Un gran tour al rescate de nuestra identidad

Dedicado a Leandrito, mi tesoro mĂĄs preciado, con quien espero algĂşn dĂ­a compartir nuestras propias aventuras viajeras.

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Prólogo

Una apasionante romería a pedal Por décadas, el Turismo ha sido considerado una actividad “de lujo”, que las familias trabajadoras sólo podrían disfrutar, apuradamente, una vez al año, apretados entre los límites de la siempre breve licencia y del presupuesto aún más breve. Playas soleadas, viajes internacionales, casas u hoteles, estaban fundamentalmente reservados a quienes podían darse aquel “lujo”, es decir, las clases más acomodadas. Como en todas las actividades de nuestras desiguales sociedades latinoamericanas, el Turismo “de calidad” estuvo siempre sujeto a las posiciones socioeconómicas, como un disfrute pleno al alcance, solamente, de unos pocos.

Pero en el devenir de los últimos años, el sol y la playa comienzan a dejar de ser el objetivo prioritario del turista, incluso de quien puede costearlo en forma. El vacío de la vida en las sociedades de Mercado, promotoras de la confusión entre felicidad y consumo histérico, comienza a dar evidencias de agotamiento. Hoy, muchas personas aspiran a unas vacaciones que devuelvan sentido a sus vidas y restituyan los contenidos desdibujados por la rutinaria persecución del bienestar material. Aventura, magia, vivencia, sorpresa, emoción, naturaleza, trascendencia, empiezan a ser parte de las aspiraciones más buscadas, desplazando las preocupaciones por el bronceado, el confort y las fotos de paisajes postales y sitios “famosos”.

Es en este contexto de necesidades y anhelos nuevos, que el libro de Juan Pardo adquiere su verdadera dimensión de experiencia significativa, que lo mueve a uno muy cerquita de la envidia. La sencillez de un viaje en bicicleta muestra aquí la apropiación de un país entero, el conocimiento de la diversidad siempre asombrosa, la conciencia de dónde uno está parado históricamente, el crecimiento personal. El tránsito entre “turista” y “viajero” no es sólo cuestión del vehículo que te lleva. Es, más que nada, el espíritu que te lleva. “Dejarse llevar por la ruta”, dice Juan. Sustituir la planificación excursionista por el azar, la curiosidad y el antojo, el confort por el disfrute del esfuerzo, el placer de hollar lo desconocido y de encontrarse con lo inesperado.

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Sobrevuela, en todo el notable trabajo de Juan, una fresca idea de peregrinación, de entrega a ese camino que se hace al andar, como proponía Machado. Un viaje-poesía en el que no es el destino lo primordial, sino el sendero mismo. Una alquimia de la ruta, donde el viaje material y el espiritual se juntan en uno solo. Entonces, cada metro recorrido es experiencia.

El crecimiento como persona no viene de la mano de terrazas soleadas, sino de la práctica sencilla de conversar con la gente, de encontrar modos de vida, ideales, golletes para combatir el sinsentido de status mercantil. Simpática romería en que lo místico adquiere escala humana y comunitaria.

Y, sin embargo, no es éste un libro que apenas cuente viajes. Pese a su tono cálido, que invita a viajar leyendo, hay también una rigurosa búsqueda de contenidos históricos que explora bibliografías, entrevistas y otros recursos que dan solidez y disfrute al relato vivencial. Aquí se juntan las calles de la emoción y la aventura, con la avenida del conocimiento y la ruta de la humanización, el ancho bulevar del turismo y los estrechos y fascinantes empedrados del pensamiento y la memoria colectiva.

Hoy Coordinador Departamental de Turismo, Juan es un ejemplo raro de jerarca político que no sólo habla de sencillez, autenticidad, búsqueda de crecimiento espiritual y raje del confort. También lo curte. Hemos hablado con él muchas veces de la necesidad de devolverle la magia al turismo, y hemos compartido fantasías de cómo hacerlo. Este trabajo es un ejemplo notable y provocativo. En cada párrafo, dan ganas de agregar las propias líneas, el propio conocimiento, las propias historias. Es un libro abierto, literalmente, que vos y yo podemos (y deberíamos) seguir escribiendo.

Néstor Ganduglia

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Viajando se fortalece el corazón “Recorrer el país en bici”. Durante mucho tiempo, esa fue una idea que me había propuesto realizar en algún momento de mi vida. Cuando luego de varios años, se acercaba la hora de graduarme en la Universidad, sentí a ese acontecimiento como buen argumento para cumplir aquel deseo.

En 2001, había ingresado a la Facultad de Ciencias Sociales en Montevideo, sin estar muy convencido de qué carrera seguir. Yo tenía por entonces 18 años, y si bien a los pocos meses encontré en la ciencia política parte de mi vocación, más allá de lo académico, aquel año estaba dando comienzo a un proceso de crecimiento espiritual gracias a la Facultad. Entre las cosas gratificantes que me ha dejado el paso por la Universidad, destaco la posibilidad de haber adquirido una óptica analítica sobre las distintas realidades. No me refiero únicamente al conocimiento científico, sino también al hecho de haber interactuado con personas de mi misma edad, muchos de ellos nacidos en la capital y otros tantos, provenientes de diferentes rincones del país. En definitiva una interesante diversidad de percepciones y filosofías de vida, de la cual, si uno tiene cabeza abierta, mucho podrá aprender.

Como tantos miles de gurises, yo era un“canario” más arribado a la capital, lo que permitió generar un vínculo fraterno entre los que estábamos en esa misma situación y también con algunos compañeros montevideanos, anfitriones que oficiaron de guías turísticos en cientos de ocasiones.

Con muchas de esas personas que me fui cruzando en la Facultad, hoy mantengo una gran amistad. También están los compañeros con quienes por temas laborales, nos fuimos reencontrando en el camino. Es que Uruguay es chiquito y como bien decía un popular aviso de refrescos: “acá nos conocemos todos”.

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Vaya a saber cuál es la razón de la existencia de una misteriosa especie de ley, que sentencia: siempre existe pariente, amigo o conocido de la familia en algún punto del país, que te pueda abrir una puerta o hacer una gauchada1, para sacarte de algún apuro.

Desde pequeño la experiencia de viajar me ha resultado emocionante. Tengo imborrables y gratos recuerdos, de cuando mis viejos nos llevaban junto a mis cinco hermanos a pasear a distintos lugares del Uruguay. Guardo también en la memoria, las escapadas que hacíamos en verano a alguna playa más al este de Los Titanes2, balneario donde mi familia alquilaba casa en enero.

Varios años después, las giras “Pueblo a pueblo”, que hicimos durante dos Semanas de Turismo consecutivas (2009 y 2010) con la barra de amigos de la Facultad. Estas salidas consistían en alquilar autos, cargar carpas y mochilas y simplemente dejarnos llevar por la ruta.

Ni bien llegaba de cada viaje, me ponía a recordar los momentos vividos y así indefectiblemente, deseaba estar nuevamente en el camino. Nada mejor que un viaje para conocer nuevos lugares y para reencontrarse con uno mismo, porque como dice la canción “viajando se fortalece el corazón”3. Siempre tuve claro que volvería a recorrer el paisito.

Pero la próxima vez, el viaje, lo haría en bicicleta. Y así fue, al menos en la mayoría de los kilómetros recorridos.

Mi plan original a priori, parecía sencillo. La idea era recorrer en bici el país con intención de visitar lugares de los diecinueve departamentos, durante semanas o al menos, varios días.

Aquel plan no prosperó tal como lo había imaginado, ya que encontré una barrera difícil de sortear, ligada básicamente con la necesidad de trabajar, y por ende poder sobrevivir al alquiler de mi casa, así como seguir estudiando, entre otras cosas. ¿Quién no soñó alguna vez con dejar la rutina de lado y simplemente irse de viaje por tiempo indeterminado? Muy probablemente a usted lector/lectora en algún momento de su vida se le pasó por la cabeza esa idea.

Pero es cierto, lograr un equilibrio entre el sueño y la realidad, no resulta tarea fácil. No es tan sencillo desprendernos de nuestra vida diaria y aunque uno pudiera tener un trabajo muy flexible -en donde te permitan alejarte por meses de licencia-, cuesta mucho librarse de las responsabilidades del día a día.

Sin embargo, no quería dejar de lado la aventura, entonces se me ocurrió escribir la idea en papel, dando origen así a Uruguay Alternativo4, un proyecto en principio personal -luego colectivo-, cuyo objetivo sería difundir el turismo alternativo en el país.

Turismo Alternativo / Vagabonding No son pocos los que hasta el día de hoy me preguntan: ¿qué significa el turismo alternativo? Existe bastante marco teórico al respecto, pero como el objetivo de este libro es compartir experiencias de viaje y contar sobre algunos lugares, no pretendo profundizar sobre ello5. En resúmen, el turismo alternativo -según Uruguay Alternativo- es “una forma de viajar basada en el vínculo amigable con el medio ambiente y el espíritu fraterno con las comunidades locales”.

En busca de literatura de viajes inspiradora para escribir este libro, uno de los textos más interesantes que encontré, fue uno de un autor norteamericano, llamado Rolf Potts5. Por primera vez en mi vida, leí sobre un concepto que se aplica de gran manera a la modalidad de viajar propuesta por Uruguay Alternativo. Ese concepto se denomina Vagabonding, anterior8

mente fue utilizado por Ed Buryn y también por Mark Twain. Según Potts (2013) es un término adaptado para definir un fenómeno viajero, que básicamente refiere a una modalidad basada en tres aspectos puntuales: 1.- Acción de dejar atrás la rutina para viajar de manera independiente.

2.- Manera de viajar que hace hincapié en la creatividad, aventura y crecimiento espiritual.

3.- Está relacionada con una actitud vital que permite la libertad del viaje.

A diferencia de los que terminaron siendo cada uno de los recorridos por el Uruguay incluidos en este libro -con una duración promedio de siete días-, el vagabonding es un concepto que se aplica a viajes de “al menos seis semanas”, como lo plantea Potts. Sin embargo y más allá de tecnicismos que puedan plantearse, desde el inicio mismo del proyecto, siempre tuve la convicción de que cada viaje estaría ligado a lo que la ruta misma dispusiera, tal como el vagabonding plantea. Y así fue la mayor parte del tiempo.

Por otro lado, si bien en algunos momentos fui un turista y en otros, un viajero, lo cierto es que en cada uno de los lugares recorridos, casi siempre ganó esta última elección. ¿Por qué planteo esta diferencia? Si bien no es intención generar un debate, ni juzgar a una u otra opción, es verdad que “hacer turismo” no es lo mismo que “ser un viajero”.

Empecemos por ver algunas diferencias. En el blog Mi viaje por el Mundo se plantea una primera impresión interesante: “el viajero prefiere encontrar su camino en lugar de seguir el de otros, ve al viaje como algo que es parte de su vida, mientras que el turista ve el viaje como un acontecimiento esporádico y ajeno a su realidad del día a día”7 . En este sentido, el turista es más bien un observador, mientras que el viajero mantiene el espíritu de empujar los límites de lo desconocido.

En una línea similar, se expresa el escritor británico Gilbert Keith Chesterton (1936) quien señala “el viajero ve lo que ve, el turista ve lo que ha venido a ver”; en otras palabras, el turista mira mientras que el viajero ve, profundiza. Por su parte, Phil Cousineau(1999) mantiene que “la curiosidad por lo extraordinario que encierra loordinario, mueve el corazón del viajero empeñado en ver más allá del velo del turismo”.

Siempre fui una persona a la que le gusta viajar, pero no todo el mundo comparte el mismo gusto o al menos no comprende al espíritu viajero. Recuerdo las veces que le conté a familiares y amigos sobre los viajes de Uruguay Alternativo. Si bien hubo apoyo y hasta palabras de admiración de varios por la idea, no faltaron los que cuestionaron y hasta incluso tacharon de “disparatada” o sin sentido la propuesta.

Alguna vez, Lucho, un amigo argentino, me dijo algo que hasta hoy guardo en mi memoria: “nunca van a faltar los que te cuestionen en tu entorno cercano por querer vivir la aventura de viajar, pero eso no es más que un sentimiento de admiración reprimido de querer hacer lo mismo o indirectamente, un planteo que hace poner en duda el confort y la comodidad en la que viven los mismos que te cuestionan”. Es que, dijera Potts, “el vagabonding siempre ha sido una decisión privada en una sociedad que constantemente nos insta a no tomarla”(2013, p.25).

Por otro lado, siguiendo el pensamiento del mismo autor, con el vagabonding (turismo alternativo) lo predecible e impredecible son parte del viaje y uno es consciente de ello, sirve para redescubrir la realidad y ver intentar comprender el mundo de otros. Las aventuras pueden buscarse en la vida normal. A través de la gente y los lugares, es que uno se convierte 9

en explorador de forma autentica. El vagabonding se inicia antes mismo del viaje, y así me ocurrió a comienzo del 2013, cuando en mi cabeza ya estaba pensando los recorridos para hacer con Uruguay Alternativo.

Por otra parte, es una manera de viajar que implica adaptarse a desafíos, adaptarse a situaciones y momentos inesperados que puedan surgir. En este aspecto, implica casi una forma de ver la vida, tal como decía Charles Darwin en su popular obra El origen de las especies: “los que sobreviven no son los más inteligentes ni los más fuertes, sino los que mejor se adapten a los cambios”.

Se trata de un viaje para descubrimiento de la vida real, no para huir de ella. Uno crece humanamente en experiencias, el vagabonding permite mejorar la relación con uno mismo.

Acompañando ésta línea, hace más de un siglo, el naturalista Henry David Thoreau (2013) hablaba de “la riqueza de lo simple”, la idea de que las posesiones materiales son “obstáculo para la vida auténtica” y de que uno es rico cuando puede prescindir de lo material, “porque las necesidades del alma no implican dinero”.

El vagabonding supone espontaneidad, implica tener confianza en que acabaremos llegando y no obsesionarnos por saber exactamente a dónde vamos. Es una forma de viaje que gira alrededor de la gente que conocemos por el camino y de nuestra actitud. Uno aprende de los otros. Implica mezclarse con lo que nos es distinto. En definitiva, una forma de vivir el viaje, pero a la misma vez, una actitud de vida.

Hace muchos años, vi una película que no hizo más que potenciar mis ganas de viajar. Esa película se llamaba “IntoThe Wild” (en español “Hacia rutas salvajes”) y cuenta la historia de Chris McCandless, un muchacho norteamericano que un día se cansó de su vida rutinaria y comenzó un viaje espiritual con el objetivo de llegar a Alaska. Su objetivo era llegar al lugar más salvaje posible y alejado de la civilización, donde según él, podría encontrarse a sí mismo en su estado más auténtico. Más allá de su historia particular (por supuesto recomiendo la película), creo que hay algo muy certero en esa idea. Pienso que a mayor confort ofrecido por el sistema en que vivimos, más nos alejamos de una vida espiritual saludable. No adhiero a la idea de vivir aislado en lo salvaje, pero sí al pensamiento de que es necesario hacerse momentos para uno mismo, momentos de desconexión con la civilización y de contacto con lo natural. Porque la naturaleza es auténtica, y por ende, salir a su encuentro, significa también encontrarse con uno mismo.

Así como las personas tienen alma, cada lugar tiene una esencia que lo diferencia a los demás. Por tanto, la adrenalina no está en comprar lo que solo es ofrecido como producto turístico, sino aventurarse a indagar en lo que hay para descubrir en cada lugar, dejándose llevar por lo que la ruta nos dispone.

Tú lector, tú lectora: ¿te has puesto a pensar cuantos minutos de tu vida dedicas a estar contigo mismo sin la compañía de nadie más? ¿Cuántas veces este año has tomado la decisión de pasar -al menos un rato- en solitario, en algún rincón alejado de la civilización?

Uruguay Alternativo nació con el objetivo de fomentar una forma de viajar, cuyo trasfondo implica una filosofía de vida, en la cual se percibe al viaje como una experiencia auténtica para crecer espiritualmente, a través del contacto con la naturaleza y la gente que habita cada lugar.

Este pequeño gran país En Uruguay todavía sigue habiendo gente que mira “hacia fuera” cuando piensa en visitar 10

un lugar maravilloso. Lógicamente que hay cientos y miles de destinos en el mundo atractivos para conocer, sin embargo hay una interesante diversidad de paisajes que en nuestro país se encuentran, que los propios uruguayos en muchos casos, desconocemos.

Tradicionalmente somos un país donde la mayoría de la población encuentra en el este y sur del país los lugares más atractivos, sobre todo durante el verano. En menor grado, la región litoral, donde se ubica el corredor termal.

Más allá de que en los últimos años ha habido esfuerzos desde el Estado por romper la barrera de la estacionalidad turística en Uruguay, miles de uruguayos siguen optando por viajar al exterior, antes que salir a descubrir su país8. Es indudable que hay lugares maravillosos para visitar en el mundo, y en la medida de las posibilidades de cada uno, considero que viajar siempre es de las mejores inversiones. Más allá de ello, realmente estoy convencido de que muchos de esos lugares fuera del país -por los cuales se pagan precios exorbitantescontienen paisajes, lugares o propuestas que en Uruguay pueden disfrutarse. Por otro lado, si más de esos uruguayos optaran por visitar lugares de su país, ello significaría generar una redistribución de divisas y complemento económico para las comunidades locales.

En lo personal, me encanta viajar y he tenido la fortuna de poder recorrer otros países de América, pero a la hora de salir a hacer ruta, me propuse salir a conocer más y mejor mi país.

Considero que lo mágico está en la esencia de cada lugar y su gente. En Uruguay hay montes, ríos, playas, océano, quebradas, sierras y un montón de costumbres y tradiciones para descubrir. Es la tierra de Artigas, rincones que fueron escenarios de cientos de batallas entre blancos y colorados, espacios donde aún hoy continúan apareciendo vestigios del pasado indígena y de la historia reciente. Un país lleno de personajes y leyendas que de alguna manera han quedado guardadas en la memoria colectiva de cada pueblo.

Este libro, intenta registrar algo de las tantas riquezas que habitan dentro de los casi 180 mil km2 de territorio oriental. Humildemente, busca ser un llamado de atención de que tan solo hay que abrir los ojos y hacer camino al andar.

El Gran Tour A fines de 2012, empecé a trabajar en convertir la idea del viaje en un proyecto. Por entonces, el planteo inicial de la propuesta sería la concreción de viajes por el Uruguay en diferentes etapas y también con la particularidad de hacerlo en distintas épocas del año. Bajo esa consigna, el paso siguiente consistió en crear un sitio web para contarle al mundo sobre la idea, a la misma vez que la presenté en un certamen sobre ideas de turismo sustentable, donde obtuvo el segundo lugar9. Sumado a esto, paulatinamente se inició una movida en redes sociales que fue ganando la atención de personas, algunas de las cuales luego se sumarían al proyecto.

El segundo paso fue elaborar un programa tentativo de viaje. Tenía claro que sería en Semana de Turismo 2013. En enero de ese año, ya tenía pronta la primera hoja de ruta, que iniciaría en Montevideo y culminaría en Soriano, aunque al igual que todos los demás viajes, no se especificaban itinerarios sino que los mismos quedaban en mayor grado librados al camino.

Al ciclo de viajes a realizar por el proyecto entonces escrito en papel, le puse el nombre de “Gran Tour”. En principio, solo fue algo casual que me vino a la mente en su momento. Sin 11

embargo, cuando me puse a investigar para hacer mi tesis de maestría en turismo, me encontré con la información de que “Gran Tour” es un concepto que deviene de siglos atrás.

Según Paul Fussel (1979) “antes del desarrollo de turismo, el viaje se concebía como una especia de estudio, el viajero era un estudioso de aquello que buscaba”. En efecto, el término “Grand Tour” hacía referencia al viaje iniciático que los aristócratas británicos hacían por Francia e Italia en el Siglo XVII, se consideraba como un proceso educativo y de esparcimiento, previa a la edad adulta y al matrimonio. Eran viajes que duraban varios meses y que también los jóvenes de buena posición de Alemania, Holanda y España, lo realizaban. Por suerte hoy los tiempos cambiaron, y la posibilidad de viajar es bastante más accesible para muchas más personas.

Por otro lado, una de las consignas a la hora de viajar, era tratar de buscar rutas alternativas que nos llevaran a lugares turísticamente no tan conocidos o poco difundidos. Ello también, acompañando a la idea de Potts de que “las atracciones turísticas masivas se definen a partir de la popularidad y eso tiende a devaluar la experiencia individual”.

A medida que comencé a andar por la ruta, nació la idea de hacer un libro con dos objetivos. En principio, compartir las experiencias de viaje con el deseo de inspirar a otras personas a viajar de forma alternativa. El segundo, acercar información sobre rincones maravillosos de nuestro país que en buena medida, son desconocidos por los propios uruguayos.

1. El término proviene de gaucho. En Uruguay y Argentina, además de otros países sudamericanos, gauchada hace referencia a un servicio o favor ocasional prestado con buena disposición.

2. Ubicado en el departamento de Canelones, en la denominada “Costa de Oro” a la altura del kilómetro 64.500 de la Ruta Interbalnearia “Gral.

Líber Seregni”.

3. Se refiere a la canción “Sólo se trata de vivir”, del músico compositor argentino, Lito Nebbia.

4. En páginas centrales de este libro, hay información más detallada sobre el proyecto.

5. En las páginas centrales de este libro se puede encontrar mayor referencia respecto a las diferencias entre ambas modalidades, en el apartado titulado “Uruguay Alternativo, otra forma de viajar”.

6. Rolf Potts, nació el 13 de octubre de 1970. Es un escritor de viajes, ensayista y autor estadounidense. Entre sus principales obras se encuentran “Vagabonding” y “Marco Polo Did Not Go There”. Sus escritos de viaje se han publicado en medios como National Geographic Traveler, Outside, Salon.com, The Guardian y World Hum. 7. “La verdadera diferencia entre un viajero y un turista”, artículo disponible en https://www.miviajeporelmundo.com/la-verdadera-diferenciaviajero-turista.

8. A manera de ejemplo, en febrero 2018, el Ministerio de Turismo informó que en enero del corriente año, más de 168.000 uruguayos viajaron al exterior en enero lo que supuso gastos dehasta 199 millones de dólares.

9. Concurso “Tus Ideas Valen”, 2012.

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Día 1

Comienza la aventura Sábado 23 de marzo de 2013. Con mucha expectativa, hoy comienza oficialmente El Gran Tour. Meses esperando este momento, el tan ansiado instante de armar la mochila y sentir la adrenalina de subir a mi baqueteada bicicleta montaña. Algo de ropa, botellas de agua, linterna, protector solar, sobre de dormir y una carpa; ese es todo mi equipaje.

Con la misma emoción que ha de tener un futbolista cuando ingresa a la cancha por el túnel para jugar una final, aprieto el botón de la puerta automática del garaje donde está guardado mi vehículo. Poco a poco observo el exterior y la oscuridad se va haciendo luz con los rayos de sol que a mitad de la mañana inundan Montevideo. De frente Yacó, la primera calle por la cual transitaría los primeros kilómetros de aventura viajera por el paisito.

Mochila colgada en mi espalda y carpa atada al manubrio, empiezo a pedalear rumbo a Capurro, donde me esperaría Ayrton, el único compañero de viaje en esta oportunidad.

Primer trayecto difícil, casi todo en repecho y con varias esquinas complicadas, de mucho tránsito. Como lo fue también el ingreso a la rotonda de la Plaza del Ejército, ubicada en General Flores y Propios. Por si fuera poco, un lugar de ingratos recuerdos para la mayoría de los montevideanos, ya que fue una obra construida por la dictadura militar que padeció el país entre 1973-1985.

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Desde el Hogar INAU ubicado en Capurro y Husares, comenzamos a salir de la capital en un tour que abarcaría la zona rural de Montevideo, localidades de San José, Colonia y Soriano. Nos detuvimos en una panadería del Cerro para comer algo, luego en el popular barrio Maracaná para comprar parches, pensando en eventuales pinchazos. Después, solamente habría paradas esporádicas para breves descansos hasta llegar a Punta Espinillo, donde nos recibiría César Vega y pasaríamos la primera noche.

Después de atravesar la avenida Carlos María Ramírez y la ruta 1, pedaleamos por Camino Tomkinson pasando por Pajas Blancas donde se ve un paisaje sumamente rural. Se observan campos arados, también algunos animales vacunos, ovinos, plantaciones de frutas y hortalizas. Son tierras muy ricas donde se desarrolla la mayor producción frutícola del país.

Cuando llegamos, César se encontraba brindando charlas sobre huerta orgánica a un grupo de gente. Son personas que cada fin de semana llega a su chacra para aprender sobre el tema. Nos sumamos por un rato a la clase y luego quisimos aprovechar la luz del sol para recorrer el Parque Municipal, que la verdad vale la pena conocer. Aquí ya el paisaje difiere respecto a lo que veníamos viendo desde Pajas Blancas. Se vislumbra un entorno arbolado y costas con playas sobre el Río de la Plata.

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Uno puede pensar que se encuentra en un pueblito del interior del país alejado de la capital. En realidad, no son tantos los kilómetros que lo separan de la densa urbe (menos de 30), pero el sonido limpio de la naturaleza hace sentir que estamos bien lejos del ruido citadino.

Muchos montevideanos y aledaños llegan aquí, sobre todo en días de calor, para disfrutar de la amplia zona de camping, parrilleros y otros servicios.

También hay algunos paradores donde se puede comer y tomar algo, apreciando el sol ocultarse en el río.

Nos hicimos también un momento para bajar a la playa en nuestras bicis, a disfrutar un rato de sol y las blancas arenas, lástima que estaba medio fresco y no dio para el chapuzón.

Antes de volver a la chacra, nos detuvimos a conversar con parroquianos en un pintoresco almacén, donde además disfrutamos de un refresco y refuerzos de pan casero. En este primer trayecto de todo El Gran Tour fue cuando comencé realmente a darme cuenta de la importancia de estar bien alimentado e hidratado a la hora de hacer ruta.

Cuando el sol se fue y un fresco rocío comenzaba a caer, volvimos a lo de César para conocer su interesante filosofía de vida y reflexiones acerca del mundo moderno que él parece estar dispuesto a enfrentar, desde este rincón tan rural y distinto a lo que Montevideo ofrece a pocos kilómetros de su centro.

En el Oeste El Parque Municipal Punta Espinillo se encuentra ubicado al oeste del departamento de Montevideo. Su nombre se debe a los numerosos espinillos que han crecido en esta península.

Esta gran área forestada es un espacio ideal para quienes desean alejarse del bullicio de la ciudad.

Los visitantes pueden disfrutar del aire libre, los árboles y una playa pequeña y rocosa donde tomar baños de mar. Las aguas de Punta Espinillo son más claras y limpias que las de la zona capitalina. Esto permite a los amantes de la pesca disfrutar de su actividad preferida desde las rocas.

El Parque es de entrada libre y se puede ingresar con vehículos. Sus 160 hectáreas se dividen en tres sectores: el área recreativa, con juegos infantiles y espacios deportivos; la zona de camping con cien parcelas provistas de corriente eléctrica; y las áreas naturales protegidas, únicas costas en estado natural del departamento de Montevideo, con importantes yacimientos arqueológicos.

Baños, cabañas y parrilleros son algunos de los servicios que ofrece Punta Espinillo para una jornada de ocio y distensión en contacto con la naturaleza. En el parador del lugar hay alimentos y bebidas, además de juegos tradicionales como pool y futbolito.

En el caso de organizaciones o instituciones que deseen organizar campamentos, deberán realizar previamente el trámite de solicitud (sin costo) a la Intendencia de Montevideo, en cuyo sitio web se puede descargar el formulario a completar.

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Los caminos para llegar a Punta Espinillo son asfaltados y están en buen estado, por lo cual se puede acceder facilmente en auto, ingresando por Camino del Tropero hasta el final. Para los que no tienen vehículo, se puede ir en las líneas de ómnibus 135, L35 y L1, que salen desde Paso de la Arena. Para una mejor experiencia, recomendamos venir en bicicleta, ya que es un trayecto poco transitado y de baja dificultad.

Fuente: Viajeauruguay.com

Amistad que se forjó en el Este Era enero 2013 y ese año por primera vez incursioné a trabajar en turismo, en un lugar muy inspirador llamado “El Cocal”, ubicado en la costa rochense.

Una experiencia que fue enriquecedora no solo en lo laboral sino también lo humano, ya que conocí a personas con las cuales la amistad aún persiste.

Una de esas personas es Ayrton, un gurí que por ese entonces tenía 17 años y que había llegado a partir de un convenio que El Cocal había realizado con un Hogar del Instituto Nacional del Adolescente (INAU).

Un gran compañero de laburo que, poco a poco, se fue convirtiendo en una especie de hermano menor de quienes formamos parte del equipo de El Cocal esa temporada.

Siempre voluntarioso y también amante del deporte, fue una de las primeras personas con las cuales conversé sobre la idea de pedalear por Uruguay.

César Vega "Yo tengo la libertad más libre del mundo" Poco antes de dar inicio a la aventura, leí un artículo periodístico que hablaba sobre Montevideo rural. Este informe traía algunos testimonios de gente que vive y trabaja en la zona, entre los que se destacaba uno al que presentaban como “el fundamentalista”. Esa persona era César Vega, un tipo con una filosofía de vida muy particular, a quien luego de contactar por Facebook, finalmente pudimos visitar. Su chacra fue la primera parada de “El Gran Tour”.

César, es un ingeniero agrónomo y ecologista, que un día decidió escapar al ruido de la capital para instalarse en el campo, donde fue levantando su casa y su granja, ubicada casi donde se unen el río de la Plata con el Santa Lucía.

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Desde su programa de radio, pregona por la soberanía alimentaria y denuncia el avasallamiento que las multinacionales están llevando a cabo en el mundo, concentrando gran parte de la producción alimentaria y poniendo en riesgo la salud de la humanidad. ¿Cuál es la filosofía o forma de vida que vos pregonás y proponés?

Mi propuesta es ser autosuficientes y volver a lo natural en todo. Tenemos variedad de hortalizas, tenemos producciones frutales, volvamos a las gallinas antiguas, de la variedad, no del transgénico. Yo critico el uso desproporcionado de la tierra y la falta de control en el uso de agro tóxico. No sé si es una elección de vida, ni una filosofía de vida. Yo creo que tenemos que aprender de la gente que se estresa, que se enloquece, con todo lo que hace. ¿La forma de producción que utilizás es más costosa? ¿Por qué no se emplea más?

Esa forma alternativa es más trabajosa y más lenta, la otra sería más rápida y menos trabajosa. Para comerte un pollo de buena calidad, tenés que esperar cinco o seis meses, de la otra manera, en dos meses te lo comés. ¿Todo lo que comen aquí en tu chacra es de producción propia?

Sí. Y todo es natural, a los animales no les doy ni vacuna ni nada.

Llegó un día que fui al carnicero y me despedí (se ríe). Tenemos papa, boniato, cebolla, calabacín, lechuga, acelga, espinaca, perejil, apio, repollo, coliflor y brócoli. No necesitamos comprar más verduras y hortalizas. Frutas también tenemos, están los árboles chicos, pero ya van a empezar a dar. Por eso yo enseño a producir, a través de la radio1 y acá en mi chacra a gente que viene de varias partes. Ha costado que la gente entienda que “ellos mismos tienen que hacer las cosas”, no escuchar solamente, sino escuchar y hacer a la vez. Lo teórico te dura poco en la cabeza, pero si lo practicas, no se te olvida más.

En los últimos tiempos la producción orgánica ha ganado terreno en Uruguay y el mundo; ¿A qué responde eso?

Creo que es una especie de paradigma universal. Se está haciendo bosta el planeta. La vida a partir de los ´80 empezó a cambiar, dejamos de criar las gallinas en las casas, no hay tiempo para nada. Las casas tenían fondo. Me da rabia el productor rural que tiene campo, pero no tiene gallinas, chanchos y compran hasta los huevos, las verduras y las frutas. “Tenés que especializarte”, dice la Biblia de Harvard. ¿Qué tenés para decir a la gente que considera que tu filosofía de vida implica querer vivir “fuera del sistema”?

Respondo que sí, que quiero vivir así. Tengo un molino de agua para no depender de nadie.

Si me quedo sin luz no tengo heladera, pero igual vivimos. Sin agua, estás en el horno, no vivís.

Lo que decimos coincide con lo que hacemos, la revolución verde cambió la cabeza. Pero en realidad es lo que hizo el campesino toda la vida. ¿Qué pasa con la cabeza de la gente que vive del campo?

El consumismo le entró al paisano, tienen horarios y límites. Yo tengo la libertad más libre 19

del mundo, viene gente y dejo de trabajar, me levanto cuando sale el sol y cuando no tengo más ganas me baño y preparo unos mates. Así de fácil es.

Del 2000 al 2011, se perdieron 12000 familias del campo, son 3 familias por día y 1000 por año. Se llenó de soja y eucaliptus, que dejan todo el suelo perdido. Si alquilás por la renta, estás haciendo un muy mal negocio. El mediano y largo plazo no es negocio para nadie. ¿Esta realidad es la que te llevó a formar un partido político?

Sí. Por eso sacamos el PERI2. Sentimos la necesidad de entrar en política. Todo se define políticamente. Y ahí la gente te dice, como todo uruguayo, “no vas a lograr nada, dejate de embromar”. Pero si no das un primer paso, no llegas a ningún lado. En la cancha donde se juegan las decisiones, es en la política.

Escuchá online Entrevista a César Vega Entrevista a Uruguay Alternativo en “La voz del agro” En http://www.uruguayalternativo.org/dia-1-comienza-la-aventura/

1. Programa “La voz del agro”, se emite por Radio Fénix 1330 AM, los domingos de 10 a 12. Su sitio web es http://delagro.blogspot.com.uy/ 2. El Partido Ecologista Radical Intransigente, se presentó por primera vez en las elecciones nacionales 2014, donde estuvo muy cerca de lograr la representación parlamentaria.

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Día 2

95 Km hasta suelo maragato Domingo 24 de marzo de 2013. Bien tempranito nos levantamos en la chacra de César. Amaneció soleado y amenaza con ser una calurosa jornada. Rápidamente preparamos nuestro equipamiento y nos ponemos a punto para volver a pedalear. Hoy va a ser un día duro, nos esperan cerca de 100 kilómetros de ruta, con el objetivo de llegar a la ciudad de San José.

Sobre las 10.30 tomamos por el camino que nos llevaría otra vez a la ruta 1, pasando previamente por el Camino Basilio Muñoz y el Complejo Penitenciario (COMPEN), donde nos llamó la atención la multitud de gente haciendo cola. Después me enteraría que los domingos son los días de visita.

Elegimos tomar la ruta 1 vieja, para poder atravesar el histórico puente de hierro construido en 1913. Desde allí contemplamos maravillados la inmensidad del río y sus humedales.

Un área que abarca 20 mil hectáreas y está integrada al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) desde 2015. La cuenca del río Santa Lucía es de importancia estratégica ya que es la principal fuente de abastecimiento hídrico.

El Río Santa Lucía es ideal para navegar en canoa o kayak. Quienes lo conocen, cuentan que hay tramos recomendables entre los cuales se ubican zonas de camping y pequeñas playas fluviales. Un lugar de referencia para los visitantes que hasta aquí llegan, es el Club Alemán de 21

Centro de interpretación Humedales del Santa Lucía Para realizar visitas guiadas por el Centro de Interpretación, que abarca información sobre el área y concientización ambiental. Principalmente se realizan entre marzo y diciembre, ya que el público objetivo son los escolares y liceales.

Tel: (+598) 2312 5768 - e-mail: proyectosantalucia@gmail.com

Foto: Fabiana Doval

Remo de Santiago Vázquez, allí se puede consultar sobre paseos en el río y además existe un Restaurante.

Paramos luego en Santiago Vázquez, pueblo ubicado en el límite con el departamento de San José. Aquí nos bajamos para hidratarnos y comer algo de manera de recargar energías y seguir la marcha.

El único pueblo de Montevideo A 22 kilómetros de Montevideo, rumbo al oeste, se encuentra el pueblo Santiago Vázquez, en la desembocadura del río Santa Lucía en el Río de la Plata, epicentro de una vasta zona etoecológica de 25.000 hectáreas, con costas, bañados y montes indígenas, donde se recortan las palmeras y se ve el plateado del río y la estructura metálica del puente de La Barra, junto al nuevo puente. Es el único y último pueblo de Montevideo, formado en un peñón de piedra en una zona de pajonales y de delta, chato y llano, con barro acumulado a lo largo de cientos de miles de años.

Su fundación está asociada a un matadero, que comenzó a funcionar en febrero de 1878 en la cima de ese peñón rocoso, donde ahora está el parque Segunda República.

El pueblo se unía con el departamento de San José por intermedio de una balsa que operaba en muelle de material. La balsa transportaba pasajeros y el ganado destinado al matadero.

También era asiento de otra fuente de trabajo: la arenera que abastecía a la edificación de Montevideo.

En 1913 se inició una de las obras viales más importantes del país: el puente de La Barra de Santa Lucía, que unió a Montevideo con la zona occidental y sur del país. La inauguración del 22

puente, el 25 de enero de 1925, marcó el final de una etapa, cuando comenzó a languidecer el matadero, porque ahora el transporte de los animales podía seguir hacia el Frigorífico Nacional. Los corrales de abasto cesaron sus funciones en el año 1929, cuando muchos habitantes del pueblo se trasladaron al Cerro.

Poco después el pueblo recuperó su desarrollo, cuando utilizando parte de la infraestructura de los desaparecidos corrales, se inició en 1933 la construcción del parque Segunda República Española. Santiago Vázquez y el hotel llamado de La Barra comenzaron a atraer a un creciente número de visitantes que llegaban, en su mayor parte, en el legendario tranvía a La Barra, distinguido con la letra “E”.

Después de un período de esplendor fundamentalmente turístico, en la década del 40, entró en un proceso de creciente decadencia. En los últimos años se han realizado intervenciones con el objetivo de convertir a la zona en un polo de desarrollo local sostenible, tomando en cuenta los recursos naturales, paisajísticos y culturales del área, y rescatando la vocación de La Barra como centro de servicios así como de polo turístico y recreativo.

En Santiago Vázquez y las zonas aledañas viven 3.800 personas, mientras que en la zona oeste de Montevideo residen 34.000 personas.

Fuente: montevideo.gub.uy

Siguiendo por la ruta 1 vieja, la próxima parada sería Ciudad del Plata. Este era un lugar que hacía rato tenía planeado visitar, porque tiempo atrás había leído, ahí se encuentra la casa donde vivió hasta los 12 años el inmenso cantautor popular, Alfredo Zitarrosa.

A la altura del kilómetro 29,500 en esta localidad maragata –durante muchos años conocida como “Rincón de la Bolsa”- se encuentra una vieja casa pintada de rosa que lleva el nombre de “Sombra y sol”. Fue construida en los años cincuenta por Blanca Nieve Iribarne, quien con 19 años de vida, dio a luz al más destacado cantautor popular en la historia del Uruguay: Alfredo Zitarrosa.

La casa es hoy propiedad de Richard, quien se enteró de ese no mínimo detalle cuando comenzó a entablar los trámites para comprarla.

Seguramente no sea mera casualidad que por estos días, la música es sonido corriente en esta vivienda. Es que aquí, el hijo de Richard da clase particulares y enseña a tocar varios instrumentos.

Llama la atención que teniendo en cuenta la importancia de la figura de Zitarrosa, la casa no posee ni siquiera una placa que lo recuerde. Tampoco existe un cartel en la ciudad. Richard nos comentaba que él mismo presentó la propuesta a algunos ediles del departamento para iniciar algún trámite al respecto, pero hasta ahora no ha habido respuesta. El dueño de la casa también nos comenta con cierto asombro, que no son pocos los Juan y Richard.

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argentinos que llegan hasta allí preguntando por Alfredo. Al retirarnos, miré una vez más hacia el interior de la casa, intentando imaginar al niño Zitarrosa caminando por sus rincones, preguntándome hacia mi interior, si los paisajes de esta zona no habrán inspirado a tantas de sus canciones.

De hecho, hay muchos elementos rurales o del interior profundo que forman parte de su notable repertorio, en el cual mayoritariamente sobresalen la chamarra y la milonga.

Alfredo Zitarrosa nació en Montevideo el 10 de marzo de 1936 y vivió en diferentes poblados del interior hasta los 12 años.

En su juventud trabajó como vendedor de muebles, de suscripciones a una sociedad médica y de oficinista. Luego incursionó en labores de locución y en el teatro.

Conjuntamente se inició en el periodismo, colaborando en diversas publicaciones, entre ellas el semanario “Marcha”.

Al mismo tiempo desarrolló su vocación artística, produciendo canciones, cuentos y poemas. La culminación de estos esfuerzos llegó en 1959, al recibir el Premio Nacional de Poesía en Uruguay. Encontrándose en Perú en 1961, enfrentado a serias dificultades económicas, fue llevado casi contra su voluntad a actuar en televisión.

A partir de ese instante realizó varios programas de Radio Altiplano de La Paz, en Bolivia, debutando posteriormente en Montevideo, allá por 1964, en el Auditorio del SODRE (Servicio Oficial de Difusión Radioeléctrica). Su participación en este espacio le sirvió de peldaño para ser invitado al Festival Folclórico de Cosquín, en Argentina.

Ya en la cúspide, tuvo a su cargo el programa de televisión “Generación 55”, donde difundió la labor de jóvenes artistas uruguayos. De ahí en adelante se inició la cosecha de premios nacionales e internacionales.

Sus temas han sido grabados por notables intérpretes como Mercedes Sosa, Jorge Cafrune, Los Chalchaleros, “Chango” Nieto, Marga y Betty, entre otros tantos de la música popular latinoamericana.

En 1976, por causa de la violenta dictadura militar, Alfredo Zitarrosa abandonó su tierra natal, trasladándose a Argentina. A los pocos meses salió de ese país rumbo a España donde siguió componiendo y actuando esporádicamente. No resistió, sin embargo, estar lejos de su continente, de sus hombres y costumbres. Viajó a México en 1979 con su esposa y sus dos hijas hasta 1983, momento en el que regresó a Argentina.

Durante el período de exilio, Zitarrosa fue el abanderado de la lucha a favor de la libertad en Uruguay y de otros países oprimidos por regímenes militares. La noche del primero de julio de 1983 se reencontró con el público porteño en el Estadio de Obras Sanitarias. Al comenzar su actuación pidió permiso para seguir cantando en nombre 24

Foto MEC

Cantor de pueblo

de su pueblo. Los asistentes lo acogieron con una ovación que, él mismo alguna vez señaló nunca iba a olvidar.

A comienzos del año 1984 regresa a Uruguay, donde pocos días después es recibido por una multitud en el Estadio Centenario. Continuó escribiendo y componiendo hasta su muerte, el 17 de enero de 1989 en la capital del país.

Fuente: cerno.galeon.com

No te olvides del pago si te vas pa’ la ciudad cuanti más lejos te vayas más te tenés que acordar. Cierto que hay muchas cosas que se pueden olvidar pero algunas son olvidos y otras son cosas nomás.

Fragmento de Pal que se va (chamarrita) Sueños de libertad Siendo cerca de la hora 16, a la altura del km 52 de ruta 1, ingresamos a Libertad. Todavía restaban unos 40 kilómetros para llegar a nuestro destino final de la jornada.

La ciudad se encuentra ubicada en el departamento de San José, a 51 kilómetros de Montevideo. Posee aproximadamente unos 11 mil habitantes. Su nombre se inspira en los anhelos de los primeros colonos de la zona, en su mayoría inmigrantes que venían en busca de “Libertad”.

Fue fundada en el año 1872 por Carlos Clauzolles, a orillas de un río, en campos que habían pertenecido al financista francés José Buschental. Años después, debido a las considerables inundaciones que sufría la zona, la ciudad se vio obligada a trasladarse unos kilómetros hasta su ubicación actual.

Paradójicamente en las afueras de la ciudad se encuentra el Penal de Libertad, una de las cárceles más grandes del país.

La actividad principal es la producción granjera, la lechería y recientemente la industria. En los últimos tiempos se han instalado numerosas industrias que activaron la ciudad. El emprendimiento de la Zona Franca de Libertad y el establecimiento de conservas de carne, son hoy el gran motor económico de la ciudad.

Con un total de 95 kilómetros realizados, ya entrada la noche, llegamos muy cansados a la capital maragata. Fue tal el desgaste, que solo atinamos a encontrar lo antes posible un lugar donde bañarnos, comer y dormir.

Debo admitir que en esta oportunidad pasamos la noche en un hotel muy prolijo. El alojamiento y el confort no son el objetivo de estos viajeros, pero debo excusarme diciendo que el cansancio era tal, que las piernas no daban ni para armar la carpa en el Parque Rodó de esta ciudad.

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Día 3

Camino a Sierra de Mahoma Lunes 25 de marzo 2013. El sol comienza a sentirse y atraviesa las ventanas del hotel céntrico maragato, donde pasamos la noche. Ayrton, de novelero nomás (era la primera vez que se quedaba en un hotel) estaba despierto desde tempranito y se había enganchado a ver la tv, cuyo sonido provocó también mi temprano despertar.

Comimos un buen desayuno, cargamos las mochilas y nuevamente salimos a pedalear. En esta jornada, habría menos recorrido para hacer, ya que estábamos con ganas de conocer alguna localidad del interior de San José y utilizaríamos el ómnibus para trasladarnos hasta allí.

Dimos una vuelta por el entorno de la Plaza de los 33, donde se ubican monumentos históricos como la Catedral Basílica y el Teatro Macció, conocido como “el pequeño Solís”, inaugurado en 1912 en homenaje a Bartolomé Macció, un hacendado italiano que un día llegó a San José enamorado de estas tierras.

Nos llamó la atención ver la oficina de turismo cerrada, siendo que estamos en plena Semana de Turismo. Pese a ello, luego de dar unas vueltas por oficinas de la Intendencia, logramos ingresar al teatro acompañados de una guía. Dicen que aquí cantó Gardel por última vez en el país, antes de morir en el accidente de avión ocurrido en Medellín.

La banderita de Uruguay que Ayrton lleva colocada en su bici, desde que salimos de Mon27

tevideo, despierta la intriga de los locales. También de unos periodistas del Canal 3, que nos invitan a hacer una nota.

Almorzamos en un restaurante céntrico, pegado al Club San José, donde nos llamó la atención una escultura de importantes dimensiones allí ubicada. Luego nos enteramos que la misma había sido inaugurada pocos meses atrás, con la presencia del entonces Presidente de la República, José Mujica, en homenaje al escritor Francisco Espínola.

Paco Espinola Este monumento, obra del escultor Heber Riguetti, fue inaugurado en octubre 2012, y se encuentra emplazado en la esquina del Club San José, frente a la plaza Treinta y Tres.

“Paco” Espínola nació en San José en 1901. Desde muy joven se interesó por la escritura, tarea que comenzó con su oficio de periodista en periódicos de su ciudad. Tiempo después se trasladó a Montevideo e integró la Generación del Centenario. Durante cincuenta años se dedicó a escribir cuentos, novelas, artículos, ensayos y obras teatrales.

Fue un maestro del cuento oral, cuyas técnicas supo plasmar en el papel, consiguiendo unos relatos de particular narración. Sus historias son las de los hombres de campo, marcados por una visión trágica y muchas veces irónica.

Fue además, profesor de literatura en Secundaria y la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Se desempeñó como un intelectual, cuya voz alcanzó gran importancia en el Uruguay de aquellos años. Se declaró comunista y tomó partido por los asuntos políticos de su país. Entre sus obras se destacan el libro de cuentos Raza Ciega, las novelas Sombras sobre la tierra y Don Juan el zorro. Falleció en Montevideo, en 1973. fuente: letrasliteratas.blogspot.com.uy

Luego de comer partimos rumbo a la terminal, para tomar el transporte, destino a Mal Abrigo. Aquel bus nos dejaría sobre la ruta 23 a la altura del kilómetro 126, es decir, en la entrada a las sierras de Mahoma, pasando el pueblo Mal Abrigo. Allí se encuentra una posada de campo1 en el cual hay habitaciones para 2, 4 y 6 personas. Además se ofrecen diferentes experiencias como visitas guiadas y cabalgatas por los senderos del parque, que los más aventureros también pueden recorrer en mountainbike.

La posada tiene piscina, restaurante y una zona agreste muy linda para acampar (al pie mismo de las sierras) donde hay lagos para practicar kayak y también servicios higiénicos. En este maravilloso espacio instalamos la carpa, inmersos en un entorno natural donde solamente se respira tranquilidad. Al caer la tarde seríamos los únicos presentes -y afortunados- en este rincón tan especial de nuestro paisito.

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Caminando por la Sierra A las Sierras de Mahoma se las puede definir como un "mar de piedras" formado a partir de la disyunción y meteorización que ha actuado sobre la ladera noroeste de la Cuchilla de Mahoma. Según el "Diccionario Geográfico del Uruguay" publicado en 1900 por Orestes Araújo2, su nombre se debe a la permanencia en estos lugares, en otros tiempos, de un indio Ohma, o Mahoma, como decían los españoles, adulterando esta voz. Cuentan que por este lugar pasó Artigas durante el éxodo El punto más elevado de las sierras, alcanza los 178 metros sobre el nivel del mar. Tiene formaciones excepcionales tanto en forma como en dimensión.

Pueden observarse en este aspecto La casa de piedra (que Artigas utilizó durante su paso), el avión, la cascada y los tres hermanos (tres paralelepípedos de un metro por 3 metros cada uno), entre otras.

Han sido declaradas de Interés Departamental por la Intendencia de San José. También por Decreto departamental se resolvió nominar a “Sierra de Mahoma”, con el agregado “Mar de Piedra Profesor Jorge Chebataroff”, en homenaje al pionero y principal estudioso que ha tenido este lugar y quien publicara diversos trabajos científicos al respecto3. fuente: desarrolloregional.org.uy

Después de aprontar el campamento decidimos pedalear hasta Mal Abrigo, un pequeño pueblo de 350 habitantes, ubicado a pocos kilómetros de las Sierras. Su nombre es un misterio incluso para los locales.

Se trata de una localidad que se encuentra dividida por la ruta 23. De un lado se está lo que vendría a ser el centro, donde se concentran la plaza, escuela y otros edificios públicos. Del otro lado, sobresalen las vías y estación del tren que, al igual que tantos otros casos en Uruguay, dieron origen al pueblo.

Luis, un veterano que se encontraba en su casa –que antes fue parte de la Estación-, recuerda con nostalgia cuando por aquí pasaban trenes cargados de pasajeros: “Cuando el tren 29

dejó de pasar, el pueblo murió” y agrega: “aquí ya no hay nada que impulse a este pueblo a ser siquiera una parte de lo que alguna vez fue”.

Sin embargo, el maravilloso entorno natural en el cual se encuentra Mal Abrigo y las riquezas históricas y culturales que posee, significan un potencial para convertirse (por qué no), en un producto turístico de gran valor. Evidencia de esto, fue lo sucedido años después de nuestra visita, con el concurso “Pueblo Turístico 2015”, en el cual resultó ganadora esta localidad .

El proyecto ganador titulado “Mal Abrigo, paraíso escondido”, surgió a partir de un grupo de vecinos, que se planteó "explotar de manera sustentable la bellezas de las sierras”, combinando propuestas para el visitante, en las cuales se combinan diferentes servicios y experiencias para disfrutar.

Para destacar, los productos de las mujeres emprendedoras de “Malarte”, que hace algunos años se dedican a la cerámica. Después hay un grupo de artesanas (Las Dávilas), que realizan teñido de lana con tintas naturales y prendas de lana, tejidas a mano. Además se pueden conseguir buenas artesanías en hierro (cuchillos, lámparas, etc) elaboradas por un vecino llamado Pedro. Todos ellos forman parte del proyecto ganador.

Este pintoresco pueblo supo vivir momentos de gran dinamismo, producto de ser el eje de dos destinos cuando funcionaba el ferrocarril y por ser el centro de una importante zona productiva en materia agropecuaria.

Hoy, como tantos pueblos de nuestro interior, Mal Abrigo espera un nuevo empujón para recobrar su brillo y quizás (ojalá) el turismo sea una posibilidad para ello.

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Como llegar a Mal Abrigo en bus Desde Montevideo a Mal Abrigo, a través de empresa COTMI, es la línea que tiene como destino final Ombués de Lavalle.

Desde San José a Mal Abrigo, también por COTMI o por la empresa Don Pepe.

COTMI: www.cotmi.com.uy.

Don Pepe: Tel. 43430154

En el camino de retorno hacia las Sierras, el desafío propuesto era hacer la caminata por el largo sendero que atraviesa cadenas rocosas y cuevas.

Ya en pleno recorrido, le comento a mi compañero de aventura “si estas rocas hablaran…”, teniendo en cuenta los sucesos históricos que a este lugar se le atribuyen. ¿Qué podrían decirnos sobre el indio Ohma que por aquí se escondía? ¿Qué nos dirían sobre el paso de Artigas durante el éxodo? ¿Cuántos soldados habrán caído resultado de batallas entre blancos y colorados?

Se acercaba la caída del sol, entonces el tramo final de la caminata se convirtió en competencia de trekking. Al igual que como suele suceder con la bicicleta, Ayrton “picó en punta” y me dejó varios metros atrás relegado.

Mal Abrigo En la medida que avanzamos a la carpa, Existe una película uruguaya cuya trama fuimos juntando leña para hacer el fogón. Ilutiene que ver con el viaje que tres hombres minados por las llamas y algunos refusilos lejarealizan a un pueblo llamado Malabrigo. Sin nos, disfrutamos de una noche memorable en embargo, la historia no se desarrolla en el aquel lugar que mostraba dos climas opuespueblo maragato, sino que simplemente se trata de un lugar ficticio para el cual se tos. Hacia un lado de la sierra se avecinaba una usó un nombre similar. La película se llama tormenta, mientras que del otro, una luna casi “Una noche sin luna” (2014) y tiene como llena, aparecía de a ratos entre las nubes. actores principales a Roberto Suárez, MarEncantado de estar ahí, en ese lugar y en cel Keoroglián y el argentino Daniel Melingo. ese momento, lo invito a Ayrton a subir un cerro. Acostumbrado a la vida urbana de la capital, éste se resistía por miedo a la oscuridad y el desconocido paisaje. Al final, a los pechazos logré convencerlo mientras le preguntaba: “¿me vas a decir que acá es menos seguro que andar por la ciudad de noche?”. Así culminó el día 3 de El Gran Tour.

por Alejandro Mendizábal Habitante, narrador y guía local

La rica historia de estas sierras Las Sierras de Mahoma no son simplemente piedras y árboles como mucha gente se imagina y ve desde la ruta. A veces somos los propios pobladores quienes “por estar cerca” no le prestamos la atención suficiente al lugar en el cual vivimos.

Sin embargo, el conocimiento que uno ha ido adquiriendo con estudiosos geólogos, geógrafos, botánicos y arqueólogos es lo que me ha servido para aprender e indagar sobre este lugar con los conocimientos de los historiadores, pieza fundamental de los relatos que uno hace en el lugar: desde nuestros indígenas con las pinturas rupestres e utensilios encontrados en el mismo, las historias de la época de Rivera, el tema de la vaquería con los muros de piedra dejados desde viejos tiempos como fiel testigo de lo que aquí sucedió. Tenemos la historia del primer propietario de este lugar -también 31

fundador del pueblo Mal Abrigo- que construyó un mirador sobre la sierra para lo cual cortó el cerro, de manera de poder subir en su auto a tomar el té. Por aquí pasó “La Redota” encabezada por Artigas, que también supo quedarse en este lugar, según la tradición oral local se maneja que fue en una de las cuevas al pie del cerro más alto de las Sierras. Este lugar es también atravesado por uno de los caminos más viejos de la patria (rumbo a Mercedes) utilizado por la diligencia. Tenemos la vieja estación de ferrocarril (una de las más antiguas) que conserva aún el tanque de agua para abastecer las máquinas a vapor. El lugar cuenta también con una Virgen que vigila las Sierras, cumpliendo el deseo del antiguo propietario.

El tercer domingo de cada noviembre con presencia del obispo y cura párroco de la zona, se realiza una procesión. Mal Abrigo por su parte, posee la vieja escuela donde supo estudiar el poeta más grande de la historia de San José, Wenceslao Varela. Las Sierras y sus alrededores, son sin duda una parte muy rica no solo de la historia de San José, sino también un lugar donde habitan historias valiosas que hacen al rico patrimonio cultural de nuestro país.

1. Posada “Sierras de Mahoma”, Ruta 23 km 126, Cel. 099 342 220.

2. Orestes Araújo (1853-1915).Profesor, maestro, periodista e historiador nacido en España, se radicó en Montevideo en 1870 donde inició su obra como redactor del diario "La Paz", fundado por José Pedro Varela. A partir de 1876, designado por el mismo Varela, asistió en distintos roles relacionados a la educación pública. Su obra pedagógica fue muy prolífera, entre ellas se destacan el “Diccionario Geográfico del Uruguay” y su libro “Historia de la Escuela Uruguaya”.

3. Jorge Chebataroff (1909-1984). Reconocido botánico, profesor, geógrafo y biólogo uruguayo de origen ruso. Publicó más de un centenar de trabajos científicos y unos quinientos artículos de divulgación popular.

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Día 4

Rumbeando para Colonia Martes 26 de marzo 2013. Son alrededor las 8.30 de la mañana, y como el calor ya se hace sentir en la carpa, salgo a respirar el aire puro de las sierras de Mahoma. La tormenta que amenazaba con llegar ayer de noche, finalmente pasó de largo. Salvo algún refucilo, algunos truenos y pocas gotas, nos salvamos de un aguazo que parecía inminente.

Lo primero que me percato cuando salgo de la carpa es que me habían robado. Efectivamente, la ropa que había dejado colgada en un árbol, no estaba. El episodio quedaría simplemente como una anécdota graciosa, ya que el probable culpable de aquel delito -me dirían después los locales-, sería algún zorro de los que suele merodear la zona.

Después de levantar campamento, nos subimos a las chivas para ir por una ducha –a esta altura obligatoria- en los baños que se encuentran sobre la entrada principal. Allí nos hicimos un tiempo para conversar con el matrimonio que está a cargo de la posada. Ellos nos contaron sobre importantes hallazgos de objetos indígenas que se hicieron en la zona y mostraron fotos de algunas publicidades filmadas en la sierra, cuyas rocas suelen emular los cráteres lunares.

