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DEPORTADA Esta edición de LSD utiliza parcialmente la elaboración gráfica y textual del mítico número 36 de la revista Amazing SpiderMan de Marvel dedicada a los eventos del 11 de setiembre de 2001 en EEUU. La edición impresa apareció el 31/10/2001; y la digital sucedió el 7/9/2011. Los textos de ese número fueron producidos especialmente por J. Michael Straczynski; y los dibujos estuvieron a cargo de John Romita Jr. El 11 de setiembre de 2015, el propio Michael Straczynski escribió (en su perfil de Facebook) lo siguiente: “In the months after the events of 9/11, Marvel comics needed someone to say something about those events. That someone was Peter Parker, who as a New Yorker most deserved to stand on that stage. My job was to figure out what he would say once he got up there. The words to the now-famous Black Issue follow below...” (“En los meses posteriores a los acontecimientos del 9/11, Marvel Cómics necesitaba que alguien dijera algo sobre aquellos eventos. Ese alguien era Peter Parker que, como neoyorquino, era quien más merecía estar en ese escenario. Mi trabajo era averiguar lo que diría una vez en el lugar. Las palabras del ahora famoso número negro siguen a continuación...”; traducción de JLMachado) y compartió el enlace para acceder a las imágenes de ese volumen: https://imgur.com/gallery/83xZp Ya en 2012 el escritor había comunicado, por ese mismo medio, que la empresa Marvel permitía la descarga gratuita del número, informando el enlace correspondiente. Todas las traducciones desde el inglés de los globos de diálogo de las imágenes del cómic reproducidas en este número son gentileza de José Luis Machado. Los textos de portada, en español, expresan: “… Dios. / Algunas cosas van más allá de las palabras. / De la comprensión.”

http://lsdrevista.todouy.com correo: revistalsd@gmail.com facebook: lsdrevista.deabrelabios LSD es una publicación cultural uruguaya. Su Redactor Responsable es Wilson Javier Cardozo (wilsoncardozo@gmail.com). Desde 2017 se edita únicamente en formato electrónico. Equipo permanente: Zenia García Ríos, José Luis Machado, Andrés Moura, Rodrigo Ferreira, Ximena Rosa Caballero. Colaboradores de este número: Sa úl Pa ciuk, Fred Redlich, Washington Gorosito, Nicolás Alberte, Jorge Majfud Invitados especiales: John Romita Jr. y Michael Straczynski


editorial no faltará quien nos descalifique como militantes (de una militancia que no reinvindicamos) porque hubiera sido “más acertado” destinarle un número al derrocamiento de Salvador Allende antes que al ataque a las torres gemelas; no faltará quien nos dé cátedra de cómo generar mejores contenidos con menos recursos de los que ya destinamos, sin explicarse cómo es posible tanta diversidad de apoyos culturales no institucionales; no faltará quien se preocupe por averiguar cuándo fue que Marvel nos autorizó la reproducción de parte de una de sus ediciones menos buscadas por los coleccionistas pero de mayor dignidad por su contenido; una lástima que siguen siendo escasos los que reparan en que la única droga dura es la realidad


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Jorge Majfud Albernaz (Tacuarembó, 1969). Escritor uruguayo radicado en EEUU. Arquitecto (UDELAR, 1996), máster en literatura y doctorado en Filosofía y Letras (Universidad de Georgia, EEUU, 2008). Premio de Excelencia en Investigación (Excellence in Research Award) de la Universidad de Georgia en 2006, y Faculty Award for Excellence in Scholarship and Professional Activities. compilador, editor, traductor y prologuista de Ilusionistas, de Noam Chomsky, y de Ventanas de Eduardo Galeano. Invitamos, a quien le interese acceder a otros artículos y ensayos del autor, a seleccionarlos de entre los centenares que se comparten en https://majfud.org/articulos


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Jorge MAJFUD

Cuando aprendimos a cultivar la tierra, descubrimos que el arado lo hacía mejor que nuestras manos desnudas. Por entonces, nos pareció bueno, porque nos aliviaba el trabajo de agacharnos para abrir la tierra, aunque ya no pudimos dejar de caminar por muchas horas cada día, tambaleándonos, detrás de ese maravilloso instrumento de hierro y madera. Cuando aprendimos a hilar para cubrir nuestra desnudez y abrigarnos del frío, descubrimos la rueca. Por entonces, nos pareció bueno, aunque nos sirvió para dejar a nuestras mujeres sentadas por interminables horas cada día.

