De la Urbe Urabá #3

Page 1


2 Análisis

Área Metropolitana de Urabá, ¿la cereza del pastel? La propuesta debe recoger voluntades políticas y superar un trámite en el que la última palabra la tendrían los habitantes de Urabá. Julián Villa Mosquera Estudiante de Comunicación Social–Periodismo julian.fvm@hotmail.com

D

e Urabá, se dice de todo: que está favorecida por su ubicación geográfica, que es una tierra fértil para la siembra de monocultivos y para la ganadería, que es una región muy rica y muy pobre; pero, sobre todo, que es “la mejor esquina de América”. Y es que, en el discurso de las últimas gobernaciones, Urabá aparece, casi obligatoriamente, como una región a la que hay que apostarle para impulsar el desarrollo de Antioquia. En la zona se viene gestando una cadena de proyectos que impulsaría su crecimiento económico y que busca posicionarla como epicentro del intercambio comercial nacional e internacional, como es la construcción de Puerto Antioquia, la ampliación de la Vía Panamericana y la construcción de la Zona Franca. Frente a ese panorama, algunas autoridades locales han pensado que la conformación de un Área Metropolitana sería “la cereza del pastel” que se requiere para generar sinergia entre los municipios y para favorecer el desarrollo de estos proyectos. Una idea que tiene detractores y defensores, pero cuya propuesta está en marcha. ¿Qué es un Área Metropolitana? La idea para el caso de Urabá fue socializada el pasado mes de febrero y cuenta con el apoyo, no solo de varios alcaldes de la región, sino también de la Gobernación de Antioquia y del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

Fotografías: De La Urbe

No. 03 Junio de 2016

La figura del Área Metropolitana se encuentra regulada por la ley 1625 de 2013. Se trata de una entidad administrativa de derecho público en la que se unen dos o más municipios organizados territorialmente para planear, promocionar y desarrollar proyectos que beneficien a quienes la conformen. Estas áreas tienen un municipio núcleo que vincula a los demás por dinámicas e interrelaciones territoriales, ambientales, económicas, sociales, demográficas, culturales y tecnológicas. El tema es visto con entusiasmo por algunos funcionarios, como el alcalde de Apartadó, Eliécer Arteaga, quien dijo apoyar la iniciativa. “Estoy totalmente de acuerdo con la creación de un Área Metropolitana en Urabá porque es la manera de que, conjuntamente, podamos empezar a jalonar el desarrollo más rápido para la región”. Por su parte, el representante a la Cámara, Wilson Córdoba, considera que sería una buena oportunidad para mejorar las condiciones de vida en la región. “Urabá pone 700 millones de dólares anuales, producto de la exportación de plátano y banano. En una región que tiene economía propia y un desarrollo que va acelerado, lo más importante es que se le garantice el bienestar a todos y que los servicios puedan estar regionalizados. La conformación del Área Metropolitana sería la vía para el desarrollo”, destacó. Sin embargo, otros tienen reservas sobre la propuesta. El secretario de Planeación y Ordenamiento Territorial del

mismo municipio, Juan David Cartagena, expresó que aún se requieren otros pasos en materia de integración, antes de que sea viable la creación de un Área Metropolitana. “Es que la asociación de municipios no está fortalecida institucionalmente. Solo algunos municipios del Eje Bananero están en ella. Otros, como Arboletes, Necoclí, San Juan y San Pedro de Urabá se encuentran aislados porque son municipios que están muy al norte. Los del sur han intentado entrar, pero tampoco lo han logrado. La asociación de municipios de Urabá está amarrada solo a los municipios del Eje Bananero”. Los requisitos y quiénes la integrarían Tal y como está planteada la propuesta, en un primer momento, el Área Metropolitana de Urabá estaría conformada por los municipios del Eje Bananero: Chigorodó, Carepa, Apartadó y Turbo. Lo anterior obedece a la cercanía que hay entre ellos con relación a otros municipios de la zona, así como al diálogo entre sus administraciones y con el gremio bananero. Es decir, se tendría en cuenta que, en la actualidad, sin conformarse aún el Área Metropolitana, ya hay correlación entre los municipios del Eje e incluso procesos de conurbación, como ocurre entre Apartadó y Carepa. Sin embargo, dirigentes sociales y políticos de otros municipios de la región han expresado interés porque sus localidades también sean tenidas en cuenta. Ese es el caso


Análisis

de Jorge David Tamayo, alcalde de San Pedro de Urabá, quien expresó su acuerdo con la iniciativa, pese a que su municipio no se encuentra contemplado en la conformación inicial: “Pienso que sería un avance positivo en el tema de desarrollo regional y vamos a trabajar fuertemente para que eso sea una realidad”. Por su parte, Carlos Castro, concejal de Mutatá, aseguró que no está de acuerdo con que la iniciativa involucre solo a los municipios del Eje Bananero. “No me parece conveniente. Siempre terminan ganando los municipios más grandes. En este caso, Turbo y Apartadó. Entonces, nosotros aportaríamos como municipio, pero todas las entradas llegarían a un municipio central. ¿Por qué si Mutatá es el municipio Puerta de Oro de Urabá, somos los últimos en realizar todas las acciones?”, señaló el concejal. En cualquier caso, la decisión definitiva no recae sobre las administraciones, sino que se requiere el cumplimiento de una serie de condiciones y, luego, la convocatoria a las urnas de los habitantes de los municipios que conformarían el Área Metropolitana. De acuerdo con la norma, el paso que sigue a la iniciativa —que puede ser presentada por los alcaldes, la tercera parte de los concejales de los municipios involucrados, un grupo de ciudadanos que sume por lo menos el cinco por ciento del censo electoral de los mismos municipios y el gobernador o los gobernadores departamentales—, es la presentación de un proyecto de constitución a la Registraduría Nacional del Estado Civil. En ese documento se debe precisar, como mínimo, los municipios que integrarán el Área Metropolitana, el municipio núcleo y las razones que justifican su creación. En caso de que la propuesta cumpla con los requisitos, la Registraduría deberá convocar a una consulta popular cuya fecha, en ningún caso, sería inferior a tres meses ni superior cinco, a partir de que se haya avalado la convocatoria. Finalmente, serán los pobladores de los municipios contemplados en la propuesta quienes tendrán en sus manos la última palabra. “Se entenderá aprobado el proyecto sometido a consulta popular cuando la mayoría de votos de cada uno de los municipios interesados sea favorable a la propuesta y la participación ciudadana haya alcanzado al menos la cuarta parte (25 por ciento) de la población registrada en el respectivo censo electoral de cada uno de los municipios intervinientes”. Aunque los pasos están claros, esa cifra del 25 por ciento de participación, que sería necesaria en la consulta, es una de las principales preocupaciones de los promotores,

3

pues la abstención que es usual en cualquier tipo de elección se vería reflejada también para este tema y, de esa forma, sería difícil que prosperara la iniciativa. Como alternativa para superar esa dificultad, Eugenio Prieto Soto, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, ha dicho que se podría tramitar en el Congreso una modificación en la ley, de forma que ese umbral de participación se ubique en el cinco o máximo en el 10 por ciento. Esas gestiones, según el funcionario, ya están en marcha. Los proyectos El Departamento Nacional de Planeación, con el Plan del Atrato Medio Darién, planea ejecutar proyectos por más de un billón de pesos en desarrollo productivo, conectividad, vivienda, desarrollo social sostenible y servicios públicos en 25 municipios de Córdoba, Chocó y el Urabá antioqueño. Esa sería solo una de las iniciativas cuya implementación se podría agilizar de conformarse el Área Metropolitana de Urabá. Sin embargo, para la dirigencia de la región, la creación de esa figura también podría impactar en otros asuntos prioritarios. “Creo que el principal proyecto que se podría desarrollar es en infraestructura, a la región le hace falta en todos los sentidos. También se podría trabajar en educación y salud”, dijo el alcalde de San Pedro de Urabá, Jorge David Tamayo. Por su parte, el secretario de Planeación y Ordenamiento Territorial de Apartadó destaca la posibilidad de avanzar en el sistema de acueducto regional que partiría desde los ríos de Mutatá y se extendería hasta Necoclí. “Todos los municipios quedarán abastecidos para cuando llegue el Fenómeno del Niño”, manifestó Juan David Cartagena. A su vez, el alcalde de Apartadó, Eliécer Arteaga, destacó las necesidades en materia de movilidad y agua potable, pero también la posibilidad de poner en marcha la construcción de un sendero peatonal que conecte a los municipios del Eje Bananero, desde Turbo hasta Chigorodó. Pero antes de pensar en lo que podría conseguirse si se crea esa figura de Área Metropolitana en la región, la propuesta tendrá que ganarse las voluntades políticas de quienes la miran con recelo porque aún temen que la unidad les reste autonomía. También, superar los trámites y todos los pasos que deben ejecutarse en el proceso. El camino no es fácil ni rápido y, por eso, aún falta para saber a ciencia cierta si tendrá la fuerza suficiente la propuesta de quienes consideran que conformar el Área Metropolitana de Urabá es ponerle al pastel la cereza que hace falta.

El desarrollo de la infraestructura y la gestión conjunta de la movilidad sería una de las tareas del Área Metropolitana de Urabá.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


4 Editorial

¿Cómo es la regionalización que queremos? Comité editorial: Patricia Nieto, Raúl Osorio Vargas, Gonzalo Medina Pérez, Heiner Castañeda Bustamante, Jorge Alonso Sierra, Luis Carlos Hincapié. Dirección: César Alzate Vargas Dirección edición regional: Juan David Ortiz Franco Edición y colaboración regional: Wilmer Vera Zapata Equipo de redacción: Sebastián Puerta, Jhoselin Guerrero, Aura María Estrada, Julieth Flórez, Lina María Arias, Rossy Vanessa Caicedo, Gladys Seña, Zulay Martínez, Edwuin Solar, Sergio Gutiérrez, Karen Katherine Vinasco, Juan Pablo García, Dayana Martínez, Camila Cárdenas, Daniela Torres, Sara Noches, Gildardo Bueno, Carolina Ibáñez, Alejandra Machado, Julián Villa, Sindy Hoyos, Karen Bejarano, Kelly Durango, Enrique Mena, Daniela Valbuena, Jenifer Henao, Dorian Acero, Kateherine Tordecilla, Nubia Cecilia Prestán, Alba Ruiz. Corrección de estilo: Alba Rocío Rojas Diseño gráfico: Sara Ortega Ramírez Ilustración y Caricatura: Daniela Valbuena Impresión: La Patria, Manizales Circulación: 2.500 ejemplares Sistema Informativo De la Urbe Coordinación General y de Radio: Luis Carlos Hincapié Coordinación Televisión: Jorge Alonso Sierra Coordinación Digital: Walter Arias Coordinación Especiales: David Santos Gómez Coordinación Semillero de Periodismo Investigativo: Pedro Nel Valencia Calle 67 N° 53-108, Ciudad Universitaria, of. 12-122 Tel: (57-4) 219 5912 delaurbe.udea.edu.co delau.prensa@gmail.com facebook.com/sistemadelaurbe twitter.com/delaurbe Medellín, Colombia Acorde a los postulados sobre derecho a la información y libertad de expresión consagrados en la Constitución Política y las leyes de Colombia, las opiniones expresadas por los autores no comprometen a la Universidad de Antioquia ni al Sistema Informativo De la Urbe. Universidad de Antioquia Mauricio Alviar Ramírez, Rector David Hernández García, Decano Facultad de Comunicaciones Deisy García Franco, Jefa Departamento de Comunicación Social

Tener comunidad académica en las regiones”. Esa fue la idea que expuso en abril el rector de la Universidad de Antioquia, Mauricio Alviar, en una entrevista para De La Urbe. Dijo que ese sería el punto de partida de un propósito más ambicioso: promover un esquema de descentralización que permita superar la lógica de que los programas académicos que se imparten en las sedes y seccionales son “llevados” de Medellín a las regiones. Ese mismo objetivo se expresa en el Plan de Acción Institucional 2015-2018. “Este nuevo modelo de regionalización supone crear paulatinamente comunidades académicas lideradas por profesores de planta, la creación y desarrollo de grupos de investigación y el impulso a procesos culturales que den línea a las posibilidades de desarrollo territorial. Se trata de transformar las realidades regionales desde las mismas regiones”, dice el documento que no es otra cosa que la hoja de ruta que guiará hasta dentro de dos años las decisiones administrativas en la Universidad. El propósito de fondo, de acuerdo con el mismo Plan, es que, con ese nuevo esquema de descentralización, la regionalización universitaria se transforme en “un motor del desarrollo territorial (…) debe asumir el liderazgo del Sistema de Educación Superior en Antioquia como estrategia para contribuir a la formación del talento humano de las regiones”. En ese contexto, la Seccional Urabá tiene una posición prioritaria. Así lo reconoce el Plan de Acción que propone para esa región, junto con Bajo Cauca, aumentar el número de profesores vinculados y crear estructuras académicas que permitan el trabajo interdisciplinario. Urabá tiene ese lugar, no solo porque fue aquí donde surgió el actual modelo de Regionalización, hace ya poco más de 20 años, sino porque sus perspectivas de futuro y también sus problemas siguen exigiendo la presencia activa de la Alma Mater. Ahora bien, como lo reconoce el propio rector, cumplir esos objetivos pasa primero por la necesidad de crear comunidad académica. Un reto que, por más relevancia que tenga en los planes estratégicos o en los discursos, se contradice con la realidad a la que se enfrentan los estudiantes ya matriculados y aquellos que apenas piensan en la Universidad de Antioquia como una alternativa. Algunos de los primeros experimentan las difíciles condiciones de infraestructura de una sede como la de Jesús Mora, en Turbo. Insuficiente en espacios y equipamiento, con dificultades de salubridad y con inundaciones cons-

Opinión

¡Mi Currulao tiene miedo!

Alba Ruiz Estudiante de Comunicación Social-Periodismo yarixey@hotmail.com

E

Número 03 Junio de 2016

Fotografía de portada: Enrique Mena

No. 03 Junio de 2016

tantes que impiden el desarrollo de las actividades propias de cualquier establecimiento universitario. Otros, también parte de ese grupo de los ya matriculados, encuentran en la Ciudadela Universitaria de Apartadó un espacio en condiciones óptimas para las actividades académicas, pero sin vida universitaria más allá de las clases. La Seccional, en su conjunto, se queda corta en la construcción de ambiente universitario. El deporte, la cultura y la interacción por fuera de las aulas parecen reñir con la regionalización. La situación para quienes conforman el segundo grupo, el de aquellas personas que apenas se proponen ingresar a la institución, tampoco plantea un panorama muy claro en la vía de construir esa anhelada comunidad académica. Por lo menos, eso es lo que se desprende del más reciente proceso de admisión: en Urabá, una región que supera los 500 mil habitantes, se ofertaron seis programas académicos; de ellos, solo dos serán presenciales y los cuatro restantes se desarrollarán en modalidad virtual. La ecuación es idéntica en Occidente, Magdalena Medio, Segovia y Amalfi. Entonces, las preguntas que surgen son: ¿se pueden construir comunidades académicas sin estudiantes?, ¿es posible fortalecer comunidades académicas en las regiones cuando en un municipio, como Apartadó, buena parte de las aulas de la nueva Ciudadela permanecen vacías mientras cientos de personas continúan esperando a que se ofrezcan los programas de sus preferencias?, ¿habrá comunidades académicas en contextos donde esperar o trasladarse a otras regiones no es una opción y, por tanto, las personas deben acoplarse a ofertas cada vez más limitadas? Por supuesto, la Universidad de Antioquia debe ser coherente con las vocaciones regionales, debe analizar el contexto y promover programas que dialoguen con las dinámicas propias de los diferentes territorios del Departamento. Debe ser un referente de transformación desde lo local en las regiones. Pero, en esa misma vía, todo ese proceso de reformulación del modelo de Regionalización que ahora se propone también debería ser la oportunidad para reflexionar sobre lo que implica que la Universidad, en muchas de las regiones, sea casi la única posibilidad de acceso a la educación superior para miles de personas. También para escuchar las voces de cientos de estudiantes y egresados que han encontrado en las aulas de las sedes y las seccionales un espacio para cualificarse para el trabajo; pero, en muchas ocasiones, no el escenario para desarrollar y enriquecer sus propios proyectos de vida.