Al volver por el camino, con destino a la ruta, contemplo desde mi bici estos paisajes mágicos. Mágicos por las historias que envuelven, por la belleza y la energía que se esconde detrás de cada piedra.

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Sentados en una placita en Mal Abrigo, nos sentamos a desayunar. Ayrton se preguntaba “¿dónde está la gente?”. Efectivamente, si bien el calor no invitaba mucho a estar afuera, una sensación de vacío te inundaba al ver ese lugar tan desierto. Hamacas, toboganes y subibajas reposaban a la luz del sol, sin niños que los disfrutaran.

El destino final de la jornada sería Nueva Helvecia. Tras estudiar el mapa rutero, decidimos tomar otra vez la ruta 23 en dirección a la capital maragata. Tomamos por un camino vecinal que señalaba Colonia América. Un trayecto sumamente disfrutable por los paisajes rurales que pueden observarse, poco transitado y bastante plano. Se pueden ver animales de granja, personas trabajando la tierra, chacras y estancias y alguna que otra tapera abandonada.

Pocos kilómetros después ya estaríamos en el límite con el departamento de Colonia, específicamente en el pueblo Cufré. Esta localidad de poco más de 300 habitantes, está ubicada sobre la ruta 52 denominada “Camino Nacional Sarandí” Comimos en el único almacén abierto, donde nos atendió un veterano que se sintió intrigado por nuestra presencia. Nos contó que desde hace varios años está instalado con su familia aquí, que éste es un paraje muy tranquilo. Nos dijo también que pese a no ser un destino turís-

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tico, en los últimos años ha sido muy visitado por extranjeros -particularmente europeos- que se radican durante meses en una estancia de la zona, donde a cambio de trabajar en la granja, se les brinda la comida y alojamiento.

Se trata de una red mundial que conecta a viajeros de todas partes del mundo, generalmente interesados en conocer granjas donde se realiza producción orgánica. Un amigo argentino me había contado sobre este fenómeno, sobre el cual luego investigué.

Viajar por el mundo trabajando en granjas WWOOF es una red que nuclea granjas de todo el mundo y que es una alternativa interesante para quienes deseen conocer la vida rural en diferentes puntos del planeta, trabajando en el mismo medio que visitan.

Existen grupos en gran cantidad de países y todos mantienen estándares equivalentes y trabajan para promover los ideales de la vida saludable y la ecología. Sus miembros son conocidos como woofers y el acto de recorrer el mundo trabajando por medio de esta modalidad es llamado woofing.

El movimiento nació en Inglaterra en 1971, cuando su fundadora, Sue Coppard, comenzó a organizar escapadas de fin de semana entre amigos a granjas orgánicas para tener un respiro de la vida de la ciudad y, a su vez, enseñarles cómo era la vida rural. La corriente empezó a crecer hasta que en el año 2.000 se realizó la primera Conferencia Internacional de WWOOF. Allí nació oficialmente la red de organizaciones que actúa como nexo entre voluntarios y productores orgánicos. ¿Cómo funciona y cuáles son los requerimientos?

Los woofers, por lo general, no tienen conocimientos de agricultura. El único requerimiento es que sean mayores de 18 años, aunque algunas granjas aceptan familias que incluyen niños. Más allá de ello, se debe tener una buena predisposición hacia la naturaleza y el trabajo de campo.

A cambio de su labor se les brinda un lugar donde alojarse, comida, conocimientos sobre el cultivo ecológico y la oportunidad de conocer la cultura local. Por otro lado, los lugares de acogida reciben mano de obra, la experiencia cultural de conocer personas de diferentes partes del mundo y la ventaja de poder aprender otros idiomas.

Las posibilidades son muchas y variadas. La mayor parte de las fincas son pequeñas y medianas pero también existen grandes terrenos comerciales. Se puede encontrar trabajos de bioconstrucción, cooperativas de reciclaje de latas, granjas agroecológicas, elaboración de artículos naturales, envasado de conservas, jardinería y muchas otras opciones.

Todos los otros factores, como el tiempo de permanencia, son negociables y varían según las necesidades de cada productor. Incluso algunas granjas cuentan con horarios de yoga, bungalows privados o alojamiento sobre la playa. ¿Cómo convertirte en woofer?

Antes de comenzar es importante tener en cuenta que un woofer trabaja duro 35

en la mayoría de los casos. Suelen ser jornadas de ocho horas y trabajo físico arduo.

Hay que pensar bien qué tipo de trabajo es para uno para poder disfrutarlo. Si no te gustan los animales, es sabio elegir una granja en la cual no debas trabajar con ellos. Además, también hay que plantearse si uno prefiere un lugar pequeño donde pueda ser el único voluntario o uno grande, conviviendo y trabajando en equipo con otra gente.

Una vez que se tienen las cuestiones básicas en claro, el segundo paso es decidir a qué país quiere uno ir, buscar las páginas locales, comenzar la búsqueda de anfitriones y postularse. Generalmente hay que pagar una membresía que ronda los 30 euros. Al realizar el pago te envían la lista completa de granjas con sus datos de contacto, ubicación, qué tipo de cultivos o animales tienen, que tipo de trabajo se espera del woofer, tipo de acomodación y tiempo mínimo de estancia.

Si estás interesado en esta alternativa de viaje, visitar el sitio wwoof.net

Nos quedaban unos 40 kilómetros hasta llegar a Nueva Helvecia, cuando vimos venir a lo lejos una camioneta a la que le hicimos seña para un aventón que nos hiciera llegar un poco más temprano al destino y así llegamos a la ciudad, conocida también como Colonia Suiza.

Una ciudad que cuenta con 12 mil habitantes, fundada en 1862, fecha en la cual llegó el mayor contingente de inmigrantes europeos -principalmente suizos- que escapaban de las hambrunas en el viejo continente. De ahí el nombre original. Recién llegados a esta zona del país, la mayoría se dedicaron al trabajo en el campo, aportaron sus conocimientos creando nuevas industria. La quesería es una de las producciones tradicionales que hoy se mantienen con gran vigencia en la ciudad y en general en esta región.

El molino y sus leyendas El molino quemado, ubicado sobre el arroyo Rosario, en un monte natural de variada flora silvestre, fue construido en 1875 y el 7 de marzo de 1881 amaneció bajo las llamas. Una muerte no aclarada, un suicidio y un misterioso incendio dan pie a las leyendas de fantasmas Foto: Luis Espinosa y aparecidos que circulan en la zona. En 2017, se estrenó una película documental uruguaya sobre este monumento basada en entrevistas realizadas a distintos pobladores de la localidad1. fuente: municipionuevahelvecia.com

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Uno de los lugares del cual nos hablaron durante el paso por este pago, es el Molino quemado, un lugar histórico que ha desatado una serie de leyendas populares bien interesantes.

Acostumbrados de recorrer parajes y pueblos chicos en estos días, aquí nos llamó la atención el gran movimiento de tránsito y gente.

Como es ya tradicional, Ayrton anuncia su entrada triunfal a la ciudad haciendo flamear su banderita uruguaya y derrapando en cada esquina.

Seguimos recorriendo y observando paisajes y lugares simbólicos. Entre ellos el tanque de OSE construido en 1948, torre de 35 metro de altura que se destaca por su arquitectura estilo suizo.

Los escudos en cada una de las casas, simbolizando los cantones suizos desde donde llegaron los primeros pobladores, es otro de los detalles que llaman la atención. El árbol cantonal (inaugurado en 2012) fecha conmemoración de los 150 años de la fundación de la ciudad, representa todos esos cantones de aquellos inmigrantes que forjaron esta localidad.

Dicen que por aquí, en cada mes de diciembre, miles de locales y también turistas se congregan en torno a la fiesta más tradicional que tiene la ciudad. Se trata de la Bier fest (Fiesta de la Cerveza) en la cual se realizan espectáculos musicales, desfiles, comidas y competencias típicas que recuerdan a los primeros colonos. Algunos de ellas son el Nibia concurso de cinchadas, leñadores y La profesora Nibia Sabalsagaray, nacida en Nueva el campeonato de tulipas.

Helvecia en 1949, fue una de las víctimas que dejó La tarde empezó a caer, hicimos una parada en la imponente Plaza de los Fundadores que, según cuentan, ha sufrido varias remodelaciones debido a que el terreno presenta pronunciados declives.

la dictadura cívico-militar. La junta departamental de Colonia resolvió nominar con su nombre a la calle Colón.

En la intersección de dicha calle y Ana G. de Greising, en 2005 se instaló un monumento que recuerda a esta mujer de personalidad afable, carácter y excelencia de sus estudios, cuya familia está arraigada en la Colonia.

Extraído del libro “En el ojo de la lupa”, de Omar Moreira.

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Luego decidimos emprender la marcha para buscar donde pasar la noche. No encontramos donde tirar la carpa2, y finalmente optamos por ir al Hotel Del Prado, la opción más económica que nos quedaba. Este viejo hotel fue construido a fines del siglo XIX en un lugar donde antes existía una fábrica de cerveza.

Luego de un baño refrescante, salimos nuevamente en las bicis hasta el centro, en busca de un bar donde poder ver el partido por la eliminatoria entre Uruguay y Chile.

Dimos varias vueltas averiguando y al final el único restaurante que encontramos abierto era uno frente a la plaza. Tenía intención de degustar algún queso y vino de la zona, pero no tuve suerte y hubo que conformarse con pizza.

En el boliche sólo éramos cuatro personas: Ayrton, una moza, el dueño del lugar y yo. En silencio y con la calentura por una derrota que ya era impostergable, antes de cumplirse el minuto 90, optamos por retornar.

El último pedaleo de la jornada, fueron los 5 kilómetros que había entre el bar y el hotel.

Dejamos las chivas y salimos a dar una vuelta a pie, pero entre el cansancio y el fresco rocío que caía, finalmente arrancamos de nuevo hasta el hotel para descansar. Así culminaba una nueva jornada de El Gran Tour.

1. “El molino quemado” (2017), dirigida por Martín Chamorro, Micaela Domínguez y Cecilia Langwagen.

2. Recién después de irnos de la ciudad nos enteraríamos que hay un lugar donde acampar. Se trata del Parque “José Pedro Varela” ubicado en Federico Gilomen y comienzo de la ruta 53, donde además hay balneario, parrilleros y servicio de bar.

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Día 5

Pagos Valdenses Miércoles 27 de marzo de 2013. Siguiendo la costumbre del madrugón, a eso de las ocho, ya estábamos despiertos con Ayrton, prontos para partir de Nueva Helvecia hacia el vecino pueblo de Colonia Valdense. Nos encontrábamos en el antiguo hotel Del Prado, edificio histórico e inspirador, que denota visiblemente el paso del tiempo.

Dicen que cerca de aquí, se hallaba la casa donde vivió uno de los criminales de guerra nazi más buscados, Josef Mengele.

Hoy toca pedaleo bien liviano. Tan sólo cuatro kilómetros, para llegar a la Colonia Valdense, habitada por unas tres mil personas. El simbólico monumento de la carreta fue lo primero que vimos al atravesar la ruta 1 y donde por supuesto, no faltó la foto.

Colonia Valdense fue fundada por un grupo de once inmigrantes piamonteses provenientes de Villar Pellice, provincia de Turín, Italia. El francés Pedro Valdo fue el fundador del movimiento cristiano “Pobres de Lyon” conocido como los valdenses, al que estos primeros colonos pertenecían.

Al igual que como nos sucedió en San José, pese a ser semana de turismo, nos encontramos con la mayoría de los lugares históricos cerrados y en otros casos, con horario recortado. Por 39

Ángel de la muerte El nombre de Josef Mengele siempre ha sido sinónimo de sadismo y crueldad. Conocido también por el apodo de «Ángel de la Muerte», este médico nazi realizó durante años despiadados experimentos en humanos con la firme intención no sólo de erradicar a los que consideraba «inferiores», sino también de buscar la perpetuación y proliferación de la raza aria. Tras la caída del nazismo, Mengele fue uno de los tantos criminales del régimen que buscó refugio en América.

Los datos recabados por el investigador uruguayo Héctor Amuedo, señalan que por julio de 1958, estuvo en Nueva Helvecia, en una finca situada en las cercanías del Hotel del Prado, propiedad de un constructor de edificios llamado Rotzinger. De hecho, en esta ciudad de Colonia, se casó con una mujer llamada María Will, el 25 de julio de 1958.

fuente: El Observador y ABC

lo cual decidimos visitar otros rincones de este tranquilo pueblo. Por la principal avenida (Armand Ugón), luego de pasar la calle Juan Bonjour, nos dirigimos al Centro Emmanuel, adonde llegaríamos por sugerencia de la joven Stephanie, nuestra anfitriona en este pago.

Remanso de paz El Centro Emmanuel se presenta como “un espacio ecuménico de encuentro con Dios, la naturaleza y nosotros mismos”. Se ubica en una zona muy apacible donde predomina el verde del campo. Fue fundado en 1959 por una vecina de la ciudad (Yvonne Galland) con fines de crear un lugar de retiro espiritual.

Con el correr del tiempo se ha convertido en un centro de referencia, no sólo para los habitantes de Colonia Valdense sino de lugares aledaños, dado que aquí se realizan todo tipo de actividades que van desde la formación ecuménica, la capacitación y la realización de diversos talleres, particularmente relacionados con la promoción ecológica. Año a año muchas personas llegan hasta aquí para realizar retiros u otras actividades. El Centro cuenta con alojamiento para 40 personas, amplios salones multiuso y todos los servicios necesarios para la estadía.

Uno de los cursos más exitosos son los de huerta orgánica, a cargo del agrónomo Jorge Charbonnier. Ello lo pudimos corroborar en la visita que hicimos, ya que una de sus clases se estaba desarrollando cuando llegamos.

En ocasiones, a este lugar vienen también estudiantes de otros países del mundo para realizar pasantías en carreras como Veterinaria y Agronomía.

Por otro lado, todo lo que aquí se produce es natural y orgánico. Se hacen ventas al público de productos como dulces, frutas y verduras, yuyos. Además, hay un tambo donde cada mañana se ordeña la leche con la que se elabora queso artesanal. El Centro cuenta con un 40

técnico especializado para ello. Es éste un lugar donde reina la paz y nos quedamos “con la espina” de no habernos quedado al menos una noche, para contemplar el atardecer, que según dicen, es uno de los más hermosos que pueden verse en el Uruguay.

Si hay quienes gustan de los lugares donde encontrar o reencontrarse a sí mismos, recomendamos visitar Centro Emmanuel.

Por más información: centroemmanuel.org

De retorno al pueblo, nos encontramos de casualidad con Stephanie. Habíamos Ayrton, Stephanie y Leonela quedado en juntarnos más tarde para tomar en Club Esparta. unos mates, pero en lugares como éste, uno se encuentra fácilmente. Más temprano de lo pactado, nos juntamos con ella y su amiga Leonela, para compartir amenas charlas al aire libre, las que incluyeron galletas con dulces caseros de la zona. Poco a poco la rueda se fue agrandando.

La mayoría de las conversaciones rondaron en torno a la vida del pueblo, sobresaliendo el comentario de los locales de que aquí “está lleno de viejos (sic)”, y otro agrega que es por eso que “existen tantos hogares de ancianos”.

Como suele pasar en muchos pueblos y ciudades del interior del país, pese a que se han ido creando otros centros educativos en la zona, la gran parte de los jóvenes de aquí opta por irse a Montevideo, en busca de un futuro más esperanzador en lo profesional y/o laboral. El sol comenzaba a esconderse y una nueva noche fría se palpitaba. Las últimas horas de la visita por este pueblo, las pasaríamos en las afueras del Club Esparta.

Al igual que Nueva Helvecia, Colonia Valdense es una ciudad de gran riqueza histórica y cultural. Si bien los fenómenos asociados a la globalización han avasallado en fuerte medida las tradiciones que habitan en cada uno de los pueblos, lo cierto es que la identidad local persiste no sólo en las construcciones, monumentos y en sus fiestas típicas, sino también en cada familia y hogar.

Allí, donde se siguen elaborando los Primer Liceo Rural dulces, quesos y otras especialidades que El Primer Liceo Rural del país se encuentra en vinieron con los inmigrantes europeos a Colonia Valdense. Se trata del liceo “Daniel principios del siglo XX, personas que enArmand Ugón” que fue fundado en 1888 por el contraron en estos pagos, una vida mejor pastor de mismo nombre, aunque originalmente para sus familias. era conocido como “Liceo Evangélico ValdenColonia Valdense guarda rasgos de identidad propios, algunos de los cuales pueden descubrirse a través de sus principales fiestas. Ellas son: La fiesta de la gratitud (marzo), el Día de la Fraternidad Valdense (Agosto) y el Concurso de Quesos

se”. Pese a ser impulsado por pastores, era laico y además mixto, algo que lo ubicaba a la vanguardia de la educación en nuestro país. A él concurrían alumnos que venían en autobuses arrendados desde Rosario, Nueva Helvecia, Juan Lacaze, también llegaban a caballo, charretín o bicicleta desde los predios de la zona.

fuente: espectador.com

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del Uruguay que comienza en noviembre, se desarrolla en varias etapas y es compartido con otras localidades de la zona.

Colonia La Paz Saliendo de Colonia Valdense por la avenida Armand Ugón (luego ruta 61) se llega a la colonia piamontesa La Paz. En el ingreso a la villa, llama la atención el pintoresco arbolado al costado de la ruta. Cuentan los más veteranos, que este tipo de caminos eran comunes en épocas de antaño, cuando los carruajes eran el medio de transporte principal. Se plantaban árboles, con el fin de que los pasajeros se protegieran de los soles veraniegos. Con el correr del tiempo y la aparición de nuevas formas de transporte, razones de seguridad vial han determinado que haya cada vez menos rutas en estas condiciones.

La historia de este lugar tiene como referente histórico a Doroteo García, fundador de la Sociedad Agrícola del Rosario Oriental, que tenía la finalidad de hospedar a colonos provenientes de Europa. A partir de 1858 comenzó el fraccionamiento del pueblo. El 17 de octubre de ese mismo año, se fundó finalmente la villa, donde actualmente residen unos 700 habitantes.

Qué visitar en la Villa Plaza Doroteo García Creada en 1858, lleva desde 1894 el nombre del fundador de la villa. En el centro se ubica el Monumento al colono valdense, obra del escultor José Belloni.

Puente negro Fue inaugurado en 1902 como el primer puente carretero de hierro del Uruguay, obra dirigida por el Ingeniero García de Zúñiga. Sustituyó a un puente de madera construido en 1882 que fue arrasado por una creciente, de las cuales aún pueden verse sus cabeceras. Fue declarado monumento histórico en abril de 2002.

Capilla de la Santa Cruz y Seminario Católico Inaugurada en 1939. En el edificio anexo funcionaba un seminario de formación sacerdotal.

Fue donada por la familia Pérez Butler y es utilizada actualmente como lugar de retiros.

La Marcha de las antorchas (17 de octubre) Durante una semana los habitantes y aledaños de La Paz, festejan el aniversario fundacional realizando la tradicional Marcha de las antorchas, que se lleva a cabo desde 1958. Cada uno de los pueblerinos lleva consigo una antorcha con la cual recorren toda la villa.

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Día 6

Llegada al punto cero Jueves 28 de marzo de 2013. Los primeros rayos de sol, comienzan a sentirse dentro de la maltrecha carpa instalada sobre un barranco en Punta Gorda, el punto más al Oeste del país.

Hasta acá habíamos llegado pedaleando en horas de la madrugada, luego de tomar un ómnibus que nos arrimó desde Colonia Valdense a Nueva Palmira.

Punta Gorda es considerado el “Km 0” del río de la plata, donde se unen precisamente éste río con el Paraná y el Uruguay. Eso fue lo que estableció el Tratado del Río de la Plata firmado en 1973 por los gobiernos de Uruguay y Argentina.

Este lugar histórico es también conocido como “Rincón de Darwin”.

Es que aquí alguna vez desembarcó el investigador y naturalista Charles Darwin1 realizando importantes hallazgos.

Además del sol, lo que pica son los mosquitos. Dado la humedad del ambiente, aquí frecuentan estos mo43

lestos insectos los días de calor. Al salir de la carpa, tengo ante mis ojos una panorámica formidable. El río se ve sereno y solo se agita con algunas olas que generan el paso de las lanchas pesqueras que de a poco van apareciendo. Se pueden ver muy a lo lejos, algunas siluetas de la gran ciudad de Buenos Aires. Pensar que a no tantos kilómetros de aquí, cruzando este gran río, existe una selva de cemento superpoblada, mientras en este lugar reinan la paz y el sonido de la naturaleza.

Entre otros pensamientos, me viene a la mente el trágico final que en este lugar le tocó vivir al descubridor del río de la Plata, el español Juan Díaz de Solís2. No fue una muerte cualquiera.

El investigador chileno José Toribio Medina, logró probar que los indígenas guaranizados que vivían en el lugar, mataron y comieron a Solís y todos sus tripulantes. En recuerdo a aquel navegante se erigió aquí un pequeño obelisco.

Además de la relevancia histórica que presenta este lugar, Punta Gorda es un centro turístico atractivo para locales y turistas, que principalmente llegan desde la otra orilla.

Después de levantar campamento volvimos a Nueva Palmira, una localidad de aproximadamente 8.500 habitantes, cuyo motor principal de desarrollo es el puerto y todo lo que alrededor de ello se mueve, es decir la zona franca y el transporte, principalmente maderero. Muchas de las calles en esta ciudad (sobre todo de la periferia) se encuentran en gran deterioro, producto del constante paso de los camiones.

El Paso de Darwin Darwin llegó a Punta Gorda en 1833 durante su célebre expedición por América. El padre de la teoría de la evolución eligió la zona de Punta Gorda como terreno de investigaciones por la importante cantidad de fósiles existentes entre las barrancas. En memoria de su visita se construyó una escalera en forma de caracol, conocida como “escalera de Darwin”. Allí se pueden apreciar las diferentes capas de la tierra estudiadas por el científico. Al comienzo de la escalera que va desde la parte más alta hasta la playa recorriendo la barranca, se encuentra una inscripción que rememora la visita.

Fuente: Guía en Foco 2016 “365 ideas para hacer en Uruguay”

Rincón de Darwin en la pantalla grande En 2013 se estrenó una película roadmovie uruguaya llamada “Rincón de Darwin”, que relata la historia de tres montevideanos que viajan a Punta Gorda, con el objetivo de ubicar una casa heredada por uno de ellos. En el camino deben sortear una cantidad de problemas, donde se ven obligados a evolucionar para lograr su propósito y llegar finalmente al destino. Los actores principales son Jorge Temponi, Jorge Esmoris y Carlos Frasca.

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Dichas actividades traen aparejado algunas graves problemáticas de difícil solución. Es que Nueva Palmira, después de Montevideo, es la ciudad donde más denuncias se han presentado en los últimos años, sobre explotación sexual de niños, niñas y adolescentes (NNA). De hecho, desde hace tiempo hay vecinos que vienen denunciando la situación y promoviendo campañas de concientización sobre el problema3, que se acentúa sobre todo en épocas de zafra en la actividad portuaria, donde llegan a transitar hasta 2000 camioneros por día4.

En Nueva Palmira nos fuimos hasta la agencia de ómnibus que nos llevaría al cuarto departamento en ser visitado por El Gran Tour: Soriano. Arribaríamos a Dolores, desde donde meteríamos nuevamente pedal con destino al pueblo más antiguo del país.

Es mediodía y hay un sol verdaderamente veraniego en Dolores, que para mi gusto tiene una de las plazas más lindad del país, la Plaza Constitución. Para alivianar la carga sobre nuestras espaldas, dejamos las mochilas en la agencia de ómnibus y rumbeamos hacia la Villa Soriano.

El Pueblo más antiguo del país

Contra el turismo sexual infantil El Grupo de Acción Regional de las Américas (Gara) trabaja en la prevención de la explotación sexual y trata de niñas, niños y adolescentes. Está integrado por diversos países a través de sus ministerios de Turismo y por organizaciones internacionales que trabajan específicamente en el tema. Durante el período 2016-2018, Uruguay ocupa la secretaría ejecutiva de dicho Grupo.

Más información en Facebook: GrupodeAccionRegionaldelasAmericas

Algunas versiones señalan que es el primer poblado de Uruguay, fundado en 1624.

Según cuentan historiadores de la zona, la población fue emplazada originalmente en la isla del Vizcaíno, en la confluencia de los ríos Negro y Uruguay, trasladándose posteriormente a tierra firme, debido a las inundaciones y ataques hostiles de indígenas.

Al llegar a la entrada de la Villa, nos bajamos para sacar una foto en el cartel que señaliza el ingreso a la misma. Aquí nos abrazamos con Ayrton con cierta emoción de haber cumplido nuestra primera misión. No es para menos, luego de transitar unos 350 kilómetros de ruta, llegamos al destino final del prime tour.

Allí pasamos entonces por la plaza que hay en la entrada, tomando fotos del viejo timbó aún en pie5. La tradición local le otorga origen por el año 1904, cuando un vecino de los alrededores, apellidado Mendieta, lo plantara para granjearle sombra a su casa. Sin embargo, técnicos del Jardín Botánico de Montevideo, en ocasión de estudios sanitarios que se le efectuaron al Timbó, le estimaron más de 200 años de vida.

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Lugares para recorrer en la Villa Capilla Santo Domingo Soriano Fue la primera iglesia construida en Uruguay, cuya obra culminó en 1797. En abril de 1811, fue bombardeada desde el río por una flota española en represalia por el levantamiento conocido como “Grito de Asencio” que comenzó en febrero de ese año. Una de las balas de cañón arrojadas ese día aún se conserva aquí. El Cristo que se encuentra en la Capilla, fue tallado en madera por indios guaraníes.

Casa de las máscaras Fue construida en 1887. Las obras fueron realizadas por un artesano local llamado Juan Arteaga, quien utilizó caracoles, conchillas y piedras para hacerlas. Su hijo se encarga en estos días de conservar este patrimonio familiar.

Muelle de Villa Soriano Fue uno de los puertos referentes en Uruguay en el siglo XIX. Hoy se utiliza como amarre de embarcaciones de pesca de la zona, así como de yates que llegan aquí.

Museo histórico Villa Soriano Instalado en una casa colonial de fines de siglo XVIII, reconstruido en 1966. Aquí pueden verse objetos antigüos tales como fotos, cuadros, radios, fósiles varios así como documentos de época.

Museo Maeso El 18 de mayo 2017, coincidiendo con el Día Internacional de los Museos, se reinauguró este museo, donde se expone parte de la colección recolectada por Carlos Maeso Tognochi durante la primera mitad del siglo XX. Maeso es considerado por muchos, el arqueólogo pionero en Uruguay. También fue poeta.

Fuente consultada: Sorianoturismo.com

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Ayrton me había sacado varios kilómetros en el viaje de retorno a Dolores. Mientras volvía en solitario, observaba el paisaje campero y fui tomando fotos de Dolores desde lo lejos. Recordando la consigna “departamento fértil” observé con cierta indignación, la gran cantidad de plantaciones de soja, monocultivo de moda que abunda en el litoral y que en gran medida ha sido la causa del creciente proceso de emigración rural en las últimas décadas.

Ciudad Granero del país Con ese título, un enorme cartel recibe a quienes llegan a la ciudad de Dolores.

Localidad ubicada sobre el margen izquierdo del río San Salvador, a 23 km de la desembocadura de éste en el río Uruguay, constituye la segunda población más grande del departamento (después de Mercedes). Viven aquí unos 15 mil habitantes.

Su gran producción cerealera, así como una intensa actividad de acopio de granos, han determinado su base económica en la agricultura y las agro-industrias. Principalmente a partir de la cosecha de soja, lo cual ha determinado que en esta ciudad estén radicadas dos de las mayores empresas agroexportadoras del Uruguay en los últimos años, ellas son Barraca Erro y Agronegocios del Plata.

El característico puente de hierro que cruza el San Salvador, data de 1911, mientras que el puerto, motor históricamente propulsor de la localidad, es muy destacado en el país, siendo entre los siglos XIX y XX una importante escala de la navegación a vapor.

Entre los atractivos más notorios se encuentran el Museo de la Agricultura, la Torre del Reloj, la Iglesia de Nuestra Sra. de los Dolores, el Cementerio Alemán y la rambla “El Camoatí”.

Uno de los mejores momentos para visitar Dolores, es durante la tradicional “Fiesta Nacional de la Primavera”, que tiene lugar en octubre con desfiles diurnos y nocturnos, así como una amplia gama de espectáculos.

Fuente consultada: Sitio web MINTUR / SorianoTurismo.com

En Dolores dimos unas vueltas hasta la salida del coche que nos llevaría a Mercedes. Arriba mismo del ómnibus, pronto para partir, con el motor encendido y lleno de pasajeros, nos tocó vivir una ingrata experiencia.

Totalmente ajenos a la situación, vimos llegar tres móviles policiales. Dos agentes subieron al coche preguntando por “los dueños de las bicicletas”. Todo parecía indicar que “algún vecino preocupado” llamó a la comisaría informando sobre dos forasteros que estaban merodeando la plaza en bicicleta. Uno de los policías argumentó que el robo de birodados es moneda co47

rriente por estos pagos en estos días y aparentemente a alguien se le ocurrió que nosotros dos, seríamos quizás los autores de esos delitos.

La verdad es que fue una situación indignante y por sobre todo, innecesaria. A tal punto que decidimos responder con cierta ironía a las preguntas de los policías, que entre tantas cuestiones absurdas pretendían que les diéramos las facturas de compra de las bicicletas. Evidentemente, gente “de afuera” en bicicleta significa, una amenaza en algunos lugares.

En Mercedes estuvimos solo de paso, ya que en pocas horas saldría el coche destino a Montevideo, viaje que marcaría el final de este primer y memorable tour.

Juan y Ayrton llegando a Tres Cruces.

por Alberto Plorutti Raffo Vecino de Dolores

Esto es el paraíso Era verano. José, primo político, montevideano radicado en Australia, había llegado a Uruguay para visitarnos.

Por unos días paseamos por Dolores, conociendo sus atractivos y sus historias.

Desde su ejido minado de chacras y silos graneleros hasta su nutrido conglomerado edilicio, sobresaliendo en lo social la Sociedad Italiana, el Club Unión (primero del Interior del país), el Centro Recreativo Cine y Teatro Paz y Unión, la Asociación Agropecuaria frente a la Plaza Constitución, la Iglesia y Parroquia Nuestra Señora de los Dolores, entre otros.

Tomando unos mates en el centro de esta Plaza le llamó la atención su estatua, una india de poncho al viento, espada señalando el cielo y un seno al aire. “Es nuestra Estatua de la Libertad”, le dije con orgullo, levantada en honor a la primera acción de los Treinta y Tres Orientales, luego de que desembarcaron en la Playa de la Agraciada.

Por aquellos días visitamos también uno de los museos que hay en la ciudad. El Museo Regional de la Agricultura, hoy a cargo del Centro de Interpretación Lacán Guazú. Allí hurgamos en la Historia de Dolores, cuyas raíces se internan en los albores de la colonización.

Entre Víboras (inmediaciones de Carmelo) y Santo Domingo Soriano, un rancherío de marginales se instalaba a orillas del Camino Real que unía estos dos centros poblados de avanzada en la Banda Oriental. “Pueblo de ratas”, se llegó a sentenciar, ubicado en paraje Espinillo, tomando de éste su nombre primigenio hasta su traslado

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definitivo a orillas del San Salvador, donde toma el nombre “Dolores”, previo intento en el tiempo de refundarlo en Puerto Aldao (hoy Balneario La Concordia) sobre el Río Uruguay.

En el Museo pudimos ver, como en base a sus Inmigrantes de muy variadas procedencias, devenidos en Agricultores, Dolores fue creciendo. A fines del 1800 instaló su primer molino harinero, inaugurando su perfil industrial y comercial, potenciado por el horizonte que le abría su puerto (pujante hasta le década del 50), por el que se intercambiaba mercaderías y pasajeros con Buenos Aires.

Durante su estadía, José no dejaba de disfrutar de la Rambla sobre el río San Salvador y la Península. En mi caso, como habitante del lugar no me parecía tan sorprendente.

En su último día en Dolores, invité a mi primo a una salida de pesca. Así fue como a las 5 de la mañana nos levantamos para ir al río en bicicleta. Todavía estaba oscuro cuando nos embarcamos en la canoa. Remamos mil metros río abajo dejando el puerto atrás y costeando la Península. Disfrutamos el corto trayecto y atamos la canoa en unos sarandíes en la boca del Arroyo Magallanes, frente a las ruinas del Molino Viejo.

Encarnamos unos bogueros y tiramos. Conversamos muy poco, el silencio invitaba en la tibia madrugada de verano. Con las primeras tímidas claridades, una

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sinfonía de pájaros comenzaba su concierto a la vez que desde el quieto espejo del agua, se levantaba una misteriosa bruma envolvente que lentamente nos dejaba ver el largo paisaje del Río. Amanecía. Una levísima brisa nos inundó de frescor húmedo. Seguíamos sin decir palabra. Yo lo observaba intuyendo mi acierto; estaba inmóvil el hombre, tan lejos de su Australia adoptiva.

De repente, dejó delicadamente la caña y se recostó inspirando profundamente, manos en la nuca sobre la proa, exclamando: “¡Esto es el paraíso!”

1. Charles Robert Darwin (1809-1882). Naturalista británico que formuló sobre bases científicas la moderna teoría de la evolución, expuesta en su obra sobre el origen de las especies (1859). En calidad de naturalista de la expedición, recorrió el mundo a bordo del H.M.S. Beagle (1831-1836).

2. Juan Díaz de Solís (1470-1516). Navegante y explorador español considerado como el primer europeo en llegar al Río de la Plata.

3. “Nueva Palmira y Carmelo: Vecinos solicitan mayor compromiso para prevenir y denunciar la explotación sexual infantil”, publicado en http:// www.buentrato.org.uy/nueva-palmira-y-carmelo-vecinos-solicitan-mayor-compromiso-para-prevenir-y-denunciar-la-explotacion-sexualinfantil/ 4. Una investigación abordó este tema en "La explotación sexual y comercial de niños, niñas y adolescentes en Nueva Palmira en la percepción de los actores locales", libro publicado en 2010, cuyos autores son Luis Purtscher y Cristina Prego Tamuja.

5. Al año siguiente de la visita al pueblo, nos enteramos de la triste noticia de que el histórico timbó se había secado, quedando hoy solamente su esqueleto.

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Día 7

Otra vez la ruta Miércoles 15 de junio de 2013. A casi dos meses del primer viaje, llegó el tan ansiado momento de volver la ruta, con la diferencia de que el grupo ahora sería bastante más numeroso. Ello en gran parte, fue producto de la repercusión generada a través del Facebook, canal por el cual mucha gente se enteró de la existencia de El Gran Tour por el paisito.

Al igual que aquella mañana de marzo, cuando se dio el comienzo oficial de la travesía, desde temprano aguardaba la llegada de Federico y Sebastián en el automóvil que nos trasladaría por localidades de Canelones, Florida, Durazno y Lavalleja. Por supuesto, no faltarían las bicicletas, las que pudimos cargar en un sofisticado portador que el mismo Federico consiguió.

El tema de ir en auto sin dudas lo facilitaba todo y también aseguraba la posibilidad de evitar agarrar frío a la intemperie. Esto se dio gracias a que El Gran Tour, fue seleccionado por los Fondos de Incentivo Cultural, que otorga el Ministerio de Educación y Cultura1. De esa forma pudimos conseguir algo de dinero, con el cual pagaríamos el alquiler del vehículo y alguna comida durante todo este viaje.

La segunda parada fue en Brazo Oriental, donde se subieron Lucía y Eugenia, las mujeres que integrarían el grupo de viaje.

El destino final dentro de Montevideo, sería el barrio Capurro, donde sumamos al benjamín del equipo, Ayrton.

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Somos mucho más que dos Federico, Lucía, Eugenia, Juan, Sebastián y Ayrton junto a Gustavo, vecino de Aguas Corrientes.

Sebastián Las vueltas de la vida y este país tan chiquito en el cual vivimos, me llevaron a conocer a este amigo, tiempo antes de que El Gran Tour, se hiciera realidad. Fue en una actividad de turismo comunitario que se realizó en Trinidad. Meses después, un curso relacionado con innovación en turismo nos volvió a cruzar en el camino, donde se forjó una amistad que determinó su ingreso al proyecto.

Federico En el mismo curso donde me reencontré con Sebastián, conocí a éste gurí, oriundo de Montevideo pero de infancia en Quebracho, Paysandú. Ni bien se enteró del proyecto, comenzó a aportar ideas y mostró su evidente interés en formar parte del mismo. Aficionado de la fotografía y con un espíritu aventurero intachable, Fede es un compañero de ruta incondicional.

Lucía Una tarde llegué a casa y al abrir mi cuenta de Facebook, me encontré con un mensaje de una chica que estudiaba profesorado de biología interesada en conocer lugares del Uruguay com El Gran Tour. Poco tiempo después, se convirtió en una de las integrantes del equipo viajero.

Eugenia De la mano de Lucía, apareció Eugenia, a quien tuve oportunidad de conocer en persona pocos días antes del segundo viaje. Estudiante avanzada en agronomía, defensora de la naturaleza, también se sumó al equipo para vivir la aventura.

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De camino por ruta 5, entre grandes charlas y planes nos dirigimos a la bodega Juanico, donde días atrás, habíamos coordinado realizar una visita guiada.

A diferencia del primer viaje, en esta ocasión con el equipo viajero, habíamos concretado varias reuniones para diseñar y planificar los lugares a visitar. En casi todos los casos, siempre terminábamos en una misma discusión, que tenía que ver precisamente con la planificación.

Es que si bien, al igual que como pasaría con todos los viajes, siempre habría una idea de “qué lugares visitar”, en líneas generales todos compartíamos el pensamiento de que, dejar librado a la espontaneidad el viaje y no estructurarlo de antemano, lo haría más enriquecedor.

Salvo pocas excepciones, con esa lógica fue que nos manejamos durante todo El Gran Tour. ¿Qué mejor que dejar librado a la vivencia misma, la maravillosa experiencia de viajar?

En lo personal, durante todos los viajes realizados por el Uruguay en estos años, siempre viví con más emoción las cosas que pasaron sin planificarse de antemano. Creo que aquí está la diferencia esencial entre lo que es un turista y un viajero.

Mientras que el primero viaja con una idea de lo que va a ver, el segundo suele vivir el viaje con un espíritu más aventurero, abierto a conocer nuevas experiencias y culturas.

De todas maneras, no es una cuestión de embanderarse en una u otra categoría, y de hecho creo que todos en determinados momentos o circunstancias de la vida, podemos vivir un viaje de una u otra manera.

Volviendo al viaje, la visita al Establecimiento Juanicó, ubicada en la localidad homónima, fue una buena oportunidad para poder conocer acerca de la cultura vitivinícola. Nuestro país cuenta con una amplia cantidad de bodegas en todo el país, donde se producen vinos de excelente calidad y en los últimos años, se han ido acrecentando las propuestas turísticas al respecto. De hecho, existe un proyecto de turismo enológico impulsado por bodegas familiares de esta región.

Los Caminos del Vino Los Caminos del Vino es una propuesta desarrollada por un grupo de bodegas familiares uruguayas, para dar a conocer la cultura del vino. Se trata de un proyecto de la Asociación de Turismo Enológico del Uruguay.

Con la ayuda de los protagonistas de la actividad, portadores de la vocación y del compromiso familiar de cada bodega, Los Caminos del Vino abre las puertas de sus bodegas y viñedos uruguayos para el mundo, para compartir los misterios de la uva y de la elaboración del vino como una experiencia sensorial completa. Por medio de visitas guiadas, degustaciones, almuerzos y eventos, se invita a conocer las opciones de cada bodega, a participar de las actividades y disfrutar la gastronomía y la experiencia enoturística que ofrece Los Caminos del Vino.

La propuesta es desarrollada por bodegas localizadas en los departamentos de Montevideo, Canelones, Maldonado y Rivera.

Mientras aguardábamos por la llegada del guía, nos pusimos a conversar con el señor enMás información: www.loscaminosdelvino.com.uy

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La barra en Establecimiento Juanicó

cargado de la parrilla, cuando llegan los turistas al lugar. Hace mucho tiempo que vive en esta zona, y dice estar sorprendido por el gran crecimiento de casas y habitantes que hubo en los últimos años.

Nos mostró también su bicicleta, con la cual todos los días se traslada de su casa al trabajo.

Al igual que otras localidades metropolitanas, Juanicó está considerada como otra de las “ciudades dormitorio” cercanas a Montevideo. Es decir, un lugar más económico y no tan alejado de la capital, para quienes precisamente trabajan en la gran ciudad.

Este pueblo habitado por poco más de mil habitantes, debe su nombre a Cándido Juanicó, un visionario, que por 1830 rompió con la tradición ganadera y construyó una cava para cosechar vinos de alta categoría debido a la favorable climatización del predio.

Con esta historia, no podíamos obviar un paseo por las viñas y la bodega que en definitiva dio origen a esta población. Y así fue que, poco antes de caer el sol, apareció Diego Ruiz, el guía que nos contó sobre el proceso de elaboración, nos llevó a visitar la planta de envasado, las líneas de entrada y finalmente la cava, donde la familia -propietaria de la bodega- conserva sus mejores y más añejos vinos.

Con la jornada ya oscureciendo -y por cierto bastante fría- continuamos el camino hacia Aguas Corrientes. Antes de llegar a las instalaciones de la Asociación de trabajadores de COPSA (ATC) donde pasaríamos la noche, entramos a un pequeño almacén de dicha localidad.

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Allí nos atendió una chica llamada Sofía con quien conversamos largo y tendido al igual que con Gustavo, un trabajador de la planta potabilizadora de OSE2, fuente de ingresos de varias familias que viven aquí. Al calor de una vieja salamandra, en el salón comunitario de ATC, nos esperaban Federico y Nacho, padre e hijo respectivamente. Primero con mate, y luego grapa miel, fuimos compartiendo historias de vida.

Federico, es un jubilado de COPSA que desde hace muchos años, eligió vivir en Aguas Corrientes, pueblo cuya tranquilidad lo enamoró. Su hijo Ignacio, vive en Maldonado y viene de vez en cuando a visitarlo. Mientras afuera, Fede y Seba se encargaban de cocinar a la parrilla el pescado que nos habían regalado, adentro, pegados a la salamandra, Ayrton y las chiquilinas miraban de reojo una película de acción a la misma vez que intercambiaban conversación con los anfitriones. Al finalizar la noche nos obsequiaron un libro con la historia del Club Náutico local.

Pescado de arriba Entablar diálogo con los pueblerinos, es sin dudas una de las cosas más lindas y pintorescas que forman parte de cada viaje y muchas veces llevan a consecuencias jamás pensadas.

Merodeando en la fría noche de Aguas Corrientes, llegamos hasta el muelle del Club Náutico, donde nos cruzamos con unos paisanos que venían arribando en su lancha, luego de una tarde de pesca.

Uno de ellos, de nombre José, además de contestar minuciosamente a nuestras preguntas, nos sorprendió con un obsequio. “Esto es para ustedes” nos dijo, mientras sacaba una bolsa de arpillera que contenía un dorado y dos sábalos.

Para agradecerles el presente, los invitamos a cenar, aunque se excusaron dado que debían volver a sus casas. Una pequeña historia que habla de la amabilidad espontánea y que aún persiste en el Uruguay “tierra adentro”.

Pescado a la parrilla en Aguas Corrientes.

Juan y los dos Federicos.

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1. El objetivo principal de los FI es desarrollar la interacción y la cooperación entre el sector artístico cultural (artistas, instituciones y gestores culturales) y el sector contribuyente dispuesto a aportar recursos económicos a fin de generar inclusión, sentido de pertenencia y responsabilidad social empresarial.

2. Obras Sanitarias del Estado, empresa pública encargada del abastecimiento de agua potable y saneamiento en todo el país.

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Día 8

Pa Florida me voy Jueves 16 de junio de 2013. La mañana se presentaba gélida. Prueba de ello, era la escarcha que blanqueaba el auto alquilado. Lucía, acostumbrada al asfalto de la capital y expectante de poder ver un amanecer en el campo, fue la única madrugadora y valiente que se animó a pedalear para observar ese espectáculo.

Al igual que los restantes compañeros de viaje, yo opté por resguardarme un poco más debajo de la torre de frazadas con las que me había cubierto la noche anterior, hasta que finalmente decidí levantarme para escribir apuntes del viaje.

Sobre las nueve de la mañana nos dirigimos hasta el Náutico, donde nos encontramos con Daniel, profesor de remo del club, quien la noche anterior nos había invitado a pasear en canoa por el Santa Lucía, uno de los ríos que integra la cuenca homónima, fuente principal de abastecimiento de agua potable en el país.

Concretamente el 60% de los uruguayos consumen agua proveniente de este lugar.

En algunas partes del río, se observa un 57

color extraño que desata nuestros comentarios, los que vinculamos con las denuncias por contaminación que por estos días acaparan atención mediática y preocupan a la población1. Justo aquí, donde se encuentra la planta potabilizadora de OSE más importante del Uruguay, fundada en 1871 y que da nombre al pueblo. Después de la travesía y cuando asomaba algo de sol, decidimos continuar el viaje. La próxima parada sería Santa Lucia (otra “ciudad dormitorio”) donde debíamos dejar a Sebastián, que debía volver a Montevideo por su trabajo.

Por primera vez en el tour, salió pedaleo de la mano de Eugenia, Ayrton y Lucía. Federico, Seba y yo, acompañaríamos a moderada velocidad en el auto.

Luego continuamos la ruta con destino a Florida, pasando previamente por dos pueblos pintorescos, 25 de agosto (el último pueblo adonde llegan trenes de pasajeros) y Cardal, ubicados en el suroeste del departamento. Para ello tuvimos que tomar la ruta 11, la 78 y la 77.

Dos destacados carteles dan la bienvenida a pueblo Cardal. Uno de ellos anuncia al pueblo como “Capital de la Cuenca Lechera”. De hecho, hay quienes comentan por aquí que la localidad responde por el 30% del total de producción lechera del Uruguay. El otro cartel alude al primer pueblo donde llegó el Plan Ceibal2, en 2007.

Almorzamos frente a la vieja estación y luego sacamos algunas fotos del lugar. Otro pueblito más, donde los vagones abandonados, contagian un recuerdo nostálgico por un pasado que nos es ajeno a la mayoría de los que hasta aquí llegamos.

Sin embargo, al igual que como me pasó en Mal Abrigo, indefectiblemente busco recrear en mi mente el movimiento y la dinámica que algunos años atrás, el paso del tren debe haber generado. Con el correr de la tarde, el frío te helaba la sangre, por lo cual no vimos otra mejor opción que continuar hacia Florida. De todas formas, sabríamos que al día siguiente volveFiesta de la leche Cada octubre y desde 2006, en Cardal se realiza “La Fiesta Nacional de la Leche”, que surge a partir de una celebración que llevaron a cabo las fuerzas vivas de la localidad por la nominación de Villa Cardal como “Capital de la Cuenca Lechera”, en 2005. La oferta de opciones para los visitantes es variada, hay actividades relacionadas a la producción, a lo académico, al esparcimiento, la tradición y la gastronomía. El plato fuerte es la elaboración del “Arroz con leche Gigante”, sello de identidad de la fiesta.

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ríamos a visitar Cardal, porque mucho nos habían hablado de este lugar tan especial y con prometedoras historias. De camino a Florida, atravesamos la ruta 76 donde ingresamos a la altura del kilómetro 8, el Centro de Recreación Paso Severino, un lugar que cuenta con todos los servicios y donde habitualmente llegan excursiones mediante el Programa Turismo Social3.

Paso Severino El Centro de Recreación está ubicado en una zona de particularidad ecológica, dado la variedad de flora y fauna que alberga. La infraestructura se extiende sobre el Río Santa Lucía Chico, donde está ubicada la represa de Obras Sanitarias del Estado (OSE). A comienzos de la década del 80, la edificación de la presa requería un obrador que albergara al personal que la construiría. Las instalaciones iniciales fueron barracas compuestas de techos livianos y revestidos con materiales económicos, pensadas exclusivamente para el tiempo que demandara la obra.

Finalizado el trabajo, el personal asignado al obrador promovió acciones para darle continuidad a la infraestructura creada y dotarla de servicios como centro de recreación para funcionarios/as de OSE. En noviembre de 1985, el Directorio de OSE, encomienda efectuar acciones para “convertir en parque de vacaciones el actual obrador”. En la semana de turismo de 1990, comienzan a funcionar las antiguas habitaciones de las barracas como hospedaje del parque de vacaciones para los funcionarios/as. En el año 1992, el Centro de Recreación Paso Severino comienza a abrir sus puertas a la comunidad; recibiendo visitas de particulares, instituciones educativas, deportivas y culturales.

El parque cuenta con piscinas, salón para eventos, parrilleros, canchas deportivas, entre otros servicios. Además, hay cabañas y habitaciones equipadas para disfrutar en pareja y/o familia.

Por más información: www.pasoseverino.com

En la ciudad capital, nos fuimos hasta la oficina de turismo de la Intendencia, donde nos recibió el Maestro Gervasio Martínez -Director de dicha dependencia- junto al asesor en la materia, Néstor Barreto. Ellos nos brindaron información sobre los atractivos que Florida tiene para ofrecer y también nos habilitaron alojar en una de las preciosas cabañas municipales ubicadas en las inmediaciones del Parque Robaina. Florida nos recibió hospitalaria y con la promesa de asombrarnos con lugares e historias que en este departamento habitan.

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1. En el momento que realizamos la visita a esta localidad, eran de conocimiento público las denuncias realizadas por el olor y sabor que tenía el agua proveniente del Santa Lucía. A nivel oficial, se informó de la aparición de cianobacterias en los embalses de agua potable, lo cual llevó tiempo después a que el gobierno ponga en marcha el Plan de la Cuenca del Santa Lucía, con el objetivo de revertir el proceso de décadas de intensificación productiva industrial, ganadera y agrícola.

2. Es un plan socioeducativo impulsado desde 2007 por el gobierno nacional; basado en la entrega de una computadora portátil a cada niño y maestro del Uruguay. Está inspirado en el programa One Laptop per Child, de Nicholas Negroponte.

3. El Sistema Nacional de Turismo Social, impulsado por el Ministerio de Turismo, tiene el propósito de hacer accesible al mayor número de personas el disfrute del tiempo libre y la recreación, posibilitando el viaje a lugares turísticos de calidad y a precios accesibles. Más información en www.turismosocialuruguay.gub.uy

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Día 9

Florida histórica, mística y natural Lunes 17 de junio de 2013. La mañana despuntó fresca en el Parque Robaina. La noche anterior, el Maestro Gervasio Martínez, nos contó con lujo de detalles historias y lugares de este departamento. La pasión que le puso a sus relatos, nos invitó a pensar en que había que aprovechar lo máximo posible nuestra estadía por estos pagos. Sobre todo, teniendo en cuenta que los días son más cortos a esta altura del año, por lo que es obligatoramente necesario madrugar.

El primer encuentro del día, fue con una guía de la Intendencia, llamada Adriana. Con ella realizamos un recorrido por lugares históricos y religiosos de la ciudad.

No me quedan dudas de que a nivel nacional, Florida es uno de los destinos donde el turismo religioso abunda. Es que, según nos comentaba Gervasio, Florida tiene más de 40 capillas y templos de diferentes credos religiosos asociados al origen de nuestra patria y al proceso de integración de diferentes inmigrantes al Uruguay.

El city tour nos trasladó a la plaza Asamblea, escenario donde se suscitó la Defensa de la villa en 1864 y en cuyo interior se encuentra el impresionante monumento a la Declaratoria de la Independencia. En una de las calles laterales, se ubica la Catedral Basílica de los Treinta y Tres.

El trayecto ineludiblemente incluyó la Capilla de San Cono, venerado por mucha gente. Allí 61

me llamó la atención, la variedad y cantidad de ofrendas que se encuentran. Algunas muy pintorescas, como una camiseta firmada por Diego Forlán o una corbata del expresidente Jorge Batlle. Hay también decenas de motos y bicicletas, vestidos de casamiento y otros elementos de valor material y afectivo para mucha gente creyente en este santo.

Imperdibles en la ciudad de Florida foto Intendencia de Florida

Piedra Alta Es una formación rocosa en las afueras de la ciudad de Florida, a orillas del río Santa Lucía Chico. En este lugar, el Congreso de la Florida promulgó las tres leyes fundamentales del 25 de agosto de 1825, que declaraban la independencia de la Provincia Oriental del Imperio de Brasil (Ley de Independencia), la unión a las Provincias Unidas del Río de la Plata (Ley de Unión) y el diseño del nuevo pabellón de la provincia (Ley de Pabellón). Por esta razón, Florida fue denominada “Altar de la Patria” en el año 1900 y declarada monumento histórico nacional.

Parque Robaina Se encuentra sobre el Río Santa Lucía Chico, en el margen contrario a la Piedra Alta. Se extiende a lo largo de unas quince cuadras de flora y fauna autóctona. Punto de encuentro para los floridenses durante el verano, dado que allí es el lugar ideal para disfrutar baños recreativos.

Plaza Asamblea Fue fundada hace más de doscientos años y declarada Monumento Histórico Nacional.

En ella se ubica el monumento de la Declaración de la Independencia, creado por el escultor italiano, Juan Ferrari, y en cuya parte inferior se encuentran tallados los nombres de los 33 Orientales.

Catedral Basílica de los Treinta y Tres Se encuentra ubicada frente a la plaza Asamblea. Es un monumento histórico nacional de estilo renacentista construido en el siglo XIX. Sus puertas enormes de bronce fueron hechas por José y Stelio Belloni en 1962.

Capilla San Cono Los inmigrantes italianos que se instalaron en Florida trajeron desde la localidad de Teggiano una reproducción de la imagen de San Cono, construyendo poco tiempo después la capilla.

A este Santo se le atribuyen varios milagros por lo cual fue ganando fieles con el paso de los años. Todos los 3 de junio miles de fieles y seguidores se congregan aquí para participar de la procesión.

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Adriana nos llevó también a visitar el Centro de Convenciones y Sala de Casino que recientemente se había inaugurado en la zona céntrica, un atractivo interesante en este departamento que busca también apostar al turismo de congresos.

Le pedimos a nuestra guía que nos llevara a conocer propuestas más ligadas con la comunidad. Y así fue que nos contó sobre un interesante programa denominado “Huertas orgánicas y frutos nativos”, desarrollado por el gobierno departamental, a través de su Dirección de Desarrollo Sustentable. Se basa en brindar asesoramiento técnico y entregar semillas a familias de Florida, interesadas en cultivar alimentos para consumo propio.

Por lo visto, hay un buen vínculo entre la comunidad y las huertas en esta ciudad. Adriana nos llevó también a recorrer el Centro Juvenil Integral1, una de las tantas instituciones que forman parte de ese programa, donde también se encuentra la Escuela Agraria. Entre tantas actividades que se desarrollan aquí, existe una huerta orgánica como parte de las propuestas que se realizan con el objetivo de lograr la inserción social y laboral de adolescentes, en distintas situaciones de vulnerabilidad.

La verdad es que quedamos enganchados con el recorrido y entonces decidimos seguir en la misma sintonía. Así fue que nos dirigimos al Centro Educativo Integral “Juegos y sueños”. A este lugar, día a día asisten cientos de niños de entre 3 y 7 años. Fuimos recibidos por la Jefa Departamental, Mariela Hernández y un gurí llamado Christian, que nos mostró la pequeña huerta en la cual vienen trabajando.

Luego, el mismo Christian, junto a Fede (con su natural alma de animador) y Lucía, organizaron juegos para los más chiquitos. Mientras tanto, Ayrton y yo, recorrimos las instalaciones acompañados de Martha, Coordinadora de la Guardería, quien con sus orgullosos 32 años de trayectoria y denotando cierta emoción, nos contó sobre el valioso trabajo que aquí realizan.

Historia de otra Defensa Al igual que como ocurrió en Paysandú, Florida también padeció en 1864, el sitio y asedio de las tropas del General Venancio Flores. El episodio ocurrió el 4 de agosto de 1864; el hombre que comandó la Defensa de dicha ciudad fue Jacinto Párraga.

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A diferencia de lo ocurrido en la ciudad litoraleña, donde los soldados combatieron durante 33 días, la pequeña guarnición de Párraga, cayó en manos de los sublevados, en tan solo un día de combate. Hubo muchos muertos de ambos bandos, pero al enterarse Flores que los bravos de Párraga habían cobrado la vida del joven teniente Venancio (uno de sus hijos), se enfureció y ordenó a los suyos fusilar a los jefes vencidos.

Según testigos de la época, al momento de capitular, un estoico Párraga no pidió clemencia para él, sino tan sólo que se respetara la vida de sus soldados. Testimonios de tradición oral que aún circulan por Florida, recuerdan que Párraga había combatido tan heroicamente, que cuando iba a ser fusilado, los soldados que serían sus verdugos, dudaron por un instante de que se mereciera aquella muerte infame.

El valiente defensor abrió su camisa, e indicándose el pecho ordenó a sus fusileros: “si trae esa orden, cúmplala”.

Sobre las cuatro de la tarde, volvimos a la ruta nuevamente con rumbo a Cardal donde nos encontraríamos con un baqueanazo de los buenos, Washington Del Valle.

Proveniente de una de las familias más antiguas del pueblo, Washington es un apasionado por la historia del lugar, la cual ha investigado durante años. Es además un notable narrador.

Capilla Fenocchi.

Villa Cardal, además de ser reconocida por su producción lechera y como primer pueblo adonde llegó el Plan Ceibal, gracias al impulso de este baqueano, también se ha ido posicionado como destino turístico atractivo por sus leyendas y rincones místicos.

Y si hablamos de lugares místicos, sin dudas el más atrapante que hay en los alrededores del poblado, es la Capilla Fenocchi.

Una capilla perdida en el campo La capilla Fenocchi fue construida en 1891. Se encuentra en una zona rural alejada del pueblo. No es fácil llegar si uno quiere ir por su cuenta, por lo cual es necesario contar con el guiado de Washington, quien además le pone un valor especial al recorrido, a través de su narración y conocimiento sobre el lugar.

