Gobernada por esta hora en que a l Cristo se olvidaría, y en que su mano, traicionada, el pobre mundo soltaría.
(Y el mundo, suelto de su mano, como el pichón de la que cría, hacia la hora duodécima sin su fervor se nos enfría) ; Taladrada por la corneja que en la rama seca fingía la vertical del ahorcado con su dentera de agonía;
Arreada por el Maligno que huele al ciervo por la herida, y le ofrece en el humus negro venda más negra todavía;
Venda apretada de la noche que, como a Antero, cerraría, con lana negra de la nada, la boca de las elegías;
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