scribir sobre Currulao, uno de los corregimientos más grandes de Colombia, no solo trae a mi cabeza un sentimiento de orgullo y lealtad; también revive los recuerdos de un pasado triste, que continúa en la mente de los currulaenses. Sería injusto negar que es la misma situación que vive gran parte del país. Sin embargo, el tiempo se ha convertido en la ruta de escape que le ha permitido a mi pueblo seguir, a pesar del miedo. Currulao es un corregimiento de Turbo, que cuenta con más de 22 mil habitantes y con muchos factores socioeconómicos y hasta geográficos que le han dado mayor significado, algunos dirían que “importancia”. Desde que nací, en plena década de los noventa, sé lo que representa el corregimiento para nuestro país, especialmente para nuestro municipio. Ha causado controversia: a muchos no les gusta escuchar ese cuentico de nuestra tal independencia. Que porque acá está la mayor producción bananera y platanera, que porque no estamos preparados para ser municipio, que porque no nos sentimos como verdaderos turbeños, que porque solo pensamos en separarnos. En fin, asuntos que han sido polémicos desde hace mucho tiempo, pero en los que tampoco quiero profundizar en esta columna y que solo menciono para contextualizar esa mezcla de olvido y sometimiento que ha padecido mi pueblo. Basta con recordar que hace unos cuantos años era peligroso decir: “Soy de Currulao”. Te podían tachar de guerrillero o de paramilitar. Y es que la historia de este corregimiento no es diferente a la de la región, puesto que Urabá, para muchos que no se han tomado la tarea de ver otros aspectos más que guerra y violencia, solo es sinónimo de masacres y tragedias. A Currulao le tocó gran parte de esas tristezas, ya que desde finales de los 80 fue la casa de todos los bandos de la guerra. En

un tiempo, tierra de guerrilleros, y en otro, la casa de los ‘paracos’. En esa época, la angustia parecía interminable: en cualquier momento estallaban las ráfagas de los fusiles y todos corrían a encerrarse en sus casas. No era conveniente salir a la calle. Se iba la energía y era una advertencia, se escuchaba en cualquier lugar: “Eso es que se va a prender la plomiza”. Y la angustia aumentaba cuando a los tiroteos los seguían las noticias que recorrían el pueblo: que mataron a Fulanito, que hicieron ir a Peranito, que adviértale a Menganito. Así era siempre. A Currulao lo rodeaba una atmósfera lúgubre, solo se hablaba de muertos. Los niños madrugábamos a buscar balas en las calles para hacernos collares; a veces encontrábamos cadáveres camino a la escuela. Algo así, muy simple para los que estábamos acostumbrados. Hoy me duele escribir esto, decir que era algo ‘simple’ para los que estábamos acostumbrados. Me duele más cuando recuerdo en mi casa el velorio de mi primo, al que mataron porque decían que le hacía favores a la guerrilla con el ‘chivero’ que manejaba. Recuerdo, cuando me visitaba y jugaba conmigo como si fuera mi padre, que me decía: “¡Yuli, vamos a jugar!” No puedo con esto, no quiero que esto le vuelva a suceder a más niños. Es difícil traer al presente el recuerdo del llanto de madres, hermanos, tíos, abuelos; ese llanto que se convirtió en la normalidad de mi Currulao. Ha pasado mucho tiempo. Ahora Currulao es un pueblo más tranquilo, pero lleno de recuerdos y temor. Este último sí que no nos abandona, pues los violentos se han encargado de recordarnos que en cualquier momento la historia se puede repetir. Que no nos vean por ahí en malos pasos, que no demos papaya. Porque ahora, si quiere estar tranquilo, hay que seguir las reglas de los que mandan, esas que dicen: “No queremos ‘pelaos’ mechudos, o los motilamos; no queremos ver grupitos en las esquinas tarde en la noche, o los aquietamos; no queremos ver viciosos ni ladrones, porque nosotros somos los que ‘limpiamos’”. ¡Mi Currulao tiene miedo!


5 Opinión

Tomás Corpas Díaz, el Poeta Campesino, no escribía poesía; él era la poesía

Nubia Cecilia Prestán Pérez Estudiante de Comunicación Social-Periodismo bella.ebano@gmail.com

E

n abril se fue la mirada brillante y apasionada de Tomás Corpas Díaz, el hombre que conoció las letras en la pizarra de ceniza, el fogón de su mamabuela, una mujer negra azul, de cabello liso y ojos cenizos, culisa, “cruce de mala gente”, como él mismo decía. Allí, en esa pizarra, le enseñaba su abuela, que nunca se preocupó por comprarle un cuaderno o llevarlo a la escuela. Sin embargo, era una mujer que conocía la literatura, a quien le gustaba leer, escribir y también quiso dejarle algo de eso al niño que, luego, sería conocido como el Poeta Campesino. María de Jorge Isaacs y La Vorágine de José Eustasio Rivera fueron las primeras lecturas que su abuela le dio a conocer para que explorara el mundo de las letras. A sus doce años, construyó su primera poesía, La pobreza, un escrito cargado de emotividad, eran fragmentos de su vida relatados en rimas, que al ser proclamados dejaban emanar el dolor y el sufrimiento de un pequeño que anhelaba ir a la escuela. Ocho meses antes de su muerte, hablé con él. En medio de la conversación, recordó esa poesía y mientras terminaba de declamarla, su primer paso en las letras, una lágrima bajó por su mejilla y dijo con la voz entrecortada: “Para entonces, solo les interesaban mis servicios: el machete, el hacha, la espina, la culebra”. Sus ojos parecían saltar de su cuerpo mientras recordaba su niñez en la que, a pesar de las madrugadas constantes para labrar el campo, nunca dejó de lado su verdadera pasión por la poesía. En sus 82 años, escribió dos libros: Urabá también es poesía, y Deslindar ficción de realidad de Cien Años de Soledad, obra en la cual propone una interpretación con códigos cifrados que aparecen en el libro de Gabriel García Márquez. También, fue partícipe de un tercer libro, Mar de letras, en donde aparecen algunas composiciones suyas. No ostentaba títulos ni cartones. Era autodidacta, pero su corazón de poeta y su empeño por las letras lo llevaron a recibir diversos reconocimientos. En 1994, el Concejo municipal de Turbo lo destacó por su aporte significativo a la cultura. Una década más tarde, la Corporación Festival de

Acordeones de Urabá Simón Simanca le hizo un homenaje al mérito por ser el autor del himno de Turbo. En 2010, la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia también lo homenajeó en el marco del Foro de Cultura Artistas Creadores de Urabá. Y en 2011, la emisora Antena Estéreo le otorgó la Antena de Oro al mérito cultural por su creatividad poética campesina, por sus letras con el color del campo y por su empeño en hacer cultura. Tomás Corpas, también compositor, que bajo la lluvia y el cantar de los pájaros se inspiraba para escribir al amor, a las mujeres, a la pobreza, a la naturaleza, al campesino, al capitalismo, a la paz, a la guerra, al pueblo y a la religión, construyó un legado no solo para su familia, sino para una región que siempre habrá de recordarlo. Más de 3.000 composiciones entre versos, poemas y poesías es el registro que deja este promotor de la literatura regional. Un hombre que vibraba al son de sus interpretaciones y que cargaba de contenido e historia cada una de sus líneas poéticas. El Poeta Campesino reconocía que su muerte estaba cerca; sin embargo, guardaba una tranquilidad infinita porque había logrado cumplir con una de sus misiones: que sus hijos y sus nietos asistieran a la escuela, eso que a él le había sido negado. Por eso, la única respuesta que tenía cuando se le preguntaba por la muerte era uno de sus versos: …Me preguntan los amigos ¿cuándo mueras pa’ dónde vas? Y, sonriendo, yo les digo: Adonde han ido los demás… …La materia indestructible será mi eterna morada, para mí es inconcebible lo de un alma condenada; pero allí no viviré, como persona pensante, porque me transformaré en suelo fertilizante. ¡Alma¡, ¿cuál es su color, tamaño, peso, figura? eso es un soplo, un vapor que acaba en la sepultura; alma es el soplo de vida que tiene todo viviente, peces, aves, fiera, hormiga, no solamente la gente. ¿Por qué el ser inteligente vive así tan engañado?, es por miedo a la muerte que otra vida le ha inventado; pero allá en lo más profundo del hombre, en su fuero interno, sabe bien que de este mundo no pasará a un cielo eterno…

De sueño americano a pesadilla urabaense

Turbo se ha convertido en un destino frecuente por estos días y no, ciertamente, por tratarse de un gran atractivo turístico. Cientos de migrantes están varados en ese municipio por la decisión de Panamá de cerrar su frontera para los indocumentados cubanos. Como dicen por ahí, “la vuelta se les cayó”. El problema humanitario se agudiza, a pesar de que más de una vez se escucharon los anuncios de la crisis que podría desatarse. Las autoridades no tomaron medidas a tiempo y ahora una bodega del Barrio Obrero es la nueva morada de esos turistas obligados que, solo gracias a la solidaridad de algunas personas, encuentran allí por lo menos un espacio seguro y con alimentos, con la esperanza de no ser deportados y poder continuar su viaje.

Muerte tras muerte, ¿Carepa seguirá siendo “municipio modelo”? Carepa, el “municipio modelo de Urabá”, está enfrentando un fenómeno que nada tiene que ver con ese apelativo: en una sola semana de mayo fueron asesinados cinco jóvenes, y los enfrentamientos continúan. En la localidad se habla de dos posibles causas. La primera, enfrentamientos a machete limpio entre integrantes de pandillas. La otra, la reactivación de la mal llamada “limpieza social” en contra de los mismos pandilleros. Las medidas para enfrentar lo que ocurre no se pueden seguir aplazando, para que no tengamos que hablar luego de otra “generación perdida” en Urabá.

La salud de Salud

El 27 de mayo, Diego D’ Pablos, periodista de Noticias RCN, y el camarógrafo Carlos Melo recuperaron su libertad en medio de un moderado boom mediático. Salieron de su cautiverio en el Catatumbo unas cuantas horas después de la liberación de la también periodista Salud Hernández, cuyo secuestro —en las primeras horas se hablaba de desaparición— cubrían para el medio en el que trabajan. Los tres reporteros fueron secuestrados por el ELN, pero a pesar de los esfuerzos de medios y autoridades porque esta vez no se percibiera así, el protagonismo se lo robó el caso de la periodista colombo española. Si existió ese desequilibrio con dos empleados de un medio nacional, ¿a qué se someten quienes ni siquiera salen frente a las cámaras? En el Catatumbo y en muchas otras regiones del país cientos de periodistas locales enfrentan amenazas, intimidaciones y retenciones. Eso casi nunca salta a los titulares ni se ofrecen recompensas. Lo mismo pasa con los ciudadanos que están sometidos a presiones permanentes: Henry Pérez, un líder campesino de esa región, lleva casi cinco meses desaparecido y nadie ha desplegado un operativo para buscarlo. En Colombia siguen existiendo víctimas de primera y de segunda.

Urabá y su mar de contrariedades La infraestructura para educación superior en Urabá se ha fortalecido en los últimos años. Lo contradictorio es que, a pesar de las estrategias de inclusión, muchos de quienes ingresan a instituciones como el Sena o la U. de A., desertan, no se gradúan, y algunos hasta ingresan a más de cuatro carreras solo por recibir subsidios. Como si fuera poco, muchos de los estudiantes que sí culminan su ciclo de formación, abandonan la zona por la escasez de ofertas laborales. Mejor se van o desisten de su esfuerzo porque se les niegan alternativas en este mar de oportunidades que no alcanza ni a mojarlos.

Business are business Menos de un mes tuvo que esperar el Centro Comercial Nuestro Urabá, tras su inauguración en noviembre pasado, para que una ruta del servicio de trasporte público de Apartadó saliera unos 300 metros del casco urbano, exclusivamente, para dejar a sus visitantes en las mismísimas puertas del complejo comercial. Loable. Lo paradójico del asunto, es que ni el barrio El Salvador, uno de los más antiguos del municipio, ubicado justo en frente del centro comercial, ni los más de 600 estudiantes que desde hace un año y medio recorren semanalmente ese mismo trayecto (y unos 200 metros más hasta la sede de la Universidad de Antioquia), son beneficiarios de un servicio similar. ¿Qué pensarán los dueños de las rutas de buses, colectivos y chiveros?, ¿por qué no se darán cuenta que devolver a las personas a sus casas o llevarlas a estudiar es tan importante como sacarlas a hacer compras? Business are business.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


6 Seguimiento

Hasta que le apareció doliente a la vía hacia el Aeropuerto Después de cuatro años, y pese a que persisten los enredos jurídicos, la vía hacia el Aeropuerto Antonio Roldán Betancur fue sometida a mantenimiento. Fotografía: De La Urbe

Jenifer Andrea Henao Osorio Estudiante de Comunicación Social - Periodismo jeniferandreahenao@gmail.com

T

uvieron que pasar cuatro años para que una de las vías más importantes de la zona bananera de Urabá fuera sometida a mantenimiento. La carretera que conduce al Aeropuerto Antonio Roldán Betancur fue entregada a la comunidad en un primer tramo luego de que se reparcharan algunos trayectos que la tenían convertida en una trocha difícil de transitar. La inversión, en esta oportunidad, fue cercana a los 800 millones de pesos que, de acuerdo con Juan Camilo Restrepo Gómez, presidente de Augura, se dividieron en cerca de 600 millones de pesos aportados por el gremio y 200 más, por la Gobernación de Antioquia. “El gremio bananero aglutinado en Augura, consciente de la importancia que tiene para la competitividad en la exportación del banano, desde hace más de 30 años ha realizado con recursos propios, aportados por productores y comercializadores, los trabajos de reparcheo, construcción de puentes, ampliación y mantenimiento de bermas”, expresa el presidente de Augura. Por el momento, finalizaron los trabajos en un primer tramo de ocho kilómetros, hasta la entrada del Aeropuerto, aunque el gremio bananero asegura que continuará labores en el tramo restante entre la terminal aérea y el embarcadero de Zungo. Sin embargo, el hecho de que la vía haya sido intervenida, no quiere decir que se hayan resuelto los conflictos de competencias, que toman importancia cada vez que se deteriora y es necesario invertir en su reparación. En toda su extensión, la carretera comunica a la vereda Casa Verde con el corregimiento de Zungo Embarcadero, ambos en jurisdicción de Carepa. Sin embargo, una parte se encuentra en jurisdicción del municipio de Apartadó. A eso se suma que la vía es una servidumbre privada que fue construida, hace cerca de 50 años, por productores bananeros con el objetivo de transportar su producto. Además, según explica Augura, diferentes tramos de la carretera se encuentran ubicados dentro de predios particulares, lo que, en otras palabras, significa que la vía tendría decenas de propietarios privados. Ello ha conducido, según explica este gremio, a la necesidad de que se adelante un estudio jurídico de predios para establecer con claridad quiénes son los dueños de ese corredor. Esa situación ha creado un limbo, pues mientras los bananeros insisten en que no solo ellos se benefician de esa vía, las administraciones locales argumentan que no pueden invertir en un bien que está en predios de particulares. “En promedio, cada dos o tres años el sector bananero invierte recursos en estas vías que son vitales para nuestra actividad, pero es importante dejar claro que estos corredo-

No. 03 Junio de 2016

res viales desde hace muchos años vienen siendo utilizados por un flujo importante de usuarios que no están vinculados al sector”, afirma Restrepo. La puerta de entrada a Urabá, ¿y la comunidad? “Nosotros como comunidad somos los principales beneficiados por la intervención, pero no entendemos porque la vía fue reparchada solo hasta el Aeropuerto. Aunque la hayan mejorado, no basta. Sigue siendo muy peligrosa porque es muy angosta”, dice Yolanda Ortiz, presidenta de la Junta de Acción Comunal de la vereda Once de Noviembre, del corregimiento de Zungo Embarcadero. La posición de esta lideresa resume la preocupación de los pobladores que se ubican en los alrededores del embarcadero de Zungo, ubicado después del Aeropuerto y hasta donde, por ahora y pese al compromiso de Augura, no se ha hecho ninguna intervención. Esa inquietud coincide con la que expresó a finales de marzo el alcalde de Carepa, Ovidio Ardila, en la visita que hicieron a la región el gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, y el vicepresidente, Germán Vargas Lleras, para inaugurar la repav i mentación de la pista del Aeropuerto. “Acaban de concluir unas obras en las cuales se taparon los huecos, pero todos sabemos que es una vía muy angosta, con muchas curvas, poca visibilidad: es una vía sumamente peligrosa. Hemos venido hablando con el director de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), el doctor Luis Fernando Andrade, y estamos trabajando

para que construyamos una vía como debe ser, en unas condiciones óptimas para estar al servicio de nuestra región”, dijo el alcalde de Carepa en esa oportunidad. Dicha petición pretende que las autoridades departamentales y nacionales se vinculen con un proyecto más ambicioso para mejorar las condiciones de movilidad desde y hacia el Aeropuerto. Mientras tanto, cada vez que la vía amenaza con volverse trocha, reparchar es la opción que les queda a los pobladores de las zonas que dependen de la vía y a los transportadores de carga y de pasajeros que se movilizan entre el terminal aéreo y el embarcadero.