Cuando descubrimos que el algodón era mejor y más económico que la lana, debimos esclavizar razas inferiores para que produjesen suficiente de esas flores fibrosas para alimentar las insaciables máquinas textiles. Cuando aprendimos a calcular y descubrimos las maravillas de las matemáticas superiores, el cálculo diferencial y el cálculo infinitesimal, descubrimos las calculadoras. Por entonces nos pareció bueno, porque nuestra inteligencia se había liberado para realizar operaciones menos mecánicas, aunque ya no supimos cómo dividir un número de tres cifras sin echar mano a alguno de esos prodigios de la electrónica.


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Cuando las máquinas fueron capaces de hacer cualquier trabajo monótono, ya sea físico o intelectual, y finalmente nos quedó tiempo para pensar de verdad, como lo habían hecho los antiguos filósofos griegos, descubrimos la inteligencia artificial. Por entonces nos pareció bueno, aunque ya no recuerdo qué pasó después.

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El doctor Doom dice: “Incluso lo peor de nosotros sigue siendo humano.”


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Saúl PACIUK

momento 1: Comentarios de alguien, un avión contra una torre en NY. Sí, debe ser un accidente. momento 2: Los aviones fueron dos y las torres se caen. Increíble. ¿No será una mentira de las que se postean? momento 3: Alguien lo comenta en un comercio con aire de triunfo. Derrota de los enemigos. Para mí, victoria de los enemigos. momento 4: Euforia de unos, agrandamiento y gigantismo de otros. Pesar, triunfo de la muerte.

El psicólogo Saúl Paciuk reside en Montevideo, Uruguay, y es el director de la revista Relaciones, el más prestigioso mensuario de la historia uruguaya.


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Washington Daniel Gorosito Pérez (Montevideo, Uruguay, 1961). Radicado en Irapuato, México, desde 1991. Columnista de análisis internacional y asuntos de defensa en publicaciones de México, Argentina y Ecuador. Estudió Periodismo aplicado a los Medios de Comunicación Social en la Universidad del Trabajo del Uruguay. Licenciado en Sociología de la Educación. Posgrado en Enseñanza Universitaria. Diplomado en Desarrollo Humano Integral. Máster en Ciencias con Especialidad en Sociología. Actualmente es candidato a Doctor en Ciencias con Especialidad en Pedagogía. Obtuvo premios de periodismo, ensayo, cuento y poesía en Uruguay, México, Brasil, Argentina, España, Estados Unidos, Alemania y Francia. Integra 18 antologías literarias en Uruguay, México, Argentina, España, Italia y Estados Unidos. w.daniel.gorosito@gmail.com


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Washington Daniel GOROSITO PÉREZ

¡México lindo y querido!, dice el locutor de la XEBO, la emisora más antigua de la ciudad de Irapuato, conocida como la “capital mundial de las fresas” por la importancia que ha tenido esta fruta desde que trajeron 24 plantas de Francia en 1852, convirtiéndose en el producto de la ciudad por excelencia que incluso está integrado al escudo de la misma. Pero ese ¡México lindo y querido! se debe a que estamos en septiembre, específicamente ese día era el martes 11, del denominado Mes Patrio, en él se conmemora el llamado Grito de Dolores para levantarse en armas contra el Reino de España. Este grito que diera el hoy denominado Padre de la Patria, el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla, lo hizo en una parroquia de Dolores en el Estado de Guanajuato, al que

pertenece Irapuato, siendo esta la segunda ciudad en importancia del mismo. No hay país en el mundo que festeje su independencia como México, las ciudades totalmente embanderas y decoradas, los vehículos, escuelas, edificios públicos, todo engalanado en honor como dice el presidente de turno en la ceremonia del Grito: “a los héroes que nos dieron patria y libertad”. Ya se empezaba a sentir el frío que anunciaba la llegada del otoño; me encontraba en la cafetería de la Universidad de León, institución educativa en la que soy catedrático, bebiendo un tradicional café de olla, esperando para dar mi clase de las 9 de la materia “Teorías de la Comunicación” en la Licenciatura en Comunicación. El salón en el que ingresaría en unos minutos


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Cuerpos en caída libre en las noticias de la tarde.

