fuentes secundarias e instrumentos gubernamentales para el desarrollo de barrios, cuyo objeto es establecer la relación positiva entre ganancias medioambientales, como reducción de contaminación, ruido ambiental, etc., y ganancias sociales, como integración y cohesión social. A partir de ahí, desarrolla una estructura más propositiva y abierta en torno a la posibilidad de establecer un modelo de desarrollo para el contexto nacional, a partir de una selección acotada de ‘mejores prácticas’ a nivel internacional. Marco teórico El concepto de barrio La definición de una unidad territorial reconocible, así como la comunidad que lo compone, es una de las formas más simples para describir lo que comúnmente se entiende como barrio. Sin embargo, existe una serie de definiciones y aproximaciones de disciplinas tan diversas como la antropología, sociología y el urbanismo. Una primera precisión apunta a que no existe ninguna referencia a ‘barrio’ que no sea asociada al fenómeno urbano, lo cual es válido tanto para las pequeñas como para las grandes ciudades (Gravano, 2003). Así, el barrio es una parte de la aglomeración urbana, constituyéndose en uno de los sectores, zonas o porciones en que se divide la ciudad. Asimismo, se le reconocen relaciones de inclusividad, como parte de un todo,

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de un escenario mayor, que es la ciudad y que lo comprende (Fadda y Cortés, 2007). En contraste con lo anterior, y según Gallastegui y Galea (2004), hay otros aspectos, relacionados a las características propias de este fragmento del conjunto urbano, en que no hay tal unanimidad, particularmente en relación a la delimitación de un barrio. Se habla de límites más o menos definidos o más o menos imprecisos, de límites físicos y/o simbólicos y de límites que no necesariamente coinciden con los administrativos. Alternativamente, se habla de límites producidos por la red vial, los cuales suelen no coincidir con aquéllos creados en la conciencia del ciudadano. Al respecto, Ledrut (1976) propone que es necesario que exista cierto grado de proximidad a determinados lugares “donde se encuentran los equipamientos urbanos, dentro de ciertos límites y en forma distintiva del resto de la ciudad, como condiciones de un comportamiento que sintetiza en el no ir más allá del mundo del peatón”. Así, las relaciones de vecindad articulan el lazo social sobre la base de la proximidad residencial; el barrio, en cambio, comprende un conjunto de relaciones en otro nivel, en las palabras de Georges Gurvith (en Lerut, 1976), un “agrupamiento que engloba un amplio conjunto de relaciones con los demás”. Más aún, el mismo Ledrut establece que el área del ‘barrio’ estaría acotada a distancias recorribles por un peatón.

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“Lo importante en la construcción del espacio barrial entonces, es la relación estrecha entre lo elementalmente físico y lo social” (Gravano, 2003, pág. 167). Adicionalmente, se reconoce una funcionalidad del barrio, que lo distingue de los consumos generales de la ciudad. Esa funcionalidad “es principalmente residencial, asociada a la localización industrial y comercial y también a las funciones culturales y sociales que componen categorías más generales, como la de forma de vida” (Gravano, 2003, pág. 255). En síntesis, Gravano distingue tres componentes esenciales del barrio: 1. Su espacialidad, aspecto que tiene que ver con el concepto más restringido, y que acota el barrio al espacio físico-arquitectónico de una parte de la ciudad. 2. Su escenificidad, entendida como recinto o escenario social, donde se aglutina la problemática social general. 3. Su funcionalidad estructural, o el rol que juega dentro de la estructura socio-urbana, referido a los usos urbanos específicos del barrio que se distinguen de los consumos generales del espacio que ejerce la ciudad en forma amplia. (Fadda y Cortés 2007, pág. 52) Así, el barrio sería un concepto urbanístico-social, que representaría una ‘microciudad’. De hecho, es debido a su característica de ‘escala intermedia’, un eslabón entre la ciudad y el individuo, que representa especial interés para la disciplina del urbanismo. En este punto, el trabajo realizado por Jacobs (1961) aporta importantes variables a la definición de barrio. Más específicamente, Jacobs entiende a la ciudad como un ente constituido por distritos, áreas delimitadas que aglutinan una mixticidad de usos. La autora apuesta por el barrio como un órgano de autogobierno urbano, enfatizando así la necesidad del


Parte 3: El Sistema Urbano Eficiente y Sostenible en Contextos de Metropolización

conjunto de la ciudad y abandonando la autonomía de sus partes. Establece el rol central de la calle como espacio donde tejer redes de vida pública cotidiana a pequeña escala, de confianza y control social, donde el automóvil tiene cabida, pero no exclusividad, ni siquiera predominio. Esta visión integradora de usos y usuarios, es parte esencial de la noción actual de barrio. Para adelantar una definición operativa del concepto de barrio que resulte coherente a estos planteamientos, se aplicarán, en esta etapa de la investigación, principalmente los componentes de espacialidad y funcionalidad, integrados a la definición desarrollada por los programas gubernamentales dedicados al desarrollo y mejoramiento de barrio a nivel nacional: Es un territorio con límites reconocibles por sus habitantes y los ajenos a él, conformado por una o varias unidades vecinales, poblaciones o conjuntos habitacionales, que comparten factores de identidad o pertenencia dados por su localización o configuración espacial, geográfica y ambiental, por el tipo de vivienda, unidades de viviendas en un rango de 250 a 500, por una historia común o, por compartir equipamientos, espacios públicos, servicio, transporte y/o comercio. (MINVU, 2014) Barrios sustentables: Estado del arte Para los efectos del presente capítulo, se ha decidido ocupar el término de barrios sustentables por sobre otras denominaciones disponibles en la literatura –eco-barrios, distritos sustentables, comunidades sustentables, eco-ciudades, eco-distritos, entre otros-, debido a que todas describen un fenómeno similar, con diferencias derivadas de su contexto y origen idiomático. En sí, el término de barrios sustentables proviene principalmente de la traducción de sustainable neighborhood de la literatura anglosajona (Barton, 2000; Sharifi y Murayama 2013; Berardi, 2013; Spinks, 2015; Hamedani y Huber, 2012). Por otra parte, el término eco-barrios proviene principalmente de la literatura francesa, y deriva del concepto de ecoquartiers (Lefèvre y Sabard, 2009; Souami, 2009; Bovet, 2009; Naciones Unidas, 1992). A esta consideración conceptual cabe además señalar que la adopción del concepto de barrio en la literatura urbanística nacional ha sido ampliamente difundida, así como en políticas y programas gubernamentales de alto impacto -Programa Quiero Mi Barrio MINVU-. Más aún, la definición y alcances del concepto de barrio ha sido ampliamente discutido por diversos autores, con enfoques que unen la antropología, sociología, política pública y urbanismo, entre otras vertientes disciplinares (Hidalgo, 2007; MINVU, 2004; Rodríguez y Sungrayes, 2004; Sabatini, 1998; San Martín, 2002; Sillano, Greene y Ortúzar, 2006; De Ramón, 1990; Castillo, Forray y Sepúlveda, 2008, entre otros), y es parte de una serie de iniciativas ciudadanas al respecto -Junto al Barrio, Defendamos la Ciudad, Ciudad Viva, por nombrar algunas-. Además y debido a la emergencia del

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concepto de sustentabilidad -entendido como desarrollo sustentable- en la academia y agenda pública en el país, se considera un concepto más cercano a la realidad chilena, y es capaz de otorgar una visión holística que la denominación eco ó ecológico carece.

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Una de las principales referencias teórico-práctica para identificar, definir y evaluar barrios sustentables está dada por el concepto de ‘ecobarrios’, surgidos a partir de las ‘Agenda 21’ locales. La ‘Agenda 21’ es el programa de acción para promover el desarrollo sostenible en los ámbitos local, estatal, regional y mundial, y es el punto de partida para una serie de iniciativas posteriores que amplían y complementan su objetivo original -Carta de Aalborg 1994, Carta de Lisboa 1996, Río +5 1997, y la Cumbre de Johannesburgo 2002-. Junto con ello, la Organización Mundial de Salud (OMS) creó en el año 1986 el concepto de ‘Ciudades Saludables’ como una guía para promover asentamientos humanos más sustentables, relacionando materias de salud pública con diseño urbano. A partir de estas iniciativas, el concepto de barrio sustentable ha crecido en influencia, y se ha transformado en elemento transformador tanto para comunidades organizadas como para la industria de la construcción. En el primer caso, las iniciativas asociadas al concepto de transition towns en el Reino Unido (Hopkins, 2008) ha sido fundamental para la organización de comunidades en pos de mejorar la resiliencia de sus barrios mediante métodos de producción de alimento local, adopción de tecnologías basadas en recursos renovables y promoción de alternativas de transporte que no dependen de fuente de energía fósil. Los transition town son proyectos comunitarios creados en Irlanda, basados en los principios de la permacultura que han expandido su influencia a nivel global. Sus fundamentos ponen énfasis en los desafíos de construir asentamientos resilientes. En el segundo caso, han emergido con fuerza proyectos y estándares de diseño y construcción de barrios sustentables, particularmente desde la industria inmobiliaria de países desarrollados. Cabe destacar en este punto los casos de Hafen City en Holanda y Dongtan City en China, entre otros. Se reconoce en la literatura que una de las principales ventajas de actuar sobre la escala de barrios sustentables es su potencial para reconstruir las ciudades principalmente en zonas degradadas -industriales y marginales- y prever las nuevas zonas de crecimiento o en proceso de urbanización, con el afán de anticiparse al crecimiento suburbano difuso (Lefèvre y Sabard, 2009), es decir, se utilizan como instrumentos correctivos y preventivos en la acción de la planificación urbana. Los barrios sustentables plantean una importante complejidad teórica, debido a que si bien deben responder en primer lugar al bienestar y calidad de vida de sus comunidades, muchas veces en su diseño y gestión priman consideraciones que exceden sus límites físicos, como la variable medioambiental, lo que crea una permanente tensión en la respuesta de su diseño a ambas demandas; sociales, por un lado, y medio ambientales, por otro (figura 94). Tensión entre elementos endógenos y exógenos en barrios sustentables). En algunos casos, y según la literatura internacional (Lefèvre y Sabard, 2009), los principios medioambientales adquieren mayor importancia por lo que una


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de sus características más relevantes es estimular el bajo consumo energético en las viviendas y en la infraestructura urbana, así como promover los espacios verdes en los sitios públicos. No obstante, el aumento de los espacios públicos para fomentar la cohesión social, promover el uso mixto de suelo, y la participación social en el desarrollo de los proyectos, entre lo más destacado, también forman parte de la idea de un barrio sustentable. Figura 94. Tensión entre elementos endógenos y exógenos en barrios sustentables.

Fuente: Elaboración propia.

Cabe destacar que la llegada de este tipo de proyectos a la realidad latinoamericana puede presentar problemáticas tanto técnicas como consideraciones más conceptuales respecto del valor intrínseco en los métodos de urbanización que caracterizan la ciudad latinoamericana, más allá de sus obvias limitaciones y deficiencias estructurales -infraestructura precaria, asentamiento irregular, delincuencia e inseguridad, por nombrar algunos- (De Ramón, 1990). De hecho, y a partir de la experiencia de fenómenos como las ‘favelas’ de Brasil, ‘villas miseria’ en Argentina ó ‘poblaciones callampa’ en Chile, ciertos principios ordenadores del concepto del barrio sustentable son también parte de este tipo de urbanismo local: la organización vecinal (De Ramón, 1990, pág. 15) y el rescate de las tradiciones y costumbres, así como también se presentan algunos elementos de cohesión social ciertos hábitos, entre ellos, la movilidad activa y la agricultura (Castillo, Forray y Sepúlveda, 2008). Tales características no son comúnmente consideradas en los procesos de mejoramiento urbano oficiales y, lamentablemente, algunas de estas tienden a desaparecer poco a poco ante los procesos de urbanización convencionales. Integración de criterios de sustentabilidad en barrios Aunque no existe una definición única de sustentabilidad según la literatura internacional (Sharifi y Murayama 2013; Berardi, 2013; Spinks, 2015), ésta es usualmente descrita en términos de los tres pilares de la sustentabilidad: sociedad, economía y el medioambiente. Así, un desarrollo sustentable sería aquél que mejora (ó al menos no disminuye) ninguno de aquellos pilares. Un cuarto pilar que incluye la dimensión institucional y gobernanza es también sugerida por algunos autores (Hamedani y Huber, 2012; Sharifi y Murayama, 2013). Este incluye consideraciones acerca de cómo las instituciones afectan el desarrollo, así también como criterios como gobernanza, descentralización, marco legal e instrumentos, sistemas de información, e investigación y educación para institucionalizar el desarrollo sustentable.

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Mecanismos de evaluación, indicadores y estándares para barrios sustentables Para ayudar y guiar el diseño de barrios sustentables, han surgido una serie de herramientas conocidas como ‘métodos de evaluación medioambiental’ o ‘herramientas de evaluación para la sustentabilidad’ (Sharifi y Murayama, 2013). Ambos casos refieren a un ‘marco operacional’ diseñado como una herramienta para evaluar y guiar el desarrollo de edificios sustentables. El nivel del marco operativo es definido como la escala en la cual es diseñado e implementado. En el caso sistemas de certificación difundido por Consejos de Edificación Verde de diversos países, al apuntar a acciones a escala local, pueden jugar un importante papel en el desarrollo de ciudades más sustentables, ayudando a urbanistas, desarrolladores inmobiliarios, consultores, ocupantes y entidades de gobierno a tomar conciencia de los beneficios del desarrollo sostenible. Este desafío ha sido tomado por los principales sistemas de certificación, los que han desarrollado versiones especiales para barrios y comunidades (Tabla 8). Tabla 8. Resumen de marcos operacionales para barrios sustentables más destacados a nivel internacional.

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MARCO OPERACIONAL (‘FRAMEWORK’)

ORGANIZACIÓN

PAÍS

ULTIMO AÑO DE PUBLICACIÓN

BREEAM (Communities)

Building Research Establishment

Reino Unido

2012

LEED(-ND)

US Green Building Council

Estados Unidos

2009

CASBEE(-UD)

Japan Green Building Council, Japan Sustainable Building Consortium

Japón

2007

DGNB(-NSQ)

German Sustainable Building Council

Alemania

2013

Green Star (Communities)

Australian Green Building Council

Australia

2012

Green Townships

Indian Green Building Council

India

2013

HQE2R

European Commission

Unión Europea (Francia)

2004

EcoCity

European Commission

Unión Europea

2005

EarthCraft Communities

EarthCraft, Greater Atlanta Home Builders Association, Southface

Estados Unidos

2013

Fuente: Buchanan (2014, pág. 5).

En este contexto, en Chile diversas organizaciones llevan a cabo políticas y proyectos


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tendientes a establecer un ‘marco operacional’ para evaluar y guiar proyectos de barrios sustentables. En el sector público, el Estado se encuentra llevando a cabo distintas iniciativas relacionadas con el uso eficiente de los recursos: se ha formado el Consejo Interministerial para la Construcción Sustentable, la iniciativa de ‘Barrios Verdes’ del Ministerio de Medio Ambiente, el Sistema de Calificación Energética del MINVU, y la Agencia Chilena de Eficiencia Energética, por nombra algunos. En el sector privado, en tanto, existe un marcada tendencia por responder a este fenómeno y proponer productos de mejor desempeño medioambiental, a saber: la implementación y masificación de la certificación de edificios LEED, los proyectos Urbanos Sustentables ‘PRES Constitución’ y ‘Calama PLUS’, además, la construcción sustentable es ahora vista como un atributo de venta. Por otra parte, distintas iniciativas lideradas por Instituciones u ONGs han apoyado la adopción de estrategias de diseño sustentable en la industria de la construcción, como por ejemplo: el lugar de liderazgo de Chile, siendo uno de los 10 países con más edificios LEED en el mundo, la creación de una Certificación Nacional de Edificación Sustentable liderada por el Instituto de la Construcción, la Declaración de Materiales (DAPCO) de la Corporación de Desarrollo Tecnológico (CDT) y el IDIEM. A pesar del aporte de cada una de ellas, hasta el momento no ha habido mayor debate respecto de la necesidad de generar barrios más sustentables o como lograrlo, y tampoco se cuenta con una herramienta de evaluación establecida con la cual medir el mérito de tales proyectos en términos de su contribución al desarrollo sustentable. A partir del análisis de los marcos operacionales antes vistos, es posible extraer un listado de temáticas y criterios comunes a todos ellos (Tabla 9), que pueden representar el punto de partida para un análisis detallado de la experiencia nacional. Tabla 9. Resumen de variables de evaluación comunes a los marcos operacionales más comunes a nivel internacional.

Variables para evaluar el diseño de barrios sustentables RECURSOS Y M. AMBIENTE

TRANSPORTE

FACTORES SOCIALES

Agua; Energía; Materiales, ecosistemas, biodiversidad, conservación de recursos, etc.

Medios de transporte; Intermodalidad; Alternativas de transporte; disposición de estacionamientos, etc.

Vivienda ecónomica: Comunidades inclusivas; Seguridad, calidad de vida, patrimonio, redes sociales.

FACTORES ECONÓMICOS Trabajos locales y economía, financiamiento, inversión, empleo y negocios.

Fuente: Elaboración propia, en base a Buchanan (2014).

LOCALIZACIÓN

DISEÑO Y LAYOUT

INNOVACIÓN

Urbana central ó periférica; Reutilización terreno en desuso; Rural

Uso mixto; infraestructura verde; Desarrollo compacto; Acceso, diseño y planificaciòn urbana.

Composición del equipo; Innovaciòn en cualquiera de las variables anteriores, que excede las normas mínimas

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Componentes de un barrio sustentable Particularmente para este estudio interesa la interpretación propuesta por Barton (2000), donde un barrio sustentable debe ser tratado como un ecosistema en el sentido de que éste provee los elementos esenciales para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, creando su propio microclima y las condiciones de confort y sustento en favor de su autonomía. Esto se traduce urbanística y arquitectónicamente en el aprovechamiento y gestión de la energía y del agua, en la disminución del gasto energético y en el aprovechamiento responsable de los recursos naturales. Para ello, es necesario el desarrollo y uso de tecnologías alternativas en los edificios y en las infraestructuras urbanas. Por su parte, la construcción de un barrio sustentable, en términos ambientales, significa un trabajo de construcción de la identidad del barrio y de la profundización del sentimiento de pertenencia de sus habitantes (Souami, 2009), así como del aumento de la masa verde y la integración de los espacios naturales con el medio construido. En términos de la movilidad sustentable, ésta es quizás una de las características más relevantes de los barrios sustentables los cuales, como lo señalan Lefèvre y Sabard (2009), requieren de una reorganización del tejido urbano para reducir los desplazamientos y favorecer otras formas de circulación como las ciclovías y las sendas peatonales -movilidad activa-, así como fomentar el uso del transporte público. Finalmente, un barrio sustentable también requiere de una densificación generada por nuevas formas urbanas que rompan con la dispersión pero que no reproduzcan los grandes bloques de vivienda funcionalistas de más de diez niveles. De acuerdo con Barton (2000) se promueve la densificación más alta cerca de las zonas de servicios y más baja en las zonas habitacionales con el afán de favorecer un ambiente a la escala humana. La densificación también contribuye a la disminución de los desplazamientos y favorece la proximidad de los servicios. En términos de programas relacionados directamente con la comunidad de un barrio sustentable, se privilegian programas de fomento a la cohesión social a través del aumento de los espacios públicos y de la promoción de actividades, principalmente de sensibilización medioambiental. Como lo muestra Bovet (2009) en su estudio sobre barrios sustentables en Europa, en algunos de ellos se construyen granjas o jardines comunitarios para el cultivo de hortalizas de consumo local; estos espacios están acondicionados para realizar talleres de cómo cultivar la tierra y de educación ambiental que permiten, además del aprendizaje, las interrelaciones personales. Otro elemento que se procura integrar en estos proyectos es la mixidad intergeneracional, lo cual favorece la solidaridad y estrecha los lazos sociales. Finalmente, las características que se presentan en un barrio sustentable son la concertación y negociación entre los actores públicos, privados y sociales, mismas que se ha vuelto más ricas y complejas. Para ello se requiere un marco normativo que facilite la implementación de un proyecto con las características de un barrio sustentable y que defina los mecanismos de participación social (Lefèvre y Sabard, 2009).


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Mejores prácticas: experiencia internacional y proyectos locales EcoDistrict, Portland (Estados Unidos) Este modelo de vecindario promueve el uso de energía renovable, la reutilización del agua y otorga prioridad a los peatones y ciclistas. El modelo de EcoDistrict consiste en un vecindario o distrito con un gran compromiso por acelerar la sustentabilidad en la zona. Estos barrios se autoimponen ambiciosas metas, la comunidad toma acción y las inversiones realizadas van guiadas hacia esa dirección. Además, se monitorizan los resultados obtenidos con el paso del tiempo. Se suma a esto medidas de eficiencia energética, producción de energía renovable y baja en carbón, la reutilización del agua y un sistema de transporte que dé prioridad a peatones.3 Barrios Sustentables (MMA, Chile) El programa Barrios Sustentables es una iniciativa del Ministerio del Medio Ambiente que busca la implementación de un modelo de gestión ambiental basado en el desarrollo y aplicación de conductas sustentables a nivel de barrio, donde el municipio como gestor técnico, trabaja en la comunidad a través de las Juntas de Vecinos y/u organizaciones comunitarias de carácter territorial. Esta iniciativa tiene como pilar fundamental, la realización de talleres técnicos y prácticos en temas como buenas prácticas ambientales. Barrios Sustentables se inició durante el año 2012 como un programa piloto en el Barrio Villa Estación en Villa Padre Hurtado.4 Barrio sustentable (Coronel, Chile) El proyecto es liderado por Transelec en alianza con los ministerios de Vivienda y Urbanismo y de Energía, la Fundación Un Techo para Chile, la EGIS Padre Hurtado, entre otros. Se trata de un proyecto de barrio que pretende generar espacios de integración social, cultural y etárea, que fomenten los procesos de inclusión social. De esta manera, coexisten tres tipos de vivienda, dependiendo del subsidio al cual se opte. El Plan Maestro Urbano contempla un programa de desarrollo de viviendas eco-eficientes, de distintas tipologías, materialidades y tamaños, articuladas en base a diversos microbarrios interrelacionados entre sí por medio de espacios públicos.5 Kronsberg, Hannover (Alemania) Este proyecto fue concebido como parte del evento Expo 2000, dedicado al desarrollo sostenible. Representa uno de los casos de estudio emblemáticos de este tipo de proyectos, y es referencia de la mayor parte de la literatura disponible. El Distrito de Kronsberg se basó en los objetivos fijados en la Agenda 21 local y representó la materialización del concepto de barrio sustentable según el Ayuntamiento de Hannover: un desarrollo 3 Fuente:http://designbuildsource.com.au/from-grey-to-green-taking-a-neighbourhood-approach-tosustainability 4 Fuente:http://www.mma.gob.cl/educacionambiental/1319/w3-propertyvalue-16361.html 5 Fuente:http://www.coronel.cl/2011/05/transelec-expuso-detalles-del-proyecto-de-reconstruccionbarrio-sustentable-a-300-familias-damnificadas-del-terremoto/ 6 Fuente: http://www.energycities.eu/IMG/pdf/Sustainable_Districts_ADEME1_Kronsberg.pdf

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inmobiliario que no dejara de lado ningún aspecto ambiental -residuos, agua, energía, paisaje, etc- y que al mismo tiempo considerara las variables sociales -mezcla de usos y de rentas, conectividad, equipamientos- junto a las ambientales.6 Ecobarrio La Unión, en Lille (Francia) En Francia se encuentra en desarrollo el proyecto de ecobarrio La Unión, en Lille, cuya realización se prevé en un plazo de 15 años -2006 al 2021-, y se caracteriza por integrar elementos tecnológicos con la certificación de Alta Calidad Medioambiental (HQE por sus siglas en francés), mixidad y diversidad social, usos de suelo mixto, empleo local, 30 % de vivienda social, densificación, movilidad sustentable, equipamientos, servicios y espacios públicos accesibles; todo esto en un marco de gestión participativa para lo cual se han creado espacios de diálogo y se han desarrollado diversas dinámicas de participación y consultas públicas.7 Resultados de investigación

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Un barrio sustentable, entonces, se podría definir como un sistema donde convergen el tejido urbano -características urbanas, uso del suelo y línea de cielo-, la integración de la agricultura y la naturaleza en el conjunto urbano, la gestión sostenible de los recursos hídricos y energéticos, la adecuada gestión de residuos y emisiones, guiados por criterios sustentables. Es decir, un sistema que optimiza las condiciones para el desarrollo humano en armonía con el medio ambiente. En este sentido, la escala de acción de tal sistema, entre los edificios como unidades y la ciudad como total, puede ser una gran ventaja para la sustentabilidad. Esto se debe a que la escala a la cual se realiza una acción puede ser determinante en el resultado, ya que establece hasta qué punto las personas se sienten parte de ella, a lo que se suma que las acciones a nivel local tienden a generar repercusiones a gran escala. Por otro lado, y en términos de la gestión del barrio, es posible reconocer una amplia gama de entidades públicas y privadas que buscan el fomento de este tipo de iniciativas. Es necesario entonces poner especial énfasis en los elementos que promueven estas distintas entidades, ya sean estas entidades internacionales -Naciones Unidas, UNESCO, Transition Towns-, gobiernos locales -municipios, ministerios-, comunidades organizadas y desarrolladores privados -inmobiliarias-. Según investigaciones recientes (Le Goix y Webster, 2006), los actores involucrados en la gestión de este tipo de proyectos influyen directamente en los mecanismos de evaluación y criterios de diseño empleados, por lo que es un aspecto que es necesario estudiar para el caso chileno, y así entender cuáles son los mecanismos que promueven el desarrollo de barrios sustentables en este contexto. Desde el punto de vista sistémico, una entidad organizada desde estructuras superiores -top-down- no contaría con mecanismos de retroalimentación y respuesta temprana a cambios en su contexto. Por su parte, una entidad que surge a partir de la 7

Fuente: http://www.eco-quartiers.fr/#!/fr/focus/etudes-de-cas/l-union-17/


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interacción de sus capas más bajas -bottom-up-, que en este caso estarían representadas por los habitantes del barrio, podría permitir el desarrollo de planificación a una escala menor, desencadenando una sumatoria de efectos positivos que impactan en la escala mayor de la ciudad (Engel-Yan et al., 2005; Choguill, 2008). Asimismo, las estrategias de diseño orientadas a generar una alta cantidad de interacciones e incentivar la emergencia de dinámicas sociales puede facilitar el desarrollo de comunidades más empoderadas y resilientes (Peterman, 2000; Beske, 2007). En Chile diversas organizaciones llevan a cabo políticas y proyectos tendientes a establecer un marco operacional para evaluar y guiar proyectos de escala urbana. Si bien se cuenta desde el 2014 con la primera Certificación de Edificios Sustentables nacional (CES), ésta sólo opera a la escala de edificios singulares, sean de salud, educación, etc. En el sector público, el Estado se encuentra llevando a cabo distintas iniciativas relacionadas con el uso eficiente de los recursos, en el sector privado, en tanto, existe un marcada tendencia por responder a este fenómeno y proponer productos de mejor desempeño medioambiental. Por otra parte, distintas iniciativas lideradas por Instituciones u ONGs han apoyado la adopción de estrategias de diseño sustentable en la industria de la construcción. A pesar del aporte de cada una de ellas, “hasta el momento no ha habido mayor debate respecto de la necesidad de generar herramientas específicas para evaluar la sustentabilidad de proyectos de escala urbana” (Blanco, 2014) como el caso de los conjuntos de vivienda social del Catastro MINVU 2013. Dentro de esta diversidad el sistema de certificación de sustentabilidad para proyectos urbanos desarrollado por BREEAM (2013) tiene varias características que permiten su adopción al caso chileno. BREEAM Urbanismo tiene procesos dedicados a incorporar problemáticas locales que permiten modificar el contenido de la herramienta. Para ello, emplea la instancia International Bespoke para negociar cambios en base a regulación, cultura y clima local. Finalmente, BREEAM Urbanismo incorpora durante la etapa de diseño y entrega una serie de instancias de trabajo con la comunidad local y actores relevantes. Conclusiones En la revisión de casos de barrios sustentables es posible apreciar qué aspectos ambientales y económicos son comunes, a los que se pueden sumar factores relevantes para la realidad local, como por ejemplo aspectos de adaptabilidad, resiliencia y reducción de la vulnerabilidad de comunidades frente a desastres naturales y cambio climático. Además, se podría promover la entrega de información y educación sobre sustentabilidad, influyendo en el comportamiento positivo de las personas y en el desarrollo de una cultura de sustentabilidad. Pero principalmente, un barrio sustentable debiese enfatizar el desarrollo del sentido de comunidad, buscando fortalecer las capacidades de los vecinos en la corresponsabilidad ambiental con su entorno, a través de la educación, la construcción de redes y el desarrollo de iniciativas locales. Asimismo, es necesario involucrar a sus futuros habitantes desde su formulación hasta la ejecución y entrega de las respectivas viviendas. Junto con ello, se deben integrar

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programas de empleo local, tales como la capacitación de sus habitantes en actividades complementarias, como programas de creación de nuevas fuentes laborales, enfocadas a la generación de los denominados ‘empleos verdes’. Desde el punto de vista de la práctica urbanística, es importante reconocer el rol del Plan Maestro como herramienta orientadora respecto a la integración de criterios de sustentabilidad en barrios. En ese sentido, el Plan Maestro debe por un lado fomentar el desarrollo de viviendas eco-eficientes, de distintas tipologías, materialidades y tamaños, y por otro articular diversos micro-barrios interrelacionados entre sí por medio de espacios públicos. En ese sentido, las áreas verdes, espacios públicos e infraestructura urbana deben contribuir a una vida en comunidad armoniosa, junto con replantear la distribución del uso del suelo, otorgándole a las áreas verdes más del porcentaje exigido por la normativa aplicable. Finalmente, es importante plantear soluciones de diseño que fomenten el uso de fuentes de energía renovables como energía solar en las viviendas y espacios públicos, y eólica en los espacios comunitarios, así como estrategias de reutilización de residuos como el uso de reciclaje de aguas para riego de áreas verdes (parques inundables con menor costo de mantención) y fomento y apoyo al reciclaje de basura.

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Más aún, la revisión de los mecanismos actuales para la promoción de proyectos de barrio estableció una serie de oportunidades para integrar aspectos que vinculen de mejor manera la calidad de vida de los residentes con la mejora de estos conjuntos en torno a su contribución al desarrollo sustentable de su entorno. En la última década han surgidos programas que buscan mejorar las condiciones de conjuntos residenciales. En ese sentido, y bajo el primer mandato de la presidenta Bachelet (2006-2010), el MINVU creó el Programa Quiero mi Barrio, que inició su implementación en 200 barrios de 80 comunas en las 15 regiones del país para generar una “mayor integración, con espacios públicos recuperados, mejores condiciones de entorno y relaciones sociales fortalecidas” (MINVU, 2008, pág. 3). Este programa continúa en el gobierno de Sebastián Piñera, con el nombre de Programa Recuperación de Barrios, al cual se suma el Programa de Condominios Sociales, que promueve el ejercicio de deberes y derechos de los copropietarios, mediante la rehabilitación y mejora de los bienes comunes de condominios sociales. Diversos autores han planteado críticas a estos programas, a saber: ATISBA (2010) sostiene que el problema de los barrios homogéneos de pobreza no se resuelve con intervenciones físicas acotadas, debido a que no incorporan la escala real del problema ni la inversión es significativa, pasando por alto el tema urbano más crítico, su localización. Entre los años 2013-2014 el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) implementó en tres regiones del país el programa de Recuperación de Condominios Sociales Segunda Oportunidad, el cual tuvo como objetivo “integrar el tejido social y urbano en sectores vulnerables que concentran condominios sociales en altura” (MINVU, 2013a, pág. 5). El programa esperaba permitir a familias residentes acceder a soluciones


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habitacionales adecuadas a los estándares de la nueva política habitacional (MINVU 2013b). Lo anterior posibilitaría demoler, remodelar y/o recuperar algunos blocks de aquellas viviendas que presentan un bajo nivel de calidad, hacinamiento y deterioro por la falta de mantención y/o el transcurso del tiempo. Adicionalmente los terrenos en que se emplazaban estos condominios sociales se podrían destinar para la ejecución de nuevos conjuntos, con mejores estándares, o destinar dichos lugares a equipamientos y a espacios públicos, dotados además de una buena conectividad vial. El desarrollo del programa estuvo liderado por los Servicios de Vivienda y Urbanismo (SERVIU) de cada región, con el objetivo de intervenir conjuntos habitacionales de condominios sociales que presentaran graves signos de déficit y deterioro habitacional. De esta forma, a través de una intervención piloto, el programa se implementó seleccionando las regiones que presentaban mayor concentración de condominios sociales como: Valparaíso, O´Higgins y Metropolitana. El programa se desarrolló para la Villa Nuevo Horizonte II y Villa Brisas del Mar, en Viña del Mar; Villa Vicuña Mackenna en Rancagua; Parinacota en Quilicura y villas Cerro Morado y Francisco Coloane en Puente Alto, pertenecientes a la zona más extensa de pobreza que se ha estudiado en esta investigación: Bajos de Mena. Este plan piloto pretendió convertirse en un programa permanente del MINVU, incorporando nuevos conjuntos de residenciales. Como desafíos de investigación futuros se puede plantear un análisis en profundidad de la aplicación de ciertos criterios de sustentabilidad a escala urbana en casos de estudio seleccionados para ayudar a comprender hasta qué punto estos sistemas entregan conclusiones a la práctica urbanística nacional y cuáles serían los principales desafíos normativo-tecnológicos para su implementación. Referencias bibliográficas Atisba. (2011). La Brecha Verde. Distribución Espacial de las Áreas Verdes en el Gran Santiago. Recuperado de http://www.atisba.cl/wp-content/uploads/2017/04/AtisbaMonitor-Areas-Verdes.pdf Barton, J. (2000). Climate Change Adaptive Capacity in Santiago de Chile: Creating a Governance Regime for Sustainability Planning. International Journal of Urban and Regional Research, 37(6), 1916–33. Berardi, U. (2013). Sustainability assessment of urban communities through rating systems. Environment, Development and Sustainability. Environment, Development and Sustainability, 15(6), 1573–91. Recuperado de https://link.springer.com/ article/10.1007%2Fs10668-013-9462-0 Beske, J. (2007). How urban form effects sense of community: A comparative case study of a traditional neighborhood and conventional suburban development in Northern Virginia (Tesis de magíster). Iowa State University, Estados Unidos.

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3.3 Impactos de lo global en lo local: Gentrificación en ciudades latinoamericanas. Gabriel Gómez Carmona y Alberto Javier Villar Calvo

El Escenario Global La realidad que actualmente viven las ciudades implica fuertes y dinámicos procesos de cambio caracterizados por una recomposición de las relaciones socio-espaciales y los tradicionales patrones de convivencia y consumo en un mundo globalizado. Los cambios experimentados en las últimas cuatro décadas en el modelo económico dominante, ha generado una transformación sin precedentes en lo productivo, político, social y cultural a nivel planetario, repercutiendo directamente en la forma de construir, vivir y socializar el espacio urbano. Además, esto ha llevado a que las ciudades concentren actualmente la mayor cantidad de población a nivel mundial, teniendo que para el 2014, el 54 % de la población mundial residía ya en áreas urbanas, y estimándose que para el 2050 la cifra alcance un 66 %1. Desde este escenario, observamos que este mundo globalizado requiere de las ciudades como lugares estratégicos para su promoción y proyección planetaria (Carrión, 2001). Es por ello, que éstas experimentan fuertes procesos de transformación socio-espacial y el surgimiento de nuevas dinámicas urbanas que nos cuestionan si estos cambios implican una ruptura con el modelo de ciudad que se venía construyendo, o si por el contrario, representa una continuidad y una radicalización del modelo de ciudad desarrollista (De Mattos, 1999). Hoy percibimos cómo la ciudad toma un rol importante en lo político y económico superando su propio ámbito de existencia, lo local, dando paso a lo glocal, que nos habla de esa nueva relación complementaria entre lo global y lo local pues, así como la globalización requiere de lo local para existir, lo local necesita de lo global para desarrollarse (Carrión, 2001, pág. 10-11). Las ciudades latinoamericanas no son ajenas a esto, hoy experimentan dichos procesos pero con características que las asemejan o distinguen de otras realidades planetarias o regionales. Es así que las ciudades buscan su incorporación a la dinámica del mundo global, para ello, su éxito y vigencia está en función de articularse en red con la generación de condiciones de competitividad y posicionamiento (Carrión, 2001, pág. 11). Se habla de ciudades ganadoras o perdedoras, con base a sus influencias, desarrollo, tamaño, o bien, el dominio y acaparamiento que ejercen sobre las inversiones, los 1 http://www.un.org/spanish/News/story.asp?NewsID=29935#.VQJNZ9KG-So

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recursos, servicios, e infraestructura. Desde esta perspectiva, se distinguen ciudades globales -Tokio, Nueva York, Londres- y ciudades regionales -Ciudad de México, Sao Paulo, Santiago- (García Canclini, 2002). Estos procesos llevan a una fuerte terciarización de la economía generando transformaciones y nuevas formas de urbanización de la ciudad. De ahí la actual coexistencia al interior de las ciudades de: a) Zonas tugurizadas y marginadas; b) Zonas periurbanizadas, conectadas con la ciudad y con servicios; y c) Zonas centrales renovadas y gentrificadas (Vergara, 2013, pág. 221). Estas dinámicas y los cambios en los patrones de convivencia, consumo y apropiación de los espacios urbanos producen en las ciudades, en nuestro caso, latinoamericanas, el surgimiento de diversas problemáticas sociales al interior de ellas, expresadas en procesos de elitización y segregación socioespacial e, incluso, de gentrificación. Desarrollo

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El Escenario Latinoamericano El capítulo aborda de manera general, los procesos de revitalización y revaloración de los centros históricos de dos ciudades latinoamericanas -Santiago y Ciudad de México-, y los cambios socio-espaciales que éstos conllevan dado que, para el caso latinoamericano, la evidencia muestra que la revaloración y rehabilitación de centros históricos y barrios coloniales para crear mejores lugares de tránsito, ocio y vida para sus habitantes, implican una fuerte transformación de los mismos, con realidades sociales dispares, fragmentación urbana, segregación y por consecuencia, gentrificación. Realizaremos una exploración general a la forma en la que estos procesos de transformación socio-espacial se han dado en estas dos ciudades latinoamericanas a partir del siguiente cuestionamiento: ¿existen procesos de gentrificación en los centros históricos de estas ciudades latinoamericanas como consecuencia de los programas de rehabilitación, renovación, revaloración urbana y repoblamiento, implementados en las dos últimas décadas para crear en éstos, mejores lugares de tránsito, ocio y vivienda para sus habitantes? El capítulo se sustenta en un análisis de datos estadísticos que permiten ver el crecimiento poblacional y territorial de ambas ciudades en el último siglo, junto con los datos recabados en etnografías urbanas realizadas en ellas, lo que permitió contrastar vivencialmente su espacio urbano con el debate teórico existente y efectuar una aproximación a dichas realidades. Por tal motivo, las conclusiones expuestas no son definitivas, por el contrario, buscan propiciar nuevas líneas de discusión y análisis de éstas y otras experiencias para profundizar en el debate teórico de la realidad latinoamericana desde Latinoamérica. Estamos convencidos que el estudio de dichos fenómenos permite tener una radiografía de la realidad socio-espacial que actualmente se vive en las ciudades latinoamericanas, principalmente en sus centros históricos patrimoniales, facilitando la comprensión


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de las causas y efectos de estos procesos de cambio, además de constituir potenciales herramientas para el análisis y toma de decisiones al interior de las ciudades y enriquecer el debate teórico actual sobre la realidad de nuestras ciudades. En las últimas dos décadas los centros históricos y los barrios centrales de diversas ciudades latinoamericanas -Ciudad de México, Santiago, Quito, Buenos Aires, Montevideo, entre otras- han sido objeto de diversas intervenciones urbanas, buscando su rehabilitación y revaloración con fines de mejora en su imagen, conservación de su Patrimonio -urbano-arquitectónico- y mejores condiciones de tránsito, ocio y vida para sus usuarios y habitantes. Sin embargo, dichos procesos de rehabilitación tienen un trasfondo que va más allá de la simple mejora física de los espacios y las edificaciones, desembocando en una discusión sobre los pros y contras de estos procesos: políticas públicas aplicadas, intereses económicos subyacentes y los costos sociales o culturales que conllevan. Uno de los aspectos abordados en el debate teórico es ese regreso a la ciudad construida (Carrión, 2001; Díaz-Parra, 2013), lo que habla de un proceso inverso a la expansión urbana y la periferización (Carrión, 2001), lo que Contreras (2011) denomina movilidad centrípeta o la densificación de espacios centrales. Pero, además este proceso se liga con planes de renovación concebidos desde un enfoque postindustrial que buscan la reconversión productiva de las ciudades, con el fin de obtener beneficios de la puesta en valor de su potencial y condiciones de centralidad (Vergara, 2013) y, con ello, la incorporación a la dinámica global, siendo competitivas y atractivas para la inversión, los servicios, el comercio y el turismo. ¿Gentrificación en Centros Históricos? Lo anterior abre el debate sobre los principales usos y actividades que históricamente han albergado los centros fundacionales de las ciudades latinoamericanas -gobierno, cultura, vivienda, comercio, servicios-, desde la época colonial y hasta nuestros días. Ello, lentamente llevó a una degradación y obsolescencia de numerosas edificaciones y por extensión, del Patrimonio urbano-arquitectónico, razón por la cual, la renovación de los centros históricos y los barrios centrales, cobra interés como objeto de estudio en la investigación urbana, por los programas y políticas públicas aplicadas en su rehabilitación, y las consecuentes transformaciones espaciales, económicas, culturales y sociales que generan estos cambios. Por ello, centramos nuestro interés en este conjunto de transformaciones porque nos hablan de manera particular de la irrupción de procesos de elitización y gentrificación estimulados por el cambio socio-espacial de zonas históricas degradadas de la ciudad. Principalmente, a través de la inversión de capital público y mayoritariamente privado, para mejorarlas y obtener mayores ganancias a través de nuevos mercados inmobiliarios y nichos de consumo; la pérdida o expulsión de la población que tradicionalmente los habitaba por un aumento en el costo de la vivienda nueva;

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el cambio de uso de los edificios conservados y en su caso, la renovación de las edificaciones existentes por otras que modifican la estructura e imagen urbana -alturas, estilos, materiales-; la turistización y comercialización de la Cultura y el Patrimonio, además de cambios socio-económicos en la composición de los nuevos habitantes y usuarios de las zonas renovadas -medianos y altos ingresos- (De Mattos, 1999; Carrión, 2001; Díaz-Parra, 2013; Vergara, 2013). Es así que la renovación o el rescate de los centros históricos implica más allá del simple uso de estos términos, acciones que buscan renovar no solo las edificaciones sino, los usos que tradicionalmente se le había dado a los centros históricos y barrios centrales, y rescatarlos de aquellos usos ‘indeseables’ -tugurización, vivienda degradada, migrantes pobres, comercio informal, inseguridad, etc.- para potencializar económicamente los privilegios de su localización -disponibilidad de infraestructura, equipamiento, existencia de Patrimonio con la enorme carga simbólica de los mismos-.

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Recordemos que numerosos centros y barrios históricos latinoamericanos entraron en una fase de decaimiento y degradación desde la primera mitad del siglo XX, producto entre otros, de la salida de población de medianos y altos ingresos hacia los nuevos suburbios característicos de la ciudad fordista (Gómez-Carmona y Villar, 2013b) que significaron la puesta en marcha de los postulados del urbanismo moderno-le Corbusiano en la ciudad. Este proceso dio paso a que las viviendas desocupadas de las zonas centrales fueran habitadas por los nuevos migrantes campo-ciudad en que buscaron de nuevas condiciones de vida en una naciente fase de industrialización como fue el caso de la Ciudad de México. En esta ciudad, numerosos inmuebles dieron cabida a estos habitantes a través de viviendas colectivas en alquiler -vecindades o conventillosresultado del fraccionamiento de las residencias burguesas. De esta forma, hacia la década de los 50, el centro histórico de la Ciudad de México alcanzó su máxima concentración de población, posterior al congelamiento de rentas, fenómeno señalado como una de las principales causas de la desinversión y deterioro de los viejos inmuebles de las áreas centrales (Díaz-Parra, 2014), aunque hacia la década de los 80, inicia su fase de despoblamiento incrementada por los sismos de 1985. Sin embargo, aún persisten estos fenómenos en diversas zonas de los centros y barrios históricos de ciudades latinoamericanas, como es el caso de Santiago de Chile, donde algunos sectores del centro histórico acogen a grupos específicos de migrantes latinoamericanos -como es el caso de los peruanos- y que se caracterizan no sólo por la tugurización de la vivienda colectiva sino, por una extensa red de comercio y servicios para satisfacer sus necesidades particulares (Torres e Hidalgo, 2009; Contreras, 2011; Borsdorf e Hidalgo, 2012), situación que con el paso del tiempo ha generado por otro lado, procesos de transculturación e hibridación cultural. Es en este contexto que desde la década de los 80 del siglo pasado, comienzan a darse las primeras propuestas de revaloración de centros históricos en Latinoamérica. Así, hacia


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1980 se delimita un perímetro de protección de monumentos en el centro histórico de la Ciudad de México (CDMX) y en 1987 es declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, dando paso desde 1990, a diversos proyectos que han tendido a su rehabilitación, revitalización y repoblamiento, coincidiendo con la puesta en marcha de políticas neoliberales, la afluencia de capitales e inversiones extranjeras y el desarrollo de nuevas centralidades en la ciudad (Díaz-Parra, 2014). Pero, ¿Qué motiva el regreso a la ciudad construida? ¿Qué motiva la rehabilitación de los centros históricos? Por lo menos, desde 1990 se dio una fuerte revaloración de las zonas centrales como lugares potenciales de inversión privada por las grandes ventajas que ofrece su localización, servicios, infraestructura, equipamiento, Patrimonio -histórico, urbano-arquitectónico, cultural, simbólico- (Gómez-Carmona y Villar, 2013a) y su latente capacidad como opción residencial (Contreras, 2011), lo que nos habla de una urbanización del territorio configurado, es decir, una urbanización de lo urbano (Carrión, 2001). Asi también, ese regreso a las zonas centrales nos habla también de nuevas dinámicas económicas, de una articulación entre lugar de trabajo y residencia, estudios y residencia, y de un atractivo modo de vida urbano que hoy se oferta valorando las ventajas y riqueza -material y simbólica- de los centros y barrios históricos (Contreras, 2011), sin olvidar que diversos programas de rescate, rehabilitación y revaloración urbana, implicaron la eliminación o reubicación del comercio ambulante, la expulsión del pequeño y tradicional comercio, el incremento de la vigilancia y por tanto, la rehabilitación, reciclado o renovación de múltiples edificaciones con fines residenciales, dotacionales y de oficinas (Díaz-Parra, 2014). Y ello, de la mano de las declaratorias nacionales -Pueblos Mágicos para el caso de México- o internacionales -Patrimonio Cultural de la Humanidad-UNESCO- de los centros históricos como zonas con alto valor patrimonial. En diversos casos esto impulsó fenómenos de revaloración y revitalización de las áreas centrales acompañados de un repoblamiento de las mismas por estratos sociales medios y medios-altos, atraídos por la puesta en marcha de distintivos andadores comerciales y culturales de la mano de programas culturales que buscan promover las ventajas propias de la zona y volver seductora la nueva oferta inmobiliaria promovida como un actual o moderno estilo de vida urbana. En lo anterior, encontramos rasgos visibles de procesos de gentrificación de los centros y barrios históricos de las ciudades, situación que cobra interés por los altos costos sociales que estos fenómenos conllevan. Por ello debemos entender la gentrificación como un proceso que se manifiesta de diversas formas y con particulares características dependiendo del lugar y momento histórico en que se desarrolla pues, el querer ver la gentrificación desde el ámbito de la concepción original de R. Glass de 1964 para el ámbito inglés, nos lleva a un callejón sin salida que, lejos de permitir entender lo que hoy acontece, desemboca en discusiones estériles que nada aportan a la comprensión teórica de las actuales problemáticas urbanas que nos confrontan (Gómez-Carmona y Villar,

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2013a). Si bien, hoy podemos entender la gentrificación en términos generales como la elitización de ciertas áreas de la ciudad y la consecuente expulsión y segregación de la población de menores ingresos de estos espacios por población de mayores ingresos (Gómez-Carmona y Villar, 2013a). Aun cuando la realidad anglosajona parece primar en su forma (Salinas, 2013; Vergara, 2013), no se puede hablar de procesos idénticos para todas las realidades donde acontece, como tampoco es objetivo, leer el fenómeno de la misma manera como lo hizo R. Glass hace 50 años para la realidad inglesa y aplicarlo a la actual realidad latinoamericana dado que, el debate académico está dejando en claro que la gentrificación es un proceso de cambio socio-espacial que se presenta actualmente en diversas realidades urbanas planetarias, con características propias de cada lugar, que distinguen y quizá hacen única a cada una de ellas pero, teniendo como hilo conductor, términos que describen fenómenos como: rehabilitación, renovación, rescate urbano, elitización, aburguesamiento, fragmentación, polarización, segregación y exclusión socio-espacial, tan solo por mencionar los más empleados.

