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Diabetes: crónica de una cura anunciada

La espermina, un compuesto abundante en el semen humano, restringe la transmisión sexual de las variantes X4 del VIH, aunque los autores del estudio señalan que es probable que otros factores contribuyan.

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las productoras de insulina en el páncreas, aunque esta forma solo representa el 10% de los casos. El resto, alrededor del 90 %, corresponde a la diabetes tipo 2, donde las células beta productoras de insulina no son destruidas, sino que el cuerpo desarrolla resistencia a esa hormona.

Cien años de soledad

La diabetes tipo 1 y tipo 2 son enfermedades crónicas que carecen de cura. En el caso de la primera, es necesaria la administración exógena de insulina; mientras que en la diabetes tipo 2, los pacientes pueden tratarse con fármacos que reducen la resistencia a la hormona, conocidos como antidiabéticos.

En 1922, los científicos Frederick Banting y Charles Herbert Best descubrieron la insulina, sustancia con la que lograron normalizar los niveles de glucosa en perros diabéticos. Esto supuso un gran avance en el tratamiento de la enfermedad.

Diario de nutrición

Dra. Erika Pérez Lara

Colesterol HDL, un desafío nutricional

SD. La diabetes es, sin duda, uno de los mayores desafíos sanitarios del siglo XXI. A pesar de que pueda sonar exagerado, esta enfermedad crónica afecta a un número de pacientes tan elevado como las infecciones registradas de covid-19 hasta mediados de 2022, es decir, dos años y medio después de la aparición del primer caso.

En 2010, las previsiones más pesimistas estimaban que para 2030 habría cerca de 400 millones de personas con diabetes en todo el mundo. Sin embargo, en 2021 las cifras superaron ya los 500 millones. Para ponerlo en perspectiva, esto significa que hay tantos diabéticos como habitantes en toda América del Norte, incluyendo México, Estados Unidos y Canadá. Como podemos imaginar, las predicciones a diez años vista son todavía más preocupantes.

Sin embargo, se vislumbra una nueva esperanza en el horizonte. Desde hace poco más de un año podemos decir que hay dos pacientes que parecen haberse curado de diabetes tipo 1. Los resultados son todavía provisionales, ya que no sabemos si en el futuro seguirán sin ne- cesitar insulina. Aún así, los científicos han encontrado un camino que merece la pena explorar.

¿A quién le amarga un dulce?

Pero antes de entrar en detalles, conozcamos un poco mejor a esta patología.

Le invito a que cierre los ojos e imagine a una persona afectada. ¿Ha visualizado a un anciano? ¿A alguien con sobrepeso? Es cierto que estos atributos pueden encajar con algunos casos, pero no explican la prevalencia exorbitante de la diabetes.

En la actualidad, ya no consideramos el cáncer como una sola enfermedad, sino como una familia de patologías con rasgos en común. Con la diabetes ocurre algo similar: bajo el paraguas de la “marca” se agrupan diversas afecciones que comparten el rasgo de la hiperglucemia, niveles elevados de glucosa en sangre. Esto significa que se incluyen patologías con distinta causa pero que convergen en el mismo desorden.

Para diferenciarlas, se han clasificado en dos modalidades principales, aunque existen otras. La diabetes tipo 1 surge a causa de una reacción autoinmunitaria que destruye las célu-

El paciente tiene quien le cure

Recientemente se han ensayado varias estrategias para curar la diabetes, siendo la más prometedora el trasplante de islotes de Langerhans, que contiene células beta productoras de insulina. Lamentablemente, este método ha fracasado debido al rechazo del trasplante por incompatibilidad entre donante y receptor. Ahora, el avance en el campo de las células madre ofrece una nueva esperanza. La reprogramación celular permite obtenerlas de cualquier paciente adulto y científicos han demostrado que se pueden diferenciar en células productoras de insulina, que son efectivas en ratones de laboratorio. Además, la terapia génica ofrece la posibilidad de modificar estas células para evitar su rechazo por el receptor.

Durante medio siglo, se obtenía a partir de páncreas de cerdo o humano de donantes fallecidos, lo que podía provocar reacciones alérgicas en pacientes.

En la década de los 70, se logró un hito en la ingeniería genética con la creación de insulina recombinante a partir de bacterias E. coli modificadas con el gen humano de la insulina. Esto permitió obtener una forma más pura y segura de la hormona. El problema era que los pacientes experimentaban episodios de desregulación debido a la dificultad para ajustar la dosis en cada momento.

Durante los últimos años se han desarrollado sensores de glucosa que miden continuamente los niveles de glucemia y se conectan a bombas de insulina para administrar la cantidad adecuada. Esta tecnología mejora la precisión del tratamiento y la calidad de vida de los afectados, pero no deja de ser una versión moderna de la insulina inyectable. 

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Hoy nos enfocamos en el colesterol HDL, popularmente conocido como el colesterol bueno. Pero, ¿por qué es llamado colesterol “bueno”? Cuando hablamos de HDL y LDL, nos referimos a lipoproteínas (partículas formadas por un lípido (grasa) y una proteína), las cuales viajan a través del torrente sanguíneo con funciones diversas. La principal función del colesterol HDL es la de transportar las partículas de colesterol LDL al hígado y de ahí ser metabolizadas. Es probable que, al realizar pruebas de sangre, una alteración en el perfil de colesterol enfoque al médico a reducir el colesterol LDL (en inglés, Low Density Lipoprotein) por su relación con la enfermedad cardiovascular. Sin embargo, el colesterol HDL (en inglés, High Density Lipoprotein) tiene un lugar importante en recientes investigaciones científicas, pues niveles elevados se relacionan con prevención de enfermedad cardiovascular, resaltando su participación antiinflamatoria en la formación de vasos sanguíneos y control de glicemia (azúcar en sangre). Nicholls,2019. Se ha propuesto que los niveles óptimos de colesterol HDL para el hombre y la mujer son por encima de 40 mg/dl y 50 mg/dl respectivamente.

¿Cuáles son las principales causas de un colesterol HDL bajo?

—Sedentarismo.

—Uso del cigarillo o cigarro

—Genética

—Dieta baja en grasas poli y monoinsaturadas (baja en pescados, aceite de oliva, aguacate, nueces y semillas ricas en omega 3)

—Sobrepeso u obesidad

—Diabetes no controlada

No existe un patrón dietético específico, pero la dieta mediterránea propone influir en elevar esos rangos de colesterol HDL por los componentes nutricionales que la caracterizan, es decir, pescados, nueces, aceite de oliva y otras grasas mono y poliinsaturadas. El ejercicio cardiovascular ha demostrado tener un gran impacto el elevar los rangos de colesterol HDL, siendo una de las herramientas más efectivas. ¿Mientras más elevado el colesterol HDL, mejor? Es posible. Debemos continuar investigando sobre la relación entre colesterol HDL y enfermedad cardiovascular para definir claramente esta postura, pero es claro que un colesterol HDL bajo representa un factor de riesgo importante para desarrollar enfermedades como infarto al miocardio o accidente cerebrovascular.

Por todo lo anteriormente expuesto, recomendamos evaluar el perfil de colesterol de forma individual y atender a optimizar los valores de acuerdo a lo que las guías de manejo proponen por la evidencia científica. 

Para comunicarse con la Dra. Erika Pérez Lara, nutrióloga clínica, escriba a erikapereznutricion@gmail.com Instagram: @dra.erikaperezl

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