tenía una puerta que daba precisamente a la cafetería. Veo salir a un alumno de allí, José Juan Ramírez García (hoy excelente periodista, director y propietario de un medio de comunicación electrónico, Opinión Bajío), que al verme me grita: “Venga Profe, a ver lo que pasa en Nueva York”. Al entrar en el aula me encuentro que estaban mirando la televisión y estaba sintonizada en la cadena CNN en español, y Jorge Gestoso, un periodista uruguayo, era quien estaba narrando el choque de los aviones contra las emblemáticas Torres Gemelas en “la gran manzana”. Recuerdo que continuamos viendo la transmisión pero integramos la temática de nuestra asignatura a los hechos que se estaban sucediendo a una velocidad impresionante, incluso veríamos (como se dice en México) “con el ojo cuadrado” el derrumbe de ambas to-

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rres. Nos referimos a Marshall Mc Luhan y lo que denominó la aldea global, comentamos cómo se aplicaría la teoría de la agenda Setting en los noticieros que vendrían en los próximos días. Cuando mostraban imágenes en las que multitudes festejaban el ataque al “Gran Satán”, en países del Medio Oriente, comentamos sobre la teoría del imperialismo cultural y recordamos cuando el lingüista Noam Chomsky el año anterior (2000) en una conferencia en el Kiva Auditórium en Alburquerque, Nuevo México, externó: “En el mundo real, las interferencias se producen por parte de poderes extremadamente concentrados, cuya sede está en Estados Unidos”. También tengo presente algún comentario apoyando lo que ya se denominaba “ataque” y lo consideré parte de esa extraña y compleja relación (¿entre el amor y el odio?) de México-Estados Unidos. Recordemos que más de la mitad del territorio de México está integrado a la Unión Americana como consecuencia de la guerra entre ambos países (1846-1848). Se hablaba del posible número de víctimas, quizás miles, e intuíamos que entre las mismas posiblemente se encontraran muchos mexicanos, incluso


13 podría haber “paisas” de Irapuato; ya que el Estado de Guanajuato es el segundo a nivel nacional de proveer a la Unión Americana de migrantes, es casi imposible no encontrar una familia que posea algunos de sus integrantes (como coloquialmente se dice en estas tierras) “del otro lado”. Con los días, la cifra oficial dirá 16 fallecidos de origen mexicano, algunas ONG documentarán 60 y extraoficialmente se habló de cientos, debido a que muchos no estarían registrados por ser trabajadores indocumentados. También nos referimos a cómo se afectarían las relaciones México-Estados Unidos ante esta situación. Hacía siete meses el presidente George W. Bush había estado en visita oficial en el rancho San Cristóbal del presidente mexicano Vicente Fox en San Francisco del Rincón, Estado de Guanajuato. Entre otros temas se estaba avanzando en un posible acuerdo migratorio integral (“la enchilada completa”, se le denominó) que, como consecuencia de los ataques, no saldría; y los controles migratorios y fronterizos se endurecieron notablemente. Pasaron los días; ya estaba entrando el otoño cuando me entero que un uruguayo radicado en Australia desde 1972, de nombre Alberto Domínguez

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alias “Pocho”, había fallecido al estar como pasajero en el vuelo 11 de American Airlines. Este oriental había destacado como ciclista en la década de los 50 y 60, en 1953 fue campeón nacional y participó de dos Juegos Panamericanos. En Australia era muy querido por la comunidad uruguaya y latinoamericana ya que había destacado como locutor en la radio SBS en programas dirigidos a esta comunidad. Soraya Caicedo, quien era la jefa de programas en español de SBS, al recordarlo externó: “Era la voz que hablaba de la nostalgia. A los recuerdos de cada una de las callecitas o veredas que en sus mentes aún recorrían los inmigrantes latinoamericanos que habían llegado en masa a Australia en los años 70.” Pasaron los años y, al cumplirse el 6º aniversario del ataque a las Torres Gemelas del World Trade Center, participé en una convocatoria de la Academia de Tango de la República Oriental del Uruguay, el 2º Concurso de Poesía Ciudadana en homenaje a Alberto (Pocho) Domínguez en el que obtuve el segundo premio con el poema titulado “Escollera Sarandí”.


