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Iglesia Coria-Cáceres en

Semanario Diocesano de Información Suplemento al Boletín Oficial del Obispado de Coria-Cáceres

www.diocesiscoriacaceres.es / N.º 3.035 – Fecha: 11 / 9 / 2011 Precio del ejemplar suelto: 0,25 euros

ESPECIAL JMJ Esta sección pretende ser una recopilación de la Delegación de Medios de Comunicación sobre la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid del 16 al 21 de agosto. Durante las próximas semanas continuaremos publicando artículos sobre este acontecimiento. Y si no puedes esperar, accede a www.diocesiscoriacaceres.es

Jmj madrid 2011: “Ha sido como la final de un mundial de fútbol con Cristo como protagonista” “Una JMJ es una experiencia única e irrepetible”, “la JMJ Madrid 2011 cambiará vuestra vida”. Con esas ideas en mente, más de 300 jóvenes de la diócesis de Coria-Cáceres, partieron hacia Madrid para participar en la XXVI Jornada Mundial de la Juventud celebrada del 16 al 21 de agosto. Más de 300 actividades culturales y litúrgicas y más de 1 millón de participantes fueron las cifras, pero la experiencia siempre trasciende los números. Pasear por Madrid esos días era sentirse arropado por una marea de jóvenes que gritaban, saltaban, cantaban, se abrazaban y oraban juntos. Con banderas de más de 130 países ondeando en el cielo de la capital de España uno se sentía, como me decía un cacereño, “como en un mundial de fútbol pero de fe”. Pero la fase final de ese “mundial” se producía sin duda alguna con los actos centrales: el acto oficial de bienvenida al Santo Padre en Alcalá y Cibeles, el Vía-crucis en el Paseo de Recoletos, la Vigilia de Cuatro Vientos y la Misa Final en el aeródromo madrileño. La llegada de Benedicto XVI a Madrid, que atravesó la Puerta de Alcalá a pie, supuso el pistoletazo de salida oficial para cuatro días de infarto. Alcalá, Cibeles, Serrano, Recoletos y todas las calles aledañas eran una fiesta con cánticos de “Benedicto, Benedicto”, “esta es la juventud del Papa”... El silencio llegaba con las palabras del Pontífice: “Hay palabras que solamente sirven para entretener, y pasan como el viento; otras instruyen la mente en algunos aspectos; las de Jesús, en cambio, han de llegar al corazón, arraigar en él y fraguar toda la vida”. En el Vía-crucis, los jóvenes de Coria-Cáceres se encontraron de nuevo con una Cruz que conocían bien: la que Juan Pablo II envió a peregrinar por todo el mundo y que también recorrió Extremadura a comienzos de este año. En esta ocasión realizaba un recorrido para profundizar en el dolor del mundo, así lo indicaba el Santo Padre a su término: “La pasión de Cristo nos impulsa a cargar sobre nuestros hombros

el sufrimiento del mundo, con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes”. Cuatro Vientos fue la esperada “final del mundial”. Y como en todas las finales, sentimientos encontrados, la emoción de aquellos que participaron desde el interior y la desilusión de aquellos que a pesar de estar acreditados, por fallos en la organización, no pudieron acceder al aeródromo y tuvieron que conformarse con seguir los actos a través de las pantallas en el exterior de Cuatro Vientos. En la Vigilia, (donde se luchó contra viento y marea, literalmente) el Santo Padre permaneció junto a los jóvenes a pesar de las dificultades climatológicas y a la mañana siguiente les recordó que había pensado mucho en ellos durante la noche, un gesto que agradecieron todos los jóvenes y que demostraba, una vez más, la sencillez y la cercanía de Benedicto XVI. Y, por fin, tras la celebración de la Santa Misa se produjo uno de los momentos más esperados: el anuncio del lugar de celebración de la próxima JMJ (un secreto a voces): Río de Janeiro (Brasil) 2013, para la que ya hay lema: “Id y haced discípulos a todos los pueblos” (Mt 28,19). En mi corazón guardo con mucho cariño dos instantes de esta JMJ: el primer día en Madrid, el martes 16 de agosto, cuando nos dirigíamos al acto de bienvenida con el Carde-

nal de Madrid, Mons. Rouco Varela, a la salida del metro, una algarabía ensordecedora iba aumentando a medida que subíamos los escalones para acceder al Paseo de Recoletos, donde, colgando de uno de los altísimos edificios, nos recibía una pancarta de grandes dimensiones donde podía leerse en varios idiomas: “bienvenidos” y como banda sonora del momento, el himno del encuentro en la voz de Nico Montero, quien nos lanzaba un reto desde el estribillo: “Firmes en la fe, arraigados en el Señor, edificados en su Amor vivimos firmes en la fe”. Desde luego, una entrada épica. Y por supuesto, ver dos veces muy cerquita al Santo Padre, la primera tras el acto de bienvenida en la calle Serrano y como despedida a las cinco y media de la tarde del domingo 21, cuando el Sumo Pontífice se desplazaba desde nunciatura a IFEMA, donde el Papa se despediría de los voluntarios, pasando por la calle lateral del Colegio Santísimo Sacramento, donde la diócesis de Coria-Cáceres estaba hospedada. Un consuelo para aquellos que no pudieron acceder al recinto de Cuatro Vientos (como fue mi caso) o que no le habían visto antes. Ustedes probablemente hayan seguido esta visita a través de los medios de comunicación y tengan en su retina las imágenes de este evento, los sonidos, los cánticos y los titulares en la memoria, pero les invito a que escuchen a cada uno de esos más de 300 jóvenes que estuvieron allí, quienes les contarán su periplo por esta JMJ que siempre será diferente y extraordinario. Esta es una experiencia que debe enriquecer a la pastoral juvenil de nuestras tres diócesis y relanzar a la Iglesia en España para que los jóvenes descubran el gran tesoro que guarda Jesucristo. Ese es el verdadero valor que se esconde en estos “mundiales de fútbol”, en estas Jornadas Mundiales de la Juventud, y es el pilar fundamental de la Iglesia Universal. Lorena Jorna


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