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Lo importante se vuelve urgente
Fernando LANDA
Presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina CERA).
Un viejo proverbio popular señala: “Dios ayuda al marinero en la tempestad, pero el marinero debe estar al timón”.
Este nos sugiere la actitud proactiva que se requiere en nuestro país para lograr una trayectoria estructurada de mediano y largo plazo, a efectos de alcanzar objetivos de crecimiento de nuestras exportaciones.
Internacionalmente, es un momento de inédita incertidumbre respecto del destino del multilateralismo que desde fines de la Segunda Guerra Mundial permitió la integración económica global y así un extenso período de crecimiento y crecimiento. Este se produjo en gran parte a través de la previsibilidad de un comercio leal basado en reglas, mediante la creación del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio en 1947 y su sucesor, la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995, evitando así las desastrosas guerras comerciales de los años treinta y la discriminación arbitraria en el comercio. En el corazón de estas reglas, está el principio de “Nación Más Favorecida”, bajo el cual aún hoy sigue rigiéndose el 80% del comercio global.
Sin embargo, desde la crisis financiera global de 2008-09 se ha producido un período de estancamiento y la OMC se encuentra atrapada por sus propios mecanismos de discusión, lo que impide avanzar ni siquiera a través de convenios plurilaterales. Surgen vehementes cuestionamientos referidos a definiciones elementales como “país en desarrollo” y es evidente la falta de un marco que impida las criticas actuales de sus miembros fundadores referido a este y otros temas. Con su Órgano de Apelación paralizado desde 2019, sin adecuada administración del cumplimiento de reglas y con notoria falta de creación de nuevas disciplinas referidas a temas tan elementales actualmente, como la economía digital y la relación entre comercio y medio ambiente, así como tampoco la necesaria actualización de los acuerdos fundacionales en un entorno marcadamente distinto, estamos ante una institución que experimenta una crisis masiva.
Este contexto del comercio internacional se da en un entorno de múltiples transformaciones estructurales:
1) el gran rebalanceo global, con el crecimiento de la participación de los países emergentes en la economía mundial, sobre todo la de China, y el aumento de las expresiones del llamado “Sur Global”;
2) tensiones geopolíticas, principalmente entre China y EEUU, que genera debates sobre la posibilidad de que se produzca una tendencia de fragmentación geoeconómica y también sobre el futuro del rol del dólar;
3) disrupciones tecnológicas, como la inteligencia artificial que, en el marco de las tensiones geopolíticas, reducen el apetito por las regulaciones multilaterales;
4) desafíos climáticos, que incluyen el incremento de eventos climáticos extremos, el foco en minerales críticos para la transición energética, y también cuestionamientos al Acuerdo de París y al unilateralismo, y el debate sobre medidas ambientales como barreras para-arancelarias, y
5) transiciones demográficas, con India superando a China como el país más poblado, con las principales proyecciones de crecimiento poblacional en países africanos, y con envejecimiento poblacional en muchos países desarrollados.
Desde que comenzó el segundo mandato del presidente Trump en enero de 2025, EEUU ha llevado adelante una política comercial volátil y disruptiva, generando un contexto internacional de alta volatilidad. En particular, la aplicación de “aranceles recíprocos” constituyó el evento más trascendente en comercio internacional en 78 años, al poner en crisis terminal al sistema multilateral del comercio.
¿Qué puede hacer Argentina?
En el marco de un estancamiento de 20 años de las cantidades exportadas, de sostenida caída de la exportación de mayor valor agregado, de una participación en el comercio internacional menor al 0,3% y un 2024 que mostró el tercer menor número de empresas exportadoras de los últimos 30 años y una participación de la empresa PYME en las exportaciones equivalente al 50% del promedio de los países en desarrollo, Es evidente que no se trata de realizar ajustes menores, sino de cambiar enérgicamente la trayectoria.
Logrado el ordenamiento macroeconómico en tiempo mucho menor a lo imaginado, es hoy cuando Argentina debe emprender el fortalecimiento de la competitividad. Este no sólo será el necesario sostén del esfuerzo realizado, sino que generará crecimiento genuino más allá de la mera recuperación. Se pueden mencionar al menos tres ejes básicos de competitividad que deben avanzar para lograr que los acuerdos con otros países y promoción comercial den frutos sustanciales.

Impuestos y restricciones
En un mundo donde se observa el regreso de la política industrial y la fuerte aplicación de subsidios industriales y verdes en los principales países del mundo, Argentina no tiene margen para no avanzar esta vez seriamente hacia la norma internacional de “No exportar impuestos”. Algunos ele- mentos son:
Avanzar en la eliminación progresiva y fiscalmente sustentable de los derechos de exportación remanentes en forma definitiva, sin posibilidad de reposición.
Evaluar en profundidad y aplicar un nivel de reembolso adecuado que contemple todos los impuestos de los distintos estamentos del Estado y generar mecanismos inmediatos.
Cumplir la ley de IVA, sin restricciones como las que hoy aun prevalecen, y con inmediatez en la recuperación.
Facilitación del comercio
Múltiples países están buscando reducir el “Red Tape”, y avanzando en la digitalización en las operaciones de comercio exterior. En este marco, los sectores público y privado debemos conjuntamente identificar y atacar cada uno de los puntos críticos que generan costos innecesarios.
Logística e infraestructura
Teniendo en cuenta la restricción geográfica de Argentina, su lejanía a los principales mercados globales y su extensión territorial los puntos de acción son múltiples. Sin embargo, es posible adelantar beneficios mediante el uso de acuerdos existentes y facilitar las operaciones.
No hay forma de minimizar la importancia del trabajo técnico conjunto del sector público y el privado. La experiencia de los países más competitivos lo demuestra. Esa debe ser la forma de navegar hacia un futuro mas próspero.
