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DOMINGO 3 ENERO 2016
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Los capitanes de la industria se portan mal DEALBOOK ANDREW ROSS SORKIN THE NEW YORK TIMES 2015
L
a cena está por empezar; favor de tomar sus asientos. Dejemos los discursos para más tarde... y este año, favor de hacerlos cortos. Sí, me refiero a ti, Bill Ackman. Ahora que el 2015 se acerca a su fin, es tiempo de la Cena Anual de Cierre de DealBook, un ritual de Wall Street que podría parecer un vestigio de otras eras ante los recién anunciados despidos y recortes de gastos. De conformidad con este nuevo ambiente ahorrativo, le pedimos a Chipotle que se encargara de la comida. (Crucemos los dedos). Por supuesto, el principal problema al organizar esta cena es asignar los asientos y obsequiar las solicitudes que llegan de todos esos quisquillosos ejecutivos asistentes. La mesa de atención médica, por ejemplo, que normalmente es bastante directa, este año fue particularmente difícil. Por ejemplo, me dijeron que el equipo ejecutivo de Valeant no quería sentarse a la misma mesa que Martin Shkreli, el ejecutivo farmacéutico que fue arrestado y acusado de fraude este mes. Dijeron algo de “óptica”. (Shkreli se declaró inocente.) Y también resultó todo un reto encontrarle compañero de asiento a Elizabeth Holmes, cuya empresa incipiente de exámenes clínicos también está bajo escrutinio. Nos decidimos por sentarla al lado de su abogado, David Boies, miembro de la junta directiva de Theranos. Después tuvimos que vérnosla con la asignación de asientos en la mesa de inversionistas activistas, que por lo general ponemos hasta el fondo pues tiende a ser muy ruidosa. Este
año, dada su reciente preeminencia en las juntas directivas, pusimos la mesa hasta el frente. Carl Icahn me aseguró que se esforzaría por “mantener la clase” e invitó a dos amigos: Tim Cook, el director general de Apple, una de las posiciones accionarias más fuertes de Icahn, y su amigo Donald Trump, quien le prometió a Icahn nombrarlo secretario de la Tesorería cuando llegue a la presidencia. (Es verdad, esto no es chiste). Este año también tuvimos la mesa de los unicornios, donde se sentaron los emprendimientos de más de mil millones de dólares. Ahí pusimos a Travis Kalanick de Uber y a Brian Chesky de Airbnb. Los ejecutivos de Silicon Valley se sentaron junto al alcalde de Nueva York Bill de Blasio, que ha estado riñendo con Airbnb y pareció capitular en su lucha contra Uber hace unos meses. El alcalde, todavía dolido por haberse burlado de su nombre en la aplicación, aceptó sentarse a regañadientes al lado de Kalanick. Pero se entusiasmó con la idea de platicar con Chesky y presentar su idea para que el gobierno de la ciudad tenga ingresos frescos, rentando la habitación que dejó vacía su hijo en Yale a través de Airbnb. Por último, hasta el frente está la mesa de los generosos comprometidos. Mark Zuckerberg, que anunció sus planes de desprenderse del 99 por ciento de sus acciones en Facebook, lo mismo que están haciendo con su fortuna sus modelos Warren Buffett y Bill y Melinda Gates. Fue acribillado por los críticos por usar una estructura de compañía de responsabilidad limitada en lugar de una organización sin fines de lucro tradicional. Pero denle un respiro al tipo: va a regalar
miles de millones de dólares. Felizmente, Zuckerberg también aceptó pagar la cuenta de la cena de Chipotle esta noche, y está corriendo por su guacamole. (Sí, ya sabemos, el guacamole se cobra aparte). Por último, como Trump iba a estar presente, decidimos equilibrar las cosas invitando a Hillary Clinton y a Bernie Sanders. A Clinton la sentamos en una mesa con ejecutivos de Wall Street. Sanders se sentó solo. Pasemos ahora a los brindis y las críticas al despedir al 2015 y mirar hacia el año nuevo en el futuro. ¡SALUD, YELLEN! La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, sentada en el estrado, fue criticada repetidamente por muchos agentes de Wall Street por no elevar rápidamente las tasas de interés. Empero, ella se mantuvo en sus trece y se tomó su tiempo hasta que consideró que podría elevar las tasas sin causar un pánico de tres alarmas. Lo hizo en diciembre, tal y como había dicho que haría, y el mercado reaccionó... bueno, prácticamente no hubo reacción, que era precisamente el objetivo queellasehabíafijado. Es difícil imaginar que las cosas hubieranpodidosalirconmenos obstáculos,dadatodalaconsternación que hubo en los últimos dosañosporelalzadelastasasde interés.