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La historia celosamente ocultada
Richard Leslie RAMSAY
Editor | Director
Revista Desafío Exportar
Corresponsal de Guerra Naval.
richardleslieramsay@gmail.com
ISLAS MALVINAS, un error humano que costó muy caro… Mucho se ha hablado y escrito sobre el conflicto de las Islas Malvinas que terminó en una guerra que perdimos, y con ella un retroceso enorme en las negociaciones con Inglaterra para recuperarlas. Dicen que todo tiene límite en nuestra vida excepto la estupidez humana, y algo de cierto debe haber en ello.
Hace pocos días hubo actos, homenajes, conmemoraciones y hasta festejos, del 2 de abril fecha que debía ser recordada como el Día del Pedido de Perdón, para 649 combatientes argentinos que murieron combatiendo por una guerra que no buscaron motivada en un error de estupidez humana. Del total de fallecidos un 70% del total de fallecidos eran conscriptos recién incorporados para cumplir con el servicio militar obligatorio. 391 Hombres de la Armada, 194 del Ejército,55 de la Fuerza Aérea, 7 de Gendarmería y 2 de Prefectura.
Muy pocos saben que el conflicto comenzó antes de esa fecha, ni los motivos por qué los que se inició el conflicto. Casi todos aceptan sin cuestionamientos que fue una decisión militar para recuperarlas, cuando la historia es otra y que difiere de la creencia popular. Esa fue una falacia aprovechada políticamente.
La historia comienza con un empresario dedicado a la industrialización de “chatarra” y naviero que operaba un buque en nuestro país para la recuperación de los cables de comunicación, ya que antes no existía el wi fi, internet o comunicaciones instantáneas con cualquier lugar del mundo. Antes cables submarinos unían continentes y las comunicaciones telefónicas y telex se hacían por medio de este cable, cuando eso quedó en desuso un inteligente y hábil empresario compró los derechos y se dedicó a recuperarlos y usar el acero y cobre la construcción, El empresario en cuestión se llama Constantino Davidoff y entre sus actividades estaba el “pescar los cables submarinos “de telefonía y comunicaciones entre Argentina y el mundo, que habían quedado obsoletos. El cable era enganchado y subido a bordo de un buque donde se hacían rollos, que una vez desembarcados, en la planta de Davidoff se separaba el recubrimiento y se utilizaba el cable de acero enderezado para construcciones de casas y departamentos, y el cobre se lo fundía y vendía a empresas que lo reutilizaban. Una nota amplia sobre todo el trabajo de recuperación lo escribí en el semanario INDUSTRIA NAVAL y en la revista mensual ACTIVIDAD NAVIERA. A la sazón la empresa RYAN de origen británico se dedicaba a la caza e industrialización de las ballenas y tenía una factoría trabajando a pleno en la isla GRITVIKEN donde se industrializaban las ballenas capturadas para la industrialización de aceites y otros usos. La factoría contaba con un pueblo estimado en 2000 personas y con talleres completos para el mantenimiento de la “ciudad” en su conjunto. Todo de manejaba en los carriles normales y comunes cuando llegó la orden de evacuar la isla. Una decisión internacional que tornaba la caza de la ballena en delito y ya no se podía comerciar más ni el aceite ni subproductos.
Grivitken se evacuó llevando los colonos las cosas indispensables y recuerdos. La isla quedó deshabitada.
CONSTANTINO DAVIDOFF, en contacto con Ryan y a sabiendas que allí podría haber materiales de su interés le compró los derechos del desguace de la isla por u$s 500.000 dólares. El contrato para llevarse lo que Davidoff había comprado tenía fecha de vencimiento. DAVIDOFF se encontraba pasando un mal momento económico y el tiempo pasaba y no había señales de iniciación de obras del desguace. A Davidoff le habían embargado el avión, el auto BMW y creo su casa, y corría el riesgo de perder los derechos sobre el desguace en Gritviken si no se llevaba a cabo antes de la fecha prevista. Davidoff y yo teníamos el mismo abogado, el doctor MIGUEL POTENTE.
Potente me llama y me dice que me quiere presentar a una persona. Fui a su oficina a la hora convenida y me presenta a Davidoff y me cuenta su problema. Se acercaba la fecha para que venciera el contrato, y Davidoff ya había querido contratar a navieras para hacer el transporte, pero todos le pedían adelantar el pago para el armado del buque, dinero que obviamente Davifoff no tenía.
El doctor Potente me dice; vos, ¿que estás en el tema marítimo podrías hacer algo? Después de varias gestiones conseguí un buque y el armador dispuesto a ir “a la parte” de todo lo que se transportara hasta tierra firme.
Ryan, un empresario naviero que se dedicaba a la caza y elaboración de aceite de ballena y subproductos, estaba instalado en Grivitken y constaban con un taller completo para la reparación y mantenimiento de la “ciudad” y los buques pesqueros. Había en ese momento dispuestos para ser parte del rescate dos buques abandonados, dos lanchones cátcher y un buque semi factoría; tornos, fresadoras y todo el herramental necesario para mantener tanto la “ciudad” como a los buques en buen funcionamiento, tanques de acero inoxidable cargados de aceite de ballena, decenas de metros de cadena naval, entre todo lo que pueda imaginarse. Casas abandonadas de un día para otro para albergar 2000 personas.
