Cartilla Día Nacional por la Reconciliación

Conmemoración del Cristo

Negro de Bojayá 2 de Mayo de 2018

DÍA NACIONAL POR LA

RECONCILIACIÓN El perdón ¡tu aporte a la paz!

Conmemoraciรณn del Cristo

Negro de Bojayรก 2 de Mayo de 2018

DÍA NACIONAL POR LA RECONCILIACIÓN CONMEMORACIÓN DEL CRISTO NEGRO DE BOJAYÁ FECHA: 2 de mayo de 2018 HORA: Cada parroquia determina TIEMPO ESTIMADO: 2 horas LEMA: El perdón, ¡tu aporte a la paz!

CONTEXTUALIZACIÓN: El Cristo negro de Bojayá, una historia que nos invita al perdón: El Papa Francisco bendijo, en su visita a nuestro país, el Cristo de Bojayá o imagen del ‘Cristo mutilado’, que perdió las piernas y los brazos durante la explosión, en el año 2002, de un cilindro-bomba en el templo de esta localidad del Chocó, durante un enfrentamiento entre la guerrilla de las FARC y los paramilitares, cuando la comunidad local se resguardaba del combate 3

en el templo, la casa de Dios y de sus hijos. Los daños y sufrimientos de hombres y mujeres; adultos, niños y ancianos fueron desastrosos.

“Nos reunimos a los pies del Crucificado de Bojayá, que el 2 de mayo de 2002 presenció y sufrió la masacre de decenas de personas refugiadas en su Iglesia. Esta imagen tiene un fuerte valor simbólico y espiritual. Al mirarla contemplamos no sólo lo que ocurrió aquel día, sino también tanto dolor, tanta muerte, tantas vidas rotas y tanta sangre derramada en la Colombia de los últimos decenios”, dijo el Santo Padre.

“Ver a Cristo así, mutilado y herido, nos interpela.

Ya no tiene brazos y su cuerpo ya no está, pero conserva su rostro y con él nos mira y nos ama.

Cristo roto y amputado, para nosotros es «más Cristo» aún, porque nos muestra una vez más que Él vino para sufrir por su pueblo y con su pueblo; y para enseñarnos también que el odio no tiene la última palabra, que el amor es más fuerte que la muerte y la violencia. Nos enseña a transformar el dolor en fuente de vida y resurrección, para que junto a Él y con Él aprendamos la fuerza del perdón, la grandeza del amor”, dijo.

Esta reflexión de lo sucedido con el Cristo negro de Bojayá y en Él a todo el pueblo de Dios que 4

sufrió esta barbarie nos hace mirar la historia de nuestra salvación que desde la creación del mundo y la primera caída del hombre nos permite ver que Dios nos crea la posibilidad del retorno. La fidelidad de Dios con Israel llega hasta Ninive y Babilonia, hasta Atenas y Roma. Y no solo crea el retorno del exilio, sino que extiende su perdón a los opresores. Jonás es llevado, contra su voluntad, al pueblo que esclavizo a su pueblo: Nínive. Allí debió vivir “la universalidad de la salvación” que cubre también a nuestros adversarios y a los llamados “paganos” o no creyentes. Debió aceptar que DIOS CAMBIA DE MODO INÉDITO SU RELACIÓN CON ISRAEL, para mantener su fidelidad de amor a toda la humanidad y a toda la creación. Era a esa fidelidad a la que Israel debió servir siempre. Y que nosotros debemos caminar detrás de esta fidelidad, superando nuestros sentimientos de contrariedad, “pasando de una tierra a otra”. El signo de Jonás, de amor de Dios por todos y amor nuestro por nuestros enemigos, de obediencia a la fidelidad de Dios, se hace posible por el “morir con Cristo y Resucitar con él”, morir estando vivos, resucitar sin habernos muerto, que es el núcleo de la fe. Jonás simboliza ese pasaje “de una tierra a otra”. Es la imagen del PERDÓN, como alternativa a la muerte, al odio y a la venganza, al egoísmo y el engaño.