Oficios

7

Antes de botar esto a la basura,

léalo

Miles de toneladas de desechos se producen cada semana en Urabá. Además de los residuos que van al Relleno Sanitario, otros son recuperados y reutilizados. Dorian Acero Katherine Tordecilla Estudiantes de Comunicación Social–Periodismo dorianacero@hotmail.com / katherinej1405@gmail.com

C

uando el Relleno Sanitario El Tejar, ubicado en Turbo, cierre definitivamente, habrá recibido más de 2 millones de toneladas de basura. Pero eso ocurrirá dentro de 50 años, cuando la vida útil del lugar adonde van los desechos de más de 500 mil habitantes de Urabá haya terminado. Mientras eso ocurre, ¿qué sucede con lo que se desecha? Aquellos residuos que miles de personas desperdician a diario en el trabajo, el hogar, las instituciones, la finca o las tiendas, se dividen en dos: orgánicos e inorgánicos. Los primeros van a El Tejar, el destino final de los desechos orgánicos de nueve municipios de Urabá: Apartadó, Arboletes, Carepa, Chigorodó, Mutatá, Necoclí, San Pedro, San Juan y Turbo. Allí, los residuos pasan por un tratamiento de trituración y disposición en la tierra, de forma que ocupen el menor espacio posible y se descompongan sin generar mayores impactos en el medio ambiente. Francisco Ospina es ingeniero de Futuraseo, la empresa encargada de la operación del relleno sanitario. Explica que esa compañía y sus empleados están capacitados y cuentan con la autorización de las autoridades ambientales para encargarse de la disposición controlada de las miles de toneladas de residuos que ese lugar recibe cada año. De acuerdo con los registros de dicha empresa, cada día se disponen cerca de 300 toneladas de desechos recolectados en diferentes municipios de la región. Buena parte de ellos provienen de Apartadó y Turbo, las localidades más grandes de Urabá. El primero, con sus 183 mil habitantes, generó 42.413 toneladas en 2015. El segundo, por su parte, con 163 mil habitantes, generó 29.661 el año anterior. La separación de residuos Antes de que todos esos desechos lleguen al Relleno Sanitario, cientos de personas en todos los municipios de la región cumplen un papel que es clave en la recuperación de los materiales que pueden ser reutilizados. Esos residuos inorgánicos abarcan un amplio mundo e incluyen elementos como el cartón, el papel archivo (revistas, hojas de impresión o cuadernos), metal, vidrio, aluminio y plástico. Los recicladores, entonces, tienen la tarea de seleccionar en la basura, antes de la llegada de los carros recolectores, aquellos desechos que no solo tardarían mucho tiempo en descomponerse, sino que, además, tienen algún valor económico para ellos y para toda la cadena que trabaja en la recuperación de residuos sólidos. Devis Andrés Herrera, administrador de la Comercializadora de Reciclaje La Santa, de Apartadó, menciona que “por cada tonelada que se recicle, se dejan de talar 16 árboles”. Ese lugar que él administra es uno de los acopios adonde los recicladores venden los materiales recuperados. Luego, esos mismos desechos son seleccionados y vendidos nuevamente a la industria para que los reutilicen en diferentes procesos.

Se vive del reciclaje En la actualidad, de acuerdo con cifras de Futuraseo, cerca de 140 personas viven del reciclaje solo en el municipio de Apartadó. Aunque su actividad no está regulada ni cuentan con ningún beneficio laboral, su actividad sigue siendo importante para el medio ambiente y, además de ser su propio medio de subsistencia, constituye un aporte para la economía de la región. María del Carmen Perea, de 46 años, nació en Apartadó. A sus seis años quedó huérfana y su abuela se hizo cargo de ella. Es desplazada de la violencia en el corregimiento de San José de Apartadó y ha encontrado en el reciclaje el único medio para sostener a sus nueve hijos. Lo hace desde hace cuatro años y de esa forma ha logrado que sus seis hijos menores de edad continúen sus estudios. Todos los días se levanta a las 4:00 de la mañana, deja algo de comida para su familia y luego se pone en marcha para escarbar entre la basura de Apartadó y tratar de sacar dinero de lo que otros desperdician. “No me avergüenzo de mi trabajo, es mi forma de vida y estoy agradecida”, dice María del Carmen. Como ella, son muchas las personas que encuentran en la basura una forma de vida. Francia Armencia Pestaña es otra de ellas. A sus 56 años, y después de haber llegado a Apartadó, también desplazada por la violencia, vive de ese oficio que aprendió de una amiga. Fue ella quien le enseñó lo que necesitaba saber. No niega que fue difícil, pero, dice ella, como en cualquier actividad, hacerlo bien es cuestión de costumbre. “Ya tengo experiencia y cuando uno aprende, las cosas son diferentes”. Gracias a personas como ellas, la basura no siempre es basura y puede terminar donde menos se imagina quien la genera. Ahora bien, ¿ya sabe en cuál caneca irá esta historia? Fotografía: Dorian Acero

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


8 Portada

“Prefiero que me maten a que me deporten” Entre el primero de marzo y el 23 de abril de 2016, pasaron por Turbo más de 4.500 migrantes de Cuba, Nepal, China, India, Bangladesh, Haití, Somalia y otras naciones. El cierre de la frontera con Panamá para los cubanos agravó la crisis. Juliet Jiménez Estudiante de Comunicación Social–Periodismo thatiana.jimenez@udea.edu.co

L

poco su vida en la lejana provincia de Camagüey, en su país natal. Cuenta que tuvo una buena niñez, que logró estudiar y que obtuvo el título de ingeniero agroindustrial. Tiene tres hermanos, todos trabajadores; al hablar de ellos, resalta la humildad de su familia. Una lágrima recorre su rostro cuando se refiere a su hija y a su madre. Dice que ellas son el motivo por el que huyó de su país, del que él y muchos de sus coterráneos salen para buscar un mejor porvenir. “La gente está saliendo de Cuba por problemas con la economía, los salarios son bajos y no rinden para nada. No nos da para subsistir, por eso todos los cubanos estamos migrando: los médicos desertan de las misiones porque no alcanza el salario para vivir. Todo allá se compra con dólares y no pagan con dólares. Por ejemplo, un kilo de carne vale de cuatro a cinco dólares y los salarios son de 225 pesos. Cuando tú los conviertes, te quedan 20 dólares, entonces no se puede vivir así”, afirma Osveiar. Migración Colombia, entidad encargada del control migratorio, reporta que “en el año 2015 se detectaron un poco

a encontraron recostada, como dormida. Los ojos plácidos, cerrados; una rama como almohada y por lecho, la inmensa selva del Urabá chocoano. Vestía una camisa a rayas, con cuello y mangas, y unos zapatos Converse empantanados. Por su cabello recogido en cola de caballo, millares de insectos trepaban su cuerpo para hacerlo su alimento. No llevaba papeles. Nadie sabía su nombre, aunque se presumía que era cubana. La mujer, de unos 50 años, seguramente salió de su país natal con muchos sueños en una mochila y más miedos en el corazón. Pero encontró la muerte buscando la libertad. Su sueño americano terminó en una tierra tan caliente e indolente como su lejana patria que expulsa a sus ciudadanos sin remordimiento. Un cochero la vio y avisó a las autoridades quienes, ahí sí diligentes, le dieron el permiso para quedarse eternamente en Colombia, en una tumba sin nombre, perdida entre otras similares, en el cementerio de Acandí. Seguro su familia cree que está en pleno viaje y que pronto, en semanas o meses, llamará a contarles la buena noticia: “Estoy en la yuma, chico, llegué a Miami”. Luego del hallazgo, la comunidad trató de ubicar a quienes la acompañaban, pero no lo lograron. “No pudimos encontrarlos porque huyeron pensando que los iban a detener, que las autoridades se los iban a llevar. Y no es así porque a ellos les dan un salvoconducto que les permite estar en nuestro municipio; es cuestión de desinformación”, dijo Josefina, una comerciante de Capurganá. “Tuvimos el lamentable deceso de una cubana en el corregimiento de Capurganá. El diagnóstico que dio Fotografía: Luis Alberto Rojas Mejia - RCN Televisión la Sijin, después de hacer la necropsia, fue que murió por un infarto debido a que tenía problemas de diabetes y más de 8.800 casos de migrantes irregulares y en lo que va había tenido una jornada agotadora. Entre los funcionacorrido de este año van 6.000 casos. Hay un crecimiento rios, le hicimos un sepelio, la sepultamos como NN”, contó proporcional al año pasado, con un incremento del 200 por Lilia Córdoba Borja, alcaldesa de Acandí. ciento”, destaca un funcionario de esa oficina en Urabá. Murió lejos de su país, sin que nadie la velara ni le rezara. Tanto el incremento en el número de viajeros, como las No alcanzó a terminar su travesía cruzando ilegalmente Cocondiciones en que los migrantes estaban siendo trasladados lombia y luego Centroamérica para acogerse a la Ley de Ajuste a la zona de tránsito hacia Panamá, alertó a las autoridades Cubano, que les da asilo de forma automática a los migrantes que empezaron a entregar salvoconductos que permiten a los de esa nacionalidad si pisan territorio continental estadouniindocumentados permanecer en Colombia por un plazo no dense. Algunos no tienen éxito y alcanzan la libertad, pero mayor a 10 días, mientras resuelven su salida del país. muertos. Urabá se ha convertido en uno de sus cementerios. Leodan Carbonell, también cubano, hace parte de esas cifras. Emprendió su viaje el 13 de abril de 2015 y solo hasta Otros casos febrero de 2016 logró llegar a Urabá. “Pensé que lo más Osveiar Hernández, también de nacionalidad cubana, difícil era alejarme de los míos; pero no. Salí huyendo de un a sus 40 años de edad y con la voz quebrada, recuerda un mal gobierno, de la falta de libertad, de una mala economía

No. 03 Junio de 2016

y lo único que he encontrado es ultrajes e inhumanidad. Vendí mi casa para venir a sufrir, solo me queda la esperanza de llegar a Estados Unidos”. Osveiar y Leodan salieron escondidos de Cuba y se las ingeniaron para viajar a Ecuador. Luego, caminaron por la selva para llegar a Pasto y, después, atravesaron Colombia, más de 1.500 kilómetros, hasta Urabá. “El mundo pasará por Urabá” Luego de esa ruta, que varía según cada viajero –algunos entran a Colombia por Venezuela o atraviesan las fronteras de otra forma–, empieza una de las partes más complicadas del recorrido: cruzar a Panamá. Sin embargo, a las dificultades de la selva y a los abusos que padecen los migrantes, se sumó la decisión del Gobierno de ese país de cerrar su frontera con Colombia a los indocumentados de nacionalidad cubana. El 3 de mayo de 2016, el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela Rodríguez, en el marco de una operación denominada “Escudo”, anunció el bloqueo. Es así como cientos de migrantes se han quedado represados en Turbo o en otras localidades de la zona fronteriza. “Me arriesgo a hacer esta travesía con mis niños porque pienso que si llegamos vamos a tener un futuro mejor. Soy trabajadora, así que podré aspirar a algo más. Pero llegamos acá y resulta que la frontera con Panamá está cerrada y no podemos seguir”, dice Kellys Álvarez Torres, quien hace dos años salió de su país con su madre y sus dos hijos, uno de seis años y el otro de siete meses. Después de permanecer en Ecuador sin encontrar oportunidades de empleo, decidió seguir su camino a Estados Unidos. Sin embargo, el viaje se interrumpió en Urabá y su capital, 600 dólares, se agotó. Solo el 18 de mayo 320 tiquetes fueron vendidos en el Waffe de Turbo a migrantes de Nepal, Pakistán, Haití, Somalia y de otras nacionalidades, que viajaron en lanchas a la zona fronteriza. Sin embargo, decenas de cubanos tomaron la determinación de no viajar. “Migración nos obliga a comprar el pasaje, pero eso ha hecho que muchos de nuestros hermanos cubanos se queden varados en Capurganá y Sapzurro aguantando necesidades. Se comen un mango en la mañana y otro en la tarde para poder sobrevivir: ¡no es justo que nos hagan esto! Al irnos, nos exponemos a miles de peligros, bandas criminales y animales salvajes. Queremos llegar a Estados Unidos porque si nos deportan, Cuba va a tomar represalias contra nosotros. Nosotros y todos los que estamos aquí somos profesionales. Hay alrededor de 211 cubanos y los otros están escondidos en hoteles o en las calles por temor a que vengan a buscarnos”, contó un líder de los migrantes en un albergue que, luego del cierre de la frontera, fue acondicionado en una bodega de Turbo. Pero ese miedo a ser deportados no implica que la situación, si lograran continuar el viaje, esté libre de riesgos. Félix Ramos Hernández, secretario de Gobierno de Acandí, Cho-


Portada có, recuerda cómo una embarcación naufragó el 11 de enero cruzando el Golfo de Urabá. “Fue un bote que salió desde el puerto de Necoclí con destino a Capurganá. Pero sufrió un percance en la cercanía del punto Terrón de Azúcar. Como resultado, 14 migrantes desaparecieron”, dijo el funcionario. Dos semanas después, el 28 de enero, otra lancha se descompuso cuando cruzaba el golfo. Cediel Chui, de nacionalidad cubana, viajaba en esa embarcación y recuerda que estuvo dos días a la deriva. “Llegando al islote Terrón de Azúcar, el motor falló. Pasamos la noche deshidratados; todo lo que comíamos lo vomitábamos, hasta que las mismas olas nos arrastraron a un lugar llamado Playona. El bote se volteó, comenzamos a nadar, las olas nos tapaban y casi nos ahogamos. Después, tuvimos que atravesar la selva hasta llegar a Acandí. Fuimos acogidos por el Ejército que nos llevó hasta la Policía y, más tarde, hasta la oficina de Migración en Capurganá. Íbamos ocho migrantes: cuatro de Nepal y cuatro de Cuba. Los ‘coyotes’ nos abandonaron, se dieron a la fuga”, contó Cediel. Alí*, de nacionalidad pakistaní, se rehúsa a volver a un país que, además de lejano, no lo ve como una opción para su futuro. “No tengo dinero ni para comer y no quiero volver, prefiero que me maten a que me deporten. Soy pobre y Colombia debería ayudarle a la gente pobre. Estoy tratando de mejorar mi vida, no me devuelvan; ojalá que el gobierno tenga consideración. Muchos conocen del gran problema que hay en mi país, las condiciones no están para regresar. Tengan consideración, ¡por favor!, ¡ayúdenme, ayúdenme!”, suplicaba en un precario inglés, mezclado con unas cuantas palabras arrastradas en español. Sin embargo, ante esas decisiones, la postura de Migración Colombia es seguir deportando a los indocumentados. “Pueden seguir llegando, pero de la misma manera las autoridades nacionales seguirán actuando, deportando estas personas tal y como nos ordena la ley”, dijo Christian Krüger Sarmiento, director de la entidad, en una visita que hizo a la región en mayo. De acuerdo con Migración Colombia, solo en Urabá, durante las primeras semanas de mayo, se efectuaron 650 deportaciones. Sin embargo, muchos de los migrantes varados en Turbo aseguran que no es cierto que las autoridades estén efectuando esos trámites. No obstante, muchos, por temor a ser repatriados, han tomado la opción de atravesar el mar en las embarcaciones sin licencia que viajan a territorio chocoano. Luego, toman los caminos empedrados y pantanosos desde la vereda El

9

Aguacate? –conocida antes como Playa Alta, por haber sido locación de un reconocido “reality show”–, hasta los límites de Sapzurro, donde empieza otra trocha que, a buen ritmo, en cinco días, los llevará hasta la jurisdicción de Puerto Obaldía, ya en territorio panameño. En ese punto de la ruta, y desde el cierre de la frontera, la guardia panameña les ha impedido seguir su camino. Por eso, muchos de los que se arruman en el albergue de Turbo han llegado a ese lugar porque, luego de sortear los peligros de ese camino por mar y selva, se han encontrado con la noticia de que no tienen derecho a cruzar a Panamá. Entonces, deciden regresar. Pero, a veces, la vida gana el pulso. De Osveiar Hernández y Leodan Carbonell hay noticias. Lograron cruzar antes del cierre fronterizo. Al primero, le falta poco, se encuentra en México esperando hacer su tránsito a la yuma. Carbonell, por su parte, trabaja como transportador en Miami y no quiere despertar de su sueño americano. Posa en un puente, con pantalones cortos, caqui, como los de la mujer que no logró salir de la selva y también está libre, pero enterrada en Acandí, bajo el sueño eterno colombiano. *Nombre cambiado a petición del entrevistado.

¿Qué es el salvoconducto? Es un permiso temporal que puede ser de permanencia o de salida: son las dos modalidades. En este documento se muestra la identificación de la persona, el tiempo que tiene para salir o permanecer en el territorio (máximo 10 días) y cuándo se inicia o vence la temporalidad del salvoconducto. Esto, en términos administrativos, es una autorización que se le concede para que la persona pueda salir del territorio.

