Síndrome del Impostor “Eso sí que es un estereotipo”, oí a un muchacho comentarle a su amigo mientras yo pasaba por el edificio de las ciencias. No pude evitar preguntarme a mi misma si estaban hablando de mí. Llevaba unos converse blancos de suela alta, unos “leggings” de Lululemon, una sudadera de mi hermandad, o sorority en inglés, y un café de "Coffee Bean" en la mano. Si en realidad estuvieran hablando de mí, me di cuenta de que si me ajustaba a ciertos estereotipos típicamente asociados con las chicas blancas. Me reí mientras pensaba entre mí, si supieran que todo es falso. Después de mi clase, pensé más sobre lo ocurrido, ¿Era yo una impostora? No era la primera vez que me encontraba cuestionando mi identidad debido a los estereotipos. Cómo estadounidense de segunda generación y universitaria de primera generación, ¿Había otra forma de vestir? ¿Será que un zarape o un pancho sería más apropiado para mis compañeros, y suficiente para evitar comentarios? Aunque ya estaba rompiendo estereotipos por el simple hecho de estar en un campus universitario, a veces esto no me parece suficiente. Vivir en la sociedad norteamericana hoy en día como latina, es casi como “La Extraña de Mr Jekyll y Mr. Hyde”. Para aquellos que no están familiarizados con la historia, es el caso común de vivir una doble vida; el mismo conflicto de identidad constante que ha existido para los inmigrantes estadounidenses. Es la batalla entre la asimilación cultural, la acomodación, o el permanecer fiel a las raíces de uno. A veces, al ajustarse a las normas de la sociedad, partes de nuestra identidad quedan ocultas o desaparecen por completo. Se produce un conflicto de roles cuando las expectativas empiezan a chocar por pertenecer a ciertos grupos de la sociedad. Esto puede ser en términos de raza, clase o género. Es importante notar cómo estos roles se desarrollan en la vida cotidiana desde el estilo, el coloquialismo y el comportamiento. Para los latinos es constante la lucha entre raza e identidad. Esto se ve comúnmente en los estadounidenses de primera y segunda generación cuando intentan establecer su posición en la sociedad. El síndrome del impostor es la creencia de que una persona es un fraude en términos de logros intelectuales y profesionales. Según Psychology Today, las personas con síndrome del impostor son más propensas a luchar contra el neuroticismo, el perfeccionismo y la autoeficacia. La identidad racial y el género son probables predictores del síndrome del impostor. Además, las mujeres tienen el doble de probabilidades que los hombres de experimentar el
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Kobe Bryant y su hija, Gigi tomada por Erika Rodriguez
Por Julianna Martín
síndrome del impostor. Esto puede tener efectos negativos en la salud mental de una persona y en su calidad de vida en general. El síndrome del impostor puede atribuirse a diversas expectativas de rol por pertenecer a un grupo determinado de la sociedad. En el caso de los latinos, algunas de las expectativas culturales de rol puestas entre generaciones incluyen el cuidado de la familia. La doctora Hernández, consejera de CAPS, programa en la Universidad Estatal de California en Long Beach, declaró, “En mi experiencia, hay tres expectativas comunes para los estudiantes latinos después de la escuela secundaria: 1. Empezar a trabajar para construir recursos financieros y posiblemente ayudar a mantener a su familia. 2. Perseguir la escuela, pero sólo si puede mantener las normas, valores, expectativas de la familia. 3. Perseguir la escuela con pleno apoyo, ya que se ve como el camino hacia el éxito”, explicó Hernandez. Hernandez añadió, “Cada familia experimentará y expresará estas expectativas de maneras muy singulares, pero la forma en que su familia responda a la universidad tendrá un impacto directo en tu experiencia universitaria”. “Realmente no se te permite hablar de tus problemas, sólo sientes la responsabilidad de ser el macho de la familia”, explicó Rubén Oliva de 20 años, estudiante de contabilidad de tercer año en la Universidad Estatal de California en Long Beach (CSULB), es a la vez estadounidense de primera generación y universitario. El admite que siente la presión adicional de ser de primera generación y el perfeccionismo que conlleva ese papel. Algunas de sus responsabilidades en casa incluyen ser el traductor personal de sus padres y acompañarlos en cualquier mandado que