5

El señor Arzobispo de Cali, Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, nuestro pastor, convoca a la Iglesia Arquidiocesana y a la comunidad en general a conmemorar el acto de barbarie sucedido en medio del conflicto armado en Colombia, y con esto llamar a la reflexión sobre la necesidad del perdón como un aporte de cada colombiano a la paz que debemos vivir en nuestro país y así evitar que acciones como la sucedida en Bojayá no vuelvan a ocurrir en nuestros territorios.

OBJETIVO: Poner en práctica la oración dominical que pide a Dios perdonar nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, como una ocasión para regresar al Padre en medio del crecimiento de la maldad.

JUSTIFICACIÓN: Como parte de la misión propia de la Iglesia en Colombia a la promoción de nuevas relaciones basadas en la armonía, el respeto mutuo y la convivencia pacífica debemos acentuar el sello característico de nuestra fe que se funda en la misericordia y que se vive desde el perdón que damos y recibimos en medio de una sociedad que urge sanar las heridas de una convivencia que no ha sido pacífica.

6

Iniciar y promover itinerarios que busquen la paz reconociendo que cada colombiano en particular y la nación en general, estamos heridos por la larga sucesión de conflictos de diverso orden: guerrillas, paramilitares, el Estado mismo, el narcotráfico, las bandas criminales en las áreas rurales y también urbanas. Y se debe destacar que el punto de partida para romper esta cadena, reside en el perdón, como un paso que brota del Amor, y en lo que Jesús es el modelo perfecto para todos y cada uno de nosotros.

El perdón es mirar con el amor del Señor esas heridas que nos han infligido o que nosotros hemos hecho a los demás, para poner en ellas el bálsamo del perdón que empieza a sanarlas para restablecer las relaciones rotas y comenzar a trabajar por una patria que se levanta con esperanza y mira hacia delante.

El perdón es una liberación del resentimiento con algún ofensor, es la renuncia a los resentimientos e indignación que ha causado una ofensa, un agravio o una acción de hecho, sobre la persona, dañando desde su dignidad hasta su vida misma; en este sentido el perdón surge de la libertad y la caridad de cada individuo, de cada persona que toma la decisión de perdonar. No obstante, la presencia del perdón no impide la aplicación de la justicia ante el ofensor.

7

Nuestras comunidades, nuestras familias, viven una pérdida de sentido, sensación de desesperanza e indefensión, tristeza, angustia, ansiedad permanente, desconfianza, todo como consecuencia de la realidad de violencia que hemos vivido, y estamos viviendo en nuestro país. A esta realidad la Iglesia responde con la misericordia d Dios y el ofrecimiento de procesos de perdón que nos lleven a restaurar y sanar las heridas.

La Jornada del perdón propuesta por la Arquidiócesis de Cali a sus comunidades parroquiales, movimientos, comunidades religiosas, y a todos sus fieles, y en ellos a toda la sociedad celebra la noticia que nos da la Palabra cuando nos dice desde el Salmo 130, 4: «De ti procede el perdón». Perdón que urge en nuestras ciudades, en nuestros pueblos, en nuestras comunidades, donde la violencia ha abierto brechas en la convivencia que ha fracturado la paz.

Iluminación Doctrinal: Exhortación apostólica, Gaudete Et Exsultate, del Santo Padre Francisco, Nos. 80 - 82 «Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» 8

La misericordia tiene dos aspectos: es dar, ayudar, servir a los otros, y también perdonar, comprender. Mateo lo resume en una regla de oro: «Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella» (7,12). El Catecismo nos recuerda que esta ley se debe aplicar «en todos los casos»[71], de manera especial cuando alguien «se ve a veces enfrentado con situaciones que hacen el juicio moral menos seguro, y la decisión difícil.

Dar y perdonar es intentar reproducir en nuestras vidas un pequeño reflejo de la perfección de Dios, que da y perdona sobreabundantemente.

Por tal razón, en el evangelio de Lucas ya no escuchamos el «sed perfectos» (Mt 5,48) sino «sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará» (6,36-38).

Y luego Lucas agrega algo que no deberíamos ignorar: «Con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros» (6,38). La medida que usemos para comprender y perdonar se aplicará a nosotros para perdonarnos. La medida que apliquemos para dar, se nos aplicará en el cielo para recompensarnos. No nos conviene olvidarlo.