Una bodega en el barrio Obrero de Turbo fue acondicionada como albergue para decenas de migrantes cubanos. Leodan logró llegar a Estados Unidos. Trabaja como transportador en Miami. Fotografía: Cortesía Fotografía: Enrique Mena

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


L

10

al ud s a

La salud de Urabá al tablero:

L un diagnóstico al sistema A I C E P ES b a Ur

á

en

Fotografía: Jhoselin Guerrero

¿Cuáles son los problemas de la salud en la región y quiénes son sus protagonistas?, ¿hay negligencia médica?, ¿cómo afecta la deuda de las EPS?, ¿por qué hay tan pocos especialistas en la región?, ¿los pacientes usan adecuadamente los servicios? Sebastián Puerta Jhoselin Guerrero Estudiantes de Comunicación Social – Periodismo sppuerta@gmail.com / jhoasguemo@hotmail.com

C

laudia Castrillón está afiliada a una EPS del régiman contributivo. El 17 de septiembre de 2009 fue sometida a una histerectomía en una clínica del municipio de Apartadó. Después de ser dada de alta, tuvo complicaciones de salud. Luego, a los tres días fue llevada por urgencias a la misma clínica porque no soportaba el dolor. Fue necesaria una nueva intervención médica que le practicaron el sábado 26 de septiembre de 2009. Pero, después de la segunda cirugía, el dolor siguió aumentando. A pesar de que tenía una sonda, sentía ganas de orinar. Dos días después de la operación intentó hacerlo, pero ese instrumento que debía ayudarle a desocupar su vejiga se desprendió y ella quedó cubierta de sangre. Los médicos le decían que tenía cálculos renales, pero luego de varios exámenes y de una ecografía descubrieron que, en realidad, le destruyeron el uréter en una de las intervenciones. Tuvieron que someterla a una nueva cirugía, permaneció hospitalizada cerca de un mes y asegura que aún hoy enfrenta las complicaciones y el dolor causado por un procedimiento médico practicado hace más de seis años. Su caso no es único en el país ni en la región. Sin embargo, en algunas oportunidades, a los errores humanos se suman la negligencia; pero, sobre todo, las condiciones que impone, para los profesionales de la salud y para los usuarios, un sistema de salud que parece no estar en capacidad de atender con eficiencia a sus más de 46 millones de afiliados. En Urabá, una de esas condiciones tiene que ver con la falta de profesionales especializados en diferentes ramas de la medicina. Según Janeth Cristina Castaño, secretaria de Salud de Apartadó, “la región, por el crecimiento de su población, se queda corta en cuanto a especialistas, lo que causa incomodidad a los usuarios debido a que deben desplazarse a las grandes capitales y esto implica

No. 03 Junio de 2016

un incremento en los gastos tanto para el paciente como para sus acompañantes, quienes en ocasiones no conocen personas en los lugares a donde los remiten”. Por su parte, Germán Reyes, presidente de la Asociación Médica Sindical Colombiana (Asmedas), Seccional Antioquia, dice que, en general, en el país no es suficiente el número de especialistas, “aparte de que hay pocos, están mal distribuidos. Es decir, están concentrados en las grandes ciudades capitales como Medellín, Bogotá, Cali o Barranquilla, lo que conlleva a que las redes de servicio no funcionen de forma adecuada”. Otra razón que expone Reyes para la falta de especialistas en Urabá es que no obtienen los salarios que exigen y tampoco encuentran garantías laborales y prestacionales. Y ese, el económico, es otro factor que incide en las dificultades del sistema de salud en la región. Rafael Eugenio Sánchez, médico radicado en el municipio de Carepa, afirma que “la medicina en Colombia es mal remunerada” y que por eso los médicos de la zona, incluyéndolo, se ven obligados a tener varios empleos lo que dificulta sus actividades. Sin embargo, afirma que la remuneración no debería ser un criterio del que dependa la atención de los pacientes. Una directiva médica de una IPS de Apartadó complementa esa idea y afirma que las numerosas responsabilidades que debe asumir el personal de salud lleva a que muchos no puedan ofrecer de la mejor forma sus conocimientos: “Estamos en un país que no tiene buenos salarios; entonces, mucho de nuestro personal debe trabajar en varios sitios en pro de cubrir sus diversas responsabilidades económicas, lo que se deriva en que un médico tenga que atender cansado porque salió de un turno de noche de otra parte e inmediatamente debe venir a cubrir otro turno en otra entidad. Si no es así, entonces, no sobrevive”. La médica agrega que eso lleva a que muchos profesionales trabajen desmotivados y a que abandonen la responsabilidad de capacitarse: “¿Por qué dejan de hacer diplomados?, ¿por qué dejan de hacer congresos? Simplemente, porque no tienen tiempo ya que tienen que trabajar para pagar sus deudas”. Sin embargo, la secretaria de Salud de Apartadó, sí considera que hay una crisis ética en la profesión y que

eso está afectando el derecho de los pacientes a recibir una buena atención: “Desde los pregrados están saliendo médicos sin un fortalecimiento humano y sin ética. Muchachos que no han salido al mercado ya están mirando el salario y la conveniencia, y el sentido de vocación, el querer ayudar a sus pares, queda en un segundo plano”. La situación financiera La deuda del sistema de salud en Antioquia se estima en 2,4 billones de pesos, de los cuales 1,7 billones se les deben a instituciones de salud privadas y 700 mil millones de pesos a las del sector público. De acuerdo con Asmedas, aproximadamente el 10 por ciento de esta deuda corresponde y se concentra en la zona de Urabá. José Alonso Álvarez Quintana, subdirector científico de la E.S.E. Hospital Francisco Luis Jiménez Martínez del municipio de Carepa, comenta que a esa entidad las EPS le deben alrededor de 4.000 millones de pesos, lo que deriva en que la institución no pueda pagar a sus proveedores de suministros. Pese a esto, según Álvarez, a diferencia de lo que ha pasado en otros municipios, en Carepa no se han presentado inconvenientes para la prestación de los servicios. Pero los casos de algunos pacientes demuestran que la deuda sí afecta de manera directa la atención. Para algunos puede ser solo la anécdota de la demora para validar la orden de un examne, pero hay situaciones que tienen implicaciones mucho mayores cuando se trata de servicios que pueden ser cruciales para un diagnóstico o un tratamiento oportuno. Sin embargo, en medio de toda esa problemática que envuelve al sistema de salud en Urabá, también hay lugar para las alternativas que buscan los pacientes decepcionados de la medicina tradicional, para los escenarios de participación ciudadana en busca de una mejor atención y para los profesionales comprometidos con su vocación y sus pacientes. Este especial lleva la salud de Urabá al tablero.


11 sal u

d

La

ESPECIAL e

n

Las cifras de la salud

U rabá

en Urabá

Aura María Estrada Julieth Flórez Lina María Arias Rossy Vanessa Caicedo Estudiantes de Comunicación Social – Periodismo aura.estrada@udea.edu.co / julieth-00@hotmail.com / lina.ariash@udea.edu.co / rossy_ligth@hotmail.com Diseño: Sara Ortega Ramírez

552 mil personas estaban afiliadas al Sistema de

55%

Eran el 83,73%

26% al régimen contributivo a regímenes especiales 1,6% como el del magisterio

Seguridad Social en Urabá en 2015.

de los habitantes de la región.

107 mil personas no estaban afiliadas al Siste-

ma de Salud en Urabá el año anterior.

Tasa de mortalidad en 2015 más alta

5

cada 100 mil habitantes

primeras causas de atención por urgencias en Urabá en 2014:

Fiebre Dolor abdominal Dolor de cabeza Diarrea y gastroenteritis Infección de vías urinarias

Más de 200 mil millones de pesos deben las EPS a los hospitales y clínicas de Urabá.

Arboletes Urabá

Mutatá 3,4 por

de la población de Urabá pertenece al régimen subsidiado

1,9 por

cada 100 mil más baja habitantes

2,6 por

cada 100 mil habitantes. La más baja de Antioquia.

Muertes Enfermedades isquémicas del corazón Primera causa de mortalidad en 2015 en 7 de los 11 municipios de la región.

Homicidios

Fueron la segunda causa de mortalidad en 2015 en San Pedro de Urabá y Turbo.

9.530 personas

nacieron en Urabá en 2015. El número más alto lo tuvo Turbo con 2.590 casos y el menor Murindó con 57.

7,2% bajo peso al nacer

En Urabá durante 2014. Fue la subregión de Antioquia con el índice más bajo de ese indicador de malnutrición.

Accidentes de tránsito

Primera causa de mortalidad el año anterior en Mutatá.

2

2

por Malaria Urabá - 2015

Ocurrieron en Arboletes y Necoclí. Fueron 6 en todo Antioquia.

unidades de cuidados intensivos

tiene la región de Urabá. Ubicadas en Apartadó: Clínica Panamericana e IPS Universitaria.

La Clínica Panamericana

es la única con servicios asistenciales de tercer nivel de complejidad en Urabá.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


12

¿Negligencia o un sistema que colapsa? Gladys Seña Zulay Martínez Estudiantes de Comunicación Social – Periodismo zulay-martinez@outlook.com / solano9818@hotmail.com

S

e dice, desde hace años, que Urabá tiene un futuro prometedor: puertos, industria, doble calzada… Pero, ¿qué hay de la salud?, ¿esa prosperidad económica que se vislumbra está reflejada en las condiciones en las que son atendidos los habitantes de la región? Una clínica, con especialidades de tercer y cuarto nivel, tuvo que cerrar en febrero la mitad de sus servicios, y dos hospitales de segundo nivel, en diferentes momentos, han estado sumidos en crisis financieras. Existen deudas de las EPS, dificultades para conseguir citas, pocos especialistas, y una infraestructura que se queda corta: no hay un banco de sangre en la región, algunos hospitales parecen en obra permanente y la propuesta formulada en abril para que se construyera un gran hospital universitario para mejorar en servicio y garantizar la formación del recurso humano, se enfrenta al reto de que su costo superaría los 400 mil millones de pesos. Nadie parece estar en condiciones de asumir una inversión de esa envergadura. Y mientras los problemas de siempre aumentan, los usuarios se quejan de negligencia y los profesionales de la salud, de no contar con las suficientes garantías para ejercer su labor. La salud en Urabá parece en estado de coma.

L

EPS deben más de 200 mil millones a las clínicas y hospitales de Urabá: Asmedas El estado de coma en que está el sistema de salud en Colombia tiene mucho que ver con las deudas de las EPS. Por estas circunstancias, varias clínicas y hospitales se declaran a punto de colapsar. Los cálculos más recientes de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas indican que las EPS le deben a las instituciones de salud cerca de 5,8 billones de pesos. De acuerdo con la Asociación Médica Sindical Colombiana (Asmedas), la deuda de las EPS con las clínicas y hospitales de Antioquia llega a 2,4 millones de pesos. Cerca del 10 por ciento de esa cifra se les debe a instituciones de salud de la zona de Urabá. Y entre las mayores deudoras, se encuentran: Nueva Eps, Cafesalud, Coomeva y Savia Salud. De acuerdo con esos números, Germán Reyes, presidente de Asmedas, Seccional Antio-

a a s l ud

ESPECIAL b

á

en

U ra

No. 03 Junio de 2016

Fotografía: Sergio Gutiérrez

quia, dice que es ‘‘desgraciada o grave la situación de falta de liquidez de la red pública y hospitalaria en el departamento de Antioquia y en la zona de Urabá en particular’’. Por ejemplo, la clínica Panamericana de Apartadó, adecuada para especialidades de tercer y cuarto nivel, tuvo que cerrar la mitad de sus servicios por falta de recursos. En febrero, clausuró su programa de cirugía cardiovascular, único en la región. La razón es que no solo no está recibiendo pagos de EPS liquidadas como Caprecom y Saludcoop, sino que otras han reducido el flujo de recursos que cancelaban sobre lo facturado por la clínica. Eso significa que las deudas se siguen acumulando, los servicios disponibles se encuentran llenos y muchas camas permanecen vacías, pero sin la posibilidad de que más usuarios accedan a ellas. El caso de los dos centros médicos de segundo nivel con los que cuenta la región también ilustra el problema financiero: el de Turbo permaneció intervenido cerca de cuatro años por la Superintendencia de Salud y, apenas en

mayo de 2015, salió de la condición de alto riesgo en que se encontraba. El de Apartadó fue liquidado en 2013 y, desde ese momento, pasó a ser administrado por la IPS Universitaria de la Universidad de Antioquia. La situación del hospital de Carepa también sirve como ejemplo. La deuda que tienen las EPS con esa institución es de aproximadamente 4.000 millones de pesos y el hospital, a su vez, debe cerca de 2.000 millones de pesos a sus proveedores. Sin embargo, de acuerdo con José Alonso Álvarez Quintana, subdirector de la entidad, esa situación no ha impedido que hasta el momento se siga pagando a los empleados. Eso, sin embargo, podría cambiar si la deuda sigue aumentando. Para Joaquín Valencia, coordinador de la IPS Comfamiliar Camacol, ese panorama financiero es el origen de los problemas que terminan afectando a los pacientes: falta de insumos, dificultades para la entrega de medicamentos y, en general, todo aquello que las instituciones de salud deben limitar para seguir funcionando. “Es un sistema de salud deficiente que necesita de muchos ajustes e intervención por parte del Gobierno Nacional”, afirma el directivo. ¿Cómo se consigue una cita? El caso del municipio de Turbo es un buen ejemplo de las dificultades que tienen que padecer los usuarios en algunos centros de atención para conseguir una cita médica. Los fichos que entrega el hospital Francisco Valderrama rara vez alcanzan para la cantidad de gente que llega solicitando un servicio. Según Bladimir Rudas, veedor del municipio, ‘‘hay días en los que hasta 50 personas se quedan sin fichos, y semanas en los que alrededor de 200 personas no logran una cita’’. Y se trata de usuarios que, en algunos casos, viajan desde veredas distantes y empiezan a acumularse en el hospital desde las 4:00 de la mañana. Si tienen suerte, a las 6:30 reciben los turnos para laboratorio y a las 7:00 para citas generales. Eso, sin embargo, contrasta con que los usuarios pocas veces se quejan de manera formal por las dificultades que encuentran para acceder a un servicio. En 2015, el hospital solo recibió 41 quejas, la mayoría por demoras en la atención. “En el municipio de Turbo, la gente no tiene la cultura de presentar sus quejas y reclamos a los entes autorizados. Ellos van y se quejan con los vecinos, pero el buzón [donde los usuarios califican los servicios] la mayoría de veces está lleno de papeles que dicen ‘nada, nada, nada’”, explica Daniela Carmona, trabajadora social del hospital Francisco Valderrama y encargada de quejas y reclamos. La espera por las remisiones Regular un paciente y remitirlo a otro centro de atención, donde puedan ofrecerle un servicio de mayor complejidad, es un proceso que parece sencillo.


