Recuerdos de una violeta. Diez poemas de Violetas del Anáhuac

Page 1


Recuerdos de una violeta

Diez poemas de Violetas del Anáhuac

Editorial Trasvase

Recuerdos de una violeta

Diez poemas de Violetas del Anáhuac

Editorial Trasvase

Ilustraciones: Andrea Alanis y Leonardo Rangel

Prólogo: Daisy Góngora y Viadney González

Transcripción: Regina García Acevedo e Itzel Ruiz

Revisión a cargo de Carlos Lejaím Gómez

Primera edición impresa en Monterrey, Nuevo León: Noviembre, 2022

Maquetación: Itzel Cardoza, Marcela M. Mont y Naomi Peña

Coordinación de producción: Daniela Martínez Muñoz y Paola Pavón

Primera edición en formato epub: Mayo, 2024

Maquetación formato digital: Daisy Góngora

PRÓLOGO

Violetas del Anáhuac fue un periódico mexicano fundado por Laureana Wrigh. Escrito enteramente por mujeres y para mujeres; gracias a su apasionada labor se convirtieron en pioneras del periodismo femenil en México. Su primera aparición fue el 4 de diciembre de 1887 y la última el 17 de febrero de 1889. Entre sus contenidos se encontraba la poesía, invitaciones a eventos culturales, partituras musicales, educación femenina y del hogar.

Contó con la colaboración de más de treinta autoras, algunas de ellas fueron: María Coyazoro, Dolores Mijares, Lucía G. Herrera, Rosa Navarro, Dolores Correa Zapata y Mateana Murguía de Avelera.

Su misión fue brindar un espacio seguro para que la mujer del siglo XIX pudiera expandir su intelecto y expresar sus sentimientos e ideas. El periódico fue creado con una intención más allá de solo entretenimiento: deseaba con vehemencia instruir y enseñar a las mujeres, brindando herramientas para la reflexión y el cuestionamiento de su entorno con libertad y entusiasmo.

Así como estas editoras proveyeron un espacio limpio y benéfico para la mujer del siglo XIX, nosotras queremos otorgar un espacio para ellas en el denso y catártico siglo XXI. Recuerdos de

una violeta es una recopilación de diez poemas publicados en Violetas del Anáhuac, en cuyas voces decimonónicas logramos reconocernos desde nuestra contemporaneidad.

María Corazoro es la primera autora que aparece con su poema “Una violeta”, el cual, junto con “Recuerdos”, de Lucía G. Herrera, inspiraron el nombre de nuestra publicación y justifica esta selección:

Y guardo una violeta que, marchita, Su grato aroma no ha perdido su olor aún

Los poemas de la revista, a pesar del tiempo, siguen conservando su grato aroma y alimentando el alma de la mujer y, en general, de cualquiera que los lea.

Aunque desearíamos haber incluido más poemas, la selección brinda la esencia general de Violetas de la Anáhuac.

Una violeta

Y guardo una violeta que, marchita,

Su grato aroma no ha perdido aún,

Y en el idioma tierno del perfume

Siento que me habla cual me hablabas tú.

Sé que conserva su perfume grato,

Aunque marchito, mi querida flor,

Porque al dármela tú pusiste en ella

El divino perfume del amor.

Mas sé también que si llegase un día

Que su perfume deje de sentir,

Solo será cuando el amor tu alma

Haya dejado con desdén morir.

Conserva siempre, por piedad, su aroma,

Porque el último efluvio de mi flor,

Coincidirá con el postrer latido

Que dentro el pecho dé mi corazón.

La virtud

Ser la flor se me asegura

De la mujer la inocencia,

Cuando tiene por esencia

La virtud del alma pura:

A mi ver es hermosura

De muy cuantioso valer,

Y la aprecio en la mujer

Cual rica joya brillante,

Si juntos guarda constante

La virtud con el saber.

Estaciones

¡Qué triste es el invierno, exclaman todos, Qué triste es su estación!

Y yo digo: más triste es el que lleva

Desde hace mucho tiempo el corazón.

Como aquél a los árboles sus hojas

Arrebata, matando su arrebol,

Así arranca las hojas de mi alma

El invierno terrible del dolor.

Si aquél a las paleras golondrinas

Arroja a otra región,

Este mis placenteras ilusiones

Arroja sin piedad de mi razón.

Aquel, valles, y montes, y colinas,

Encubre con sus nieves al pasar; En la nieve del triste desengaño, Éste mi corazón sepultará.