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Esto nos da idea de la magnitud que ha tenido la difusión no sólo del término sino, del proceso en un mundo globalizado en donde la constante, es una economía de libre mercado, políticas neoliberales y el achicamiento de las funciones del Estado, reflejado principalmente en el ámbito latinoamericano, en la desregulación, privatización y mercantilización del desarrollo urbano (Hidalgo y Arenas, 2011). De ahí la necesidad del estudio y documentación de la forma en la que se dan estos procesos de transformación socio-espacial en las ciudades latinoamericanas, permitiéndonos entender el modo en que procesos globales irrumpen e impactan en la realidad de un espacio local, o lo que es lo mismo, la forma en la que un fenómeno global se manifiesta en una realidad urbana específica. Ahora presentaremos de manera breve la manera en la que estos procesos se han dado al interior de estas dos ciudades latinoamericanas, Santiago, Chile y Ciudad de México (CDMX), en un análisis que pone sobre la mesa de discusión, la existencia de gentrificación en los centros históricos de estas ciudades como consecuencia de los programas de rehabilitación, renovación urbana y repoblamiento. Casos de Estudio El caso Santiago, Chile Santiago es la capital de Chile y representa el principal centro urbano del país. El Área Metropolitana de Santiago (AMS), mejor conocida como Gran Santiago, está conformada por 37 comunas y forma parte de la Región Metropolitana de Santiago (RMS), que es una de las quince Regiones, en las que se divide Chile. La RMS se divide en 52 comunas y 6 provincias. Santiago a su vez, es la capital de la Provincia de Santiago, y una de las 32 comunas que la integran. La población de la Provincia de Santiago ha crecido de la siguiente manera en el último siglo: 547 mil habitantes en 1907; 1.26 millones de habitantes en 1940; 3.8 millones de habitantes en 1982; 5.5 millones de habitantes


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en 2002; alcanzando para el 2012, una población de 6.05 millones de habitantes. Por su parte, la población de la RMS ha sido: 4.32 millones de habitantes en 1982; 6.06 millones de habitantes en 2002; alcanzando en el 2012, una población de 6.70 millones de habitantes (figura 95), cifra que representa el 40 % del total de la población chilena que para ese mismo año se estimó en 17.44 millones de habitantes (Instituto Nacional de Estadísticas INE, 2014). Los datos permiten ver el gran crecimiento urbano experimentado en Santiago, lo que la convierte en la principal y más grande urbe de esa región sudamericana, no exenta de complejos contrastes y problemáticas socio-espaciales, al grado de que para Greene y Soler (2004), la ciudad experimentó en las últimas décadas una rápida y explosiva transformación urbana por su nivel de concentración en el tiempo y el espacio, a diferencia de otras ciudades, además de que su estructura económica y social (al igual que otras ciudades latinoamericanas) se caracteriza por una fuerte segregación socioespacial (pág. 47,50). Los cambios observados en Santiago y su área metropolitana pueden entenderse como consecuencia de la dinámica de la reestructuración socioeconómica aplicada posterior al golpe militar de 1973 y como efectos de la globalización sobre una metrópoli periférica principalmente en las últimas dos décadas (De Mattos, 1999). Figura 95. Cuadro histórico de población para la Provincia de Santiago y la Región Metropolitana de Santiago (RMS)

Fuente: Elaboración propia con datos de censos INE (1940, 1982, 2002, 2014).

Apreciamos que el Gran Santiago vivió un proceso de importantes cambios urbanos que hoy día lo llevan a ubicarse como una de las ciudades regionales más importantes de Latinoamérica, con importantes avances en crecimiento y desarrollo económico sostenido en la última década. Incluso, por encima de la media latinoamericana, lo que desencadenó de la mano de políticas y programas públicos, que el 87 % de los chilenos viva actualmente en ciudades. De hecho, de los 6.06 millones de habitantes

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de la RMS en 2002, 5.87 millones eran de población urbana (INE, 2014; Cámara Chilena de la Construcción CChC, 2013), lo que abre el debate sobre las serias problemáticas urbanas que hoy aquejan a esta gran urbe -transporte público, parque vehicular, infraestructura vial, contaminación, crecimiento de la mancha urbana, cambios en la geografía metropolitana, etc.-. Encontramos así, que a partir de 1991 y como medida de recuperación posterior al terremoto de 1985, se emprendió el proyecto de renovación urbana del área central de Santiago, con programas de subsidio habitacional y de renovación urbana por parte del Estado Chileno, buscando el mejoramiento, renovación, rehabilitación o remodelación de zonas urbanas (Hidalgo y Arenas, 2011, pág. 5). Así también el desarrollo del Plan de repoblamiento y la construcción de obras públicas (Contreras, 2011), fomentaron la inversión económica privada en el área central de Santiago, sin dejar de lado la propia dinámica natural de crecimiento y desarrollo de la sociedad chilena.

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En el marco de estos procesos de cambio y revitalización, tenemos que el centro histórico de Santiago -su triángulo fundacional- posee gran vigencia y vitalidad pues, no sólo concentra las principales funciones e instituciones públicas del país, sino las principales oficinas matrices de instituciones financieras y gerencias de importantes empresas, además de los altos flujos de personas que ahí estudian o trabajan y la gran afluencia turística; aunque ciertas zonas muestran signos de obsolescencia física, funcional y económica en sus inmuebles o el espacio urbano (Green y Soler, 2004, pág. 72,74). A pesar de lo anterior, descubrimos que para el 2012, la Provincia de Santiago concentró el 75,53 % del total de viviendas de la RMS, estimado en 2.1 millones, liderando a su vez la comuna de Santiago el ranking de mayor producción de vivienda en el periodo 20022012, con un incremento del 93 %, lo que equivale a poco mas de 72,000 viviendas ligadas principalmente a edificios de departamentos (CChC, 2013, pág. 10-12). ¿Los datos anteriores qué implican? Fuertes transformaciones socio-espaciales del centro histórico de Santiago, reflejadas en un continuo proceso de rehabilitación y reciclado no sólo de la vivienda sino de los inmuebles o la renovación de los mismos, que se traduce en la construcción de edificios que rompen en diversos casos con las características de la configuración e imagen urbana del centro (alturas, diseño, materiales), privilegiando la renta por encima de la calidad del paisaje y el bienestar de los habitantes (Hidalgo y Arenas, 2011). Pero ante todo, encontramos un nuevo tipo de habitante atraído por el estilo de vida urbana impulsado en los últimos años y que revalora el potencial de la ubicación, el equipamiento, la infraestructura, el comercio, los servicios y la carga simbólica del Patrimonio urbano, arquitectónico y cultural del centro histórico (figura 96), junto con las bondades de la cercanía vivienda-trabajo o vivienda-estudios. Observamos en este último aspecto, que han sido generaciones jóvenes de estratos medios y medios altos -‘yuppies’ y ‘dinks’- profesionistas y estudiantes los que han llegado al centro histórico, interesados como señalamos, en esa nueva “oferta” inmobiliaria y cultural, por la comodidad del desplazamiento, y


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por un atractivo estilo de vida urbano (Contreras, 2011, pág. 102) fruto, de los cambios socio-económicos experimentados en los últimos años y como resultado del sostenido crecimiento económico de Chile, el aumento del ingreso per-cápita y los ingresos de los hogares, y el éxito de Santiago como el principal foco articulador de Chile con el resto del mundo (De Mattos, 1999, pág. 40). Figura 96. Catedral de Santiago, Chile (Izq. 1926, Der. 2010).

Fuente: (Izq.) http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-68446.html, (Der.) http://www.dondeviajar.es/ files/2010/12/1-centro-historico-tomada-de-flickr-por-kyle-simourd.jpg

El caso Ciudad de México (CDMX) La Ciudad de México (Distrito Federal) es la capital de la República Mexicana. La Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) se integra por las 16 delegaciones del Distrito Federal, 21 municipios de Hidalgo y 59 municipios del Estado de México (Secretaría de Desarrollo Social SEDESOL, 2012). La ZMVM es la más grande y poblada de Latinoamérica y la cuarta más grande aglomeración urbana del planeta, concentrando una población de 21,17 millones de habitantes, además de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la ubica en el ranking de las ciudades con sólidos factores de prosperidad (ONU-HABITAT, 2012; ONU, 2014; CONAPO, 2010). La Ciudad de México contaba con una población de 471 mil habitantes en 1910, 3,05 millones de habitantes en 1950, 8,83 millones de habitantes en 1980, 8,23 millones de habitantes en 1990, 8,85 millones de habitantes en 2010, estimándose 8,87 millones de habitantes en 2014, mientras que, la ZMVM contaba con una población de 14,12 millones de habitantes en 1980; 15,56 millones de habitantes en 1990; 18,40 millones de habitantes en 2000; 20,12 millones de habitantes en 2010; estimándose 21,17 millones de habitantes en 2014 (figura 97). (SEDESOL, 2012; ONU, 2014; Instituto Nacional de Estadística y Geografía INEGI, 2014; CONAPO, 2010). La Ciudad de México experimentó un fuerte proceso de cambio a lo largo del siglo XX, generado por un enorme crecimiento territorial y poblacional, producto del desarrollo económico que vivió el país hacia la primera mitad de ese siglo (Sobrino, 2003, pág. 204), además de ser la ciudad con mayor importancia económica, política y social, generadora de crecimiento a nivel nacional pero que, la llevó a experimentar una expansión urbana desmedida a partir de la segunda mitad del siglo XX y hasta la década de los 80. Posterior a los sismos de 1985, la ciudad presentó una disminución de población principalmente

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en el centro histórico, afectado fuertemente en sus inmuebles e infraestructura, sumado a la degradación que venían presentando al igual que el espacio público. Figura 97. Cuadro histórico de población para Ciudad de México y la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM).

Fuente: Elaboración propia con datos de censos INEGI (1910, 1950, 19820, 1990, 2010) y estimaciones CONAPO (2014). 216

Es a partir de la década de los 90 y posterior a su declaración como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1987, que comienza el desarrollo de programas tendientes a su rehabilitación, revitalización y repoblamiento. La Ciudad de México es una ciudad expulsora de población pobre pues, aunque continuamente miles de personas llegan a ella en busca de mejores oportunidades, el nivel de vida y el costo de la vivienda resultan costosos para la población de bajos recursos, por lo que tienen que buscar acomodo en los municipios de la zona oriente del Estado de México -integrantes de la ZMVM-, en donde encuentran acceso a una vivienda económica y, en muchos casos precaria (Delgadillo, 2013). Este proceso en las últimas décadas ha llevado a este mega crecimiento de la ZMVM y del Estado de México, el más poblado de todo el país con una población de 15,18 millones de habitantes en el 2010 y una estimada de 16,61 millones de habitantes en el 2014 (INEGI, 2014 y CONAPO, 2010). En este contexto, encontramos que las propuestas de rehabilitación y rescate del centro histórico, emprendidas hacia 1991 y que incluían un fideicomiso encargado de la promoción de iniciativas inmobiliarias y el desarrollo de un centro financiero en la zona no se concretaron, principalmente por una fuerte oposición popular (Díaz Parra, 2014, pág. 4) al hecho de que se construyeran oficinas y comercios en vez de vivienda popular, además de la fuerte crisis económica que estalla en 1994 (Salinas, 2013, pág. 295), al término de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, principal impulsor de las políticas neoliberales a nivel federal. Es hasta el año 2000, con Andrés Manuel López Obrador al frente del gobierno capitalino, que se retoma el proyecto con modificaciones, poniéndose en marcha la instalación de


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varios edificios públicos del gobierno de la ciudad, hoteles y proyectos inmobiliarios de vivienda para residentes de estatus elevado (Díaz Parra, 2014, pág. 4), junto con recursos administrativos -Bando número 2- cuyo objetivo fue: promover la redensificación de un sector de la población, mediante la promoción de vivienda de interés social en las delegaciones centrales que presentaban una subutilización de la infraestructura urbana (Salinas, 2013, pág. 296). En este periodo se introduce también el esquema de participación público-privada para la gestión urbana, como fue el caso del Consejo Consultivo para el Rescate del Centro Histórico, presidido por el magnate mexicano Carlos Slim, quien a su vez, dirige su Fundación Centro Histórico para el “rescate” del mismo. Tan sólo entre 2002 y 2004, Slim compró 63 inmuebles en la zona centro y sur poniente del centro histórico para rehabilitarlos y destinarlos a usos comerciales, servicios, vivienda y para sus propias empresas (Delgadillo, 2013, pág. 7, 10). Si bien a partir de este periodo se ha promovido el repoblamiento del centro histórico, con la promesa de oferta de vivienda social, los estudios indican que en la última década salió más gente de la que llegó, además de que la vivienda desarrollada ha sido en su mayoría para estratos medios y medios-altos (Salinas, 2013; Delgadillo, 2013; Díaz Parra, 2014). Ello además ha representado un encarecimiento de la vivienda para las clases populares y su consecuente expulsión pues, el costo de la vivienda se incrementó entre 150 % y 200 % e incluso más en algunas zonas, al grado de que el valor del metro cuadrado de terreno pasó de 500 USD, a 10.000 USD en ese mismo periodo (Salinas, 2013, pág. 295, 296), teniendo en este 2015 zonas sobre Paseo de la Reforma en las que gracias al desarrollo de exclusivas torres de oficinas, el valor del metro cuadrado de terreno ha pasado de 9.000 USD, a 25.000 USD. A todo esto, hay que añadir el aumento en la seguridad pública, la rehabilitación del espacio público y su peatonalización en calles específicas -como es el caso de la calle Madero (figura 98), que recibió el premio Vivir Mejor en la Ciudad del programa ONUHábitat-; la eliminación o reubicación del comercio ambulante en ciertas zonas, y toda la oferta comercial y de servicios, destinada a los nuevos habitantes (predominantemente generaciones jóvenes de estudiantes, profesionistas y cultural), usuarios de alto estatus y turistas, atraídos además, por la enorme y diversa propuesta artística, gastronómica, arquitectónica, museística y artística que el centro histórico de la Ciudad de México ofrece, lo que es un claro indicador de los cambios socio-espaciales experimentados por ésta en las últimas décadas. Lugares Heterogéneos: Zonas de Encuentro e Identidad En los ejemplos de las ciudades abordadas, observamos que tanto para el caso de Santiago, como de Ciudad de México, en las últimas dos décadas se dio un fuerte proceso de transformación socio-espacial, que implica más allá de la mera rehabilitación o ‘rescate’ de sus centros históricos y zonas patrimoniales, la irrupción de procesos de gentrificación. Si bien no es posible generalizar las características de este proceso, o hablar de procesos idénticos por la forma, contexto y desarrollo de los mismos, se

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puede afirmar que la constante es que ambas intervenciones tendieron a captar un nuevo tipo de usuario y de habitante, principalmente generaciones jóvenes, estudiantes y profesionistas, de estratos socio-económicos medios y medios-altos, que ven en ese retorno a la ciudad central, un atractivo estilo de vida urbano en el que convergen estudios, trabajo, vivienda y toda clase de satisfactores -comercio, servicios, cultura, ocio, equipamiento- al alcance de la mano, con la riqueza simbólica y patrimonial que ofrece un centro histórico de este tipo. Figura 98. Calle Madero, CDMX (Izq. 1973, Der. 2015).

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Fuente: (Izq.) http://fotos.eluniversal.com.mx/web _img/fotogaleria/ciudad_madero_parteII_10.jpg, (Der.) http://fotos.eluniversal.com.mx/web_img/ fotogaleria/010calle-madero2.jpg

Aunque el proceso anterior es la constante en ambas ciudades, hay que aclarar que la gentrificación es puntual y en lugares -calles y cuadras- muy definidos de ambas. No se puede hablar de un fenómeno de gran escala o que la gentrificación abarque todas las zonas que han sido rehabilitadas o intervenidas, lo que no implica que el fenómeno deba verse como un efecto colateral e inherente a la rehabilitación urbana y menos aún como algo bueno y deseable, como sucede con la actual administración de la Delegación Miguel Hidalgo (2012-2015) en Ciudad de México, que anuncia la gentrificación como un “proceso de transformación urbana en el que la población original de un barrio deteriorado se renueva” y como “símbolo de crecimiento económico y mejora de la calidad de vida”2 pues, no olvidemos que el término gentrificación se acuñó para hacer referencia a un problema social y de desigualdad de clase en los barrios (Salinas, 2013, pág. 285). Vemos cómo coexisten en ambos centros históricos realidades dispares y contrastantes; zonas bien dotadas, revitalizadas y cotizadas, contra zonas degradadas, pobres y obsoletas; una realidad urbana en donde la fragmentación urbana


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y la segregación están presentes; las zonas tugurizadas siguen existiendo en nuestros centros históricos; la precariedad, la informalidad y la exclusión siguen siendo lacerantes realidades en las ciudades latinoamericanas, zonas de ricos y zonas de pobres, aunque ambos centros fundacionales son quizá los lugares más heterogéneos, identitarios y con mayor apropiación simbólica por parte de sus habitantes. Lugares multiculturales, en donde la carga simbólica de éstos se expresa en su riqueza Patrimonial -histórica, urbana, arquitectónica, artística, cultural- que les da esa vitalidad como zonas de encuentro, reunión y de convivencia del espacio público. Conclusiones La heterogeneidad que caracteriza a estos centros históricos de los ejemplos revisados -Santiago, Chile y Ciudad de México- es lo que les da riqueza y a la vez, lo que les permite agrupar toda su diversidad la cual, hace posible la convivencia de todos esos actores disímbolos. Los centros históricos de nuestras ciudades requieren de esa diversidad para seguir vivos y vigentes, no se les puede amputar los usos y funciones que tradicionalmente han albergado por siglos pues, sería condenarlos al abandono y la obsolescencia. Las improntas socio-culturales que históricamente han albergado los centros fundacionales de las ciudades latinoamericanas seguirán siendo una constante arraigada en el imaginario colectivo, aunque su espacio urbano se rehabilite y se renueve, aunque sus inmuebles se reciclen. 219

La gentrificación y elitización de sus espacios existe, es parte ya de su realidad; la turistización y mercantilización de los centros históricos y su Patrimonio es reciente en Latinoamérica pero, es característica de una sociedad globalizada que tiene acceso a mayores ingresos, mejor conectividad y facilidad de movilidad internacional, sin embargo, se debe velar por la conservación del patrimonio urbano-arquitectónico, desde el reconocimiento del barrio y las identidades locales y avanzar hacia una planificación que facilite conductas y estilos de vida más sostenibles (Inzulza y Galleguillos, 2014, pág. 153) respetando el derecho que todos los actores sociales tienen de disfrutar, vivir e identificarse en el espacio público de la ciudad, además de que los residentes locales deben ser los primeros beneficiados de los programas de revitalización y regeneración del espacio urbano, es decir, la gente que en su vida cotidiana los vive, los transita y hace suyos. Por ello, en este siglo XXI es fundamental promover un urbanismo ciudadano caracterizado por una política urbana centrada en la valoración de la realidad plural y diversa de los barrios y comunidades (Inzulza y Galleguillos, 2014, pág. 153), más allá de una toma de decisiones unilateral que no considera el sentir y la opinión de la población, e impone como única y verdadera la visión de los cuadros técnicos, que en no pocas ocasiones desembocó en propuestas frías, descontextualizadas y ajenas a las necesidades socio-espaciales propias de su momento histórico. La elitización existe, las áreas gentrificadas son una realidad, presenciamos un escenario 2

http://www.miguelhidalgo.gob.mx/sitio2013/que-es-la-gentrificacion/


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que ha sido definido por Inzulza (2012) como latino gentrificación, sin embargo, creemos que en esa mezcla de miles o millones de personas, historias, sucesos, de encuentros sociales que día a día tienen lugar en los espacios públicos de la ciudad, está lo que permite que estos centros históricos no se gentrifiquen a una escala mayor pues, los procesos identitarios que la gente establece con los espacios que vive día a día y la apropiación simbólica que realiza de los mismos en su cotidianidad, favorece que los centros históricos sean lugares cargados de múltiples simbolismos y significados, lugares inscritos en el imaginario de los habitantes, gracias a quienes, los centros históricos de las ciudades latinoamericanas se mantienen vivos, vigentes y a la vez, cambiantes, al igual que las generaciones que los construyen y los hacen suyos. Quede aquí la reflexión y apostemos por nuevos trabajos que abonen al estudio y discusión de los procesos de cambio de las ciudades latinoamericanas. Referencias bibliográficas Borsdorf, A. e Hidalgo, R. (2012) Revitalization and tugurization in the historical centre of Santiago de Chile, Cities, (31), 96-104. Carrión, F. (2001). Las nuevas tendencias de la urbanización en América Latina. En F. Carrión. (Ed.), La ciudad construida, urbanismo en América Latina (pp. 7-24). Ecuador: FLACSO. http://www.flacso.org.ec /docs/sfcccarrion.pdf 220

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Nuevas urbanizaciones costeras, ¿gentrificación turística en la bahía de Coquimbo?. Suzanne Segeur

Introducción La globalización ha promovido patrones económicos, físicos y culturales que han redefinido como la sociedad valora el entorno en el que se desenvuelve, creando vínculos económicos a nivel mundial que conectan el mercado inmobiliario turístico con los gobiernos locales y que se relacionan a distintas escalas. Progresivamente el derecho al ocio se hace democrático incentivando el turismo de sol y playa; la facilidad de realizar viajes transforma este fenómeno en grandes movimientos de turistas dentro del ámbito global. Como respuesta se masifica el mercado inmobiliario de las segundas residencias cambia el modelo de consumo privilegiando construcciones en altura, enclaves y comunidades cerradas. (López-Morales, 2009). En el caso de la Bahía de Coquimbo; la inversión pública_ privada en la construcción de Avenida del Mar en primera y segunda etapa, da un impulso al desarrollo turístico y urbano de segunda residencia. Impulso que en dos décadas ha urbanizado más del 50 % del territorio disponible. Este rápido crecimiento asociado a los patrones de globalización existentes se enmarcan en el fenómeno de gentrificación turística descrito por Lees, Slater y Kyly (2007); y por Gotham (2005). Sin embargo, éstos tiene características únicas dado el contexto cultural, económico y social en el que se desarrollan. Como consecuencia de lo anterior, la zona costera de avenida del mar se enfrenta a un tipo de urbanización que hace referencia a modelos turísticos internacionales que no tienen en consideración las identidades del territorio. En la cual, el desarrollo tipo linear que rentabiliza las vistas desarticula el territorio, aumentando los desplazamientos por exclusión y uso. En este contexto es imprescindible la creación de un “proyecto de desarrollo urbano turístico integral”, que sea transversal a los distintos actores del territorio, y que entregue infraestructura de soporte como vías de acceso, transporte y espacios públicos. Globalización, y turismo de segundas residencias Desde mediados de los años setenta, el modelo económico neoliberal en Chile comenzó a generar diversos cambios que fueron más allá de los patrones económicos. De Mattos (2010), explica este fenómeno como la ‘desfronterización’ de los territorios.

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Los modelos culturales y sociales se extendieron alrededor del mundo homogeneizando las formas de urbanizar, cambiando las preferencias de consumo, formas de comunicarse y agruparse de la población. Esto repercute en la creación de modelos globalizados que tienden a crear paisajes, gustos y preferencias similares alrededor del mundo. El cambio en los patrones influye de manera directa en la forma en que se desarrolla el mercado turístico e inmobiliario. Aumentan los viajes, lo que incentiva el movimiento masivo de gente tanto a escala local como a escala global. “La inserción en la dinámica globalizada incrementó el flujo de visitantes globales, lo que generó una demanda por diversos servicios en rubros como hotelería, gastronomía y comercio” (De Mattos, 2010, pág. 90). La migración campo-ciudad que había comenzado con la industrialización, se intensificó provocando un mayor crecimiento en las ciudades. Del mismo modo se globalizan las comunicaciones, permitiendo que lugares antes desconocidos se inserten en el circuito turístico global.

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Los gobiernos locales aprovechan estas tendencias promocionando sus paisajes y realizando inversiones que potencian el atractivo turístico de éstos. Por ejemplo, infraestructura de caminos y carreteras que facilitan los accesos, subsidios, incentivos o franquicias a proyectos del rubro turístico u hotelero. Del mismo modo capitales internacionales invierten en proyectos de segunda residencia, los que se masificaron en los bordes costeros debido a que son territorios de gran rentabilidad. Hidalgo, Arenas y Monsalve (2009) argumentan: “El borde costero se entiende hoy como un recurso estratégico para el desarrollo social y económico del país” (pág. 180). Dentro de este contexto, las inversiones de primera, segunda y tercera línea maximizan el retorno de capitales, con grandes proyectos inmobiliarios en altura creando verdaderas murallas a lo largo de la costa o condominios cerrados que ofrecen paisajes artificiales y espacios públicos privados. Finalmente, el aumento del poder adquisitivo de las familias aumenta el interés y la capacidad de endeudamiento para adquirir una segunda residencia. En algunos casos movidos por la atracción de los paisajes y oportunidad de disfrutar de ellos en forma reiterada. En otras se transforman en pequeños inversionistas que ven en éstas propiedades una forma de obtener rentas de sus arriendos temporales. Gentrificación y gentrificación turística costera El fenómeno de gentrificación planteado por la socióloga británica Ruth Glass en la década del sesenta; describía el regreso de las familias de clase media a ciertas zonas urbanas revalorizadas de Londres, mediante la rehabilitación de antiguos inmuebles,


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expulsando a los habitantes de menores ingresos por el aumento de precios. Así, los argumentos centrales son el desplazamiento, los mejores ingresos de los nuevos ocupantes y la rehabilitación tanto de los inmuebles como del barrio. En la década del 80 Neil Smith (1996, citado en Less, Slater y Kyly, 2008), le da un nuevo enfoque al fenómeno entendiéndolo como parte de un proceso económico. Esta teoría conocida como ‘rent gap’ habla del diferencial entre la renta potencial y la renta capitalizada se define como un fenómeno dinámico y por lo tanto la gentrificación puede evolucionar. Tanto Ley (1980) como Hamnett (1994), aportan a la comprensión de las causas sociales que reviste el fenómeno; como las transformaciones en los patrones económicos, sociales y culturales, desviando su mirada desde la oferta a la demanda (Lopez-Morales, 2009). Finalmente podemos citar a Janoschka y Casgrain (2013), que plantea cuatro elementos claves para discutir sobre gentrificación, incluyendo en ellos los cambios que ha experimentado el fenómeno en las últimas décadas; 1.- la reinversión de capital en un espacio definido y un alza correspondiente del valor del suelo de ese espacio o en áreas colindantes; 2.- la llegada de agentes con mayor capacidad de pago que los usuarios establecidos en ese espacio o en áreas colindantes; 3.- cambios en las actividades y en el paisaje urbano controlados por los grupos que ingresan al territorio en cuestión; 4.- el desplazamiento directo, o la presión indirecta para el desplazamiento, de grupos sociales de ingresos más bajos de los que entran. (pág. 24) Estas teorías se complementan entre sí para explicar las causas y consecuencias de los fenómenos que se dieron a partir de la globalización, presididas por el cambio del modelo económico neoliberal. La gentrificación, de este modo, se transforma en un método de atracción de inversionistas y capitales extranjeros por parte de gobiernos locales, mediante alianzas público privadas, subsidios o inversiones detonantes, que en conjunto con el acceso a créditos y la capacidad de inversión global, producen un cambio de escala en el territorio (Gotham, 2005). Este fenómeno masifica la gentrificación en distintas localidades del planeta, con mayor presencia en zonas urbanas o cercanas a grandes urbes y con deterioro de infraestructuras. Como explica Delgadillo-Polanco (2010); a partir del fenómeno descrito por Glass, las transformaciones socio – económicas han dado pie a distintas etapas de la gentrificación: La primera ola (1968-1972) fue de gentrificación esporádica; la segunda (1978-1988) de expansión; la tercera (1994-1999) de retorno y gran

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expansión; y la cuarta ola, un proceso en hiperexpansión y mutación. (pág. 840) Aparecen términos como Gentrificación Rural, Gentrificación Estudiantil y Gentrificación de Nuevas Construcciones. Estos conceptos descritos por Lees, Slater y Kyly (2008), Gotham, (2005) y Delgadillo-Polanco (2010), plantean nuevas gentrificaciones que no se desarrollan en los cascos históricos o centros de ciudades consolidadas, sino que en nuevos paisajes. Es en este contexto, dentro de las urbanizaciones turísticas, donde encontramos una serie de transformaciones físicas y socio-ambientales de características únicas que se repiten caso a caso y que pueden explicarse desde el concepto de Gotham ‘Gentrificación Turística’. Esta se define como: La transformación de un barrio de clase media, en un próspero y exclusivo enclave marcado por la proliferación de empresas de entretenimiento y lugares turísticos (Gotham, 2005, pág. 1102). El proceso de cambio hace referencia a un barrio inserto en ciudades o zonas urbanas, pero podemos encontrar semejanzas en los frentes de agua o ciudades costeras donde mediante enclaves, centros turísticos o infraestructura de segunda residencia, pueblos o localidades costeras se transforman en lugares turísticos. 226

Esta transformación se sustenta en gran demanda al mercado turístico descrito por Judd (2003) como el “producto de una cultura globalizada de consumo sostenida por trabajadores y consumidores altamente móviles” (pág. 58). El potencial económico del frente costero se explica por la revalorización del paisaje para la sociedad, dando gran importancia a las vistas y el frente playa. Los nuevos patrones de consumo masifican las urbanizaciones de segunda residencia en altura o privilegian un modelo de enclaves y urbanizaciones cerradas. El crecimiento económico de la población, las mejoras laborales, la capacidad de endeudamiento y la movilidad, ha permitido que población del sector terciario tenga acceso a créditos hipotecarios, aumentando el dinamismo de este mercado. El que las transformaciones de estos balnearios se caractericen por la existencia de una alianza público- privada para Wyly y Hammel (1998) y Gotham (2005) son muestras en sí mismas de una reestructuración, del proceso de gentrificación, como parte de una estrategia de intervención urbana para su renovación o promoción. El agente inmobiliario o el estado intervienen como actores gentrificadores, y son el detonante de las transformaciones físicas y socio- ambientales que convergen en la gentrificación turística (Delgadillo-Polanco, 2010; Less, Slater y Kyly, 2008). Las políticas e inversiones públicas o privadas promueven el desarrollo urbano de la zona como un lugar de atracción turístico, brindando servicios especializados para crear


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el consumo del turismo. Las políticas públicas buscan interconectar ciudades a nivel mundial atrayendo dichos capitales vía legislaciones más blandas o inversiones en infraestructura que hacen más atractiva la oferta, en lo social se ve al mundo como un todo y cobra mayor importancia la movilidad y sus infraestructuras (De Mattos e Iracheta, 2008). Las grandes inversiones en infraestructura, vivienda y lugares de recreación, en el caso de las urbanizaciones de segunda residencia, quedan desocupadas gran parte del año, como explica Eliza Darling (2005) cuando habla de paisajes naturales -wilderness gentrification-, lo que genera gentrificación no es solo el espacio residencial sino que también el espacio recreativo. Dentro de la estrategia de inversiones ligadas a la gentrificación turística se busca crear un nuevo código común, basado en el imaginario colectivo que promueve paisajes exóticos, rescatando algunas características locales pero creando lugares reconocibles en un contexto globalizado. Así, el usuario se siente identificado con una imagen predefinida del turismo de sol y playa (Gotham, 2005). La imagen que físicamente se refleja en la creación de segundas residencias emulan los enclaves turísticos globales, con torres que rentabilizan el suelo y que en varios lugares se exhiben como “grandes murallas” a lo largo de la primera línea de costa. Es éste tipo de proyectos no es el habitante el gentrificador, sino que los grandes desarrolladores inmobiliarios que construyen el paisaje y la imagen urbana promoviendo espacios ya definidos al futuro comprador. El nuevo imaginario colectivo carece de historias en común o relaciones con el entorno, provocando la pérdida de la cultura e identidad de esas ciudades (Inzulza, 2012). Una nueva mirada Latinoamericana. Es difícil entender la gentrificación clásica en el contexto latinoamericano. Diferencias culturales, físicas y económicas hacen que deba replantearse el concepto desde esta perspectiva. Varios autores presentan describen éstos rasgos inherentes en Latinoamérica (Inzulza, 2012; Arriagada y Gana, 2013; López- Morales, 2013; Janoschka y Casgrain, 2013). En Latinoamérica, podemos observar la gran participación del estado como agente gentrificador mediante políticas públicas o inversiones. Se trata de legitimizar estas prácticas con nombres como renovación urbana, rehabilitación urbana, reurbanización, operaciones de rescate de la ciudad y otros, incluso, algunos autores plantean la gentrificación como un proceso de mejora de las ciudades. Escondiendo de esta forma las consecuencias sociales de estas prácticas. Ejemplos; de este aspecto, podemos encontrarlos en el desarrollo turístico de México, tanto en el turismo de sol y playa como en el Centro Histórico. El subsidio de renovación urbana en el centro y pericentro de Santiago de Chile y el desarrollo de Puerto Madero en Buenos Aires Argentina siendo

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la principal explicación la posibilidad mediante subsidios o inversiones de atraer a capitales privados que renueven el sector, atraigan divisas y transformen sus ciudades o localidades en sectores emergentes y pujantes. Aparecen nuevos modelos urbanos con construcciones que satisfacen el mercado inmobiliario y la rentabilización máxima de los capitales invertidos. Estos proyectos, definen el espacio residencial y de ocio y son en sí mismos gentrificadores; se imponen nuevas formas de arquitectura como los condominios cerrados y departamentos en altura, que cambian la perspectiva del paisaje existente y crean atracción de nuevos residentes de clase media, en especial con trabajos en el sector terciario de la economía. Álvarez–Rivadulla (2007) habla de estas nuevas urbanizaciones reuniendo en el fenómeno de gentrificación diversas formas de construir el territorio latinoamericano. Si bien es cierto existen muchos casos de gentrificación en Latinoamerica donde la población es de clase acomodada o se han rehabilitado inmuebles antiguos, en este caso en particular es importante la presencia de clase media de grupos terciarios, que acceden a créditos hipotecarios, ya que da un carácter masivo a la gentrificación, creando gran impacto social, cultural, económico y físico.

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El último punto con diferencias es el desplazamiento en sí mismo, mientras que en los países anglosajones el proceso de expulsión o desplazamiento resulta más evidente con una gran pérdida de población residente en Latinoamerica el desplazamiento tiene distintos ribetes. Existen casos en el cual el proceso del aumento del precio del suelo presiona a antiguos residentes a relocalizarse con gran presencia de viviendas en altura. En otros casos se ha desincentivando la inversión en viviendas sociales o de clases menos acomodadas. El desplazamiento como lo explica Aalbers (2011) se da por; “exclusión socioeconómica espacial de las zonas de mercado residencial”. En otros casos, la expulsión de población se genera por la incapacidad de acceder a los espacios o servicios gentrificados. Por ejemplo, en relación a nuevas residencias sociales, Janoschka habla sobre una gentrificación simbólica, en la cual cambio de uso toma una relevancia importante así mismo da cuenta de la subjetividad en el desplazamiento, argumentando que dimensiones sociales, económicas, culturales o de posibilidades, pueden ser consideradas desplazamiento (Janoschka, Sequera y García, 2013). Bajo estos argumentos se consideran como exclusión aquellos proyectos de segunda residencia que existen en ciertas localidades costeras. Turistificación en Avenida del Mar, creación de un enclave turístico El análisis de este estudio se plantea en la zona delimitada por Avenida del Mar y la Ruta 5, desde la Avenida Francisco de Aguirre hasta el Casino Enjoy. Se pueden distinguir cuatro etapas en el desarrollo de esta zona. La primera en la década del 50 con el


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proyecto de saneamiento y urbanización del ‘Plan Serena’, del Presidente Gabriel González Videla; proyecto, mediante el que vegas y pantanos se condicionaron como terrenos agrícolas y que fueron cultivados por colonos italianos. Esta se caracteriza por una urbanización de viviendas unifamiliares de uno o dos pisos a lo largo de Avda. Francisco de Aguirre. La segunda en los años 80, a partir de la primera etapa de Avenida del Mar, con financiamiento conjunto entre el estado y privados. El crecimiento urbano se caracteriza por viviendas de un piso con ampliaciones, además de infraestructura turística que complementan el uso agrícola. La tercera en la década de los 90 con la segunda etapa de Avenida del mar y el auge del turismo producto de la globalización que incentiva un gran desarrollo de proyectos inmobiliarios turísticos, de segunda y primera residencia en la zona de dunas, vegas bajas -humedales-, y las desembocaduras de los canales de drenaje del sector de Las Parcelas. La última a partir del año 2000, producto del gran aumento de la población como consecuencia de las migraciones desde otras comunas y regiones. Tabla 10. Crecimiento de la población en La Serena 229

Fuente: Elaboración propia en base a Censos de Población (INE 2005, Cámara Chilena de la Construcción, 2013).

Es este último periodo, debido a la masificación de los proyectos tanto de primera como segunda residencia, podemos observar con mayor claridad la presión que ejerce este desarrollo inmobiliario sobre el territorio y la infraestructura como también indicios de gentrificación turística (figura 99). Los permisos de edificación en las Vegas Sur en el año 2004 fueron de 8.741 m2, mientras que durante el año 2011 se habían aprobado 46.883 m2 de edificación en la zona de las Vegas Sur (Wyndham, 2013). Al año 2012 el desarrollo inmobiliario alcanza casi el 50 % de la superficie del borde costero de la zona de las Vegas Sur, donde se mezclan proyectos nuevos con proyectos antiguos de la década del 80.


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Figura 99. Evolución de la urbanización del borde costero

Fuente: Elaboración propia en base a Google Earth, 2004, 2010, 2011. Figura 100. Cantidad de hectáreas construidas por períodos.

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Fuente: Elaboración propia en base a Wyndham (2013)

A pesar de la cantidad de superficie construida, la zona de Avenida del Mar (figura 100) sólo se le atribuye un 7 % de esta población, lo que equivale a 14.720 habitantes, aún más de lo informado por municipalidad, que consideran un aproximado de 7.000 habitantes permanentes. En su mayoría, son profesionales intelectuales, técnicos y profesionales de nivel medio. Un 49 % de la población corresponde al quintil C2 y posee estudios universitarios.


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Existe una gran cantidad de población flotante, de 500.000 habitantes que se acentúa durante el verano. En La Serena, el turismo de sol y playa durante el año 2012 constituyó el 41,9 % del turismo de la comuna, con un aumento del 25,8 %. Según el estudio de la ERD durante el 2007, 800.000 turistas visitaron la región y se espera que tanto la población de residencia secundaria y turística sigan creciendo. Esto incentivado por su calidad de corredor bi-oceánico, el mejoramiento del paso de Agua Negra, y el crecimiento económico de la población. Por otro lado la expansión del mercado inmobiliario se asocia a la participación de los capitales de préstamos hipotecarios que durante el periodo entre el 2009 – 2012 experimentaron un incremento de un 25 % en sus colocaciones. El mercado se enfoca en el desarollo de departamentos de primera y segunda residencia desde 2.000 uf a 6.000 UF, con una caracterización socio-económica del lugar de ABC, C1 y C2. Figura 101. Construcciones Avenida del Mar.

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Fuente: Elaboración propia (agosto 2012)

Los proyectos de vivienda en altura que en un principio tenían tres a cuatro pisos, hoy alcanzan un promedio de trece pisos, consecuencia del cambio cultural y de tipología que trajo consigo la globalización (figura 101). Sin embargo, en este fenómeno no sólo la cantidad de suelo urbanizado es un indicador de gentrificación turística costera, sino que también la imagen resultante tanto de la construcción de viviendas como del paisaje recreativo. En este caso, se constituye por verdaderos resorts, donde el mayor gentrificador es el gran inversionista quien ofrece un determinado modelo urbano. Uno de los ejemplos de esta nueva imagen es Laguna del Mar, proyecto ubicado en las cercanías del Faro. Aquí se desarrollan programas como cancha de tenis, laguna navegable, senderos peatonales, cafeterías y programas complementarios de entretenimiento (figura 102). Otro ejemplo es ‘Aqua La Serena’, ubicada en Avenida del Mar 2150, con equipamiento como un gran parque acuático tres piscinas con olas, bar en la piscina, spa, sauna y piscina temperada, sala de juegos, pool y gimnasio. Lo extenso de este programa hace que estos proyectos


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se resuelvan prácticamente en su interior, transformándose en enclaves cerrados que provocan tanto un desplazamiento por exclusión como un desplazamiento en el contexto simbólico de este balneario (figura 103). Figura 102. Proyecto Laguna del Mar.

Fuente: Plataforma Urbana, 2010. Figura 103. Proyecto Aqua La Serena.

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Fuente: http://www.propiedades.emol.com/

El desplazamiento en las características de la gentrificación turística se determina, en primer lugar, por la incapacidad económica de otros habitantes para acceder a estos proyectos como también por el alto valor del suelo que impide proyectos de viviendas sociales. En segundo lugar, tal como lo había descrito Darling, estos poblados turísticos se caracterizan por tener una baja población con aumento de población flotante en temporadas, generando que las edificaciones se encuentren vacías gran parte del año. El gentrificador no es directamente el habitante sino que el espacio edificado y la privatización del espacio público. Nuevamente, el Proyecto de Laguna del mar con sus doce torres, dos mil departamentos; es un gran referente de condominio cerrado que ejemplifica muy bien el cómo estos proyectos de gran envergadura, gentrifican el territorio.


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Por último, se plantean nuevos cambios al plan regulador con un aumento de la densidad, cambio de uso en el suelo agrícola de la zona y nuevas inversiones en equipamiento urbano y ciclovías. Esto, traería aún más construcciones de proyectos inmobiliarios impulsando a que se consoliden la segunda y tercera línea hacía Avenida del Mar, asemejándose aún más a los modelos de América Central; donde las torres que maximizan la inversión para aprovechar el valor de las vistas son las mismas que constituyen una gran barrera a lo largo de las costas. Si bien, no constituye desplazamiento, los proyectos que se emplazan en segunda y tercera línea ya no pueden acceder a las vistas. El gran impacto en el territorio se refleja en sus sistemas, colapsando servicios y circulaciones. Se suman a esto la falta de una estructura vial que conecte la zona con el resto de la ciudad, problema derivado de la entrada en caducidad de las servidumbres donde las vías que conectarían Ruta 5 con Avenida del Mar se encontraban proyectadas. Además, de la falta de transporte público que no puede circular a lo largo de esta avenida, promueve el uso del automóvil, lo que tiene como consecuencia la genereación de flujos de mayor intensidad en horario normal. En Avenida del Mar circulan aproximadamente 600 autos por hora, aumentando en el verano a unos 1.400 (Valenzuela, 2010). Esta problemática nos plantea una nueva forma de exclusión dada al uso que se le puede otorgar al balneario, en la cual los sectores menos acomodados tienen menos posibilidades de acceder a los espacios públicos por no existir transporte urbano (figura 104). Figura 104. Congestión en Avenida del Mar.

Fuente: Diario La Tercera.

Conclusiones La intensidad con la que han ocurrido las transformaciones descritas en La Serena, urbanizando casi un 50 % del territorio disponible en un periodo de 15 años, es un

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indicador que refleja el impacto del mercado turístico de segunda residencia. Con inversiones que en su conjunto han posicionado el balneario como un enclave turístico de sol y playa, han masificando la oferta atrayendo a grupos de clase media en forma de pequeños inversionistas o de habitantes temporales. Con una tendencia al alza los incentivos de los gobiernos locales y la gran rentabilidad de los proyectos hace probable que en pocos años aumente la cantidad de suelo urbanizado, generando presiones sobre paisajes ambientales en una forma preocupante paisajes con características como humedales con fauna y flora autóctonas, contribuyendo aún más a la formación de una urbanización del tipo barrera y de enclave turístico. Si bien es cierto que no existe un desplazamiento de antiguos residentes, se observa en la zona consolidada tanto un desplazamiento exclusionario como también un desplazamiento simbólico, donde los nuevos residentes son en su mayoría profesionales de clase media, con educación universitaria.