Fue obra de don Pedro Fenocchi, un inmigrante italiano que llegó a finales del siglo XIX a instalarse por estos lares junto a su familia, compuesta por su mujer y 64

ocho hijas. La tragedia golpeó duramente a aquella familia, que sufrió la pérdida de cuatro de sus hijas, quienes murieron en poco tiempo debido a una epidemia de difteria.

Por restricciones sanitarias de la época, los cuerpos de las fallecidas no pudieron ser enterrados en el cementerio, por lo que el matrimonio optó por enterrarlas a unos kiWashington. lómetros de donde se encontraba su casa. Ese lugar fue precisamente aquí, donde se erigió esta capilla levantada en recuerdo a aquellas hijas trágicamente desaparecidas.

Lo cierto es que en este espacio rodeado de árboles y verdes praderas, se respira una energía muy especial y sobre todo, paz absoluta. El silencio del campo es solo interrumpido por el sonido de la cañada (“arroyito la capilla”) que corre cercana y el canto de los teros que de vez en cuando irrumpen en escena.

Cuatro grandes árboles (plátanos) alrededor de la capilla, le aportan otro elemento mágico a la historia. Fueron plantados en recuerdo a cada una de las hijas fallecidas y si bien hoy solo tres se mantienen en pie, la curiosidad es que de cada uno de ellos surgen casualmente cuatro troncos. También hay una cruz que simboliza las manos de las cuatro niñas muertas. Washington también remarca que a los niños les encanta ir al lugar porque lo consideran un “bosque encantado”. Al fin y al cabo, hechos que movilizan a cualquiera que visite el lugar y que lo invitarán a la reflexión espiritual.

Cada vez son más las personas que llegan a Cardal para conocer este místico lugar. Muchos de ellos, según del Valle, lo hacen en busca de un “gran abrigo” de paz para el alma, que sin dudas el entorno ofrece.

La historia de la capilla, no surgió solamente como la necesidad de recordar la pérdida de una familia, sino también es una señal de que "es posible salir adelante más allá de las adversidades que la vida presenta", así al menos lo expresa Washington.

Cuando la noche empezó a caer, nos volvimos de regreso a Cardal. En el transcurso de esos kilómetros, Washington nos siguió contando otras leyendas del pueblo y también sobre el misterioso piso del club 19 de abril, cuyas baldosas tienen esvásticas, aparentemente por obra de un soldado nazi que se escondió en el pueblo, tras la caída de Hitler en Alemania.

La noche estaba oscura, aunque una inmensa luna iluminaba el lugar. Con una sensación de misterio generada por el guía, dejamos atrás Cardal para regresar de nuevo a Florida. Así finalizó una muy intensa jornada de El Gran Tour.

Cardal mágico Para conocer las historias mágicas del pueblo, es recomendable hacer el recorrido con Washington Del Valle.

Cel. 099 568 790

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EN LA RUTA El avance del medio rural Uno de los hechos que me ha suscitado la reflexión durante las recorridas, es el avance en materia de acceso a los servicios básicos y tecnologías que se puede percibir en localidades del interior -aún en las más alejadas- del Uruguay.

En lo personal me ha llamado mucho la atención este aspecto, ya que nací y me crié en el campo, en un pueblito del noreste de Canelones donde era muy común vivir con la sensación de encontrarse aislado y alejado de las cosas.

Hoy tengo la suerte de estar recorriendo localidades, incluso más chicas que la que viví y me sorprende ver como se ha reducido la brecha entre los ciudadanos de zonas urbanas y rurales.

De aquellos tiempos en que no existía el celular y con suerte se podía tener un teléfono a manija (con funcionamiento limitado) ahora uno observa paisanos a caballo utilizando su propio aparato móvil, el que se puede conseguir por una suma no tan disparatada.

Otro ejemplo es el uso de las computadoras. Recuerdo que mi familia fue una de las primeras en tener una computadora en su casa, hecho que era motivo de admiración y comentarios de los pueblerinos. Hoy, la realidad muestra que aún en el campo más profundo, no son pocas las familias que tienen acceso por lo menos a una computadora y que usan internet. Y sin dudas aquí el efecto del Plan Ceibal sobresale, ya que en pocos países del mundo existe la posibilidad de que cada niño tenga su propia pc.

Se trata de un hecho justo. Todos los ciudadanos de todos los puntos del país deben contar con las mejores posibilidades para tener una mejor calidad de vida. Es cierto que aún quedan lugares donde hay personas que carecen de energía eléctrica, donde el agua potable no llegó, o donde los servicios de salud merman. Pero vale mencionar que se ha dado un gran paso hacia adelante, en general, para todos los uruguayos.

La nueva realidad muestra un equilibrio en la balanza, que históricamente pesaba solamente para los pobladores de las ciudades más habitadas.

En definitiva, el Estado debe garantizar los derechos de todos y en este aspecto, creo que nuestro país ha progresado notoriamente en los últimos años. Aunque todavía queda camino por recorrer.

1. El Centro Juvenil Integral se encuentra en la zona periférica de la ciudad de Florida. Funciona en convenio entre el Instituto Nacional del Adolescente (INAU), Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y la Universidad de Trabajo del Uruguay (UTU).

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Día 10

Sarandí Grande y Durazno Martes 18 de junio de 2013. Mañana fresca en Florida. Al igual que los anteriores días, nos levantamos bien temprano para armar el equipaje y continuar con el tour.

Mientras Federico guarda las mochilas y acomoda las bicicletas en el auto, Ayrton y Lucía se dedican a la limpieza. Yo preparo el mate mañanero a la vez que organizo los mapas ruteros.

Todo parecía tranquilo, hasta que se dio una cadena de hechos que complicaron en cierta medida la jornada. Lo primero, un percance con al auto (y las bicis que iban en el portador), resultado de la "novelería" de Lucía por manejar el auto.

Salió a dar una vueltita por la ciudad, acompañada de Ayrton, pero al regreso se “comió” un badén que hizo volar las bicis. Para colmo, en el ínterin en el cual Federico y yo salimos a ver el estado en el que habían quedado las bicis y el auto, a mí me robaron la cámara de fotos, que había dejado sobre una mesa, adentro de un comercio. No pude ocultar mi amargura por el suceso que significó la pérdida de un montón de material generado en el viaje, como también algunos videos que había grabado en el primer tour. De ahí en más, aprendí a respaldar todos los archivos cada vez que vuelvo a mi casa.

La amargura por el episodio me duró un buen rato, pero el volver a la ruta me haría olvidar ese mal trago. Ahora era momento de visitar Durazno, en el corazón del país.

Tomamos rumbo nuevamente por la ruta 5, por donde circula asiduamente una cantidad 67

de camiones cargados de madera, tractores y cosechadoras que, a paso lento, abarcan gran parte del camino. El tránsito pesado es muy frecuente por estos pagos, lo cual es observable a simple vista por el estado en el cual se encuentra el camino en algunos tramos.

A medida que transcurrimos los kilómetros, paramos para disfrutar el puro aire del campo y tomar algunas fotos.

El último punto del departamento de Florida, sería la localidad de Sarandí Grande, denominada la “cuna y capital de los raid hípicos”.

Es la segunda mayor localidad de Florida, fue fundada en 1874 como parada de ferrocarril y está ubicada a pocos kilómetros del sitio donde en 1825 se llevó a cabo la batalla de Sarandí. Cuenta con poco más de 6 mil habitantes.

Capital de los raid hípicos Esa denominación surgió a cuenta de que el primer raid se realizó en esta ciudad, en 1913. Según algunos especialistas en el tema, el Raid Hípico es un deporte casi desconocido por los montevideanos pero en el interior hay lugares donde existe fuerte arraigo, y donde incluso es la principal competencia para muchas poblaciones.

Estas carreras son marchas de fondo a caballo en las que representando a distintos clubes, caballos y jinetes compiten en una cabalgata que va desde 60 kilómetros en las apodadas pruebas cortas, y entre 80 y hasta 115 kilómetros en las denominadas pruebas largas. Ello conlleva en muchas ocasiones a la muerte de los caballos, lo cual ha sido denunciado por defensores de animales, en varias oportunidades1. fuente: raidistas.com

Pasamos por la estación y visitamos también dos lugares simbólicos de la ciudad, la Iglesia de Nuestra Señora Del Carmen con su “Cripta de la Paz” (fundada para recordar los martirios en Auschwitz) y la Plaza Alejandro Gallinal.

Lucía, fiel a su gusto por los cultivos orgánicos aprovechó para surtirse de algunas frutas en uno de los puestos de la feria vecinal. De aquí en más, sólo haríamos ruta en el auto durante unos 50 kms hasta llegar a Durazno.

Al poco tiempo de llegar, hicimos una pasada por el Museo “Casa de Rivera”, donde charlamos brevemente con el historiador reconocido y referente local, Oscar Padrón Favre2. Este edificio supo ser residencia del General Fructuoso Rivera y fue epicentro de sus acciones políticas y militares en los períodos de 1821 a 1826 y de 1829 a 1843.

Tras salir de dicha charla, y con ganas de alejarnos un poco de las urbes -tan frecuentadas en los últimos días- queríamos aprovechar que aún quedaba luz solar, entonces decidimos hacer unos 45 kilómetros más hacia el norte del departamento, hasta llegar a Carlos Reyles.

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Batalla de Sarandí Fue una batalla librada por los orientales el 12 de octubre de 1825, contra las tropas brasileñas enviadas a detener el avance de la Cruzada Libertadora.

El ejército oriental estaba compuesto por tres cuerpos: por un lado, el comandado por el Gral. Fructuoso Rivera, que venía de vencer al ejército brasileño en Rincón; al centro, los liderados por Manuel Oribe; y al otro lado, el grupo al mando de Pablo Zufriategui, que había desembarcado con Juan Antonio Lavalleja en la playa de la Agraciada el 19 de abril de aquel año.

La contienda tuvo lugar en las puntas del Arroyo Sarandí, un afluente del río Yi, en una zona ubicada dentro de lo que hoy es el Departamento de Florida. El triunfo fue de los independentistas orientales.

Pasando la ciudad de Sarandí Grande, rumbo a Polanco del Yí, se alza a mitad de camino un monolito recordatorio de aquella batalla.

Lo primero que vimos fue una escuela con pocos niños, que estaban ensayando para el acto patrio del Natalicio de Artigas, que era al día siguiente.

Caminamos por las calles de este pacífico pueblo de poco menos de 1000 habitantes, encontrándonos con pintorescas escenas y paisajes, como el humilde rancho de José María, un vecino con el que tuvimos una interesante charla. Acodado sobre un alambrado, nos contó que hace mucho tiempo vive aquí y que durante años se desempeñó en una empresa de transportes, lo que le brindó la posibilidad de viajar y conocer muchos lugares escondidos del Uruguay. Eso lo llevó a comprarse una cámara de fotos para mostrarles a sus vecinos “que había estado allí”.

Gruta Carlos Reyles A la altura del km 222 de ruta 5 en la intersección con la ruta 4, se encuentra el pueblo Carlos Reyles. En este lugar, se localizan las grutas que son depósitos de areniscas y calizas formados durante el período Cretácico Superior.

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En 2003, el duraznense Juan Straneo Ruiz, presentó un proyecto para la creación de un rosedal en las inmediaciones de las grutas, que fue inaugurado en el año 2004. Cada noviembre se lleva a cabo el Festival del Rosedal, donde se presentan destacados números musicales folclóricos y música tropical.

En la gruta nos sorprendimos al ver por primera vez en nuestras vidas, un montón de nutrias atravesando el lago. Es increíble, pero si bien nos enseñan algo en la escuela sobre la fauna de nuestro país… es mucho más lindo poder observarla en vivo y en directo.

Mientras Fede sacaba fotos, Lucía, Ayrton y yo nos tiramos a descansar aprovechando la paz contagiante y también algunos rayos solares que asomaban por momentos.

Con la caída del sol, decidimos volvernos a Durazno donde al llegar salimos a caminar por las calles de la ciudad. Allí conocimos al veterano "Medina", mecánico de bicicletas de la ciudad, con más de 40 años en el oficio.

Finalmente rumbeamos hacia el alojamiento de ADEOM, que nos facilitó la Intendencia ubicado en la calle Penza, donde luego de darnos un baño nos fuimos a cenar. A la vuelta de ello, Lucía se fue a descansar temprano, mientras con Ayrton y Fede nos fuimos a conocer un poco de la noche duraznense que se presentaba muy tranquila en la fría noche de martes.

Ciudad de las primeras Llamadas del Interior En el popular Barrio Bertonasco de Durazno desde 1989, se realiza en cada febrero, el tradicional desfile de las Primeras Llamadas del Interior.

Participan de este evento, comparsas lubolas de todo el país. Los tres primeros puestos clasifican directamente a las Llamadas de Montevideo del año siguiente. En este barrio también se encuentra la Plaza de las Llamadas, con el único monumento al tambor existente en el mundo.

Festival Nacional del Folclore En el Parque de la Hispanidad se realiza el principal evento en su género del Uruguay. Durante tres noches, con asistencia de más de 30.000 personas por jornada, en el escenario flotante sobre un lago artificial, alternan artistas de primer nivel de toda América.

1. Ver “Raid hípico de la muerte piden investigación especial” en https://www.elpais.com.uy/informacion/raid-hipico-muerte-piden-investigacionoficial.html 2. Oscar Padrón Favre, duraznense. Es Investigador en Historia nacional, regional y patrimonio cultural. Licenciado en Historia por la Universidad de la República, ejerce la docencia en la enseñanza media y terciaria. Desde 1992, es Director de Museos de la Intendencia.

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Día 11

Volver a jugar

Miércoles 19 de junio de 2013. Desde Durazno, lugar donde pasamos la noche, arrancamos por ruta 14 rumbo a Villa del Carmen, con la intención de conocer más que nada, historias de la vida rural. El destino nos iba a regalar una jornada inolvidable, marcada de vivencias tan gratas como inesperadas.

A la altura del km 203.500 de la ruta 14, nos encontramos con una carretera de balasto y un cartel que indica “Estancia La Calera”. “Vamos a entrar”, le digo a los gurises. Mi intención era encontrar a alguien que viva en este lugar que parece tan alejado de todo. Agarramos por un camino que tendría un kilómetro de distancia, hasta toparnos con una portera. Luego de la misma, ya no había camino, solamente pradera por la cual atravesar, hasta que llegamos finalmente a la Estancia.

En típica escena campesina, fuimos recibidos por una jauría de perros, ladrando enloquecidos ante una presencia quizás no tan común, como la de un automóvil matriculado en Montevideo con cinco personas a bordo y tres bicicletas cargadas.

Golpeando las manos, anunciamos nuestra llegada, hasta que fuimos atendidos por el propietario de la estancia, de nombre Raúl Dotta. Un cincuentón con atuendos bien camperos que quedó un poco sorprendido por nuestra improvisada visita.

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Como venimos haciendo durante todo el tour, nos presentamos y le contamos sobre nuestro propósito. Con el paso de los minutos, comenzamos a entablar una cordial charla. Nos contó que se dedicaba a la cría de ganado para vender a los frigoríficos de la zona y nos detalló sobre todo el proceso, que básicamente consiste en comprar terneros (por una suma aproximada de 300 dólares cada uno), engordarlos (en diferentes etapas) y luego dejarlos prontos para comercializar al frigorífico.

El campo históricamente ha sido su lugar de vida. Hoy, Raúl tiene dos hijos estudiando en Montevideo, al igual que su esposa, que ejerce allí su profesión de escribana. Por lo cual, durante la semana vive sólo y cada viernes espera ansioso el retorno de su familia.

Me pregunto cuántas familias habrá en la misma situación, con la cual me identifico en gran medida, ya que también la padecimos con mi familia durante varios años. Mis hermanos mayores fueron los primeros en irse a Montevideo para realizar sus estudios académicos. Mis padres, más allá de laburar con temas rurales vinculados a su trabajo, viajaban también muy seguido. Mis hermanas menores y yo continuábamos estudiando en el liceo del pueblo. Durante muchos años pasamos más tiempo separados que juntos y finalmente, no quedó otra opción, que irnos todos a Montevideo.

Si bien en los últimos años han aparecido propuestas educativas de nivel universitario y técnico en diferentes regiones del país, aún se mantiene una realidad donde Montevideo sigue siendo el centro en varios aspectos, pero esto es un tema histórico y que deviene de siglos atrás. Sigue siendo difícil poder seguir en el campo, para quienes desean progresar en algunos ámbitos. En su caso, Raúl parece sobrellevar la situación con naturalidad.

Con su familia vivía antes en el pueblo La Paloma, ubicado al norte del departamento, hasta que un día decidieron mudarse debido al estado intransitable de la caminería. “Para ir de La Paloma a Montevideo, demoraba casi nueve horas, era muy desgastante para los gurises”, señala. Según Raúl, “a partir de la década de los noventa, con el impulso de la forestación en Durazno, comenzó a ganar terreno ese negocio y entonces las rutas comenzaron a ser muy transitadas por camiones pesados”.

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Pese a las dificultades que la vida aquí puede significar para muchos, Raúl y su familia siguen apostando a vivir en el campo. En definitiva éste es el lugar que los vió nacer y donde muchos como en su caso, quieren seguir viviendo.

Observo el verde paisaje y contemplo una gran sensación de paz en este lugar. Me tomo también unos minutos en mirar a cada uno de mis compañeros de viaje: Fede disfruta de la charla con Raúl. Ayrton alimenta -por primera vez en su vida- a los potrillos. Eugenia y Lucía se divierten con los perros.

El vértigo y la velocidad de la capital aquí no existen. Todos sonreímos. Todos estamos en calma. La tranquilidad del campo se adueña de nuestras mentes y Raúl es un claro testimonio de que es posible vivir tranquilo, con lo justo y necesario.

En el retorno por el camino a la ruta 14, pienso en los hijos de Raúl, en como habrán vivido el exilio a la capital. Me acuerdo de tantos amigos del interior con los cuales estudiaba en la Facultad, de toda lo nuevo que padecieron al llegar a la ciudad. Porque en mi caso la tuve fácil, (me mudé con toda mi familia), pero conocí tantos gurises que sufrieron la llegada a Montevideo. Algunos pasaron a vivir en hogares estudiantiles, otros más afortunados alquilaban en grupo de amigos y después estaban los que vivían en pensiones. Casi todos ellos vivieron con angustia esos primeros meses en la capital, extrañando el calor del hogar, que disminuía "a veces" con las escapadas a Tres Cruces para levantar la encomienda enviada desde sus respectivos pagos. Por ahí hay una frase que dice “La vida en el campo es dura”, no menos duro, es el exilio que tantos jóvenes uruguayos están obligados a realizar para poder seguir estudiando y desarrollar su carrera.

“Todo le daba miedo, pesaba la ciudad.

Más de una vez se preparó para el regreso, pues ya no daba más de soledad: necesitaba el fuego, el beso de su hogar.

Se fue volviendo ducho en los yeitos de allá.

Envejecieron sus zapatos transitando calles gastadas de esperanzas en su andar y se metió en su cuerpo el olor a sal.”

Exilios, Eduardo Larbanois & Mario Carrero

A la Escuela Durante toda la mañana, rondó en mi cabeza, la idea de caer improvisado en alguna escuela del Interior, donde vivir el día del acto patrio. Para mí, es también una excusa nostálgica para rememorar viejos tiempos en la querida escuela número 113 de Migues. Con cara de sorpresa, 73

nos recibió una pequeña alumna en la escuela número 77 “Las tunas”, que anunció la llegada a las maestras. Allí aparecieron Beatríz y Laura -maestra directora y auxiliar respectivamentecon quienes nos presentamos.

De a poco se fueron arrimando alumnos y otras personas que allí se encontraban. La cantidad de gurises en la escuela no supera los diez. A algunos de mis compañeros de ruta, acostumbrados al asfalto, les sorprende. En realidad, en todo el Uruguay, las escuelas rurales tienen cada vez menos alumnos y según información de prensa, en la última década cerraron en promedio cinco escuelas rurales por año, debido a la caída de la población en esas zonas1. La realidad es que en la medida que continúe dándose el proceso de la emigración campo-ciudad, es muy probable que sigan desapareciendo las escuelas del medio rural.

El acto ya había terminado y algunos niños ya se habían marchado. Sin embargo, Laura y Beatriz nos invitaron a bailar con los que quedaron, la canción “A José Artigas”, un clásico de Alfredo Zitarrosa, a quien ya nos referimos en este libro. Al compás de la música, niños y adultos, nos mezclamos disfrutando de aquel baile.

Aquí se percibe buena energía, la gente del lugar te hace sentir como “uno más” en este espacio tan familiar donde, entre mate y fainá casero, los diálogos van surgiendo con total naturalidad.

Afuera el sol invita a moverse. Con Federico volvimos a ser niños y nos pusimos a jugar a la pelota y la escondida con los gurises. Ayrton sacaba fotos, mientras las maestras en un rol maternal observan desde cerca el juego, a la vez que conversan animadamente con Eugenia y Lucía sobre diversos asuntos de la vida misma. Todos estamos disfrutando de esta grata e inesperada jornada.

La tarde se puso linda. Por una de las ventanas de la escuelita emana el aroma de una cazuela, que desde ya hace unas horas se cocina a fuego lento. Cazuela a la que fuimos invitados a comer, lo cual sin negarnos y agradecidos aceptamos.

La abuela de Mayte, una de las pequeñas niñas que asiste a la escuelita, nos muestra emocionada el dibujo que su nieta le regaló con motivo del “Día del abuelo”. Las maestras hablan 74

sobre algunas dificultades para trabajar aquí, como por ejemplo la carencia de servicios de transporte que unen este lugar con la ciudad de Durazno. “Son pocos y están en mal estado”, dice Laura oriunda de la ciudad, al igual que Beatriz. Otro problema es que la escuela no tiene juguetes ni juegos para actividades lúdicas de los niños2.

A los acostumbrados a la ruidosa vida en Montevideo, todo en este lugar nos parece cálido y sencillo. Los niños no parecen necesitar computadoras ni PlayStation y se divierten jugando en grupo, corriendo al sol. Los adultos disfrutan de los diálogos y no están pendientes del reloj.

La tarde transcurre entre juegos y charlas, hasta que llega el esperado momento del almuerzo. La mesa larga en el comedor de la escuelita donde se encuentra una gran estufa a leña. Es una imagen típicamente familiar, donde los cocineros son aplaudidos por los presentes y posteriormente se distribuyen los platos con la tentadora cazuela, que es acompañada con pan casero y refrescos.

La sobremesa se extendió por largo rato entre charlas, canto a capela y risas, hasta que todos los presentes cooperamos en las tareas de levantar la mesa, ordenar y limpiar el lugar.

Cuando el sol ya empezaba “Hay un rincón de mi patria a bajar, decidimos emprender la marcha para seguir hacia el que es para todos igual, destino final del día, el pueblo su bandera azul y blanca Villa del Carmen. Nos subimos al es mi escuelita rural.” auto con una sonrisa pintada en nuestras caras. Una nueva jorna“Canción a la Escuela Rural”, Maestro Miguel Soler. da donde pudimos apreciar de primera mano, algo de lo que es vivir en pequeños rincones del país como éste. Nos vamos con la alegre sensación de haber compartido con personas de realidades tan diferentes a las nuestras, pero tan orientales como nosotros.

EN LA RUTA A la defensa del Uruguay Profundo Es lindo recorrer, visitar y conocer los pueblos y localidades del interior más profundo del país.

En lo personal, es algo que suelo hacer seguido ya que me resulta una actividad interesante desde varios puntos de vista. Por un lado, uno puede conocer los lindos paisajes campestres que hay en Uruguay y si se tiene la chance de charlar con paisanos y lugareños, ello puede resultar una experiencia sumamente enriquecedora.

Hace un tiempo leí el libro “Mitos, leyendas y tradiciones de la Banda Oriental” de Gonzalo Abella3 que plantea, entre otras cuestiones, el grave problema ocasionado por la avasallante producción de monocultivos y la industria forestal en los últimos tiempos, el efecto que conlleva 75

en nuestros paisajes rurales. Y cuando hablo de “paisajes rurales” no me refiero solamente a la amenaza natural que ello implica, sino a las restantes dimensiones que hacen a la sustentabilidad, como la económica, con el creciente proceso de emigración de familias del campo a la ciudad4 o dimensiones socio-culturales con la desigualdad social y consecuente pérdida del patrimonio cultural intangible relacionado con las tradiciones, conocimientos y costumbres, riqueza exclusiva de generaciones que han nacido y vivido siempre en el campo. ¿Cuánto sabemos de las costumbres y tradiciones del medio rural uruguayo?

Creo que sería bueno entender y aprender de la cultura rural de la cual -sobre todo en grandes ciudades- muchos desconocen. El último censo realizado en 2011 indica que solamente el 5% de los habitantes del país viven en el campo, número que ha ido en descenso en las últimas décadas.

Resulta paradójico -y contradictorio- que en un país con 80% de territorio rural, exista un alto fenómeno de emigración de las familias rurales a las ciudades y un campo que se vacía en pro de la concentración de tierras en manos de multinacionales y grandes empresarios.

Tenemos mucho que aprender de este sector de la población tantas veces olvidado, entender su amor a la tierra que los ve nacer y que es también la base del desarrollo para sus familias.

Día a día, la ola de ciudadanos que se suman a la defensa de los recursos naturales, va creciendo. Sería bueno también que quienes participan en esas redes, recuerden que hay una población que más allá del bajo porcentaje que representan en la sociedad, hace décadas viene luchando por no desprenderse de sus raíces.

Si los que viven en ciudades comienza a conocer y valorar la cultura de una población -bastante más sacrificada que la que vive en zonas urbanas- lograremos una mayor defensa de la permanencia de la gente en el campo y protegeremos a su vez el patrimonio intangible de un paisaje rural en extinción.

La siguiente es una reflexión hecha por un productor rural para el libro antes mencionado, se encuentra en la página 193 y me pareció interesante citarla para finalizar este artículo.

"Estas creencias son una tradición de gente que yo respeto mucho. Son mis vecinos. Es gente que quiere al campo, que quiere este paisaje; que sufre cuando ve el estado actual de la campaña.

Yo le repito: nunca vi nada sobrenatural, pero los cuentos camperos…yo creo que ayudan a amar el paisaje, a amar lo nuestro, a entenderlo; porque la gente de todos lados se parece, pero los relatos dependen del paisaje, son identidad. Los ecologistas deberían conocer más estas tradiciones y leyendas. No se ría, pero para mí son trincheras. Trincheras de sentimiento, para proteger la naturaleza de aquí. Yo tengo nietos… cuando se mata un paisaje natural es como matar la fantasía que el paisaje sugirió a la gente. Y cuando se mata la memoria después nadie protesta si se mata el paisaje".

1. Ver “Las Escuelas rurales luchan por sobrevivir” en https://www.elobservador.com.uy/las-escuelas-rurales-luchan-sobrevivir-n1085810 2. Esto nos llevaría a organizar una campaña en la cual recolectamos un montón de juguetes que meses después entregaríamos de forma personal. Más adelante en este libro está el racconto de ello.

3. Betusan Ediciones, 7a Edición, 2011.

4. A manera de ejemplo, vale la pena destacar que cada mil hectáreas de soja sembradas se generan tres puestos de trabajo directos, en tanto que para la misma superficie destinada a la lechería, los empleos generados ascienden a 25.

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Día 12

Jornada familiar en Sarandí del Yí Jueves 20 de junio 2013. El día anterior, habíamos llegado con poca luz a la localidad de Villa del Carmen donde conocimos la bodega González, pero como la noche la pasaríamos nuevamente en Durazno, hoy volveríamos al pueblo para visitar los viñedos y conocer más sobre la cultura bodeguera, de la cual ya hemos visto algo en El Gran Tour. La producción de trigo y la viticultura son los pilares tradicionales indiscutidos de esta villa ubicada en el centro-sur del departamento, a 60 kilómetros de la ciudad de Durazno.

Sí señores, en El Carmen, muchos señalan se encuentran “el mejor pan y el mejor vino”.

Una localidad de cuatro mil habitantes a la cual deseábamos llegar para conocer parte de ese mito.

Así fuimos al encuentro con Washington González, uno de los tres propietarios de Gobelet, bodega que desde hace algunos años elabora vinos con calidad de exportación.

El Carmen, cuenta con una única y rica tradición bodeguera que es motivo de orgullo de sus pobladores y que con el correr de los años ha sido el sello que los caracteriza; “estas tierras son las únicas del departamento donde hay viñedos, aunque hay otras zonas como Carpintería aptas para ello”, afirma Washington.

Pedro González (el padre de Washington) llegó a este lugar a los quince años con su progenitor en 1944, designado por la firma como encargado del establecimiento. Junto a Don 77

Pedro Faraut, fue aprendiendo todo lo relacionado con la viña y la bodega. Andrés Faraut (su padre) fue el primer viticultor que llegó al pueblo allá por 1907 y ya en 1927 se encontraba produciendo vinos en El Carmen. Su principal bodega estaba instalada en la zona de Manga, en Montevideo.

El Carmen fue creando su identidad en base a la popularidad que ganaron sus vinos y sus panes. La viña y el molino fueron la fuente de trabajo principal de pobladores locales y de otros que fueron llegando de diferentes puntos del departamento, en busca de un futuro mejor para sus familias.

Pero como todo es cíclico en esta vida, motivos económicos llevaron a la Bodega Faraut a tener que cerrar sus puertas a mediados de los ´90, lo cual indefectiblemente tuvo sus consecuencias en el pueblo, que pasó a perder la vitalidad que la vitivinicultura le había dado.

A comienzos de aquella década, con el impulso a la forestación por parte del gobierno nacional, en la gente de la Villa (como la de tantas otras localidades duraznenses) comenzó a tomar fuerza todo lo vinculado a la industria de la madera.

Sin embargo, la producción de vino volvió a salir a flote con la creación de Bodegas Gobelet junto a otros cuatro establecimientos, emprendimiento en el que los hermanos Washington y Walter González hicieron parte a su padre, Pedro. De esta manera, hoy conviven dos generaciones compartiendo una misma pasión y respeto por el vino.

Desde 1997 comenzaron en el rubro Vivero y luego dieron paso a la explotación de viñedos de cepas de mesa y viníferas. Gobelet posee 44 variedades de uvas, iniciando la actividad de bodega en 2006. En 2007 comenzaron a elaborar vinos finos, algunos se exportan a México.

Washington nos cuenta que, con fines turísticos, en un mediano plazo esperan poder inaugurar una posada en el mismo lugar donde se ubican los viñedos.

El pueblo ha crecido a partir de la década del 2000 con la aparición de los cultivos de secano y forestación. Ahora se ve mucho más transporte pesado, lo cual hace muchos años no era habitual por estos lares. Madera y soja conviven entre viñedos y molinos abandonados. Pese

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a los cambios, la tradición persiste como símbolo de identidad de los habitantes de Villa del Carmen.

Fiesta de la Vendimia Todos los terceros fines de semana de febrero, se festeja aquí la Fiesta de la Vendimia, evento con espectáculos musicales, donde se elige a la Reina departamental de la Vendimia y desfilan carrozas decoradas con elementos que hacen referencia a la producción local, frutos, uvas y vinos. También se incorporó a la Virgen de la “Carrotilla” que sale de la Parroquia para acompañar el desfile y se le rinde un respetuoso homenaje a la patrona de los viñedos.

E-mail: gobelet@gobelet.com.uy

Después de finalizar nuestra visita a la bodega en El Carmen, seguimos unos 40 kilómetros por la ruta hasta llegar al próximo destino, Sarandí del Yí, cuya población asciende a 7176 habitantes. Desde Montevideo a esta ciudad, más tarde llegarían Natalia y Mathías, dos amigos de Federico, motivados con la idea de recorrer el país como lo propone El Gran Tour. Una vez más nos sorprendería con la simpleza natural de la gente del Interior. Ni bien llegados a la ciudad, en tan solo quince minutos, pudimos coordinar toda la logística para el resto de la jornada.

Fede, Ayrton y yo nos fuimos hasta el Municipio donde conocimos a Daniel Gómez (conocido en la ciudad como “Gomito”) que en pocos minutos consiguió donde alojarnos y nos dió información sobre la ciudad.

Mientras tanto en los alrededores de la plaza principal, Lucía y Eugenia conocían a Ramón Torena, un productor rural de la zona con quien entablaron un diálogo que culminó con la invitación a conocer su chacra más tarde. También sugirió que vayamos a comer a “lo de Mary”, una vecina con buenas cualidades culinarias que elabora platos caseros para vender a domicilio. Su casa está frente al gimnasio, que se había inaugurado pocos días atrás.

En el recorrido a lo de Mary, pasamos por el estadio que lleva el nombre de Juan Ramón Carrasco, unos de los personajes contemporáneos nacidos en este pago, reconocido ex futbolista vinculado principalmente al Club Nacional de Football, pero con trayectoria a nivel del futbol argentino y también selección uruguaya.

Fuimos recibidos por la misma cocinera, que ya había vendido todo lo del mediodía, pero se ofreció para cocinarnos a la noche: “preparo la mesa para siete personas, ustedes díganme 79

qué quieren comer y a qué hora vienen”, dijo de manera sencilla y directa. “Canelones” le respondimos, y así fue como pactamos que sobre las 21:30, volveríamos a su casa, la que por unas horas se convertiría en nuestro hogar.

De retorno a la plaza principal, cuyo nombre es “Dr. Alberto Enamorado” (primer médico en Sarandí del Yí), nos sentamos a comer en un banco. El almuerzo consistió en panchos y hamburguesas de carrito. En el camino hacia la agencia de ómnibus, donde llegarían Natalia y Mathías, nos topamos con una movilización cuya consigna “Por la vida” reunía a unas cincuenta personas, prevaleciendo la presencia de monjas y mujeres adolescentes1.

Ahora somos siete, por lo cual nos movilizaremos con el auto y las tres bicicletas. Así fue que arrancamos hacia un barrio en las afueras de Sarandí del Yí, para visitar algunas familias dedicadas a la elaboración de ladrillos. No encontramos a nadie, por lo que continuamos el recorrido hacia la chacra de Ramón Torena, el hombre al cual Lucía y Eugenia habían conocido horas atrás. Ayrton, Eugenia y yo marchamos en las bicicletas, transitando un trayecto de serenas calles, mientras el resto del equipo Lucía, Natalia y Mathías, iban sacando fotografías desde el auto conducido por Federico.

La chacra de Ramón Ramón Torena es conocido popularmente por estos pagos como “Peter”. Si bien íbamos con las referencias que les habían dado a Eugenia y Lucía, se nos complicó un poco la llegada, pero como dice el dicho “preguntando se llega” y sobre todo en pueblos donde todo el mundo se conoce, como éste caso. Ramón nos recibió un tanto sorprendido, quizás por la visita de un grupo tan grande y a la vez entusiasmado por conocer su establecimiento. De entrada nos mencionó que íbamos a encontrar las instalaciones un poco “venidas a menos” pues está por mudarse a la ciudad, debido a que el propietario debe entregar el campo antes de fin de año.

Oriundo de la zona, Ramón arrienda 64 hectáreas. Posee trece vacas lecheras, cría chanchos y tiene tres invernáculos donde frecuentan las hortalizas. Con su carro tirado a caballo, llega todos los días a la ciudad para vender sus productos.

Durante la recorrida por su chacra, nos mostró los chiqueros y nos contó que, hacía unos días, había parido una chancha a la orilla de un monte nativo. Conocimos las crías que estaban al pie de unos molles y congorosa.

Luego, continuamos camino a los 80

invernáculos donde tenía plantaciones de hoja (lechuga, espinaca), de raíz (remolacha), de fruto (tomates, morrones), y varios camellones de frutillas.

Para muchos de mis compañeros, fue una novedad haber conocido el tambo donde, a máquina, Ramón ordeña sus vacas, a las que alimenta con pradera natural y grano. Allí nos explicó cómo elaborar yogurt y queso casero e incluso nos invitó a volver en primavera para compartir una jornada de elaboración junto a él y su hijo.

El sol comenzaba a bajar y el fresco invernal se hacía sentir, entonces lentamente emprendimos la retirada. La noche la pasaríamos nada más ni nada menos que en la placita de deportes. Allí nos recibió Silvia, que nos improvisó una habitación en el salón de profesores, donde había una vieja estufa cuarzo. Junto al calor humano, serían la protección en la gélida noche.

Contra la pared que daba hacia la cancha de afuera, retumbaban aún los pelotazos, de niños y adolescentes que jugaban aprovechando los poquitos rayos de sol que iban quedando.

En el pequeño salón, nos sentamos alrededor de la estufa para compartir mates con la anfitriona. Algunos de los viajeros, también “calentamos el pico” con un poco de grapa miel.

Se aproximaban las siete de la tarde, hora en la cual jugaría Uruguay contra Nigeria por la Copa Confederaciones y motivo que llevaría a dividirnos durante algunas horas.

A excepción de Lucía y Eugenia, el resto nos fuimos hasta lo de Nilda, una tía sarandiyense de Mathías que nos abrió las puertas de su casa para ver el partido.

Con gol de Lugano, Uruguay se fue empatando 1-1 al fin del primer tiempo, también nosotros emprendimos la retirada para continuar haciendo lo que pocas horas atrás habíamos planificado. Federico, Ayrton y Mathías, invitados por un profesor de allí, se fueron para el gimnasio a jugar voleibol.

Yo me fui con las chicas del grupo hasta el canal local, para participar en el programa de tv “Alta presión” conducido por Daniel Gómez, a quien habíamos conocido en su rol de funcionario municipal horas atrás. El nerviosismo de Eugenia ante las cámaras, provocó una situación graciosa que provocó, sema81

nas después, parte de esa entrevista trascendiera a nivel nacional, ya que fue levantada por el popular programa “Bendita TV”, emitido por el canal 10.

“Uruguay Alternativo en Sarandí del Yí” disponible en canal UruAlter Dos celebridades vinculadas a Sarandí Si bien en ambos casos, se trata de personalidades nacidas en Montevideo, hay dos celebridades de relevancia nacional que tuvieron un fuerte vínculo con Sarandí del Yí.

Osiris Rodríguez Castillos Considerado pilar del folclore en el país, fue un destacado músico compositor, también investigador, escritor, instrumentista y luthier. Nació en 1925 en la capital del país, pero vivió toda su infancia y parte de su adolescencia en Sarandí del Yí, hasta mudarse a Florida y luego nuevamente Montevideo para continuar estudiando y donde en disco: Poemas y canciones orientales 1996 finalmente falleció.

Durante la dictadura instalada en 1973, fue otro de los cantores populares que debió exiliarse ya que fue perseguido por el régimen, aunque en su caso fue un destierro tardío. Su idea era que no consiguieran expulsarle de su país por muchos padecimientos económicos y morales que le pudieran infringir y que de hecho sufrió.

Elías Regules Nacido en Montevideo, a los seis años se traslada con su familia a la estancia a orillas del arroyo Malbajar, cerca de Sarandí del Yí. Fue médico de profesión y ocupó los cargos de Decano de la Facultad de Medicina y rector de la Universidad.

Fue también miembro del Consejo de Estado (1898) y representante nacional. foto Wikipedia Inscripto dentro de la corriente nativista, fue fundador de la Sociedad Criolla, primera institución tradicionalista del país y que desde hace años lleva su nombre. Publicó versos criollos (1900) Renglones sobre postales (1908) y veinte centésimos de versos (1911). Fue autor también de los cuentos de "Pasto de cuchilla" (1904) y de la comedia criolla "Los gauchitos"(1927).

El cierre inolvidable de esta alegre jornada, llegaría con el momento mágico de compartir la cena elaborada por Mary, en su propia casa, junto a su familia. El aroma a leña quemada, la mesa servida para siete, Mary junto a su hija y esposo, todo conjugaba y permitía un panorama por demás hogareño.

Nosotros pusimos el vino -que habíamos traído de El Carmen- para compartir con aquella fraterna familia. Ayrton, cometía el delito de cortar aquel delicioso tannat roble con refresco 82

de naranja.

La sobremesa se estiró por media hora, entre cuentos y relatos de todos los presentes hasta que llegó el momento de partir. Una despedida con abrazos, tal como si fuéramos amigos de toda la vida. Increíblemente, Mary no quería cobrarnos, y eso que no solo comimos unos canelones riquísimos, sino que nos sentimos como en nuestra casa. De ninguna manera, íbamos a irnos de allí, sin pagar por aquella maravillosa velada que sin dudas quedará en el recuerdo de cada uno de los viajeros.

Y así continúa este gran tour, que nos permite seguir descubriendo la calidez que reina en cada uno de los pueblos de nuestro querido paisito.

Cenando en lo de Mary.

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1. La consulta popular sobre la despenalización del aborto en Uruguay se celebró pocos días después, el 23 de junio de 2013, sobre toda la república. La misma consistió en consultar a la población si habilitar un referéndum, para derogar en su totalidad la ley N° 18.987 en referencia a la interrupción voluntaria del embarazo por parte de la mujer, sancionada el 22 de octubre del 2012.

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Día 13

Un día de lluvia Viernes 21 de junio 2013. Hoy amaneció lloviendo en Sarandí del Yí. El sonido del agua pegando contra el techo de chapa de la placita de deportes, invita a seguir durmiendo.

A eso de las seis de la mañana, Mathías fue el gran madrugador del grupo, ya que debía volverse a Montevideo. A excepción mía, los demás descansan sin darse cuenta de su partida.

Unas horas después, Nilda -trabajadora del lugar- nos despierta golpeando la puerta. Es que ya estaba por comenzar el horario laboral y el espacio donde los profesores se resguardan cuando llueve, es ahora una habitación improvisada para nosotros.

De a poco, cada uno se fue levantando para desalojar y emprender la marcha hacia Minas, en Lavalleja, departamento al cual visitaremos por primera vez en la travesía.

Esta jornada va a ser la de más kilómetros a recorrer durante El Gran Tour. A juzgar por cómo pinta el cielo, habrá pocas posibilidades de incursionar a cielo abierto en los pueblos y localidades que vayamos a atravesar. Sin embargo, el ánimo del equipo sigue al firme y todos nos sentimos con igual disposición para seguir disfrutando de esta aventura.

En definitiva, el clima simplemente es un factor que podrá impedir disfrutar algunas cosas, pero nada obstaculiza el deseo de seguir dejándonos llevar por la ruta.

Bajo la intensa lluvia, cargamos el auto que partió con Federico al volante, yo de copiloto y 85

Ayrton -bendito entre las mujeres- en el asiento de atrás. Por un camino de tosca que nos llevó hasta la Ruta 7, llegamos a Nico Pérez. Una ciudad que se encuentra en la triple frontera entre los departamentos de Florida, Treinta y Tres y Lavalleja.

Las chicas aguardaban en el auto nuestro regreso, mientras nos fuimos a recorrer y sacar fotos entre vagones, locomotoras y viejos rieles ferroviarios. Una estación más a la cual decidimos visitar, como tantas otras que ya recorrimos en El Gran Tour. Indefectiblemente las estaciones son lugares que llaman la atención, más en un país como el nuestro, donde tantos pueblos y parajes tuvieron su origen con la aparición del ferrocarril, a fines del siglo XIX. Las líneas férreas en el país fueron ampliadas en función del desarrollo ganadero, agrícola, comercial e industrial.

Con la valorización de los campos cercanos a las estaciones, el ferrocarril incentivó a los especula86

dores en tierras para realizar fraccionamientos urbanos, dándose el proceso de fundación de pueblos más importante registrado en el país1.

A juzgar por la infraestructura con la que nos encontramos en Nico Pérez, efectivamente ésta era una de las estaciones más grandes del Uruguay, lo cual nos fue confirmado por un veterano funcionario de AFE2 que allí se encontraba.

Desde 1912, este punto se convirtió en un importante empalme donde se armaban y desarmaban los trenes desde y hacia los ramales a Melo y Treinta y Tres, y posteriormente Río Branco.

Si bien aún pasan trenes de carga, frecuentan vagones abandonados y fierros herrumbrados.

La llovizna se empezó a convertir en chaparrón, entonces nos volvimos caminando por las vías hacia el auto, donde entre mate y charla, nos aguardaban las chiquilinas.

Un pueblo y un nombre en discordia Nico Pérez es una localidad ubicada al noreste del departamento de Florida, sobre la cuchilla Grande, junto al límite con el departamento de Lavalleja, formando con Batlle y Ordóñez (departamento de Lavalleja) un solo núcleo poblacional.

El pueblo fue fundado en junio de 1883, y se le puso su nombre en honor a un faenero reconocido de la época colonial.

En 1907, Nico Pérez cambió su nombre por el de Batlle y Ordóñez, en homenaje al presidente Batlle.

La decisión no fue fácil, pues motivos partidarios hacían que muchos pobladores nacionalistas e incluso legisladores, se opusieran a nominar la población con el nombre de un político colorado, y que aún se postularía para una segunda presidencia. Por este motivo, la parte del pueblo perteneciente al departamento de Florida, continuó llamándose Nico Pérez. En cambio, la parte que se encuentra en Lavalleja tomó el nombre del ex presidente colorado.

Más allá de las discusiones planteadas en su momento, por estos días la situación se mantiene igual respecto al tema, aunque muchos pobladores han dirimido la disputa, optando por denominar al pueblo como “Nico-Batlle”.

La localidad fue escenario de varios acontecimientos históricos entre ellos el pacto de Nico Pérez del 26 de marzo de 1903 dónde, Aparicio Saravia se entrevistó con los negociadores del gobierno de José Batlle y Ordóñez, lo que puso fin al movimiento revolucionario. Otro acontecimiento fue el desarme de las fuerzas revolucionarias dando fin a la guerra civil, el 9 de octubre de 1904. fuente: nicobatlle.wordpress.com

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Nos dirigimos rumbo a José Pedro Varela, localidad arrocera sita en Lavalleja y lindera con suelos olimareños, pasando antes por pueblo Zapicán, lugar que teníamos pensado recorrer pero, dadas las inclemencias del tiempo, no pudimos hacerlo.

En Varela solamente paramos a comer, ya que era unánime el deseo de continuar y llegar lo antes posible a Minas, ciudad de las sierras y los alfajores.

La jornada comenzó a oscurecer tempranamente. Todavía faltaban unas dos horas más por la ruta 8 hasta llegar a la capital de Lavalleja. Durante el transcurso de los kilómetros se dibujan entre penumbras, hermosos paisajes que combinan praderas y sierras. Se observan también algunos panteones rurales en el medio de la nada y túneles ferroviarios generados por la propia naturaleza del lugar.

Personalidades destacadas En Nico Pérez nacieron dos figuras populares del Uruguay, por diferentes motivos. En enero de 1919, nació el reconocido dirigente político nacionalista, Wilson Ferreira Aldunate, quien también llegó a ser candidato a Presidente de la República. Se exilió durante la dictadura militar y desde el exterior, se convirtió en uno de los más acérrimos oponentes al régimen.

Unos años después, en 1933 también en este pago, nació el bailarín y director de comparsas de negros y lubolos, Julio Sosa, más conocido por su apodo: “Canela”.

El benjamín del grupo -Ayrton- entre siesta y siesta, largaba algún chiste o comentario que hacía reír a todos. Y así, entre risas y también charlas más profundas fuimos haciendo camino al andar. Inolvidable el relato disparatado de Federico que quedó registrado en un grabadorcito que llevo conmigo a cada viaje, y que cada uno de nosotros guarda como recuerdo de las andanzas ruteras vividas en este tour.

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Minas nos recibió gris, fría y oscura. Lo primero que hicimos fue dirigirnos a la Intendencia, en busca de lograr concretar algún apoyo que nos facilitara la estadía en la ciudad, ocasión en la cual vivimos otra memorable anécdota.

Generalmente, cuando pedimos apoyo en materia de alojamiento, hemos recibido en general, buena respuesta. Hacía unos días, yo había hecho un contacto con la Directora de Turismo del departamento, anunciando la visita. Si bien nunca no recibí una respuesta formal, nos aventuramos igualmente a encontrar una solución para nuestra estadía.

En el edificio comunal, una funcionaria nos dijo que la Directora estaba en un evento y que no podría atendernos. De audaces, preguntamos entonces si podíamos ver a la Intendenta Adriana Peña, de quien nos dijeron estaba con licencia médica. Sin embargo, nos pasaron al despacho del Intendente interino, Alejandro Giorello.

En una escena por demás pintoresca, pasamos a la oficina del jerarca, quien no tuvo problema alguno en recibir a todo el grupo. Le explicamos sobre el porqué de nuestra visita y tras un breve intercambio, le solicitamos si era posible poder brindarnos un lugar donde quedarnos esa noche.

No habíamos llegado al auto cuando recibimos una llamada telefónica para confirmarnos que teníamos alojamiento disponible en una cabaña ubicada al pie del cerro Arequita.

Otra pequeña y gran historia que habla de la simpleza de la gente que habita en el interior del paisito.

Culmina un día más de ruta. Pese al mal tiempo, lo disfrutamos con las mismas ganas que cualquier otro día de tour. Seis viajeros, cada uno viviendo a su manera la experiencia, pero todos convencidos de estar enriqueciendo el espíritu con cada historia que se va atravesando en el camino.

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1. Ver “Historia” de AFE en: https://www.afe.com.uy/historia/ 2. AFE es la sigla de la Asociación de Ferrocarriles del Estado, entre autónomo encargado del transporte ferroviario en Uruguay.

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Día 14

Minas en junio Sábado 22 de junio 2013. El fuego de la estufa a leña de la cabaña en la cual estamos aquí en el Arequita, se extinguió hace ya varias horas. Eso se palpa en el ambiente que ahora quedó sumamente frío. El invierno es más notorio en el campo y más aún aquí en las sierras, las mismas que inspiraron canciones de Santiago Chalar, figura tan mencionada en Minas.

Otra vez nos levantamos temprano con las mismas ganas de recorrer el paisito, aunque hoy debo decir, con cierto dejo amargo de saber que el viaje está por terminar.

El primer lugar a visitar en la mañana, sería Valle del Hilo de la Vida, un lugar místico de gran relevancia arqueológica. La entrada se encuentra a la altura del kilómetro 346 de ruta 12, desde donde surge un camino que lleva al Valle.

Natalia y Ayrton irían en auto con Fede, mientras que Lucía, Eugenia y yo lo haríamos en las bicis. Estamos en zona de sierras, por lo cual el trayecto se nos hizo más difícil de lo previsto. Desde Arequita hasta el valle quedan unos 20 kilómetros, un recorrido que nos llevó casi dos horas.

Pasado el mediodía, quien había retornado desde Montevideo era Sebastián. Se nota su presencia, porque además de ser un gran compañero y amigo, es una persona con gran sentido del humor.

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Valle de energía El Valle del hilo de la vida rescata un sitio arqueológico que presenta estructuras de piedra en forma de conos, con una altura que va desde el metro hasta los tres metros y medio, perfectamente comparables a otras petroconstrucciones existentes en el país y otras partes del mundo.

Las enigmáticas construcciones están ubicadas sobre la ladera cóncava de un cerro en forma de media luna mirando hacia el poniente, con clara referencia al sol.

No se sabe con propiedad qué pobladores las construyeron, qué antigüedad tienen y con qué fin las hicieron, pero la mayoría de los entendidos coinciden en que se trata de un lugar ritual con una energía especial cuyas mediciones permiten concluir que se trata de un lugar sagrado. Su nombre fue dado por arqueólogos,historiadores, periodistas independientes e integrantes de las sociedades indigenistas del Uruguay, quienes encontraron este sitio y realizaron estudios del mismo a partir del año 1993, y hace referencia a la cañada, el hilo de agua, que surge manantial del cerro y recorre el mismo por el valle.

Consiste en un predio de 54 hectáreas, con cerro dominante en su zona, con una altura de 335 metros sobre el nivel del mar, cuya cara que da al poniente es curva tomando la forma de anfiteatro con una longitud de 1200 metros aproximadamente, donde se encuentran las estructuras mencionadas.

Su destacada altura permite una visión muy amplia del paisaje serrano, lográndose la ubicación de múltiples cerros vecinos y lejanos todos con una leyenda o historia que los identifica.

Visibilidad del trazado carretero de la zona e identificación de distintos puntos turísticos, canteras y minas.

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Se ha preservado además, significativo parque de flora autóctona que permite un reconocimiento de un buen número de especies logrando además, en este entorno, la permanencia de importante cantidad y variedad de aves. El paisaje serrano hace posible la realización de diferentes actividades recreativas en grupos y representa una excelente oportunidad para estar en contacto con la naturaleza, aprendiendo a disfrutarla y respetarla.

Las visitas son coordinadas y guiadas con normas para la preservación del lugar arqueológico. Previo al recorrido se participa de una charla informativa que facilita la comprensión de este particular y enigmático lugar. La charla y visita llevan un tiempo aproximado de una hora y media a dos, y se puede acceder a todos los lugares sin riesgo para excursionistas de cualquier edad.

La entrada tiene un costo por persona. Los horarios de visita van cambiando de acuerdo a la época del año, y es importante coordinar la misma con antelación. Entre los servicios que se brindan al visitante, se encuentra un acogedor ambiente de piedra y madera con hermosa vista panorámica en el que podrá degustar especialidades caseras. Además se coordinan actividades grupales a medida, como Yoga, Tai chi, Cuencos Tibetanos y escapadas empresariales.

Por más información: www.valledelhilodelavida.com

El tour por el Valle se nos alargó un poco más de lo esperado, lo cual nos complicó la visita a otros lugares que teníamos pensado recorrer, como el misterioso templo budista que finalmente no pudimos conocer.

Cerca de las cuatro de la tarde regresamos a Minas. Almorzamos en el parador Arequita ,que nos habían sugerido por calidad y precio, lo cual efectivamente pudimos comprobar.

El sol ya se empezaba a ir y aquí parece más rápido porque las sierras "lo ocultan" más temprano. En el ocaso de la jornada nos fuimos hasta la Laguna de los cuervos, un espacio natural donde además hay camping, cabañas y otros servicios, aunque en esta época del año se encuentra desierto.

Está ubicado a 13 kilómetros de la ciudad, en la base del Cerro de los Cuervos. Se le denomina así debido a la quietud que posee el río Santa Lucía en este punto, similar a una laguna, y a la gran cantidad de buitres que se encuentran en el área.

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El horario de visita ya había finalizado, pero por suerte el señor que nos atendió, nos permitió el ingreso. Aquí se respira paz absoluta. Sólo se escuchan el sonido de algunas aves y el correr del agua. Nos sentimos agradecidos de ser los únicos que en ese momento estamos en el medio de este paisaje natural. Para mejor, una hermosa luna surge entre las sierras, como fiel testigo del grato instante.

Del otro lado de la laguna, el cerro y sus montes indígenas invitan a recorrerlo. Pensar que aquí se encuentra la naciente del río Santa Lucía, el mismo por el cual hace unos días navegamos en ocasión de la visita a Aguas Corrientes.

Volvió a aparecer el señor que nos había dejado entrar, pero esta vez para invitar a retirarnos. Hacinados en el batallador Chevrolet alquilado, nos fuimos a Minas para recorrer sus calles y matear, como es costumbre local, sentados en un banco de la plaza Libertad, en cuyo alrededor se encuentran el imponente monumento a Lavalleja (del escultor Juan Manuel Ferrari) y la Catedral “Nuestra Señora Inmaculada Concepción”.

No podía faltar la compra de los tradicionales alfajores minuanos, los cuales se pueden conseguir en puestos incursionados a la vera de la ruta y en cualquier kiosko de la ciudad.

Tampoco faltó la visita a la histórica Confitería Irisarri.

Confitería Irisarri Muda testigo del paso del tiempo, la Confitería Irisarri ubicada frente a la Plaza Libertad tiene su origen en el año 1898, cuando el catalán Cristóbal Carbonell comenzó a cocinar y vender panes y masas artesanales.

En 1898, el negocio fue adquirido por Manuel Irisarri quien construyó los sólidos cimientos de uno de los lugares más típico de Minas.

Hablar de Lavalleja es sinónimo de Irisarri y de sus típicos serranitos, damasquitos, yemas y alfajores. Junto a su galería homónima, es un punto de reunión de la sociedad minuana y de los turistas que pueden visitar sus originales bodegas.

El subsuelo de la confitería era denominado “la bodega” por Manuel Irisarri, refiriéndose a una simple despensa. Se destaca un aljibe de donde se sacaba agua para la confección de los productos y una sala de madera rústica donde se encuentra una mesa con platos con los nombres de los apóstoles.

Cien años más tarde, en 1998, la Confitería Irisarri festejó el siglo de su fundación confeccionando al aire libre, en la misma plaza, una torta gigante que compartió con todo el pueblo.

Fuente: www.lavalleja.gub.uy

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De ahí nos fuimos hasta la terminal para acompañar a Lucía y Natalia que se volvían a Montevideo. El grupo se iba reduciendo y el final de un inolvidable segundo tour se acercaba.

Los restantes integrantes nos fuimos a la cabaña donde durante horas frente a la estufa a leña conversamos sobre distintos asuntos de la vida cotidiana.

A la mañana siguiente cargaríamos por última vez todo el equipaje, con la convicción de que este no es el final de un viaje, sino la continuación de un gran tour en el cual quedan muchos caminos por recorrer.

Santiago Chalar Carlos Alfredo Paravís Salaverry conocido popularmente como Santiago Chalar, fue un cantante de música folklórica especializado en milonga, serranera, media serranera y valsesito criollo. Nació en Montevideo en setiembre de 1938, misma ciudad donde falleció a los 56 años, en 1994. El seudónimo Santiago lo eligió en homenaje a un amigo fallecido en un accidente de aviación y Chalar por el apellido de sus antepasados.

Si bien políticamente participó dentro del Partido Colorado, no incursionó en la protesta política y dedicaba sus letras al hombre de campo y a las cosas cotidianas, siendo particularmente sensible a los problemas de su pueblo.

Al tiempo que estudiaba guitarra, estudió medicina y se especializó en traumatología y ortopedia, en parte para satisfacer a sus padres, que no veían con agrado que solo se dedicara a la música. Se radicó en Minas desde 1974 y trabajó varios años en el Hospital Vidal y Fuentes.

En ocasiones, cuando trataba con enfermos deprimidos o que convalecían, tomaba su guitarra y les cantaba canciones para animarlos. En 1985 creó junto a Santos Inzaurralde el festival folclórico Minas en Abril, con el objetivo de recaudar fondos para el hospital. Éste último es el autor del texto con título homónimo.

Llegó a participan en festivales en diferentes países, incluido Cosquín, donde compartió escenario con Los Olimareños.