Jesús no dice: «Felices los que planean 9

venganza», sino que llama felices a aquellos que perdonan y lo hacen «setenta veces siete» (Mt 18,22). Es necesario pensar que todos nosotros somos un ejército de perdonados. Todos nosotros hemos sido mirados con compasión divina. Si nos acercamos sinceramente al Señor y afinamos el oído, posiblemente escucharemos algunas veces este reproche: «¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?» (Mt 18,33).

Mirar y actuar con misericordia, esto es santidad.

PREPARACIÓN LOGÍSTICA: 1. Preparar con anticipación en oración y acción la JORNADA DEL PERDÓN: Teniendo como centro y culmen la CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS DEL PERDÓN Y LA EUCARISTÍA 2. Hacer la debida publicidad y socialización del evento en la comunidad para que se sepa la alegría que como cristianos nos da el celebrar una FIESTA DEL ENCUENTRO entre los vecinos de la parroquia.

3. Disponer de los signos de forma tal que sean visibles para todos los asistentes 4. Recordar que la Eucaristía es el centro de la celebración pero no se debe descuidar los otros actos conmemorativos de esta fecha tan 10

especial tales como: Acciones pedagógicas, formativas y de encuentro en torno al perdón.

5. Disponer de un tiempo y espacio prudencial para la celebración personal del sacramento de la reconciliación, invitando a los vicarios parroquiales, y sacerdotes colaboradores para que ofrezcan este espacio a los fieles.

6. Tener un encuentro de formación y sensibilización para el perdón con un equipo de fieles que preparen cada momento de la jornada dando responsabilidades y tareas.

7. Disponer de una pared, un lienzo, una cartelera o tela y con marcadores para que los fieles puedan responder a las preguntas: ¿Qué estoy dispuesto a perdonar? ¿De qué me arrepiento y quisiera pedir perdón? Este muro puede ser expuesto y trabajado durante todo el mes de mayo.

8. Preparar todo lo necesario para que después de la Eucaristía haya un espacio de encuentro, un ágape fraterno que permita a los fieles sentir la alegría de la vida en comunidad.

PROGRAMA SUGERIDO: 1. ACTO DE BIENVENIDA a. Saludo Inicial b. Invitación a participar del Muro del perdón 11

2. PRESENTACIÓN DE LO SIGNOS a. Breve reseña del Cristo Negro de Bojayá b. Sandalias desgastadas 3. ALABANDO A DIOS DEL PERDÓN A TRAVÉS DE LA MÚSICA 4. CATEQUESIS SOBRE EL PERDÓN a. Asumiendo el decálogo del perdón en la vida personal b. Participando del muro del Perdón 5. EUCARISTÍA 6. AGAPE FRATERNO GUIÓN LITÚRGICO PARA LA EUCARISTÍA POR EL PERDÓN SIGNO: Oración al Cristo Negro de Bojayá con la imagen del mismo y unas sandalias muy usadas puestas en un lugar visible para todos La memoria del hecho, masacre de Bojayá, 2 de Mayo de 2002, nos da pie para ver en la imagen del Cristo Negro, todo el desastre del odio y la grandeza del AMOR FIEL DE JESÚS. Un templo como refugio, un templo profanado, un cuerpo mutilado. JESÚS Y LA IGLESIA estamos aquí, seguimos ahí, como Jonás, llamando a todos a acogernos al perdón de Dios, ofreciendo la gracia del nuevo comienzo en el bautismo y la 12

penitencia, entregando la muerte y resurrección de Jesús en cada hostia y cada cáliz, llamando a recomponer y restaurar el Cuerpo de Cristo.

Quizás somos una iglesia tan VULNERABLE como la de Bojayá, pero Jesús la pone de pie, como HOSPITAL DE CAMPAÑA, en esta, nuestra generación y sociedad de hoy.

MONICIÓN DE ENTRADA: Hermanos y hermanas: ¿Quién no anhela la paz?

Sin embargo vivimos en un mundo sin paz. La guerra, la violencia, el terrorismo son fruto del egoísmo, de la maldad de los hombres. El mismo origen tiene la codicia, la envidia, la injusticia, la indiferencia... causas de discordias, peleas, resentimientos...