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En este sentido, se considera al caso de La Serena como un ejemplo clásico de tipo de gentrificación de costas chilenas, que se manifiesta con características únicas que responden a patrones culturales, económicos, sociales y paisajísticos distintivos. Sin embargo, éstas características responden a los conceptos claves planteados por los investigadores en distintas etapas de la gentrificación. Desde esta perspectiva, la gentrificación turística se puede definir por los siguientes factores: - Por una gran presencia del estado o los gobiernos locales como impulsores de un proyecto que atraiga capitales privados, con inversiones, subvenciones o franquicias; - Capitales globales como agentes de gentrificación, con aumentos explosivos de proyectos inmobiliarios que en base a la tipología de los proyectos crean un paisaje gentrificado, cambiando la identidad de los territorios en donde se insertan. - Aumento del valor del suelo en un espacio definido, provocando atracción de grupos de clase media con acceso a créditos hipotecarios, con presencia de flujos masivos de habitantes temporales que saturan los sistemas. - Desplazamiento por presión directa o indirecta de grupos sociales de menores ingresos que generan falta de acceso al uso de estos espacios y vistas. Estos desplazamientos generan un cambio en la identidad del paisaje gentrificado. La intensidad del fenómeno, la masificación de los mercados turísticos globales y las crisis económicas que hacen que los capitales se reinviertan. Esto crea un escenario propicio para que la gentrificación turística costera siga invadiendo los balnearios chilenos, desplazando tanto a usuarios y turistas como a residentes que no pueden financiar la compra de estos proyectos inmobiliarios. Este escenario implanta además además modelos de referentes internacionales que no siempre tienen en consideración las identidades de los territorios que los acogen. En este contexto, es necesaria la adopción de un ‘proyecto de desarrollo turístico


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integral’, donde se hagan parte tanto inversionistas privados como del sector público, generando condiciones de diseño que permitan no sólo el crecimiento del mercado sino que también entreguen pautas al desarrollo de infraestructuras de soporte como vías de acceso, transporte y espacios públicos. Es importante indicar que el Plan Regulador de Ordenamiento Territorial existente (Municipalidad de La Serena, 2009, 2011), pretende ser una manifestación de una adecuada Estrategia Regional de Desarrollo (Gobierno Regional de Coquimbo, 2008), pero que dada su formulación en base a puntos específicos de intervención, no logra convertirse en un proyecto integrador y organizador del espacio habitado y natural. El caso de un desarrollo tipo linear o de barrera hace imprescindible proyectos públicos que promuevan la articulación del territorio, disminuyendo los desplazamientos tanto por exclusión como de uso. Finalmente, se sugiere que es necesario desarrollar nuevos indicadores territoriales que en el caso de la gentrificación, se hagan cargo de las características específicas de estos tipos de asentamientos, culturas y que permitan identificar con más profundidad las escalas de estos fenómenos. De este modo, se permitiría evaluar con mayor precisión para el desarrollo de políticas públicas que enfrenten las transformaciones. Referencias bibliográficas 235

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3.5 Exploración de los procesos de centralidad en ciudades fluviales del sur de Chile: el caso de Valdivia. Antonio Zumelzu, Daniel Ostrowski, Sebastián Navarro, Matías Murua y Antonella Bernucci

Introducción

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Los rápidos procesos de urbanización están emplazando a las ciudades de los países del sur del globo en el centro de la agenda de desarrollo del siglo XXI (ONU-Habitat, 2012). Estos procesos de transformación plantean tanto retos como oportunidades para pensar y actuar sobre el futuro de las ciudades (Zumelzu, 2015). En Latinoamérica, el espacio urbano ha evolucionado desde una forma compacta hacia una forma fragmentada y expandida, en la cual sus formas de habitar han sufrido importantes cambios en las ultimas décadas. Su rápido crecimiento y la fragmentación de sus periferias, así como la proliferación de nuevas estructuras residenciales, afectan directamente el modo de vida urbano, obligando al habitante a redefinir tanto sus relaciones sociales como su propia identidad (Truffello e Hidalgo; 2015, Guevara, 2015; Atkinson, 2014; Grigonis, 2013; Rodríguez, 2012). La progresiva dispersión de la población en asentamientos suburbanos y la relación cada vez más estrecha entre las personas y los automóviles, se ha convertido en la base de un consumo voraz de recursos, cuando incluso se compara con la vida moderna en ciudades. En Chile, los resultados preliminares censales del año 2012 muestran que las ciudades se encuentran en la escala intermedia, con un rango entre 100.000 y 300.000 habitantes, siendo casi la mitad de las ciudades dentro de Latinoamérica (48,1 %) con tamaño intermedio (Inzulza, 2014). Este panorama expone los acelerados cambios socio espaciales y morfológicos que han experimentado las ciudades en Chile y sus consecuencias sobre los centros urbanos a toda escala durante el presente siglo. El aumento de la escala habitable del espacio urbano ha contribuido principalmente a la reducción de la actividad residencial en áreas centrales. Estas zonas se vuelven menos pobladas y más devaluadas, en la cual su ciclo de deterioro va empeorando progresivamente (Abramo, 2012; Smolka y Mullahy, 2007). La relación que hay entre el control de la expansión territorial y el apoyo de la densificación urbana está en el corazón de la discusión sobre la regulación del uso del suelo en América Latina (Marengo y Elorza, 2016; Lungo, 2001). El centro de una ciudad se define como el área de mayor concentración de actividades y mixtura de usos de suelo en un lugar prominente dentro de una zona urbana. Desde el punto de vista morfológico, la condición de los centros no resulta ser un estado permanente, sino más bien un proceso de constante cambio y transformación: los centros crecen, se encojen, se expanden, cambian de ubicación y se diversifican, en el que sus límites son normalmente difusos en el territorio (Hillier, 1996, 1999). El


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objetivo de este capítulo es aplicar un concepto clave de centralidad urbana a la realidad morfológica de una ciudad intermedia chilena: el concepto de ‘centralidad viva’, que se caracteriza por la presencia de usos tales como comercio, mercados, restaurantes y entretenimiento, así como también otras actividades que usualmente se benefician del movimiento de las personas. El concepto de centralidad viva, también conocido como ‘live centrality’, es central en la teoría de Hillier (1999) acerca del estudio de los procesos de formación de centralidades. El concepto establece que los patrones de movimiento peatonal son influenciados por la trama urbana, dando lugar a la aparición de redes de centros conectados que contienen comercio y otras actividades impulsadas por el movimiento. El desafío es entender cómo se configuran los procesos de formación de centralidades en la ciudad de Valdivia, una ciudad fluvial de rango intermedio en el sur de Chile. La hipótesis apunta a comprobar que las deficiencias de los procesos de centralidad en la ciudad de Valdivia están directamente relacionadas a los procesos de expansión urbana de la ciudad. La investigación aplica el enfoque de economía en movimiento de Hillier (1996), utilizando el método space syntax para explorar los patrones y actividades espaciales que existen en la ciudad. Primero, el capítulo aborda el análisis de la sintaxis del espacio en el caso de estudio utilizando la herramienta Dephmap para la construcción de mapas axiales. Después, la plataforma SIG fue utilizada para catastrar y analizar las actividades que determinan la configuración del espacio central. El estudio explora cómo las diferentes configuraciones espaciales son influenciadas por el concepto de centralidad viva y cómo éstas juegan un papel fundamental en la formación y localización de centros, tanto a escala local como a escala ciudad. Además, la presencia de diferentes actividades que definen la localización de centros son identificadas y medidas. Los resultados indican que las actividades de comercio de carácter minorista tienden a concentrarse en áreas con un alto grado de integración morfológica, siendo determinantes en la conformación de redes de centros de mayor vitalidad peatonal. Además, se observa una alta correlación entre la distribución espacial de éstas actividades y la localización del centro topológico de la ciudad. El fenómeno de centralidad como un proceso El término ‘centro’ aplicado a los asentamientos es definido como una concentración de mixtura de usos de suelo y actividades en una determinada localidad (Hillier, 1999). Sin embargo, el concepto de centralidad urbana hace referencia a la capacidad de ciertos espacios o elementos urbanos de articular flujos de todo tipo. La articulación de estos flujos depende del grado de influencia de estos espacios sobre los demás componentes del sistema urbano (Sohn y Kim, 2010). La condición de centralidad no resulta ser permanente, sino que cambia y se transforma: cambia su ubicación, se desplaza y

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diversifica. Simultáneamente a un proceso centrífugo, que se manifiesta sobre el borde urbano. Ambos procesos, tanto hacia la periferia como hacia el propio centro, denotan una instancia de conflicto que pone en juego la condición de centralidad a diferentes niveles (Tella, 2007). Históricamente, el fenómeno de centralidad ha sido debatido como un proceso histórico y evolutivo, fundando sus sistemas en variables económicas y espaciales (Krafta, 2008). En planificación urbana -bajo diferentes términos como “accesibilidad” o “proximidad”– el concepto de centralidad ha entrado en escena haciendo hincapié en la idea de que algunos lugares son más importantes que otros, ya que son más centrales (Porta, Crucitti y Latora, 2008; Wilson, 2000). Una redacción diferente -‘integración’ y ‘conectividad’- ha acompañado una discusión pionera de centralidad para el propósito específico de diseñadores urbanos.

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Hansen, por ejemplo, ya sugería que la accesibilidad sería un factor relevante en la formación de centralidad (Hansen, 1959). Su estudio how accesibility shapes land use demuestra que centralidad urbana puede ocurrir a partir de ventajas de locación comparativas. Mejor accesibilidad confiere mayor visibilidad, mayor exposición a un conjunto de consumidores y los convierte en preferenciales para la localización de actividades que justamente dependen de estos factores. Tella (2007) y Sohn y Kim (2010) concuerdan en que un espacio adquiere el rango de centralidad cuando incorpora por lo menos tres funciones: equipamiento social, institucional, de comunicaciones, de finanzas o transporte. Una centralidad podría proporcionar la situación para un determinado número de sobreposiciones e interacciones de actividad, que junto con los encuentros casuales de ámbito público crearían una mayor interacción social que la simple suma de las partes (Barton, 2000). Por otro lado, si bien la centralidad se reconoce cuando se dan ciertas condiciones espaciales y funcionales -estas últimas descritas como concentración y diversificación de actividades en un área determinada-, parece explicar de manera más acertada la cuestión que la centralidad es más bien un componente espacial, entendida como un modelo que determina la componente clave de lo que se define como ‘proceso’ (Hillier, 1999). Desde el punto de vista morfológico, el concepto de centro topológico hace referencia al estudio de ciertas propiedades morfológicas del espacio, tales como integración o accesibilidad, que determinan su localización. Dependiendo de éstos factores, la localización del centro topológico se espera que pueda cambiar con menos frecuencia que otras partes de la grilla (Hillier, 1999). Hillier establece que la centralidad no es un estado fijo, sino más bien un proceso ‘vivo’ determinado por las relaciones entre actividad y movimiento peatonal. Esta se consolida cuando cierta configuración espacial es influenciada por determinados flujos de movimiento que convierten un área en un atractor, cuyos diferentes niveles de intensidad cambian producto de continuos procesos espacio-funcionales. Esto se complementa con lo planteado por Burger, van


Parte 3: El Sistema Urbano Eficiente y Sostenible en Contextos de Metropolización

der Knaap y Wall (2014) en relación al enfoque morfológico, el cuál se centra en las características de los nodos o centros identificados en lugar de las características de los enlaces entre centros. En el enfoque morfológico, la importancia de los centros por lo general se evalúa en función de su tamaño relativo. En general, se entiende que la centralidad es un proceso evolutivo, fundando sus sistemas en variables económicas, sociales y espaciales, siendo en sí un proceso en constante modificación y transformación. Morfológicamente, la centralidad no es clara ni estable, ya sea en su enfoque o en sus límites. Centralidad viva o ‘live centrality’ Un componente clave del análisis de centralidad es el concepto de ‘centralidad viva’ o ‘live centrality’, que sostine que los ‘centros vivos’, es decir, las funciones de comercio, mercados, restaurantes, ocio y otras actividades, se benefician particularmente del movimiento peatonal. Esto, debido a que los procesos espaciales que rigen la centralidad viva aparecen para invocar requerimientos espaciales más allá de los relacionados con otras funciones centrales, tales como la administración, los empleos de oficina o religión (Hillier, 1999, pág. 107; Batty, 1998). Para Hillier, la clave presente en aquellos lugares que logran convertirlos en centros vivos está determinada cuando el componente espacial es influenciado por un proceso económico en movimiento (Hillier, 1996). Esto es posible de investigar a través de las relaciones entre las dinámicas espaciales y funcionales, ambas intersectadas por la actividad socioeconómica de cada sociedad urbana, donde los patrones espaciales operan en los diferentes niveles de centralidad. Tanto planificadores como geógrafos, que vienen desde una perspectiva diferente, han priorizado tradicionalmente al comercio como la medida clave de la vitalidad urbana y determinante de la posición de un centro en la jerarquía urbana (Burger, van der Knaap y Wall, 2014; Wang et al., 2014; Vaughan et al., 2010). Análisis de integración: un aspecto clave de la sintaxis del espacio En este estudio, nos enfocamos en el análisis de integración como aspecto clave de la sintaxis del espacio, para entender qué configuraciones y comportamientos de la trama urbana definen la condición morfológica de un centro. Por definición, la integración es la medida del promedio de cantidad de pasos que toma desplazarse de un nodo de la grilla a otro, o de una línea a otra dentro de mapas axiales o mapas de superficie (Hillier, 1999; Porta, Crucitti y Latora, 2006). Un mapa axial es un análisis gráfico basado en un conjunto de líneas, dibujadas en el espacio abierto de un plano. Espacialmente, el proceso de integración funciona en dos niveles en la generación de un patrón de centralidad: a nivel global y nivel local. Globalmente, el proceso selecciona ubicaciones que tienen el grado apropiado de integración con respecto al asentamiento en su conjunto. Localmente, lugares son seleccionados siguiendo ciertas condiciones locales de la trama. Ambos aspectos del proceso son dinámicos. Como los asentamientos crecen, el patrón de integración global es probable que cambie, y esto va a crear una presión espacial para un cambio en el foco de centralidad (Krüger y Vieira, 2012; Porta et al. 2009; Hillier, 1996, 1999).

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Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

Análisis: La ciudad de Valdivia Se entiende a la ciudad de Valdivia bajo una serie de dinámicas sociales y económicas que se han visto marcadas por catástrofes naturales y sucesivas transformaciones geográficas y sociales: el incendio de 1909, la llegada del ferrocarril en 1920, el terremoto de 1960, y la consolidación suburbana a partir de 1995 (Almonacid, 1995; Guarda, 2001). El análisis se enfoca en las transformaciones morfológicas de la ciudad, para examinar su estructura axial en el tiempo. El análisis de integración (figuras 105a y 105b), confirma que el centro urbano de Valdivia ha sufrido un proceso de constante modificación y transformación, producto de factores espaciales, económicos y catastróficos.

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Topológicamente, en el año 1905 los niveles de integración global se presentan altos en gran parte de la ciudad, principalmente por lo compacto de su estructura urbana. La centralidad se concentra al interior de la trama urbana, definida por sus límites morfológicos, principalmente los segmentos más largos: las calles Cochrane (Cs) hacia el sur y Picarte (Pi) hacia el este. La ciudad experimentó una variación importante en 1909, fecha del mayor incendio que haya sufrido Valdivia en su historia, en la cual gran parte de la zona céntrica fue consumida por el fuego. Ese mismo año el parlamento aprobó la ley de transformación urbana de Valdivia. Se diseñó un nuevo plano para la zona afectada, que regularizaría el trazado de las calles, su ancho y los accesos al río. Se eliminaron algunas calles y callejuelas, y se extendieron otras. Así, en 1920 los niveles más altos de integración global coinciden con el centro fundacional de la ciudad, principalmente en las calles General Lagos (Gl) y Picarte (Pi), ésta última con la llegada de la industria del ferrocarril y la expansión sur de la población obrera. Figura 105a. Evolución del mapa axial de Valdivia: A) periodo 1905; B) periodo 1920.

Fuente: Elaboración propía.

En 1945 la ciudad se mantiene integrada por su trama compacta, en donde los niveles más altos de integración se presentan hacia los anillos periféricos de la ciudad. Esto, debido a la aparición de las obras de infraestructura del hospital base, el regimiento, y


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la implementación de viviendas sociales al sureste como una solución a los conventillos (Almonacid, 1995). En 1960 el terremoto fue la lápida al decaimiento de la economía industrial de la ciudad (Guarda, 2001). La morfología urbana de Valdivia se vio reconfigurada al punto que la ciudad debe adaptarse a los terrenos que ésta dispone. Así, los niveles de integración global más altos se desplazan hacia el sector este de la ciudad, configurándose aquí la centralidad topológica en Avenida Picarte (Pi), por la expansión urbana hacia los sectores altos de la ciudad –sector suroriente. Figura 105b. Evolución del mapa axial de Valdivia 1979.

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Fuente: Elaboración propía.

Con el desplazamiento del centro topológico hacia la calle Picarte (Pi) en 1979, el nivel de integración de la calle aumenta gracias a la formación del barrio Pablo Neruda, un barrio de emergencia post-terremoto que se consolida en los sectores más altos de la ciudad (figura 105b). En 1995, la calle Picarte se consolida como la más integrada del sistema total, ante la inclusión de nuevos polos comerciales en el sector sur. El centro topológico se desplaza desde el centro histórico progresivamente hacia el sur-este de


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la ciudad, donde se establece su nivel más alto en la calle Picarte a la altura del Barrio Estación. Actualmente, la ciudad de Valdivia se ve afectada por la expansión urbana. Proyectos inmobiliarios expansivos y desarticulados no logran consolidar nuevas áreas urbanas, provocando la conformación de suburbios en el sector sur, este y oeste de la ciudad, generando una pérdida de la ciudad compacta orientada hacia su río que antiguamente existía. Figura 106. Situación actual de Valdivia. El mapa de integración muestra la centralidad topológica a lo largo de la Avenida Picarte, en color más oscuro.

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Fuente: Elaboración propía.

La ciudad de Valdivia se expande desde el centro urbano hacia el sur-este, siendo esta zona la de mayor integración. Esta aproximación establece que el centro histórico de la ciudad de Valdivia no coincide con las áreas de mayor integración topológica a nivel global de la ciudad. Existe un desplazamiento de la centralidad topológica de la ciudad hacia el sureste. La figura 106 ilustra que las unidades urbanas, ambas del sur y noreste, son de carácter residencial, con la mayoría de sus usos de suelo destinados a vivienda y escasez de otras funciones como comercio local, recreación y equipamientos. Por otra


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parte, a nivel global se destacan los segmentos de mayor integración de la avenida Picarte en color más oscuro. Como se aprecia en la figura 106, cuatro potenciales centralidades son sintácticamente distintivas, destacadas por su mayor integración a lo largo de la avenida, de norte a sur: las intersecciones con calles Baquedano (Bq), Simpson (Sp), con la Avenida Francia (Fr), y finalmente con Ruben Darío (Rd). La avenida Picarte es la centralidad topológica de la ciudad, no sólo por su relevancia en evolución histórica, sino que también por ser el principal lugar de movimiento en la ciudad, que conecta el centro histórico con el sector sureste de Valdivia. La ciudad presenta un crecimiento expansivo unidireccional que está determinado por los límites geográficos generados a partir del terremoto de 1960. A medida que la ciudad se expande, existe una tendencia de desplazamiento del centro topológico hacia el sur, y a su vez, una disminución en sus valores de integración global. Figura 107. Localización de comercio y actividades a lo largo de la Avenida Picarte y el centro histórico de Valdivia.

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Fuente: Elaboración propía.

Identificación de centros vivos Se utilizó la plataforma SIG para la identificación de actividades que definen un centro


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vivo. En esta etapa, se lograron identificar 1.110 actividades distribuídas en el radio que abarca desde la Avenida Picarte hasta el centro histórico de Valdivia. La figura 107 ilustra un mapa axial de integración global que muestra la superpocisión de las actividades identificadas y situadas espacialmente. Figura 108. Concentración de actividades por tipo a lo largo de las dos zonas identificadas: a) comercio; b) gastronomía; c) entretenimiento; d) mercados.

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Fuente: Elaboración propía.

En la figura 107 se identifican dos zonas de agrupación de actividades: el centro histórico y la avenida Picarte. El centro histórico se compone por una agrupación convexa de sus actividades, mientras que en Picarte las actividades se organizan linealmente a lo largo de la calle, de manera dispersa desde el noroste al sureste. La mayoria de las actividades identificadas se localizan en el centro histórico de la ciudad, con un total de 814 actividades, en las que predominan las de tipo comercial al por menor; mientras que en Picarte existen 296 actividades. La figura 108 ilustra cuatro gráficas de las actividades identificadas y organizadas por tipo, que determinan la formación de un centro vivo. En las gráficas es posible apreciar que en ambas zonas existe un


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importante dominio de actividades comerciales que, sin embargo, no es igual al resto de actividades. Las actividades relacionadas a la gastronomía, entretenimiento y mercados se concentran principalmente en el centro histórico, tal como se muestra en las gráficas b, c, y d respectivamente. En la Avenida Picarte, predomina ampliamente el comercio de carácter minorista al por menor, junto a poca variedad de otro tipo de actividades, relacionadas al emprendimiento barrial. Figura 109. Análisis transect de Picarte (Pi) y el centro histórico de Valdivia (Ch).

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Fuente: Elaboración propía.

El centro histórico sigue siendo el principal foco de toda actividad de la ciudad, no sólo en relación a la cantidad de actividades identificadas espacialmente, sino que también en relación a la diversidad de actividades que se desarrollan. La variedad y la cantidad de actividades identificadas en el centro histórico determinan la localización del centro vivo predominante. Sintácticamente, las condiciones que reúne la avenida Picarte son favorables para el desarrollo de centralidad viva. Sin embargo, ésta presenta un comercio escaso en variedad, agrupado linealmente en torno a la avenida, siendo un centro con escasa variedad de actividades y de poca vitalidad peatonal. Según la literatura, la localización de centros vivos se define por dos aspectos: por su posición –de mayor integración- dentro del sistema total y por las condiciones de la


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trama urbana local (Hillier, 1999; Kafta, 2008; Read, 1999; Porta et al, 2009). A pesar de que existe un importante desplazamiento del centro topológico desde el centro histórico hacia la Avenida Picarte, esto no ocurrió con su centro vivo. Las condiciones de la grilla local tienden a ser la variable clave asociada a la definición de la centralidad local. El transecto muestra que la grilla local de centro histórico (CH) es mucho mas completa en comparación con Pi. Además, la profundidad y densidad de la grilla de CH es mayor que el de Pi, con mayor cantidad de líneas y alcance. Esto, debido principalmente a que la configuración de Pi es más bien lineal, alargada y fracturada por su funcionalidad (figura 109). Figura 110a. Mapa de integración local del centro histórico de Valdivia y los potenciales centros vivos identificados.

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Fuente: Elaboración propía.

Centro histórico (CH) Se reconoce el centro histórico (CH) como un espacio de alta integración local dado por las caractéristicas de su trama: trama urbana con características ortogonales, que configura calles paralelas y perpendiculares, formando una cuadrícula tipo damero, originaria de la ciudad colonial. Además, la grilla ofrece manzanas geométricamente pequeñas, que en su totalidad conforman anillos de circulación local que favorecen


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el movimiento peatonal y la conectividad; ambos necesarios para el desarrollo de centralidades y economías en movimiento. En este sentido, la trama de CH posee condiciones favorables para la creación de centros vivos. Los segmentos de mayor integración son las calles Arauco (Ar), Camilo Henríquez (Ca) y Pérez Rosales (Pz). Arauco (Ar) es una calle comercial activa que coincide con ser el integrador principal de centro urbano a nivel local. Escencialmente, esta calle se relaciona al comercio minorista al por menor -retail-, con pequeñas tiendas, galerías y bazares. En la intersección de Arauco (Ar) con la calle Beaucheff, la presencia de un centro comercial, un colegio y restaurantes aledaños indican la formación o emergencia de un potencial centro vivo. A pesar de la precaria calidad espacial, la condición de los servicios comerciales y el tamaño alargado de las manzanas, otorgan una dinámica peatonal funcional que conforma una centralidad viva, de carácter compacta, en esta intersección (figura 110b). Por otra parte, pequeños y grandes negocios, los cuales dependen principalmente del movimiento peatonal, tienden a concentrarse en áreas al interior del CH, especialmente en los segmentos de mayor integración local. Por ejemplo, en la intersección de las calles Camilo Henríquez (Ca) con Picarte (Pi), se acomodan la mayoría de las actividades comerciales al por menor. Tambíen en esta zona, cafeterías y restaurantes se insertan en edificios mixtos de viviendas y oficinas, las que se ubican próximos a lugares de fuerte vitalidad como la Plaza de la República. El comportamiento de este centro vivo, a diferencia de Arauco (Ar), es más bien expansivo, en la cual la plaza cumple un rol esencial en la atracción de actividades que promueven la permanencia en el espacio, como cafeterías, galerías comerciales y restaurantes (figura 110a). Figura 110b. Potencial centro vivo formado en la calle Arauco (Ar).

Fuente: Elaboración propía.

El centro topológico Avenida Picarte (Pi) La estructura espacial de Picarte (Pi) se extiende en una sola dirección lineal, de noroeste a suroeste, atravesando toda la ciudad y transformándose el centro topológico

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del sistema total de Valdivia. Esto, debido principalmente a dos hechos puntuales: primero, al crecimiento en expansión de la vivienda como consecuencia de los hechos catastróficos enmarcados por el maremoto de 1960; y segundo, a la expansión inmobiliaria de la vivienda residencial de clase media en los años 1980 y 1990. A pesar de que Picarte es la calle de mayor integración en la ciudad, a nivel local presenta deficiencias en su trama urbana. Figura 111. Actividades económicas localizadas a lo largo de Picarte (Pi).

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Fuente: Elaboración propía.

Tal como se ilustra en la figura 111 el transecto Picarte (Pi) aparece como un segregador a nivel local entre dos sectores colindantes norte y sur, mostrándose desconectado axialmente con sus barrios aledaños. Se presenta una trama incompleta en ambos lados, norte y sur, con calles irregulares asociadas a una fragmentación de las manzanas. A su vez, hacia el sector sur se aprecian manzanas demasiado grandes que no favorecen a la circulación peatonal y dificultan la conectividad a nivel local. Las condiciones de trama fracturada y desintegrada de Pi se deben principalmente al rápido crecimiento


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expansivo que ha experimentado la ciudad hacia el sureste, y al ser también el acceso principal intraurbano, tomando la condición de autopista al interior de la ciudad. Figura 112 Secciones del análisis transect en Picarte.

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Fuente: Elaboración propía .

La mayor parte de las actividades en Picarte se agrupan linealmente a lo largo de eje. Las actividades en su mayoría son de uso mixto, hogares con comercio de barrio y proveedores (figura 111), con mayor densidad especialmente entre las intersecciones de la calle Pedro Montt (Pm) y la calle Simpson (Sp), donde la organización espacial cambia levemente de lineal a convexa debido a que la trama local se presenta levemente más integrada; ésto dada la geometría completa de manzanas especialmente en el lado norte. Estas manzanas poseen valores de integración altos, a pesar de tener baja conectividad con Picarte. Por otra parte, pequeños negocios de talleres mecánicos, tiendas de materiales de


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construcción y tiendas de repuestos se acomodan en una embrionaria formación de comercio y servicios especializados a lo largo del eje, más cercanos a la periferia sureste, donde la trama de los barrios colindantes se presenta más fracturada y desconectada (sección 3 de la figura 112). Figura 113. Centro vivo identificado en la sección 1 del transecto Picarte.

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Fuente: Elaboración propía

En el análisis transecto la Avenida Picarte fue dividida en tres secciones, tal como se muestra en el mapa en la figura 112. Además, la tabla 12 resume los principales valores sintácticos obtenidos en las tres secciones evaluadas en el transecto urbano. Cuatro valores sintácticos fueron elaborados: el número de líneas en las que ocurren las actividades comerciales y servicios, los valores de integración local, valores de integración global y, finalmente, el número de actividades identificadas. En el análisis, una correlación fue identificada: los valores de integración local y el número de actividades localizadas espacialmente en el eje. En la figura 112, el transecto urbano Picarte muestra diferencias tanto en su morfología


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como en sus actividades. En la sección 1, el área cubierta forma una trama regular convexa. Además, sus calles son relativamente más cortas que en las otras dos secciones, lo cual permite que su morfología urbana pueda ser entendida como una serie de manzanas ortogonalmente bien definidas y conectadas. Por otra parte, esta sección de la calle incluye la mayor concentración y diversidad de actividades: 123 actividades en total. La diversidad de actividades de uso mixto (principalmente de comercio de abastecimiento local y con vivienda) organizadas en la trama urbana convexa definen una vitalidad urbana que configuran el único centro vivo de la calle (figura 113). La sección 2 posee el mayor número de líneas del transecto. A pesar del hecho de que las líneas no definen completamente las manzanas, el número de ellas es mayor que cualquier otra sección analizada. Aunque la avenida se relaciona a una alta concentración de tiendas (156 tiendas comerciales identificadas), las condiciones urbanas no logran conformar un centro vivo. Estas condiciones se relacionan principalmente a la disgregación de las actividades comerciales a lo largo de la avenida, que no propician espacios públicos que incentiven al encuentro y a la permanencia. Por último, la sección 3 se muestra como un conjunto de líneas disgregadas que no son capaces de dar forma a manzanas. Esto puede estar relacionado a una situación periférica en la que no existen actividades comerciales relevantes que generen vitalidad urbana. Aquí se acomodan talleres mecánicos, tiendas de materiales de construcción y repuestos, aprovechando la funcionalidad y velocidad que genera la calle en este tramo. Tabla 13. Principales valores sintácticos para las secciones del transecto de Picarte (Pi) y el centro Histórico (CH).

SECCIÓN

Nº LÍNEAS

INTEGRACIÓN GLOBAL HH

INTEGRAXIÓN LOCAL HH3

NÚMERO DE ACTIVIDADES

Centro Histórico (Ch)

179

1,610

1,963

243

Avenida Picarte (Pi)

406

1,520

1,998

196

Sección 1

139

1,192

1,979

123

Sección 2

233

1,653

1,778

73

41

1,182

1,397

0

Sección 3 Correlación

1

1

entre integración local y número de actividades

0,94

Fuente: Elaboración propía

Conclusiones y discusión El estudio realizado en este capítulo demuestra que la transformación urbana que experimentó Valdivia en los últimos 100 años ha generado un desajuste entre el

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centro histórico y el centro topológico de la ciudad, proliferando la expansión de su centro urbano hacia el sureste y el desplazamiento de su centro topológico. Tres potenciales centros vivos pueden ser identificados dentro de dicha expansión. Esto en efecto, contrasta con lo que ocurre en ciudades de Europa central, en donde la integración global del sistema total es un factor relevante para la localización de centros vivos (Hillier, 1999). El desplazamiento del centro topológico se relaciona a dos eventos históricos que han generado la expansión urbana hacia el sur de la ciudad: la relocalización de áreas residenciales marcadas por el terremoto de 1960 y la liberación del uso del suelo para el desarrollo inmobiliario en la década de 1990. Ambas dinámicas han sido gravitantes en la modificación de la trama urbana de la ciudad. El crecimiento residencial e inmobiliario lidera este tipo de desarrollo. Esto, corrobora la hipótesis con respecto a que las deficiencias de los procesos de centralidad están relacionados con los procesos de expansión de ciudad.

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Los resultados indican que las actividades de comercio al por menor -retail- tienden a concentrarse en segmentos con mayores valores de integración local, los cuales tienden a formar potenciales centros vivos. El desplazamiento del centro topológico de Valdivia generó alteraciones en la estructura global del centro histórico que modificó la localización del foco de centralidad vital y también el desplazamiento de actividades. Esta modificación ha influenciado en el cambio de las actividades comerciales desde el centro de la ciudad hacia los bordes del centro urbano, a través de las rutas más integradas de su red de calles. En la comprensión de la centralidad como proceso, las condiciones locales de la grilla han demostrado ser la variable clave asociada con el atractivo de un centro local, en el sentido de que la intensificación de la grilla ayuda a sostener el beneficioso movimiento circulatorio para el desarrollo de la actividad comercial en el corazón del centro de la ciudad. Esto puede ser observado en el centro vivo identificado en la sección 1 del transecto Picarte (figura 112), en donde las condiciones de la trama urbana resultan ser claves a la hora de configurar espacios públicos que potencien el encuentro y beneficien el desarrollo de actividades. Aquí, los usos mixtos potencian aún más esta condición, que no se comprueba con los mismos resultados para la sección 2 del transecto estudiado. En otras palabras, el uso mixto de actividades no es la panacea para el aumento de vitalidad urbana. Existen otras condiciones morfológicas que deben ser consideradas para favorecer a la generación de centros vivos. En el caso de la sección 1 del transecto de Picarte, el ensanche de veredas y el desarrollo de fachadas continuas se enmarcan como factores relevantes, en donde actividades comerciales relacionadas con necesidades de escala barrial -fruterías, almacenes y restaurantes de comida rápida- promueven la permanencia y el encuentro social, siendo una variable directamente relacionada a la condición del espacio público. Estos resultados sugieren que en ciudades de escala intermedia, los procesos de formación de centros vivos y diversidad de actividades se ven condicionados por patrones de integración local. Además, los resultados destacan la importancia de seguir


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estudiando los impactos de la expansión urbana en obstaculizar o consolidar la vida urbana en zonas históricas o centrales de ciudades de escala intermedia. Por otra parte, la metodología utilizada construye datos que abren nuevas posibilidades para que planificadores y responsables de la creación de políticas puedan diseñar nuevas ordenanzas que favorezcan el desarrollo de subcentros en las periferias de crecimiento y/o la imposición de controles de crecimiento efectivos sobre el suelo, prestando especial atención a la morfología de crecimiento. Esto último es relevante para los gobiernos locales de la mayoría de las ciudades chilenas de escala intermedia, que experimentan en la actualidad problemas de expansión y entrega de servicios urbanos. Referencias bibliográficas Abramo, P. (2012). La ciudad com-fusa: Mercado y producción de la estructura urbana en las grandes metrópolis Latinoamericanas. EURE, 38(114), 35-69. Almonacid, F. (1995). Valdivia 1870-1935 Imágenes e Historias. Valdivia: Facultad de Filosofía y Humanidades Universidad Austral de Chile. Atkinson, A. (2014). Urbanisation: A brief episode in history. City 18(6), 609-32. Barton, H. (2000). Sustainable communities: The potential of eco-neighborhoods. London: Earthscan. Batty, M. (1998). A new Theory of Space Syntax. London: Centre for Advanced Spatial Analysis, University College of London. Burger, M.J., van der Knaap, B. y Wall, R.S. (2014). Polycentricity and the Multiplexity of Urban Networks. European Planning Studies, 22(4), 816-40. Grigonis, V. (2013). World cities and urban form: Fragmented, polycentric, sustainable?. Urban Design International, 18(2), 182-83. Guarda, G. (2001). Nueva Historia de Valdivia. Santiago: Ediciones Universidad Catolica de Chile. Guevara, T. (2015). Abordajes teóricos sobre las transformaciones sociales, económicas y territoriales en las ciudades latinoamericanas contemporáneas. EURE, 21(124), 5-24. Hillier, B. (1996). Space is the machine. Cambridge: Cambridge University Press. Hillier, B. (1999). Centrality as a process: accounting for attraction inequalities in deformed grids. Urban Design International, 4(3-4), 107-27.

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PARTE 4

Reconstrucciรณn urbana del territorio.


Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

4.1 Siguiendo trayectorias, dibujando trayectos. Construcción de diagramas desde la experiencia de los habitantes. Luis Iturra Muñoz y Paola Jirón Martínez

La Espacialidad de la Movilidad La movilidad es un fenómeno urbano que puede ser mirado desde múltiples miradas (Jensen, 2011). Del mismo modo, el giro hacia la movilidad de las ciencias sociales hace referencia a la comprensión de una movilidad que es más que moverse desde un punto A a un punto B y que, por lo tanto, va más allá de la idea de transporte, cuestionando la idea instrumental con que éste ve el movimiento (Urry, 2007; Jensen, 2013). Así, la movilidad se relaciona con un espacio no instrumentalizado ni estático (Iturra, 2014, 2015).

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La conceptualización del espacio que desarrolla Massey (2005) resulta apropiada para comenzar la discusión sobre la espacialidad de las prácticas de movilidad. Para Massey, el espacio es un producto de interrelaciones que van desde lo global hasta lo íntimo, las cuales ocurren gracias a la existencia de una heterogeneidad y pluralidad que permite la coexistencia de distintas trayectorias y, a su vez, esto ocurre en una espacialidad que siempre está en proceso de construcción, siempre deviniendo, nunca finalizada. El espacio, así conceptualizado, no es anterior a los habitantes que desarrollan prácticas en él, sino que construye las prácticas y es construido a partir de ellas. Esta condición de interrelación entre los habitantes y la espacialidad y su vinculación a una forma particular de apropiación o construcción de lugar, no puede ser observada desde un único punto de vista. Por lo tanto, la vinculación no es una constante universal y al observarla emerge lo heterogéneo y diverso, dando origen a la multiplicidad que, según Massey (2005), es el reconocimiento mismo de la espacialidad. En esta línea, Jensen (2013) plantea que la movilidad no es algo que sólo sucede, sino que está cuidadosamente diseñada y planeada desde la planificación urbana, pero que es igualmente construida desde la forma vivida en el espacio urbano. En este sentido, y ampliando la definición señalada, Gaete-Reyes (2015) propone, al hablar de movilidades de personas con discapacidad, que la planificación urbana vuelve invisible la espacialidad específica de quienes no aparecen como ciudadanos que se desplazan. Son ellos los que desarrollan tácticas de movilidad que permiten hacer frente a esa indiferencia, construyendo la multiplicidad en el espacio de la que habla Massey. Trayectoria y Trayecto Para comprender la relación entre espacialidad y movilidad, se construirá la distinción entre las ideas de trayectoria y trayecto, como dos conceptos que se diferencian en su


Parte 4: Reconstrucción Urbana del Territorio

vinculación con la espacialidad. La idea de trayectoria está relacionada con la experiencia de estar en el mundo, permitiendo a las personas entrar en un conocimiento del mundo que los rodea y describir ese mundo según las historias que cuentan (Ingold, 2007). Así, las trayectorias se desarrollan como el proceso de cambio de un determinado fenómeno en el espacio (Massey, 2005). Esta idea de trayectoria ha sido asociada a una forma de representación, lo que De Certeau (1996) comenta como la posibilidad de registrar la práctica de caminar por la ciudad y su representación en mapas urbanos que describen la figura en el espacio, pero que no son capaces de mostrar qué es lo que ha sucedido mientras ésta se desarrollaba. Comprendiendo la movilidad como algo mas allá del transporte, los sistemas geográficos o la planificación de transporte simplifican la trayectoria de una práctica para hacerla legible, la transforman en una huella, un grafismo que “hace olvidar una manera de ser en el mundo” (De Certeau 1996, pág. 109). Sin embargo, las trayectorias de las prácticas de movilidad no son su mera representación, pues están intrínseca e íntimamente ligadas a quien la desarrolla y, así, a las diferentes maneras de estar en el mundo. De esa forma, para De Certeau las trayectorias son narraciones y para Massey son historias que ocurren en el espacio y a través del tiempo (Jirón e Iturra, 2014). La idea de trayecto emerge, entonces, como una forma de comprender la relación con el mundo a través de la experiencia, la cual es espacializada en la medida en que se desarrolla y, a su vez, es moldeada a partir del espacio en el cual ésta se realiza. Así, es imposible saber si una persona hace el mundo o si el mundo hace a la persona, porque ambos existen siempre juntos y sólo puede ser correctamente interpretados en términos de la relación holística de ser-en-el-mundo (Heidegger, 2005), relación que se establece por patrones que no son soportados por el lenguaje (Maturana y Varela, 1987, en May y Thrift, 2001). Esta ha sido la principal dificultad al concebir la espacialidad de la movilidad, sobre todo desde la planificación urbana y de transporte, pues la trayectoria no es sólo mantener un registro de lo que coexiste o es copresente en el espacio urbano, sino más bien de la historia que es narrada y la experiencia que es vivida (Iturra, 2015). De este modo, la relación y distinción entre trayectoria y trayecto se hace relevante para comprender cómo los habitantes se relacionan con la espacialidad de la movilidad. En este sentido, Ingold y Vergunst (2008), vinculan la espacialidad con la experiencia asociada, la cual ancla a la persona y lo social en el mundo a partir de la relación con lo material. Es en esta vinculación física y espacial donde se establecen interrelaciones entre la tierra que se pisa y el aire que se respira, siendo sobre el mundo material que las vidas se pasean en sus relaciones mutuas. Por lo tanto, aquello no discursivo se hace presente a partir del cuerpo y su relación con el entorno y es esta relación físico-material, espacial y temporal en la cual el trayecto emerge como aquello que es posible representar como una inscripción sobre una superficie de papel.

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La Construcción del Viaje

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Este capítulo utiliza un caso de estudio proveniente del Proyecto Fondecyt N° 1090198 ‘Movilidad Cotidiana Urbana y Exclusión Social Urbana en Santiago de Chile’ (2009-2012), el cual desarrolló una aproximación multidisciplinar para comprender las trayectorias de movilidad cotidiana en la ciudad de Santiago. De este modo, se desarrolló un seguimiento a diversas personas en la ciudad, quienes eran acompañadas durante su día, desde que salían de sus casas hasta su regreso. Esta técnica, conocida como sombreo, comprendía la participación de un etnógrafo que iba observando y construyendo un relato mediante texto e imágenes que, posteriormente, era discutido con todos los participantes del proyecto. El sombreo comprende que la experiencia nunca puede ser completamente aprehendida y que acercarse a ella requiere moverse con los habitantes, tanto físicamente como en interacción con ellos, lo que involucra seguir a determinados habitantes en sus prácticas cotidianas de ocupación del tiempo y el espacio (Czarniawska, 2007). Se construye, así, una narrativa desde la cual se observa y registra la experiencia de la práctica y, a su vez, se establece como una forma de construir conocimiento acerca de la experiencia. Por su condición de proceso humano, anclado en la experiencia de estar en el mundo (Imilan e Iturra, 2014), estas narrativas de movilidad deben ser construidas desde donde éste es producido, en el trabajo de campo, entendiendo el campo como el lugar donde las personas viven y trabajan, lo cual conlleva que la vida del investigador también se vuelve parte de ese campo (Czarniawska, 2007). El Viaje de Gloria Gloria está casada con Fernando y viven en la comuna de Huechuraba, Santiago de Chile. Fernando trabaja en una empresa constructora en el barrio El Golf. Ella es dueña de casa y maneja todos los quehaceres de su hogar. Juntos tienen tres hijos: Sebastián de 19 años, quien está a punto de entrar a la universidad y va a un preuniversitario en el centro; Javier, en plena adolescencia y cursando segundo medio en un colegio de hombres en Providencia; y Paulina, de 10 años de edad, quien asiste a quinto año básico en un colegio de niñas en la comuna de Independencia. Ellos viven en un condominio cerrado en Huechuraba. Hasta hace unos tres años, Gloria no manejaba. Todo lo hacía en micro: iba a la feria, a hacer trámites o a buscar a su hija al colegio en micro o colectivo y visitaba a su familia en micro. En general, esto le significaba largos y cansadores viajes, pero también tenía que organizar bien su tiempo, pasando gran parte de él en su casa o en la de su mamá. Luego, aprendió a manejar y la familia se compró un auto automático para facilitar que ella manejara. Comenzó poco a poco. Al principio le daba miedo y vergüenza; la intimidaba manejar con su marido, pero paulatinamente se relajó, de a poco comenzó a tomar rutas más largas y pronto ya estaba utilizando la autopista sin temor. Manejar ha sido un reto importante para ella: le ha dado independencia y también la ha hecho sentir que ha desafiado un gran miedo. Al mismo tiempo, ser la portadora de licencia de conducir le ha otorgado el título de conductora oficial de la


Parte 4: Reconstrucción Urbana del Territorio

familia, una familia dinámica, con diversas actividades diarias. Por ende, para que ellos se muevan, ella se ha vuelto esclava del automóvil. Pese a que siempre ha sido el eje de su familia, esta nueva habilidad la hizo fundamental, no sólo para su familia directa, sino también para su familia extensa. Ella vive, entonces, en función de las actividades de los demás. Figura 114. La flor.

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Fuente: Jirón e Iturra, 2014. Dibujo, Luis Iturra.

Debido al taco, salen antes de las 7 am. Así, Gloria y su marido se levantan y preparan el desayuno de todos y sus respectivas colaciones. Salen temprano y él maneja. Se van por la autopista Vespucio Norte hacia Providencia, pasan por el Túnel San Cristóbal y entran a Isidora Goyenechea, donde Fernando se baja y ella toma el volante. Luego de dejar a Fernando, Gloria parte por Providencia y luego por Bellavista para dejar a su hijo Javier, a quien lleva todos los días al colegio y luego recoge cerca de una estación de metro, cuando pasa a buscar a su hija Paulina en Independencia, junto con su hijo Sebastián que va a un preuniversitario cerca de República. Éste último, pese a que entra más tarde, aprovecha el viaje de su mamá para que lo deje en el centro, cerca de una estación de metro (figura 115).


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Figura 115. Interdependencia y posiciones.

Fuente: Jirón e Iturra, 2014. Dibujo, Luis Iturra. 264

Gloria es, al mismo tiempo, la dueña de casa de su familia. De esa forma, además de llevarlos y recogerlos en sus respectivas actividades, también tiene que ir a comprar y hacer trámites. Finalmente, Gloria pasa gran parte del día trasladando personas y las pocas horas que le quedan son para ordenar su casa, cocinar, lavar, planchar y dedicarse a los suyos. Ella se ha esclavizado al automóvil: la libertad que da saber manejar se ha transformado en esclavitud. Dibujar la trayectoria, la flor y la forma del trayecto Una de las herramientas utilizadas para poder comprender y comunicar la experiencia de la trayectoria, fue el dibujo de diagramas. La habilidad del dibujo permite ir cambiando en el tiempo e ir evolucionando. Así, el dibujo se presenta como una habilidad que se opone a la inspiración súbita, y se transforma en una práctica adiestrada en el tiempo y en las constantes repeticiones (Sennett, 2009). Una espacialidad siempre deviniendo por las múltiples trayectorias que la forman, vuelve a lo espacial no sólo una cuestión de líneas en un mapa (Massey, 2005). Además, el dibujo que permite conocer un trayecto, representándolo, está dado más por los mapas garabateados en un papel, que por las líneas que son trazadas sobre un mapa ya dispuesto (Ingold, 2007). Lo anterior puesto que ir bosquejando y cambiando el dibujo, haciéndolo evolucionar, lo acercan a la narración de la experiencia -la trayectoriadevelando el contexto en el cual tanto la historia como el dibujo han sido producidos (Jirón e Iturra, 2014).


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Se plantea la construcción de diagramas como una forma de seleccionar ciertas características del fenómeno y expresarlo del modo más fiel posible, a diferencia de una ilustración que intenta restituir el fenómeno íntegramente, afectando su legibilidad (Vitta, 2003). Los siguientes diagramas y croquis fueron construidos después del sombreo e iban siendo complementados con otro tipo de información que aparecía en el transcurso de la discusión en el proyecto de investigación. Figura 116. La flor. Movilidad interdependente.

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Fuente: Jirón e Iturra, 2014. Dibujo, Luis Iturra.

El primer dibujo de Gloria, fue llamado ‘La flor’ (figura 114) por la similitud formal. Esta analogía permitió establecer una comunicación más sencilla, sin tener que recurrir a mirar el dibujo, sino pensar en la idea del dibujo. La primera aproximación a la historia que Gloria narraba, fue la noción de que su espacialidad no estaba contenida dentro de un solo espacio y, durante su día, tenía que desplegar una serie de tácticas de movilidad para cumplir diferentes actividades. Es por ese motivo que el dibujo se vincula a la relación que ella establece con distintas esferas en las cuales se mueve durante el día, entendiendo que la vida se desarrolla en ellas, como una vinculación de formas, espacio y movimientos (Sloterdijk, 2014).


