Mis días en el kiosco

Siempre me ha llamado profundamente la atención que las personas sean capaces de pasar tantas horas de sus días en un espacio tan reducido como lo es un quiosco. "Uno se acostumbra" , me dijo don Luis mientras lo fotografiaba. Principalmente, vende bolsas de regalo "porque es más rentable que vender revistas" . Mi sorpresa fue inmensa cuando me contó que cada día demoraba dos horas y media en abrir el quiosco e instalarse y una hora y media en descolgar y cerrar. Cierra con 18 candados, cada uno de los cuales cuenta con un importante sistema de seguridad y una alarma. Llega todos los días (excepto los domingo) aproximadamente a las 06:30 y se va a eso de las 17:00 horas, depende de cómo haya sido el día. No almuerza, para evitar tener que ir al baño. Sólo lo acompaña su fiel cigarrillo, al que deja olvidado cuando llega un cliente. Atiende con amabilidad, aun cuando él no se considera una persona simpática. En definitiva, comencé el proyecto con la idea de entender cómo alguien puede resistir el día a día en un espacio así de pequeño y terminé dándome cuenta de que, en realidad, el esfuerzo es aún mayor.