Hoy queremos pedirle a al Cristo Negro de Bojayá, el don del perdón, para nosotros que hemos sido infieles al amor; para nuestra sociedad que está enfrentada; para nuestra familia que está dividida; porque no puede haber paz a nuestro alrededor si tú no nos das el don del perdón para que la reconciliación sea una realidad entre nosotros.

Con confianza, porque Jesús quiere darnos su perdón y nos invita perdonar al hemano, nos 13

ponemos de pie, recibimos al sacerdote que presidirá nuestra eucaristía, y uniendo nuestros corazones y nuestras voces, cantamos.

ACTO PENITENCIAL: Expresemos, desde el corazón, nuestra voluntad de perdonar a todos los que nos han ofendido y el deseo de ser sembradores de paz y alegría a nuestro alrededor. Pidamos perdón al Príncipe de Paz. Perdona Señor nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestros sentimientos y nuestras acciones, que han generado discordia en nuestro alrededor.

ORACIÓN DE LOS FIELES: Reunidos como discípulos de Jesús, el Señor, que pendiendo de la Cruz nos dio testimonio de vencer al mal con la fuerza del amor y del perdón, por Su medio, presentemos al Padre nuestras peticiones, a cada una de las cuales respondemos: Señor hazme instrumentos de tu paz.

- Por todos los miembros de la Iglesia: el Papa.

Obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, y todos los laicos, para que sepamos ser en el mundo, y particularmente en nuestra Arquidiócesis, la fuerza de Su Amor que vence la muerte y el odio.

14

- Por los gobernantes de las naciones: para que se comprometan por erradicar las raíces profundas y desctructivas que afectan a la familia: la corrupción, el hambre, la deficiente atención en los sistemas de salud, la pobreza y todo tipo de inequidad. Y promuevan procesos de perdón y reconciliación entre sus gobernados.

Roguemos al Señor.

- Por las familias desunidas, por las familias que sufren: para que reciban ayuda y consuelo, fruto de la solidaridad cristiana y para que busquen el perdón entre sus integrantes y logren una convivencia armónica. Roguemos al Señor.

- Por nosotros: para que la Eucaristía aumente en nosotros el deseo de perdonar y de anunciar el Evangelio de la familia y de la vida en medio del mundo. Roguemos al Señor.

Sacerdote: Acoge, Padre, la oración de tus hijos, atiende las necesidades de tu Iglesia, y concede a todos los hombres el perdón y la paz que brotan de tu amor. Por J.N.S. Amén.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS: Después de alimentarnos con la palabra de Dios preparamos la mesa de la eucaristía. Junto al pan y el vino presentemos la imagen del Cristo 15

Negro de Bojayá como signo de los sufrimientos de nuestra patria, al igual que las sandalias desgastadas por el camino en medio de la guerra y la esperanza de un país que perdona y busca la reconciliación.

CANTO FINAL: Queridos hermanos, Cristo es nuestra paz.

Unidos a Él volvamos a la vida diaria a construir la paz. Nos retiramos, cantando.

16

ORACIÓN Oh Cristo negro de Bojayá, que nos recuerdas tu pasión y muerte; junto con tus brazos y pies te han arrancado a tus hijos que buscaron refugio en ti.

Oh Cristo negro de Bojayá, que nos miras con ternura y en tu rostro hay serenidad; palpita también tu corazón para acogernos en tu amor.

Oh Cristo negro de Bojayá, haz que nos comprometamos a restaurar tu cuerpo.

Que seamos tus pies para salir al encuentro del hermano necesitado; tus brazos para abrazar al que ha perdido su dignidad; tus manos para bendecir y consolar al que llora en soledad.