Minuano donde tu vayas no te canses de decir que si Dios baja a la tierra por el altar de la sierra baja en minas y en abril.

Minas y Abril, Santos Inzaurralde

Un escritor y una película Juan José Morosoli, fue un escritor uruguayo referente de la narrativa de la primera mitad del siglo XX. Nació el 19 de enero de 1899 en Minas y murió en 1957.

En 1920 (luego de trabajar en la librería de su tío) se instala con un pequeño café en 25 de 95

Mayo y Washington Beltrán. En 1923, fueron sus primeras incursiones en el periodismo, bajo el seudónimo "Pepe". A partir de allí, colabora con varias publicaciones, entre ellas: "La Unión" de Minas, y los Montevideanos "El Día", "Mundo Uruguayo", y "Marcha".

Entre 1923 y 1928 escribe varias obras de teatro. En 1928 publica dos libros de poemas: un volumen colectivo - junto a Magri, Cajaraville y Casas Araújo - titulado "Bajo la misma Sombra", y otro, unipersonal titulado "Los Fuegos". Entre otras tantas obras destacadas, publicó también “Viaje hacia el mar” en 1962, cuyo texto inspiraría al reconocido Director de cine, Guillermo Casanova llevarla a la pantalla grande, a través de notables actores de la talla de Hugo Arana, César Troncoso y Julio César Castro. foto Wikipedia Como forma de homenajearlo, se creó en 1992 la medalla «Morosoli» - Símbolo del Movimiento Cultural Minuano, y en 1995, la Estatuilla «Morosoli» y el Premio «Morosoli» - Homenaje a la Cultura Uruguaya. Estos galardones son entregados anualmente por la Fundación Lolita Rubial.

Fuente: Fundación Lolita Rubial

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Día 15

Hacia pagos porongueros Sábado 12 de octubre de 2013. Son casi las doce del mediodía. Hay un día muy gris en la capital. Este nuevo recorrido de El Gran Tour partiría con solo dos integrantes, Eugenia y yo.

El lunes siguiente nos encontraríamos con el resto de los participantes en Trinidad, la primera ciudad a visitar en este viaje.

Teníamos marcados los pasajes para las 12.30 y yo, bien a la uruguaya, llegué a tan solo siete minutos antes de la partida. Eugenia, con cara de pocos amigos ya me esperaba en el andén.

Sin vacilar mucho, metí mis bolsos en la bodega y nos subimos al ómnibus que nos llevaría a la ciudad poronguera.

Trinidad es la capital del departamento de Flores. Según el censo 2011, tiene una población de 21.429 habitantes. Antiguamente era llamada Santísima Trinidad de los Porongos, o simplemente Porongos. Sus habitantes son conocidos como porongueros, por hallarse la ciudad en cercanías del arroyo Porongos.

Las principales actividades económicas de la ciudad son la industria vinculada al sector agropecuario y los servicios. En el rubro agropecuario se destacan la empresa “Lanas Trinidad” (mayor productora y exportadora de lana del país) y el frigorífico “La Trinidad”, ubicado a dos kilómetros de la ciudad donde se realiza faena de bovinos, ovinos y ñandúes.

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Flores, creación de Máximo Santos El departamento de Flores fue creado en 1885, en territorio que desde 1815 le pertenecía a Florida. Se trató de una jugada política del Gral. Máximo Santos para continuar en el poder, lo cual estaba vedado en la Constitución. Apelando a un petitorio de “126 vecinos del Pueblo de Trinidad”, Santos elevó la solicitud al Parlamento ese año, lo cual fue aprobado el mismo día en diputados y pasó a senadores que finalmente lo remitió al Ejecutivo. En la fecha antedicha, se promulgó la creación. La misma ley dispuso que la capital fuera Trinidad y se autorizó al Ejecutivo a que en ese nuevo departamento se procediera a practicar elecciones de senador y dos representantes, se designara Junta EconómicoAdministrativa y también se nombraran otras autoridades. En las elecciones de enero 1886 se eligieron dos diputados y el colegio elector por unanimidad eligió a Santos como senador.

Terminado su mandato, el 1 de marzo 1886, la Asamblea General designó Presidente de la República a Francisco Vidal. Santos fue ungido senador tal como recomendaba el Colegio Elector y en esa misma sesión el presidente del Senado renunció para dejar al recién ingresado con la máxima jerarquía en la Asamblea Nacional. En mayo del mismo año, Vidal (amigo de Santos) renunció a su cargo, quedando vacante ese puesto que volvió a ser ocupado entonces por Santos, quien así, burló la Constitución.

Fuente: Guía turística del Uruguay, Ancap

Arribamos sobre las tres de la tarde a Trinidad, donde existía una calma total. Como veníamos bien cargados, lo primero que hicimos fue irnos hasta el Hotel Potenza, el alojamiento que la Intendencia nos brindó. Allí dejamos las cosas para comenzar, más livianos de carga el recorrido iniciado por la Reserva de Fauna y Flora "Rodolfo Tálice", ubicada tres kilómetros al oeste de la ciudad.

Nos enteramos de que existe una ciclovía para llegar hasta allá. Una lástima que no pudimos traernos las bicis, ya que nos fue difícil cargar con ellas. No había otra cosa que movilizarse más que a pie, hasta la llegada de los demás compañeros.

El sol asomaba de a ratos, y si bien predominaban las nubes, en estos pagos el calor se siente mucho más que en Montevideo. Iniciamos la caminata hacia la Reserva, disfrutando –mate de por mediodel precioso sendero que bordea la ruta 3.

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“Qué lindo es respirar otra vez el aire de campo”, le comento a Eugenia.

Zooilógico del Futuro Poco antes de llegar a Trinidad (viniendo desde Monevideo), se encuentra un grupo escultórico situado en el empalme de las rutas 3 y 23, denominado Zooilógico del Futuro. Una preciosa obra de Martín Arregui1. Se trata de un conjunto de esculturas de hierro forjado (chapa de barco) que expresan simbólicamente los peligros que la modernidad ocasiona en la fauna autóctona, fruto de la caza indiscriminada, la depredación y otros perjuicios de la irresponsabilidad humana.

Reserva Tálice La Reserva de Flora y Fauna Dr. Rodolfo Tálice, creada en 1991, está ubicada en el km 193 de la ruta 3. Actualmente, tiene una superficie de 75 hectáreas, de las que 12 se encuentran parquizadas y adaptadas para el público, el resto es donde se mantienen a los animales en régimen de semilibertad.

Hoy por hoy, cuenta con 1200 animales, de más de 120 especies diferentes, tales como carpinchos, ciervos axis, alpacas, venados de campos, yacarés, ñandúes, una interesante variedad de aves tanto de praderas, bañados y también de montes.

La Reserva cuenta también con una colección de Reptiles, exóticos y autóctonos.

Hay buenos espacios para Picnic, plaza de juegos (con juegos inclusivos), plaza artesanal y servicio de cafetería.

Ubicación: Km 193 de Ruta 3 Tel.: 4364 6040 Email: reserva@flores.gub.uy

Fuente: uruguaysalvaje.com

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Visionario Naturalista Rodolfo Tálice, médico, profesor y rector de Humanidades y Ciencia por 11 años, supo plantar la semilla del actual Parque de los Derechos de los Niños de Flores.

Tálice fue parte del acontecer cultural de nuestro país durante muchos años, una clara expresión de un siglo. Nació en Montevideo el 2 de mayo de 1899, en el seno de una familia de inmigrantes. Vivió en numerosos barrios de la capital: Aguada, Sayago, Cordón, Parque Rodó, Prado.

Siempre rodeado por la naturaleza en las casas donde vivió no faltaron los libros y revistas, incluso de humor. Su vocación por la medicina se despertaría en la adolescencia cuando leyó una obra del histólogo español y Premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal.

Además de médico, se dedicó a la investigación en diversas áreas, principalmente en la Parasitología. En su fecunda vida, fue presidente de la Academia Nacional de Medicina y primer socio de Honor del Sindicato Médico del Uruguay.

Haciendo eco de la ola de movimientos ecologistas a nivel mundial, fundó en 1987 el Partido Verde, del cual fue su candidato a la Presidencia de la República en dos ocasiones (1989 y 1994).

Falleció a los 100 años, en plena actividad, pese a su longevidad.

Fuente: aula.com.uy

La vuelta hacia la ciudad sería también una disfrutable caminata, ésta vez con el condimento mágico que la noche le brinda al trayecto. Volvimos al hotel para descansar planificando las actividades a realizar al día siguiente en el departamento con menos habitantes del país, pero con mucho potencial cultural e histórico para conocer.

1. Artista plástico referente intelectual de Flores. Nació en 1949 y falleció repentinamente en 1996, a los 48 años de edad.

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Día 16

Paseando por Trinidad Domingo 13 de octubre de 2013. Con ganas de seguir conociendo más sobre Flores, bien tempranito nos levantamos a planificar la jornada. Estamos en la capital de departamento con menos habitantes del país, poco más de 20 mil personas. Parafraseando a un conocido periodista deportivo, pensar que se podrían llenar cuatro Estadios Centenario con toda la gente que vive en Flores.

Mientras desayunamos, de fondo las cumbias y plenas no paran de sonar en una radio a volumen medio, ubicada en la Recepción del hotel, donde sobre un viejo escritorio, hay pegada una calcomanía de Uruguay Alternativo, lo cual desata nuestros comentarios.

Nos encontramos con Mariela, la encargada del hotel, con quien mantuvimos una apacible conversación. Entusiasmada, nos cuenta sobre sus proyectos de vida. Ha vivido en varios lados, también en Piriápolis donde tiene casa, pero asegura que a Trinidad “no lo cambio por nada”.

Le comentamos sobre la intención de ir hasta las Grutas del Palacio, pero nos responde que no existe mucha frecuencia de ómnibus para llegar hasta allí. De hecho, esto es una cuestión con la cual nos topamos bastante durante El Gran Tour, a lo largo y ancho del país. El tema del transporte se transforma en un problema bastante recurrente para quienes no poseemos vehículo propio y en muchos casos ni siquiera existen empresas de ómnibus que cubran algunas líneas.

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“¡Cómo se extrañan las bicis!”, nos lamentamos con Eugenia. De haberlas podido traer con nosotros, hubiéramos disfrutado el trayecto de 45 kms de distancia que existen hasta aquel lugar tan emblemático para los porongueros.

En líneas generales, no queda otra que manejarse con vehículo propio. En Trinidad tampoco hay quien te alquile bicicletas, otro servicio que sin dudas sería muy interesante para los visitantes o turistas que hasta allí llegan, más aun teniendo la ciclovía que lleva hasta la Reserva Tálice. Al fin y al cabo, esta jornada no era proclive para conocer uno de los íconos que hacen a la identidad del departamento. Por lo cual decidimos irnos a tomar unos mates en el Parque Centenario (ubicado a la entrada de Trinidad), una actividad tradicional de quienes habitan esta ciudad, sobre todo los domingos.

Punto de encuentro El Parque Centenario es lugar de encuentro de los habitantes locales, rodeado de mucho verde. Cuenta con canchas de voleibol, tenis, basquetbol, y hasta una gran piscina abierta. Hay parrilleros, mesas y baños, lo cual hace de este punto un buen lugar donde pasar jornadas enteras. Alrededor del mismo se encuentran el Estadio Lavalleja y el Velódromo José Asconeguy.

Fuente: Mapio.net

El sol se siente primaveral y lentamente los locales van cayendo al parque, algunos a pie, otros en moto y en auto, para disfrutar de una tranquila mañana.

Siempre con el mate bajo el brazo, nos dispusimos a disfrutar de la sombra y el aire limpio que los árboles brindan iniciando una caminata hacia las afueras de la ciudad, donde se ubica la antigua estación de AFE. Este edificio, desde 2004 se convirtió en el Museo departamental “Fernando Gutiérrez”. Allí nos recibió su Directora, Teresita Lutz, con quien recorrimos las instalaciones.

Museo departamental Funciona en el edificio de la antigua Estación de AFE, cuya construcción data de 1916. Fue inaugurado en julio de 2004. Cuenta con colecciones diversas entre las que destacan materiales paleontológicos, arqueológicos e históricos de la región.

Tiene tres salas que ilustran diferentes etapas del departamento: desde oficios a restos fósiles encontrados en la zona, entre ellos, dos huevos de dinosaurio.

Luego de la visita al Museo, volvimos al centro de Trinidad, ésta vez con la intención de averiguar horarios de ómnibus para ir a visitar los Parques Andresito y Bartolomé Hidalgo, situados sobre la costa del Río Negro en la frontera departamental, Flores, Río Negro y Soriano.

Un coche de Agencia Central nos llevaría hasta aquel punto, donde no se veía mucho movi102

miento. Se respira tranquilidad, una calma que nos invita a tirar en el pasto a escuchar los sonidos de la naturaleza.

Una caminata larga por el puente nos llevó hasta el peaje y el ingreso al Parque Bartolomé Hidalgo. Un dato curioso es el cartel que da la bienvenida a Soriano, más allá de que la administración corresponde a Flores.

En este hermoso parque, hay aún más tranquilidad que del otro lado. El paisaje es espectacular, y encima la luna que comenzaba asomar, le daba un toque especial al momento. La noche se acercaba, y si bien la temperatura bajó, elegimos quedarnos otro rato más hasta el retorno a la ruta, donde pasaría el ómnibus proveniente de Salto.

Dirección: Mario Alcides López s/n (Antigua Estación de AFE) Teléfonos: (598) 4364 6964 E-mail: mfgimflores@gmail.com

A esa altura de la ruta 3, en Andresito, el lugar es muy oscuro y es difícil hacerse ver teniendo en cuenta la velocidad con la que pasan los vehículos. Pasaron como nueve coches y todos hacían seña con la luz. Luego nos enteraríamos que eran servicios directos. El ómnibus que nos iba a tocar, venía lleno de pasajeros y no quedó otra que volver parados hasta Trinidad.

Retornamos al Hotel Potenza con la satisfacción de seguir descubriendo este departamento, de los más chicos en territorio y habitantes, pero sumamente rico y diverso en propuestas.

Dos parques sobre el Río Negro Andresito Aquí se ubicaba originalmente el pueblo Andresito, pero la construcción de la represa de Palmar en 1980 obligó a reubicarlo 3 kms al sur de este lugar, ya que las casas y los antiguos puentes quedaron bajo agua. De hecho, aún se pueden observar los restos del puente cuando el lago está bajo como también varios esqueletos de árboles. Aquí se realiza anualmente el Festival “Andresito le canta al país” que reúne a miles de locales y turistas. Hay zona de camping, un parador y cabañas municipales para alquilar.

Bartolomé Hidalgo Ubicado dentro de los límites de Soriano, pero administrado por la Intendencia de Flores se encuentra este parque cuyas rocas se formaron por la acumulación de arenas de ríos que corrían hacia el norte del país, hace unos 280 millones de años. Se destaca la famosa roca “Lagarto de piedra”, producto del desgaste que el agua provocó durante tantos años.

Contacto: (00598) 4360 4283 (Javier Mayero).

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Andresito.

BartolomĂŠ Hidalgo.

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Día 17

Reencuentro Lunes 14 de octubre de 2013. La jornada amaneció con un sol radiante que invitaba a estar afuera, por lo cual decidimos obviar el desayuno para apurar la continuación de nuestro tour por Flores.

Hoy sería un día muy especial. Al caer la tarde, arribaría a Trinidad el resto de los compañeros de ruta en este viaje. Mientras tanto, nos dispusimos a seguir visitando otros lugares de interés aquí cerca de la capital, arrancando el día en la Plaza Constitución. Una de las más lindas que he visto en capitales departamentales, sobre todo a la noche cuando la fuente se ilumina y la hace más atractiva.

Continuamos la caminata yendo a la Oficina de turismo de la Intendencia, donde nos 105

encontramos con Grete y Margarita, que nos hablaron de las propuestas para recorrer en el departamento. Al rato cayó Ilda, a quien tuve el gusto de conocer un año atrás en un taller de turismo realizado en esta misma ciudad. Pensar que en aquella ocasión, a ella fue una de las personas a las que le comenté sobre la idea de andar en bici por el país. Un año después, nos reencontramos en Trinidad con el proyecto haciéndose realidad.

Las tres anfitrionas nos hicieron sentir como en casa, no solo guiándonos con información sino por la cálida atención. Nos comentaron que sobre el mediodía pasa un ómnibus de línea con destino a Durazno, sería la oportunidad para conocer el balneario Don Ricardo, situado a pocos kilómetros de la ciudad por ruta 14. Otro lugar al cual hubiera estado notable ir en bicicleta, las cuales aún no contábamos.

Balneario Don Ricardo Sobre la Ruta 14 a escasos 7 kilómetros de Trinidad, rumbo a Durazno se encuentra el Balneario Don Ricardo ubicado sobre la costa del Arroyo Porongos. Aquí existe una amplia zona de camping –sin costo- con servicios higiénicos, se trata de un lugar muy visitado por gente que va de paso y que habita en la zona. Posee parrilleros, mesas y bancos, espacios confortables para compartir un buen asado en un muy lugar tranquilo. La laguna es ideal para la pesca recreativa en familia y para el desarrollo de deportes acuáticos como el canotaje y el skí. En el verano cuando aumenta la afluencia de visitantes, el Parador Municipal ofrece los servicios de restaurante y venta de comestibles en general.

En una de las mesas ubicadas a la orilla del arroyo, nos sentamos a comer, disfrutando el sonido calmo de la naturaleza donde resaltaba la pequeña cascada de agua que forma el embalse ubicado debajo mismo del puente. La tranquilidad se interrumpe cada tanto con el paso de los camiones de carga pesada que transitan la ruta.

Durante un buen rato estuvimos instalados allí, solamente nosotros dos, sintiéndonos una vez más agradecidos y afortunados de vivir ese momento. Por allá cayó una familia, a la cual nuestra presencia parece haber llamado la atención. Sin dudas se han dado cuenta de que nuestras caras “no son del lugar” y nos observan un tanto extrañados.

Recorrimos las inmediaciones de este armonioso y verde lugar. Mientras caminamos, nos cruzamos con algunos pescadores que vienen desde el arroyo, corriente arriba. También vimos otras cosas que afean el lugar. Son las huellas de la “civilización” que incluyen botellas, latas y otros residuos esparcidos en la orilla.

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El sol pegaba con fuerza, aún bajo la sombra del monte. Eran cerca de las tres de la tarde cuando decidimos volvernos. En esta ocasión hicimos un camino alternativo. En vez de volver por el camino de entrada, bordeamos el arroyo, nos introducimos por un sendero improvisado y subimos luego por entre los pastizales. La experiencia significó un esfuerzo mayor, pero sin dudas, hizo un poco más aventurero el retorno.

Durante una hora esperamos algún bondi que nos devolviera a Trinidad, pero no pasaba ninguno. Hicimos dedo, pero no nos paraban. Pensar que en otras épocas, no era tan difícil conseguir viaje de esta forma. Si bien el Interior es mucho más tranquilo que la capital, concluimos en la frase de “los tiempos cambiaron”. Hay mayor sensación de inseguridad y desconfianza, y eso está vigente en todos lados.

Pese al pronóstico desalentador, por allá vimos que una camioneta matriculada en Flores, bajó la velocidad hasta detenerse. Un señor de unos sesenta años, acompañado de su hijo, nos arrimó hasta Trinidad.

Circuito Turístico Después de Semana de Turismo y todos los segundos domingos de cada mes, la Cámara de Turismo de Flores junto a la Intendencia Departamental organizan un circuito turístico que sale desde Plaza Constitución en la mañana y recorre hasta la tarde la ciudad, Parque Andresito, Parque Bartolomé Hidalgo y la Gruta del Palacio. También se organiza en fechas especiales.

Por información: http://www.floresturistico.com.uy

Ya de vuelta en Trinidad, preguntamos en una oficina municipal si sería posible visitar al Intendente, Armando Castaingdebat.

Con rápida respuesta, la máxima autoridad departamental accedió a nuestro pedido. Nos presentamos y le contamos de nuestro proyecto y luego le agradecimos directamente en su persona por la atención con la cual nos recibieron en Turismo. Con orgullo, nos contó sobre la inclusión de Grutas del Palacio como Geoparque de interés mundial por parte de UNESCO. Segundo Geoparque de América Latina Los Geoparques son concebidos como espacios protegidos que contienen un conjunto de sitios geológicos y patrimoniales de singular relevancia (científica, estética, histórico-cultural, etc.), organizados dentro de límites específicos, y administrados mediante estrategias participativas de conservación, educación y geoturismo.

En 2004, se creó bajo los auspicios de Unesco1, la Red Mundial de Geoparques que tiene por objeto fomentar la cooperación entre los expertos y profesionales del patrimonio geológico, promover la sensibilización a los riesgos geológicos, así como al cambio climático y a la necesidad de llevar a cabo una gestión sostenible de los recursos naturales de la Tierra.

En este contexto, en el año 2013 se incorporaron diez nuevos sitios en el mundo a dicha 107

Red, entre ellos las Grutas del Palacio en Flores, que se convirtió en el segundo de Latinoamérica en obtener esta calificación, luego del brasileño Araripe.

El Geoparque Grutas del Palacio ofrece la oportunidad de visitar diferentes paisajes naturales y sitios de interés geológico, paleontológico, arqueológico, histórico y cultural. Algunos de sus geositios destacados, entre otros, son la propia Gruta del Palacio y la localidad rupestre de Chamangá, ambas integradas también en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Además incluye a lugares de interés como el Lago Andresito, el Parque Bartolomé Hidalgo y la Reserva Tálice.

Más información: geoparque.uy

Se acercaba la hora de la llegada de los compañeros viajeros. En el bar de la plaza nos sentamos a tomar un café y esperarlos.

Por allí vimos pasar la camioneta y casita rodante del nuevo integrante al equipo viajero, el veterano Rúben. Con él, venían Sebastián, Lucía y Federico. Fue una entrada triunfal que llamó la atención de los transeúntes.

Abrazos y saludos varios, para irnos rápidamente hasta el Hotel Potenza a descargar todo el equipaje. Ya de nochecita, nos quedamos en los bancos externos del hotel conversando con Mariela, la propietaria del alojamiento, Ilda y Myriam (guías locales) y la joven María Elisa, hija de Myriam.

Más tarde, nos fuimos de ronda pizzera al centro de Trinidad con la barra viajera. Todo es alegría por el reencuentro y por las ganas que hay, de querer seguir metiendo ruta.

Viajero de larga trayectoria Muchos nos preguntan ¿cómo llegó una persona de más de sesenta años a hacer ruta con Uruguay Alternativo? Pues bien, lo primero que hay que decir es: no hay edad para un viajero aventurero. Rúben es la prueba de ello.

Lo conocimos hace varios años, en una de las instancias de presentación pública que hicimos del proyecto. Era una tarde lluviosa y la cita era en la Casa de la Juventud, en Montevideo. Unas horas antes, se había emitido una alerta naranja que había conspirado contra dicha actividad, en la cual finalmente participaría una persona. Esa persona era precisamente Rúben, quien había venido desde Maldonado (ciudad donde vive) para asistir a la misma.

Hasta el día de hoy, Rúben recuerda una de las primeras preguntas que yo le hice: “¿Estarías dispuesto a viajar por el Uruguay con nosotros?”. Aquel agrónomo con más de seis décadas arriba, pensó que lo estaba poniendo a prueba. Seguramente, al ver él que quienes estábamos en aquel salón éramos personas de no más de 30 años, creeríamos que no le daría el cuero para viajar al ritmo que nos 108

planteamos. Sin embargo, lejos estaba de aquello y mucho menos Rúben se achicó.

En la medida que les fuimos contando lo que estábamos haciendo, se fue copando con la idea y finalmente se puso a disposición para el siguiente viaje, al cual concurriría con su camioneta y casa rodante apodada por él mismo como “hormiguita viajera”.

Con su experiencia de viajero frecuente por Uruguay y el mundo, Rúben con su sencillez, siempre ha estado dispuesto a la aventura hermosa de viajar, poniendo buena onda y energía positiva al grupo.

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1. La Organizaciรณn de las Naciones Unidas para la Educaciรณn, la Ciencia y la Cultura abreviado internacionalmente como Unesco, es un organismo especializado de las Naciones Unidas, fundada en 1945 con el objetivo de contribuir a la paz y a la seguridad en el mundo mediante la educaciรณn, la ciencia, la cultura y las comunicaciones.

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Día 18

Familia rodante

Martes 15 de octubre de 2013. Tal como sería lo común durante el resto de los días en este viaje, Rúben fue el que se levantó más temprano del grupo. Los demás fuimos poco a poco apareciendo, cada uno con su parsimonia correspondiente.

Estacionada frente al hotel, la camioneta y “la hormiguita viajera”, esperan por continuar el rumbo destino al litoral. Federico sentado a la sombra, aguarda por los demás, mientras conversa solitariamente con el mate.

El motor de la camioneta se enciende. Es momento de volver al camino. Minutos después, ya estamos los seis viajeros acomodados en los asientos, rumbo a uno de los lugares más simbólicos e icónicos del departamento: las Grutas del Palacio, que forman parte del escudo departamental, lo cual es una muestra clara de su importancia para los porongueros.

Rúben al volante, Seba copilotea y musicaliza el ambiente a puro son cubano. Atrás, Fede y yo le hacemos la guerra a las chiquilinas por ganar un poquito más de asiento. Entre mates, charlas y sonrisas fuimos llegando hasta el último destino a visitar en este departamento.

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Los lunes y los martes las Grutas se encuentran cerradas. Pero gracias a la buena voluntad de Ilda (oficina de turismo), pudimos concretar el ingreso.

Wilson, un muchacho de unos 40 años, nos aguardaba en la puerta. En principio nos mostró la parte de la cafetería y servicios higiénicos (todo de primera), el pequeño museo donde se ven restos fósiles de la zona y el video que se exhibe a los visitantes.

El anfitrión recuerda cuando hace cuatro años le dieron la oportunidad de trabajar en las Grutas. Él no lo pensó dos veces, y desde entonces trabaja pero también vive junto a su familia, en una casa ubicada en el mismo predio. “Soy un afortunado y privilegiado de estar en este lugar único y maravilloso”, destaca con cierta emoción.

Grutas del Palacio Ubicadas en la zona del paraje Marincho, a 45 kms de Trinidad por la ruta 14 (3 vieja). Se trata de una formación natural de rocas que data de unos 70 millones de años; antes de ello, éste lugar era el fondo de un río.

Las cavernas están formadas por una coraza de areniscas ferrificadas, sustentada por una centena de estructuras columnares de unos dos metros de altura. Tiene un frente laberíntico de 400 metros, aunque sólo puede ingresarse a los primeros 40 ms. Cuentan que las grutas eran mucho más profundas, pero en la década del setenta fueron tapiadas en su interior, lo cual impide el paso.

Wilson nos cuenta que se sorprende de ver la cantidad de gente de todo el país y también del exterior, que viene hasta aquí para conocer acerca del valor geológico e histórico de las grutas, donde también habitan algunas leyendas que le aportan una magia especial al lugar.

Avanzamos la recorrida por el parque, pasando por la zona de juegos para niños hasta llegar finalmente a las monumentales Grutas, motivo de orgullo de todos los habitantes del departamento, sobre todo ahora, que también forman parte de un Geoparque Mundial.

Era cerca del mediodía cuando nos subimos nuevamente a la camioneta para continuar la marcha hacia un nuevo departamento: Río Negro. Nuestro próximo destino sería el pueblo fundado por inmigrantes rusos, San Javier.

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Leyenda de Darien Hay una leyenda que cuenta que las Grutas del Palacio fueron la antigua morada de tribus indígenas, y que allí vivía un cacique charrúa. En aquel entonces, el frente de la caverna exhibía tres puertas con forma de arco. La esposa del cacique, llamada Darien, provenía de una familia indígena del norte del continente americano que a su llegada a estas tierras escondió sus más preciadas pertenencias en lo profundo de las grutas. Se dice que estos tesoros permanecen en la Gruta del Palacio y que ni siquiera todos los indios de la tribu más fuerte, hubieran podido cargarlos para llevárselos.

Fuente: todouruguay.net

Hicimos una parada en Young para proveernos de comida y agua. Al salir de esa ciudad, paramos sobre la ruta 25 que lleva a la localidad de Tres Bocas, donde almorzamos a la sombra de unos árboles, algunos en la caja de la camioneta y otros sentados en el pasto. Una escena por demás pintoresca y muy familiar que en definitiva dio lugar al título de este capítulo, inspirado en una conocida canción de León Gieco1.

Somos como una gran familia que rueda, Rueda y rueda para sacarse las penas De un gran corazón que palpita por viajar Familia Rodante, León Gieco

Llegamos a San Javier a eso de las 15.30. No hay dudas, aquí en el litoral, el calor se hace sentir bastante más que en otros lugares. Atravesamos el pueblo –al que volveríamos luegopara seguir rumbo al balneario Puerto Viejo, el punto por donde descendieron los primeros inmigrantes de la colonia rusa, a principio de siglo XX. Se trata de un lugar encantador situado a orillas del río Uruguay, donde hay cabañas y zona de camping. Es también un sitio destacado para hacer actividades náuticas y disfrutar de la pesca. Si bien es un día muy agradable, estamos en plena jornada de semana, por lo que no hay casi gente en la vuelta. A medida que vamos ingresando, la única presencia humana que vemos es una pareja de veteranos europeos en un sofisticado motorhome.

Puerto con historia El balneario Puerto Viejo es el lugar sobre el río Uruguay en el que desembarcaron los inmigrantes rusos –unas 300 familias- que fundaron la colonia San Javier, en julio de 1913. Estas familias, pertenecientes a la secta “Nuevo Israel”, llegaron a esta zona en busca de libertad religiosa, ya que eran perseguidos por el régimen zarista. Su líder era Basilio Lubkov. El gobierno Uruguayo de la época, le cedió a éstas familias, tierras donde habitar y trabajar. Fueron pioneros en Uruguay en la producción de aceite de girasol, aunque este cultivo ya no forma parte del paisaje rural que rodea al pueblo, donde ahora mayormente abunda la soja.

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La colonia rusa en Uruguay San Javier es uno de los “pueblos con encanto” destacados dentro del Corredor de los Pájaros Pintados2. Cuenta con una población de 1680 habitantes, según el último censo del año 2011. La localidad tiene como particularidad una enseñanza bilingüe en la Escuela Pública, se dictan clases tanto en español como en ruso. Las tradiciones se mantienen fuertemente en éste lugar, parte importante de ello se debe al centro cultural Máximo Gorki.

Otro de los atractivos aquí, es comer platos típicos rusos como pirayorshky, empanadas rusas acompañadas de papas o boniatos, shaslik, semillas de girasol tostadas o piroj, que es un postre de zapallo. También se puede probar la bebida típica, el “vino de los rusos” conocido como kwas.

Los visitantes pueden encontrar recorridos por senderos, paseos en lancha por el río, camping, cabalgatas, avistamiento de aves, alojamiento y pesca deportiva.

Cada año se celebra (último domingo de julio) el aniversario de San Javier, desarrollándose bailes con trajes típicos, desfile de los habitantes del lugar y venta de comida rusa. También, en marzo, se lleva a cabo la Fiesta del Girasol que es otro de los homenajes al grupo de inmigrantes rusos fundadores del pueblo. Se festeja la introducción de la semilla del girasol al país y su posterior industrialización por parte de dichos inmigrantes.

El último crimen de la dictadura Vladimir Roslik Bichkov, oriundo de San Javier e hijo de inmigrantes rusos, fue un médico egresado de la Universidad Patrice Lumumba, en la antigua Unión Soviética. Aquella ayuda para jóvenes del Tercer Mundo, otorgada por la URSS, sería luego su estigma.

El joven médico, que debió revalidar su título para ejercer, sería demonizado, al punto que el antecedente motivaría su prisión durante una semana cuando, en junio de 1973, se dio el golpe de Estado. Años después, en abril de 1984 fue asesinado por tortura en el batallón Nº 9 de Fray Bentos, siendo su homicidio el último crimen de la dictadura cívico-militar en Uruguay (1973-1985) pocos meses antes de la reinstauración del régimen democrático en el país. Aunque los testimonios y documentos demuestran las responsabilidades políticas y penales, el crimen sigue amparado por la Ley de Caducidad3.

Sobre la tumba de Roslik puede leerse: “Querido papá, seguiremos tu ejemplo, dando amor donde haya odio y violencia, sólo así podremos devolverte la sangre inocente que por nosotros derramaste”. En 2017, se es114

trenó una película sobre su historia, contada a través de Mary y Valery, la viuda y el hijo del doctor4.

Volvimos a San Javier, donde estaban Fabricio y Graciela, guardaparques del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) que nos esperaban para salir a recorrer los Esteros de Farrapos.

Llegamos al galpón de piedra, edificio histórico de la ciudad donde los primeros inmigrantes rusos guardaban las semillas y cosechas.

En la lancha entraban sólo seis, por lo cual dos miraríamos desde la orilla, uno de ellos era yo. Cuando el resto arrancó la travesía opté por calzarme el short de baño e ir a disfrutar de un buen baño en el Río que da nombre al país.

Dos horas después, con el sol aún arriba, volvieron los compañeros del paseo. Lucía y Rúben quedaron como responsables de comprar la cena, mientras que Seba, Federico, Eugenia y yo nos fuimos pedaleando hasta Puerto Viejo, donde finalmente armaríamos el campamento.

Esteros de Farrapos El Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay, es un área protegida de 17,496 Hectáreas, constituida por un sistema de humedales fluviales, islas e islotes que se inundan en forma permanente y/o temporaria a consecuencia de las crecidas del río Uruguay.

Conviven varios ecosistemas: bañados, pantanos, campo natural, el monte y el matorral ribereño -generador de un corredor biológico-. Hay 53 especies prioritarias de conservación que se encuentran en el área, donde se han registrado también 159 especies de aves. Es la única región de Uruguay en donde podrían quedar ejemplares salvajes de puma y de aguará guazú.

Centro de Visitantes Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay Tel. (+598) 4569 2652

La noche estaba preciosa. Sebastián y yo fuimos los únicos valientes que nos animamos a dar un baño en el río. Por lo general, así sería a lo largo de todos los viajes. La consigna de Seba era “vamos a hacer hidroterapia”, cada vez que llegábamos a un lugar donde había río, arroyo o playa.

Sentados en la orilla, Sebastián, Lucía y yo veíamos pasar barcos de carga y filosofábamos sobre distintos temas. Visitar estos lugares y tomarse el tiempo necesario para apreciar las bellezas naturales, impulsan a momentos de conexión espiritual como éste.

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A la noche, iluminados por el fogón y una hermosa luna, disfrutamos de una cena grupal.

De a ratos, Seba y yo, nos íbamos hasta el parador para ver el clásico entre Uruguay vs. Argentina por la clasificación al Mundial, que felizmente terminó con victoria celeste.

Acampando en la naturaleza más plena, poco a poco fue culminando la jornada, con un memorable momento a la orilla del río Uruguay.

1. En el canal Youtube de Uruguay Alternativo puede verse una recopilación de imágenes y videos de El Gran Tour cuya cortina musical es ésta canción, versionada por La Vela Puerca.

2. El Corredor de los Pájaros Pintados es un programa que apuesta a la complementariedad turística regional, impulsado por el Programa de Apoyo al Sector Turístico del Ministerio de Turismo y el Banco Interamericano de Desarrollo. Es desarrollado conjuntamente por el MINTUR con los gobiernos departamentales de Artigas, Salto, Paysandú, Río Negro, Soriano y Colonia. Más información: http://turismo.gub.y/pajarospintados/ 3. La Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, conocida como Ley de Caducidad, impide juzgar las violaciones a los derechos humanos cometidas por militares y policías durante la dictadura (1973-1985). Fue dictada en 1986 y aún se encuentra en vigencia.

4. “Roslik y el pueblo de las caras sospechosamente rusas”, Uruguay, 2017. Película dirigida por Julián Goyoaga.

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Día 19

Hacia tierras sanduceras Miércoles 16 de octubre 2013. La música fiestera sonando en el celular de Federico, ofició de despertador de todos los viajeros, con excepción de Rúben, que desde tempranito se encontraba cómodamente instalado en su playera, mateando y disfrutando del hermoso paisaje que ofrece el río Uruguay a la altura del balneario Puerto Viejo.

Eran cerca de las nueve de la mañana. El sol pegaba con fuerza y se hacía sentir adentro de las carpas, invitando a salir. El comienzo de la jornada sería un recorrido por San Javier y alrededores, para luego seguir rumbo a la ciudad de Paysandú, a unos 50 kilómetros de aquí por la ruta 24.

Refuerzos de jamón y queso, acompañados de yogurt, fueron nuestro desayuno en este maravilloso lugar, que al igual que ayer, se encontraba muy apacible.

La intriga de Rúben por conocer el motorhome de los franceses, lo había llevado a una larga conversación que incluyó también la visita dentro del mismo. Luego volvería asombrado con los cuentos: “tienen escritorio con computadora y hasta portarretratos de los hijos”.

A lo que le respondimos entre carcajadas, “es tu hormiguita viajera… un poco más sofisticada”.

Ya con nuestras cosas en la camioneta, partimos entonces al pueblo San Javier, donde recorrimos algunos puntos simbólicos de la localidad. Después de preguntar a varios locales, averi117

guamos “cómo llegar” a la particular colonia de rusos-chinos. Hace algunos años cuando anduve por estos mismos lugares con otro grupo de amigos, había escuchado hablar de esta comunidad, a la cual también se la conoce como la Colonia Ofir o popularmente, “los barbudos”.

Una comunidad muy particular No es fácil acceder, y son varias las vueltas que hay que dar para poder encontrar las tierras donde habitan los rusos-chinos, instalados desde hace varios años en los alrededores de San Javier.

Tal como habíamos previsto, nuestro ingreso lo hicimos bajo la mirada cautelosa de algunos habitantes que por allí andaban. Una peculiaridad que nos llamó la atención, es la actitud de los niños. Al vernos pasar quedan mirándonos atentamente pero no responden a ninguno de nuestros saludos. Las niñas corren y se esconden dentro de las casas, desde donde a escondidas nos quedan observando.

Las mujeres, poseen atuendos para nosotros “de película”: largos vestidos (hechos por ellas mismas) y pañuelos en la cabeza que recuerdan a los amish1. Los hombres usan larga barba.

Todos tienen ojos bien celestes y mantienen una atenta y fría mirada.

Al bajarnos del vehículo, nos recibió un hombre de unos cincuenta años que estaba arreglando una camioneta. Al contrario de nuestros prejuicios, él nos contestaba sin problemas a cada pregunta. Nos dijo que su comunidad es oriunda de la zona de Manchuria2 y que siempre han vivido del campo. También contó que tenían familiares instalados en algunas zonas campesinas de Brasil y Bolivia. Las familias que habitan el lugar, nacen y viven siempre aquí o en todo caso emigran a comunidades similares de los países sudamericanos ya mencionados. Los niños son educados por maestras del lugar y aprenden básicamente tareas del campo, ya que consideran que con estos conocimientos no requieren más necesidades para poder vivir.

Por motivos religiosos, no miran TV ni usan Internet y solamente los adultos tienen acceso al celular, único aparato al que consideran necesario para su forma de vida.

Teniendo en cuenta que el girasol es el cultivo tradicional por estos lares, le preguntamos al respecto. Si bien es una comunidad muy cerrada en algunas cosas, nos dijo que ese cultivo casi no se produce, que lo poco que se cosecha es para consumo doméstico, y que ahora se dedicaban casi en exclusividad a la producción de soja, de la cual viven sus familias.

El señor nos invitó amablemente a probar un vino dulce típico, con gran concentración de alcohol. Solamente Rúben, Fede y yo fuimos los guapos que nos animamos a degustarlo. Más tarde, entre el calor y el efecto de la bebida, llegarían las ganas de dormir una buena siesta.

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Federico preguntó si podíamos sacar fotos. Manteniendo la sonrisa amable, nos respondió que “no era necesario” y que no tenían interés en hacerse conocer.

De vuelta en la ruta, fuimos comentando lo sorprendente que resultó encontrar, pese a lo pequeño de nuestro país, la existencia de una comunidad con hábitos y tradiciones tan particulares. Sin dudas, ésta fue una visita inolvidable, de esas que para cualquier viajero quedan guardadas en la memoria.

Llegamos a Paysandú cerca del mediodía. Mientras el resto nos esperaba en la camioneta, Fede y yo fuimos los encargados de hablar con la gente de la Intendencia para concretar alojamiento.

Teniendo en cuenta la importancia histórica del General Leandro Gómez por estos pagos3, le insistí a Federico para ir hasta la Plaza Constitución (donde se encuentra el monumento) y visitar el Museo Histórico Departamental, para averiguar más de la historia de Paysandú, en particular sobre la Defensa.

Saludando a Leandro Gómez.

La ciudad de Paysandú, es conocida como “la heroica”, debido a los diferentes asedios que soportó a lo largo de su historia. El primer episodio memorable, ocurrió en 1811, al inicio de la revolución Oriental, cuando la guarnición patriota comandada por Francisco Bicudo, se defendió del ataque perpetrado por tropas portuguesas que invadieron la Banda Oriental, resistiendo el sitio hasta que fue tomada por asalto y sus defensores fueron ejecutados.

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Años después, en diciembre de 1846, durante la Guerra Grande, fue sitiada por el General Colorado, Fructuoso Rivera. Los defensores, al mando de Felipe Argentó, se rindieron tras violentos combates siendo la ciudad tomada y saqueada. Sin embargo, al mando de Ignacio Oribe, la ciudad fue recuperada por las tropas del gobierno del Cerrito, unos meses después, tras la victoria en la batalla de Sierras de las Ánimas (enero de 1847).

Leandro Gómez: héroe de Paysandú Sin dudas, el más importante de los episodios que dieron el título de Heroica a la ciudad, fue el ocurrido entre 1864 y 1865. El 2 de diciembre, luego de algunos intentos fallidos, el General Flores que contaba ésta vez con respaldo de tropas brasileras y argentinas, sitió Paysandú por tierra y río.

Bloqueada por vía fluvial y atacada por un ejército que inicialmente sumaba 5500 hombres, 4000 de Flores y 1500 brasileños que luego ascendería a 15.000. La Defensa se opuso con 1086 combatientes, la mayoría de ellos civiles, bajo órdenes de Leandro Gómez y Lucas Píriz.

Leandro Gómez recibió un ultimátum de parte de Flores exigiendo su inmediata rendición.

Sin ánimos de ello, su respuesta fue categórica: “Cuando sucumba”.

El combate duró 33 días. Leandro Gómez y Lucas Píriz se hicieron fuertes en torno a un perímetro de seis manzanas por dos en el centro de la ciudad, sosteniéndose de manera estoica ante la disparidad de fuerzas, mientras esperaban refuerzos que descomprimieran la situación y forzaran a Flores a levantar el sitio.

Los auxilios que se esperaban nunca llegaron. Los sitiadores prepararon el asalto final para la madrugada del 31 de diciembre, cuando un infernal bombardeo cayó sobre la ciudad. Los defensores resistieron hasta la tarde del 2 de enero de 1865. Entonces Leandro Gómez pidió una tregua para enterrar a los muertos, a través del oficial colorado Atanasildo Saldaña, que era su prisionero.

Este cumplió el encargo y regresó con una negativa. En medio de esas gestiones los brasileños entraron al recinto fortificado abrazándose con los defensores y gritando que se había convenido la paz, lo que no era cierto. Leandro Gómez y su Estado Mayor se vieron de pronto rodeados, luego tomados prisioneros y posteriormente fusilados por orden del sanguinario Coronel colorado, Gregorio Suárez.

El sitio de Paysandú es un hecho de relevancia en la historia de Sudamérica, ya que es considerado el preámbulo de la Guerra del Paraguay4.

Heroica Paysandú yo te saludo hermana de la Patria en que nací tus glorias y tus triunfos esplendentes se cantan en tu tierra como aquí Gabino Ezeiza, músico y payador argentino 120

Novela sobre la gesta heroica El reconocido escritor uruguayo, Mario Delgado Aparain, ha escrito una de sus obras más exitosas basadas en el sitio de Paysandú. Una novela donde entre ficción y realidad, se relatan los hechos que hacen a la grandeza histórica de Paysandú. El libro, que ya lleva más de ocho ediciones, se titula “No robarás las botas de los muertos” y recibió un premio Bartolomé Hidalgo en el año 2002.

Más tarde nos encontramos con el resto del equipo en la Plaza Artigas, desde donde partiríamos con destino a Puerto Peñasco (Camping Queguay), un emprendimiento privado enclavado en un lugar de encantos naturales sobre el río Queguay, término de origen guaraní, que significa “sitio donde confluyen los ensueños”.

Se ingresa la altura del km 395 de ruta 3 y también cuenta con cabañas y restaurant donde se puede comer excelente cocina casera. Allí nos recibió Momo (la propietaria) que desde hace muchos años se dedica al turismo rural. Luego de ingresar unos 500 metros en camioneta, nos instalamos frente al Queguay donde levantaríamos nuevo campamento. Dado el calor que todavía persistía, Lucía, Rúben, Seba y yo, nos fuimos a refrescar al río. El ingreso estuvo complicado debido al fango frecuente, con el cual Sebastián y yo improvisamos una sesión -un tanto bizarra- de barroterapia.

Luego del baño, despedimos a Seba, quien se volvió a Montevideo. Rúben, con toda su experiencia a cuestas, quedó a cargo del armado de campamento, asistido por Eugenia mientras Lucía, Federico y yo decidimos meter pedal hasta la pequeña localidad de Lorenzo Geyres, popularmente conocida como Queguay.

Camino por ruta 3 hacia el norte, a la altura del km 396, se encuentra el ingreso a este pueblito. Desde la ruta hacia allí, son unos 5 kilómetros sumamente disfrutables, dado que frecuentan los sonidos de la naturaleza en un camino poco transitado.

Camping Queguay - Puerto Peñasco Ruta 3. Km 395.500. Paysandú.

Cel. 098 048 181 Web: campingqueguay.com

La pintoresca estación de tren fue lo que más nos llamó la atención en este lugar. Allí nos topamos con Rúben (funcionario de AFE) que trabaja y vive en una casita al costado de la vía5.

Si bien no existen más trenes de pasajeros, sí pasan con frecuencia, vagones cargados de piedra caliza que van desde Nuevo Paysandú hasta la planta de Ancap en ruta 26.

Fuimos recorriendo las viejas instalaciones, pudimos observar antiguas máquinas -aún funcionando- desde donde se dirigen las vías. Definitivamente, entrar aquí es como hacer un viaje al pasado. Todo está muy bien cuidado y mantenido, al igual que la chacrita que Rúben levantó al costado de la estación, donde cuenta con huerta propia y vacas lecheras, que lo proveen a él y otros pobladores.

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Lorenzo Geyres o Estación Queguay Lorenzo Geyres es una localidad ubicada al oeste del departamento de Paysandú. Se trata de un pueblo que nació a partir del ferrocarril a fines del siglo XIX, por ello su nombre original -y con el cual sus habitantes lo denominan- es Estación Queguay. Fue en mayo de 1928 cuando pasó a llamarse oficialmente Lorenzo Geyres, en homenaje a un estanciero vecino de la zona, que donó tierras para fundar el pueblo. Sin embargo, hoy en día, permanece una gran polémica al respecto, ya que algunos mantienen, no cedió los terrenos, sino que los comercializó.

Entre algunas particularidades destacables, se trata del único pueblo del Uruguay donde todos los nombres de sus calles son de origen guaraní.

Según menciona Simón Fomichov, veterano que trabajó en la Estación Queguay años atrás: “por los años ’50, el pueblo tenía un fuerte desarrollo socioeconómico a raíz del movimiento que generaban dos grandes comercios de acopio de cereales y ramos generales; la Casa Máscolo y la que conocíamos como Casa Merello, porque después supo ser de un señor de nombre Víctor Zardo, quien tuvo una decidida incidencia en el centro poblado”. Eran tiempos en los que el ferrocarril daba movimiento a una vasta zona.

Fuente consultada: El Telégrafo

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El sol ya estaba por esconderse. Como no queríamos que nos agarrara la noche en la ruta, decidimos retornar. Nos fuimos de este lugar como llegamos, cantando y con la satisfacción de haber conocido otro de los tantos lugares especiales que hay en este hermoso país.

Ya de vuelta en el campamento, vivimos una nueva cena a la luz del fogón. Dicen que por donde corren los ríos, corre buena vibra. La paz envuelve a cada uno de nosotros, quienes nos sentimos afortunados de poder estar percibiendo y compartiendo alegremente tanta buena energía.

TESTIMONIO

Por Alejandro Mesa Docente y Coordinador de Museos Departamentales (2015- )

Paysandú: una ciudad edificada por los encuentros Cuándo se nace y crece en cierto lugar, se hace difícil hacer una alocución más o menos imparcial sobre su tierra natal. En parte es así, porque uno se siente invadido por los afectos, en cada tramo de su ciudad, en las esquinas donde cruza, en las plazas donde se sienta, en la gente que saluda al pasar. Hasta en la humedad parecería reconocer espíritus habitando en las diferentes calles donde el viento transporta ese cálido aire de los meses de enero y febrero. Por tanto, uno se vuelve animista, comienza a forjar sus dioses locales y eso dificulta mucho la tarea de diferenciar las cosas imaginarias de las cosas reales.

Hecha esta advertencia inicial, podríamos partir de la siguiente afirmación: Paysandú es una ciudad edificada por los encuentros.

Pero ¿de qué hablo cuando empleo la palabra “encuentro”?

Baruch Spinoza, un filósofo del siglo XVII, expresaba que “en el mundo estamos a merced de los encuentros”. Los encuentros entendidos como las intersecciones de diferentes impulsos, deseos, anhelos y sueños que confluyen en un determinado lugar.

En Paysandú estos encuentros podrían estar concebidos desde diferentes ópticas y sucesos, siendo la historia el hilo conductor que va reconstruyendo los escenarios y al mismo tiempo orientando las perspectivas de avance entre lo posible y lo contingente.

Al adentrarnos en la historia no es prudente hablar de un Paysandú primigenio, llamado a un destino promisorio desde el origen de los tiempos. Sí en cambio, es pertinente mencionar que uno de esos grandes encuentros está vinculado con el proceso jesuítico de aculturación, iniciado a principios del siglo XVII. Proceso que adscribió el asentamiento de poblaciones al territorio, tomando como columna vertebral al río Uruguay en el abastecimiento de carnes y cueros de ganado vacuno para los pueblos misioneros.

Al decir del historiador sanducero José Rivero Horta y de la educadora Susana Gonçalves, “este proceso de 158 años generó un sincretismo cultural entre guaraníes y jesuitas, un nuevo sujeto con una nueva subjetividad: un legado antropológico que de alguna manera afloró en la historia de Paysandú”.

Esta historia de encuentros, también es una historia de ideales revoluciona123

rios y de sueños. Así identificamos a Paysandú con Artigas, en la concreción de su ideario político, en su derrotero y también en su trunco final. Un pueblo que enardecido por las luchas de emancipación contra los imperios, era observado en ese entonces por los ojos del presbítero Dámaso Antonio Larrañaga en 1815, como un pueblo de indios.

Otra de estas intersecciones viene de la mano de la inmigración regional y europea que lentamente irá impregnado con un ideal progresista a Paysandú, hasta convertirse finalmente en una ciudad, un 8 de junio de 1863. El fernandino Basilio Antonio Pinilla, en su segundo gobierno como Jefe Político del departamento (1858-1863), habrá sido el gran impulsor para materializar esos ideales.

Al año siguiente la flamante ciudad se verá atrapada en una trama regional signada por tensiones y conspiraciones políticas que incluyen a Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Irónicamente Paysandú estará presente en la marquesina internacional, no por sus avances en la urbanización, en sus arriesgados proyectos edilicios o su pujante actividad comercial…

La novedosa práctica de fotografía bélica que estampará las páginas de algunos diarios internacionales de la época, trae a la memoria la valerosa resistencia de aquellos hombres y mujeres que defendieron Paysandú con la única misión de salvaguardar la soberanía nacional. Las tropas del caudillo Venancio Flores – brazo derecho del presidente argentino Bartolomé Mitre- y el Imperio de Brasil, redecorarán aquella vistosa ciudad, con cañones y metralla para reducirla a un montón de polvo y escombros.

Tras la caída, un 2 de enero de 1865, las manos laboriosas y apresuradas de los sanduceros levantarán la ciudad nuevamente, para volver a posicionarla como una plaza mercantil de referencia en el litoral.

Para 1890 Paysandú va al encuentro con el ferrocarril, apuntalado por numerosos contingentes de inmigrantes europeos, principalmente italianos. A las intersecciones fluviales, se incorporan ahora las intersecciones terrestres que Foto IDP

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conectarán a la ciudad con los pueblos al Norte del río Negro, con las provincias de Entre Ríos y Corrientes en Argentina y las brasileñas de Río Grande y Matto Grosso.

Lentamente, la ciudad irá mixturando su arquitectura con diferentes estilos y corrientes acompasado por el surgimiento de múltiples emprendimientos productivos. Así llegamos a la década de los ’40 y ’50 del siglo XX, época que exhibirá los síntomas más evidentes del virus “Pay- Milagro”, al decir del Ingeniero Agrónomo Esteban Campal. La ciudad se vestirá de industrias, para presumir con orgullo sideral, su posición de potencia nacional, a veces justificado, otras desmedido. Paysandú, sin embargo, habrá de ir enlutando poco a poco el sueño de ser el gran laboratorio nacional, donde alguna vez se ensayó el modelo de industrialización por sustitución de importaciones…

El año de 1980 retrotrae a los sanduceros a los tiempos de la Defensa y a su valerosa resistencia, en esta instancia por la vía de las urnas y no de las armas, para rechazar el proyecto constitucional, que pretendía amarrar al poder al aparato represor de la última dictadura cívico-militar. Tal fue la resistencia, que Paysandú se convirtió en el departamento del país que menos adhesiones tuvo a favor de la reforma constitucional, obteniendo un 34,68 % de votos a favor.

Paysandú es un pintoresco ser viviente que reposa su peculiar osamenta a la vera del río, de sus patas salen canciones de Sampayo, de los Iracundos, de José “Chino” Machín, de “Aprenda Electrónica…” de las murgas como “Los del Baldío”, “Los Charoles” y “La Democracia”, entre tantos otros, que nos recuerdan que “en el mundo estamos a merced de los encuentros”.

No obstante, y retomando el punto de partida, es muy probable que nunca pueda referenciar un Paysandú tangible, temo haber estado viviendo durante mucho tiempo en un Paysandú imaginario, donde pululan esas deidades locales que mencionamos al principio. Pequeños dioses menores que son intransferibles a otros contextos, dioses llenos de naturaleza, amistad, creación y misterio…

Foto IDP

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1. Grupo etnorreligioso cristiano anabaptista, conocidos principalmente por su estilo de vida sencilla, vestimenta modesta, tradicional y su resistencia a adoptar comodidades y tecnologías modernas.

2. Región histórica ubicada al noreste de China. Comprende las provincias chinas de Liaoning, Heilongjiang y Jilin, así como la parte oriental de la región autónoma de Mongolia Interior.

3. Mi admiración por este episodio, me llevó años después –ya radicado en Paysandú- a idear y poner en práctica un circuito guiado a pie que recorre y rememora anécdotas de la Defensa, una propuesta que aún se desarrolla por estos días y que cuenta con buena convocatoria de público local y turista. Más información en Facebook “Camino de Leandro Gómez”.

4. La Guerra de la Triple Alianza o Guerra del Paraguay, fue el conflicto militar en el cual la Triple Alianza -una coalición formada por el Imperio del Brasil, Uruguay,​y la Argentina​- le declararon la guerra a Paraguay (considerada potencia en la región) entre 1864 y 1870.

5. Las vueltas de la vida, me llevaron años después a tener un vínculo muy especial con este lugar, con el cual a partir de 2016, desde mi trabajo en la Dirección de Turismo, comenzamos a trabajar con la comunidad local en un proyecto estratégico que busca posicionar a la Estación Queguay como un producto turístico para la región termal. Más información en el Facebook “La Estación más Linda del País”.

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Día 20

Naranjas, historias y termas en el litoral Jueves 17 de octubre de 2013. Mañana de sol increíble a orillas del río Queguay. Pese al calor que se siente desde temprano, aún se observa el rocío de la noche, sobre el techo de la carpa.

Entre mate y mate, fuimos acomodando las cosas en la camioneta para seguir recorriendo Paysandú, penúltimo departamento a visitar en este tour.

Cerca de aquí hay un lugar del cual mucho nos han hablado y sugerido visitar. Se trata de la Cascada del Queguay, un accidente geográfico de particular belleza enclavado en un entorno natural, donde conviven diversas especies de flora autóctona.

Para llegar hasta allá, recorrimos algunos kilómetros hasta ingresar a la estancia “El Milagro”, sita en ruta 3 (25 km al norte de Paysandú). En este predio donde funciona una empresa citrícola, nos recibió un muchacho de unos 40 años llamado Mario. Se presentó como "encargado" y nos contó que el acceso por tierra a la cascada estaba prohibido. Por lo tanto desistimos de la idea.

Para no irnos con las manos vacías, aprovechamos la oportunidad para conocer de primera mano, como funciona la producción de naranjas, tan frecuente y desarrollada en esta zona del país. Mario, trabajador de hace años en esta planta, oficiaría como guía contándonos detalladamente sobre las distintas etapas de la producción.

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Símbolos del litoral En el Uruguay se producen aproximadamente unas 300.000 toneladas de cítiricos por año. La mayor parte de la producción se destina al mercado interno. Su consumo abarca mayoritariamente la fruta fresca, jugos y mermeladas, entre otras opciones.

Dos grandes zonas productoras se diferencian en Uruguay. La zona Norte, la más extensa abarca los departamentos de Salto, Paysandú, Río Negro y Rivera, cubre el 84 % de la superficie citrícola y concentra fundamentalmente la producción de naranjas y mandarinas.

La zona Sur, con el 16% de la superficie citrícola se ubica entre los departamentos de San José, Canelones, Montevideo, Colonia, Maldonado, Florida y Soriano especializándose en el cultivo del limón como variedad principal.

En los últimos años, la producción de naranjas y mandarinas fue la más importante dentro de los cítricos, sector que ocupa a cerca de 20 mil trabajadores.

