[II CONCURSO DE ARTE LITERARIO] - Tengo alas y puedo volar

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DEFENSORÍA DEL POLICÍA

II CONCURSO DE ARTE LITERARIO “DERECHOS DE LA MUJER”

1° PUESTO

Tengo alas y puedo volar SO3 PNP MARÍA MILAGROS MENA VERA


II CONCURSO DE ARTE LITERARIO “DERECHOS DE LA MUJER”

TITULO DEL CUENTO: “TENGO ALAS Y PUEDO VOLAR” Era un día cualquiera para todas las mujeres que habitaban en aquel hermoso, pero a la misma vez misterioso lugar, todas aquellas damas conversaban entre sí, reían, murmuraban y discutían, menos Anita, quien se encontraba con el rostro recostado sobre el madero de la ventana, contemplando a los pajaritos que habían anidado en el árbol más grande del jardín, - ¡quisiera ser un pájaro!, parecía pensar Anita, ella anhelaba tener alas y poder volar, soñaba con explorar cada rincón de la tierra y así poder encontrar una hermosa isla, donde construir una pequeña, pero acogedora casita, eran tantos los deseos de Anita, que pensando en ellos se quedó plácidamente dormida, hasta que llegó la noche y un fuerte ruido la despertó; era la música que todas las noches era forzada a escuchar y antes de que pudiera despertar completamente, su madre, con voz enérgica la mandó a su habitación, pero Anita esta vez sólo la escuchó, más no la obedeció, eran años de curiosidad guardados, ella quería saber por qué su madre no la dejaba jugar por las noches por aquel gran salón, llena de largos sofás; es así como se escabulló debajo de la mesa que se encontraba en un rincón, desde ahí vio bajar por las escaleras a su madre con un largo y brilloso vestido, parecía una princesa, al igual que las otras chicas, Anita se emocionó y cuando estaba a punto de salir a abrazarla, escuchó hablar a Amanda, la mujer de más edad que vivía en aquel lugar, quien con voz melodiosa invitada a ingresar y a disfrutar, en ese instante se hicieron presente muchos hombres, unos altos, otros bajos, unos gordos, otros flacos, unos jóvenes y otros viejos; Anita no entendía por qué había tanta gente y por qué las amigas de su madre, corrían a los brazos de esos hombres, a quiénes ella no conocía, todo aquello la asombraba y alimentaba más su curiosidad, hasta que le dio sueño y de manera sigilosa decidió salir de su escondite, cuando de pronto le cubrieron la boca fuertemente y la llevaron a rastras al baño, una vez

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ahí se le presentó un hombre muy alto y musculoso que le dijo: -“Hoy tú serás mía”, “esa faldita tan corta que traes puesta me vuelve loco”, Anita no comprendía sus palabras, ella sólo quería gritar pero no podía, en sus pensamientos le suplicaba a aquel hombre que no le hiciera daño, que por favor la dejara ir”, pero aunque forcejaba con el mismo, no lograba liberarse, aquel hombre la había tirado al piso y se había subido en su encima, en eso sintió un fuerte dolor, le estaban haciendo daño y no podía hacer nada para evitarlo y cuando al fin todo terminó, aquel hombre al que ella lo denominó monstruo, se subió el pantalón y se retiró, Anita sollozaba de dolor, no tenía fuerzas para ponerse de pie, a duras penas sólo pudo asegurar la puerta del baño, no entendía qué le había sucedido, ni por qué ese monstruo le había hecho eso, sentía una gran impotencia en su ser. Al día siguiente mientras Juanita, la de la limpieza, aseaba el baño, encontró a Anita tendida sobre el piso y desesperada llamó a la madre de ésta, quien al verla en aquellas condiciones empezó a llorar, mientras gritaba : -“Hija mía, hija mía, ¿por qué tú, por qué?, Anita le contó lo sucedido y su madre ya más calmada le dijo que todas las mujeres pasaban por lo mismo, que para eso habían nacido, para complacer a los hombres, que debía acostumbrarse a eso, porque es así como una se hacía mujer; seguidamente la llevó a su habitación y curó sus heridas. Una semana después de lo acontecido, mientras Anita miraba televisión, su madre le dijo que había llegado el momento de que empiece a trabajar, que ya era hora que sepa lo que era la vida y que debía aprender a sobrevivir; para lo cual Anita, le preguntó en qué trabajaría, a lo que su madre le contestó, que debía hacer lo mismo que ella hacía, que debía ser amable y cariñosa con los hombres que visitaban la casa, que debía hacer todo lo que ellos le pidieran, que nunca debía decir no a lo que ellos le solicitaran; para lo cual le mostró un hermoso vestido, indicándole que se lo pruebe, que ese iba a ser el atuendo que usaría todas las noches. En ese momento Anita recordó todo aquello que había visto la noche que le hicieron daño y algo muy dentro de su ser le decía que no debía hacerlo; pero también sabía que no podía hacer nada al respecto, pues de ese lugar nadie nunca había podido salir, incluso su madre junto a ella habían intentado huir, pero cuando fueron descubiertas, su madre había sido

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castigada fuertemente que incluso una vez estuvo muchos días sin poder caminar y cuando una de las chicas intentó hacer lo mismo también, terminó muerta; todo eso la aterraba, que solo atinó a responderle con un sí a su madre, y cuando al fin se quedó sola se dijo a sí misma, tengo que salir de aquí, quiero ser libre, quiero ser feliz, no quiero que me hagan daño; suplicó a Dios que la ayudara, cuando de pronto muy agitada entró Juanita a su habitación y le dijo: -“niña mía huye de aquí, huye por favor”, entonces Anita le preguntó cómo podía hacer eso, fue ahí que Juanita le entregó su uniforme y le indicó que debía subir al camión de la basura y que cuando esté ahí, se cubra con las bolsas y una vez que el camión salga a la calle y haga la primera parada, debía bajarse y correr tan rápido como pudiera y llegar a la dirección que estaba escrita en un papel que había dentro del bolsillo del uniforme; así es como lo hizo Anita, pero cuando bajó del camión, todo era nuevo para ella, habían muchos carros, muchos letreros con luces, todo le asombraba, hasta que recordó el papel del cual le había hablado Juanita, lo buscó y lo miró, pero no sabía que decía, pues a sus doce años, nunca había ido a la escuela y no sabía leer, por lo que se acercó a una señora y le pidió que la llevara a dicho lugar, la señora dudó un poco pero accedió a su petición, fue así como Anita terminó en un albergue del Estado, donde la cuidaron y educaron, fue en ese lugar donde descubrió una vida libre de violencia, donde no habían monstruos y donde nunca le pidieron que complazca a los hombres. Los años transcurrieron y Anita se convirtió en una destacada abogada, pero tenía una gran tristeza en su corazón, quería reencontrarse con su madre, liberarla de aquella prisión, pero en vano fueron sus esfuerzos, por más que investigó nunca logró encontrar el burdel donde ésta trabajaba; entonces decidió que ayudaría a todas las mujeres que habían sido abusadas, que trabajaban en la calle ejerciendo la prostitución y que eran explotadas sexualmente; es así como la historia cuenta de la existencia de una mujer empoderada, que lucha por los derechos de todas las mujeres y por la igualdad de género, que lucha contra la violencia hacia la mujer y que de manera altruista acoge los casos de las mujeres más humildes y los lleva a la Corte en

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búsqueda de Justicia. Ella es conocida como la defensora de los más vulnerables, ella siempre está donde más la necesitan, es un ave sin nido.

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