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CLa ética periodística, ¿hasta dónde?
sobre un niño de ocho años adicto a la heroína. El menor vivía en un barrio marginal de la capital de EE UU y consumía la droga desde los cinco años. En el artículo, su autora, la periodista Janet Cooke, no escatima en detalles sobre el pequeño y llega incluso a describir cómo el padrastro inyecta la heroína en el brazo del niño mientras la madre, también adicta, ronda por la casa.
on el ejercicio ético del periodismo se establece un compromiso con la sociedad, y en especial con el principal destinatario de la información: el ciudadano. La sociedad, recíprocamente, ofrece su credibilidad y confianza hacia el trabajo del periodista que, con la aparición de las nuevas tecnologías, así como el surgimiento de las redes sociales y las noticias digitales se ha incrementado la responsabilidad en cada uno de los emisores hacia el receptor.
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Sin duda, todo ello ha dado hincapié al uso, tal como se han planteado en ejemplos para este ejercicio, con las noticias falsas, que se han venido manejado, desde hace muchos años, pero muchos años, en el periodismo tradicional, y hoy corregidos aumentados e intensificado en los medios modernos de las redes sociales y de noticias digitales.
Tal como el reportaje realizado por Janet Cooke (Toledo, Ohio, 23 de julio de 1954) la periodista que trabajó para el The Washington Post, en Estados Unidos. Ganadora del Premio Pulitzer, lo devolvió tras admitir que había inventado la historia del artículo premiado.
Asimismo, hoy se habla del periodismo de fake news y posverdad, como si engañar a los lectores fuera algo nuevo de este siglo. Lo cierto es que siempre ha habido periodistas mentirosos y un buen puñado de ellos se hizo famoso por sus grandes embustes, escribió para Bazar, el periodista Deo Aguilar el 12 de enero de 2018 de la historia de “El falso hiño heroinómano que ganó el Pulitzer”.
En septiembre de 1980, el Washington Post llevó en su portada un reportaje titulado El mundo de Jimmy,
Un año después de la publicación de la historia, Cooke gana el Pulitzer (el premio más prestigioso de periodismo). El caso tuvo tanta repercusión que la policía de Washington y los servicios sociales decidieron buscar al menor. Nunca lo encontraron. Ni al niño ni a su madre ni a su padrastro ni a la casa que la periodista describía al detalle en el artículo.
El editor de entonces del Washington Post, Benjamin Bradlee, decidió investigar a su redactora. La sometió a un severo interrogatorio sobre los detalles, las fuentes, los lugares, los tiempos. Al final, la propia Cooke se da por cazada y reconoce que se lo había inventado todo. Se defendió diciendo que Jimmy era mentira; pero su mundo, no.
La periodista se justificó asegurando que había estado sometida a mucha presión para publicar la historia. Devolvió el Pulitzer poco después de haberlo aceptado y dimitió de su puesto en el diario, que publicó tres páginas de carta de disculpa.
Gabriel García Márquez le dedicó este artículo, en el que aseguró que "no habría sido justo que le dieran el Premio Pulitzer, pero en cambio sería una injusticia mayor que no le dieran el de literatura".
El mundo de Jimmy aún se puede leer en el Washington Post (aquí). El diario mantiene el reportaje con la advertencia de que, fue todo, una gran invención de su periodista.
-El falso niño esclavo en África
Otra historia falsa contada en The New York Times, otra vez que el diario tuvo que pedir disculpas. El periódico publicó en noviembre de 2001 un reportaje sobre un niño esclavo en África, firmado por el periodista Michael Finkel.
Bajo el titulo ¿Es Youssouf Malé un esclavo?, el reportero cuenta el mundo de un adolescente africano que había sido vendido como esclavo a una plantación de cacao en Costa de Marfil. Igual que ocurrió con el caso del falso niño heroinómano, la historia de Malé despertó el interés de personas que quisieron encontrarlo para ayudarle. En esta ocasión, fueron los voluntarios de Save The Children quienes buscaron al adolescente de la fotografía que acompañaba el reportaje. Sin embargo, cuando dieron con él, descubrieron que no se llamaba Youssouf Malé ni era esclavo en una plantación.
Según concluyó el NYT, Finkel creó el personaje de Malé basándose en varias experiencias de otros jóvenes a los que entrevistó. Nunca volvió a colaborar con el Times, aunque su reportaje sobre Malé sigue publicado aquí, con una nota del editor en la que se explican las falsedades que contiene el artículo.
* El periodista Mario Raúl Hernández García es egresado de la licenciatura en Periodismo y Comunicación Colectiva de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la ENEP-Aragón, UNAM. Está diplomado por el Colegio de Sociólogos de México en Diseño de Investigación Social, y por la ECCO de la UAGro, en “Géneros Periodísticos”. Es Premio estatal por Guerrero y premios municipales por Iguala, Gro. Ética periodística en la era digital.