¿Hubierapodidoocurrir antes?Esprobable,peronuncalo sabremos. Lo que sí sabemos es quehastaahora,durantesusdos años al timón, Yellen ha estado dirigiendoelbuqueconcautelay confianza.Esdemasiadopronto para decir si sus políticas darán resultado,perohastaahoraesde rigor felicitarla. NO ESPEREN DE PIE. Justo cuando pensábamos que los
acuerdos de inversión externa se habían frenado gracias a las nuevas reglas del departamento de la Tesorería, ocurrió el mayor de esos acuerdos de la historia: Pfizer adquirió Allergan por 150.000 millones de dólares. Mediante todo tipo de prestidigitación financiera y maniobras legales, Allergan, una compañía bastante más pequeña, terminará comprando a Pfizer y la compañía así fusionada establecerá su residencia en Irlanda. Es fácil ser cínico y llamar poco patriota a Pfizer –¡yo lo hice!– pero el verdadero culpable es el barroco sistema impositivo de este país, que no se ha actualizado de manera significativa desde 1986. Eso no tiene sentido. Tanto demócratas como republicanos alegan que necesitamos reformar el sistema de impuestos y ambos partidos en realidad no están muy distanciados en este asunto. Quizá el 2016 sea el año en que se arregle. Pero si no se arregla, en la cena del próximo año ya estaremos hablando de otra legendaria empresa estadounidense que renuncia a su ciudadanía para disfrutar de una tasa impositiva más baja en el extranjero.
directora general de DuPont. (Ella dijo que se había “retirado”). Luego, apenas dos meses después, DuPont anunció planes de fusionarse con Dow Chemical. ¿Qué impulsó esas maquinaciones corporativas? Los inversionistas activistas. Nelson Peltz presionó a la junta directiva de DuPont para expulsar a Kullman y combinarse con Dow Chemical. Mientras tanto, el fondo Third Point de Dan Loeb puso la mira en Dow Chemical. (Dow Chemical hizo el trato con DuPont apenas un día hábil antes de que técnicamente Loeb pudiera hablar en público sobre la compañía. El director general de Dow, Andrew Liveris, por supuesto, dijo que esas coincidencias no tenían nada que ver). Todavía está por verse que esta fusión vaya a ser un éxito. Pero más que cualquier otra cosa que haya ocurrido este año, este acuerdo demuestra el creciente poder de los accionistas activistas en la sala de juntas, donde han ganado acceso e influencia. Ahora que la sala de juntas se está volviendo más democrática, es importante recordar que la democracia también puede ser confusa.
LOS ACTIVISTAS GANARON. ¿Y AHORA QUÉ? Primero le mostraron la salida a Ellen Kullman, la veterana
VAMOS, ¿EN SERIO? Fue el escándalo corporativo del año: Volkswagen sistemáticamente hizo trampa en las
pruebas de emisiones durante años, alterando el software en millones de sus autos. Sí, rodaron cabezas en la empresa automotriz, pero nadie ha sido llevado a juicio. Al menos no hasta ahora. GANANCIAS, GANANCIAS, GANANCIAS. La mesa de los titanes de los fondos de cobertura –donde están sentados Ackman (Sí, Bill, ya casi llegamos a los discursos), David Einhorn de Greenlight Capital y Larry Robbins de Glenview Capital Management– este año estuvo colocada estratégicamente junto al bar, dadas las miserables ganancias de la industria. Según un reporte de HSBC, hasta fines del mes pasado, el desempeño del fondo de Ackman fue de 19,5 por ciento, el fondo de Einhorn había declinado en más de 20 por ciento y el de Robbins cayó en 17 por ciento. A menos que los fondos de cobertura empiecen a superar de manera significativa el desempeño del mercado, va a ser difícil justificar que se les paguen sus elevados honorarios. Si es que pueden justificarse, para empezar. En caso de que haya alguna confusión, esta “cena” es totalmente ficticia. (Cada año, por lo menos hay un lector que pide ser invitado).