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Construir este dibujo trajo la observación de la movilidad interdependiente (Jirón y Cortés, 2011), que corresponde a la serie de interrelaciones que establecen decisiones de movilidad que no son indivuales, lo que otorgó a la historia comprender la importancia de los actores involucrados en el viaje de Gloria por sobre los lugares visitados. De este modo, el dibujo de la flor es dejado a un lado, para comprender la relación de Gloria con las diferentes personas de su viaje (figura 115). En este dibujo se asocian las personas, como nombres, a lugares y orden en relación al viaje. Figura 117. La flor. La esclava del auto (a).

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Fuente: Jirón e Iturra, 2014. Dibujo, Luis Iturra. Esto permite releer la flor y asignar las variables en figura 116, donde los participantes del

viaje de Gloria son dispuestos en el sentido en el cual interactúan durante el viaje y el día de ella. Para De Certeau (1996), existe una serie de situaciones cotidianas que se escapan de los dibujos geográficos o las mediciones precisas y cuya comprensión, sin embargo, lleva a una nueva forma de entender maneras de hacer en la práctica y permite acercarse a otra espacialidad. Para el caso de Gloria, esto fue comprender el rol del automóvil en su práctica de movilidad. En figura 117 y 118, emerge la condición del automóvil en su historia y cómo éste se transforma en la espacialidad predominante de su trayecto. Se cuenta también la trayectoria de su marido y su práctica de movilidad. En este punto, cuesta asignar la real importancia de estas historias paralelas en relación a la de Gloria y al dibujo de su trayectoria. Sin embargo, se dejan en el dibujo, esperando poder dilucidar su condición.


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Figura 118. La flor. La esclava del auto (b).

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Fuente: Jirón e Iturra, 2014. Dibujo, Luis Iturra.

En la figura 119, varias de las preguntas anteriores han sido resueltas. Para comprender la trayectoria de Gloria y contar su historia, es necesario dibujar sólo su práctica de movilidad y centrar la atención en lo fundamental que se torna el uso del automóvil en su relato. Un elemento primordial en el dibujo, es la presencia del tiempo en el trascurso del viaje. Gloria va articulando su movilidad interdependiente en relación a un ritmo particular donde los horarios y tiempos de su esposo e hijos construyen su recorrido diario. Es por esto que el tiempo aparece como una forma de referencia para saber en qué lugar de su viaje está y si es una trayectoria de ida o de regreso, apartándose de la concepción tradicional del mapa tiempo-espacio donde se marca la posición de los individuos en el espacio en un determinado tiempo. En efecto, el tiempo aparece relacionado en el sentido de tiempo-espacio que construyen May y Thrift (2001), donde Gloria adquiere un sentido del tiempo en respuesta a una serie de horarios (los horarios de su familia), estableciendo una disciplina social, lo cual es desarrollado en una relación con su automóvil, como un instrumento o dispositivo que impacta en su relación con el espacio y el tiempo. La serie de dibujos, entonces, evoluciona y cambia con cada nueva información que va apareciendo en la historia de Gloria. Así, la narración de su trayectoria construye, a su vez, una trayectoria en la construcción de los diagramas.


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Figura 119. La flor, la historia de Gloria.

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Fuente: Jirón e Iturra, 2014. Dibujo, Luis Iturra.

Conclusiones Para los estudios urbanos, la comprensión de la movilidad cotidiana reactiva la presencia de los actores y habitantes de la ciudad, quienes, con sus prácticas, construyen y dan vida al espacio que ha sido diseñado y modelado. Este capítulo levanta una de esas experiencias y, a través de una narrativa escrita y visual, presenta una manera de representar esa experiencia y el trayecto de la práctica de movilidad cotidiana. El seguimiento de los habitantes permite observar cómo se despliega la práctica de movilidad. Sin embargo, el conocimiento de ella se construye de manera progresiva e iterativa en cada una de las discusiones del equipo. Es en este punto donde la herramienta del diagrama, al ser dibujado en relación a discusiones al interior del equipo de investigación, permite ir develando aquello que no es posible verbalizar, otorgando una nueva forma de comunicación que permite develar y avanzar en la discusión de prácticas no discursivas


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presentes en la trayectoria y cómo éstas son espacializadas en el trayecto. Del mismo modo en que la experiencia se desarrolla, cada una de las variaciones de los diagramas otorga nuevas formas de observar el mismo proceso y permiten direccionar preguntas, conducir hipótesis o encontrar nuevos caminos en la investigación. Así, el dibujo de un diagrama de trayecto posibilita comprender la relación con el espacio urbano y la discusión de la trayectoria que genera ese trayecto y, por tanto, la comprensión de la experiencia asociada. En un espacio siempre deviniendo y en formación, como menciona Massey (2005), el diagrama emerge como una herramienta que permite capturar los diferentes estadios de ese proceso en el tiempo, trazando en un espacio físico del mundo material -la hoja de papel- la escritura de aquello que sucede, sin palabras, en lo urbano. Referencias bibliográficas Czarniawska, B. (2007). Shadowing, and Other Techniques for Doing Fieldwork in Modern Societies. Slovenia: Korotan Ljubljana. De Certeau, M. (1996). La invención de lo cotidiano. México: Universidad Iberoamericana Departamento de Historia. Gaete-Reyes, M. (2015). Citizenship and the embodied practice of wheelchair use. Geoforum 64, 351-61. doi http://dx.doi.org/10.10167j.geoforum.2014.09.010 Heidegger, M. (2005). Ser y tiempo. Santiago: Editorial Universitaria. Imilan, W. e Iturra, L. (2014). Narrativa visual del paisaje migrante: Aproximaciones desde la etnografía y e video como herramientas de exploración urbana. Revista 180, 18(34), 10-15. Ingold, T. (2007). Lines. A brief history. Abingdon: Routledge Ingold, T., y Vergunst, J. L. (2008). Ways of walking: ethnography and practice on foot Hampshire. Burlington: Ashgate. Iturra, L. (2014). ¿Dónde termina mi casa? Mirando el hábitat residencial desde la noción de experiencia. Revista INVI 29(81), 221-48. Iturra, L. (2015). The woven city: exploring the experience of time-space in residential habitats from a visua ethnographic approach. Man in India, 95(1), 73-81. Jensen, A. (2011). Mobility, Space and Power: On the Multiplicities of Seeing Mobility. Mobilities, 6 (2), 255-271.

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4.2 Desastres naturales, destrucción creativa y gentrificación: estudio de casos comparados en Sevilla (España), Ciudad de México (México) y Talca (Chile).1 Jorge Inzulza-Contardo e Ibán Díaz Parra

Una de las pautas generalizables del urbanismo posterior a la década de los setenta ha sido la reinversión y revalorización de la ciudad consolidada, con un claro precedente en la renovación urbana funcionalista, aunque con unos efectos aparentemente menos destructivos. La expansión de estas dinámicas, a pesar de su carácter extremadamente diverso, alcanza la casi totalidad del mundo urbano occidental. En el caso de América Latina, la academia ha mostrado atención a este fenómeno desde el discurso del regreso a la ciudad construida (Carrión, 2012; Rojas, 2004) y desde los debates centrados en los procesos de gentrificación (Inzulza-Contardo, 2012; Díaz, 2015; Janoschka, Sequera y Salinas, 2013; Contreras, 2011). En muchos de estos procesos, que invariablemente implican un periodo de declive y degradación pronunciado y una posterior revalorización de los sectores centrales, los eventos catastróficos puntuales parecen haber jugado un papel relevante. En este sentido, es evidente el interés para las políticas públicas de la relación de este tipo de fenómenos con la renovación urbana y con las transformaciones socioespaciales de la ciudad. El presente capítulo se propone analizar el rol que juegan los fenómenos catastróficos naturales como terremotos, maremotos e inundaciones dentro de los procesos de declive y gentrificación contemporánea, prestando atención a las estrategias políticas y económicas de diversos agentes. Las preguntas de las que se parte son las siguientes: ¿Qué papel pueden jugar los desastres naturales en los procesos de desvalorización y revalorización de la ciudad construida? ¿De qué forma pueden instrumentalizarse los procesos de reconstrucción asociados a los desastres naturales en función del hipotético objetivo de gentrificar un área? ¿En qué medida la relación entre desastres naturales y gentrificación puede ser generalizable? La hipótesis que aquí se defiende afirma que los eventos catastróficos naturales se han convertido en una oportunidad para los agentes de la producción de ciudad a la hora de implementar grandes programas de redesarrollo en áreas urbanas centrales, siguiendo una lógica capitalista de destrucción creativa y teniendo la gentrificación como consecuencia socioespacial probable. La anterior proposición se contrasta con la experiencia de tres casos: Ciudad de México (México), Sevilla (España), y Talca (Chile), cada uno de los cuales responde a 1 El presente trabajo forma parte del Proyecto Fondecyt de Iniciación 11140181 “Diseño cívico resiliente en la ciudad intermedia frente a procesos de gentrificación y reconstrucción. Estudios de barrios históricos en Talca, Chile”.

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investigaciones independientes, desarrolladas a lo largo de los últimos diez años. Sevilla resulta un caso paradigmático de renovación de áreas centrales y gentrificación en el Mediterráneo europeo, mientras podría decirse lo mismo para el caso de México para el contexto de las grandes ciudades latinoamericanas. Las conexiones culturales entre ambos casos, que cuentan con centros históricos de grandes dimensiones, con un gran acervo patrimonial y continuados procesos de deterioro durante el siglo XX, hace interesante su comparación (Díaz, 2014), a pesar de las diferencias de escala. El capítulo se compone de tres partes principales. En una primera parte, se desarrolla la discusión teórica, donde se ligan los conceptos claves de desastres naturales, destrucción creativa y gentrificación en el marco de los procesos de desarrollo urbano. La segunda parte expone tres estudios de caso sobre el impacto urbanístico y socioespacial de fenómenos catastróficos. En la tercera parte se realiza una comparación de los casos identificando la lógica subyacente. Dentro de los principales hallazgos, se sugiere que los acontecimientos catastróficos son claves para la eliminación de barreras a nuevas rondas de inversión de capital en entorno construido y que conduce, bajo criterios de mercado, a la gentrificación de las áreas centrales. Finalmente, se entregan las conclusiones del trabajo que invitan a tomar las políticas urbanas y los desastres naturales como parte de la misma agenda política, contemplando los procesos reconstrucción y las dinámicas sociales asociadas a estos. 272

Destrucción creativa, rent gap y política urbana David Harvey hizo en su momento avances muy notables desarrollando la idea lefebvriana de la inversión de capital en entorno construido como un circuito secundario del capital. La creación de configuraciones espaciales y la circulación del capital en el entorno construido resultarían cada vez más importantes a la hora de absorber los excedentes de capital en el sector productivo. Al mismo tiempo la inversión en entorno construido, con su carácter inmóvil, generaría obstáculos de cara a nuevas rondas de inversión. El creciente peso del capital fijo y el fondo de consumo provocarían que la circulación del capital se encontrase progresivamente aprisionada en estructuras físicas inmóviles, dispuestas para tipos particulares de producción y consumo. La necesidad de transformar estas estructuras para adaptarlas a las nuevas necesidades del sistema productivo y permitir nuevas oleadas de inversión en el entorno construido puede dar lugar a procesos dramáticos de devaluación y reestructuración, una de cuyas principales manifestaciones son las crisis económicas (Harvey, 1982, 1985). Este tipo de fenómenos destructivos, que liberan el capital de sus ataduras geográficas, se identifican con la lógica de la destrucción creativa, formulación inicial de Schumpeter (1998), cuyo origen tanto Harvey (1990) como Berman (2011) encuentran en el ‘Manifiesto Comunista’ de Marx y Engels, con su inspirada descripción del carácter revolucionario de la sociedad burguesa. Dicha lógica llegaría ser una característica consustancial del capitalismo, como sistema social en permanente cambio, donde las leyes de competencia


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coercitivas llevan a la producción sistemática de nuevos deseos y necesidades. “En suma, el capitalismo es un sistema social que internaliza reglas destinadas a garantizar su permanencia como fuerza revolucionaria y de ruptura dentro de su propia historia mundial” (Harvey, 1990, pág. 126-127). En términos similares, Berman, en su relectura del Manifiesto Comunista, caracteriza el capitalismo como un sistema en el que todo lo que se construye está hecho para ser destruido, reciclado o reemplazado en un lapso de tiempo breve. Tanto los edificios como las comunidades producidas por la industria capitalista nacen para ser efímeras, temporales, provisionales y construidas para la obsolescencia (Berman, 2011, pág. 95-100). El caso más conocido de uso de esta lógica para explicar transformaciones urbanas es quizás el influyente estudio de Harvey (2008) sobre la reforma de París por Haussmann, donde la reforma de la ciudad habría servido para eludir temporalmente los problemas de sobreacumulación de capital y devaluación. La apertura de nuevas vías, el derribo de barrios insalubres y el desplazamiento de las clases populares es presentado como un episodio catastrófico que podría haber sido fruto de una guerra o un terremoto. “Al lado del resplandor, los escombros: las ruinas de una decena de barrios céntricos –los barrios más antiguos, oscuros, densos, ruinosos y aterradores de la ciudad, el hogar de decenas de miles de parisienses- arrasados. ¿A dónde irían esas personas?” (Berman, 2011, pág. 152). Al mismo tiempo, el resultado es uno de los centros comerciales históricos más famosos y visitados del mundo que se erige en símbolo de la modernidad y del siglo XIX. 273

Algunos autores han utilizado la idea de destrucción creativa, recurriendo principalmente a los textos de Harvey, para explicar transformaciones recientes en ciudades latinoamericanas. Marcús et al. analizan el uso estratégico del vaciamiento y la destrucción creativa como instrumento para erradicar usos ‘ilegítimos’ -cartoneros, huertas y asentamientos-, opuestos a los usos legítimos -rentables económicamente-. La destrucción creativa opera aquí para convertir espacios sociales en espacios vacíos, eliminando obstáculos a la inversión del capital. En este sentido, la destrucción creativa se basa en la “acumulación por desvalorización: que consiste en un proceso de destrucción del valor económico de un espacio para una posterior obtención de beneficios mediante la revalorización inmobiliaria” (Marcús et al., 2014, pág. 78). Por su lado, López-Morales (2012) toma la destrucción creativa como un proceso que, desde el punto de vista de las dinámicas del capital, implica la devaluación y posterior reinversión del entorno construido, mientras que desde el punto de vista de la historia urbana supone la producción y destrucción de las áreas urbanas centrales o pericentrales y lo vincula a lo que entiende son procesos de gentrificación en Santiago de Chile (Ibídem, pág. 42). Los ciclos de devaluación y revalorización del capital invertido en entorno construido son la base del acercamiento de Neil Smith (1996) a la gentrificación. El planteamiento de Smith persigue explicar el proceso histórico de desvalorización del capital en las zonas urbanas deprimidas y la forma en que ésta genera la posibilidad de una reinversión rentable. Detrás de este proceso se encontraría la búsqueda de un mayor


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retorno en las inversiones de capital. Según Smith, la desvalorización sostenida de un barrio puede deberse a tres motivos: mejoras en la productividad que permiten producir las mismas estructuras a un valor más bajo, obsolescencia de estilo y deterioro físico. Este último aparece de forma inevitable con el paso del tiempo y solo puede corregirse mediante nuevas inversiones. La desvalorización produce un descenso del precio en relación con las viviendas nuevas que suele acompañarse de un filtrado hacia grupos con menor poder adquisitivo. En las áreas centrales de muchas ciudades, ante el declive inminente de los mismos y la aparición de nuevas oportunidades de inversión, los capitales privados fluirían hacia los frentes de expansión urbana, acelerando la desinversión. Por otro lado, Smith explica la revalorización de estos sectores a partir de la existencia de una diferencia suficiente entre la renta efectivamente capitalizada por la propiedad y la renta potencial ante un eventual uso más rentable, el archiconocido rent gap o diferencia potencial de renta que convertiría la reinversión en una respuesta racional del mercado. Dentro de este esquema de devaluación y revalorización, los acontecimientos catastróficos de diversa índole pueden tener diferentes efectos. El más evidente es la capacidad de acelerar la devaluación del capital invertido en el entorno construido. En la medida en que estas estructuras obsoletas se han convertido en barreras a la circulación del capital en entorno construido, los desastres también aceleran las rondas de inversión en este circuito alternativo.

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Los riesgos de la teoría del rent gap son, en primer lugar, la tentación de caer en un cierto mecanicismo, como si medir este escalón permitiera identificar las zonas donde se está produciendo o va a producirse la gentrificación: “Una vez que la diferencia potencial de renta es lo suficientemente grande, se inicia la gentrificación en un barrio determinado” (Smith, 1996, pág. 127), algo que parece improbable ante la experiencia empírica acumulada en las últimas décadas sobre estos procesos. La especulación y la búsqueda del máximo beneficio tras la formación de rent gaps, sin duda, juegan un papel en la gentrificación, pero una relación directa e inevitable entre gentrificación y rent gap es mucho más cuestionable. En segundo lugar, Smith parece conceder poco peso al Estado como agente. En su explicación, este puede jugar un papel mediante medidas regulatorias y subsidios, aunque su atención se dirige a las dinámicas del mercado y tiende a dar más importancia a la voluntad de promotores e instituciones financieras. Sin embargo, la experiencia latinoamericana otorga un rol mucho más protagónico al Estado en la concepción y desarrollo de estrategias de revalorización de sectores degradados. El propio Neil Smith llamó la atención sobre la progresiva importancia de las estrategias desarrolladas desde la agencia del Estado en un periodo más reciente (Hackword y Smith, 2001). En el contexto neoliberal, la intervención estatal en materia de ordenación urbana más que haber perdido peso ha modificado su orientación. Los objetivos de redistribución o equilibrio territorial habrían tendido a perder peso en las agendas políticas, en favor de un uso estratégico de nuevos proyectos y lugares potencialmente competitivos (Brenner, 2004). Dentro de esta orientación, las operaciones de renovación


Parte 4: Reconstrucción Urbana del Territorio

urbana sobre áreas consolidadas, pero con usos poco rentables, considerados obsoletos, se han vuelto algunas de las estrategias más comunes para impulsar la economía urbana (Harvey, 2003). La proliferación de intervenciones sobre la ciudad construida en América Latina y otras regiones del mundo, especialmente en áreas progresivamente centrales y con cierta carga patrimonial, identificadas como procesos de gentrificación, se enmarcan en este tipo de estrategias (Delgadillo, Díaz y Salinas, 2015). El rol de los eventos catastróficos dentro de este tipo de estrategias de marketing urbano y renovación es una cuestión relevante que no ha sido tratada en profundidad, con escasas excepciones. Por ejemplo, los estudios sobre Chile de Inzulza-Contardo (2014) apuntan la manera en que los terremotos se han convertido en una oportunidad para los inversores privados a la hora de implementar grandes programas de redesarrollo en áreas urbanas centrales. La cuestión del desarrollo urbano post-terremoto ha tendido a entenderse como una respuesta a la reducción repentina del stock de vivienda (MINVU, 2013) y a la eliminación de servicios básicos -suministro de agua, electricidad, conectividad primaria, etc.-. Sólo algunos casos han tenido en cuenta las consecuencias socioeconómicas y culturales para las comunidades afectadas, incorporando marcos de acción de planificación estratégica a corto, mediano y largo plazo para confrontar terremotos (PNUD, 2004, 2010). Dentro de este contexto, algunas buenas prácticas tales como el reporte de la República de Indonesia y el plan maestro de reconstrucción de Skopje (Lozanovksa, 2012) muestran como los gobiernos nacionales y locales pueden incluir además la reconstrucción de la comunidad, su economía de escala, infraestrucura y formas de gobernanza apropiadas. Sin embargo, las políticas urbanas y los desastres naturales solo parecen ser parte de la misma agenda política en la medida en que los segundos ofrecen una oportunidad para adaptar las ciudades a las necesidades de circulación del capital en el entorno construido. Siguiendo una línea de análisis crítico de las estrategias del urbanismo neoliberal, este trabajo pretende aportar al conocimiento de la relación entre procesos recientes de gentrificación y catástrofes naturales, señalando el potencial uso estratégico de estas últimas por parte de la política urbana siguiendo la lógica capitalista de la destrucción creativa. Desastres naturales y renovación urbana en las áreas centrales de Sevilla, México y Talca En vista de las investigaciones realizadas hasta la fecha, parece que los desastres naturales pueden afectar de forma diversa a la gentrificación. En primer lugar, los acontecimientos catastróficos podrían ser clave en la desvalorización de los espacios centrales, que permite la creación de ganancias especulativas en su revalorización posterior. En segundo lugar, los desastres naturales suponen un foco en sí mismo de desplazamiento de población tradicional de las áreas centrales. Por último, en la

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medida en que facilita procesos posteriores de renovación urbana. A continuación se tratan estos aspectos para el caso de las ciudades de Sevilla, Ciudad de México y Talca, atendiendo a las transformaciones de sus respectivas áreas centrales (figura 120). La reconstrucción histórica de los casos permitirá ilustrar la relación de los fenómenos catastróficos con la gentrificación a través de la lógica de la destrucción creativa, que se ha establecido en el epígrafe anterior de forma teórica. Una relación que no se habría tenido en cuenta suficientemente hasta ahora. Figura 120. Distrito central de la Ciudad de México y centros históricos de Sevilla y Talca.

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Fuente: Elaboración propia. Base de Open Maps.


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El análisis se fundamenta en su mayor parte sobre fuentes secundarias, entre las que se incluyen un buen número de trabajos desarrollados por los autores de este texto. Los ejemplos, implican una notable diversidad en cuanto a escalas (tabla 14) y tiempos respecto del desarrollo de los acontecimientos catastróficos y posterior rehabilitación. Esta diversidad permite distinguir elementos generalizables a las lógicas del urbanismo capitalista y aspectos contingentes fruto de la particularidad de cada urbe para la relación entre el acontecimiento catastrófico y los procesos urbanos (caso histórico comparado por similitud, siguiendo la tipificación de Coller, 2005, pág. 44-45). Se realiza la comparación atendiendo a una estructura aconsejada por la situación actual de debate en torno a la gentrificación. Se analizan en este sentido, los siguientes aspectos: desvalorización y revalorización del espacio centrales de la ciudad, desplazamiento y destrucción de infraestructuras provocadas por los acontecimientos catastróficos y relación con operaciones de renovación urbana. Tabla 14. Crecimiento de la población. 1960

1970

1980

1990

2000

2010

4.870.876

6.874.165

8.831.079

8.235.744

8.605.239

8.851.080

SEVILLA2

442.300

548.072

653.833

704.857

684.633

703.021

TALCA

68.148

94.449

128.544

159.711

189.505

253.742

CIUDAD DE MEXICO

3

Fuente: Censos de Población y Vivienda, INEGI, INE-España e INE-Chile.

La inundación (riada) de 1961 en Sevilla, España Sevilla resulta un caso paradigmático reciente de transformación radical de un centro histórico de gran tamaño, implicando contundentes procesos de gentrificación e indicios claros de desplazamiento de las clases populares. Si bien las investigaciones sobre el caso han tendido a centrarse en las políticas de renovación urbana y valorización del patrimonio más recientes (Díaz, 2011), una profundización en el caso histórico invita a situar el origen de estos procesos mucho más atrás, en relación a la riada de 1961, que ha sido una referencia clave en la evolución urbana posterior de la ciudad. En noviembre de 1961, como consecuencia del desbordamiento del arroyo Tamarguillo, afluente del Guadalquivir, la ciudad de Sevilla sufre su inundación de mayor magnitud (Díaz del Olmo y Almoguerra, 2014). La ciudad contaba en este momento con algo menos de medio millón de habitantes. Tres cuartas partes de la capital se inundaron con más de cuatro millones de metros cúbicos de agua, tras un día de lluvias y la rotura del muro de defensa del arroyo (figura 121). 2 A partir de 1980 los datos del censo responden a los años acabados en uno: 1981, 1991, 2001 y 2011. 3 A partir de 1980, los datos del censo corresponden a los años acabados en dos: 1982, 1992, 2002 y 2012.

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La población afectada alcanzó las 125.000 personas, 30.176 quedaron sin hogar, 4.127 viviendas fueron invadidas por el agua, 1.603 vivienda precarias -o chabolas- quedaron destruidas y 1.228 edificios sufrieron graves daños. Los informes técnicos posteriores señalarían la existencia de 13.043 viviendas en mal estado que necesitaron evacuación inmediata, a las que se añadían 16.343 viviendas en estado totalmente insalubre sobre las que se proyectaba la evacuación de sus vecinos (Florez, 2011; Castillo, 2013). Figura 121. Inundacion de una calle de Sevilla en 1961.

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Fuente: Archivo personal Ibán Díaz Parra.

La segregación socio espacial de la ciudad de Sevilla está muy vinculada a la altura del terreno y, por lo tanto, a su sensibilidad ante posibles inundaciones, por lo que las zonas más afectadas fueron en primer lugar, los barrios populares. La crecida barrió con el cinturón de chabolas que se había conformado alrededor de la ciudad entre la Guerra Civil Española y la década de los años 60s, formado por una treintena de núcleos construidos con materiales de baja calidad y que tomaban precisamente las ubicaciones más vulnerables a las crecidas del río y sus afluentes. Dentro del área


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histórica, el centro sur, con las cotas más altas, concentraba la residencia burguesa, el centro financiero y los edificios de representación del poder político y religioso. La zona norte, con las cotas más bajas, era donde se concentraban en mayor medida las viviendas colectivas en alquiler para clases populares, allí denominados corrales de vecinos. Dentro de este sector, la Alameda de Hércules se ubicaba sobre uno de los antiguos brazos de ríos y era el corazón de la Sevilla obrera. Esta zona estuvo tres días bajo las aguas y la altura llegó a 1,80 metros. Los corrales de vecinos, que venían de un proceso de descapitalización y abandono asociado a las operaciones de ensanche de la ciudad, se derrumbaron o aceleraron su deterioro. Aproximadamente la mitad de los edificios del centro histórico se encontraban en este momento en situación ruinosa. Como resultado, la migración desde los barrios populares del centro histórico siguió una ruta desde los corrales destruidos o semiderruidos a los albergues municipales. Desde estos alojamientos provisionales, el siguiente paso fueron las grandes intervenciones de vivienda de promoción pública de estilo funcionalista, en España comúnmente denominadas polígonos de vivienda, con una ubicación marcadamente periférica (González Dorado, 1975; Marín de Terán, 1980). Posteriormente, en los años 1970 fueron trasladados primero a refugios y después a nuevos hogares construidos por el Estado cerca de veinte mil familias, la mayoría provocados por el mal estado de las edificaciones. El gobernador civil Utrera Molina afirmaría que a raíz de la inundación “una población de cien mil personas, en una ciudad de medio millón de habitantes, fue trasvasada desde la injusticia del corral a la dignidad del piso sindical” (Castillo, 2013, pág. 56). De esta forma, respecto del área central, marcadamente popular en este momento, la riada implica una aceleración de la desvalorización de las estructuras físicas, un incentivo del capital inmobiliario a la inversión en la construcción de la periferia urbana de la ciudad y el inicio contundente del desplazamiento de los grupos de bajos ingresos fuera del área central, algo que continuaría en las décadas posteriores. Por otro lado, la inundación facilitó el desarrollo de operaciones de renovación urbana de tabula rasa en la década de los años 1970, justificando la necesidad de intervención y eliminando los obstáculos más evidentes a la misma: la población y las estructuras obsoletas. En el extremo sur del arrabal de Triana ya se habían realizado con anterioridad y se intensificaron a raíz del destrozo provocado por la inundación (Ruíz, 2005). En el centro histórico, se re-desarrolló gran parte del cuadrante noreste, mediante expropiaciones forzosas. Los corrales de vecinos y las viviendas arruinadas fueron sustituidos por un conjunto de bloques desiguales que supone una primera introducción de clases profesionales en la zona, mientras continuaba la dinámica de expulsión de población popular a las viviendas periféricas construidas por el Estado (Cardoso, 1983). No obstante, al mismo tiempo, dentro de esta operación, se realizaron algunos de los primeros proyectos de reubicación in situ de la población popular, financiados por el Estado, en edificaciones funcionalistas que se mantienen hasta la actualidad.

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Otros planes de este tipo, como el Plan Especial de Renovación Urbana de la Alameda de Hércules de 1977, que planteaba la sustitución radical de una parte importante de la edificación, no llegaron a realizarse. Otro obstáculo, esta vez de carácter políticoregulatorio, se levantó contra las nuevas rondas de inversión de capital en el área central. Las políticas proteccionistas con el patrimonio de los años ochenta frenaron este tipo de planes, de tal forma que el lento declive de la zona se prolongó hasta la celebración de la Exposición Universal de 1992. Tanto los documentos técnicos como la prensa de la época responsabilizaban en gran medida a la protección del patrimonio del continuado deterioro de la zona histórica, que además reunía una gran parte de los atractivos turísticos de la ciudad. El siguiente extracto de un artículo de opinión del periódico ABC, pertenece a un conocido escritor sevillano: “[…] la Alameda de Hércules se ha convertido en uno de los símbolos de la antisevilla, cuando debía ser todo lo contrario; es decir, cuando esta magnífica alameda podría ser el gran paseo céntrico de la Sevilla del noventa y dos […] ésta será la Sevilla que encontrarán los turistas que nos visiten.” (ABC, 23-4-1990, citado en Díaz, 2011).

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Las fuertes expectativas sobre la Expo 92, en un contexto de auge del sector inmobiliario, provocaron un cambio hacia una política más permisiva con los constructores en cuanto a la obtención de licencias -especialmente declaraciones de ruina, que permitían el ulterior derribo y reconstrucción-, y en general fueron orientando el planeamiento hacia un cierto pragmatismo neoliberal, centrado en la promoción de la iniciativa privada y en proyectos e inversiones públicas puntuales. El norte del centro histórico, la zona histórica degradada más extensa, necesitaría de varios planes específicos que se desarrollarían fundamentalmente durante la segunda mitad de los años noventa. En el corazón de esta área se llevó a cabo la mayor operación de renovación urbana tras la de San Julián, implicando la apertura de nuevas calles, agregación de parcelas, derribos y levantamiento de nuevos edificios destinados a clases medias. La puesta en valor de la zona vendría acompañada por un Plan Urban, con fondos de la Unión Europea, que permitirían la remodelación de varios edificios históricos con fines públicos y la reurbanización completa del sector, calles y plazas públicas. A estos les seguirían un nuevo plan de remodelación de la Alameda de Hércules ya en la primera década del siglo XXI. García Jaén (1998) autora del Plan Urban para la zona señalaba que la prometida inversión social había sido menos de lo esperado y que, por el contrario, se había producido una revalorización enorme del sector y la entrada en tromba de capitales privados. En el contexto de revalorización del área por recapitalización de origen público, habrían proliferado las empresas que compraban edificios de viviendas colectivas a propietarios sin recursos suficientes como para enfrentar la rehabilitación, a menudo venidas de fuera de la ciudad. Muchas de estas viviendas se compraban con algunos de sus últimos arrendatarios, a los que en el gobierno local y


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entre los promotores inmobiliarios tendía a calificarse de ‘bichos’. La connivencia de la administración con los promotores tuvo como principal resultado la proliferación de declaraciones de ruina, que permitían el desalojo de los arrendatarios y el derribo de la edificación, que era sustituida por nuevos departamentos para clases medias o al menos para cierta demanda solvente (Díaz, 2011). Esta última oleada de demoliciones, desplazamiento y reinversión vino permitida por las mismas condiciones que habían facilitado las operaciones de renovación anteriores. Las deterioradas viviendas colectivas que fueron refuncionalizadas llevaban mucho tiempo siendo vaciadas, quedaba poca población y muy envejecida, además de carácter humilde y con escasa capacidad de organización. Aun así, la insistencia de los movimientos sociales de la ciudad y el cambio de gobierno en 2003 hacia una coalición de izquierda permitió poner límites a los derribos y desarrollar algunas iniciativas contra el abuso de los promotores, como la expropiación de varios edificios de viviendas colectivas para su dedicación a el realojo de inquilinos desahuciados y sin recursos (Díaz, 2012). El terremoto de 1985 en Ciudad de México, México En comparación con casos como el de Sevilla, la gentrificación del área central de la Ciudad de México ha resultado un proceso de éxito mucho más matizable (Díaz, 2014). A pesar de la sucesión de planes en las últimas décadas y la intensidad de la inversión privada y pública, gran parte del área histórica de la ciudad sigue siendo evidentemente popular, al mismo tiempo que otra parte ha sido radicalmente transformada. De nuevo, un examen detallado del caso histórico invita a plantear tanto las raíces de la transformación como algunos de los obstáculos clave a la valorización de estas áreas centrales a partir del terremoto de 1985. En Ciudad de México, el 19 de septiembre de 1985 se produjo un terremoto de 8,1 Mw, seguido un día después por otro sismo de intensidad algo menor. La diversidad de la enorme cantidad de terreno ocupada por la mancha urbana de la ciudad hizo que mientras determinadas zonas permanecieron intactas, en otras la devastación fuese casi completa. El fenómeno sísmico afectó principalmente a las zonas centrales ubicadas sobre suelos arcillosos, el centro histórico y los barrios históricos en su derredor (figura 122). Se contabilizaron 5.727 edificios dañados, 3.800 de ellos edificios de viviendas. Los casos de derrumbes y colapso de edificios fueron múltiples y, como resultado, hubo entre 8.000 y 10.000 muertos. Es difícil calcular el número de viviendas afectadas, los efectos sobre las vecindades fueron menos espectaculares y pasaron más desapercibidos que el derrumbe de los grandes edificios del sector financiero. No obstante, extensas zonas habitacionales populares quedaron afectadas. Como consecuencia, proliferaron los campamentos provisionales, muchos de ellos ubicados en los solares de los derrumbes, encontrándose todavía activos un número considerable de ellos, o en plena calle, de donde fueron desapareciendo muy paulatinamente. El gobierno reconoció un cuarto de millón de afectados (Ducci, 2014).

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Aquí, de nuevo, la intervención de corte funcionalista adoptó una función redistributiva, en un marco pre-neoliberal, coincidiendo además con el auge de los discursos de protección del patrimonio. Como resultado se llevó a cabo una intervención excepcionalmente social. El Programa de Renovación Habitacional Popular, entre 1985 y 1987, reconstruyó 48 mil viviendas sobre poco más de tres mil predios expropiados. Nunca una ciudad latinoamericana había expropiado tantos predios para reconstruir miles de viviendas y destinarlas a la población de extracción popular para un realojo en el propio centro. El programa reconstruyó viviendas en conjuntos habitacionales pequeños y medianos para restituir la vivienda a quienes la perdieron en los sismos. También inmuebles de tipologías edilicias antiguas dañados fueron objeto de rehabilitación manteniendo a la población original (Duhau, 1987; Delgadillo, 2012). Esta política guarda relación con la existencia de un fuerte movimiento vecinal, que procedía de las décadas anteriores pero que alcanzó su máxima influencia precisamente a partir de la catástrofe y de las reacciones de auto-organización y solidaridad que se produjeron en la población. También es cierto que, como señala Delgadillo (2012), la mayor parte de las expropiaciones se ubicaron el área pericentral y en los barrios menos valorados, al norte y al este, con escaso impacto en la cuadrícula central, Patrimonio de la Humanidad y espacio que se tornaría muy cotizado en las décadas siguientes. Figura 122. Daños del Distrito Federal de Mexico, 1985. 282

Fuente: El Universal, disponible en http://www.unioncancun.mx/articulo/2014/09/19/

A pesar de la intervención en vivienda social, el terremoto mantuvo el efecto de acelerar procesos de deterioro previo del entorno construido y de vaciamiento demográfico. El centro histórico venía siendo descapitalizado en favor de las áreas de expansión al suroeste desde principios del siglo XX y desde la década de 1950 había empezado a perder población. La degradación previa de las estructuras y la destrucción de las vecindades se tornó en el contexto del terremoto en edificios derrumbados y en un


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incremento de las situaciones ruinosas y los solares. Muchos edificios se perdieron en este contexto y la degradación del entorno se aceleró notablemente. Además, la precariedad en la construcción y la falta de mantenimiento de las nuevas viviendas sociales hicieron que en muchos casos se deteriorasen rápidamente. La fuga de población, especialmente de aquella con cierto poder adquisitivo, se aceleró, a pesar de que también se incrementó el fenómeno de la ocupación de predios por parte de grupos populares. En 1990 las viviendas en arrendamiento eran un 42 % y la principal función del centro histórico la residencial, seguida por las bodegas. Existían asimismo “cerca de 300 predios, ocupados por alrededor de 2.600 familias, que se encontraban vinculadas a distintas organizaciones sociales constituidas en demandantes de vivienda” (PDICHCM, 2000, pág. 27). El 30 % de la población del área central habitaba en vecindades, un 11 % del parque habitacional contaba con baños comunes y para 1997 un 9 % de la población que alquilaba su vivienda enfrentaba un juicio de desalojo. En la década de 1990, el centro seguía siendo el principal destino de la inmigración rural en una primera fase de llegada, acogiendo además una gran cantidad de personas sin techo, incluidos niños en situación de calle y prostitución (Ibídem, pág. 38-40). En la década de los noventa, muchos de los líderes de las organizaciones vecinales que habían surgido a raíz del terremoto habían ido entrando en el gobierno del Distrito Federal y en especial al Instituto de Vivienda (INVI), manteniendo en gran parte la orientación social de las políticas locales de vivienda. A esto se le suma una fuerte vigilancia del patrimonio histórico por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que mantenía un control férreo sobre la actividad constructora del centro histórico, con una política conservacionista que no facilitaba los emprendimientos privados. Estos elementos regulatorios reforzaban los obstáculos a una renovación urbana del sector basada en las lógicas del mercado. No obstante, desde finales de la década de 1980, de forma similar a Sevilla, se venía produciendo un giro en la política urbana, hacia planteamientos pragmáticos respecto a la protección del patrimonio y claramente alineados con los intereses del capital privado, siguiendo las propuestas internacionales en política urbana neoliberal (Hiernaux-Nicolás, 1999; Valenzuela, 2013; Iracheta, 1998). En este sentido se desarrollaron diversos programas parciales de desarrollo urbano, incluyendo uno para el Centro Histórico y otro para el contiguo entorno de la Alameda Central. Según el programa urbanístico de la delegación central de la ciudad de 2008: “Puede decirse que paradójicamente, el terremoto de 1985 fue detonador para la Planeación del Desarrollo Urbano, desde el sector público” (GDF, 2008, pág. 14). En 1990, se creó el Patronato del Centro Histórico el cual constituyó el mismo año un Fideicomiso para promover la coordinación de particularidades y autoridades públicas en la regeneración de la zona. Se realizó una política de apoyos y estímulos fiscales, subsidiando impuestos y licencias a los interesados en realizar obras, consiguiendo una fuerte inversión. El Fideicomiso asumió también la función de intermediación entre el proteccionismo del INAH y el pragmatismo de los propietarios, con una política orientada a favorecer la inversión privada y la entrada de residentes y consumidores solventes.

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En 2002 el Fideicomiso se constituyó como responsable del Programa para la Rehabilitación del Centro Histórico, marco para instrumentalizar la coordinación entre el Estado y los inversores privados. La Inmobiliaria Centro Histórico de la Ciudad de México y empresas del Grupo Carso -de Carlos Slim, multimillonario y presidente del comité ejecutivo del programa de rescate- adquirieron y rehabilitaron más de 60 edificios, de los cuales 55 albergarían 620 departamentos de uso habitacional (AUTORIDAD del CHCM, 2011). Asimismo, se produjo una inversión pública a fondo perdido de 500 millones de pesos mexicanos. En el área de recuperación se revalorizó la propiedad privada a través de la inversión en el espacio público y la mejora de fachadas, se reubicaron las actividades dañinas para la imagen urbana, como el comercio ambulante, y se reforzó la seguridad pública (Delgadillo, 2008).

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La renovación urbana con orientación social que se realizó en la década de 1980, en parte, no solucionó la dinámica de deterioro por tratarse en muchos casos de estructuras de ínfima calidad, con materiales pobres, desarrolladas con la urgencia que merecía la ocasión y que han carecido del necesario seguimiento y mantenimiento por parte del INVI. Muchas de las vecindades rehabilitadas por este organismo, incluso dentro de la cuadrícula central, presentan hoy un aspecto ruinoso y de tugurio, especialmente aquellas más alejadas de los principales focos de inversión al suroeste. Además, en el contexto de la renovación se produjo el desalojo de muchos de los edificios ocupados, pero también de edificios de titularidad pública en situación inhabitable. En la renovación más reciente, una parte de los edificios que se renuevan lo hacen sobre edificios anteriormente ocupados irregularmente. La baja densidad del área central, después de décadas de declive demográfico y la irregularidad en la tenencia de muchos edificios han facilitado la actuación de los agentes capitalistas de renovación urbana a la hora de conseguir predios para reinvertir, al menos en un primer momento. A esto se le suma un evidente desplazamiento de usos, con la expulsión fuera del recinto histórico de la prostitución, los ‘sintecho’ y de una parte del ambulantaje. No obstante, al mismo tiempo que el Fideicomiso intenta atraer residentes de clase media y hay una estrategia de embellecimiento para la atracción de visitantes y turistas, el INVI y otras instituciones del gobierno del Distrito Federal siguen construyendo vivienda pública y realojando población de bajos recursos. La capacidad de los comerciantes para mantenerse en las áreas centrales también ha sido notable. Al mismo tiempo, a pesar de las importantes inversiones vertidas sobre el Centro Histórico, tanto de capital público como de capital privado, la oferta de viviendas para una demanda solvente sigue siendo escasa y esto se debe en gran parte a la fragmentación de la propiedad que se produjo en el contexto de la renovación urbana post-terremoto (Díaz, 2015). De esta forma, la política de reconstrucción post-terremoto ha terminado suponiendo un obstáculo difícil de salvar para la renovación urbana en el marco de las políticas neoliberales y para la atracción de residentes con mayor solvencia económica. El terremoto de 2010 en Talca, Chile En contraste con los casos de Ciudad de México y Sevilla, en el caso de Talca el


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acontecimiento catastrófico se produce en un contexto donde las tendencias neoliberales en materia de política urbanística están plenamente consolidadas. Si en los dos primeros casos, el urbanismo que responde en primer lugar a la catástrofe se sitúa dentro del paradigma funcionalista e intervencionista, en este caso se trata de un urbanismo estratégico y orientado al mercado. Asimismo, el vínculo entre catástrofe, renovación urbana y sustitución de la población del área central es directo e inmediato, a pesar de lo cual sigue existiendo una lógica común subyacente respecto de los otros dos casos. En febrero de 2010 un terremoto con una magnitud de 8.8 Mw con su epicentro en el mar, impactó sobre el territorio chileno. Al terremoto le siguió un fuerte tsunami que acabó por destruir varias de las ciudades afectadas. El resultado fueron más de 500 muertos y dos millones de damnificados, aproximadamente el 10 % de la población del país. Talca fue una de las ciudades con mayor daño en vivienda. En esta ciudad, la mayor afección del desastre se produjo en el centro histórico y los 15 barrios fundacionales en torno a él -un 30 % de la superficie urbana-, donde la mayor parte de las viviendas fueron destruidas. Según el catastro realizado por el municipio, más del 60 % de las viviendas de esta área presentó daños de diversa magnitud. Cerca de 6.000 propiedades presentaban un severo deterioro con al menos 1.700 de ellas en situación ruinosa y unas 2.000 familias quedaron damnificadas, alrededor de 8.457 personas (Inzulza-Contardo, 2014; Cárdenas, 2015). Fuera del área más tercerizada en torno a la plaza central, se trataba de sectores construidos por grupos populares que progresivamente habían ido quedando en una localización privilegiada y céntrica. En Talca, el centro histórico se caracterizaba por conservar cierta heterogeneidad respecto de sus habitantes, siendo casi el único lugar de la ciudad donde convivían todos los estratos sociales. No obstante, la mitad de los residentes pertenecía a estratos sociales bajos y un 35 % de las familias eran arrendatarias. Los vecinos eran en muchos casos personas de tercera edad y jubilados. También existían muchos hogares propietarios con varias generaciones de la misma familia. No obstante, la amenaza de desplazamiento para la población más vulnerable se ha hecho evidente en los últimos años. Debido a la destrucción de las estructuras, el área ha perdido su capacidad de ofrecer viviendas en alquiler, opción residencial que se corresponde con el perfil de habitante más humilde. Además, las familias propietarias que han perdido su vivienda se han visto en posesión de un suelo con elevado valor de cambio al mismo tiempo que con valores de uso muy limitados, lo que supone un gran incentivo para la venta a empresas inmobiliarias. La reacción frente a la catástrofe comenzó por la construcción de refugios y viviendas prefabricadas provisionales para absorber parte de la población afectada. En términos generales, la política de reconstrucción posterior se orientó fundamentalmente a la producción de nueva vivienda. La reconstrucción se planteó en la línea del planeamiento estratégico, no vinculante, orientado al desarrollo de proyectos puntuales más que a

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una perspectiva territorial y con una gran dependencia de la voluntad de la iniciativa privada. Así, la reconstrucción a largo plazo se dejó en su mayor parte al mercado inmobiliario, incentivado mediante subsidios directos a los consumidores con menos recursos. Como resultado, las opciones más rentables para los desarrolladores privados en relación al consumidor subsidiado, antiguos inquilinos de las áreas centrales damnificados por el terremoto, han sido la construcción de conjuntos de vivienda social nueva en la periferia, en localizaciones pobres y con infraestructuras y equipamientos insuficientes o inexistentes.