Haz que seamos testigos de tu amor y de tu infinita

17

GUÍAS HOMILÉTICAS HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO, BASÍLICA VATICANA, VIERNES 9 DE MARZO DE 2018, Queridos hermanos y hermanas: Cuánta alegría y consuelo nos dan las palabras de san Juan que hemos escuchado: es tal el amor que Dios nos tiene, que nos hizo sus hijos, y, cuando podamos verlo cara a cara, descubriremos aún más la grandeza de su amor (cf. 1 Jn 3,1-10.1922). No sólo eso. El amor de Dios es siempre más grande de lo que podemos imaginar, y se extiende incluso más allá de cualquier pecado que nuestra conciencia pueda reprocharnos. Es un amor que no conoce límites ni fronteras; no tiene esos obstáculos que nosotros, por el contrario, solemos poner a una persona, por temor a que nos quite nuestra libertad.

Sabemos que la condición de pecado tiene como consecuencia el alejamiento de Dios. De hecho, el pecado es una de las maneras con que nosotros nos alejamos de Él. Pero esto no significa que él se aleje de nosotros. La condición de debilidad y confusión en la que el pecado nos sitúa, constituye una razón más para que Dios permanezca cerca de nosotros. Esta certeza debe acompañarnos siempre en la vida. Las 18

palabras del Apóstol son un motivo que impulsa a nuestro corazón a tener una fe inquebrantable en el amor del Padre: «En caso de que nos condene nuestro corazón, [pues] Dios es mayor que nuestro corazón» (v. 20).

Su gracia continúa trabajando en nosotros para fortalecer cada vez más la esperanza de que nunca seremos privados de su amor, a pesar de cualquier pecado que hayamos cometido, rechazando su presencia en nuestras vidas.

Esta esperanza es la que nos empuja a tomar conciencia de la desorientación que a menudo se apodera de nuestra vida, como le sucedió a Pedro, en el pasaje del Evangelio que hemos escuchado: «Y enseguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: “Antes de que cante el gallo me negarás tres veces”. Y saliendo afuera, lloró amargamente» (Mt 26,7475). El evangelista es extremadamente sobrio.

El canto del gallo sorprende a un hombre que todavía está confundido, después recuerda las palabras de Jesús y por último se rompe el velo, y Pedro comienza a vislumbrar, a través de las lágrimas, que Dios se revela en ese Cristo abofeteado, insultado, renegado por él, pero que va a morir por él. Pedro, que habría querido morir por Jesús, comprende ahora que debe dejar que 19

muera por él. Pedro quería enseñar a su Maestro, quería adelantársele, en cambio, es Jesús quien va a morir por Pedro; y esto Pedro no lo había entendido, no lo había querido entender.

Pedro se encuentra ahora con la caridad del Señor y entiende por fin que él lo ama y le pide que se deje amar. Pedro se da cuenta de que siempre se había negado a dejarse amar, se había negado a dejarse salvar plenamente por Jesús y, por lo tanto, no quería que Jesús lo amara totalmente. ¡Qué difícil es dejarse amar verdaderamente!

Siempre nos gustaría que algo de nosotros no esté obligado a la gratitud, cuando en realidad estamos en deuda por todo, porque Dios es el primero y nos salva completamente, con amor.

Pidamos ahora al Señor la gracia de conocer la grandeza de su amor, que borra todos nuestros pecados.

Dejémonos purificar por el amor para reconocer el amor verdadero.

20

APARTES DE LA HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN VILLAVICENCIO 8 DE SEPTIEMBRE DE 2017 Este pueblo de Colombia es pueblo de Dios; también aquí podemos hacer genealogías llenas de historias, muchas de amor y de luz; otras de desencuentros, agravios, también de muerte. ¡Cuántos de ustedes pueden narrar destierros y desolaciones!, ¡cuántas mujeres, desde el silencio, han perseverado solas y cuántos hombres de bien han buscado dejar de lado enconos y rencores, queriendo combinar justicia y bondad! ¿Cómo haremos para dejar que entre la luz? ¿Cuáles son los caminos de reconciliación?

Como María, decir sí a la historia completa, no a una parte; como José, dejar de lado pasiones y orgullos; como Jesucristo, hacernos cargo, asumir, abrazar esa historia, porque ahí están ustedes, todos los colombianos, ahí está lo que somos y lo que Dios puede hacer con nosotros si decimos sí a la verdad, a la bondad, a la reconciliación. Y esto sólo es posible si llenamos de la luz del Evangelio nuestras historias de pecado, violencia y desencuentro.