Los dos cítricos más cultivados son las naranjas y las mandarinas. Los principales destinos a los que están dirigidas las exportaciones uruguayas son los Países Bajos, seguido por Federación Rusa, España, Reino Unido y Estados Unidos.

Fuente: INIA y Uruguay XXI

Después de la charla y recorrida por los naranjales, continuamos la marcha hacia el norte del país, ingresando a Quebracho, lugar donde Federico vivió en su infancia. A juzgar por la gran cantidad de los saludos que recibió, no quedan dudas: acá juega de local.

Llegamos sobre el mediodía y la calma prevalecía en aquella localidad de casi 3000 habitantes. Calma que sólo era interrumpida por los gritos de los gurises recién salidos de la escuela y por alguna que otra moto que cada tanto pasaba. Los almacenes se encontraban casi todos cerrados, por lo que apelamos al conocimiento de Federico para conseguir agua fría. Después decidimos seguir el paso camino al Saladero Guaviyú.

A medida que vamos ingresando por el camino de tosca, se observa gran cantidad de palmeras, Rúben es un conocedor en el tema y señala que existe una línea de palmares que cruza en diagonal al país, uniendo esta zona de Paysandú con los palmares de Castillos, en Rocha. Se visualiza un hermoso paisaje, el que a su vez ha sido testigo de un importante acontecimiento como lo fue la Revolución de Quebracho.

Luego de unos 40 kilómetros, llegamos a las ruinas del viejo saladero donde, el río al que le 128

Revolución de Quebracho En los alrededores de la localidad de Quebracho, se suscitó una batalla histórica entre el 26 y 31 de marzo de 1886. La misma, enfrentó a fuerzas revolucionarias (nucleadas por blancos y colorados) con las del gobierno del General Máximo Santos, quien pretendía mantenerse como Presidente. Fue una rebelión legalista vs militarista, en la cual finalmente triunfó la última corriente.

cantó Anibal Sampayo1, ofrece un escenario espléndido. Ruben y yo, cámara en mano, salimos a recorrer el lugar, mientras las chicas optaron por tomar sol y Federico se encargó de hacer el fuego para cocinar el asado.

El Uruguay no es un rio Se mezclan aquí la naturaleza y la es un cielo azul que viaja historia. Las ruinas centenarias del Sapintor de nubes; camino ladero Guaviyú se transforman en otro viaje al pasado industrial, tan común con sabor a mieles ruanas en la costa ribereña del litoral. Sin de“Río de los pájaros pintados”, Aníbal Sampayo jar tiempo para una inspiradora siesta, luego del almuerzo, decidimos continuar con el viaje. La próxima parada del día sería en el complejo termal Guaviyú, donde la gente de la Intendencia nos había habilitado un bungalow donde pasar la noche.

Saladero Guaviyú En el rincón que forman las márgenes izquierdas del arroyo Guaviyú y del río Uruguay se funda en el año 1869 el saladero San Pedro de Guaviyú, el cual debe su nombre a su fundador, don Pedro Piñeyrúa. El Parque posee unas 13 hectáreas, que se encuentran bajo administración del Municipio de Quebracho.

Durante el funcionamiento del Saladero, la actividad principal estaba dada por el procesamiento de cueros y la elaboración del tasajo. Este consistía en la salazón de carne en salmuera durante no menos de un mes, que luego era oreada y una vez que se secaba por fuera, era ahumada en chimenea u otro tipo de fuego, permitiendo de esta forma su mayor conservación.

Debido a cambios en los mercados de consumo, su actividad fue menguando, hasta que en el año 1902 se produce su última faena. Hoy solo se observan una serie de vestigios arqueológicos que atestiguan esta actividad y que pueden ser recorridos a través de un sendero cultural. Entre ellos se destacan el Galpón de Salar, la Prensa y el Galpón de Cueros, la Bomba de Vapor y los Muelles.

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A partir de una surgida desde la sociedad civil organizada, entre 2011 y 2013, a través de la Mesa Zonal de Quebracho, en colaboración con el Club Social Quebracho, instituciones beneficiarias de los fondos PPD/FMAM/PNUD-MVOTMA del Programa de Pequeñas Donaciones, se intentó realizar una puesta en valor de este lugar histórico y de importancia natural. Como resultado de dicho proceso, logró instalarse señalética en las inmediaciones del saladero y también impulsar la realización de campeonatos de pesca como otras actividades turísticas para promocionar el lugar, que lamentablemente por estos días, no cuenta con instalaciones ni servicios suficientes para atender a los visitantes.

Palmares de mi país Los palmares más extensos son los de butiá en el este del país, vinculados a tipos de suelos pesados y húmedos. En el noroeste (fundamentalmente en Paysandú) se encuentran los palmares de yatay, que se desarrollan sobre suelos mejor drenados y arenosos.

La palma pindó (también llamada chirivá) está presente en gran parte de los montes del país (a veces en gran abundancia), pero sólo excepcionalmente como formación pura.

En el caso de los palmares de butiá y yatay, resulta claro que las actividades humanas han modificado sustancialmente al palmar original. En efecto, en casi todos los casos están constituidos exclusivamente por ejemplares adultos, sin que exista regeneración. La explicación es muy simple, el ganado (y los cerdos en Rocha) se come los brotes de las semillas que germinan, impidiendo así la existencia de palmas jóvenes.

Otra de las causas importantes de pérdida de biodiversidad en nuestro país, es la suplan-

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tación de ambientes naturales por monocultivos, particularmente soja y de Eucaliptus. En este sentido, investigadores especializados en el tema, destacan con preocupación, que en muchas partes de Rocha y Paysandú, se observan extensas áreas de plantaciones forestales donde antes existía monte nativo.

Fuente: Guayubira.org.uy

Luego de un reconfortante baño termal, nos dirigimos hasta un restaurante aledaño a las termas, donde comimos y brindamos por otra inolvidable jornada.

El canto a capella de una señora de unos ochenta años, irrumpió las charlas de todos los que estábamos en aquel lugar, donde había varias mesas ocupadas por adultos mayores, participantes de un viaje de Turismo Social.

El ambiente era de jolgorio y alegría. Fede y su papá -que había venido a visitarlo desde Quebracho- se sumaron al canto de aquella mujer.

Con en el correr de los minutos se fue generando un clima de fiesta, donde confluyeron diferentes generaciones. ¡Qué bailongo se armó!

Federico mostró una vez más su espíritu de animador destacándose con sus improvisadas coreografías. Adultos, jóvenes, y algunos niños que andaban en la vuelta, todos nos mezclamos con alegría disfrutando de este baile que sin dudas quedará guardado en el recuerdo de todos los viajeros, como otra pintoresca anécdota resultado de El Gran Tour.

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1. Aníbal Sampayo (1926-2007). Referente de la música litoraleña, nacido en Paysandú. Fue poeta, cantante, guitarrista, arpista y compositor.

Fundó en 1960 el festival de Cosquín (en Argentina) junto a Jaime Dávalos y otros músicos. Luchador social y músico de referencia del folclore latinoamericano, Sampayo padeció cárcel y el exilio. Por ese motivo realizó varias giras por Europa donde grabó además el LP “Canto a la Liberación”. Volvió a Uruguay en 1985.

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DĂ­a 21

Siguiendo los pasos de Artigas

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Viernes 18 de octubre 2013. Sorpresivamente y ante todos los pronósticos, el primer integrante del equipo en levantarse no fue Rúben. A eso de las seis de la mañana, Lucía madrugó para recibir a Sebastián, un amigo de ella, conocedor de flora y fauna nativa. Con él como guía, haríamos más tarde, un recorrido interpretativo a orillas del río Daymán.

Llegaba uno, pero se iba otro. Federico había partido unas horas antes para retornar a la capital. Después del desayuno en el Restaurant Carlitos, volvimos a la ruta 3, para continuar rumbo al norte tras los pasos de La Redota. A la altura de la localidad de Chapicuy ingresaríamos a la histórica Meseta de Artigas, posteriormente la costa del río Daymán, hasta llegar al cruce del Ayuí en Salto. Todos estos lugares fueron transitados por Artigas durante el éxodo del pueblo oriental.

La Redota Se denomina “Redota” u “Éxodo del Pueblo Oriental” a la emigración colectiva de habitantes de la Banda Oriental que siguieron a Artigas hasta el Salto Chico del río Uruguay, —en donde hoy se halla la ciudad argentina de Concordia— después del levantamiento del Sitio de Montevideo, a causa del armisticio de octubre de 1811, entre el virrey Elío y el Triunvirato de Buenos Aires. La caravana recorrió 522 kms en 64 días.

Los protagonistas denominaron “la redota” a la marcha, palabra que era de uso vulgar en el español rioplatense de la época y que se originó por deformación del vocablo “derrota”.

Se lo considera como uno de los hechos centrales y primogénitos en la formación del sentimiento nacionalista uruguayo, denominado “orientalidad”.

Cuando llegamos a la Meseta, cerca del mediodía, el lugar se encontraba casi vacío. Sólo había un automóvil parado y dos personas frente al gran monumento del prócer.

Rúben con su cámara, fue a fotografiar el hermoso paisaje que allí se presenta. Sebastián, Lucía y Eugenia hablaban del tema que los apasiona, la flora y fauna.

Yo, simplemente contemplaba el lugar, observando a cada uno de mis compañeros. Una vez más, me despierta el sentimiento de paz. El lugar lo inspira, y eso se percibe de cada uno de nosotros, acostumbrados al ruido y la locura de la urbe.

Meseta A tan solo 37 Kilómetros del Complejo termal Guaviyú, se encuentra la histórica y emblemática Meseta de Artigas, uno de los destinos más visitados de Paysandú. El monumento -obra del escultor Juan Azzarini- está asentado sobre la meseta, en una zona de barrancas a orillas del río Uruguay.

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En setiembre de 2015, se inauguró aquí, el Centro de Interpretación (ubicado en la Casona del Patriarca) donde mediante el uso de realidad aumentada, video 360 y ultrasonido, los visitantes pueden conocer sobre el artiguismo y la historia del territorio. Todos los años en setiembre, llegan miles de jinetes, para rendir tributo al prócer en un evento con más de veinte años de trayectoria, denominado “Encuentro con el Patriarca”.

El lugar cuenta con un centro para recibir turistas donde hay un pequeño restaurante y también funciona una despensa con provisiones básicas para visitantes.

Después de algunas caminatas por el lugar, continuamos la marcha hacia Salto. Nuestra próxima parada sería la Gruta del Padre Pío, ubicada en el mismo predio de la estancia “La Aurora”.

Un lugar cargado de magia La Gruta del Padre Pío y la estancia “La Aurora”, se encuentran en el límite de los departamentos Paysandú y Salto.

Se trata de un espacio asiduamente visitado por personas de todo el mundo, quienes hacen su peregrinación para encontrarse frente a la gruta, orar y disfrutar de la energía del lugar, al cual se le atribuyen fenómenos relacionados con ovnis y curaciones milagrosas.

Cansados y con hambre, en Salto ubicamos un buen lugar frente al río donde nos tiramos a descansar y comer. A media tarde nos encontramos con Magdalena, una amiga que es también guía turística. Ella nos esperaba en la Universidad junto a referentes del Ministerio de Turismo.

Todos aguardaban nuestra llegada, para salir a recorrer la costa del río Daymán con el guía Sebastián.

Durante más de una hora, aprendimos sobre pájaros y flora en el improvisado sendero. En realidad hay varios puntos de la costa del Río Uruguay con escenarios maravillosos para realizar esta actividad, que también es ofrecida como servicio turístico por gente especializada en la materia.

Birdwatching y circuitos en Salto Si estás interesado en el avistamiento de aves, recomendable contactar al especialista Pedro Rinaldi. Cel 099 727 373 Facebook: Birdwatching Salto Uruguay Por diferentes circuitos históricos y culturales en la ciudad, contactar a Magdalena D´Amado. Cel. 099 488 226 Web: turismoensalto.com

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Cerca del puente que atraviesa el río Daymán, puede verse una placa que recuerda el paso de Artigas durante el éxodo. Estamos cerca de la ciudad, sin embargo no parecen haber muchas huellas humanas en este espacio natural.

Cuando culminamos el recorrido, Magdalena se subió a la camioneta con nosotros y ofició de guía en la ciudad. Visitamos el Museo Casa Horacio Quiroga1, uno de los escritores más populares de nuestro país, oriundo de este pago.

Allí se pueden encontrar objetos personales (hasta una bicicleta) y la urna funeraria que contiene sus cenizas. Además, existe una sala dedicada a la poetisa Marosa Di Giorgio2 y en la parte inferior de la casa se ubica el Museo de la Historieta que recuerda a otro salteño reconocido, José Suarez “Peloduro”3.

Llama la atención lo poco aprovechada que está la figura de Quiroga como potencial turístico-cultural. Me viene al recuerdo una excursión que tiempo atrás hice a Cataratas del Iguazú, que incluyó la localidad de San Ignacio en Misiones. En el mismo ómnibus pasaban videos que aludían a Quiroga, que también vivió en esa localidad y cuyos paisajes inspiraron su literatura. Los guías turísticos, la cartelería y los folletos distribuidos en aquel viaje, todos destacaban al autor.

En Misiones, Quiroga es un atractivo para los turistas. Acá en Salto, no se destaca tanto su figura. "Nadie es profeta en su tierra", dicen.

Mientras recorremos la casa, me voy acordando de la impresión que me resultó leer "Cuentos de amor, locura y muerte", cuando era un niño. Cómo olvidar “El almohadón de plumas”, “A la deriva” y “La gallina degollada”, relatos que erizan a cualquiera.

Quienes conocen más de literatura, dicen que Quiroga estaba influido por autores como Edgar Allan Poey y Guy de Maupassant. Como sea, se trata de un escritor que narra magistralmente la violencia y el horror que se esconden detrás de la aparente apacibilidad de la naturaleza. En otras palabras, Quiroga fue un fenómeno de la literatura mundial, en su estilo.

Campamento en Ayuí Luego de unas vueltas céntricas para comprar provisiones, instalamos nuestro campamento frente al río, a la altura del Paso del Ayuí. Allí armamos un nuevo fogón, compartiendo cena con Magdalena y su compañero Rúben. Entre risas y grandes charlas se nos fue muriendo la noche, mientras por la costanera circulaban motos y automóviles con plenas y cumbia sonando a todo volumen. Por acá cerca está la zona de discotecas, lo cual explica el nocturno movimiento.

“Acá va estar bravo pa´ pegar un ojo”, le comento a los presentes.

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A la mañana siguiente, nos levantamos bien repuestos de energía. Lo que restaría de aquí en más, era un largo retorno a Montevideo, con excepcionales paradas para estirar las piernas e ir al baño. Así culminaría un nuevo viaje del inolvidable Gran Tour por el paisito.

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1. El Museo se ubica en la intersección de Avenida Gral. Feliciano Viera y calle Maciel. Teléfono: 473-25685.

2. Fue una escritora salteña que se hizo conocida por su estilo erótico y atrevido.

3. Julio Emilio Suárez Sedraschi, nació en Salto en 1909 y murió en Montevideo en 1965. Fue uno de los pioneros de la historieta en Uruguay. Su obra más famosa y longeva fue "Peloduro", una tira cómica diaria con personajes inspirados en la realidad uruguaya del momento, creada en 1933 y publicada en los diarios El País, La Mañana, El Nacional, El Popular, Marcha, Época, Justicia y El Diario. El nombre Peloduro fue además el título de un semanario de humor que Suárez creó y dirigió entre 1943 y 1964.

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Día 22

Volver a la escuela

Viernes 15 de noviembre de 2013. Éramos cinco los viajeros que iniciaríamos la cuarta travesía de El Gran Tour. Una vez más, lo haríamos en auto, igual que como un mes atrás, cuando habíamos finalizado el recorrido en la ciudad de Salto. Federico –único chofer del grupo-, inició el recorrido, levantando a cada uno de los que formaríamos parte de un prometedor viaje por tierras norteñas.

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La novedad entre los participantes del tour sería Marcela, nueva compañera que tiempo atrás habíamos conocido en una charla sobre turismo. Fue la última pasajera que levantamos, en el barrio donde habita, el viejo y popular Cerro de Montevideo.

El auto estaba cargado "hasta la manija". Cinco personas con sus respectivos equipajes recorrimos los primeros 230 kms hasta llegar al único destino que repetiríamos en El Gran Tour.

Una vez más, luego de varios meses, retornamos a la escuelita rural “Las Tunas”, ubicada a algunos kilómetros de Villa del Carmen (Durazno).

Desde el Cerro al país En 2013, Uruguay Alternativo llevó adelante la organización de una tertulia sobre desarrollo del turismo en el país, en la que participaron referentes de distintas instituciones. Cuando finalizaron las exposiciones, se me apareció una muchacha que me dijo: “Hola, soy Marcela y estoy interesada en participar de los viajes que ustedes hacen”.

Y así nomás, con esa sencillez, pocas semanas después de aquel encuentro, se concretó el viaje con Marcela entre los integrantes. Nacida en Las Piedras, se crió y vivió hasta la adolescencia en esa ciudad. Años después se radicó en Montevideo, donde vive con su compañero Oscar.

Un accidente laboral que sufrió años atrás, no fue obstáculo para que ella se uniera al grupo. Marcela es una gran compañera de caminos, que se declara admiradora del interior y le gusta conocer nuevos lugares.

En aquella fría jornada de junio, nos habíamos comprometido conseguir juegos y libros a través de una campaña a la cual denominamos “Juntachiches”. Desde el Facebook y comentándole a amigos y conocidos, logramos recolectar una gran cantidad de materiales para ser entregados a los escolares. Vaya que lindo motivo para volver a visitar esta escuela, donde habíamos cosechado, un vínculo tan lindo y especial con su gente.

El día había amanecido bastante feo. Durante la noche anterior y hasta las primeras horas 140

de la mañana había llovido mucho. Pero felizmente, luego del mediodía se borraron las nubes grises, quedando el cielo despejado.

Haciendo sonar la bocina, sobre las 19 horas, llegamos a la escuela. La calma prevalecía en el lugar al momento de nuestro arribo. Allí nos recibían una vez más, la maestra y directora Beatriz, junto a su compañero Juan. También algunos niños y adultos, a la espera de lo que sería una nueva reunión de la comisión.

De a poco “fue cayendo gente al baile”. Seba propuso "armar" un mate, despertando las chanzas de los locales “¿Cómo se arma un mate? si precisás tengo alguna herramienta por ahí”.

Y empezaron a aparecer los gurises de la escuela: Bryan, Mel, Valentina, Maykol, Rocío. Estaban todos. También sus padres, otros gurises más grandes y personas mayores de zonas aledañas.

Cuando se acabó el agua para el mate, se dio lugar a los refrescos. Salieron también tortas y pizzas caseras para acompañar. El ambiente se puso lindo y todo era alegría.

No faltaron los picados de fútbol en el patio de la escuela, mientras las mujeres filosofaban sobre el amor resguardadas en el salón, donde otros jugaban al truco.

Y llegó el momento de hacer entrega de los materiales a los gurises. De un lado, sobre la mesa quedaron los locales, frente a ellos, nosotros los viajeros. Federico fue quien inició la entrega y entre todos fuimos repartiendo los libros, juegos y hasta una bicicleta. Todo quedó en buenas manos. La emoción y la alegría invaden por dentro. La satisfacción de haber estado aquí una vez más y de cumplir nuestra humilde promesa ante tanta alegría de aquellos gurises, realmente resultó un abrazo al alma.

Juegos, caminatas y descanso en la escuela La noche fue pasando entre juegos y comida casera. Ahora corría también una gustosa picada de cordero. Eugenia, radiaba de alegría por su buena fortuna con la conga. Marcela era testigo de ese momento y registraba con su cámara de fotos cada instante. Federico ponía a prueba a los gurises con la trivia. Seba se divertía como un niño más, armando la pista de autitos, la misma con la que de chiquito supo jugar y que ahora quedaba en la escuela. Yo observaba el panorama y simplemente disfrutaba de ser parte de esa mágica noche.

Entrada la medianoche, con Seba nos prendimos a los relatos que David, unos de los gurises nos contaba: “Hay muchos animales acá de noche, sobre todo jabalíes”.

Había una hermosa luna llena y nos mandamos a campo traviesa iniciando una corta recorrida, mientras lo escuchábamos hablar sobre luces malas y su incondicional apego a este lugar. Para David si bien sabe 141

que “es bueno estudiar”, su deseo es seguir viviendo y trabajando en el campo. Pasada las tres de la mañana, algunos locales se habían retirado a sus casas. Otros seguían jugando a las cartas y charlando. Fede, Seba y yo, vencidos por el cansancio, decidimos irnos a dormir. Nuestro dormitorio improvisado, sería el piso del comedor. Las mujeres contaban con una cama en una habitación de la escuela. A la mañana siguiente, amaneceríamos bien tempranito para preparar el mate, nuestro cargamento y así seguir la ruta hacia el norte del país.

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Día 23

Pal Norte

Sábado 16 de noviembre de 2013. Una vez más, el celular de Fede fue el que ofició como despertador, al ritmo de “Amaneciendo”, de la banda uruguaya Marulata. Casualmente artistas oriundos de Tacuarembó, próximo destino de El Gran Tour.

La noche para mí había sido larga. Se me hizo complicado dormir en el piso de la escuela, por lo que la mañana me encontró adentro del auto, adonde me había mudado en la madrugada. La escuelita se encontraba muy tranquila a diferencia del bullicio de la noche anterior. El sol, de a poquito, empezaba a subir y el calor comenzaba a sentirse.

El saludo cordial con Beatriz y Juan, simbolizó el abrazo con todos los locales con quienes habíamos compartido un nuevo y grato momento. Nos fuimos con la sensación gratificante de que aquí contamos con buenos amigos y con el deseo de que ojalá la ruta, nos vuelva a reencontrar en otro momento. Sobre la ruta 5, en el cruce sobre el río Negro, se encuentra la ciudad de Paso de los Toros. La segunda más poblada del departamento, con unos 13.000 ha143

bitantes, cuna del reconocido escritor Mario Benedetti y donde nació también el agua tónica de trascendencia mundial.

Eterno Mario Mario Benedetti nació en Paso de los Toros en 1920 y murió en Montevideo en el año 2009.

Fue un notable escritor, poeta y dramaturgo, integrante de la Generación del 45, a la que pertenecen también Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, entre otros. Su prolífica producción literaria incluyó más de 80 libros, algunos de los cuales fueron traducidos a más de 20 idiomas.

En setiembre de 2015, se inauguró en su ciudad natal el circuito “Vía Benedetti”, que consta de 12 carteles con citas del autor y una plaza con su nombre. ¿Qué le queda a los jóvenes? ¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de paciencia y asco? ¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo? también les queda no decir amén no dejar que les maten el amor recuperar el habla y la utopía ser jóvenes sin prisa y con memoria situarse en una historia que es la suya no convertirse en viejos prematuros

Fundación Mario Benedetti

Mario Benedetti

De Paso de los Toros al mundo Hubo un tiempo en que una fábrica fue el orgullo y el motor del pueblo: allí trabajaron casi cien personas. Hoy esa fábrica no existe, el agua tónica es propiedad de Pepsi Cola y en Paso de los Toros, lo único que queda, es un cartel al borde de la carretera que tiene el logotipo del agua tónica.

En 1924 Rómulo Mangini, un montevideano de 41 años y con estudios de química, que había llegado a la modesta ciudad para trabajar en el comercio de la familia de su esposa, instaló una pequeña fábrica de soda. Tiempo después incursionó en la venta de jabón y se dedicó a producir refrescos con gustos de frutas, junto a Jorge Jones, un inglés que había llegado de la mano del ferrocarril al pueblo.

Por entonces, la tónica más consumida en Uruguay era la Bull Dog, importada de Inglaterra. El inglés desafió al uruguayo en comenzar a fabricar un agua tónica, tan buena como la inglesa. Mangini respondió que no sabía la fórmula y Jones le contestó que él conocía los ingredientes, pero no las proporciones. Poco a poco comenzarían con el objetivo de lograr la fórmula perfecta, la cual llegaría luego de varios meses y así comenzó la fabricación del producto. Para homenajear al pueblo donde la había creado, Mangini decidió llamarle al agua tónica “Paso de los Toros”, que ya para la década del 40 se vendía con gran repercusión en Montevideo.

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El éxito comenzó a generarle un problema a Mangini: su fábrica no daba abasto y él carecía del capital necesario para ampliarla, entonces le propuso asociarse a dos acaudalados hombres de Durazno -Frank Marshall y Adolfo Caorsi- y así fundaron la Sociedad Anónima Agua Tónica Paso de los Toros. Además, se pusieron en venta acciones en el pueblo, a diez pesos cada una.

Algunos testimonios recuerdan que un día llegaron a Paso de los Toros representantes de Pepsi Cola y comenzaron a ofrecer dinero por las acciones de la fábrica, la multinacional pagaba muy bien por ellas, y así fue como muchos vecinos decidieron venderlas. Paso a paso, socio a socio, Pepsi fue quedándose con la mayoría de la empresa, lo que concretó en febrero de 1955. Con la mayoría, también consiguió la fórmula secreta.

Aquello fue duro para Mangin. Su capital accionario quedó en minoría. El viejo luchador sintió hondamente que la empresa de toda su vida ya no era ‘su empresa’ y así fue pasando el resto de sus días, hasta que murió.

Relatos de ex empleados de Mangini recuerdan que la tónica nunca fue la misma, porque el secreto era el agua con la cual se elaboraba. Con el fallecimiento de Mangini, ante la pasividad deslumbrante de la comunidad, Pepsi cerró la fábrica en Paso de los Toros y la tónica pasó a ser fabricada solo en Montevideo. El local donde estuvo instalada la fábrica todavía existe, frente a la estación de trenes de Paso de los Toros, en una calle rebautizada Rómulo Mangini.

Paso de los Toros fue lanzada en Argentina en 1964 y conquistó 95% del mercado. En Uruguay su imposición es mayor aun. Según el departamento de marketing de la Pepsi local, Paso de los Toros, acapara prácticamente el 100% del mercado de las tónicas.

Esta nota está basada en un artículo del autor uruguayo Leonardo Haberkorn, publicado en la revista Tres, el 23 de agosto de 1996. También es parte del libro "9 Historias Uruguayas " (Ediciones de la Plaza, 2004), reeditado como Historias uruguayas (Sudamericana, 2014).

Llegada a Tacuarembó Continuando por la ruta 5, a la altura del ingreso a Curtina, hicimos la segunda parada en el camino. Allí nos encontramos con un centro de información y puesto de artesanías locales.

La referencia principal que tenía sobre este pueblo es que aquí nació el reconocido cantor popular y guitarrista Héctor Numa Moraes, autor -entre otras canciones conocidas- de “La patria compañero”.

Jaime, pero no el músico Hay una calle céntrica en Tacuarembó que llama la atención por su nombre: Jaime Ros. Sin embargo, poco tiene que ver con el reconocido músico uruguayo, que además lleva dos “s” y no una como en este caso. Jaime Ros es el nombre de un cura párroco nacido en Salto y que llegó a Tacuarembó en 1892. Se lo recuerda principalmente por haber impulsado la construcción de la Catedral San Fructuoso, ubicada frente a la Plaza 19 de Abril.

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Pasado el mediodía, llegamos a la ciudad de Tacuarembó, capital del departamento con el mayor territorio del país. Ni bien llegados a Tacuarembó, nos fuimos a Balneario Iporá (al cual volvería años después en otro viaje de El Gran Tour) donde sentados sobre un cerro, disfrutamos de un almuerzo observando una panorámica espectacular de la ciudad. También nos reímos mucho con el particular humor de Sebastián, que repartía los sandwiches elaborados por él mismo.

De retorno hacia la ciudad, tomamos por un camino que lleva a Grutas de los helechos y de los cuervos. Se trata de dos grandes quebradas rodeadas de monte nativo, hasta donde se puede llegar solamente a pie, luego de bajar por caminos rocosos y espesa vegetación.

Federico tuvo la idea de comenzar a caminar a campo traviesa hasta aquel lugar, dando inicio a una improvisada e inolvidable aventura. A juzgar por nuestra vestimenta, de lo que menos pinta teníamos era de expedicionistas, sobre todo Sebastián que andaba de chancletas.

Atravesamos un campo repleto de chircas y yuyos, entre los que frecuentaba la carqueja1 . Bajo un fuerte sol, caminamos buscando encontrar el descenso que nos llevara a alguna de las grutas buscadas, hasta que nos fuimos topando finalmente con cañadas de agua pura y cristalina, grandes helechos y una diversa vegetación.

Cerro Batoví.

Valle Edén Agotados por la travesía, nos subimos al auto para seguir el camino. Esta vez, tomaríamos la ruta 26 con destino a Valle Edén, adonde ingresaríamos al caer el sol. Nos bajamos en la 146

Posada homónima, cuyos propietarios habíamos conocido poco tiempo atrás. Ahí nos recibió Alfredo, quien nos brindó información sobre el lugar y nos sugirió algunos puntos para visitar.

Mapa en mano, nos metimos en el auto y comenzamos a ascender la cuchilla de Haedo por un camino de tosca -en mal estado- que corre paralelo a las nacientes del arroyo Jabonería. Más arriba, estacionamos el auto para comenzar a caminar por el campo hasta llegar al Pozo hondo, una imponente cascada de 25 metros de altura. Algo así como el Salto del Penitente que se encuentra en Lavalleja, pero con un poco más de altura y caída prominente.

Por aquí nos contaron sobre una leyenda que data de la época de la Guerra Grande2.

Pozo Hondo Ubicado en el límite de los departamentos de Paysandú y Tacuarembó. Se trata de un salto de agua que cae desde 25 metros, producto de la lluvia así como de vertientes, con las que se forma una laguna. Precisamente, en épocas de lluvia es cuando más impactante luce. No obstante y por más que no llueva, esa laguna jamás desaparece, y su profundidad se ha convertido en un misterio. Se dice que buzos profesionales intentaron alcanzar su fondo, pero no pudieron lograrlo porque, según parece, es muy profunda.

Parece que en el lago de esta cascada, fue arrojado un soldado colorado junto a su caballo.

Nunca encontraron los cuerpos, pero hay quienes mantienen, cada tanto aparece la imagen de aquel desgraciado hombre.

Sin dudas este lugar es una maravilla, otro destino poco conocido para los uruguayos.

La noche comenzó a caer y una gran luna asomaba entre los cerros. Ya de regreso, nos detuvimos en un mirador para observar una panorámica formidable.

En Valle Edén, nos fuimos a la zona de camping para instalar las carpas. Algunos optamos por continuar en las bicicletas, para atravesar el arroyo Jabonería, que también se puede cruzar a través del tradicional puente colgante.

El terreno estaba muy mojado, sin embargo, la experiencia acampante de Marcela permitió que las carpas quedaran armadas sin rastros de humedad en su interior.

Después, llegó la hora de los baños. Mientras aguardábamos a las mujeres, Seba, Fede y yo, nos pusimos a charlar con integrantes del grupo de motoqueros llamados “Pachucos”, que estaban acampando aquí para realizar un homenaje en el monumento a los Caídos en la ruta.

Más tarde, nos fuimos a la Posada a cenar pastas caseras. Finalmente, rendidos por el cansancio, nos retiramos a dormir. Fin de otro día memorable.

El padre de Gardel En Valle Edén, precisamente en la estancia Santa Blanca, nació Carlos Gardel. Hijo ilegítimo del coronel Carlos Félix Escayola y de su cuñada, menor de edad, María Leila Oliva. Las 147

circunstancias de este nacimiento se ocultaron por motivos familiares, dado que era un Escayola hijo de Escayola y su entonces cuñada, pero "Los secretos del Coronel" es un libro de Susana Cabrera, escritora nacida en también influyeron razones políticas y reliMontevideo y radicada desde hace años en giosas, así como la condición de masón del Tacuarembó, que reúne gran documentación coronel. Escayola fue a mediados del XIX, “el sobre la vida de este polémico personaje. jefe político y el hombre más poderoso de la región”. Llegó a estar casado de forma consecutiva con tres hermanas de la familia Oliva, llamadas Clara, Blanca y María Lelia. Tal como consta en algunos documentos, Carlos Escayola tuvo catorce hijos reconocidos, pero se estima que engendró a más de cincuenta en diversas relaciones extramatrimoniales.

Tierra de Charrúas Aunque Tacuarembó se promociona al mundo como la tierra de Gardel, o la ciudad donde se realiza la tradicional Fiesta de la Patria Gaucha, hay un hecho histórico de suma trascendencia que tristemente no cuenta con tanta difusión: Tacuarembó es la tierra de los últimos charrúas, donde aún en estos días siguen apareciendo vestigios de aquella población. Y no solo son restos arqueológicos.

Son sobre todo, la gran cantidad de pobladores con ascendencia charrúa que habitan este departamento, nada más ni nada menos que el 60% de los habitantes. Hay un enunciado muy popular que dice “la historia la escriben los vencedores”. Tacuarembó no es la excepción, y la verdad que resulta un tanto inconcebible, como aún en los tiempos que corren, los charrúas no forman parte del nomenclátor de la ciudad, ni tampoco son recordados en monumentos y plazas. El único espacio donde pude encontrar alguna alusión a esta población, es en el Museo del Indio y el Gaucho, donde básicamente es posible ver algunos objetos indígenas y gauchescos.

Parece poco, siendo que existe un fuerte vínculo de Tacuarembó con los charrúas, relacionado con dos cuestiones muy importantes como el exterminio de dicha población y la fundación de la ciudad.

Fructuoso Rivera, Primer Presidente Constitucional de la República, fue responsable (principalmente a través de su sobrino Bernabé Rivera) del exterminio de la población charrúa y guaraní. En ese sentido, el episodio más destacado tuvo lugar en la llamada Matanza de Salsipuedes, ocurrida en abril de 1831.

Ante los reiterados ataques a estancias de parte de indígenas charrúas, a los que se unieron grupos guaraníes que habían huido de Bella Unión debido a las malas condiciones de vida imperante, Rivera invitó a varios caciques a un parlamento. Se trataba de una trampa, en que fueron masacrados centenares de indígenas. El hecho es referido como punto culminante del exterminio o genocidio del pueblo charrúa.

De esa matanza escaparon muy pocos individuos y se los tuvo por exterminados a partir del envío a París, a efectos de ser "estudiados" y exhibidos como parte de un show circense, conocido como Los últimos charrúas, pequeño grupo formado por una mujer y tres hombres.

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Al año siguiente, el coronel Bernabé Rivera, fundó la villa bajo el nombre de San Fructuoso, un 21 de enero de 1832, por celebrarse en el día del santo homónimo en el calendario cristiano, aunque también hay versiones de que debe su nombre al mismísimo Gral. Rivera. El objetivo de fundar la ciudad fue precisamente con el fin de detener la “barbarie”.

Por tanto, si es descabellado el hecho de que en tantas ciudades existan avenidas, monumentos y plazas que recuerdan a Fructuoso y Bernardo Rivera, más disparatado es que justamente en Tacuarembó, donde existía la mayor población de charrúas, aún haya tantas referencias a los genocidas y no precisamente a quienes fueron víctimas de acciones "civilizadoras".

De esta manera y siglos después, los charrúas permanecen ocultos y marginados en el relato histórico de Tacuarembó y el país.

Arroyo Jabonería.

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1. La carqueja o carquejilla es un arbusto que crece de manera silvestre en Uruguay, Brasil, Argentina y Bolivia. Sus propiedades medicinales, principalmente diuréticas, son bien conocidas por los laboratorios que la utilizan en numerosos preparados. Otra de las propiedades más valoradas es la afrodisíaca.

2. Conflicto que se produjo en el área del Río de la Plata entre el 10 de marzo de 1839 y el 8 de octubre de 1851. Los beligerantes fueron los blancos, encabezados por Manuel Oribe, aliados de los federales argentinos, enfrentados a los colorados encabezados por Fructuoso Rivera, aliados de los unitarios argentinos.

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Día 24

Gardel, Laureles y Tranqueras Domingo 17 de noviembre de 2013. Federico, afectado por una fuerte gastroenterocolitis, sería el primero del equipo en levantarse. Precisamente, los problemas estomacales fueron el motivo de su temprano despertar. Ello no fue obstáculo para que con su mejor energía, hiciera sonar una vez más la música de su celular y despertar al resto de la barra, en Valle Edén.

Lentamente fuimos desarmando el campamento, mientras el sol una vez más brotaba prometedor.

Después de estudiar un poco más el mapa, nos fuimos hasta el museo Carlos Gardel, leyenda e ícono del tango. El edificio se ubica pegado a la estación de trenes. Allí se exhiben fotos y documentación del popular cantautor, entre las cuales figura una de las más relevantes. Se trata de un recorte del diario “El Telégrafo”, con fecha 26/10/33, en el cual Gardel responde sobre su nacionalidad a la pregunta del periodista1: “ya que usted insiste, uruguayo nacido en Tacuarembó”. El documento está encuadrado en una gigantografía como una de las reliquias que enorgullece a los tacuaremboenses. Además, el mago forma parte del logo de la Intendencia en el que figura su sombrero con el cerro Batoví de fondo, y una frase que dice “Tacuarembó, contigo cada día mejor”.

Una de las imágenes que llama la atención, es una foto inédita que muestra un Gardel obeso montado a caballo. Mientras uno recorre el lugar, de fondo puede escuchar cada una de sus 151

canciones. Se observan fotos de su niñez, acompañadas de datos biográficos y piezas históricas, que alguna vez, fueron de pertenencia propia y/o de sus familiares.

A la salida del museo, se encuentra la estación de tren de Valle Edén, donde aún persiste una vieja y abandonada locomotora. Agotado por el malestar que lo aquejaba, desde lo lejos, Federico tomaba fotos casi sin moverse de abajo de un árbol que lo refugiaba del sol. Luego nos subimos al auto para continuar camino hacia Laureles. Un poco antes de llegar a esa localidad, ingresamos por un camino vecinal para ver el único túnel ferroviario del país.

“Tengan cuidado con las cruceras”, nos advirtió sonriente y con acento fronterizo un motociclista que pasaba, dejándonos un tanto nerviosos antes de ingresar al túnel. Sobre todo, quienes estábamos de chancletas, como en mi caso.

En fila india, fuimos lentamente ingresando al oscuro túnel. Unos cuantos metros adelante, se vislumbra la puerta de salida. Entre tanta oscuridad y con la existente posibilidad de ser mordidos por una víbora, llegamos sólo hasta la mitad y decidimos volvernos.

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Túnel Ferroviario “Bañado de Rocha” Se encuentra poco más de un kilómetro al norte del paraje de igual nombre, en el km. 466 de la vía férrea (19 kilómetros al norte de la Estación Tacuarembó). Se trata del único túnel ferroviario en nuestro país, por ello ha sido declarado Monumento Histórico Nacional.

Si bien data de fines del Siglo XIX, es poco y nada conocido, salvedad que queda hecha para los antiguos usuarios del servicio de pasajeros. Fue inaugurado el 4 de febrero de 1892, conjuntamente con la extensión del ferrocarril desde Tacuarembó a Rivera. Anteriormente el tren había llegado a la estación Rio Negro (hoy Paso de los Toros) el 17 de febrero de 1887; el 19 noviembre de 1890 llegó a Achar, el 1º de febrero de 1891, a Piedra Sola y el 28 abril de 1891 fue abierto al tráfico del ferrocarril a San Fructuoso, luego denominada Ciudad de Tacuarembó.

La construcción tiene unos 200 metros de largo. Aunque la circulación peatonal por el túnel no es permitida, este consta de algunos nichos nada profundos en sus paredes para atrincherarse, en caso de alguien ser sorprendido por el paso de un tren.

Posiblemente, como en mi caso, la película “Corazón de Fuego” estrenada en 2002, contribuyó a desperezar a muchos uruguayos que se preguntaron dónde se hallaría el túnel. La historia es protagonizada por Federico Luppi, Hector Alterio y Pepe Soriano y narra la historia de tres veteranos de la asociación “Amigos del riel” que secuestran una locomotora histórica, pretendida por un estudio de Hollywood.

Fuente: miuruguay.com

Más lejos de allí, el maltrecho Federico nos esperaba en el auto, descansando e intentando recomponerse de su problema estomacal, pero pese a todo dejando aún lo mejor de sí, para poder seguir adelante con la travesía. En gran medida, el viaje dependía de él, porque era el único que sabía conducir.

Lo que siguió luego, fue una hora y “algo más” de viaje por un camino bastante deteriorado, producto de las fuertes lluvias que hubo por estos lares. Finalmente encontramos la portera que anunciaba el acceso al Establecimiento “Bichadero”.

Allí nos recibió su propietario, Darío, junto a su compañera Serrana. Estábamos en un lugar rodeado de sierras y cargado de hermosos sonidos de naturaleza, donde es imposible estresarse.

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El establecimiento Bichadero, desde hace unos años funciona como Posada de campo, así lo anuncia uno de los carteles a la entrada.

Se trata de una propuesta pintoresca y única en el Uruguay. El hospedaje que se ofrece es en el mismo hogar donde vive la familia, por lo que no es casualidad que uno se sienta como de visita en casa de familiares propios.

Cuchilla Laureles Eestá ubicado a unos 67 kilòmetros de la ciudad de Tacuarembó, en el límite entre los departamentos de Tacuarembó y Rivera. Posee un sistema de quebradas asociado a la Cuchilla de Haedo, en un microclima subtropical que determina la espesa vegetación y diversidad de especies que aquí se encuentran.

Desde la mañana no habíamos picado nada, por lo cual consultamos si sería posible comer algo. En media hora salieron unas moñitas con tuco, cordero a la pizza y pan casero que fueron el deleite de todos, con excepción de Fede que no pudo casi que probar nada y se retiró a descansar a una cama, que Darío y Serrana pusieron amablemente a disposición.

Luego de comer, nos aprestamos a recorrer uno de los tantos recorridos que hay para hacer en Laureles, llamado “sendero de los higuerones”.

Cámara en mano, empezamos la caminata acompañados por Darío, descendiendo por una de las quebradas. Arriba, el sol pegaba con fuerza, mientras que a medida que íbamos bajando entre la espesa vegetación, el ambiente se tornaba fresco y oscuro. El guía nos iba contando historias del lugar, sobre la fauna y flora habitual. Nos comenta que solo aquí -en campos de su propiedad- ya se han registrado unas 180 especies de aves. Recuerda también con orgullo,

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que cuando el ex Ministro de Turismo, Héctor Lescano, visitó Laureles dijo “este es el lugar más lindo del país”. Mientras Darío continúa el relato, se percibe el amor y el respeto que tiene por éste lugar, el mismo en donde se crió y ha vivido siempre, al igual que su familia.

La última parada de nuestra caminata, sería en un deck que recientemente el propio Darío construyó cercano al hogar, ideado para disfrutar una hermosa panorámica. En el rato que estuvimos allí, pudimos ver pasar diferentes aves. También pasó Serrana arriando el ganado con su caballo. ¡Que linda escena! Si bien Darío y Serrana han impulsado a este lugar como propuesta turística, está bueno que sigan manteniendo las tareas habituales de su trabajo principal, vinculadas al campo.

Caída la tarde, nos fuimos a compartir unos mates y ricas tortas dulces -hechas con huevo de ñandú- con la familia. Clarita, una de las hijas de Serrana y Darío, nos contó que todos los días se va –quebrada abajo- a caballo hasta la escuela, que cuenta con cinco alumnos. La hija mayor de ellos está estudiando en el liceo en Rivera, ciudad donde ahora vive. Sus padres, creen que ha sido importante que sus hijas hayan nacido aquí y que lograran adaptarse a convivir con turistas de todas partes del mundo; “eso les ha hecho abrir la cabeza y revalorizar lo lindo que es éste lugar”, señalan.

En la cocina, Seba jugaba a las cartas con las gurisas. Marcela, Eugenia y yo seguíamos de charla afuera. Fede seguía postrado en la cama donde a la tarde se había tirado a descansar, con la diferencia que ahora tenía 38 de fiebre.

La luna llena iluminaba el paisaje, panorama ideal para pedalear en la noche laureliana.

Costó, pero al final pude convencer a uno de mis compañeros (Eugenia) a salir en bicicleta.

Le pregunté lo mismo que en ocasión de otro viaje le dije al entonces único compañero de ruta (Ayrton): “¿Qué miedo podés tener en un lugar como éste?”

Luego del saludo a los anfitriones, partimos destino a Tranqueras por el camino de balasto.

Con la luna como única testigo y acompañante, hicimos varios kilómetros a pedal. El único sonido que irrumpió con fuerza, fue el galope de una manada de caballos que durante varios minutos nos acompañó al lado del camino.

Al rato, aparecieron los gurises en el auto.

Rápidamente cargamos nuestras chivas para seguir los 35 kilómetros hasta Tranqueras, ciudad donde nos quedaríamos en la noche y desde donde Seba haría su retorno a Montevideo. Laureles promete mucho más de lo que conocimos en esta oportunidad. Me fui con la sensación de que quedó mucho camino por recorrer aquí, pero también me voy convencido de que en algún momento de mi vida, volveré a pisar este majestuoso rincón ubicado en el norte del país.

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Por Darío Fros. Propietario Establecimiento Bichadero.

La conquista de la naturaleza Bichadero es el lugar donde me crie y viví toda mi vida. No me veo viviendo en otro lugar. Además, a medida que fui creciendo, la naturaleza me fue conquistando. Al ser un lugar que en 400 hectáreas tiene una alta biodiversidad no hay como no estar "como chancho en el barro".

Trabajé en ganadería y tareas vinculadas al campo desde niño, pero a partir del año 2003 decidí aprender más sobre la Biodiversidad de la región y sobre Turismo Rural y de Naturaleza para poder mostrar y enseñar lo que tenemos a la gente.

Poniendo en práctica lo aprendido, hoy llevamos registrados en el lugar más de 150 especies de aves, 83 especies de árboles y arbustos leñosos, 47 anfibios y reptiles, 19 mamíferos sin contar murciélagos y ratones e imposible relevar otras especies vegetales e insectos. Por esa razón decidimos tener una reserva privada de 50 Hectáreas para mejorar esa diversidad.

En el año 2005, empezamos a recibir visitantes donde le brindamos alojamiento, comida y actividades vinculadas a la naturaleza y a la vida cotidiana de la familia en un establecimiento rural donde se cría ganado y se hace tares vinculadas al mismo, se ordeña para el consumo, tenemos gallinas para tener huevos, una huerta con verduras frescas y frutas para los dulces caseros.

En ese tiempo hemos tenido la oportunidad de compartir lo nuestro con muchos uruguayos y un montón de extranjeros de países como Argentina, Brasil, México, Estados Unidos, Canadá, España, Inglaterra, Alemania, Francia, Dinamarca, Escocia, Suecia, Suiza, Bélgica, Australia, Nueva Zelanda, Holanda, Irlanda, Rusia y algún africano.

De los visitantes, también hemos recibido mucho aprendizaje en general, Entre ellos llegan biólogos, ornitólogos y botánicos que aportan su granito de arena al lugar.

La meta es poder seguir mejorando la infraestructura para darle más comodidad a quienes nos visitan, ampliando el conocimiento y agregarle actividades para mantenerlos más tiempo en el lugar.

1. Ing. Ag. Luis Alejo Talamás. Casualmente es abuelo paterno de Martín Talamás que es quien diagrama esta publicación.

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Establecimiento Bichadero Cel. 095 225 222 / Tel. 4630 2358 Facebook: Laureles Turismo Tacuarembó dario.bichadero@gmail.com

Día 25

Pedaleando hasta el valle Lunes 18 de noviembre de 2013. El traqueteo del viaje nos hizo despertar más tarde que días anteriores. Recién a eso de las diez de la mañana, comenzamos la levantada aquí en la ciudad de Tranqueras, segunda más habitada del departamento de Rivera.

Amanecimos en la casa de Ana Laura, una joven doctora en medicina, que amablemente, nos había abierto la puerta de su casa. Habíamos dado con ella a través de un amigo mío que sí la conocía, y le había contado de El Gran Tour. Ana nació en Tacuarembó y, a diferencia de la mayoría, ni bien terminó sus estudios en Montevideo, optó por volver al Interior para ejercer la profesión.

Pasada la medianoche llegamos a su hogar y ella, sin ningún problema, nos recibió como si fuéramos amigos de años. Cosas lindas que tiene este paisito: siempre hay alguien dispuesto a abrirte las puertas de su casa, estés donde estés.

El descanso sería clave para la recuperación de Federico. Ahora ya se veía recuperado y listo para volver con todas sus energías al ruedo. El sol estaba radiante y el cielo totalmente despejado, lo cual indicaba que la jornada sería sumamente disfrutable. Mientras desayunábamos, con Eugenia nos íbamos preparando para salir nuevamente a pedalear. Un tramo que a priori era muy prometedor. Serían unos 15 kilómetros hasta llegar al maravilloso Valle del Lunarejo, otra de las áreas incluidas dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP).

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Fuimos dejando atrás Tranqueras, para tomar la ruta 30. A medida que avanzamos, el paisaje serrano es predominante. Abundan plantaciones de lechuga, se observan también centenares de eucaliptus, tan comunes en esta zona de Rivera, donde la forestación es la actividad económica principal. Tranqueras es también reconocida a nivel nacional por la producción de sandías, dicen que los suelos arenosos y profundos sumados a los veranos calurosos de esta localidad, son muy propicios para este cultivo. No es casualidad entonces que la fiesta más importante de la zona se denomine “Fiesta de la sandía y la forestación”.

Sin dudas, es éste uno de los paseos en bici más lindo y pintoresco de El gran tour. Al igual que como sucedió unos meses atrás en Minas, son las sierras el elemento esencial del trayecto.

En la Posada del Valle, nos aguardaban el resto de los compañeros. Allí preguntamos por algún informante local que nos pudiera hacer algún recorrido guiado o alquilara caballos, cosa que no pudimos lograr. La opción que nos quedó fue la de seguir conociendo “por las nuestras” la zona.

El único trayecto posible -para automóvil- dentro de ésta área, era el que llevaba hasta el Cerro Boquerón, que se encuentra dentro del establecimiento privado “El Caudillo”. Las torrenciales lluvias de días anteriores, habían dejado el camino en malas condiciones.

Valle del Lunarejo Ubicado a pocos kilómetros de Tranqueras por ruta 30. Se trata de un área protegida de hermosos paisajes, donde conviven más de 150 especies de aves y una vegetación muy diversa. El desgaste producido en las pendientes del terreno forma depresiones profundas y estrechas que crean las nacientes de varios arroyos, que están cubiertas de densa flora. Dentro del valle hay varias cascadas que se forman entre las rocas y que pueden llegar a tener entre veinte y treinta metros de caída.

Más información en: mvotma.gub.uy/portal/snap

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En la estancia para acceder al “Sendero del Boquerón”, tampoco encontramos a nadie. Sin dudas, hoy no era nuestro día. Un poco más adelante por ese mismo camino, golpeamos en una casa donde una gurisa -con el típico acento portuñol del norte-, nos sugirió algunos nombres de personas que alquilan caballos.

Golpeando puertas y preguntando, insistimos con la idea, pero no tuvimos suerte. Finalmente, y sin perder el ánimo, nos dirigimos hasta el arroyo lunarejo, donde pese a la gran cantidad de canto rodado que complicaba el paso en pies descalzos, nos dimos un memorable baño, refrescante y terapéutico.

Cueva del Indio Descenso a un refugio entallado entre las rocas basálticas protegidopor una cortina de agua que emerge del Valle del Lunarejo. El recorrido incluye la opción de darse un baño fresco en el arroyo Rubio Chico.

Contacto: 099 076 269 Carmen Cáceres

Paredones del Valle Recorrido por el camino hacia la cara del indio entre altos paredones de piedra surcados por un arroyo, inmerso en un paisaje escarpado con monte de quebrada, refugio natural de flora y fauna.

Contacto: 091 944 110 Venancio Silva

Cerro Boquerón Circuito de ascenso al cerro para disfrutar una hermosa panorámica de todo el Valle del Lunarejo. Un remanso de paz a la orilla del arroyo Lunarejo con posibilidad de cabalgar entre las laderas de los cerros.

Contacto: 099 717 778 Magdalena Méndez

Luego del baño, el próximo destino sería Masoller, en el límite con la frontera brasilera. Por la ruta 30, seguimos el rumbo entre las sierras, como quien va a la ciudad de Artigas, esta vez todos en auto. Vale la pena observar el imponente paisaje apreciable en el punto conocido como “Bajada (o subida) de Pena”, ubicada sobre la Cuchilla Negra y rodeada de cerros de piedra cubiertos de vegetación autóctona. Un lugar único, donde las pendientes del camino son bien pronunciadas.

Además de los paisajes, andar por estos campos con tanta historia resulta muy interesante.

Me gusta imaginar la cantidad de anécdotas y momentos que aquí se vivieron. Al igual que en tantos otros puntos del país, las batallas entre blancos y colorados durante la Guerra Grande o en este caso especial, las rebeliones de Aparicio Saravia durante el gobierno de Batlle y Ordóñez. Y vaya si será especial. Precisamente fue en estos suelos donde fue herido gravemente el caudillo blanco, fallecido poco después en Brasil.

Precisamente el lugar elegido para comer, fue al pie del Monolito que recuerda a Aparicio Saravia. Mientras ello ocurría, les comento a mis compañeros sobre el estado de abandono en cual se encuentra el predio: el césped no parece cortarse desde hace buen tiempo y algunas de las placas que recuerdan al caudillo blanco, están rotas o muy deterioradas.

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Masoller, pueblo tan histórico como polémico En Masoller confluyen tres departamentos: Salto, Rivera y Artigas. Debe su nombre a la familia que era dueña de esos campos, que en tiempos de batallas entre blancos y colorados, atendían y curaban a los soldados de ambos bandos. En este lugar sucedió uno de los hechos políticos más importantes de la historia política del país. En 1904, fue herido de muerte el caudillo blanco Aparicio Saravia, hecho que significó la consecuente consolidación política del entonces Presidente de la República, Don José Batlle y Ordóñez.

Separado por mojones y a escasos metros de Masoller, en pleno centro rural, se encuentra otro pueblito más pequeño, llamado Albornoz. He aquí otro elemento pintoresco que tiene este lugar. La villa se fundó a principio de los años ochenta por el gobierno brasileño con la intención de consolidar su presencia en el territorio, que desde hace siglos, está en litigio.

A pocos metros de Masoller, se pueden ver los mojones que marcan el límite entre dos naciones. Albornoz (lado brasilero) se parece a un pueblo abandonado del viejo oeste norteamericano. No se ve gente, la plaza principal está casi en ruinas y desierta. En el único lugar que vemos algo de movimiento es en un almacén donde todos hablan en portugués.

Después de comer, nos volvimos hacia Tranqueras. A la altura de la Bajada de Pena, descendimos del auto para recorrer a pie, contemplar y respirar el paisaje espectacular que aquí se presenta.

Llegamos sobre la tardecita a aquella ciudad. Sobre la noche, el clima invitaba a estar afuera. Ana Laura había ido a comprar las cosas para preparar unos chivitos. Federico se destacó elaborando este plato tan típico de nuestro país, que fue acompañado con cervezas bien frías, a la luz de la luna llena.

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Paula Alves. Riverense, Licenciada en Turismo.

Un destino para todos los gustos Rivera es un departamento de excepcional riqueza natural, patrimonial y cultural. Su ubicación geográfica le da un diferencial en relación a otros departamentos del país.

La capital es una típica ciudad fronteriza, pero que cuenta con una plaza única en el mundo, compartifoto UruguaynaturalTV da en partes iguales junto a Brasil.

La cultura de frontera es la vedette en esta parte norte del país. Aquí conviven familias donde el portugués y el español se unen dando como resultado al dialecto “portuñol”. Yo misma soy hija de padre brasileño y madre uruguaya, por lo cual en mi familia también se cumple lo anterior, siempre en un entorno de binacionalidad donde se comparten estilos de vida y comidas típicas, entre otros elementos que hacen a este territorio tan diverso.

Desde los años ´80, Rivera ha venido transitando un proceso de transformación comercial muy importante a raíz de la creación de un decreto que estableció el reglamento para la apertura, puesta en marcha y funcionamiento de los Free Shop. Esto marcó un hito en el desarrollo económico y social del departamento, generando que en la actualidad, el turismo de compras sea un producto estrella.

Visitantes de varias partes de América Latina, pero en especial argentinos y brasileños, llegan aquí en busca de productos de marcas importadas y con precios más bajos. Lo anterior a su vez, ha favorecido de manera exponencial al crecimiento de la oferta hotelera y gastronómica de ambas ciudades; actores públicos y privados han trabajado en conjunto para que Rivera- Livramento sean vistos como un único destino donde la diversidad cultural de estas ciudades gemelas la haga atractiva e inigualable.

En este departamento, el turismo también ha alcanzado a pequeñas localidades como Minas de Corrales. “Corrales” como es conocida popularmente, ha cautivado a los turistas que llegan al departamento con su historia, naturaleza y rasgos de identidad propios, donde la explotación minera -que se desarrolla desde fines del siglo XIX-, le ha dado un valor agregado al destino en su conjunto. Hoy día, el “Circuito del Oro” ha atraído a cientos de personas durante el año. Además de estar en un entorno paisajístico privilegiado, rodeada por los cerros chatos, los que marcan un cambio de paisaje a los que vienen de la penillanura desde el sur, por la ruta 5.

Además, a aproximadamente 71 km de la ciudad de Rivera y a escasos 18 km de la ciudad de Tranqueras, se encuentra el Paisaje Protegido Valle del Lunarejo.

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Insertas en un ĂĄrea con un paisaje de gran belleza, caracterizado por cerros con cimas aplanadas que delimitan estrechos valles modelados por los cursos de agua conocidos como "quebradas". AquĂ­ hay una gran diversidad de fauna y flora, en un espacio natural selvĂĄtico subtropical, que son objeto de recurrentes visitas por investigadores locales e internacionales. El Valle es un lugar propicio para los amantes de la naturaleza y del Turismo Aventura, donde se practican actividades como senderismo, trekking, mountain bike, pesca deportiva, entre otros.

Rivera ofrece una interesante variedad de propuestas, que invitan a disfrutarlo. Un departamento para todos los gustos y todas las edades.

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Día 26

Frontera lluviosa Martes 19 de noviembre de 2013. El sonido del agua golpeando con fuerza el techo de chapa, invitaba a seguir durmiendo. Desde la madrugada, después de algunos días calurosos, llueve a cántaros en la ciudad riverense de Tranqueras.