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Yo estaba durmiendo. Me atrevería a decir que fue un jueves, por algo que contaré después. Seguro que fue entre las 14:30 y las 15:30 hora local. Tengo una hora para almorzar y, a las 14:30 comenzaba esa hora. La rutina -aún hoy la tengo- es comer en 15-20 minutos escuchando el informativo en la radio. A esa hora se inician los informativos centrales del mediodía. Lo último que escuché fue que tenían que confirmar una noticia, parece que se había estrellado una avioneta contra una de las torres. No le dieron mucha importancia. Creo que días atrás había pasado algo similar... ahí me quedé dormido. A las 15:25 sonó la alarma... y ya la radio era una locura.

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En medio de la tragedia, tuve la suerte de vivir mi particular “Guerra de los mundos”... No alcanzaba a creer lo que estaban diciendo. A lo largo de la tarde, las noticias iban desde la caída de las torres hasta ataques en la Casa Blanca, el Pentágono, aviones secuestrados por todas partes... ¡Me había dormido en un mundo y despertado en otro! Trabajé hasta las 19:00, todo ese tiempo informándome solo con la radio; en la tarde tenía reunión en Casa Uruguay, por eso supongo que era jueves. Las primeras imágenes las vi en el Metro, camino a la reunión. Recuerdo los pasillos en silencio y la gente en los andenes, mirando las pocas imágenes que repetían una y otra vez las torres cayendo...


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Prefiero no contar algunas de las valoraciones que se dieron en la reunión... Hoy la forma en que lo viví ya no es posible... estamos rodeados de pantallas. Uxía, mi hija, nació en diciembre de ese año y tuve la sensación de que nacería en un mundo totalmente diferente... Mundo que yo ya no comprendería del todo. Creo que ese fue el único pensamiento más o menos profundo que tuve ese día. Fue mi penúltima experiencia predigital. La última fue la del 11M de 2004... Recuerdo que al salir del metro oí la sintonía de la megafonía que anuncia alguna interrupción del servicio y pensé en la suerte que tuve. Eso tuvo que ser a las 7:50.

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Abrimos a las 8:00 y 8:05 un cliente vino a retirar su coche… Recibió una llamada y se sentó pálido... era su mujer. Sabía que había llegado en tren a Atocha y le contó que la radio informaba de un probable atentado de ETA... Ahí pusimos la radio y empezó el lento goteo de víctimas y todo el increíble proceso de desinformación del gobierno... En fin, que así viví, a la vieja forma del siglo XX, lo que fue para el mundo y para España el inicio real del siglo XXI.

El Licenciado en Ciencias de la Educación Fred Reclich es uruguayo y reside, desde 1991, en Madrid, España.


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Los encuestados fueron consultados mediante estas tres preguntas: ¿Dónde estabas y qué estabas haciendo cuando cayeron las torres gemelas? ¿Qué pensaste en ese momento? ¿Qué opinás sobre el tema?

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Me encontraba en Trenton, New Jersey; en ese momento tenía tres meses y medio viviendo en ese lugar, recuerdo la noche anterior que trabajamos hasta tarde, en los primeros minutos dormía, pero pasados unos minutos del primer avión me despertaron, y recuerdo que no les creía y que les dije que me dejaran dormir; en cuanto vi que insistieron y que ya no era broma comenzó el golpe de algo nunca imaginado por mi o por nadie, poner las noticias, intentar entender lo que pasaba, para ese momento ya había chocado el segundo avión, hablamos con personas de otra ciudad, Elizabeth, donde ellos desde muy lejos podían ver el humo de los edificios, fueron pasando las noticias y ver canales en español para entender un poco más, muchos nervios y, sin temor a decirlo, asustados; yo pensé que sin duda alguna iba a pasar algo mucho peor, como una nueva guerra mundial, por suerte no fue así. Opino que fue horrible; lo voy a resumir: ese acto terrorista cambió al mundo. (uruguayo en EEUU; conductor de autobús, 41 años)

Estaba en casa… eran las 9:30, más o menos, de la noche. Estaba tranqui, mirando la tele/noticiero. Quedé en shock… no lo podía creer. Ahora me quedan muchas preguntas y no hay respuestas. Algo raro pasó ese día y el gobierno encubre muchas cosas. (hija de uruguayos en Australia; cajera, 44 años)