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La lógica del mercado hace que no resulte rentable construir en bajas densidades, que son las que permite el centro urbano, para grupos sociales con bajo poder adquisitivo. De esta forma, la mayor parte de la construcción de vivienda incentivada por el terremoto se ha concentrado hasta ahora en la periferia, mientras que la rehabilitación del área central avanza de forma muy lenta. Actualmente se encuentran en construcción 3.000 nuevas viviendas sociales en la periferia de la ciudad. Al mismo tiempo se han inyectado cuarenta millones de dólares para subsidiar la construcción de nueva oferta habitacional en la zona central dirigida a familias con capacidad de endeudamiento, que muchos damnificados no tienen por su condición socioeconómica y/o por su avanzada edad (Inzulza-Contardo, 2014; Rasse y Letelier, 2013). Por otro lado, Letelier y Boyco (2013) han estudiado la creciente movilización vecinal a raíz del terremoto. En el marco del terremoto se han creado ‘Comités Sin Tierra’ y se ha denunciado el fomento de la expulsión de la población y el aburguesamiento de las zonas afectadas, impulsando soluciones alternativas y de mayor calidad. Con carácter previo al terremoto de 2010, Rasse y Letelier (2013) detectaban la existencia de una tendencia a la renovación mediante densificación dirigida a estratos más solventes de Talca. Tras el terremoto, se ha hecho evidente en las áreas centrales la irrupción de viviendas de mayor valor, en edificaciones de densidad media, apoyadas por subsidios estatales y aprovechando una percepción de las rentas potenciales al alza. Esto no está totalmente desvinculado de la inversión en infraestructuras y equipamientos en la zona, incluyendo instalaciones hospitalarias o de la Universidad de Talca. La proliferación reciente de viviendas restauradas y condominios cerrados que visiblemente se corresponden a grupos privilegiados lleva a Rasse y a Letelier (2013) e Inzulza-Contardo (2014) a apuntar hacia un incipiente proceso de gentrificación en la zona. Lo que podría haber sido un proceso mucho más penoso y dilatado en el tiempo, de densificación y aburguesamiento, habría sido acelerado por la eliminación de obstáculos y el incentivo a la renovación urbana que supuso el terremoto. Los subsidios han resultado “insuficientes para permitir que los afectados permanecieran en sus barrios de origen, así como también para realizar los arreglos pertinentes a la vivienda con el objetivo de que éstas siguieran albergando la misma cantidad de habitantes” (Cárdenas, 2015, pág. 96). Sólo el 15 % de los familias afectadas


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utilizaron el subsidio de construcción en sitio propio, a diferencia del subsidio de adquisición de vivienda, utilizado por el 43 % de los afectados (Letelier y Boyco, 2011). En los barrios Chorrillos y Las Heras, localizados en el área centro-norte de Talca, con un total de 3.530 habitantes y en 411 viviendas, tres cuartas partes de las viviendas sufrieron daños severos y la mitad tuvieron que ser demolidas. Como consecuencia de ello, las familias más empobrecidas y en condición de arrendatarios, sin ahorros ni capacidad de endeudamiento, tuvieron que optar por los subsidios de adquisición de vivienda construida en áreas de densificación urbana. Esto implicó que los residentes fueran desplazados hacia nuevos barrios periféricos, pasando de las generalmente espaciosas viviendas antiguas del centro a departamentos que no superan los 47 m2. A este ‘desplazamiento subsidiario’, alejado de las necesidades y requerimientos de las comunidades, se suma la proliferación de nuevos proyectos del tipo condominio cerrado para clases medias que se han localizado en el área central desde el 2010 a la fecha (figura 123). Más de quince nuevos proyectos de vivienda en alta densidad para clases medias se han iniciado en los barrios céntricos más afectados por el terremoto, implicando una revalorización exponencial de los suelos. En comparación con los anteriores casos, sin una intervención de carácter social contundente por parte del Estado, la decisión racional de los agentes privados empuja a un aburguesamiento progresivo de un sector central que, a raíz del terremoto, ofrece oportunidades para la reconstrucción siguiendo un patrón acorde con los gustos actuales de la demanda solvente. 287

El rol estratégico de los desastres naturales en los procesos urbanos Los casos muestran la importancia determinante de los distintos eventos catastróficos para las estrategias de renovación urbana y, en general, para el cambio histórico de las áreas centrales de estas ciudades. De cara a la renovación urbana de los sectores centrales, el proceso destructivo ha definido invariablemente las características del espacio sobre las que ha operado la política pública. Existen al menos tres aspectos, relacionados con el declive generalizado de las áreas centrales, que parecen resultar determinantes para las estrategias de renovación urbana en cuanto a eliminación de barreras para la entrada de futuras rondas de inversión de capital. En primer lugar, las pérdidas de población y el deterioro de las estructuras generan una alarma social que justifica la sobreinversión de las áreas centrales por parte del agente público -en relación a la inversión en otros lienzos de ciudad-, eludiendo parcialmente la dificultad de un proceso de renovación organizado por múltiples propietarios privados, en áreas donde la propiedad tiende a estar muy atomizada. Estas inversiones públicas han resultado determinantes a la hora de generar un efecto contagio y se apoyan mutuamente con las inversiones privadas, dirigiendo la recapitalización y la revalorización de sectores estratégicos de la ciudad. En segundo lugar, la eliminación de estructuras edilicias previas elimina el obstáculo físico de un capital inmovilizado y sometido a una paulatina desvalorización. La


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edificación se convierte en mayor medida en una trampa para el capital invertido en entorno construido en función de las medidas regulatorias que intentan controlar el tipo de intervenciones permitidas. Esto se evidencia en el impedimento que suponían para la inversión de capital privado las normativas y la vigilancia proteccionista en Ciudad de México y en Sevilla, lo cual fue un objeto de conflicto entre distintos enfoques políticos en ambos casos. Figura 123. Nuevo proyecto de vivienda en Talca, 2014

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Fuente: Archivo personal Jorge Inzulza Contardo.

La edificación patrimonial dificultaba la demolición e incrementaba hasta un grado altísimo los costes del reacondicionamiento. De cualquier forma, la proliferación de solares, edificios en situación de ruina susceptibles de ser derribados o instalaciones en situación de irregularidad dominial -Ciudad de México-, como resultado, en parte, de los fenómenos catastróficos, genera invariablemente un campo para el rediseño urbanístico y la aparición de nuevas construcciones adaptadas a nuevos estándares urbanísticos y estéticos. Finalmente, el desplazamiento de residentes y el filtrado hacia abajo dan lugar a vecindarios débiles y envejecidos, fáciles de desplazar y con poca capacidad de resistirse a los cambios. No en vano, la presencia de clases populares en las áreas centrales se ha planteado por lo general como un obstáculo para su revitalización, se ha buscado su expulsión de forma activa y, cuando se han organizado, han planteado dificultades a las operaciones del capital inmobiliario privado. Los tres casos muestran un uso estratégico del espacio donde los fenómenos catastróficos son factores inesperados pero determinantes.


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Tabla 15. Acontecimiento Catastrófico y Políticas Urbanísticas ELEMENTOS DE ANÁLISIS

INUNDACIÓN SEVILLA, 1961

TERREMOTO MÉXICO,1985

TERREMOTO TALCA, 2010

Efectos de la catástrofe natural

125.000 damnificados. 4.127 viviendas dañadas. 29.386 viviendas insalubres.

125.000 damnificados. 3.800 viviendas dañadas.

8.457 damnificados. 6.000 viviendas dañadas. 1.700 viviendas demolidas.

Situación previa

Procesos de degradación y desinversión del entorno construido en las áreas centrales, con carácter previo. Pérdida de población durante la mayor parte del siglo XX y envejecimiento. Éxodo de población de clase media-alta y ocupación de población menores recursos en el centro.

Intervención en política urbana en el marco intervencionista, preneoliberal

Operaciones de renovación urbana funcionalista: Sustitución de población. Reubicación de población popular del centro urbano en viviendas sociales periféricas. Políticas conservacionistas como obstáculo a la renovación urbana privada.

Programas de Renovación Habitacional Popular: Reubicación de las clases populares dentro de las áreas centrales. Influencia del fuerte movimiento vecinal. Políticas conservacionistas como obstáculo a la renovación urbana privada.

Intervención pública en regeneración de espacios públicos. Proliferación de renovación urbana por pequeños agentes privados.

Refuncionalización y rehabilitación de espacios públicos. Creación de oferta de vivienda para clases medias. Inversión públicoprivada: Fundación Centro Histórico (Carlos Slim).

Intervención en política urbana en el marco neoliberal

Fuente: Elaboración propia.

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Planeamiento estratégico, no vinculante. Política de Reconstrucción 2010. Acceso a la vivienda con endeudamiento. Relocalización de familias de estratos populares en viviendas sociales periféricas.


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Estos fenómenos implican, dentro de la lógica de circulación del capital en entorno construido, procesos de destrucción creativa, que destruyen espacios físicos y sociales preexistentes, permitiendo de esta manera su reconstrucción y recreación de acuerdo a nuevos estándares y necesidades. El desastre natural provoca la aceleración de la desvalorización de estos espacios, tanto subjetiva como objetiva, con una evidente pérdida de valores de uso que hace caer la renta capitalizada. La renta efectivamente capitalizada en el contexto previo a la intervención y a los procesos de revalorización se reduciría casi a cero en muchos casos, entre edificios ruinosos, solares, edificios ocupados o habitados por inquilinos con rentas meramente simbólicas -rentas congeladas-. A esto se suman los procesos de estigmatización que habrían contribuido a alejar a la demanda solvente de la zona. Esta situación puede favorecer en ocasiones los procesos de compra por parte de capitalistas frente a pequeños propietarios o residentes-propietarios. Ante la revalorización posterior de estos enclaves, iniciada a partir de la intervención pública y su contagio a los agentes privados, podríamos hablar de un rent gap que, como mínimo, permite notorias ganancias especulativas a aquellos agentes bien establecidos en el mercado.

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No obstante, la respuesta del agente público muestra una notoria diversidad, en la geografía y en el tiempo, y no puede reducirse a una respuesta a los intereses de la circulación de capital. Más allá del interés de estos procesos para el capital inmobiliario y el urbanismo neoliberal, siguiendo los casos comentados, los acontecimientos catastróficos resultan ser un factor que también puede jugar un papel importante de cara a estrategias progresistas, orientadas a conseguir la permanencia de las clases populares en centro urbano y/o a la obtención de mejores condiciones de habitación. Los acontecimientos catastróficos han generado momentos políticos excepcionales que pueden servir para potenciar aquellos discursos, prácticas y espacios organizativos guiados por la solidaridad y la defensa de la población más vulnerable. Al menos en los casos de Ciudad de México y Talca, los terremotos han tenido como efecto positivo inesperado el fortalecimiento y la activación de las organizaciones vecinales, dando lugar a procesos de participación política con efectos notorios sobre el urbanismo local. En los casos de Ciudad de México y Sevilla, la reconstrucción post-terremoto, ha implicado además las políticas de vivienda pública probablemente más ambiciosas de sus respectivas historias, determinantes para el desarrollo urbano posterior de ambas ciudades. En términos generales, es factible la distinción entre un marco de intervención pública preneoliberal y otro neoliberal, un quiebre que se produce entre las décadas de los ochenta y noventa. Las intervenciones en Sevilla y Ciudad de México entre las décadas de los sesenta y ochenta muestran un urbanismo que implica procesos redistributivos relevantes a través de la provisión de vivienda para clases populares, con diferencias notables también entre sí respecto a la localización o la calidad del realojo. Asimismo, resulta determinante para las políticas de renovación urbana, las tendencias conservacionistas en materia de patrimonio histórico que, de manera temporal, se impusieron por encima de los intereses


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puramente pecuniarios. La intervención en el marco neoliberal, por su lado, implica un cambio notable respecto de las anteriores tendencias. En este contexto resulta mucho más clara la funcionalidad del urbanismo de cara a facilitar estrategias de apropiación de rentas y de refuncionalización de enclaves estratégicos de cara al consumo. En la medida en que las operaciones de renovación más recientes siguen una racionalidad de mercado, la expulsión de los grupos de menores ingresos y la atracción de consumidores solventes resulta lógica, razón por la cual la gentrificación pasa a ser un proceso cada vez con mayor peso (tabla 15). Conclusiones Desastres naturales, destrucción creativa y gentrificación parece ser una triada presente en las ciudades -sean éstas metrópolis o ciudades intermedias- que han tenido que reconstruir sus centros urbanos con posterioridad a una catástrofe natural. En ese sentido, ante las interrogantes planteadas en esta investigación, resulta veraz afirmar la existencia de una relación entre desastres naturales y gentrificación, al igual que entre renovación urbana y gentrificación. En los distintos casos, la existencia de regularidades puede adjudicarse al efecto de las lógicas propias de la producción de ciudad capitalista, que van más allá del acontecimiento puntual y de la particularidad de la urbe. Estas son las que identificamos con la idea de destrucción creativa, para referir la descapitalización y destrucción del espacio físico y social que queda obsoleto para los intereses del capital privado y su reinversión mediante procesos de renovación. La destrucción de las estructuras físicas y de los espacios sociales es un proceso lento, que sigue los ciclos de inversión y desinversión del capital, y que puede verse acelerado por la existencia de acontecimientos catastróficos. El urbanismo, por su parte, parece ponerse, especialmente en las últimas décadas, al servicio de las lógicas propias del mercado. Así, los procesos de reconstrucción más recientes han priorizado las ganancias por encima de las necesidades del conjunto de los habitantes, con políticas públicas que -para el caso de Talca- han podido ser incluso los principales factores de expulsión para los damnificados hacia sectores periféricos. No obstante, estas generalizaciones no pueden abstraerse de contextos y agentes particulares. Si la idea de destrucción creativa planteada en relación al desarrollo urbano empezó por asociarse -no sólo- a las típicas operaciones de renovación urbana funcionalista, la creciente vinculación de renovación urbana de áreas centrales y gentrificación es resultado de la aplicación de este tipo de políticas en un marco neoliberal. Esto ha quedado patente en los casos estudiados con mayor profundidad histórica, donde el mismo acontecimiento catastrófico ha servido en un contexto para una renovación urbana con una fuerte orientación social y redistributiva, y en otro contexto más reciente para una renovación liderada por los agentes privados y orientada por criterios de rentabilidad que parecen inevitablemente conducir a los enclaves centrales a su aburguesamiento.

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Los procesos de reinversión en los tres casos tratados no pueden concebirse si no es como una estrategia consciente desarrollada en gran medida por el Estado, con la colaboración indispensable del capital privado. No responde a ningún tipo de resultado mecánico. Los desastres naturales se tienen en cuenta dentro de las estrategias de urbanización. Esta perspectiva es bastante clara en los agentes privados propietarios, con capacidad de especular con sus propiedades, así como de la administración pública a la hora de plantear la refuncionalización de determinados sectores estratégicos. Sin embargo, los casos tratados muestran cómo las organizaciones populares se convierten también en agentes que utilizan el terremoto y sus efectos estratégicamente, a la hora de reclamar vivienda y un lugar en la ciudad construida para la población de bajos ingresos. Los efectos de la influencia política de las organizaciones populares llegan hasta el día de hoy y dificultan procesos contemporáneos de aburguesamiento y desplazamiento. La cuestión de fondo aquí es de qué forma se plantea la reconstrucción necesaria frente a este tipo de acontecimientos puntuales, pero con efectos duraderos y en beneficio de quién. De igual forma que los desastres naturales pueden liberar espacios centrales de habitantes indeseables para el capital, también pueden ser utilizados para mejorar las infraestructuras y corregir los problemas de infravivienda que habitualmente se han concentrado en estas áreas, mediante una intervención social y no de mercado.

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Es, por lo tanto, sustancial obtener políticas integrales y planes que aminoren las vulnerabilidades que se generan especialmente en las primeras fases de un proceso de reconstrucción como es la recuperación y primera rehabilitación de los centros urbanos. En este sentido, los gobiernos encaran uno de los aspectos claves para entregar políticas urbanas y estratégicas adecuadas las cuales incluyan subsidios para ayudar a las personas que quedaron sin una vivienda, incentivos a inversores interesados en recobrar ciudades integrales y con diseño urbano, y oportunidades para incluir los activos de comunidades, resiliencia y sus identidades (Davoudi y Porter 2012; PNUD 2010; Horn, Stein y Moser, 2011). Referencias bibliográficas Autoridad del CHCM. (2011). Plan integral de manejo del Centro Histórico de 2011. Ciudad de México: Gobierno del Distrito Federal. Berman, M. (2011). Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad. Ciudad de México: Siglo XXI. Brenner, N. (2004). New States Spaces. Urban Governance and the Rescaling of Statehood. Nueva York: Oxford University Press. Cárdenas, A. (2015). Desplazamiento subsidiario del 27f de 2010. Efectos socio-espaciales y normativos de la reconstrucción en Talca: el caso de los barrios Chorrillos y Las Heras (Tesis de pregrado). Universidad de Chile, Santiago de Chile.


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4.3 Impactos de los mega-eventos deportivos: Los Mega-Proyectos Urbanos y sus implicancias en la gentrificación, el caso de Puerto Maravilla en Río de Janeiro, Brasil. Ximena Bravo Haro

Esta investigación se realizó en un contexto de importantes movilizaciones y protestas sociales en Brasil, ausentes por más de 20 años. Estas manifestaciones populares comenzaron en junio del año 2013, partiendo por un rechazo al constante aumento de pasajes del transporte público, decantando finalmente en una diversidad de demandas sociales, exigiendo mejoras del transporte público, vivienda, salud, educación y trabajo. Las calles se convirtieron en un espacio cívico de demandas sociales por parte de la población, reivindicando el derecho a la movilidad urbana, la libre manifestación y el rechazo a los mega-eventos deportivos: Mundial de Fútbol 2014 y Olimpiadas 2016, las cuales consideran una inversión país de US$ 13,3 millones solo en la construcción de estadios. Los desalojos ilegales de algunos residentes más pobres de la ciudad se están extendiendo y los mega-eventos deportivos en Río de Janeiro parecen estar dispuestos a aumentar la desigualdad en la ciudad. Los mega-eventos deportivos son acontecimientos que implican un enorme despliegue de actividades, que incluyen el planteamiento de la renovación urbana a través de la gestión, el diseño y la construcción de grandes equipamientos deportivos; en este contexto, la ciudad de Río de Janeiro se ve seriamente afectada por el desarrollo de la Copa del Mundo 2014 y los Juegos Olímpicos 2016, ya que para su realización se interviene gran parte de su estructura urbana histórica central, patrocinada y amparada por el Estado y sectores privados que ven en ello una gran oportunidad de beneficio financiero. El mega-proyecto Puerto Maravilla fue formulado por el nuevo Gobierno Municipal de Rio de Janeiro en el año 2009, a través de un convenio entre las tres esferas de gobierno estatal, federal y municipal, sumado a iniciativas de asociación público– privada, como un encargo para los Juegos Olímpicos 2016. La Ley Municipal Nº 101/2009 estableció una Operación Urbana Consorciada (OUC) de Área de Especial Interés Urbanístico (AEIU) en la región portuaria de Rio de Janeiro. Su propósito era promover la localización, la restructuración por extensión, la articulación y la reurbanización de los espacios públicos de la zona. El AEIU de la región portuaria de Río de Janeiro, divide la zona del puerto en 11 núcleos homogéneos que pretenden poner de manifiesto sus potencialidades.

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Según la Operación Urbana Puerto Maravilla, actualmente la zona portuaria es habitada por 32 mil habitantes y el mega-proyecto Puerto Maravilla responde al mínimo compromiso social de que los actuales residentes van a permanecer en la zona del puerto, al menos un 3 % de los ingresos de la venta de los Certificados de Potencial Adicional de Construcción (CEPAC) van a ser obligatoriamente invertidos en valor del patrimonio tangible e intangible de los programas de desarrollo social para la zona, los residentes y trabajadores. Los CEPAC son títulos usados para financiar operaciones urbanas consorciadas que recuperan áreas degradadas en las ciudades. Cantidad de construcción y cantidad de metros cuadrados que se puede construir en un determinado terreno, representado en el suelo, la altura de la propiedad y la superficie edificada. La legislación de la Operación Urbana Puerto Maravilla establece un mayor potencial que varía en función del sector de construcción. Para aprovechar el potencial adicional de construcción, el interesado debe comprar los CEPAC, es decir, que es permitido transgredir la normativa legal de construcción en altura, siempre y cuando se pague un precio (CEPAC) por parte de la inmobiliaria al Estado a modo de multa o indemnización.

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La presente investigación estudia la comunidad de la primera favela de Río de Janeiro, en el sector de Morro da Providencia ubicado en la zona portuaria, para intentar evaluar los posibles impactos que pueda ocasionar sobre sus habitantes originales el nuevo plan de renovación urbana del mega-proyecto Puerto Maravilla. Según Lima (2010), durante las últimas dos décadas han fracasado varios intentos de renovación urbana, así como proyectos de protección legal amparados por la comunidad y la alcaldía; los resultados prácticos a estos esfuerzos de conservación han sido ineficaces, manteniendo el sector una imagen decadente y marginal. Se parte del supuesto que el área portuaria carioca corresponde al último bastión del centro urbano de Río de Janeiro con asentamientos precarios, por lo tanto, surge la pregunta general: ¿Qué factores transforman un mega-proyecto urbano en un agente gentrificador; y cómo se verifica este proceso en el caso de Puerto Maravilla? El objetivo general consta en detectar empíricamente los diversos factores o procesos existentes en la zona portuaria carioca y como éstos podrían ser los causantes de una posible gentrificación, como consecuencia de la implantación del mega-proyecto Puerto Maravilla. Partiendo del supuesto que existe una planificación del Estado hacia la transformación radical de toda la ciudad de Río de Janeiro y especialmente un reordenamiento del sector popular en la ciudad en función de un carácter turístico, se plantea la siguiente hipótesis: El sector portuario carioca está sufriendo y experimentando cuatro procesos en paralelo que corresponden a la antesala de la gentrificación. El marco teórico otorga en primer lugar, una mirada de los mega-eventos deportivos bajo el contexto de los Juegos Olímpicos 2016 y en segundo lugar una mirada de la gentrificación


Parte 4: Reconstrucción Urbana del Territorio

con enfoques de oferta y demanda, decantando finalmente en una gentrificación dirigida por el Estado. Se plantea una investigación que corresponde a un estudio de caso, de carácter exploratorio, donde se consideró información de diversas fuentes secundarias apoyadas con información primaria, obtenida a través de encuestas y entrevistas. En términos metodológicos, se considera un diseño mixto, a través de un enfoque cualitativo y cuantitativo. El enfoque cuantitativo se basó en el análisis de evidencia empíricas de desplazamiento y/o expulsión por medio de datos analizados en programas Excel y SPSS. El enfoque cualitativo se realizó a través de la recolección y tratamiento de información extraída de encuestas y entrevistas semiestructuradas en estudios de campo. Se aplicaron un total de 60 encuestas, 50 dirigidas a residentes de los diversos barrios del Morro da Providencia, y 10 encuestas a los agentes culturales del sector Barao da Gamboa. Para acotar la investigación a un espacio determinado se realizaron cuatro estudios de campo durante dos meses y medio en el sector del Morro da Providencia. Por último, se definieron sujetos de investigación: agentes residenciales, agentes políticos, agentes de grupos organizados y agentes culturales. Se presentan antecedentes generales, en un contexto de una ciudad que esta sufriendo transformaciones a causa de los mega-eventos deportivos: específicamente las Olimpiadas 2016. En primer lugar, se dan a conocer las inversiones y valorización inmobiliaria en Río de Janeiro. En segundo lugar, se dan a conocer los programas estatales, federales y municipales que están operando en la ciudad de Río de Janeiro y que en la mayoría de los casos, son los principales causantes de remociones en la ciudad. En tercer lugar, se dan a conocer las remociones, desplazamientos y/o expulsiones de diversas comunidades que están ocurriendo en la ciudad de Río de Janeiro. Casos como la comunidad del Morro da Providencia y otras ocupaciones. Se escoge el caso del Morro da Providencia como unidad de análisis debido a que está siendo impactado por la implantación del mega-proyecto Puerto Maravilla y porque presenta una connotación histórica, social y cultural. Marco teórico y conceptual Mega-eventos deportivos En palabras de Smith (2012), ‘el lado oscuro de los eventos’ implica el desplazamiento residencial, proceso que incluye la remoción de residentes tradicionales para dejar lugar a la organización e instalación de todo el escenario del mega- evento deportivo, ya sea Juegos Olímpicos u otros. De Queiroz Ribeiro (2013), afirma que se ha comprobado que existe una estrecha relación entre los mega-eventos deportivos y los mega-proyectos urbanos, que correspondería a la intención y a la acción de insertar en la urbe las estrategias de promoción y marketing

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que incentivan el consumo a escala mundial de las competiciones deportivas, trayendo como consecuencia y resultado directo la disociación entre urbe turística y urbe real. Un estudio de desplazamientos por Juegos Olímpicos fue realizado por Watt (2013) en la ciudad de Londres en el año 2012, el autor analizó en la zona este de Londres, Carpenters Estate, un consejo de urbanización en Stratford que se enfrenta a una potencial demolición, y un segundo caso que se centra en jóvenes que viven en una unidad de vivienda con apoyo temporal. En su estudio demuestra cómo los Juegos Olímpicos 2012 cambiaron la naturaleza del espacio y el lugar de la perspectiva de los residentes, y cómo está implícita la gentrificación en tales residentes. Los mega-eventos deportivos están ligados a la ciudad neoliberal, y relacionados a la homogeneización de las ciudades. Casos como la restructuración urbana por los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, la construcción de elefantes blancos y la expulsión de personas en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010 y la gentrificación producida por los Juegos Olímpicos de Londres 2012, nos demuestran que la Copa del Mundial de Fútbol y especialmente los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro 2016, probablemente no serán la excepción.

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Gentrificación Clark (2005) define como gentrificación al proceso de recambio de habitantes de bajo nivel socioeconómico de un territorio por otros de un nivel más alto. López Morales (2013) añade que este proceso va acompañado de cambios y modificaciones en el hábitat edificado a través de la reinversión en el capital fijo, en un contexto de comodificación de suelo y relaciones de poder polarizadas; en consecuencia, el crecimiento del negocio inmobiliario es una forma de gentrificación al originar devaluación de suelo, desposesión de renta y, como secuela, desplazamiento. De acuerdo con esta descripción, pueden enumerarse las siguientes variantes: - Sustitución de habitantes por los de mayor nivel socioeconómico que los anteriores. - Incremento del precio de los suelos y de los alquileres. - Desplazamiento y/o expulsión de los residentes tradicionales. Es así como se puede estudiar el fenómeno de gentrificación, tanto desde la oferta, como desde la demanda. La principal diferencia entre ambos enfoques radica en que la oferta considera a la vivienda desde una perspectiva de producción, al otorgar mayor importancia e interés a los factores socioeconómicos que pudiesen atraer habitantes de clase media, mientras que la demanda lo hace desde la perspectiva del consumidor, para lo cual se le da características de valor tanto al producto vivienda, como al nivel sociocultural. Existen estudios de diversos autores como Lees, Slater y Wyly (2008) que ayudan a aclarar el concepto de gentrificación desde los dos puntos de vista señalados,


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habiendo consenso en entenderla, desde el ‘enfoque de la oferta’, como un producto de acumulación de capital de la renta urbana de parte de grupos de poder económico, amparados en la economía de mercado. Así encontramos a Neil Smith (1979, 1996), quien es, probablemente, el investigador que ha aportado más en estos estudios, siendo autor de la teoría del rent gap -o brecha de renta-, que es el diferencial entre una renta futura potencial y una renta actual capitalizada existente en las zonas pericentrales; los agentes de negocios inmobiliarios, en su papel de gestores de oferta, encuentran una abundante fuente deposibles beneficios en las brechas de valor de suelos. Estas brechas pueden indicar el momento más conveniente para la inversión y acumulación de capital inmobiliario; así, los propietarios y arrendadores llegan a acciones concretas y reales para conseguir la máxima devaluación posible de la renta actual capitalizada, para luego especular con la renta potencial. De acuerdo con esta hipótesis, la gentrificación urbana se originaría como consecuencia de una racionalidad económica dirigida a la acumulación de una renta potencial, siendo un sinónimo de producto. El estudio de la teoría del rent gap es primordial para observar y comprender los fenómenos sociales que nacen de una distribución irregular y arbitraria de la plusvalía urbana. En lo referente al enfoque de la demanda, encontramos también aportes de destacados autores como Slater (2006); quien define que esta visión identifica las principales causas de la gentrificación en los cambios culturales y de estructura ocupacional, como por lo sucedido en las ciudades postindustriales de los países de economías desarrolladas; Ley (1980) y Hammet (1994) son otros dos autores que sirven de referencia. En sus investigaciones, estudian los cambios y las tendencias de consumo, trabajo y residencia a las que aspira una clase social acomodada emergente que busca una diferenciación entre su propio estilo de vida y el de los estratos sociales bajos que habitaron sectores urbanos asociados a un régimen de producción fordista-industrial. Lo que se postulan es que existiría una evidente ‘tendencia político-social de renovación urbana’ originada en un deseo de mejoramiento de la calidad de vida moderna, más que en el crecimiento económico. Así, se pueden interpretar los cambios culturales y de aprovechamiento de suelo urbano como las evidencias más claras de las fluctuaciones de la renta urbana o los desplazamientos sociales, a la hora de determinar las causas o efectos de la gentrificación. En la época actual, se tiende a adoptar una posición que concilia las diversas tendencias, poniendo énfasis en los aspectos socioespaciales, restándoles valor a las causas de estos fenómenos. Con respecto a los tipos de desplazamiento, Atkinson (2000) ha definido dos tipos: directo e indirecto. El primero se realiza a través de acciones de violencia o desalojos compulsivos en contra de los ocupantes de un inmueble para forzarlos a que lo abandonen. En el indirecto los residentes originales deciden marcharse como consecuencia de cambios en el vecindario. Slater (2009) por su parte, acuña los conceptos de ‘cadena de desplazamiento’,

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cuando cierto barrio o sector urbano experimenta un deterioro y decaimiento y sus residentes se vuelven vulnerables al desplazamiento; ‘desplazamiento exclusionario’, al referirse a aquellos habitantes que carecen de acceso a espacio urbano; y ‘presión de desplazamiento’, que se produce mediante estrategias que conducen a la desposesión de los habitantes, alterando la conformación y el entorno de los espacios en donde habitan hogares de bajo nivel socioeconómico, presionándolos a desplazarse. En torno a las dos visiones precedentes de la idea de gentrificación, oferta y demanda, aún es posible mencionar el aporte de Wacquant (2008) que nombra al Estado, a la política y a los políticos como importantes entidades ausentes de las investigaciones que sustentan a ambas teorías opuestas: la de Neil Smith, centrada en una argumentación económica; y la planteada por Slater, apoyada en una visión culturalista. De acuerdo a los estudios de Lees (2013) sobre el concepto de ‘gentrificación estatal’, ésta ejerce una forma de expulsión escondida bajo la denominación de renovación urbana, que no es otra cosa que la intención de limpieza colectiva llamada ingeniería social; no obstante, todos los procesos sin transparencia y abusos sociales inherentes a la gentrificación estatal tienen como meta la regeneración social, justificada en las modernas tendencias de arquitectura y urbanismo que, junto al Estado, se unen al mercado para aplicar sus políticas de exclusión. Estudio de caso: Mega-proyecto Puerto Maravilla (MPPM) 302

Descripción del caso La zona portuaria de Río de Janeiro está ubicada casi al centro de la ciudad, en la costa oeste de la Bahía de Guanabara. Esta zona portuaria se encuentra en plena obra de modernización para los Juegos Olímpicos de Río 2016, el Puerto Maravilla. Los trabajos han comenzado en el año 2009, siguiendo el modelo de Barcelona 1992 y su Puerto Olímpico. Se trata de la propuesta del arquitecto Joao Pedro Backheuser, quien desarrolló el diseño de la reconstrucción de toda la zona portuaria de Río de Janeiro, además de instalaciones para los Juegos Olímpicos de 2016. El proyecto abarca una superficie de 5.000.000 de metros cuadrados, cuyos límites son las avenidas Presidente Vargas, Rodrigues Alves, Rio Branco y Francisco Bicalho. Según la Compañía de Desarrollo Urbano de la Región del Puerto de Río de Janeiro (CDURP), esta operación urbana es una acción estratégica de la Municipalidad de Río de Janeiro, con el pleno apoyo de los gobiernos estatal y federal. La estrategia contempla renovación urbana, desarrollo socioeconómico y desarrollo inmobiliario. Además de crear nuevas condiciones de trabajo, vivienda, transporte, recreación y cultura para las personas que viven allí, favorece significativamente el desarrollo económico de la región. Ya completaron las obras de la primera fase, que incluye la construcción de nuevas redes de agua, alcantarillado y drenaje en las avenidas Baron Teffe y Venezuela y la urbanización del Morro da Conceição, además de la restauración de los jardines colgantes de Valongo.


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El Puerto Maravilla también realiza acciones para el desarrollo del patrimonio histórico de la región, así como la promoción del desarrollo social y económico de la población. La puesta en práctica de proyectos de gran impacto cultural, como el Museo de Arte de Río de Janeiro (MAR), en la Praça Mauá, y el Museo da Amanha, en el Pier Mauá, en asociación con la Fundación Roberto Marinho, dará un nuevo rostro a la entrada el puerto. Para coordinar la aplicación de Puerto Maravilla, se creó la Sociedad de Desarrollo Urbano del Puerto de Río de Janeiro (CDURP), una empresa de economía mixta, controlada por la Región, que se encarga de implementar y gestionar la prestación de obras y servicios públicos. La división propuesta por el AEIU consiste en dividir la zona del puerto en 11 núcleos homogéneos que pretenden poner de manifiesto sus peculiaridades y potencial de desarrollo. Los núcleos se presentan de acuerdo a sus características dominantes, sus ubicaciones prominentes, su geografía y su vocación. La zonificación es: 1. Núcleo Plaza Mauá / 2. Núcleo Morro da Concepción / 3. Núcleo Nova Rúa Larga / 4. Núcleo Senador Pompeu / 5. Núcleo Morros da Providencia – Livramento / 6. Núcleo Saúde / 7. Núcleo Gamboa / 8. Núcleo Santo Cristo / 9. Núcleo Morro do Pinto / 10. Núcleo Linha Férrea / 11. Núcleo Porto Olímpico. CDURP (figura 124). Figura 124. Propuesta de Regionalización de AEIU del Puerto de Rio de Janeiro.

Fuente: DOP / CDURP (Compañía de Desarrollo Urbano de la Región del Puerto de Río de Janeiro ).

Para atraer el interés de los inversores y asegurar el financiamiento para las obras de renovación urbana de Puerto Maravilla, la Ley Municipal complementaria Nº101/2009 autorizó la expansión potencial de la construcción en la región, es decir, permitió la construcción superando los límites actuales, a excepción de las áreas de conservación

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del patrimonio cultural y arquitectónico, y los edificios de la administración pública. Para explorar este nuevo potencial de construcción, los interesados deben adquirir los Certificados de Potencial Adicional (CEPAC). Todo el dinero recaudado por la venta de CEPAC se invierte obligatoriamente en la mejora de la infraestructura y los servicios urbanos en la región (CDURP, s.f.) Este proyecto ha producido una sobre-valoración de las propiedades instaladas en las zonas, desde el comienzo de las obras hasta este 2012 han incrementado su valor en más del 100 %. Unidad de análisis: Morro da Providencia El estudio pretende mostrar las percepciones de los habitantes tradicionales de los cinco sectores que componen el Morro da Providencia, reconocidos por los propios residentes, un barrio a partir de la construcción social y desde la perspectiva de los propios habitantes. En una primera etapa se aplicó una encuesta a 50 habitantes del Morro da Providencia, escogido como unidad de análisis, con la finalidad de analizar y detectar empíricamente un posible desplazamiento y/o expulsión de éstos y los posibles impactos del megaproyecto Puerto Maravilla, con la siguiente distribución: 304

- Sector Barao da Gamboa (10 Encuestas). - Sector Escadaría (20 Encuestas). - Sector Boraco Quente (10 Encuestas). - Sector Pedra Lisa (10 Encuestas). - Sector Vila Portuaria (Sin Encuestas) En una segunda etapa se aplicó una encuesta a 10 habitantes del sector Barao da Gamboa, con la finalidad de analizar y detectar empíricamente una posible llegada de agentes culturales a la zona portuaria. Localización El Morro da Providencia es un morro situado entre los barrios Santo Cristo y Gamboa (figura 125). Está delimitada al norte por las calles Livramento y Barao da Gamboa, al sur por la calle América y Centro do Brasil, al oeste por el Viaducto de 31 de Marzo y al este por las calles Noemia Rose Saiao y Camerino. La geografía de este sector corresponde a una colina o cerro menor a 300 mts. de altura y constituye una de las ocupaciones más antiguas de Río de Janeiro, con una concentración principalmente residencial de hogares de bajos ingresos. Elección unidad de análisis La elección de la unidad de análisis del ‘Morro da Providencia’ se debe a tres razones:


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- El Morro da Providencia presenta una connotación social, debido a que el sector corresponde a la primera favela de Río de Janeiro ocupada desde 1897 y los residentes de esta zona son los directamente afectados por la implantación del mega-proyecto Puerto Maravilla. - El Morro da Providencia presenta una gran superficie de viviendas residenciales, en contraste a su contexto que presenta gran cantidad de galpones y depósitos comerciales abandonados. - En el Morro da Providencia existen 5.000 hab. aprox., que corresponden a un 16 % del sector portuario, que presenta 32.000 habitantes según la CDURP. Figura 125. Ubicación de Morro da Providencia.

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Fuente: Google Earth.

Impacto de proyectos y programas en el Morro da Providencia El Morro da Providencia está siendo afectado e impactado directamente por el megaproyecto Puerto Maravilla y otros programas estatales, federales y municipales. Hasta mediados del año 2013, la Providencia ha recibido alrededor de US$ 60 millones, debido al plan de inversiones (tabla 16), liderado por el sector privado, una iniciativa que incluye un teleférico y un funicular. Actualmente el morro presenta los siguientes programas: - Mega-Proyecto Puerto Maravilla (MPPM). - Unidad de Policía Pacificadora (UPP). - Programa Morar Carioca (PMC). - Programa Minha Casa Minha Vida (PMCMV). - Compañía de Desarrollo Urbano de la Región del Puerto de RJ (CDURP CULTURAL).


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Tabla 16. Proyectos y Programas operando en el Morro da Providencia. ZONAS MORRO DA PROVIDENCIA

PROYECTOS/ PROGRAMAS EN MORRO DA PROVIDENCIA MPPM

UPP

PMC

PMCMV

Zona 1 Barao de Gamboa

X

X

Zona 2 Escandaria

X

X

X

X

Zona 3 Buraco Quente

X

X

X

X

Zona 4 Pedro Lisa

X

X

X

X

Zona 5 Vila Portuaria

X

X

CDURP CULTURAL

X

Fuente: Elaboración propia.

Podemos adelantarnos a afirmar, a través de la tabla de afectación directa percibida del Morro da Providencia (tabla 17), que existen cuatro procesos o factores que inciden en el proceso de una posible gentrificación en curso: la importante inversión por parte del Estado, la pacificación policial, una expulsión o desplazamiento directo y una renovación cultural. 306

Tabla 17. Afectación Directa Percibida en Morro da Providencia. ZONAS MORRO DA PROVIDENCIA

AFECTACIÓN DIRECTA PERCIBIDA ESTADO

UPP

EXPULSIÓN

Zona 1 Barao de Gamboa

X

X

Zona 2 Escandaria

X

X

X

Zona 3 Buraco Quente

X

X

X

Zona 4 Pedro Lisa

X

X

X

Zona 5 Vila Portuaria

X

X

CULTURA

X

Fuente: Elaboración propia.

Análisis habitantes de ‘Morro da Providencia’ Para obtener el ingreso per cápita se utilizó la metodología de consultar en la encuesta Nº de personas que habita, Nº de personas que trabajan y en que trabajan, según este se saca un cálculo estimativo que nos arroja un cálculo aproximado (figura 126).


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Figura 126. Ingreso per cápita por sectores en Morro da Providencia.

Fuente: Elaboración propia.

Se aprecia una tendencia de los habitantes encuestados del Sector Barao da Gamboa a presentar un ingreso per cápita de US$ 218, siendo este el más alto, el Sector da Escadaria muestra un ingreso per cápita de US$ 145, seguido por el Sector Buraco Quente con US$ 128 y por el Sector Pedra Lisa con US$ 90. Figura 127. M2 por sectores en Morro da Providencia. 307

Fuente: Elaboración propia.

Los residentes del Sector Barao da Gamboa habitan espacios de 90 m2 en promedio, los del Sector da Escadaria, de 55 m2, los del Sector Buraco Quente de 50 m2 y los del Sector Pedra Lisa de 35 m2. El gráfico de dispersión presenta un coeficiente de determinación lineal de 0,9946, lo cual confirma la existencia de una dependencia directa entre el ingreso per cápita de los habitantes del Morro da Providencia y la cantidad de mt2 que ellos habitan (figura 127). El coeficiente de correlación de Pearson es de 0,9973, lo que indica una asociación lineal directa, por lo que se puede deducir que existe una tendencia que manifiesta que a mayor ingreso per cápita, mayor es el acceso a metros cuadrados habitados (figura 128).


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Figura 128. Dispersión en Morro da Providencia.

Fuente: Elaboración propia.

Discusión de resultados

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La presente investigación demuestra, a modo de resultados finales, que en el sector portuario de Río de Janeiro están sucediendo cuatro procesos simultáneos, los que son condiciones previas a la gentrificación; tales procesos tienen la particularidad de ser gestionados por el Estado, como parte de un conjunto de intenciones que buscan la transformación urbana de los sectores populares por medio de planes de intervención en los barrios: Inversión público-privada El Estado es el principal responsable de que se produzcan los desplazamientos de residentes en la zona portuaria de Río de Janeiro a través de entidades privadas, ya que su principal interés radica en transformar el sector en el mega-proyecto Puerto Maravilla y así obtener elevadas ganancias producto del negocio inmobiliario. Es así como el Estado, a través de sus organismos federales y municipales, se hace copartícipe de las acciones de desplazamiento forzado de personas de baja condición social de la zona portuaria, modificando la normativa legal vigente para que sirva a los intereses de grupos privados en sus propósitos de transformar sectores históricos en productos de oferta inmobiliaria para clientes de clases sociales superiores, derivando en la antesala de una gentrificación. Pacificación policial La pacificación policial es un requisito previo para que los procesos gentrificadores puedan funcionar con éxito; es imprescindible lograr un entorno social sin conflictos y un ambiente urbano tranquilo para que las zonas que interesan a los especuladores sean lo suficientemente atractivas para los potenciales nuevos residentes. Esto se consigue


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por medio de la gestión de la Municipalidad que determina las respectivas ordenanzas y políticas que implementan la pacificación policial en los barrios degradados. Como resultado, la pacificación policial en el Morro da Providencia y en la zona portuaria carioca sirvió para que estos lugares se volvieran seguros e interesantes para que algunos residentes de niveles socioeconómicos medios y altos se trasladasen a vivir allí. Los antiguos vecinos manifiestan que ya se observan señales de una incipiente transformación del entorno, debido a la aparición de nuevos habitantes de clase media. La evolución de los procesos gentrificadores se verifican en el aumento desmedido de los precios del suelo y de los alquileres en el sector de Morro da Providencia, los que se han triplicado y hasta quintuplicado en los últimos años. Estas apreciaciones se recogen de encuestas y entrevistas hechas a los residentes, los que viven el proceso previo de gentrificación. Renovación cultural La zona del puerto de Río de Janeiro se ha expandido debido al alto flujo de trasatlánticos que atracan allí desembarcando gran cantidad de turistas, especialmente al barrio de Gamboa, produciendo un movimiento de personas cada vez mayor que atrae a los inversores inmobiliarios. Con el propósito de convertir el sector en un polo atractivo para el área del turismo y hotelería, el Gobierno fomenta la modificación de su tejido urbano. 309

En el sector portuario, y especialmente en el barrio Barao de Gamboa, el Gobierno ha hecho importantes inversiones públicas destinadas a revitalizar el lugar, por medio de ofertas de consumo cultural como la construcción de museos, salas de arte, teatros, etc., que han contribuido a la transformación de la estructura social del sector. Dichas acciones de revitalización de la zona puerto han provocado el surgimiento de una incipiente burbuja cultural, la que se percibe de forma parcial a través de la apertura de tiendas de estilo e inauguración de salas de arte y eventos culturales. De esta forma, las transformaciones en el lugar podrían ser de índole mayoritariamente cultural, quedando las preferencias de tipo residencial, de trabajo y de consumo en segundo orden. Como resultado de las entrevistas y encuestas hechas a los residentes del lugar, tenemos que estos perciben la llegada de algunas personas de estrato social medio o medio-alto y costumbres sofisticadas como un indicio de posibles cambios urbanos y culturales. Expulsión forzosa o desplazamiento directo Dentro de los procesos históricos de remociones, desplazamientos y/o expulsiones de comunidades de Río de Janeiro, cabe destacar el actual contexto de los mega-eventos deportivos: el Mundial de Fútbol 2014 y especialmente los Juegos Olímpicos 2016; escenarios en donde las injusticias sociales han aumentado.


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Ya hay evidencias comprobadas de casos de remoción y/o expulsión en la zona portuaria, presentándose varias situaciones de expulsión forzosa, incluso de familias completas. Paradójicamente, es el Estado el principal impulsor de estas medidas arbitrarias de limpieza social, teniendo en cuenta que es una injusticia mover a los residentes de sus barrios en contra de su voluntad. La expulsión se definiría como un desplazamiento obligatorio, situación que afectaría repetidamente a personas privadas de derechos sociales, económicos y/o políticos para resistir a las acciones de fuerza de grupos de poder económico, o del Estado inclusive. Conclusiones Se concluye, a través del análisis cuantitativo y cualitativo realizado, que efectivamente están ocurriendo cuatro procesos en el Morro da Providencia y en el sector portuario de Río de Janeiro: una inversión público-privada, una pacificación policial, una renovación cultural y una expulsión forzosa o desplazamiento directo. Estos procesos forman parte de la estrategia inicial o la antesala para que la gentrificación se realice.

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Los mega-eventos deportivos; en este caso la Copa de Fútbol 2014 y las Olimpiadas 2016 en Río de Janeiro atraen a los mega-proyectos urbanos (construcción de importantes obras e infraestructura) y a varios protagonistas con intereses creados tales como el Estado, las inmobiliarias y las grandes empresas, trayendo como consecuencia principal la elevación de los precios de la ciudad en lo referente a inmuebles y servicios, la elitización y la generación de gentrificación. Queda en evidencia el protagonismo del Estado en la gestión, planificación y desarrollo de los procesos de gentrificación a través de la ideología neoliberal en la política y economía, en el caso de Río de Janeiro en particular y posiblemente en Latinoamérica. Referencias bibliográficas Atkinson, R. (2000). Measuring Gentrification and Displacement in Greater London. Urban Studies, 37(1), 149-65. Clark, E. (2005). The order and simplicity of gentrification – a political challenge. In: Atkinson, R. & Bridge G. Gentrification in a Global Context: The new urban colonialism. Oxon: Routledge. Hamnett, C. (1994). Socio-Economic change in London: Professionalizaion not Polarization. Built Environment. Lees, L. (2013). The Urban Injustices of New Labours “New Urban Rewal”: The Case of the Aylesbury Estate in London. Antipode, 46(4), 921-47 Lees, L., Slater, T. y Kyly, E.K. (2008). Gentrification. Nueva York: Routledge.


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Ley, D.F. (1980). Liberal ideology and the postindustrial city. Annals of the Association of American Geographers, 70(2), 238-58. Lima, C. (2010). Una mirada crítica a la zona portuaria de Rio de Janeiro. Bitácora, 17(2), 23-54. López Morales, E. (2013). Gentrification in Santiago: A property-led process of dispossession and exclusion. Urban Geography, 37(8), 1109-31. Queiroz Ribeiro, L. (2013). Transformações na Ordem Urbana das Metrópoles Brasileiras: 1980/2010. Hipóteses estratégia teórico-metodológica para estudo comparativo. Observatório das Metrópoles. Slater, T. (2006). The Eviction of Critical Perspectives from Gentrification Research. International Journal of Urban and Regional Research 30(4), 737-57. Smith, N. (1979). Toward a theory of gentrification: a back to the city movement by capital, not by people. Journal of the American Planning Association, 45(4), 538-48. Smith, N. (1996). The New Urban Frontier: Gentrification and the Revanchist City. New York: Routledge. Smith, A. (2012). Events and Urban Regeneration: The Strategic Use of Events to Revitalize Cities. New York: Routledge Wacquant, L. (2008). Relocating Gentrification: The Working Class, Science and the State in Recent Urban Research. International Journal of Urban and Regional, 32(1), 198-205. Watt, P. (2013). It’s not for us’ Regeneration, the 2012 Olympics and the gentrification of East London. City, 17(1), 99-118.