Pero al volver la alegre primavera

Los campos cobrarán su animación,

Mientras de mi alma en el estéril campo

No volverá a brotar ninguna flor.

Y volverán las pardas golondrinas

En mi tejado alegres a anidar;

Pero mis ilusiones que se fueron

Jamás a acariciarme volverán.

La nieve de los valles y los montes

El sol primaveral derretirá;

Mas no habrá sol que deshelar consiga

Esta nieve de mi alma funeral.

Vuelve al campo la hermosa primavera;

Y del invierno pasa la estación:

Sólo dentro del alma padece

Es eterno el invierno del dolor.

Las mariposas

¡Qué hermosas, madre, qué hermosas

Las pintadas mariposas

Que vuelan de flor en flor.

—Qué! Te parecen muy bellas?

—Sí, coger quiero una de ellas

Para admirarla mejor.

—Conténtate con mirarla;

Si consigues alcanzarla

Su brillo la harás perder.

—Son mi encanto, mi alegría;

Permíteme, madre mía,

Tras una sola correr.

Parte rápida la niña

Por la florida campiña

Tras mariposa fugaz;

Consigue al fin alcanzarla,

Y en los dedos, al tocarla, Polvo le queda no más.

Suspirando con tristeza, E inclinada la cabeza

Su manecita extendió;

Mas ya no la mariposa

Fue a volar de rosa en rosa:

Trémula a sus pies cayó.

—No olvides nunca, hija mía,

Su tierna madre decía,

Esta sencilla lección;

Muchas veces lo que amamos

Al conseguirlo, miramos

Deshacerse la ilusión.

Cuando quieras una cosa, Recuerda la mariposa

Que viste a tus pies morir;

Pues tal vez dejes de amarla

Si al pretender alcanzarla,

Lo llegas a conseguir.

Un hombre en la arena

Por la orilla del mar iba serena

Do rica concha recogido había;

Detuve el paso y escribía en la arena

Mi nombre, el año y fecha de ese día.

Cuando unos pasos húbeme alejado,

La vista ansiosa hacia el lugar volví;

Pero sobre él una ola había pasado.

Y ni una línea me quedaba allí.

Así habrá acaso pronto sucedido

Sobre la tierra para mí, pensé:

Una ola del océano del olvido

Debe pasar por donde puse el pie.

Y en los lugares todos que he pisado

Ni una huella ligera dejará;

De mi tiempo y el nombre que he llevado

Ni un rastro, ni memoria quedará.

Más para Aquel que cuenta las arenas

Y que en sus manos aprisiona el mar,

Existen sobre mí, páginas llenas,

Que ningún tiempo alcanzará a borrar,

Y este rápido instante al Infinito

Llegará por mi bien o por mi mal.

Recuerdos

A mI querIdA AmIgA lA SrA. enrIquetA Azpe de pArdo

El otro día en apacible calma

Hablábamos las dos de nuestras vidas; Las dos que ahora llevamos en el alma

Una dolorosa y sangrienta herida.

Usted, la madre cariñosa y buena, Lloraba al hijo que perdido había, Yo, de tristeza y amargura llena, Pensaba en la adorada madre mía.

Dos inmensos pesares frente a frente:

¿Cuál será de ellos el mayor? Lo ignoro;

Usted llora al pensar en su inocente: Yo al pensar en mi madre también lloro.

Pero hay un “más allá” en el que esperamos, Que presta a nuestras almas un consuelo:

A esos seres queridos que lloramos, ¡Más tarde los veremos en el cielo!

Saludo

Violetas de Anáhuac perfumadas,

Que aspiráis al progreso verdadero, Y sembráis de laureles el sendero

De las virtudes por el bueno amadas; De Jalisco las rosas, admiradas

Os envían un saludo placentero, Deseándoos bienestar muy duradero, Por ser puras, modestas, respetadas:

Que no dejéis jamás vuestro camino, Aunque a la envidia ruin causéis enojos,

Porque fieles cumplís vuestro destino;

Que no encontréis en el vergel abrojos,

Que no sea vuestra senda fatigosa, Es lo que anhela vuestra hermana.

Pinceladas

A mIS querIdoS tíoS

don mAnuel zApAtA VerA y doñA m. p. dueñAS de zApAtA

Entre sus dedos la gentil María, Tal vez por distracción,

Con maldad inconsciente fue estrujando

Las hojas de una flor.