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Yo era un niño que todavía disfrutaba de la aventura de ir al almacén solo y me acuerdo de llegar ahí y que estaban el almacenero y un par de vecinos más conmocionados por algo que yo no entendía. Incluso en el momento en que llegué estaba estrellándose el segundo avión. Hoy, más de grande y habiendo escuchado un montón de versiones al respecto, lo único que pienso incrédulo es hasta dónde pueden llegar las acciones del hombre en pro de su ambición: tanto si se concibe como atentado terrorista como si se supone armado por el propio gobierno estadounidense. (uruguayo en Uruguay; químico, 26 años) El día del atentado estaba en mi casa, no había ido a trabajar porque estaba cuidando a mi hija de un año y medio que estaba enferma. El primer momento fue de asombro. Diría que solo miraba la información en la televisión mientras llamaba a algunos familiares para contarles lo que estaba viendo. Cuando se estrella el segundo avión lo vi en vivo. El impacto fue terrible. Yo estaba estudiando historia en ese momento; me interesaba la política internacional y era consciente de que se vivía un hecho trascendental, del primer ataque en suelo norteamericano. Las consecuencias militares obviamente no iban a demorar.El ataque a las torres gemelas significó un viraje importante en la política exterior norteamericana en su vínculo con el mundo árabe. El fin de la Guerra Fría daba la sensación de que se iniciaba un período de armonía. Quizás fue el hecho que le dio más popularidad a la teoría de Huntintong del choque de civilizaciones y la justificación del aumento de la presencia norteamericana en la región. (uruguayo en Uruguay; docente, 41 años)

¿Qué les decimos a los niños?/ ¿Que la maldad tiene una cara diferente a la nuestra?/ No. El mal está en los pensamientos detrás de esas caras. Que pueden lucir exactamente como la tuya.


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Estaba dando clase en la escuela donde trabajo. Pensé que no era cierto lo que veía. Pienso que nunca más el mundo volvió a ser lo que era. (uruguaya en Uruguay; maestra, 56 años)

Recuerdo que estaba de guardia. Pensé que era un accidente. Y creo que ese episodio cambió muchos conceptos referentes a la seguridad mundial. (uruguayo en Uruguay; médico, 58 años)

Estaba tomando mate con mi viejo y pensé “pobre Oriente”. Para mí fue un autoatentado, a la hora justa, negros, latinos y bomberos. Espero ser testigo de la caída del imperio americano. (uruguayo en Uruguay; peón albañil, 46 años)

Me enteré por radio y prendí inmediatamente la tv. Estaba el informativo del 10. Fue en casa y, en la tarde, fui a Facultad, donde algunos pocos, los más veteranos, estaban consternados. Cuando vi el segundo avión, llamé a Pablo -mi hijo- que estaba trabajando y le iba diciendo lo que pasaba… Con él y otro amigo hacíamos muchas hipótesis de lo que podía estar pasando. Personalmente, temí una guerra de nivel global con armas nucleares. Obviamente cuando iban pasando las horas las hipótesis fueron cambiando. Después de ver varias películas e informarme mejor, aún tengo mis serias dudas de dónde fue dada la orden. En cuanto a la repercusión inmediata fue la poca importancia que le dieron los jovencitos en Facultad. Supongo que los que crecimos durante la guerra fría sufrimos más el impacto. Entonces yo tenía 44 años y, tres años después, también un 11 de setiembre, fui abuela. (uruguaya en Uruguay; psicóloga, 61 años)


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-¿Les diremos que el mal es tangible?, ¿que podemos definir fronteras y nombres y geometrías y destinos? -No. Ellos tendrán suficiente con sus pesadillas.

Estaba en el entrenamiento en Cerro... me acuerdo exacto el día. Tenía 19 años... muy poca información sobre el tema... pero supe que era algo grave. de ahí en más me empezó a interesar el por qué de los atentados. Me apena, no lo entiendo; y nunca sabré qué intereses políticos existen detrás de esta guerra. (uruguayo en Uruguay; exfutbolista, 35 años)

-Tal vez les digamos que lo sentimos. -Que lamentamos no darles el mundo que desearíamos que ellos tuvieran. -Que nuestra ambiciosa necesidad de gritar no es la misma que nuestra voluntad de escuchar. -Que las desdichas de personas lejanas son la responsabilidad de todos lo s h omb res y las mujere s d e c onc ien cia , o qu e su s d esd ich as se convertirán algún día en nuestra tragedia.