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4.4 De ciudad mediterránea a metrópolis costera, el caso de Gran La Serena. Alejandro Orellana M, María Macarena Diaz y María Teresa Fierro.

Introducción La forma urbana se puede comprender como el producto de distintas voluntades que inciden en ella. Siguiendo la Teoría de la forma urbana de Guilles Ritchot, en la ciudad aplica el principio físico de que “una forma expresa siempre una fuerza” (Ritchot y Feltz, 1985, citado en Véliz, 1995, p. 258). Por otro lado, la forma producida en la construcción de ciudad incide de un modo crítico en la vida de sus habitantes, pues tiende a institucionalizarse y a determinar el desarrollo futuro del proceso social (Harvey, 1994). Las transformaciones urbanas se configuran entonces en una relación dialéctica entre las conductas sociales y la forma del espacio construido (Soja, 2000).

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En la naturaleza de la ciudad occidental se identifican dos lógicas de construcción espacial, normalmente expresadas como oposición entre lo público y lo privado, los cuales a través de agentes como el Estado o la empresa privada producen formas de ciudad características, con marcadas diferencias, por cuanto responden a lógicas funcionales distintas. Por otro lado, el modo como estos agentes han ido concibiendo el espacio urbano y su construcción ha ido evolucionando con el tiempo. En Chile la disposición fundacional de sus ciudades nace de la voluntad del Reino de España, en que se concibe la ciudad como la entidad de conquista que controla la ocupación del territorio. Es lugar de concentración del poder económico, político, judicial y militar (Astaburuaga, 2002). Para la corona española la ciudad surge de la lógica de conquista y control colonial del territorio, luego, el naciente Estado chileno pone énfasis en la consolidación urbana y la construcción de infraestructura cómo instrumento para el fortalecimiento de la república. Durante gran parte del siglo XX, se concibe la ciudad como el motor económico para obtener el anhelado desarrollo, por lo que el mismo estado la reorganiza y la dota de infraestructura productiva. Tras las intensas reformas de los años 1970, en especial la Política Nacional de Desarrollo Urbano de 1979, el estado concibe la ciudad como el principal espacio para la acción libre del mercado, limitándose a fijar normativas e instrumentos de regulación, adoptando un rol subsidiario y prescindiendo de importantes reservas de suelo fiscal (de Mattos, 1999). Los agentes privados, por su parte, han ido ampliando la escala de intervención en el espacio urbano. Si durante siglos la voluntad privada se limitó a determinar el destino y forma de un solar, en el siglo XX comienza a aumentar la escala por medio de la actividad industrial y la construcción de viviendas para obreros. Pero es después de 1979 que las voluntades privadas comienzan a definir la


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forma urbana, teniendo la capacidad, por medio del mercado del suelo y una potente industria inmobiliaria, de modificar grandes extensiones de ciudad (Sabatini, 2000). En este contexto, se pueden diferenciar dos lógicas constructivas que han dado forma a las ciudades chilenas en los últimos cuarenta años: el Estado, que construye o financia (dependiendo del periodo a considerar) la vivienda social, interviniendo sólo donde el mercado no llegaba; y por otro lado, un fuerte sector de promoción inmobiliaria que fue construyendo la ciudad en base a la rentabilidad del suelo (Hidalgo, 2008). El caso de estudio La conurbación de La Serena-Coquimbo es la unidad urbana más importante de la región de Coquimbo. Esta región tiene una superficie de 40.580 km2, y está dividida en 3 provincias; Elqui, Limarí y Choapa (figura 129). La Provincia de Elqui por su parte, tiene una superficie total que llega a los 16.895 km2, una población de 459.946, y está dividida en seis comunas. La Serena, con una población estimada al 2012 de 215.593, es la comuna capital regional y Coquimbo, con 219.639 habitantes, es la capital provincial; las otras cuatro comunas de la provincia son Andacollo, con 8.300 habitantes; La Higuera, 3.947; Vicuña, 26.713; y Paihuano, 4.555. La Serena fue fundada inicialmente en 1544 durante los primeros años del periodo de conquista española en Chile. Destruida en 1549 por los pueblos nativos, fue reconstruida ese mismo año en su emplazamiento definitivo siguiendo criterios claramente defensivos. Esta concepción defensiva de la ciudad, las constantes amenazas provenientes del mar, piratas y maremotos, junto con una primera planicie costera saturada de agua, mantuvieron el crecimiento urbano apartado de la costa, a pesar de la relativa cercanía al mar, situado a 2 kilómetros de distancia. Debido a los ataques de corsarios, se llegó incluso a considerar la opción de trasladar la ciudad al valle del Limarí en el siglo XVII (Concha, 1870). Con el tiempo, la ciudad se consolidó sobre un sistema de terrazas elevadas frente a la bahía de Coquimbo y articuló su territorio estableciendo fuertes relaciones con la actividad agrícola y minera. La relación con la actividad marítima se establece de forma distante a través del puerto natural, actualmente la ciudad de Coquimbo, ubicado a 15 km de distancia, el cual logró conformarse como unidad urbana recién durante la mitad del siglo XIX en plena reestructuración republicana y auge minero local (Véliz, 1995). Un área metropolitana en formación Según la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, para que se considere oficialmente en Chile un sistema urbano como área metropolitana se requiere un mínimo de 500.000 habitantes. Esta visión cuantitativa de la ciudad metropolitana se puede contratar con definiciones más amplias del fenómeno de metropolización. De

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acuerdo a Gaussier, Lacour y Puissant (2003) los cambios que produce la metropolización afectan principalmente las relaciones intra e interurbanas, estructurando, controlando y especializando un territorio. Estos cambios involucran una intensificación de estas relaciones funcionales hasta conformar una unidad, tanto en términos residenciales como laborales. La metrópolis corresponde a un concepto funcional y administrativo (Larrosa, 2012; Patiño, 2010; Vargas-González, 2011) Figura 129. Presentación del caso de estudio.

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Fuente: Elaboración propia

Aylwin (1991) nos entrega tres características esenciales de un área metropolitana: - Constituye una realidad integrada, con influencia en conjunto de la nación, constituye un centro de decisiones políticas y administrativas o de desenvolvimiento económico.


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- Tiene su origen en la expansión de una ciudad sobre otras vecinas, o en la conexión o integración de varias unidades que tienen problemas comunes e inseparables. - Pérdida de la relación de identidad entre el ámbito territorial del área y las divisiones políticas y administrativas del mismo. Operan en el área distintas autoridades con competencia específica. El Gran La Serena, si bien está reconocido oficialmente como una unidad urbana (Instituto Nacional de Estadísticas INE, 2005), aún no se oficializa como área metropolitana, lo que debiese ocurrir tras el próximo censo. Se puede afirmar, que sin estar consolidado aún, el sistema urbano del Gran La Serena manifiesta un claro proceso de metropolización (Hidalgo, Arenas y Monsalve, 2009) Dentro de este contexto global, la gestión local en el Gran La Serena ha tenido pocos espacios para grandes acciones. Las ciudades de La Serena y Coquimbo, en sus inicios distanciadas en 15 kilómetros, experimentaron un proceso de conurbación a partir de las obras implementadas por el poder central con la aplicación, a mediados del siglo XX, del Plan de Fomento y Urbanización para las Provincias de Chile, más conocido como Plan Serena. Éste consistió en una intervención urbanística, arquitectónica y económica realizada entre 1946 y 1952 (Torrent, 2004; Fierro Page, 2015), liderada por Gabriel González Videla, Presidente de la República y tuvo por objetivo sentar bases de radicación en las provincias de Chile y evitar así la emigración hacia la capital del país (Presidencia de la República, 1952). El plan tuvo como instrumentos territoriales un Plan Regulador Regional de la Bahía de Coquimbo y un Plan Regulador Comunal para La Serena. Ambos instrumentos, elaborados 1948, si bien no tuvieron un carácter vinculante, orientaron todas las acciones del Plan y sirvieron de base para la formulación del primer plan regulador de la comuna de La Serena, aprobado en 1964. Todas las grandes intervenciones involucradas en el Plan Serena y que cimentaron la forma actual de la ciudad constituyeron decisiones centralizadas sin mayor injerencia de las voluntades locales. Luego de 1952, las autoridades edilicias debieron gestionar el Plan heredado, pero sin el apoyo político ni los recursos que tuvo en su implantación inicial. Hacia finales de la década de 1970 las facultades municipales para la gestión urbana son significativamente limitadas, definiéndose un rol principalmente regulador de la inversión privada en el suelo urbano. Paradójicamente, los cambios que modificaron el rol del estado sobre el espacio y dieron libertad y herramientas para que la voluntad privada definiera la ciudad, propiciaron, en el caso de La Serena y a partir de una política de consensos, la construcción de una de sus más importantes obras públicas en los últimos 50 años, la apertura de un espacio nuevo de ciudad con la urbanización del borde costero. El propósito de este estudio es explorar los distintos modos de urbanización del borde costero que se fueron produciendo en el proceso de metropolización a partir de los

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cambios estructurales implementados en el Plan Serena a mediados del siglo XX. Se pretende relacionar cada tipología de construcción de borde con la concepción pública y privada del espacio costero y evaluar su aporte a la construcción de ciudad en un sistema urbano ad portas de convertirse en una metrópolis costera. El objetivo es revelar aspectos críticos en la generación de la forma urbana que ha transformado el territorio de la bahía y evaluar cualitativamente la morfología producida. Figura 130. Cortes temporales y tipologías de ocupación de la planicie costera.

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Fuente: Elaboración propia.

Metodología En el área urbana se estudiaron los procesos de ocupación de la primera terraza costera entre el río Elqui por el norte y el puerto de Coquimbo por el sur. Para llevar a cabo el estudio se utilizaron fuentes primarias y secundarias que permitieron construir el relato histórico de los sucesos más importantes en la ocupación urbana de la planicie costera. Se consultaron mapas históricos, información planimétrica, fotografías áreas de los vuelos SAF 1955, 1978 y 1981 y fotografías satelitales a través de Google Earth fechadas entre mayo de 2004 y septiembre de 2015. Se determinaron los periodos históricos de acuerdo al contexto socio-económico que definieron los modos de ocupación de borde estableciéndose como cortes temporales los años 1955, 1985, 1995, 2005 y 2015 (figura 130)


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Para cada corte temporal se seleccionaron los lugares más representativos construidos en cada periodo. Estos lugares se estudiaron a través de un análisis tipológico, morfológico y espacial comparado, estableciendo relaciones entre la calidad del espacio construido y el contexto político, económico y normativo en el que fueron producidos. Finalmente se elaboraron algunas reflexiones en torno a la vulnerabilidad a la que está expuesto el territorio objeto de este estudio y la necesidad de una visión metropolitana para la consolidación urbana del borde costero. Evolución histórica de la ocupación del borde La ciudad fundacional Durante cuatro siglos, La Serena tuvo un emplazamiento mediterráneo, separada del mar, a pesar de que se ubica a tan sólo 2 kilómetros y éste es claramente visible desde la ciudad. Hasta mediados del siglo XX, la ciudad heredó y mantuvo la estructura defensiva de la colonia. Situada sobre la segunda terraza, contaba con barrancos al norte y al oeste, una colina al este y mantenía vestigios de la muralla sur (figura 131). Figura 131. Plano de La Serena en 1985.

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Fuente: www.memoriachilena.cl

La primera terraza era una planicie costera inhóspita, saturada de agua, territorio de vegas y humedales. Por esto, la relación con el mar era distante, y presentaba dos modos diferentes, el industrial a través del puerto de Coquimbo, recién urbanizado en el siglo XIX, y el recreacional, con la playa.


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Al puerto, históricamente se llegaba por el camino a Ovalle con un desvío en La Cantera, siendo necesario cruzar dos quebradas, o caminando 10 kilómetros a lo largo de la playa (figura 132). A la playa, lugar de paseo de fin de semana o de verano, se accedía por medio de caminos y senderos rodeados de quintas cruzando los pantanos, los principales caminos se mantienen hasta hoy, que corresponden a las avenidas Francisco de Aguirre, Cuatro Esquinas y Peñuelas. Esta última daba acceso a una pequeña localidad pesquera y turística del mismo nombre. Figura 132. Expropiación del Fundo Cruz del Molino.

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Fuente: Elaboración propia.

La bahía como región urbana Durante el gobierno de Gabriel González Videla (1946-1952), y siguiendo la visión presidencial expresada en el Plan Serena, se concibe toda la extensión de la bahía como una región urbana, incorporando todos los usos, incluyendo la industria y la actividad agrícola (figura 133). La implementación, a modo de piloto, del Plan de Fomento y Urbanización para las Provincias de Chile, reorganizó funciones, construyó infraestructura pública y fomentó el desarrollo económico local (Fierro Page, 2015).


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La primera terraza fue desecada por medio de una red de drenes y transformada en un un conjunto de parcelas agrícolas articuladas con la nueva carretera panamericana (González Videla, 1975). Esto implicó la expropiación de gran parte de los terrenos del Fundo Cruz del Molino ubicado en la franja costera entre La Serena y Coquimbo (figura 132) y configuró una suerte de suburbanización de la planicie costera. Figura 133. Plan Regulador Regional de la Bahía de Coquimbo (1948).

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Fuente: Fierro Page, 2015.

En este mismo periodo se concibe la aproximación urbana al mar a través de la construcción de balnearios con equipamiento y bien conectados con los núcleos urbanos. Se edificó el Faro Monumental y se consolidó la localidad de Peñuelas como el principal lugar de acceso al mar. En esta época, este enclave intermedio es un balneario suburbano que pretende iniciar una industria turística vinculada a la playa. Los edificios construidos son aislados, rodeados de áreas verdes, casi sin delimitaciones de terreno, en directa relación con la arena. La calle es de servicio, pasando al este del balneario (figura 134). A pesar del poblamiento y suburbanización de la planicie costera producido por el Plan Serena, la mayor parte de la playa quedó ajena al desarrollo urbano. La urbanización del borde El cambio de política urbana en los años 1970 y la indicación del Ministerio de Tierras y Colonización -posteriormente Ministerio de Bienes Nacionales- de prescindir de


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sus reservas de suelo, resultaron en la transferencia a la municipalidad el resto de los terrenos que quedaron de la expropiación del Fundo Cruz del Molino, efectuada a mediados del siglo XX y que dio origen a la parcelación de Las Vegas (figura 132). Ante esta situación, surgió la iniciativa edilicia de Eugenio Munizaga de construir una avenida en el borde costero de la bahía. Figura 134. Balneario de Peñuelas, década de 1950.

Fuente: Historia de La Serena Figura 135. Avenida del Mar a inicios de 1980. 320

Fuente: Archivo personal de los autores

Si bien el proyecto inicialmente obtuvo una negativa de parte de los ministerios ad hoc, su concreción fue posible por el trabajo en conjunto de la Municipalidad de La Serena con la Intendencia Regional y un grupo de empresarios privados. La construcción y urbanización de la Avenida del Mar en la franja costera recibida, se gestó mediante el cambio de uso de suelo de agrícola a residencial, según lo establecido en el Decreto Ley 3516 de 1980 del Ministerio de Agricultura. Esto implicaba una subdivisión predial de 5.000 m2, camino de acceso y red de agua potable.


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El financiamiento de las obras fue compartido entre la municipalidad y empresas locales. Los terrenos resultantes de la subdivisión efectuada se licitaron “contra proyecto” a privados, quedando las condicionantes de urbanización y edificación básicas grabadas en la escritura de compraventa. El valor paisajístico de la playa y el mar comenzaba así a ser valorado económicamente. A principios de los años 1980 se consolidó una primera parte de la avenida, con una calle asfaltada, vereda de tierra y una delimitación del espacio de playa con una iluminación deficiente (figura 135). En el tramo sur de avenida, adyacente al consolidado balneario de Peñuelas se construyeron los primeros edificios de departamentos. La tipología de edificación siguió los patrones del antiguo balneario, con edificios aislados, de 3 y 4 pisos, rodeados de áreas verdes. La diferencia principal radicaba en que la avenida ahora mediaba entre lo edificado y la playa, constituyéndose ésta en un espacio público urbanizado (figura 136). Figura 136. Primeros edificios de la Avenida del Mar.

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Fuente: Archivo personal de los autores.

La ciudad costera A mediados de la década de 1980, no existiendo un plan seccional que normara las edificaciones en la avenida del mar, los proyectos elaborados por las licitaciones edilicias eran aprobados por el Concejo Municipal de la época. Este mismo Concejo acordó un pequeño conjunto de normas: antejardín de 5 metros, 50 % de ocupación de frente y 7 pisos de altura. Esto último, para permitir el financiamiento de ascensor en edificios dfl2. Es en este periodo que se logró la consolidación de un espacio urbano en el borde costero. La secuencia rítmica y la altura homogénea de los edificios presentan una imagen definida y legible (figura 137). Paralelamente se desarrollan usos diversos: comercio, restaurantes, locales nocturnos, hoteles. Hacia finales de la década de 1980, se sectoriza el borde costero y se licitan pequeños locales que se edifican en la arena. Destinados a restaurantes y bares, se deben hacer cargo de la mantención de cada tramo de playa. El proceso de edificación se detiene a mediados de 1990. La playa de La Serena, ahora urbana y destinada principalmente a segunda vivienda, da lugar a que se reconozcan los valores paisajísticos y ambientales de otras playas cercanas a la conurbación. Surgieron los proyectos de Las Tacas, Morrillos, Playa Blanca y Puerto Velero al sur de la conurbación; y Serena Norte en el extremo norte de la Bahía de Coquimbo.


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Figura 137. Volúmenes edificados entre 1990 y 1993.

Fuente: Archivo personal de los autores.

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Producción inmobiliaria en contexto metropolitano Hacia finales de siglo la construcción de la doble vía en la Ruta 5, que acorta los tiempos de viaje desde Santiago, incide en la reactivación de la inversión inmobiliaria. En los mismos años se construye la proyección de la costanera hasta el centro de Coquimbo. El eje Avenida del Mar – Costanera constituye la primera vía urbana interna de la conurbación entre las dos ciudades. Este hecho urbano vino a consolidar el proceso de conurbación entre La Serena y Coquimbo, pues marcó el inicio de su consolidación vial, partiendo desde el borde costero. La ciudad ya no es interior, la metrópolis será costera. En el año 1992 se había aprobado una actualización del Plan Regulador de La Serena que incorporó la avenida del mar en el área urbana, lo que modificó sustancialmente los parámetros iniciales de construcción en la Avenida del Mar. En los edificios de departamentos edificados a partir de este nuevo impulso inmobiliario, se observa que la vista al mar pasa a ser el factor más importante a la hora de diseñar, edificándose muros frontales a la costa, paralelos a la calle, de entre 7 y 12 pisos de altura en La Serena y en una segunda etapa de hasta 25 pisos en Coquimbo (figura 138). Estas nuevas tipologías afectan el diseño del espacio urbano del borde, tornándolo más agresivo y confuso. El aumento de la densidad no se condice con la forma del espacio urbano. Figura 138. Grandes conjuntos de edificación en altura.

Fuente: Archivo personal de los autores.

En la última década surge una nueva tipología de grandes condominios de edificios de departamentos con equipamiento comunitario complejo, tales como piscinas temperadas o con olas, gimnasios, spa y laguna artificial. Estos complejos dejan la playa como un escenario distante. La avenida frente al mar deja de ser importante, y es una vía de servicio trasera que da acceso vehicular al complejo (figura 138).


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Reflexiones finales La ciudad se mantuvo distante del mar durante 400 años, manteniendo un marcado carácter mediterráneo. Su imagen urbana estaba ligada profundamente a las torres de las iglesias, al punto que se le llamaba la ciudad de los campanarios (Cortés, 2011). La urbanización del borde iniciada con el Plan Serena y consolidada con la Avenida del Mar cambió la imagen proyectada por la ciudad, llegando al ser el Faro Monumental el nuevo símbolo de la ciudad y la costanera la imagen más característica. Un hecho urbano que se podría considerar puramente espacial-urbano ha desencadenado una dinámica económica que ha cambiado las relaciones funcionales locales. El turismo es una de las directrices fundamentales del desarrollo económico del Gran La Serena, aspecto que ya se enunciaba con los balnearios del Plan Serena, y que se potenció con la apertura de la Avenida del Mar, proyectándose a una metropolización del borde costero en unaextensión de más de 60 km entre Caleta Los Hornos y Puerto Aldea. Se ha observado que las primeras aproximaciones urbanas al borde de la bahía se constituyeron en base a una tipología de balnearios puntuales, donde la urbanidad llegaba hasta la calle de acceso que daba paso a una playa rural. Las edificaciones se situaban de forma aislada en directa relación con el borde de arena. Esta tipología de ocupación se mantuvo hasta la construcción de la Avenida del Mar, que cambia el modo de aproximación de la ciudad al mar, construyendo una continuidad urbana, un gran balneario extendido a lo largo de más de 6 kilómetros de playa. Los primeros edificios, sin embargo, tendieron a repetir la tipología de los balnearios existentes. Fue en los años 1990, cuando, a falta de norma de urbanización, y a través de consensos entre los actores, se construyen tramos de borde como ciudad costera. El espacio público como hecho arquitectónico sustenta la construcción de ciudad, que si bien es fragmentada, logra conformar lugares de diversidad y riqueza espacial. Esta porción de ciudad se materializó con el imaginario de un ideal, privilegiando el valor paisajístico. En las décadas siguientes, se fue perdiendo progresivamente la preocupación por el espacio público, concentrándose los esfuerzos en maximizar las rentabilidades inmobiliarias, lo que produjo edificios de carácter individualista y cada vez más grandes y altos, que en los últimos años han perdido la relación con el borde costero a nivel del peatón y en los que un paisaje artificial simula un territorio ajeno (figura 139). Relaciones entre gestión local y espacio urbano construido En base al análisis de los distintos lugares estudiados, aparece como factor crítico en la forma del espacio el rol que cumplieron los distintos agentes de producción urbana. Mientras que en un comienzo es el Estado el que determina con mucha fuerza la forma las primeras aproximaciones al borde costero, es a través de un trabajo conjunto entre los agentes públicos y privados que se materializa la urbanización del borde del Gran La Serena. A juicio de la evaluación hecha en este estudio los mejores tramos de costanera en términos de legibilidad del espacio, consolidación y diversidad de actos urbanos se lograron en un periodo de indefinición normativa, pero de grandes consensos entre el municipio como principal actor público y las empresas constructoras locales como

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motores de inversión privada. Estos consensos se lograron en base a una idea común de ciudad en La Serena. La comuna de Coquimbo, por su parte, trató de competir diferenciándose por medio de la edificación de vivienda unifamiliar y permitiendo mayores alturas en el borde costero. Figura 139. Cortes temporales de las tipologías de ocupación del borde costero.

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Fuente: Elaboración propia.

En los últimos 15 años, en que se ha consolidado la conurbación de Coquimbo y se ha evidenciado un proceso de metropolización, se observa que falta una visión común del sistema urbano del Gran La Serena, no existen instrumentos normativas ni de gestión metropolitanos, sino solamente comunales, los que además son contradictorios entre sí. Los agentes privados, ya no sólo locales, sino mayoritariamente de capitales foráneos, actúan en el marco de un fragmentario panorama normativo, buscando exclusivamente la maximización de la renta del suelo, sin visión alguna de la construcción de ciudad. Ante este panorama urge abrir mayores y mejores espacios de participación ciudadana para concebir la ciudad que se quiere, espacios que usualmente se reducen a un trámite requerido para la aprobación de un plan regulador o un proyecto en particular y con frecuencia se asumen como un estorbo que ralentiza la consecución de objetivos para la administración pública. Iniciativas como los presupuestos participativos y las consultas ciudadanas ante proyectos de gran impacto van en la línea de abrir estos espacios. Sin embargo, aún queda mucho para que los ciudadanos tengan real injerencia en definir la ciudad en la que quieren vivir y los distintos agentes, públicos y privados, tengan instancias de dialogo y coordinación.


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De la vulnerabilidad a una visión metropolitana Si bien en la actualidad no hay piratas arreciando las costas de Chile, los tsunamis constituyen una amenaza constante para los asentamientos de borde. El nivel de integración de la Avenida del Mar – Costanera con el resto de la ciudad es precario. La carretera panamericana es una barrera importante para la construcción de vías transversales. No existe capacidad de evacuación completa del borde costero en caso de maremoto, y en época estival es algo crítico por la afluencia de turistas. La Oficina Nacional de Emergencias de Chile (ONEMI) recomienda la evacuación vertical en caso de no estar cerca de una vía de escape (ONEMI, 2014), pero no existe reglamentación que regule este modo de evacuación, por lo que aparece como una improvisación. Por otro lado, la ocupación de la planicie costera ha significado un impacto medioambiental incalculable en los últimos 60 años. Un vasto territorio de gran biodiversidad, lugar de anidación de aves migratorias, ha sido reducido a tres humedales. El suelo de la costa es propenso a inundaciones, como lo demuestra cada tanto una tormenta que paraliza la ciudad. Se debiera retomar la visión metropolitana, planteada tempranamente a través del Plan Regulador Regional de 1948, de modo de mejorar las relaciones entre el desarrollo inmobiliario turístico y residencial con las características del territorio natural y ecosistémico del borde costero, considerando tanto la protección de los humedales, sistemas dunarios y bancos naturales de especies existentes, como la reducción de la vulnerabilidad de sus habitantes frente a las amenazas naturales. Es un desafío urgente para el sistema urbano del Gran La Serena superar la fragmentación normativa y de acciones políticas sobre el territorio, reconociendo el valor global de su geomorfología y de su historia. Revisitar las concepciones territoriales del Plan Serena puede ser una de las claves para administrar esta área atrapada por el desarrollo urbano. Referencias bibliográficas Aylwin, A. (1991). Interrogantes y planteamientos sobre un gobierno metropolitano para Santiago de Chile. Revista EURE,17(52-53), 143-56. Recuperado de www.eure.cl/ index.php/eure/article/view/1082/185. Astaburuaga, R. (2002). Morfología de Chile y sus ciudades: análisis fisiognómico. Santiago de Chile: RIL Editores. Concha, M. (1870). Crónica de La Serena, desde su fundación hasta nuestros días, 1549-1870. Santiago: Editorial Universidad de Chile. Cortes, H. (2011). La Ciudad de los campanarios. Tell Magazine [en línea]. Recuperado de http:// www.tell.cl/magazine/3773/laserena/mayo/2011/columnas/la-ciudad-de-los-campanarios.html.

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Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

4.5 Interacciones de agua y ciudad / Una investigación de Urbanismo del Paisaje aplicado al caso del río Andalién, Concepción. Paulina Espinosa1, Bruno de Meulder, Mabel Alarcón y Leonel Pérez

Introducción

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Actualmente los tramos urbanos de ríos y los sistemas de agua en general, presentan grandes alteraciones en sus funciones, procesos y dinámicas, que no sólo afectan al sistema natural, sino que también afectan a los habitantes de las ciudades. No es extraño que, durante el invierno y el verano, tengamos graves problemas derivados del manejo que hacemos del espacio relacionado con el río y del agua disponible para consumo. Las políticas de urbanización impulsadas desde 1979 en Chile han contribuido prácticamente a eliminar los límites urbanos (Smolka y Sabatini, 2000), con lo que tenemos como resultado, ciudades construidas, por ejemplo, en las llanuras de inundación de ríos. Ahora bien, este no es el único elemento que contribuye a tener conflictos en el espacio urbano-natural, el cambio climático también es un factor a considerar, alterando temperatura, intensidad y ocurrencia de eventos tormentosos que la ciudad muchas veces no es capaz de afrontar. Ante este panorama, este capítulo, siguiendo la metodología de investigación vía diseño, intenta abrir la mirada a estas problemáticas bajo el marco teórico del urbanismo del paisaje (Landscape Urbanism), que surge a finales del siglo XX con autores y diseñadores tales como Waldlheim, Belanger, Berger, Allen entre muchos otros, y del urbanismo de los paisajes del agua (Water Urbanism) (Shannon et al. 2008), buscando re-descubrir los componentes del ambiente natural dentro de nuestras ciudades para, poder cuestionar, reformular problemas y poner sobre la mesa nuevas miradas (Shannon, K. 2016) para en el futuro establecer nuevas estrategias que puedan recalibrar la relación entre diseño urbano y las fuerzas de la naturaleza. En el caso particular de la ciudad de Concepción, en Chile, los resultados construidos demuestran que no hemos sido capaces de entender el lugar donde estamos situados o donde fuimos fundados, es evidente que son problemas que superan las barreras administrativas de nuestro campo de acción como urbanistas. Entonces, ¿qué pasaría si ampliáramos la mirada? ¿si entendiéramos el espacio definido ya no sólo

1 Agradecimientos: Este trabajo no habría sido posible sin la colaboración clave de Rob Naulers, Maarten Demarsin, Henriette de Robiano y Sarah Vander Elst. Su trabajo permitió abrir muchos temas clave en el desarrollo de la tesis doctoral en que se enmarca este artículo. También debo agradecer a Leonardo Agurto por su inagotable apoyo acompañando y aportando en este largo proceso llevado adelante hasta ahora.


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por aquel que acoge las dinámicas urbanas, sino también aquel donde ocurren otro tipo de procesos propios de los sistemas naturales, como transporte de especies y crecidas estacionales de ríos para la activación del sistema natural, entre otros componentes? Se presenta la siguiente experiencia desarrollada por tres estudiantes de último año de la escuela arquitectura de la Universidad de Leuven y una estudiante de la Universidad Libre de Bruselas realizado entre agosto y octubre de 2014 durante el trabajo de campo para su proyecto de título bajo el marco de la tesis doctoral “Restauración fluvial como estrategia de desarrollo urbano” de la autora Espinosa, P. Este ejercicio amplia la mirada sobre la situación actual del sistema natural del río Andalién en Concepción, Chile, para afrontar transformaciones ambientales que mejoren la relación con el sistema urbano-territorial. Así, aplicando metodologías de investigación por diseño extraerán nuevas visiones y atributos espaciales en la relación río-ciudad. Además, se presentan algunas actualizaciones y depuraciones del trabajo a partir de los avances realizados en la tesis doctoral que enmarca esta investigación hasta la fecha de publicación de este artículo. El río Andalién como caso de estudio 329

Las cuencas son los sistemas territoriales y ambientales más relevantes en la conformación de las ciudades chilenas, dada la configuración territorial del país, que puede ser definida como la sucesión de cuencas intermontanas en toda su longitud (Romero y Vidal, 2010) (figura 140). Dada esta configuración y la necesidad básica y vital de agua para sobrevivir, la gran mayoría de las ciudades chilenas fueron fundadas en las cercanías de ríos, y hoy son cruzadas por ellos. Concepción no es ajena a esta historia y, hoy en día, la población de la ciudad que está expuesta al riesgo natural de anegamientos e inundaciones es de 35.575 habitantes (Mardones y Vidal, 2001). La cuenca del río Andalién (figura 140), es un sistema hidrológico costero, que drena la vertiente occidental de la Cordillera de la Costa a la latitud de los 36° Sur (Jaque, 1996). Tiene un origen pluvial sin base nivosa, con un flujo de agua mayor en invierno. Está ubicada en la región del Bío Bío y tiene 780 km2 y 36 km de longitud de curso (DGA, 2004). La población de la cuenca es de aproximadamente 100.000 habitantes, donde el 10 % se concentra en la parte superior y el 90 % corresponde mayoritariamente a población urbana distribuida en el 4 % de la cuenca (Jaque, 2010).


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Figura 140. Situación de la cuenca del río Andalién en su contexto nacional y regional.

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Fuente: El autor Espinosa, P. Actualizaciones de Atlas del Trabajo de Campo de Naulers, R. y Demarsin, M. En gris: divisiones administrativas y centros urbanos; en negro: agua.

El año 2006 marcó un hito en cuanto a los niveles que pueden alcanzar los eventos de inundaciones en Concepción de cara al futuro. Los problemas de anegamientos e inundaciones, tanto provocados por el río Andalién como por el río Bío Bío, fueron resultado de las interacciones entre eventos pluviométricos extremos y cambios ambientales provocados por la expansión urbana sobre sus cauces, principalmente, de las ciudades de Talcahuano y Concepción. Específicamente, la cuenca del Andalién presenta modificaciones por un 72 % respecto de su situación original en cuanto al reemplazo de coberturas naturales por tejidos urbanos de alta densidad y actividades productivas. Dichos reemplazos han ocurrido en el lecho y la cuenca del río, tanto en la terraza de inundación fluvial, como en las laderas. Debido a esto, se observa una disminución de su capacidad potencial de almacenamiento de agua lluvia lo que repercute directamente en el aumento de inundaciones y anegamientos, incrementándose el volumen de agua que escurre hacia los cauces y niveles más bajos de la cuenca (Romero y Vidal, 2010) (figura 141).


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Figura 141. Ficha técnica sobre datos de inundaciones y recurrencias en la cuenca del Andalién

Fuente: Elaboración propia.

Ejemplos concretos de algunos elementos que constituyen el reemplazo y alteraciones de estas coberturas son: la construcción e impermeabilización de las riberas del estero Nonguén, la construcción en las terrazas de inundación como los conjuntos habitacionales de Valle Noble, las actividades productivas de extracción de arcillas que contribuyen a generar un aumento en el material que se arrastra, el cambio de geometría y densidad del sistema natural de drenaje de agua y las construcciones viales sobre terrazas de inundación y lechos del río. El resultado, ha sido una población expuesta al riesgo de anegamiento e inundación de 12.000 personas en la cuenca del Andalién cantidad establecida para el año 2004 (DGA, 2004). El urbanismo del paisaje y la valorización de las dinámicas naturales en la ciudad El urbanismo del paisaje es el motor que guía tanto la tesis doctoral a la que pertenece la presente investigación, como los ejercicios cartográficos exploratorios aquí presentados. Esta conceptualización busca generar un diálogo fructífero entre las disciplinas con base en las ciencias ambientales, el urbanismo y la planificación territorial, que tradicionalmente han trabajado separadas, generando problemas y conflictos, expresados en vacíos disciplinares. Consecuencias de ello son las urbanizaciones en zonas de riesgo, la poca capacidad del territorio de adaptarse al cambio climático, los diseños arquitectónicos poco adaptados al paisaje y la destrucción de ecosistemas sensibles por el crecimiento urbano indiscriminado, por nombrar las más importantes. La mirada del urbanismo del paisaje que nos interesa destacar aquí, es la que se centra y explora de manera profunda el diálogo entre el diseño y las ciencias ambientales y que a partir de la década de los noventa se hace más explícito y nutrido. En 1997 James Corner propuso a la ecología y el paisaje como agentes de una nueva actitud creativa a través de propuestas de diseño que siguen y entienden los procesos naturales, como uno de los primeros trabajos que orientan la mirada a esta nueva escala de intervención (Corner, 1997).

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Un elemento que diferencia los proyectos de diseño y las iniciativas relacionadas con manejo de sistemas naturales es la escala de tiempo en la cual ocurren los hechos. Por un lado, el diseño está siempre ligado a plazos conocidos, estipulados previamente, mientras que el manejo de sistemas naturales posee más relación con la planificación adaptativa en el tiempo, respetando los tiempos de los procesos naturales. En 2006 Martin Prominski unió la característica evolutiva de los sistemas naturales con el diseño de paisaje. Así, añadiendo la escala de tiempo y la metodología adaptativa en el proceso de diseño, avanzó por sobre las imágenes estáticas y el resultado fijo del diseño convencional (Prominski, 2006). En 2010, Bruno De Meulder y Kelly Shannon establecen que los resultados que observamos en nuestras ciudades hoy en día, luego de haber experimentado todo el proceso industrial y post-industrial, no son alentadores. Para ellos, existe una total disociación del espacio construido con la naturaleza. Pero parece de sentido común, luego de todos los conflictos que se evidencian hoy en día, entender la naturaleza como un elemento inmanente en el espacio urbano redefiniendo las relaciones ciudadnaturaleza. En ese sentido, entendemos por naturaleza aquellos elementos y dinámicas geográficas, climáticas y biológicas que en conjunto podemos llamar paisaje (De Meulder y Shannon, 2010).

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Kelly Shannon (2013) va más allá, y propone que el diseño urbano tiene la capacidad de sintetizar e integrar nuevas técnicas de ingeniería blanda en las aproximaciones de la planificación y el desarrollo de las ciudades del mañana, encontrando maneras de redefinir en armonía y en balances dinámicos las interacciones urbano-naturaleza. Shannon propone el agua como un elemento central en este re-balance necesario, esto cabe dentro de una definición diferente, la del urbanismo del agua o de los paisajes del agua. Metodología para la exploración cartográfica de interacciones agua-ciudad La investigación vía diseño es la metodología que conduce los resultados de este capítulo. Así, se trata de realizar ejercicios de diseño guiados bajo el marco de un tema central de investigación, por lo tanto, la iteración propia del diseño y sus herramientas aplicadas desde el análisis, en conjunto con el método tradicional de estudio de datos y bibliografía, buscan llevar adelante reflexiones, descubrimientos, y a partir de esto, generar propuestas informadas en el ámbito del diseño y desarrollo urbano. En particular, la herramienta central para el desarrollo de la disciplina del urbanismo del paisaje es el ‘mapeo’. Para James Corner (1999), hacer mapas de la realidad es una fantástica actividad cultural, pues va creando y construyendo un mundo a la vez que va describiendo hechos evidentes y medibles. Realizar estudios analíticos a través de hacer mapas permite a los diseñadores construir un argumento. No se trata de poner cantidades indiscriminadas de información, es más bien una actividad táctica y muy cuidadosa que va revelando y comunicando nueva información que aparece al


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relacionar razonadamente los datos existentes. Así, a partir de trazados, recolecciones, collages y superposiciones busca develar elementos e interacciones no evidentes. Se cartografían flujos, procesos, escalas y datos, desagregando por capas, mezclando y analizando gradualidades, líneas de tiempo, comparaciones, mapas de texto, fotomontajes, secciones y croquis. La aplicación de esta metodología permite ampliar la mirada en cuanto a lo que entendemos de los sistemas naturales interactuando con las ciudades. Por lo tanto, se espera realizar experimentación y aproximación a otras disciplinas, uso de nuevos softwares y distintas maneras de recolección de la información. El trabajo está basado en visitas a terreno, mapeo, lecturas y entrevistas, todo en un balance en el que se va dotando de contenido teórico las aproximaciones al terreno y luego se puede dibujar la información y re-dibujarla según lo que van descubriendo (figura 142). Se apuesta por mapear y re-mapear como actividad fundamental en la generación de nuevos descubrimientos (Corner, 1999). Figura 142. Esquema metodológico.

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Fuente: El autor Espinosa, P.


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Las herramientas que utiliza esta metodología son libres, tal y como ocurre en cualquier ejercicio de diseño. La idea es generar espacio a la experimentación en cuanto a los resultados gráficos que se puedan obtener. El ejercicio apuesta a descubrir relaciones a través de las técnicas de dibujo y de la evolución de los mismos. Un elemento central, para la incorporación real del elemento paisaje, será el constante trabajo multiescalar que se debe dar entre los ejercicios cartográficos. Ejercicio de investigación por diseño: exploraciones para entender el vínculo ríociudad Los resultados en esta investigación muestran lo que ocurre cuando ampliamos la mirada y entendemos el espacio de la ciudad definido ya no sólo por aquel que acoge las dinámicas urbanas, sino que el espacio donde ocurren otro tipo de procesos propios de los sistemas naturales. Las exploraciones consideran un análisis multiescalar y multisistémico y están organizadas en tres grandes temas: (i) Descripciones a escala territorial, (ii) La cuenca como unidad de paisaje y (iii) Paisaje y ciudad. Descripciones a escala territorial

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Se buscan explicaciones al origen del paisaje como contenedor de la ciudad y de la conformación espacial de este. La observación principal derivada de esta exploración es que los asentamientos que conforman Concepción están en su totalidad ubicados en un borde siempre descrito por el agua (mar, ríos, lagunas, humedales) y los cerros de la cordillera de la costa. Esta conformación permite, a futuro, plantear la necesidad de pensar diseños que se adapten a esta condición. Exploraciones de antiguos paisajes del agua En búsqueda de una explicación a la gran presencia de agua en nuestra ciudad, los estudiantes averiguaron que el río Bío Bío en tiempos remotos tenía su desembocadura hacia la que hoy es la Bahía de Concepción ubicada en la región del Bío Bío (figura 143), adoptando su forma actual luego de una explosión volcánica -aún quedan trazas de esa arena en las playas de la actual desembocadura-. Comienzan a relacionar lo que les han contado sobre la cantidad de agua que hay que drenar cada vez que se hace una construcción profunda en el centro de la ciudad de Concepción y la presencia de las lagunas y humedales como trazas de una historia pasada. Agua y tierra se funden y determinan el escenario sobre el cual se levanta la ciudad de Concepción. Habitando (el) al Límite Mediante el mapa en la figura 144 se entiende que la mayoría de la población del área metropolitana de Concepción habita en el espacio que queda entre la cordillera de la costa y los ríos, los humedales y el mar. A través del análisis, se le ha denominado ‘habitando (el) al límite’ o ‘en el filo’, debido a que cuestiona la existencia de aquellos límites, donde decisiones administrativas trazan límites sin leer las dinámicas naturales, imponiendo bordes que la naturaleza traspasa continuamente generando grandes conflictos pues un


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alto porcentaje de estas zonas presentan riesgos evidentes, de tsunami, de inundación, anegamiento y procesos de remoción en masa. Figura 143. Interpretación de un esquema de la evolución geomorfológica del paisaje de Concepción, Talcahuano y San Pedro, en millones de años.

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Fuente: Modificado por el autor Espinosa, P. del atlas de trabajo de campo de Naulers, R. y Demarsin, M., basado en esquema de Aguayo, M. y Dresdner, R. EULA UdeC, 2008 EULA-UDEC. Figura 144. Habitando al límite, las manchas de color más intenso representan las áreas urbanizadas en las comunas del área metropolitana de Concepción.

Fuente: Modificado por el autor Espinosa P., del atlas de trabajo de campo de Naulers, R. y Demarsin, M.


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Soporte físico: Topografía y agua El mapa siguiente (figura 145) es un ejercicio básico tomado del modelo digital de elevaciones contenido en la información CONAF 2008, los alumnos fueron capaces de evidenciar la interacción de tierras bajas y presencia de agua. Este es el punto de inicio para evidenciar el origen, curso medio y desembocadura del río Andalién, las diferencias de escala entre una cuenca andina, como la del río Bío Bío, y una cuenca costera y la intrínseca relación del sistema de agua dulce y el mar. Figura 145. Imagen raster de la topografía.

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Fuente: Atlas del trabajo de campo Naulers, R. y Demarsin, M.

Un paisaje Lafkenche Si bien los territorios de la margen norte del río Bío Bío no fueron territorios Lafkenche propiamente tales, los elementos que definen su paisaje son los mismos: ríos, humedales, lagunas, desembocaduras y la cordillera de la costa (figura 146). Los ríos y humedales, como cuerpos de agua predominantes, marcan desde el comienzo una presencia inigualable en la ciudad (figura 146). El río Bío Bío con su magnitud define, para algunos, la frontera del sur y el norte del país y fue la frontera histórica para el avance de los colonos españoles hacia el sur. El río Andalién, por su parte, se presenta casi como un elemento descartable que no tiene presencia en la ciudad. Es casi una frontera invisible o por vacío, camuflada por viviendas, cerros y carreteras, nadie habla de él, salvo cuando ocurren inundaciones. Los humedales, por su parte, son asociados a espacios vacíos, pero a medida que se recorre la ciudad vamos descubriendo cómo la ciudad está colocada sobre ellos. Las lagunas de Concepción son recuerdos de antiguos paisajes como por ejemplo el río Bío Bío que desembocaba en la bahía de Concepción o antiguos meandros del río Andalién. Es agua contenida en el territorio con potencialidades para el consumo en caso de emergencia y como áreas verdes de alta calidad ecológica, paisajística.


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Figura 146. . El paisaje Lafkenche.

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Fuente: Atlas del trabajo de campo - Naulers, R. y Demarsin, M

La cuenca como unidad de paisaje Caracterización desde la escala de la cuenca, destacando elementos clave en la relación río-ciudad, como la ubicación de los asentamientos y sus consecuencias en relación a las inundaciones. Este es el primer paso para establecer posibles propuestas de diseño. Topografía del Andalién El origen pluvial del río Andalién es evidente en los mapas siguientes, se evidencian los pequeños esteros que comienzan a conformarlo. Con la secuencia de secciones se visualizan las alturas y el espacio que queda al paso del río en la cuenca (figura 147). Monocultivo en la cuenca Se trata de una figura actualizada luego de los incendios de 2016-2017, en un mismo mapa conviven causa y efecto, por un lado, el monocultivo forestal y luego los efectos del masivo incendio del verano 2016-2017 (figura 147).


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Elementos clave Se grafican elementos singulares dentro de la cuenca que comienzan a marcar elementos como la confluencia del río Andalién con el estero Nonguén, que es el punto más problemático desde el punto de vista de las inundaciones y luego se hace visible la Reserva Nonguén, último resabio importante de bosque nativo dentro de la cuenca, se mapea todo en relación a los asentamientos urbanos (figura 147). Figura 147. Descripciones de la cuenca.

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Fuente: Arriba: Naulers, R. y Demarsin, M; Centro y Abajo: Espinosa, P. Arriba: Cortes topográficos; Centro: Gris oscuro: monocultivo, gris claro: incendios. Abajo: Cuadros: Asentamientos urbanos, gris claro, subcuenca Nonguén, gris reserva Nonguén.


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Invierno -súper flujo de agua- verano -escasez de aguaLas plantaciones de árboles exóticos interceptan el agua que debe ingresar de manera natural al río. Durante los veranos debido al proceso de evapotranspiración del pino Radiata y el eucaliptus Globulus, Huber et al. (2010) establecieron pérdidas por intercepción del total de precipitaciones del 68 % y 74 % para el Eucaliptus y del 60 % y 63 % para el Pino. Así, cada verano desde 2007 la zona alta de la cuenca ha sido declarada zona de emergencia agrícola por la sequía. Al ser ésta una cuenca con patrón pluvial, la dinámica del río se ve completamente alterada en su comportamiento también en invierno con problemas de inundaciones y anegamientos con una población afectada de 12.000 habitantes (DGA, 2004) (figura 148). Figura 148. Interpretación en el tiempo de la problemática del río Andalién

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Fuente: Naulers, Damarsin. Datos DGA 2004 e INE (Censo) 2002.