13 sal u

d

La

ESPECIAL e

n

Pero se puede complicar cuando la IPS de destino se niega a aceptarlo por razones que suelen ser muy diversas y que, en todo caso, afectan la atención oportuna de los usuarios del sistema de salud. En muchos casos, el problema está en la asignación de camas. Y es en algunas de esas situaciones cuando los pacientes, los acompañantes y los profesionales de la salud que acompañan las remisiones, resultan en esperas que pueden ser fatales, mientras encuentran el lugar indicado y la autorización necesaria para los traslados. Pero en el problema también tienen que ver las EPS. Denis Palacios, jefa de Aseguramiento de la Secretaría de Salud de Chigorodó, explica que, en muchos casos, las clínicas y hospitales resuelven si reciben o no a un paciente dependiendo de cuál sea su EPS y la relación financiera que tenga con Fotografía: Sergio Gutiérrez ella cada institución, y no considerando el estado de salud o si efectivamente cuentan con los espacios que requiere una persona con una determinada afectación de salud. Pero si bien las clínicas y los hospitales no adelantan las remisiones sin antes tener la seguridad de que sus pacientes serán recibidos en otra institución, el veedor del municipio de Turbo, Bladimir Rudas, explica que él mismo ha tenido que hacer “camillazos”, es decir, traslados informales: sin médicos a cargo, sin ambulancias, viajes en buses o carros particulares con el propósito de llegar con los pacientes a instituciones de salud que puedan ofrecer los servicios que requiere su condición de salud. Ocurre cuando la espera para una remisión, como debería hacerse, por los canales regulares y con la certeza de que será aceptado, pone en riesgo la vida del paciente. ‘‘Médico, ¿el paciente puede viajar sentado? Lo subí en un bus y siete horas para Medellín. Conseguimos una cama en el Hospital General, lo ingresaron, le hicieron varias cirugías y en abril fue dado de alta’’, cuenta el veedor sobre el caso de un joven a quien acompañó en marzo, cuando seguir esperando una remisión en Turbo era aumentar el riesgo de mayores complicaciones de salud. Casos como ese, asegura Rudas, se han repetido con pacientes que deben viajar por sus propios medios a Apartadó, Medellín o Montería, por las dificultades que encuentran para ser trasladados de forma segura del hospital de Turbo a otras instituciones médicas. Acceso a especialistas En diciembre de 2015, el médico general que atendía a Daniela, una joven del municipio de Carepa, la remitió donde el dermatólogo debido a una alergia que apareció en su cuello. Ella llevó la autorización a la EPS para que se la aprobara, pero le dijeron que regresara en enero. Cuando regresó, en enero, tal y como se lo habían dicho antes, le asignaron su cita para el 27 de ese mismo mes. Pero en la consulta, el especialista la remitió al alergólogo debido a que su caso se salía de sus manos. Ese mismo día, Daniela regresó a las oficinas de su EPS y trató de que le autorizaran la nueva consulta. Pero, esta vez, le pidieron que regresara 15 días después. Así lo hizo, pero en su segundo intento le respondieron que su cita aún no estaba autorizada, que regresara en una semana. Así, recibiendo respuestas negativas de su EPS, estuvo hasta el 9 de abril cuando, finalmente, le asignaron una consulta en Medellín para

U rabá

el 14 de ese mismo mes. Eso significa que, desde que fue remitida por el médico general hasta que logró una cita con el especialista que realmente podría atender su situación, pasaron casi cinco meses. Casos como el de ella son el resultado de las dificultades que existen en Urabá para el acceso de los pacientes a los servicios de determinadas especialidades médicas. La razón, para Germán Reyes, presidente de Asmedas, es que, en general, Colombia cuenta con pocos especialistas; pero, además de eso, los pocos que existen en algunas ramas de la Medicina se encuentran concentrados solo en las grandes capitales. Por ello, la atención especializada de pacientes como Daniela y como muchos otros con afectaciones de salud, que incluso ponen en riesgo sus vidas, depende de que las EPS asuman sus traslados a ciudades como Montería o Medellín, o de que logren una cita en las agendas de los especialistas que cada tanto viajan a la región para atender a sus pacientes. Entonces, una región que ronda por los 500 mil habitantes, se queda corta por los pocos especialistas de planta con que cuentan sus instituciones de salud. Ello se refleja en la dificultad para que los usuarios del sistema puedan acceder a los profesionales que, en muchos casos, exige su condición médica.

Fotografía: Zulay Martínez

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


14

El Hospital de Carepa

creó 39 nuevos cargos en el último mes de la pasada administración El costo del aumento en la planta de personal asciende a 849 millones de pesos anuales. Responsables de la decisión dicen que la reestructuración se hizo conforme a la ley y con base en estudios. Edwuin Solar Sergio Gutiérrez Estudiantes de Comunicación Social – Periodismo edwuinsolar35@outlook.com / sergio92gutierrez@gmail.com

P

ese a los más de 4.000 millones de pesos que le adeudan las EPS a la E.S.E Hospital Francisco Luis Jiménez Martínez de Carepa, a la inversión faltante de 400 millones para culminar la remodelación de la única unidad de urgencias del municipio y a los cerca de 1.000 millones más que, se estima, costaría la dotación de equipos médicos y de cómputo para ese espacio, en diciembre de 2015 fueron contratados 39 nuevos empleados en ese centro asistencial sin que, por ahora, se haya explicado con claridad ese incremento en la planta de cargos. En el último mes de la administración del ahora exalcalde Agapito Murillo, llegaron al Hospital 15 empleados nuevos para cargos administrativos y 24 más para cargos asistenciales. Además, a principios de diciembre, fueron remplazados 16 de los 32 empleados asistenciales del Hospital. Los nuevos funcionarios, sumados a los 56 que ya estaban, dejaron a la entidad con 95 cargos en su planta, según señaló Cristóbal Ocampo Aristizábal, quien ejerció como gerente encargado del Hospital hasta principios de mayo. Greysi Díaz, secretaria de Salud de Carepa, asegura que al colapso del sistema de salud a nivel nacional por las deudas de las EPS y la no trasferencia de recursos del Fondo de Solidaridad y Garantía (Fosyga) a las IPS, se suma, en el caso del Hospital Francisco Luis Jiménez Martínez, la crisis financiera por malos manejos en materia de contrataciones.

mandato, fueron decisiones administrativas tomadas conforme a la ley y a sus propias facultades como Alcalde. Aunque el exmandatario afirmó que cualquier respuesta sobre el tema debería remitirse al anterior gerente, Murillo aseguró que la reestructuración de la planta de cargos de la entidad se sustentó “en unos estudios”. Sin embargo, no precisó cuáles fueron los análisis en los que, según dijo, se soportaron esas determinaciones. “Yo tenía la facultad de hacer la reestructuración del Hospital. Y para hacer esa reestructuración, lo primero que se hace es un estudio”. Luego, a la pregunta sobre la justificación para ampliar la planta cargos o si se trató de una decisión exclusiva de las directivas del Hospital, Murillo respondió: “Yo no estoy diciendo eso. Usted me está diciendo que antes había un personal y que al final de mi administración se vinculó una gente. Usted me está preguntando con qué autorización. Yo ya le respondí: con lo que me faculta la ley. Si usted es un estudiante debería tener una mínima noción de lo público, y en lo público hay unas cosas que me faculta la ley, e incluso, si

¿Y sí hay cama pa’ tanta gente? Con base en el Acuerdo N.º12 expedido por la Junta Directiva, Claudia Gutiérrez Cano, coordinadora administrativa del Hospital, señala que esos 39 cargos adicionales le costarían a la entidad más de 849 millones de pesos anuales. Así, el pago total de la nómina para este 2016 ascendería a 2.254 millones, mientras en 2015 fue de 1.404 millones de pesos. En ambos casos, sin tener en cuenta la carga prestacional. Ante el aumento de personal y de los gastos que debe asumir la entidad, tanto la secretaria de Salud, como Camilo Calle, secretario de Gobierno y Participación Ciudadana, reconocen que la atención sigue siendo deficiente y que el Hospital no se encuentra en capacidad de asumir financieramente los costos que eso implica. Entonces, la Alcaldía municipal y las directivas del Hospital aseguran que se encuentra en marcha un estudio para valorar la sostenibilidad de los 39 cargos que dejó “amarrados” en su último mes de funciones la pasada administración.

L

¿Qué dice la administración pasada? El exalcalde de Carepa, Agapito Murillo, asegura que tanto el remplazo de casi la mitad de los empleados asistenciales, como la creación de 39 nuevos cargos en el Hospital Francisco Luis Jiménez Martínez, cuando ya finalizaba su

a a s l ud

ESPECIAL b

á

en

U ra

No. 03 Junio de 2016

Fotografía: Sergio Gutiérrez

no lo hago, me someto a una investigación”. Sin embargo, Juan Carlos Ospino, el anterior gerente del Hospital a quien remite el exalcalde, asegura que la decisión de aumentar el número de empleados en la entidad fue discutida y aprobada en la Junta Directiva que preside el alcalde. Para ese momento, en ese cargo estaba Agapito Murillo. “Fue un proyecto que avaló la Junta Directiva que está conformada entre otros por el alcalde, el secretario de Salud, un representante de los usuarios y un representante del Hospital; yo solamente participaba como secretario y no tenía ninguna influencia”, dijo Ospino. Por lo pronto, de acuerdo con el secretario de Gobierno de Carepa, el caso ya fue puesto en conocimiento de la Procuraduría con el objetivo de que esa entidad se pronuncie sobre la controversia e investigue si existió tráfico de influencias o cualquier otra irregularidad administrativa en la creación de los cargos que, de acuerdo con la nueva administración, pone en riesgo la sostenibilidad financiera del hospital.


15 d

mucho más que alternativa

sal u

ESPECIAL n

e

¿Medicina de “garaje”?,

La

U rabá

Si no hay respuestas en la medicina tradicional o es difícil acceder a los servicios del sistema de salud, algunas personas buscan alternativas en profesionales dedicados al “rebusque” o en prácticas menos ortodoxas. Encontramos tres de éstas en la plaza de mercado de Apartadó. Karen Katherine Vinasco Juan Pablo García Dayana Martínez Estudiantes de Comunicación Social – Periodismo karen.vinasco@udea.edu.co / juan.garcia97@udea.edu.co / dayana.martinez@udea.edu.co

L

a bruja Yakuza Dicen que las personas que la frecuentan lo hacen porque tienen asuntos que resolver, porque desean más que una simple lectura de mano. También se dice que, una vez visitan a Yakuza, por obligación tienen que volver. Hay un pequeño lugar en la plaza de mercado del municipio de Apartadó donde acontecen algunos asuntos difíciles de imaginar en una plaza común y corriente. Este sitio es el puesto de Yakuza, ¡la bruja! Si caminas cerca de la sección de verduras, encontrarás un local que, visto desde afuera, está parcialmente cubierto por plantas que cuelgan del techo. Frente a éste, una mecedora vieja y un par de bancos donde la susodicha se sienta para relajarse, tener una vista panorámica de sus alrededores y, ocasionalmente, atender una que otra visita de sus compañeros de la plaza. Es que ser una bruja no le impide tener vida social. Normalmente, cuando las personas visitan por primera vez el puesto de Yakuza, lo hacen porque alguien les ha hablado de ella: un familiar, un amigo, un conocido o hasta un extraño que han encontrado con ella la solución al problema personal o de salud que, de otra forma, no lograron superar. Así que quienes llegan por referencias de otros viejos clientes, o son morbosos atraídos por lo tenebroso del lugar o ponen la fe en que la bruja les pueda ayudar. Es que cuando de cosas raras se trata, el puesto de Yakuza encabeza la lista. Hierbas medicinales, piedras extrañas, frascos de todos los tamaños y colores, una mezcla de olores, una mesa con cartas del tarot y un par de sillas. De fondo, una cortina estampada con un sol que, al mismo tiempo, es un rostro. Un lugar extraño, ¿verdad? Yakuza tiene unos 30 años, se presenta a sí misma como bruja. India, castaña, con ojos color café y mirada penetrante. Inteligente y audaz. Empezará ofreciéndote una lectura de mano, te hablará de tu pasado, de tu presente y de tu futuro. Luego, de las enfermedades, de los dolores y de los males que te acechan. No te preocupes, ella asegura que siempre tiene lo que necesitas para contrarrestarlos. ¿Que si funciona? Eso depende de ti. El famoso chamán A solo tres locales del de la bruja Yakuza, se encuentra ubicado el chamán de la plaza. El lugar también tiene plantas por doquier, organizadas de una forma que solo él parece entender. Eso sí, tiene una para cada asunto: si tienes algún dolor o te afectan las malas energías, también si alguien te envidia o si solo buscas protección. Él sabe qué necesitas; pero si no lo tiene, no hay problema: basta con atribuirle un par de cualidades nuevas a cualquier planta que esté a la mano. Su imagen es un fiel retrato de su local: sencillo, pantalón clásico, mocasines, una camisa de manga corta y un corte de cabello que seguramente estuvo de moda hace un par de décadas. Eso sí, collares de todos los tamaños y colores. Dice él que son para la protección del cuerpo, para evitar enfermedades, repeler la envidia y esquivar momentos desafortunados. ¿Cómo funcionan? De los cinco collares que trae consigo, hay solo uno que está a la venta. Bueno, no el collar sino unas pequeñas artesanías que cuelgan de éste y son del tamaño de un llavero. Cada pedacito funciona como amuleto. Dice el chamán que, además de proteger contra enfermedades y energías malignas, el amuleto también atrae la suerte y evita el infortunio. ¿Cómo así?

El chamán explica que en diferentes situaciones se puede recurrir al amuleto para saber qué decisiones tomar. Por ejemplo, al viajar, si las pequeñas piedritas del amuleto se calientan, significa que algo malo pasará. Cualquiera podría pensar que el chamán de la plaza es solo un charlatán; pero si lo es, por lo menos, se trata de un charlatán reconocido. Su rutina no se limita simplemente a atender su local en la plaza, también tiene un compromiso con los oyentes de su programa radial cada mañana a las cinco en punto. Ese es su propio espacio en los medios para ofrecer sus consejos medicinales, pronosticar la fortuna y responder a las cartas de sus seguidores. Un hombre importante, ¿no? Cómo no creerle. El médico de la plaza No solo brujas y chamanes tienen un lugar en la plaza de mercado de Apartadó. Héctor Meny Cruz, a sus 65 años, es un médico titulado que decidió independizarse, poner su propio consultorio e instalarse en un pequeño local de la plaza para atender a sus pacientes. Cada mañana llega al consultorio, abre su puerta y se sienta frente a su escritorio para atender las consultas particulares por las que cobra 30 mil pesos. Lo hace con el interés y el profesionalismo que, dice, no se le permitía aplicar cuando trabajó en algunas de las instituciones de salud más reconocidas de Urabá. Esa fue precisamente la razón por la cual decidió poner su propio negocio. No quería seguir haciendo parte de un sistema que, en muchos casos, y por razones económicas, le impedía recetar los medicamentos que él, desde su experiencia, consideraba los más adecuados para las necesidades de sus pacientes. Por eso, ahora, dice que la prioridad de su actividad como médico particular es hacer el mejor diagnóstico, hablarles con sinceridad a los pacientes y sugerirles lo que considera que verdaderamente puede mejorar sus condiciones de salud. Con días buenos y malos, con muchas o pocas consultas, el médico de la plaza de mercado está tranquilo por su autonomía y por no estar comprometido con los intereses económicos de ninguna entidad.

Yolanda, la paciente Yolanda Ríos vive en el municipio de Necoclí. Cuenta que en el pasado afrontó un dolor abdominal muy fuerte, tanto así que no lograba conciliar el sueño ni cumplir con sus tareas del día a día. Dice que fue a una cita con un médico general, pero salió decepcionada porque nunca logró determinar la causa de su dolor. Cuando la situación parecía solo empeorar, un vecino le habló de un brujo que vive en la vereda Casa Blanca, también en Necoclí. Cuenta Yolanda que cuando llegó a la casa del brujo, que al mismo tiempo era su consultorio, se sorprendió porque una vez lo tuvo en frente, el hombre supo exactamente qué dolor la aquejaba. Ella escuchó con atención el diagnóstico y las recomendaciones. ¿El resultado de la consulta? Que el problema no era ella, sino su casa: ¡le estaban haciendo brujería! Se fue, además, con la recomendación de varios rezos y baños medicinales. Días después, Yolanda se fue con sus dos hijos y su esposo a vivir en casa de su hermana. Una vez allí, se dispuso a cumplir al pie de la letra las indicaciones. Pasaron algunos días y empezó a notar cambios en su estado de salud. Pero justo cuando creyó que todo había terminado, un par de meses después, el dolor regresó, tan fuerte que tuvo que trasladarse a Medellín donde fue hospitalizada. Le diagnosticaron un tumor que difícilmente podría desaparecer con rezos. Fue sometida a varias cirugías y, en la actualidad, continúa su recuperación con intensas revisiones médicas.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


16

Un lugar mejor de lo que imaginamos Camila murió el 17 de diciembre de 2015 esperando un diagnóstico que nunca llegó. Durante tres días, visitó a seis médicos en Turbo tratando de encontrarle explicación a los síntomas que empezaron con un dolor de garganta para el que le recetaron acetaminofén. Cuando ya no podía moverse por sus propios medios, ordenaron su traslado a Apartadó. Murió en ese trayecto. Este fue el trabajo final de una de sus últimas materias. Un mensaje sobre la vida y la muerte. Camila Cárdenas Vélez Estudiante de Comunicación Social – Periodismo delau.prensa@gmail.com

E

L

n innumerables ocasiones la vemos tan cerca que es imposible no pensar en ella y, con ella, en todas las personas cercanas que se han ido o en las que podríamos dejar de ver algún día. La muerte, la única situación definitiva y segura que tenemos en la vida. Nunca imaginamos cuándo será nuestro fin. Vivimos sin saber qué día llegará. Nos sometemos a constantes desafíos y riesgos como si la muerte no estuviera a la vuelta de la esquina. Quizás, persiguiendo al que está a nuestro lado, de repente llega y nos lleva a dar un paseo. Hace unos años tuve un sueño: allí estaba una tía de mi madre llamada Teresa Restrepo, que murió en 2013, y el esposo de mi tía Beatriz, Darío Posada, que murió un año después. Este sueño me hizo pensar que el más allá es un lugar feliz y más cuando ya tienes 96 años, como Teresa. De Darío no sé, pues me hubiera gustado que se quedara otro rato más acompañándonos, aconsejándonos y diciéndome que debía alimentarme mejor —cuando iba a su casa nunca comía bien—. Estaban los dos en un campo verde y amplio donde había solo un árbol grande y frondoso. Teresa bajaba y subía de aquel árbol, Darío solo caminaba por ahí, revisando que todo estuviera bien, como acostumbraba hacer en su finca cafetera. Sus cuerpos tenían aspecto de ancianos, se veían las arrugas, el pelo blanco y las experiencias en su mirada; pero sus movimientos y sus sonrisas no denotaban los años. Teresa tenía la elasticidad de una niña y corría de allá para acá. El sueño duró poco, quisiera haber visto más. Pero más que lo que vi, es lo que sentí. Sé que ellos están bien, estoy segura de que se encontraron con personas que hace rato están allá, como mis abuelos, Jesusita y Mario, mis tías María Eugenia y Lucía, y los de las generaciones de más atrás. Me reconforta pensar que se fueron a un lugar donde no van a pasar enfermedades ni tristezas, al menos así era en el sueño. Por eso, al leer El amante lesbiano, de José Luis Sampedro, mi mente a l a s ud se detuvo a pensar en la muerte. Es evidente que el protagonista, Mario, está muerto y recuerda muchas situaciones de su vida. Se encuentra con muchas peren sonas: su mamá, su papá, sus b U ra tíos Luisa y Juan, y una mu-

á

ESPECIAL

No. 03 Junio de 2016

chacha, Farida Khadir, con la que tuvo una experiencia bonita cuando estaba joven. Puedo pensar, quizás, que la muerte solo es bien aceptada para los que de alguna manera ya han vivido todo o están pasando por alguna enfermedad. Entender la muerte de un joven siempre será difícil, ¡y con razón!, le falta mucho por experimentar, su paso por la Tierra aún no termina. Pero en la novela, se entiende que Mario ya es mayor: por las experiencias, las fechas que nombra y la forma de ver ese nuevo mundo. El miedo a desprendernos de la vida nos pone ciegos, nos genera pánico y tomamos miles de precauciones para que no llegue nunca. Uno de los sueños más anhelados de nosotros, los seres humanos, es ser inmortales, que ni a nosotros ni a nuestra familia o amigos les llegue ese día y, si es posible, que no le pase a nadie en la Tierra.