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Estaba en casa preparándome para ir a la escuela a trabajar. Qué desastre, pensé, esto no puede ser real, no puede pasar en EEUU. Pienso que no puede suceder nunca más, no es la manera, la muerte de gente inocente no lo justifica. Años después, cuando fuimos con mi marido y vimos el hueco que quedó en el lugar de las torres, tuvimos una sensación espantosa de vacío. (uruguaya en Uruguay, docente, 53 años)

Estaba en la escuela. Cuando llegué a almorzar a mi casa al mediodía, tendría que haber comido rápido para salir luego hacia la escuela de música (me llevaba mi padre), pero el impacto que le generó a mi viejo implicó que nos quedáramos en casa viendo las noticias. Pensé que debía ser algo realmente importante, por la reacción de mi padre (pero solo por eso). Hoy en día me debato entre lo retorcido del extremismo religioso y lo retorcido de la manipulación mediática. Siempre me va a quedar la duda de la distancia entre las distintas versiones y la realidad. (uruguayo en Uruguay; profesor de Filosofía, 27 años)


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Nicolás Alberte es un escritor y creativo publicitario uruguayo que se desempeñaba, en el momento histórico de este relato, en la filial uruguaya de la empresa McCann-Erickson.


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Nicolás ALBERTE

Era mayormente chatarra pero estructurada con un sentido muy obvio relacionado con la actividad comercial del comitente. La careta de hierro oxidado de una vieja Chevrolet 3100, parte de una heladera de Coca-Cola herrumbrada, una lata grande de lubricante Esso achatada, un chapón con el logotipo de Martini, un óvalo de bronce con el águila del desaparecido Banco de Boston, una tarjeta de crédito Master Card gigante, un cartel de Elséve de L’Oréal, otro de helados Kibon, unas veinte maquinillas de afeitar Gillette saliendo como pelos desde la pared, un antiguo surtidor de combustible cuya manguera trascendía el plano del subsuelo conectándolo con la superficie terrestre en la que el artista, Roberto Cadenas, había pintado, al óleo, la casona que contenía al mural, a la agencia publicitaria McCann-Erickson y a todos nosotros, sus empleados. En el centro del submundo de chatarra, un televisor, que normalmente emitía publicidad pero ese martes, 11 de septiem-

bre de 2001, estuvo consagrado a las noticias durante buena parte del día. Todavía era temprano y nosotros, ubicados en una gran sala contigua a la recepción en la que se lucía el mural, charlábamos entre mates y cafés cuando apareció el “manzana”, nuestro director, con la historia de que una avioneta, o jet, se había estrellado contra una de las torres gemelas de Nueva York. Cuando a las 10:02 el segundo avión se incrustaba en la torre Sur, ya éramos más de quince personas frente al televisor rodeado de chatarra discutiendo cómo podía ser posible que una avioneta chocara accidentalmente en esa parte de la ciudad. El impacto puso fin a las discusiones. Una hora más tarde vimos derrumbarse la torre Sur. Y media hora después la torre Norte. Parados ahí, haciendo comentarios mordaces, ninguno de nosotros comprendía en ese momento la dimensión de lo que estaba pasando. Ninguno lograba distanciarse todavía de ese sitio al que habíamos concurrido a cumplir


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con nuestras funciones, como todos los días, para ponerse en el lugar de las víctimas, las que estaban ahí entre la chatarra y las que inevitablemente iban a venir. Al acontecimiento le costaba abrirse camino en lo cotidiano y no era tanto lo narrado, la vieja historia de las guerras, los imperios, los muertos, los vivos y los más vivos, sino la forma en que se contaba, con todos como sujeto, lo que realmente estaba cambiando para siempre. Nadie trabajó esa mañana. Nadie trabajó en todo el día, creo. Nuestros clientes, representados por las marcas empotradas en la pared, estarían viviendo situaciones similares. Se trataba, en su amplia mayoría, de empresas estadounidenses como la nuestra y circuló el rumor de que, por seguridad, deberíamos evacuar el edificio. Si bien eso no ocurrió, todos volvimos a casa temprano. En la noche fui a cenar a lo de mis padres. Comimos mirando la televisión. Casi no hablábamos. En un momento mi madre dijo que se alegraba de que estuviéramos todos ahí. Recuerdo un clima de gran tristeza, como si lo que mostraban le hubiera ocurrido a alguien cercano. Como si recién entonces, con la distancia de todo el día recorrido, entendiéramos, más allá de cuestiones ideológicas, la

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cantidad de dolor involucrada en el suceso y la cantidad de dolor por venir. Hoy, la imponente casona que ocupaba McCann-Erickson en Bulevar Artigas y la rambla ya no existe. No hay mural, no hay chatarra ni pintura al óleo, pero mi recuerdo de ese día siempre estará relacionado con ese substrato, con ese inframundo, con esas marcas, con esos compañeros con los que compartí las noticias; elementos de desecho, incrustados bajo una capa de aparente racionalidad, como cualquier reconstrucción de lo pasado.


