Vogue España Julio 2019

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En la página de apertura, Brays Efe lleva chaqueta de As If (100 €); camisa de Gucci; pantalón de García Madrid (150 €); y zapatillas Nike (190 €); Belén Cuesta, con vestido de Miu Miu (1.390 €, en Mytheresa); y sandalias de Manolo Blahnik (640 €); Javier Calvo, con camisa de As If (100 €); pantalón de Hermès (870 €); calcetines de Cóndor (8,50€); y zapatillas de Veja (115 €); y Javier Ambrossi, con camiseta de As If (39 €); pantalón de Gucci; calcetines, de Cóndor (8,50 €); y mocasines de Salvatore Ferragamo (575 €). A la izquierda, Javier Ambrossi lleva peto de As If (145 €); camisa de Hermès; calcetines de Cóndor (8,50 €); y zapatillas de Gucci; y Javier Calvo, camiseta de As If (50 €); pantalón de Hermès (870 €); calcetines de As If (12 €); y zapatillas de Dior (790 €).

de en el PS Management de Fuencarral. Juntos, los Javis y ellos comenzaron hace cuatro años esta andadura y, juntos también, han alcanzado el éxito: solo este año, Brays ha protagonizado una obra de teatro en solitario (Las cosas extraordinarias) y aguarda el estreno de varias películas; y Belén, por su parte, estrenará en octubre La trinchera infinita con Antonio de la Torre y se subirá al escenario de Mérida junto a Concha Velasco. «A veces la realidad supera los mejores sueños. Una quiere llegar a algo en la vida y trabajar en lo que le gusta, pero si encima es con amigos... Cuando leímos los guiones de la tercera temporada acabamos brindando y bailando porque, de repente, estábamos otra vez todos allí», recuerda Cuesta. «Es muy bonito. Al final, llegamos a rodar y lo hacemos como el primer día: riéndonos y disfrutando», remata Efe. Entre las caras que se arremolinan para la producción de estas páginas, los dos actores se abrazan, ríen e intercambian comentarios de esos que solo están al alcance de quienes se saben amigos íntimos. «¡La Rosalía!», sorprende él de la nada mientras el fotógrafo dispara contra la pared de leopardo. «¡Pa’ que quede!», responde ella sin dudarlo.

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recisamente Belén o, a efectos prácticos, su personaje Magüi, es uno de los grandes reclamos de esta última aventura. «Creo que en la segunda temporada nos centramos mucho en el drama personal de Paquita y en esta le hemos dado más importancia a los secundarios. La verdad es que, para mí, el personaje de Belén es tan protagonista como el de Brays», reconoce Javier Ambrossi. Pero la actriz no será la única que vuelva con fuerza. A ella se unirán también Yolanda Ramos, Macarena García –que regresa– y cómo no, Terelu. «En esta temporada confluyen las tramas de todos los personajes, por eso digo que es la aventura definitiva de Paquita y también, la más metaserie de todas las entregas», advierte Calvo. Se refiere, así, a ese tono tan propio que Paquita Salas ha sabido cultivar a base de bromas relacionadas con el sector solo al alcance de unos cuantos alumnos aventajados del mundillo. Un riesgo que –sorpresa– ha demostrado calar en todos los públicos por igual. «A veces yo la veo y me digo: ‘¿Esta serie es mainstream de qué?’. En algún capítulo de re-

pente se suceden tres frases que pienso que van a entender dos personas, pero luego... funciona», cuenta Ambrossi. Javier Calvo continúa: «Es que Paquita es una perdedora que encuentra el éxito en los lugares más auténticos para ganar en la vida, y eso cala. Además, tú cuando ves una serie de médicos, no tienes por qué entender lo que dicen en la sala de operaciones».

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a pareja ha sabido hilar las referencias de la farándula y el gremio con la cultura popular más llana, creando un estilo propio que se adapta igual a la academia de un reality, que al escenario de un teatro o, claro, al menú de Netflix. Un método basado en la confianza y el desquicie deliberado que lleva a que la grabación de una escena se dilate lo impensable, pero también a una difusa dimensión en la que improvisación y guion tensan sus límites. En otras palabras: a la naturalidad más absoluta. «Rodar Paquita Salas es dejar que pasen cosas. Es un guion muy trabajado, pero sí que hay una parte de improvisación muy grande. Cuando rodamos las secuencias en las que hablamos directamente a cámara, por ejemplo, estamos una hora rodando y, al final, se seleccionan dos minutos», confiesa Belén Cuesta. «Eso explica todas las horas de edición», puntualiza, entre risas, Ambrossi.

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los Javis, esa meticulosidad ya les ha valido cinco nominaciones a los Goya (con su primera película, La llamada, estrenada en 2017), pero también les pasa ciertas facturas. El precio a pagar esta vez pasa por ojos rojos, cafeína en todas sus versiones e interminables horas de edición que se han alargado hasta hoy mismo. No en vano, ambos alternan los tiempos de maquillaje y fotos con la vida tras la puerta del fondo de la oficina, donde continúan el corta y pega de lo nuevo de Paquita Salas. Todo, a escasas semanas de su estreno. «Están siendo unos días de locos: venimos aquí y montamos; a la vez, preparamos nuestro próximo proyecto y, además, hemos ido a tomar el aperitivo con Manuela Carmena e Íñigo Errejón. Pero para eso tenemos la oficina en el centro: para simplificar todo y que nos dé tiempo», dicen. Y una podría pensar que los descansos para aceitunas con políticos tienen algo que ver con las prisas de últi73


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