Pero, mientras llega la muerte, ¿qué hacemos? La vida tampoco es tan dura como la pintan. Solo hay que saber qué hacer en ella, vivir a gusto, haciendo lo que anhelamos. De pronto, la vida nos pone freno y nos enfrenta a situaciones difíciles, hay que saber que solo es para retarnos, tenemos que aceptarlas y entender que en cualquier momento vuelven a pasar y debemos estar preparados. ¿Cómo hacemos para olvidar que en nuestro futuro lo único seguro es la muerte? No sé, pero es algo que hacemos a diario, a menos que se acerque tanto que debamos mirarla a los ojos. Este es un tema que pone los pelos de punta, pero no es ajeno como para no tocarlo. ¿Cómo aceptamos la muerte de una persona cercana?, es una pregunta muy difícil de responder y menos en un momento tan desgarrador como ese. Podemos pensar que es algo que siempre nos va a agarrar desprevenidos y nunca sabremos cómo actuar. La novela relata una muerte linda, una muerte llena de verdades, donde somos capaces de mostrar lo que somos y queremos, donde toda nuestra vida se posa enfrente para mostrarnos lo bueno que vivimos. También, todos los deseos que dejamos de cumplir. El cielo cambia de color como indicio de que es otro mundo donde Mario va a poder realizar los sueños que dejó pendientes y mostrarse como realmente es. Y aparece dios, con d minúscula, para desmitificar todo lo que en la Tierra se cree de él. Aparece como una señal para entender que sí, que Mario está muerto, pero también para darle la seguridad de que no está solo. No sé si es necesario creer en él, pero sí lo es tener a alguien en quien apoyarse y que nos regale seguridad en todo lo que hacemos. Hay personas que piensan que hay un cielo y un infierno: los buenos para el cielo y los malos para el infierno. A mí me gusta pensar que todos merecemos un cielo, que el arrepentimiento y la culpa es el mejor infierno y que no hay necesidad de pensar en un lugar ardiendo en llamas, donde no hay agua, se vive con hambre y en medio de trabajos difíciles. También hay gente que piensa que al morir desaparecemos, que nuestra mente y alma se esfuman, como si estuviéramos dormidos eternamente. Cada quien cree en lo que le gusta creer. Finalmente, si la muerte es como la muestran en la novela, despierta en mí una pregunta: ¿por qué le tememos tanto? Es difícil pensar en ello, pero el autor nos transporta a una vida mejor e indirectamente nos dice que todo está bien. Un lugar donde vamos a estar con los que más queremos, un lugar donde no hay secretos ni tapujos, donde resolvemos todas esas preguntas que nos hacíamos a diario, un lugar mejor de lo que nos imaginamos.


Personaje

17

“No habrá paz sin el derecho a transformar el espacio y el poder en la región”:

Gloria Cuartas La exalcaldesa de Apartadó, premiada y cuestionada, habla sobre los conflictos que enfrentó en la política y sobre los retos que tendrá Urabá para consolidarse como una zona de posconflicto.

Alejandra Machado Estudiante de Comunicación Social-Periodismo alejandra225588@gmail.com

C

uando fue alcaldesa de Apartadó, Gloria Cuartas recibió un reconocimiento mundial de la Unesco por su trabajo en favor de la paz y la defensa de los derechos humanos. Pero es la misma mujer a la que desmovilizados de la guerrilla, como alias “Karina” y “Samir”, y como ellos muchos de sus contradictores políticos, han acusado de haber sido colaboradora de las Farc en Urabá. Nació en Sabaneta, es trabajadora social y geógrafa. Estuvo en la Alcaldía entre 1995 y 1997, período en el que, según la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), se disparó la tasa de homicidios en Urabá: en 1994 se registraron 46 homicidios y en 1995 la cifra llegó a 116 víctimas. Durante el período de Cuartas, la racha de violencia que padeció la región dejó un total de 223 asesinatos y 33 masacres. Todo ocurrió en medio de la consolidación de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu) que, aunque ya hacían presencia en la zona desde 1988, recrudecieron sus enfrentamientos con sectores de izquierda, a mediados de la década de 1990. Se hablaba entonces de una persecución contra líderes sociales, de comandos populares, de las Convivir, de la pacificación y de un consenso por la paz. Todo esto como resultado de una disputa territorial entre diferentes actores armados que, desde finales de los 80, se estaba desarrollando en el territorio. Ese consenso por la paz fue el mismo que llevó a Cuartas a ganar las elecciones y a ser una de las figuras más reconocidas de la izquierda en el momento más álgido del conflicto armado en Urabá. Cuartas habló con De la Urbe sobre esa época, sobre cómo intentaron manipularla por ser mujer, sobre su supuesta relación con las Farc y sobre los que, a su juicio, serán los puntos clave para el posconflicto en la región. Usted llegó a ser alcaldesa de Apartadó por medio de un “consenso por la paz”, ¿en qué consistía ese acuerdo? A mí me llamó monseñor Isaías Duarte a que hiciera parte del proceso. Entonces, se planteaba un acuerdo por la paz, eso fue lo que se dijo en el momento. Pero ese consenso para la paz fue una trampa a la democracia. Yo después comprendí que el acuerdo no era por la paz; que el acuerdo era para resolver lo que ellos (los que conformaron el consenso: dirigentes políticos, cívicos y religiosos de la zona bananera) consideraron conflicto político: tener a la Unión Patriótica (UP)

EPL para consolidar un poder económico en la región porque a la UP la consideraban una amenaza; porque su postura política era distinta al modelo económico que se tenía para la región. El consenso duró un mes; luego, sacaron a la UP de toda posibilidad de participación política. El EPL los acusó de la masacre en La Chinita y comenzó una propaganda de deslegitimación a todo lo que sonara como UP. Pero, ¿por qué Gloria Cuartas y no otra persona? Yo creo, y lo he investigado, que ellos pensaron que podía ser manipulable. Yo era una mujer amigable con todos los grupos políticos: Esperanza Paz y Libertad, Generación 21, con los grupos religiosos; o sea, la gente me conocía, fui una mujer de confianza, al principio. Pero al mes de estar en la Alcaldía, empezaron las muertes y yo planteé una campaña internacional con Naciones Unidas denunciando lo que estaba pasando en la zona. Eso no le gustó a nadie. Entonces, la guerrilla decía que yo era funcional a los paramilitares, los paramilitares decían que yo era funcional al Quinto Frente de las Farc, los empresarios bananeros no pagaban impuestos porque decían que yo se los entregaba a la guerrilla. Cuando los que me postularon en el consenso comenzaron a ver mi “protagonismo internacional”, vieron que era el efecto contrario a lo que ellos querían. Ellos querían una alcaldesa que pudieran controlar. Me decían que me dedicara a administrar, pero que no me metiera con asuntos de orden público, que de eso se encargaba el gobernador.

“Urabá tiene un gran problema emocional. El desarrollo se ha realizado a costa de mucho dolor”. por un lado y a Esperanza Paz y Libertad (movimiento conformado por desmovilizados del EPL) por el otro, en una disputa de poder territorial. Y, pues, quien se desmoviliza quiere tener representación política, eso era legítimo. Pero, entonces, empezó la tensión entre empresarios bananeros, políticos y sectores de iglesias, que preferían la alianza con

Ese gobernador era Álvaro Uribe Vélez, ¿cómo fue su relación con él durante su período en la Alcaldía? Nuestra relación amigable duró tres meses. Se rompió porque en las reuniones que se hacían en la Gobernación, Pedro Juan Moreno, que era su secretario de Gobierno, siempre decía: “Gobernador, no podemos seguir hablando de Apartadó porque llegó la ‘guerrillera’”. El trato hacia mí era de desprestigio y deslegitimación, los señalamientos hacia mí siempre se gestaron en lugares de poder. Él y yo teníamos diferencias en el concepto de seguridad, en el concepto económico y en el concepto de desarrollo local. Teníamos dos maneras de administrar lo público muy distintas. Yo siempre fui señalada de ‘guerrillera’, de ‘loca’. Y con el Gobernador siempre tuvimos enfrentamientos, no hubo una comunicación hacia la gobernabilidad, sino que era entre el ataque y la defensa. ¿Pero nunca hubo amenazas hacia usted? ¿Cuál era la amenaza latente?: “Usted no se puede

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


18 Personaje oponer a las Convivir porque la decisión de la Gobernación es que haya personas vinculadas de las comunidades a las cooperativas de seguridad”. Y yo le decía: “Gobernador, no. No podemos seguir vinculando jóvenes a la guerra en la región”. ¿Qué pasó después del consenso que habían logrado los sectores políticos de Urabá en 1994? Los empresarios, los políticos y la Iglesia decidieron que ya la guerrilla no iba a ser importante en el proceso político de la región; eso puede estar bien o mal. Lo que yo cuestiono es el método: reinsertados del EPL se unieron con sectores económicos y comienza un plan de exterminio y, a su vez, un repoblamiento urbano y rural. Los paramilitares comenzaron a asentarse en el territorio, empezaron las violaciones, las muertes. ¡Yo todos los días recogía muertos! ¿Cuál era el papel de la guerrilla en ese tiempo?, ¿los muertos solo los causaban los paramilitares? Es un poco tendenciosa la manera como lo consultas, en la medida en que mi papel como alcaldesa era identificar el todo; y el todo del municipio implicaba conocer la presencia histórica de las Farc con controles territoriales definidos en la región, los hechos de violencia a manos de la insurgencia. La muerte y el desplazamiento gestados por el Estado a través de los paramilitares y miembros de la Fuerza Pública muestran un panorama de hechos violentos. La pregunta que tú tendrías que hacerte como investigadora es: “¿Qué papel jugó el Estado en la región del Urabá en los años 1980 y 1990 para que esto ocurriera?”. No si yo creo que la guerrilla hizo actos violentos o no, eso está descartado. La guerrilla cometió hechos violentos en la región del Urabá, hechos de guerra. Desmovilizados, como alias “Karina” y “Samir”, afirman que usted tuvo cercanía con las Farc, ¿cómo fue su relación con esa guerrilla? Yo llegué a la región del Urabá por la Empresa Antioqueña de Energía (Eade) el 31 de julio de 1992, en un cargo oficial de la Gobernación de Antioquia. Había un paro armado en la región para no permitir el pago de energía. Yo hablé con las Farc con el permiso de Juan Gómez Martínez, el entonces gobernador de Antioquia. Creo que soy de las mujeres de este país que tiene una memoria política muy cuidada y creo que la reconciliación y la paz pasarán por la verdad, por la justicia, porque los sectores de poder le cuenten la verdad al país. Doy fechas exactas: trabajé con esa empresa del 31 de julio de 1992 al 16 de abril de 1993, en ese tiempo fue mi conversación con la guerrilla. Creo que fui una mujer que administró lo público en tiempos de guerra sin abdicar a sus principios ni con la insurgencia, ni con los grupos de poder. Usted ha hablado de que debe existir un modelo económico mixto que incluya a los empresarios y a los políticos, pero que les deje espacio a las comunidades. ¿Qué tan importante es esto para el posconflicto en la región? Yo creo que es clave. Urabá no puede seguir teniendo una propuesta hegemónica de desarrollo, los bananeros no pueden seguir definiendo el rumbo del Urabá. Es necesario que haya un nuevo acuerdo político, económico y social en la región. Es necesario que se conozca toda la verdad. Que haya un proceso de reordenamiento territorial que muestre cuál es la huella espacial de la guerra. El mapa de la muerte es muy complejo porque te está mostrando que, desde Necoclí hasta Mutatá, se dieron hechos victimizantes que fueron consolidando toda una matriz de control social. Urabá tiene un gran problema emocional. El desarrollo se ha realizado a costa de mucho dolor. El Gobierno afirma que ‘Los Urabeños’ son bandas criminales, que no son actores del conflicto armado. Pero los habitantes de la región reconocen a este grupo como paramilitares, ¿cree usted que aún existe este fenómeno en la zona? Creo que no podemos seguir hablando de bacrim, de nuevos grupos paramilitares o de nuevas bandas criminales. Creo que el Gobierno colombiano, en el marco de los diálogos y de los acuerdos en La Habana y del proceso con el ELN, debe abrir un debate sobre la Doctrina de Seguridad Nacional y aceptar públicamente que el paramilitarismo sigue como estrategia de imposición de un modelo económico. Necesitamos enfrentar públicamente ese problema: en el Urabá existen los paramilitares, la Brigada XVII debe reconocer el papel que ha jugado en la sostenibilidad del paramilitarismo. San José de Apartadó es una posible zona de concentración para desmovilizados de las Farc; sin embargo, en el territorio están presentes los paramilitares, ¿eso qué implica? Es importante garantizar un lugar de concentración que, ojalá, sea discutido con las comunidades. Las Farc necesitan un lugar para concentrarse, pero que ese proceso respete el trabajo que ha venido haciendo la Comunidad de Paz. Hay que evitar los señalamientos

No. 03 Junio de 2016

hacia San José como zona guerrillera, no habrá paz si no hay una discusión sobre el derecho a transformar el espacio y el poder en la región. La principal señal de paz sería reorganizar la infraestructura. En San José hay una escuela entre la base militar y la estación de Policía. Podrían hacer una universidad campesina o podría ser un instituto de paz; eso sería demostrar voluntad y resignificar ese lugar. Que esas bases, incluyendo las de la guerrilla, sean nuevos lugares para la reintegración, la educación y la protección ambiental. Pero, si es verdad que aún persiste el paramilitarismo, ¿no sería muy riesgoso concentrar desmovilizados en San José de Apartadó? Es decir, si en verdad hay una contrainsurgencia, ¿no sería exponerlos a un nuevo episodio de “pacificación”? Es necesario reordenar el espacio y la insurgencia tiene derecho a un lugar, así como lo tuvo Esperanza Paz y Libertad. No recuerdo oposición de nadie. Creo que San José respeta la territorialidad habitada por la Comunidad de Paz y el Estado que defina qué va a hacer con los paramilitares. ¿Hoy hay garantías para los cambios que se requieren? No hay garantías. Yo creo que se necesitan tribunales de la verdad en la región. Que haya la posibilidad de que los jóvenes sepan qué fue lo que pasó en el Urabá. No se ha dicho toda la verdad para que los hijos de todas las violencias, los hijos de todos los actores armados, se puedan reencontrar. Porque no se pueden seguir haciendo señalamientos hacia los hijos de La Chinita como ‘paramilitares’, a los hijos de San José como ‘guerrilleros’. Porque cada barrio tiene una ubicación en la memoria de la gente. La juventud no puede heredar odios ni ser ingenua. El desarrollo del Urabá no puede hacerse sobre la base de la impunidad ni sobre el dolor de las víctimas.

“El desarrollo del Urabá no puede hacerse sobre la base de la impunidad ni sobre el dolor de las víctimas”.