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Paisaje y ciudad Se exploran los elementos determinantes del paisaje incluidos en la ciudad. De esta forma se revela la presencia de humedales, lagunas y cerros muchas veces invisibles dentro de la planificación de la ciudad y que poseen un potencial para el diseño y mitigación de riesgos. La reflexión derivada de esta exploración está en asociar estos elementos a una identidad de la ciudad por sobre cualquier identidad basada en elementos arquitectónicos, puesto que estos últimos están siempre expuestos a los efectos de los terremotos, con lo que, si de afianzar una identidad se trata, debería ser apoyada por los elementos permanentes del paisaje. Interacciones del agua con el espacio construido Un cruce necesario es la fotografía aérea de Concepción con la cuenca del río que estamos estudiando y las zonas de riesgo de inundación determinadas por el Plan Regional de Ordenamiento Territorial (figura 149). Son evidentes los lugares por donde el agua se mueve e interactúa con la ciudad. En la parte sur-este de la fotografía es posible observar la confluencia del río Andalién con uno de sus mayores tributarios, el estero Nonguén. Este hecho determina el área de mayores problemas de inundación del Andalién a su paso por la ciudad de Concepción.

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Figura 149.Primera imagen: cruce cuenca ciudad, segunda imagen: área de inundaciones sobre la ciudad.

Fuente: El autor Espinosa P.


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La infraestructura en un paisaje Lafkenche La escala a la que se planifica la infraestructura puede ser claramente comparada a la escala de paisaje, es por eso que como si de ‘rayos X’ se tratara, se intenta develar qué generan las infraestructuras sobre los cursos de agua (figura 150). Es posible visualizar que existen bloqueos, cortes y desvíos a partir de la superposición de las infraestructuras al sistema de agua y sus flujos. Sin embargo, habría que preguntarse si estamos conscientes de los efectos de esto. Las vías que acompañan el curso del Andalién, aprovechan sus pendientes naturales. La sinuosidad de las vías del Andalién ha sido reemplazada por carreteras modernas y con estándares de seguridad apropiados. Las vías que describen el Andalién ya no tienen la jerarquía de hace algunas décadas atrás, pero continúan siendo un mudo testigo de una geografía accidentada. Figura 150. Infraestructura y sistema hídrico.

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Fuente: El autor Espinosa, P.


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Conclusiones Sobre paisaje y territorio Se han encontrado elementos excepcionales que no escapan a la simple percepción del espacio. Esta exploración se detiene particularmente en la transformación del paisaje por parte de la toma de decisiones administrativas, estratégicas o productivas, alterando drásticamente las funciones y dinámicas naturales, se observan dos grandes causantes, el paisaje productivo forestal y la infraestructura. El contexto territorial en el que se emplaza el río Andalién es determinado por la presencia de agua en diferentes formas, orígenes y dinámicas. La situación de los asentamientos que constituyen el área metropolitana de Concepción en Chile, tienen una relación límite con los cuerpos de agua. En resumen, el paisaje sobre el cual está situada la población es un paisaje de agua definido completamente y de manera radical por ésta; océano, ríos, humedales y lagunas. Los ejercicios cartográficos llevados a cabo pesquisan estos elementos, haciéndolos evidentes al lector, demostrando esta relación y al mismo tiempo elaborando una respuesta para el origen de éste. Conceptualmente se define como ‘habitando el límite’. Esta condición merece ser estudiada como una forma nueva de describir el paisaje, y así poner en su justo balance, la mirada sobre un paisaje maltratado y, sobre todo, ignorado en su naturaleza, lo que hace imposible poder elaborar maneras de actuación coherentes sobre su planificación. 342

Existe pues, en esta ciudad, aún una capa de información no explorada en profundidad y que es la relación de paisaje y significado, entendiendo que la principal diferencia entre territorio y paisaje radica en los significados. En esto, Chile tiene una larga historia cartografiable de elementos que le han ido quitando el significado común a nuestro paisaje y esto marca futuras líneas de trabajo a desarrollar. Decisiones a nivel legal han convertido, en muchas oportunidades, nuestros paisajes más tradicionales o emblemáticos en entidades privadas asociadas principalmente a usos productivos, modificando completamente la idea o imaginario colectivo sobre un determinado paisaje, ya sean las colinas de territorios indígenas de la zona centro, hoy regiones de Valparaíso, O’Higgins, Maule, etc., o las mixturas del verde vernáculo en regiones como Bío Bío, Araucanía, Los Ríos, Los Lagos, hoy ocupadas con grandes plantaciones vitivinícolas, las primeras, y enormes praderas forestales, las segundas. Situación actual del sistema natural río Andalién La situación particular del sistema natural río Andalién entendida a través de los diferentes ejercicios cartográficos, nos muestra que está altamente afectado por dos grandes situaciones que ocurren en su cuenca y alteran completamente su funcionamiento como paisaje. Por un lado, el excesivo monocultivo de especies exóticas que altera significativamente los ciclos del agua y, por otro, la alteración del territorio debido a la ubicación de la ciudad en la parte baja del río. Estas dos condiciones establecen una situación de fragilidad tanto de la cuenca como de los asentamientos


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aledaños al curso del mismo. De esta forma, por daños medioambientales severos la población se ve expuesta a graves riesgos como inundaciones, anegamientos y sequías. Sobre la aplicación de la metodología Como comentario general, es posible afirmar que resulta interesante ver cómo una nueva mirada puede hacer exploraciones que rompen la inercia de la escala urbana convencional intentando entender las dinámicas del paisaje. Esta lateralidad en la manera de entender, aumenta y complejiza la visión, a veces simplista e unidisciplinaria de la que pecan urbanistas y más aún, arquitectos, haciendo necesario y natural la búsqueda de respuestas desde otras disciplinas, tales como la geografía, la biología u otras afines. Básicamente este ejercicio recoge el carácter evolutivo de la metodología que está relacionado con el uso de la cartografía como medio de entendimiento de los fenómenos del paisaje. En el dibujar y re-dibujar, y en la búsqueda de la mejor representación gráfica, se encuentran muchas de las respuestas que se investigan. Un elemento importante es transmitir, desde el comienzo de la aplicación de la metodología, que los ríos pertenecen a un sistema de agua general que es necesario describir. Por lo tanto, el análisis debe guiar desde la búsqueda de respuestas y debe estar centrado en la totalidad del sistema de agua, definido tanto por el paisaje, como por su interacción con la ciudad. Un desafío intrínsecamente ligado a la metodología de investigación vía diseño aplicada al urbanismo del paisaje es lograr un análisis que conecte todas las escalas. Es necesario, por tanto, que los estudiantes entren y salgan de las zonas estudiadas haciendo zoom in y zoom out a la vez, evitando generar desconexiones en la información. Futuras líneas de acción Finalmente, el paso consecuente será pasar del entendimiento al desarrollo de propuestas alimentadas y basadas en las exploraciones aquí presentadas. Estas propuestas buscarán proponer soluciones alternativas, y adaptadas al paisaje, a los problemas que genera el crecimiento urbano de la ciudad actualmente focalizado en las llanuras de inundación del Andalién. Referencias bibliográficas Aros, V., Vargas, J. y Condemarín, M. (1995). Rastreo de crecidas en el bajo Bío-Bío. Aplicación a problemas de inundación, En XII Congreso de la Sociedad Chilena de Ingeniería Hidráulica, Tomo 2 (pp. 257-71). Congreso llevado a cabo en Santiago, Chile. Corner, J. (1999). The agency of mapping”: Speculation, Critique and Invention. En D. Cosgrove (Ed.), Mappings (pp. 213, 51). London: Reakton Books.

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Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

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PARTE 5

EnseĂąanza y aprendizaje del diseĂąo urbano.


Diseño Urbano: La Escala de la Ciudad y la Urbanización del Territorio

5.1 El taller neolocal y la otra educación. El proceso de enseñanza-aprendizaje de la arquitectura y las ciudades del futuro. Andrés Horn, Alex Becker, Juan Carlos Olivares y Emil Osorio

Educación y profesión

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Cada cierto tiempo nos encontramos con artículos, ensayos y columnas de opinión donde se exponen y argumentan las dificultades actuales en el ámbito del desempeño profesional debido a la masificación del acceso y la matrícula en la educación superior chilena. Recientemente estos han surgido en el contexto del debate de las reformas impulsadas en esta área. En el ámbito de la formación profesional en arquitectura, en la Región Metropolitana -que agrupa la mayor cantidad de escuelas de arquitectura en el país- el número de matriculados en la carrera ha disminuido paulatinamente entre 2005 y 2014, en tanto en el resto del territorio nacional las matrículas han tendido a mantenerse en un volumen relativamente estable (figura 155). Los arquitectos formados en la capital, de esta forma, virtualmente igualan en número a los que se forman en las demás regiones del país. Sin duda este aspecto nos habla de una formación que hoy es absolutamente centralizada -pese a la tendencia a la baja descrita- y que cada día hay más titulados en busca de un espacio laboral. Figura 151. Evolución de la matrícula en las carreras de arquitectura en la Región Metropolitana (Chile) vs. otras regiones del país: 2005-2014.

Fuente: Elaboración propia a partir de información obtenida del Consejo Nacional de Educación (CNED), 2015.


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Masificación de la enseñanza-aprendizaje y centralidad devienen de este modo en variables significativas al caracterizar la enseñanza de la arquitectura. No obstante, todavía más significativa resulta la consideración de los asuntos referidos a las ideologías y paradigmas presentes y manifiestos en cada una de las escuelas de arquitectura. En el continente americano, México es el país con más establecimientos de enseñanza de la profesión. Allí, en ese ámbito paradigmático, según la crítica de la arquitecta Andrea Griborio (2013), ellas sólo se han encargado de “buscar modelos ajenos y pasajeros” para aplicarlos sin reflexionar sobre la esencia de la disciplina, las necesidades y la inserción de esos modelos en el mundo real. Por este motivo sólo se conservan como modelos académicos. El presente capítulo no pretende indagar ni reflexionar sobre los motivos o consecuencias que esto ha acarreado para el país o para la formación profesional impartida, tanto por las instituciones de educación superior públicas, las integrantes del Consejo de Rectores o las llamadas privadas. A partir de una reflexión de los procesos de enseñanzaaprendizaje en arquitectura, lo que se propone, en cambio, es una metodología que permita a los futuros profesionales arquitectos asumir y abordar las inquietudes y los escenarios -cada vez más complejos- presentes en los medioambientes construidos, las ciudades y la sociedad contemporánea, en un contexto donde la formación cada vez más descentralizada de los arquitectos requiere incorporar aspectos identitarios locales. De este modo, la discusión y la formación de los arquitectos no se orienta a cuestionar el sobrestock de profesionales en el mercado (Lobos, 2007), sino que a la ausencia de diferenciación en la formación y las orientaciones curriculares presentes en las escuelas de arquitectura chilenas. Los ciudadanos están cada vez más informados e hiperconectados, ejercen presión sobre los dispositivos, buscan participar en el desarrollo de sus ciudades (Virilio, 2004, 2009; García Canclini, 2005; Jameson, 2002, 2013) y exigen, en consecuencia, derechos de participación y consideración de sus contenidos culturales. Demandan, en suma, otra manera de desarrollo de sus propias ciudades y centros habitados, mayor inclusión y participación democrática efectiva. La sociedad, en su conjunto, se ha percatado de que es capaz de alterar los rumbos clásicos de las planificaciones y los diseños. Ha comprendido que es ella misma quien mejor conoce y entiende su propio paisaje urbano y cultural. Evidencia de esto son las cada vez más recurrentes y masivas actividades de participación ciudadana –presenciales y on-line- donde la opinión y el voto de los ‘beneficiarios’ se hace escuchar, incluso al punto de detener o modificar proyectos. Debido a esto, el rol y estatus del profesional arquitecto se encuentra en entredicho. Las demandas de la sociedad contemporánea, los nuevos desafíos, han puesto en jaque a la propia disciplina que no ha podido entregar respuestas satisfactorias, cuestionando la eficacia y eficiencia de las metodologías aplicadas convencionalmente en la enseñanza, en definitiva, en los modos y maneras del desempeño profesional.

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La ruptura: Entre el profesional espacial y el agitador social Es importante reiterar algunas de las estadísticas relacionadas con el desempeño profesional de los arquitectos y el momento actual de la disciplina para poder graficar la magnitud del conflicto que estamos planteando. En un estudio realizado el año 2000, Julián Salas, Director del Postítulo de Asentamientos Humanos de la Universidad Politécnica de Madrid, ha expuesto datos objetivos y categóricos. A saber, de los 6.600 millones de habitantes del planeta, dos tercios –es decir, 4.400 millones de personas- no tienen acceso a ningún producto formal de la arquitectura (Lobos, 2008) y sólo el 10 % de los arquitectos del planeta se dedica al diseño arquitectónico. De ellos, a su vez, sólo el 10 % se dedica al diseño por encargo, es decir, el 1 % del total de profesionales (Lobos, 2008). Evidentemente, extrapolar estas estadísticas al contexto nacional, convierten en una paradoja la mayoría de las metodologías empleadas al interior de los talleres de arquitectura, debido a que las y los estudiantes se educan y aprenden según maneras de hacer que sólo podrá ejecutar un porcentaje limitado de profesionales -diseñar proyectos por encargo-, dejando a una gran mayoría desprovistos de herramientas metodológicas pertinentes que les permitan desenvolverse profesionalmente en los actuales escenarios laborales.

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Por estos motivos, podemos sostener que existen dos alternativas de relación entre el profesional arquitecto -que incluiría, por supuesto, también el estudiante- y la sociedad a la cual sirve: el arquitecto como ‘profesional espacial’ -v.g., Markus Miesse, Shumon Basar- y el arquitecto como ‘agitador social’ -v.g., Ethel Baraona, César Reyes-. En gran parte del transcurso del siglo XX, se construyó un discurso donde el concepto de ‘modernidad’ era referente obligado para describir los avances conseguidos por la sociedad desde la Revolución Industrial. ‘Moderno’, por tanto, sería todo aquello que se alejara de las tradiciones pre-industriales. El Movimiento Moderno fue la evidencia de este proceso. Conceptos como ‘ruralidad’ y ‘regionalismo’ devinieron en sinónimo de retraso en el progreso. En el pasado, la disciplina elaboró y sistematizó sus propias maneras de hacer –tratados, manuales y guías, v.g., Vignola, Vitrubio y Le Corbusier- y, más recientemente, a través de los medios de comunicación, la construcción de discursos novedosos pero sin contenido cultural. Son los arquitectos como ‘profesional espacial’, cautivados únicamente por la forma y el espacio. Al contrario, un arquitecto como agitador social trabaja y va en busca de la singularidad, no presta atención a las maneras propias sino que al modo como las personas o los grupos humanos han logrado construir singularidad. Este profesional no trabaja únicamente con sus imaginarios, que cristaliza en proyectos, sino que además incorpora los elementos que adquieren valor a través de las personas. Un arquitecto que trabaja con la singularidad está en contra de la Arquitectura (Baudrillard y


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Nouvel, 2001) ya que su interés está en traducir o cristalizar lo que para los “otros” es relevante y trascendente. Ejemplo de esta perspectiva es el trabajo de los arquitectos Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal quienes, recientemente, en una conferencia dictada en la Harvard Graduate School of Design, han expresado que “África fue probablemente nuestra segunda escuela” (Ireland, 2015), haciendo referencia a su experiencia de haber vivido y desempeñado la profesión en Nigeria y lo que eso significó para su experiencia personal y profesional, muy diferente a lo vivido durante su etapa de estudios en la década de los ochenta en la escuela de arquitectura de Burdeos, Francia. Esta actitud -el desplazamiento- les ha permitido abrazar, dentro de su desempeño profesional, los valores de la arquitectura social debido al acentuado interés por la economía, modestia y belleza de los ambientes. Otro ejemplo de actividad profesional en esta misma dirección es el Amateur Architecture Studio, oficina compuesta por los arquitectos chinos Wang Shu y Lu Wenyu, fundada en 1997 en Hangzhou, China. En 2012, Shu y Wenyu fueron distinguidos con el Premio Pritzker. Más allá de lo obviamente relevante del premio, es notable en ellos su permanente dedicación y enfoque en la reposición de técnicas constructivas locales chinas al mismo tiempo que el empleo de materiales -considerados por otros desechables, ya que provienen de demoliciones de barrios y casas alcanzados por la vorágine del progreso chino-. Por medio de un ‘diálogo colaborativo’ (Ong Yan, 2012), se logra así una aproximación arquitectónica pragmática y sensible a lo local (Basulto, 2014), lejana a la nostalgia o romanticismo. En Gando, Burkina Faso2 las escuelas no son modernas, se construyen con tierra, sin alardes tecnológicos, pero satisfacen las demandas y requerimientos propios de una comunidad. La falta de escuelas y bibliotecas parecen motivos suficientes para tomar decisiones radicales cuando no se dispone de los recursos económicos supuestamente mínimos para estos propósitos. La plena conciencia de esto impulsa a la incorporación de materiales del lugar como la tierra –sistema constructivo de tierra estabilizada- y la participación de la comunidad local como mano de obra para su ejecución. Se logra así una arquitectura sincera, honesta y muy precisa, que combina métodos espontáneos y prácticas constructivas particulares, y genera una estructura de sostenibilidad cultural (Vásquez, 2013), donde nada sobra. A pesar de todos estos supuestos inconvenientes o restricciones, una escuela y biblioteca edificadas desde esta lógica fueron reconocidas con el premio Holcim 2012.3. El responsable de esto es el arquitecto burkinés Diébédo Francis Kéré, nacido en Gando, en 1965, y que a la edad de siete años debió dejar su lugar natal para vivir en la capital 2 País ubicado al sur del Sahara y que, según datos del Banco Mundial, se encuentra entre los países de más bajo ingreso a nivel mundial (http://datos.bancomundial.org/pais/burkina-faso). 3 Los Premios Holcim o Holcim Awards, por su nombre en inglés, son un concurso internacional que desde 2005 galardona proyectos y visiones de construcción sostenible, independiente de su escala. El concurso otorga dos millones de dólares en cada convocatoria. Los premios son conferidos por la Holcim Foundation for Sustainable Construction (www.holcimawards.org).

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y así poder asistir a la escuela. Años después, recibió una beca de la Carl Duisberg Gesellshaft para mudarse a Alemania y continuar su formación como carpintero, lo que a su vez le permitió posteriormente estudiar arquitectura en la Universidad Técnica de Berlín (TU Berlin). En 1998, Kéré fundó la asociación Schulbausteine für Gando para apoyar el desarrollo de su país a través del diálogo entre los conocimientos adquiridos en Europa y las técnicas de construcción locales. Hoy posee el estudio Kéré Architecture con sede en Berlín. También existen ejemplos notables en nuestras latitudes como el caso del arquitecto de origen holandés Johan van Lengen. Luego de trabajar exitosamente en California, van Lengen se asienta en Brasil en una búsqueda por entender y difundir la arquitectura tradicional local. Con base en esa experiencia escribe y dibuja “Cantos del arquitecto descalzo”, una especie de tratado de arquitectura para no arquitectos también titulado en otras ediciones como “Manual del arquitecto descalzo” (van Legen, 2011). En este excelente libro, no sólo describe técnicas constructivas tradicionales, sino que incluye sistemas de aprovechamiento de energías y recursos ambientales de otras culturas y personas, fáciles de construir y que permiten mejorar notablemente la calidad de vida de quienes, como se ha dicho, no disponen de los recursos o medios para contratar o realizar una arquitectura de autor.

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En cada uno de los ejemplos presentados podemos constatar el perfil de ‘agitador social’, un tipo de arquitecto permanentemente en busca de la singularidad por medio de respuestas pertinentes y apropiadas para un determinado encargo y contexto sociocultural. La sensibilidad en capturar y traducir eso que está más allá de la arquitectura (Baudrillard y Nouvel, 2001), lo sitúa en la corriente opuesta al ‘espectáculo’ de las oficinas, arquitectos mayormente publicados y difundidos en la actualidad, donde asumir un enfoque claramente humanista y social es una excepción (Piccardo, 2012) y que, a simple vista –o sin una profundidad en su entendimiento-, parecen únicamente ‘arquitecturas rústicamente normales’; demasiado rurales en un mundo globalizado y homogeneizado. Nuevas metodologías para nuevos problemas: El taller neolocal4 El Taller Neolocal, junto con la participación activa y permanente de un cientísta social antropólogo, ha afianzado una metodología consultiva, participativa e inclusiva de los estudiantes del taller a fin de insertarlos en problemáticas reales y complejas de la dinámica sociocultural contemporánea y que les permita detectar -previo trabajo de 4 Taller Neolocal es el nombre que adopta desde el año 2014 la asignatura taller de arquitectura de tercer año de la carrera de arquitectura de la Universidad Austral de Chile. Este taller tiene una duración de un año académico y es parte del ciclo de formación profesional. El capítulo contiene resultados de la primera edición (2014) y al cierre de esta publicación se desarrolla una segunda edición que tendrá resultados en diciembre del año 2015.


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campo, observaciones y entrevistas- las variables que traducen el sentido (Deleuze, 2005). Se valoran, de este modo, los contenidos culturales propios de esos grupos humanos. Para esto se han elaborado cuatro instancias fundamentales: Captura de la realidad Una actividad esencial en el modelado de este enfoque es que las y los estudiantes puedan enfrentarse con la realidad de las ciudades y el territorio de manera desprejuiciada en busca y reconocimiento de fenómenos arquitectónicos culturales. Esta perspectiva metodológica se inscribe en la existencia de un sujeto, el denominado flâneur según la proposición de Charles Baudelaire. La idea es la de un paseantevagabundo-esteta que explora las manifestaciones caleidoscópicas de la vida en -deuna ciudad moderna. Esta noción encuentra eco fundamentalmente en el pensamiento de Walter Benjamin y sus observaciones sobre lo moderno en la poesía de Baudelaire y los entornos urbanos de París hacia mediados del siglo XIX (Araya, 2012). El flâneur es sustancialmente urbano –camina según su criterio y sus motivos–, es un observador en movimiento en busca de lo eterno en lo transitorio y de lo eterno en lo histórico. Así, la experiencia urbana imprime huellas trascendentes en el observador solitario (Baltar, 2006). Desde ellas, se podrá constituir como diseñador de signos e identidades (Araya, 2012). Figura 152. Arquitectura no docta, sin autor. 353

Fuente: Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile, 2014.

Este lenguaje, su análisis y posterior reinterpretación en una arquitectura, nos demanda una forma de aproximación no convencional de la realidad presente ahí afuera, latente y plagada de elementos poderosos y singulares (Baudrillard y Nouvel, 2001), disponibles para ser descubiertos (figuras 156-158).


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Figura 153. Arquitectura no docta, sin autor.

Fuente: Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile, 2014. Figura 154. Arquitectura no docta, sin autor.

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Fuente: Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile, 2014.

Proceso colectivo y democrático Una vez seleccionados los casos que han sido a viva voz proclamados como dignos de generar estupefacción, los profesores y estudiantes comparten una actitud de trabajo y diálogo horizontal y las imágenes se van organizando en un mural conforme a su


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afinidad arquitectural o formal. El rol docente sólo se inscribe en los procesos de coordinación y organización de estas actividades. Se trata de un proceso democrático y de proclamación donde la exposición de cada objeto arquitectónico es aprobado por la asamblea como elemento constitutivo de este universo arquitectural (figura 159 y 160). Figura 155. Proceso de participación en la construcción de una ‘genealogía singular’ en el Taller Neolocal.

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Fuente: Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile, 2014. Figura 156. Proceso de participación en la construcción de una ‘genealogía singular’ en el Taller Neolocal.

Fuente: Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile, 2014.

De igual modo son los propios estudiantes quienes, durante el transcurso de la elaboración de sus propuestas, desarrollan instancias de participación y colaboración interna por medio de la evaluación de la pertinencia y coherencia de las alternativas disponibles para un tema en particular -por ejemplo, para la definición de fachadas-. Comprender que el ejercicio profesional de la arquitectura es de carácter colectivo es uno de los objetivos que estas instancias metodológicas permiten transmitir, insertando a los estudiantes en esta dinámica (figuras 161-163).


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Figura 157. Inicio de la instancia de participación durante el desarrollo de propuestas.

Fuente: Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile, 2014. Figura 158. Desarrollo de la instancia de participación.

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Fuente: Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile, 2014.

Referencias locales, poderosas y singulares En la década de los ochenta, el concepto de ‘regionalismo crítico’, introducido por Alexander Tzionis en un evento sobre regiones realizado en Sevilla (España), surge como el primer gesto categórico que critica la destrucción de las estructuras de la arquitectura y propone la utilización de los elementos contextuales de formas poco usuales para constatar que las obras pertenecen a un lugar determinado sin ser


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vernácula y sin utilizar elementos historicistas. Esta proposición se contrapone a la ‘arquitectura regionalista’ que construye falsas identidades o artefactos exóticos para la sociedad de consumo. Figura 159. Resultados derivados de la instancia de participación.

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Fuente: Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile, 2014.

La valorización de estos elementos no puede considerarse como algo aislado. Muy por el contrario, existen evidencias contundentes en la historia de la arquitectura donde en épocas y países diversos se ha desarrollado una mirada “contemporánea de lo


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vernáculo” (Uribe, 2011). Ejemplos de esto son las obras de Alvar Aalto y Juha Leiviskà en Finlandia, Peter Zumthor en Suiza, Sigurd Lewerentz en Suecia, Germán del Sol y Edward Rojas en Chile. Del mismo modo, los lugares que habitamos –representación heterogénea del territoriohan moldeado con el tiempo maneras propias de habitar que se reflejan en arquitectura no docta, arquitectura sin autor y anónima, estilos de vida, utilización y manipulación de materiales y en las adaptaciones físicas de las edificaciones, representadas como un sistema de arquitectura local compleja (Vásquez, 2013). Este conjunto de condiciones y atributos resulta seductor e interesante para construir un lenguaje arquitectónico propio y local. Una vez obtenida esta clasificación por afinidades, se construye una ‘genealogía singular’, donde después de analizar los atributos y singularidades de cada grupo, se procede a nombrarlos. El ejercicio de nombrar responde al reconocimiento del hecho arquitectónico como un elemento que manifiesta ciertos atributos que perfilan sus características y que le permiten ser agrupados y nominados. En el ejercicio del Taller Neolocal surgieron las categorías que se pueden apreciar en la figura 164. Figura 160. Genealogía Singular: Fenomenología Arquitectural de la Ciudad de Valdivia, 14 Dimensiones.

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Fuente: Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile, 2014.

La construcción de esta matriz nos permite contar con el insumo necesario para enfrentar posteriormente la etapa de diseño. Para ello es fundamental recurrir desde distintas aristas al análisis de los casos, de manera de extraer aquellos aspectos cromáticos, formales, estructurales, espaciales, materiales y sociales que contribuirán al proceso de desarrollo del diseño arquitectural del encargo. Encargos reales y acotados El trabajo del Taller Neolocal centra la temática del proceso de enseñanza-aprendizaje en la incorporación de demandas ciudadanas del presente, según sea la relación entre la infraestructura disponible, el barrio y los estilos de vida de sus habitantes. Así es como los encargos se han derivado de una agenda elaborada en conjunto con la Municipalidad de Valdivia, a fin de acercar a las y los estudiantes a encargos específicos y concretos (figura 165). De este manera permitimos que la formulación, desarrollo y presentación de los ejercicios proyectuales requeridos para el taller acerquen a los estudiantes a la experiencia del encargo directo. Esto es, el encargo derivado de una demanda puntual,


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situándolos en la vorágine e intensidad de responder a lo solicitado por un mandante, en este caso, el gobierno comunal (figuras 166-168). Figura 161. Visita del alcalde de Valdivia, Omar Sabat, para la presentación del encargo.

Fuente: equipo de prensa, Municipalidad de Valdivia, 2014.

El devenir -o una conclusión abiertaLa definición de estas cuatro variables que organizan la metodología de enseñanzaaprendizaje al interior del taller de arquitectura demandan un desplazamiento de la valoración convencional de los objetivos docentes ligados únicamente a los resultados de los ejercicios proyectuales hacia la preocupación por ofrecer a las y los estudiantes herramientas metodológicas precisas que les permitan identificar, reconocer y formular una arquitectura que incorpore variables socioculturales específicas, susceptibles de ver cristalizadas en los objetos arquitectónicos capturados por la misma metodología. El Taller Neolocal, en consecuencia, es una manera de aproximación y captura de la realidad que nos permite abordar temáticas contemporáneas para la sociedad y la disciplina, con el propósito de que cada estudiante pueda elaborar una ética de trabajo empática con las personas y los grupos humanos a los que servirá como futuro profesional; comprenda que ellos también aportan insumos trascendentes para un diseño arquitectónico y urbano pertinente; relacione variables medioambientales y socioculturales, a fin de concebir una plena sostenibilidad en el habitar; y contribuya a mejorar la calidad de vida de las personas por la vía de la identidad y la pertenencia. En síntesis, un profesional insurgente dispuesto a enfrentarse a la adversidad y lo desconocido en busca de la singularidad, la cual está anclada en las fuerzas de la cultura y la sostenibilidad.

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Figura 162. Resultado Final 2014, estudiante Carla Retamales (lado izquierdo: referencia utilizada; lado derecho: proyecto).

Fuente: Archivo personal. Figura 163. Resultado Final 2014, estudiante Tomás Martínez (lado izquierdo: referencia utilizada; lado derecho: proyecto).

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Fuente: Archivo personal. Figura 164. Resultado Final 2014, estudiante Karina García (lado izquierdo: referencia utilizada; lado derecho: proyecto).

Fuente: Archivo personal.

Esto significa indudablemente un estudiante distinto. Si a esto añadimos que tales estudiantes provienen principalmente de las regiones de la Araucanía, Los Ríos, Los Lagos y Aysén -donde los conocimientos de estilos arquitectónicos y calidades espaciales son diferentes-, posibilitan la construcción de dispositivos propios ofrecidos para y hacia los grupos humanos a los que sirven, generando nuevas narrativas. Se busca, de este modo, aportar a la discusión de metodologías para la arquitectura que permitan hacer visible zonas del planeta y arquitecturas ignoradas. Esto abre la posibilidad de conocer arquitecturas espontáneas o no profesionales, las cuales


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fácilmente pueden constituirse en fuente de inspiración y ejemplos dignos de utilizar en otros lugares del planeta, con similares problemas (Lobos, 2012). Finalmente, consideramos que las ciudades y sus habitantes demandan en la actualidad una conciencia más aguda de sus identidades por parte de todos los profesionales y actores que participan en la formulación, diseño y administración de sus urbes. Al admitir que la arquitectura es una disciplina de servicio social (Lobos, 2012), se abre paso la posibilidad de decidir en función de lo que precede en busca de un hipotético futuro sostenible y a escala humana, ofreciendo una oportunidad para el diseño contextual. Referencias bibliográficas Araya, R. (2012). Configuración del flâneur en ‘Poeta en Nueva York’ de F. García Lorca. Alpha, (34), 25-42. Baltar, E. (2006). Aproximación a Walter Benjamín a través de Baudelaire. A Parte Rei: Revista de Filosofía (46), 1-18. Recuperado de http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/baltar46. pdf Basulto, D. (2014). Wang Shu por Alejandro Aravena. México: ArchDaily. http://www. archdaily.mx/mx/02-141703/wang-shu-por-alejandro-aravena Baudrillard, J. y J. Nouvel. (2001). Los objetos singulares. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Deleuze, G. (2005). Lógica del sentido. Buenos Aires: Paidós. García Canclini, N. (2005). Diferentes, desiguales y desconectados. Barcelona: Gedisa. Griborio, A. (2013). Enseñanza activa. Arquine (65), 99-102. Ireland, C. (2015). They build, but modestly. Harvard Gazette. Recuperado de http://news. harvard.edu/gazette/story/2015/04/they-build-but-modestly/ Jameson, F. (2002). Una modernidad singular. Buenos Aires: Gedisa. Jameson, F. (2013). La lógica cultural del capitalismo avanzado. Buenos Aires: Paidós. Lobos, J. (2007). Arquitectura Cultural (Tesis de magíster). España, Universidad Politécnica de Cataluña. Lobos, J. (2008). El rol del arquitecto; Necesidades de cambio en la enseñanza. Revista CA 138: 42-47. Lobos, J. (2012). Arquitectura y derechos humanos. AUS 12: 14-17.

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Ong Yan, G. (2012). The Infinite Spontaneity of Tradition. Wang Shu 2012 Laureate Essay. Pritzker Architecture Prize. www.pritzkerprize.com/2012/essay Piccardo, E. (2012). La teoría y práctica de Studio Mumbai. Milán: Domus. www.domusweb.it/es/ arquitectura/2012/10/24/la-teoria-y-practica-de-studio-mumbai.html Uribe, J. (2011). La contemporanización de lo vernáculo en la arquitectura: el caso del Valle Central de Chile. Revista Polis 14(13), 28-37. van Lengen, J. (2011). Manual del arquitecto descalzo. México: Editorial PAX. Vásquez, V. (2013). Paisajes de agua: El caso de la comunidad de Chong Kneas Lago Tonle Sap Camboya. AUS (13), 19-22. Virilio, P. (2009). La ciudad sobreexpuesta. Cali: Lugar a dudas. Virilio, P. (2004). Ciudad pánico. Buenos Aires: Capital Intelectual.

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5.2 Diseño de espacios urbanos desde el imaginario y la participación del ciudadano. Mary Hernández Araque

Introducción El común denominador de los problemas urbanos de las ciudades latinoamericanas, en la mayoría de los casos, es la concepción de proyectos en el espacio público bajo unos parámetros netamente técnicos, de estética, realizados con el afán de crear una imagen de ciudad que a veces copia diseños de proyectos de ciudades con características urbanas totalmente diferentes y ajenas a nuestras realidades, y bajo el objetivo de lograr un ‘urbanismo moderno’ que, en principio, embellece la ciudad, pero no resuelve sus problemas relevantes, ni los de sus habitantes. En la ejecución de proyectos urbanos, al menos en Colombia, es de estricta obligatoriedad, que los promotores urbanos, públicos o privados, realicen, dentro de los pasos de gestión de suelos y del proyecto en general, procesos de participación ciudadana, donde, en principio, el objetivo es vincular a la comunidad con dichos procesos1. Sin embargo, la realidad de los espacios urbanos no da cuenta de una verdadera participación o vinculación del ciudadano, visto en la falta de apropiación y el desuso de los mismos. Lo anterior, lo justifican diferentes conflictos en el espacio público que algunos estudios académicos ya han identificado. Es el caso de algunos proyectos urbanos realizados en Bogotá, en especial los concebidos como parques dentro de las categorías de espacios públicos, los cuales no son adecuados para la realización de las actividades de la comunidad. En localidades como Bosa, Suba, Kennedy o la Candelaria, donde la escasez de espacio público es más relevante, los parques urbanos existentes son de escala barrial o como se denominan ‘parques de bolsillo’, y se encuentran en un estado de deterioro y obsolescencia notorio, lo que hace que la comunidad carezca de lugares que realmente les permitan hacer actividades de recreación, ocio y socialización (figura 169). Se entendería que la planificación de ciudad desde el punto de vista de la participación es: “El paradigma participativo, por el contrario, ve el territorio como un espacio socialmente construido, sometido a leyes probabilísticas, siempre acompañadas por un amplio margen de incertidumbre” (Velásquez, 2008, pág. 1). A lo anterior habría que resaltar, según la reflexión de este trabajo, cómo los espacios urbanos son concebidos bajo verdaderos cruces y estrategias para satisfacer intereses de diferentes actores, y 1 Articulo 4o. Participación democratica. En ejercicio de las diferentes actividades que conforman la acción urbanística, las administraciones municipales, distritales y metropolitanas deberán fomentar la concertación entre los intereses sociales, económicos y urbanísticos, mediante la participación de los pobladores y sus organizaciones. (Ley 388 de 1997 – Ley de Ordenamiento Territorial).

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no sólo de uno en particular. Por tanto, ¿Estará primando el bien colectivo sobre el particular? Al mismo tiempo, en la construcción de ciudad, la ciudadanía es usualmente invitada a participar de un proceso que está profundamente equivocado: en vez de ser consultados o involucrados en la definición y desarrollo de cómo nos gustaría que fueran las calles o barrios de nuestra ciudad, la ciudadanía sólo tiene espacio para operar a través de reacciones que usualmente atentan contra el proyecto mismo, o bien, debiendo responder a iniciativas que muchas veces están desconectadas de nuestra propia realidad o intereses. (Vergara, 2013, pág. 13). Figura 165. Deterioro y obsolescencia en el parque del barrio La Palestina, localidad de Bosa, Bogotá. Además de las basuras, es común encontrar en estos parques falta de mobiliario para el disfrute de los mismo, falta de iluminación provocando inseguridad y carencia de escenarios que realmente inviten a la comunidad a realizar actividades comunitarias

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Fuente: http://www.semana.com/nacion/articulo/el-descuido-de-los-parques-de-bogota/416332-3.

La típica forma de tratar la participación ciudadana, consiste en formular un proyecto urbano por parte de técnicos, administradores y diseñadores profesionales, y posterior a esto, la participación de la comunidad se reduce a una serie de encuentros entre la administración y un grupo de población convocada, donde se da a conocer el proyecto, realizado sin haber tomado en cuenta las opiniones de la comunidad para concebirlo, y se dice poner en consideración de la comunidad la aceptación del proyecto. Sin importar los resultados de los niveles de aceptación, los proyectos se ejecutan y resultan espacios desaprovechados en la ciudad. En contraposición a lo anterior, los años recientes han sido testigos de un aumento significativo de movilizaciones ciudadanas alrededor de temas territoriales y la forma como la ciudadanía los aborda: medio ambiente, movilidad, usos del suelo, espacios públicos, renovación


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urbana, etc., que plantean una tensión entre lo formal y lo no formal en los procesos de participación, entre la oferta del estado y las demandas ciudadanas que se multiplican por doquier. Demandas que van en aumento por las necesidades urbanas que se incrementan por las migraciones aceleradas a las ciudades, por el aumento de unidades de vivienda que necesitan espacios complementarios para la recreación y por el afán de concebir espacios públicos con la infraestructura adecuada para la realización de las actividades que caracterizan a los diferentes grupos poblacionales. Estas nuevas formas de movilización ciudadana para la gestión de proyectos, han llevado a urbanistas, activistas sociales y comunitarios, a pensar en nuevas alternativas para intervenir la ciudad. Alternativas que cumplan con características metodológicas de planeación, proyección y ejecución, donde el ciudadano tenga un protagonismo importante, convirtiéndose no sólo en un agente al que se le informa -como paso obligado en los procesos de gestión de proyectos urbanos, al menos en Colombia-, sino que su participación llegue al punto de tener cabida en la concepción del diseño del proyecto y sea parte activa en la gestión y ejecución de los mismos. Lo ideal sería que estas metodologías se legalicen en nuestras ciudades; sin embargo, al ser conscientes de que llevará mucho tiempo para que esto sea una realidad, la primera intención de ejecutar proyectos urbanos bajo estas metodologías las conceptualiza el denominado ‘urbanismo participativo’ o ‘urbanismo táctico’ (Ciudad Emergente, 2014). Es importante tener una idea general de qué son teóricamente estas nuevas alternativas, que se resumen en tácticas para construir espacios urbanos en las ciudades a través del diseño participativo -el diseño por parte de la comunidad, en la mayoría de los casos por los habitantes de los sectores más cercanos a los espacios que se pretenden intervenir-, el cual se define: Si decimos que Diseño denota una actividad que penetra en todas las fases de la vida. Implica un proceso de invención de cosas físicas que exhiben un nuevo orden físico, una organización y una forma nueva, en respuesta a la función. Y que la Participación (entendida como una asociación no espontánea entre actores dispares y asimétricos), implica la presencia en la gestión de operaciones de mejoramiento de la situación, de un determinado sector social, en calidad de agentes activos, de los integrantes del mismo grupo o sector destinatario de los productos de la gestión de transformación, más allá del papel específico, pasivo, de receptores o destinatarios / usuarios de esos productos. Se podría decir entonces, que la utilización del Diseño, como disciplina humana fundamental, como una de las técnicas básicas de nuestra civilización, con la presencia, en calidad de agentes activos, de los destinatarios directos, en operaciones de mejoramiento del hábitat propio, generan una metodología de trabajo adecuada, que facilita el desarrollo de las potencialidades humanas y sociales para la vida democrática y en

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consecuencia el desarrollo de la comunidad y de la ciudad. (Pelli, Scornik y Núñez, 2010, pág. 3-4). Entre las cosas positivas de esta alternativa de construcción de ciudad, una de las más relevantes es ver como el espacio de participación se convierte en una oportunidad para conocer los imaginarios sociales, a través de los cuales se conforman proyectos que sí empiezan a tener un carácter colectivo y generan mayor apropiación por parte de la comunidad; además, es una forma de movilizar al ciudadano y despertarle el interés por su territorio, logrando, de esta manera, reivindicar sus derechos y resolver problemas en el corto plazo. Diseño urbano desde la teoría del urbanismo participativo y los imaginarios urbanos

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En el proceso de hacer ciudad, uno de los mayores desafíos que se presentan es lograr que la participación del ciudadano tenga una importante relevancia. La planificación urbana conlleva procesos difíciles en cualquier ciudad, especialmente en las latinoamericanas; sin embargo, se está intentando aplicar alternativas de diseño urbano que se pueden realizar en corto plazo, con grandes repercusiones positivas que perdurarán a largo plazo, y que ponen a la ciudadanía en un papel de gestor activista importante. Estas alternativas ya son una realidad en el urbanismo contemporáneo, y se pueden aplicar en nuestro contexto ahora; son estrategias que además de transformar espacios dentro de la ciudad, gestionados y construidos por el ciudadano y para el ciudadano, ayudan a enriquecer el capital social de las comunidades y dejan que los imaginarios urbanos2 de la comunidad (figura 170) se vean reflejados en el espacio físico que necesitan, habitan y sueñan. En este apartado, la pretensión es exponer los diferentes significados y connotaciones que se le han dado al concepto de urbanismo participativo, como teoría sobre la construcción social de espacios urbanos, teniendo como agente gestor principal al ciudadano. Afirma Cámara (2012): En contraposición a lo que ocurre con las formas de hacer ciudad que surgen del marketing urbano, en las que el sector privado adquiere un rol central y relega a los ciudadanos a un papel de meros consumidores, surgen las iniciativas de urbanismo participativo. Este tipo de iniciativas ponen énfasis en la ciudadanía, que adquiere un rol de prosumer, es decir, 2 “Los imaginarios no son sólo representaciones en abstracto y de naturaleza mental, sino que se “encarnan” o se “incorporan” en objetos ciudadanos que encontramos a la luz pública y de los cuales podemos deducir sentimientos sociales como el miedo, el amor, la ilusión o la rabia. Dichos sentimientos son archivables a manera de escritos, imágenes, sonidos, producciones de arte o textos de cualquier otra materia donde lo imaginario impone su valor dominante sobre el objeto mismo. De ahí que todo objeto urbano no sólo tenga su función de utilidad, sino que pueda recibir una valoración imaginaria que lo dota de otra sustancia representacional.” Tomado de: http://www. imaginariosurbanos.net/index.php/es/ 06-07-2014


Parte 5: Enseñanza y aprendizaje del diseño urbano

de productor y a la vez consumidor de espacios urbanos. Así pues, de un tiempo hacia aquí se está reivindicando la participación ciudadana en la generación de espacios urbanos y ya se han empezado a dar respuestas incipientes, ya sea proporcionando información sobre los procesos y dejando opinar a la ciudadanía -normalmente sobre temas banales-, o bien diseñando sistemas de participación abiertos (pág. 20). Figura 166. Talleres participativos comunitarios para la construcción de espacios públicos y mejoramiento de vivienda informal. Fundación Juligon, Bogotá.

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Fuente: Tomado de la página de Facebook Fundación Juligon https://www.facebook.com/FundacionJuligon/ photos_stream.

En la mayoría de estos trabajos, se ve que dicha metodología, colabora en gran medida con el desarrollo de las potencialidades humanas y sociales para la vida democrática y en consecuencia con el desarrollo de la comunidad y de la ciudad, ya que se convierte en la base de la discusión de intereses y en la concesión de acuerdos entre actores. Es un medio para generar un escenario de concertación. También se afirma que de la interacción de los saberes surgen diseños apropiados y apropiables. Conclusión de lo anterior, se puede afirmar a modo de primera reflexión sobre el tema, que la participación ciudadana en los proyectos urbanos se ha quedado en un mero cumplimiento de un paso dentro de la gestión de proyectos, por tanto, la ciudad está urgida de acciones urbanas que, a pequeña escala, den solución inmediata a grandes problemáticas que sufre la ciudad y la ciudadanía; he ahí la filosofía y fundamento del urbanismo participativo. A partir del entendimiento de los conceptos básicos del urbanismo y diseño participativo, es el urbanismo táctico el término que agrupa las alternativas para la construcción, gestión y diseño de espacios urbanos de forma colectiva y autogestionada, los cuales arrojan como resultado proyectos que dejan de manifiesto


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las necesidades, imaginarios e ideales del ciudadano y que se gestionan y ejecutan en conjunto, satisfaciendo las necesidades inmediatas, sin esperar los largos procesos y trámites que por lo general requieren los proyectos propuestos por entes administrativos. Este apartado lo concluye con exactitud Vergara (2013): Sin duda, las negociaciones en la planificación urbana son procesos difíciles y burocráticos, pero existen tácticas que ayudan a facilitar la concreción de proyectos bajo visiones consensuadas. Algunos los llaman ‘prototipos ágiles’, ‘proyectos detonantes’, ‘guerrilla urbana’, ‘D.I.Y Urbanism’ -algo así como ‘Urbanismo Hágalo Usted Mismo’- o simplemente ‘tácticas urbanas’. Lo cierto es que la combinación de planificación a largo plazo con estrategias de transformación livianas, rápidas y de bajo costo pueden posicionarse como fórmulas eficaces, no sólo para validar en el presente las ideas de largo aliento, sino también como herramientas potentes para articular y activar a la ciudadanía sobre temas relevantes que tengan un impacto positivo en la calidad de vida. (Vergara, 2013) Estudio de caso: Proyecto Recuperación de Espacio Público: La Estación

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El urbanismo ha tendido a formular, cada vez más, modos de hacer proyectos ‘desde abajo hacia arriba’, es decir, en vez de partir desde lo general a lo particular, partir desde la misma ciudadanía y sus demandas y necesidades. Con esto, surgen distintas llegadas o aproximaciones hacia cómo hacer una ciudad de forma más democrática e inclusiva, y estas llegadas van de la mano de instrumentos y herramientas cada vez más masivas y localizadas (Castro, 2013). Prueba de lo que afirma Castro (2013) es la existencia actualmente de varios colectivos y proyectos urbanos que han llevado a la realidad del espacio urbano el concepto de urbanismo participativo mediante proyectos de acción ciudadana, imaginarios urbanosy diseño participativo; este es el caso de la estación3. ¿Qué es la estación? La estación es un proyecto de gestión ciudadana y recuperación de un espacio público obsoleto bajo una metodología de urbanismo participativo. El proyecto se lleva a cabo en la Localidad de Los Mártires en la ciudad de Bogotá, Colombia, puntualmente en Estación de La Sabana donde la Escuela Taller de Bogotá tiene a su cargo el edificio 5 de la estación y dentro del mismo se encuentran una serie de espacios que están sin uso y que representan un potencial importante para suplir algunas de las necesidades 3 La estación es un proyecto de urbanismo participativo; es uno de los proyectos que se han venido estudiando en la investigación de la cual es producto este escrito.


