UNÁNIMES 44

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UNÁNIMES

Domingo 19 de julio de 2009 XVI del tiempo ordinario Marcos 6,30-34 30

Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. 31El, entonces, les dice: "Vengan también ustedes aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco". Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. 32Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. 33Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. 34 Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

Domingo 26 de julio de 2009 XVII del tiempo ordinario Juan 6,1-15 1

Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, 2y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. 3Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. 4Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. 5Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: "¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?" 6Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. 7Felipe le contestó: "Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un 8 poco". Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: 9"Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y 10 dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?" Dijo Jesús: "Hagan que se recueste la gente". Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos 5.000. 11Tomó

entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo 12 mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: "Recojan los trozos sobrantes para que nada se pierda". 13Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían 14 comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: "Este es verdaderamente el profeta que iba a 15 venir al mundo". Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.

Domingo 2 de agosto de 2009 XVIII del tiempo ordinario Juan 6,24-35 24

Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y 25 fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: "Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?" 26Jesús les respondió: "En verdad, en verdad les digo: ustedes me buscan, no porque hayan visto señales, sino porque han comido 27 de los panes y se han saciado. Obren, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para dar vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello". 28Ellos le dijeron: "¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?" 29 Jesús les respondió: "La obra de Dios es que crean 30 en quien él ha enviado". Ellos entonces le dijeron: "¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? 31Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo 32 les dio a comer". Jesús les respondió: "En verdad, en verdad les digo: No fue Moisés quien les dio el pan del cielo; es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo; 33porque el pan de Dios es el que baja del 34 cielo y da la vida al mundo". Entonces le dijeron: 35 "Señor, danos siempre de ese pan". Les dijo Jesús: "Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.

DIÓCESIS DE SONSÓN-RIONEGRO AÑO 5 - No. 44 / Julio de 2009

COMUNIDADES ECLESIALES POR EL REINO DE DIOS

LA OFRENDA PARA LOS POBRES Dentro de nuestras reuniones, hay una práctica muy significativa y muy apreciable que han adoptado libremente las comunidades. Se trata de recolectar una ofrenda para las pobres. En general, se procede así: hacia el final del encuentro semanal los participantes pasan una bolsa de mano en mano y el que quiera da lo que pueda, sin que nadie sepa quién ha dado y cuánto ha dado. Es preciso actuar con esta discreción y libertad para que los que no pueden o no quieren dar no se sientan presionados o incómodos en la comunidad. Cuando una CER asume esta práctica debe tener la suficiente madurez y formación a fin de que no se creen dificultades y, sobre todo, no vaya a ser causa del retiro de alguno de sus miembros, que, por cualquier motivo, no está en condiciones de dar. Cuando empezamos a realizar esta colecta en las comunidades, yo acostumbraba decir: “Para que no se sientan mal, metan todos la mano en la bolsa; el que pueda dé y el que necesite saque”. En las CER, esto siempre ha funcionado bien y ha sido fuente de muchas bendiciones. Con lo que recogemos evidentemente no logramos aliviar las necesidades de todos los pobres; sin embargo, un hecho tan sencillo nos permite hacer un profundo acto de fe y de amor, que Dios mira complacido y que acrecienta nuestra comunión. Para comprender todo lo que entraña este signo, es necesario partir de que en la primera comunidad, formada por Cristo y sus apóstoles, compartían una bolsa con la que ayudaban a los pobres (cf Jn 13,29); también en la primitiva Iglesia todos compartían lo que tenían (cf He 4,34-35). San Pablo, siguiendo la petición de los Apóstoles de Jerusalén, no olvidaba a los pobres, que allí pasaban necesidades (cf Ga 2,10). Por eso, realizó una gran colecta en sus comunidades, de la cual habla en sus dos cartas a los corintios y en su carta a los romanos. A fin de que todo saliera bien, creó una organización, dio instrucciones precisas, nombró administradores de los fondos y dispuso cómo enviar el dinero a Jerusalén (cf 1 Cor 16,1-3; 2 Cor 8-9). Como él mismo indica, se esforzó en hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres (cf 2 Cor 8,20-21). San Pablo explica el gran valor de la ofrenda para los pobres: es una bendición y una gracia de Dios (2 Cor 8,1), es una forma de enriquecimiento de la comunidad (cf Fil 4,17), es una oportunidad de vivir la comunión con los necesitados (cf Rm 12,13; 2 Cor 8,4), es la medida que le ponemos a Dios para que nos dé, pues el que siembra poco, cosecha poco (cf 2 Cor 9,6). Luego indica que es preciso ser generosos, ya que Cristo lo dio todo (2 Cor 8,9); la ofrenda es bella cuando se supera todo egoísmo (cf 2 Cor 8,3); no se debe dar “a la fuerza ni de mala gana, pues Dios ama al que da con alegría” (2 Cor 9,7). Editorial En cada CER, el Administrador es el encargado de recolectar la ofrenda para los Pág. 1 pobres. Debe cuidar de este fondo con gran honestidad y responsabilidad; el dinero de los pobres es sagrado. La comunidad recibirá oportunamente informes sobre el monto de las Reflexión colectas y señalará las personas o instituciones que serán beneficiarias. Cada comunidad Pág. 2 debe tener presente que ofrendar algo para los pobres no es una pérdida ni una obligación, sino un privilegio y una bendición, que le permite ser signo del amor de Dios para con otras Noti CER personas. Pág. 3 Una verdadera comunidad, que comparte cada semana la palabra, el amor y la cena del Señor, no puede dejar de compartir también su caridad y sus bienes con los más necesitados. Lectura orante Es una forma concreta de mostrar que, aun con sacrificio, nos estamos dando nosotros de la Palabra mismos a Dios y a los hermanos (cf 2 Cor 8,2.5; Fil 4,18). La ofrenda para los pobres es, en Pág. 3 último término, aprovechar la oportunidad que Dios nos da de depositar nuestro dinero en su banco (cf Mt 6, 19-21). Evangelios

VITRINA

«Todas las comunidades y grupos eclesiales darán fruto en la medida en que la Eucaristía sea el centro de su vida y la Palabra de Dios sea faro de su camino y su actuación en la única Iglesia de Cristo». Aparecida 180

Dominicales Pág. 3-4

+ Ricardo Tobón Restrepo Obispo de Sonsón-Rionegro


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