Fui el primero en levantarme. De camino hacia el baño, me topé con Ana Laura que desde tempranito leía libros de medicina (profesión que ejerce) frente a la estufa a leña, adornada por la ropa que se había mojado durante la noche.

La jornada no parece muy amigable para hacer algo afuera, pero con el espíritu expectante de siempre, nos dispusimos a organizar el equipaje para continuar nuestro rumbo, mientras la mañana se iba yendo entre conversaciones y mates.

Otra vez emprenderíamos la marcha por ruta 30, pasando por el valle y la subida de Pena (lugares que no pierden su belleza pese al mal tiempo) y que hoy lucen otro contraste muy distinto al de ayer.

Varios kilómetros más adelante, ya en territorio 163

artiguense, ingresamos al Parque Congreso de Abril, más conocido como el de la “Piedra Pintada”. Se accede al mismo, luego de recorrer de un camino vecinal de ocho kilómetros. De esta manera hicimos la primer parada en el departamento más alejado de la capital del país.

El cartel que anuncia el arroyo “Pintadito” nos dio la señal de que estábamos próximo a la capital departamental. Pocos metros más adelante, otro cartel anuncia finalmente que estábamos entrando a Artigas, que nos recibió bajo una cortina de agua.

Piedra Pintada Se trata de una afloración rocosa de más de 15 metros de altura, las cuales muchas se encuentran talladas por gente que dejó su nombre allí (algunos de ellos, centenarios). En algún momento se creyó que la coloración de las rocas se debía a la existencia de pinturas rupestres. Hay también una reserva de fauna y flora, y cerca de aquí está la Virgen de los 33. El parque es el clásico destino de los norteños que llegan a este lugar para acampar. Posee todos los servicios para ello, y además hay una gran piscina municipal.

Pese al mal tiempo, llama la atención el gran movimiento que hay en la ciudad, sobre todo en la parte céntrica. El primer encuentro que mantuvimos fue con funcionarios de la Intendencia de la Dirección de Turismo y Cultura de la Intendencia. Allí conversamos con su Directora, Zully, quien cordialmente nos recibió y dio mucha información sobre Artigas. En su forma de hablar, se percibe el amor por estos pagos del norte, el que según dice “es aún muy olvidado por el centralismo montevideano”.

La gente de la Intendencia nos ofreció quedarnos en el alojamiento que tienen ubicado al lado de la Casa de Cultura, por cierto, edificaciones en muy buen estado y de reciente construcción. Luego de dejar nuestro cargamento allí, bajo una persistente llovizna nos fuimos a comer algo y recorrer a pie el centro. No faltaron las visitas a Free Shops, donde Eugenia y Marcela estuvieron buen rato, mientras Fede y yo continuamos hasta llegar a la plaza principal Artigas, contemplando desde un banco, el imponente edificio de la Jefatura de Policía, que data de 1896.

También pasamos por el gimnasio municipal1 que -luego del viaje me enteraría- no es cualquier construcción. Se trata de una de las tantas obras realizadas por el reconocido Ingeniero Eladio Dieste, nacido en esta ciudad.

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Eladio Dieste Nació en Artigas el 1 de diciembre de 1917. Fue, antes que un ingeniero, un artista nato. Su búsqueda de la belleza fue el motor de sus obras. Su gran aporte fue la creación de formas vivas y sólidas, sus formas curvas que le insertaron movimiento a la arquitectura uruguaya y redefinieron su paisaje.

Dieste egresó de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República en 1943. Su obra se destacó por la utilización del ladrillo, un material básico y accesible, como él deseaba para poder incluir sus obras en el colectivo social.

La gran mayoría de sus construcciones están pensadas para albergar grandes masas de gente, por ello se destacan sus iglesias, terminales de autobuses, depósitos y galpones industriales. Actualmente su obra es estudiada en diferentes universidades alrededor del mundo, lo cual le valió el título de arquitecto honorario, único uruguayo en poseerlo.

En 2005, fue designado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, la Universidad de Princeton y el MIT de Massachussets, como "El año Eladio Dieste". En el año 2006, el Día del Patrimonio celebrado en Uruguay los días 7 y 8 de octubre se celebró bajo el lema "Tradición e Innovación. Eladio Dieste: el señor de los ladrillos".

Desde 2016, su obra forma parte de una lista indicativa de sitios que potencialmente pueden llegar a der declaradas por la Unesco como Patrimonio Mundial. fuente: viajeauruguay.com y El Observador

Ciudad norteña La ciudad de Artigas fue fundada el 12 de septiembre de 1852, por Don Carlos Catalá, al finalizar la Guerra Grande y con el fin de consolidar las fronteras con Brasil.

Llamada en ese entonces San Eugenio del Cuareim, se eligió como el mejor sitio, el ubicado sobre las márgenes del Río Cuareim y frente a la Villa San Juan Bautista del otro lado del río, un asentamiento militar que se transformó luego en lo que es hoy día la ciudad de Quaraí. En el año 1915 pasa a la categoría de ciudad, con el nombre de Artigas, capital del departamento con el mismo nombre, en homenaje al héroe nacional José Gervasio Artigas. La avenida Carlos Lecueder es la principal vía de tránsito de este a oeste, y cuenta 165

con una importante zona comercial, limitada en cada extremo por las plazas Artigas y Batlle y Ordoñez.

Artigas es también una tierra de gran mixtura cultural, con diversos ritmos musicales como samba, polca, vals, maxixa, habanera, chotis y milonga. El departamento también es rico en yacimientos de amatistas y ágatas, piedras semipreciosas que se tallan en talleres de la ciudad, y se exportan fuera del país.

Aprovechando la cercanía de la frontera, hicimos una breve incursión en la ciudad brasileña de Quaraí, perteneciente al estado de Río Grande del Sur. Por lo poco que pudimos ver, se trata de una localidad con mucho menos movimiento que Artigas, de hecho tiene casi la mitad menos de habitantes. Es un lindo paisaje el que se vislumbra desde el Puente de la Concordia que une los dos países y atraviesa el Cuareim. Este río, es además, la fuente de ingresos de unas 200 personas, que se sustentan trabajando en la extracción de arena.

A diferencia de días anteriores, luego de cenar en el restaurant del Club Deportivo Artigas, nos acostamos temprano, pensando en la intensa y última jornada que este tour nos depararía el día de mañana.

De camino al alojamiento municipal, me enteraría también de otro dato muy particular, que seguramente es conocido por pocos uruguayos. En estas tierras nació la primera mujer en convertirse ministra en Sudamérica. Se trata de Alba Roballo2, oriunda de Baltasar Brum, quien fue además una de las primeras alumnas del liceo de la ciudad de Artigas.

1. En el marco de cumplirse 100 años del nacimiento de Eladio Dieste, el 1 de diciembre 2017, se designó a dicho gimnasio como Monumento Histórico Nacional, en un acto en el que participaron autoridades de la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación y la Intendencia de Artigas.

2. Abogada de profesión, Alba Roballo inició su carrera política en el Partido Colorado, en 1938, siendo electa posteriormente diputada. Obtuvo una banca como senadora por primera vez en las elecciones de 1958. En 1966, apoyó la candidatura de Óscar Gestido a la Presidencia. Años después, fue designada Ministra de Cultura, pero pronto renunció por profundas discrepancias políticas con el Presidente Pacheco Areco, quien había ingresado por Gestido (fallecido en 1968). Posteriormente participó en la fundación del Frente Amplio (1971) y fue segunda candidato al senado, en la lista encabezada por Zelmar Michelini. Murió en Montevideo en setiembre de 1996.

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Día 27

Entre cañas y milongas Miércoles 20 de noviembre de 2013. Amaneció nublado en la ciudad de Artigas. Si bien se ven algunos nubarrones, ha parado de llover. Sobre las nueve de la mañana salimos a recorrer algo más de Artigas, pasando una vez más por Jefatura y recorriendo la antigua estación de tren, donde hoy funciona la Terminal de ómnibus. La particularidad no la tienen aquí ni la construcción original ni el edificio actual, sino el histórico Ibirapitá aquí ubicado, declarado monumento histórico nacional. Fue traído desde Curuguaty, donde José Gervasio Artigas vivió sus últimos años en el Paraguay.

Recuadro: Ibirapitá de Artigas Se trata de un gajo del árbol de Ibiray que se encontraba en el rancho donde Artigas pasó sus últimos años de vida en Paraguay. Fue donado el 14 de agosto de 1915, por José de Brum (hijo) a la Intendencia de Artigas.

Originalmente estuvo ubicado en la plaza llamada por ese entonces “Independencia”, pero como estaba demasiado a la intemperie, años después se instaló en el actual lugar. Algunos testimonios recuerdan que en los primeros años, durante el invierno se encendía una hoguera para protegerlo e incluso luego, cuando llegó la luz eléctrica, se le instalaron dos grandes lámparas.

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Todos los que nos encontrábamos en este viaje, en mayor o menor medida, habíamos escuchado alguna vez la referencia que Artigas tiene en cuanto a sus piedras preciosas. Atendiendo a esa particularidad, el día anterior, Darwin Brazeiro, funcionario de la Intendencia, nos había sugerido visitar al responsable del taller de amatistas “Le Stage”, donde hoy nos proponíamos llegar.

Ernesto es el encargado de ventas, que nos recibió y dio inicio al recorrido, comenzando por donde se exponen las piedras procesadas, algunas de las cuales llegan hasta los dos metros de altura. La mayoría de los trabajos se exportan a China e India. En el primer caso, Ernesto cuenta que desde el gigante asiático llegan personalmente para elegir las piedras que quieren llevarse. Las amatistas son utilizadas con fines ornamentales, decorativos y joyeros y -sobre todo para los chinos-se le atribuyen propiedades curativas y místicas. Algunos empresarios locales lamentan que el 70% de la producción se exporte sin valor agregado, lo cual permite que en Brasil se generen más puestos de trabajo, que bien podrían generarse en Artigas. Así y todo se trata de un sector muy importante para la economía del departamento y también del país1.

Pudimos ingresar también a la sección donde se reparan artesanalmente las piedras. Allí, unos treinta empleados trabajan minuciosamente sobre las amatistas que provienen de la zona de “El Catalán”, a unos treinta kilómetros de la ciudad. Artigas es el único departamento del Uruguay en donde se pueden encontrar éste tipo de piedras (al igual que las ágatas).

Que un joyero engarzará Para una mujer lejana Para un lejano mirar “Amatistas de mi tierra”, Washington Benavídes / Jesús Sánchez

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Safari Minero Desde hace unos años existe la posibilidad de hacer un paseo guiado que permite entender y conocer el origen de las ágatas y amatistas e interactuar con todo el proceso minero. Incluye recorridos por la zona del “Catalán” Más información en: safariminero.com

A la ciudad azucarera Continuamos el recorrido por el departamento norteño, ésta vez camino a la segunda ciudad más importante de Artigas. Se trata de Bella Unión, ubicada a 140 kms de la capital departamental.

A diferencia de los viajes anteriores, ésta vez nos llevamos música más variada que amenizó notablemente la ruta. Murgas, canto popular, rock y plenas, le pusieron color y alegría a los largos trayectos. Por estas tierras fronterizas, resuena la samba brasilera, que por supuesto tampoco faltó a la cita.

Hicimos una parada en la localidad de Tomás Gomensoro, con la intención de visitar una de las plantas procesadoras de arroz que aquí existe. Llegamos justo a la hora del descanso, momento en el que los trabajadores de la planta se encontraban almorzando.

Pasado el mediodía, ingresamos a Bella Unión ubicada en la frontera con Brasil y Argentina.

El aire se siente húmedo y cálido aquí. Antes de ingresar a la zona urbanizada, seguimos por la ruta hasta el paso de frontera terrestre, Barra do Quaraí. El recorrido por el país vecino, fue en esta oportunidad muy corto y emprendimos un rápido retorno a la ciudad, donde unas horas después nos encontraríamos con Alejandro Mendoza (guardaparque del Rincón de Franquía) con quien coordinamos realizar una visita a esa área natural.

De regreso por la ruta 3, se vislumbra el barrio “Las Láminas”, aquél que supo estar tristemente en las noticias nacionales hace más de diez años, cuando en plena crisis económica se informaba que los niños de ese lugar se alimentaban con pasto. Si bien ahora persisten humildes ranchos, la realidad parece distar bastante a la de aquellos años. A pocos metros de allí, se aprecia un edificio en obra con un cartel que anuncia un futuro Free Shop. Este tipo de comercios genera día a día, un importante movimiento de visitantes en la ciudad.

Por otro lado, el límite fronterizo es el motivo por el cual se observan constantemente camiones de carga en la zona y que lleva a que los restaurantes -a diferencia de la mayoría de las ciudades y pueblos del interior-, estén abiertos también durante horas de la tarde.

Una lluvia suave pero persistente comenzó a caer en el correr de las horas, por lo que tuvimos que ir a buscar a Alejandro a su casa. Con su implacable vestimenta de trabajo, nos aguardaba en la puerta. Se subió al auto y rumbo a Franquía, nos fue contando sobre su esforzada labor, oficio en el que lleva ya más de diez años.

Después de varios kilómetros recorridos por el “Parque Lineal”, llegamos a la portera principal por donde se accede al área. Como buenos novatos, olvidamos calzarnos adecuadamente para el terreno fangoso.

A medida que vamos ingresando a la zona, Alejandro nos va detallando con minuciosidad cada una de las especies de fauna y flora que allí conviven. Entre algunas de las buenas anécdo169

Rincón de Franquía Ubicada a unos cinco kilómetros al norte de Bella Unión, se accede a través de un camino de balasto que sale por la Ruta 3, a la altura del kilómetro 639.

Se encuentra en la triple frontera bien al noroeste de Uruguay, junto al río Uruguay y Cuareim, limitando con las ciudades de Monte Caseros (Argentina) y Barra do Quaraí (Brasil).

La ONG local GRUPAMA, fue creada por vecinos de la zona con la finalidad de gestionar y preservar este hábitat natural del país, donde convive gran diversidad de flora y fauna. En el primer caso, con árboles nativos que únicamente se encuentran en este lugar del país.

En febrero de 2011, fue declarado como Reserva departamental por la Intendencia de Artigas, mientras que en junio de 2013 ingresó como la novena área protegida al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP).

Se ingresa a través del “Parque Lineal” que une la ciudad de Bella Unión con el Área de Conservación Ambiental y se puede visitar en auto, bicicleta o caminando.

Hay cinco senderos para conocer: el de la Triple Frontera, del Ingá, del Ibirapitá, de los Burlistos y del Urutaú. En cualquiera de ellos se puede observar el bosque ribereño con intensa vegetación autóctona y zona de humedales.

Desde el Mangrullo, torre de diez metros de altura, se puede ver el territorio de los tres países además de la isla Correntina y Brasilera.

Contacto Guardaparque Alejandro Mendoza: 098 777 213

tas, nos contó que hace un tiempo vieron pasar a un puma por estos montes, una especie que lamentablemente figura como “extinguido”, en todas las guías de fauna, publicadas en Uruguay. Pudimos ver huellas de guazubirá, que según nos dijo, frecuentan el lugar por la noche.

Nos subimos al mangrullo ubicado en la orilla de los ríos Cuareim y Uruguay, desde donde se puede observar el territorio de los tres países. Estando en la cumbre, le comento a los gurises lo maravilloso de estar en uno de los puntos (sino el único) más al norte del país.

“Vaya si valió la pena el esfuerzo de salir a andar por el paisito”, pensé hacia mi interior y me vino a la mente aquél primer tour, cuando sólo éramos dos personas. Hoy somos muchos más y la verdad es que se siente muy reconfortante el haber llegado tan lejos. Los kilómetros recorridos hasta aquí, resultan simbólicos con el “crecer desde el pie” que tuvo aquella idea personal de salir a recorrer el paisito, ahora convertida en un proyecto colectivo.

Mientras regresábamos al auto, comenzó a asomar un radiante sol que luego de la llovizna generaba un pesado vapor caliente. El auto estaba al sol, y los chocolates comprados en el free shop, sintieron el efecto climático. Había que continuar la marcha y la próxima parada que 170

Paseos en lancha por la triple frontera Viví la experiencia de recorrer las islas y navegar el río Uruguay en lancha, donde se unen tres países, en una zona de paisajes maravillosos nucleados dentro del Área Protegida Rincón de Franquía.

Contacto: 099 779 688 Foto Corredor Pájaros Pintados

nos esperaba era una de las más esperadas de El Gran Tour. Acompañados por Alejandro, nos iríamos a conocer cañeros y peludos2, trabajadores de la caña de azúcar. Los primeros son los propietarios de la caña, mientras que los segundos son los cortadores de la misma, uno de los trabajos más duros que hay en Uruguay.

El clima subtropical de Uruguay, permite que sea uno de los países donde se puede cultivar las dos plantas fundamentales de la producción azucarera: caña de azúcar (tropical) y remolacha azucarera (templado). Bella Unión, y algunos lugares del departamento de Salto, son los únicos lugares donde se desarrolla dicha producción.

Tradicionalmente, la caña ha sido la fuente principal del empleo por estos pagos. En la década de los 80 y 90, la producción decayó fuertemente, sumiendo en desempleo y crisis a la mayoría de los habitantes locales. En 2005, con la creación de empresa estatal Alcoholes del Uruguay (ALUR), resurgió la producción azucarera devolviendo esperanza a muchas familias de la zona. ALUR también desarrolla la producción de biocombustible, químicos y alimento animal.

De la mano de Alejandro, llegamos hasta uno de los campos donde se cosecha la caña para conversar con productores que nos contaron acerca del procesamiento y la realidad actual de la industria. En Bella Unión hay 7.200 hectáreas cultivadas de caña, unos 1.400 cortadores y 250 productores.

No faltaron las referencias a Raúl Sendic, viejo dirigente y militante ligado con las causas de los “peludos” allá por los años sesenta. En el caso de los productores que conocimos, la mayoría dijo no ser de aquella época, aunque sí

Azucar con identidad La marca "Bella Unión" nació en el año 2006 cuando ALUR adquirió el ingenio sucroalcoholero Calnú. Desde su ingreso al mercado, tuvo una rápida aceptación de los consumidores, convirtiéndose en marca líder y llegando en la actualidad al 55% de participación en el mercado.

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recordaban relatos de generaciones anteriores al respecto. Los cañeros señalan a su vez que ALUR está mayormente interesado en trabajar con la caña, por la generación del biocombustible, dado que se cotiza mejor que el azúcar y además se exporta.

El "Rufo" Sendic Raúl Sendic, conocido como «el Bebe», nació en el paraje rural de Chamangá, en el sureste del departamento de Flores. Cursó la educación primaria en la escuela agraria del lugar, y la secundaria en la capital departamental, Trinidad.

Al terminar la secundaria en 1943, se trasladó a Montevideo, donde se inscribiría en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República y comienza a trabajar en un estudio jurídico. No alcanzaría a recibirse de abogado por decisión Foto Perspectiva Internacional propia, aunque sí obtuvo el título de procurador.

Ya como procurador, se trasladó a la ciudad de Paysandú, desde donde se vinculó como asesor legal de los trabajadores de la industria azucarera del norte del Uruguay, que en aquellos momentos vivían en condiciones de explotación extrema y virtual marginación social. Situación que lo llevó a impulsar y apoyar la creación de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA), fundada en el año 1961.

Aún se recuerdan en Bella Unión por estos días, lo que fueron las masivas marchas a pie de los peludos, desde Bella Unión a Montevideo bajo la consigna: “UTAA, por la Tierra y con Sendic”. Las mismas se hacían en reclamo por la expropiación de los latifundios improductivos.

Era militante del Partido Socialista y en 1962 (una década antes del golpe de Estado) organizó, junto a otros militantes de la izquierda uruguaya, un grupo de acción directa que luego se integrará al denominado “Coordinador” y finalmente conformará el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T).

En setiembre de 1972 fue herido en el rostro en un enfrentamiento armado con la Fusileros Navales, en la Ciudad Vieja de Montevideo, siendo capturado. Aquí se originó la versión de la famosa frase con la que recibió a sus captores: "Soy el Rufo y no me entrego". Su reclusión fue en condiciones infrahumanas. Totalmente incomunicado, así vivió durante 12 años. Fue liberado junto a sus compañeros tras el indulto de marzo de 1985 y murió el 28 de abril de 1989 en París, donde había acudido para atenderse de una enfermedad grave que lo afectaba.

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Cerca de allí se observaban algunos trabajadores cortando y quemando la caña. Ellos son quienes realizan la tarea más dura de toda la cadena productiva, lo que se percibe a simple vista en las caras cansadas y curtidas por el sol. El proceso es el siguiente: cuando la caña de azúcar está pronta para cultivar, se quema, y luego los obreros cortan las varas a machete. La zafra para los cañeros suele durar unos 5 meses.

Todo tiznado, negro y barcio Sudando a chorros como un animal Yo se quien soy Yo se quien soy, Eliseo Salvador Porta y Alfredo ZItarrosa

Además de la quema y el corte, realizan el armado de los paquetes -cuyo peso llega a promediar los 60 kg- y que cada trabajador transporta cargando al hombro, hasta el camión.

Descalzos, nos mandamos campo adentro con Federico (ambos cámaras en mano) para registrar este sacrificado oficio, del cual uno de los riesgos que se corren, es ser mordido por alguna yara3 que frecuenta la zona, aunque dicen que el fuego las expulsa y por tanto no son tan amenazantes como a veces se piensa.

Otro factor que endurece la actividad, es el clima caluroso persistente. Algunos de los consultados, nos comentaron que suelen venir en horarios de la madrugada (entre las 3 am y adelante) para hacer el trabajo, de manera de evitar el pesado calor y las radiaciones solares.

Nos volvimos hacia el auto junto a Alejandro, quien además de guardaparques de Franquía, resultó ser un guía-informante de lujo. Eran cerca de las siete de la tarde cuando lo dejamos en su casa, donde nos sacamos una última foto con él.

Con la dulce sensación (valga la redundancia) de haber conocido algo más del paisito, tomamos la ruta 3 para seguir hasta la ciudad de Salto, donde pasaríamos la noche.

Así culminaba oficialmente el tour número cuatro.

Al día siguiente, tocaría otra vez la ruta para emprender el largo retorno a la capital del país.

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1. Según artículo de El Observador publicado en octubre 2017, el sector minero de Artigas –el 8,3% del total de la explotación minera nacional– exporta a más de 40 países,llegó a su máximo esplendor al inicio de esta década. En 2011 exportó por un récord de 22.000 toneladas. En 2013, en una coyuntura de precios favorables, generó US$ 23 millones, el ingreso máximo histórico. En 2014 llegó a emplear a 650 personas en forma directa.

2. Peludo proviene de la analogía del tatú. Como este animal de la zona, los cortadores caminan encorvados sobre la tierra, ennegrecidos por la melaza adherida a la piel después de cortar la caña de azúcar previamente quemada. (Merenson, Silvina 2004).

3. La yara es una especie de serpiente venenosa de la subfamilia Crotalinae, endémica de Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina.

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Día 28

Una mochila cargada de ilusión Domingo 4 de enero 2015. Siendo cerca de las cuatro y media de la tarde, bajo un intenso sol y una temperatura aproximada de 40 grados, comenzamos una nueva travesía viajera. Como hace casi dos años, con los mismos integrantes que diéramos inicio a El Gran Tour, allá por semana de turismo 2013.

En un contexto totalmente diferente a viajes anteriores, ésta vez la aventura, tendría algunas particularidades. En primer lugar, había pasado más de un año del último tour y en el medio habían ocurrido muchas cosas que impidieron nuevas salidas. Por diferentes razones, el grupo se había dispersado y no se pudo concretar ningún viaje. En lo personal, el hecho especial, era que Montevideo ya no era el punto de salida de la travesía, así como tampoco, la capital seguía siendo la ciudad donde yo vivía.

A principios de 2014, decidí que quería volver a vivir en el Interior y así como reza el tango “siempre se vuelve al primer amor”, todos los astros se alinearon y me llevaron finalmente a radicar en Paysandú. Si señores, la ciudad heroica que cuando la visité con El Gran Tour me había cautivado con su historia, es ahora el lugar donde transcurre mi día a día.

La hoja de ruta nos llevaría en principio a Tacuarembó, desde donde a través de la ruta 26 comenzaríamos a pedalear, destino a la costa oceánica de Rocha.

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Ahí estábamos los dos viajeros, Ayrton y yo, ilusionados de salir una vez más a recorrer el paisito. Con nuestras mochilas prontas y las bicicletas cargadas, comenzamos a dar nuestros primeros pasos hacia la terminal para tomar el ómnibus hacia “el pago más grande del país”, ya visitado antes por El Gran Tour.

Si bien el viaje se hace bastante tortuoso por el deterioro de la ruta, la 26 ofrece buenas postales durante el trayecto, sobre todo al llegar a Valle Edén, donde frecuentan sierras y praderas. El hecho de ser domingo y pleno enero, era el factor que determinaba el poco movimiento que había en la ciudad de Tacuarembó cuando arribamos.

Mientras Ayrton se aprestaba a armar nuestros birodados, yo me fui a recorrer la terminal en busca de información turística, pero no tuve suerte, estaba cerrada. Como ya ha sucedido ésta misma situación en otros lugares, me indigno un poco. Todavía no puedo llegar a entender cómo es posible que pueda ocurrir algo así en pleno fin de semana, cuando se supone que hay mayor disposición de la gente para viajar. Creo que, en Uruguay en general, estamos fallando en este aspecto.

Aún con luz del día, no quedó otra que iniciar el trayecto hasta balneario Iporá, apostando a los datos que los parroquianos nos dieron. Al fin y al cabo la mejor solución y generalmente más certera que Google Maps.

Así atravesamos un camino sinuoso y muy transitado de unos diez kilómetros, que para ser realista, parecieron mucho más debido al calor pesado y la cantidad de vehículos que iban y venían desde aquel balneario. Un comienzo muy complicado que nos dejó bastante cansados para ser solamente el comienzo de un largo viaje. Pero eso sí, en ningún momento pensamos bajar los brazos, más allá del cansancio -y el mal estado físico en mi caso-, porque lo que sin dudas nos mueven, son las ganas de recorrer y conocer más de nuestro país.

Había bastante movimiento en el balneario cuando llegamos, lo que es común por estas fechas. Música sonando por todos lados, cientos de campamentos, gente refrescándose en el lago, familias disfrutando de la sombra que brindan los pinares y del ritual de la parrilla.

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Iporá, un balneario artificial El proceso de construcción del balneario se dio entre 1950 y 1968. Surgió como un emprendimiento de Felipe Albornoz da Costa, gerente de la sucursal local del Banco de Casupá y propietario del predio de 200 hectáreas forestadas con eucaliptus, cuya explotación se veía perjudicada por el mal estado del camino. Eso lo decidió a construir un centro de esparcimiento. El entorno natural era especialmente adecuado excepto por la carencia de agua, por eso se perforó un pozo semisurgente de donde, a los 96 metros, una bomba extrae 6200 litros por hora.

Albornoz hizo parcelar la zona y organizó la venta de terrenos entre habitantes de Tacuarembó. Hacia mediados de los años 1970 buena parte de los integrantes de la Asociación de propietarios que quedó a cargo de los bienes comunes, se encontraba detenida como consecuencia de la dictadura. La Asociación no pudo afrontar los gastos, por lo cual el municipio de Tacuarembó se hizo cargo, pasando los bienes comunes a propiedad estatal. El balneario cuenta con extensa zona de camping, churrasqueras, agua, luz, mesas y bancos.

Hay también una piscina de dimensiones olímpicas, canchas para todo tipo de eventos deportivos y paradores municipales. Suele ser un lugar de encuentro para los tacuaremboenses, muchos de los cuales también han optado tener aquí su casa de descanso.

Museo recomendado para visitar en Tacuarembó El Museo del Indio y el Gaucho, ubicado en Gral. Artigas y Flores, donde se exhibe material indígena, gaucho y restos fósiles, una colección de carácter regional. En caso de grupos o excursiones se pueden coordinar visitas guiadas al teléfono 46324671 int. 188.

En una zona de altos, dejamos la carpa armada y salimos a recorrer la zona. Cuando la noche adentraba nos fuimos a un parador ubicado frente al lago de la juventud. Al son de la música en vivo de un grupo local llamado “La 26”, cenamos a la luz de una hermosa luna que se reflejaba en el agua. Terminado nuestro banquete, arrancamos para el camping. A eso de 177

El hongo Su forma hace referencia a la forma que marcaron las bombas atómicas arrojadas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki al final de la segunda guerra mundial. El proyecto es del Arq. Walter Domingo y su estructura diseñada por el tacuaremboense Leonel Viera, constructor y especialista en cálculo tensorial. Entre otras de sus obras destacadas se encuentran el puente ondulado de la barra (que lleva su nombre) y el ex Cilindro Municipal de Montevideo, demolido en 2014.

las doce de la noche, el sueño nos había llegado. Mientras aún seguían sonando los éxitos de Lucas Sugo1, artista tacuaremboense de moda nos fuimos a dormir para, al día siguiente, iniciar descansados el largo trayecto a pueblo Ansina.

1. Lucas Alberto Sugo Rodríguez (Tacuarembó, 15 de abril de 1978) es un cantante y compositor uruguayo. Comenzó su carrera en 2002 con Sonido Profesional, como voz y guitarrista del grupo. Luego de exitosos años, dejó la banda y decidió continuar su carrera como solista a principios de 2013.

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Día 29

Pedaleando por Ruta 26 Lunes 5 de enero 2015. El día anterior habíamos instalado el campamento en un terreno en bajada del balneario Iporá, lo que hizo que la primera noche haya sido un poco incómoda para dormir. Si bien estábamos ubicados detrás de la sombra alta que los pinos nos brindaban, los pocos pero intensos rayos solares que se filtraban por entre las ramas, calentaron desde temprano la carpa, convertida desde las primeras horas en una especie de sauna, no quedando otra alternativa más viable que levantarse.

Hoy sería el primer día de pedaleo rutero y la idea de salir cuanto antes, era buena, teniendo en cuenta el calorazo que nos iba a deparar la jornada. Así que una vez arriba, comenzamos a guardar nuestras cosas para iniciar el recorrido.

Antes de rumbear para Tacuarembó ciudad, pasamos por el icónico portal de Iporá para sacarnos algunas fotos. Este lugar presenta un paisaje natural armonioso que de vez en cuando se afea con las huellas humanas que algunos dejan. Es que, aun habiendo tachos disponibles para tirar la basura, nunca faltan los que dejan latas, botellas y bolsas regadas por el suelo. Una pena.

El retorno a Tacuarembó nos obligó una vez más a transitar por el tradicional puente sobre la Laguna de las lavanderas, otro lugar simbólico de la ciudad donde anualmente se celebra en cada mes de marzo, el “Festival de la Patria Gaucha”.

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Almorzamos en un bar -que también funciona de panadería- en plena plaza “19 de abril” y con la energía recargada, ahora sí arrancamos el largo trayecto hacia Ansina. La salida de la ciudad fue difícil, por la cantidad de repechos que los caminos presentan hasta salir a la rotonda de la ruta 261 . Allí pasamos por el frigorífico Tacuarembó y de ahí en más nuevamente caminos sinuosos con paisajes monotemáticos: miles de hectáreas forestadas y otras tantas con abundante ganadería. Ello da la pauta de dos datos de la realidad de este departamento.

Por un lado, el 90% de su territorio está destinado a la agropecuaria, casi exclusivamente dedicado a la actividad pecuaria, dejando menos de un 10% para la agricultura. Por otra parte, la superficie forestada -principalmente eucaliptus- es la mayor del país.

Se ven muy pocas casas y menos aún, gente pasar. Por momento te da una sensación entremezclada entre tranquilidad y cierta angustia. Muy posiblemente en otros tiempos, estos campos deben haber sido la fuente de trabajo de muchas familias. Pero hoy la historia es otra y la realidad indica que cada vez menos gente vive la zona rural del Uruguay.

Son casi 60 kilómetros los que separan la capital departamental de Ansina, un poblado de unos tres mil habitantes ubicado a orillas del río Tacuarembó. Mientras íbamos a mitad del trayecto, un camión paró al costado de la ruta y se ofreció a arrimarnos hasta allí. Con el calor y el cansancio que ya teníamos, la verdad que la posibilidad nos resultó atractiva, así que accedimos.

El puente sobre el río Tacuarembó y pocos metros después, la estatua con la Virgen de Itatí, nos anuncian que estamos ingresando a Ansina. Año a año en cada diciembre, los pobladores y aledaños de este lugar se reúnen para realizar las peregrinaciones que culminan precisamente frente al monumento ubicado en el acceso al pueblo.

Según nos dijeron los lugareños, días atrás había llovido bastante y por eso el río estaba fuera de su cauce normal. A pesar de ello, muchos se encontraban bañándose en el mismo, mientras otros mateaban a la orilla.

Había poco lugar donde instalarse, el agua sobrepasaba incluso los tachos de basura y algunas mesas de hormigón que allí existen.

Caminando con precaución fuimos adentrándonos en el agua para una zambullida que resultó muy refrescante.

Esta playa es el atractivo principal de los locales, cuenta con zona de camping, parrilleros, luz y agua.

Eran cerca de las seis de la tarde, pero el sol seguía pegando muy fuerte.

Después del baño, nos fuimos hacia el pueblo. Como sucedería en otras localidades, nuestro aspecto de ciclistas y 180

mochileros despertaba la atención de lugareños. Muchos nos preguntaban de dónde veníamos y que estábamos haciendo allí. Como también sucedería a lo largo de toda la travesía, cada uno de los pobladores con los cuales entablamos un diálogo, siempre fue hospitalario con nosotros.

Siguiendo por ruta 26, en el cruce con la ruta 44, se encuentra una estación ANCAP. Frente a la misma hay una plazoleta donde nos tomamos un momento de relax. Mientras “Cococho” (apodo de Ayrton otras veces resumido “Coco”) durmió una larga siesta, yo me tomé unos amargos a la sombra de unos pinos escuchando al gran Zitarrosa en un parlantecito que el propio Ayrton había traído. También aproveché a sacar algunas fotos.

Virgen de Itatí La Virgen de Itatí que se venera en Villa Ansina de Uruguay, tiene su origen devocional en las Misiones, y su centro actual de devoción en la Provincia de Corrientes en Argentina. Llegó a Uruguay traída por los indios guaraníes, y en ambos lugares, Villa Ansina y Corrientes, las devoción está custodiada por la congregación de San Luis Orione.

Mientras estábamos allí, pasó un camión con un megáfono que anunciaba una fiesta previa a la noche de reyes. Se realizaría unas horas después, en el estadio del pueblo. Una figura muy recordada por este pago, es la del Doctor Mauricio López Lomba, que desde 1955 realizó una vasta labor profesional en la zona, creó un zoológico y donó los predios para el liceo, policlínica y el estadio de futbol, donde más tarde sería la cita.

Aquel evento parecía una linda posibilidad para conocer más de cerca a la gente del lugar, por eso nos quedamos y finalmente llegamos hasta allá para vivir ese momento.

El inicio de la fiesta se alargaba. El conductor del show arengaba por micrófono y no dejaba de repetir: “este evento es gratuito y lo organiza la Intendencia de Tacuarembó”. A su vez, informaba e invitaba a las chiquilinas del pueblo a inscribirse a un festival de reinas venidero y, sin ningún pudor, resaltaba al público presente “no se pueden perder lo que será ese desfile de chicas en bikini”.

Mientras la espera continuaba, sucedió un episodio que nos obligó a retirar del lugar. Yo había planificado acampar en Ansina, pero al final tuvimos que volver a pedalear por la ruta 26. Resulta que “Coco” es un gurí bárbaro, pero tiene a veces el defecto de ser un tanto temperamental. Mientras estábamos en las gradas, habíamos dejado las bicis contra un árbol, unos chiquilines pasaron y al parecer le manotearon los lentes que dejó colgados en el asiento de su birodado.

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La cuestión es que no pudimos observar si efectivamente fueron ellos quienes le robaron, pero aun así, Ayrton insultó a uno de los chicos. Hasta ahí no pasó a mayores, pero a los pocos minutos, aparecieron los mismos gurises junto a tres grandulones más, que nos miraban con cara de “pocos amigos”. Para evitar posibles altercados, decidí que era hora de irnos del pueblo, no sin dejar de sermonear a Ayrton por aquel episodio.

El sol ya se había puesto, aunque todavía iluminaba. La ruta 26 en la medida que avanzamos, se encuentran partes en las que el estado es deplorable. La frecuente circulación de transporte pesado aparece como la principal causa de este problema. Si bien hay tramos mejores, en otros se nota claramente hace tiempo no se realiza mantenimiento alguno.

Joaquín Lenzina Villa Ansina era conocida anteriormente como "Pueblo Ansina" y aún antes, "Paso del Borracho".

La denominación actual es en homenaje a Joaquín Lenzina, fiel acompañante de José Artigas hasta su muerte en Paraguay.

Me llama la atención algo que en realidad se suele ver en todas las rutas, aunque en este caso se ve con mayor presencia: cruces y flores que recuerdan a los muertos por accidentes de tránsito. Desde Tacuarembó hasta aquí, ya he visto tantas que al observarlas confieso me corre un frío por la espalda. Más grande fue el chucho cuando, unos kilómetros después de Ansina, nos topamos con un cementerio al costado del camino y para colmo un gato negro pasando a la misma vez por delante de nosotros. Ayrton empezó a joder con supersticiones y malos presagios, lo cual me hizo transitar un poco manijeado y asustado gran parte del tramo de este recorrido.

La noche empezó a caer, aunque por la imponente luna llena no hubo necesidad de sacar nuestras linternas para alumbrar el camino. Un cielo sumamente estrellado y una temperatura, (ahora sí) mucho más agradable para la actividad física. Vimos estrellas fugaces, satélites y casi seguro también algún ovni o algo raro dando vueltas extrañas en lo alto. Doy fe de ello. A medida que pasaban las horas, la ruta iba quedando más desierta y cada “muerte de obispo”, pasaba un vehículo.

Pueblo del Barro fue la última localidad por la que pasamos esa noche y también fue el último contacto que tuvimos con la civilización, que se redujo al almacenero que nos vendió agua y comida. Lo demás fue todo campo y alguna que otra estancia perdida en el medio de la nada. Muertos de cansancio solamente atinamos a encontrar un lugar más o menos limpio al costado de la ruta, donde poder armar la carpa.

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A la altura del km 332 exactamente, a eso de las tres de la mañana, fue lo mejorcito que encontramos. La verdad es que poco importaba a esa hora de la madrugada la comodidad del lugar, si lo único que necesitábamos era descansar. En total, ese día, hicimos más de 60 kilómetros de bicicleta, lo cual generó que ni bien entrados en la carpa, nos durmiéramos enseguida.

Pueblo del Barro Está ubicado en el km 300 de la ruta 26 y cuenta con una población de 200 habitantes. Su nombre se debe a que por comienzo del siglo XX, en lo que hoy es el centro del pueblo, había un pantano que los días de lluvia, desbordaba de barro. Otras versiones dicen que las primeras casas hechas del pueblo estaban construidas con adobe.

Originalmente se lo conocía como “Rincón de los Matos”, dado que ese era el apellido de la familia pionera oriunda del Brasil, al igual que la mayoría de los primeros habitantes del pueblo. Esto es lo que determina el tono casi portuñol de muchos de los que aquí viven.

El sector agrícola y ganadero es la fuente principal laboral de los pueblerinos, particularmente arroceras que frecuentan la zona desde la década del ´60. Existe una policlínica a la cual semanalmente acude un médico desde Tacuarembó y tiene una escuela que funciona desde 1963. El liceo más cercano se encuentra en Caraguatá, a 50 kms. Existen cuatro frecuencias diarias de ómnibus, que pasan por aquí uniendo Tacuarembó y Melo. fuente: Mauricio Sosa

EN LA RUTA Infoxicación Según Wikipedia, “Infoxicación” o “sobrecarga informativa”, se refiere al estado de contar con demasiada información para tomar una decisión o permanecer informado sobre un determinado tema. El término fue acuñado por Alvin Toffler, escritor norteamericano, autor de obras notables como “El shock del futuro” y “La Tercera ola”.

Decirlo ahora no es ningún descubrimiento. Pero Toffler fue un visionario, más teniendo en cuenta que por aquellos años en los que escribió esas obras (década de los setenta) recién estaban comenzando a funcionar las computadoras, como las que conocemos hoy en día y que tienen tanta influencia en nuestras vidas.

Es que el rápido avance tecnológico, particularmente en las herramientas de la comunicación, es avasallante. No estoy diciendo que el progreso en la materia sea negativa, pero sí es bien cierto que asistimos a una era donde cada vez más la información nos atropella generando un proceso 183

de desinformación constante. Todo esto potenciado por Internet y el uso de las redes sociales, que en muchas ocasiones se convierten casi sin discusión en la fuente de la verdad haciendo que -con mucha facilidad por cierto- un sencillo comentario puede transformarse en una realidad poco cuestionada. Eso es muy peligroso en cualquier sociedad, y en un mundo infoxicado, es un desafío necesario que las personas tengamos capacidad de analizar lo que leemos, lo que escuchamos o lo que vemos.

Reitero, no estoy en contra del avance tecnológico ni mucho menos de la democratización que permiten las nuevas formas de comunicación, pero sí estoy convencido de que está en cada uno de nosotros, aprender a ser nosotros mismos, los que dominemos la información y no dejarnos avasallar por la gran masa de contenidos, que día a día nos llega por distintos canales.

Vivimos acelerados en el tiempo, producto de un sistema consumista y perverso que nos obliga a sobrevivir a la ligera, sin dejarnos pensar. Sistema tan perverso como inteligente, porque siempre encuentra la forma de reinventarse generando nuevas “necesidades” tecnológicas que van desde innovadores modelos de celulares hasta entretenimientos idiotizantes que no ameritan más esfuerzo que un simple clic en alguna pantalla. Porque la infoxicación no es algo casual, sino el resultado del sistema en el cual estamos inmersos y del que no es posible salir, pero sí es posible abstraerse.

Es necesario aprender a manejar el bombardeo de noticias. ¿Cómo ser selectivo a la hora de recibir o buscar las noticias? ¿De qué manera podemos evitar hundirnos en un gigante mar de información?

Las respuestas dependen de cada uno de nosotros. Debemos ser cautos a la hora de informarnos. Es un gran desafío que tenemos los humanos, que si bien parece absurdo recordarlo, nos diferenciamos de los demás animales porque tenemos la capacidad de hacer uso de la razón.

Para aprender a informarse, hay también que aprender a no tentarse y caer en las garras del sistema, que permanentemente crea necesidades irrelevantes. No me creo un superado, todos corremos el riesgo de ser vulnerados por la tentación, pero está en cada uno de nosotros, usar la cabeza para pelear todas las batallas.

1. La ruta nacional N° 26 atraviesa el país de oeste a este, recorriendo los departamentos de Paysandú, Salto, Tacuarembó y Cerro Largo. Su trazado fue diseñado por el ingeniero Luis Giannattasio en la década de 1940, y se inauguró en 1946. Fue la primera carretera transversal del país, uniendo Río Branco con Paysandú.

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Día 30

Aguantando el temporal Martes 6 de enero 2015. El rugido intenso de un camión me hizo saltar de golpe en la carpa.

De esa forma desperté abruptamente para pasar a contemplar minutos después, el amanecer en la calamitosa ruta 26 -a la altura del km 332- donde la noche anterior, cansados de pedalear, instalamos el campamento. Todo es campo a nuestro alrededor y no se visualizan casas a la redonda. Son cerca de las siete de la mañana. Si bien se respira aún tranquilidad, a diferencia de unas horas atrás, ahora sí con frecuencia comienzan a circular los camiones.

El sol recién empezaba a asomar y sin embargo ya calentaba bastante, más aún con la humedad que reinaba en el lugar. Para ser sincero, desde temprano pintaba una jornada poco agradable para la actividad física, lo cual horas después confirmaríamos. Un calor realmente insoportable.

No teníamos mucha idea de en qué lugar estábamos exactamente, para colmo el Google Maps (sobre el cual tenía mucha expectativa previo a la travesía) marcaba cualquier cosa, como también sucedería más adelante. Al final siempre terminábamos descartándolo y apelando a la pregunta a algún parroquiano.

Una vez más, con las mochilas al hombro y toda la carga en nuestras bicis, reiniciamos el pedaleo hacia el este. En estas tempranas horas, es común observar al costado de la ruta, las 185

apereás que orejean el camino y se esconden rápidamente cuando uno se aproxima a ellas.

El incansable Ayrton me empieza a sacar ventaja en la ruta y reclama “andá más rápido”. No era tanto el cansancio del pedaleo nocturno, sino el denso calor lo que me frenaba, más teniendo en cuenta que estábamos escasos de agua y para colmo ésta era un caldo con gusto a plástico de caramañola. Para no Acampando en la Ruta 26, km 332. trancarle el ritmo a “Coco”, le dije que se fuera y que, ni bien llegara al próximo paraje, me mandara un sms.

En pocos minutos lo perdí de vista y al rato recibí el mensaje donde me contaba que había llegado a “Caraguatá-Las Toscas”. Ahí me esperaría en una garita ubicada a la entrada del pequeño poblado. Siendo cerca de las diez de la mañana, habría una sensación térmica de casi cuarenta grados en la ruta. Ni siquiera había muchos árboles sobre los cuales resguardarse un poco del sol.

Finalmente, luego de tanto codiciar un trago de agua, llegamos hasta el almacén “de Mirna”, donde no solo nos hidratamos, sino que además aprovechamos a descansar a la sombra de unos eucaliptus. Linda y reponedora siestita nos mandamos en aquel lugar. Después de la misma, charlamos unos minutos con la dueña del comercio quien nos contó que cada uno de los vecinos que fueron entrando al boliche, preguntaba sorprendido “¿quiénes son estos?”, incluido el comisario del pueblo.

Mirna me dijo algo que quedó grabado en mi memoria. Contó que de vez en tanto pasaban por allí ciclistas “como nosotros” y también “andantes”. No entendí bien que quiso decir con eso -lo cual evidentemente ella notó en mi cara- y agregó: “andantes, son los que caminan varios kilómetros sin rumbo claro alguno”.

Saciada ya la sed y descansados por la siesta, bajo el sol cada vez más radiante y sofocante volvimos al camino, para seguir por la 26. Nos llamó la atención una anciana que pasaba por allí propinando insultos al aire, dirigiéndose a cada auto que pasaba, totalmente fuera de sí.

Pese a ello, respondió muy correctamente a nuestro saludo y siguió su loca andanza. “Ahí tenés una andante”, bromeé con Ayrton.

Solo eran siete kilómetros los que nos separaban de nuestro próximo y anhelado destino: una estación ANCAP. No era tanto, pero el calor hacía parecer más largo el tramo. Cuando uno anda haciendo ruta, se da cuenta de la importancia de las estaciones de servicio, que son mucho más que un lugar para cargar combustible. En realidad cuando uno viaja sin preocuparse 186

por el reloj, como en este caso, también va con mayor disposición para observar las cosas que suceden a su alrededor. En ese mismo momento por ejemplo, fue precisamente cuando me di cuenta de la diversidad de cosas que ocurren en un lugar como éste. La estación es la parada clásica de los camioneros que encuentran aquí baños donde higienizarse y también estacionamientos donde detenerse y pasar la noche. Es también parada obligada de los que hace rato vienen metiendo ruta, como los argentinos a los cuales se los nota deseosos por llegar a las playas del este. También es el almacén de los lugareños que viven en zonas rurales o pueblos aledaños.

Y para viajeros como nosotros, realmente es una especie de “oasis en el desierto”, donde uno puede encontrar víveres básicos y además darse una ducha reponedora.

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de un baño como el que aquí me di. Aquella estación pasó a ser durante unas horas, una “segunda casa” y aún hoy recuerdo la pintoresca escena de la ropa -recién lavada- prolijamente colgada sobre los toldos de la ANCAP. Frente a la misma, había dos paradores donde planeábamos almorzar. Uno de ellos estaba cerrado y el otro abierto. Allí estuvimos durante unos minutos esperando la atención de la moza-recepcionista, que nunca llegó. Esta muchacha joven miraba tv sentada al lado del parrillero, pero en ningún momento se inmutó por nuestra presencia. “¿Cómo es la mano acá?’”, le pregunto a Ayrton y finalmente fuimos a consultar. El único menú consistía en asado o pollo sin guarnición. Precios: carísimo. Resultado de la misión: retorno a la ANCAP y almuerzo con papitas, manicitos y un helado.

Se viene el agua Eran como las tres de la tarde cuando decidimos seguir viaje. Desde hacía un buen rato, asomaban unos negros nubarrones y relámpagos que anunciaban la inminente tormenta. Eso nos había dado a pensar que quizás lo mejor era esperar algún camión que nos arrimara a la Estación Experimental de Agronomía, adonde se me había ocurrido ir como posible resguardo.

Ahora ya no era tan duro el camino, siendo que estaba nublado y la temperatura había descendido considerablemente.

Siempre son agradables los paisajes verdes que pululan en nuestro paisito y presentan otro panorama cuando se avecina la tormenta.

No dejo de sorprenderme con la maravilla que resulta vislumbrar esa mezcla del verde pradera y cielo gris oscuro, coloreado cada tanto por los refusilos.

Dicen que es riesgoso estar a la intemperie cuando hay tormentas eléctricas, tanto en la costa como en el campo, pero a pesar de todo, lo considero un espectáculo maravilloso que nos regala la naturaleza.

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Un camión paró al costado del camino y se ofreció a arrimarnos hasta el empalme con la ruta que lleva a Fraile Muerto. No dudamos en subirnos y minutos después estábamos en aquel lugar. En el momento mismo que bajamos del vehículo, comenzaron a caer las primeras gotas y ello nos llevó a refugiarnos en un cercano boliche de campaña, donde había tres gauchos tomando cerveza y fumando tabaco.

Saludamos y bajo las atentas miradas intentamos ponernos debajo del minúsculo espacio techado. El más joven de ellos fue quien “rompió el hielo” con un comentario sobre las bicicletas. Sin embargo y pese al intento, no fue posible profundizar el diálogo y aquellos hombres continuaron conversando entre sí, sin dejar de mirarnos de reojo de vez en cuando.

El cielo a esa altura estaba totalmente cubierto, aunque las gotas habían mermado bastante, por eso decidimos continuar la marcha. No iba a ser fácil el objetivo de pedalear los 20 kilómetros que nos faltaban para llegar a la Escuela. La probabilidad de que comenzara a llover “con todo”, era muy alta.

No alcanzamos a hacer más de dos kilómetros cuando empezó a llover cada vez con mayor intensidad, pero lo más preocupante era que el viento soplaba con fuerza creciente y para colmo, no muy lejos de allí, comenzaron a caer rayos. Lo paradójico es que, durante toda la mañana, había estado embromando a Ayrton con una canción de Lucas Sugo (Lluvia) a la cual le improvisé una letra que decía algo así: “llueve lluvia llueve y nos va a caer un rayo…” Al final tanta joda… y lindo julepe me llevé después.

Nos encontrábamos totalmente a la intemperie y con pocas posibilidades cercanas de refugio. Lo primero que atinamos fue ponernos debajo de unos árboles que de poco sirvieron para la imponente lluvia que caía. “Estamos regalados, vámonos de acá” le dije a Ayrton, y lentamente, como pudimos, caminamos por la ruta unos metros, para posteriormente ingresar 500 metros por un camino lleno de barro que conducía a una antigua estancia.

Al calor del fogón Empapados y cansados de caminar contra el temporal, allí estábamos rendidos y deseosos de que algún buen samaritano nos diera refugio. Desde adentro, una familia observaba la escena. Nos sentamos en los escalones del porche y enseguida salió un señor con atuendo campestre. De entrada nos presentamos, le explicamos quienes éramos y que hacíamos allí.

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Luego de un dialogo fraterno, amablemente nos invitó a pasar a la cocina de la peonada, donde podríamos encender un fogón para secarnos, comer algo caliente. Había también colchones, los cuales nos fueron ofrecidos para pasar la noche.

Una vez más, un paisano compatriota del interior, nos abría las puertas de su rancho de manera incondicional. Y no solo eso, sino también, nos convidaría con asado que cocinamos sobre las brasas de aquel fogón, el mismo que sirvió para calentar el agua para el mate, en la vieja pava color carbón que allí se encontraba.

Sobre todas las cosas, me queda la alegría de saber que la sencillez y amabilidad de la gente “tierra adentro”, sigue intacta. Así culminaría otro inolvidable día de travesía que nos regaló nuevas aventuras y experiencias adrenalinescas por demás inolvidables.

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Día 31

Camino a Melo Miércoles 7 de enero 2015. El sonido relajante y constante del agua pegando sobre las chapas de aquella vieja cocina, invitaba a seguir el descanso. A diferencia de los anteriores días, ésta vez Ayrton fue el madrugador mientras yo entresueño, escuchaba los diálogos que animosamente él mantenía con Gabriel, uno de los hijos del encargado de la estancia, donde nos habían brindado resguardo la tarde del martes.

Frente a las cenizas del fogón nocturno, aún seguía colgada (y húmeda) la ropa, producto de la imponente lluvia que nos había agarrado en la ruta.

Afuera, dos peones preparan unos caballos y salen a tranco lento por el campo, mientras otros dos instalan una cañería de agua. Alguien se aproxima hasta donde estábamos nosotros y se presenta como administrador de la estancia “El indio”.

Siempre amable, nos cuenta entre otras cosas que la misma pertenece al reconocido automovilista uruguayo Gustavo Trelles y teniendo en cuenta que veníamos desde Paysandú, nos cuenta que también el piloto posee estancia en suelos sanduceros. Al igual que el papá de Gabriel, se puso a la orden para cualquier cosa que necesitáramos y nos dijo no haber ningún problema, si en caso de continuar la lluvia, quisiéramos permanecer allí.

Si hay alguien con quien logramos entablar un vínculo estrecho, ese fue el pequeño Ga191

briel. Bien se podría decir que aparenta tener más años que los que realmente tiene, al menos por su forma de hablar y el conocimiento que parece tener sobre el campo y la vida rural.

La música y los mates fueron los elementos que ayudaron a generar la relación. Más allá de lo que erróneamente algunos de la ciudad siguen creyendo, al igual que la mayoría de los que habitan el medio rural, tiene celular y otras herramientas tecnológicas que le permiten comunicarse con el mundo.

Como buen paisano, trajo también termo y mate propio con el cual nos convidaba celosamente, ya que como cebador “de pura cepa”, solo él era quien servía.

El cielo seguía gris amenazante y si bien ya no llovía torrencialmente, la garúa de a ratos se hacía sentir. Nosotros mientras tanto, seguíamos mateando con Gabriel, que nos llevó a recorrer parte de la estancia, para ver un viejo tambo abandonado, el tractor “mosquito”, el tanque australiano y otras cosas que a los que se criaron en la urbe -como Ayrton- resultan totalmente nuevas.

Churrascada, siesta y aventón a la capital arachana Gabriel no solo se transformaría en el anfitrión principal de nuestra estadía en aquella estancia, sino también en el intermediario entre nosotros y sus padres. De a ratos entraba y salía a su casa con los ofrecimientos de los mayores. Y así fue como nos hizo llegar una churrascada suculenta y muy sabrosa, con porciones de carne vacuna y de cerdo, que degustamos en poco rato. No solo que habíamos caído de “sopetón” allí, sino que además nos brindaban espacio y convidaban con comida del lugar. La lluvia volvió a caer, lo que sumado a la paz que habitaba el lugar, invitaba a sestear. Y es que después de dos noches durmiendo sobre el suelo y varios kilómetros de pedaleo, acostarse sobre un colchón era realmente la panacea.

La siesta duró unas dos horas. Nos levantamos y comenzamos a acomodar todas nuestras cosas. Mucho de nuestro cargamento seguía mojado, pero igualmente estábamos decididos a continuar con la travesía.

Pese a que el día continuaba nublado, a lo lejos y de a poco, parecía asomar el sol.

Cuando dejamos todo pronto para arran192

car, nos avisan que el camión de una barraca -que había llegado desde Melo para descargar materiales -estaba pronto para volver a la ciudad.

Sin vacilar ni un segundo, aceptamos la invitación y al rato ya teníamos todo nuestro equipaje en aquel vehículo. Después de agradecer y sacarnos algunas fotos para el recuerdo de aquella memorable estadía, finalmente partimos con destino a la capital departamental.

Camino de los quileros En el transcurso de los casi 40 kilómetros que nos separaban de Melo, viajé en la cabina junto al chofer y su cadete, mientras Ayrton iba en la caja del camión. Aproveché entonces la ocasión para indagar sobre aquellos pagos y tomando como referencia la película “El baño del Papa”, les pregunté sobre la realidad de los bagayeros en la zona y la histórica visita de Juan Pablo II, allá por fines de los años 80.

El chofer, un señor muy macanudo, me contó que anteriormente fue uno de los tantos melenses dedicados al contrabando. Tal como se muestra en la película, el paso fronterizo de Aceguá es uno de los puntos predilectos para la actividad, donde al igual que otras ciudades fronterizas, los “quileros” mantienen plena vigencia a pesar de las medidas “cero kilo”. En muchos casos, el bagayo queda librado a la voluntad de los funcionarios de turno. Se trata de una actividad que en muchos casos, supone el ingreso básico de supervivencia para muchas familias. Sin embargo, más allá de gente humilde, también me contó que hay “peces gordos” que se benefician de la misma.

Hay un camino en mi tierra Continuando siempre por la ruta 26, del pobre que va por pan, comenzó a vislumbrarse la ciudad. Al crucamino de los quileros zar el arroyo del Sauce, de la nada el conpor la sierra de Aceguá. ductor sugiere: “ni piensen en bañarse ahí porque está todo contaminado”. Tomó la “Camino de los quileros”, calle Conventos y nos dejó a tan solo dos Osiris Rodríguez Castillos cuadras de nuestro destino.

Visita “papal”, fútbol y brindis nocturno Por intermedio de mi viejo, logramos dar con un amigo suyo que tramitó la posibilidad de parar una noche en el estadio cerrado municipal, donde rápidamente instalamos nuestras cosas. Me quedó grabada la escena pintoresca de una señora y su hija mirando tv sobre el costado de la cancha, se trataba de una familia damnificada por inundaciones, de las que suelen hospedar allí, en estas situaciones extremas.