Informe

19

Violencia de género, un fantasma que ronda Apartadó

La idea de que las mujeres les pertenecen a los hombres parece haber echado raíces en Urabá. Mientras se siguen contando agresiones, las autoridades se quedan cortas en prevención y atención. Daniela Valbuena Agudelo Estudiante de Comunicación Social–Periodismo davalu90@gmail.com

H

ay un tema que muchos sienten y que, a veces, es evidente como una tempestad; pero pocos son conscientes de su daño. Hay un problema presente en toda la región de Urabá, pero de éste solo se habla cuando se lleva la vida de niñas y mujeres. Hay un tema que destruye vidas y familias, pero que, muchas veces, se queda en los corrillos de esquina o, máximo, en un titular de prensa: la violencia contra la mujer. Pese a que llegan numerosas denuncias a las Comisarías de Familia o a la Fiscalía, muchas mujeres que han sido víctimas de agresiones no saben cuáles son sus derechos o cuáles son las entidades encargadas de brindarles ayuda. Como si fuera poco, hay quienes temen denunciar o, luego de hacerlo, desisten de los procesos, entorpeciendo la labor judicial.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


20 Informe

La problemática local Según el Observatorio de Violencia Sexual y Violencias Basadas en Género en Apartadó, coordinado por la Universidad de Antioquia, la Fundación Universitaria Luis Amigó y Cordupaz, entre otras instituciones, la violencia física y sicológica contra la mujer es una problemática constante en la región. Según datos del último informe del Observatorio, publicado en 2013, la noche es cuando más se presentan agresiones y el hogar de la víctima es el principal escenario de violencia contra la mujer. Igualmente, el análisis señala que los agresores son, mayoritariamente, las parejas o exparejas de las víctimas. Dos de los casos más recientes en la región son el de Gertrudis Díaz Madera, una enfermera profesional de 38 años, asesinada en marzo de 2015 en el municipio de Carepa. E Ibeth Candanoza, de 41 años, quien fue asesinada en Chigorodó en uno de los primeros casos de feminicidio de 2016. En ambas agresiones, las autoridades señalaron como responsables a sus compañeros permanentes. Según Omar Darío García Martínez, fiscal local de Apartadó, desde 2012 hasta el 30 de abril de 2016, fueron radicadas en ese despacho, un total de 1.525 denuncias por violencia intrafamiliar. Entre tanto, la Comisaría de Familia del mismo municipio recibió, solo en marzo, 450 denuncias por esa misma causa. “Eso demuestra que no es un fenómeno esporádico o aislado, sino recurrente y en crecimiento”, añadió Patricia Suárez Arias, funcionaria de la Casa de Justicia de Apartadó. Por otra parte, y según datos del Observatorio de Violencia Sexual y Violencias Basadas en Género, los barrios Obrero y Policarpa son los más afectados por la problemática. Allí reside buena parte de las víctimas que se atreven a denunciar casos de violencia de género o violencia intrafamiliar. Pero así sean numerosos los casos que se denuncian, las autoridades reconocen que muchos otros no se registran por el temor de las víctimas a recibir nuevas agresiones o por su dependencia económica del agresor. También, según afirma Melba Judith Anza, fiscal seccional de Apartadó, muchos casos se caen por falta de pruebas.

Según dice Melba Judith Anza, la fiscal seccional de Apartadó, la nueva norma logró que los crímenes cometidos contra las mujeres pasaran a considerarse hechos de alta gravedad, aumentando la pena del agresor siempre y cuando el caso cumpla con las series que estipula la ley. Sin embargo, endurecer las normas no parece haber sido suficiente. Mientras tanto, los programas que buscan prevenir y crear rutas de atención, por lo menos en el caso de Apartadó, se han quedado cortos. Ese es el caso del proyecto Mujer y Familia de la Secretaría de Inclusión Social. Si bien la iniciativa se enfoca en la atención de mujeres afectadas, en informar a las víctimas sobre sus derechos y encaminarlas a la entidad idónea para atender su problema, Bertilda Teherán Beleño, encargada del programa, considera que el personal y el presupuesto asignados son insuficientes para desarrollar estrategias de educación que logren, de manera efectiva, disminuir los casos de violencia de género. Uno de los programas de esa dependencia es un Comité Estudiantil de Prevención de la Violencia contra las Mujeres, en los grados décimo y undécimo de algunas instituciones educativas del municipio que, de acuerdo con Teherán, pretende inculcar el respeto por las mujeres. También existe un grupo de 20 mujeres que trabajan en un proceso de empoderamiento como seres autónomos. Sin embargo, la funcionaria manifiesta la necesidad de contar con una casa refugio y con presupuesto para la atención de emergencia, pues, mientras tanto, sus actividades son limitadas. En conclusión, mientras no se concientice a la sociedad de que la violencia no es la solución a los problemas entre parejas ni se cambie la mentalidad en torno a la “propiedad” del hombre sobre la mujer, sea esposa, compañera o incluso hija, ese monstruo del feminicidio tendrá en la zona de Urabá su hogar y espacio de trabajo, para tristeza de centenares de familias y de una sociedad indolente.

Los barrios Obrero y Policarpa son los más afectados por la

problemática. Allí reside buena parte de las víctimas que se

atreven a denunciar casos de violencia de género.

Paños de agua tibia No cualquier asesinato de una mujer es considerado un feminicidio. Para que quepa en esa categoría, debe quedar claro que su muerte se produjo por razones de género, es decir, por su condición de mujer. Omar Darío García Martínez, fiscal local de Apartadó, explica que “el tipo penal de feminicidio entró en vigencia en nuestra legislación a partir de la promulgación de la Ley 1761 del 6 de julio de 2015, que lo crea como delito; antes de esto, se tenía como circunstancia agravante del tipo penal de homicidio”. En respuesta a un derecho de petición, la Fiscalía Seccional de Apartadó reportó que entre 2012 y 2016 esa unidad ha conocido siete casos de muertes violentas de mujeres. Cinco de ellos se encuentran tipificados como homicidios en “los cuales no se ha determinado si el móvil es la condición de ser mujer”. Mientras tanto, los dos restantes ocurrieron en la vigencia de la Ley 1751 de 2015, fueron tipificados como feminicidios y se encuentran en etapa de juicio.

No. 03 Junio de 2016

Ley en honor a Rosa Elvira Cely La Ley 1761 de 2015, de acuerdo con el texto de la norma, “tiene por objeto tipificar el feminicidio como un delito autónomo, para garantizar la investigación y sanción de las violencias contra las mujeres por motivo de género y discriminación, así como prevenir y erradicar dichas violencias y adoptar estrategias de sensibilización de la sociedad colombiana, en orden a garantizar el acceso de las mujeres a una vida libre de violencias que favorezca su desarrollo integral y su bienestar, de acuerdo con los principios de igualdad y no discriminación”.


Iniciativa

21

¿Y si la paz se firma con la bala de un fusil? En Riosucio, Chocó, fabricaron un lapicero con la madera de sus selvas y con el casquillo de una bala. Quieren que llegue a La Habana y que con éste se selle el acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc. Enrique Mena Estudiante de Comunicación Social–Periodismo enriquemena21@yahoo.es

L

a minería y la explotación ilegal de los bosques han destruido el territorio y, de paso, han generado muertes y desplazamientos en buena parte del departamento de Chocó. Pero ahora, una iniciativa de varios habitantes del municipio de Riosucio en compañía de Mauricio Grajales, un artesano risaraldense, hace que la madera y el oro coincidan en un símbolo de reconciliación y en un instrumento con el que, esperan, se firme un acuerdo para terminar el conflicto. La historia de ese municipio es como la de muchos en esa región: sufrió ataques de grupos subversivos y paramilitares, despojos, estigmatizaciones y desplazamientos. A finales de 2013, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado colombiano por la responsabilidad de “grupos paramilitares en colaboración con integrantes de las Fuerzas Armadas”, por un desplazamiento masivo de cientos de pobladores, de la comunidad de Cacarica, durante un operativo contra la guerrilla. Y fue precisamente ese mismo año, mientras una corte internacional fallaba sobre la responsabilidad del Estado en la guerra que ha tenido que padecer el municipio, cuando Mauricio Grajales y Riosucio Vive crearon el primer prototipo del lapicero por la paz con una bala de fusil calibre 7.62. Con esa primera versión, fueron invitados a compartir su propuesta en la Universidad Tecnológica de Pereira; pero allí, los estudiantes lo rechazaron, argumentando que era una apología a la guerra. A partir de ese momento, Grajales y César Carvajal, representante de Riosucio Vive, emprendieron un viaje para conocer experiencias de construcción de paz y perfeccionar el lapicero junto a las comunidades de diferentes regiones del país. En el municipio de Risaralda, Caldas, hablaron con un grupo de campesinos dedicados a la siembra de café y a ellos les pidieron un palo de uno de sus arbustos para hacer incrustaciones de madera en el lapicero. En Cartago, Valle del Cauca, conocieron un colectivo de 36 madres cabeza de hogar y de ellas recibieron un cojín bordado con sus ideas de paz. En Vélez, Santander, se toparon con un grupo de artistas que elaboraron, con los restos de un cilindro bomba, la escultura de una niña que, sobre un mapa de Colombia hecho en madera, sostiene en sus manos el lapicero. Después se adentraron en el río Baudó, en Pizarro, Chocó. Y allí en compañía de afros e indígenas, recolectaron más madera en la ribera del río. Con todos esos materiales y con las experiencias recogidas en las comunidades, combinaron la madera, la bala desarmada y bañaron el cuerpo en oro de 24 kilates. De esa forma, pulieron el nuevo lapicero por la paz. Desde entonces, en cuanto evento tienen un espacio para dar a conocer su propuesta, presentan el lapicero en las manos de la escultura creada con restos de un cilindro bomba y la acompañan con el cojín bordado por las madres de Cartago.

Por su parte, Mauricio Grajales, el artesano que tuvo a su cargo el diseño, dice que “a las personas les ha gustado mucho el lapicero. Cuando lo tienen en sus manos, sienten que es una manera de desahogarse para sentirse bien, para ellos perdonarse o perdonar. Después de una guerra de 50 años, la paz debe ser firmada con un buen lapicero y qué mejor que un lapicero donde los colombianos aportaron su granito de arena”. El objetivo de ambos es que con el lapicero se firme el acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc en La Habana y que también sea tenido en cuenta si prospera una negociación con el ELN. Carvajal y Grajales sueñan con ese momento en que las cámaras de medios de todo el mundo enfoquen la firma de ese documento, que representará el fin de una guerra de 50 años, con un lapicero elaborado por los afros de un pequeño municipio del Chocó.

“Es tiempo de escribir una nueva historia” El lapicero presenta un doble simbolismo: por un lado, la riqueza natural del municipio y de varias regiones del país; por el otro, la forma cómo la disputa por esa misma riqueza ha estado en el centro de la guerra en Chocó. Por eso, la frase “Es tiempo de escribir una nueva historia”, inscrita en la superficie del lapicero, es testimonio de la transformación de un instrumento bélico en un instrumento para la construcción de paz. “Hemos aprendido a convivir con los diferentes actores, pero esta es una iniciativa que busca abrir puertas de reconciliación, de paz y hermandad en el municipio de Riosucio”, dice César Carvajal, representante de la Corporación Riosucio Vive. Agrega que también se trata de una opción para “generar alternativas de empleo, que sean legales y justas. Y de recaudar fondos para apoyar la integración social de jóvenes en riesgo de conflictos”.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


22 Deportes

Palabras rápidas con ‘La Turbina’ Tréllez “El futbolista vive su soledad rodeado de mucha gente y de nadie al mismo tiempo”. Sin gambetas ni golazos, una de las leyendas del fútbol colombiano habla de su vida. Una charla con este turbeño de memoria rica, corazón amplio y largas rastas. Sindy Paola Hoyos Estudiante de Comunicación Social–Periodismo hoyospaola18@gmail.com

F

uerte, vigoroso y buen mozo, a pesar sus 47 años, John Jairo Tréllez no pasa desapercibido, sea en Urabá o en Europa. Da una apariencia de seriedad extrema, la misma que se desvanece a medida que se relaciona con alguien o se encuentra con su familia. Este turbeño, nacido el 29 de abril de 1968 en uno de los barrios más marginados del municipio, llegó al sitial que siempre quiso alcanzar: en su tierra, en su mar, bajo la tranquilidad de la brisa, en la comodidad de su casa con vista a ese golfo inmenso, tanto como la dicha que hoy siente al mirar el camino recorrido. Fue figura en el fútbol colombiano y en el exterior. Ganó con Nacional la Copa Libertadores de 1989, marcó goles determinantes con la Selección Colombia y tuvo la posibilidad de jugar en varios países antes de regresar. El estadio de Turbo lleva su nombre. “Me hizo muy feliz la noticia. Eso significaba que el pueblo se sentía orgulloso de mí”, dice sobre ese reconocimiento de su propia gente. A los visitantes los recibe con amabilidad y con una Club Colombia fría. Lleva gafas oscuras, un arete en su oreja izquierda, manillas artesanales en sus manos y sus rastas recogidas. Se ve tranquilo, pero está pendiente de que todo marche bien con su negocio, Roots Bar. Manda. Le traen. Hace sugerencias. Las acatan. A veces, atiende él mismo a la clientela. No siempre puede uno darse el lujo de que lo atienda una leyenda del fútbol colombiano. ¿Cuánto hace que se retiró del fútbol? La verdad, la verdad, madre, el último proyecto que montamos fue en el Bajo Cauca, en compañía de Carlos Castro, un excompañero de la Selección Turbo Prejuvenil. Ese proyecto se montó porque siempre quisimos jugar juntos, yo lo quise llevar a Nacional cuando estaba allá, pero nunca se dio la oportunidad; entonces, se dio en el Bajo Cauca. Te estoy hablando por allá de 2008. Y en la actualidad, ¿cómo es su vida? Tranquila, tranquila, viendo cómo evoluciona el pueblo. Lo que yo visioné hace más o menos 19 años, se está haciendo realidad. Tanto los nativos como el departamento se están dando cuenta del potencial que tiene el golfo, que tiene Turbo para su desarrollo y progreso. Hace dos décadas el país y la región eran muy diferentes. ¿Qué visionó? Es que viviendo en Europa decía: la única parte del mundo en la que tengo un golfo hermosísimo y unas lindas playas es Urabá, pero la gente le daba la espalda al mar. No podía ser. Entonces, compré esto. Y a mi mamá le decían que yo estaba loco, que yo vivía en Europa y en muchas partes del mundo, que a qué venía a Turbo, a un pueblo sin futuro. Yo visionaba algo diferente y, aunque ya no es tan tranquilo como a mí me gustaría, lo disfruto igual como la gente. Hay una faceta poco conocida en ‘la Turbina’ Tréllez: su relación con su hijo Santiago. ¿Cómo es esa relación? Muy buena. De pronto, discutimos cosas porque sé que él tiene potencial y aún no lo ha aprovechado, pero es producto de su juventud y de su ansiedad. Porque cuando

No. 03 Junio de 2016

tú eres tan ansioso, quieres hacerlo todo. Y lo que hay que hacer es respirar un poco, hacer una pausa... Volvamos al fútbol. ¿Cuál es su equipo favorito? Real Madrid, Boca Juniors, Palmeiras y, por supuesto, Atlético Nacional. Esa es mi lista. ¿Y su técnico favorito? Aunque ya no está dirigiendo, Luis Alfonso Marroquín. Un gol para recordar… Frente a Millonarios en la Copa Libertadores de 1989. Ese nunca lo olvidan los hinchas de Nacional. Y el que le marqué a Uruguay que nos clasificó al Mundial de Italia 1990. Hay algo que muchos recuerdan con cariño, el campeonato de la Copa Libertadores de 1989. ¿Qué sintió? En lo único que pensaba era en irme rápido para mi casa, rápido. Me indignó que quienes nos criticaban, y no daban un peso por nosotros, estaban cargando la Copa. Yo ni siquiera la agarré. ¿Cómo ve hoy la liga colombiana? Muy regular, no es la mejor, como creen ellos. El único equipo competitivo es Nacional, que es el que más invierte plata; pero aun así, no les gana a todos. ¿Y a la Selección Colombia? Muy bien. Con altibajos normales. Los ‘pelaos’ probaron y le demostraron a Colombia de qué están hechos. Llegó un momento que me dolió mucho, y es que ya estaban dudando de ellos, cuando nos han entregado tantas alegrías a todos los colombianos. Pero, a fin de cuentas, así son los colombianos. Para nosotros era normal que no dieran un peso por nosotros, pero ellos pusieron el punto muy alto. ¿Y a James? Es un crack. Tiene sus debilidades, pero le demostró a Colombia que él es el 10 y me tiene muy contento. ¿Cuál es su persona favorita? Mi tío, Mosley Tréllez. Fue quien me motivó en el mundo del fútbol. ¿A qué se debe su gusto por lo jamaiquino, por lo rasta? La gente piensa que la cultura rastafari viene de Jamaica, pero no es así. Propiamente viene de Etiopía. Bob Marley se inspiraba en ese país. Cuando me fui a Europa, empecé a descubrir muchas cosas. Me sentía con la libertad

de ser yo mismo y fue ahí cuando me enamoré de todo lo relacionado con esa cultura. ¿Qué hubiera sido si no fuera futbolista? En ese tiempo, el sueño de los nativos era los barcos. Creo que hubiese sido marino. ¿Le gustan rubias o morenas? No miro el color en las mujeres. Pero sí, mi preferido es el negro (risas). ¿Qué lo apasiona? La tranquilidad. Y ahora, ¿es feliz? Sí. Porque he conocido a Colombia. Y es lindo que la gente te reconozca y te admire; pero, sobre todo, que admire tu tierra. Una canción. Hombre natural, de Yiyo Sarante, y Mi hijo y yo, de Niche. Me traen recuerdos únicos. ¿Dónde le gustaría que lo enterraran? Soy un ciudadano del mundo, que esparzan mis cenizas por él o que mis hijos decidan (risas). ¿Cómo es la vida de un futbolista? En mi época era más tranquila. Mis respetos pa’ los ‘pelaos’ de ahora. No entiendo cómo se concentran ahora si antes de entrar a la cancha se están tomando fotos y todas esas cosas. Ahora el fútbol se convirtió en un negocio, nosotros lo hacíamos de corazón. ¿Qué es lo más difícil? Que todo el mundo te nota. (Risas). ¿Cree que los amantes del fútbol son crueles con los jugadores, cuando no están en su mejor momento? El fútbol es muy lindo, hoy te está silbando una hinchada y mañana te está exaltando y diciendo que eres el mejor. El fútbol es tu familia y unos pocos amigos que puedas hacer porque el futbolista vive su soledad rodeado de mucha gente y rodeado de nadie al mismo tiempo. ¿Qué es el fútbol para usted? Ha sido lo más grande que Dios me ha dado. Hasta el día de hoy, no me he podido retirar.


