

de Guatemala
Guatemala es un país de ingreso medio-alto y la economía más grande de América Central, por población y actividad económica. En 2021, su población superó los 17 millones y su producto interno bruto (PIB) total y per cápita fue de US$86 mil millones y US$5,025, respectivamente. El país ha experimentado un ritmo estable de crecimiento (3,5 por ciento en promedio durante el período 2010-2019), respaldado por una gestión fiscal y monetaria y una postura macroeconómica prudentes.

Luego de un fuerte repunte en 2021 (8 por ciento), la economía de Guatemala creció aproximadamente un 4 por ciento en 2022, impulsada por el consumo privado, la inversión y el consumo público. Se espera que el crecimiento del PIB se desacelere a 3,2 por ciento en 2023.
Aun así, el país enfrenta importantes desafíos de desarrollo: las tasas de pobreza y desigualdad de Guatemala se encuentran entre las más altas de la región de América Latina y el Caribe (ALC), debido a la existencia de una numerosa población desatendida, en su mayoría rural e indígena y empleada en el sector informal.
Un estado pequeño e ineficaz, la falta de educación y oportunidades laborales y los frecuentes eventos naturales adversos son algunos de los factores clave que han contribuido a la pobreza en Guatemala. Las simulaciones para 2019 sugieren que alrededor del 54 por ciento de la población estaba ese año por debajo del umbral de pobreza, solo un poco por debajo del 55,4 por ciento en 2014, la última estimación oficial de pobreza.
El aumento significativo de las remesas y el crecimiento económico sostenido observado entre 2014 y 2019 contribuyeron a la reducción de la pobreza, pero la disminución de los ingresos laborales (en todos los niveles educativos) frenó el progreso. Durante este período, se estima
que la desigualdad aumentó de un Gini de 0,483 a 0,541, manteniéndose alta según los estándares mundiales.
La crisis de la COVID-19 elevó la incidencia de la pobreza al 59 por ciento en 2020. El aumento habría sido mayor si no hubiera sido por la respuesta expedita del gobierno al expandir la red de protección social para mitigar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia. Se espera que la pobreza disminuya al 55,2 por ciento en 2023 y al 54,2 por ciento en 2024, mientras que la desigualdad se mantendrá alta.
El Índice de Capital Humano (HCI, por sus siglas en inglés) de Guatemala aumentó de 0,44 a 0,46 entre 2010 y 2018, pero el puntaje general del HCI del país sigue estando muy por debajo del promedio de ALC. Un HCI de 0.46 indica que se esperaría que un niño nacido en Guatemala en 2018 alcance solo el 46 por ciento de lo que habría sido su productividad de por vida si hubiera disfrutado de una educación completa y plena salud. Los indicadores de capital humano son bajos entre los pueblos indígenas y afrodescendientes, que representaban alrededor del 45 por ciento de la población en 2018.
La tasa de desnutrición de niños menores de cinco años en Guatemala (47 por ciento) se encuentra entre las diez más altas del mundo. A pesar de los esfuerzos recientes del gobierno para priorizar las intervenciones en la primera infancia, la tasa de retraso en el crecimiento sigue siendo particularmente alta y podría empeorar en un contexto de inseguridad alimentaria y precios elevados de los alimentos.
Los eventos naturales adversos han anulado los logros obtenidos en capital humano, destruido la infraestructura, reducido la producción agrícola, intensificado la inseguridad alimentaria, propagado enfermedades e interrumpido la prestación de servicios esenciales. Estimaciones recientes sugieren que los huracanes Eta e Iota en 2020 causaron pérdidas relacionadas con la infraestructura cercana al 0,56 por ciento del PIB.
Guatemala, sin embargo, tiene un enorme potencial para generar crecimiento y prosperidad para toda su población. El país es rico en recursos naturales, es uno de los países megadiversos del mundo, posee riqueza cultural y tiene una economía diversificada y con proximidad a Estados Unidos, lo que ofrece importantes oportunidades de turismo y de “nearshoring”(deslocalizacióncercana).
Aprovechar esta riqueza potencial requerirá que Guatemala brinde efectivamente servicios a su población, como salud, educación, gestión de riesgos de desastres e infraestructura, mientras amplía gradualmente las fuentes de ingresos fiscales. La construcción constante de las credenciales ambientales, sociales y de gobernanza también ayudará al país a atraer una mayor inversión extranjera directa y tener acceso de manera más efectiva a los mercados de capitales globales.
EMPLEO
Es el trabajo realizado en virtud de un contrato formal o de hecho, por el que se recibe una remuneración o salario. El salario nos permite mantener un nivel de vida digna, decorosa y de bienestar del grupo familiar para cubrir las necesidades básicas como salud, alimentación, vivienda, vestuario, educación, etc.
SUBEMPLEO
El subempleo es la situación que se produce cuando una persona capacitada para una determinada ocupación, cargo o puesto de trabajo no está ocupada plenamente sino que toma trabajos menores en los que generalmente se gana poco. También ocurre en algunas empresas donde la persona comienza con un cargo menor y después se capacita y se titula.