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José Luis MACHADO

Desde su independencia, en 1776, ha participado en más de 100 guerras. Peleó en contra de unos 50 países en solo 242 años de vida. Intervino en más del doble, entre ellos en Uruguay. Sí. En Uruguay y en más de una ocasión. Sin contar el plan Cóndor. Participó en guerras en los 5 continentes y tiene bases en la Antártida. Presupuesto militar: 700 mil millones de dólares, según datos de su presidencia. Más de 800 bases militares alrededor del mundo. Posee más de 30 mil ojivas nucleares. Pero volvamos un poco atrás y hagamos un simple repaso. 370 mil indígenas muertos entre 1775 y 1890 en su expansión hacia el oeste. 25 mil mexicanos entre 1848 y 1846. El Ku-Klux-Klan, entre 1868 y 1871, mató cerca de 20 mil afroamericanos. Descendientes del casi medio millón de esclavos que llegaron a EEUU en siglos anteriores. Es el único pueblo que utilizó bombas nucleares. Hiroshima y Nagasaki, más de 200 mil muertos. Corea, 680 mil muertos. En Vietnam, más de 5 millones de personas, la gran mayoría civiles. En las dos grandes guerras del siglo pasado solo intervino cuando tuvo la seguridad de salir victorioso y, en cuanto a sus bajas, podríamos comparar un solo dato de la segunda guerra mundial: 174 mil estadounidenses contra 23:139.600 rusos. Estos y otros números están ahí, al alcance de todos y en la yema del dedo. Podríamos seguir con más y más enumeraciones, pero creo que he llegado al punto. Ante todo esto, aquel aciago setiembre parece ser, acaso, solo un par de hebras de pasto seco incendiándose a lo lejos, bajo la llovizna.


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cuaderno rojo de Lucio Muniz ISBN 978-9974-649-46-0 formato: 18,0x24,0 cm. 72 páginas

perro de soledad de Saúl Ibargoyen ISBN 978-9974-649-47-7 formato: 11,5x19,0 cm. 48 páginas

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Kulturchronik y LSD Una publicación que resultó fundamental para las lógicas iniciales de la revista LSD fue la germana Kulturchronik, ya fuera de circulación en la actualidad. Durante dos décadas se editó hasta en cinco idiomas. Y lo verdaderamente singular fue que (desde el primero y hasta el último número, en diciembre de 2003) la configuración y forma de la revista estuvo en manos del gráfico Klaus Winterhager. El Dr. Jan Thorn-Prikker, director de la publicación, destacó (en su último número impreso): “El hecho de que una sola persona fuese capaz de configurar una revista hasta el último detalle de su aspecto, constituye sin duda una rara excepción en una época de transformaciones cada vez más rápidas en el sector de los medios de comunicación y en el de las revistas ilustradas.” En ese mismo número, Thorn-Prikker comentó: “La última edición del año 2001, que se dedicó íntegramente al terrible atentado terrorista de Nueva York, fue configurado por él, exclusivamente, con la imagen de las cifras (destrozadas) de la fecha del atentado: 9.11.01. El ejemplar no contiene ni una sola foto. Todas las fotografías del atentado habrían aprovechado lo espectacular de éste, y es lo que precisamente debía ser evitado. El folleto contiene solo abreviaturas gráficas de la mano de Klaus Winterhager, que sin excepción, tratan con la oportuna y debida gravedad un tema que se hurtaba a su representación plástica.” Las imágenes que aparecen en las páginas 22, 24, 26 y 27 de este número de LSD reproducen aquellas “abreviaturas gráficas” de Winterhager.


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Deportada información del nº 36 de Amazing Spider-Man de Marvel

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editorial

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MAJFUD, Jorge inteligencia artificial

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PACIUK, Saúl momentos

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GOROSITO PÉREZ, Washington Daniel ... lo viví en Irapuato...

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REDLICH, Fred mi penúltima experiencia predigital

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MACHADO, José Luis microencuestas ALBERTE, Nicolás el 11 de septiembre

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MACHADO, José Luis números

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editores Kulturchronik y LSD

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