Eran cerca de las ocho pero había muy buena luz solar, entonces invité a mi compañero de travesía a pedalear hasta el mural -aún vigente- que recuerda la visita papal.

De retorno al gimnasio, pedimos una pelota a la encargada del complejo y jugamos al fútbol. También en este deporte Ayrton me "pasaría el trapo" y la derrota fue inminente. Después 193

vino el momento de un refrescante baño y a la noche paseo por el centro de la ciudad. Luego de un recorrido por lugares simbólicos, como la plaza Constitución y la Independencia -punto de encuentro de la juventud melense-, terminamos brindando con cerveza bien fría servida en copas.

Broche final para otra jornada memorable de travesía, a la cual al día siguiente, se sumaría un nuevo integrante…

El Papa en Melo

El 8 de mayo de 1988 fue un día inolvidable para la historia de Melo, cuando el Papa Juan Pablo II, visitó la ciudad. En aquel evento, mucha gente vio la posibilidad de hacer algunos pesos vendiendo comida y souvenirs. Sin embargo y a diferencia de las grandes cifras manejadas previo a la visita de la santísima trinidad, tan solo 8000 fieles se congregaron en el lugar. Como consecuencia, las ventas estuvieron lejos de lo esperado y mucha de la comida debió repartirse entre gente de los barrios más humildes de la ciudad.

Quienes recuerdan aquel episodio, cuentan que el Papa llegó al mediodía y poco después, viendo que “aquello era un desastre”, colocaron tablones arriba de tanques y empezaron a llamar a todos los lugares que podían necesitar comida.

El Papa, había estado poco tiempo antes en Brasil y habían ido a recibirlo millones de personas. Ir hasta Melo por poco más de una hora, no resultó atractivo para los brasileros, de los que se creía, llegarían en buena cantidad a la capital de Cerro Largo. La exitosa película “El baño del Papa” (2007) dirigida por César Charlone llevó a la pantalla grande la vida de los “quileros”, inspirada en aquel episodio. fuente: taringa.net

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Día 32

Fue por Cañas que encontré Jueves 8 de enero 2015. Cerca de las diez de la mañana, desperté bajo el lento revolotear de los ventiladores, en una habitación del gimnasio municipal de Melo. Mientras tanto, en otra de las tantas cuchetas, Ayrton seguía roncando plácidamente. Desde la cancha de fútbol provenían algunos ruidos que retumbaban con fuerza por todo el lugar. Eran los funcionarios municipales que estaban preparando el complejo para un evento que se iba a desarrollar en la tarde.

No habíamos llegado a una semana de travesía, pero el cansancio -por lo menos para míse hacía sentir notoriamente. De todas formas, sigo pensando que lo más agotador de todo el viaje no es tanto el ejercicio físico, sino el trabajo que da armar y desarmar el campamento cada día. Pero vale la pena. Además, no hay nada mejor que la bicicleta para viajar, porque te permite la mayor libertad y porque es la forma más fiel de percibir el viaje con todos los sentidos, como observar detenidamente cada paisaje, sentir el aroma y escuchar los sonidos de cada lugar.

En esta jornada, se nos sumó un tercer integrante. Se trata de Fabián, uno de los tantos amigos que el proyecto Uruguay Alternativo ha cosechado, y quien por primera vez se sumaba a pedalear con nosotros, proveniente del balneario Neptunia.

Afuera, una vez más el sol prometía volver a pegar con fuerza, tal como venía siendo en los 195

últimos días, por eso los tres ciclistas nos preparamos para la ocasión untándonos con bastante protector solar. Como siempre hacemos, también nos vestimos con la indumentaria necesaria para salir a la ruta, consistente en el chaleco reflector y casco.

Antes de tomar otra vez el rumbo por la 26, para seguir camino a pueblo Cañas, quisimos hacer un city tour para visitar dos lugares muy icónicos de Melo: el museo histórico regional, y la casa donde la reconocida poetisa Juana de Ibarbourou (Juana de América) vivió su infancia y adolescencia.

Los museos son lugares donde se puede llegar a conocer la historia de cada lugar, aunque creo no en todos los casos, logran seducir las propuestas. De más está decir, no soy un experto en el tema, aunque sí suelo visitarlos y creo que nuestro país en esta materia está en un gran debe, principalmente en lo que refiere a la atención y servicios al turista.

Primero, fuimos hasta el Museo Histórico Regional, ubicado en 18 de julio y Artigas. Un espacio donde se conserva buen acervo histórico y prehistórico, que dispone de distintas galerías con exposiciones temporales (en este caso no había ninguna), sala de lectura y un imponente archivo de documentación. Para destacar, la sala dedicada a las batallas civiles de la región donde se exhiben, objetos personales de Aparicio Saravia.

En la Casa de Juana, lo que más me gustó, fue encontrarme en el jardín con la higuera que inspiró una de sus poesías más recordadas, de la cual me contaron en la escuela.

En mi quinta hay cien árboles bellos, ciruelos redondos, limoneros rectos y naranjos de brotes lustrosos.

Porque es áspera y fea, porque todas sus ramas son grises, yo le tengo piedad a la higuera.

La Higuera, Juana de Ibarbourou

Más allá de todo el material disponible en ambos museos, lo cierto es que si no existen guías que amplíen la información, pierden bastante el sentido.

Antes de salir de la ciudad, pasamos por una estación de servicio, para comprar agua. No descubro la pólvora cuando digo que la hidratación es fundamental a la hora del ejercicio físico. Cuando se está haciendo ruta (donde a veces hay que recorrer mucho para encontrar el preciado líquido) es fundamental cargar todas las botellas que sea posible. Más en días de calor.

De a poco empezamos a atravesar nuevamente por paisajes rurales y poco habitados.

Como era de esperarse, Ayrton con su energía juvenil nos sacó ventaja a Fabián y a mí, en una 196

ruta que poco a poco se fue haciendo más sinuosa y desafiante. Hubo varios tramos donde debimos caminar y llevar de tiro nuestras bicis. Entre sierras, seguimos transitando durante más de tres horas, pasando por unos repechos que parecían interminables, pero con el premio de observar paisajes dignos de contemplar.

Por la misma ruta 26, doce kilómetros al este de Melo, se encuentra el Museo y Posta del Chuy. Por lo que había leído previo a este viaje, este lugar histórico ameritaba sin dudas una visita.

Museo Casa Juana de Ibarbourou Juana de Ibarbourou nació y vivió en Melo hasta los 18 años. Escribió sus primeros poemas a la sombra de la higuera de su casa ubicada en la calle Treinta y Tres 317. En su libro "Chico Carlo" hace constantes referencias a la misma.

Actualmente, se conserva como museo y está abierta al público para exponer parte del mobiliario y los jardines donde creció la famosa poetisa.

Foto archivo Sodre.

Posta del Chuy La Posta del Chuy, era una antigua posada para viajeros, que se desplazaban entre Melo y Villa Artigas, actual Río Branco. La construcción principal era destinada a la pulpería. En la planta baja funcionaba el almacén de ramos generales, en tanto en la planta alta estaban los dormitorios. Muy cerca se encuentra el puente de la Posta del Chuy, que tiene 85 metros de largo. La peculiar obra de ingeniería está formado por arcos escarzanos, sostenidos por grandes pilares o tambores espaciados regularmente, lo que lo hace único en Uruguay.

El edificio –declarado Monumento Histórico Nacional- fue construido con piedras areniscas, sin utilizar argamasa. Data de 1854 y es considerado una obra arquitectónica única en Sudamérica. Actualmente funciona como museo departamental y cuenta con colecciones relacionadas al gaucho y la vida de campo entre el siglo XIX y el XX1.

Continuando la marcha, en el kilómetro 25 de la misma ruta, a mano izquierda ingresamos por un camino donde luego de unos ocho kilómetros -tras las indicaciones de un paisano a caballo que andaba por ahí- llegamos a un almacén.

Este lugar es conocido como el paraje “Los Montecitos”, se ubica a casi 50 kilómetros de Melo y a 10 de Cañas. La sensación de encontrar un nuevo “oasis en el desierto” nos invadió, al saber que encontraríamos agua y algo sólido para comer. Aunque vale decir, veníamos llevándola bastante bien con la granola que Fabián había traído.

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Posta del Chuy.

Al llegar a aquel lugar, un pequeño grupo de gente charlaba tranquilamente a la sombra de unos árboles. Bajo su atenta mirada, fue que ingresamos con nuestras bicis y en el almacén compramos agua. También probamos las rapaduras, conocidas como “panela”, un dulce elaborado en base al jugo de caña de azúcar muy tradicional por estas latitudes y con las cuales Ayrton se enviciaría luego. El almuerzo consistió en refuerzos de mortadela.

Una señora nos invitó a comer junto al grupo, se presentó como Esther, precisamente el nombre que llevaba aquel almacén (Lo de Esther) y nos preguntó de dónde veníamos. Así entablamos un amable dialogo con todo el grupo, integrado en gran parte por familiares de la almacenera y algún que otro paisano de la vuelta. Cada uno de nosotros contó cosas de su vida y los anfitriones también.

Los más proclives al diálogo eran los familiares de Esther, había otro paisano de la zona que llevaba una boina del Che, que de vez en cuando emitía alguna opinión sobre algo del lugar, pero más que nada se remitía a observar atentamente el panorama. Él fue quien nos contaría de las “grayeras”, de las cuales aún persisten algunos restos en la zona.

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Nos contaron también que este lugar se ha ido deshabitando en los últimos tiempos, quedando miles de hectáreas en manos de empresas forestales. La realidad que relatan es similar a la de otros pueblos visitados por El Gran Tour.

Después del almuerzo y larga sobremesa, en un nuevo gesto amable tan común de la gente del interior profundo, Esther nos invitó a acampar en el fondo de su casa.

Agradecidos con la propuesta, aceptamos la invitación y pocos minutos después ya estábamos instalando nuestro campamento en un lugar donde se observaba un paisaje, mezcla de quebrada y campo.

Por la tardecita, paseo a campo traviesa por la zona, que se prestó para varias postales fotográficas. Y así fue, como entre conversaciones y mates, bajo la sombra de unas coronillas, vimos una hermosa puesta de sol entre las sierras. El broche de oro de la jornada, sería contemplar una impresionante luna y cielo estrellado que allí, en el medio del campo, brillaban como nunca.

Grayeras El término “grayera” deviene del lenguaje portuñol que es común en la zona. En español significa grasera- de fundir grasa de animales. Se encuentra dónde nace el arroyo Cañas que tiene la particularidad de ser monte cerrado, donde hay diez cuevas en las cuales vivían los contrabandistas que se dedicaban a esconder mercaderías que traían de Brasil y fundir sebo de animales para vender luego la grasa. La grasera se ha conservado porque es un lugar aislado, derretían la grasa dentro de cuevas de piedra y de eso vivían. Muchas veces eran animales abigeados.

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1. En abril 2017, fue inaugurado un innovador centro de interpretación que incluye grandes pantallas en el interior de la casona de piedra, donde hoy funciona un museo tradicional. Entre otras cosas, allí los visitantes pueden ver y oír, en formato tridimensional, historias de aparecidos, cuentos de fogones, canciones del payador arachán Carlos Molina, de la cantante Amalia de la Vega y de Tabaré Echeverry.

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Día 33

Camino a la Laguna Viernes 9 de enero 2015. Dulce despertar en el campo, allí en el fondo del almacén “Lo de Esther” ubicado en el paraje Montecitos, a pocos kilómetros de nuestro siguiente destino, pueblo Cañas. En ese lugar, donde habíamos llegado la tarde anterior para proveernos de agua y comida, fue donde terminamos acampando, invitados por la propia Esther y su familia.

Como comúnmente suele suceder, fui el primero en levantarme. A mi lado “Coco” seguía roncando mientras que en la otra carpa, Fabián tampoco daba señales de vida.

Mientras aprontaba una vez más la mochila, emergieron mis compañeros de travesía. Casi en paralelo, Esther nos daba los “buenos días” y nos convidaba con galletas de campaña, fiambres y frutas que -junto al paté enlatado de Fabián- serían el desayuno perfecto. No faltó el café recién hecho, ni tampoco la leche de vaca, ordeñada pocas horas antes.

Las gallinas dispersas se acercaban a nosotros en busca de picotear algo de nuestro alimento. Cada tanto, Ayrton se levantaba de golpe y las correteaba, de peleador nomás.

Esther es una señora de cerca de 80 años que está enamorada del lugar y nos los hace saber a cada uno de nosotros con sus palabras. Por momentos, siente nostalgia al recordar que en otros tiempos estaba más poblada la zona y señala que ello es obra de las empresas forestales que compran los campos “solo para plantar”.

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A pesar del sentimiento, una y otra vez hace alusión a la tranquilidad del campo y asegura que es aquí donde quiere vivir el resto de sus días.

Cerca del almacén se encuentra unas de las dos escuelitas rurales que hay en la zona. John (hijo de Esther) nos cuenta que una de ellas estaba por cerrar por falta de alumnos. Es que entre ambas escuelas… no hay más de cinco gurises.

El mismo John mostró con orgullo uno de sus viejos tractores Ford que guarda como reliquia dentro de un galpón. Después vendría la foto despedida, agradecimiento y saludo final.

Una nueva parada memorable de la travesía donde pudimos conocer y compartir momentos con la propia gente que habita otro rincón del paisito.

Dale pedal a la vida Ya era nuestro sexto día en la ruta, sin embargo tan intensas vivencias hacían sentir que veníamos viajando desde más tiempo. Tantos paisajes nuevos, otras realidades y diversas situaciones que no hacen más que enriquecer el alma.

Comenzaría entonces uno de los trayectos en bicicleta más largos de todo el viaje. No recuerdo con exactitud cuántos kilómetros habremos hecho ese día, pero seguro no menos de ochenta. Continuamos por el camino de tosca rumbo a pueblo Cañas, lugar con dos particularidades especiales: fue recién en 2013 que llegó la energía eléctrica al lugar, y por otra parte, se trata de la localidad del Uruguay que cuenta con mayor cantidad de habitantes afrodescendientes.

De camino al poblado, nos encontramos con una cantera de agua cristalina. Estaba tan lindo el lugar que se prestaba para un bañito, más teniendo en cuenta el calor que hacía. Y así fue como, abriendo tranqueras y pisando alambrados nos metimos en aquel lugar maravilloso para “como Dios nos trajo al mundo”, sumergirnos en el agua. La llegada a Cañas fue muy pintoresca dado que despertó extrañeza en los presentes. Ese día había mayor movimiento que de costumbre porque había pago de asignaciones, eso nos diría rato después un referente po-

Cañas Es un pequeño pueblo ubicado a 30 kilómetros de Melo, en Cerro Largo. Viven unas 72 personas (según censo 2011) y el caserío se concentra a partir de un Mevir. Se destaca su población afrodescendiente, que según cuenta la historia, vienen de familias de esclavos brasileños que llegaron a tierras uruguayas hace decenas de años. La luz eléctrica llegó hace pocos años.

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lítico de la zona. En el almacén “El buen trato” ingresamos a buscar agua con Fabián, mientras afuera, Ayrton les contaba a los gurises sobre la travesía.

El pueblito se encuentra en una cuchilla llena de paisajes serranos. Hay varias casitas construidas en barro y paja y también otras de MEVIR. Efectivamente, todas cuentan con electricidad. Pese a ello, la sensación de ser un pueblito aislado es grande y real. Ni siquiera Google Maps logra especificar bien en qué parte de Uruguay estamos. Solo sabemos que, a no muchos kilómetros de aquí, se encuentra territorio brasilero y que para volver a la ruta habría que pedalear varios kilómetros.

Mountain bike bajo lluvia Pasado el mediodía, comenzamos a transitar el largo trecho hacia la ruta 26. Un circuito ideal para los que gustan del mountain bike.

Lo que comenzaba a ser una amenaza, era la posibilidad inminente de ser atrapados por la tormenta que detrás nuestro se aproximaba. El cielo se puso completamente gris oscuro brindando una escena natural maravillosa. A pesar de nuestros esfuerzos en pedalear lo más rápido posible, no logramos llegar a ninguna casa, ni tampoco encontramos buenos árboles donde refugiarnos.

Otra típica lluvia veraniega cayó con intensidad sobre nosotros. Los intentos por no mojarnos fueron en vano y debajo de unos arbustos aguardamos un rato hasta que aflojara el agua, comiendo algunos refuerzos que sobraron del desayuno.

Es bastante incómodo pedalear con la ropa y todas tus cosas mojadas, pero lo cierto es que no había opción, no había otra que seguir. Más adelante, encontramos al fin una estancia que contaba con un galpón donde paramos por un rato e incluso improvisamos una cuerda de ropa para colgar nuestras cosas empapadas.

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Nos encontrábamos en el Establecimiento “Don Liborio” de Benito Orloyón, en Saldaña “12 sección” como marcaba un viejo cartel colgado sobre la tranquera.

Minutos después, apareció el dueño del lugar, llamado John Muniz, que vivía allí con su compañera.

Nos dijo que no habría problemas si queríamos aguardar por un rato en el lugar y luego nos pidió sacarnos una foto en la puerta, ya que no es muy común la visita de ciclistas por estos pagos.

Jhon Muniz, Fabián y Ayrton.

Seguimos avanzando por aquel camino fangoso y resbaladizo. Las ruedas traseras de las bicicletas a toda velocidad levantaban el barro que se pegaba en nuestras espaldas. Y así seguíamos, cansados pero contentos de desafiar este nuevo escollo que se había presentado en la travesía.

Cuando veníamos en pleno repecho, apareció por detrás una camioneta pickup -primer y único vehículo que veríamos en aquel camino- y se estacionó al lado nuestro. Se trataba de John y su compañera, que ni bien frenó, nos dijo “se viene el agua y vine a arrimarlos unos kilómetros”.

El aventón de John nos vino como anillo al dedo, quedaba aún mucho por recorrer y de no ser por él, no sé exactamente cómo hubiéramos finalizado aquella jornada. Lo cierto es que habíamos ganado varios kilómetros y ahora quedarían unos 20 hasta llegar a Río Branco.

Cuando ingresamos a aquella ciudad fronteriza estábamos muy cansados. Sólo pensábamos en llegar a un lugar donde poder tirarnos a descansar, aunque no era fácil la cuestión por dos motivos: nuestras carpas y cosas estaban empapadas (por lo cual sería complicado el camping) y además no había lugares donde quedarse.

Quedaría entonces más tramo para recorrer, serían otros 20 kilómetros hasta el Lago Merín, el balneario más importante de la zona, muy frecuentado por locales y tam204

bién brasileros que incluso tienen sus propias casas de veraneo allí. Durante ese trayecto es que empezamos a visualizar los arrozales, motor productivo central de la región. Ayrton y Fabián me sacaron gran ventaja en la ruta, entonces yo aprovechaba para bajar el ritmo de la velocidad y me dedicaba a fotografiar los paisajes. Así fue me tomé un tiempo para observar una linda puesta de sol.

“Tratá de mantener la velocidad” me decían mis compañeros, yo intentaba poner mi mejor voluntad y seguir su velocidad. Ya era caída la noche cuando logramos ingresar al balneario.

Allí vimos al móvil de policía caminera en la entrada y una vía paralela a la ruta para quienes salen en bicicleta o a correr.

Estando en el centro llamamos a Amir, un pintoresco caudillo político del balneario, que constantemente nos hablaba de su carrera y éxito político en la zona y que nos consiguió un lugar donde pasar la noche, el salón comunal. Fin de una intensa jornada que fue coronada con unas cervezas frías en uno de los paradores del balneario.

Puente histórico El puente Mauá tiene una longitud de 2112 metros y fue edificado con un triple propósito: carretero, ferroviario y aduanero. Desde la altura del puente, se observa una hermosa panorámica del río Yaguarón que une las ciudades de Río Branco y Yaguarón (Brasil).

Cuando se inauguró, en 1930, ostentó el privilegio de ser el más largo de Sudamérica.

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EN LA RUTA Revolución

Hace mucho tiempo que ando en busca de una respuesta a una única y compleja pregunta: ¿Qué es ser revolucionario hoy en día?

Las respuestas que he recibido al momento, tienen una carga subjetiva bastante importante, ya que no todas las personas concebimos al concepto “revolución” por igual, aunque sí creo pertinente relacionar a lo revolucionario con ser de izquierda. Si atendemos a esto último, el planteo se complica un poco más y ahí surge entonces una nueva y no menos difícil pregunta: ¿qué es ser de izquierda?

Pero volviendo al inicio, las respuestas generalmente varían según las generaciones. Es evidente que para quienes vivieron la juventud en plena Guerra Fría o quienes debieron padecer la dictadura militar, el concepto es muy diferente con respecto a los afortunados que nacimos ya en procesos de restauración democrática o con democracias consolidadas.

Dentro de las diversas opiniones rescatadas, me he dado cuenta de que existen todavía los idealistas que sueñan con un sistema alternativo al capitalismo -por lo general los más veteranos- muchos de los cuales lucharon y dieron su vida por ese fin. Están también los que se autodenominan “revolucionarios” aunque perciben la revolución de una manera personal en la cual el cambio está en mejorar su forma de vida y/o la de su familia.

En el medio de estos dos grupos tan distintos, está el de los contradictorios (posiblemente el que incluye a la mayor cantidad de gente) y que en gran medida son producto de las confusiones generadas por el propio sistema capitalista en cual vivimos.

En menor o mayor medida, posiblemente todos nos hemos ubicado en alguna de esas tres categorías señaladas, en diferentes momentos de nuestra vida.

Estamos en un mundo cada vez más difícil, donde no solo la diversidad cultural de nuestros pueblos se encuentra en riesgo por una avasallante globalización, sino también la propia identidad ideológica de quienes habitan este mundo -bastante superficial- donde la imagen vale más que las palabras.

Donde hasta los líderes políticos y sociales más populares, terminan siendo banalizados y/o reducidos a un simple ícono como una especie de particularidad pintoresca del sistema en el cual estamos inmersos y del cual –por otra parte- difícilmente podamos escapar. Un mundo donde la ambigüedad gana terreno por encima de las ideologías, las que en realidad siempre existieron y permanecerán eternamente.

Pero eso no implica entregarse, ni mucho menos resignarse. Después de años de preguntar sobre la cuestión del “ser revolucionario”, he llegado a la firme conclusión (y convicción) de que la revolución está en cada uno de nosotros y se construye en el día a día.

Al fin y al cabo, la revolución es ser de izquierda y ser de izquierda es a su vez, ser revolucionario. ¿Por qué? Por el hecho de que cuestionar de forma constante, permite indefectiblemente, el cambio.

La revolución es cotidiana y es un proceso que comienza desde que nos levantamos y salimos a la calle. Implica, desde el acto de amar a la familia y a los amigos, tanto como a respetar al vecino independientemente de sus principios y convicciones. Tiene que ver también con nuestra forma de trabajar, de estudiar, con asumir desafíos diversos. Todas pequeñas acciones individuales que bien pueden impulsar una verdadera revolución colectiva.

Para muchos el dilema sigue siendo “voltear al capitalismo”. Yo sinceramente creo más factible que la revolución empieza por casa y que la respuesta a la cuestión es más sencilla. Depende de nosotros mismos ser precavidos ante las trampas y debilidades que el sistema nos ofrece y quiere imponer día a día.

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Día 34

Por tierras de arrozales Sábado 10 de enero 2015. Casi una semana de travesía rutera y sin embargo parece mucho más. Es que tantos paisajes y caminos recorridos, tantas emociones y experiencias vividas, te hacen sentir que el comienzo fue varios días más atrás.

La mañana nos encontró en el salón comunal ubicado en Lago Merín, donde la noche anterior, cansados de tanto pedalear, habíamos arribado de la mano de Amir, un caudillo pueblerino.

Una noche terrible, con muy poco descanso, producto de la cantidad de mosquitos y el calor pesado que había en aquel lugar. Había llovido el día anterior y desde las primeras horas el sol estaba intenso, generando una atmosfera insoportable. Por lo menos, era una buena oportunidad para hacer el necesario secado de ropa, que se había empapado durante el trayecto Cañas-ruta 26.

Estábamos en el balneario más importante de la zona y a pocos metros de la laguna. Todo se prestaba para un buen chapuzón. Y hacia allá fuimos, tratando de agarrar toda la poca sombra posible que a esa hora uno podía encontrar en el camino. Una sensación térmica aproximada de 35 grados, que sin dudas amenazaban con ser el principal enemigo durante toda la jornada, en la cual tendríamos varios kilómetros por recorrer.

Tal como lo teníamos previsto, la playa se encontraba repleta de gente y nos fue muy difícil 207

encontrar algún arbolito. Un baño sumamente disfrutable, en un lugar que es de las reservas de agua dulce más importantes del mundo.

Siendo ya mediodía y después de aquel refrescante aguazo, volvimos hacia el salón para aprontar todas nuestras cosas. El próximo paso sería retornar a Río Branco, adonde sí o sí (porque no hay otro camino) deberíamos volver para poder continuar rumbo a nuestro destino final llamado “El Cocal”, en la costa oceánica rochense.

El sofocante calor realmente no invitaba a pedalear, entonces fui hasta la oficina de información turística -cercana al salón- para averiguar algún ómnibus que nos arrimara hasta la ciudad fronteriza.

Organizar nuestro equipaje fue mucho más difícil que los demás días y ello respondía al cansancio de no haber dormido bien y también al despliegue físico del día anterior. Durante unos minutos, aguardamos el ómnibus que llevaba a Rio Branco, cuando éste llegó a la parada, el guardia nos dio una información que nos cayó como balde de agua fría: el boleto salía barato (algo así como 20 pesos) pero… ¡nos querían cobrar 150 por cada bicicleta!

Hete aquí uno de los grandes problemas -y también despropósitos- que suceden en nuestro querido paisito: el cobro desmedido por llevar una bicicleta en la bodega de un ómnibus.

Puedo entender que las empresas que mueven gran cantidad de pasajeros, te quieran cobrar un extra, pero siempre y cuando, no sea un costo disparatado -como lo era en este caso-, que encima venía con la bodega semivacía.

Lo cierto es que si se quiere fomentar el ejercicio físico, el uso de la bici y también al turismo. Todavía siguen habiendo empresas de transporte que deben caer en razón. Por supuesto que nuestra respuesta fue contundente. Ni “mamados” estábamos dispuestos a pagar esa suma disparatada y optamos entonces por aguardar allí y esperar tener suerte con un nuevo aventón que, después de una hora, llegó.

Otra vez un vehículo de gente trabajadora, un camión de una empresa perforadora que no vaciló en detenerse y darnos el ok para llevarnos a la ciudad.

Como forma de agradecimiento por aquella gauchada le ofrecimos unos pesos al conductor, que éste no quería aceptar y que al final tuvimos que dejar a escondidas en la gaveta del camión.

Solo dos empresas de transporte de pasajeros unen Río Branco con la capital.

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Reserva de agua dulce

Capura de pantalla Uruguay Natural TV

Lago Merín se encuentra ubicado en una zona que ha sido declarada por la FAO como Reserva mundial de agua dulce. Con hermosas cabañas entre bosques, hoy es una opción turística singular y sumamente disfrutable. Un viento y un oleaje permanentes agitan aquel mar de aguas verdes, dando la sensación de estar en alguna zona rumorosa del Atlántico. Pero la playa es muy llana y el agua carece de salinidad. En algunos fragmentos del horizonte se dibujan sombras; son los árboles que crecen en la orilla brasileña de este lago, grande como un mar.

Al ver por vez primera la Laguna Merín, el viajero se maravilla de su extensión: los 3.750 km2, que la convierten en la segunda reserva de agua dulce en latinoamérica. Es un sitio donde abunda el turismo a lo largo de todo el año, acentuándose en los meses que comienza el calor. Las posibilidades de hospedaje son muy amplias, disponiendo de un lujoso hotel con todas las comodidades, alquiler de casas, bungalows, chalets y dos extensas zonas de camping. Los precios son más módicos que en cualquier balneario del este. Ya saliendo de la zona poblada y turística, comienzan los bañados, con su rica fauna criolla. Garzas, patos masarico, chajás y ñandúes habitan las verdes praderas ubicadas detrás de los médanos de la costa. Un poco más adentro, en el monte, abunda el carpincho. También hay abundancia de nutrias y algunos yacarés. fuente: lagomerin.com.uy

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En una de ellas, fue donde Fabián consiguió su pasaje de regreso. El coche saldría a las seis de la tarde y eran alrededor de las quince. Entonces les propuse a mis compañeros de travesía una despedida “a lo grande”, comiendo baurú1 en la ciudad brasilera de Jaguarao.

Una linda motivación para comenzar -ahora sí- a meter pedal hasta llegar al país hermano.

Nuestro paso fue totalmente desapercibido por el puesto aduanero y después de cuatro kilómetros ya estábamos del otro lado del río. Con una mano en el manubrio de la bici y la otra en el celular (para registrar fotos) fui siguiendo el recorrido de “Coco” y Fabián, deslumbrándome a la vez con el monumental puente Barón de Mauá2.

Siempre me ha resultado curioso que, aun a tan poca distancia, la arquitectura urbana en las ciudades brasileras fronterizas, difiera tanto de lo que se ve de este lado. Por ejemplo, el ancho de las calles (allá son más angostas) o el estilo y diseño particular que tienen las casas.

Era la primera vez que Ayrton cruzaba al Brasil, entonces con Fabián le empezamos a hacer un rápido cuestionario sobre ruedas para saber qué tanto sabía del lenguaje portugués, ello llevó también a que le cambiáramos el apodo pasando a ser “Coquinho”, nombre con el cual lo “descansamos” (términos propios de Ayrton) durante largo rato.

Frente a una plaza encontramos un restaurante atendido por una pareja adulta que hablaba en un portugués bastante cerrado, pero igualmente, no tuvimos problema para hacernos entender. Después llegó un gran momento en el día, cuando llegaron los ansiados y deliciosos baurú que bajamos con una helada “cerveija”. Panza llena y corazón contento, retornamos lentamente a Río Branco hasta llegar a la agencia donde despedimos a Fabián, el tercer valiente que se había sumado por algunos días a pedalear en este viaje.

Bicicleta a la bodega y saludo desde arriba del ómnibus. Pocos minutos después comenzaría su largo viaje a Montevideo. Mientras ello sucedería, Ayrton y yo ya estábamos de nuevo pedaleando por ruta 26 para luego más adelante tomar por ruta 18 -con destino incierto-, pero sí con intención de arrimarnos al punto final de la travesía.

Noche al costado de la vía en Vergara Hicimos una parada logística en la ANCAP ubicada a la salida de Río Branco y después 45 largos kilómetros de pedaleo por paisajes donde predominan arrozales y praderas. No es ca210

sualidad que así sea, ya que según información de Uruguay XXI y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) Treinta y Tres, Cerro Largo y Rocha concentran el 80% de las superficies arrozales del país. Específicamente abarca la cuenca de la laguna Merín. Ambos documentos subrayan que somos el país más exportador de este grano en América Latina.

Esta ruta no muestra nada nuevo respecto a los paisajes que vimos los días anteriores, aunque si se pueden observar diversidad de aves, entre ellas, llama mucho la atención la presnencia del chajá, muy común en esta zona del país.

Una vez más, volvimos a quedar solitarios y aislados en medio de la ruta. Lejos de asustarnos, seguimos metiendo pedal hasta que otra vez un conductor se detuvo para ofrecernos arrimar hasta Vergara.

Así atravesamos el río Tacuarí, el pueblo Rincón y finalmente llegamos al empalme donde nos bajamos. Entrada triunfal a la ciudad, en una noche que se encontraba muy agradable y por ende con mucha gente sentada en reposeras, observándonos con curiosidad desde el frente de sus casas.

La siguiente parada fue en la plaza, en un carrito de comida rápida donde nos dimos un tiempo para comer. Estábamos cansados, pero igualmente quisimos seguir avanzando hacia a La Charqueada. Para ello, debimos atravesar la ciudad y tomar un camino de casi 40 kilómetros que nos llevaría hasta allá. Sin embargo, era una locura el esfuerzo, más porque era una noche oscura que hacía difícil el trayecto. Pensamos también en acampar al lado del camino, pero el terreno estaba muy sucio y sobre todo con mucho barro luego de la lluvia que había caído.

Entonces nos mandamos una jugada un tanto arriesgada que consistió volver a Vergara y pedir permiso para acampar en el patio de una casa que estaba próxima a la salida, cerca de la planta arrocera de Samán. Unos minutos antes, allí nos habíamos topado con Waldemar, un vecino del lugar que nos había informado el camino que debíamos tomar para La Charqueada.

No llegamos a bajar de la bici, ni emitir ninguna palabra, cuando éste buen hombre nos ofreció dormir en su galpón. Sumamente agradecidos, volvimos a recibir una mano solidaria en este viaje inolvidable.

Mientras Waldemar nos convidaba con soda bien fría, conversábamos con él y hacíamos nuestras cuchas improvisadas –en principio- con cueros de oveja y hamacas paraguayas. Sin embargo, luego terminamos armando la carpa dentro del galpón, dado que con el calor se habían amontonado una cantidad de bichos que sobrevolaban nuestras cabezas. El agotamiento llevó a que ni bien nos acostamos, quedáramos liquidados sobre aquellos cómodos colchones.

Así culminó el día 7 de esta memorable travesía.

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1. El Bauru es un sándwich muy popular de la cocina brasileña. Fue inventado por Casimiro Pinto Neto y apodado "Bauru" en referencia a su ciudad natal.

2. En marzo 2018 se iniciaron obras de recuperación del histórico puente.

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Día 35

Hacia el océano Domingo 11 de enero 2015. El aleteo y cacareo de las gallinas sobre el techo de aquel humilde galpón, eran los únicos sonidos que la mañana ofrecía en Vergara. Hasta aquella ciudad, situada en el noreste del departamento de Treinta y Tres, habíamos llegado la noche anterior en busca del descanso. Un paisano llamado Waldemar, nos había abierto las puertas de su casa solidariamente, ofreciéndonos un espacio donde dormir.

Eran cerca de las diez de la mañana cuando me levanté. Mientras Ayrton seguía roncando, yo ya comenzaba a pensar qué nos depararía esta jornada, en la cual llegaría el fin de este tour. En unos días estaría durmiendo nuevamente en una cama, la idea me resultaba reconfortante; sin embargo, la emoción y adrenalina que el viaje despierta, se esfuma cuando uno vuelve al confort del hogar.

El viajar de la manera que nosotros lo hacemos te enseña a apreciar las cosas más simples, compartir con gente diferente a uno, así como disfrutar de paisajes que en otras circunstancias pasan desapercibidos.

Me viene a la mente una escena de la película “El viaje hacia el mar”, en la que el personaje de Hugo Arana (chofer del camión) le dice a uno de sus compañeros de viaje: “cuando parás en el camino ves lo que fuiste dejando atrás, porque el viaje es lo de atrás, un día se lo contás a los amigos y lo vas recordando y ahí… ves todo clarito”.

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Esta travesía aún tenía varios kilómetros por delante, así y todo no podía evitar procesar el latente final.

Al salir del galpón, Waldemar y su señora nos daban los buenos días, mientras mateaban tranquilamente en el patio de su casa. Yo aproveché para cruzar el alambrado y recorrer la vieja estación de tren, pegada al hogar de nuestros anfitriones. Allí me encontré con montón de chatarra, fierros retorcidos y vagones donde -pese al óxidoaún se podía leer la sigla “AFE”.

Luego de amenas conversaciones con los locales, emprendimos la retirada de aquel pago, no sin antes obviar una visita a un almacén, donde surtirnos de comida y agua, para el largo trayecto que nos esperaba.

Museo Antropológico de Vergara Creado a instancias de un pionero en el estudio de la antropología nacional -Oscar “Laucha” Prieto-, el Museo Antropológico de Vergara alberga una colección estimada en 1.300 piezas obtenidas por un equipo de investigadores locales en Treinta y Tres, Rocha y parte de Cerro Largo.

Dirección: Jacinto Ruiz 1827 / Teléfono: (+598) 4458 2323

Baño en el Cebollatí y comienzo de una odisea Fuimos dejando atrás Vergara, con aquella gran planta arrocera que iba perdiéndose a lo lejos. Unos 37 kilómetros nos separaban del siguiente destino, en el límite donde se une Treinta y Tres con Rocha: el pueblo La Charqueada (Gral. Enrique Martínez), a orillas del Cebollatí.

Cuatro horas y algo más de ejercicio a puro sol. Un trayecto que se hizo más largo de lo pensado, producto del cansancio acumulado en esta larga travesía iniciada en Tacuarembó. Debo admitir que mi estado físico no es ni cerca el mejor, como sí es el caso del atleta Ayrton, un casi profesional del deporte. Sin embargo, considero que más que físico, lo que a uno lo mueve es la voluntad y en ese sentido estoy convencido de que el esfuerzo en esta aventura, valió la pena.

El salir en busca de vivencias enriquecedoras es el objetivo principal en estos viajes, que lejos están de ser un desafío atlético.

La tranquilidad que se respiraba por aquellos campos nos regaló la posibilidad de observar animales imposibles de ver en centro poblados, como por ejemplo mulitas.

Cuando llegamos a La Charqueada, cerca de las tres de la tarde, las calles estaban desiertas y había poca gente en la vuelta. La parada fue en un almacén donde compramos panes y fiambre, el almuerzo que compartimos sobre una de las glorietas que hay instaladas frente al río.

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El calor húmedo persistente molestaba bastante y sin dudas invitaba a un refrescante baño en aquel río sereno. Cuando terminamos de comer, pedaleamos unos pocos metros, para hacer el cruce en la balsa, que nos dejaría del otro lado -en suelo rochense- donde finalmente nos dimos el ansiado chapuzón.

La Charqueada Ubicada a 61 kilómetros de la capital olimareña, esta localidad cuyo nombre deriva de la industria del charque, una forma particular de preparar carne en base a su salado, resulta ideal para la práctica de la pesca deportiva y recreativa, los deportes náuticos y para emprender un paseo por el Cebollatí. La exuberancia natural del monte indígena ribereño, y de las islas del Parao y del Padre, son el preámbulo ideal para llegar a la imponente Laguna Merín. En el recorrido, se podrán avistar diversas especies de aves autóctonas. El visitante puede alojarse en cabañas municipales bien equipadas o bien en una pintoresca área de camping con agua potable y luz eléctrica.

Por paseos en lancha consultar al 4459 2256 Capura de pantalla Uruguay Natural TV

Esperando el ómnibus a Lascano

Después, tomamos un nuevo camino para llegar a Cebollatí, pueblo que atravesamos rápidamente para seguir hacia Lascano. Aquí comenzaría una larga odisea, que incluyó varios kilómetros de recorrido en bici y otros tanto en ómnibus.

Para ser sinceros, llegó un momento de la tarde que estábamos aburridos de pedalear, no tanto por cansancio sino por el paisaje monótono. Debimos refugiarnos en una garita dado que comenzó a lloviznar y ahí nos quedamos un buen rato hasta que pudimos tomar un óm215

nibus que nos dejó en Lascano. En el medio hubo una parada obligada en la ruta, dado que el coche en el que íbamos, seguía para el pueblo 18 de Julio, mientras que otro llegaría a levantar a los que íbamos a Lascano. Allí, a la espera de ese ómnibus, me entretuve observando los palmares que frecuentan esa zona del país. …Y ahí está el Cebollatí como un espejo de lindo y el lucero está temblando sobre las aguas del río.

Cuando empieza a amanecer, Ruben Lena

Río inspirador El río Cebollatí ha inspirado poesías y canciones, de distintos autores, entre ellos el Maestro Rúben Lena con su canción “Cuando empieza a amanecer”, popularizada por el dúo Larbanois& Carrero.

Punto final de esta travesía Nunca falta el clásico carrito de comida en la plaza de alguna ciudad o pueblo del interior.

Lascano no fue la excepción. Ahí nos mandamos unos buenos choripanes de merienda-cena que sirvieron para calmar el hambre generada por el despliegue físico.

Y la odisea continuó. Hubo que esperar otro ómnibus para ir hasta el Chuy, y después otro más en aquella ciudad fronteriza que nos llevaría finalmente hasta la ruta donde se encuentra el acceso al destino final de esta travesía.

Eran cerca de las dos de la mañana cuando finalmente nos bajamos en la ruta 9 a la altura del kilómetro 273. Allí tomamos el camino vecinal de seis kilómetros que lleva hacia El Cocal.

Un cierre muy simbólico, ya que en este lugar fue donde comenzó la amistad con “Coco”, a quien conocí dos veranos atrás como compañero de trabajo en aquel camping. Emotivo final de una travesía inolvidable para esta nueva aventura de El Gran Tour.

Cocal: Un paraíso para conocer El Cocal es un lugar alejado del ruido, cercano al mar y perdido entre la naturaleza donde se respira una verdadera paz y muy buena energía.

Sobre las dunas asoma el Parador, una construcción sostenida por grandes tablones de ma216

dera, al igual que el molino de viento que sirve como proveedor sustentable de energía. Es que en El Cocal no existe la energía eléctrica, salvo la que algunos generadores y dichos molinos producen, lo que permite que las noches sean un espectáculo maravilloso.

El gran ideólogo de la propuesta es Carlos Fajardo, quien percibe a El Cocal como una iniciativa de largo plazo, enmarcada en una forma de turismo que día a día toma más fuerza a nivel mundial, como lo es la eco-sustentabilidad.

Otro punto a favor, es que no se permite el ingreso en auto a la zona de camping ya que precisamente la idea es respetar y disfrutar del paisaje sin necesidad de ruidos ni luces artificiales. Recomendable también el parador, tanto en precios como en calidad. Se pueden comer aquí deliciosos platos caseros y tomar algún licor de butiá, preparado por gente de la zona.

En las noches de verano, a veces pinta cantarola o algún espectáculo musical con gente que anda en la vuelta, consolidando el clima familiar y fraterno que identifica a la propuesta.

El Cocal resulta entonces una experiencia sumamente atractiva, donde el diferencial está en disfrutar del paisaje más que el confort. Sin dudas, una gran sugerencia para quienes prefieren la costa oceánica, la vida desacelerada y la naturaleza en su máximo esplendor.

El Cocal Se ubica en el Km 273 de la ruta 9, a pocos kilómetros de Castillos. Las empresas de ómnibus que llegan hasta allí son Rutas del Este, COT y Cynsa.

En caso de ir por esta vía, deben solicitar al guarda o chofer que desean bajar en El Cocal.

Más información en el sitio www.elcocal.com.uy

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Día 36

Desde una triple frontera Miércoles 27 de enero 2016. A poco más de un año de aquella travesía que unió Tacuarembó con El Cocal, comienza un nuevo viaje hacia distintos rincones del paisito, en esta ocasión visitando localidades de Treinta y Tres, Lavalleja y Maldonado.

Como todos los viajes, este es diferente y presenta una particularidad especial. A ninguno de los ciclistas que se sumaron a la travesía, los conozco personalmente. Todos ellos llegaron a través de la convocatoria abierta que hicimos en Facebook y también en prensa.

Ajustado de tiempo, el martes por la tarde, preparé el equipaje que me acompañaría durante todo el recorrido: carpa, sobre de dormir, ropa, linternas y objetos básicos para camping.

Por supuesto, también la bicicleta, la que dejé pronta para la travesía a última hora, nada más ni nada menos en manos del -hasta ahora último medallista olímpico del país-, Milton Wynants1 . Vaya si habrá sido un apronte a lo campeón, previa salida a la ruta.

Desde Paysandú, viaja conmigo otro sanducero. Su nombre es Juan Araújo y hacía un buen 219

tiempo que estaba colgado con la idea de salir a pedalear por el Uruguay. Con toda la expectativa de un nuevo viaje, arrancamos en un ómnibus rumbo a la capital del país. El viaje iba a ser largo, ya que después teníamos otras cuantas horas más, hasta Cerro Chato, primer destino del recorrido.

A eso de las dos y media de la madrugada, llegamos a una vacía Terminal Tres Cruces. Llamaba la atención el silencio y el prácticamente inexistente movimiento de buses y gente que allí se encontraba.

Para hacer pasar más rápido el tiempo, nos tomamos un desayuno antes de embarcarnos en el ómnibus que nos llevaría al lugar desde donde comenzaríamos a pedalear.

Ni bien abrió el local de la agencia, nos arrimamos al mostrador para confirmar nuestros pasajes, reservados con antelación. En realidad, no nos preocupaba tanto el tema de “tener pasajes” ya que dicha frecuencia en este horario (5.00 am) no suele ir completo, lo que nos importaba era poder contar con espacio en la bodega para llevar las bicicletas. Esto suele ser un problema recurrente en Uruguay, donde si bien, es notorio que hay más ciclistas en las rutas, no siempre las empresas se aggiornan a esta realidad.

Cinco menos cuarto, aparece un veterano de unos sesenta años, con la bici cargada al hombro. Se trata de Alvaro, ex comerciante cansado de la “vida moderna”, uno de los que a través del Facebook, se anotó para la travesía.

Tres de los cuatro ciclistas ya estábamos prontos para subir al bus. El otro integrante, si bien daba señales de vida mediante el celular, aún no aparecía. El chofer y guarda se aprestaban a arrancar el pesado vehículo.

El reloj de los andenes marcaba las 4.57. De repente, tras las puertas corredizas de la terminal, se vio la sombra de un flaco alto que cargaba una bicicleta acompañado por una señora (la madre) quien traía consigo una mochila y sobre de dormir. Francisco, el benjamín de este grupo, finalmente llegó para viajar. A la apurada, lo ayudamos a guardar la bici en la bodega.

Como si ya nos conociéramos de antes, comentamos sobre el intenso momento por el cual acabábamos de pasar. Sin mediar muchas palabras, los cuatro viajeros nos presentamos y tras un breve dialogo, nos echamos a dormir para poder llegar bien descansados al comienzo de la aventura cilcista. A media mañana, al fin estábamos en el punto de partida. Tardamos como una hora aprontando las bicicletas y poniéndonos los uniformes de ciclistas. Algunos transeúntes que pasaban, nos miraban con curiosidad; otros, se animaban a saludar y también a 220

Pueblo Turístico En 2016, Cerro Chato obtuvo el premio Pueblo Turístico, del Ministerio de Turismo. La propuesta ganadora está vinculada a recuperar la casa en la cual la mujer votó por primera vez en Uruguay y en Sudamérica, en 1927. La casona fue construida entre 1924 y 1926 por Luis Souberón, un comerciante poderoso de la localidad. Se pretende restaurarla y habilitarla para uso público y turístico.

Plaza de los Escudos de Cerro Chato

conversar, como fue el caso de Gastón, un peluquero oriundo de El Pinar (Canelones) a quien “el amor lo trajo hasta aquí”. Desde hace años tiene en este lugar uno de los dos locales, donde desarrolla su oficio. La otra sucursal, la tiene en el vecino pueblo de Batlle y Ordóñez.

Cerro Chato se encuentra en la zona centro del país, sobre la Cuchilla Grande, en una triple frontera, ya que se esparce entre territorios de los departamentos de Treinta y Tres, Florida y Durazno. La localidad, de unos 3.500 habitantes, surgió en torno a la ganadería extensiva, que ha sido desde siempre su principal actividad económica.

Sin embargo, en los últimos años, la inminente instalación de la minera Aratirí para explotar el hierro de la zona2, aparece como una nueva posibilidad para el desarrollo local, lo cual es visto por muchos habitantes como algo positivo. Pero también hay otras voces, la de algunos productores rurales de la zona que entienden, dicha explotación conllevará riesgos ambientales y amenazas para sus intereses productivos.

En media hora, hicimos un recorrido por esa ciudad, que al igual que muchos otros lugares visitados antes, mostraba un panorama muy tranquilo. Ocurrió aquí un hito histórico 221

en la democracia del Uruguay y de toda América Latina: en Cerro Chato votaron por primera vez las mujeres. Ello sucedió en 1927, cuando los pobladores debieron decidir a qué departamento querían pertenecer, resultando Durazno abismal ganador.

De todas maneras, aún en estos días la administración sigue siendo compartida por los tres departamentos, lo cual se encuentra simbolizado en la “plaza de los escudos”, que también tuvimos oportunidad de conocer.

Aprovechamos también para visitar uno de los puntos que todas las guías de turismo destacan de esta localidad, se trata del Salto de Agua, ubicado a dos kilómetros y medio del centro poblado. Una zona de recreación que posee piscinas naturales, a las cuales les llega el agua en forma de cascada. Allí, cada febrero se lleva a cabo el “Festival del Folclore Salto de Agua”, para el cual los cerrochatenses ya se estaban preparando en estos días.

Salto de Agua Ubicado a escasos 2 kilómetros de la localidad de Cerro Chato. Se trata de una zona de recreación caracterizada por la existencia de tres hermosas piscinas naturales. El ingreso es gratuito durante todo el año, excepto durante el Festival del Salto de Agua, que se realiza anualmente en Carnaval. Durante el verano, funciona una cantina y se realizan diferentes actividades recreativas.

Foto elacontecer.com.uy

Al salir del Salto de Agua, volvimos a la ruta 7, para continuar el rumbo hacia Santa Clara del Olimar, adonde llegaríamos luego de pedalear 30 kms. Lentamente, fuimos disfrutando de un tranquilo paseo por las sierras, donde aprovechamos para conocernos un poco más entre los viajeros.

Cada uno portando su equipaje, cada uno portando sus vivencias. Así, fuimos haciendo camino al andar, hasta llegar finalmente, a aquel pago cargado de muchas historias.

Sobre las nacientes del río Olimar, instalamos el campamento, donde pasaríamos la primera noche de una travesía que recién comenzaba y pintaba ser muy prometedora.

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EN LA RUTA Relato desde el más allá

Todavía no entiendo bien donde estoy ni que me pasó. En cuestión de minutos, pasé a sentirme en un lugar desconocido en el que no creo haber entrado antes. Hasta hace un rato me recuerdo acostado al lado de mi mujer. Si bien me encuentro desnorteado, no siento miedo. En realidad, no siento nada.

Desde lo alto observo a tres personas vestidas de blanco. Están rodeando una camilla donde yace un hombre: ese hombre soy yo.

Ahora entiendo, estoy muerto. A sólo tres décadas de mi existencia, el final me había llegado.

Luego de un tiempo que no pude determinar (es que en este nuevo mundo no parece haber relojes) escuché a uno de ellos decir: “Anoten causa y hora de deceso: 01.13 AM, Infarto agudo de miocardio.”

A partir de ese momento pasé entonces a una nueva dimensión desde donde observo serenamente y sin vacilar, lo que sigue ocurriendo allá abajo, en el mundo de los vivos.

Veo ahora a mi familia y mi círculo más intimo de amigos. Algunos lloran y otros reprochan por lo temprano que me llegó “la parca”. Pese a lo triste que podría resultar la imagen, la paz permanece en mí.

Leo los diarios, veo la tele. Salvo mi aparición en la sección fúnebre de algún matutino, la prensa no dicen nada sobre mi partida. Pienso, que al no haber sido una muerte violenta, no desperté interés alguno.

Pude ser testigo también de la sorpresa que causó mi muerte en viejos amigos y compañeros de escuela y liceo del barrio. Con la mayoría de éstos últimos, había perdido el contacto hace como quince años, y pese a que alguno me había solicitado amistad en facebook, nunca nos volvimos a ver. No veo a ninguno camino a mi velorio, aunque sí escucho a más de uno consternado y sin lágrimas decir: “era un buen loco”. Sin dudas, hoy sí que fui noticia por esos lares.

La imagen cambia de golpe. Ahora estoy en mi propio funeral. Por ahí veo una corona con flores que envió una de las empresas donde laburé durante años. No me subían el sueldo nunca, pero por lo menos se acordaron de mí al morir.

Observo también el mundo exterior. La gente en la ciudad corre de un lado a otro, las bocinas suenan y la violencia se percibe a todo nivel; escucho insultos entre conductores y peatones ofuscados. Veo gente en los supermercados chocándose entre sí con sus carritos cargados de compra.

Soy testigo directo de algunas rapiñas callejeras y hasta de una pelea doméstica donde un hombre golpea cobardemente a su esposa. Otra nueva escena que me sería indignante en vida, aquí arriba, no me conmueve.

Me gustaría decirles a todos que aquí arriba estoy de maravilla, incluso hasta invitarlos a venir por acá a disfrutar de esta paz, pero no hay forma de volver a la tierra para ello.

En mi nuevo estado me transporto a mi antojo por los lugares que deseo. Así logro ver la casa donde viví en mi infancia, mi actual casa y mi cuarto, la cama donde me encontró la muerte pero la misma que con mi amada tantas veces antes llenamos de calor.

Estoy en medio de una calma inaudita. Estoy muerto, muerto de verdad.

Pienso en la soledad que día a día percibí en vida y que veo ahora en muchos de los que siguen allá abajo. Muertos vivientes, en un mundo de individualismo y angustia.

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1. Milton Wynants Vázquez (Paysandú, Uruguay, 28 de marzo de 1972) es un ciclista uruguayo, cuyo mayor logro fue en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, cuando en la prueba de ciclismo en pista, en la carrera por puntos, obtuvo la medalla de plata.

2. En marzo 2016, diferentes medios de prensa nacional informaban del retiro de Aratirí de Uruguay, y finalmente la posibilidad de explotar yacimiento de hierro en el país, se diluyó

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Día 37

80 Km hasta la Quebrada Jueves 28 de enero 2016. Hoy amanecimos acampados en Santa Clara, donde nace el río Olimar. La noche anterior, mientras mis compañeros de travesía descansaban, yo me fui hasta una de las dos pizzerías que se encontraban abiertas. Mientras tomaba una cerveza, observaba el movimiento del pueblo, que como la gran mayoría de los visitados en cada travesía, se mostraba muy tranquilo. La pasividad de la noche solo era interrumpida por el ruido de alguna moto que cada tanto pasaba. En la mesa de al lado, tres chiquilinas no mayores de 16 años, pedían con total naturalidad, una pizza y “una cerveza”. La moza ni chistó. Me imagino la relajada que me hubiera ligado de mis viejos, si a esa edad me hubieran visto tomar una cerveza, encima en un lugar público.

Este episodio, junto a la batucada con la cual me crucé de regreso al campamento, fueron los hechos llamativos que observé del pueblo esa noche. Santa Clara, una localidad donde viven 2341 habitantes, ubicada al noroeste del departamento de Treinta y Tres.

Al igual que Cerro Chato y pueblos alrededores, la ganadería y la forestación, son el motor principal de la actividad económica local.

Aquí aún se conservan vestigios de un pasado histórico muy importante, fundamentalmente relacionado con la historia política de nuestro país. No muy lejos, a unos 30 kms, se encuentra la Estancia “El Cordobés”, propiedad del caudillo Aparicio Saravia1. Sus restos descansan en el cementerio de este pueblo, desde que murió en la batalla de Masoller, ocurrida en 225

1904. Se pueden observar las ruinas de una vieja iglesia2 donde, según nos señalaron vecinos del pueblo, fueron bautizados varios de los Saravia.

A unos kilómetros del centro, el radar de control aéreo, con su particular forma de pelota de fútbol. También se conserva el edificio donde vivió durante algunos años, la reconocida escritora Juana De Ibarbourou.

La mañana estaba fresca en el parque municipal “Nacientes del Olimar”. Mientras aprontaba mi carga para salir de nuevo a pedalear, los demás compañeros se iban levantando y lentamente también iban preparando sus mochilas y alforjas. Esto es una tarea que requiere de mucha paciencia y eficiencia.

Museo Estancia “El Cordobés” Alberga en su colección pertenencias de Aparicio Saravia y de su esposa. El edificio data del S. XIX y es parte del casco de la estancia que perteneciera a Saravia. Junto al mismo, se ubica la capilla que la esposa del caudillo mandó a construir, pocos años después de la muerte de su marido.

Foto Wikipedia

Álvaro, el veterano y más experimentado del grupo en este tipo de travesías, sería la clave para solucionar algunos obstáculos que fuimos sorteando durante la aventura, desde pinchaduras de neumáticos, alforjas desacomodadas y el complicado armado de la parrilla viajera, que él mismo traía.

Ya con la bicicleta preparada, me puse a conversar con Juan Clavijo, un señor de unos cincuenta años, encargado del parque. Curioso por nuestra presencia, le comenté sobre la travesía, y aproveché para consultarle sobre su pueblo. Tal como ya lo habíamos observado, Juan destacó la riqueza histórica que aquí se encuentra, destacando en especial todo lo relacionado con los Saravia. El sería quien nos contaría sobre el popular crimen ocurrido en Estancia La Ternera y también sobre el particular matadero que existe en el acceso mismo al parque municipal: “Creo que es uno de los pocos que aún existen en el país”, señala con orgullo, y agrega que el mismo es utilizado por "vecinos y carniceros del pueblo".

Antes de continuar pedaleando hacia el norte por la ruta siete, me quedo observando a un alambrador trabajando. Durante mi niñez, era tan común ver gente realizando este oficio en el campo, lamentablemente hoy es un trabajo que se ha ido extinguiendo, a merced de las máquinas que han sustituido la mano del hombre.

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Crimen de La Ternera En la Estancia “La Ternera”, ubicada en los alrededores de Santa Clara, sucedió uno de los crímenes más polémicos del siglo XX. Su propietario, José Saravia, un poderoso hacendado y caudillo, fue acusado de haber asesinado a su esposa. Saravia fue juzgado en dos oportunidades, pero luego de un largo y complicado proceso, un “Jurado Popular” lo declaró inocente. El acusado era hermano de Aparicio Saravia, pero a diferencia del caudillo blanco, José era un ferviente defensor de la divisa colorada.

Unos 20 kilómetros separan a Santa Clara de Tupambaé, donde haríamos la siguiente parada. Previo a ello, ingresamos a la “Tapera de Faciolo”, lugar que recuerda la Batalla de Tupambaé, una de las más sangrientas ocurridas durante la guerra civil (junto a la de Masoller) y en la cual tanto blancos como colorados, agotaron sus municiones, en un enfrentamiento que finalizó con el retiro del ejército revolucionario.

Al ingresar al pueblo se observa la estación de tren en total abandono. Un viejo y herrumbrado cartel, indica la distancia de Tupambaé con la Estación central de la capital (unos 300 kms) y la altura sobre el nivel del mar (300 mts). Del otro lado de la ruta, en una de las paredes del liceo, se puede leer la frase famosa de Saint-Exupéry: “Lo esencial es invisible a los ojos”.