Entretenimiento

23

Tres opciones

para que Apartadó suene diferente

La Casa en el Aire

La vida nocturna en Urabá, invadida con los sonidos de la música tropical, ahora tiene en tres bares alternativos de Apartadó opciones para quienes buscan una opción distinta de entretenimiento. Kelly Durango Estudiante de Comunicación Social – Periodismo nanita1331@hotmail.com Robledo Museo Bar

L

a rumba en Apartadó es sinónimo de fiesta extrema, por lo general, en discotecas grandes que suenan a reguetón, vallenato, salsa moderna y mucha música urbana. Pero existen tres bares que se diferencian por su onda musical y su concepto decorativo: Robledo Museo Bar, La Casa en el Aire, y Tapas y Vinos. Todos ellos, aunque diferentes en estilo, son similares en algunos aspectos: sus propietarios son del municipio de Chigorodó –toda una coincidencia–, tienen una clara visión de lo que para ellos representa un bar alternativo y sus sitios permiten la conversación, el disfrute, la sensación de familiaridad y la apreciación del arte. Un común denominador: sus clientes. Este es un viaje por esos lugares con un poco de sus historias. Robledo Museo Bar A pocas cuadras de la Zona Rosa de Apartadó, pero alejado del bullicio, se encuentra Robledo, un bar de rock clásico inmerso en un museo de variadas pinturas y esculturas. Allí, en esa sala grande, hay luces de baja intensidad, sofás pequeños, tapetes con cojines aptos para relajarse, mesas y sillas, zona para fumadores, una barra y una pequeña tarima para presentaciones musicales en vivo. Pero la esencia principal del salón –aparte del arte–, es una pantalla grande donde se proyectan videos y conciertos. Willy Robledo, el propietario, considera que su público es conocedor. “Es gente que le gusta la temática, que la entiende y la aprecia. Cuando alguien llega nuevo y no sabe nada del rock, se familiariza con la pantalla. Se conecta”. Willy empezó su negocio en 2003, en Chigorodó, con el nombre de Woodstock; así también se llamó el primer Festival de Rock en su tierra natal. En 2008, cambió esta denominación por la de Robledo Museo Bar para dar relevancia a las obras de su hermano fallecido, Norman Robledo. Llevó su bar a Apartadó hace cinco años porque Chigorodó, según dice, entró en una crisis social y la violencia inundó sus calles. Comercialmente, había quedado muerto. “El bar sale de la propuesta social del jipismo, de la época de los 60. El museo es abierto para todos, sin ánimo de lucro, simplemente una amistad, cariño”, dice Willy. Sin embargo, en lo musical, la tendencia que allí prevalece es la de aquella época: las bandas que le gustaban a su hermano como Pink Floyd, Led Zeppelin, Jimmy Hendrix, Guns N’ Roses y Aerosmith. Aunque, menciona Willy, “en Apartadó empieza un ciclo de rock en español que se fue complementando” porque la gente lo pedía. El Museo es un espacio para diferentes expresiones de la cultura: música, pintura, escultura, poesía, presentación de libros, cine-foros y talleres de arte. Robledo es un lugar para apreciar los dinosaurios esculturales hechos en madera recogida de las playas de Urabá en 1993, y las pinturas — alrededor de 100 obras— que retratan la vida en el mar y las etapas de vida de su hermano. Desde el bar, también se promueven proyectos para la preservación de los árboles a través del arte, evidenciando la tala y la quema de los mismos. Cualquiera que desee hacer uso de este espacio con buenas ideas sólo tiene que hablar.

La Casa en el Aire Todo un homenaje a Rafael Escalona, a pesar de que no se escucha vallenato. Para ello, ya hay sitios que enfatizan en el género. “La Casita” — como le dicen— queda a tres cuadras de Robledo, adentrándose en la Zona Rosa; es un lugar pequeño. La decoración tiene un concepto pop art, con un collage de cuadros miniaturas de artistas y postales de viajes que Juan Pablo Londoño e Ismael Gómez —los propietarios— han coleccionado en sus viajes. Al fondo, se ven lámparas elaboradas con botellas de vino y adelante, un televisor con el marco de un espejo antiguo. Los sofás son amplios y bajitos; las mesas, lo más pequeñas posible, con un concepto minimalista. En efecto, “La Casita” tiene aires de casa y su estrechez hace que los clientes estén de frente a otras personas, así no se conozcan. Incluso, a veces, se comparte el asiento para poder disfrutar del espacio, de la música. Una clave de este lugar es la interacción, la conversación. “Toda la gente es bienvenida. Somos el lado izquierdo de Apartadó adonde llega un público de universidades, de empresas, que les gusta lo diferente. Recibimos muchos extranjeros, la mayoría son de oenegés; también personas con diversas orientaciones sexuales porque las tratamos con respeto”, expresa Ismael. Hace cinco años que está en Apartadó, pero antes Juan Pablo tenía el bar en La Ceja, Antioquia. Es un espacio alternativo y temático: en semana se escucha música social, los miércoles son de música de “plancha”; los viernes, de salsa clásica; los sábados, de house y electrónica, más de rumba a buen volumen. Allí se puede disfrutar de cocteles, cerveza artesanal y quizá, si se cuenta con suerte, de una pequeña parrillada. “La Casita” ofrece “energía, definitivamente es la energía que fluimos los propietarios del bar, tratamos de que nuestros clientes se llenen de alegría, vendemos alegría. Tratamos de que nuestros clientes se sientan contentos”, dice Ismael. Para ellos, la clave de sostener este lugar es la constancia y la atención en el tiempo, a pesar de que su público también se traslada a Robledo y a Tapas y Vinos. Los propietarios expresan que las personas creen que es un bar gay, por la orientación sexual de ellos. Pero allí prima la diversidad, la tranquilidad de bailar, de estar con la pareja o con amigos, de sentarse solo en la barra con la posibilidad de conocer gente nueva, de hablar en voz alta, de fumarse un cigarro y pedir la música que desees.

Tapas y Vinos

Tapas y Vinos Con un nombre originario de la gastronomía española, finaliza este viaje en Tapas y Vinos, un bar ubicado en el barrio Los Pinos, cercano a la Zona Rosa, pero único en su espacio. Sí, hay que caminar un poco para llegar. Es una casa adaptada a bar desde hace dos años. Comenzó porque a Jose Rivera —el administrador y hermano de la dueña— le gustaban los cocteles y la vida nocturna. “Siempre me han llamado la atención los bares donde la música es alternativa, más que el folclor de nuestra región o de Colombia. Que la gente tuviera otro tipo de géneros como el rock, la electrónica, el indie, etc.”, dice Jose. La decoración es minimalista, con colores llamativos. En el antejardín se ven algunas sillas campestres y otras forradas en cuero estampado en pop art. Las comidas y los cocteles son la especialidad, uno de los más apetecidos es Joselito Carnaval y la “michelada” de soda con maracuyá granizada, inventada por el administrador. En cuanto a la gastronomía, tiene influencia española debido a que su cuñado es un chef español. Por eso el nombre de Tapas, que son comidas típicas españolas. Las sirven en porciones pequeñas para que los clientes degusten de todo a la vez. Los postres y los cafés también están en la lista. Toda una experiencia alrededor de la música. La barra está al frente de la entrada con juegos de mesa. Las habitaciones del bar están adecuadas con tapetes y cojines, para descalzarse y fumar tabacos de sabores con narguilas. “Los clientes son fijos y se sienten bien por la atención. Eso es lo que más enamora aquí, ese es nuestro éxito, se adaptan y les gusta la música”, expresa Jose Rivera.

Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


24 Última

¡Viva México!

¡Vivos los queremos! Cada 15 de septiembre los mexicanos se reúnen en El Zócalo capitalino para celebrar las fiestas patrias. En 2015, el recuerdo de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, el escándalo de la millonaria casa de la pareja presidencial y los casos de corrupción hicieron que los asistentes le gritaran al presidente su dolor de patria. Karen Lorena Bejarano Parra Estudiante de Comunicación Social–Periodismo karenbeja@gmail.com

L

legó la primera quincena de septiembre y, con esta, un México verde, blanco y rojo. Como siguiendo un manual al pie de la letra, las casas se vestían con algún adorno alusivo a México y en el ambiente se respiraba algo de patriotismo. Algo, solamente. Ya la gente estaba perdiendo la fe y las ganas de su país; poco se sorprendían, poco se emocionaban. La razón de la celebración patria era la peda del 15. En lo que sí se ponían de acuerdo era cuando hablaban de platos típicos: aseguraban que la abuela iba a cocinar un rico pozole y las tías, las botanas. Un paladar nuevo en el territorio es feliz imaginando los banquetes. En vísperas del 15, el centro de la ciudad estaba lleno de sombreros, vestidos, faldas, bigotes y accesorios para lucir en el grito. En la noche de la gran fiesta mexicana, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, saldría a su balcón en el Palacio Nacional a dar el grito de independencia, acompañado de su esposa Angélica Rivera, La Gaviota, una actriz mexicana que terminó siendo la primera dama de México. Todo un novelón. 15 de septiembre. En las casas se preparan para la noche, cocinando y organizando los vestuarios con los que se recibirá al resto de la familia que llegará a la casa a comer. La fiesta mexicana es como un 24 de diciembre, sin Niño Jesús y sin tanta costumbre gringa. Entonces, bajó la temperatura y el cielo avisó que era hora de salir a comprar trago. En las tiendas había filas de clientes esperando su turno para comprar cervezas, tequila o cualquier licor barato de caña que sirviera para ambientar el espíritu patrio. Los carros se amontonaron en las calles y en los andenes iban las niñas con sus trajes típicos, agarradas de la mano de la mamá. Los luchadores iban en el metro con sus máscaras y los chicos de 13 años ya tenían un bigote muy Zapata. En la Estación Garibaldi, las voces de los vendedores se escuchaban más enérgicas que de costumbre, intentaban vender aretes y prendedores con lucecitas intermitentes. Alrededor la gente iba caminando a paso rápido hacia todas las direcciones. Una noche más en Ciudad de México, con el mismo caos, pero con un olor distinto, ese olor a fiesta que no tiene una definición exacta porque para unos puede ser chido y para otros, repugnante. “Aquí no hay nada que celebrar” decía un vendedor de películas porno afuera de la estación del metro. La Avenida Juárez, por el Palacio de Bellas Artes, estaba rodeada de policías. En el Centro Histórico desfilaban

No. 03 Junio de 2016

nuevamente las niñas con sus trajes típicos; los adultos llevaban sombreros, bigotes, máscara de luchador. Y muchas mujeres llevaban orejitas de Playboy que alumbraban el tricolor patrio. La época de la Conquista no ha terminado. Tacos, pozole, enchiladas, chiles en nogada, quesadillas, mole. Los restaurantes seguían abiertos y olía tanto a México que era inevitable pasar de largo sin probar tantito. Una calle antes de El Zócalo se alcanzaba a percibir que la gente no avanzaba y que se iba quedando formada una tras de otra; la fila para ingresar a El Zócalo parecía la entrada a un festival de música. Efectivamente, había música, estaba sonando reguetón: era J. Balvin, un colombiano. La noche del grito era también una noche de conciertos, una buena manera de convocar gente a un evento al que nadie quiere ir. Ya lo decía el señor del cine erótico, no había nada que celebrar. La situación de México era tan abrumadora que daba vergüenza salir como si nada a bailar con la Arrolladora Banda El Limón. O, por lo menos, eso decían esos a los que les cae mal la música de banda, a los que les recuerda su característica narcoestética. Hacer la fila o meterse de colado Cuando por fin terminaba el turno en la fila, se llegaba a un complejillo de seguridad cuya función era la de quitar paraguas, desodorantes en spray, encendedores y demás objetos peligrosos que pudieran atentar contra la vida y la seguridad del presidente. ¡Ah!, también buscaban quitar navajas, cuchillos y armas para que no hicieran del grito una noche de robos porque podría salir en televisión. Cantaron los que tenían que cantar. El público gritó, aplaudió, tomó fotos y video; se quejó de que no dejaran entrar el tequila y prendió cigarrillos con los encendedores que logró pasar por los tres filtros de seguridad que había en la puerta. Yordi Rosado y Cynthia Urias, dos conductores de televisión, despidieron a los músicos, agradecieron al pueblo mexicano y cerraron lo que siempre pareció un festival de música. Mucha gente empezó a salir de El Zócalo, mientras al fondo se alcanza a escuchar la Banda de Guerra del Ejército mexicano. Ahora sí, empieza el grito. Los redoblantes y las trompetas seguían la melodía. En las pantallas que estaban en la explanada, se veía la imagen del Palacio Nacional engalanado con visitantes vestidos de coctel y una parafernalia que al final uno no sabe ni

para qué es. Seguía la melodía de guerra. En la plaza, había público aún. En años anteriores, la concentración de gente era mayor; pero era entendible que ahora los convocados no fueran tantos, total: ¿cómo van a ir si están desaparecidos? Luego de unos minutos, en las pantallas apareció Enrique Peña Nieto acompañado de la señora Angélica Rivera de Peña. La pareja jet set. La Gaviota, con un vestido largo color marfil, y Peña Nieto, con su banda presidencial, caminaron hasta el balcón atravesando un pasillo de aplausos y ligeras venias. Abajo el asunto era distinto, no había trajes de gala de 70 mil pesos mexicanos (12 millones de pesos colombianos) ni protocolos militares; abajo estaban los gritos de “culero”, “asesino”, “fuera Peña”, “puto”. Mientras el señor presidente pronunciaba el ya conocido discurso, se escuchaba el rechazo de la gente y sus insultos. La indiferencia también se escuchaba. El dolor igual. ¡Viva México! ¡Viva México! ¡Viva México! Sonaron los campanazos. “Cuuuu leeee roooo”. Peña Nieto seguía haciendo sonar las campanas, mientras que la exactriz sonreía y miraba al público a lo lejos. El presidente agitaba la bandera y un grupo de gente lo apoyaba. Que les pagaron 200 pesos mexicanos (35 mil pesos colombianos) para que hicieran de extras en este capítulo, es lo que decía la gente: “Mi tía trabaja en el PRI y la obligaron a venir”, contaba una chica de la Unam. De repente, en el cielo explotaron luces de colores. Los gritos se acabaron y los ojos ya no apuntaban al balcón. El espectáculo de fuegos artificiales había iniciado: verde, blanco, rojo. En el firmamento, las luces y las chispitas avisaban que la fiesta apenas empezaba, la música mexicana empezó a sonar y las ganas de unas chelas regresaron con intensidad. La familia presidencial apreciaba el show desde el balcón. Entre tanta explosión de felicidad artificial, una cortina de humo se posó entre los asistentes y, una vez finalizado todo, la familia Peña Rivera se incorporó y los asistentes se retiraron. Detrás del humo quedaron los insultos y la indignación. ¡Rico pozole! siguen gritando los meseros de los restaurantes. Algunos entran a comer, otros toman un taxi o entran a un bar y otros caminan hacia la Plaza Garibaldi para darle inicio a la peda del 15, aunque no haya nada que celebrar.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.