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Poliglota, amante de la lectura, sus novias... y creó una palabra

La dimensión humana de Juan Pablo Duarte suele ser poco difundida en sus semblanzas. Existen datos y referencias que muestran sus particularidades como un hombre de su tiempo. Los dos datos más conocidos son que era poliglota y un lector voraz. Duarte dominaba a la perfección los idiomas inglés, alemán, francés, portugués, catalán y latín. Sobre su amor por la lectura se reseña que solía leer hasta la madrugada y que tuvo por costumbre, mientras vivió en Barcelona, de enviar libros a sus amigos.

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Duarte mantuvo relaciones formales con dos mujeres: María Antonia Bobadilla y Prudencia Lluberes, con esta última se comprometió, entregándole un anillo. En dos ocasiones, desde Venezuela, le propuso a Prudencia casarse mediante poder notarial. En la primera petición ella no pudo viajar por la muerte de su padre y, la segunda vez, declinó porque no quería abandonar a su madre. Años después se enamoró platónicamente de una mujer de San Fernando de Apure, Venezuela, a quien le dedicó un poema. Mientras que su amigo y compañero de lucha Félix María Ruiz escribió en 1891 sobre los amoríos de juventud de ambos que “Nuestros primeros deva- neos con las chicas del barrio, alarmaron a nuestros padres y temieron algún mal suceso. De común acuerdo, Don Juan Duarte envió a Juan Pablo a Europa y mi padre a mí a una de sus haciendas. Nuestra ausencia de Santo Domingo produjo el efecto deseado por nuestros padres”.

Quizá el dato menos conocido sobre el patricio es que inventó una palabra: Orcopolita, que significa “ciudadano del infierno”.

Esmeralda Richiez fue enterrada ayer en Higüey

HIGÜEY. Entre cantos y alabanza a Dios fueron sepultados ayer los restos de Esmeralda Richiez, la joven que fue encontrada muerta el lunes en el baño de su habitación.

El carro fúnebre con el cuerpo sin vida de la joven partió desde la funeraria Ávila hasta su última morada en el cementerio municipal de El Bonao, comunidad La Otra Banda, municipio Higüey.

En el cementerio, los familiares, compañeros de estudios y la comunidad en sentido general no pudieron ocultar su dolor y el desconsuelo tras la partida física de Esmeralda, joven que describieron como amable, cariñosa y bondadosa.

La hermana de Esmeralda, Yurimar Richiez, aferrada al ataúd, lloraba desconsolada la partida de quien era para ella “su princesa, su barbie”.

“No me quiten a mi hermana, ella no está muerta, despierta, despierta”, decía con insistencia.

Tanto la madre como el padre de Esmeralda clamaban a Dios por el dolor tan grande que sentían al despedir a su hija.

Ayer fue realizado un interrogatorio en la Cámara Gesell, donde fueron entrevistadas varias menores de edad. 

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