Y cual la noble víctima que cae

Otorgando al verdugo su perdón,

La flor entre sus dedos fue dejando

Aroma embriagador.

Después el viento, de la pobre rosa

Las hojas dispersó,

Y en el viento también quedó impregnada

La esencia de la flor.

Yo conozco en el mundo muchas almas

Que como aquella flor,

Encuentran una mano despiadada

Que mata su ilusión,

Y dejan en las manos que las hiere

La esencia de su amor.

Después el mundo, que del alma herida

No tiene compasión,

Con sangrientos sarcasmos escarnece

Y aumenta su dolor;

Y al rodar esparcida por el mundo

La flor de su ilusión,

Va esparciendo en el mundo que la ultraja

La esencia de su amor.

A mi hija

Casto rayo de luna, blanco celaje,

De mis sueños de dicha vivo miraje;

Encantada, celeste, dulce armonía

Que inundas de cadencias el alma mía;

Mariposa brillante de mil colores

Que vives en la gruta de mis amores,

Donde hay mirtos y acacias, lirios y rosas,

Violetas y jazmines, tiernas mimosas;

Tú eres la palma

Bajo la cual se aduerme feliz el alma.

Eres la flor preciada de mi existencia

Que vierte en mi camino su rica esencia,

Eres el ángel puro de blancas alas.

Que el candor se viste las níveas galas;

Eres maga hechicera que en luz y flores

Sabes trocar las penas y los dolores;

Cuando miro en tus ojos, que son mi espejo,

De tu amor infinito, dulce reflejo,

Enamorada

Me encanto en los efluvios de tu mirada.

Siempre llegar á mi oído tu dulce acento

Como tierno suspiro de manso viento,

Como arrullo de tórtola gemidora

Que en sus amantes quejas suspira y llora;

Como himno que las aves en selva umbría

Levanta a la aurora del nuevo día,

Como eólica arpa de trovadores

Que entonan en el cielo cantos de amores;

Que hay en tu acento

Las notas argentinas del sentimiento.

Si pudiera librarte mi amor profundo

De los negros pesares que ofrece el mundo,

Te tazara una senda de blancas flores

Donde sólo encontraras dichas y amores!

Mas si no puedo hacerte tan venturosa

Como sueña mi alma, oye amorosa

Mi voz enternecida cuando te dice:

Dios a las niñas buenas ama y bendice;

Sé siempre buena,

Y alivia del que sufre la negra pena.

Nostalgia

Mateana Murguía de Avelera

¿Te acuerdas, Febo?.... al despuntar la aurora

Juntas las dos por alameda umbría,

Oyendo de las aves la armonía

Escuchando la linfa bulliciosa;

Nuestras++ almas con íntima alegría

Saludaban al Sol, que amante dora

Los verdes campos de la patria mía

Y las flores que espléndida atesora.

¡Cuántos dulces placeres, qué inocente

Y qué grata embriaguez de encantos llena

Al comprar con la tranquila fuente

Nuestra existencia plácida y serena!

Hoy que la ausencia anubla nuestra frente

¿La amarga nostalgia no te envenena?...

LISTA DE AUTORAS

Laureana Wright de Kleinhans

Dolores Correa Zapata

Fanny Natali de Testa

Isabel Prieto de Landázuri

Ignacia Padilla de Piña

Mateana Murguía de Aveleria

María del Refugio Argumedo

María Yáñez

Elvira Lozano

Francisca Carlota Cuellar

Lucia G. Herrera

Rosa Navarro

Carolina Zapata

Dolores Mijares

Dolores Puig

María Coyazoro

prólogo

mAríA CoyAzoro

Una violeta

La virtud

doloreS mIjAreS

Estaciones

Las mariposas

Un hombre en la arena

luCíA g HerrerA

Recuerdos

roSA nAVArro

Saludo

doloreS CorreA zApAtA

Pinceladas

mAteAnA murguíA de AVelerA

A mi hija

Nostalgia

Esta primera publicación del Colegio de Edición y Gestión de la Cultura, se terminó de producir de manera artesanal en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Se tiraron 500 ejemplares en papel Bond ahuesado de 90 gramos y adicionalmente se realizó la versión digital del ejemplar con el propósito de generar una mayor difusión.

Editorial Trasvase @editorialtrasvase

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.
Recuerdos de una violeta. Diez poemas de Violetas del Anáhuac by Daisy Góngora - Issuu