A esa altura, el reloj indicaba que estábamos sobre el mediodía y el hambre se hacía sentir.

Quedarían algo más de cincuenta kilómetros hacia el destino final de aquella jornada, la Quebrada de los Cuervos.

Caminando por el centro de este pequeño poblado, de no más de 1500 habitantes, encontramos una rotisería abierta, que era atendida por una señora llamada Silvia. Ella nos contó algo de su vida. Como otras tantas personas que hemos conocido haciendo ruta, es una montevideana que supo vivir también en Canelones y finalmente, desde hace más de 40 años se radicó por estos lares. Nos contó que el nombre del pueblo proviene del guaraní y significa algo así como “tierra de Dios” y que si bien se encuentra ubicado en la frontera entre Treinta y Tres y Cerro Largo, 227

administrativamente depende de éste último. El pueblo está ubicado sobre una cuchilla, por lo que suele ser muy ventoso durante todo el año (lo cual pudimos comprobar durante nuestro paso) y muy frío en invierno.

Luego de la amena charla, transcurrida mientras almorzábamos cómodamente sobre una mesa que ofreció la anfitriona, nos fuimos hasta la plaza, donde aprovechamos a hacer un breve descanso previo a la dura pedaleada que nos restaría. Antes de partir, nos tocó pasar un momento incómodo, generado por un par de policías ansiosos de tener un poco de acción.

Mega Operativo en Tupambaé No hubo saludo, mucho menos amabilidad. “Permítanme los documentos”, fue el pedido impuesto por un agente policial del pueblo, que se arrimó hacia nosotros acompañado de otro uniformado, cachiporra en mano. El inicio de una situación tan innecesaria como absurda y desagradable. A nadie le gusta que le hablen mal, y mucho menos que lo traten como un posible delincuente o una amenaza para los pobladores. Parece que este señor tenía ganas de justificar su empleo y no halló nada mejor que venir a hablar con prepotencia a un grupete de cuatro ciclistas. “¿Con qué necesidad?”, le pregunté, y aproveché a recordarle que ya no estábamos más en dictadura, que vivimos en democracia. Sin embargo, su tono en ningún momento cambió, sino que por el contrario, fue más impertinente y respondió: “hable con el juez, esto es una orden judicial”. Nunca viví en dictadura, pero este simple episodio me dio para reflexionar sobre la impotencia y tristeza, que habrán sentido tantos compatriotas de generaciones mayores, en momentos en los cuales sus libertades fueron vulneradas flagrantemente.

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Durante el resto del trayecto, fuimos bromeando sobre aquella situación un tanto bizarra.

Continuando por la ruta siete, unos 8 kms hacia el norte, doblamos por un camino de balasto que indicaba que, a 40 de allí, se encontraba la Quebrada de los Cuervos. Eran cerca de las cuatro de la tarde y según Álvaro, dado el paso que llevábamos, estaríamos llegando de noche a la Quebrada, lo cual finalmente sucedería horas después.

En el camino, un perrito visiblemente abandonado, se sumó como uno más a la travesía, recorriendo varios kilómetros -seguramente motivado por las galletas y el paté con el cual lo convidamos- hasta finalmente quedarse en una estancia.

El calor que reinaba en la tarde, nos llevó a una parada estratégica para refrescarnos en un tajamar al lado del camino. Álvaro no dudó ni un minuto y se dio un rápido chapuzón. Juan caminó un poco por el agua mezclada con lodo, hasta cubrir sus piernas, que a esta altura estaban rojas y achicharradas por el sol. Francisco y yo, simplemente observábamos el escenario y atinamos a mojarnos la cabeza.

El trayecto fue muy duro, sobre todo para Juan y para mí, que veníamos bastante desentrenados para la ocasión. Se trata de un camino de tosca, muy sinuoso y con mucho repecho.

Claramente Álvaro y Francisco encabezaban el “pelotón” evidenciando estar muy bien preparados para este desafío atlético. En varias ocasiones se nos despegaron y hasta los perdimos de vista, dado que mi tocayo y yo cada tanto nos bajábamos de las bicis para descansar las piernas. Era el día de mi cumpleaños “33”, por lo cual el estar transitando suelos olimareños se ajustaba perfecto a la ocasión.

Más adelante, en el camino, logramos ponernos a tiro y alcanzamos a los compañeros. Teniendo en cuenta la oscura noche y que, solamente dos llevábamos iluminación, no quedaba

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otra que avanzar todos juntos. Por allá vimos un cartel que indicaba, estábamos ingresando al área protegida “Quebrada de los Cuervos”, la primera en ser incluida dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas.

Fuimos recibidos por el guardaparques, Daniel, quien desde hace casi diez años gestiona y conoce cada rincón de la zona. Álvaro, el más veterano de los ciclistas, es quien lidera la llegada y entabla el contacto. A excepción de mi colega Juan, todos los que allí nos encontrábamos, conocíamos por diferentes motivos a Daniel, por lo que como en tantas otras ocasiones, surge nuevamente el comentario, "acá nos conocemos todos". Y es así, independientemente de las distancias, dentro de los límites de Uruguay, siempre uno encuentra a algún conocido. Me animo a decir que no debe haber muchos países, donde algo tan pintoresco ocurra.

Daniel se vio sorprendido por nuestra visita nocturna. Poco a poco, se fue enganchando con la conversación, cuando le contamos el porqué de nuestro viaje. Después nos acompañó hasta la zona donde instalamos las carpas. Seríamos los únicos presentes en la solitaria y memorable noche de la Quebrada.

Instalado el campamento, Álvaro, Juan y Francisco recorrieron zonas de humedales junto a Daniel y, luego me contarían, qudaron sorprendidos de ver por primera vez en sus vidas a las ranas "mono", muy particulares por el sonido que emiten y por sus colores.

Yo me sumaría poco después al grupo, que bien entrada la noche, se dirigió hacia la cabaña de Daniel para compartir un guiso elaborado por él. A la luz del fuego, conversamos sobre todo de asuntos relacionados con la naturaleza. En determinado momento, el cansancio comenzó a pesarme. Mis ojos se entrecerraban dejando en evidencia las necesarias ganas de dormir. De camino a la carpa, fui poniendo atención a los sonidos que envuelven este paisaje tan especial.

1. Aparicio Saravia (Cerro Largo,16 de agosto de 1856-Santana do Livramento, Río Grande del Sur, Brasil, 10 de septiembre de 1904) fue un político, militar y caudillo del Partido Nacional de Uruguay. Su figura es un referente de la lucha por la causa de las libertades públicas y de las garantías del sufragio en el Uruguay y también en Brasil, acompañando a su hermano Gumersindo.

2. La iglesia fue construida en piedra en el año 1914, obra del arquitecto de la zona Miguel Echandi. En mayo 2016, diario El País publicó la noticia de que la misma se había derrumbado. El mismo medio, publicó en julio 2017 que la iglesia sería reconstruida.

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Día 38

Entre sierras y quebradas Viernes 29 de enero 2016. Fresca y húmeda despuntó la mañana en la majestuosa Quebrada de los cuervos, accidente geográfico “en forma de garganta” ubicado a unos 45 kms de la capital olimareña. La noche anterior, muy agotados por el duro y largo trayecto, habíamos llegado a eso de las diez, alumbrados con un par de linternas en una oscuridad reinante, producto de la luna ausente.

Tal como habíamos acordado, nos despertamos y aprontamos desde temprano el mate, para seguir conversando y recorrer la zona con Daniel, ahora a la luz del día. Él es un un tipo amable, muy dispuesto al diálogo. Conoce muy bien de lo que habla, y también se muestra preocupado por los riesgos que amenazan al área. Desde algunas más complejas, como la forestación ilegal1, hasta la creciente aparición de cabras salvajes, que se comen las palmeras jóvenes. Siempre entusiasmado, él nos cuenta sobre la realidad que le toca vivir estando al frente de la gestión de toda el área, lo cual no es tarea fácil. Entre otras cosas, cuenta que está organizando la planificación de cara a Semana de Turismo, momento del año en el cual llega la mayor cantidad de visitantes a la Quebrada y que por ende, requiere de mayor cantidad de guías y personas trabajando.

El paisaje protegido Quebrada de los Cuervos, incluye a más de 4000 hectáreas. Aquí se pueden observar palmeras pindó, árboles indígenas, variedad de helechos, pajonales, romeri231

Como llegar a la Quebrada Tomar la ruta 8 con dirección a Melo y continuar casi un km, luego del cruce del arroyo Paso de la Arena. En el km 306,7 se toma hacia la izquierda donde comienza un camino de tierra hacia la Quebrada de aproximadamente 25 kms. El ingreso al Área tiene un valor de $50 (pueden variar en temporada alta). Cuenta con guardaparques permanentes. Contacto: Tel. (+598) 4452 2911

llos, guayabos, anacahuitas, entre otras especies. Existen también especies características de climas subtropicales como por ejemplo, la falsa mandioca. En cuanto a fauna, son diversas especies las que pueden encontrarse. Se destaca el cuervo de cabeza roja (que da nombre al lugar), el tatú de rabo molle, la seriema, el dragón, la culebra de Almada, el tamanduá (oso hormiguero) y el gato morgay. A excepción de los cuervos, no tuvimos suerte de toparnos con estos animales.

También pululan en la zona los árboles de yerba mate. Dicen que en montes de sierras del Yerbal, se han hallado ejemplares de más de 20 metros de altura, con troncos de 50 centímetros de diámetro. Se encuentran en lugares escarpados donde el ganado no puede llegar y que tienen un microclima especial. Esto ha facilitado a un grupo de vecinos que vive en el área, poder cultivar su propia yerba2.

Sobre el mediodía, luego de un recorrido corto junto a nuestro anfitrión (que nos abando232

naría ya que debía viajar a Montevideo) comimos unos enlatados y frutas para luego irnos en bici hacia una cascada.

Hacía calor, pero el cielo se tornaba cada vez más gris, indicando que una lluvia se acercaba. Un recorrido totalmente disfrutable mediante caminos de tosca. La cascada se encuentra en un predio privado, por lo cual debimos pagar una módica suma ($50) a su propietaria, que a su vez nos invitó a probar algunos licores de elaboración artesanal. Álvaro no lo pensó dos veces y compró uno de naranja, que frente al arroyo Yerbal Chico, comenzamos a beber.

Caminata lunar Fue en semana de turismo 2010 que conocí a Daniel. Yo había llegado junto a un grupo de amigos a conocer la Quebrada. Recuerdo que en la puerta del centro de interpretación había un cartel que invitaba a realizar un recorrido guiado nocturno, algo así como “caminata lunar por la Quebrada”. Sin pensarlo dos veces, con aquella barra de gurises llegamos intrigados para ser parte de una experiencia que pintaba interesante. Allí, sin mucha presentación formal, nos recibió Daniel quien esa noche nos hizo un tour guiado inolvidable, signado por lo especial que se veía la Quebrada (iluminada solamente por la luna) y sus relatos mágicos que mezclaban la naturaleza con leyendas indígenas. Él no sabría que hasta esta nueva visita, ese sendero marcaría en gran medida el sentido vivencial que me inspiraría para crear el “Camino de Leandro Gómez”, estrenado durante mi primer año en Paysandú, allá por 2014.

Cuando las primeras gotas de la lluvia comenzaron a caer, nos metimos en el agua para darnos un baño que resultó muy refrescante y apacible. Agua de la cual también bebimos. Seguramente no sean muchos los lugares que quedan en Uruguay donde esto puede hacerse.

De retorno al lugar del campamento, nos fuimos hasta el mirador. Allí dejamos las bicicletas y comenzamos a caminar por el sendero de la quebrada, el cual hicimos en más de dos horas. Un recorrido que por momentos se torna complicado ya que tiene mucho “sube y baja”, pero que nosotros sin apuro, supimos disfrutar, maravillándonos con el silencio y los sonido de la naturaleza, en su más pura expresión. Observando cada una de las especies autóctonas que allí se encuentran, olvidando por completo los relojes y las distracciones tecnológicas.

Cuando la tarde comenzaba a caer, fuimos retornando hacia el campamento. A la noche nos iríamos a cenar comida casera a una posada y restaurant de la zona, llamado “El Capricho”, donde compartimos también una inolvidable guitarreada, en la que no faltaron algunas canciones populares. Muchas de ellas, nacidas aquí, en pagos olimareños.

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Maestro olimareño Rubén Lena, nació en Treinta y Tres en abril de 1925. Fue un destacado escritor, compositor y docente uruguayo que compuso una vasta obra musical la cual fue interpretada por varios artistas de trayectoria; en particular al dúo de coterráneos “Los Olimareños”. Su canción A Don José fue declarada Himno popular uruguayo” y es cantada en las escuelas públicas en homenaje a José Artigas. Su vocación como maestro rural, lo llevó a desempeñar dicha proFoto elacontecer.com.uy fesión en la Escuela N° 44 de Sierras del Yerbal –una zona cercana a la Quebrada de los Cuervos–, y en la Escuela N° 3 de Isla Patrulla, entre otras. Estos paisajes serranos y rurales inspiraron varios de sus textos y canciones. Murió a los 70 años de edad, el 28 de octubre de 1995.

Esta milonga es milonga y es de Sierras del Yerbal Me la contaron las grotas y las piedras de afilar; el rumor del romerillo y el viento en el carobal y la mirada ariscona del animal montaraz. (…)

La Ariscona, Ruben Lena

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Serafín J. García Nació en Cañada Grande, Treinta y Tres, el 5 de junio de 1907. A los tres años pasó a vivir en Vergara, donde cursó estudios primarios, trabajó en varios oficios (entre los que se cuenta, periodismo local) y comenzó a escribir narraciones que, luego destruyó. A los 25 años se instaló en la capital departamental con un empleo público.

Luego de la aparición de su primer libro Tacuruses (1935), se traslada a Montevideo, donde permanece hasta su muerte, ocurrida el 29 de abril de 1985. Parte de su acervo se conserva en la Biblioteca Municipal de Vergara.

Fuente: www.fhuce.edu.uy ¿Y a mí que me importa? ¡Soy chúcaro y libre!

No sigo a caudillos ni en leyes me atraco Y voy por los rumbos clareados de mi antojo Y a naides preciso pa ser mi baqueano...

"Orejano", Serafín J. García

Senderismo por la Quebrada A 9 kms de la Quebrada, se encuentra la Cañada del Brujo, donde funciona un hostal en un edificio que hasta 1970, era una escuela rural.

El responsable es Pablo Rado, quien organiza además paseos por la propia Cañada, la Quebrada y el poblado Isla Patrulla. También hacen cabalgatas.

Todos los años, organizan “La Trilla de los Cuervos”, un paseo de dos días a pie recorriendo Sierras del Yerbal, acompañados por guías locales. Contacto: 4452 2837 / 099 297 448

Foto El País

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1. En marzo 2016, el gobierno anunció el cierre del proyecto forestal “Obdulio”, por haber establecido de manera irregular su emprendimiento en la zona adyacente al Área Protegida de la Quebrada de los Cuervos. El Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente obligó entonces a la empresa a reparar el daño y devolver los terrenos, tal como los encontró en 2008.

2. Por más información, consultar artículo "Prueban que en Uruguay se puede producir yerba mate", publicado en El País en octubre 2013. Disponible en: http://delagro.blogspot.com.uy/2013/10/prueban-que-en-uruguay-se-puede.html

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Día 39

Tierras de yerbal Sábado 30 de enero de 2016. Un nuevo despertar en la impresionante Quebrada de los Cuervos. La mañana se encontraba fresca y la escarcha abrazaba las carpas.

El campamento lo teníamos ubicado al lado de los quinchos que el área dispone para los visitantes. Una de las cosas que le da un “toque” único al lugar, es la inexistencia de energía eléctrica, lo cual hace que las noches aquí, tengan una magia especial. Por esto es que algunas casas y alojamientos que se encuentran en la zona, poseen energía solar o generadores.

La segunda noche en la Quebrada, resultó un espectáculo memorable. No hubo luna y por ende, las estrellas parecían brillar como nunca en el cielo olimareño, reluciendo a lo lejos, el resplandor citadino de la capital departamental. Sentados en el pasto durante un buen rato, observamos aquella maravilla, mientras les preguntaba a Francisco y Juan: “¿Cuántas veces y momentos en el año nos hacemos tiempo para mirar el cielo?”. En efecto, pensándolo fríamente, es un espectáculo que a veces merecería contemplarse más, pero la velocidad con la que acostumbramos vivir, nos impide disfrutarlo con mayor frecuencia.

El destino final en la travesía de hoy, sería la ciudad de Treinta y Tres. Previendo que iba a ser calurosa la jornada, me levanté temprano para desarmar el campamento y arrancar a pedalear bajo un sol menos intenso.

Como sería moneda corriente durante la travesía, al que llevó más tiempo guardar sus co237

sas, fue a Álvaro. Su pasividad contrasta con la ansiedad de los otros tres ciclistas. Nunca muy apurado, aunque siempre dispuesto a dar una mano a los compañero. Alvarito va guardando minuciosamente sus objetos y corroborando que no quede basura, ni cosas olvidadas en el lugar.

Por este motivo, Francisco, Juan y yo decidimos arrancar antes que él para continuar el pedaleo. En la portería -ingreso a la Quebrada- conversamos con Andrés y Arnoldo, funcionarios municipales que desde hace tiempo trabajan allí. Les pregunto sobre su trabajo. Contestan que siempre es muy tranquilo estar aquí y destacan que llegan muchos turistas extranjeros.

En efecto, durante nuestra estadía, vimos ingresar visitantes de por lo menos tres países, entre ellos franceses y chilenos.

Después llegó el abrazo cordial y la salida, ésta vez con destino a la ruta 8. Un trayecto disfrutable por tres motivos: es un camino llano -con muchas bajadas-, hay buenos paisajes y no circula mucho tránsito. No faltaron las paradas para sacar fotos, pero más importante aún, no faltaron los momentos para pensar en soledad, algo tan simple como enriquecedor que, viajes como éste, permiten.

Dicen por aquí, que la quebrada supo ser lugar de escondite del matrero Martín Aquino.

También cuentan que fue uno de los primeros paseos que hizo el maestro Ruben Lena. El autor de tantas canciones de Los Olimareños, alguna vez dijo algo muy sabio: “En la soledad uno se encuentra a sí mismo, reflexiona sobre cosas que antes le pasaban al lado y no las veía, comienza a preguntarse los por qué de tanta injusticia, de tanta marginación, de tantos destinos miserables que pasan inexorablemente de padres a hijos.”1 Tras 25 kms de aquel camino, llegamos finalmente al encuentro con la ruta 8. El relegado Alvarito nos demostró una vez más su impecable estado físico. Si bien había salido media hora después que nosotros, logró alcanzarnos antes de llegar a la ruta.

A lo largo de los restantes veinte kilómetros, fuimos haciendo algunas paradas para descansar, hidratarnos y refrescarnos en arroyos y cañadas. Este recorrido no fue tan agradable ya que además de tener bastante repecho, es muy transitado por camiones de carga. Por lo tanto, tomamos las precauciones del caso, avanzando “en fila india” por la banquina.

Gran emoción sentimos al divisar el cartel que anunciaba el ingreso a la ciudad olimareña, aunque todavía faltaban varios kilómetros más para llegar a la zona urbana. A esa altura y con el trajín de días anteriores, a mí, el recorrido se me hizo eterno. En anteriores travesías, me encontraba en mejores condiciones físicas, esta vez no. Eso me hace pensar también que, más allá de las ganas de pasear en bici que uno pueda tener, es fundamental contar con un entrenamiento mínimo o adecuado.

El ingreso a la ciudad fue por calle Las Palmas, donde pudimos comprar agua, comida y frutas, que fueron claves para tomar impulso y llegar al lugar donde pararíamos esa noche.

Se trataba del Estadio Municipal de Treinta y Tres, denominado “Empleados del comercio”.

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Allí dejamos las cosas, nos dimos un baño reponedor y volvimos a salir en nuestras bicicletas para aprovechar a conocer el pago.

Hay gran movimiento en la ciudad, se ve mucha gente en las calles. Se nota que es fin de semana, cuando –como ocurre con muchas ciudades capitales del interior- los jóvenes que estudian y trabajan en otras ciudades, vuelven para visitar a sus familias.

Otra particularidad, es la cantidad de monumentos que aquí se encuentran, y que por la noche toman un destaque especial, por la iluminación led colorida que la Intendencia ha dispuesto. Algunos de ellos son el arco del bicentenario, el monumento a los 33 orientales en la plaza 19 de abril, el obelisco en memoria de los fundadores de la ciudad2, los monumentos a Dionisio Díaz y a los fundadores del Partido Comunista en el Uruguay (PCU).

Por estos lares hay una frase que sentencia “quien toma agua del olimar, vuelve”. En mi caso -no tomé nunca el agua- pero aunque ya lo conocía, sin dudas este río tiene algo especial que invita a visitarlo. Por algo, también ha inspirado a tantos poetas y cantores de esta tierra.

Una hoz y un martillo en plena ciudad En diciembre 2012, con la presencia del intendente departamental, ediles y dirigentes nacionales y locales del Partido Comunista del Uruguay, se inauguró una plazoleta en homenaje a los fundadores de dicho partido en Uruguay. Se trata de un monumento que cuenta con el símbolo de la Hoz y el Martillo en color rojo y una placa de bronce con los nombres de los 15 fundadores del PCU de dicha ciudad. Algunos artículos que hablan sobre la noticia, destacan el hecho de que el proyecto fue aprobado por la mayoría de los ediles de los diferentes partidos políticos, representados en la Junta Departamental de Treinta y Tres.

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Hasta allá llegamos al caer el sol para contemplar desde la costa, el paisaje que brinda la playa -punto principal de encuentro para los olimareños- justo bajo el puente por el cual se accede a la ciudad, desde Montevideo. Alvarito fue el único valiente que se animó al baño, mientras nosotros lo esperábamos para seguir el paseo, que después incluyó una foto en el gran cartel con las letras que forman la palabra “Olimar”.

De retorno, paramos en una pizzería céntrica para cenar y luegonos fuimos a dormir. El descanso en el estadio sería casi imposible, dado que esa noche se encontraba concentrando la selección local, que al día siguiente jugaría un partido. Una concentración muy particular Vengo del agua del yerbal, Mi canto nace entre las sierras Y tengo al Olimar para desembocar mis penas La flor del zucará pinta de rojo mis paisajes y Entre pitangas y arrayanes Soy otro sabiá en el monte “De donde uno viene”, Gastón Martínez (artista olimareño)

El niño del arroyo de oro Una noche de mayo, en 1929, al pequeño Dionisio Díaz lo despertó un ruido. Caminó a oscuras hacia la pieza de su madre y tropezó con su cuerpo en el suelo. Bajo el parral del patio oyó a dos personas luchando. Desde las sombras su tío Eduardo le pidió que le trajera un cuchillo y, cuando se lo alcanzaba, el niño sintió un dolor en el abdomen: alguien lo había apuñalado. Entonces vendó su herida con una sábana, levantó de la cuna a su hermanita de once meses y esperó escondido el amanecer para caminar hacia el poblado del Oro (hoy Mendizábal). Recorrió siete kilómetros llevando a su hermana en brazos. Dos días después, murió.

A su abuelo se atribuye un ataque de locura que derivó en la tragedia.

Sin embargo, hace unos años, el investigador Hugo Bervejillo publicó la obra “Dionisio Díaz, anatomía de un crimen” donde pone en duda que el abuelo haya sido el autor de aquel ataque, que en realidad habría tenido motivos políticos y económicos. Lo cierto es que aún por estos días, el monumento que recuerda al niño del arroyo de oro, sigue siendo un lugar sagrado al cual muchos olimareños y visitantes concurren a rendir homenaje o en busca de fe. fuente: Diario El Pueblo

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por cierto, porque hasta pasada la medianoche lo menos que hubo en ese lugar fue “concentración” y sí mucho ruido generado por interminables partidos de ping pong y televisores con canciones de murga a todo volumen. Cuando intentaba pegar un ojo, pensaba en el contraste de esa noche con la anterior. Mientras en la quebrada solo se respiraba la tranquilidad de la naturaleza pura, aquí se escuchaba el selvático sonido de la civilización.

A la mañana siguiente, el viaje continuaría su rumbo, primero con un traslado en ómnibus hacia Aiguá, donde reiniciaríamos el pedaleo hacia el destino final de la travesía, que era Maldonado.

Cerveza olimareña La Ariscona es la única cerveza artesanal oriunda de Treinta y Tres. Es un emprendimiento que nació en 2015. Elaboran diversos estilos de cervezas, algunas son ediciones limitadas, elaboradas con productos locales como miel de la Quebrada y frutos nativos como pitanga, arazá y primavera. En la ciudad se puede tomar de barril en Porfiado Bar, también se puede comprar botellas en el autoservice ubicado en la esquina del Teatro Municipal.

Contacto: 091 387 940 foto Facebook La Ariscona

TESTIMONIO

Por Marco Rivero Periodista nacido en Treinta y Tres

La humilde pretensión de ser universal El olimareño no es “agrandado”, no, usted sabe. Y yo opino que tendría con qué. Espere que le doy media vueltita al mate y le empiezo a contar, mientras el Juancito recorre en bici algunos de los paisajes del departamento, pongámosle que empieza por el oeste, por Granja Sánchez, donde Paquito tenía los cultivos de ñora y fabricaba pimentón.

A lo nuestro. Para empezar, sepa que estamos hablando de poca gente, calcule usted que hoy es una población de unos 26 mil, 27 mil habitantes. Ah, porque no aclaré, olimareño, olimareño, es de costas del olimar, usted no le va a decir olimareño a uno de Vergara, por ejemplo. No, a ellos les gusta el gentilicio “vergarense” y tienen un afecto por especial por el arroyo Parao.

Habrá alguno que en secreto mantenga su devoción por el Olimar, pero en general son así, vergarenses.

Mientras me avisan por la “cucaracha”, como dicen en la tele, je, que vieron pasar las bicicletas hacia Valentines, (donde estaba aquel proyecto de Aratirí, para sacar hierro, el de la megaminería, ¿se acuerda? Ese mismo) le comentó que así como es poca la gente el Olimar es un río chiquito, no es largo, aunque atraviesa al medio el departamento, hay veces que está tan angosto que de 241

un buen salto capaz que lo cruza, pero tiene que ser uno bueno, sino no. ¿En qué estaba? Ah, si, de esta cuestión de los olimareños y la fama. Al olimareño cuando nace -además de la pelota de fútbol que se le entrega al llegar a este mundo a todo uruguayo que se precie de tal (¿uno a esa edad es capaz de “preciarse de algo”? He de asumir que sí, sino tengo que rehacer el párrafo)- se le coloca en la cuna la correspondiente guitarra, que es como un símbolo patrio por aquella zona. José Gorosito Tanco diseñó el escudo departamental y en él puso 33 puntas de lanzas. Más allá de la eventual asociación con la simbología masónica, es como medio complicado andar dibujando 33 lanzas, nada menos.

Si en su lugar el hombre hubiese puesto una guitarra, capaz que hacía más justicia y era más fácil para los escolares, que deben ser los únicos que dibujan los escudos departamentales, ¿no?

Mire, allá van las bicicletas coronando la cuchilla grande hacia Cerro Chato, la ciudad que se divide entre tres departamentos. Allí la mujer sudamericana votó por primera vez en un referéndum para definir a qué departamento pertenecía el pueblo, ganó Durazno, pero en la liga, Treinta y Tres sacó un empate y todo quedó igual.

Volviendo a la guitarra y la fama, me va a preguntar usted por Pepe, Braulio y Ruben Lena, seguramente. Si, son los héroes nacionales, le diré, y lo voy a dejar ahí, porque si sigo se me termina el cuento, y las bicis recién están llegando a Santa Clara de Olimar; si, también olimareños, donde nace el río, aunque hay una discusión al respecto que otro día se las cuento. Allí también están los restos de Aparicio Saravia, digo nomás, para que entienda que es un lugar donde no se puede andar atravesando porteras sin pedir permiso. ¿Me dijo que mate no quería, no?

El asunto este de los olimareños es como místico. Y no sé en realidad si viene de la música o del mismo hecho de ser tan pocos, pero el olimareño, que no es agrandado, sí se siente con la capacidad de ser la persona más notoria del mundo. Ya se que lo primero que le salta es que un olimareño podría ser presidente de los Estados Unidos, no, no sea pavo, mire, no ha habido olimareños presidentes del Uruguay. Me refiero a que a veces son amarretes para reconocer el mérito de sus propios vecinos, otras veces ocurre al revés, que se exageran logros mínimos solamente con el propósito de demostrar lo que se es capaz de hacer. Es medio loco3, vio.

Allá se descolgó el pelotón en la bajada hacia las sierras del Yerbal, ya andan por Isla Patrulla y de ahí cruzan los cerros hacia la Quebrada de los Cuervos, miré si son pagos lindos, como dijo el maestro.

Se me lavó un poco el mate, si me permite le voy a hacer una ensillada y le sigo contando...

Y bueno, entonces a la corta edad de apenas ingresado a la escuela el olimareñito se debate entre dos pasiones: el fútbol y la música. Eso porque todavía no sabe escribir, porque mire que cuando aprende también le sale a la literatura, como el maestro Obaldía, Julio C. Da Rosa y Serafín J. García… Ahhh, se dio cuenta de la trampita, es cierto, no todos esos son de la ciudad de Treinta 242

y Tres y por tanto no son todos olimareños -Obaldía sí- pero no importa, en la escuela nos enseñan que esos tipos fueron grandes y nos vienen al pelo para darnos para adelante. Y hay más, muchos más: Lucio Muniz, Gustavo Espinosa, Pedro Leandro Ipuche, Luis Anastasía…

Mire como van bajando esas bicicletas por esos cerros, ya cruzaron la ruta 8 en Cerros de Amaro y agarraron la cortada hacia la 18, seguro que se van rumbo a Vergara y Rincón y después al Arrozal 33, donde están a poquitos kilómetros de la laguna Merín donde pueden remojarse en rato en el agua tibia. ¿Se siente el vientito, no?

El asunto es que el olimareño descubre durante la adolescencia que en general se le da mejor el arte que el fútbol, sacando excepciones como Víctor Diogo, Sergio Ramírez, Arsenio Luzardo, Darío Silva, Emiliano Alfaro y algún otro, pero no muchos más, o al menos es lo que creemos, que pintando la aldea seremos universales, ¡y mire que algunos le dan color!

Bueno, la gente ya viene llegando a Charqueada, alguno se tentó en cruzar en la balsa hacia Rocha y algún otro se quedó haciendo una degustación de caña con butiá, que queda poca, pero algo queda. Si alguno quiere puede pasar en bote, con la chiva, hasta Villa Passano, pero después son como 80 kilómetros de camino de tierra, así que mi consejo es seguir por la 17 hasta el pueblo. ¿Me pasa el trapito, que se me cayó un poco de yerba?

Entonces, sin temor a exagerarle que Treinta y Tres debe tener una de las tasas más altas del mundo de gente que sabe tocar la guitarra per cápita… No sé si los de la ONU llevan la cuenta de eso, porque mire que tienen estadísticas, pero esa no sé, lo que sí sé es que casa por medio, o más, debe haber una guitarra en Treinta y Tres y todos se saben el “A Don José”.

Ahí llegaron los ciclistas, vea, chorreando sudor, mejor que se peguen un bañito en la playa antes de venir para las casas, pero cuidado que anda mucho tábano. En una de esas si toman un traguito de agua capaz se aquerencian, como el Víctor Lima, que era de Salto pero se enamoró y se quedó viviendo en el aire de por acá.

Bueno, más o menos creo que se hizo una idea de cómo es la cosa por acá. ¿Mate usted no iba a querer, no? Porque justo se me terminó el agua.

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1. Cita extraída del libro “Rubén Lena. Maestro de la canción”, de Guillermo Pellegrino (Banda Oriental, 2009).

2. El obelisco fuerealizado por el arquitecto Jorge Geille en 1954 e identifica a los fundadores de la ciudad: la cruz representa la fe del sacerdote José Reventós,la bandera con una espada por asta representa el símbolo del militar Dionisio Coronel,y en la cara que mira hacia la ciudad posee una ninfa realizada en bronce que simboliza el río Olimar.

3. El olimareño distingue la expresión oral “medio loco” de otra que se escribe igual pero que sonaría algo así como “meeedio loco”, que tiene propósito aumentativo. De esta forma el significado de la primera sería efectivamente 50 % loco y el de la segunda pongámosle 150 %.

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Día 40

Nostalgias olimareñas Domingo 31 de enero 2016. La de anoche fue una noche con poco descanso, y siendo sincero, bastante para el olvido, producto de lo difícil que fue dormirse entre tanto ruido. Pero bueno, al fin y al cabo, viajar con el espíritu abierto es también estar dispuesto a experiencias no tan gratas y de las cuales también se aprende.

Nos levantamos bien temprano y con muchas ganas de salir a hacer ruta otra vez, más allá del cansancio que algunos padecíamos, después de cuatro días pedaleando, y en ocasiones, haciendo una buena cantidad de kilómetros por jornada.

Antes de partir, Álvaro se me arrimó con cara de preocupación y sin levantar mucho la voz me dice: “La bici del flaco está pinchada”.

“El flaco” al cual se refería, era Francisco, a quien le cambió la cara radicalmente al tantear la rueda de adelante de su bici, que se encontraba totalmente desinflada. El reloj indicaba que estábamos cerca de las nueve de la mañana, hora en la cual estaba por salir el ómnibus que nos llevaría a Aiguá.

El destino parecía estar escrito para Francisco que al igual que Alvarito, era uno de los dos que llevaba cámara de repuesto. Sin embargo, pese a ser nueva, increíblemente venía fallada y no servía.

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Entre los nervios de la partida, se generó un momento de tensión, el primero de la travesía.

Por un lado, amargura y calentura de Francisco por la situación que estaba padeciendo. Por otra parte, Álvaro que le reprochaba (al igual que a mí y al otro Juan) “ser un boludo” por salir a pedalear sin repuestos, ni otras herramientas para reparaciones que puedan surgir en la ruta.

Sonaba lógico su planteo, no podíamos negar que tenía razón. Siendo sincero, entre todas las travesías hasta ahora realizadas, era la primera vez que me ponía a pensar realmente en lo que él estaba planteando. Por lo general, he vivido con espontaneidad cada una de las aventuras ruteras, también en este aspecto.

La participación de Francisco en el tramo final de la aventura era imposible. Cuando Alvaro, Juan y yo llegásemos a Aiguá, continuaría el camino rumbo a Punta del Este, donde lo esperaba su familia. El viaje duró algo más que una hora y media. Transcurrió sin mediar muchas palabras. Aproveché a sestear un rato, más teniendo en cuenta la ajetreada noche en Treinta y Tres.

José Pedro Varela, Pirarajá, Mariscala, fueron algunos de los centros poblados que fuimos atravesando. Los suelos olimareños fueron quedando atrás, hasta ingresar a la ruta 39 que finalmente nos desembocaría en Aiguá. Esta ciudad se encuentra localizada al norte del departamento de Maldonado, rodeada por un valle de serranías que, sin dudas, le brindan un paisaje muy particular.

Llegamos sobre el mediodía y descendimos en el centro de la ciudad. Francisco continuó su paso hacia el este en el ómnibus. Juan, Álvaro y yo, fuimos buscando un poco de sombra donde aprontar una vez más las bicicletas y emprender la marcha.

Aiguá, en guaraní significa “agua que corre”. Viven aquí alrededores de 2500 personas, según el censo 2011.

Las tierras que hoy ocupa la ciudad, pertenecieron por disposición real a don Jerónimo Muniz, en el año 1774. Su nieta Margarita Muniz fue quien las heredó y el 21 de noviembre de 1892 donó los terrenos necesarios para la instalación y fundación de un pueblo bajo la advocación de San Antonio, junto al arroyo que le da su nombre. El 9 de mayo de 1906, Aiguá fue reconocido oficialmente como pueblo por ley, mientras que el 4 de enero de 1956 recibió la categoría de ciudad.

Tanto por la ruta 39 como la 109, se pueden observar interesantes paisajes serranos que sin duda hacen de Aiguá y alrededores, una propuesta ecoturística de gran valor.

No muy lejos de aquí se encuen246

tra el punto más alto del país. Se trata del Cerro Catedral (514 metros) al cual se accede desde el km 67 de la ruta 39. También otro lugar de interés que se ubica en los alrededores de Aiguá, es la Gruta del Salamanca. Esta cueva supo ser antiguo refugio de fieras, contrabandistas y de un famoso bandido apellidado Lemos, que dio nombre a uno de sus rincones.

Además, en esta ciudad, nació Domingo Burgueño Miguel, figura muy popular y aún hoy recordada por los ciudadanos del departamento. Fue electo intendente de Maldonado en dos ocasiones, 1989 y 1994. Murió en 1998, durante su segundo mandato.

Realizamos un breve recorrido por la ciudad, que parecía un pueblo fantasma, dado que era domingo, hora de la siesta y encima hacía mucho calor. Solamente había un par de almacenes abiertos donde pudimos surtirnos de agua y fruta. Mientras Álvaro seguía ajustando la chiva, con Juan nos fuimos a un banco de la plaza para comer y luego sí, reiniciamos el pedaleo.

Durante varias horas, atravesamos sierras y camino sinuoso por la ruta 39. Al caer la tarde, encontraríamos un lugar ideal donde pasar la noche.

Aquí también cantó Gardel Un hecho de trascendencia histórica para los locales, es que en Aiguá fue el único lugar de Maldonado (y de los pocos del país) donde cantó Carlos Gardel. De hecho hay una placa recordatoria con fecha octubre 2001 que recuerda aquel momento. En febrero de 1918, Gardel y Razzano, con motivo de una legendaria carrera de caballos -y cuando el dúo todavía no había alcanzado la notoriedad que gozaría años después- actuaron en el Café de José Vázquez. fuente: gardelysusmonumentos.blogspot.com.uy

Bar de película Enclavado a mitad de una de las manzanas de Aiguá, sobre la avenida, está el mítico Bar de Aurita. No hay cartel o anuncio que indique la presencia del establecimiento, que desde el exterior ofrece una fachada bastante deslucida y que clama a gritos por una nueva capa de pintura. Aurita, propietaria y cantinera, contempla con indiferencia a todo aquel que entra al local.

Del amplio recinto alto y bien revestido, el bar solo ocupa una cuarta parte, hacia adelante. Un alto mostrador y una metálica máquina de café conforman dos puntos centrales del decorado.

El espacioso salón está vacío y en decadencia. Unas escasas sillas de madera aparecen desordenadas en la estancia.

Al final está la tarima, un correcto escenario al que hace años no sube ningún artista aunque Aurita evoca la época gloriosa, varias décadas atrás, en que allí cantaban payadores.

Hace algunos años, el bar de Aurita fue elegido para filmar las primeras escenas de la película ‘El viaje hacia el mar’. Aurita recuerda aquellas jornadas de filmación en las que el mismo actor que compuso al cantinero, se encargó de hacer la caja de todas las bebidas que se fueron consumiendo. fuente: Hoy Canelones

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Capura de pantalla "El viaje hacia el mar"

EN LA RUTA ¡Vamos por más apàgones!

Mágicos. Así recuerdo los momentos que se generaban en mi casa cuando se daba un apagón, cosa que se daba seguido allá por Estación Migues, pequeño paraje rural donde viví una feliz infancia en familia.

A los primeros refucilos, por lo general ya sabíamos que automáticamente vendría el apagón y podrían pasar horas (a veces hasta noches) para que volviera la corriente eléctrica.

Y ahí, a la luz de las velas, todos alrededor de la mesa redonda que había en el comedor empezaban las historias de aparecidos y fantasmas que te helaban de miedo. Y de los cuentos pasábamos a las cantarolas donde mi vieja ponía los acordes a través de la guitarra “Jaime Cortés” que hasta hace poquito andaba aún en la casa de mis viejos. Aquella magia desaparecía instantáneamente al momento de volver la luz.

Imposible olvidar aquellos momentos que aún hoy siguen en el recuerdo. Al igual que otras tantas situaciones que posiblemente sean demasiado “simples” para muchos, pero no para mí.

Como por ejemplo, ante la inexistencia del celular, enterarnos con mis hermanos cuando nuestros viejos estaban por llegar a casa, solamente por el rugido del Peugeot 504, que en la silenciosa noche de campo, ponía primera para ingresar por la tranquera ubicada a varios metros de casa.

Recordar la emoción de esperar respuesta de aquella chiquilina de Tala1 que tanto me gustaba, en la carta que llegaría en algún momento a la agencia que unía ambos pueblos. Ni que hablar de los nervios y ansiedad que pasaba arriba del ómnibus que cada tanto me llevaría hasta su localidad para verla.

Mandarse conversaciones en papelitos con los amigos durante las clases, el cuaderno con preguntas secretas donde podrías enterarte “quien gustaba de quien”. La capacidad de inventar juegos con mis hermanos para no aburrirnos en el campo, los partidazos de fútbol con mi hermano usando cajones de verdura como arcos. Disfrutar de ir a jugar al fútbol al pueblo cuando los clubes eran puntos de encuentro social, mucho más allá de la competencia deportiva. Las “barritas” de 248

amigos que se armaban en el balneario Los Titanes (donde en verano íbamos con mi familia) al igual que otras tantas familias, con las cuales compartíamos actividades durante todo un mes de vacaciones.

Quien esté leyendo este artículo podrá pensar que quien lo escribe es algún “viejo choto lleno de nostalgia”. Bueno, no se alarme, porque no es así.

Solamente soy un convencido de que en los tiempos que corren, es bueno volver a recorrer los caminos que en gran medida son la esencia de uno mismo. Volver a pasar por las emociones y rememorar cosas simples de otras épocas.

Creo también que quienes nacimos en generaciones anteriores (en mi caso la del 80), tenemos la obligación de aportar nuestro granito de arena para incentivar cambios culturales -o al menos intentar ello- con las generaciones nuevas.

Hoy los gurises nacen en un contexto de confort y necesidades (muchas veces innecesarias) a las que se adaptan rápidamente y con total naturalidad. Los paradigmas son otros, por lo tanto no propongo un “volver atrás”. Yo no podría pedirle a un pibe que nació en el 2000 que deje su celular y se compre una tv en blanco y negro porque eso sería absurdo.

No es un desafío fácil en estos vertiginosos tiempos que corren, pero quizás a través de nuestras propias vivencias podemos intentar llegar a los más jóvenes. Entonces se me ocurre que de una u otra forma es necesario generar apagones, momentos de desencuentro tecnológico y de encuentro humano.

Ojo, no estoy en contra de la tecnología ni me declaro en guerra contra el sistema, eso sería “ir a la guerra con un tenedor”. Pero sí estoy convencido de que tenemos una batalla que dar y es la de luchar contra el consumismo pelotudo-salvaje que el sistema propone. Hay mucha cosa inventada con el fin de nublar y dominar las mentes, vivimos tiempos de globalización masivamente manipuladora.

En este contexto, creo también que una de las batallas en estos tiempos es la de no permitir que la tecnología domine a uno, sino por el contrario, ser uno quien domine a las tecnologías. ¿No estaremos perdiendo mucho tiempo en revisar el teléfono celular y dejando de lado vivir emociones más personales como un beso, un abrazo, el mate con los viejos o un asado con los amigos?

A mayor tecnología en la comunicación, más nos ganó la incomunicación y con ella llegó el argumento del “no tengo tiempo” para muchas personas. Hay tiempo para hablar por teléfono, para mandar audios por WhatsApp y para saludar a los amigos por Facebook cuando cumplen años, pero casi nunca hay tiempo para el encuentro.

Hoy veo a mi hijito y me pregunto –no sin preocupación- como vendrán las generaciones futuras. Y la verdad no quisiera que él estudie y haga sus amigos por Internet. Quisiera que cada experiencia la viva con el corazón y sin la frivolidad que proponen tantas veces las redes sociales.

Que su primer beso tenga la intensidad y lo haga vibrar de emoción. Que nunca le falten y que sea loco por los abrazos. Que tenga amigos “de fierro” que lo banquen en las buenas y las malas. Que su lucha no sea únicamente “su” lucha y que también lo movilicen las batallas colectivas.

Lo único estable es la constante transformación” cantaba por ahí una murga. Es necesario adaptarse al medio sí, pero que sea la causa humana el factor primordial y no la revolución tecnológica y consumista la que domine nuestras mentes.

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1. Tala es un ciudad ubicada en el noreste del departamento de Canelones, prĂłximo al lĂ­mite con los departamentos de Florida y Lavalleja.

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Día 41

El último tramo Lunes 1 de febrero 2016. Claro, ventoso y limpio. Así fue el amanecer en la jornada de lo que sería el último recorrido de todo El Gran Tour. Estábamos a pocos kilómetros del paraje “La Coronilla”, ubicado a la altura del kilómetro 69 de la ruta 39, que une Aiguá con la ciudad de Maldonado, capital fernandina. Desde este lugar, en el horizonte, se vislumbran los aerogeneradores del parque eólico ubicado sobre las sierras de los caracoles, uno de los más importantes del país.

Hasta allí habíamos llegado extenuados al caer la noche, tres de los cuatro que iniciamos esta travesía, ya que Francisco debió abandonar el día anterior, debido a un pinchazo que no pudo ser reparado.

Con Álvaro y mi tocayo, después de pedir permiso, armamos el campamento al costado de la ruta, en el camino de acceso a un campo que parecía no ser transitado hacía buen tiempo.

El terreno se encontraba sucio, el pasto estaba muy alto, pero lo que estaba complicado era la cantidad de espinas de coronilla seca que pululaban en el suelo. Una de ellas, traspasó mi zapatilla, pero afortunadamente para mí, pisé con poca fuerza y solo me provocó una herida superficial. La noche del campamento improvisado en este lugar, fue sin dudas una de las mejores de este tour, junto a las de la Quebrada de los Cuervos. Me animo a decir también que fue una de las más memorables a lo largo de El Gran Tour.

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La magia del fuego Álvaro, el tipo más naturalista con el que me tocó viajar durante estos años, además de ser vegetariano, es un amante de todo lo relacionado a la ecología. Con algunas ramas y hojas secas, prendió un fuego que sirvió para calentarnos en la fresca noche, y también cocinar unas verduras que sirvieron de cena.

El ejercicio atlético -en este caso la bici- provoca mucha hambre. Pero, en estos viajes que son también viajes espirituales, uno aprende a revalorizar actos tan comunes como el de comer. Darse tiempo para disfrutar ese momento, olvidando los relojes y el tiempo que parece atropellarnos en la vida diaria y hace olvidar el valor de las cosas sencillas, que en definitiva son las realmente básicas para una vida plena. Cuando el espíritu del viaje es dejarse llevar, uno disfruta más de cada plato, de cada bocado.

Viajar con espíritu abierto, permite un mejor y mayor equilibrio entre cuerpo y alma, dado que uno simplemente se deja llevar por el viaje, permitiendo lo mágico y vital de reencontrarse con uno mismo, eso que a veces nos parece tan difícil en la vorágine de los tiempos en los cuales vivimos por estos días.

Aquella noche memorable transcurrió entre charlas. A la luz del fogón, vinieron naturalmente las conversaciones. Cada uno relatando parte de su historia, cada uno contando algo de su vida. Y vuelvo aquí al tema del tiempo. Hace unos días cuando fui al peluquero, él me dijo algo muy cierto: “Vivimos preocupados por el tiempo, vivimos pensando en lo que va a pasar al otro día, siempre”. Es necesario hacerse tiempo para detenernos, mirar hacia atrás, ver el camino recorrido. Avanzar es la clave, pero también es bueno recordar lo que fue y ha sido de nosotros, para poder transitar mejor hacia adelante.

El único episodio que cortó por minutos la magia, fue una nueva aparición policial en nuestro campamento. La tercera durante El Gran Tour. Vale decir que en esta ocasión, los funcionarios aparecieron amablemente, a diferencia de lo que ocurrió en Tupambaé. La visita fue a causa del llamado de una mujer que los alertó por la existencia de “un incendio” al costado de la ruta. “Que ganas de joder tienen algunos”, le comento a mis compañeros.

A la mañana siguiente, al levantarnos, nos encontramos con un problema para arrancar la jornada…otra bicicleta pinchada. Esta vez le tocó el turno a Juan Andrés, que había agarrado una bruta espina de coronilla. “Cagamos”, pensé. Sin embargo, el siempre oportuno Alvarito, apeló a sus estrategias de sobrevivencia. Sin contar siquiera con un balde de agua, encontró el pinchazo utilizando saliva y escuchando de dónde provenía el aire. No solo encontró el problema, sino que lo solucionó con una sencilla gota de pegamento. Subsanado el asunto, después de una hora y media (casi dos) de apronte, marchamos a la ruta. Algo más de 60 kms 252

Energía a viento El Parque eólico en Sierras de los Caracoles fue inaugurado en 2014, en las proximidades del kilómetro 34 de la ruta 39 en Maldonado. Consta de 25 aerogeneradores de dos megavatios de potencia cada uno. Tiene una capacidad de producción anual de energía equivalente a lo que consumen anualmente en promedio, unos 100.000 uruguayos.

nos esperaban para culminar la travesía, por un camino de mucho subibaja. A medida que avanzábamos íbamos saliendo de la zona de sierras rumbo a la zona costera, donde es mucho más llano.

Doña Alba Por esta ruta, el día anterior, hicimos una parada en un almacén llamado “El paraje”, atendido por una señora mayor, llamada Alba. Ella nos contó que por allí “pasan muchos turistas” principalmente provenientes de Brasil, lo cual pudimos corroborar nosotros mismos.

También nos contó sobre un viejo proyecto que al parecer la Intendencia ha reflotado, relacionado con la construcción de un complejo termal en la zona cercana a las Grutas del Salamanca.

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Durante largo rato, estuvimos escuchando su historia, que realmente era de novela. Nos contó que cuando era niña le decía a su madre “yo quiero saber que hay atrás de esos cerros”, paisaje que nunca pudo conocer hasta el día que se escapó de su casa. Fue a parar entonces a lo de su hermana mayor, que vivía en Minas, y donde se instaló pese a la negativa del padre.

Llegó a trabajar de extra en una película sobre el éxodo del pueblo oriental y con esa plata compró una muñeca y un bolso para su madre. Años después, su espíritu aventurero seguía más vivo que nunca y se casaría con un argentino que trabajaba en un circo.

Hoy, varios años después, vive de su almacén pero más que nada de los negocios inmobiliarios. Es que desde hace buen tiempo, se dedica a ganar comisiones por venta de terrenos que ella misma ofrece en una cartelera hecha a mano. Son muchos los turistas que allí se detienen para comprar, como también para preguntar por “alguna casita o campo entre las sierras”. Tan pintoresco como cierto, pero lo real es que gracias a eso ha podido comprar su casa y también la de cada uno de sus hijos. Pero no se queda solo con eso, sino que por estos días piensa abrir una barraca.

Simbólicamente, el último tramo del viaje, iba a terminar igual que como lo empecé, en aquella primera travesía iniciada en marzo de 2013: en solitario. En el cruce de las rutas 39 y 9, Álvaro siguió su marcha rumbo a Piriápolis. Abrazo apretado y un “hasta luego” con quien no solo había oficiado como el más experimentado de los ciclistas, sino también como buen compañero y solucionador de problemas surgidos durante estos días de pedaleo.

Mientras tanto, con Juan, continuamos la ruta destino a Maldonado. De llegada a San Carlos, paramos en una panadería donde compramos algo para comer. Luego de esto, como si fuera una señal del destino, al agarrar las bicis nos percatamos que la de Juan estaba de nuevo desinflada. Empezamos a caminar por la calle Alvariza hasta encontrar donde repararla. La

San Carlos y su origen En San Carlos y alrededores, aún existen corrales y mangas de piedra, ruinas de saladeros, restos de las guardias españolas que reivindican su pasado como “colonia agrícola y ganadera”.

Ese fue el origen entre otros, que imaginó Pedro de Cevallos1 para proveer a Maldonado, a Rio Grande (hoy Brasil) y a Montevideo de ganado, granos, caballos y también carros. Con el tiempo, San Carlos se constituyó en valioso productor agropecuario, abastecedor del Este y Sur del país.

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Cayetano Silva El Teatro de verano y la escuela número 10 de San Carlos llevan el nombre de Cayetano Silva. Silva nació en 1868 en dicha ciudad, fue un músico con ascendencia africana y nacionalizado argentino, autor -entre otras- de la conocida marcha de San Lorenzo, una de las marchas militares más famosas del mundo. La obra tuvo como fuente de inspiración a la batalla ocurrida en 18132 en la localidad de San Lorenzo (Santa Fé, Argentina). La marcha llegó a ser interpretada por el ejército nazi para pasar por debajo del Arco del Triunfo y la interpretaron los aliados en desagravio cuando liberaron París. Pero de su autor pocos se acuerdan y algunos preguntan por qué algunas calles en diferentes ciudades y lugares de Uruguay y Argentina llevan su nombre.

Cayetano era hijo de Natalia Silva, esclava de la familia que le dio el apellido. Desde chico le gustaba la música por lo que inició sus estudios con el maestro Francisco Rinaldi en la Banda Popular de San Carlos. Años después continuó su carrera en la Escuela de Artes y Oficios de Montevideo, se trasladó a la ciudad de Rosario (Argentina) donde contrajo matrimonio y tuvo ocho hijos. Fue también empleado policial, pero al morir por serios problemas de salud, la policía le negó sepultura en el Panteón Policial por ser de raza negra, por lo que fue sepultado sin nombre, según consigna Daniel Schavelzon en su libro “Buenos Aires negra” .

Sin embargo, sus restos fueron trasladados en 1997 al Cementerio Municipal de Venado Tuerto, a través de gestiones efectuadas por la Asociación Amigos de la Casa Histórica “Cayetano A. Silva”. Esta casa, sede del museo regional, Archivo Histórico y sede de la Banda Municipal, tiene domicilio en Maipú 966, Venado Tuerto (Santa Fe) y es en la que vivió el compositor. fuente: Diario El País

situación no me dio para pensar en otra cosa que no fuera continuar mi marcha con la única compañía de mi bicicleta. A lo largo de los kilómetros, fui recordando tantas vivencias suscitadas en cada uno de los viajes realizados con El Gran Tour en estos años. No solo recordé momentos, sino también los diferentes contextos en los que cada uno se dio, las diferentes personas con las cuales pasé horas de aventura, los estados del alma con por los cuales he atravesado cada uno de los caminos. Cada viaje es diferente y es también un nuevo aprendizaje.

El Gran Tour ha significado un proceso de enriquecimiento espiritual que puedo afirmar sin vacilar, ha influido en mi vida en muchos aspectos. Porque al igual que la vida misma, cada ruta y cada camino deja siempre una enseñanza. Con los repechos, con las bajadas, con cada 255

persona que tiene tanto para contar de su vida y de su pago. Lugares tantas veces desconocidos por nosotros mismos, los orientales que habitamos este hermoso país.

Viajar es en muchos casos, iniciar el camino del autoconocimiento del propio ser. Conocimiento que también te lo da el hecho de compartir la ruta. En este sentido, El Gran Tour también me dejó muchísimo y sin dudas valió la pena la aventura. Durante cuatros años, conviví con diferentes personas con las que en cada salida, conformamos la familia viajera. Con algunos compartí más, con otros menos, sus filosofías de vida y forma de ver las cosas. Vivimos sonrisas, enojos y sobre todo desafíos.

En definitiva, de eso se trata el camino más importante, que es el camino de la vida. Aprender a elegir con quien compartir los momentos y saber como adaptarse a las situaciones que el destino dispone para nosotros.

La mejor manera que se me ocurre de terminar este libro, es parafraseando a aquel loco de Chris McCandless, quien pocas horas antes de morir en el frío de Alaska, dejó escrito en su diario de viaje las siguientes palabras: “la felicidad solo es real cuando se comparte”.

FIN

1. Pedro Antonio de Cevallos (Cádiz, España, 29 de junio de 1715 – Córdoba de Andalucía, 26 de diciembre de 1778) era un militar y conquistador español que fuera nombrado gobernador de Buenos Aires desde 1757 hasta 1766, y una vez creado el nuevo Virreinato del Río de la Plata por real cédula del 1º de agosto de 1776, sería asignado el mismo día como su primer virrey, puesto que comenzó a ocupar en octubre de 1777.

2. El Combate de San Lorenzo fue un enfrentamiento armado que ocurrió el 3 de febrero de 1813, en la localidad de San Lorenzo, provincia de Santa Fe (Argentina) en el que las fuerzas independentistas rioplatenses (argentinas) sorprendieron y vencieron a las españolas de la Milicia urbana de Montevideo (realistas). Fue el único combate en territorio argentino que libraron tanto el Regimiento de Granaderos a Caballo como su creador, el entonces coronel José de San Martín.

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Agradecimientos

A mi compañera de vida, Angie, por la paciencia y el aguante.

A mis viejos por darme la vida y por enseñarme con sus acciones el compromiso de pelear por los menos favorecidos.

A los amigazos de La Heroica Tincho Talamás, Marco Rivero y Mauro Goldman, por el aliento constante.

A Tincho Talamás por el compromiso para diagramar este libro.

A Fabiana Doval, por alentarme desde el origen mismo del proyecto.

A todas y todos los compañeros de viaje que fueron parte de El Gran Tour.

A Romina Silvestre, por prestarme la bici para hacer alguno de los recorridos por el paisito.

A la barra de amigos (siempre presente) del glorioso Deportivo Caracú, que nació en los patios de la Facultad de Ciencias Sociales.

A los funcionarios de las distintas Intendencias (período 2010-2015) que nos apoyaron de alguna u otra manera cuando visitamos su departamento: Artigas, Paysandú, Soriano, Florida, Flores, Durazno, Cerro Largo, Treinta y Tres y Lavalleja.

A Camila Maqueira (MINTUR) y Aparicio Arcaus (Intendencia de Soriano) por colaborar con la información.

A Carol Guilleminot por ayudarnos a difundir el proyecto.

A guardaparques y funcionarios del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) que nos recibieron en cada una de las áreas visitadas.

A todos los que participan con su testimonio en este libro.

A Gloria, de Alquimia Spa, lugar de inspiración elegido para culminar este libro.

A todos los uruguayos que nos abrieron la puerta de su casa y nos contaron maravillosas historias sobre sus pagos.

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Bibliografía

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