La reconciliación no es una palabra abstracta; si eso fuera así, sólo traería esterilidad, más distancia. Reconciliarse es abrir una puerta 21

a todas y a cada una de las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto.

Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz. Es necesario que algunos se animen a dar el primer paso en tal dirección, sin esperar que lo hagan los otros. ¡Basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona!

Esto no significa desconocer o disimular las diferencias y los conflictos. No es legitimar las injusticias personales o estructurales. El recurso a la reconciliación no puede servir para acomodarse a situaciones de injusticia. Más bien, como ha enseñado san Juan Pablo II: «Es un encuentro entre hermanos dispuestos a superar la tentación del egoísmo y a renunciar a los intentos de pseudo justicia; es fruto de sentimientos fuertes, nobles y generosos, que conducen a instaurar una convivencia fundada sobre el respeto de cada individuo y de los valores propios de cada sociedad civil» (Carta a los obispos de El Salvador, 6 agosto 1982). La reconciliación, por tanto, se concreta y consolida con el aporte de todos, permite construir el futuro y hace crecer la esperanza. Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación será un fracaso.

22

En este entorno maravilloso, nos toca a nosotros decir sí a la reconciliación; que el sí incluya también a nuestra naturaleza. No es casual que incluso sobre ella hayamos desatado nuestras pasiones posesivas, nuestro afán de sometimiento. Un compatriota de ustedes lo canta con belleza: «Los árboles están llorando, son testigos de tantos años de violencia. El mar está marrón, mezcla de sangre con la tierra» (Juanes, Minas piedras).

La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes (cf. Carta enc. Laudato si’, 2).

Nos toca decir sí como María y cantar con ella las «maravillas del Señor», porque como lo ha prometido a nuestros padres, auxilia a todos los pueblos y a cada pueblo, auxilia a Colombia que hoy quiere reconciliarse y a su descendencia para siempre.

23

RECURSOS PASTORALES DECÁLOGO DEL PERDÓN: (Padre Mateo Bautista, https://radiomaria.org.ar/ programacion/perdonar-pedir-perdon-setentaveces-siete/) 1. Reconocer explícitamente el daño ocasionado.

2. Propiciar un acercamiento profundo y sincero con el ofendido como señal de buena voluntad.

3. Pedir perdón explícitamente al ofendido.

4. Permitir que la persona afrentada pueda expresar sus sentimientos heridos de forma previa.

5. Sentir de verdad el sufrimiento del ofendido y, si lo puede reflejar en ese diálogo, mucho mejor.

6. Ser consciente que se ha ocasionado un daño considerable al otro viciando una relación.

7. Analizar la propia conducta con honestidad, realizar un examen introspectivo.

8. Elaborar un plan de acción para que la afrenta no se vuelva a repetir. No bastan buenas 24

intenciones, hay que definir los pasos concretos y realistas a futuro.

9. Ser humildes en todo este recorrido, pedir la ayuda necesaria para dar todos estos pasos.

10. Restituir el daĂąo ocasionado, para cerrar sensatamente este proceso.

25

LAS SANDALIAS DESGASTADAS Hoy estuve mirando mis sandalias desgastadas, las quise tirar al tarro de la basura pero un impulso del corazón me pidió conservarlas para no olvidar mi pasado, mis caminos recorridos, mis resbaladas al borde de la trocha, la bajada al lago de agua fresca y la subida al cerro tutelar, no podía olvidar los bastos recorrido que hice con mis sandalias, mis correrías a visitar a mi familia, las salidas al campo donde en las algunas veces las puse en mis manos para dejar que mis pies sintieran el fresco del verde pasto donde jugaban los niños.

Tantos y tantos viajes hice con ellas que ya hacían parte de mí, de mi historia, de mi ser.

Pensé, ahí al borde de la cama donde estaba sentado, que ellas, mis sandalias desgastadas, me hablaban más de mi vida que de mi necesidad de conseguir una nuevas sandalias.

Mi vida estaba desgastada, descolorida, ajada, deformada, parecía haber perdido el sentido de su existencia, y solo ellas, gritaban la necesidad de hacer una seria restauración de mi existencia.

