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Normalización cambiaria e impacto en los precios de importación
Por Invecq Consulting S.A.
Economía
En octubre de 2022, el gobierno anterior implementó el Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) . Según el comunicado oficial, estaba “destinado a obtener de manera anticipada información necesaria para generar previsibilidad y trazabilidad en las operaciones de importación”. Pero lo cierto es que fue utilizado para realizar, de manera discrecional, un estricto control sobre el pago de las compras externas.
Ante la pérdida de acceso al mercado oficial (MULC), los importadores empezaron a tomar como referencia las cotizaciones alternativas (MEP, CCL). Esto se tradujo en unacreciente divergencia entre los valores internos en pesos (convertidos al tipo de cambio mayorista) de los bienes importados y sus precios internacionales en dólares, dada la magnitud de la brecha cambiaria -que promedió 100% entre octubre de 2022 y noviembre de 2023, con picos de 170%-.
A partir de 2024, esta dinámica comenzó a modificarse. La gradual normalización en el pago de importaciones, junto a la paulatina compresión de la brecha, permitió que el dólar oficial volviera a ganar relevancia como precio guía. De esta manera, la diferencia comentada en el párrafo anterior fue desapareciendo: pasó de 40% promedio en 2023 (60% entre agosto y diciembre), a una media de 25% en 2024 (10% en el último mes) y 8% en 2025.
Asimismo, en este contexto, y de sostenerse el proceso de apertura económica, puede preverse un impacto adicional favorable sobre los precios internos. La mayor oferta de bienes -producto de menores restricciones comerciales y más competenciacontribuiría a limitar los aumentos e incluso a inducir bajas en ciertos segmentos.
Por último, si bien resulta deseable que la Argentina ahonde en su camino de integración al mundo (condición necesaria para ser más competitivos y alcanzar un crecimiento sostenido a mediano/ largo plazo), no deben subestimarse los efectos que esta estrategia, en un escenario de tipo de cambio real bajo, puede tener sobre algunos sectores. Por ello, aunque avanzar hacia una economía más abierta es un paso en la dirección correcta, es fundamental acompañar esta transformación con políticas que atenúen sus costos sociales, de modo que la transición sea lo menos dolorosa posible.


Finanzas y mercados
Después de siete años, Argentina volvió a acceder al mercado de deuda internacional. Tal como lo veníamos anticipando en versiones anteriores del NEF, el Tesoro Nacional colocó este miércoles un Bono para inversores extranjeros a tasa fija a 5 años de plazo (BONTE TY30P con vto. 30/5/2030), a suscribir en dólares y pagadero en pesos. El monto adjudicado fue de 1,15 billones (bn), equivalente a USD 1.000 millones, a una TNA de 29,5% (TIR de 31,68%).
Si bien esta tasa se posicionó por encima de los rendimientos que venía mostrando el mercado secundario, el gobierno demostró que la intención en esta oportunidad fue poder asegurarse el acceso a los mercados internacionales de deuda como fuente alternativa de acumulación de reservas por sobre preservar las expectativas de baja de tasas.
Además, se colocaron cinco Lecaps y un Boncer , de los cuales el 83,4% estuvo concentrado en letras cortas (mayo-agosto 2025), 14,7% en Letras y Bonos más largos (nov25-ene26) y el 2% restante a tasa variable. El total de lo adjudicado, sumado el Bonte, alcanzó $8,56 bn e implicó un rollover de 126,28% sobre los vencimientos del día de la fecha y 100,12% incluyendo los pagos de cupones y amortizaciones realizados la semana pasada.
La última vez que el Gobierno se había financiado en los mercados internacionales fue en mayo de 2018, fecha en que se llevó a cabo la reapertura del T026 (originalmente emitida en octubre de 2016).
¿En qué se diferencia este nuevo Bonte con respecto al anterior? En primer lugar, el T026 fue emitido a 10 años a una tasa del 15,5% mientras que el TY30P es a 5 años a una tasa del 29,5% (TNA). En segundo lugar, las condiciones económico-financieras que definen la tasa de los bonos argentinos son bien distintas: mientras que en octubre de 2016 la tasa libre de riesgo – la del bono del Tesoro de EE.UU. a 10 años, que es el piso para la medición del riesgo país – era 1,8%, hoy se encuentra en 4,5%. Por otro lado, el riesgo país en aquel entonces se ubicaba en 466 puntos básicos mientras que hoy estamos en torno a los 663. A eso se le suman las expectativas de inflación, que hoy son algo más elevadas (la inflación esperada para los próximos 12 meses es 26,3% según REM vs 19,4% en octubre 2016).
Lo anterior sugiere que, si en el futuro el Gobierno quisiera seguir colocando deuda en los mercados internacionales, deberá procurar ofrecer tasas lo suficientemente atractivas para asegurar el retorno exigido por los inversores. No obstante, la experiencia reciente demuestra que, bajo determinadas condiciones de confianza y estabilidad, es posible reducir progresivamente el costo del endeudamiento. A modo de ejemplo, en septiembre de 2016 se colocaron USD 1.000 millones a una tasa de 22,75% y tan sólo un mes más tarde se logró emitir cerca de USD 9.000 millones adicionales, alcanzando tasas de 15,5%. Esta dinámica pone de relieve un aspecto clave de cara a las próximas licitaciones: la evolución del costo del financiamiento externo dependerá de la capacidad del Gobierno para generar expectativas positivas y sostener señales claras de estabilidad macroeconómica.
