
Es un hecho cada vez más evidente que la llamada democratización de la imagen trae consigo también una saturación en la producción de fotografías -por igual la fotografía más memorable y la más banal de las instantáneas- lo cual va de la mano con la noción de que evolucionamos hacia una fase de asimilación del mundo a partir de lo que vemos, de la comunicación de lo visual.
“Over 2000 years - before the post-digital revolution - the world has been ruled and organized by the text masters, now is the era of image masters” Umberto Ecco
Fotografiar está ampliamente relacionado con la idea de mirar la realidad. Las fotografías testimonian una elección humana en una situación determinada. Tienen a menudo un sentido de documentación o de registro. En muchos casos, este registro supone un rigor casi arqueológico donde los objetos cuentan la historia de lo acontecido. También lo que se captura de manera documental puede tener ciertas reglas estéticas que exalten la objetividad del procedimiento, del acercamiento de lo fotografiado. En cambio, la idea de la fotografía construida está más relacionada con tener en cuenta lo que se narra como historia para disponer de los objetos y los personajes. Esta construcción utiliza vías estéticas como parte del discurso, recurso para argumentar la narrativa y a veces como un fin en sí mismo.
El “acto de captura” que por definición está asociado al momento de lo encontrado, la cualidad que se nos hace conscientes de los extremos de ausencia y presencia. Es decir, cuando la fotografía tiene limites expresivos, es por estar sujeta a la representación del tiempo (y espacio) siempre y cuando esté ligada a la exhibición de un acontecimiento que tiene fecha y lugar. En esta circunstancia, es muy fácil suponer que la percepción del medio fotográfico está determinada a tener una valoración en base a la oportunidad y pertinencia de lo registrado, y quizás después pase al terreno de lo artístico, no sin antes aquilatar sus calificaciones en el ámbito del storytelling.
"Cambiar el mundo no es fácil, (...) pero cambiar su imagen, su apariencia, eso sí es algo más factible. Se trata de cortar y pegar". El ojo que corta como un cuchillo, Rosa Olivares.

Altærpiece usa el lenguaje fotográfico - o la representación de lo que consideramos real desde el punto de vista de lo que nuestros ojos o sistema visual nos dice - el cual proviene de la realidad. Se conforma y utiliza la construcción y todas aquellas herramientas derivadas de la apropiación de la imagen como base de creación artística, partiendo de un tejido de referencias tanto histórico-estilísticas como toda aquella herencia visual precedente afín de implementar un modelo narrativo de superposiciones.
Este cuerpo de obra es lo que se denomina como construido o compuesto. Es un entramado de intervenciones y alteraciones que son tan particulares que se convierten en uno de las principales vehículos de expresión. El sentido que toma la alteración da cuenta del acto de mostrar y dejar ver el proceso de intervención.
Cada uno de estos procedimientos busca confrontar al que mira a una reacción que motive la reflexión. La edición por la que pasan las imágenes asegura no sólo que el mensaje de cada obra sea más específico, sino que el propio acto de alteración sea un elemento presente, un acto consciente y una guía que ayude a establecer un intercambio con él que mira. Es una invitación para infiltrase en el proceso de realización que origina una obra o una serie entera.
De esta manera, este mecanismo de creación se asemeja a ciertos procedimientos propios de la creación pictórica, cuando su objetivo es que aspire a derribar los límites de temporalidad y se ponga de manifiesto la creación de otras realidades regidas por la forma.
Como propósito este modelo de trabajo suma a la producción de obra fotográfica en el ámbito de la ficción, un enfoque en la incorporación de diferentes metodos de fabricacion y creación de historias, de formaciones híbridas entre lo histórico y lo contemporáneo.


Alterpiece es una re-interpretación de piezas de altar, o retablo visto desde una perspectiva contemporánea. Como artefacto artístico, estos retablos son, por una parte, una revisión de la Historia del Arte, de la Historia de la representación a partir de la iconografía del clasicismo y teocentrismo del Cinquecento europeo, enfocado en el mito de configuración del Mundo.
En el otro extremo de esta presentación se encuentra una visión -alterada- del presente, de aquello que podría ser lo venerable o motivo de adoración, una ficción sobre la idolatría en nuestros tiempos. El culto por la tecnología o tecnologización se vuelve simultáneamente pretexto para cuestionar y revisar la imagen visual actual y poner sobre la mesa, las versiones posibles de lo que se podría entender como post-fotografía




















Atemporal. Irreal. Sagrado.
A Füsun se le pierde un arete y Kemal Bay lo guarda. Así, el protagonista de la novela “El museo de la inocencia” de Orhan Pamuk poco a poco colecciona obsesivamente todo lo que Füsun usa, pisa, desecha y toca para crear un museo en honor a ella, al amor. En 2012 en la esquina de las calles Çukurcuma Sk y Dalgiç Sk en Estambul se inauguró el Museo de la Inocencia rememorando el de la novela, espacio donde pueden observarse al día de hoy las cuatro mil colillas de cigarro que Füsun fumó durante su corta vida. “Sí; pero esos no son cigarrillos fumados. Les hemos quitado el tabaco con una aspiradora y los hemos convertido en colillas”, explicó el escritor Orhan Pamuk a la prensa durante la inauguración del museo que nació de la ficción, “o a la inversa”, agregaba el escritor.
“El museo moderno es capaz de introducir una nueva diferencia entre las cosas. Mediante la introducción de esta nueva diferencia el museo cambia la atención del espectador de la forma visual de las cosas a su soporte material escondido y a su esperanza de vida,” Boris Groys.

En 2013 se inauguró “The Gallery of Lost Art” en una página web firmada por la TATE de Londres. La exhibición reunió por primera vez en la historia 40 obras de arte perdidas, atacadas, destruidas, robadas, rechazadas y efímeras como la casa de campaña bordada de Tracey Emin destruida en un incendio: “Everyone I Have Ever Slept With 1975-1995”. El retrato de Francis Bacon pintado por Lucian Freud robado y jamás encontrado. Una escultura de Otto Freundlich destruida por los nazis y un traje de fieltro que usó Joseph Beuys en un performance, además del extensísimo archivo que ayudó a recrear fielmente cada pieza, de manera virtual.
“La arquitectura digital, la pintura digital y la escultura digital –todas ellas presupuestas en el dibujo digital que utiliza los algoritmos “incrustados” del ordenador– son nuevas formas artísticas con un potencial estético, creativo y visionario inesperado y, en parte, aún inexplorado”, Donald Kuspit
“La arquitectura digital, la pintura digital y la escultura digital –todas ellas presupuestas en el dibujo digital que utiliza los algoritmos “incrustados” del ordenador– son nuevas formas artísticas con un potencial estético, creativo y visionario inesperado y, en parte, aún inexplorado”, Donald Kuspit
Dos
Hace dos años David Corona comenzó a planear la extraña museografía para su nueva exposición, a exhibirse en un estacionamiento subterráneo en Zapopan. Debajo del suelo, iluminados, estarían los retablos que el fotógrafo transformó en testimonios, hechos históricos, cápsulas de tiempo y metáforas entre lo sagrado, lo profano, lo visible, el tiempo y la experiencia. Un arqueología del ritual contemporáneo a partir de, digamos, la ruptura con los supuestos de la imagen fotográfica. ¿Es la fotografía siempre un instante? ¿Es la fotografía siempre realidad? ¿Se puede crear fotografía sin estas “reglas”?
¿Fotografía sin tiempo y sin realidad?




