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La pobreza tiene protagonistas en cada región, hombres y mujeres
El Ministerio de Economía calculó que en el país hay 401,283 personas en miseria extrema Según cálculos, estos que tienen más carencias viven con RD$114.5 al día, RD$3,435 al mes
SD. Dependen de otras personas para poder sobrevivir a la realidad de la pobreza, limitados a comer lo que se pueda cocinar en el día y sumergidos en el dolor y la incapacidad de costear medicamentos para sus achaques de salud.
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Cuatro historias que reflejan la realidad en la que viven más de 2,942,255 personas pobres y 401,283 en pobreza extrema de la República Dominicana, quienes, además de vivir en pre- carias condiciones, forman parte de un escenario social disfuncional.
Diario Libre le puso rostro a los datos que recientemente publicó el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) en su boletín Pobreza Monetaria 2022, en el que se aplica una nueva estrategia de medir el bienestar que elevó el margen de los índices de pobreza.
La nueva metodología aumenta la “vara de medi- ción de la pobreza” en sus diferentes niveles, en la general pasó de 6,063 pesos en 2021 a 7,270 pesos en 2022 como ingresos mensuales por personas y la extrema de 2,819 pesos a 3,435 pesos por persona. Pero hay quienes no pueden producir siquiera la mitad de dichos valores.
Las tasas de pobreza
El Comité Técnico Interinstitucional de Medición de la Pobreza, con base en cifras del Banco Central, ubicó las tasas del 2022 en los siguientes rangos: pobreza extrema 3.8 %, pobreza moderada 23.9 %, pobreza general 27.7 %, no pobres 72.3 %.
Según la distribución de la requisa, hay quienes viven con 114.5 pesos al día y otros que lo hacen con 244.33 pesos, dependiendo la región en la que vivan y los servicios y productos que consuman. El boletín establece que hay zonas del país más desarrolladas, pero con más pobreza.
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Región Ozama Carga de la salud mental
Magali Montero tiene 46 años de edad, es madre soltera de dos jóvenes que ya se independizaron y ahora, pese a estar en edad laboral y disponible para trabajar, tiene que dedicarse a cuidar de su hermana Selani de casi su misma edad y que padece de esquizofrenia. Sentada en la oscuridad de la sala de su casita de madera en La Lila del sector Los Tres Brazos, Magali cuenta 35 pesos que reunió en el día para completar la comida del hogar: arroz blanco, habichuela y ensalada. “Se hace lo que se puede con lo que hay”, dijo a Diario Libre Mientras relataba lo difícil que ha sido su vida desde que migró de un pueblo del Este del país, donde trabajaba como recolectora de cacao en una finca, expresaba la frase: “Dios me suple”, según su fe, esa es la vía que le proporciona el sustento de cada día.
Selani (primera izquierda) está al cuidado de su hermana Magali Montero, de 46 años, en esta humilde vivienda de madera en La Lila del Sector Los Tres Brazos, Sto. Dgo. Este.
“Yo me dejé de mi esposo y me quedé a vivir en esta casita que él hizo. Mis hijos ya son grandes, hay uno que es guardia y otro es empacador en un supermercado. Me ayudan con lo que pueden”, expresa.
Magali se disponía a observar una olla que tenía en un anafe improvisado en el patio, que también es el espacio donde tiene su baño, para verificar si las habichuelas que puso ablandar ya estaban listas. Mientras, explicaba la delicada situación de salud con la que vive su hermana.
“Los médicos dicen que ella –su hermana Selanitiene esquizofrenia. Ella se pasa el día así, sentada y hablando con la gente que viene a verla”, explicó.
Lo poco que consiguen las hermanas Montero es para comer y, quizá, adquirir una de las medicinas que necesitan para la condición mental de la mayor y para el dolor lumbar de Magali, quien ha dejado de hacer quehaceres del hogar por paga por los dolores que padece.
La situación económica de dicho hogar se torna cada día más difícil, pues viven en la incertidumbre de si podrán conseguir dinero para alimentarse durante todo el día.
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Región Sur Escasez al final de la vida
Pese a vivir sola, doña Ana Luisa Arias ha contado con el apoyo de vecinos, quienes, aunque viven precariamente por su situación de pobreza, no dudan en asistir a la mujer de 92 años mientras pasa sus días en su humilde vivienda del sector San Martin, en San Cristóbal.
Nury Pimentel, de 60 años, recibió junto a Arias a un equipo de Diario Libre que acudió a la casa para escuchar el día a día de estas mujeres. “Yo estoy aquí desde el ciclón David (1979)”, explica la anciana, quien procreó 13 hijos con su difunto esposo, el responsable de erigir su casa.
“Vivo sola. Mis hijos tienen sus familias y son más pobres que yo…; vivo sola y estoy mejor”, dice la mujer sentada en un sofá mientras observaba a Pimentel, una madre soltera.
Ambas mujeres dicen tener acceso a agua de un pozo y solo una de ellas tiene teléfono para comunicarse. Agregan que en su sector reciben la energía eléctrica de forma frecuente.
Un sueño
El anhelo de tener una casa
Al preguntársele sobre una meta que no ha podido cumplir por la pobreza, Pimentel comenta: “Quiero una casa, porque donde vivimos hay seis gente: mi hija y cinco muchachas. Mi sueño es tener mi hogar, cómodo, como la gente”. Arias responde mientras se recuesta en su sofá y ríe: “Yo ya estoy paga”.