Las cogí en la mano, las examine, mire su suela 26

que se asemejaba a una hoja de papel y las fui instalado en mis pies que estaban listos a caminar nuevos caminos.

Pensé que los nuevos caminos no podían ser nuevos olvidando mi pasado recordé los caminos que había caminado y que ahora necesitaban ser restaurados y reparados aquellos que me habían generado una pérdida del sentido de la vida, una sensación de desesperanza e indefensión, de tristeza, de angustia, de ansiedad, de desconfianza.

Y ahí estaban mis sandalias desgastadas, poniendo su esfuerzo por cubrir mis pies descalzos para ir tras el perdón si me habían humillado iba a perdonar, si habían pisoteado mi dignidad iba a perdonar, si había perdido el respeto por mi mismo, me iba a perdonar, si me habían quitado lo que más amaba, iba a perdonar, si me había despojado de mis derechos, iba a perdonar, si me habían traicionado, iba a perdonar.

Y aquí voy buscando perdonar pero también pidiendo perdón porque en el camino con mis sandalias desgastadas también he pisoteado la vida, la dignidad y la felicidad de otros caminantes los reconozco, los miro a los ojos, recuerdo el daño, agacho la cabeza, pido perdón, 27

reparo el daño y me levanto de nuevo para con mis sandalias desgastadas disfrutar de la vida, ser feliz y hacer feliz a los que conmigo caminan el camino de la vida.

Y al final del día de mi vida, la luz, antes que apagarse, antes que irse a dormir, se ciñe sobre mi frente para iluminar mis sueños y así alcanzar una nueva vida, en el nuevo día que me regala Dios.

28

MURO DEL PERDÓN Expresar los sentimientos es una necesidad del ser humano, ello le ayuda a liberar el alma de sus miedos y sus angustias, manifiesta el espíritu altruista de quien se expresa y ayuda a generar una convivencia armónica. Es cierto que puedo hablar con el Señor, pedirle su perdón a Él, implorárselo. Y el Señor perdona, enseguida.

Pero es importante que exprese ese perdón, que me ponga a mí mismo frente al ofensor, o al ofendido y le ofrezca la oportunidad de un abrazo fraterno.

Sin embargo esto no es posible de un momento a otro, no es algo mágico que sucede entre el pensamiento y la acción, se requiere un proceso, un camino que debe ser ayudado o guiado.

El muro del perdón es esa herramienta que puede ayudar a ir dejando aflorar en la persona el sentimiento del perdón, puede ser el inicio o el final de un proceso de conversión que se gesta en el corazón y debe tener en el exterior de las personas recursos que le ayuden a la toma de la decisión.

Se propone entonces que se anime a los participantes a que en una pared, un lienzo, una cartelera o tela y con marcadores los 29

fieles puedan responder a las preguntas: ¿Qué estoy dispuesto a perdonar? ¿De que quisiera pedir perdón? Este muro puede ser expuesto y trabajado durante todo el mes de mayo o en los diversos grupos o comunidades pastorales.

30

INVOCACIONES AL PADRE (Se apagan las luces. A cada invocación se enciende una vela y se coloca en el altar. Al terminar, se enfoca con intensidad al Cristo Negro de Bojayá.)

• Perdona, Padre, nuestra ingratitud.

• Perdona, Padre, nuestra lejanía y olvido.

• Perdona, Padre, porque no te rezamos.

• Perdona, Padre, por hacerte sufrir.

• Perdona, Padre, porque no hacemos tu voluntad.

• Perdona, Padre, porque no te amamos.

• Perdona, Padre, porque no nos amamos.

• Perdona, Padre, porque nos creemos buenos.

• Perdona, Padre, porque juzgamos a los demás.

• Perdona, Padre, porque confiamos en nosotros mismos.

• Perdona, Padre, porque nos gloriamos en nuestros méritos.

• Perdona, Padre, por nuestra falta de acogida al hermano.

• Perdona, Padre, por nuestra tristeza.

• Perdona, Padre, por rechazar tu invitación.

31

Departamento de Comunicaciones

www.arquicali.org dircom@arquicali.org

SÍGUENOS EN NUESTRAS

REDES SOCIALES ARQUIDIÓCESIS DE CALI