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urbanas que en general presenta la localidad4. El proyecto es el resultado de un trabajo colectivo y colaborativo de diferentes actores, entre los que se encuentran ciudadanos habitantes de la localidad de Los Mártires5, un colectivo de arquitectos6 que trabajaron el tema de la recuperación de espacios públicos residuales a través de la participación ciudadana y los imaginarios urbanos, y representantes7 de la Escuela Taller de Bogotá8. El objetivo principal que planteó el proyecto fue buscar a partir de la participación de un gran número de actores, gestionar y motivar iniciativas ciudadanas para activar y recuperar un espacio dentro de la localidad que se encuentra en desuso y que tienen un potencial de transformación. La relevancia de éste frente a otros proyectos comunes de transformación urbana, está dada por la metodología utilizada para la gestión del mismo, la cual se enmarca en un trabajo activo con la comunidad que se verá beneficiada por el proyecto, quienes de forma participativa ayudaron a diagnosticar la problemática real de espacio público en la zona y, posteriormente, fueron los mismos quienes, a través del diseño urbano participativo9, concibieron y construyeron la transformación espacial del lugar. Al inicio del proyecto y con actividades donde se indaga a la comunidad del sector, se identifican falencias en espacios públicos que se caracterizan por la carencia de: un buen estado físico del lugar, altos niveles de apropiación, un diseño urbano y paisajístico ideal, un funcionamiento indicado y una óptima gestión de dichos espacios en Bogotá. Al dar inicio a un proyecto que tenía como objetivo principal la recuperación de un espacio público en un lugar donde el índice de espacio público fuera deficiente, donde la población circundante pudiera sacar provecho de éste y fuera una comunidad en condiciones de vulnerabilidad, el espacio Estación de la Sabana se convirtió en el escenario propicio para la realización de un proyecto con dichas características. El primer paso para la realización del proyecto fue hablar con la Escuela Taller sobre las intenciones comunes para promover actividades dentro de esos espacios que 4 Los Mártires es una de las localidades con menor índice de espacio público en Bogotá, contando con 3,6 m2 por habitante; mientras que la organización mundial de la salud establece una media de 15 m2 por habitante de espacio público conveniente para cada ciudadano. 5 Créditos para: Enrique Marcella – Edil de la Localidad de Los Mártires; Fanny Viancha – Presidenta de la Junta de Acción Comunal Barrio El Listón. 6 Créditos para: Eugenia Rozo–Arquitecta; Carlos Urrego–Arquitecto y Daniel Olarte–Arquitecto. 7 Créditos para: Susana Eslava – Representante de la Escuela Taller de Bogotá. 8 Fundación escuela taller de Bogotá: http://www.escuelataller.org/index.php?option=com_ content&view=article&id=52&Itemid=57 9 Es pertinente nombrar a Borja y Castells, (1998) con su opinión a priori frente a la participación: “El proceso participativo en cualquier proyecto urbano es prioritario frente a la definición de contenidos y diseños, puesto que de este proceso dependerá la viabilidad de los objetivos y actuaciones que se proponga; además del éxito de apropiación y revitalización que provoque el proyecto”. Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Planificaci%C3%B3n_estrat%C3%A9gica_ urbana

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desde el principio fueron vistos, no como un problema, sino como una oportunidad para mejorar la imagen del sector, para brindar un espacio a la comunidad y para establecer un proyecto que daría como resultado la unión, cooperación y activación de una comunidad que necesita mejorarse. Es ahí donde se decide empezar a mover una iniciativa de la mano de actores externos a la Estación de la Sabana, puntualmente líderes dentro de la comunidad que, con su participación activa, ayudaran a identificar problemáticas que tuvieran alrededor del tema de espacio público, para proponer un proyecto directamente articulado con los deseos de ellos y con sus verdaderas necesidades, de las cuales se hablará más adelante. Lo que se indagó principalmente, fueron problemas urbanos de los barrios en relación al espacio público y cómo esos problemas podrían suplirse con la apertura de un espacio al interior de la estación. ¿Cuál fue el proceso de diagnóstico, diseño y consolidación del proyecto colectivo?

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La metodología utilizada para la gestión del proyecto contempló como eje primordial la participación activa de los habitantes del sector como principales actores beneficiados del mismo. De esta forma, y cumpliendo los fundamentos del urbanismo participativo, a través de estos actores se realizan actividades y talleres, organizados con una metodología de diseño participativo, para la recolección de información, donde los habitantes del sector dejan ver sus imaginarios frente al lugar, permiten que se conozcan la historia del desarrollo y crecimiento del barrio desde sus vivencias y experiencias, las circunstancias que los impulsa a vivir en el sector, a pesar de las situaciones complejas del lugar y, lo más importante, las necesidades de espacios para la recreación y socialización vecinal. Las actividades de las que se habla, fueron diseñadas bajo un propósito de recolección de información teniendo en cuenta percepciones y vivencias. Al procesar la información recolectada, se definió un listado de necesidades identificadas en la localidad. Las actividades básicamente fueron: Reuniones periódicas con la comunidad Los encuentros con la comunidad (figura 171), con una periodicidad de una vez por semana en un principio, se convirtieron en el espacio para empezar a lograr un acercamiento de confianza con los habitantes del sector, quienes con gran aceptación por el proyecto se interesaron en el mismo y se convirtieron en los agentes más importantes de información y de ejecución de este. Las reuniones se convirtieron posteriormente en la oportunidad para generar debates importantes frente a los problemas urbanos de la localidad, las percepciones frente a sus espacios públicos, las necesidades de construir espacialidades para la integración social y la construcción colectiva de un proyecto que diera una nueva oportunidad al sector no sólo de imagen


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física, sino que también le permitiera a los jóvenes del sector tener un espacio para realizar actividades que les concedieran tener un mejor aprovechamiento de sus tiempos libres. Figura 167. Imágenes del grupo de trabajo proyecto La Estación. Representantes de la Escuela Taller de Bogotá, Grupo de Arquitectos y representantes de la Comunidad, habitantes de la Localidad de Los Mártires.

Fuente: Elaboración propia.

Con el paso del tiempo, una de las dificultades que se empezaron a tener, fue la progresiva inasistencia de algunos de los líderes que se habían convocado. En ocasiones, la falta de tiempo o compromisos previamente adquiridos fueron excusa para su inasistencia. Sin embargo, a modo de reflexión, es importante que en estos procesos se logre mantener la atención y el interés, sobre todo en la comunidad del sector, para que realmente sean procesos continuos, prósperos y productivos. La historia de Los Mártires. Línea de tiempo Al contactar a dos de los líderes comunitarios con mayor poder de convocatoria dentro de la comunidad, se empieza a concretar un colectivo de trabajo, donde se asignan tareas específicas a cada quien, según sus habilidades. Se define con la comunidad dos actividades iniciales. ‘La historia de Los Mártires’ fue una de esas actividades de diseño participativo que consistió en la construcción de una línea de tiempo con información referente a la historia del barrio, las experiencias vividas por sus habitantes, la identificación de lugares memorables en el sector; dejando como resultado un conjunto de nociones sobre la historia del barrio según los recuerdos y percepciones de la comunidad, permitiendo, a la vez, entender características físicas, sociales y culturales del lugar en la actualidad (figura 172). Conociendo Los Mártires Este fue un taller de diseño participativo también, el cual consistió en la construcción social de una cartografía urbana, la cual sería una radiografía de las condiciones del espacio público del sector actualmente, donde la comunidad identificaba los espacios públicos existentes en su localidad, el estado actual de los mismos y el grado de apropiación que se tiene sobre estos. Los resultados de esta actividad, reafirman la información de los indicadores en cuanto a la escasez de espacios públicos en la localidad y se identifican

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Figura 168. Actividades de diseño participativo: La historia de Los Mártires – Línea de tiempo. Conociendo Los Mártires – Cartografía urbana y social.

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Fuente: Elaboración propia.


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fuertemente ciertos anhelos de la comunidad frente a tener espacios propicios para la recreación y el deporte como alternativa pedagógica para el mejor aprovechamiento del tiempo libre, especialmente en los niños y jóvenes de la localidad, los cuales son los más propicios a verse afectados por las condiciones sociales del sector10. Figura 169. Muro divisorio entre la Calle 13 y el espacio en estudio, adentro de la estación de La Sabana.

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Fuente: Elaboración propia.

¿Qué le gustaría que pase aquí? En un momento posterior, y al haber identificado además, que la comunidad del barrio no tenía conocimiento de la existencia del espacio que se pretendía recuperar, ya que físicamente el mismo está encerrado por un muro que desde la vía pública -Calle 13le está negando toda la visual a su interior (figura 173), se programó una actividad pública, la cual pretendía difundir la idea de que, detrás del muro que divide la estación de la Sabana de la Calle 13, existe un espacio disponible y muy valioso para el uso de la comunidad (figura 173 y 174). La actividad consistió en abrir unos orificios en el muro divisorio del espacio y la calle, donde los transeúntes podían observar a través del orificio y descubrir el espacio que allí estuvo escondido y bajo el desconocimiento de todos durante mucho tiempo. Adjunto a los orificios, se colgó un tablero, donde una vez que habían observado y descubierto el espacio, la comunidad podía dar respuesta 10 La localidad de los Mártires es una de las localidades que presenta mayor grado de vulnerabilidad social en Bogotá, gracias a que alberga un número significativo de habitantes de calle, tiene dentro de su territorio 2 de las “ollas” (lugares de expendio de drogas) más importantes de Bogotá y los índices de robos y delincuencia que posee son de los más altos dentro de la ciudad.


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a la pregunta ¿Qué le gustaría que pase en el espacio que hay detrás de este muro? Las respuestas de la comunidad expresaban el querer construir un espacio para el aprovechamiento de los niños, quienes necesitaban escenarios para divertirse, recrearse, integrarse y hacer deporte; un espacio de convergencia ciudadana para la recuperación del sentido de vecindad que se ha perdido debido a la escasez de estos espacios de reunión. Además, la actividad aportó al proceso de incentivar el activismo ciudadano frente a la gestión de este espacio–oportunidad. Figura 170. Realización de la actividad participativa “Descubra y responda ¿Qué le gustaría que pase en el espacio que hay detrás de este muro?”

Fuente: Elaboración propia. 374

Figura 171. Jornada de adecuación de la cancha de microfútbol al interior de la Estación de Sabana. Actividad realizada con la comunidad habitante del sector. Primera intención de apropiación sobre el espacio.

Fuente: Elaboración propia.

Con la realización de estas primeras actividades, como resultado común, surge un tema relevante para la comunidad, el cual es la importancia de las actividades deportivas y


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de recreación, específicamente el fútbol y el microfútbol, especialmente para los niños y jóvenes del sector. Entonces, se decide aprovechar la cancha de microfútbol que está al interior de la estación de la Sabana, un espacio en desuso que se empieza a gestionar, para usar como un espacio alternativo para el desarrollo de actividades. Hasta este momento del proyecto, se había aplicado el diseño participativo, como estrategia para llegar a un diagnóstico que arrojó las necesidades y anhelos de la comunidad. De aquí en adelante el trabajo de intervención y transformación del lugar, como estrategia para la construcción de espacios urbanos se convierte en el nudo de este relato. Se organiza una ‘jornada de adecuación del espacio’ donde, junto con la comunidad, el colectivo de arquitectos y la Escuela Taller, se logra dar un mejor aspecto físico al espacio que pasaría de estar abandonado a ser el punto de encuentro para la diversión y la interrelación activa de la comunidad (figura 175). Posterior a la adecuación de la cancha, se realizó el primer evento de participación, encuentro y unión de la comunidad en el espacio, el cual consistió en un torneo de microfútbol (figura 176). Ese día llegaron alrededor de 70 personas, entre niños, padres de familia y otros habitantes del sector. Estuvieron compartiendo toda una mañana de deportes y recreación; se logró, por primera vez, activar y generar apropiación sobre el espacio. Tabla 18. Compendio de resultados de las respuestas más importantes y en repetición encontradas en el análisis de las entrevistas realizadas a diferentes actores de la comunidad.

Fuente: Elaboración propia.

En el cierre de este día de actividades se realizaron una serie de entrevistas a los participantes del evento donde se les consultó la percepción, sensación y pensamiento

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sobre la actividad y el lugar (tabla 18); además, se presentó la idea de crear una escuela de microfútbol, la cual sería un espacio para que los niños y jóvenes de la localidad pudieran acceder a la cancha de la escuela taller y desarrollar jornadas de entrenamiento y de juego dentro de la cancha. Figura 172. Primer torneo de microfútbol con la participación de los niños, jóvenes, padres de familia y habitantes de la localidad de Los Mártires.

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Fuente: Elaboración propia.

Actualmente se lleva a cabo en el espacio actividades de recreación y deporte para la comunidad y está en funcionamiento la Escuela de fútbol-sala Amigos de la Estación. Conclusión Reconocer que el urbanismo de la actualidad está empezando a regirse por nuevas estrategias de gestión urbana, que se caracterizan por ser metodologías de participación colectiva, donde el ciudadano es el principal promotor de los mismos, es un trabajo importante para los académicos, técnicos, expertos y dirigentes administrativos encargados del desarrollo de nuestras ciudades. Es importante en el trabajo urbano entender que lo realmente significativo de estas estrategias de gestión es reconocer al ciudadano como el verdadero constructor de ciudad a través de sus imaginarios, y empezar a vincularlo activamente en la generación de los proyectos urbanos que transforman el entorno y los escenarios en los que se desenvuelve a diario. Lo anterior, no sólo cumpliendo el objetivo de democratizar las intervenciones en el espacio físico de la ciudad, sino que además democratizar el derecho del ciudadano a expresar sus necesidades y quereres frente a los espacios en los que realiza sus actividades.


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La estación, es un proyecto ejemplo de la metodología urbanismo participativo, el cual permitió conocer y entender los quereres de las personas que participaron en el proyecto y, con su colaboración, se llevarón a la praxis dichos imaginarios logrando diseñar y transformar un espacio del cual ellos son los principales beneficiarios. Este estudio de caso, permite concluir lo siguiente sobre procesos de gestión participativa: -Todas las ciudades tienen, dentro de sus áreas urbanas, espacios en desuso, residuales u obsoletos, que deben ser considerados oportunidades para construir lugares para el bienestar social de sus ciudadanos y no relegarlos a espacios intransitables, olvidados y problemáticos. -La gestión de estos espacios urbanos requiere una activación participativa por parte de los ciudadanos, para que la transformación urbana sea relevante en la comunidad, provoque apropiación y permitan la generación de nuevas dinámicas sociales en la población. -Mantener el interés y la atención de los ciudadanos es un reto importante para los gestores de estos proyectos participativos. Para lograrlo, es importante mantener el contacto con la comunidad, asignar roles a cada uno, establecer compromisos entre el grupo de trabajo y, sobretodo, mostrar resultados que sean atractivos y provechosos para la comunidad. -Lo más relevante para la concepción de estas acciones urbanas, está en conocer, identificar y contemplar los imaginarios y deseos de los ciudadanos frente al espacio urbano con el que convive. Esto es una pauta importante para el diseño urbano del proyecto de intervención, el cuál será el reflejo y el escenario apropiado para realizar actividades propias y características de los diferentes grupos poblacionales. -Las actividades de diseño participativo requieren de una asertividad importante a la hora de definir qué tipo de información se pretende conseguir con estas actividades. Es trascendental tener cuidado con el tipo de actividad que se realiza y con los métodos de recopilación de información, ya que, en ocasiones y dependiendo del tipo de población, los encuentros de participación se pueden tornar escenarios para recibir las quejas y reclamos de toda índole por parte de la comunidad. Para evitar lo anterior, es primordial que el manejo de las preguntas y los objetivos de las actividades tengan un enfoque claro hacia el proyecto urbano. -La sostenibilidad de estas acciones urbanas depende, en gran parte, de la activación ciudadana. Se debe lograr un nivel de apropiación significativo para que el uso, el cuidado y el mantenimiento de estos espacios urbanos, esté a cargo de la comunidad y no se limite únicamente a la intervención de la administración. Por último, reconocer los imaginarios urbanos de los ciudadanos debe convertirse

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en herramienta para los urbanistas que no sólo planean, sino que además diseñan la ciudad. El ciudadano debe ser su mayor aliado y su mejor inspiración para la realización de diseños urbanos. Referencias bibliográficas Borja, J. y Castells, M. (1998). Local y global. La gestión de las ciudades en la era de la información. Madrid: Taurus. Cámara, Carlos (2012). Las iniciativas de participación ciudadana en el urbanismo. El urbanismo participativo, una nueva forma de entender la ciudad y la ciudadanía en la configuración de espacios públicos. Revista de Estudios Urbanos y Ciencias Sociales, 2(1), 1932. Recuperado de http://nevada.ual.es:81/urbs/index.php/urbs/article/view/camara Castro, A. (2013). Inteligencia colectiva y participación ciudadana. Chile: Plataforma Urbana. Recuperado de http://www.plataformaurbana.cl/archive/2013/08/28/ inteligencia-colectiva-y-participacion-ciudadana/ Ciudad emergente. (2014). Urbanismo Táctico. Casos Latinoamericanos 3. Recuperado de http://www.ciudademergente.org/es/publicaciones/urbanismo-tactico-v3-casoslatinoamericanos/ 378

Pelli, M.B., Scornik, C.O. , Núñez, A.E. (2010). La importancia del diseño participativo en la gestión urbana. Instituto de investigación y desarrollo en vivienda. Instituto de Investigación y Desarrollo en Vivienda, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, UNNE, El Chaco, Argentina. Recuperado de http://www.unne.edu.ar/unnevieja/Web/cyt/ cyt/2002/07-Tecnologicas/T-009.pdf Velásquez, F. (2011). Participación y ordenamiento territorial en Colombia. Documento resumen. Recuperado de http://www.igac.gov.co/wps/wcm/connect/ cc9900004d4efe5896e59773ebaeba48/FABIO+VELASQUEZ.pdf?MOD=AJPERES Vergara, J. (2013). ¿Qué es el urbanismo táctico?. En Ciudad Emergente (Ed.), Urbanismo Táctico. Casos Latinoamericanos 3 (pp. 12-17). Recuperado de http://www.ciudademergente. org/es/publicaciones/urbanismo-tactico-v3-casos-latinoamericanos/


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Perfil de los co-autores Mabel Alarcón Arquitecta de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Doctora en Urbanismo de la Universidad Politécnica de Cataluña. Actualmente es Profesora Asistente del Departamento de Urbanismo y Directora del Magíster en Procesos Urbanos Sostenibles de la Universidad de Concepción.

Camilo Arriagada Sociólogo de la Universidad de Chile, Magíster en Desarrollo Urbano de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Doctor en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO Argentina. Actualmente es Profesor Asociado del Departamento de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.

Tirza Barría Arquitecto de la Universidad Austral de Chile, Magíster en Arquitectura, Especialidad Teoría y Crítica, y Candidata a Doctora en Arquitectura y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es Académica del Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Austral de Chile.

Alex Becker 380

Arquitecto de la Universidad Central de Chile, Doctor en Ámbitos de Investigación en Energía y el Medio Ambiente en la Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña. Actualmente es académico del Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Austral de Chile.

Antonella Bernucci Estudiante de arquitectura de la Universidad Austral de Chile

Juan Pablo Blanco Arquitecto y Magíster en Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente es Académico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Construcción de la Universidad Mayor.

Ximena Bravo Arquitecta de la Universidad Austral de Chile y Magister en Urbanismo de la Universidad de Chile. Actualmente se desempeña como Encargada del Plan de Gestión de Obras en la Municipalidad de La Granja, Programa de Recuperación de Barrios del Ministerio de Vivienda y Urbanismo.

Larry Cortés Arquitecto de la Universidad de La Serena, Magíster en Proyecto Urbano de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente es Docente del Departamento de Arquitectura de la Universidad de La Serena.


Antonio Daher Arquitecto y Magíster en Planificación Urbana y Regional de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Activo investigador y docente, actualmente es Profesor Titular del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, Pontificia Universidad Católica de Chile.

Bruno De Meulder Arquitecto y Doctor de la Universidad de Lovaina, Bélgica. Pionero en el urbanismo colonial y poscolonial. Actualmente tiene la cátedra de diseño urbano en la Universidad Tecnológica de Eindhoven, Países Bajos.

Alberto Dentice Arquitecto de la Universidad Finis Terrae, Magister en Educación Emocional de la Universidad Academia Humanismo Cristiano y Doctor en Desarrollo Urbano Sustentable, Universidad Politécnica de Madrid. Actualmente es Profesor Asociado del Departamento de Arquitectura de la Universidad de La Serena.

Ibán Díaz Doctorado en la Universidad de Sevilla. Hizo un post-docotorado en la Universidad de Mexico, y actualmente realiza un post-doctorado en la Universidad de Buenos Aires, en el Instituto Gino Germani.

María Macarena Díaz Arquitecto de la Universidad de Los Lagos, y Magister en Urbanismo de la Universidad de Chile, de ha desempeñado como académica de la Universidad de La Serena, participado en proyectos de investigación relacionados con sustentabilidad ambiental y social de comunidades costeras.

Paulina Espinosa Arquitecto de una Universidad de Concepción, Doctora de la Universidad Catolica de Lovaina.

María Teresa Fierro Arquitecto de la Universidad Católica de Valparaíso y Candidata a Doctora en Desarrollo Urbano Sustentable en la Universidad Politécnica de Madrid. Actualmente es Profesora Asistente del Departamento de Arquitectura de la Universidad de La Serena.

Gabriel Gómez Arquitecto, Maestro en Antropología Social, Doctor en Urbanismo.de la Facultad de Planeación Urbana y Regional, Universidad Autónoma del Estado de México. Actualmente se desepeña como Profesor Investigador de la Facultad Mexicana de Arquitectura, Diseño y Comunicación (FAMADYC), de la Universidad La Salle México.

Alberto Gurovich Arquitecto y académico del Departamento de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura y

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Urbanismo, Universidad de Chile. Doctor© en Arquitectura con mención en Urbanismo, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, ETSAM, Universidad Politécnica de Madrid. Investigador, docente de pre y postgrado, y proyectista en Urbanismo. Sus aportes más recientes se orientan al estudio de los paradigmas que han guiado el proceso chileno de urbanización, a la dinámica de la interfaz urbano rural, en lo relativo a la lógica de perfilamiento secuencial de la ciudad modelada por la hegemonía neoliberal, y sobre el despliegue de las condiciones de fragmentación urbana y distanciamiento socioespacial desencadenadas por situaciones conflictivas.

Mary Johana Hernández Arquitecta de la Universidad Santo Tomás de Boyacá y Master en Gestión y Valoración Urbana de la Universidad Politécnica de Catalunya. Actualmente es Docente Investigadora de la Universidad La Gran Colombia, Bogotá.

Andrés Horn Arquitecto de la Universidad Austral de Chile, Master of Art in Architecture de Kunstakademie Düsseldorf, Alemania, y Candidato a Doctor en Ciencias Humanas, mención Discurso y Cultura de la Facultad de Filosofía y Humanidad de la Universidad Austral de Chile. Actualmente es Académico del Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Austral de Chile.

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Jorge Inzulza Arquitecto de la Universidad del Bío Bío, Magíster en Desarrollo Urbano de la Universidad Católica de Chile y Doctor en Urbanismo de la Universidad de Manchester. Es Profesor Asistente del Departamento de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.

Luis Iturra Arquitecto y Magíster en Hábitat Residencial dela Universidad de Chile. Es Académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile

Paola Jirón Académico de la Universidad de Chile, Facultad de Arquitectura y Urbanismo Coordinadora del Doctorado en Territorio, Espacio y Sociedad (D-TES), primer programa de doctorado de la Escuela de Postgrado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U de Chile

Constantino Mawromatis Arquitecto de la Universidad de Chile y Candidato a Doctor de la Universidad Politécnica de Madrid. Es Profesor Asistente del Departamento de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.

María Constanza Miranda Estudiante de arquitectura de la Universidad de Chile.


Matías Murua Arquitecto de la Universidad Austral de Chile.

Sebastián Navarro Licenciado en Arquitectura, Universidad Austral de Chile. Ayudante de investigación, Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile.

Juan Carlos Olivares Antropólogo, Universidad de Chile, Chile. Magíster Modelado del Conocimiento para Entornos Virtuales Educativos, Universidad Austral de Chile, Chile. Doctor en Ciencias Humanas, mención Literatura y Lingüística, Universidad Austral de Chile, Académico Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile. Valdivia, Chile.

Alejandro Orellana Arquitecto de la Universidad de La Serena y Candidato a Doctor en Arquitectura y Urbanismo de la Universidad del Bío Bío. Es Profesor Instructor del Departamento de Arquitectura de la Universidad de La Serena.

Emil Osorio Arquitecto, Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile. Master of Architecture in Environmental Design, University of Nottingham, Inglaterra. Académico Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile.

Daniel Ostrowski Arquitecto, Fue profesor de Taller de Urbanismo en la Universidad Austral de Chile. Actualmente trabaja como arquitecto en Hosoya Schaefer Architect, , en Valdivia, Chile.

Gino Pérez Gino Pérez, Arquitecto Universidad Católica del Norte. Master en Proyectación Urbanística Universidad Politécnica de Cataluña, MBA Universidad Católica del Norte, candidato a Doctor en Arquitectura mención Proyectación Urbanistica y Territorial, Universidad de los Estudios de Florencia. Es Académico de la Escuela de Arquitectura Universidad Católica del Norte.

Leonel Pérez Arquitecto Universidad del Bío-Bío, 1994, y Doctor Arquitecto por la Universitat Politécnica de Catalunya, 2008. Profesor Asociado vinculado al Depto. de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía y al Centro EULA. Sus áreas de docencia e investigación principales son las formas de crecimiento urbano y la revalorización del patrimonio y los paisajes culturales.

Suzanne Segeur Arquitecto y Magíster en Urbanismo de la Universidad de Chile.

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Rebeca Silva Diseñadora Industrial de la Universidad de Chile, Diploma en Ergonomía, Facultad de Medicina, Universidad de Chile y Candidata a Doctor en Urbanística y Ordenamiento Territorial de la Universidad Politécnica de Madrid. Actualmente es Profesora Instructora de la Universidad de Chile e investigadora del Instituto de la Vivienda de la misma casa de estudios.

Lorena Urbano Licenciada en Arquitectura de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía, Universidad de Concepción.

Paola Velásquez Arquitecta de la Universidad de Chille; Doctora en urbanismo, Instituto de Urbanismo de Paris. Académica de la Universidad de Chile. Ha desarrollado a través de un proceso de experimentación con diferentes formatos y narrativas, integración disciplinar en la investigación relacionada al espacio, enfocado en el cruce entre morfología social y morfología urbana.

Alberto Villar 384

Doctor en Urbanismo, Centro de Investigación y Estudios Avanzados en Planeación Territorial, Facultad de Planeación Urbana y Regional, Universidad Autónoma del Estado de México.

Antonio Zumelzu Arquitecto de la Universidad Austral de Chile y PhD en Planificación Urbana, Universidad Tecnológica de Eindhoven, Holanda. Es académico del Instituto de Arquitectura y Urbanismo, co-fundador del Centro de Estudios Urbanos y Desarrollo Sostenible del Sur y miembro del comitpe editorial de la Revista Aus, en la Facultad de Arquitectura y Artes, de la Universidad Austral de Chile.


Listado de Tablas y Figuras Tabla 1 Tabla 2. Tabla 3. Tabla 4. Tabla 5. Tabla 6. Tabla 7. Tabla 8. Tabla 9. Tabla 10. Tabla 13. Tabla 14. Tabla 15. Tabla 16. Tabla 17. Tabla 18.

Índices de Convivencialidad Bruta para la Remodelación Paicaví. (Pág 47) Población 1992-2012 Tres áreas metropolitanas mayores. (Pág 100) Tendencias estrategicas de re-desarrollo de las ciudades según zonas. (Pág 101) Esquema de Barrios populares urbanos de Metrópolis de Chile en Globalización Urbana. (Pág 102) Esquema de Potenciales y Limitaciones a la Regeneración de barrios Patrimoniales según Niveles de Gobierno Central o Local. (Pág 107) Valor de venta final de lotes licitados. (Pág 151) Total de viviendas y mixtura de precios de viviendas. (Pág 154) Resumen de marcos operacionales para barrios sustentables más destacados a nivel internacional. (Pág 196) Resumen de variables de evaluación comunes a los marcos operacionales más comunes a nivel internacional. (Pág 197) Crecimiento de la población en La Serena. (Pág 229) Principales valores sintácticos para las secciones del transecto de Picarte (Pi) y el centro Histórico (CH). (Pág 253) Crecimiento de la población. (Pág 277) Acontecimiento Catastrófico y Políticas Urbanísticas (Pág 289) Proyectos y Programas operando en el Morro da Providencia. (Pág 306) Afectación Directa Percibida en Morro da Providencia. (Pág 306) Compendio de resultados de las respuestas más importantes y en repetición encontradas en el análisis de las entrevistas realizadas a diferentes actores de la comunidad. (Pág 375)

Figura 1. Recorrido y lugares de exposición del Cuarto Encuentro de Investigación y Diseño Urbano. Figura 2. La ciudad de Miami refleja la expansión urbana de las ciudades del ‘cinturón del sol’ en los Estados Unidos. Figura 3. Escaleras mecánicas en Medellín. Figuras 4 y 5. Poundbury de Leon Krier y Brandevoort de Rob Krier y Christoph Kohl, son dos referentes que dan cuenta de la atención dispuesta por las corrientes neotradicionales a la dimensión morfológica del urbanismo. Figura 6. El tranvía, como parte del sistema integrado de movilidad sostenible en Bilbao, España, es un ejemplo de la relevancia del transporte público para el logro de ciudades a escala humana. Figura 7. Rheinauhalbinsel en Colonia, Alemania. El uso de la bicicleta y la ‘paseabilidad’ cobra creciente presencia en las nuevas actuaciones urbanas. Figura 8. El ecobarrio modelo de Vauban se configura a partir de la preocupación por la escala humana, observada en las proporciones de los espacios públicos, en la diversidad de su arquitectura y en la movilidad. Figuras 9 y 10. Hammarby Sjöstad y Västra Hamnen representan una actitud innovadora que, además de incorporar las más avanzadas tecnologías, se orienta a los aspectos cualitativos del espacio público. Figura 11. Remodelación Paicaví Figura 12 Remodelación Paicaví

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Figura 13. Planta Estado Actual Remodelación Paicaví (Pág 46) Figura. 14 Levantamiento Fachada Norte del Área Central (Pág 47) Figura 15. Levantamiento Fachada Sur del Área Central (Pág 48) Figura 16. Diagrama de la calidad de vida urbana en la Ergociudad. (Pág 60) Figura 17. Concepto formal de la Ergociudad. Propuesta de evaluación ergonómica de los factores presentes en el entorno urbano desde la mirada de las personas que habitan estos espacios. (Pág 61) Figura 18. Conceptualización modélica propuesta. (Pág 62) Figura 19. Ficha descriptiva del análisis de la actividad situada en el espacio urbano. (Pág 63) Figura 20. Ficha descriptiva del análisis del Modo Operatorio de la actividad. (Pág 64) Figura 21. Ficha sintética conceptual del análisis Ergourbano por etapas. (Pág 65) Figura 22. Comuna de San Miguel en la Región Metropolitana. (Pág 71) Figura 23. Población San Miguel (Pág 72) Figura 24. Encuesta a Población San Miguel 2014. (Pág 74) Figura 25. Plano del proceso de investigación. (Pág 75) Figura 26. Plano final de situación 2014 (Pág 76) Figura 27. Kiosco del Barrio. (Pág 77) Figura 28. Población San Miguel antes y después de la intervención. (Pág 77) Figura 29. Caracterización del barrio antes y después de la intervención. (Pág 78) Figura 30. Manejos y desmanejos en diferentes escalas del paisaje urbano. (Pág 87) Figura 31. Plaza de Armas de Santiago. (Pág 88) Figura 32. Chilenidad cotidiana de contexto urbano. (Pág 89) Figura 33. ¿Ruralidad?, ¿Suburbios?, ¿Planificación? ¿Orden o desorden escalar?. (Pág 90) Figura 34. La zonificación desintegra progresivamente la diversidad urbana de antaño. (Pág 92) Figura 35. La urbe, saturada demográficamente, desprecia posibles alternativas de menor escala. (Pág 93) Figura 36. Gran Serena: índice de calidad de la Infraestructura urbana con base en Pre Censo 2011 y Presencia Estrato Social D y E por Distritos Censales. (Pág 100) Figura 37. Chile Urbano (2002) versus Barrios Críticos PQMB: Comparación de Pirámides de edad. (Pág 108) Figura 38. Lugar de asentamiento de La Serena. (Pág 113) Figura 39. Plano Regulador Regional. (Pág 119) Figura 40. Plano Regulador Urbano. (Pág 120) Figura 41. Croquis geo-económico de la Provincia de Coquimbo. Representación gráfica de las principales actividades económicas. hacia 1947, desde donde arranca el desarrollo regional. (Pág 122) Figura 42. Estructura organizacional planteada por Fernández Güell y el paralelo con el Plan Serena. (Pág 124) Figura 43. Universidad de La Serena, antigua Universidad Técnica del Estado, Sede La Serena. Casino de Juegos en Peñuelas, hoy demolido. Costado de la Intendencia Regional, sin cambios. Y, Ex Dirección de Vialidad, hoy Secretaría Ministerial de Desarrollo Social. (Pág 126) Figura 44. Bahía de Coquimbo. (Pág 127) Figura 45. Ex Internado Femenino. (Pág 130) Figura 46. (Arriba) : Construcción del espacio urbano que se incorpora a la ciudad: el caso del nuevo plano urbano en Francisco de Aguirre con Pedro Pablo Muñoz construido con lo que fue el Internado del Liceo Técnico Femenino, hoy la Secretaría Ministerial de Educación. (Abajo) Construcción del espacio urbano de la Intendencia Regional. 1, situación previa al Plan Serena, el Liceo de Niñas.


2, primer levantamiento topográfico de La Serena, plano de 1885. 3: Plano Regulador Regional 1948 aprox., donde se representa el concepto de edificio aislado. 4, el resultado de ciudad mediante la incorporación de espacio urbano intermedio frente a la Plaza de Armas. (Pág 133) Figura 47. Dibujo de R. A. Philippi de la Plaza de Armas de Osorno, 1852 (Pág 136) Figura 48. Plaza de Armas cerca de 1915. (Pág 137) Figura 49. Plano de la Plaza de Armas. (Pág 138) Figura 50. Plano de la Plaza de Armas. (Pág 138) Figura 51. Croquis de propuesta que posiciona la Iglesia, la Gobernación y el tapiz verde que las une. (Pág 139) Figura 52. Croquis de propuesta definitiva. (Pág 139) Figura 53. Propuesta para la Plaza de Armas, 1930. (Pág 140) Figura 54. Vista aérea Plaza de Armas de Osorno. (Pág 141) Figura 55. Plaza actual y edificios dispuestos en torno a ella. (Pág 143) Figura 56. Periodo de desarrollo programas habitacionales SERVIU en Antofagasta año 1976-2002. (Pág 147) Figura 57. Propuesta de zonificación trazado vial del Plan Seccional La Chimba 1999-2001. (Pág 148) Figura 58. Primera etapa de desarrollo Macro urbanización del proyecto urbano la chimba 2001-2002. (Pág 150) Figura 59. Prospecto de marketing para motivar la venta de terrenos. (Pág 151) Figura 60. Obras de urbanización existentes, canalización subterránea eléctrica, aceras y calzadas. (Pág 152) Figura 61. Prefiguración urbana y tipológica primera etapa de intervención social. (Pág 153) Figura 62. Resultado de la primera licitación condicionada con prefiguración urbana. (Pág 153) Figura 63. Diseño del Parque Rica Aventura, mobiliario urbano, pavimentos de colores, y áreas verdes. (Pág 155) Figura 64. Etapas y especificaciones técnicas de la materialidad del parque para la licitación pública mediante sistema de financiamiento urbano compartido. (Pág 156) Figura 65. Etapa de construcción del Parque Urbano Rica Aventura, a cambio de terrenos macro urbanizados para ejecución de proyectos habitacionales. (Pág 156) Figura 66. Situación actual del Parque Rica Aventura. (Pág 157) Figura 67. Situación actual de los terrenos destinados para equipamientos menores que debían ser gestionados posteriormente por la Municipalidad. (Pág 158) Figura 68. Situación actual de terrenos pertenecientes a Bienes Nacionales, que debieran haberse convertido en el parque transversal urbano más importante del sector norte de la ciudad. (Pág 158) Figura 69. Entorno territorial de Coquimbo. (Pág 161) Figura 70. Península de Coquimbo. (Pág 162) Figura 71. Vista de la bahía desde el sector norte del pericentro. (Pág 163) Figura 72. Vista de la bahía desde el sector sur del pericentro. (Pág 163) Figura 73. Conexiones peatonales que vinculan la parte baja y alta de la península. (Pág 164) Figura 74. Edificio deshabitado. (Pág 165) Figura 75. Espacio urbano en proceso de deterioro. (Pág 165) Figura 76. Pericentro de Coquimbo. (Pág 166) Figura 77. Esquema de ciudades fractales planteado por Salingaros. (Pág 167) Figura 78. Estructura base de intervención. (Pág 169) Figura 79. Nueva Centralidad en calle Almirante Latorre. (Pág 170) Figura 80. Imagen objetivo calle Almirante Latorre. (Pág 170)

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Figura 81. Boulevard residencial en calle O’Higgins. Figura 82. Imagen objetivo calle O’Higgins. Figura 83. Sistema de senderos peatonales existentes. Figura 84. Sistema propuesto. Figura 85. Nueva red de nodos y conexiones en la península de Coquimbo, considerando las intervenciones propuestas. Figura 86. Conurbación La Serena-Coquimbo. Figura 87. Concesión minera de explotación en la Región de Antofagasta. Figura 88. Concesión minera de explotación en la Región de Coquimbo. Figura 89. Antofagasta: del sector primario-minero al desarrollo inmobiliario. Figura 90. El desarrollo inmobiliario se diversifica con oficinas y servicios, en contraste con el patrimonio de otras épocas de apogeo minero. Figura 91. Tradicional Feria de Abastos de La Serena, una muestra del dinamismo endógeno. Figura 92. ¿Dónde se plasma el éxito económico en La Serena-Coquimbo?. Figura 93. Contrastes socio-espaciales en Antofagasta. Figura 94. Tensión entre elementos endógenos y exógenos en barrios sustentables. Figura 95. Cuadro histórico de población para la Provincia de Santiago y la Región Metropolitana de Santiago (RMS). Figura 96. Catedral de Santiago, Chile (Izq. 1926, Der. 2010). Figura 97. Cuadro histórico de población para Ciudad de México y la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM). Figura 98. Calle Madero, CDMX (Izq. 1973, Der. 2015). Figura 99. Evolución de la urbanización del borde costero. Figura 100. Cantidad de hectáreas construidas por períodos. Figura 101. Construcciones Avenida del Mar. Figura 102. Proyecto Laguna del Mar. Figura 103. Proyecto Aqua La Serena. Figura 104. Congestión en Avenida del Mar. Figura 105a. Evolución del mapa axial de Valdivia: A) periodo 1905; B) periodo 1920. Figura 105b. Evolución del mapa axial de Valdivia 1979. Figura 106. Situación actual de Valdivia. El mapa de integración muestra la centralidad topológica a lo largo de la Avenida Picarte, en color más oscuro. Figura 107. Localización de comercio y actividades a lo largo de la Avenida Picarte y el centro histórico de Valdivia. Figura 108. Concentración de actividades por tipo a lo largo de las dos zonas identificadas: a) comercio; b) gastronomía; c) entretenimiento; d) mercados. Figura 109. Análisis transect de Picarte (Pi) y el centro histórico de Valdivia (Ch). Figura 110a. Mapa de integración local del centro histórico de Valdivia y los potenciales centros vivos identificados. Figura 110b.Potencial centro vivo formado en la calle Arauco (Ar). Figura 111. Actividades económicas localizadas a lo largo de Picarte (Pi). Figura 112. Secciones del análisis transect en Picarte. Figura 113. Centro vivo identificado en la sección 1 del transecto Picarte. Figura 114. La flor. Figura 115. Interdependencia y posiciones. Figura 116. La flor. Movilidad interdependente. Figura 117. La flor. La esclava del auto (a). Figura 118. La flor. La esclava del auto (b).

(Pág 171) (Pág 171) (Pág 172) (Pág 172) (Pág 173) (Pág 179) (Pág 180) (Pág 181) (Pág 182) (Pág 183) (Pág 183) (Pág 185) (Pág 186) (Pág 195) (Pág 213) (Pág 215) (Pág 216) (Pág 218) (Pág 230) (Pág 230) (Pág 231) (Pág 232) (Pág 232) (Pág 233) (Pág 242) (Pág 243) (Pág 244) (Pág 245) (Pág 246) (Pág 247) (Pág 248) (Pág 249) (Pág 250) (Pág 251) (Pág 252) (Pág 263) (Pág 264) (Pág 265) (Pág 266) (Pág 267)


Figura 119. La flor, la historia de Gloria. (Pág 268) Figura 120. Distrito central de la Ciudad de México y centros históricos de Sevilla y Talca. (Pág 276) Figura 121. Inundacion de una calle de Sevilla en 1961. (Pág 278) Figura 122. Daños del Distrito Federal de Mexico, 1985. (Pág 282) Figura 123. Nuevo proyecto de vivienda en Talca, 2014. (Pág 288) Figura 124. Propuesta de Regionalización de AEIU del Puerto de Rio de Janeiro. (Pág 303) Figura 125. Ubicación de Morro da Providencia. (Pág 305) Figura 126. Ingreso per cápita por sectores en Morro da Providencia. (Pág 307) Figura 127. M2 por sectores en Morro da Providencia. (Pág 307) Figura 128. Dispersión en Morro da Providencia. (Pág 308) Figura 129. Presentación del caso de estudio. (Pág 314) Figura 130. Cortes temporales y tipologías de ocupación de la planicie costera. (Pág 316) Figura 131. Plano de La Serena en 1985. (Pág 317) Figura 132. Expropiación del Fundo Cruz del Molino. (Pág 318) Figura 133. Plan Regulador Regional de la Bahía de Coquimbo (1948). (Pág 319) Figura 134. Balneario de Peñuelas, década de 1950. (Pág 320) Figura 135. Avenida del Mar a inicios de 1980. (Pág 320) Figura 136. Primeros edificios de la Avenida del Mar. (Pág 321) Figura 137. Volúmenes edificados entre 1990 y 1993. (Pág 322) Figura 138. Grandes conjuntos de edificación en altura. (Pág 322) Figura 139. Cortes temporales de las tipologías de ocupación del borde costero. (Pág 324) Figura 140. Situación de la cuenca del río Andalién en su contexto nacional y regional. (Pág 330) Figura 141. Ficha técnica (Pág 331) Figura 142. Esquema metodológico. (Pág 333) Figura 143. Interpretación de un esquema de la evolución geomorfológica del paisaje de Concepción, Talcahuano y San Pedro. (Pág 335) Figura 144. Habitando al límite, las manchas de color más intenso representan las áreas urbanizadas en las comunas del área metropolitana de Concepción. (Pág 335) Figura 145. Imagen raster de la topografía. (Pág 336) Figura 146. El paisaje Lafkenche (Pág 337) Figura 147. Rescripciones de la cuenca. (Pág 338) Figura 148. Interpretación en el tiempo de la problematica del río Andalién. (Pág 339) Figura 149. Primera imagen: Cruce cuenca ciudad. Segunda imagen: Área de inundación sobre la ciudad. (Pág 340) Figura 150. Infraestructura y sistema hídrico. (Pág 341) Figura 151. Evolución de la matrícula en las carreras de arquitectura en la Región Metropolitana (Chile) vs. otras regiones del país: 2005-2014. (Pág 348) Figura 152. Arquitectura no docta, sin autor. (Pág 353) Figura 153. Arquitectura no docta, sin autor. (Pág 354) Figura 154. Arquitectura no docta, sin autor. (Pág 354) Figura 155. Proceso de participación en la construcción de una ‘genealogía singular’ en el Taller Neolocal. (Pág 355) Figura 156. Proceso de participación en la construcción de una ‘genealogía singular’ en el Taller Neolocal. (Pág 355) Figura 157. Inicio de la instancia de participación durante el desarrollo de propuestas. (Pág 356) Figura 158. Desarrollo de la instancia de participación. (Pág 356) Figura 159. Resultados derivados de la instancia de participación. (Pág 357) Figura 160. Genealogía Singular: Fenomenología Arquitectural de la Ciudad de

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Valdivia, 14 Dimensiones. (Pág 358) Figura 161. Visita del alcalde de Valdivia, Omar Sabat, para la presentación del encargo. (Pág 359) Figura 162. Resultado Final 2014, estudiante Carla Retamales (lado izquierdo: referencia utilizada; lado derecho: proyecto). (Pág 360) Figura 163. Resultado Final 2014, estudiante Tomás Martínez (lado izquierdo: referencia utilizada; lado derecho: proyecto). (Pág 360) Figura 164. Resultado Final 2014, estudiante Karina García (lado izquierdo: referencia utilizada; lado derecho: proyecto). (Pág 360) Figura 165. Deterioro y obsolescencia en el parque del barrio La Palestina, localidad de Bosa, Bogotá. Además de las basuras, es común encontrar en estos parques falta de mobiliario para el disfrute de los mismo, falta de iluminación provocando inseguridad y carencia de escenarios que realmente inviten a la comunidad a realizar actividades comunitarias. (Pág 364) Figura 166. Talleres participativos comunitarios para la construcción de espacios públicos y mejoramiento de vivienda informal. Fundación Juligon, Bogotá. (Pág 367) Figura 167. Imágenes del grupo de trabajo proyecto La Estación. Representantes de la Escuela Taller de Bogotá, Grupo de Arquitectos y representantes de la Comunidad, habitantes de la Localidad de Los Mártires. (Pág 371) Figura 168. Actividades de diseño participativo: La historia de Los Mártires – Línea de tiempo. Conociendo Los Mártires – Cartografía urbana y social. (Pág 372) Figura 169. Muro divisorio entre la Calle 13 y el espacio en estudio, adentro de la estación de La Sabana. (Pág 373) Figura 170. Realización de la actividad participativa “Descubra y responda. ¿Qué le gustaría que pase en el espacio que hay detrás de este muro?”. (Pág 374) Figura 171. Jornada de adecuación de la cancha de microfútbol al interior de la Estación de Sabana. Actividad realizada con la comunidad habitante del sector. Primera intención de apropiación sobre el espacio. (Pág 374) Figura 172. Primer torneo de microfútbol con la participación de los niños, jóvenes, padres de familia y habitantes de la localidad de Los Mártires. (Pág 376)




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