Vuelvo al tema del transporte. Conseguí el buque de propiedad de amigos míos que aceptaban el riesgo de ir “a la parte” que lo tenían por razones de conveniencia bajo el pabellón uruguayo. Contando ya con el transporte, fui a ver al almirante Carlos Noé Guevara a la sazón secretario de intereses marítimos y al capitán de navío, Ormaechea, director de Marina Mercante, para pedirles que, a los efectos de no entorpecer la operación se considerara todo lo rescatable como de origen argentino. Un tema un tanto difícil, pero de alto valor estratégico que la Armada lo entendió inmediatamente y en menos de una semana tenía la respuesta; aduana no pondría objeciones. El almirante Guevara acompañaba la gestión, pero con una condición imposible de soslayar: la bandera del buque por la Ley de Cabotaje tenía que ser argentina. Un paso adelante y dos para atrás.
Interín la Armada y la Prefectura pergeñaron un plan excelente. Las esposas de los operarios que estuvieran por tener familia, acercándose el mejor tiempo, tendrían familia allí y serían los primeros niños reconocidos argentinos nacidos en la isla Gritviken. Motivos para discutir pertenencia a la hora de presentar el tema en Naciones Unidas. Esto y que todo lo rescatado fuera considerado por la Aduana argentina como de origen argentino, un argumento muy interesante.
Constantino Davidoff, urgido por necesidades económicas había llegado a un acuerdo con el banco Juncal, vendiendo la mitad del proyecto. Cuando me lo comunican mi razonamiento fue; no tengo contrato, todo lo que hice fue de palabra y por amistad, así que habiendo un banco de por medio a mi no me iban a reconocer como socio, así que volví a mi oficina junté todo el material que tenía armé una carpeta y se la di a Davidoff renunciando al proyecto
La carpeta contenía todo sobre los materiales a desguazar, fotos, comentarios y una recomendación especial: “quien baje a la isla debe hablar un perfecto idioma inglés ya que habría allí entre siete y diez científicos haciendo estudios. Explicar los motivos de la presencia del buque y la gente para trabajar. No llevar a cabo ninguna actitud que pudiera ser mal interpretada como agresiva”. Este punto lo consideraba muy importante, ya que en la Antártida de visita a los emplazamientos de la Armada (alguno deshabitado), además de los tripulantes los tripulantes del buque “PRINCESS”, un buque viejo que fuera utilizado para la recuperación de cadáveres de soldados norteamericanos fallecidos durante la segunda guerra mundial, y reacondicionado como buque para cruceros de turismo, pero no para ir a la Antártida; no tenía doble caso, su casco no estaba reforzado, un verdadero peligro si hubiéramos tenido que enfrentar una tormenta con desprendimientos de icebergs. Sumaron a algunos a unos tripulantes pertenecientes al sindicato del SOMU ya que el buque estaba contratado para hacer varios viajes desde Tierra del Fuego a la Antártida, en el buque se hablaba idioma griego, así que tener tripulantes que hablaran castellano era importante. Ni bien pisaron tierra los tripulantes argentinos levantaron un mástil, subieron una bandera y cantaron el himno. De regreso a bordo y tomando una copa en bar les pregunté que fue lo hicieron. Fuimos los primeros en pisar tierra argentina y podríamos ser considerados colonizadores, fue a respuesta, más o menos que habían tomado en nombre del país y su soberanía la Antártida. ¿Ustedes saben que hubiera sido lo mismo que tomar Plaza Mayo, Once o el lugar que se les ocurra? Bajaron en territorio argentino, es una base de la Armada Argentina. Quedaron asombrados, no tenían idea. Esta anécdota tiene especial relación a lo sucedido después con el desembarco en Grivitken En base a esta experiencia fue mi especial recomendación.
Davidoff se siguió moviendo, pero ya con elementos muy favorables toda vez que contaba con el apoyo de la Armada y Prefectura debido a mis gestiones, y que lo que se rescatara sería considerado argentino. El buque que yo había conseguido era argentino, pero con bandera uruguaya, por lo tanto, no cumplía con las exigencias de la Ley de Cabotaje. Davidoff ya con todas las dificultades allanadas consiguió que Transportes Navales destinara un buque para el operativo ¿Qué hicieron los trabajadores contratados para el desguace?
Calcaron lo sucedido en la Antártida. No bajó nadie que hablara inglés, montaron un mástil, izaron la bandera argentina, no intentaron tomar contacto previamente con ningún científico que estaba en la isla, para explicar los motivos por los porque estaban allí. Nada. Mis consejos y recomendaciones fueron ignoradas. Les había dejado por escrito que estaban viviendo entre 8 y 10 científicos y de distintas disciplinas, que cumplían su misión y que regularmente eran reemplazados por otros para seguir investigando; agua, vientos, clima, especies, etc. Que era de vital importancia tomar contacto con ellos previamente a cualquier movimiento. Como era de imaginar, los científicos al ver el desplazamiento de tanta gente, se comunicaron con el gobernador de las Islas Malvinas y dijeron “Nos están invadiendo…” Inmediatamente el gobernador de la Isla llamó a Londres dando su versión de lo ocurrido. Londres se comunica con el buque militar que acababa de dejar el puerto de Buenos Aires, el “Endurance” que recalaba de visita como ocurría regularmente, como signo de amistad. El capitán del “Endurance” recibe la noticia que argentinos invadieron Grivitken y que van por Malvinas, y desde Londres Margaret Thacher ordena al capitán, disponga todo para desalojar Gritviken.
Uno de los puntos que recalqué en mis recomendaciones fueron ignoradas y tal como sucedió en las Bases Antárticas cuando desembarcaron del “Princess”, se repitió la historia, pero con que distintas consecuencias. El General Leopoldo Fortunato Galtierieri a la sazón presidente de la Junta quiso utilizar en beneficio propio los error propios y ajenos, y le dio al episodio su tinte personal como una acción para recuperar las islas Malvinas lo que pensaba que el sentimiento argentino lo perduraría en el poder.
Hasta aquí mi vivencia, lo demás es de dominio público…