Salario: El concepto del salario ha evolucionado con el progreso y hoy constituye uno de los problemas más complejos de la organización económica y social de los pueblos. Los desequilibrios de salarios son capaces de provocar las más graves perturbaciones (huelgas, alzamientos, revoluciones, etc.). Más de los dos tercios de la población mundial dependen, para su existencia, de las rentas que el trabajo por cuenta ajena les proporciona.
FUERZA DE TRABAJO EN AMBOS SEXOS:
De las 6.9 millones personas ocupadas en el país, alrededor de 2 millones 566 mil son mujeres, lo que equivale al 37% del total, según la más reciente Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos (ENEI) correspondiente al 2022.
Al referirse a la incidencia por sexo y dominio o área de estudio, el informe indica que en el área urbana metropolitana el 8.2% son mujeres y 11.1% son hombres; en el resto urbano, 10.7% es mujer y 15.7% es hombre; en tanto que en el área rural, el 18.3% es mujer y el 36.1%, hombres. Además, el 35.3% de las mujeres desempeñaba un cargo directivo en 2022.
Cada vez se evidencia más la participación activa del género femenino en la economía, pero persisten varios desafíos, como el hecho de que la mayoría desarrolla su trabajo en la informalidad, además de que ganan menos que sus pares masculinos.
FUERZA DE TRABAJO INFANTIL EN GUATEMALA

El trabajo infantil sigue presente en la sociedad. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), más de 160 millones de niños y niñas en el mundo son explotados. En Guatemala, cerca de 900.000 menores realizan algún tipo de trabajo, lo cual representa el 17% de esta población.

Este 2021 ha sido declarado por la Asamblea de las Naciones Unidas como el Año Internacional para la erradicación del Trabajo Infantil. Para ello, la organización invitó a los Estados Miembros a “adoptar medidas inmediatas y eficaces para erradicar el trabajoforzoso”.
El trabajo infantil priva a los niños de su potencial y dignidad, lo cual les impide tener una infancia plena. Esto es algo perjudicial para su desarrollo físico y mental. Además, interfiere con la oportunidad de asistir a la escuela y acceder a
una educación de calidad.¿Cómo puede ser el trabajo infantil?
En sus formas más extremas, el trabajo infantil implica que los niños sean esclavizados, separados de sus familias, expuestos a graves peligros y enfermedades.
Muchos niños en la actualidad son abandonados a su suerte en las calle y estos se ven obligados a trabajar, según la OIT esta es una de las formas de explotación infantil.
Determinadas formas de “trabajo” puedan denominarse “trabajo infantil” depende de la edad del niño, del tipo y las horas de trabajo realizadas, de las condiciones en que se lleva a cabo y del país donde esté viva.
ÍNDICE DE DESARROLLO HUMANO EN GUATEMALA
El desarrollo humano tiene que ver con la ampliación de las oportunidades para que cada persona pueda vivir una vida que valore. Para ello, es fundamental desarrollar ciertas capacidades humanas básicas que permiten que las personas puedan cumplir cabalmente sus objetivos personales y colectivos. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) sirve para medir y evaluar esas capacidades, está compuesto por indicadores de educación, salud y nivel de vida que, mientras más se acerca a 1, mayor es el desarrollo humano del país o territorio al que se refiere.

En 2019, última medición realizada antes de la pandemia del COVID-19, ese índice alcanzó un valor de 0.663, que lo coloca ligeramente por encima del índice promedio de los países de desarrollo humano medio y bastante por debajo del nivel prevaleciente en América Latina y el Caribe.
En cuanto a las diferencias entre hombres y mujeres, Guatemala tiene según los datos de 2019 desigualdades de género en desarrollo humano y en empoderamiento por encima de los promedios regionales y mundiales. En el caso del índice de desigualdad por género (IDG) del PNUD, el país tiene el valor (0.479) más alto de América Latina. Esas desigualdades son particularmente importantes en el ámbito económico, tanto en el ámbito de los ingresos como de la participación laboral, en las condiciones marcadamente desfavorables que enfrentan las mujeres en salud reproductiva y en la reducida participación de las mujeres en la política. Detrás de esos promedios, las desigualdades de género se refuerzan aún más en territorios y en poblaciones específicas. Hay personas que acumulan condiciones de desventaja de diversa naturaleza que les generan una vulnerabilidad agravada.